Evidencia ancestral final

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1 LA OTRA HISTORIA ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL RÍO QUIMI ESTUDIOS PRELIMINARES LOS MAMÍFEROS CONTEMPORÁNEOS DE LOS PRIMEROS CAZADORES RECOLECTORES EN EL NOROESTE DEL PERÚ DIOSES, RETABLOS Y CAMPANAS EN LOS CAÑARIS DEL NORTE DEL PERÚ SALINAS DE BOLÍVAR: UN DESTINO TURÍSTICO CON HISTORIA, PAISAJES NATURALES, GENTE EMPRENDEDORA Y ECONOMÍA PRODUCTIVA Y SOLIDARIA No. 3 / Año 2011 ARQUEOLOGÍA E HISTORIA PALEONTOLOGÍA INMATERIAL TURISMO MEMORIAS “TERCER ENCUENTRO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA Y PRIMERO BINACIONAL ECUADOR- PERÚ LOJA 2010”

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LA OTRA HISTORIA

ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL RÍO QUIMIESTUDIOS PRELIMINARES

LOS MAMÍFEROS CONTEMPORÁNEOSDE LOS PRIMEROS CAZADORES RECOLECTORES EN EL NOROESTE DEL PERÚ

DIOSES, RETABLOS Y CAMPANASEN LOS CAÑARIS DEL NORTE DEL PERÚ

SALINAS DE BOLÍVAR:UN DESTINO TURÍSTICO CON HISTORIA, PAISAJES NATURALES,GENTE EMPRENDEDORA Y ECONOMÍA PRODUCTIVA Y SOLIDARIA

No. 3 / Año 2011

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MEMORIAS“TERCER ENCUENTRO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍAY PRIMERO BINACIONAL ECUADOR- PERÚ LOJA 2010”

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NUESTROS SERVICIOS• Desarrollar, apoyar e incentivar proyectos de investigación de instituciones gubernamentales y no gubernamentales en temas relacionados con: arqueología, antropología, historia, inmaterial, medio ambiente, ecología y turismo.

• Editar y publicar trabajos de investigación de: profesionales, empresas públicasy privadas en las áreas afines con nuestro trabajo.

• Elaborar y ejecutar proyectos de planes de manejo y gestión de sitios patrimoniales.

• Organizar y dictar: cursos, seminarios, coloquios para instituciones públicas y privadas sobre la temática que abordamos.

04 ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL RÍO QUIMI

14 UN PRIMER ACERCAMIENTO AL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LOS PETROGLIFOS DE LA PROVINCIA DE LOJA

24 OCUPACIONES ARQUEOLÓGICAS EN YAMANUNKA

28 LAS RUTAS COMERCIALES DEL GOLFO DE GUAYAQUIL

38 CULTURA MILAGRO–QUEVEDO

50 TRONO SAGRADO EN CHORNANCAP, UN TEMPLO DE LA CULTURA LAMBAYEQUE - PERÚ

66 HACIA UN AFINAMIENTO DE LA SECUENCIA CRONOLÓGICA MAYO-CHINCHIPE

74 LOS MAMÍFEROS CONTEMPORÁNEOS

82 DIOSES, RETABLOS Y CAMPANAS EN LOS CAÑARIS DEL NORTE DEL PERÚ

94 APORTES ECUATORIALES A LA CIVILIZACIÓN

102 LA INVESTIGACIÓN INMATERIAL EN LA ARQUEOLOGÍA

108 REFLEXIONES SOBRE EL PATRIMONIO SONORO

112 SALINAS DE BOLÍVAR

LA OTRA HISTORIA

ÍNDICE

Director General:Arqlgo. Francisco Sánchez Flores

Directora Editorial:Mag. Fanny Gómez Torres

Gerente General:Lic. Paola Cadena Gómez

Comercialización y Ventas:Lic. Paola Cadena Gómez

Telf: 321 5560 / 080 757 697

Diseño y Diagramación:Cinearte

Impresión:Cromatik

Salinas N17-245 y SantiagoEdif. Federicom, oficina 203

(02) 321 55 60 / 080 757 697 / 084 684 476Quito-Ecuador

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NUESTROS SERVICIOS

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Esta edición contiene las Memorias del Tercer Encuen-tro Nacional de Arqueología y Primero Binacional Ecua-dor- Perú, realizado en la ciudad de Loja en Diciembre del 2010. Los objetivos y resultados del Encuentro fueron: Analizar la problemática del Patrimonio Cultural Arqueo-lógico en el contexto del desarrollo de los dos países, proponiendo una visión integral de la investigación del Patrimonio Cultural Arqueológico, Paleontológico y Antro-pológico para dar a conocer los avances de los estudios tanto en el Ecuador como en el Perú. Se establecieron acuerdos y alianzas estratégicas entre los dos países para la preservación y conservación del Patrimonio Cultu-ral Arqueológico, así como la creación de una Escuela de Arqueología y la inclusión de la investigación inmaterial en los estudios arqueológicos.

Siendo países vecinos con similares características cultu-rales, las investigaciones han sido independientes. Este encuentro logró unir lazos científico-culturales con un compromiso permanente de acción común para beneficio de las dos naciones.

Es importante resaltar el interés de la empresa privada en los estudios de Arqueología, antes de realizar obras de infraestructura para la explotación minera en el sur del Ecuador y la relación con la empresa pública para la con-servación de los bienes arqueológicos y con ello lograr el fortalecimiento de la identidad regional.

En este número estamos remarcando que la difusión que se realiza, no solo es el resultado de investigaciones ais-ladas, sino de un trabajo conjunto de: arqueólogos, antro-pólogos, paleontólogos, historiadores, quienes a través de sus exposiciones dan a conocer importantes estudios del Ecuador y la relación Ecuador –Perú; por lo tanto con este tipo de eventos, se están generando nuevos espa-cios para la trasmisión de estos conocimientos.

Agradecemos a EcuaCorriente S.A., Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (Central y Regional 7), Consulado de Perú en Ecuador, Museo del Ministerio de Cultura de Loja y Casa de la Cultura Benjamín Carrión, Núcleo de Loja, por la apertura, auspicio y facilidades otorgadas para la realización de este Encuentro, así como para la publica-ción del Tercer Número de “EVIDENCIA ANCESTRAL, La Otra Historia”.

Entonces, presentamos esta edición que la llamamos “Especial”, por su volumen y trascendencia, que encierra una pequeña parte del océano de contenidos que desea-mos difundir.

Los Editores

EDITORIAL

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ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DEL RÍO QUIMIESTUDIOS PRELIMINARES Lic. Fabián Villalba

EcuaCorriente S.A.

Vista Panorámica del sector.

INTRODUCCIÓN

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En la cuenca media del río Zamora, a lo largo de cuyas riveras están asentadas las ciudades de Zamora, Zumbi, Yanzatza, El Pangui se han identificado esporádicos sitios arqueológicos producto de la ejecución de trabajos muy pun-tuales. Generalmente, son tra-bajos incluidos en la denomi-nada arqueología de rescate, formando parte de los estudios de impacto ambiental (Camino, 2000; Echeverría, 2003; Moles-tina y Castillo, 2004; Aguilera, 2005; Domínguez, 2005; Mejía y Chacón, 2006). También se han realizado otros estudios, mediante recorridos rápidos, sobre lo cual existe una publi-cación y un proyecto presenta-do al INPC, que en general son aportes mínimos (Valdés, 2004 e Idrovo, 2009).

A partir del año 2008, bajo el auspicio de EcuaCorriente S.A. se inicia con una etapa de es-tudios interdisciplinarios de ca-rácter sistemático. El escenario se centra en el valle del río Qui-mi, un río tributario del Zamo-ra, cuyas aguas descargan a la altura del límite entre las pro-vincias de Zamora Chinchipe y Morona Santiago.

Los resultados parciales de la prospección realizada a lo lar-go de todo el valle, sacan a la luz la existencia de importantes asentamientos de sociedades pasadas, principalmente a lo largo de las laderas del valle. Las características de los si-tios arqueológicos distribuidos en las laderas, se identifican por una sucesión de terrazas construidas intencionalmente siguiendo el sentido de las pen-

dientes. Están construidas ínte-gramente de suelo desplazado por los cortes provocados, no hay presencia de muros de piedra en la conformación de estos espacios aplanados. El tamaño de las terrazas llega a lo mucho a los 50m de largo, mientras que el ancho es me-nor. Determinadas terrazas su-peran estas dimensiones, pero su existencia es muy limitada. Además de los sitios aterra-zados existen otros sitios que presentan otras características, están presentes en la sección baja del valle. Hasta el momento hemos iden-tificado y registrado alrededor de 100 sitios en el valle del Qui-mi. Algunos sitios con morfolo-gía semejante se registraron a lo largo de la cuenca media del Zamora. Unos cuantos sitios de

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las mismas características, em-pezamos a registrar en Zumbi y se continuará en los tributarios principales como en Namírez Bajo y Cumbaratza.

Las características morfológi-cas de los sitios aterrazados descubiertos inicialmente a lo largo del valle del río Quimi, constituyen un referente de un patrón que se repite en el su-roriente ecuatoriano. Varios fechamientos obtenidos en el transcurso de nueve proyectos ejecutados en el Quimi, entre los cuales están los autores (Molestina y Castillo, 2004; Me-jía y Chacón, 2006), se reagru-paron para tener una primera aproximación cronológica de la ocupación a lo largo del tiempo. Los datos que a continuación se exponen deben considerar-se como preliminares, aún hay varios temas que se seguirán tratando a mayor profundidad.

UBICACIÓNEl proyecto arqueológico está ubicado en el Suroriente del Ecuador, al pie de la sección norte de la cordillera del Cón-dor, en el valle del río Quimi, el cual desemboca en el río Za-mora a la altura de Chuchum-

1 EcuaCorriente S.A. Estudio de Impacto Ambiental 2005.

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bletza, límite interprovincial. (Mapa 1).

El río Quimi nace en los altos de la cordillera del Cóndor, está orientado, en su micro cuenca alta en sentido norte-sur; una vez que desciende al valle por una caída de 600 m, por dos cascadas “las gemelas” hasta llegar al valle, toma un senti-do este-oeste. El valle tiene una configuración alargada y estrecha de aproximadamente 25 kilómetros de extensión y un ancho promedio de dos ki-lómetros. Tiene dos tributarios principales: el Wawayme y el Tundayme. La topografía que rodea al valle es muy acciden-tada, presenta pendientes que llegan a los 60°, las elevacio-nes que rodean al valle, se le-vantan desde los 800 m hasta la altura de 1600 msnm.

ZONAS DE VIDA 1

El paisaje en general es homogé-neo, topográficamente correspon-de a un relieve subandino típico de pie de monte. La intensa humedad genera la formación de gruesas capas de neblina especialmente en las mañanas. La luminosidad se ve afectada por las grandes di-ferencias de nivel topográfico.

El agua constituye también un componente primordial del pai-saje del Valle. Existen importan-tes cuencas y subcuencas que recorren el área mejorando no-tablemente la calidad ambien-tal. No obstante, su coloración oscura debida a los taninos, puede restar el valor agregado dado por la limpidez de los re-cursos. Existe buena cantidad de cascadas y abundantes ver-tientes naturales que pueden también ser observadas.

La vegetación es del tipo bos-que secundario y siempre verde en las laderas, muy intervenido en las zonas planas, donde pre-dominan los cultivos y pastiza-les. En las zonas pobladas se puede observar una importante degradación de las zonas bos-cosas, debido a la extracción selectiva de madera y desbroce para generar pastizales.

El Valle se encuentra distribuido en las zonas de vida de bosque muy húmedo tropical, entre los 900 y 1000 msnm; con transición al bosque húmedo pre-montano entre los 900 y 2700 msnm.

La temperatura permanece re-lativamente constante a lo lar-go de los años, entre los 20 y los 25°C con un promedio de 21,6°C. El valor de la precipita-ción anual estimada es de 2708 mm. El período más lluvioso co-rresponde a los meses de abril a junio, en tanto que los menos lluviosos son entre julio y marzo. El valor de la evaporación anual representa, aproximadamente el 43% de la precipitación anual total. La humedad relativa at-mosférica media mensual está en el orden del 87%. Los valo-res de nubosidad indican que en general la zona amazónica pasa cubierta más del 50% del tiempo a lo largo de todo el año. La mayor parte del año los vien-tos soplan hacia el sur-suroeste.

MAPA 1: Localización del Proyecto Arqueológico Valle del Río Quimi.

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Valle del Río Quimi.

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Las especies existentes en el área se hallan en estrecha re-lación con el medio físico, el clima y principalmente la vege-tación. La mayor parte del ali-mento en los bosques tropica-les y del área de estudio es de origen vegetal, por esta razón, los mamíferos frugívoros y her-bívoros alcanzan el 60% del to-tal de las especies registradas.

En el área se registraron 45 especies, y se puede decir que el valor de la diversidad de los mamíferos que actualmente habitan el área se la categoriza como media, con relación a los registros en bosques cercanos.

El Wawayme es la localidad menos diversa. De 45 especies de mamíferos registrados, tan solo tres pueden ser conside-radas como abundantes, diez son comunes, veinte y cuatro son poco comunes y ocho son raros.

ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS

En el año 2004 se inician los primeros trabajos en el Pro-yecto Mirador en ciertas áreas de interés del proyecto Minero. Se realiza la prospección en el área de la mina y escombre-ras. En los años siguientes se realizan otros trabajos más, en

distintos espacios. Hasta el año 2007 se llegaron a identificar un total de 22 sitios.

A partir del 2009 iniciamos con la prospección extendida para todo el valle del río Quimi, en el recorrido se dio prioridad a las pendientes; de esta manera, se extendió más allá de los espa-cios predeterminados para las actividades mineras. Esta me-todología responde a objetivos relacionados con un plan de in-vestigaciones que llega a supe-rar los niveles de la arqueolo-gía de rescate tradicionalmente requeridos por los Estudios de Impacto Ambientales (EIA). Bajo esta nueva concepción, se llegó a registrar alrededor de 90 sitios arqueológicos en todo el valle.

El proyecto se enrumba hacia una propuesta de investigación de alcance regional y de ca-rácter interdisciplinario como una necesidad de promover los estudios culturales y el co-nocimiento de las sociedades ancestrales asentadas en el Suroriente ecuatoriano.

Los estudios comprenden: re-conocimiento y registro de sitios arqueológicos, excavaciones de sitios seleccionados y análisis de materiales recuperados en las diferentes fases. A mediano plazo, los bienes patrimoniales e información procesada están destinados a cumplir una fun-ción social, se ha considerado como plan de difusión la habili-tación de una ruta cultural de re-corrido por ciertos sitios arqueo-lógicos, se instalaría un museo de sitio y otro de exhibición per-manente en uno de los pobla-dos más cercanos, además de publicaciones de los resultados de los estudios. El reconocimiento de sitios comprende el registro básico

en todo el valle del río Quimi, incluyen las cuencas de los dos tributarios principales Tunday-me y Wawayme. Otra zona de interés para el proyecto es la cuenca media del río Zamora y principales afluentes como el Machinatza, Nangaritza, Ya-cuambi y Chicaña.

El registro de sitios consistió en la georeferenciación sobre una imagen satelital en el sistema UTM PSAD 56, con curvas de nivel cada 10m y georeferencia-da en lugares estratégicos con puntos de geoposicionamiento satelital de alta precisión, trian-gulados desde hitos del IGM (Instituto Geográfico Militar). En el mapa de sitios, el punto de referencia, está ubicado en la terraza de origen antrópico de menor cota. Se obtuvieron datos cualitativos y cuantitati-vos generales de cada uno de estos, se elaboró un dibujo es-quemático a mano con curvas de nivel referenciales.

La mayoría de los sitios identi-ficados y registrados por noso-tros están compuestos por con-juntos de terrazas. Las terrazas son cortes intencionales pro-vocados a las pendientes en no más de tres metros de alto, producidas para generar espa-cios medianamente nivelados. Generalmente se encuentran desplazadas siguiendo el senti-do de las pendientes, dispues-tas en orden lineal ascendente continuo. También, se presen-tan ramificaciones laterales. En determinados sitios suelen construir una terraza de tama-ño mayor, puede estar ubicada en la cima de la pendiente, o no; en este caso, se nivela el suelo para conformar una pla-nicie amplia de forma general-mente semicircular, a las que hemos denominado terrazas de coronación.

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Construcción de terrazasa lo largo de las pendientes.

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Cada sitio, generalmente está separado de otro, en una dis-tancia de más de 300m.; hacia las laterales están separados por accidentes topográficos como cortes naturales semi-profundos propios del terreno ondulante, provocado por pe-queños riachuelos o quebradas que descienden de las partes altas. Las pendientes no pre-sentan amplios espacios late-rales y más bien son muy es-trechas.

Los sitios se presentan distri-buidos a lo largo de toda la ex-tensión del río Quimi tanto en el curso medio como en el infe-rior, se localizan principalmente en las pendientes que rodean las dos márgenes. En el curso superior aún no se ha realiza-do ningún recorrido. En los dos afluentes mayores, el Waway-me y Tundayme, los sitios se encuentran, también, hacia las dos márgenes y hasta los cur-sos superiores. Todos los sitios hasta hoy identificados se en-cuentran desde los 800msnm y alcanzan una altura máxima de 1400. Se presentan en un ran-go altitudinal de 600m.

La gran mayoría de sitios iden-tificados se distribuyen en las pendientes, otros están en la parte del valle en terreno plano sobre suelos firmes; estos son: Z6C4-010, Z6D3-015, 016,

017, 018 y 019, todos estos no presentan terrazas.

La distribución de los sitios res-ponde a un patrón que podría denominarse como asenta-mientos aterrazados de piede-monte en el sur oriente amazó-nico, distribuidos en la cuenca media del Zamora.

La cantidad de terrazas por si-tio oscila desde 1 hasta 65, en un promedio general de 10 te-rrazas por sitio. Las terrazas de coronación se presentan en un promedio 0.3 por sitio.

En total, se tiene contabilizado una cantidad que alcanzan las 1000 terrazas distribuidas en los diferentes sitios del valle. La cubierta de vegetación ar-bustiva que está presente en determinados sitios arqueoló-gicos, constituye un factor im-portante que permite controlar la erosión de las terrazas; por el contrario la deforestación y conversión de suelos en pas-

tizales acelera el proceso de degradación.

Los sitios que están desplaza-dos hacia una u otra margen del río Quimi presentan diferencias en la densidad y frecuencia de terrazas. Aquellos que están situados en la margen derecha contienen un promedio de 19 terrazas por sitio, en cambio, los que están en la margen izquierda alcanzan las cinco terrazas por sitio. No existen variaciones topográficas, ni de área entre los dos lados, pero, sí existen variaciones en la fre-cuencia de sitios. En la margen derecha se identificaron 28 si-tios, en la margen izquierda, en cambio, hay 55.

En el futuro se irán encontrando respuestas a estas incógnitas, por ejemplo: las razones de las diferencias de frecuencias de las terrazas, las probables fun-ciones, qué tipo de sociedades ocuparon esta región y desde cuándo.

Sitio Z6D3-004, topografía de distribución de 11 terrazas en un patrón secuencial.

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Vasija reconstruida.

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Uno de los sitios estudiados mediante excavaciones es el Z6D3-004, ubicado en San Marcos cerca de la confluencia del río Tundayme en el Quimi. Es una pequeña elevación na-tural de 45m de altura que se levanta sobre la planicie de San Marcos, tiene un área de 5 hectáreas, presenta pendien-tes de 35°, está aislada del res-to de elevaciones que se levan-tan al este, originarias del pie de la cordillera del Cóndor.

El sitio está compuesto por 11 terrazas, distribuidas en dos hileras opuestas entre sí. Las terrazas están construidas si-guiendo un orden secuencial lineal a lo largo de las dos pen-dientes de menor grado. Son terrazas pequeñas donde la dimensión frontal es de 20m y el ancho llega a los 40m. Se construyeron mediante cortes del talud que generalmente no sobrepasan los dos metros de altura, son desplazamientos de tierra desde la parte superior hasta conseguir un área rela-tivamente plana.

10 terrazas tienen la forma se-mielipsoide y la restante es de forma cuadrilateral, esta última está localizada en la cima de la loma. Para la consolidación de las estructuras de las terrazas, no se encuentra ningún material ajeno que no sea el propio suelo desplazado. El área total de las 11 terrazas es de 3878,3 m2.

En la terraza 1, en el depósito 1, se distingue una frecuencia importante de artefactos diag-nósticos de cerámica entre estas, del tipo corrugado (Los fragmentos de cerámica están dispersos en la sección sur de la terraza: 20 bordes, 20 cue-llos decorados y un pulidor. De los cuellos, 19 son decorados corrugados y uno con bandas de engobe.

Uno de los bordes correspon-de a la categoría de vasijas restringidas independientes, forma 3E). En el depósito 2 (de 35cm de espesor) la frecuencia de materiales decrece. En este depósito, se reduce la presen-cia de materiales (10 bordes, no hay cuerpos decorados, en lítica hay 1 pulidor). Al final del depósito 2 en el extremo norte de la trinchera, se encontraron cuatro vasijas grandes, agru-padas entre sí y en posición vertical; están fragmentadas y sin los bordes. Dos formas de vasijas son del tipo restringidas dependientes (2A Y 2D). En esta terraza no se encontraron cuencos.

La terraza 2 no presenta ma-teriales en el depósito 1, en el depósito 2 se recuperó un bor-de decorado con engobe, al final de este depósito aparece un rasgo de 30cm de diámetro consistente en una agrupación de restos óseos aparentemen-te son de origen fáunico.

En la terraza 3 aparecen tres rasgos definidos como con-centraciones de fragmentos de cerámica. Contienen 23 arte-factos diagnósticos en los tres depósitos, principalmente son bordes de cerámica con de-coraciones corrugados y tres excisos. En lítica tenemos un yunque, un fragmento de mano para moler, una preforma de hacha y un fragmento de huso para hilar.

La terraza 4 se destaca por la presencia del rasgo 2, locali-zado en la sección norte de la terraza, tiene forma rectangular es de 112cm de largo por 58cm de ancho y 42cm de profundi-dad, contiene un suelo arcilloso de color amarillento, con límites bien definidos contrastable con la matriz del suelo rojizo que ro-dea al rasgo. Está rellenado por

fragmentos grandes de carbón, material arcilloso amarillento y fragmentos de cerámica. En el centro de la terraza y apega-do al corte de la pendiente se encontraron 3 vasijas grandes agrupadas (2 vasijas sin la sec-ción superior). Se recuperaron 37 artefactos diagnósticos, principalmente bordes de cerá-mica, 3 bordes con decoración corrugada; en cuanto a lítica hay 2 manos para moler, una de estas fragmentada.

En la terraza 5 se recuperaron fragmentos de cerámica en los dos primeros depósitos, con mayor densidad en el segun-do y un molde de poste en el depósito 3. Al final del depósito 2 aparece un molde de poste que se introduce en el D3; tam-bién, hay 4 moldes de poste en el D3. Hacia el centro de la línea de desbanque de la terra-za, en la unidad 2 se presen-ta un fogón con fragmentos de cerámica. Cerca al fogón hay una concentración de cerámi-ca, en cuyo contenido hay va-rios bordes de distintas vasijas grandes. Se identificaron ocho elementos diagnósticos, en el D3 se resalta la existencia de bordes con engobe al interior.

En la terraza 6, en el depósito 2 hay presencia de fragmentos de cerámica, los que se incre-mentan hasta el nivel 2 y des-aparecen en el 3. En el nivel 4 hay dos moldes de poste. Este

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Estructura habitacional de forma elípticadelimitada con moldes de poste.

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Piedra de moler con desgaste circular provocado por la frecuencia del uso.

depósito tiene el espesor de 73cm, poco usual en este sitio. Se recuperaron 8 bordes en el depósito 2, de los cuales 4 pre-sentan engobe, también hay 15 objetos de lítica tallada en el D2, en los niveles intermedios.La terraza 7 está construida en la cima de la elevación del sitio, tiene un área de 1225m2, tiene la mayor extensión de todas. Está conformada en dos sec-ciones separadas por un montí-culo natural que se desplaza en la parte media de la terraza. En las dos secciones se encontra-ron materiales culturales, Los más significativos están en la sección sur de la terraza.En la sección norte se encon-traron 23 artefactos diagnósti-cos de cerámica. En el depósi-

to 1 hay dos bordes de cuencos y una base plana sólida, todos sin decoración. En el depósito 2 están la mayoría de artefactos, hay 3 formas de vasijas restrin-gidas independientes y 1 borde de cuenco; también bases pla-nas y convexas y algunos cuer-pos. La decoración es limitada, se presenta el corrugado y pin-tura o engobe negro al interior. Se encontró 1 piedra para pulir. Se logró definir, además, una circunferencia de 1.2m de diá-metro en cuya contorno se dis-tribuyen moldes de poste.

En la sección Sur de la terraza, desde los 5cm bajo superficie

aparecen materiales culturales, hay importantes evidencias de ocupación. Los depósitos ocupacionales son poco pro-fundos; desde el depósito 1 se encuentran restos culturales, pero en el depósito 2 la presen-cia de cerámica y lítica se in-tensifica. Se debe resaltar que en el depósito 2 se logró definir dos ocupaciones, en la ocu-pación temprana se identificó una estructura habitacional de forma elipsoide delimitada por 10 moldes de poste. Tanto en el interior como en el perímetro de la estructura hay 5 vasijas completas definidas como ras-gos y seis concentraciones de materiales culturales; además, un posible taller lítico con he-rramientas de piedra.

En los exteriores de la estruc-tura, también se encontraron 8 rasgos y concentraciones de materiales, algunas son vasijas grandes incompletas.

En la terraza 8, los materiales culturales están dispersos y aparecen en mayor frecuencia en el nivel dos del depósito 2, incluye cerámica corrugada. En la unidad 1 se identificaron 6 vasijas grandes colocadas en posición vertical en el segundo nivel del depósito 2, están in-crustadas hasta el depósito 3 (rasgos 4, 5, 6, 7, 8 y 9); ade-

más se encuentran fragmen-tos de cerámica dispersos en la unidad. Entre los artefactos recuperados hay: 1 borde con decoración antropomorfa, 1 fragmento de asa y 1 yunque de piedra.

En la terraza 9 se encontró 1 vasija en el depósito 2 incrusta-da 12cm en el depósito 3 (ras-go 1). Los fragmentos de cerá-mica están presentes hasta el depósito 3, la densidad es baja.En la terraza 10, en el primer depósito se advierte una altera-ción moderna, alcanza hasta el depósito 2. En el depósito 3 se definieron 10 moldes de poste sin que presenten algún orden específico. Entre los artefactos se encontraron 2 hachas de piedra, 1 pulidor, 1 huso para hilar. Además, existe una piedra de moler con dos horadaciones en el noreste de la terraza. En la terraza 11 se localizó 1 vasija fragmentada sin el punto terminal superior, están coloca-das en posición vertical a 40cm bajo superficie en el depósito 2, se introduce hasta el depó-sito 3. Al este de la unidad, se presenta una concentración de cerámica. En el depósito 2 se encontró 1 fragmento de figu-rín antropomorfo. También hay presencia de fragmentos de cerámica dispersos en toda la unidad excavada.

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Vasija vertical,rasgo mixto compuesto por dos vasijas.

Concentraciones de cerámica.

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Todas las terrazas del sitio Z6D3-004 han sido ocupadas, se manifiesta en la frecuencia de materiales culturales distri-buidos principalmente en los dos primeros depósitos. En la terraza 7 localizada en la parte más alta del sitio se definió una estructura habitacional de for-ma elipsoidal, con el eje mayor de 9m; esta estructura consti-tuye un marcador que permite ir definiendo la funcionalidad del sitio. A esto adicionamos la existencia de rasgos culturales (principalmente agrupaciones de cerámica, vasijas aisla-das completas e incompletas, fogones, moldes de postes). En cantidades limitadas se encuentran hachas de piedra pequeñas, husos de cerámica para hilar, 1 piedra y manos para moler.

Aún está por definir el uso final dado a las agrupaciones de vasijas de tamaño grande se-micompletas que aparecen en el nivel inferior del depósito 2; esta característica es recurren-te en las terrazas, 1, 4, 7 y 8.

La piedra de moler correspon-de a una granodiorita, prove-niente de los lechos de los ríos, desde donde ha sido trans-portada. Son piedras planas de 30cm de grosor, general-mente alargadas de 1 a 1.50m x 0.80m de ancho. En la cara superior presentan huellas de desgaste producido por la fric-ción, la frecuencia de uso ha

producido desde una hasta tres concavidades de formas elips-oidales o redondeadas; las ma-nos de moler son delgadas, se usaron los bordes a través de movimientos ondulantes y no las facetas.

Todas estas características anotadas nos llevan a interpre-tar, en forma preliminar, que se trata de un sitio relacionado con actividades domésticas. La interpretación funcional de este sitio bien puede convertirse, en un referente para aquellos sitios compuestos por conjun-to de terrazas y que contienen una terraza de coronación, es-tán presentes en el valle del río Quimi y tampoco sería extraño que también suceda lo mis-mo en la cuenca del Zamora. La interpretación funcional de las terrazas restantes del sitio aún falta por definir, para esto se requiere completar análisis especializados. Generalmente, a las terrazas identificadas en la región andina o costanera se han venido asociando con actividades agrícolas; debido a las características particulares de aquellas que registramos, la misma interpretación funcional

no es procedente. Es necesario realizar análisis complementa-rios, de la cerámica, lítica, sue-los, relaciones contextuales y cronológicas para comprender mejor algunas interrogantes que surgen a raíz de los datos generales expuestos.

Por medio de la cerámica reco-brada en el sitio, hemos logrado estructurar un cuadro básico de formas, podría ser representativo de la vajilla empleada en el valle del río Quimi. Esto nos permitir contar con una base referencial comparativa para los estudios posteriores, lo óptimo son las muestras de formas para cada estrato ocupacional de este sitio.

La metodología utilizada en la clasificación de la cerámica recu-perada se sustenta sobre la base del análisis modal. El objetivo es definir los aspectos funciona-les de los artefactos y para esto se parte de una caracterización formal, se clasifican desde el es-quema propuesto por Shepard (1976), denominado formas es-tructurales de vasijas (vasijas no restringidas, vasijas restringidas simples y dependientes y vasijas restringidas independientes).

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La cerámica diagnóstica re-cuperada supera los 356 arte-factos. Dentro de este grupo el 20% son bordes de vasijas. Los materiales restantes se clasifican como bases, bases con cuerpo, vasijas sin bordes, cuellos corrugados, cuerpos decorados y no definibles.

Las formas identificadas co-rresponden a las tres clases estructurales: la mayoría de formas son vasijas no restringi-das (1D, 1F, 1G, 1H, 1I, 1J, 1K), vasijas restringidas simples y dependientes (2A, 2C, 2D) y formas de vasijas restringidas independientes (3A, 3B, 3C, 3D, 3E,3G).

Las frecuencias de cada una de las formas definidas se en-cuentran en el informe del año 2009, aquí se distingue que sobresalen las frecuencias de las formas 3D Y 3E, son va-sijas grandes esferoidales de contorno inflexionado, borde evertido, cuello corto cóncavo de garganta ancha, eventual-mente con decoración del tipo corrugado en el cuello.

Este tipo de vasijas se asocian con la preparación, servicio y conservación de alimentos. La forma 3C es más útil para el

transporte y retención de líqui-dos, esto por la estreches del cuello. En cambio, las formas 1, entre estas la 1D y 1G, que son las más frecuentes en este sitio, por su boca ancha y cuer-po poco profundo, se relacio-nan con las acciones de servir-se bebidas y/o alimentos.

Los depósitos culturales, gene-ralmente son de poca profun-didad alcanzan los 30 cm, ex-cepcionalmente hay otros que alcanza los 60 cm. Es usual que el Depósito 2 tenga mayor espesor que los dos restantes, la coloración presenta tonalida-des grisáceas.

En un caso se logró determinar que en el depósito 2 se presen-ta al menos dos ocupaciones, esto sucede en la terraza 10; también, hay otros casos como la terraza 4 donde se presen-tan rasgos al final del D2 y que se incrustan en el depósito 3, sucede algo similar con las vasijas orientadas en posición vertical, entre estas las cinco vasijas de la terraza 1.

Mediante una recopilación de los resultados de los aná-lisis de radiocarbono obteni-das a partir del año 2004 (dos por Molestina, 2004 y tres por

Chacón, 2007)y las restantes por nosotros, se organizó un cuadro cronológico compuesto por 15 muestras (FIGURA 7). El conjunto de fechas provie-nen de cuatro sitios: Z6D3-003, Z6D3-004, Z6D3-020 y Z6D3-022. Las fechas de mayor an-tigüedad obtenidas para el sitio Z6D3-04, se sitúan en los 900 años a.C. (3000 años antes del presente), también hay fechas que se ubican en los demás períodos subsiguientes, que in-cluye el colonial y republicano.

Al período de las Sociedades Tribales (Desarrollo Regional), también corresponden dos muestras provenientes del sitio Z6D3-004, de 600 años des-pués de Cristo.

Para el período de Integración tenemos seis muestras, es el período donde se agrupa el mayor número de resultados. De acuerdo a estos datos, se podría pensar en un período de mayor ocupación, en compara-ción con los restantes. Las fe-chas fluctúan entre 800 y 1300 años después de Cristo.

Durante el período Colonial Hispano, en el sitio Z6D3-004 se encontraron de ocupación que se sitúan entre los 1500

Cronología C14.Cuadro de fechas obtenidas en varios sitios, organizadas en los diferentes períodos.

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y 1700 años después de Cris-to. Por último tenemos que el mismo sitio, vuelve a ser reocu-pado hace 90 años. La reocu-pación del sitio en los períodos Colonial y Republicano tiene relación con la cultura Shuar.

AGRADECIMIENTOSLos resultados de este estudio son el producto de un trabajo en equipo de varias personas e instituciones involucradas en el proyecto que son: EcuaCorrien-te S.A., Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, Subdirec-ción del INPC Loja, ayudantes de las comunidades locales y alrededores y, asistentes técni-cos. Nuestro reconocimiento a la Vicepresidencia de Proyec-tos y Desarrollo Ambiental de ECSA: Doctor Darryl Lindsay, Ingeniero Raúl Brito; Geren-te de Operaciones, Ingeniero Dixon Briceño, Departamento de Planificación, Ingeniero José Aguayo, Levantamiento Topo-gráfico al Detalle por Segundo Toledo, Departamento Ambien-tal de ECSA en la preparación de datos relacionados con flora, fauna y meteorológicos.

El proyecto de investigación ejecutado en coordinación inte-rinstitucional entre el Estado y la empresa privada, auspiciada por EcuaCorriente S.A., se eje-cuta bajo una nueva concep-ción de responsabilidad cultural frente a la necesidad de rees-tructuración de los tradicionales estudios de impacto ambien-tal (EsIA). Se convierte en un aporte significativo para el co-nocimiento de la historia de los pueblos antiguos que ocuparon desde hace miles de años esta región del país, lo cual hace que se hable de otro modelo, cuan-do existe conciencia y compro-miso orientado al fortalecimien-to de la identidad.

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Mary Jadán V. Mg.Sc.

UN PRIMER ACERCAMIENTO AL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO

DE LOS PETROGLIFOSDE LA PROVINCIA

DE LOJA.

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RESUMEN En este documento preliminar discutiré las eviden-cias rupestres como parte del contexto de un sitio arqueológico para iniciar la comprensión de su te-jido histórico y proponer una cronología relativa de los mismos. Se exploraron los siguientes sitios: Ya-mana, Barrial Blanco, La Rinconada, Cuamine, Sa-capianga, en el cantón Paltas; Alamor, Mercadillo y Chitoque en el cantón Puyango; La Merced, Pò-zul, Quillusara, en el Cantón Celica; Numbiaranga, Hornillos, Jorupe, La Guarara de Jujal y Pindal de Jujal en el cantón Macará; extendiéndose a otros sitios como Santa Esther en el Cantón Gonzanamá, y Canguraca en el Cantón Pindal.

Las muestras de cerámica encontrada han sido examinadas para determinar la técnica de manufac-tura, cocción, acabado de su superficie y su corres-pondiente correlación cronológica. Los rastros de cuarzo triturado dentro de los tacines y otros rasgos culturales junto a los petroglifos fueron sustancia-les para la definición cultural de los yacimientos. El estudio demostró que los petroglifos se encuentran en grave estado de deterioro ya sea por agentes naturales o por causas antrópicas, catalogándose a estas últimas como las más dañinas.

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Petroglifos de Santa Esther en el cantón Gonzanamá.

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RESULTADOSY DISCUSIÓN

1.- Características Generales.

El 95% de los sitios con pe-troglifos se encuentran en la región bioclimática denomina-da Bosque Seco Subtropical. La altura aproximada prome-dio está entre los 300 a 1900 msnm., con una temperatura

Tabla 1.- Densidad de Cerámica en los sitiosArqueológicos con Petroglifos.

SitioArqueológico

Cantidad de Cerámica en 1m2

Dispersión

Mercadillo 3 Esparcida Barrial Blanco 2 Esparcida Sto. Domingo 1 Esparcida Sacapianga 2 Esparcida Pindal de Jujal 1 Esparcida Numbiaranga 7 Esparcida Quillusara 8 Esparcida

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media anual entre los 180 y 22 grados centígrados. La media de lluvia fluctúa entre los 500 y 1000 milímetros al año. La zona de vida corresponde a un Bosque Seco Pre-montano (Cañadas, 1983), en contraste solo un 5 % de los sitios co-rresponde a la región Bosque Sub Húmedo Subtropical. Esta región tiene los mismos rangos altitudinales y de temperatura media anual que la región seco subtropical y se diferencia de ésta porque recibe precipitacio-nes mayores a 1000 mm., pero menores a 1500 milímetros. No obstante la tendencia general es poseer lluvias durante todo el año. (Ob. Cit.).

Se han estudiado alrededor de 20 sitios con petroglifos que tienen un total de roca grabada de 33,677 m2, además de 84 tacines, estos últimos ubicados en los cantones de Paltas y Ma-cará. Si detallamos cada una de las áreas con grafías encon-tramos que los petroglifos del cantón Paltas ocupan 8.95 m2 de área tallada; los petroglifos del cantón Celica 6,68 m2; los petroglifos del cantón Puyango 4,93 m2; las grafías de Macará 10,167m2, el sitio Sacapalca en el cantón Gonzanamá 0.95 m2 y Canguraca en el cantón Pindal con 2 m2. No se descar-ta la presencia de otros en los cantones descritos.

INTRODUCCIÓN El primer trabajo sobre los pe-troglifos de la provincia de Loja ha sido realizado en el año 1993 por la Universidad Técni-ca particular de Loja, el Centro de Difusión Cultural CEDIC y el Banco Central del Ecuador, bajo la dirección de Erasmo Alejandro (1993); en esta ex-ploración se realiza un registro e inventario de los sitios ar-queológicos y de los petroglifos existentes en esta provincia. Posteriormente en el año 2004 financiado por la misma Uni-versidad, el Licenciado Diego Gonzales (2004) publica un libro titulado “El arte rupestre de Loja”, en el se analizan las grafías inventariadas en el año 1993 y añade nuevos sitios con petroglifos.

Las investigaciones de la “Mi-sión Arqueológica de Loja” bajo la dirección de Jean Guffroy (2004) se centraron en el estu-dio de los asentamientos pre-hispánicos de la zona central y sur de la provincia. En este trabajo se hizo una breve rese-ña de los petroglifos basándo-se en la información obtenida por Erasmo (1993) y González (2004), concluyendo que éstos todavía no podían ser atribui-dos con certeza a una época particular, no obstante, se pro-puso una asociación probable con sociedades del Período de Desarrollo Regional.

Con el patrocinio del Instituto Nacional de Patrimonio Cultu-ral, Regional Zona 7, entre no-viembre del 2009 a febrero del 2010, se ejecutó el estudio Ar-queológico del Patrimonio Ru-pestre de la Provincia de Loja en los cantones de Paltas, Pu-yango, Celica y Macará; cuyo objetivo además de una inves-tigación desde el punto de vista

arqueológico fue diagnosticar y establecer pautas para un plan de conservación y protección. Se elaboraron además dibujos de los diferentes petroglifos en tamaño normal y en formato di-gital. Al mismo tiempo se incor-poró a las grafías dentro de un sistema de información geográ-fica (SIG) (Jadán, 2010).

Este documento intenta un pri-mer acercamiento al contexto de los petroglifos considerán-dolos como unidades de un sitio arqueológico que “reflejan en su esencia un hecho históri-co social concreto” (Lumbreras 1981:45). A partir de esta con-cepción se discute y propone una cronología relativa para las diferentes grafías, basada en la integridad de los datos recu-perados en el campo y respal-dada en la investigación de las fuentes bibliográficas.

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Figura 1: Mapa de ubicación de los Diferentes Petroglifos en la Provincia de Loja

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La tabla 1, presenta la densi-dad de la cerámica en los si-tios arqueológicos. Obsérvese que solo 7 de veinte sitios es-tudiados tienen cerámica sobre la superficie o en el subsuelo. Además 5 de estos tienen un promedio de menos de 2 ties-tos en 1 m2. Solo Numbiaranga en Macará y Quillusara en el cantón Celica tienen una media de 8 tiestos por metro cuadrado.

2.- Los Tacines de Saca-pianga y El Petroglifo de Santo Domingo.

Figura 2. Tacines en el sitio Sacapianga.

En la parroquia San Antonio en el cantón Paltas, hay dos luga-res, uno se llama Sacapianga y el otro es Santo Domingo–Chin-chiles. El primero se encuentra al pie de dos quebradas la San-to Domingo y la quebrada de

Figura 2. Dibujo del Petroglifo de Santo Domingo.

San Antonio. Consiste en una piedra con catorce tacines dos de los cuales parecen estar en proceso de formación. Los ta-cines son unas pequeñas o medianas perforaciones reali-zadas en las rocas que tienen huellas de excavados mediante líneas circulares y forma cóni-ca producidos posiblemente por fenómenos naturales. El arqueólogo Julio César Fer-nández (2007:63) ubica a las piedras con concavidades en el Perú para la época formativa.

El segundo sitio es el petrogli-fo de Santo Domingo, llamado también petroglifo de Chinchiles por encontrarse allí la hacienda del mismo nombre. Atraviesan la zona el Río Santo Domingo, además de dos quebradas, la del Convento y una quebrada seca llamada Santa Ana. Santo Domingo está en una depre-sión al pie de una montaña, es una piedra tallada en un solo lado con orientación norte. El área tallada tiene de alto 1.09 m., por 1.41 m. de ancho. El petroglifo representa básica-mente un motivo principal que los lugareños lo denominan Sol. Este es el único sitio que presenta una ocupación con un depósito cultural aparente-mente más intenso que abarca una profundidad de 50cm. Asi-mismo cultura material como metates fueron localizados en la superficie, caracterizándose al área circundante de este pe-troglifo como una zona arqueo-lógica.

Si bien la cerámica encontrada en toda el área de los petro-glifos es escasa y deteriorada (tabla 1), una característica co-mún es la similitud de pastas entre la cerámica de Santo Do-mingo y la de Sacapianga. Las dos cerámicas son finas con un grosor de las paredes meno-res a 1 cm., están compuestas

1 Análisis petrográfico y mineralógico realizado por el geólogo Mágner Turner, integrante del equipo de investigación.

Figura 3. Tres representaciones de Petroglifosde la Rinconada en el cantón Paltas.

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por minerales criptocristalinos como sílice. Otros tiestos con-tienen mica, lutita, magnetita, plagioclasas y también carbón vegetal1. Por su acabado las muestras cerámicas de estos sitios parecen pertenecer al mismo periodo. Guffroy (2004: 107) encontró en la cuenca del rio Playas cercana a esta re-gión cerámica de la primera y segunda etapa del periodo de Desarrollo Regional. El inves-tigador considera que material de Desarrollo Regional inicial tiene rasgos del Formativo Tar-dío de Catamayo, lo cual pare-ce probable. Además para esta época se señala la existencia de pequeños grupos ubicados en barriadas y separados de los demás por ciertas distan-cias y considera menos proba-ble el desplazamiento de los mismos grupos por diferentes lugares (ob. Cit.). Se observa que Santo Domingo es el único sitio que presenta un depósito cultural ligeramente profundo, lo que sugiere una ocupación permanente del sitio en el pe-ríodo descrito.

3.- Los Petroglifos de La Rinconada y Barrial Blanco.

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La mayoría de los sitios con petroglifos y tacines se en-cuentran en esta región al pie de quebradas y relativamente cerca unos de otros. Entre los sitios de este tipo están los de Barrial Blanco y la Rinconada (cantón Paltas) que son afines en su estilo y tienen represen-taciones de figuras esquemá-ticas y antropomorfas y otras posiblemente fálicas repetidos en rocas de toda el área. Uno de los petroglifos de la Rinco-nada (figura 3A) tiene una te-mática que llama la atención por su representación donde aparece una aparente cola pegada entre las dos extremi-dades inferiores de la figura. Este tipo de temática ya es ci-tada para el sitio Corral de Pie-dra por Fernández (2007: 65), quién indica que la mencionada representación evoca el relato de Juan El oso2 ocurrido en el siglo XVI en la provincia de los Paltos. El cuento del hijo del oso se ha difundido en todo el mundo andino, según parece, sobre la base de una tradición más antigua (Taylor 1997). En el caso de la Rinconada la figu-ra parece más bien evocar una situación de un alumbramiento, notemos el volumen del vientre en el dibujo descrito.

Figura 4. Petroglifos Barrial Blanco en el cantón Paltas.

El oso, es un animal mítico im-portante dentro de la cosmovi-sión andina, un petroglifo con la representación de este animal como figura central existe en la parroquia Mercadillo del can-tón Puyango, aunque con una temática diferente a la descrita, (figura 7C).

Próximo al petroglifo de La Rin-conada se encuentran dos taci-nes uno de los cuales evidenció restos de cuarzo. Es probable que grupos culturales utiliza-ran los tacines como morteros experimentando con recursos minerales para aprovecharlos como componentes de la arci-lla para mejorar la calidad de la misma o minerales para confec-ción de joyas. Guffroy (2004) sugiere que la producción y di-fusión de objetos metalúrgicos en la región estuvo limitada a objetos de prestigio y solo a elites locales. La arqueología peruana menciona a las tacitas (tacines) como huequillos que aparecen en los campos de los petroglifos. Núñez (1986: 66) señala a importantes arqueó-logos como Lehmann, Nitsche, Uhle, que identifican los taci-nes como morteros, mientras que Latchan y la mayoría de arqueólogos chilenos le atribu-yen un origen a ritos mágicos (ob.cit). El hallazgo de cuarzo en uno de los tacines de la Rin-conada, aportaría datos para el uso de éstos como morteros.

La escasez de material cerámi-co apunta que estos lugares no eran espacios de habitación permanente y únicamente fue-ron aprovechados para generar manifestaciones ideológicas de grupos especializados. Para el caso de La Rinconada, confor-me a información proporciona-da por esa comunidad, hallaron contiguo al sitio restos de ha-chas, metates y cerámica. Por el contrario en Barrial Blanco

2 Se refiere al rapto de una adolecente de 15 a 16 años en el siglo XVI, en la provincia de los Paltos en la parroquia de Numbacola, dentro de Loja Ecuador (En Loja actualmente existe la parroquia de Nambacola en el cantón Gonzanamá), que es embarazada por un oso, cuya criatura tenía un rabo semejante al de su padre y que fue cortado al momento de nacer por la madre (Narváez 2001, Cabello Valboa 1951, citado por Fernández 2007:65).

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aparecieron tiestos relaciona-dos con el periodo de integra-ción. Junto a estos petroglifos se encuentran unos muros de piedra que aparentan cercar la zona. Investigadores como Pe-dro Villar Córdova, Horkeimer entre otros (citados por Núñez 1986:7, 27) definen a las es-tructuras de piedra que están en los sitios con petroglifos como “corrales sagrados”, que también los hallaron en petro-glifos como Chekta en el Perú. En el Ecuador las estructuras o corrales de Piedra ya fueron ci-tados para la provincia de Loja, aunque no relacionados con ta-cines, y están identificados con un periodo pre-inca. (Collier y Murra, 2007:54).

Una problemática que se debe dilucidar, es conocer si los pue-blos que utilizaron los tacines fueron los mismos que efectua-ron los petroglifos. Es evidente que estos tacines, probable-mente naturales, llamaron la atención a los pueblos prehis-pánicos quienes tallaron en el contorno grafías impresionan-tes. Por el momento además de evaluar el contexto minera-lógico de la zona se requiere de mayor investigación arqueo-lógica.

4.- Los Petroglifos de Ya-mana y Guarara de Jujal.

La similitud de grabados en dos zonas lejanas entre sí es indi-cador de una movilidad cultural de los diferentes grupos, inver-so a lo propuesto por Guffroy para el Período de Desarrollo Regional (Guffroy, 2004). Los sitios La Guarara de Jujal (Ma-cará) y Yamana (Paltas), tienen en sus petroglifos los mismos elementos, considerando que Yamana se encuentra al nores-te de La Guarara de Jujal, en línea recta aproximadamente a 50 kilómetros. Además se ob-

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Figura 5. A. Petroglifo Yamana en el Cantón Paltas. B. Petroglifo Guarara de Jujal en el cantón Macará. C. Petroglifo de Chacuas-cucho en la Provincia de Casma (Núñez, 1986: 568).

serva que grafías en esta temá-tica están presentes al sur en el Petroglifo de Chacuascucho en la provincia de Casma del departamento de Ancash en el Perú, (Núñez, 1986: 568).

tocapo inca que aparece en Huamán Poma (citado por Kau-ffmann Doing 1978:63; Gentile 2008). Según Gentile (ob. Cit), la palabra “tocapo” de acuerdo a un antiguo diccionario que-chua significa “Labor en la que se brosla o Teje”. También lo relaciona con el Inga Viracocha que se le atribuye como “indus-trioso e inventor de ropas puli-das, al que llama en su lengua UiracochaTocapo ques como entre nosotros el brocado” (Sar-miento 1943, citado por Genti-le 2008). Pero algo interesante relacionado al “Inca Viracocha y sus ministros”, también citado por Gentile (ob. Cit) respecto a símbolos utilizados al parecer para implantar mandatos está manifestado en la siguiente cita “tiznábanse los días festivos o mandábales que enseñacen a sus ministros por figuras…”. En conclusión esta serie de símbo-los o figuras que aparecen en Quillusara eventualmente su-gieren una influencia Inca, con-siderando la fuerte presencia de esta cultura sobre el territorio Palta.

A.

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B.

C.

Figura 6.A. Petroglifo de Numbiaranga en Macará.

B. Sitio Quillusara en Celica.

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Figura 7.A Petroglifo de Quillusara.

B. Detalle de la misma grafía.C. Tocapo Inca, presentado por Guamán Poma

y citado por Kauffmann Doig 1978.

B. C.

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Figura 8.A. Petroglifo de Quillusara.B. Petroglifo de La Merced.Ambos en el cantón Celica.

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Otros sitios, como Numbiaran-ga, Pindal de Jujal (Macara) también conservan estructuras como muros o corrales de pie-dra, que en el área andina de Ecuador están relacionados con el Período de Integración.

5.- Los Petroglifos de Numbiaranga, Quillusara, La Merced y Jorupe.

Asimismo los diseños de Num-biaranga, Jorupe, (Macará), La Merced y Quillusara (Celica), que en promedio guardan las mismas distancias que los an-teriores descritos, tienen pro-bablemente el mismo estilo. Además hay unos símbolos interesantes en Quillusara (Fi-gura 7 B), que rememora al

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B.

A.

Un análisis de la cerámica de los sitios, Numbiaranga, Pindal de Jujal, Barrial Blanco y Qui-llusara, concluye que tienen características similares. Los tiestos están bien diferenciados con masa homogénea, coccio-nes intensas, arcillas del tipo lutita de textura muy fina con un color rojizo debido al hierro, con desgrasantes como cuarzo, hematitas y mica. La cerámica de Quillusara tiene además evi-dencia de materiales post- coc-ción, los desgrasantes usados son pedacitos de cuarzo, micro líticos de 1 a 2 mm, hematites fe2o3 en bajísimo porcentaje. Además contienen resina ve-getal en las oquedades, (que tienen menos de 10 micrones). Jacinto Jijón y Caamaño men-ciona una cerámica pintada presente en el valle de Cata-mayo y contemporánea con los Incas. (Jijón y Caamaño, 1997: 219; Collier y Murra 2007: 53), también Napoleón Almeida in-cluye el material pintado, como integrante de la cultura Palta (Guffroy, 2004). Observando que las fuentes etnohistóricas relaciona el periodo de integra-ción con la Cultura Palta en la actual provincia de Loja (Cailla-vet. 1989).

Figura 6. A, B. Pequeñas oquedades talladas en piedra del sitio Joru-pe en Macara que evoca al Quipu Inca, (parte inferior izquierda).

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Otro rasgo interesante y pre-sente en estos sitios es el gra-bado de pequeños hoyos que insinúa un parecido con la ta-bla de calcular que aparece en el dibujo del quipu presentado por Guamán Poma (Kauffmann Doig 1978:63) junto al Quipu o sistema numérico utilizado por los Incas.

6.- Los Petroglifos de San-ta Esther y Mercadillo.

El petroglifo de Mercadillo en el cantón Puyango representa un estilo parecido al petroglifo de Santa Esther, ambos utilizan dobles líneas en sus dibujos. El petroglifo de Mercadillo tiene como figura central el oso andi-no3. Este animal importante en la cosmovisión andina es citado por los cronistas como un cua-drúpedo que provocaba admi-

ración o miedo. (Acosta 1590, Garcilaso de la Vega 1609, ci-tado por Figueroa 2008). Tam-bién en el pasado tenía uso curativo, posiblemente desde la época incaica (Pizarro 2008).

La cerámica encontrada en el sitio Mercadillo tiene evidencia de una producción en molde como lo demuestra los tiestos con rastros de vaciado y el co-lor que indican el uso de una horma, además se observa en los tiestos un tipo de estría uni-forme circundando la vasija. La cerámica de Mercadillo tiene magnetita, mezclada con arci-lla fina de procedencia epige-nética (mina primaria) y micas hasta un 5%, plagioclasas en mayor cantidad. Adicional en el lugar localizamos restos de un segmento de un camino anti-guo empedrado, así como tam-

A. B.

Figura 7.A y B, Petroglifos de Santa Esther en el cantón Gonzanamá.C. Petroglifo Piedra del Sol en Mercadillo, cantón Puyango.

C.

3 El oso andino (Tremarctos ornatus), es el único representante de la familia Ursidae que habita en América del Sur. Está distribuido a lo largo de las tres cadenas de la Cordillera de los Andes, en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, sobre una superficie aproximada de 260 000 Km2 y con una población aproximada de 20000 osos silvestres (Peyton et al. 1998,

citado por Figueroa 2008: 3).

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bién evidencias de tolas y otros rasgos líticos. En Santa Esther colindante al sitio existe un muro de contención para evitar posiblemente las crecientes del rio Catamayo, así como restos de canalizaciones para la toma de agua de regadíos agrícolas. Estos datos sugieren un perio-do Integración influenciado por la cultura Inca en la respectiva zona.

7.- Los Petroglifos en las paredes de afloramientos rocosos.

Hay tres sitios con petroglifos ubicados en la pared de aflora-mientos rocosos y son Chitoque en la parroquia Mercadillo del cantón Puyango, Canguraca en el cantón Pindal y parroquia del mismo nombre y Tablarumi ubicado en el límite entre los cantones Pindal y Celica. Por el momento en las calicatas rea-lizadas en el área circundante no se encontró presencia de cerámica. Los tres petroglifos presentan escenas sencillas y cotidianas. No obstante Chito-que y Canguraca son los más rústicos. En el de Chitoque las escenas son representaciones de aves de la zona y otros sím-bolos indeterminados. El de Canguraca los grabados al pa-recer son también sencillos, ca-racterísticas que sugieren una ubicación cronológica más tem-prana para estos dos petroglifos.

Figura 8.A. Petroglifos de Chitoque en el cantón Puyango.

B. Canguraca en el cantón Pindal.C. Tablarumi en la frontera entre los cantones

Pindal y Celica.

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• El análisis corroboró a la pro-vincia de Loja como una zona muy rica en petroglifos. Se ve-rificó que en cuatro sitios del cantón Macará está la mayor parte de trabajo de grabado ru-pestre con un total de 10, 167 m2. Por otra parte Paltas tiene 5 sitios con 8,95m2. Celica tie-ne 3 sitios con 6.68 m2 de gra-fías. Del mismo modo Puyango con 3 sitios pero con 4,93 m2 de grabados. Observando que estos datos no consideran ta-maño de las rocas, tampoco es-tán contabilizados los llamados tacines que aparecen solitarios en el caso de Sacapianga del cantón Paltas y Faical del can-tón Macará.

• En lo relativo a la presencia conjunta de los petroglifos con los tacines en sitios de la re-gión de Paltas, consideramos que es muy significativa su asociación, de igual manera su ubicación junto a quebradas o ríos. Un análisis preliminar de campo evidenció restos mine-rales dentro de los agujeros lo que sugirió un posible proceso de experimentación con mine-rales, por lo que su uso como mortero es probable, aunque no se separa algún uso mágico.

• Se plantea preliminarmente que los petroglifos estudiados, conforme a la información en-contrada, estarían asociados con culturas pertenecientes al

CONCLUSIONES periodo de Desarrollo Regional, Integración (Palta) y un grupo en el periodo Palta - Inca.

• Las investigaciones sugie-ren que la evidencia cerámica en los sitios es restringida, se considera que los lugares de los petroglifos no eran lugares de habitación permanente sino lugares seleccionados para la actividad rupestre. • La similitud de grabados en zonas lejanas entre sí, podría aportar elementos para forta-lecer la movilidad de grupos desde el sur. Los sitios La Gua-rara de Jujal y Yamana, tienen en sus petroglifos los mismos elementos, considerando que Yamana (Paltas) se encuentra a unos 50 kilómetros al noreste de La Guarara de Jujal (Macará).

• El daño que más ha perturba-do la grafía rupestre estudiada es el desconocimiento del va-lor patrimonial de las mismas. El abandono en la mayoría de los casos es casi total, llegan-do a perder la visibilidad de las obras y sobre todo el vandalis-mo que ha provocado su daño irreversible (Unda 2010 en Jadán, 2010). Del total de las obras analizadas en esta inves-tigación el 100% está deteriora-da y necesita de un programa inicial urgente de conservación.

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OCUPACIÓN 0Se logró determinar la presencia de elementos de piedra tallada, asociados al depósito 4, potencial-mente vinculadas a una ocupación pre-cerámica. A pesar de que la estratigrafía de la Amazonía Norte Ecuatoriana puede ser muy difícil a la hora de determinar estratos, debido a que los limos y arcillas se encuentran en los suelos inferiores y que pueden mantener un tipo de textura con variaciones por activi-dad antrópica casi imperceptible, no se logró encontrar más eviden-cias asociadas, ni similares, por lo tanto se ha denominado a la prime-ra ocupación como 0.

También se plantea como hipóte-sis, que el sitio sirvió para talla de elementos líticos que marcarían una diferenciación de espacios para las variadas actividades de corte doméstico.

OCUPACIONES ARQUEOLÓGICAS EN YAMANUNKA:DESCRIPCIÓN DE LOS SELLOS PARA UNA INTERPRETACIÓN DE SU POSIBLE USO

A mediados del año 2007, durante la construcción de la plataforma Yamanunka 1 (para explotación de petróleo), localizadas en la Comuna del mismo nombre, Parroquia Limon-cocha, Cantón Shushufindi, Provincia de Sucumbíos, se definió la presencia de una gran área de actividad cultural prehispánica, con cuatro ocupaciones, siendo una de ellas con apariencia pre- cerámica. Para este efecto, se hizo uso de dataciones absolutas y corre-laciones estratigráficas.

La dificultad de definir como una ocupación lítica o cerámica, radica en el tipo y en el escaso material encontrado. Son tres los elemen-tos ubicados: un hacha fracturada y erosionada de 10 centímetros de largo por 6 centímetros de ancho y 3 centímetros de espesor, una las-ca de 8 centímetros de largo por 5 de ancho y un raspador. Estos ar-tefactos se localizaron a una altura de 42 centímetros de la pared sur y 20 centímetros de la pared oeste. Se concluye que este material co-rresponde a una ocupación previa a las otras determinadas en el sitio.

PRIMERA OCUPACIÓN DEFINIDAEn la zona de Yaguanga, área de la Misión Capuchina (perímetro que permite el contacto fácil con el área de la Plataforma Yamanunka 1) se encontraron figurinas femeni-nas con evidencia de deformación craneal, sellos, asas de estribo de

1 Se plantea el nombre de Capucuy, porque es el antiguo nombre de la Laguna de Limoncocha, previo a la llegada del Instituto Lingüístico de Verano (Comunicación personal María Elena Hurtado)

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doble pico que no se pudieron re-construir, gran cantidad de mates y cuencos, material corrugado, frag-mentos decorados con pintura roja y blanca similares a otros reporta-dos que han llevado a proponer la presencia de una nueva fase cultu-ral para la Amazonía Ecuatoriana denominada Capucuy1.

La Fase Capucuy estaría asociada al Período de Desarrollo Regional, con fechas absolutas de 150 a 110 aC., representada por la presen-cia de figurines antropomorfos o “Venus de Capucuy” que denotan un culto al cuerpo. Por los estu-dios realizados a los apliques an-tropomorfos y restos de cabezas, se concluye que practicaban la deformación craneal que se man-tiene hasta el contacto hispánico, de acuerdo con los datos aporta-dos por Miguel Ángel Cabodevilla (1998), en relatos para interpretar el material cultural que reposa en el museo de la zona.

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Garra felínica.

Además de la representación de su fenotipo, obtenido a partir de prácticas culturales, se puede de-cir que una de las características distintivas de estos individuos era que tenían ojos muy rasgados, de-talles que quedaron plasmados por los alfareros que construyeron los artefactos.

Los “sellos” encontrados dan la pauta para plantear, que los que tienen forma de pies, garras y manos, tienen una connotación identitaria, parece ser una espe-cie de firma personal del individuo, situación que no debe sorprender, pues más allá del grupo humano al que pertenezcan, han tendido a diferenciarse y compararse con el otro, generando una identidad pro-pia dentro y fuera del grupo.

precocción de la arcilla, son repre-sentativos de esta fase cultural (los corrugados de monitoreo asocia-dos a la tercera ocupación del sitio pese a que mantienen el trabajo, son más toscos en la mayoría de casos).

La cerámica en general de Capu-cuy, tiene diferentes tipos de tra-tamiento. Se destaca la presencia de pasta roja y pasta negra, situa-ción que se encuentra asociada a la fuente de arcilla que debió estar en varios lugares de la Amazonía. Esta hipótesis tan solo puede que-dar planteada, porque no se han rastreado fielmente las potenciales áreas de obtención de arcilla en esta región.

La presencia de mates y cuencos pequeños caracterizan a esta fase cultural; los artefactos pequeños a manera de lliptas, son un elemento clave para entender su economía doméstica y deben ser considera-dos como indicadores indirectos de uso de curare, que hasta la ac-tualidad se utiliza junto a bodoque-ras para cacería. Otros elementos representativos de esta fase cultu-ral son los discos de cerámica, uti-lizados, unos como contenedores y otros como tapas.

Por la cantidad de material aso-ciado a las tres unidades de ex-cavación abiertas, inicialmente se planteó que el área correspondería a un basural, sin embargo la con-centración del material y su con-tinuidad en todo el depósito tres, llevó a sugerir una connotación ritual del asentamiento. La presen-cia de figurinas, sellos y el tipo de material, en un segundo momento podría indicar que correspondería a un área donde se realizaban ritos de fertilidad. Es importante indicar que el con-texto de excavación no estaba alterado, no así sus alrededores, debido a la construcción de la vía de acceso a la plataforma. El mate-

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La presencia de torteros en el sitio arqueológico, demuestran que fue-ron elementos reutilizados, cons-tituyéndose como evidencia indi-recta de trabajo en textiles, pese a que las figurinas no se representan con vestimenta.

La pintura negra y blanca encon-trada en este estrato, se mantiene utilizada por ocupaciones poste-riores, al igual que los diseños co-rrugados no tienen representación alguna; sin embargo, en base a los cuerpos asociados a la última técnica de decoración indicada, realizada con detalle y con apa-rente paciencia y por la decoración

rial asociado a esta ocupación fue recolectado en superficie y basán-dose en los datos de excavación se pudo obtener información in situ, situación por la cual se plan-tea que el material encontrado en este lugar, por las características que posee, constituiría una nueva fase cultural dentro de la Amazonía Norte Ecuatoriana. Encontrándose además, material asociado en el círculo cultural natural que com-prende el área de influencia del Río Napo hasta el San Miguel.

Las características del material cul-tural de la Fase Capucuy se man-tienen en períodos posteriores, y es posible que provenga desde fases previas, porque los diseños de los alfareros no son más que la representación artística de la reali-dad, que de cierta manera ha sido heredada de generación en gene-ración, a través de la tradición oral y del contacto entre los diferentes grupos humanos. El horizonte co-rrugado, se encuentra presente dentro de esta fase cultural; sin embargo los demás elementos encontrados, son fundamentales para empezar a definir un nombre propio para el material localizado.

Un elemento adicional que se debe tomar en cuenta cuando se trata de Capucuy, es su posible relación con los pueblos de la Zona Andina por la presencia de obsidiana y ar-tefactos de basalto.

SEGUNDA OCUPACIÓN DEL SITIOPor la estratigrafía y los datos de carbón se pudo definir el área de la vía de acceso a las platafor-mas. Tomando en cuenta el patrón de aparición de material cultural, se plantea que en la zona de las plataformas y el inicio de la vía de acceso debió existir una aldea tipo poblado, asociado al 920 dC., vinculado con una ocupación Pre-Napo, en donde el contacto con la zona alta-andina debió jugar un

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papel importante, porque la deco-ración de pintura, la pasta delga-da de los cuencos reconstruidos tipo batea y globulares cóncavos, hacen reminiscencia al material encontrado en Cosanga, no por forma sino por el tratamiento de la cerámica. El material asociado a esta ocupación no solo posee características delgadas, sino tam-bién pasta marrón gruesa, eviden-ciada en tres platos reconstruidos asociados a diferentes contextos. Este material se encuentra presen-te de alguna manera en la fase Ti-vacuno, en la Fase Suno y en otras fases culturales durante el Periodo de Desarrollo Regional Tardío e Integración Temprano, que deben ser considerados como elementos de identificación de un contacto in-tra y extra regional que se manten-dría desde la primera fase cultural.

TERCERAOCUPACIÓN DEL SITIOSe definió en función de las con-centraciones cerámicas de una unidad y de cuatro trincheras ex-cavadas. Por asociación del tipo de material, se plantea que tiene una fuerte influencia Napo, con la persistencia de material corruga-do. Corresponde a una ocupación vinculada al Período de Integra-ción Tardío o Período de Contacto Hispánico.

En general la dispersión del mate-rial al interior del área de la plata-forma, da la pauta para deducir que existió una gran área de actividad doméstica, en función de conoci-miento del entorno, tomando en cuenta la dispersión del material en la ocupación 1 y 2. Consideran-do el factor contacto intra y extra regional para la última ocupación arqueológica del área, los indivi-duos debieron no solo vivir a nivel de familias ampliadas, sino que la zona debió ser un centro nucleado.

Tomando en cuenta los estudios etnohistóricos, esta hipótesis se

Sello cilíndrico.

Pie cóncavo.

confirmaría, en función del segun-do elemento (centro nucleado), considerando principalmente las características geológicas estables de la meseta aluvial.

MORFOLOGÍADE LOS ARTEFACTOSTodos los sellos que fueron encon-trados en el sitio Capucuy, perte-necen a la zona de acceso a las plataformas. Tomando en conside-ración su morfología, se ha realiza-do la siguiente clasificación:

LOS SELLOSDE CAPUCUYSon piezas de barro u otro material con dibujo en relieve para ser es-tampados, pueden ser cilíndricos–sólidos o con perforación para el eje de madera sobre el que giraba o planos con o sin mango. Cuan-do su función está asociada para pintura corporal, se denomina pin-taderas (Echeverría, s/f).

SELLOS HUECOSEn la zona de la plataforma, ocu-pación 3, se encontraron dos tipos de sellos. Se definieron elementos compactos y grandes, mientras que asociado a la fase Capucuy, el único ejemplar recuperado co-rresponde a un elemento cilíndri-co hueco, bastante delgado y pe-queño. Su función se encuentra asociada principalmente a pintura corporal. Los diseños observados se vinculan a figuras geométricas, ligadas a representaciones abs-

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tractas, posiblemente fitomorfas, una vez estampadas.

La dualidad recurrente en varias culturas se puede observar re-presentada en estos elementos, asociadas al material encontrado con la secuencia que debe cumplir el diseño en el cuerpo de él o los individuos. El objetivo que debió cumplir el artefacto, fue decorar el cuerpo.

SELLOSDE DEMARCACIÓNCLÁNICASon elementos que potencialmen-te pudieron servir como pintade-ras, tienen una agarradera elíptica que se trunca con una zona abul-tada, en cuya base se encuentran diseños de extremidades, que en algunos casos presenta un orifi-cio o indicio de orificio que debe ser considerado más que como adorno, como un elemento para ser utilizado como colgante; en otros casos del área de agarradera pudo haberse colocado una liana para sujetar el artefacto. El único artefacto que no posee las carac-terísticas básicas para ser utilizado como colgante es un sello de pie en el inicio y en la planta una mano que entrelaza el pie.

Si se considera a las figuras cerá-micas como representación de la realidad, más aún a los elementos misceláneos de abstracción, se debe tener en cuenta que la pre-sencia de la deformación craneal es una evidencia del fenotipo de los antiguos pobladores de esta

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zona, en donde el uso de tablas para conseguirla, debió ser una actividad relativamente cotidiana. Esto puede ser considerado como un elemento clave en torno a lo que sería la diferenciación de “cla-ses sociales”, situación que debe llevar una lectura conjunta con los “sellos” en forma de pie que podría estar asociado a diferenciaciones clánicas.

trenzada puede ser un indicio de una especie de mestizaje.

CONCLUSIONESLa arqueología de contrato, urgen-cia o salvamento, puede llevar a generar grandes contribuciones a la prehistoria ecuatoriana, toda vez que permite llegar a realizar inter-venciones arqueológicas en dife-rentes zonas.

En el área donde se encuentra la plataforma Yamanunka 1 y su vía de acceso, una de las mayores contribuciones de la arqueología de urgencia, fue la definición de la Fase Capucuy, cuya represen-tación en cerámica corresponde a diferentes tipos de elementos que por sus características arrojarían ciertas luces en relación a la ideo-logía de los antiguos moradores de esta zona, como la importancia de la mujer representada en las figu-rinas y las asociaciones y diferen-ciaciones familiares reflejadas en los sellos.

Si bien es cierto, esto puede no ser definido como una tautología, se presentan los resultados de la investigación y la interpretación de las diferenciaciones clánicas repre-sentadas en los sellos, a manera de hipótesis. Esta situación queda a consideración de la comunidad en general, por lo que se podría abrir un debate que puede ser co-rroborado o rebatido con base en investigaciones de corte científico, con asociación etnológica.

El estudio realizado en esta franja amazónica demuestra claramente que en el Ecuador existieron po-bladores con gran habilidad para el trabajo, preocupados de sí mismos y del grupo humano al que perte-necieron, marcando la diferencia de posición social y sexo. Es una gran riqueza cultural y natural dig-na de exponer al turismo nacional e internacional.

Mano y pie enlazados.

Si consideramos datos etnológi-cos contemporáneos, los clanes o familias entre los Huaoranis, se dan en función de su jefe o líder, considerando que los grupos hu-manos de la foresta tropical ecua-torial debieron mantener amplios territorios de contacto, que fueron truncados por la llegada de los en-comenderos durante la época de la colonia. Alrededor del siglo XVII, en el segundo momento de incur-sión a esta zona, se mantuvieron patrones similares de contacto en-tre los grupos humanos con algu-nas características de prevalencia clánica. Tomando en cuenta que la mayoría de grupos humanos poseen elementos de identidad que los diferencian de los otros, es probable que estos “sellos” hayan sido la representación tangible de la cosmovisión que determinaría la pertenencia a un grupo. Los pies serían el indicador base del clan y las variaciones de los tipos de ex-tremidad (pie plano, cóncavo- ga-rra de felino) estaría asociado a la pureza –no mezcla con otros-, mientras que el pie con la mano

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Este material encontrado, además de ser estudiado a profundidad, debería ponerse en valor en mu-seos especialmente preparados en la misma región a la que pertene-cen, siendo este parte de un plan de manejo turístico- arqueológico- ambiental en el que la comunidad sea protagonista de su propio de-sarrollo para lo cual deberá darse la capacitación necesaria dentro de cada una de las áreas que for-men el proyecto.

Esto es viable, porque las políticas del gobierno actual, acertadamen-te, están empeñadas en fortalecer la identidad nacional a través de proyectos como el que se sugiere.

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UNA DINÁMICA REGIONAL.Por: Amelia Sánchez.

Al hablar del comercio del Gol-fo de Guayaquil debemos tener en cuenta que estamos refiriéndonos a un complejo portuario marítimo y fluvial cuyo centro era el estuario donde está asentada la ciudad de Guayaquil. Las principales zonas asociadas, sin incluir cabos ni en-senadas fueron Manta, Punta de Santa Elena y Puná. Otros puer-tos menores con los que existían relaciones de comercio fueron: La Canoa, Charapotó, Cayo, Salango, Colonche y Chanduy, todos hacia el Norte; tenían un intenso tráfico de cabotaje realizados por balsas y embarcaciones de pequeña en-vergadura, que llegaban con fines de aprovisionamiento. Algunos puertos de mediana importancia en el Perú estuvieron muy relacio-nados con el comercio guayaquile-ño, estos fueron: Túmbez, Colán y Sechura.

1. El comercio aborigen

Uno de los problemas que la ar-queología ha enfrentado tiene que ver con el hecho de que muchos prefieren presentar una lista de rasgos compartidos entre dos zo-

LAS RUTAS COMERCIALES DEL GOLFO DE GUAYAQUIL

nas, ejemplificando relaciones de diverso tipo pero básicamente co-merciales, dejando claro en la ma-yoría de los casos que este rasgo es más antiguo en un lugar que en otro, en otras palabras estas pro-puestas “invocan al mecanismo primario para plantear la difusión y el asunto queda allí” (Zeidler, 1986: 133). Se trata de un comercio pri-mitivo, uno de los postulados más interesantes es el que propone Pires-Ferreira, quien distingue seis tipos de intercambio:

1. Los de artículos de subsistencia entre aldeas en diferentes zonas medioambientales...2. El intercambio recíproco de artí-culos utilitarios (excluyendo los ali-mentos) a los cuales tenía acceso cada habitante de la aldea…3. La mancomunización de artícu-los utilitarios para distribución pos-terior a todos los miembros de la comunidad...4. Los intercambios de artículos no utilitarios y no elaborados para su conversión en artículos acaba-dos por especialistas que trabajan a tiempo parcial, y a los cuales la mayoría de los habitantes de las aldeas tenían acceso...

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5. La conversión de materias pri-mas exóticas en artículos aún más exóticos para su intercambio entre élites...6. Los intercambios de artículos que funcionaban en contextos ceremoniales o de ritos públicos, algunos de los cuales probable-mente se consideraban como pro-piedad comunitaria... (Pires-Fe-rreira & Flannery, 1976:287-289).

Se debe tener en cuenta que la mayoría de los artículos intercam-biados en estas diversas redes no eran adquiridos localmente, sino mediante relaciones con zonas ubicadas a cierta distancia y otros grupos que participaban en red. Es decir, las sociedades mantenían un intercambio interno y externo, principalmente. El intercambio in-terno se produce dentro de fron-teras espaciales, sus condiciones son recíprocas en un eje horizontal (entre diferentes caseríos) y redis-tributivas en un eje vertical (centro con lugares más pequeños). El intercambio externo es a través de las fronteras sociales, entre luga-res centrales y comunidades ex-tranjeras (Renfrew, 1975:24).

En el Ecuador aborigen, sabemos por la abundante información etno-histórica respecto a los habitantes del Golfo de Guayaquil, que existía un amplio y complejo sistema de comercio e intercambio mercantil, sistema muy organizado que invo-lucraba extensas redes comercia-les marítimas y terrestres. En las tempranas referencias de la zona, el centro de la especialización ma-rítima parece ser la costa ecuato-riana, y de manera notoria se men-ciona lo que pasaba en el Golfo de Guayaquil y Puná, especialmente en lo que tiene que ver con el co-mercio tan dinámico que existía.

Esta persistencia del desarrollo marítimo se dio simultáneamente con redes de caminos que en al-gunos casos han sido estudiadas, pero que en general los caminos

Ilustración 1. Rutas del Ecuador Aborigen

que fueron usados antes de los Incas son prácticamente descono-cidos; sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos caminos fueron utilizados antes de la llega-da de los Incas y éstos los reutili-zaron.

Sobre la época incaica se ha men-cionado varias posibilidades rela-cionadas a caminos que involucren el comercio. Para los incas el sis-tema de caminos fue un complejo sistema administrativo que deter-minaba la comunicación y trans-porte, convirtiéndose en importan-te dentro del establecimiento del poder en América del Sur (Hys-lop, 1984). Llegó a tener aproxi-madamente más de 2400 km de longitud. Los sistemas de caminos fueron determinantes en el soste-nimiento de las cuatro divisiones alrededor del centro político en el Cuzco. Los caminos incas fueron importantes dentro de la geografía del territorio, marcando posiciones de pueblos y lugares dentro del sistema físico de caminos.

El dominio Inca en Ecuador fue muy diverso en cuanto a intensi-dad y extensión; lo cierto es que, especialmente al sur de la sierra la práctica de mitmas (traslados) como medida ante la fuerte resis-tencia, fue importante en la plani-ficación de una red de caminos. La sección del camino más sep-tentrional es Achupallas, que va desde este punto hasta Ingapirca, desde Incapirca hasta Cuenca, de Cuenca a Déleg y a Gapal, y desde Dumapara hasta Ayaloma.

Siempre se ha discutido sobre la relación entre la sierra y la costa durante el período Inca. Certero es que existe una pista al respec-to en la descripción de Cieza de León (1990:149), que menciona un camino desde las montañas a través del área de Chimbo hacia la costa, con la finalidad de em-plear las balsas que llevaban hacia la isla Puná en el sur. Esta pista nos indica que el camino a la costa terminaba en las montañas y que el río formó parte de las rutas que

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comunicaban ambas regiones; sin embargo, es interesante pensar en la manera en que los incas tu-vieron acceso a las balsas ya que ellos no eran expertos navegantes. El mismo Sebastián de Benalcázar usó la ruta de Chimbo después de la batalla de Tiocajas. Por otro lado, hay evidencia de más de un camino inca al Suroeste de Tome-bamba en la región del Río Jubo-nes. La existencia de Mullepungu (la puerta del Mullu - Spondylus) podría indicar que por esa zona pasaba uno de los bienes más pre-ciados de la zona septentrional an-dina. Cabe indicar, que no existen pruebas claras de que las socie-dades preincaicas también usaron los caminos incas.

Los caminos incas, aún en estudio, fueron construidos en: 1. piedra, segmentos que están asociados cerca de fuentes de agua 2. tapia (lodo/tierra), 3. senderos de arena disturbada, 4. con paredes latera-les de piedra, adobe o tapia, 5. ca-minos marcados con una hilera de piedras y 6. rutas marcadas con piedras de la roca madre. Cada tipo dependía del ambiente donde se encontraba.

Los caminos aborígenes fueron reutilizados por los peninsulares, y son detallados más adelante.

El comercio aborigen ha sido tra-tado por varios arqueólogos, entre ellos el de más notable innovación, la propuesta de Jorge Marcos, en la que menciona la existencia de modelos de comercio basados en productos de mar: Spondylus (Mullu) y Strombus (Pututo). Mar-cos propone que la necesidad de Spondylus se da por razones ideo-lógicas en el centro de Andinoamé-rica, siendo un producto exótico que debía ser obtenido mediante las redes comerciales que se esta-blecieron al norte (actual Ecuador). Los del sur (Perú) debían también proveer de estos productos intere-santes. Para Marcos hacia 1500

Ilustración 2. Rutas comerciales coloniales

a.C. ya existían puertos de inter-cambio, alrededor de 500 a.C. el Spondylus estaba convirtiéndose en dinero primitivo y en 500 d.C. ya lo era. Mediante el Spondylus se unieron dos sistemas: el siste-ma mesoamericano (comerciantes privilegiados) y el sistema de inter-cambio de la región andina (red de distribución y asignación de pro-ductos). (Ilustración 3).

2. Las mercancías

El mar fue fundamental para el de-sarrollo costeño desde las primeras expresiones culturales, hasta los chonos, punáes y manteños quie-nes basaban su modo de subsis-tencia casi exclusivamente en la re-colección de moluscos, crustáceos y pesca tanto desde la orilla como mar adentro, así como en lagunas cercanas al océano. Parece ser que en el Ecuador sucede lo mismo que en Perú, que el mar fue un producto de riqueza extraordinaria que debió propiciar desarrollos sociales usual-mente asignados a la agricultura (Rostowroski de Diezcanseco, 1981).

El análisis de fauna de varios si-tios costeros nos llevan a pensar en la determinante importancia de la fauna marina en la dieta alimenticia (Sánchez Mosquera, 2002). Ya desde el Formativo Me-dio se han encontrado evidencias de navegación mar adentro (Sán-chez Mosquera, 1992). Igualmente ciertos elementos como conchas fueron considerados importantes dentro de la ideología de la zona septentrional andina: el mullu y el pututo, ambos son obtenidos prin-cipalmente de la costa central del Ecuador.

En esas sociedades antiguas el trueque fue la base de toda or-ganización económica costeña, distinguiéndose tres niveles: 1. el local y dentro de una misma comu-nidad (se elaboraba un determina-do producto y se intercambiaba de acuerdo a sus necesidades), 2. el trueque alimenticio, realizado más allá de los limites locales, y, 3. el de objetos suntuarios o sagrados: ciertos artefactos u ornamentos de concha, metal, plumas o textiles.

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Ilustración 3.Rutas entre Golfo y Meso y Andinoamérica

Al llegar los españoles fueron sor-prendidos por la presencia de gru-pos que dominaban la zona tanto en lo social como en lo económico.

2.1 Las mercancías que lle-gaban a Guayaquil

Durante la Colonia, desde la sierra se exportaban productos: alparga-tas, paños, jerga, sombreros, ba-yetas, cabuya, cordobanes, sillas de brida y jineta, pólvora, papas, maíz, harina de trigo, bizcocho, ja-

mones, tocinos, quesos y muchas otras cosas. Se llevaban a la sie-rra desde la costa: textiles, hierro y especias. Se comerciaba también vino, vinagre, aceitunas y aceite. Desde fines del s. XVI Quito im-portaba añil de Centroamérica; de China venían sedas, textiles, por-celana, lacas, hierro y otras manu-facturas.

Todas las mercancías llegaban hasta el puerto de Guayaquil, des-de donde emprendían su ruta ha-

cia Quito. Otros productos impor-tantes eran la sal, llevada de Puná hasta el desembarcadero y el pes-cado salado. Las actividades eco-nómicas de los indios de los repar-timientos de Guayaquil eran:

• Yaguachi, transporte y explotación de madera, cultivo de legumbres.• Chilintomo, zarzaparrilla, galli-nas, patos, palos de balsa y caña guadúa.• Baba, frutas, melones, camote, frijoles, maíz, algodón, aves, pesca y transporte en balsas.• Yabuna, pueblo de Puná, me-lones, camotes, frijoles, ají, maíz, gallinas, patos, pescado y mantas de algodón.• Pimocha, comercio en balsas de sal, vino, pescado, mercaderías y otras hasta el desembarcadero. Explotaban roble para llevarlo a Guayaquil. Estando entre Guaya-quil y el desembarcadero era es-cala para botiquines, bergantines y balsas.• Daule: nativos son labradores, balseros, cultivan maíz, frijoles, yuca, camote, legumbre, plátano y frutas.• Machala, maíz, pescado, cortan mangle para llevar a Puna y em-barcarlo a Lima, proveen de fruta a los navíos.• Isla de Puná, venado en abun-dancia, cabritos, aves, ostiones, frutas, pero sobre todo pescado fresco y salado.

Otro aspecto del comercio que no debe ser olvidado es de los meta-les, que se mantuvo desde la épo-ca aborigen y que persistió hasta fines del s. XVII de manera espe-cífica, y seguramente tuvo que ver con las relaciones político-admi-nistrativas de la zona. A pesar de que las cantidades no fueron ex-traordinarias, existieron evidencias concretas de este comercio desde épocas muy tempranas como el Período Formativo1 hacia la cuen-ca del Guayas.

1 Formativo ca. 5000 A.P. hasta 2500 A.P.

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GUAYAQUIL

CENTRO DEACOPIO AGRÍCOLA

CENTRO DECOMERCIO

E IMPORTACIÓN

ASTILLERO

3. Guayaquil y su comercio

Los roles que la ciudad ha cumpli-do a través de los años son diver-sos: centro de acopio, astillero y centro de comercio e importación.

Durante la época precolombina, Manta, en la provincia de Mana-bí, fue el centro de concentración de la navegación y probablemen-te del poder de la sociedad de los Manteños o Paches. Guayaquil se convirtió durante la Colonia en el centro del comercio de la zona, tanto su desembarcadero como su puerto, fueron los lugares donde las mercaderías eran negociadas. Parece que el puerto tenía dos par-tes, como se menciona anterior-mente, en Puná existía un muelle y en Guayaquil otro. El de Puná era para barcos más grandes.

“…. Guayaquil … es el desembar-cadero y puerto donde vienen las balsas de Guayaquil allí y de allí se traen en recuas las mercadu-rías a esta ciudad. Renta cada año al presente, que paga la per-sona que lo arrienda, doscientos y cuarenta pesos de plata corriente, porque tienen derecho de las bal-sas que allí llegan y tienen venta y casa en que se encierran las mer-cadurías que tienen y trato de traer allí sal esta ciudad y provincia y otras comarcas. Hasta agora este puerto lo ha poseído la ciudad de Guayaquil por cédula del Marqués de Cañete, visorrey que fue destos reinos. …..” 2

Otro producto que ha sido parte de los bienes comerciados en la zona,

Ilustración 4.Diagrama de roles de Guayaquil

desde inicios de la colonia, son las perlas, que lamentablemente no han sido encontradas arqueológi-camente, al menos en las propor-ciones que se esperaba.

“En la costa de la mar, en el térmi-no de Guayaquil, se han comenza-do a sacar algunas perlas; enten-demos que si allí se mandase que los indios las sacasen, pagándoles su trabajo, sería cosa de gran pro-vecho para V.R. Hacienda; aunque la dicha ciudad de Guayaquil tiene por puerto la isla de La puná, está en Vuestra Real Corona e no hay derechos que allí se paguen. Allí hay pesquerías de los indios, que son de poco momento. …..” 3

Uno de los aspectos comerciales y productivos de la zona del Golfo de Guayaquil es el embarcadero de madera, materia prima de mu-chos centros comerciales del Vi-rreinato del Perú. La madera más explotada fue el roble, convirtiendo a Guayaquil desde el comienzo de la colonia en un centro de almace-naje y redistribución de la produc-ción maderera que se desarrollaba de manera intensiva tierra adentro, por la cuenca del Río Guayas.

“La madera se trae por toda la mar, la mayor parte de la ciudad de Gua-yaquil, más de doscientas leguas de aquí; es casi toda de roble; …” 4

2 Jiménez de la Espada, M. Idem. Tomo 2, 1965: 176.3 Jiménez de la Espada, M. Idem: Tomo 2, 1965: 177.

4 Cobo, B. Idem. libro 1, capítulo 9, 1956: 307. 5 Cobo, B. Idem. libro 1, capítulo 31, 1956: 357.

6 Jiménez de la Espada, M. Idem. Tomo 2, 1965: 178. 7 Jiménez de la Espada, M. Idem. Tomo 1, 1965: 10.

8 La primera fundación fue realizada en 1534, de acuerdo a la Descripción de la Gobernación de Guaya-quil de 1605 –Revista del Archivo Histórico del Guayas No.4:61-93. Año II. 1973-.

“Y a causa de carecer de montaña su comarca [Los Reyes] de donde cortar madera, no se fabrican en él todas las naos de esta mar, las cuales de ordinario se hacen en Guayaquil…..” 5

El puerto de Guayaquil fue desde su creación, uno de los centros de distribución que el Virreinato de Perú tuvo en el área septentrional, centro desde el cual, los productos de Castilla (importados) y la sal, fueron redistribuidos a todo el te-rritorio de la Audiencia de Quito, básicamente y a otros virreinatos, inclusive.

“De la ciudad al desembarcadero de Guayaquil se traen mercadurías de Castilla y sal y desta provincia se lleva biscocho y tocinos y quesos y jarcia de cabuya para navíos, y todo esto de entrada y salida para ningu-na parte no pagan derechos. …..” 6

En todo caso, es importante indicar que Guayaquil, ha sido considera-do el puerto principal del Mar del Sur, especialmente a partir del s. XVIII, pero parece ser que tendre-mos que irnos más atrás y pensar en la posibilidad de que ese papel fue desempeñado desde el s. XVI; sin olvidar que la costa estuvo des-de la época aborigen en un siste-ma económico determinado por el intercambio horizontal y vertical.

“….a emplear mercaderías, volvien-do hacia el puerto de Guayaquil….” 7

Por estas y varias otras razones, desde sus inicios Guayaquil fue fruto de una constante disputa en-tre los indios naturales y los inva-sores, debido a lo cual la ciudad fue movilizada en varias ocasio-nes, llegando a ser fundada de manera final en 15378. Guayaquil era una ciudad ubicada en un am-biente cálido, montañoso y estuari-no, donde los pobladores se dedi-caban básicamente a trabajar ropa de algodón, granjerías de campo, comercio de mercaderías de Cas-

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tilla y contratación de servicios. Para 1574 López de Velasco, aún no reporta una lista de pueblos de la zona de Guayaquil.

Guayaquil, siendo el puerto de la zona donde llegaban los produc-tos importados y de donde salían los que serían exportados, utiliza-ba a más del puerto de Puná, un desembarcadero que se en-contraba río arriba, desde donde transportaban la mercadería hacia tierra adentro. Está claro el papel redistribuidor de mercancías que Guayaquil funge desde su funda-ción hasta el día de hoy.

“Hidrografía general de Indias y Declaraciones de la carta de ma-rear precedente: Pobló esta ciudad Sebastián de Belalcázar primero, y después, habiéndose despoblado por levantamiento de los indios, la volvió a poblar año 37 Francisco de Orellana, por orden de Francisco Pi-zarro. Es la tierra cálida y montuosa, y el trato della es la ropa de algodón y grangerías del campo y las merca-derías y contratación por causa del puerto el cual con el dicho puerto es-tán muy metidos á la tierra catorce ó quince leguas de la mar, por ser el río de legua y media cuando entra en la mar, el cual nace en la jurisdic-ción de la ciudad del Quito, y por él se navega y se llevan las mercade-rías veinte leguas el río arriba hasta el desembarcadero, que llaman, y desde allí cuarenta leguas por tierra en recuas hasta la ciudad: no hay lista de pueblos de indios de esta ciudad”. 9

Luego que cesa el rigor del invier-no... corre, por espacio de ocho me-ses, el tráfico de las provincias de la sierra, abasteciéndose las de Quito, Cuenca, Riobamba, Chimbo y Alau-sí, de los frutos de Guayaquil, que son cacao, algodón, tabaco en oja, pescado seco, sal cera. arroz, ajon-jolí, maní, miel, cocos, novillos, ca-vallos, potros y mulas; y de los otros de las provincias ultramarinas, que se conducen por su puerto, como 9 López de Velasco. Idem. 1971: 225.

de los del Perú y Chile, vino, aguar-diente, aceite, aceitunas, pasas, al-mendras, cobre y jarcia. De las de Guatemala y Nicaragua, tabaco en polvo, tinta, añil, breay, alquitrán y simples de botica. De las de Tierra Firme, mercaderías y géneros que llaman de Castilla, de los registros de galeones y navíos sueltos de estos Reynos, en cuyo retorno le entran por tierra para el abasto y consumo de los partidos, de los de Quito, Latacunga, Amabato, Rio-bamba, Chimbo y Alausí, paños, pa-ñetes, bayetas, alfombras y lienzos de algodón, que llaman tucuyos, De el de Cuenca, harinas, menestras jamones, quesos, azúcar y frutas de conserva, Y también po mar, de los puertos de Guanchaco, Cherrepe y Payta, nombrados intermedios, ha-rinas, dulces, jabón, sebo, azúcar y cordovanes; cuyo comercio tam abundante y continuado, la consti-tuye opulenta y abastecida de todo lo necesario para la comodidad y regalo de la vida humana, sin otro defecto, que el de no tener la con-veniencia de agua dulce dentro de la población y necesitar conducirla del río de Daule, que es la más cer-cana y de admirable calidad, por el inconveniente de estar mezclada la del río de Guayaquil con la del mar; y que aunque en la Ciudad Vieja hay dos pozos (en los parages que los demuestra el Plano) que la produ-cen en abundancia, es desabrida al gusto e ingrata al calor natural, que solo sirve al uso de los ministerios caseros... (Alsedo y Herrera, Com-pendio 6-14)

Había balsas que viajaban entre la Punta de Santa Elena y Piu-ra, otras desde la Punta y desde Chanduy hasta Guayaquil o Puná. Los balseros pescadores tenían una estrecha comunicación con los puneños. De Puná partían hasta puerto Bola, como ejemplo de la gruesa arteria entre Guayaquil y Puná, dentro de la cual aprovecha-ban los ríos y esteros, tanto como el mar. Desde Guayaquil por el Río Daule había un importante tráfico,

a esto le debemos agregar la car-ga que venía de la ruta Guayaquil - Manta.

La comunicación y el transporte entre Guayaquil y su distrito se rea-lizaba a través de los numerosos ríos que constituyen la cuenca del Guayas y que son navegables en la mayoría de los tramos, enlazan-do luego con caminos terrestres hacia la costa o la sierra, caminos que no salían de Guayaquil sino de los puertos fluviales interiores: Ya-guachi, Babahoyo, Chimbo, entre otros. Las principales vías del trá-fico fluvial son: Babahoyo, Daule, Yaguachi y Naranjal que conecta-ban con la capital y a los recintos o parroquias cercanas a Guayaquil.

Los caminos tuvieron un rol de-terminante dentro del comercio regional, las principales conexio-nes se dieron con los tres partidos occidentales: La Punta de Santa Elena, Portoviejo y La Canoa. El llamado camino de la Costa o de la Legua era en realidad el único ca-mino importante que salía de Gua-yaquil, iba hacia la Punta de Santa Elena a través del pueblo de Chon-gón. Desde la Punta se bifurcaba, yendo hacia el norte (Portoviejo) y hacia el sur (El Morro y Chanduy). Desde Portoviejo iba hacia el norte hacia Montecristi y Manta, Chara-potó, Pichota y La Canoa.

Los caminos que ponían en con-tacto a Guayaquil con el interior fueron: a) Babahoyo a Quito por Guaranda y Riobamba; b) el de Ya-guachi a Alausí y c) el de Naranjal a Cuenca y Loja. Todos enlazaban con el Camino Real de Quito, tam-bién llamado camino de la sierra o del correo de Lima. (Laviana Cue-tos, 1987). El más importante era el primero y se bifurcaba: el primer tramo iba de Babahoyo a Ojiva y atravesaba luego la célebre cues-ta de San Antonio Tarigagua para salir a Guaranda y el segundo era llamado el camino de la Chima o de Angás, iba de Babahoyo a Gua-

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randa pasando por el pueblo de Chapacoto, de allí se unían ambos ramales y se iba por el Camino Real a Ambato, Latacunga y Quito. (Laviana Cuetos, 1987; Baleato, Juan y Ulooa, Alsedo y Herrera,

Las dificultades en las comunica-ciones terrestres desde Guayaquil hacia la sierra persisten durante el tiempo desde la época colonial hasta finales del s. XIX. (Hamerly, 1973), ni mencionar sobre una ca-rretera, eso no se dio hasta entra-do el s. XX.

3.1 El comercio externo

El comercio naval de Guayaquil es con el Reino del Perú, adonde se lleva cacao, tabaco, madera, cera, pita y suelas; del Perú traen harinas, botijas, vino, aguardiente, aceite y aceitunas. Al reino de Tie-rra Firme llevan cacao, y algún ta-baco, y de regreso cargan las em-barcaciones ropa de Castilla, cera y fierro, tablones de cedro, caoba, cocobolos, negros y perlas.

El comercio con el Chocó en los dos viajes que anualmente se per-miten, es de carnes, sebo, quesos y sal, con algunas botijas perule-ras; véndese todo a trueque de oro y vuelven las embarcaciones car-gadas de brea, y tablones de ce-dro. A Payta y Trujillo llevan algu-na madera, cocos y cacao; y traen harinas, azúcar, pescado salado, cordobanes, jabón, piedras de sal, algunos granos, cajetas de dulce, aceitunas, lonas y algodón. A Gua-temala se permiten dos viajes to-dos los años, solo se llevan vinos y aguardientes del Perú y traen tinta añil, palo brasil, pocos bálsamos y caña fístola. Los mismos viajes y efectos se permiten al Realejo, de donde regresan jarcia, brea y al-quitrán.

Cuando su Majestad o los Exce-lentísimos señores virreyes conce-den licencia para Acapulco, llevan cacao, y algún botijambre, y traen

loza, olores y especerías de Phe-lipinas.

El Comercio con los puertos de Ilo, Ica, Arica y demás que llaman “Intermedios”, está prohibido por el Excelentísimo Señor Virrey de Lima, con notable perjuicio de esta Provincia.

Por tierra comercia con toda la serranía; por las Reales Bodegas de Babahoyo, se interna la sal del Morro y Punta de Santa Elena, el cacoa, la cera, tabaco en rama, arroz, pita, pescado, algodón, mu-cho ganado vacuno, caballar, y mular, el botjambre que viene del Perú; ropa y fiuerro de Tierra Fir-me; tinta y brasil de Goathemala; loza, olores, y especerías de Aca-pulco; cordobanes y jabón de los Valles.

Por las Bodegas de Yaguache se comercia con Riobamba, y Provin-cia de Alausí, y por la de Naranjal con Cuenca y Loja, conduciendo

10 Zelaya, 1765

los mismos efectos; y de la sierra traen las harinas, cascarilla, paños, lienzos, bayetas, sayales, y toda especie de frutos de la tierra10 (Ze-laya, 1765: 98-99).

La carga que traen las embarcacio-nes de los puertos de Nueva Espa-ña, Panamá, el Perú y Chile, con lo que se transporta de las serranías de Quito... asciende todo a cerca de 200.000 pesos; lo principal suele ser aguardiente, vino, hierro, ropa de Castilla, aceite, jarcia y bayetas lienzos de la tierra, tintas, alquitrán, cordobanes, harinas y otras menu-dencias que nunca igual su consu-mo el valor de lo que se coge en la misma provincia. (Requena, 1770).

Dentro del panorama iberoameri-cano a partir del s. XVIII, Guaya-quil tuvo un rol importante dentro del comercio regional, igualado al de Callao y Panamá.

Ilustración 5.Diagrama de rutas externas

GUAYAQUIL

TIERRA FIRME

PANAMÁNUEVA ESPAÑA

MÉXICO

PERÚLIMA Y CALLAOGUATEMALA

CHILEVIÑA Y

VALPARAÍSO

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4. El Golfo de Guayaquil y su dinámica.

4.1 Punáes

Puná, es el lugar que es mencio-nado de manera repetitiva por los cronistas de la Colonia Temprana, las referencias son constantes so-bre la belicosidad de sus habitan-tes, así como de las permanentes disputas, tanto con la gente de Túmbez como con los peninsula-res. Los peninsulares decidieron detenerse en Puná debido a las in-formaciones de gran poder y rique-za que les habían sido proporcio-nadas. Encontraron una sociedad con territorio definido y unidad polí-tico - administrativa que les fue di-fícil de dominar como se puede ver en las referencias de algunos cro-nistas como Fernández de Oviedo, Las Casas y Garcilaso de la Vega.

“y el alzamiento que el cacique e in-dios de la isla de Sanctiago habían ordenado, se castigase e les fuese hecha la guerra. Esta isla se llama, en lengua de los naturales della, la Puna, y está en tres grados de la lí-nia equinocial; e apremiados los in-dios, la desampararon e se pasaron a la Tierra Firme. E por ser aquella isla tan rica, fértil y poblada, e que no se acabase de destruir, soltó el gobernador don Francisco Pizarro al cacique, e asegúrole, porque re-cogiese su gente que andaba alte-rada e derramada, e se tornase a poblar. Y él fue my alegre e conten-to, acordándose que en su prisión se le hizo buen tratamiento, e dijo que iba con voluntad de servir a sus majestades de ahí adelante”. 11

En este texto, Fernández de Oviedo, nos da información so-bre varias cosas. Este cronista menciona a Puná como la isla de Santiago, es decir la relaciona con la ciudad Santiago de Guayaquil, lugar donde evidentemente se en-contraba asentada la sociedad que ellos denominaron Guancavilcas. También nos informa sobre la mo-

vilización de algunos pobladores de Puná a Tierra Firme (Panamá), hecho que no ha sido comprobado, pero si analizamos detenidamente el momento en que se realizó la pacificación de Puná, pudo ser po-sible, debido a que los vientos al norte apoyan notoriamente la na-vegación a vela durante la mayor parte del año en la zona.

Es notorio que para los peninsu-lares, uno de los rasgos culturales que más les llamó la atención fue la presencia de naves grandes y pequeñas (balsas), que en gran número eran las encargadas del tráfico del Golfo de Guayaquil y la costa del actual Ecuador y extremo norte de Perú, especialmente la zona entre cabo Pasado y Túmbez.

Relación general de las poblacio-nes españoles del Perú, hecha por el licenciado Salazar de Villasante: Desde este puerto de Paita, yendo por la mar, hay a la ciudad de San-tiago de Guayaquyl sesenta leguas, y seis leguas antes de llegar a Gua-yaquil está la isla de La Puná, a do surgen los navíos grandes, y los pequeños allegan a surgir a Gua-yaquil junto a las casas, en el río. No suben los grandes, por ciertos bajos que tiene el río por do suben. Desde la isla La puná a la boca del río hay dos leguas, y de la boca a Guayaquil cuatro.

Salazar de Villasante, nos presen-ta un esquema geográfico bas-tante claro, indica varias cosas, enfatiza el hecho de que Puná es una isla que se encuentra estraté-gicamente ubicada, lo que hacía que los navíos grandes y peque-ños realizaran una parada antes de subir a Guayaquil. El tramo Puná-Guayaquil es de gran cuida-do para los navegantes, incluso en la actualidad, esto se debe a que la condición del río hace que este acumule una enorme cantidad de material de arrastre, lo que ocasio-na que se formen pequeñas islas, bajos y otros accidentes que pro-vocan que la navegación sea bas-tante inestable.

11 Fernández de Oviedo, 1959. (1535/57). Historia General y Natural de las Indias. Tomos 1 y 5. Biblioteca de Autores Españoles Vol. 117 y 121. Madrid. tomo 5, libro 2, capítulo I,: 33-34.12 Martin Volland. Los Punaes: una jefatura del periodo de Integración Tardío. Miscelánea Antropológica Ecuatoriana No.8: 15-28.1995José Alcina Franch. El modelo teórico de jefatura y su aplicación al área andina septentrional norte. En Miscelánea Antropológica Ecuatoriana No.6: 265-288. Serie Monográfica. Guayaquil. 1986.13 Volland, ibidem: 22.

Al momento de la llegada de los peninsulares, parece que los pu-neños no estuvieron bajo el do-minio incaico, pero si encontraron evidencias de sus conflictos con los vecinos. Las pesquerías de los nativos de la isla eran obtenidas de una amplia región marítima, así como las vías comerciales eran desarrolladas con pueblos vecinos de Naranjal, Balao y otros, al igual que con las rutas que bajaban de los Ríos Daule y Babahoyo. Pare-ce ser que el sistema de comercio de los mercaderes de la costa no-roccidental, comandados por los Punáes y Manteños, junto con las producciones de la puna cuzqueña y circum Titicaca, sirvieron básica-mente para sostener económica-mente las sociedades de la zona.

Algunos investigadores han pro-puesto una reconstrucción del siste-ma socioeconómico de la Puná.12

La propuesta de Volland (1995), sostiene que el sistema de Puná tenía las siguientes características: un jefe principal con su séquito de esposas y nobles, clara diferencia-ción de rangos y linajes, permiso de matrimonio entre hermanos, gran población, un centro de redis-tribución que fungía de capital, al-deas pequeñas relacionadas al eje central, cultivo de tubérculos, hor-talizas, caza de animales, presen-cia de animales domésticos y ex-plotación de la pesca. Queda poco claro si redistribuían, así como si existía tributo entre los isleños.13

Por lo mencionado, se puede de-cir que sí se manejó el trueque y el tráfico de bienes, seguramente debió existir un grupo de especia-listas.

De lo encontrado se deduce que el territorio dominado directamen-te por los punáes era la isla en sí misma, a esto debemos agregar territorios de tierra firme que fue-ron dominados indirectamente, tales como Túmbez y el sitio La

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Bola que era desembarcadero de Cuenca14, que estaba a cargo de los punáes, pueblos de Naranjal y Machala. Algunos investigadores han planteado la participación de los punáes en una Confederación de mercaderes15, órgano adminis-trativo que estaría encargado de li-derar el comercio de varios bienes y las relaciones socioeconómicas en el pacífico septentrional. Otros investigadores, han propuesto el papel monopolista de algunos productos como la sal, monopolio que parece haber sido tan extenso como en toda el área septentrional andina.16

4.2 Guancavilcas

El aspecto que es más relatado en las crónicas, referente a los Guan-cavilcas es la presencia de balsas y la importancia de la navegación para los habitantes de la zona. Esta información llevó a parte de los primeros arqueólogos ecuato-rianos a proponer la presencia de la Confederación de Mercaderes, que está directamente relaciona-da con la presencia de los Balse-ros del Mar del Sur17. Los puertos que sirvieron como centros desde donde se manejaban las mayores balsas fueron: Paita, Manta y Gua-yaquil.

“Las mayores balsas que usan los indios peruanos que habitan cer-ca de montañas, como los de los puertos de Payta, Manta y Gua-yaquil, son compuestas de siete, nueve o más maderos de palo de balsa, por este orden: que los atan a lo largo unos de otros con be-jucos o cuerdas sobre otros atra-vesados; el de en medio es por la proa más largo que los otros; los cuales van siendo más cortos unos que otros cuanto más se apartan de los lados; de suerte que vienen a quedar en la proa con la figura y proporción que guardan los de-dos de la mano extendida, puesto que por la popa son iguales; enci-ma hacen tablados, para que no

14 Anónimo. Descripción de la gobernación de Guayaquil. Revista del Archivo Histórico del Guayas No.4: 62-93. 15 Martin Volland. 1995. Ibidem:23. Jacinto Jijón y Caamaño. Antropología Prehispánica del Ecuador. Coedición PUCE-IECI. 1997. Quito.

16 Roswith Hartmann. Märkte im alten Peru. Bonn. 1968. 17 Jacinto Jijón y Caamaño. Ibidem.

18 Cobo. Idem. libro 14, capítulo 14, 1956: 267. 19 Diego de Urbina. Carta al Emperador. CDIHP III: 544-545. 1543. Ver Anexo No.2

20 Girolamo Benzoni. La Historia del Nuevo Mundo. Museo Antropológico del Banco Central del Ecuador. Guayaquil. 1985. 21 Trujillo, D. De. Relación del descubrimiento del reino del Perú. En Conde Canilleros (Ed.) Tres testigos de la Conquista del Perú. Pp.117-141. Madrid. (Colección Austral

No.1168). 1964 (1571) 22 Reginaldo de Lizárraga. Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile. Biblioteca de Autores Españoles No.15. Madrid. 1909.

se moje la gente y ropa que va en ellas con el agua que les entra por las junturas de los leños. Navegan por la mar a vela y remo, y son algunas tan grandes, que caben holgadamente cincuenta hombres. El peligro que tiene esta embarca-ción, es ser muy aparejada, para si los indios quieren urdir alguna traición, porque la pueden ejecutar de improviso, desatando sutilmen-te los palos y deshaciendo el com-puesto; y ellos, como son grandes nadadires y no les impide la poca o ninguna ropa que llevan encima, escapan nadando, y los que no sa-ben nadar parecen ahogados. Así lo hicieron los isleños de la Puná con los soldados del Inca que les pretendió conquistar.” 18

4.3 Chonos

Desde el s. XVI varios cronistas y declarantes en probanzas hablan de los Chonos, como un grupo ubicado en la cuenca del Guayas, jurisdicción de la ciudad de Santia-go de Guayaquil. En esta parte le daremos énfasis a la información proporcionada por las crónicas de Diego de Urbina, que hace refe-rencia a la provincia de los chonos, caracterizándolos como buenos navegantes y magníficos construc-tores de balsas19. Girolamo Benzo-ni20 menciona al Río Chione a cua-renta millas del mar y afluente del Guayas. Diego de Trujillo presenta a los chonos como conocidos ene-migos de los huancavilcas21. Miguel Cabello de Balboa cita a los cho-nos junto a los huancavilcas, como los grupos que habitaron la cuenca del Guayas, que en su momento era el Río Amay y de Santiago.

Reginaldo de Lizarraga22 menciona que en la zona de Guayaquil exis-tían dos naciones de indios, unos llamados huancavilcas y otros que se llaman chonos. Hacia el s. XVII la provincia de los chonos era una de las tres que conformaban los términos de la ciudad de Guaya-quil. Lastimosamente, a partir del

s. XVIII varios historiadores cono-cidos como Juan de Velasco, Fe-derico González Suárez, Miguel Aspiazu, Emilio Estrada, Alfredo y Piedad Costales, incluyen a la nación Chono como parte de los Huancavilcas. En 1964, Dora León Borja, da una imagen más justa para los chonos.

El territorio Chono, Daulis o Dau-les, constituye todo lo que hoy se conoce como Balzar, Quevedo, Mocache, Palenque, Colimes, Vin-ces, Guare, Las Ramas, Baba, Pi-mocha, Babahoyo, Daule, Victoria, Chilintomo, Juján, Sambor, Loren-zo Garaicoa, Yaguachi, Chobo, Mi-lagro, Buca, Naranjito, San Andrés, Taura, Cone, Jelí, Churute, Jesús María, El Naranjal, Balao y Tengel, La Soledad y Colimes.

El prestigio de los chonos era bas-tante notorio tanto por abarcar la cuenca del Río Amay (Guayas) como por las cualidades de gran-des comerciantes que tuvieron con los peninsulares.

La agricultura, la caza y la pesca complementaron la susbsistencia de los chonos. Usaban balsas y canoas para transportar su alimen-to y otros elementos. Los chonos eran enemigos tradicionales de los habitantes de la isla Puná, librán-dose verdaderas batallas entre ellos.

Conclusión

La dinámica del Golfo de Guaya-quil aún está en proceso de expli-cación. Los aportes de los cronis-tas deberán enriquecerse con los recientes hallazgos de la Arqueolo-gía, así como la apertura de fronte-ras para mejorar el entendimiento de los procesos regionales.

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1. INVESTIGACIONES REA-LIZADAS

Cuando los europeos llegaron a nuestras tierras, varios señoríos étnicos ocupaban diferentes zo-nas, dos sociedades complejas compartían territorio en lo que ac-tualmente son las provincias de Los Ríos y Guayas, denominadas por los arqueólogos que la descu-brieron y de acuerdo a la toponimia de los sitios, estas son las culturas: Milagro Quevedo y Huancavilcas.

Era el Período de Integración, el de las sociedades agrícolas aldeanas supra comunales, con una organi-zación social definida como jefatu-ra o señorío étnico (Enrique Ayala, 2008). La cronología va desde el año 500 d.C. a 1500 d. C., que fue determinada durante la Conven-ción Arqueológica de Guayaquil realizada en el año 1969 en la que

Lic. Rocío Murillo Macay

CULTURA MILAGRO–QUEVEDONUEVAS EVIDENCIAS SOBRE LA PRESENCIA DE LOS TSÁCHILAS,COLORADOS O YUNGAS.

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participaron arqueólogos ecuato-rianos y extranjeros.

Amelia Sánchez, realizó investiga-ciones arqueológicas de este mis-mo período, en Buena Fe y Valen-cia, aledaños al Cantón Quevedo, ella anota que se da un proceso de aglutinación en diferentes regiones y caracteriza a estos pobladores como grupos con organizaciones sociales y políticas complejas. Se incorporaron y se intensificaron nuevas técnicas de cultivo, así como también surgen construccio-nes de canales, albarradas, terra-zas agrícolas, camellones, entre otros. La intensificación de la agri-cultura trae consigo el intercambio de productos.

Esta población muestra evidencias de una jerarquización especializa-da: los constructores de tolas, los orfebres, los ceramistas, los nave-

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gantes, los agricultores, los caza-dores, y ¿por qué no? los comer-ciantes, cuya producción de bienes y servicios además de abastecer las necesidades propias de su po-blación, estaban encaminadas a satisfacer también necesidades de pueblos tanto de la sierra como de la costa. A ello se añaden los tra-bajos en metalurgia de oro, plata, platino y cobre.

Los primeros investigadores de la Cultura Milagro Quevedo fueron Emilio Estrada, Jacinto Jijón y Ca-amaño y Max Uhle. Emilio Estrada dejó un gran legado histórico en el Museo Arqueológico del Banco Central del Ecuador – Guayaquil, conformado por centenares de pie-zas arqueológicas de contextos, procedentes de sus investigacio-nes (cerámica, lítica, metalurgia, textiles, entre otras).

Investigaciones posteriores de di-ferentes sitios dataron con análisis de carbono catorce la siguiente cronología: Ubelaker en 1981, hizo datación con muestras proceden-tes del sitio Ayalán, y se estimó entre 730 a 1600 d.C.; Michael Muse obtiene dos fechas: 960 a 1242 d.C., correspondiente a Mi-lagro Quevedo Temprano, y 1242 a 1525 d.C, a Milagro Quevedo Tardío; Victoria Domínguez para el sitio Peñón del Río da una crono-logía de 1242 – 1525 d.C. y final-mente Betty Meggers reportó una fecha con hidratación de la obsi-diana entre 460 a 1480 d.C. Las fechas varían de acuerdo al sitio de la investigación y a las metodo-logías de datación; sin embargo, ratifican que la cultura Milagro Quevedo, perteneció al Período de Integración, caracterizado por la tecnificación de la agricultura, el aumento de la población, la pre-sencia de numerosos sitios habi-tacionales que hasta se puede ha-blar de centros urbanos, y no solo se preocuparon por adaptarse al medio ambiente sino que, además, lo mejoraron (Porras, 1987).

El Padre Pedro Porras realizó una compilación de las investigacio-nes arqueológicas realizadas en el país. Plantea que la zona ocu-pada por los portadores de esta Fase, está cubierta por montícu-los artificiales, unos de carácter ceremonial, otros habitacionales y otros para usos funerarios. En es-tos últimos, se destacan las tolas con tumbas Chimenea, que están compuestas por una serie de án-foras sin fondo aunque la inferior que contenía el fardo funerario si lo tenía, pues aquí se depositaba el cuerpo, y sus ofrendas y, a partir de ésta se colocaban una encima de otra a manera de tubo de hasta 5 metros de altura (1987).

El territorio ocupado por los habi-tantes de la cultura Milagro Queve-do fue extenso, entre otros sitios, se han reportado evidencias en: a) Sitio Novecientos ubicado a 2 ki-lómetros al Sur de Milagro, b) Los sitios Los Monos y Gante cercanos a Milagro, es aquí, donde se repor-taron las primeras tolas funerarias con chimenea y artefactos de co-bre no trabajado, c) Lomas Parti-das y Papayal, en comunidades del Ingenio Valdez, d) La Elisita cercano a Milagro, e) Yumes y Pe-ñón del Río en el margen oriental del río Babahoyo a 5.5 km. de Du-rán y a 1.25 km. al Este de la ribera del mismo río.

Amelia Sánchez (2007) en el Pro-yecto Multipropósito Baba, com-ponente arqueológico, determinó la presencia de 23 sitios arqueo-lógicos, de ellos se excavaron 11, en el que se incluyen montículos artificiales y naturales, en plani-cies o cuchillas de quebradas. Los sitios excavados fueron: Mirador, El Cielo, Bahareque, Chaune, La Muga, Gran Cacao, Tola Perdida, Carrao, Cubos, Peripa del Baba, y Tres Bailejos. Las investigaciones concluyeron que los sitios fueron ocupados en más de una ocasión, y que dichos asentamientos vienen desde el Período Formativo Tem-

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prano y Desarrollo Regional. El proyecto fue realizado a pocos ki-lómetros al Norte del Cantón Que-vedo, en los alrededores de Los Vergeles, Buena Fe y Patricia Pi-lar. Estos sitios parecen haber sido centros urbanos conformados por tolas con rampas y posiblemente alrededor de una plaza central con ocupaciones intensivas.

Oswaldo Tobar, investigador que realizó el estudio arqueológico a propósito de la construcción de los Poliductos de la Costa, define dos sitios arqueológicos en el tra-mo Colimes-Santo Domingo en el sector Patricia Pilar; se trata de dos centros urbanos de la cultu-ra Milagro Quevedo. El primer si-tio (N3B3-001) se ubica entre las abscisas 214 – 215 del poliducto y está compuesto por 27 tolas, unas de forma circular, otras alargadas con dimensiones que van desde los 18 hasta los 30 metros. El se-gundo centro urbano (N3B3-002) se localiza a unos 2 Km. al Norte del primero, específicamente en el km. 217,22, consiste en 14 tolas agrupadas con las mismas formas circulares y alargadas.

Guillaume-Gentil y otros (2001) realizaron el Proyecto Arqueológi-co denominado: La Cadena-Que-vedo-La Maná, durante seis años, investigaron un área de aproxima-damente 400 km². El objetivo del proyecto era interpretar y entender Tolas. En las dos primeras tempo-radas de prospección se identifica-ron 1219 tolas distribuidas en 111 sitios, estas se encuentran agrupa-das hasta en 58 tolas. Por la orga-nización espacial, las dividieron en cuatro grupos denominados siste-ma de gestión del espacio así: a) Sitios con un modelo regular simé-trico, b) Asociados a los sitios con un modelo regular, c) Los sitios con un modelo irregular y d) Sitios con montículos aislados de grandes di-mensiones.

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Estas excavaciones dieron como resultado que en los estratos ante-riores a las construcciones de las tolas, se encuentran sitios arqueo-lógicos del Formativo Temprano (Valdivia 3500 - 1800 a. C) y Tardío (Chorrera 1200 – 500 a.C) en la base de la tola; también se iden-tificaron asentamientos corres-pondientes al Desarrollo Regional, mientras que los hallazgos atribui-dos al Período de Integración Mi-lagro Quevedo, provienen de intru-siones que perturban la superficie

de la tola y cortan las ocupacio-nes anteriores (Guillaume-Gentil, 1999).

Otra zona que ha reportado montí-culos artificiales o tolas, cercanos a nuestra área de estudio, es el sector de Patricia Pilar en el anti-guo trasvase, en Agua Fría – La Ceiba, antigua presa, registrán-dose terrazas aluviales en la par-te alta de la meseta y que son de ocupación temporal (A. Sánchez, 2004). Señala además que los si-

SITIOS ARQUEOLÓGICOS CON FILIACIÓN CULTURAL MILAGRO QUEVEDO

Ubicación FiliaciónCultural

Investigada por:PeríodoSitio

Cerro Pimocha

Hacienda Santa Rosa

Peñón del Río

Las Carmelitas

Los Cerritos

Aspiazu

Los Cerezos

Versalles 1

Versalles 2

Bocachico

Mocache

Balzar

Pechiche 1

Pechiche 2

Poliducto de la CostaKm. 214

Poliducto de la CostaKm. 217.22

Antiguo Trasvasey en Agua Fría

La Ceiba, antigua presa,

111 sitios arqueológicos

Seis Tolas y Chaunecito,Hacienda San Fernando

El Corazón

Cantón Babahoyo

Cantón Vinces

Cantón Daule

Cantón Baba

Cantón Baba

Cantón Baba

Cantón Baba

Cantón Baba

Cantón Baba

Cantón Palenque

Cantón Palenque

Cantón Palenque

Cantón Palenque

Cantón Palenque

Parroquia Patricia Pilar

Parroquia Patricia Pilar

Parroquia Patricia Pilar

Parroquia Patricia Pilar

Proyecto: Quevedo– La cadena – La Maná

Km, 57 vía Quevedo Santo Domingo.

Cantón Pangua

Integración

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Integración

Integración

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Integración

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Integración

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Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Milagro Quevedo

Emilio Estrada

Emilio Estrada

Victoria Domínguez

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Florencio Delgado

Oswaldo Tobar

Oswaldo Tobar

Amelia Sánchez

Amelia Sánchez

Guillaume-Gentil

Pedro Porras G.

George Gumerman IV.

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tios funerarios de la sociedad Mi-lagro Quevedo, están ubicados en relación directa con el tipo de ac-tividad productiva que realizaban, por ejemplo: los que habitaban en los bosques en la que su actividad productiva era la explotación, los sepultaban en elevaciones natu-rales, mientras que los grupos que se asentaban en las partes bajas y que su actividad productiva era la explotación de los recursos de los ríos y lagunas, lo hacía en montí-culos artificiales.

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2. LAS TOLAS Y PATRONESDE ASENTAMIENTO

Quienes formaron parte de la cul-tura Milagro – Quevedo constru-yeron y reutilizaron las tolas de tipo funerario, contaban con tum-bas que tenían cámaras laterales y un complemento peculiar era el de construir tumbas con chimenea edificadas en base a la colocación de varias urnas grandes de barro (4 ó 6) y la característica es que esta última, donde reposaba el di-funto era la única que tenía base, sobre ésta se colocaban las demás una sobre otra. La diferencia en las ofrendas fúnebres nos hace pen-sar en una sociedad jerarquizada y al parecer no todos gozaban de los mismos atributos, algunos lle-vaban ajuares suntuosos con me-tales preciosos.

En general, la presencia de montí-culos artificiales o tolas, es notable en toda la cuenca del Río Guayas, se construyeron tanto en sitios ba-jos, cerca de ríos y esteros, como en zonas altas y de compleja topo-grafía entre la cuenca y la cordille-ra. Para el Período de Integración, según Amelia Sánchez (2006), en los asentamientos de Milagro-Quevedo se identificaron tres tipos de sitios funerarios: a) En eleva-ciones naturales, b) En montículos artificiales reutilizados que fueron construidos en épocas tempranas con otros fines y utilizados tardía-mente para enterramientos y c) En montículos construidos exclu-sivamente para enterramientos. En este último caso se ha podido PATRONES DE ENTIERROSEN LA CUENCA DEL RÍO GUAYAS

establecer como procedimiento de construcción: a) Acarreo de tierra hasta el lugar elegido para cons-truir el montículo, b) Excavación de las fosas en la llanura para realizar los entierros, c) Descendimiento de las urnas con los restos huma-nos y ofrendas, d) Colocación de tapa sobre los entierros con urnas y e) Depósito de tierra alrededor de los entierros.

Los entierros en montículos no te-nían un mismo patrón, de acuerdo con el siguiente cuadro el tipo de enterramiento dependía de la cla-se de montículo y de su ubicación en la cuenca del Guayas, alta, me-dia o baja.

3. METALURGIA

En Milagro Quevedo se trabajó el cobre, el oro, plata y tumbaga re-presentados en narigueras, pin-zas, agujas, cascabeles, anzuelos, cuchillos, cinceles, perforadores en contextos de viviendas. Estra-da, en la tola las Palmas cerca al cantón Milagro, encontró más de 150 hachas, campanas, narigue-ras, cuchillos, cinceles y pinzas, planchas gruesas de cobre identifi-cadas como hachas ceremoniales en la cuenca del Guayas, en ellas se destacó una cabeza redonda con un rostro muy esquemático en forma de corazón, atribuibles a la lechuza o águila arpía, esto es, en contextos funerarios.

Pero tantos trabajos en metal, ¿de dónde procedía la materia prima para los trabajos en metalurgia?

ZONA

CUENCA ALTA

CUENCA MEDIA

CUENCA BAJA

Montículos artificiales

Montículos artificiales Montículos reutilizados.

Elevaciones naturales Montículos artificiales.

No se reportan entierros en urnas.Entierros primarios y secundarios sin urna.

Entierro secundario en urna con tapa y múltiples.

Entierros primarios y secundarios sin urna. Entierro secundario en urna con una tapa.

CLASE DESITIO FUNERARIO

TIPO DE ENTIERRO

Pectoral de oro, Milagro Quevedo MBC.

Tomado de: Proyecto Multipropósito Baba – componente arqueológico, 2006.

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Holm (1983) citado por Domínguez (1986), considera que en dicha zona no hay vetas de cobre, cree que el elevado número de hachas no fue de minería propia sino pro-ducto del trueque, posiblemente con el austro andino. Domínguez plantea que en un principio cuando no conocían como trabajar el me-tal, se dio el trueque, pero cuando aprendieron las técnicas, se inter-cambiaba solo la materia prima.

Se desconoce la existencia de ríos auríferos en la provincia de Los Ríos, sin embargo el Instituto Ecuatoriano de Minerología (Yo-landa Navas en: Angamarca en el siglo XVI ) en su boletín de 1986, menciona la existencia de oro, pla-ta y otros metales en este territorio y que incluso este metal fue explo-tado en la época colonial en las mi-nas de Macuchi y Nuestra Señora de Angamarca, hasta 1939 aún se explotaban minas de oro en Macu-chi dentro de la actual provincia de Cotopaxi.

“Hachas Monedas” Milagro Quevedo MBC.

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Las investigaciones arqueológicas realizadas en los alrededores de la provincia de Los Ríos, eviden-cian que los cantones de Buena Fe, Valencia, Quevedo y parte de los cantones Babahoyo (Pimocha y la cabecera cantonal de Babaho-yo) y Palenque, son espacios que fueron ocupados por los habitan-tes de la cultura Milagro Queve-do. Mientras que la parte Sur de los actuales cantones: Palenque, Baba, Babahoyo fueron territorio que compartían los Huancavilcas.

Son pocas las investigaciones ar-queológicas que nos ayudan a de-terminar con exactitud quienes se asentaban en el resto del espacio fluminense, lo que sí está demos-trado es que, mientras los canto-nes ubicados hacia el Sur y Oes-te eran comarcas del cacicazgo Huancavilca, el actual cantón Que-vedo y los cantones que ocupan la parte Norte y Este de la Provincia de Los Ríos, eran comarcas de los cacicazgos de Sigchos y Angamar-ca.

4. LA COLONIA

A la región de Angamarca en los siglos XVI y XVII, se la conoce con el nombre de “Provincia de Angamarca”, se localiza entre las estribaciones de la Cordillera Oc-cidental de los Andes Centrales y la depresión interandina; Anga-marca debió comprender parte de las actuales provincias de Bolívar, Cotopaxi, Los Ríos y Tungurahua y sus principales asentamientos estuvieron ubicados en el actual cantón Pangua. Se caracteriza por la variedad de pisos ecológi-cos, ostenta formaciones que van desde el Bosque Húmedo Tropical al Páramo Pluvial Subandino. La parte baja o llanura se ubica bajo los 300 m.s.n.m., mientras que la parte alta de la Cordillera se ha-lla sobre los 4000 m.s.n.m. Por la diversidad de pisos ecológicos y la variedad de pisos climáticos, la provincia de Angamarca se asentó

sobre dos regiones: Costa y Sierra, a los de la parte baja, por presentar un clima caliente propio de nues-tra costa ecuatoriana, se los deno-mina Yungas o de las tierras ca-lientes. Sigchos y Angamarca son regiones que están situadas en un espacio con características ecoló-gicas comunes y con acceso a los valles calientes de la Costa y la Sierra, probablemente compartie-ron territorio de un mismo grupo ét-nico denominado “Los Colorados”.

Para Frank Sálomon, los Tsáchi-las de Santo Domingo, en época preinca, fueron un pueblo cultural y lingüísticamente emparentados con los pueblos de la serranía la-tacungueña que pueden mostrar alguna diferencia en lo relaciona-do con la adaptación al medioam-biente; que la formación de estos pueblos como “redes delimitadas” marcadamente diferenciadas de sus contemporáneas en la Costa y en la Sierra, lo que se acentúa en tiempo de los incas siendo destina-das a erigir fronteras políticamente defendibles, pero económicamen-te permeables.

Los documentos coloniales al refe-rirse al grupo étnico de la provincia de Angamarca, y para diferenciar a los colorados de los pisos ecológi-cos altos, se los identifican como “Yungas Colorados”, “Yungas de Angamarca”, “Colorados de Anga-marca”, “de los Calientes de Anga-marca”. A estos Yungas de la parte baja, se los describe como bárba-ros, habitan en el monte áspero donde también abundan animales feroces, tienen la costumbre de pintarse de color rojo con achiote.

En el año de 1568 el capitán Con-tero fundó la ciudad de Castro en el Valle de Vili, esto es en las cercanías de la actual Quevedo. Contero, quien había sido Corregi-dor de Guayaquil por varios años y que además había pacificado Quijos, recibió de Lope García de Castro, el título de Gobernador de

Esmeraldas, pero en territorio no colonizado entre el Cabo Pasado y la Bahía de Buenaventura. Mar-tín Carranza, yerno de Contero, se encontró con su suegro en Guaya-quil con alguna gente que se alista-ba a salir de vuelta a Lima en plan de descubrimiento (Jijón y Caama-ño, 1940), el recorrido de Contero y Carranza fue el siguiente:

“A principios de octubre partió, por el río de Babahoyo y metiéndose por unas montañas desiertas, an-duvo perdido, hasta que el segun-do día de Navidad, dio Carranza con una <<provincia poblada de buena gente y vestida, y que to-dos andan adornados de joyas de oro en las narices y en las orejas y labios de abajo>> … De allí, ya juntos los dos jefes, fueron al valle de Vili 1 en donde fundaron la Ciu-dad de Castro <<a la ribera de un río que baja de los Sichos y entra en el río grande de Guayaquil>>2 <<Donde a pocos días se entendió por indios Sichos, Angamarcas, mercaderes, que estábamos en el paraje de los Sichos y que to-dos los indios Sichos, Tomavelas, Canzacotos y otros muchos paga-ban tributos del oro que bajaban a rescatar con unas taleguitas de sal que pesaban a poco más de libra y media, y que además del oro que con esta sal compraban, compra-ban algodón y ají y pescado seco y otras cosas.

<<Salieron luego de paz de las pro-vincias de Bunigando y Mayno-mo y Caligua y Guapala y Combi y Calopi y Mollo y Longozaso y Amboyo; las provincia de Honda-na, Pucama y Ohongo y otras no quisieron dar obediencia>>.3

Las poblaciones Bunigando, Ma-ynomo, Caligua, Guapala, Combi, Calopi, Mollo, Longozaso, Ambo-yo, Hondana, Pucama y Ohongo, eran territorios que posteriormente formaron parte de lo que actual-mente es la provincia de Los Ríos, pero que en época de la incursión

1 Vili, Bili o Huilli?2 Jijón y Caamaño, 1940, T.II, pp. 743 Jijón y Caamaño, 1940, T.II, pp.74Los nombres con negrilla son sitios ubicados en el alto Babahoyo, actual provincia de los Ríos.

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inca estaban habitadas por Yungas Colorados, identificados también con los nombres de Yungas de An-gamarca, Colorados de Angamar-ca o Calientes de Angamarca.

De acuerdo con la cita de Ca-rranza, se puede inferir que la fundación de Contero tuvo cierta resistencia de los pueblos arriba mencionados, pues no fue sencillo instaurar instituciones hispanas, la labor misionera como el cobro de tributos encontraron obstáculos, se producía resistencia y migraciones para escapar de dichas imposicio-nes. En 1576 se produjo una insu-rrección de los indios yungas.

Para 1585, Lucas Porcel enco-mendero de Angamarca, al hablar de sus indios decía que tenía más de doscientos entre las zonas alta y yunga y se quejaba de que no

Área de los Yungas Colorados, tomado de: Morales y Eloy, Juan.

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recibía beneficios de los de las tierras calientes (yungas) debido a que se encontraban esparcidos en un espacio de veinte leguas, a diez leguas de Angamarca; consi-deraba difícil el acceso a la zona y decía que los yungas carecen de doctrina, que casi siempre están en guerra. Porcel veía muy nece-saria la reducción.

En 1592 el padre Onofre Esteban, había convertido al cristianismo a los colorados de Angamarca. Sin embargo en 1604 Diego Porcel, también encomendero de esa épo-ca, va a poblar la zona yunga para que vivan en pulicia (sic) y adoc-trinarlos en la Santa Fe Católica.

Años más tarde de la llegada de los españoles, Los Colorados (Tsá-chilas), comenzaban a dispersarse y adentrarse en las montañas en-

tre ellas Palenque Alto; se dice que los Mangaches también ocuparon territorios del Palenque Alto y que aunque la mayoría ya hablaba algo de español, ellos tenían su propio dialecto de la lengua de los Colo-rados.

Para Frank Salomon, Yungas es palabra sur – andina que se utiliza-ba durante el siglo XVI por los mo-radores de las montañas occiden-tales de Latacunga y se comunican con Sigchos y Angamarca. Para este y otros autores los Yungas ha-brían sido los mismos pobladores llamados Colorados.

Para Cabello de Balboa (en: Jijón y Caamaño, 1940), el territorio que va desde la Cordillera Occidental de los Andes hasta el Daule, fue poblado por los Campaces, super-poniéndose el territorio ocupado

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por los Colorados, de manera que para Balboa unos y otros son los mismos, pero con diverso nombre. De tal manera que para este cro-nista los límites de los Compaces serían: por el Norte los Niguas, por el Sur Los Guancavilcas, por el Este Los Panzaleos (Sigchos) y por el Oeste los pueblos marinos.

Jacinto Jijón y Caamaño, plantea que entre los pueblos de la actual provincia de Chimborazo (Puru-háes) y los del litoral, se encontra-ban gente de idioma Cayapa – Co-lorado; a inicios del siglo 20 todavía los Colorados llegaban a Quevedo y las inmediaciones de Babahoyo. Este historiador asegura que has-ta 1835 las poblaciones cercanas a Baba, las de Pucheri, Nausa y Chilintomo estaban pobladas por Colorados y no por Huancavilcas. Los indios marítimos se entendían todos entre sí, eran pueblos Huan-cavilcas y su idioma era semejante al Puruhá.

Para Marcelo Quishpe, (1999) quien hace un estudio sobre la provincia de Los Sigchos, la re-gión Yunga aparece asociada a los pueblos Sigchos, estos se encon-traban en varias poblaciones de “colorados niguas” bajo la doctrina de San Lorenzo de Sigchos. Du-rante el siglo XVI y XVII, los indios Sigchos conservaron íntegramente sus bienes territoriales, ubicados en diferentes contextos geográfi-cos, es así que, el Cabildo de Quito en el año de 1537 reconoció e hizo merced al “gobierno y señorío” de los “Cichos, Niguas y Colorados” en la persona de don Cristóbal Tu-zasanin quien los había poseído más de 76 años.

Entre las versiones de los candida-tos a caciques que son como prue-ba para legitimar los cacicazgos se menciona que los primeros caci-ques de Angamarca desde antes de la llegada de los incas, quien gobernaba fue Chunchucando. En el combate entre Angamarcas y

los Incas fue capturado por éstos junto con su hijo mayor Tiban y en-viados (desterrados) al Cuzco, le sucedió su hermano Cachitocan-do, pues Alonso Cunchi hijo menor de Chunchucando, era menor de edad y continuó la dinastía Cando hasta la época de Don Sancho Ha-cho.

El primer encomendero de Anga-marca fue Juan Lobato de Sosa, cuando se instauró la encomienda; al encomendero se le asignaba un grupo de indígenas, la cantidad de-pendía del lugar y debían pagar un tributo; en Angamarca se pagaba al inicio en oro, luego en especies, que podían ser: mantas, algodón, gallinas, ají, maíz, papas, entre otras. A Lobato le sucedió Juan Porcel, luego su hijo Lucas Por-cel, Diego Porcel, Bentura Porcel y otros

Es probable que los indios Sichos y Angamarcas mercaderes, a los que hace referencia Carranza, ci-tado por Jijón (1940), son los Colo-rados de la parte alta (de la Sierra) de Angamarca que bajaban a co-mercializar oro procedente de las minas de Macuchi, mientras que los colorados Yungas de la parte baja, intercambiaban, algodón, ají, sal y pescado seco.

Para Rita Díaz, en los años de 1727 y 1728 algunos Colorados estaban distribuidos en los pueblos de Nanegal, Cachillacta y Alambí. Para 1741 refiere otro grupo de Colorados, pero esta vez en San-to Domingo y San Miguel anexos al pueblo de Cansacoto. Menciona además que La Carta de la Provin-cia de Quito (1750) seguía regis-trando a dos grupos de Colorados, uno en Angamarca y otro en Santo Domingo.

Paul Rivet en 1907 sugiere que el territorio de Los Colorados, coin-cide exactamente con la zona en que se encuentran las tolas, que abarca la parte superior de los

Fuente: La Cultura Tsáchila en la Aldea Colorada Rescatey fomento de su identidad, 2009.

Comuna Territorio Hectáreas HabitantesBúa 2885 538Cóngoma 2104 620Chihuilpe 1231 359El Poste 1284 328Los Naranjos 448 210Otongo Mapalí 1300 166Peripa. 608 125

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valles y afluentes del Daule, Que-vedo y Babahoyo (Rivet en: Ramí-rez, 1996). Estrada (Ídem) también comparte esa idea y dice que la época de las tolas funerarias en la cuenca del Guayas, Daule y Ba-bahoyo, corresponde a la invasión de los indios Cayapas Colorados. Otto Von Buchwald en 1918, corro-bora que aún a principios del siglo XX, existe la presencia Tsáchila en zonas adyacentes a Quevedo en la parroquia Ramón Campaña y en las cercanías a Angamarca La Vie-ja (Navas 1990).

En honor a los Tsáchilas me permi-to resumir las características gene-rales de dicha nacionalidad.

LOS TSÁCHILAS

María Augusta Vargas, (2009) rea-liza el estudio sobre la nacionali-dad Tsáchila, y los ubica en la pro-vincia de Santo Domingo de Los Tsáchilas, tiene alrededor de 3000 personas que ocupan aproximada-mente 10.500 ha. Existen dos Go-bernadores: el Democrático que es elegido en las urnas, y el Vitalicio, que es auto proclamado como tal, ambos representan a las siete co-munas.

Las siete comunas Tsáchilas son las siguientes:

Por tradición, el Gobernador tie-ne varias responsabilidades, ejer-cía el poder nombrando jefes de sus grupos, estos jefes eran poné (hombre sabio, sanador, respon-sable de la salud de la comuni-dad). Actualmente la dirección de cada comuna es compleja, en su

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interior tienen el Cabildo con un presidente, eligen un secretario, un tesorero, y un síndico. Tienen además tenientes vinculados a la Gobernación Tsáchila y mantienen relación directa con las autorida-des del Gobierno Central.

Según este estudio el antiguo modo de vida estaba basado en la extracción de recursos del bosque, mediante la caza, la pesca, la re-colección la producción de alimen-tos en las chacras aledañas a sus viviendas. Actualmente su modo de vida está articulado al mercado y su economía monetarizada; la caza y la pesca son escasas por-que la fuente de estos recursos ha ido desapareciendo, algunos viven en zonas urbanas, ya no practican actividades agrícolas, mientras que los que viven en el campo to-davía realizan actividades relacio-nadas con su medio. Los ponés o curanderos gozan de una situación económica que en ocasiones se puede decir que es holgada pero hay familias que tienen serias pri-vaciones o necesidades. La cerca-nía a la ciudad y el contacto con otros patrones culturales ha propi-ciado el abandono de sus creen-cias, conocimientos y costumbres,

Miembros de la nacionalidad Tsáchila y vivienda “colorada” (Fotos M. Augusta Vargas).

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como el uso del atuendo tradicio-nal, la arquitectura, alimentación y la celebración de sus festividades y ceremonias ancestrales.

CONCLUSIONES

Han sido algunos los investigado-res interesados en esta Cultura y que han proporcionado aportes valiosos que han permitido deter-minar el espacio geográfico y las condiciones de vida que tenían es-tos pueblos que pertenecieron a la Cultura Milagro-Quevedo.

Quienes habitaban la actual pro-vincia de Los Ríos, eran los Yun-gas Colorados y los Huancavilcas; los primeros ocupaban territorios de la parte alta y baja de la región de Angamarca, debido a los dife-rentes pisos ecológicos, a diferen-cia de que los colorados de arriba eran serranos y los de abajo eran yungas o de tierras calientes. Los Huancavilcas, los Quilcas y Moca-ches, que aparecen en los mapas antiguos, probablemente sean tri-bus Huancavilcas vecinos de los yungas.

El señorío étnico que describe Contero en la recién fundada “Ciu-

dad de Castro”, en los alrededo-res de Quevedo, y que vivían en montículos y que los cronistas denominaron Yungas Colorados es el mismo grupo étnico que los arqueólogos denominaron Cultura Milagro – Quevedo, que con la in-cursión española, poco a poco fue-ron abandonando sus tierras para adentrarse en las montañas de la actual provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas.

La Cultura es cambiante y de las manifestaciones culturales de los Tsáchilas que practicaban hace 60 años, son pocas las que se man-tienen y las que persisten tienen ciertas variaciones producidas por el contacto con otras culturas de los occidentales y es muy difícil mantener una identidad cultural de hace 500 años, después de haber sido objeto de varias etapas de in-cursión, que además de apropiar-se de sus territorios, lo hicieron de su cosmovisión.

Toda la riqueza cultural e históri-ca que se refleja a través de este trabajo, debería llevarnos a poner énfasis por conocer y defender nuestra identidad.

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Foto del Banco Central de Guayaquil, lugar donde reposan las piezas arqueológicas.

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HUACACHOTUNAUbicación y localizaciónEl complejo arqueológico Chotuna - Chornancap está situado a 8 Km. al Oeste de la ciudad de Lambaye-que, a 4.5 km. aproximadamente de la línea de la playa de San José, ubicado en el Distrito, Provincia y Región Lambayeque. Zona coste-ra del norte peruano.

El complejo arqueológico limita: Por el Norte: Comunidad Campe-sina de Mórrope (Distrito Mórrope); por el Sur: Comunidad Campesina de San José (Distrito San José); por el Este: Campos de cultivo y ciudad de Lambayeque (Distrito Lambayeque); por el Oeste: Cam-pos de cultivo y el Océano Pacífico (Distrito de San José y Mórrope).

Descripción de los compo-nentes del sitioEl complejo Chotuna – Chor-nancap es uno de los principales monumentos arqueológicos, que se conserva casi intacto a pesar del paso de los años y la acción depredadora del hombre.

Ubicado a 8 km. al oeste de la ciu-dad de Lambayeque, se emplaza sobre una extensa llanura areno-sa, cubriendo un área aproximada

TRONO SAGRADOEN CHORNANCAP,

UN TEMPLO DE LA CULTURALAMBAYEQUE - PERÚ

de 95 Hectáreas, la superficie está formada generalmente por la pre-sencia de dunas estables, algunas de las cuales se hallan sepultando parcialmente importantes estruc-turas arquitectónicas; otras posi-blemente han cubierto totalmente edificaciones o rasgos arquitectó-nicos menores. De los reconoci-mientos superficiales realizados se constata la presencia de posibles áreas de cementerios y áreas de viviendas, por la evidencia en los sectores donde se aprecian restos de osamentas humanas, de frag-mentería de cerámica dispersa e intensa actividad doméstica.

El entorno que rodea el área ar-queológica monumental, está de-finida actualmente por campos de cultivo dedicados al sembrío de arroz, algodón y de productos de pan llevar, sin embargo entre estos terrenos, también se ven montícu-los arqueológicos, apreciándose la ubicación de algunas viviendas en los límites del área arqueológi-ca, sobre todo por sus lados sur y este, mientras que hacia el oeste apenas a 4 kms. se ubica el litoral del Océano Pacífico.

El complejo Chotuna está definido principalmente por una estructura de adobe de forma tronco – pira-midal, de 40 m. de altura aproxi-madamente; hacia el frente oeste se inicia una larga rampa circunfe-

Panorámica de gran parte del complejo arqueológico Chotuna - Chornancap.

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rencial por los lados oeste, norte y este de la pirámide hasta llegar a la parte superior de la misma. Hacia el oeste, cerca de la rampa, se aprecian los restos arquitectóni-cos de lo que fue un gran recinto rectangular, habiéndose registrado evidencias que se trataría de un espacio dedicado a desarrollar di-versas actividades artesanales y de especialización, posiblemente talleres (Donnan, 1989). Hacia el lado sur-este del monumento, se ubican grandes espacios amuralla-dos de forma rectangular, construi-dos con adobes de regular tama-ño, cuya función aún no es clara, debido a la falta de investigaciones ya que se presentan como simples corralones o posiblemente áreas para actividades rituales y admi-nistrativas, que debieron deman-dar grandes concentraciones de personas. Hacia el lado nor-este y formando parte de este complejo, también se observan otras estruc-turas platafórmicas de menor volu-men que la pirámide principal, co-nocidas con los nombres de Huaca Gloria, Huaca Susy y Huaca Norte.

Arqueólogo Carlos Wester (Perú)

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HUACACHORNANCAPTeniendo como antecedentes las últimas excavaciones realizadas en el año 1984, dirigidas por el Dr. Christopher Donnan de la Univer-sidad de California UCLA – USA, con su equipo de arqueólogos ob-tuvieron el registro del denominado patio con murales polícromos, ubi-cado en el frente noreste del edi-ficio principal del Templo de Chor-nancap. Se consideró necesario, en la temporada 2009, reiniciar las excavaciones arqueológicas de este sitio.

UbicaciónChornancap, forma parte del Com-plejo Arqueológico de Chotuna, se ubica dentro de las coordenadas U. T. M. 614255 E y 9257639 N, a 1.5 km, al Oeste de Chotuna, a 3 km del litoral marino y a 17 m.s.n.m. Comprende una zona arqueológi-ca intangible de aproximadamente 21 hectáreas.

DescripciónEs una estructura tronco piramidal de 70 m. de largo por 50 m. de an-cho, con una altura aproximada de 25 m., de planta rectangular alar-gada con eje Este – Oeste, con un desnivel hacia el Este, que se conecta con una rampa central en forma de “T” (Donnan: 1989, 1990 a y 1990b) (Lámina 01).

En el frontis este del edificio deli-mitado por una rampa, se apre-cian tres niveles platafórmicos, el

Huaca Chotuna.

primero de ellos a la altura de la superficie actual del área agrícola, el segundo a una altura de 8 m. y el último superior de 25 m. aproxi-madamente. Hacia el lado norte de Chornancap, existe un corredor de-terminado por el profundo talud de la huaca y una pared que en el eje Este - Oeste se emplaza a 6.50 m., del frontis norte de Chornancap, determinando un corredor de 12 m. de profundidad con respecto a la superficie actual. Producto del aca-rreo eólico la arena ha cubierto una importante área, con arquitectura visible en una superficie que fuera parcialmente excavada en la déca-da del 80 por Christopher Donnan, que le permitió reportar no sólo la arquitectura final sino sucesivas fases de ocupación y remodela-ciones, sobre todo, un patio con elaboradas pinturas polícromas realizadas sobre la pared superior este a manera de “cenefa”, que reflejan una bien desarrollada tra-dición artística y colorística, con escenas de amplia diversidad de imágenes y composiciones. Estos murales polícromos de acuerdo a la referencia realizada por Donnan (1989), pertenecerían a la fase in-termedia del Complejo Chotuna Chornancap, fechada entre 1100 a 1300 d.C.

Nuestra intervención se inició con la reapertura de aquellas áreas ex-cavadas por Donnan en el frente norte de Chornancap, planteando además una excavación contigua al Oeste del patio de los murales polícromos. Esta área de 20 por 10 m. se excavó totalmente logrando definir una compleja arquitectura que al parecer correspondería al último momento constructivo y a una fase posterior al funcionamien-to de los murales.

Excavaciones en la Plata-forma NorteLos resultados obtenidos durante las excavaciones en Chornancap, nos revelan importantes elementos arquitectónicos y decorativos, que

Lámina 01,Panorámica oeste - este de Huaca Chornancap.

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nos aproximan a entender el mar-cado carácter religioso y político que tuvo el sitio en las diferentes etapas constructivas.

El Trono Sagrado de Chor-nancapLa excavación al oeste del patio de los murales polícromos, nos permi-tió identificar un área de singular y excepcional calidad arquitectónica y simbólica, que muestra al centro una pequeña plaza en el eje norte - sur, abierta al norte con acceso a través de un vano que conduce a una pequeña rampa, la que permi-te el ascenso hacia una plataforma baja con banquetas laterales em-plazadas al este y oeste respecti-vamente; hacia el frente principal de esta plataforma existe un altar a manera de una banqueta longi-tudinal, en cuyo centro se aprecia una estructura bajo la forma de un trono, tiana o asiento con su res-pectivo respaldar.

Lámina 02. Vista de norte a sur de la plazay el trono sagrado en su fase final.

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Tanto al frente del trono como de-lante de las banquetas laterales, existen unos pequeños depósitos cuadrangulares distribuidos simé-tricamente en un número de 17 a cada lado, de igual manera se han dispuesto ordenadamente hacia la proximidad del altar uno a cada lado del trono y otro asociado a este que suman un total de 35 pe-queñas estructuras (Lámina 02,03 y 04).

Lámina 03. Planta de trono sagrado en fase final.

Los lados de la plataforma presen-tan corredores a manera de acce-sos de restringida circulación, que unen el altar del trono con el área de ingreso al norte. Junto al ac-ceso principal se aprecian a cada lado (este y oeste), dos pequeñas estructuras como altares y/o pe-destales que definen la forma de una media Chacana con círculo central. Este elemento constituye un distintivo singular, que hace que el recinto del trono adquiera una connotación de alto contenido re-ligioso, por el profundo simbolismo que la arquitectura representa (Lá-mina 05, 06 y 07).

Lámina 04. 3D plaza y trono sagrado en fase final en Huaca Chornancap.

Lámina 07. Recreación de Naylamp en el trono de Chornancap (Leonidas Guevara Ramirez).

Lámina 05. Vista de pódium este, previo a la plaza y al trono sagrado en Chornancap.

Lámina 06.3D de pódium este, previo a la plaza y el trono sagrado en Chornancap.

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Hacia el lado sur este del altar y trono, se emplaza una estructura cuadrangular como un pequeño recinto que denominamos provi-sionalmente como “Sacristía” por su significado y la proximidad que tiene al altar del “trono”. Presen-ta acceso al norte, a través de un sistema de gradas de tres pasos hacia la izquierda del ingreso en la pared; se ubica en un pequeño al-tar o reclinatorio invertido en cuya pared principal muestra un rectán-gulo, que al interior presenta restos de un friso con la representación de un felino, con círculos concén-tricos en la cola y patas inferiores.

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Actualmente sólo se conserva la parte de la cola y extremidades posteriores. Sospechamos que este diseño estaría simbolizando al “animal lunar”, importante deidad costeña presente en la iconografía Lambayeque, que está representa-do en vasijas de línea fina y apare-ce desde épocas tempranas (Mac-key y Vogel 2003) (Lámina 08). Este pequeño recinto (Sacristía) está dividido en dos espacios: el primero, inmediato al acceso que incluye el friso del felino y una es-pecie de banqueta con respaldares que simulan ser el asiento que re-cibió sólo dos individuos a la vez y el otro atravesando un vano, en cuya parte posterior se aprecia un área más reducida determinada por una “mesa” de barro. En su pa-red sur se observan tres columnas de algarrobo enlucidas y pintadas de color rojo, éstas indudablemen-te debieron soportar el techo del recinto que llamamos “Sacristía” (Lámina 9 y 10).

Lámina 08. Altar o reclinatorio invertido con friso en relieve con la representación de felino

Lámina 9. Vista de sur a norte del recinto “Sacristía” AR

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Lámina 10. Detalle de columnas de algarrobo en su parte central, pertenecientes a “Sacristía”

Hacia el exterior de este recinto, existe una pequeña plataforma muy baja en forma cuadrangular, que perteneció a la fase tardía de esta área, donde se desarrollaron actividades vinculadas a la meta-lurgia, en razón a las evidencias de quema, toberas y hoyos de gran-des vasijas que hemos identificado (Lámina 11 y 12).

Fase IntermediaContinuando con la excavación y con la finalidad de tener una mayor idea de la evolución constructiva que ha tenido el espacio sagrado del “trono”, excavamos al centro de la plaza cerca a las banquetas, logrando identificar una pequeña rampa que define una fase previa en la que no existen las banquetas laterales, y desaparecen los pe-queños cubículos, quedando sólo el que se ubica frente al “Trono” (Lámina 13, 14 y 15).

Lámina 12. Detalle de tobera hallada cerca de la plataforma cuadrangular.

Lámina 11. Detalle de plataforma cuadrangular ubicada delante de sacristía, véase improntas de vasijas.

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La conexión de la Fase Interme-dia con la “Sacristía” se produce al este, por un acceso en la pared oeste del recinto, que conecta el área del altar y el trono con el re-cinto, a través de un vano y gradas que en la Fase Final fue clausura-da. A esta Fase Intermedia al igual que la Fase Final se asocia el patio de las pinturas polícromas.

La limpieza del relleno que sepul-taba la capa blanca del muro, nos permitió identificar algunos grafitis entre los que se puede mencionar-se un personaje de alta jerarquía, un guerrero, un individuo que lla-mamos “El Decapitador o Sacrifi-cador” en razón de que porta una cabeza en cada mano, y finalmen-te una maqueta de arquitectura clási-ca de la Cultura Lambayeque (Lámina 16).

Fase Tardía del Templo del TronoRepresentada por un color verdo-so característico del enlucido, que constituye una constante en toda el área de Chornancap y Chotuna, mientras que para la Fase Inter-media, el enlucido es de color gris claro.

El altar del “Trono” muestra hacia los lados los hoyos de los postes que soportaron el techo, construi-do exclusivamente para este es-pacio sagrado, así como para la sacristía. Al profundizar la excava-ción, debajo de la Fase Intermedia hemos identificado una Fase Anti-gua, que está asociada a paredes de color amarillo intenso, que de-terminan un espacio cuadrangular a mayor profundidad. El frente sur de esta fase, está determinado por una pared delgada, pintada de amarillo con dos vanos simétrica-mente dispuestos en los extremos. En la cabecera de este muro se aprecia un elemento decorativo a manera de cenefa geométrica con diseños “escalonados” en forma de muro “almenado” con elemen-tos elaborados en color blanco, Lámina 15. 3D de plaza del trono sagrado de la fase

intermedia

Lámina 13. Planta de la plaza del trono sagrado, corresponde a la fase intermedia

Lámina 14. Vista - este oeste de rampa perteneciente a la fase intermedia

Lámina 16. Detalle los grafitis del paramento este en el patio de los murales policromos

Lámina 17. Vista norte – sur de recintos y muro decorado con elementos escalonados en Chornancap

(foto Christopher B. Donnan).

Lámina 18. Elementos escalonados hallados en escombros, en el trono fase temprana.

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dispuestos a lo largo del muro sur y posiblemente a los lados este, oeste y probablemente al norte. Estos elementos decorativos se asemejan a las evidencias arqui-tectónicas, registradas en la déca-da del 80 por Christopher Donnan, en el extremo noreste del sector 2, a unos 100 metros de distancia del recinto principal del trono (Lámina 17, 18 y 19).

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Lámina 19. Detalle de paramento enlucido y pintado color amarilloy con elementos escalonados de color negro.

En la fase temprana (amarilla) sospechamos que debió existir también un altar con un “Trono” techado, evidentemente que esta constituye una proyección siguien-do el patrón definido recientemen-te en la Fase Intermedia y Fase Tardía.

En el extremo sur del patio de los murales, las excavaciones realiza-das por Christopher Donnan, re-velaron una fase antigua previa al de los murales, conformada por un muro orientado de este a oeste, de 4.90 m. de largo por 0.45 m. de an-cho, cuyo paramento norte se ca-racteriza por presentar una deco-ración en forma de círculos en alto relieve, encerrados dentro de hor-nacinas, de forma cuadrangular, que miden 70 cm. de ancho por 78 cm. de alto, pero lamentablemente se encuentran parcialmente des-truidas por algún fenómeno pluvial ó tal vez por la mano del hombre (Lámina 20, 21 y 22).

Lámina 22. 3D hipotético del murodecorado con frisos circulares

Lámina 20. 3D de la fase temprana mostrandolos elementos escalonados y el trono sagrado.

Lámina 21. Detalle de muro con frisosen círculos dentro de hornacinas

Estos elementos se ubican en la parte anterior al muro donde se encuentran las pinturas polícro-mas.

EL TRONO DE CHORNANCAPEscenario ritual o espacio de poderNuestras excavaciones en Chor-nancap durante el año 2009, han sido sumamente importantes y con resultados significativos, que nos permiten entender el valor del mo-numento arqueológico y la relación con las actividades religiosas que se han desarrollado. La arquitectu-ra de la plaza con el Trono Sagra-do de Chornancap, nos ubica en

una dimensión diferente, donde la existencia de los escenarios revela las posibles actividades que allí se desarrollaron, orientados por los elementos decorativos de los sím-bolos religiosos representados y obviamente la presencia humana.

El Trono de Chornancap fue en su momento un espacio privilegiado y destinado al uso de una autoridad de status jerárquico, físicamen-te la estructura está asociada al funcionamiento del Templo Chor-nancap ó Huaca Chornancap. Evi-dentemente que la plataforma con el trono, el altar, la sacristía y los elementos decorativos, no sólo se articulan físicamente, sino que for-man parte de un espacio y/o con-junto religioso que está determina-do por la Huaca, como el espacio para el ancestro, el trono como el escenario para la autoridad que ejerce y ostenta el poder; frente a este poder, aparece un elemento fundamental como es la dualidad, expresada en los pedestales o al-tares que tiene la forma de la mitad de la Chacana con círculo central; la que está al este representaría el elemento solar, la tierra, elemento masculino y la que está al oeste el elemento lunar, el mar y el gé-nero femenino. Estas chacanas unidas forman la imagen comple-ta de la cruz andina que articulan los espacios, las dimensiones, los territorios, los ciclos estacionales, al tiempo que se traducen en un concepto ideológico en América andina que llamamos dualidad y complementariedad (Lámina 23).

Lámina 23.Chacana con elementos al que se asocianen la Ideología Andina.

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Hemos realizado una rápida re-visión de los diversos temas que aparecen en el Arte Moche, (Ho-cquenghen 1987, Donnan 1975), representados en botellas de línea fina y otros materiales que simbo-lizan escenas rituales, ceremonias y actividades que a nuestro juicio, debieron mantener su continuidad en la tradición Lambayeque (Cul-tura Lambayeque), como producto de la evidente trasmisión de ras-gos, costumbres y hábitos que se heredan de una civilización a otra, sobre todo si estas formaron parte de un escenario geográfico y pai-sajístico común, que en nuestro caso es la costa norte.

El Trono de Chornancap nos su-giere la posibilidad por un lado, de explicar su configuración espa-cial y estructuración arquitectóni-ca desde la óptica de la forma, el diseño y la construcción (técnicas y materiales).

De otro lado, nos aproxima a la búsqueda de explicaciones sobre uso y función, más allá del solo he-cho de identificar el espacio para el personaje principal que se empla-zó en el Trono, nos interesa sobre manera conocer qué tipo de activi-dades ha presidido trasmitiendo su poder y autoridad.

En la búsqueda de explicaciones de la funcionalidad de este espa-cio sagrado, encontramos un tema que en el Arte Moche está referido al ritual de entrega de ofrendas de conchas Spondylus y Conus, que son transportados en camélidos y traídos desde el extremo norte para ser presentados ante el altar del Señor, como testimonio del culto al agua y el poder que este personaje tiene sobre ella (Lámina 24).

Acaso los “oficiantes” al presentar las ofrendas habrían exclamado ante el Trono del Señor: ¡Ponemos el agua en tus manos simbolizada en estas conchas exóticas, que la naturaleza prodigiosa solo le con-fiere a gobernantes de tu estirpe! Esta recreación textual la efectua-mos, porque no podemos escapar o sustraernos a nuestra interpreta-ción imaginaria, sobre todo si conta-mos con una escena recreada como la animación adjunta (Lámina 25).

Otro tema está referido a la clásica presentación de una copa conte-niendo la sangre de un prisionero sacrificado previamente y que es elevada ante el Trono del personaje principal (Señor) por otro de menor rango, que presenta esta ofrenda como testimonio de la reafirmación del poder y autoridad del señor que es “dueño” de la vida y de la decisión sobre la muerte, tal como se grafica en la imágenes adjuntas (Lámina 26 y 27).

Lámina 25. 3D de la entrega de ofrendas de concha Spondylus al personaje principal.

Lámina 24.Escena de la iconografía Mochica representando la entrega de conchas conus a personaje importante.

Lámina 27. Escena de la iconografía Mochica representando la entrega de una copa conteniendo sangre de un prisionero-

Lámina 26. Escena de la iconografía Mochica representando desfile de prisioneros y la entrega de una copa ante el trono el personaje principal.

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Un tercer elemento para correla-cionar el significado y uso de los tronos en el antiguo Perú, apa-rece en un cuchillo ceremonial de oro perteneciente a la Cultura Lambayeque, cuya hoja laminada termina en una forma semilunar y en el extremo opuesto que es la empuñadura, aparece la imagen escultórica de un personaje “se-midivino” conocido como el Dios Naylamp (Kauffman Doig 1989, 1992), ricamente ataviado, lleva tocado semilunar, a la altura de las espaldas, orejeras y pectoral; está sentado con las piernas flexiona-das totalmente, descansando so-bre lo que sería un trono. Lleva en la mano derecha una esfera y en la izquierda un cuchillo ceremonial o tumi. Este es una clásica represen-tación que alude simbólicamente al estatus y jerarquía suprema de este personaje y a la relación que tiene con los elementos que porta en las manos, que al parecer esta-ría vinculado al poder y a la luna,

Lámina 28. Deidad Lambayeque sentado en el trono representado en un cuchillo ceremonial o Tumi

Lámina 29. 3D de personaje principal sentado en el trono cogiendo con una de las manos una esferay con la otra un cuchillo ceremonial.

tratándose de uno de los elemen-tos más importantes que preside la vida religiosa de los hombres, sus autoridades y los ancestros (Lámi-na 28 y 29).

En la Fase Final del Trono, se de-fine la estructura como tal, donde se sitúa la autoridad religiosa que controla un calendario ceremonial que denominamos “Tiempo”, y que está determinado por los peque-ños recintos o cubículos existentes junto a la banqueta de la plaza del trono, 17 a cada lado y cuatro adi-cionales dispuestos simétricamen-te; 17 elementos al este pueden in-dicar días y/o semanas de rituales solares; y los 17 al oeste días y/o semanas de rituales lunares, mien-tras que en la parte inferior, donde aparecen los altares y pedestales de media Chacana, con círculo central se reitera el poder sobre la tierra, el mar, el día, la noche, el sol, la luna, lo masculino y feme-nino. Todo esto como un concepto

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de dualismo y complementariedad que llamamos “Espacio”. Por lo tanto nuestra conclusión preliminar sobre este escenario sagrado, es que la autoridad Lambayeque ins-talada en el Trono, presidió rituales de culto al ancestro que es la hua-ca a través de un calendario cere-monial, que demandó un entorno simbólico que reafirma el poder y estatus del personaje que lo ocupa y la jerarquía del escenario.

Los elementos arquitectónicos y los rasgos estilísticos así como al-gunos materiales, nos aproximan a ubicar el escenario en la época Lambayeque Clásico de los siglos X al XI d.C., no obstante las próxi-mas excavaciones podrán reforzar nuestra propuesta. De otro lado, un comentario especial merece, que en la fase final las dos banquetas paralelas que conforma la platafor-ma baja, debieron servir para reci-bir e instalar a un grupo específico de “personalidades” y “oficiantes” de jerarquía religiosa, que partici-paron en un ritual presidido por el personaje principal instalado en el trono, tal como se puede apreciar en la imagen adjunta (Lámina 30).

Lámina 30. 3D representando a una escena de oficiantes de jerarquía religiosa precedido por el personaje principal

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Evidentemente que la existencia de las banquetas con los peque-ños cubículos delanteros, dan la idea del repentino cambio del ca-rácter de este espacio hacia una dimensión más pública, donde la denominada “Sacristía” ya no se relaciona directamente con la pla-taforma y el altar del trono, al clau-surarse el acceso que los comuni-caba por otro hacia el exterior del muro perimetral este.

El Recinto de las Pinturas Po-lícromas en ChornancapLos murales polícromos fueron pintados en la parte superior de un patio cuadrangular abierto in-tencionalmente al sur, con dimen-siones de 21 m. norte- sur y 20 m. este-oeste. En medio del paramen-to este del muro perimetral oeste, hay una “hendidura vertical” o vano clausurado que divide la pared en dos segmentos, que propicia tam-bién el cambio de la escenografía polícroma representada (Lámina 31 y 32). Debajo de la “cenefa” po-lícroma a una altura de 2.70 m. se ubica el piso del patio de los mura-les; toda la pared oeste se halla en-lucida por una capa blanca y este

revoque cubre algunos segmentos que previamente estuvieron pinta-dos de color negro, indicando que bajo esta capa blanca podía existir una superficie pintada, que hoy se halla cubierta por el enlucido blan-co.

El paramento norte del muro peri-metral sur del patio de los murales, mantiene en un segmento la conti-nuidad de las escenas polícromas, interrumpiéndose dramáticamente como producto de una destrucción originada por algún fenómeno alu-vial, ó tal vez intencionalmente por la mano del hombre. A diferencia de la pared oeste, esta, no presen-ta la capa de enlucido blanco, tal parece que el enlucido blanco es usado en los paramentos este de los muros orientados al oeste, dan-do una señal que dicha orientación estaría relacionada con el mar tal como sucede con el muro polícro-mo, en el templo de la Ola Antro-pomorfa, es decir el color blanco representaría al mar.

En líneas generales, las imágenes plasmadas en los diseños de los murales muestran un sorprendente

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Lámina 32. Reconstrucción 3D del vano de acceso del patio de los murales al área del trono sagrado

Lámina 31. Vista donde se muestra la llamada hendidura o posible acceso clausurado en el patioo de los murales (foto tomada por Donnan)

colorido, producto de la armoniosa combinación de colores como rojo, amarillo, verde oscuro, verde cla-ro, negro y blanco que provienen de origen mineral (Donnan, 1989). Para elaborar los murales no es claro si es que los artistas hicieron un boceto previo en la pared antes de pintar el mural; no hay eviden-cia de líneas incisas o trazos que podrían indicar este tipo de trabajo preliminar; sin embargo, es posi-ble que usaran “carbón” y que por ello no hayan quedado las líneas del boceto (Donnan 1989). Todos los murales parecen haber sido pintados de la misma manera con los mismos pigmentos aplicados, siguiendo la misma secuencia. Asimismo, el estilo es consistente en todos ellos, sugiriendo que el trazo se hizo para formar una uni-dad. Hay una clara distinción entre los objetos, personajes y acciones pintadas en la pared sur y los que están en la pared oeste.

A pesar de que las escenas por razones de conservación no se encuentran completas, se puede identificar claramente personajes y elementos que mantienen un sentido o dirección que le da mo-vimiento a la acción, es decir los personajes van de perfil interrum-piéndose de forma alterna por un personaje de alto estatus que mira al frente, éste a diferencia de los demás aparece recurrentemente y está ornamentado con corona, orejeras, pectoral, bastones en las manos y un cinturón que cae a am-bos lados de su cintura en forma escalonada (Láminas 33, 34 y 35).

Los personajes que complemen-tan la escena, parecen tratarse de guerreros con armas que asisten a un desfile de prisioneros, llevados con sogas amarrados al cuello y en algunos casos (cabezas trofeo) en las manos. Al parecer el punto de convergencia de estos desfiles, re-sulta ser una plataforma baja don-de se halla descansando un felino, el cual podría tratarse de la “criatu-ra lunar”.

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Es sumamente complejo efectuar por ahora una descripción detalla-da y pormenorizada de cada uno de los personajes y participantes de esta escena (seres antropomor-fos, ornitomorfos, etc.), sin embar-go, podemos certificar de que se trata de un importante ritual desa-rrollado en la zona y que tiene su momento culminante en el recin-to de los murales polícromos y el Trono Sagrado. No obstante, he-mos ejecutado una reconstrucción aproximada de la escena, hacien-do uso de fotos proporcionadas

Lámina 33. Escena de la pintura mural representando un desfile de prisionero , guerreros y cabezas trofeo en el patio principal

Lámina 35. Reconstrucción en 3D de escena del patio de los murales en Chornancap

Lámina 34

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generosamente por Christopher B. Donnan, y con otras imágenes de la iconografía Lambayeque.

Así mismo, de la evaluación del arte mural en la costa norte, se puede precisar que existe una téc-nica y tradición que se mantiene durante un largo tiempo en la zona, prueba de ello son las semejanzas estilísticas con los murales de Ucu-pe (Alva y Meneses 1984) el mural de Huaca Loro (Shimada 1995) y el mural de la Ola Antropomorfa en Chotuna.

Los Grafitis del Patio de los MuralesEn la pared oeste del Patio de los Murales excavadas parcialmente por Donnan en la década del 80 y al profundizar nuestras excavacio-nes hasta el piso al cual se asocia este recinto, hemos identificado en el segmento sur de la hendidu-ra, cuatro grafitis que se asocian al momento del abandono de la función principal del patio que co-rresponde a las pinturas murales y a la fase final de la plataforma y el altar del Trono. Por sus caracterís-ticas, las imágenes representadas se asocian estilísticamente a la época Lambayeque. Por razones metodológicas le hemos asignado un número arábigo a cada uno de ellos. Al primer grafiti lo denomina-remos Grafiti Nº 1, que pertenece a un personaje de alto estatus con corona y tocado semilunar con or-namentos (aparentemente armas) en las extremidades superiores, así mismo un pectoral y toda la vestimenta típica Lambayeque, como por ejemplo la camisa de forma trapezoidal; se trataría del mismo personaje representado en la cenefa de la pintura mural poli-croma. (Lámina 36).

Lámina 36. Detalle de Grafiti Nº 1representando un personaje de alto status

El Grafiti Nº 2 se trata de un perso-naje en posición de perfil, con un ornamento (arma) en la mano de-recha, corona y tocado semilunar, un detalle significativo del rostro de este personaje, muestra un per-fil hacia ambos lados. Tanto en el

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Grafiti Nº 1 como el Nº 2, se apre-cian elementos comunes como los tocados y las armas, que son atuendos que generan el estatus y la identidad del personaje, por lo que se tratarían de oficiales y per-sonajes de rango (Lámina 37).

El Grafiti Nº 3 corresponde a un personaje excepcional a simple vista, se trataría del llamado “Deca-pitador ó Sacrificador” en la época Mochica. Es un personaje que lle-va un tocado simple; en cada una de las manos porta una cabeza es-quematizada en forma de triángu-lo. A cada una de las cabezas las está tomando del cabello y podría tratarse del epílogo del desfile de los prisioneros, representados cla-ramente en las pinturas polícromas ubicados en la cenefa del patio de los murales (Lámina 38).

Lámina 38. Detalle de Grafiti Nº 3 representando un personaje: “El Decapitador ó Sacrificador”, similar a divinidad conocida desde la fase Moche Temprano (A)

Finalmente el Grafiti Nº 4, es una imagen de un templo Lambaye-que, con la clásica alegoría en la parte superior al cuerpo del ave en picada, en el centro aparece un vano de acceso que indica que estamos en la representación de una fachada, y el entorno del grafiti está determinado por símbolos esca-lonados (Lámina 39).

La búsqueda de elementos com-parativos nos ha permitido iden-tificar una vasija existente en las colecciones del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia de Pueblo Libre (Lima), en la que aparece representada una fachada similar con vano central y elementos decorativos en forma de relieves de círculos, olas y símbolos escalonados, tal como se aprecia en las fotos y la ilustración adjunta (Lá-mina 40, 41 y 42).

Lámina 39. Detalle de Grafiti Nº 4 representando un templo Lambayeque

Lámina 37. Detalle de Grafiti Nº 2representando un guerreo

Lámina 40. Botella representando fachada de un templo

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Lámina 41. Recreación de lámina anterior,fachada de un templo con elementos decorativos de círculos,olas y símbolos escalonados.

Lámina 42. Detalle de muro decorado con elementos escalonadosen Chornancap (foto tomado de Donnan)

Posterior a la elaboración de los grafitis, probablemente como parte del ritual del cierre o cubrimiento de la pared de las pinturas y los grafitis, se edifica un muro con pa-ramento externo hacia el este que sepulta la fase de los elementos decorativos. Así mismo, la llamada hendidura por Donnan (1989) se trata de un vano clausurado, cuyo sello corresponde a la construc-ción del muro final que sepulta la pintura polícroma (Lámina 43).

La tradición oralUn elemento complementario y significativo a la evidencia arqueo-lógica del Trono Sagrado de Chor-nancap lo constituye la tradición oral, recogida por Miguel Cabello de Balboa en 1586 y luego por el cura de Mórrope y Pacora Justo Modesto Ruviños y Andrade en 1782, que registraron respectiva-mente una de las tradiciones ora-les más importantes del antiguo Perú, que narra el arribo a las pla-yas de la hoy caleta de San José, de un personaje legendario llama-do Ñaymlap, quien habría sido el fundador simbólico de la dinastía del antiguo Reino de los Lambaye-que. Este relato contiene una valio-sa información relacionada con las tradiciones y costumbres de dicho pueblo, como es el caso de la na-vegación marítima, composición cortesana, modalidad y proceso de colonización, sucesión dinástica, nombres de personajes y escena-rio, patrones funerarios de élite, costumbres religiosas, tradiciones conyugales, entre otras.

El relato del arribo de Ñaymlap narra implícitamente el reordena-miento del pueblo Muchick que al parecer coincidiría con el “decai-miento” de la Cultura Moche en la costa norte del Perú. Fue tanto el prestigio que debió alcanzar Ña-ymlap, que primero su pueblo lo representó en una serie de mate-riales y escenarios y que posterior-mente los españoles bautizaron a este pueblo con el nombre del ído-

Lámina 43. Paramento este del muro este que sella las pinturas policromas en el patio o recinto principal.

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lo, que representaba a este caudi-llo: Llampallec conocido hoy como Lambayeque.

La Leyenda de Ñaymlap, nos brin-da información sobre nombre de lugares, escenarios y personajes de alto rango que en el pasado habrían arribado, vivido y goberna-do en este ámbito conocido como Chotuna – Chornancap, lo que nos permite sostener en forma provi-sional, que algunos de los perso-najes citados en la Leyenda o los descendientes de ellos, podrían haber usado en el marco de su je-rarquía y autoridad divina, el Trono

Lámina 44. Recreación de personaje en trono de Chornancap

Lámina 46. Vista arqueológica del trono en Chornancap

Lámina 45

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Sagrado de Chornancap y desa-rrollado complejos rituales como parte del culto a los ancestros, sa-crificios humanos, culto a la fertili-dad, recepción de ofrendas y otras. (Lámina 44 y 45).

Puede significar también que aque-llos que proclamaron tener descen-dencia de Naylamp (el mítico funda-dor de la civilización Lambayeque), en realidad existieron, y usaron el discurso mítico para reafirmar su poder, en una especie de legitimiza-ción. Sólo la investigación multidis-ciplinaria y sostenida podrá ayudar a revelar este misterio.

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INTRODUCCIÓNEl yacimiento arqueológico Santa Ana-La Florida (cantón Palanda, provincia de Zamora Chinchipe), fue descubierto hace ocho años por investigadores del IRD (Insti-tuto Francés de Investigación para el Desarrollo), bajo la dirección del Dr. Francisco Valdez. Desde aquel entonces, el estudio del yacimiento –realizado por el IRD en el marco de un convenio de asistencia téc-nica con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC)-, no ha dejado de revelar hallazgos cada vez más sorpren-dentes para la arqueología de la Amazonía y del mundo andino en general.

Efectivamente, percibida como un medio hostil a partir de la llegada de los conquistadores europeos, la Amazonía fue relegada a un se-gundo plano a nivel político y so-cial (Taylor, 1988), y considerada como un espacio poblado de for-ma tardía por grupos caracteriza-dos por manifestaciones culturales menores (Meggers, 1966). A partir de los años 60, las investigacio-nes llevadas a cabo por Lathrap

HACIA UN AFINAMIENTO DE LA SECUENCIA CRONOLÓGICA MAYO-CHINCHIPE:RESULTADOS DE LA TEMPORADA DE EXCAVACIONES 2010 EN SANTA ANA-LA FLORIDA(CANTÓN PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE, ECUADOR)

Arqueóloga Catherine Lara I.

(1970) en la Amazonía norte del Perú comenzaron a cuestionar ra-dicalmente esta visión. Hallazgos posteriores contribuyeron a abogar por la hipótesis de Lathrap. El caso del yacimiento Santa Ana-La Flori-da es uno de ellos: con dataciones ubicadas hacia el 2 500 a.C. (4 500 a.p.) aproximadamente, este sitio fue asociado a la cultura Mayo Chinchipe, cuyo alto grado de de-sarrollo cultural ilustra de la forma más elocuente.

Santa Ana-La Florida consiste efectivamente en un complejo ar-quitectónico de piedra organizado, caracterizado por una necrópolis, un sector reservado a espacios do-mésticos, una gran plaza circular y un posible espacio ceremonial. La complejidad estructural de este centro revela la presencia de una organización política capaz de le-vantarlo (Lippi, 1998; Renfrew y Bahn, 1996). Esta complejidad se refleja en los ajuares hallados en la necrópolis, en donde se encon-traron objetos de cerámica, cuen-cos de piedra y cuentas de turque-sa de un asombroso refinamiento tecnológico y estético. Se hallaron además evidencias de agricultura y de intercambio a larga distancia

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con culturas de la Costa y del Nor-te del actual territorio del Perú, lo cual termina de confirmar el nivel de perfeccionamiento político, tec-nológico, económico e ideológico alcanzado por los Mayo Chinchipe (ver Valdez 2008ª, 2008b, 2009, 2010 y Valdez et al. 2005). Por otra parte, este florecimiento cultural se dio en un medio ecológico muy particular: la ceja de montaña o Alta Amazonía, más precisamente el piso altitudinal conocido como “bosque muy húmedo tropical” (Valdez, 2010), un medio hasta cierto punto hostil pero también in-mensamente rico en recursos na-turales.

Los resultados del estudio que se presentará a continuación son el fruto del trabajo conjunto entre el equipo del IRD y una consultoría contratada en el año 2010 por el INPC. Desde este punto de vista, constituyen una nueva etapa de la colaboración entre el IRD y el INPC dentro de la investigación del yaci-miento Santa Ana-La Florida. Esta primera participación del INPC en las excavaciones de Santa Ana-La Florida tenía como objetivo la investigación del eje nororiental del sitio, en el marco general de

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un mejor entendimiento de los mo-dos de vida de esta excepcional manifestación cultural amazónica. Efectivamente, desde el descubri-miento del yacimiento, y debido a su complejidad arquitectónica, sus componentes estructurales han podido ser excavados en un porcentaje relativamente bajo en comparación a lo que aún queda por descubrirse. El eje nororiental del yacimiento es –o era- una de las zonas de incógnita a nivel del patrón arquitectónico del sitio.

La siguiente –y brevísima- reseña de la investigación consistirá en una presentación de los compo-nentes arquitectónicos descubier-tos y del análisis de los artefactos encontrados en asociación a las estructuras expuestas, la cual fun-damentará una reflexión cronológi-ca y funcional del área intervenida y del yacimiento en general.

Material cultural: arquitectura y cerámicaEn total, el área intervenida y te-chada en esta temporada alcanzó aproximadamente los 1053 metros cuadrados de superficie. La estrati-

grafía de la zona presenta general-mente tres niveles: una capa orgá-nica inicial, un estrato de transición café oscuro y finalmente, un nivel amarillento. Se detectaron también áreas asociadas a actividades de quema, derrumbes y zonas de es-correntía. Sorprendentemente, los principales elementos arquitec-tónicos expuestos revelaron una sobre posición cronológica entre las épocas bracamoro (asociada a la cerámica corrugada), Tacana y Palanda (estas dos últimas fases pertenecientes al complejo cultural Mayo Chinchipe).

Inicialmente utilizado por Meggers en la descripción de un rasgo es-tilístico registrado en la cerámica Valdivia (Valdez, 2009), el término “corrugado” llegó luego a caracte-rizar un horizonte asociado al pe-riodo de Integración amazónica, en donde habría iniciado más concre-tamente a partir del siglo VI/VII de nuestra era (de Saulieu y Rampón Z., 2006). Guffroy (2006) asocia el horizonte corrugado a la familia lin-güística Jíbaro-Candoa; en Santa Ana-La Florida, se lo atribuye más concretamente al grupo étnico et-nohistóricamente conocido como Bracamoro. En la Amazonía del sur del Ecuador, la cerámica corru-gada se caracteriza por su aspecto tosco, lo cual a menudo la asocia a una elaboración doméstica (de

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Saulieu y Rampón Z., 2006; Val-dez, 2009). Su rasgo decorativo más representativo consiste en acordelados de arcilla intencio-nalmente evidenciados cerca de los bordes de los recipientes (de Saulieu, 2006), y/o en el cuello u hombro de las vasijas (idem; Val-dez, 2009).

La arquitectura bracamoro expues-ta en Santa Ana-La Florida durante la última temporada de campo –y asociada al estrato orgánico super-ficial- consiste principalmente en ocho acumulaciones de piedras, dispersas y de diversas dimensio-nes. Desgraciadamente, el amplio lapso cronológico abarcado por la ocupación bracamoro del sitio y la ausencia de contextos específi-camente fechables para esta fase imposibilitaron en esta ocasión de-finir secuencias cronológicas y/o funcionales precisas respecto al material recuperado durante la ex-cavación. No obstante, un análisis estadístico preliminar asociado a una breve información etnográfica/bibliográfica permitió sugerir la po-sible existencia de áreas de activi-dades colectivas y domésticas en la zona.

En cuanto a las fases Tacana y Pa-landa, de acuerdo a los estudios disponibles hasta el momento, la hipótesis más aceptada es que la

Fotos 1 y 2: vistas del sector noreste del área de estudio antes y después de la excavación.

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fase Palanda (ubicada hacia el 2 500 a.C. aproximadamente) ante-cede a Tacana (fechada en los alre-dedores del 280 a. C). Al ser, por el momento, exclusivas de la cuenca del Chinchipe, estas dos fases fue-ron establecidas por el equipo de investigación del IRD en el trans-curso de sus excavaciones y pros-pecciones sucesivas en la región. Como consecuencia, los trabajos de la misión arqueológica del IRD son los únicos que existen de mo-mento acerca de esta cerámica. A nivel estratigráfico, los fragmentos de la fase Palanda se encuentran a menudo en el nivel amarillento, mientras que los tiestos Tacana aparecen generalmente en la capa de transición. A pesar de compar-tir similitudes de pasta y morfolo-gías, las fases Tacana y Palanda se distinguen por los acabados de superficie y las decoraciones. A ni-vel decorativo, la cerámica Tacana se destaca por una alta incidencia de engobes y pinturas rojas o blan-cas, así como incisiones finas, e impresiones con diversos motivos geométricos. Por su lado, la pasta de la fase Palanda es monocroma, lo cual constituye una de las princi-pales diferencias con Tacana.

Así, dentro del patrón arquitectónico tacana, se descubrieron un complejo de muros y empedrados de acceso a la “gran plaza” así como seis estruc-turas circulares tempranas. La gran plaza constituye el rasgo mayor que caracteriza a la parte plana de la terra-za occidental del yacimiento. Se com-pone por un doble muro circular de piedra (40 m de diámetro) que rodea y diferencia el espacio no habitacional del sitio (Valdez, 2009 y comunicación personal).

Entre los elementos cerámicos diagnósticos de la ocupación Ta-cana, aparecieron fragmentos de recipientes de cuellos largos o rec-tos, ollas, cuencos hemisféricos, y diversos recipientes abiertos. Los hallazgos especiales de este mis-mo estrato de transición consistie-ron en un fragmento de cuenco lí-tico gris de borde con muescas, un fragmento de una eventual figura antropomorfa hueca con pastillaje y acanaladura (posible represen-tación de una oreja humana), dos cuentas de turquesa, dos “patas de cerámica” y un conjunto de fragmentos de pasta muy delgada, tipo “cáscara de huevo” (entre 1 y 1.5 mm). La muestra asociada a un contexto de huesos fáunicos car-

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bonizados y cerámica tacana dio una fecha de 210 aC. (2210 a.p.).Finalmente, entre los componen-tes arquitectónicos asociados a la fase Palanda, se destacan una pequeña plataforma de dos niveles con su graderío y su empedrado de acceso junto a cuatro estructu-ras semicirculares, cada una con niveles empedrados internos.

A nivel del material cerámico Palan-da, los bordes recuperados provie-nen de ollas pequeñas y de cuello corto, así como de cuencos. Cabe subrayar que la cerámica Palanda encontrada en esta última tempo-rada es idéntica a aquella resca-tada en los basurales de la misma fase identificados en excavaciones anteriores (Valdez, 2009), cerá-mica que difiere notoriamente de los recipientes finos usados como ofrendas en el contexto de los en-terramientos ubicados en la terraza este del yacimiento, y sugiere una función más bien doméstica de las estructuras del área nororiental del sitio. No obstante, a primera vista, la complejidad de la arquitectura de la plataforma, el empedrado y el graderío no evocan un simple uso doméstico, por lo cual no se descarta que –en último término-, dentro de la misma fase Palanda, este sector haya tenido al menos dos etapas de ocupación: la prime-ra, caracterizada por un uso de tipo doméstico, y la segunda, más bien ligada a actividades de tipo ritual. La muestra de carbón asociada al material cerámico recuperado en el estrato amarillento correspondiente a los cantos del empedrado central (BETA-287172) dio una fecha pro-medio de 1440 a.C. (3 440 a.p.).

Reflexiones finalesy conclusionesEn resumidas cuentas, esta última temporada de excavaciones en el

Foto 3: Base de vasija corrugada (V 14 [16; 21]; 2.14 m bajo BM).

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yacimiento Santa Ana – La Florida reveló sorpresas considerables, comenzando por la arquitectura del área nororiental, la cual eviden-ció tres niveles de sobre posición estructural. El primero -tardío-, conformado por acumulaciones de piedras de filiación bracamoro; el segundo, asociado a la última fase de la tradición Mayo-Chinchipe (Tacana), que consiste básicamen-te en las estructuras circulares del norte del área de excavación. Fi-nalmente, el tercero, asociado a la ocupación Palanda, se concentra en torno al sector oeste de la zona intervenida.

A nivel cuantitativo, la diferencia entre la cerámica Palanda y Taca-na rescatada en esta temporada de campo es mínima, lo cual sugie-re una densidad de ocupación de la zona poco más o menos similar entre una etapa y otra, teniendo en cuenta el sesgo estadístico que pueden conformar los diversos fac-tores al origen de la formación del sitio.

Esta “estabilidad” estilística y es-tratigráfica del material confirma por lo tanto la continuidad existen-te entre el grupo cultural asociado a la fase Palanda y aquel asociado a Tacana, continuidad que a su vez ratifica la existencia de una ver-dadera tradición Mayo-Chinchipe. Por otra parte, desde un punto de vista estratigráfico y cerámico, los contextos excavados en esta temporada corresponden a una transición entre las fases Palanda y Tacana, la cual aún no ha sido definida con certeza a nivel crono-lógico, pero de acuerdo a esta nue-va evidencia, podría estar situada alrededor del 200 a.C. (2 200 a.p.). ¿A qué se debe esta evolución es-tilística de Palanda hacia Tacana? En la espera de investigaciones adicionales al respecto, se puede atribuir este fenómeno a un cambio social propio de la dinámica misma del colectivo (Valdez, comunica-ción personal).

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Efectivamente, el esclarecimiento de los motivos que originaron la transición de Palanda a Tacana será sin duda alguna un paso más hacia un mejor entendimiento de la conformación de la tradición Mayo-Chinchipe como tal y por ende, del origen de la civilización andina en sí, tal como lo proponía Lathrap hace cinco décadas. El hallazgo de sitios del formativo tardío en la región de las actuales ciudades de Bagua y Jaén (Perú) por el arqueó-logo Quirino Olivera y su equipo –especialmente los sitios de San Isidro y Montegrande - contribuirá quizá a completar poco a poco el rompecabezas hipotético del de-sarrollo cultural de la cuenca del Chinchipe. Desde esta perspecti-va, la colaboración entre arqueólo-gos que trabajan en la zona fron-teriza entre la Amazonía de Perú y Ecuador, -colaboración que existe desde hace varios años ya gracias a la iniciativa de Francisco Valdez (Ecuador), Quirino Olivera y Ulises Gamonal del lado peruano- es más que nunca esencial. Así, el pasa-do mes de noviembre, tuvo lugar en Jaén el segundo lanzamiento del libro I er Encuentro de Arqueó-logos del Norte de Perú y Sur del Ecuador: Memorias, publicado por la Universidad de Cuenca a raíz de

este evento, que inició en Palanda en marzo del 2010. El acto reunió un grupo de arqueólogos ecuato-rianos y peruanos que trabajan en la región limítrofe entre la Amazo-nía peruana y ecuatoriana.

Del lado ecuatoriano, este estudio conjunto no se puede dar sin el im-plemento a largo plazo de un plan paralelo de investigación, conso-lidación y promoción del registro arqueológico. En el caso concreto de Santa Ana-La Florida, el INPC y sobre todo, el Ministerio Coordina-dor, han aportado en ese sentido. Desde su llegada al sitio, el equipo del IRD por su parte ha llevado a cabo un intenso trabajo con la co-munidad del cantón Palanda (ver Valdez, 2010). El pasado mes de noviembre de este año, Palanda tuvo la visita de dos museólogos asociados al IRD: el Dr. Yves Gi-rault y la Dra. María Isabel Orella-na. Conjuntamente al equipo de arqueólogos que trabajan en Santa Ana – La Florida, los museólogos elaboraron una propuesta prelimi-nar para la valoración del sitio y el conjunto del patrimonio arqueoló-gico del cantón Palanda, la misma que fue entregada a los represen-tantes culturales y turísticos tanto de la municipalidad de Palanda

Foto 4: Muro externo de la estructura y muro intermedio con sus dos ramales.

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como del Consejo Provincial de Zamora Chinchipe y desde luego, a las autoridades del INPC. Por otra parte, existe ya la propuesta de plan de gestión del yacimiento Santa Ana-La Florida elaborada por la UTPL en el año 2009.

El Consejo Provincial de Zamora Chinchipe es –al parecer- la enti-dad que mayor interés ha manifes-tado en el tema de la promoción turística del sitio. Sin embargo, un manejo óptimo del patrimonio arqueológico de la región exige la colaboración, orientación y super-visión de las entidades culturales a nivel local y nacional. En defini-tiva, las herramientas están ahí, lo único que falta de momento para impulsar y potencializar la riqueza patrimonial, científica y turística de Santa Ana-La Florida es actuar.

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Foto 5: fragmento de “pata” en cerámica hallada en la zona de acceso a la gran plaza (VIII 16 [1]).Foto: Francisco Valdez

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Figura 1: plano general del eje nororiental de Santa Ana-La Florida

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MUSEO DE LA HISTORIA Y LA CULTURA LOJANASBREVE HISTORIA DEL EDIFICIO DEL MUSEOUbicado en la plaza mayor, a través del tiempo ha sido propiedad de personalidades que tuvieron mucho que ver con el progreso de Loja. “En ella vivió Don Bernardo Valdivieso y González de las Heras”, fun-cionaron las oficinas de los Estancos de Alcoholes y Monopolios de Estado, con su fábrica de cigarrillos; se instalaron las oficinas y juz-gados de la Corte Superior de Justicia de Loja. Don Daniel Álvarez Burneo, legó esta casa a la ciudad para la educación de la juventud lojana. Cuando el edificio estaba próximo a colapsar, el Banco Cen-tral compró el inmueble para que allí funcione el Museo de Loja; la restauró en 1986, reabriendo sus puertas con un enfoque didáctico de la historia y la cultura lojanas. Actualmente pertenece al Ministerio de Cultura.

Tiene varias salas de exhibición:

1) SALÓN DE ARQUEOLOGÍA

Muestra aquel testimonio más evidente, tangible e importante de la cultura regio-nal, aquellos vestigios arqueológicos, representados por maravillosas y únicas piezas con cerámica y metal, recopiladas a través de la Colección Riofrío.

2) SALA ETNOGRÁFICA

Muestra el colorido del folclore, de la artesanía popular y sus manifestaciones culturales y festivas. La Etnia Saraguro, representa una de las recreaciones más variadas de la actividad artesanal de la provincia de Loja. En un imaginario viaje por su geografía, se puede apreciar la imagen poética y humana de una región multiétnica y pluricultural. La sala etnográfica se organiza sobre la base de la explicación de conceptos como: nación, etnia, nacionalidad, estado, objeto etnográfico y cultural.

3) SALA DEL ARTE

Presenta unas importantes visiones del arte barroco del siglo XVIII, además de la mejor expresión artística ecuatoriana, en los períodos colonial y republicano, en pintura e imaginería, arraigadas y el tema religioso, con el desarrollo del re-trato y sus peculiaridades morfológicas. Loja creó un bello arte sacro, guardado sobre todo en sus conventos y monasterios, pero también contribuyó con su producción minera, a dar brillo al deslumbrante decorado de sus iglesias.

4) SALA DE LOS PRÓCERES

En este espacio, se encuentran aquellos personajes que se destacaron en esta ciudad, que lideraron varios momentos históricos y del acontecer nacional. Se trata de una galería de músicos, escritores, políticos y otros prohombres, que contribuyeron al engrandecimiento del país durante el siglo XX.

5) SALA DOCUMENTAL

Biblioteca:Con cientos de volúmenes con temas lojanos y ecuatorianos, guardan también títulos y ejemplares de revistas especializadas, periódicos y el servicio de inter-net, en una amplia sala de lectura.

Musicoteca - Videoteca:Cuenta con varios cientos de casetes de audio y video y discos compactos de música: clásica, géneros latinoamericanos, andinos, norteamericanos y música popular ecuatoriana.

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INTRODUCCIÓN

Las evidencias más antiguas de presencia humana en el noroeste peruano están registradas en la Provincia de Talara (Departamento de Piura) (Richardson, 1978) y a grandes rasgos entre los valles del Río Zaña y del Río Chicama (De-partamentos de Lambayeque y La Libertad) (León Canales, 2007). En estos lugares, el hombre estaría presente en el Holoceno Tempra-no, es decir que sería posterior al fin de la última glaciación y a la ex-tinción de los grandes mamíferos de la megafauna pleistocénica. La ausencia de evidencia de coexis-tencia - o por lo menos de interac-ción - entre el hombre y la mega-fauna fue muy discutida en el caso de la llamada “Pampa de los Fósi-les” (Departamento de la Libertad). Este sitio de interés arqueológico y paleontológico proporcionó abun-dantes fósiles de la megafauna pleistocénica, sin argumentos con-vincentes para sugerir su contem-poraneidad con el material lítico de la industria llamada “paijanense” comúnmente encontrado a proxi-midad (Chauchat, 1987, 2006).

De manera general, la antigüedad del hombre en Sudamérica sigue siendo objeto de debates. Sin

LOS MAMÍFEROS CONTEMPORÁNEOSDE LOS PRIMEROS CAZADORES RECOLECTORES EN EL NOROESTE DEL PERÚ

Paleontólogo Jean-Noël Martinez (Perú)

embargo, existen ahora argumen-tos, a favor de una antigüedad de 15,000 años o más para el hombre sudamericano, por lo que los pri-meros cazadores recolectores en esta región del planeta hubiesen coexistido durante algunos miles de años con la megafauna pleis-tocénica (Dillehay, 1989, 1997; Waters & Stafford, 2007; Barnosky & Lindsey, 2010).

Imagen clásica de la megafauna pleistocénica de la Pampa argentina. El mayor desarrollo de las investigaciones paleontológicas en Argentina hizo que este tipo de escena fuera a menudo reprodu-cido con el título “La megafauna del Pleistoceno en Sudamérica”. En realidad, existen diferencias en la composición de la megafauna de una región a otra del continente sudamericano.

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El noroeste peruano tiene un abundante registro paleontológico de mamíferos cuaternarios que detallaremos a continuación. Nos enfocaremos sobre cinco departa-mentos: Cajamarca, La Libertad, Lambayeque, Piura y Tumbes. Salvo por escasas dataciones ab-solutas, rara vez es posible asignar una edad precisa a las localidades fosilíferas donde la megafauna ex-tinguida está asociada con espe-

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Hemimandíbula izquierda de Scelidodon, un perezoso terrestre, poco antes de su extracción (Pam-pa de los Fósiles, Departamento de La Libertad). Colecciones del Instituto de Paleontología de la

Universidad Nacional de Piura, Perú.

cies todavía existentes en la actua-lidad. Probablemente la mayoría de estos sitios son del fin del Pleis-toceno. Aunque no existe todavía evidencia física de la contempora-neidad del hombre con la mega-fauna pleistocénica en el noroeste peruano, es razonable pensar que los primeros cazadores recolecto-res en esta región hayan podido ver estos animales desaparecidos, lo cual no significa necesariamente que hayan intervenido en su extin-ción.

Más allá de la problemática de la coexistencia y posible interacción del hombre con la megafauna, el estudio paleontológico de las comunidades de mamíferos del Pleistoceno Terminal es suscep-tible de proporcionar información paleoecológica, contribuyendo a precisar las condiciones ambien-tales a las cuales se tuvieron que adaptar los primeros cazadores recolectores. De este punto de vista, los pequeños mamíferos, ta-les como murciélagos y roedores, pueden ser más informativos que los grandes mamíferos.

LOS MARSUPIALES

Sus restos fósiles son por el mo-mento extremadamente escasos en los terrenos pleistocénicos del noroeste peruano, con un solo re-gistro de Marmosa en Pampa La Brea (Lemon & Churcher, 1961).

LOS LITOPTERNOS

Los litopternos constituyen un orden extinto de ungulados nati-vos de Sudamérica (existen va-rios otros reunidos en el superor-den “Meridiungulata”). El nombre del orden Litopterna creado por Ameghino en 1889 significa “tobi-llos simples”, ya que a su autor le parecieron más sencillos que los de los caballos, con cuyos antepa-sados fueron confundidas las pri-meras especies descritas.

Los litopternos persisten hasta el Pleistoceno superior en la parte meridional de Sudamérica pero existen muy pocos registros en la región norandina. La única loca-lidad en el norte del Perú donde está presente un litopterno (Ma-craucheniidae) es La Huaca (Paita, Piura). Fechada radiométricamen-te (230Th/234U) a 304,000 años con una incertidumbre de + 54 000 / - 35 000 años (Falguères et al., 1994), La Huaca sería la más an-tigua de las localidades fosilíferas registradas en el Pleistoceno nor-teño, lo cual refuerza la hipótesis que, en la región norandina, los litopternos no hayan vivido hasta el Pleistoceno superior (Hoffstet-ter, 1952) y por lo tanto no hayan podido ser contemporáneos de los primeros cazadores recolectores.

Los Macraucheniidae eran cur-soriales. Su presencia indica un ambiente abierto de tipo pradera o sabana arbórea pero su tipo ali-mentario, ramoneador-pacedor o esencialmente pacedor, es conje-tural (Bond et al., 1995).

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LOS XENARTROS

Los edentados o xenartros (Supe-rorden Xenarthra), están represen-tados en el Pleistoceno norperuano por los perezosos terrestres (Su-borden Phyllophaga con dos infra-ordenes: Megatheria y Mylodonta) y más escasamente por los “armadi-llos” sensu lato (Orden Cingulata).Eremotherium laurillardi (Lund, 1842) es el Megatheriidae más co-mún en el Pleistoceno de la costa mientras que Megatherium está presente en la región andina (en Cajamarca, Megatherium celendi-nense Pujos, 2006). La familia Me-galonychidae está representada en el Pleistoceno terminal de Cu-pisnique (La Libertad) por Diabo-lotherium nordenskioldi Pujos, De Iuliis, Argot & Werdelin, 2007. Esta especie, cuya localidad tipo se ubi-ca en Puno (andes surperuanos) ilustra la adaptabilidad y la amplia distribución geográfica que pudie-ron haber tenido estos animales.

Referente a los milodontes, hay registro de Scelidotheriidae - Sce-lidodon chiliensis (Philippi, 1893) - en la costa, en Pampa La Brea (Ta-lara, Piura) y Pampa de los Fósiles

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Osteodermo del armadillo gigante Pachyarmatherium procedente de la localidad de La Encantada (Provincia de Morropón, Departamento de Piura). Es hasta la fecha el único registro en toda la región andina para este género conocido en la parte oriental del continente, en Brasil, Uruguay y Venezue-la. Colecciones del Instituto de Paleontología de la Universidad Nacional de Piura, Perú.

(La Libertad). Los Mylodontidae (Glossotherium) están presentes en la costa (Piura y Tumbes) y en la sierra (Cajamarca).

Los ambientes correspondien-tes son generalmente de pas-tizales o de áreas abiertas par-cialmente arboladas como lo sugieren las adaptaciones de Diabolotherium nordenskioldi para trepar árboles(Pujos et al., 2007). Debió haber una diferenciación de nichos entre especies simpátricas como la hay en la actualidad entre grandes herbívoros que compar-ten un mismo ecosistema (Bargo, 2001).

En cuanto a los Cingulata, el regis-tro fósil de dasipódidos (“verdade-ros” armadillos) en el noroeste del Perú se limita a la fecha al géne-ro Propraopus presente en la sie-rra de Cajamarca. Un pampaterio está abundantemente represen-tado en la costa desde Tumbes hasta La Libertad. La biometría de sus osteodermos permite atri-buirlo a Holmesina majus (Lund, 1842) (Martínez & Rincón, 2010). Una mención particular amerita la presencia en la localidad de La Encantada (Chulucanas, Piura) de Pachyarmatherium, género nunca antes mencionado en la parte oc-cidental de Sudamérica (Martinez et al., 2008). La biometría de sus

osteodermos permite atribuir esta forma a Pachyarmatherium tene-bris Rincón & White, 2007 (Martí-nez & Rincón,o.c.). Estos animales ocupaban ambientes de tipo pasti-zales o áreas abiertas parcialmen-te arboladas (Scillato-Yané et al., 1995).

LOS CARNÍVOROS

Los carnívoros (Orden Carnivora) del Pleistoceno norperuano están

Cráneo de jaguar (Panthera onca) procedente de Pampa La Brea (Provincia de Talara, Departamen-to de Piura). Los restos fósiles encontrados en este sitio corresponden a una forma más robusta que el jaguar moderno, por lo cual fue confundido con Panthera atrox, el león del Pleistoceno de Norteamérica, hasta que los trabajos de Kevin Seymour (1983) demostrarán que esta identificación estaba equivocada. Colecciones del Royal Ontario Museum, Toronto, Canadá.

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esencialmente representados en Pampa La Brea (Talara, Piura). Esta localidad es conocida por ha-ber proporcionado un yacimiento fosilífero tafonómicamente similar al famoso sitio de Rancho La Brea (California, U.S.A.).

Los afloramientos de asfalto fun-cionaron como trampas naturales, constituyendo un potente agente de concentración de los cadáveres y de preservación de los esquele-tos, en particular de mamíferos y aves (Lemon & Churcher, 1961; Churcher, 1962, 1965; Churcher & Van Zyll De Jong, 1965; Cam-pbell, 1979; Seymour, 1983; Cza-plewski, 1990; Martínez & Cadeni-llas, 2004; Cadenillas & Martínez, 2006; Oswald & Steadman, 2010; Seymour, 2010).

Una característica de estos yaci-mientos paleontológicos en asfalto (comparados con depósitos fosilí-feros en ambientes fluvio-lacustres o cársticos) es la mayor propor-ción de restos de carnívoros. En Pampa La Brea, tres familias de

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El tigre dientes de sable Smilodon fatalis se enfrenta con el lobo gigante Canis dirus, por un cadáver de caballo. Esta reconstrucción artística de una escena del Pleistoceno Terminal en California podría ser adaptada, mediante algunos cambios en el paisaje y la vegetación, para representar algo su-cedido en la Provincia de Talara (Departamento de Piura) hace 14,000 años atrás. Los primeros cazadores recolectores en esta región podrían haber presenciado esta escena. Mural de William Stout, San Diego Natural History Museum.

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carnívoros están representadas: Canidae (Canis dirus Leidy, 1858 y Lycalopex sechurae (Thomas, 1900)), Mustelidae (Conepatus ta-larae Churcher & Van Zyll De Jong, 1965) y Felidae (Smilodon fata-lis (Leidy, 1868), Panthera onca (Linnaeus, 1758), Puma concolor (Linnaeus, 1771) y Leopardus sp.) (Seymour, 1983, 2010).

Los carnívoros, en particular los grandes, suelen tener distribucio-nes geográficas amplias. El “Tigre Dientes de Sable” de Pampa La Brea no ha sido atribuido a Smilo-don populator Lund, 1842 (especie clásicamente señalada en Suda-mérica) sino a Smilodon fatalis (Leidy, 1868) (especie presente, al igual que Canis dirus, en Rancho La Brea, California) (Kurtén & Wer-delin, 1990).

La presencia de carnívoros en otras localidades fosilíferas del Pleistoceno norperuano es más anecdótica, siendo señalado Ly-calopex sechurae (Thomas, 1900) en San Sebastián (Piura) y Pampa de los Fósiles (La Libertad) y Ly-

calopex culpaeus (Molina, 1782) en Santa Rosa de Celendín (Caja-marca).

LOS PROBOSCIDEOS

Los proboscídeos (Orden Probos-cidea) son un grupo de mamíferos placentarios, que contiene solo una familia viviente en la actua-lidad denominada Elephantidae, la cual está representada por tres especies: el elefante africano de sabana (Loxodonta africana), el elefante africano de bosque (Loxo-donta cyclotis) y el elefante asiático (Elephas maximus). Es el legado muy pobre de un grupo aparecido hace 60 millones de años en Áfri-ca, con más de 15 familias total-mente extintas.

Es común la confusión entre los términos “mastodonte” y “mamut”. Los mamuts (género Mammuthus) eran muy cercanos parientes de los elefantes actuales, en particu-lar del elefante de Asia (Elephas maximus). El término “mastodonte” se refiere a la forma redondeada de las cúspides dentales, por opo-

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Algunos elementos del esqueleto del tigre dientes de sable Smilodon fatalis, procedentes de Pampa La Brea (Provincia de Talara, Departamento de Piura). En esta localidad, los fósiles vertebrados son a menudo fragmentados pero muy abundantes. Colecciones del Instituto de Paleontología de la Universidad Nacional de Piura, Perú.

sición a los elefántidos cuya super-ficie dental está constituida por una serie de crestas transversales. La palabra “mastodonte” no tiene un significado preciso en términos de sistemática porque se refiere a dos familias distintas: los mastodontes de Norteamérica (familia Mammu-tidae) y los de Sudamérica (familia Gomphotheriidae, ya diferenciada en Africa desde el Mioceno inferior, hace más de 20 millones de años).

Este orden fue más diversificado que en la actualidad hasta en tiem-pos geológicamente muy recientes. Hace menos de diez mil años, a finales de la última glaciación, aún quedaban dos especies de masto-dontes en América y varias más de elefántidos, entre ellas el mamut la-nudo (Mammuthus primigenius) de Eurasia y Norteamérica, el mamut de Columbia (Mammuthus colum-bii) y unas cuantas especies insula-res enanas de los géneros Palaeo-loxodon y Stegodon.

Los proboscídeos están represen-tados en Sudamérica por los “mas-todontes” Gomphotheriidae. La es-pecie más común presente en casi todos los yacimientos paleontológi-cos de vertebrados del Pleistoceno norperuano, es Stegomastodon waringi (Holland, 1920). Cuviero-nius hyodon (Fischer, 1814) solo está registrado, por el momento, en la localidad de Yamaluc (Chota, Cajamarca).

Stegomastodon waringi sería una forma adaptada a zonas de clima templado-cálido mientras que Cu-vieronius hyodon tendría prefe-rencia por climas templados-fríos, explicándose así su presencia en localidades de altura en la re-gión intertropical (Alberdi & Prado, 1995a).

LOS ARTIODÁCTILOS

Los artiodáctilos (Orden Artiodac-tyla) son mamíferos ungulados cu-yas extremidades terminan en un

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número par de dedos de los cuales apoyan en el suelo por lo menos dos. Los dedos más desarrollados son el tercero y el cuarto y, salvo en la familia de los hipopotámidos, son los únicos que se apoyan en el suelo.

Los Cervidae y los Camelidae son las dos familias de artiodáctilos más comunes en el Pleistoceno norperuano.

En cuanto a los Cervidae, Odo-coileus está presente en muchí-simas localidades, tanto costeras como de la sierra. Churcher (1962) mencionó también la presencia en Pampa La Brea, de una espe-cie atribuible al género Mazama, la cual junto con otras especies encontradas en este yacimiento, sugiere un ambiente más húmedo que en la actualidad.

El camélido extinto Palaeolama está presente también en muchas localidades norperuanas, tanto costeras como de la sierra.

Mucho trabajo de revisión está por hacerse en el material fósil de am-bas familias, para poder pretender hacer inferencias paleoambienta-les precisas.

LOS PERISODÁCTILOS

Los perisodáctilos (Orden Peris-sodactyla) son mamíferos ungu-lados que se caracterizan por la posesión de extremidades con un número impar de dedos termina-dos en pezuñas, estando el dedo central, que sirve de apoyo, más desarrollado que los demás.

Mención aparte de un tapir regis-trado en Pampa La Brea (Lemon & Churcher, 1961), los perisodáctilos del Pleistoceno norperuano son siempre representados por caba-llos. Equus (Amerhippus) santae-elenae (Spillman, 1938), especie adaptada a ambientes de llanura costera (Alberdi & Prado, 1995b),

está presente en muchas locali-dades de la costa, desde Tumbes hasta La Libertad. Probablemente el material todavía fragmentario encontrado en la sierra de Caja-marca, pertenezca a otra especie.

LOS QUIRÓPTEROS

Hasta la fecha, los pocos tamiza-dos realizados en sedimentos del Pleistoceno norperuano han per-mitido encontrar restos fósiles de murciélagos (Orden Chiroptera) en yacimientos cársticos en Celendín (Cajamarca) y en los yacimientos de asfalto de Pampa La Brea (Ta-lara, Piura). Solo han sido determi-nados a nivel génerico o específico los murciélagos de Pampa La Brea (Cadenillas & Martinez, 2004): Lo-phostoma silvicolum (d’Orbigny, 1836), Myotis sp., Eptesicus in-noxius (Gervais, 1841) y Eptesi-cus sp. La especie indeterminada de Eptesicus podría ser Eptesi-cus fuscus (Palisot de Beauvois, 1796), actualmente presente en la vertiente oriental de los Andes, lo cual traería un argumento más a favor de un paleoambiente más húmedo en la región de Talara du-rante el Pleistoceno superior.

LOS ROEDORES

El registro de roedores (Orden Ro-dentia) del Pleistoceno norperuano se limita generalmente a un macro-mamífero: el capibara Neochoerus. Las especies de pequeño tamaño, que constituyen la inmensa mayo-ría dentro de este orden, no suelen ser mencionadas y se quedaron prácticamente sin estudiar. Hasta hace poco, solo se solía mencionar dos géneros de Sigmodontinae, Sigmodon y Phyllotis, en Pam-pa La Brea (Lemon & Churcher, 1961). Akodon, Calomys, Phyllotis y Thomasomys, que están pre-sentes en el yacimiento cárstico de Santa Rosa de Celendín, en la sierra de Cajamarca (Pujos, 2002). Últimas prospecciones revelaron la presencia de un segundo relle-

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no cárstico (Martínez, 2010) donde están adicionalmente representa-dos numerosos restos de Cavia cf. tschudii Fitzinger, 1857. Los micromamíferos de Santa Rosa de Celendín 2 serían compatibles con un ambiente abierto parcialmente arbolado en un clima templado, congruente con la macrofauna asociada.

Aunque las posibilidades de inter-pretación paleoclimática son to-davía limitadas, la abundancia y la variedad de la fauna deberían permitir a futuro una buena resolu-ción en términos de reconstrucción paleoambiental.

CONCLUSIONES

Los macromamíferos, en particular los grandes herbívoros, al igual que los micromamíferos son suscep-tibles de ser indicadores del tipo de ambiente (bosque denso, bos-que ralo, pastizal, estepa, etc.) así como de las variables climáticas (temperatura y humedad), siendo probablemente los roedores más sensibles a cambios en estas va-riables para las reconstrucciones paleoecológicas se debe tomar en cuenta la totalidad de la fauna (no solo mamíferos) así como la flora porque también se dispone de gra-nos de polen o restos macrovege-tales.

Del punto de vista paleobiogeográ-fico, se puede hacer hipótesis de vías de migración de los grandes mamíferos que suelen tener dis-tribuciones amplias. Lo mismo se puede decir de los murciélagos por su capacidad a volar y expandir su territorio cuando las condiciones climáticas son favorables (caso de Pampa La Brea con presencia de por lo menos una especie de afini-dad amazónica).

Las comunidades de mamíferos pleistocénicos de la costa norte del Perú sugieren generalmente un clima más húmedo que en la

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actualidad. El estudio del registro fósil de micromamíferos (roedores y murciélagos), generalmente más sensibles que los grandes mamí-feros a los cambios climáticos, es sólo incipiente. No hay duda que un mayor conocimiento de estos pequeños mamíferos traerá mucha precisión a la reconstrucción de los ecosistemas y de los cambios cli-máticos alrededor de la transición Pleistoceno-Holoceno, de impor-tancia para entender el entorno natural de los primeros cazadores-recolectores en esta región del pla-neta.

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Los Cañaris de la región Lambaye-que se ubican sobre el macizo tec-togénico de la cordillera occidental de los Andes. La topografía es muy accidentada1. El distrito de Cañaris se encuentra localizado en la pro-vincia de Ferreñafe y su territorio abarca una superficie de 376,05 Km2, (37.605 Ha), que representa el 17,29 % del territorio provincial y el 2,64 % del regional. Sin embar-go, su extensión real llega a 69,000 Hectáreas. Por el aislamiento y el olvido de sus autoridades, ha he-cho que se incorpore administrati-vamente a otros distritos cercanos de manera espontánea. El proce-so de fragmentación territorial se da en la vertiente occidental del distrito. El territorio está dividido políticamente en 106 caseríos, y socialmente en dos comunidades campesinas: Túpac Amaru, al oes-te; y San Juan Bautista de Cañaris al este2.

Entender a los Cañaris de Lamba-yeque, es comprender en parte la historia de los Cañaris de Ecua-dor, para ello no podemos ver la historia de manera desmembrada y aislada del gran contexto his-

DIOSES, RETABLOS Y CAMPANAS EN LOS

CAÑARIS DEL NORTE DEL PERÚArqueólogo Julio César Fernández Alvarado (Perú)

tórico, que une a los Cañaris del Perú con los Cañaris de Ecuador. Es por esta razón que las crónicas más antiguas, hacen referencia a un grupo llamado Cañari, ya que el italiano Girolamo Benzoni3 registra a este pueblo con esa denomina-ción. Pedro Cieza de León4 conoce a este grupo cultural como Cañaris o Cañares. El Inca Garcilazo de la Vega5 los llama Cañari y Cañaris. Es un tema polémico saber, si Ca-ñaris, es nombre de un guerrero, el nombre de una planta, es una denominación impuesta por los es-pañoles o es un topónimo derivado de Cañar o de Caña, esto todavía está por dilucidarse.

Lo que conocemos, es que el Inca Pachacutec, tuvo un hijo llamado Túpac Inca Yupanqui, décimo Inca que gobernó el Tahuantinsuyu en-tre 1471 - 1493 d.C.6 viviendo a escasos 39 años de la llegada de Pizarro y sus huestes al Perú. Gar-cilazo de la Vega, narra el pasaje de la conquista de los Cañaris de Ecuador por parte de Túpac Inca Yupanqui, pero antes de conquis-tar la provincia de Cañari, conquis-tó a los Paltas en el trayecto, otro

grupo cultural de la zona ecuato-riana. Hecha la conquista de los Cañaris, tuvo a bien el gran Inca, entender y ordenar a los muchos grupos que se agrupaban debajo del nombre Cañari. El Inca asistió personalmente a la doctrina, ense-ñanza de sus ceremonias y leyes. Asimismo, invirtió mucho tiempo en dejar bien asentada, pacifica-da y tranquila a esta zona, de tal manera que las demás provincias no sujetas a los Incas, se dignasen a recibirlos como tal. Los Cañaris dieron tributo a los Incas, aumen-tando las tierras de labor, saca-ron acequias para regar, hicieron en aquella provincia todo lo que acostumbraban hacer en todas las que ganaban. Los Cañaris fueron muy buenos seguidores, tal como se demostró en las guerras en-tre Huáscar y Atahualpa. Aunque después, cuando los españoles in-gresaron, - afirma Garcilazo – uno de los Cañaris se pasó de bando y con su solo ejemplo bastó, para que ellos siguieran a los españoles y luego aborreciesen a los Incas7. Así como fue con los Cañaris, tam-bién sucedió con otros grupos ét-nicos sometidos por los Incas, que

1 Llatas Quiroz, Santos y Mario López Mesones. “Bosques montanos relictos en Kañaris (Lambayeque, Perú)”. Bosques relictos. Bosques relictos del NO de Perú y SO de Ecuador. Weigend, Rodríguez y Arana (Compila-dores). Rev. Peru. Biol. 12(2): 299-308. Facultad de Ciencias Biológicas UNMSM. Versión online: ISSN 1727-9933. http://sisbib.unmsm.edu.pe/BVRevistas/biologia/biologiaNEW.htm., 2005, p. 301.

2 Torres Bances, Leonor y Segundo Espinoza Hernández. “Realidades y Desafíos”. Nuevo enfoque para el desarrollo de las comunidades campesinas de Kañaris. Editor, Germán Torre Villafane. Centro de Estudios Sociales SOLIDARIDAD. Manos Unidas, Chiclayo, 2009, p. 19.3 Benzoni, Girolamo. La Historia del Mondo Nuovo (Relatos de su viaje por Ecuador, 1547 – 1550), Traducido por primera vez en lengua castellana por Carlos Radicati di Primeglio, Guayaquil, 2000, p. 122.

4 Cieza de León, Pedro de. Crónica del Perú, Primera Parte. Introducción de Franklin Pease G.Y. y Nota de Miguel Maticorena E. PUCP y ANH, Tercera Edición, Lima, 1996 (1553), p. 17.5 Garcilazo de la Vega, Inca. Comentarios Reales de los Incas. Librería Internacional del Perú S.A. Prólogo de Aurelio Miro Quesada S. Buenos Aires, 1959 (1609), p. 450-451.

6 Kauffmann Doig, Federico. Manual de Arqueología Peruana, Editorial Peisa, Lima, 1980, p. 567.7 Garcilazo de la Vega, Inca. Comentarios Reales de los Incas, p. 452.IN

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posteriormente se convirtieron en aliados de España.8

En las visitas realizadas a Ca-jamarca en 1567, 1571-1572 y 15789, aparecen las siete huaran-gas, entre ellas están: las de Bam-bamarca, Pomamarca, Chondal, Caxamarca, Guzmango, Chuqui-bamba y Mitimaes. Entendiendo por Huaranga a una unidad pobla-cional de 1000 familias y como Pa-chaca a una unidad poblacional de 100 familias. La última huaranga, en este caso la de Mitimaes, esta-ba conformada por cuatro Pacha-cas y su correspondiente lugar de procedencia, entre ellas aparece la Pachaca de Guayacondor, Caña-ris, Quechuas y Collasuyu.

Deidad de fuego contra la deidad de piedra.Estudiar el campo de las divinida-des no está alejado del territorio de las etnias o macroetnias, para ello Rostworowski10 al abordar el tema de las fronteras étnicas, afirma que es interesante e importante en el ámbito andino y representa un complicado sistema de recipro-cidades y complementariedades verticales y horizontales, muy dife-rente a la noción habitual de terri-torio usada en otras latitudes. Los límites de una macroetnia no com-prendían un territorio homogéneo ni definido, sino que correspondían a una posesión salpicada o discon-tinua en la que existía dos tipos de enclaves: los enclaves socioeco-nómicos o verticales enunciados por John Murra11 y los enclaves religiosos en torno a las huacas o divinidades más importantes, cuya influencia podía ser vertical u ho-rizontal.

Es valioso el aporte de Gamonal y Moscoso12 al registrar el mito de

Nina Masha en el caserío el Chorro en Cañaris; en el relato se cuenta que Nina Masha, quiso deshonrar a una joven, la misma que al que-rer hacerlo se convirtió en la Vir-gen María. Aquí se puede percibir el tema de la lucha entre el mundo nativo ancestral y el mundo católi-co. Cuenta el relato que Nina Mas-ha en el filo de la peña, estuvo a punto de realizar el acto sexual y la virgen le dio un tremendo punta pié que lo hizo rodar por el peñón. Nina Masha lleno de despecho y cólera, hizo arder toda la peña conforme iba rodando, la virgen no permitió que siga el incendio, transformán-dolo en un gran chorro que arroja agua por su boca y el ano. Dicen que Nina Masha para no ver la cara de la muchacha que lo despe-chó y acabó con su virilidad, que-dó tendido boca abajo, que es por donde discurre el chorro, y su ano está en la parte alta de la llanura donde nacen las aguas. De lejos se ve al Nina Masha tendido boca abajo, transformado en un gran chorro como castigo de la virgen, por no saber respetar la dignidad de las mujeres. Es necesario indi-car que Nina Masha según el que-chua, significa “yerno (hombre) de fuego o candela”. Alfredo Narváez analiza el tema de Nina Masha, en relación a un reporte que realiza Pedro Alva Mariñas para la zona de Cajamarca. Narváez13 propo-ne la hipótesis del fuego versus el agua, y sus manifestaciones en la tradición oral cajamarquina del “Hombre Candela”. Al caer el agua sobre el personaje, este “muere” y exclama: “…a partir de ahora me encontrarán en las piedras de los cerros y en los fósforos…”. Es evi-dente, - indica Narváez - la simili-tud de argumentos que corroboran la idea de una dupla de agua y fue-go que convive en unidad.

Al doblegar a los Huanca Vilcas de la zona de Ecuador, Túpac Inca Yupanqui, sujetó a sus jefes prin-cipales, entre ellos a uno llamado Nina Chumpi14. Nina significa fuego

8 Bravo Guerreira, Mª Concepción. 2003. “Sometidos al Cuzco y aliados de España. Grupos étnicos andinos ante la Conquista española”, Revista Española de Antropología Americana, vol. extraordinario, pp. 335-344.9 Remy Simatovic, María del Pilar. “Organización y Cambios del Reino de Cuismanco 1540 – 1570. Cajamarca”. Historia de Cajamarca. Tomo II, INC – CORDECAJ, 1986, p. 35-68.10 Rostworowski, María. Pachacutec Inca Yupanqui. IEP, Lima, 2006, p. 324.11 Murra, John. (1975). Formaciones económicas y políticas del mundo andino. IEP, Lima, 1975.12 Gamonal Guevara, Ulises y Lucero Francisco Moscoso. “Nina Masha”. Facetas. Año 32, Edición N° 58, Jaén, Perú, 2008, p. 32.13 Narváez Vargas, Alfredo. Dioses, Encantos y Gentiles. Introducción al Estudio de la Tradición Oral Lambayecana. Instituto Nacional de Cultura - Lambayeque, 2001, p. 36.14 Murúa, Fray Martín de. Historia General del Perú. Edición de Manuel Ballesteros Gaibrois, Crónicas de América, Dastín Historia 20, Madrid (España), 2001 (1617), p. 72.15 Gonzales Holguin, Diego. Vocubvlario de la Lengva General de todo el Perv llamada Lengua Qquichua o del Inca, con el Prólogo de Raúl Porras Barrenechea, Instituto de Historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Tercera edición, Lima, 1989 (1608), p. 121.16 Ballesteros Gaibrois, Manuel. “Introducción y notas”. Historia General del Perú. Fray Martín de Murúa, Crónicas de América, Dastín Historia 20, Madrid (España), 2001, p. 83.17 Gamonal Guevara, Ulises y Lucero Francisco Moscoso. “El Ninacuro”. Tupay Tupana y otros relatos del Alto Marañón. Editorial Filito, Jaén, 2008, p. 196.18 Montoya Peralta, Eddy y Guillermo Figueroa Luna. Geografía de Cajamarca. Departamento de Cajamarca. Provincias de San Ignacio, Jaén, Cutervo y Santa Cruz. Volumen I, Editorial LABRUSA S.A., Lima, 1990, p. 39.

o candela y Chumpi o Chhumpi, quiere decir color castaño oscuro, alazán o pardo15. Túpac Inca Yu-panqui, cuando realizó su viaje por mar desde la isla de la Puná hasta Manta (Ecuador), llegó a las islas de Hahua Chumpi y Nina Chumpi. Si Chumpi significa “faja de cintu-ra”, o sea cinturón y Nina es fuego, podemos decir – afirma Balleste-ros – que era una isla rodeada de fuego o con un volcán en erupción. Como Haua (Hawa con la ortogra-fía moderna) se traduce por lejano, puede referirse a una isla muy ale-jada del continente16. Esta afirma-ción puede tener sentido, siempre y cuando, se supiera ha qué isla se refería Murúa, hecho que no lo pre-cisa. En el caso de la palabra Nina está referida a fuego y a un dios, pero también es parte de nombres compuestos y denominación de isla, demostrando la trascendencia de este topónimo quechua.

En la tradición popular de Cutervo, en la región de Cajamarca, existe el relato de Ninacuro. Es un gusano tipo larva de incandescente vientre, que en las noches da una luz tenue de color verde. Aparece a los pies de la cama de la persona que está enferma, siendo la señal que morirá indefectiblemente. El Ninacuro vive en el suelo, en el día no aparece, por eso dicen que es el alma de alguien que va a morir. Nadie puede matarlo ni jugar con él, porque la barriga se le hincha y a media noche viene el alma del penante para arreglar cuen-tas con quien ha estado jugando con el Ninacuro. El Ninacuro es el gusa-no que produce luz en su vientre, es símbolo de almas penantes.17 El Ni-nacuro o Ninakuro, es un insecto que aparece en la región quechua, en la sierra norte del Perú.18

En el antiguo Perú, las piedras fue-ron muy importantes, a tal punto que existen relatos que hacen re-ferencia a piedras y a elementos que se convierten en piedras. Este comportamiento está asociado a cerros y a las conocidas huancas,

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que vienen a ser piedras sagradas, las cuales eran objeto de venera-ción en el mundo prehispánico pe-ruano. Así como para los antiguos mochicas, la palabra que signifi-caba piedra era “Pong”19, para el mundo andino quechua hablante, la palabra era “Rumi”, que igual-mente significa piedra. Los Cañaris de Ecuador, tenían como deidad a la Luna, pero también a ciertos árboles y a ciertas piedras jaspea-das20. Haremos el seguimiento de los Rumis en varias partes de la región de Lambayeque, espacio geográfico en donde hemos en-contrado este elemento, que es constante y reiterativo, pero que no es propiedad exclusiva de Lamba-yeque, sino que existió a lo largo y ancho de los territorios que abarcó el Tahuantinsuyu. Existen nombres compuestos con denominaciones que evocan a la piedra, es el caso de Rumi Ñaui que significaría ojo de piedra con nube21. Ruminaui fue capitán a las órdenes de Huayna Capac y Atahualpa.

Para entender que tiene que ver el topónimo Rumi con los Cañaris, hemos encontrado diversas deno-minaciones relacionadas a esta palabra, tales como: Aya Rumi, Nina Rumi, Morro Rumi, Cerro Sogorumi, Villa Rumi, Rumichaka, Puncurumi, Rumi Lanche y Toro Rumi. El conocer la relación en-tre cerros, piedras y hombres, nos ayudará a comprender cómo fue la cosmovisión del hombre de Caña-ris, la que se ha mantenido todavía a través de los siglos, gracias al aislamiento y la distancia que los separa de la costa.

Antiguamente en Cañaris, se te-nía conocimiento sobre una piedra que había sido traída de otro sitio, a la que la población tenía miedo, narra Joaquin Huamán Rinza22 y que muchos hablaban que debajo de ella, se encontraban sepultados los gentiles, quienes habían muerto defendiendo su territorio. Huamán Rinza, indica que aquel lugar era

cementerio de bravos guerreros, los que al ser derrotados habían sido enterrados allí y para que no puedan salir, la puerta de la fosa principal había sido tapada con una enorme piedra. Se dice que los es-píritus de estos siguen luchando; es por ello que la piedra botaba chispas. Para seguir evitando estos hechos, los pobladores contrataron los servicios de un maestro curan-dero, que luego de varias noches seguidas y de extremos esfuerzos, logró vencer a los espíritus que le daban fuerza. Es por esta razón que Aya Rumi significa “la piedra partida o la piedra muerta”. En el distrito de Cañaris, existe una versión que habla de una piedra llamada Nina Rumi, que estaba pegada al camino y que era muy mala; por las noches a eso de las once se llenaba de fuego, nacido desde su raíz y bastaba que uno la mirase para que al día siguiente no se pudiera levantar. Por años esta piedra enfermaba a la gente; sólo un maestro curandero, que durante tres noches seguidas; y con la ayu-da de buenos rampeadores, tuvie-ron que llevar más hierbas buenas y sustancias que de costumbre. Además, la mesa tuvo que ser he-cha con más piedras e instrumen-tos de acero y bronce de diferentes tamaños y formas. El maestro cu-randero y sus acompañantes, estu-vieron hasta el amanecer, logrando que las piedras de la mesa botaran chispas e hicieran arder a las espa-das y despertar la ira de los apus. En el cielo, aparecieron de pronto truenos y relámpagos que cayeron sobre Nina Rumi, con esto la de-rrotaron. Los antiguos la llamaron piedra con candela23.

En la tradición oral del pueblo de Cañaris, existe el relato de Mama Yacu24. Antiguamente se realizaba un culto a la Mama Yacu, que era la madre de las aguas. Este culto se efectuaba cuando escaseaban las lluvias, para ello los miembros de la comunidad se desplazaban hasta el cerro Kutílla para hacer el

pagapu a la Mama Yacu, sea para que no haya mucho verano o para que haya mucha lluvia y así pue-dan mejorar sus sembríos y tener mejores cosechas. El cerro Kutílla se encuentra cerca al cerro El Cho-rro, lugar sagrado en donde esta-ba Usya Rumi (o también llamado Qasay Rumi), que es la piedra del verano y de la lluvia.

En la memoria de los pobladores de Cañaris, existe el recuerdo del gran espíritu del pueblo Cañaren-se, llamado Qasayrumi, es el dios de la lluvia, que se encuentra a dos horas de distancia, en un bosque llamado Paltique. Allí se encuentra una piedra grande y blanca; la gen-te tiene una fe única en ese cerro y cuentan que este tiene espíritu, que Qasayrumi, es el hombre ma-cho que se encuentra en la monta-ña de Páltique, según se sabe, su esposa se encuentra en una de las provincias de Cajamarca. Cuando hay sequía una parte del pueblo viaja a Cajamarca a visitar a la es-posa de Qasayrumi; y antes que vaya a visitar a su esposa, tienen que avisar al pueblo. Ese aviso ya lo,conocía la gente mayor, a tra-vés de un sonido como un fuerte viento huracanado, muy potente que hacía ecos en otros cerros; sonaba fuerte, como un trueno pero más largo. Entonces cuando había sequía, la gente del pueblo se ponía de acuerdo para ir a ha-cer una reverencia a esa piedra; tenían que irse con las personas mayores que sepan rezar y lla-mar al espíritu de ese cerro desde Cajamarca para que vuelva y que venga la lluvia. Entonces, la gen-te se organizaba para llevar, cinco (5) granos de maíz blanco, cinco (5) granos de maíz amarillo, un cuy blanco, sino había cuy blan-co, tenían que llevar un cuy rojo de ojitos rojos, esos cuyes tenían que ser pequeños. Entonces ese era el fiambre que tenían que darle al alma del Qasayrumi y aparte de eso el maestro curandero que ha-cía el rezo, tenía que llevarle agua

19 Fernández Alvarado, Julio César, Motux. Historia, Tradición y Fe en el norte del Perú. Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, Facultad de Humanidades, Departamento de Humanidades, Chiclayo, 2007. Fernández Alvarado, Julio César, “Cerros, huacas y encantos en la costa norte lambayecana del Perú”. Perspectivas Latinoamericanas. Centro de Estudios Latinoamericanos, Número 5, Universidad de Nanzan, Nagoya, Japón, 2008, p. 96-110.

20 Garcilazo de la Vega, Inca. Comentarios Reales de los Incas, p. 452.21 Ludeña de la Vega, Guillermo. Vocabulario y Quechua utilizado por el cronista indio Felipe Guaman Poma de Ayala, Vol II, Perúgraph Editores S.A., Lima, 1982, p. 202.22 Huaman Rinza, Joaquin. Mitos y Leyendas de Kañaris. Ediciones Prometeo Desencadenado, Exploraciones Milenio S.A., Proyecto Cañariaco, Chiclayo, 2008, p. 18.

23 Ibídem, p. 19.24 Gamonal Guevara, Ulises y Lucero Francisco Moscoso. “La Mama Yacu”. Tupay Tupana y otros relatos del Alto Marañón. Editorial Filito, Jaén, 2008, p. 70.INMA

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florida, agua de cananga y otros olores para que pueda refrescar al cerro. Una vez terminado el rezo, la gente tenía que hacer la fiesta del regreso; osea, allí tenían que realizar la danza del Taki. La gente se iba con su charango a tocar di-ferentes ritmos y dar toda la vuelta alrededor de esa piedra; de igual manera también bailaban la danza de cascabeles, y tenían que dan-zar con todo el fervor, alrededor de la piedra, y bailar con la Chirimia. Si se hacía una buena ceremonia y aceptaba con cariño esa ofrenda, el espíritu de Qasayrumi regresa-ba. Al regresar de ese lugar a la media hora o quince minutos, la lluvia comenzaba torrencialmente. Ese ritual se practicaba hasta los años 1989 y 1990. Actualmente la gente mayor actualmente ha falle-cido y la juventud ya no hace este ritual25.

Existe otro relato acerca del cerro Qasay Rumi, que se encuentra a un costado del cerro Kutilla. Según se sabe, este cerro era de color blanco y los naturales lo compara-ban con el almanaque Bristol. Este cerro era el padre de la lluvia y del verano. Cuando se presentaban lluvias torrenciales, en señal de agradecimiento, los campesinos le llevaban un cuy vivo de color blan-co y como refresco, maíz molido también blanco, colocando al cuy en un corralito debajo de una pie-dra. En caso de que desearan que el tiempo se haga verano, llevaban un cuy colorado y maíz amarillo. Mientras el cuy estaba con vida, los cañarenses hacían su Taki, a una distancia de veinte metros, de-jando de danzar cuando el animali-to moría; si desaparecía, era signo de que la ofrenda era insuficiente. Hasta hace dos décadas todavía se hacía este ritual. Ir a Qasay Rumi para determinar las lluvias y el vera-no era una experiencia única26.

Existe un sitio llamado Morro Rumi27, que es considerado como un Morro de Piedra. Joaquín Hua-

mán Rinza28 nos cuenta el caso de un cerro conocido como Cerro Sogorumi, que su parte más alta miraba hacia el oeste con Ma-majpampa. Cuenta una leyenda29

que este cerro estaba cubierto por enormes árboles, juncos, gran va-riedad de arbustos y pastos por doquier. A esto se debía que no faltaban ganados de buena raza. En una ocasión, se dio la venta de un ganado y el comprador jamás volvió. Quedando el cerro abando-nado, porque en el cerro habitaba una criandera que la habían rapta-do. La criandera y dueña del cerro, quien cuidaba todo el paraje, había sido raptada y llevada al cerro Ce-lama, en Cajamarca. Allí vivía un gran señor con mucho poder y ri-queza, quien fue inquietado por los lugareños para que conquistara a la famosa criandera del Sogorumi, ya que en aquel lugar hacían falta las reses. En un inicio, al ver fra-casado su intento, empleó luego la influencia y el poder de buenos maestros curanderos. Es de este modo, que la llevan raptada. A pe-sar de todo, la criandera y dueña del cerro Sogorumi había vuelto en varias oportunidades, originan-do verdaderas luchas nocturnas, quitando el sueño a los pobladores de la Congona. En Cañaris existe un caserío llamado Villa Rumi, que vendría a ser la villa de la piedra o donde está la piedra, refiriéndose posiblemente a una huanca o pie-dra sagrada.

Uno de los caseríos de Incahua-si lleva por nombre Rumichaka, denominación que se divide en dos palabras: Rumi, que significa roca, piedra, pedregal, peñasco, huanca30 y Chaca, que quiere decir Puente. Rumichaka es el puente de piedra. En la comprensión del cen-tro poblado menor de Colaya, que le pertenece a la jurisdicción del distrito de Salas, se puede llegar a través de una trocha carrozable al caserío de Corral de Piedra, a un sector conocido como Puncurumi. Este es un topónimo quechua que

significa puerta de piedra, se trata de un gran bloque de piedra, de forma rectangular que está a 2063 m.s.n.m. Es una piedra sagrada o huanca que fue parte de un lugar de especial veneración en el pasa-do, en la zona alto andina lamba-yecana31.

En Cañaris existe el topónimo Rumi Lanche, que incluye el nom-bre de una planta llamada Lan-che, (Myrcianthes fragans) que traducido sería Lanche de piedra, caso similar a Huanca Vilca, que como bien sabemos Huanca, está referido a una piedra sagrada; y Vilca significa árbol. En el mundo de los Cañaris de Ecuador, existi-ron ciertos árboles sagrados. En el Museo de los Huanca Vilcas en la ciudad de Guayaquil, existe un gran árbol sagrado, que tiene más de cinco metros de alto, que contiene una serie de grabados. Como indicaba Garcilazo, para los Cañaris de Ecuador, existieron ciertos árboles sagrados, caso si-milar pero en condiciones diferen-tes sería Rumi Lanche. El lanche o lanchi es un árbol andino seña-lador de buen tiempo32. En esta misma línea se encuentra el tra-bajo etnográfico,que realiza Javier Rivera33, cuando trata el tema de los instrumentos musicales de Ca-ñaris, dando luces acerca del tema del árbol del lanchi o lanche. El tér-mino lanchi, incluido en el nombre de este instrumento, - indica Rive-ra - no pudo ser traducido por nin-guna de las personas que conoz-co en la región. Al mismo tiempo, todos conocen una planta llamada “lanchi”, un árbol maderable, que crece entre los 1600 y 3000 m. Su madera es muy resistente y tiene diversas utilidades. Es posible, aunque no seguro, que uno de los usos de esta madera haya sido –al menos así lo aceptan algunos de los interpretes- la fabricación del lanchi pinkullu, aunque es necesa-rio registrar más documentos para verificarlo.

25 Entrevista realizada por Julio César Fernández Alvarado, al profesor José Gaspar Lucero, natural de Cañaris, en la ciudad de Chiclayo, el 08 de enero de 2010.26 Huaman Rinza, Joaquin. Mitos y Leyendas de Kañaris, p. 14.27 Ibídem, p. 25.28 Ibídem, p. 27.29 Ibídem, p. 27.30 Torres Fernández de Córdova, Glauco. Lexicón Etnolectológico del Quichua Andino. Tomo III, Editorial Tumipanpa, Primera Edición, Ecuador, 2002, p. 89.31 Fernández Alvarado, Julio César, Motux. Historia, Tradición y Fe en el norte del Perú, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, Facultad de Humanidades, Departamento de Humanidades, Chiclayo, 2007, p. 67-69.32 Torres Fernández de Córdova, Glauco. Lexicón Etnolectológico del Quichua Andino. Tomo II, Editorial Tumipanpa, Primera Edición, Ecuador, 2002, p. 236.33 Rivera Andía, Juan Javier. “Aerófonos y membranófonos de Cañaris (Ferreñafe). Apuntes sobre los instrumentos musicales tradicionales de Lambayeque”, Revista Flumen, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, Chiclayo (Perú), 2010 (En prensa).

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Otra posible relación entre esta flauta y el “lanchi” podría asociarse al “culto” o carácter “sagrado” de este árbol en la zona. En efecto, en algunos parajes (de los que bien valdría la pena hacer un mapa) se veneran algunos “lanchis” cuya for-ma, es una cruz que recuerda a los habitantes de la sierra. Esta puede ser una de las razones por las cua-les, a veces, se prefiere poner, en vez de una cruz, un tronco de “lan-chi” en las tumbas de los cemen-terios. Estos árboles-cruces son discretamente visitados por aque-llos que les tienen fe, sobre todo al alba. En sus ramas, atan bolsas plásticas que contienen tierras de sus parcelas, lana de sus ganados e incluso cabellos de sus parien-tes. Además, al pie del tronco, se encienden velas, bien protegidas del viento por grandes piedras.

Estamos seguros que el árbol del lanche o lanchi, es un árbol sa-grado, teniendo en consideración los elementos históricos, etnohis-tóricos y etnográficos, que para la zona de los Cañaris del Perú, se puede comprobar. Los antiguos Cañaris del siglo XV que fueron dominados por los Incas, tuvieron como una de sus divinidades a ciertos árboles, uno de ellos para el caso de Lambayeque sería el ár-bol de lanchi.

En diversas zonas geográficas del Perú existe la presencia del lexe-ma Rumi, es el caso del distrito de Bellavista, en la provincia de Jaén, en el ámbito de la región Cajamar-ca; existe el relato de Toro Rumi34, se trata de un poblado que está cercano al caudaloso Marañón - según se cuenta - allí en noches de luna llena, entre el ganado, aparece un enorme toro plateado, que es de primera clase. Cuando los ganaderos se acercan por el lu-gar, el toro desaparece y se trans-forma en toro de piedra. Dicen que el misterioso toro es illa (objeto mágico de piedra, que representa un animal o planta, es símbolo de

la fertilidad. Los campesinos entie-rran las illas en los corrales, cuye-ros y huertos)35. El ganado aumen-ta rápidamente, los becerros son lindos, la mayoría plateados, en el hato no existen toros de ese color. En el poblado de Toro Rumi, existe un enorme toro de piedra, que en las noches toma vida y se convier-te en el fabuloso toro plateado.

Campanasy Retablos Todos los pueblos en España, América Latina y el Caribe, profe-san lo que se conoce como la re-ligiosidad popular, es el sentimien-to que tienen los pueblos de vivir su fe, expresada a través de las representaciones de cristos, vír-genes, santos, niños milagrosos, cruces, mártires, entre otras mani-festaciones católicas.

Todas las festividades religiosas católicas, están dentro del campo de la religiosidad popular, ámbito rico en tradición ancestral y tradi-cional de todos los pueblos, tenien-do como exponentes a sus santos

patrones locales, que han sido y son la expresión de algún milagro concedido. Las festividades cató-licas son la fuerza que une a los pueblos una vez cada año, signi-ficando encuentros y desencuen-tros, en el primero por la fe que ex-presan los fieles seguidores hacía un ícono católico; y en el segundo, por la degeneración que muchas veces se produce en estos tiem-pos, cuando la población prefiere la diversión a la devoción.

En la festividad de San Juan Bau-tista de Cañaris, que por cierto no es el único lugar en el Perú, en donde se rinde reconocimiento a San Juan Bautista, se encuentran las festividades de San Juan Bau-tista de Cutervo, de Chota, del po-blado de Huabal (San Felipe) en Piura, en el poblado de Las Jun-tas que está por la zona de Poma-huaca en el ámbito de Cañaris; y en varias localidades de la selva peruana. Esta fiesta de San Juan Bautista, se celebra el 24 de junio de cada año. Es importante desta-car que la religiosidad popular, es una parte de la identidad cultural de un determinado pueblo, por-que a través de ella se congregan, unen y comparten las personas,

Figura 1Campana con el grabado de 1721

34 Gamonal Guevara, Ulises y Lucero Francisco Moscoso. “Toro Rumi”. Tupay Tupana y otros relatos del Alto Marañón. Editorial Filito, Jaén, 2008, p. 89-90.35 Ibídem, p. 193.

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por las creencias que son el pro-ducto de su propia fe.

En la capital del distrito de Ca-ñaris, está la iglesia de San Juan Bautista de Cañaris, que por cier-tas características propias del arte religioso estaría relacionado con la época virreinal. El recinto religioso tiene un campanario, en donde encontramos tres campa-nas, una pequeña y dos del mismo tamaño. En la segunda y tercera campana, aparecen unas inscrip-ciones que han sido moldeadas sobre la misma; en la segunda de ellas, se puede leer la siguiente inscripción: SOY-D-D-MIGEL-D-LEONYRIBERA”, lo que significa es: “Soy de Don Miguel de León y Ribera”; y en la tercera campana aparece otra inscripción que dice: “ERA ELAÑOD1721-D-M” el tex-to sería el siguiente: “Era el año de 1721” (Figura 1). En el caso de la primera inscripción sería el nombre de la persona que donó la campana a la iglesia; y el otro, es un dato histórico de la campana, que sustentaría con mayor fuerza que la iglesia ya existía desde ini-cios del siglo XVIII. En el espacio que abarca el altar mayor de la iglesia, se encuentra una estruc-tura de madera de dos cuerpos, que está conformada por diversas imágenes católicas y el santísimo. Tiene como elementos decorati-vos columnas salomónicas y el retablo es un tallado muy particu-lar en esta parte andina de Lam-bayeque. Por sus características estaría asociado al siglo XVIII, po-siblemente de la misma época de la campana. Es importante indicar que el retablo del altar mayor, fue pensado por una mente hispana, pero elaborado con mano nativa del lugar. En el tallado aparecen figuras conocidas como “cariátides” o “at-lantes”, que aparecen en la parte superior del retablo, pero en este caso, son ángeles femeninos, debi-do a que muestran los senos pro-pios de una mujer. Es probable que la orden religiosa que estubiera por

Figura 2. El sol, cristo crucificado de Cañaris y la luna

estos parajes andinos de Lambaye-que, podrían haber sido los Francis-canos, debido a que fue la primera orden religiosa que sentó las bases iniciales de lo que es ahora la capi-tal de la región Lambayeque.

Hacía el costado izquierdo del al-tar mayor, mirándolo frontalmente

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se encuentra otro pequeño retablo, que protege al Cristo crucificado de Cañaris. Este cristo muestra el sol y la luna (Figura 2), que es la representación de los astros que siempre aparecen en las imágenes católicas, referidas por ejemplo, al señor de los milagros. Lo singular de esto, es que estos astros están

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por debajo de la cruz y no sobre ella. Así mismo, el sol sonríe y la luna igual. El sol es rojo con deste-llos amarillos y la luna es amarilla y crema. El sol mira frontalmente y la luna mira de perfil. Existe ade-más el Cristo grande y un Cristo pequeño.

La Fiesta de San Juan Bautista de CañarisLa fiesta de San Juan Bautista de Cañaris se inicia con las fiestas previas que organiza la municipa-lidad del distrito un día antes de la misma. Una banda recorre las ca-sas de los mayordomos principa-les, antes de la ceremonia religiosa y popular, durante gran parte de la tarde del día miércoles 23 de junio hasta la noche del mismo día.

A partir de las seis de la tarde, los mayordomos acompañados de la banda típica, están con su res-pectiva bandera en la entrada de la iglesia. La fiesta se inicia con la salida de las imágenes de los santos hacía la puerta de la igle-sia por parte de sus mayordomos, entre ellos está el Santo San Juan Bautista de Cañaris y el Santo San Juan Bautista de la Agüita; el primero es una imagen de mayor estatura que el segundo. Para ello los mayordomos, proceden a limpiar a cada una de las imáge-nes, desde que se inicia el proce-so ceremonial, hay una banda que en todo momento con tambor y dulzaina, acompaña esta celebra-ción. En el ingreso a la iglesia exis-te un grupo de mujeres mayores, adultas y algunas niñas de Cañaris que están sentadas, y que en sus tejidos llevan las flores, que servi-rán para realizar un pago al Santo Patrón San Juan Bautista de Ca-ñaris; estas flores son llevadas por las esposas de los mayordomos y

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con ellas confeccionarán peque-ños arcos, que permitirán decorar las cruces de los dos santos. Los arcos de flores serán colocadas en el anda del santo patrón, cuando se realice el ingreso del santo al templo, luego de haber sido vesti-do y venerado. El santo patrón es vestido con su túnica de color rojo, al que le colocan un par de espejos como una forma de no mirarse así mismo, sino de ver la imagen de los demás y su capa color azul con bordados dorados.

El caso especial del Santo San Juan Bautista de la Agüita, lleva sobre su cabeza una serie de cin-tas multicolores, una alforjita y en su mano derecha una pequeña es-cultura de un cordero.

La combinación de elementos ca-tólicos con elementos tradicionales propios de su realidad cotidiana, como son la alforja y el cordero, son aspectos que lo relacionan con su entorno natural y cultural. En esta festividad están los prime-ros y segundos mayordomos; los primeros se dedican a la imagen principal de San Juan Bautista de Cañaris, que es el Santo Patrón y los segundos mayordomos se de-dican a cuidar la imagen de San Juan de la Agüita.

Las mujeres que han llevado las flores (Figura 3), que en promedio son entre 40 y 50 entre mayores, adultas y jóvenes, están sentadas frente a las dos imágenes, una a una se postran en actitud de ve-neración frente al Santo Patrón San Juan Bautista de Cañaris y posteriormente se acercan a San Juan de la Agüita y de manos de su mayordomo, les pasa la imagen por todo el cuerpo, como una se-ñal y muestra de protección y de curación del santo hacia la perso-na. Este acto lo hace el mayordo-mo cuantas veces las mujeres se coloquen al frente de la imagen. Como hicimos referencia anterior-mente, las madres llevan las flo-

res, pero también guardan en sus mantas las que sobran, para luego sahumar sus casas con las flores del Santo Patrón, para que quede limpia de cualquier mal. Las imá-genes son introducidas a la iglesia a eso de las ocho de la noche y al hacerlo sus mayordomos se en-cargan de decorar el anda de San Juan Bautista, con las flores que han sido confeccionadas a manera de arcos, que flanquean al santo por los cuatro lados del anda. El santo patrón es llevado en su anda hasta el altar mayor y es colocado al costado de donde se encuentra el Cristo crucificado de Cañaris. San Juan Bautista del Agüita, es colocado al otro costado. Al reali-zar este acto se procede a la ce-remonia religiosa a cargo de las madres de la congregación Verbo y Víctima. San Juan de la Agüita es llevado por su mayordomo a eso de las cuatro a cinco de la ma-ñana hacia la laguna artificial de San Pedro y San Pablo, en donde el mayordomo coge a la imagen y da unas vueltas dentro de la lagu-na, hasta recibir la bendición por parte de las monjas que están en la zona de Cañaris. Luego de la bendición, regresa a la iglesia para la celebración del día central, que es el 24 de junio. A las diez y me-dia de la mañana, los mayordomos ingresan a la iglesia para sacar al Santo Patrón San Juan Bautista y a San Juan Bautista de la Agüita junto con los fieles devotos para realizar la procesión por el centro del pueblo de Cañaris.

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Figura 3.Mujeres de Cañaris haciendo las flores para el santo patrón de Cañaris Conclusiones

En las visitas realizadas a Caja-marca en el siglo XVI, aparece la huaranga de mitimaes, que esta-ban conformada por cuatro pacha-cas de mitimaes serranos, de los cuales dos grupos proceden del sur (Quechuas y Collasuyus) y dos del norte (Guayacondor y Cañaris). La pachaca de Cañaris procedía de Quito (Ecuador)36. Esta infor-mación permite afirmar que para el caso de la región de Lambayeque, los Cañaris fueron grupos despla-zados por los Incas para el adoc-trinamiento de una determinada área, permitiendo educar a la po-blación conquistada en las nuevas formas y labores que necesitaba el Inca y el Tahuantinsuyu. Otro ele-mento a considerar, es el hecho que la etnia de los Cañaris no es propiedad exclusiva del Perú y en especial de la región Lambayeque, las referencias históricas mencio-nan de manera constante a la et-nia de los Cañaris de Ecuador, que sería la zona de donde procedería este grupo étnico.

Sevilla37 proponía que sería la et-nia de los Penachíes la que inte-graba a las etnias de Penachí, Incahuasi y Cañaris, posición de la cual discrepamos, recordemos en palabras del Inca Garcilazo lo siguiente: “muchas etnias que se agrupaban debajo del nombre Ca-ñari y para favorecerles más” 38.

La etnia que incluiría a Penachí, Incahuasi y Cañaris, serían los Ca-ñaris y no a la inversa como pro-pone Sevilla. Todas las pruebas históricas, lingüísticas, etnológicas y tradicionales; nos llevan a pensar que los Cañaris se nutren de tradi-ciones del norte (Ecuador), del sur a través de la costa central perua-na; y de la misma sierra norte del Perú, que se enlazan y combinan, produciendo una identidad cultural particular para el grupo étnico co-

36 Remy Simatovic, María del Pilar. “Organización y Cambios del Reino de Cuismanco 1540 – 1570. Cajamarca”. Historia de Cajamarca. Tomo II. INC – CORDECAJ, 1986, p. 35-68.37 Sevilla Exebio, Julio César. “La Etnia de los Penachies”. Flumen. Revista de Investigación, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, Vol. 1, N° 1, Enero - Junio, Chiclayo (Perú), 2005, p. 16-27.38 Garcilazo de la Vega, Inca. Comentarios Reales de los Incas. Librería Internacional del Perú S.A. prólogo de Aurelio Miro Quesada S. Buenos Aires, 1959 (1609), p. 450-451.

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nocido como los Cañaris de Lam-bayeque.

Los Cañaris, son un pueblo que mantiene sus creencias y costum-bres, además de su forma de ha-blar el quechua. El tipo de quechua es la variante Q II A o Quechua de Ferreñafe. Entre los mitos de la zona de Cañaris, vale rescatar el caso de Nina Masha, que es la re-presentación viva de la lucha entre el bien y el mal. Es una divinidad pre Inca, que al igual que la Virgen María representada en este relato, no es más que la representación de otra divinidad pre Inca llamada Pachacamac39 representada por el agua, el mismo que la Virgen usa para castigar a Nina Masha. Se re-fuerza la tesis de la presencia de una divinidad que viene de la costa central del Perú y su relación costa - sierra, que se mantiene en los mi-tos de los Cañaris de Lambayeque, demostrando con esto la continui-dad de una tradición religiosa pre-hispánica, que tiene un largo tiem-po de existencia. Es importante el reporte que realiza Alva Mariñas40 de la presencia de Pachacamac en las zonas de Huallabamba, Con-gona, Mamajpampa, Quirichima, Atumpampa y el propio Cañaris, en donde tienen como protagonista a esta divinidad pre Inca. La relación de Pachacamac y Nina Masha nos hace pensar en una relación cul-tural muy anterior a los Incas, que según Alva Marinas estaría empa-rentada con una presencia cultural desde la costa central.

En el mundo de los dioses de Ca-ñaris, podemos entender que hay una constante referencia a dioses de fuego y dioses de piedra, en especial con el elemento piedra, debido a que una de las divinida-des de los Cañaris de Ecuador a parte de la luna, eran ciertos ár-boles y piedras. Para el caso de las piedras, estas eran sagradas y ejercían un poder relacionado a la fertilidad, la siembra, el clima, la lluvia y las cosechas, que son

necesarias para la existencia y la continuidad de la etnia.

El dios de fuego siempre estuvo en lucha permanente con el agua, pero también se combinaba con el dios de piedra, recordemos a Nina Rumi. De los dos dioses, el más recurrente y permanente es el dios de piedra, asociado a relatos de cerros, de huancas, piedras sa-gradas y de sitios arqueológicos; como petroglifos y a grandes com-plejos arqueológicos como Raca-rumi (Lambayeque), que está aso-ciado a una presencia Cupisnique hasta Inca41, para al final convertir-se en dios, dentro del recuerdo de la tradición del pueblo cañarense, tal como sucedió con Qasay Rumi.

Los Cañaris del Norte del Ecua-dor son el origen de los Cañaris del Sur del Perú42, sin embargo, los Cañaris del Norte ya no son los mismos, siendo un grupo do-blegado y adoctrinado por los in-cas y manteniendo hasta el día de hoy costumbres andinas que se practicaban durante el Tahuantin-suyu; y en el caso de los Cañaris del sur, no son un grupo puro, es una etnia mezclada como produc-to de otras tradiciones culturales que proceden del extremo Sur del Perú y de la sierra Norte de Ca-jamarca. Por ello hablar de etnias puras es totalmente irreal y falso, ambos grupos a lo largo de siglos, han mantenido tradiciones y cos-tumbres que han sabido adaptar y construir. Ambas etnias y pue-blos, mantienen la misma lengua, la cual les permite entender lo que cada pueblo quiere decir y trasmi-tir. Actualmente, existe una lucha por la hegemonía entre el distri-to de Incahuasi y Cañaris, supo-niendo que Incahuasi es la etnia más antigua, lo que es totalmente falso. Si lo vemos desde la pers-pectiva histórica, cuando Rostwo-roswki habla de la reconstrucción del Cusco, indica lo siguiente: “En todo el país hubo palacios reales o inca huasis, no sólo en las pe-

queñas provincias sino en los lu-gares menos retirados del camino principal” 43.

Abordando ahora el tema de la reli-giosidad popular, debemos indicar que en la tradición judeo católica, Juan el Bautista como afirma el nuevo testamento, era un hombre que llevaba “con un cinto de cue-ro alrededor de sus lomos”; en el caso de San Juan de la Agüita, lle-vaba una variedad de cintas de co-lores en su cabeza de donde caían hacía todo su cuerpo. Se sabe que Juan, bautizaba en las aguas del Río Jordán. En el caso de San Juan de la Agüita, su mayordomo se introdujo junto con él dentro de una pequeña laguna. Sin lugar a dudas el poder del agua bendecida por Juan el Bautista y el poder del agua de una laguna, nos hace re-cordar al poder que antiguamente tuvieron las lagunas, los puquios y las quebradas en el mundo andi-no, combinando perfectamente el mundo católico con el poder que tuvieron antiguamente las fuerzas de la naturaleza. Existen mensa-jes encubiertos, pero de manera inconsciente en la población de Cañaris, que son parte de rituales que tienen mucho tiempo de exis-tencia y que es parte de la vida re-ligiosa de los pueblos; es el caso emblemático de ciertos elementos dentro de la iglesia de San Juan Bautista de Cañaris y es el caso de San Juan Bautista de la Agüita, que aunque tiene relación directa con el pasaje bíblico de San Juan Bautista, que bien sabemos que bautizó a Jesús en el Río Jordán; en Cañaris San Juan Bautista de la Agüita, es llevado por su mayor-domo, que ingresa a una pequeña lagunita artificial y se pasea dentro de la misma con el pequeño san-to, aparentemente todo es normal, pero recordemos que en el mun-do andino, los lugares que tenían fuerza, espíritu, energía cósmica y natural, estaban representados por los cerros, las quebradas, las pampas, las lagunas; para prueba,

39 Alva Mariñas, Pedro. “Pachacamac en la Serranía de Lambayeque”. Seminario de Investigaciones Sociales en la Región Norte, CONAPIS, Tomo II, Trujillo, 1996, p. 14.40 Ibídem, p. 14.41 Sociedad Minera La Granja S.A. y el Museo Arqueológico Nacional Brüning de Lambayeque. Informe Final del Proyecto “Identificación e Inventario de Monumentos y Yacimientos Arqueológicos en el Ámbito del

Mineroducto”, Setiembre-Octubre, 1996, p. 85-92.42 Fernández Alvarado, Julio César. “Cañaris del Norte, Cañaris del Sur. Una visión desde el norte del Perú”. I Encuentro de Arqueólogos del norte de Perú y sur del Ecuador. Universidad de Cuenca, Catedra Abierta de Historia de Cuenca y su Región, Cuenca (Ecuador), 2010.43 Rostworowski, María. Pachacutec Inca Yupanqui. IEP, Lima, 2006, p. 196.IN

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hasta el día de hoy los maestros curanderos de la zona alto andina de Piura, en las conocidas lagunas de las Huaringas, se introducen a la laguna para curarse de sus do-lencias y penas. En el caso de San Juan Bautista de la Agüita, de una manera simbólica, introducen al santo para proveerle de la fuerza que necesita, para realizar mila-gros y buenas acciones en bien de su feligresía.

El Cristo crucificado de Cañaris que aparece dentro de un retablo, tiene tres elementos que es nece-sario comentar, el primero es el sol, luego la luna y al final las estre-llas. Asimismo, dentro del retablo existen dos Cristos, uno grande y otro pequeño. Destacamos de todo esto, que el devoto que dibujó es-tos tres elementos dentro del reta-blo, el sol, la luna y las estrellas, lo hizo de manera natural y espontá-nea, pero eso refleja posiblemente una continuidad inconsciente de la persona.

En el tema del sol, este es mascu-lino y de color rojo y amarillo, que está sonriendo, por las caracterís-ticas del rostro. La luna es de co-lor amarillo, mira de perfil al Cristo crucificado, podría afirmarse que desde esa perspectiva, la luna está en el cuarto creciente, en orienta-ción de derecha a izquierda. Por la definición de los trazos que hizo el dibujante, esta luna es femenina. Las estrellas están sobre el Cristo, pero si lo comparamos con el dibu-jo que realizó Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua en el siglo XVII44, sobre el retablo de la creación, en donde aparece un dibujo cosmogónico, podríamos afirmar que existen estas tres simi-litudes como son el sol, la luna y las estrellas. Este comportamiento también lo podemos encontrar, en la obra de Felipe Guamán Poma de Ayala45, cuando se refiere al di-bujo de la creación, en este apare-cen nuevamente estos elementos, pero desde la perspectiva católica

de la época del cronista.

Estos elementos son parte de una continuidad inconsciente, que evo-can el mundo inca y pre inca. El tener una imagen grande y otra pequeña, sea de un Cristo, una virgen, un santo, un niño o cruces, para el mundo andino es lo que se conoce como el “doble” o “inter”, dentro del dualismo religioso, que tiene sus raíces desde tiempos prehispánicos, recodemos que los incas tenían a los ídolos sagra-dos de sus enemigos en el Cuzco. Asimismo, al tener a sus dioses tenían el alma del pueblo doblega-do. Hay muchos casos en el Perú de la existencia de dobles en los íconos católicos, que actúan como una continuidad del dios principal, al tener a su doble o representante dual, que puede ser movido y des-plazado con mayor facilidad que el ícono más grande. Estos son men-sajes, que a lo largo de los siglos están encubiertos, detrás de las imágenes católicas, que reempla-zaron a las representaciones nati-vas ancestrales de los pueblos del Perú antiguo, de los cuales ahora solo tenemos un lejano y remoto recuerdo.

44 Duviols, Pierre y César Itier. Relación de antigüedades deste reyno del Piru: Estudio Etnohistórico y Lingüistico. Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, IFEA, Lima, 1993 (1612).45 Guaman Poma de Ayala, Felipe. Nueva Coronica y Buen Gobierno. Fondo de Cultura Económica. Edición y prólogo de Franklin Pease G. Y. Tomo I. Lima. 1993 (1615). p. 15.

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• Asuntos Penales• Asuntos Policiales y Militares

• Asuntos Administrativos

Juan Salinas N17-245 y Santiago, Ed. Federación de Choferes Profesionales del Ecuador, Of 203Teléfono: (593-2) 321 5560 / 097 694 920

email: [email protected]

CORPORACIÓN JURÍDICADr. Fabricio Moreno Cáceres

ABOGADO

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LOGROSECUATORIALES

En nuestra ponencia demostra-remos que los ecuatorianos de la época anterior a la invasión inca, fueron seres creativos, capaces de educar a todo el continente americano. Para sostener lo que afirmamos, sustentamos lo que exponemos, con bibliografía toma-da de diferentes especialistas en arqueología. Notarán los lectores que muchos de esos especialistas no son ecuatorianos; eso garantiza la imparcialidad de lo que exponen en sus obras, científicamente, rigu-rosas.

La primera casa de América: Se-gún la Doctora Karen E. Stothert (1988: 43-45), en la Península de Sumpa o Santa Elena, encerrada por los cerros de Colonche y Chon-gón, al noreste, y por las tibias aguas del Golfo de Guayaquil, al suroeste, se descubrieron y estu-diaron los restos del Primer Hogar de América.

Según el Profesor Olaf Holm, fuera de la casita que debió tener la forma de un proyectil (Naranjo, 2001: 56), se hallaron los restos de una fogata que, posiblemente, sirvió de cocina del edificio. Las fechas de radiocar-bono arrojaron 9400 años de anti-güedad para la casita y 8900 años antes del presente para la fogata. “Hasta este momento estas fechas son las únicas que tenemos en el Ecuador y las más antiguas de Amé-rica, de una habitación intencional-mente construida por los habitantes precolombinos”(Holm, 1985: 6).

Mauricio Naranjo Gomezjurado / UNIVERSIDAD CRISTIANA LATINOAMERICANAAPORTES ECUATORIALES A LA CIVILIZACIÓN

La primera casa de América (Holm, 1985)

El cementerio más grande de Amé-rica: Según la Doctora Karen E. Stothert (1988: 159-160), en la Pe-nínsula de Sumpa o Santa Elena, se descubrieron y estudiaron los restos del cementerio paleolítico más grande de América.

Este hecho es interesante y lo es más aún, cuando se descubre que estos patrones complejos de ente-rramiento fueron copiados por la cultura panameña Cerro Mangote. Allí, los arqueólogos Gimsey, Co-llins y Mckern, descubrieron entie-rros primarios, secundarios y en paquete, en todo similares a los de Las Vegas, en el Ecuador. En Panamá, los cuerpos también es-taban orientados; había entierros dobles y entierros masivos como en Las Vegas. Al igual que con los “Amantes de Sumpa”, cerca de Salinas, en Cerro Mangote se descubrió un esqueleto enterrado

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con una piedra grande oprimiendo su cabeza. Finaliza la Doctora Sto-thert diciendo que: “los entierros de Cerro Mangote son parecidos a los del Sitio 80 y se sugiere una cerca-na relación histórica. La única fe-cha de Cerro Mangote es de 6800 años, que apenas se sobrepone a la fecha Las Vegas más reciente” (1988: 160). Efectivamente, en Las Vegas, estas prácticas funerarias tienen una antigüedad de, al me-nos, 8000 años.

Puntas de flecha “Cola de Pes-cado”: Las puntas de proyectil cola de pescado, encontradas en El Inga, son bastante anteriores al año 7080 a.C. Así mismo, parecen ser el origen de puntas similares halladas en otros lugares de Amé-rica. El arqueólogo Pedro Porras Garcés (1987: 141) hablando a este respecto, anota que: “el des-cubrimiento en El Inga, de diferente

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tecnología en el trabajo de la obsi-diana y el basalto, con técnicas no encontradas hasta entonces en el Nuevo Mundo, ha llamado la aten-ción de muchos estudiosos... Lo más interesante del caso es que los artefactos de Costa Rica y Pa-namá tienen más parecido con las puntas lanceoladas y acanaladas de El Inga que con las del norte del Continente. Varias versiones de la punta en forma de hoja u ovalada se han encontrado en Sudaméri-ca, como en Ayampitín e Intihuasi (Argentina), aunque con una fecha más tardía que en El Inga: 6,000 años a.C... El Inga tiene especial interés, tanto por los estilos como por la tecnología, ambos compa-ginados en tal forma que hacen del sitio, el único en Sudamérica o acaso del Nuevo Mundo” (Porras, 1987: 141-142).

Puntas de flecha bifaces: Cubilán influyó sobre culturas peruanas de la región de Junín, en los Andes centrales de ese país surameri-cano. La elaboración de puntas de proyectil de herida romboidal, fue una especialidad de Cubilán y nuestra técnica de talla fue tan eficiente, que alcanzó a los caza-dores del centro del moderno Perú. La arqueóloga Matilde Temme menciona a este respecto que: “un vistazo en el vecino Perú donde existen bifaces y que pueden te-ner un origen similar... demuestra que probablemente Chivateros 1 y II y Cuchimachay y Acomachay en la zona de San Pedro de Cajas /Junín/ son los únicos que pueden tener parentesco muy cercano con el material de Cubilán” (Temme, 1982: 160).

La primera ciudad de América: Perteneció a la manifestación cul-tural Valdivia (4000 al 1800 a.C). El inicio del sitio puede ubicarse ar-bitrariamente entre los años 3000 y 3500 a.C. (Damp, 1988: 29). Es decir, que la primera antigüedad e inicio de Real Alto, puede situarse hacia el año 5500 antes del pre-

Real Alto, Provincia de Santa Elena (Holm, 1985)

sente. Siendo la más antigua y pri-mera ciudad del continente ame-ricano, Real Alto tuvo una función básicamente habitacional. Según la arqueología, esta ciudad indíge-na ocupó una superficie aproxima-da de 12 hectáreas. Era de traza-do regular; contaba con una plaza central rectangular y de esquinas redondeadas, elevada sobre el nivel de los barrios. Al ruedo de la gran plaza, se erigieron cúmu-los de tierra; el arqueólogo Pedro Porras Garcés dijo al respecto, que uno de esos cúmulos “alcan-zaba 13 m de altura con un diáme-tro en la base de 9 m. Al pie de la misma, una escalinata.” (Porras, 1987: 38). En torno a la gran plaza central, se construyeron plazue-las rodeadas de casas de diseño, probablemente, similares al de las malocas de los shuar o los huaora-

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ni modernos; entre las casas, los espacios abiertos o calles, estuvie-ron pavimentados con concha prie-ta. Estas casas que alcanzaban di-mensiones cercanas a los 11 x 8 metros, sobrepasaron el centenar de unidades, calculándose que en los días de su apogeo, Real Alto albergó una población de entre 2.000 y 3.000 personas. Parece que la ciudad se planificó y cons-truyó con la intención de controlar los nuevos suelos agrícolas y los recursos naturales de los bosques de tierra adentro, así como los pro-ductos del manglar y del océano, de la costa. (Almeida, 1997: 172) (Damp, 1988: 72) (Holm, 1985: 9) (Lathrap, 1975: 67) (Porras, 1987: 38) (Viteri, 1980: 53).

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El maíz más antiguo de Suda-mérica: Dice la leyenda que el fundador de nuestra Nación, el Se-ñor Quitumbe y sus acompañan-tes, evadiendo a los gigantes que desembarcaron en la Península de Santa Elena, se internaron en el mar y navegaron, sin saberlo, hacia la isla Puná. “Al segundo día descubrieron una isla y saltando en ella la hallaron fértil y abundante en frutas y otras semillas, entre ellas la del maíz;...” (Salvador, 1980: 198).

La leyenda —aquella narración fantástica que, sin embargo, nace de los hechos reales— avaliza la suposición de que el Ecuador es el país donde por primera vez se cultivó el maíz, al menos en la región andina de Sudamérica. El Doctor Jorge Salvador Lara men-ciona que, después de enviarse muestras de restos de este cereal procedentes de las excavaciones en Valdivia para su análisis, se consiguió el siguiente resultado: “el Dr. Earl Leng ha identificado, en EE.UU., la clase de maíz: es del tipo flint de ocho hileras rectas de grano por mazorca, la misma raza keello ecuatoriana que todavía se siembra en la zona de Cuenca. Todo ello prueba la antigüedad del cultivo del maíz en el Ecuador, 3,500 años a. C, fecha hasta aquí la más antigua para la agricultura del área andina.” (Salvador, 1980: 194). Poco más o menos, esta fe-cha está apoyada por el arqueó-logo norteamericano Jonathan Damp, cuando tratando sobre la ciudad de Real Alto, anota que “la presencia de manos y metates en los depósitos Valdivia temprano de Real Alto y la construcción de túmu-los allí, abogan por la agricultura del maíz en el valle del Chanduy, hacia 3,300 a. C.” (Damp, 1988: 72).

La primera cerámica de América: La manifestación cultural Valdivia, en la costa de la Provincia del Gua-yas, es la descubridora americana de la alfarería. La arqueóloga nor-

Venus o Llira de Valdivia

teamericana Betty J, Meggers ha-blando de la cerámica en América, dice que “algo inesperado es la evidencia de que la más elabora-da y mejor decorada cerámica que proviene de la cultura Valdivia, en la costa ecuatoriana, es además la más antigua, con una fecha tenta-tiva por radiocarbono, de 3,200 + 150 a. C.” (Meggers, 1973: 35).

La primera papa del mundo: Ha-blando de la papa, anota el histo-riador ecuatoriano Doctor Jorge Salvador Lara que “... Luis Cordero señala como región de origen ‘ la cordillera de los Andes, en toda o casi toda su longitud ‘ y señala que, con frecuencia, la ha encon-trado en estado silvestre en las provincias de Cañar y Azuay, en el Ecuador, habiendo ensayado una almáciga con semilla ‘ proce-dente de las alturas de Surampal-te, en la parroquia de Déleg’. El presbítero Coba Robalino estima que ‘ la papa o patata (es) nativa exclusivamente de los montes in-terandinos del Ecuador, pues no se ha encontrado hasta hoy en estado silvestre sino sólo en el Ecuador ‘...” (Salvador, 1980: 182). Más adelante, el Doctor Salvador menciona que el cronista español Pedro Cieza de León, que recorrió buena parte del continente ameri-cano en la primera mitad del siglo XVI, conoció y mencionó a la papa, por primera, cuando se detuvo en Quito, concluyendo que “... es ésta la primera descripción española de la papa.” (Salvador, 1980: 183).

La primera escultura en América: El Señor Alfredo Pareja Diezcan-seco hablando de las creaciones antropomorfas de la manifestación cultural Valdivia, anota que “sus famosas figurillas, bellamente mo-deladas en barro, parecen ser las primeras en aparecer en el conti-nente y podrían haber influido en las que más tarde se encontraron en Mesoamérica; la abundancia entre éstas, de imágenes femeni-nas y otros detalles, sugiere que

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quizá constituían símbolos de fer-tilidad.” (Pareja, 1994: 14). Queda por determinar la fecha de inicio de este arte escultórico ecuatoriano. Si se quiere conocer la época de origen de este arte, basta con citar al arqueólogo ecuatoriano Pedro Porras Garcés, quien indica que: “en lo que respecta a las figurinas pese a que en el Período A, como vimos anteriormente, se hicieron fi-gurinas esquematizadas en piedra, a partir del Período B hasta el C, se trabajaron figurinas de cerámica con gran abundancia y variedad de formas y detalles.” (Porras, 1987: 44). Si, según la cita, la tradición de figurillas inició con Valdivia -Pe-ríodo A-, tendríamos para asignar-le una antigüedad mínima de 3000 años antes de Cristo.

La primera muestra de metalur-gia en América: En el informe ti-tulado Tecnología Metalúrgica del Ecuador Prehispánico, el Doctor Zevallos demuestra que la me-talurgia surgió en el Cañar, antes que en cualquier otro lugar del continente americano. Por eso, en 1987 vuelve a reafirmar su acierto al decir que este descubrimiento

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metalúrgico, en Cañar, fechado en 1978 antes de Cristo, “... ha venido a constituir la fecha más antigua para la aparición de la metalurgia en América.” (Zevallos, 1987: 185 y 188).

Los primeros figurines huecos de América: Los primeros figuri-nes huecos aparecieron al final de la manifestación cultural Valdivia, hace unos 3600 años. Desde allí, se difundieron a Méjico y el Perú, llegando unos 600 años después. Acerca de esto, Lathrap anota que “en el Ecuador las figurillas huecas se remontan a Valdivia terminal y hay una evolución continua en el estilo de las figurillas de Valdivia y Chorrera y las figurillas huecas de Río Chico. Claramente las figurillas huecas de México y del Perú fue-ron producto de la influencia de la costa del Ecuador.” (Lathrap, 1975: 68-69).

La primera botella de América: El arqueólogo norteamericano Do-nald Lathrap dice que: “una de las formas más interesante del Perío-do Machalilla es la botella de asa de estribo. Esta forma también aparece en el norte del Perú y en el oeste de México. La fecha que te-nemos sugiere que Machalilla es la fuente de estos casos en que apa-rece el asa de estribo.” (Lathrap, 1975: 66).

La primera trepanación cranea-na en América: El Doctor Zevallos Menéndez informa que, en 1964, descubrió “...el primer y único crá-neo trepanado en el Ecuador, con una antigüedad de 860 a. C. o sea mayor en 400 años al cráneo tre-panado más antiguo descubierto en América.” (1987: 186).

La primera navegación oceáni-ca de América: Vasco Núñez de Balboa, invasor de Panamá, fue informado por el hijo del cacique Comagre, que hacia el occidente había un gran océano por el que navegaban comerciantes con em-

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barcaciones con velas y remos, poco menores que las españolas; “... fueron nuestras balsas, que en-tonces eran las únicas en América Prehispánica, que se movilizaban a vela a grandes distancias, llevan-do y trayendo materiales para con-tractar (comerciar)...” (Zevallos, 1987: 70).

El primer platino trabajado en el mundo: Los orfebres tolanos no solo que trabajaron el platino aglutinando sus partículas sólidas en una cama de oro derretido, sino que trabajaron las más hermosas máscaras y joyas en este precioso metal. La antropóloga ecuatoriana Rosángela Adoum, hablando de La Tolita, en este aspecto, nos re-fiere que: “la variedad de técnicas asociadas al martillado y el nivel logrado, solo pueden obedecer a la existencia de orfebres especia-

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lizados: soldadura imperceptible, miniaturas, láminas tan delgadas como papel, repujados que alcan-zan más de dos centímetros, pero -sobre todo—la presencia del plati-no, nada menos que 200 años an-tes de Cristo (el primero en la his-toria de la humanidad). El método empleado no es el de la fundición, sino el sintering que, a través de calentamientos sucesivos alter-nados con martillado, logra dar la apariencia de platino a la superficie exterior, mientras —en realidad—el núcleo sigue manteniendo la mezcla natural aurinoplatinífera.” (Adoum, 1995: 60). Al margen de todo lo anterior, sabemos que el segundo puesto en el mundo, en lo que toca al trabajo del platino, lo ocupa la nación alemana en donde sus orfebres empezaron a trabajar-lo en el siglo XVIII, 1900 años des-pués que en nuestra Tolita.

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El único caso conocido de orto-pedia prehispánica: Durante una investigación arqueológica dirigida por el Doctor Carlos Zevallos Me-néndez en territorios del Manteño, descubrió uno de estos casos: “En 1972, en su excavación en ‘Loma de los Cangrejitos’ en el Valle de Chanduy, encuentra un entierro Guancavilca, al que le habían co-locado una mano de madera en el brazo derecho, siendo este hallaz-go, el único trabajo de Ortopedia Prehispánica descubierto en Amé-rica” (Zevallos, 1987: 186).

La primera moneda en América: En el Ecuador precolombino apa-reció la moneda expresamente ela-borada para el efecto. Las hachas-moneda, elaboradas en cobre, con forma de hacha y del grosor de una cartulina, sirvieron para adqui-rir los bienes requeridos. Fueron funcionales a lo largo de la costa occidental de América aunque solo Méjico las adoptó. “Esto del uso de las hachas-monedas de cobre, parecidas a la vieja ‘moneda de cuchillo de los chinos’, como ano-ta Krickeberg, merece destacarse porque en nuestra América Prehis-pánica, sólo existieron dos centros que las usaron: el Sur Pacífico de México y, entre los antiguos pue-blos navegantes del Guayas. Si se han encontrado en otros perfiles de la costa como los situados en el Pacífico Sur, costa peruana,... su presencia nos estaría señalando las viejas vinculaciones que tuvie-ron nuestros grandes navegantes.” (Zevallos, 1987: 91).

Hacha-moneda de Chono o Milagro-Quevedo

Nuestra moda en el vestir, llegó a Méjico: La investigadora norte-americana Patricia Rieff Anawalt, Directora del Centro para el Estu-dio de la Vestimenta Regional del Museo Fowler de Historia Cultural de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), menciona que “en una carta fechada el 15 de diciembre de 1525 y dirigida al Soberano Carlos V, el comisiona-do español Rodrigo de Albornoz reportaba la presencia periódi-ca de ‘lejanos comerciantes’ que llegaban a intercambiar ‘cosas exquisitas’-por bienes locales, en el puerto de Zacatula, localiza-do en la desembocadura del Río Balsas, en el oeste de Méjico. Se decía que estos comerciantes per-manecían en esta área por espa-cio de cinco o seis meses, hasta que un clima benigno y una mar en calma les permitieran retornar a salvo a su sureña tierra natal. Quiénes eran los lejanos comer-ciantes? Cuáles eran los bienes que traían? Qué es lo que adqui-rían? Sugiero que los recurrentes visitantes debían venir de la pro-vincia de Manabí en la costa del Ecuador, unas 2,400 millas al sur... Es difícil documentar tal comercio a larga distancia por la ausencia de registros escritos precolombinos del oeste de Méjico y por la escasa información arqueológica tocante a la costa occidental de Centro-américa. Creo, sin embargo, que el intercambio entre el Méjico occi-dental y el Ecuador puede inferirse por las similitudes en los diseños y técnicas de elaboración de sus cerámicas, arquitectura sepulcral y ofrendas mortuorias y la metalur-gia, así como la distribución de dos especies emparentadas de aves, a más de la introducción del perro sin pelo. Es más, ahora puedo in-cluir el vestido como evidencia del contacto entre Méjico occidental y el Ecuador.” (Rieff, 1997: 48-49). Así pues, las indiscutibles seme-janzas encontradas en el trabajo de la metalurgia, en la construc-ción de los sepulcros y las ofren-

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das asociadas a éstos, a más de la forma de vestir de las habitantes de Tarasco -Méjico— del siglo XVI, en todo similar a la moda de las habitantes de la costa ecuatoriana, unos tres mil años antes, llevaron a la profesora norteamericana a pro-poner estudios comparativos del ADN humano en ambas regiones del continente americano, para de-mostrar nuestra paternidad. (Rieff, 1997: 52).

Las primeras columnas de Amé-rica: El arqueólogo peruano Rog-ger Ravines afirma que, en la Amé-rica prehispánica, los Manteño de la costa ecuatoriana, fueron de los pocos pueblos americanos que emplearon el principio de la colum-na. (Ravines, 1982: 101). Que se-pamos, el otro lugar de la América precolombina donde se la utilizó, es el centro del Méjico moderno. Quizá, las celebradas “sillas man-teñas” de las que tanto habla la arqueología ecuatoriana, sean, en realidad, los restos de los capiteles o remates superiores, de esas co-lumnas de piedra y de madera.

UN PAR DEREFLEXIONES

PARA CONCLUIREcuador, primer polo civilizador de América: Visto lo anterior, solo resta suponer que la tradicional re-gionalización cultural de América manejada aún hoy por los arqueó-logos, queda suprimida. Afirman éstos que en el continente existen dos polos de civilización: Méjico y Perú; entre éstos, un área “inter-media” –Centroamérica, Colombia y Ecuador--; y, alrededor de esta “área nuclear” americana (MÉJI-CO –Centroamérica, Colombia, Ecuador—PERÚ), un “área pe-riférica” (Norteamérica, Antillas, Venezuela, Brasil y el Cono Sur) de menor desarrollo cultural. G. H. S. Bushnell expresa con mayor claridad esta postura enquistada cuando afirma que “el Área Inter-

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Cuestionada regionalización cultural de América.

media y los Andes Centrales nunca alcanzaron la altura de sus ilustres vecinos, y en mucho, tuvieron el mismo nivel cultural que las partes menos desarrolladas del occidente mejicano. Recibieron influencias de los polos o regiones de mayor civilización, incluyendo el cultivo del maíz de Méjico, metalurgia del Perú y los complejos sacerdota-les y ceremoniales de Méjico y el Perú” (Bushnell, 1968: 103).Ciertamente que el autor antes citado, al igual que los ignorantes conquistadores, cayó de rodillas ante el embrujo del monumenta-lismo. Los grandes edificios de Mesoamérica y del Alto Perú no le dejaron ver lo que ya en sus días era más que evidente, o sea, que desde el Ecuador salieron los tres elementos que él mencionó como aportes mejicanos y peruanos al “área intermedia”. Ahora, el porqué

en el Ecuador no se desarrollaron las ampulosas formas a las que si llegaron algunos de los países a los que civilizó, tiene una explica-ción sencilla: aquí perfeccionamos la idea desde su fondo y su raíz para difundirla al resto del conti-nente; en Mesoamérica y el Alto Perú solo les restó desarrollar la forma de nuestra idea primera. Es más fácil digerir lo ya masticado. Valga aquí una comparación para ilustrar mejor lo planteado: en Pa-lestina (Oriente Medio) se desarro-lló el fondo de la filosofía cristiana; no tuvo ni tiene que exagerar pues la idea de suyo es impresionante. Cuando el fondo de esa idea al-canzó Europa, solo quedó desa-rrollar la forma; no les quedó más que llamar la atención con grandes y doradas iglesias. En definitiva, el inventor es sobrio, el imitador es desenfrenado.

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Al iniciar el año 10000 del Ecuador (2000 D.C.), los trazos del proceso se definen de otro modo: existe un único polo primario de civilización que se sitúa en la región ecuatorial y occidental del continente (Ecua-dor), en donde se originan los más importantes logros y que luego se difunden, vía marítima básicamen-te, hacia el sur (Perú y Bolivia), al este (Amazonas) y al norte (Co-lombia, Centroamérica, Méjico y sur de los EEUU.), configurando el área nuclear de la civilización en América. Lo demás por lejano y distante del Ecuador, devino en pe-riférico. La razón de lo anterior es fácil de entender. En la región hay más luminosidad solar al día y al año. Su paisaje vertical sumado a una mayor soleación, permiten una vida más contemplativa. Su ubica-ción central en el continente y fren-te al océano Pacífico –verdadero “mar nuestro” ecuatoriano--, que le sirve de vía de comunicación y en-lace con el resto del área nuclear. Y su cosmopolitanismo debido a sus múltiples contactos con socie-dades cercanas y lejanas dentro del continente. Sin duda, estos ele-mentos en manos de una sociedad creativa, permitieron la ejecución y propagación de hallazgos que, con el pasar del tiempo, educaron al continente.

La misma arqueología tradicional que mantiene conceptos de origen colonial –Méjico y Perú como focos primeros del desarrollo continen-tal--, es la que está probando con abundante evidencia, su error de concepto. Donald Lathrap demues-tra lo dicho cuando asevera que “el término Formativo es aplicado a la etapa de desarrollo cultural en las Américas en el cual un sistema agrícola eficiente llevó al desarrollo de comunidades permanentes de considerable tamaño que deriva-ban la mayor parte de su alimenta-ción del cultivo de las tierras. Basa-das en la Etapa Formativa, culturas con ciudades, organización de es-tado y sistemas de clases, se de-

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sarrollaron en Mesoamérica y los Andes Centrales (Perú y Bolivia). La Etapa Formativa se desarrolló varios siglos antes de 3000 a. C. en el Ecuador pero no hasta 2000 a. C. en Mesoamérica y los Andes Centrales, así que es el Ecuador y las tierras bajas tropicales de sus alrededores en donde debemos buscar los orígenes de la cultura Formativa” (Lathrap, 1975: 64). In-cluso en ese momento –1975--, lo mencionado por el norteamericano no es ninguna novedad. En 1961 y de modo sorprendentemente visio-nario, el sabio guayaquileño Emilio Estrada Ycaza hablando del Ecua-dor, deja enunciada una verdad de cien siglos:

...El país se constituyó como uni-dad étnica miles de años atrás. No es un país artificialmente ta-llado de un bloque mayor. Es y siempre ha sido una unidad étni-ca, tal como hoy, pudiendo ade-más decirse terminantemente que fue foco de grandes inven-ciones tecnológicas, que irradian tanto al sur como al norte. Fue el foco cultural más antiguo de Amé-rica... A este país, como uno de los más antiguamente poblados de América, como fuente civiliza-dora de muchos países vecinos, le toca por derecho el calificativo de alma mater de Perú, Colombia y otras naciones cercanas”. Esta aseveración `parece ser ratifica-da por las conclusiones últimas

de Gordon Willey...´ (Salvador, 1978: 172).

Así las cosas, la región ecuatorial se constituye en tierra prometida dentro del continente americano. Sus modelos arquitectónicos y ur-banísticos, agrícolas, alfareros, metalúrgicos, médicos, legales, comerciales y económicos, entre otros, son imitados y convertidos en ideales de la civilización. En buena medida, gracias al Ecuador, Améri-ca salió de las cavernas.

Todos quieren llegar al Ecuador, al QUITO (Quichá = Mitad y To = Tie-rra; o sea, QUI´TO o Tierra de la Mi-tad en tsafiqui o el idioma verdade-ro del Ecuador). Recuérdese nada más, por ejemplo, a Cerro Mangote de Panamá imitando las formas de enterramiento de Las Vegas (Sto-thert, 1988: 160); la cerámica de Ajalpán, Colima y Olmeca de Mé-jico, San Agustín de Colombia o Chavín de Huantar del Perú, entre otras, imitando al pie de la letra a la de Chorrera del Ecuador (Wi-lley, 1966: 95-102)(Lathrap, 1975: 58-60). El valle del Amazonas, La Venta en Méjico o el sur de Estados Unidos de Norteamérica, influidos por Valdivia (Estrada, 1958: 110-111). En Marajó, al extremo oriente del río Amazonas y en la costa at-lántica del moderno Brasil, se pue-de encontrar influencia ecuatorial en la cerámica: “en un tipo de deco-ración de Marajoara, el entorno del dibujo ha sido fuertemente rebajado para resaltar el motivo. El estilo es muy parecido a uno de la distante Fase Napo en el alto Amazonas...” (Willey, 1971: 409).

Ni Pizarros ni Orellanas hacen fal-ta ya para reivindicar los derechos nacionales; el Amazonas y su cuen-ca son ecuatorianos desde que los napos del noreste ecuatoriano, lo civilizaron hace unos mil años. Al príncipe – sacerdote tolteca Topil-tzin-Quetzalcoatl huyendo en 987 D. C., “... hacia el sureste con sus seguidores”, para inmolarse en el

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Verdadera regionalización cultural de América.

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sol (Willey, 1966: 153)(León Porti-lla, 1961: 35-36). A los aztecas y a los modernos mejicanos, emplean-do como distintivo nacional el ave de rapiña (América) atacando a la serpiente (Ecuador), motivo cuyo origen puede rastrearse en Chorre-ra -litoral de Santa Elena-, a juzgar por una vasija que lleva en su bor-de esta representación del eterno conflicto entre el cielo y la tierra, lo lejano y lo cercano, América contra el Ecuador (Lathrap, 1975). Final-mente, a los incas desangrándose al querer subyugar el lugar “donde el Sol se sienta”. Así de respetada y codiciada esta Tierra de la Mitad que se sirvió civilizarlos.

Que hablen los Arqueólogos: Ante semejante evidencia, los verdade-ros arqueólogos deben hablar. Es cierto que existe una “orden” de “sabios del jurásico” que en nada ha aportado a la antropología y a la arqueología científicas del Ecuador, en los últimos cuarenta años. Tanto es así que en el imaginario popu-lar, el antropólogo y el arqueólogo siguen siendo asociados a la Mo-mia, al “profesor” Indiana Jones o a los platillos extraterrestres de los racistas “ufólogos”. Pero, al margen de estos sabelotodo, bloqueadores de las iniciativas de los verdaderos profesionales que quieren contribuir con la educación del pueblo ecuato-riano fuera de los muros de su igno-rancia, existe un grupo de personas de buena fe y muy buena forma-ción intelectual, que pueden y van a marcar la diferencia con el pasa-do de estas disciplinas en el país. Efectivamente, es cuestión de unir fuerzas y demostrar al mundo y, sobre todo, a nuestro pueblo --con evidencia científicamente sustenta-ble-, que somos el primer polo civili-zador de América.

Solo de esta manera habremos cumplido con el propósito por el cual nos dedicamos tantos años al estudio de estas disciplinas científi-cas y a la aplicación práctica de sus técnicas y exigencias.

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INTRODUCCIÓNEl actual Gobierno de Ecuador ha implementado dentro de su políti-ca, estrategias enfocadas a con-servar, rehabilitar y aprovechar los patrimonios cultural y natural, sin embargo no ha dado la importan-cia que merece el masificar el co-nocimiento de las investigaciones arqueológicas y hacer hincapié en formar arqueólogos, lo que se ha constituido en una necesidad ur-gente para la arqueología acadé-mica, de contrato y para los efec-tos que de ellas se generen.

Esa competitividad de investiga-ción y conocimiento se ha visto menoscabada y la investigación arqueológica en el Ecuador se ha convertido en una situación mer-cantilista y oportunista y no en una investigación científica, histórica y de nuevos descubrimientos.

Las necesidades y despreocupa-ciones, se observan en los análisis e interpretaciones de las eviden-cias arqueológicas. Nos hemos quedado en una simple tarea de:

LA INVESTIGACIÓNINMATERIALEN LA ARQUEOLOGÍALic. Francisco Sánchez F.

abrir unidades, hacer prospección, excavación y rescate, algunas ve-ces realizar análisis cerámicos y muy pocos análisis líticos, olvidán-donos de aspectos tan importantes como constituyen las hipótesis, los supuestos y otros ingredientes de una investigación propiamente dicha, que nos lleve más allá de simples interpretaciones que de cierta manera cubren las necesi-dades del contratante. Que decir de un análisis interdisciplinario o multidisciplinario. No se aprovecha la arqueología de contrato que fi-nancia algunos proyectos en su totalidad.

Estas situaciones son evidentes, porque la mayoría de informes téc-nicos que se revisa en el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural se quedan solo en eso y no pasan a la difusión de los datos, posiblemen-te por esa carencia investigativa. En el mejor de los casos hay una interpretación de ciertas eviden-cias, a veces de forma individual y no contextual; tampoco existe una

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interpretación conjunta donde in-tervenga: la etnohistoria, la antro-pología, la biología, la etnografía y otras ciencias. En conclusión es un simple informe técnico, carente de interpretación y explicación del proceso socio económico que es fundamental para el conocimien-to y proyección de las sociedades pretéritas.

Se menciona esta situación, por-que se ha visto un vacío en la in-terpretación de la superestructura y por lo tanto en la inmaterialidad de esas evidencias arqueológicas. Justamente en esta ponencia, se van a poner de manifiesto algu-nos ejemplos de esa colisión im-portante que tiene este tema en la reconstrucción de las sociedades, antes y después de la investiga-ción arqueológica.

Antes de hacer investigación ar-queológica, es necesario realizar algunas investigaciones de tipo bibliográfico y de campo, siendo éstas de índole etno histórico, et-

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nográfico, antropológico que se traduce en: costumbres ancestra-les, tradición oral, topónimos y otras situaciones importantes.

En este artículo se pretende des-tacar estas características a través de ejemplos que deberían estudiar-se y señalarse, porque son indica-dores sustanciales para plantear hipótesis, que podrían conducir con mucha veracidad a plantea-mientos correctos. Estos sucesos que en muchas ocasiones parecen fábulas y leyendas poco creíbles deberían tomarse en cuenta por-que en la mayoría de los casos tiene una estela larga, interesante e importante para el conglomerado social ecuatoriano.

CONCEPTOSFUNDAMENTALES:La arqueología y otras ciencias no quieren conocer más allá de lo que los estudios técnicos pueden producir. Para manejar con mayor criterio estos conceptos de inmate-rialidad, hay que señalar que estos se vinieron fraguando desde hace mucho tiempo, ante la necesidad de protegerlos, así:

• Durante 1988-2002, la UNESCO publica Oralidad, para el rescate de la tradición oral de América La-tina y el Caribe, • En 1989 se adopta la Recomen-dación sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular. • Durante 1995-1999 se auspicio y se resaltó la prioridad de proteger las culturas tradicionales. • En 1997 se efectuó en Marruecos la Convención del patrimonio oral de la humanidad. • En 1998 el Consejo Ejecutivo de la UNESCO aprobó los criterios de elección de los espacios culturales susceptibles de ser proclamados símbolos del patrimonio oral de la humanidad.

• En 1999 se decide crear la dis-tinción internacional a las obras maestras del patrimonio oral e in-material de la humanidad, cuya pri-mera proclamación se efectuó en París en mayo del 2001. • En el área regional de América Latina y el Caribe, en el año 2001 fueron proclamadas cuatro ex-presiones culturales: La lengua, danzas y música de los garifuna (Belice, Honduras, Guatemala y Nicaragua), y el carnaval de Oruro (Bolivia). • En el 2001 se efectúa en Turín, Italia, la reunión internacional de expertos sobre Patrimonio cultural inmaterial realizando definiciones operacionales y declarando patri-monio mundial la lengua Zapara.• En enero del 2002 se realiza en Brasil el Seminario sobre el patri-monio inmaterial, donde se sientan las bases. • En septiembre del 2002 se efec-túa en Estambul, Turquía, la IIIª Mesa Redonda de los Ministros de Cultura sobre el tema El patrimonio cultural inmaterial, espejo de la di-versidad cultural... Como resultado del encuentro se da a conocer la De-claración de Estambul,5. • El 17 de Octubre, 2003, 17 de noviembre del 2003 la UNESCO efectúa la Segunda Proclamación de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. (Tomado de: Morales P. 2008).

Para conocer mejor la inmateriali-dad, se ha tomado en considera-ción el punto de vista patrimonial, esto es, sus conceptos funda-mentales que en su momento la UNESCO, determinó como nece-sidad de conceptualizar, dividirla y caracterizarla.

Desde esta óptica, el patrimonio inmaterial comprende los valores culturales y los significados socia-les contenidos en la música y las artes del espectáculo; el lenguaje y la literatura: las tradiciones ora-les, la toponimia, los festivales, los ritos y las creencias; el arte

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culinario y la medicina tradicional, entre otros.

Este concepto se fundamenta en la rica herencia cultural incorporada a manera de una memoria colectiva. Y cuando analizamos las caracte-rísticas de este patrimonio inma-terial nos damos cuenta que estas costumbres, tradiciones, creen-cias vienen desde hace mucho tiempo atrás, silenciosamente, en una relación íntima con el pasado arqueológico y futuro de los con-glomerados sociales, siendo las características de la inmaterialidad las siguientes:

• Se transmite de generación en generación; • Es recreado constantemente por las comunidades y grupos en fun-ción de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia; • Infunde a las comunidades y los grupos un sentimiento de identidad y de continuidad; • Promueve el respeto de la diversi-dad cultural y la creatividad humana; • Es compatible con los instrumen-tos internacionales de derechos humanos existentes; • Cumple los imperativos de res-peto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible. (UNESCO, 2003).

Pero el lector se preguntará, cuál es esa clasificación tan formal que ha hecho la UNESCO sobre el tema?. En efecto, para esta clasi-ficación lo debieron haber pensado mucho y a lo mejor no encontraron unanimidad, pero lo hicieron y lo dividieron en los siguientes ám-bitos: ORALIDAD, SONORIDAD, RITUALIDAD, COGNOSCITIVO y ARTÍSTICO (UNESCO, 2003).

ALGUNOS EJEMPLOS:A continuación daremos algunos ejem-plos sobre el tema inmaterial relaciona-do a la investigación arqueológica.

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1) En la década del setenta (1970-1980) se realizaban expediciones a sitios arqueológicos, auspiciados especialmente por gobiernos ex-tranjeros, porque supuestamente el Ecuador y otros países subde-sarrollados no tenían la capacidad técnica y logística para realizar ta-les emprendimientos. Ejemplos de estos fueron: La Cueva de los Ta-yos, Los Llanganates y Angamarca la Vieja. Me referiré a este último.

Entre los años de 1974 y 1975 se realizó una expedición al sitio ar-queológico Angamarca La Vieja, que se encuentra localizado, entre los 500 y 800 m.s.n.m., en el sec-tor Subtropical, perteneciente al Cantón Pangua, de la actual Pro-vincia de Cotopaxi. La expedición estuvo dirigida por el arqueólogo boliviano Gregorio Lozabalsa, un ex militar. Con él estuvieron algu-nos historiadores y aficionados a la arqueología. El objetivo de la expedición fue identificar compo-nentes arqueológicos dentro del sitio. En realidad se identificaron algunas estructuras de piedra a manera de habitaciones y se en-contraron entre otras cosas, arte-factos de cerámica, piedra y es-pecialmente metal como cobre y oro. Esta investigación de campo duró treinta días aproximadamen-te. (Datos proporcionados por C. Maldonado, 1988).

Dentro de esos artefactos y orna-mentos, el arqueólogo encontró un pectoral de oro, que de acuer-do a la conversación mantenida con C. Maldonado (1988), esa misma noche a través de sueños reveladores, los espíritus le mani-festaron que lo encontrado debía devolvérselo a su lugar de origen. Al día siguiente, el arqueólogo, muy respetuoso de lo sucedido procedió a dejar en el lugar en-contrado.

Lozabalsa, antes de viajar a Bo-livia pernoctó en casa de Cecilia Maldonado y unas horas antes de

viajar manifestó: “Cecilia, los es-píritus van a venir hoy día, no se asustará”. Cecilia un poco incrédu-la y atemorizada pensó que tal vez lo mencionado era mentira o una ocurrencia del arqueólogo. Pero no fue así, en efecto, de acuerdo a lo que cuenta Cecilia, eran las doce del medio día y sus lámparas anti-guas -tipo araña- que cuelgan en el centro de su sala realizaron el mo-vimiento del péndulo sin que exista movimiento aparente, ni tampoco sismo detectado. El arqueólogo finalmente dijo: ya están aquí los espíritus que le manifesté y me es-tán haciendo una buena despedi-da. Estas son revelaciones de tipo inmaterial.

Después de muchos años, se rea-lizaron investigaciones arqueoló-gicas y antropológicas en Anga-marca. Según Navas (1990) los habitantes indígenas de esta zona fueron los Tsáchila o Colorados, una etnia que ocupó la montaña

FOTO 1: Camino Prehispánico en el tramo AngamarcaLa Vieja- Angamarca Nueva.

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de los flancos occidentales desde Pichincha en el Norte hasta Coto-paxi en el Sur (Lippi 1998, Navas de Pozo 1990:55-58). De acuerdo a Salomón (1986:108-109) el sitio de Angamarca La Vieja fue despobla-do por los incas y reestablecido en un nuevo lugar más alto. Fue cono-cido como un centro importante de actividad mindalá en el período tar-dío precolombino (Navas del Pozo: 1990: 55-58); aunque al parecer el sitio fue ocupado anteriormente por los panzaleos, por la evidencia de cerámica de esta cultura (Guber-man 1991).

Por la leyenda mencionada, Los Colorados o Táschilas habitaron en Angamarca alta, tal como refiere Salomon en sus registros etnohis-tóricos.

Pero de acuerdo a lo manifesta-do los Tsáchilas no permanecie-ron mucho tiempo en Angamarca alta, porque no era su habitat y se

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trasladaron hacia el sub trópico norte, sin dejar mucha huella po-siblemente a raíz de la conquista española.

Si se hubiese realizado un estudio arqueológico-inmaterial, probable-mente se podría haber determi-nado a quién mismo perteneció el pectoral encontrado y el valor que pudo haber tenido como identidad local.

2) En la cuenca del Río Angamarca existe la población del mismo nom-bre, perteneciente a la provincia de Cotopaxi, situada a 2900 m.s.n.m. Por la cerámica encontrada, fue un asentamiento Panzaleo (Guberman 1991); después fue ocupada por los incas (Salomón1986:108-109) y finalmente por los españoles en época colonial.

En este sitio todavía se pueden es-cuchar los topónimos, tales como: Rayoloma, Cañarpamba, Ingaloma, Canduyata y otros, justamente com-probándose que, de acuerdo a Na-vas (1990) la toponimia se refiere a hechos o sucesos reales, como por ejemplo: Canduyata (tierra de los Candus), Cañarpamba (tierra don-de habitaron los Cañaris). De estos, se reportaron 11 sitios arqueológi-cos en la prospección realizada por Guberman en los alrededores de Angamarca Alta (1991).

En el centro de este poblado, exis-te un lugar cercano a Ingaloma, y que de acuerdo a la tradición oral, Angamarca fue un centro prehis-pánico donde existían grandes shamanes, y antes que shamanes eran curanderos, posiblemente ligados a los Colorados (Navas, 1990).

De acuerdo a esta tradición, antes de la conquista española hubo un suceso que causó impacto en la población que residía en el lugar. Desde la parte baja (posiblemente desde Milagro o Quevedo) a tra-vés del camino prehispánico (Foto

FOTO 2: Caminos prehispánicos en el sector del Sub trópico de la Provincia de Cotopaxi.

N.1) que venía desde Manta, cru-zaba Angamarca (La Vieja) (Sub-trópico), Angamarca Alto (2900 m.s.n.m.) hasta llegar a la Sierra Central y posiblemente se dirigía hasta el Oriente. Por este camino avanzó una cacique con una gra-ve enfermedad, que estaba acom-pañada de todo su séquito, pero antes de llegar a la población de Angamarca murió, sin que los cu-randeros pudieran hacer nada por su salud. Ante esta situación se decidió enterrarla con todo lo que traía, incluyendo la gente que la acompañaba.

De acuerdo con la tradición oral, esta cacique dejó por herencia de que cierta familia fuese custo-dia del enterramiento a través de todas sus generaciones para que este sitio no sea profanado y que se vigile hasta la eternidad. (La ca-cique que fue enterrada es ascen-diente de la familia que cuida, de acuerdo con la información propor-cionada por O. Sánchez con la jefa de la familia, 1980).

Si hubiese existido una investiga-ción de lo inmaterial, posiblemente encontrasemos muchos aspectos sobre la verdad de los sucesos, inclusive lo relacionado con los ca-minos existentes en esta zona y el valor del entierro.

En la parte baja, a propósito de la prospección arqueológica en el área para el proyecto Hidroeléc-trico Angamarca, Cantón Pangua, Provincia del Cotopaxi, Fase III, se señala: “La zona de estudio pre-senta una cualidad muy especial, los pocos asentamientos antiguos en los alrededores de El Corazón están directamente asociados en una red de caminos dentro de un sistema complejo y práctico de co-municación entre regiones a largas distancias. Se determinó cuatro grandes vías de comunicación te-rrestre plasmados por 7 caminos que unen a toda la región” (Mejía 2007: 42).

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Por lo tanto es importante dise-ñar una investigación arqueológi-ca acorde a la antropología socio cultural, con la intervención de la población para que se empodere del estudio y participe de ella, des-de un punto de vista de identidad local. Los sitios arqueológicos en mu-chos lugares, son referentes de la comunidad como icono de su identidad. La magia de los luga-res arqueológicos conviven con el presente a través de sus espíritus que cultivan y cuidan sus lugares como en espera de acontecimien-tos futuros, que están en concor-dancia con lo que sucedió y con el presente.

Se observa actualmente que la medicina convencional se está fu-sionando con la medicina ances-tral, existen hospitales con las dos alternativas, inclusive una después de la otra, como que la una sirviese como diagnóstico de la otra. Esto demuestra la conciencia actual de lo valiosa que es la medicina an-cestral, que tan importante fue en tiempos prehispánicos. Muchos arqueólogos deben tener experiencias parecidas, pero no lo manifiestan por temor a ser in-comprendidos y a ser tachados de

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espiritistas, señalando que la ar-queología es evidente y no ilusoria.

Los aportes espirituales están ba-sados en concreciones reales y fi-losóficas, pero lastimosamente no podemos ver, porque el ser huma-no ha evolucionado y parte ha per-dido lo que ha conseguido como podemos apreciar en el período de Desarrollo Regional, que sirvió para elevarnos espiritualmente y conocer muchas aspectos basa-dos en la verdad y el conocimiento, como lo manifiesta el concepto de mitos y rituales según la UNESCO (2003): “Los ritos son las manifes-taciones de orden social que rigen y dan significado y estructuran las vidas de los individuos y comuni-dades. Incluyen los ritos de pasa-je, ritos estacionales (cosechas) y ritos de iniciación para todas las etapas de la vida desde el naci-miento (bautizo) hasta la muerte (ceremonias funerarias). Muchos de los ritos y los mitos representan las obras de un dios, de un héroe mítico, de un maestro espiritual o de un antepasado, así como la misma cristiana es la representa-ción de la vida, pasión y muerte de Jesucristo”.

3) En julio del año 2009, a propósi-to de una inspección arqueológica, se evidenció un sitio sui generis en la Provincia de Bolívar, Cantón Guaranda, Parroquia Salinas. Al oeste de la Parroquia Salinas pa-sando el río del mismo nombre, a

FOTO 3: Mina de sal en la parroquia Salinas.

FOTOS 5 Y 6: Chacras con revestimiento de:cerámica, piedra o mortero de cemento

FOTO 4: Lagunillas: Huarmi, Cari y Churi en las minas de sal

escasos 200 metros de la zona ur-bana, se puede observar una mina de sal, (Foto N 3), en el que apa-recen algunos hoyos artificiales denominados chacras, realizados por habitantes del sector. Estas chacras son hechas con cerámica, piedra o mortero de cemento (Fo-tos 5 y 6), cuyo objetivo es acumu-lar agua traída de las tres vertien-tes que se encuentran en la misma mina y que producen pequeñas lagunillas. A estas se les ha deno-minado: huarmi, cari y churi.

4). Una vez que se encuentra el agua dentro de las chacras por al-gunos días, especialmente en los días de verano, el agua va espe-sando y aumentando su densidad, esto se prueba arrojando un huevo y si este se sumerge, el agua esta lista para ser cocinada, de allí se obtiene la sal para el consumo hu-mano y animal.

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Este proceso de obtención de la sal se va venido repitiendo a través del tiempo por los habitantes del lugar, y quizá esto se realizó en épocas prehispánicas como lo demuestra el museo del Hotel El Refugio de esta localidad, al presentar vasijas de cerámica y hachas de piedras pertenecientes a las culturas: Pan-zaleo, Puruhá, Inca y de la Colonia, que de acuerdo a las personas que manejan el sitio, estas son piezas que fueron donadas por diferentes personas que viven en el sector, especialmente de la parroquia ur-bana. A esto se añade, la gran can-tidad de restos de tiestos prehispá-nicos que se encuentran dispersos en la parroquia de Salinas; lo que demuestra que el sitio fue ocupado constantemente por la importancia que tenía. Eran los pobladores qui-zás los que manejaban el comer-cio de la sal en la región.

Foto José Chancay.

Foto José Chancay.Foto José Chancay.

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FOTO 7: Cascadas en el Subtrópico de Cotopaxi

Por lo expuesto, se desprende que en este sitio han convivido las costumbres ancestrales, sea por necesidad, tradición u otras circunstancia, permaneciendo vi-gentes las prácticas durante miles de años y que día tras día reviven estos acontecimientos como un te-soro vivo.

La inmaterialidad de la zona tam-bién se evidencia a través de las cascadas, cuevas y otros lugares ecológicos que estarían muy liga-dos a los lugares arqueológicos. (Foto 7)

CONCLUSIONES:1) Antes de realizar un estudio ar-queológico, es necesario conocer la población aledaña y sus característi-cas tales como: tradición oral, toponi-mia, costumbres ancestrales y otras, con el objeto de plantear hipótesis que permitan acercarnos a interpretar y conocer una historia real, a través de las investigaciones arqueológicas, tanto de campo como de laboratorio.

2) Antes de realizar un estudio de im-pacto ambiental, los investigadores deben trasladarce al área o región, donde se va a realizar el estudio para evitar realizar una “arqueología mer-cantilista”.

3) Los manuales de arqueología señalan que, antes de un estudio arqueológico, debe realizarse un estudio antropológico y sociocultu-ral, pero en la realidad pocos o casi ningún arqueólogo lo cumple.

4) Los arqueólogos deben inves-tigar y obtener nuevos datos para el bien de la comunidad, regresar a soñar como en antaño y descu-brir o redescubrir situaciones que aportarían a la comunidad ecuato-riana.

5) Todas las poblaciones tienen: leyendas, mitos, rituales, medici-na tradicional y otros elementos que son importantes dentro de la reconstrucción e interpretación del material arqueológico.

6) Una buena investigación nos lleva a poner en valor nuestro pa-trimonio arqueológico, pero no aislado de otros aspectos como el inmaterial que es la esencia misma de las vivencias de nuestros ante-pasados.

7) Todos esos valores intrínsecos junto con la evidencia arqueológi-ca podemos mostrar al público a través de museos, de centros de interpretación y de los sitios y ele-var el nivel de vida de la comuni-dad, así como mejorar el paisaje cultural.

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8) Si relacionamos evidencia ar-queológica con el estudio inmate-rial, podremos entender muchos aspectos que quedan inconclusos al analizar solamente la evidencia arqueológica.

9) Esta relación (arqueología-in-material), es un método para en-contrar las verdaderas costumbres e interpretar de mejor manera los datos obtenidos para plantear si-tuaciones que permiten aclarar muchos procesos de la historia que aparentemente no podemos alcanzarlos.

BIBLIOGRAFÍA:BRAY, Tamara, 2005.- “A los Bor-des del Imperio: Los Mitmaqkuna and la dinámica Social en la Fron-tera Norte del Tahuantinsuyo.- Fase 1: Reconocimiento Preliminar del Área de Angamarca/Sigchos, Provincia de Cotopaxi”.-. 2005

GUMERMAN IV, George 1996.- Informe Técnico de la Prospección Arqueológica Proyecto de Subsis-tencia Cotopaxi, Fase Piloto I.

MEJÍA, Fernando 2008.- Informe Técnico: “Prospección Arqueoló-gica en el área para el proyecto hidroeléctrico Angamarca, Cantón Pangua, Provincia de Cotopaxi, Fase II y III.

NAVAS, Yolanda, 1990.- “Anga-marca en el siglo XVI”, Ediciones ABYA YALA, Quito-Ecuador. SANCHEZ, Francisco 2009.-In-forme Técnico para INPC de la inspección realizada a la parroquia Salinas.

UNESCO 2003.- Descubre tu pa-trimonio preservamos nuestro fu-turo.- Planes de Manejo un instru-mento de Gestión y participación.

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En la cotidianidad nos pregunta-ríamos cuáles son los propósitos mediáticos del Patrimonio Sonoro, estos podrían ser la investigación, la museología, el arte, la gestión cultural, la pedagogía, entre otros; aspectos que nos llevan a pensar primero, en un modelo general de interpretación del patrimonio y segundo en posibles aplicacio-nes educativas como la etnoedu-cación. Sin embargo pensamos que la definición de lo patrimonial desde lo sonoro es un concepto

Dr. Juan Mullo Sandoval

que debemos ir construyéndolo en relación con la movilidad social contemporánea dentro de patrones que comprometen “lo tradicional”, lo marginal, tal es el caso de la des-aparición de instrumentos musica-les patrimoniales como el pingullo1, especialmente en relación al proce-so de modernización y urbanización de los centros rituales de las comu-nidades o parroquias rurales.

Nos interesa debatir el uso social de los objetos patrimoniales so-

noros de las diversas culturas y la correspondencia que guarda con la memoria social, la diversidad, la in-terculturalidad y sobre todo su valo-ración dentro de las culturas vivas.Es indudable que un instrumento musical, una cinta magnetofónica, un disco de pizarra, una partitura del siglo XVIII o un piano del siglo XIX, nos remiten a un conjunto de bienes que identifican a una socie-dad, la misma que le ha otorgado un contenido simbólico, en ello es básico pensar que su valoración y

1 El pingullo es un instrumento con características rituales por excelencia, su utilización está ligada a las celebraciones más importantes del calendario agrícola andino, para solemnizar con su acompañamiento, a danzas sagradas algunas de origen prehispánico, tal el caso de la Yumbada.

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REFLEXIONESSOBRE EL PATRIMONIO SONORO

Órgano tubular. Fundación Iglesia de la Compañía, Quito.

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000656-253 Rondador de 15 huesos de animales. Ecuador siglo XIX. Museo Pedro Traversari. Casa de la Cultura Ecuatoriana.

preservación es un aspecto clave para cohesionar a dicha sociedad.

Pero si bien desde una actividad patrimonialista es fundamental pre-servar las estéticas autocontenidas en el objeto sonoro, su morfología u organología, sin embargo es prepon-derante comprender los significados y el uso comunitario de este patri-monio. Siguiendo con el ejemplo del pingullo, instrumento clave en los ri-tuales andinos más importantes, este guarda todo el contenido de su ac-cionar simbólico a través de quienes establecen su manejo: mamacos, tamboneros o pingulleros, es decir la cultura viva, para generar a través de danzas como la yumbada quiteña o los danzantes de Pujilí, la permanen-cia de una memoria social.

Considero que una real praxis pa-trimonial debe apuntar a los proce-sos que la sabiduría ancestral ge-neró con respecto al objeto sonoro. Desde una comprensión ideológica de la valoración de los objetos pa-trimoniales sonoros, hemos here-dado una mentalidad oligárquica y museística, la que desde inicios del siglo XX –momento cuando comien-zan a concebirse las primeras colec-ciones de instrumentos musicales al menos en Quito2- no le confieren más valor que un cierto grado de exotismo. Posiblemente lo que in-teresó a los primeros coleccionistas fue establecer un modelo civilizato-rio de la cultura, que heredarían las élites oligárquicas desde el período colonial. Es justamente cuando en el proceso de fortalecimiento del

estado nacional y la imagen de na-ción que pretendía el liberalismo, se busca mecanismos de integración social a los sectores subalternos, hacia un proyecto de visibilización exótica de la cultura material que se producía étnicamente, en la medida de exponerlas al mundo dentro de las famosas exposiciones interna-cionales de inicios del siglo XX, po-siblemente dentro de esa lógica se hayan comenzado a comprender las primeras colecciones del Patrimonio Sonoro.

En este contexto la exposición centenaria se combinan formatos de clasificación internacionales codificados en Chicago y París con colecciones y retóricas de re-presentación construidas desde

2 Colección de instrumentos musicales kichwa de la Amazonia de Jacinto Jijón y Caamaño (1920-30). La colección de instrumentos musicales Pedro Pablo Traversari, es quizá el más importante repositorio de instrumentos musicales del Ecuador, que ahora reposa en el Museo de instrumentos musicales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. El compositor e investigador quiteño Pedro Traversari (1874-1956), fue quien lo constituyó desde fines del siglo XIX y entregó en custodia a esta institución hacia 1950.

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la particular mirada de élites oli-gárquicas y élites regionales que gobiernan la nación y la región de países periféricos del sistema mun-dial. En ese sentido la expo 1909 y las colecciones de objetos de la cultura material que pone en esce-na, representa una doble intencio-nalidad: por un lado la promoción del país y sus mercancías exóticas al mercado internacional y a la mi-rada imperial, la construcción de las élites como mediadores entre occidente y trópicos; por otro lado existe la intencionalidad de exhibir la existencia de un orden interno en el que las élite se encuentran a la cabeza y se empeñan en conti-nuar el trabajo civilizatorio iniciado

Tamboril kichwa de la Amazonia, Museo Jacinto Jijón y Caamaño, PUCE.

en el período colonial, … la plebe doméstica (artesanos urbanos) y los indios (rurales y amazónicos). (Coronel, V. Monografiado, Quito, 2009)3.

Según estos parámetros históricos, al Patrimonio Sonoro se lo manejó bajo una mentalidad colonizadora, carente de los contenidos simbóli-cos y el uso social que le confiere históricamente las culturas vivas. Por ejemplo la institucionalización del 1 de octubre como el “Día del pasillo ecuatoriano” 4, no trajo casi ningún beneficio al desarrollo de la música popular mestiza, no vino de la mano de proyectos de inves-tigación o educación musical des-

de un proceso nacionalista. Bajo esta mentalidad se ha tratado de oficializar las conmemoraciones y aniversarios junto a la fetichización de los objetos patrimoniales, tal es el caso del “Día del pasillo”, oficiali-zado en el gobierno de Sixto Durán Ballén. Observa García Canclini un “tradicionalismo sustancialista”, que no toma en cuenta los proce-sos sociales y en este caso las cul-turas que lo producen, su grado de contemporaneidad que incorpora una acelerada movilidad social y su grado cada vez más fuerte de heterogeneidad cultural. Este mis-mo autor considera que dentro del seno de una sociedad excluyente, el poder genera:

3 Coronel, V. Cómo leer la exposición centenaria: modernismo periférico, y representación de la nación oligárquica o interno colonial. Quito, 2009. Informe de la dirección del proyecto bicentenario Flacso, y del seminario de investigación eje 2 con fines museológicos.4 El 1 de octubre se lo tomó en conmemoración de la fecha de nacimiento de Julio Jaramillo.

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L5 García Canclini, N. Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos Aires, Paidós, 2008. 6 Referencia verificada por Pablo Guerrero y Juan Mullo Sandoval en el 2009, en el archivo personal del investigador guayaquileño Wilman Ordóñez.

“Ante la impotencia para enfrentar los desórdenes sociales, el empo-brecimiento económico y los desa-fíos tecnológicos, ante la dificultad para entenderlos, la evocación de tiempos remotos reinstala en la vida contemporánea arcaísmos que la modernidad había despla-zado. La conmemoración se vuel-ve una práctica compensatoria: si no podemos competir con las tec-nologías avanzadas, celebremos nuestras artesanías y técnicas antiguas; si los paradigmas ideo-lógicos modernos parecen inútiles para dar cuenta del presente y no surgen nuevos, re-consagremos los dogmas religiosos o los cultos esotéricos que fundamentaron la vida antes de la modernidad” (Gar-cía Canclini, N. 2008: 163)5.

Si seguimos con el pingullo, este humilde pero sabio instrumento sonoro, nos pone en evidencia la contradicción de cómo los bienes culturales, son entendidos desde una participación desigual de los grupos sociales en el manejo de lo patrimonial. En el caso de las cul-turas costeñas el asunto es mucho más grave, su acervo organológico: las flautas montubias y la tambora de cuero de zaíno, desaparecieron casi sin dejar el menor rastro. Se conoce que hacia la década de los 60s, se toman las últimas fotogra-fías de estos instrumentos6; en la actualidad desde las investigacio-

nes etnomusicológicas, se han ubi-cado ya las primeras flautas, pero no se ha encontrado todavía un solo registro musical. Es decir que el ejercicio y comprensión de lo patrimonial se complica aún más, cuando las diferentes regiones del país, en este caso la Costa, las éli-tes y los poderes locales se desen-tendieron de aquellas culturas que consideraban marginales, tal es el caso de las montubias.

En nuestro país se ha comenzado un proceso de debate social en torno al patrimonio, sin embargo el capital simbólico de los grupos subalternos, en este caso artístico-populares, todavía ocupa un lugar secundario dentro de una institu-cionalidad hegemónica que ma-neja lo patrimonial. En ese sentido es imprescindible generar en los grupos artístico-musicales un em-poderamiento del concepto de pa-trimonio desde la memoria social, como un ejercicio o proceso de un colectivo para dinamizar lo patri-monial desde su experiencia histó-rica. A través de la memoria social que es incorporativa y dinámica, se inserta la organización popular y lucha colectiva para el ejercicio de sus derechos sobre lo patrimonial. Dentro de la memoria social se van enriqueciendo, éstos significados que son permanentemente defini-dos por lo comunitario.

BibliografíaCORONEL, V. Cómo leer la expo-sición centenaria: modernismo pe-riférico, y representación de la na-ción oligárquica o interno colonial. Quito, 2009. (Informe de la direc-ción del proyecto bicentenario Fla-cso, y del seminario de investiga-ción eje 2 con fines museológicos).

GARCÍA Canclini, N. Culturas hí-bridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos Ai-res, Paidós, 2008.

MULLO SANDOVAL, J. Músi-ca patrimonial del Ecuador, serie Cartografía de la memoria, Quito, Ministerio de Cultura, Instituto Ibe-roamericano de Patrimonio Natural y Cultural, IPANC, 2009.

Vihuela de Santa Mariana de Jesús, s. XVI-XVII.Fundación Iglesia de la Compañía, Quito

000655-252 Rondador de 11 plumas de cóndor.Ecuador, siglo XIX.

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INTRODUCCIÓNEl clima de esta localidad, Salinas, ha esculpido su maravillosa geografía an-dina a través de los años, la cual se ve manifestada en formaciones geológi-cas un tanto raras pero de gran interés para los arqueólogos e historiadores porque estas estructuras naturales forman parte de su historia. Al viajar entre Salinas y Simiatug se puede apreciar una inmensa llanura a cuyos lados se distinguen grupos de piedra viva que semejan famosas ciudades con castillos, con torres a manera de picachos, columnas y estatuas, de una belleza única; al interior de los farallo-nes del río Tiahua se encuentran las cuevas arqueológicas o prehistóricas que son testigos de la historia por la que atravesó su población. Al explorar este lugar, se encontra-rá varias composiciones bañadas de colores y formas que atraerán la atención de los visitantes. En su entorno se divisa una diversa vege-tación, entre la cual se encuentran las plantas criptógamas, helechos, líquenes y hongos que nacen de la hojarasca, sin dejar de mencionar las minas de oro blanco o sal, cuyo pro-ceso de extracción le dio el nombre a esta población. Las minas de sal que inicialmente fueron descubiertas y explotadas por

SALINAS DE BOLÍVAR:UN DESTINO TURÍSTICO CON HISTORIA, PAISAJES NATURALES,GENTE EMPRENDEDORA Y ECONOMÍA PRODUCTIVA Y SOLIDARIA.Ing. Diego Arboleda

Salinas de Bolívar o de Tomabela es el nombre de este sector que es tan antiguo como la historia misma de su pueblo. Se la conoce más por el nombre de Salinas, debido a la presencia de las minas de sal. Sus primeros habitantes fueron los Salinas, Tomabelas y Simiatugs. Su gente es tranquila, productiva y se desarrolla en un ambiente turístico encantador.

Cuenta con 4.000 km² de extensión, se encuentra a 3600 m.s.n.m., en la parte central de los Andes Ecuatorianos, a 30 km de la capital de la provincia de Bolívar, Guaranda. La temperatura promedio en el páramo es de 10°C, mientras que en el subtrópico es de 21°C.

De acuerdo con las estadísticas formuladas por documentos oficiales del Ministerio de Turismo y de la misma comunidad parroquial, Salinas “posee una población de 10.000 habitantes aproximadamente, de los cuales, el 70% corresponde a la población de indígenas quechuas, el 15% a los mestizos y el 15% restante lo conforman los montubios. La mayor parte de la población son campesinos, agricultores y ganaderos, además, el 40% del total de la población, son jóvenes menores de 20 años”.

colonos ingleses, constituyeron la principal base económica de la pa-rroquia; sin embargo, con la llegada de voluntarios italianos y padres sa-lesianos, se da un cambio radical en su economía.

Salinas, inicia su desarrollo comu-nitario en los años setenta, con un grupo de ancianos voluntarios que vinieron a radicarse en este sector. Actualmente, cuenta con más de 32 comunidades y sobrepasa a 98 el número de actividades productivas, (Fuente: Ministerio de Turismo) con-virtiéndose así, en uno de los más exitosos procesos de economía so-lidaria en base a un modelo de de-sarrollo denominado “GRUPO SALI-NAS”.

Poco a poco, a esta pequeña pobla-ción se va introduciendo la industria y la tecnificación. Se inicia la capaci-tación a los pobladores en el campo de la producción y transformación de materia prima, en especial a grupos de jóvenes, y consecuentemente se crea la Cooperativa Salinas, que contó inicialmente con 15 socios y al momento suman más de 3 000 inte-grantes.

En la actualidad, esta cooperativa se encarga de organizar a la población local para la elaboración de varios productos; los pobladores de Salinas se dedican a transformar la materia

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prima que poseen para convertirla en distintos tipos de productos finales, que se comercializan tanto a nivel nacional como internacional.

Dentro de las actividades que se rea-lizan en esta parroquia, se conside-ran entre las más sobresalientes:

•Las Minas de salSon formaciones naturales de sal que poseen un carácter especial, ya que de las entrañas de la mon-taña se deslizan vertientes de agua salada por filtros gigantescos de roca. Los socavones de agua como la huarmi y el kari, son declives de donde se saca el agua salada que se deposita a mano en las pendientes, bajan a pozas entalladas en piedra, bautizadas como chacras. Este pro-ceso repetitivo sedimenta la sal, que será extraída mediante un proceso de evaporación; luego, la sal es en-vuelta en guías de paja para su en-trega y mercadeo.

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• Turismo comunitarioLa organización y la cooperación de los individuos permiten realizar un trabajo comunitario. Son los propios pobladores los que se convierten en guías de turismo y el dinero genera-do con esta actividad, se reinvierte en proyectos para la comunidad.

Salinas, gracias a la implementación del turismo comunitario, ha logrado con los años, evitar la migración po-blacional hacia zonas urbanas, en contraste con la situación que se da en otros sectores del país, ya que posee un sistema industrial bien es-tructurado, beneficiando de igual ma-nera a comunidades aledañas que han encontrado en estas industrias condiciones mucho más favorables que en la urbe.

• Elaboración de panelaLuego de cosechar y cortar la caña, se exprime mediante un proceso an-tiguo de engranajes, con impulso de fuerza animal (caballos o mulares); el jugo obtenido es hervido a altas temperaturas en un fogón de leña construido específicamente para esta labor. Cuando la parte líquida se evapora, el semisólido es puesto a secar en moldes, lo que dará como resultado bloques de panela para el autoconsumo y distribución en sus locales a nivel nacional.

•Fabricaciónde hongos deshidratados

Los hongos crecen de manera natu-ral, son recolectados en los bosques de pino, por los mismos pobladores de Salinas. Luego son limpiados, re-banados y deshidratados. Finalmen-te se los clasifica y envasa para ser distribuidos al mercado nacional e internacional.

• Elaboración de textilesEl pastoreo de alpacas y borregos provee a sus productores de alimen-to y lana, que es procesada técni-camente en la hilandería del lugar, y su producto es usado por la comu-nidad como materia prima para tejer a mano coloridas y elegantes pren-das como sacos, ponchos, guantes, bufandas, bolsos y gorros, que son exportados al mercado europeo.

• Elaboración de confitesy chocolates

Es ésta una de las más importantes empresas de Salinas, posee 4 áreas de producción:1. Elaboración de pasta de cacao: pas-ta y chocolate de taza.2. Elaboración de chocolates: chocola-te fondente, de leche y blanco. Se des-tacan las trufas, chocolates rellenos de Pájaro Azul (aguardiente), de Ají (para el mercado japonés), entre otros. 3. Elaboración de turrones: dos tipos de turrones, de maní y de nuez de ma-cadamia.

4. Elaboración de mermeladas y conservas: mermeladas de mortiño y mora.

Estos productos se exportan al mer-cado italiano y para el consumo na-cional.

• Proceso de elaboraciónde quesos

Los productos lácteos, a través de los años, se han convertido en un alimento delicioso y esencial. En Salinas se producen 9 tipos de que-sos con tecnología Suiza, entre ellos podemos encontrar: el dambo, tilsit, mozarela, queso fresco, queso andi-no, queso gruyer, entre otros.

El proceso de elaboración de los quesos, comienza en la mañana, con la llegada de la leche cruda al centro de producción, donde la re-ceptan, la pesan y almacenan. Al lácteo embasado se lo pasteuriza a 67°C, este proceso mata cualquier bacteria existente mediante el calor. Para la coagulación se añade la en-cima del cuajo, 2,5 gramos por cada 150 litros, que corta la leche; se deja reposar durante 30 minutos y luego se corta en línea con una lira; (cor-te maíz), el líquido que se drena es la lactosa. Una vez que los sólidos y líquidos están bien separados, pasa-mos al moldeado terminal, en donde los sólidos son puestos en moldes con una subcapa de tela para darle la forma adecuada, inmediatamente se los voltea y se los prensa duran-te 30 minutos; a continuación se los deposita en salmuera por 24 horas, para enfriar y salar los quesos.

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Los tres mil litros de leche que ingre-san a diario, se convierten en cientos de quesos, de los cuales algunos se-rán almacenados en los cuartos de maduración y se tomará en cuenta el tiempo de permanencia según el tipo de queso. Finalmente, son empaca-dos al vacío y embarcados para su distribución en los puntos de venta creados en las distintas provincias del Ecuador.

• Elaboración de artesaníasUn paradigma de este trabajo organi-zado es efectivamente la creatividad humana, representada en la creación de artesanías en paja y cabuya. La paja es tejida en una base de hilo (de cabuya pintada) dando formas geomé-tricas consistentes y durables. Entre otras artesanías también se destacan figuras de cerámica y bisutería.

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• Atractivos turísticosDentro de la parroquia se recibe a más de 15 mil turistas al año, que puedan visitar además de las minas de sal y los sitios de elaboración de productos, otros lugares únicos por su paisaje, como: la Cueva de Dos Pisos, la Cueva de las Guayamas, la Cueva de la Virgen y la Cueva de las Tizas, el Diente del Inca, el Sombrero Rumi que son fenómenos geológicos y altares andinos modelados por el ambiente.

Otros atractivos son los caminos a las comunidades y bosques endémi-cos como:

Camino a la Comunidadde Yacubiana

Desde las minas de sal se admiran bellos paisajes, al atravesar la mese-ta se contemplan monolitos similares a soldados petrificados y al llegar al valle del río Yacubiana y a la comu-nidad del mismo nombre se pueden apreciar las chozas y viviendas tra-dicionales construidas con tierra, ba-hareque y paja.

Comunidad de Chazo Juan

La comunidad cuenta con una moda-lidad de ecoturismo comunitario; sus principales atractivos son: la chorre-ra de Moras, las Chorreras de Pillo-tingo, la Poza del Río Chazo Juan, la Laguna de Río Verde.

Bosque Protector Peña Blanca

Está formado por terrenos escarpa-dos y precipicios, allí se encuentra una gran roca o peña que da el nom-bre al lugar. Es la zona mejor prote-gida y la menos accesible; por la alta densidad de vegetación, esta peque-ña área sirve de refugio a la fauna local donde se localiza la mayor bio-diversidad de fauna y flora.

GUÍA PARA LLEGARDesde Quito, se toma la carretera Panamericana Sur hasta llegar a la ciudad de Ambato, en la provincia de Tungurahua, 136 kilómetros al sur. Una vez aquí, se continúa por el desvío sur occidental de la carretera, en dirección a la ciudad de Guaran-da, capital de la provincia de Bolívar. Durante el recorrido se podrá ob-servar de cerca el nevado más alto del Ecuador, el Chimborazo (6310 m.s.n.m.), al lado izquierdo del cami-no. Luego de 90 kilómetros de reco-rrido, se encontrará una bifurcación, que nos llevará, en dirección norocci-dental a la parroquia rural del cantón Guaranda llamada “Salinas”.

En cuanto a hoteles, se sugiere el hotel comunitario de Salinas, llamado “El Refugio”;o también la Hostería “El Socavón”, a 10 minutos del círculo ur-bano de Guaranda.

• CONCLUSIONESSalinas es un ejemplo para las de-más poblaciones del Ecuador y del mundo debido al alto desarrollo co-munitario basado en el compromiso y cultura de trabajo logrado a través de muchos años.

Debido a las múltiples opciones la-borales que tiene Salinas ha logrado que se disminuya notablemente la migración.

La multi diversidad de actividades y productos hacen que Salinas sea un polo de desarrollo productivo, gracias al buen manejo de los recursos y la reinversión de las utilidades, que han beneficiado de manera igualitaria a to-dos los trabajadores de la comunidad.

Finalmente sería conveniente que el modelo desarrollado en Salinas sea replicado en otras zonas de nuestro Ecuador para fortalecer las econo-mías locales.

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