Ensayo de Historia III

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El punto de partida del muralismo mexicano como corriente artística ocurriría bajo dos acontecimientos históricos. Primero, la finalización de la Revolución Mexicana, conflicto que comienza en 1910 con el objetivo de transformar el orden político, social y económico instaurado por Porfirio Díaz que perjudicaba profundamente a la clase media y los grupos más pobres de la sociedad mexicana. Este conflicto interno no tiene una fecha consensuada de culmine, pero se situaría entre los años 1917 (proclamación de la Constitución), 1920 (presidencia de Adolfo de la Huerta) o 1924 (presidencia de Plutarco Elías Calles). El segundo hecho histórico que termina por consolidar al muralismo mexicano dentro del país es la inauguración del mural pintado por el artista Diego Rivera en 1923 dentro de las edificaciones de la Escuela Nacional Preparatoria, obra realizada en el Anfiteatro Simón Bolívar entre los años 1922 al 1923 titulada La Creación. La Escuela Nacional Preparatoria inició sus labores como tal en 1868 tras una serie de reformar en el área educativa por parte del gobierno de Benito Juárez, previamente este espacio era conocido como Colegio San Ildefonso, un centro de educación jesuita, a principio de siglo comienza una serie de ampliaciones, entre ellas el Anfiteatro que culminó en 1910, mismo año que pasa a formar parte de la Universidad Nacional de México. Este edificio posteriormente vería intervenido sus murallas por una gran cantidad de artistas pertenecientes al movimiento muralista mexicano. Aunque las primeras intenciones por pintar en los muros de edificios públicos datan de fechas anteriores, el movimiento se legitima tras la revolución mexicana, con la aparición de la figura de José Vasconcelos quién asume en el puesto de la Secretaría de Educación Pública en 1920 e inmediatamente tras llegar al ministerio comienza un completo programa artístico y educativo, pidiéndole a artistas como Diego Rivera y José Clemente Orozco, quienes en ese momento residían en Europa, que volvieran a su país, ofreciéndoles

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El punto de partida del muralismo mexicano como corriente artística ocurriría bajo dos acontecimientos históricos. Primero, la finalización de la Revolución Mexicana, conflicto que comienza en 1910 con el objetivo de transformar el orden político, social y económico instaurado por Porfirio Díaz que perjudicaba profundamente a la clase media y los grupos más pobres de la sociedad mexicana. Este conflicto interno no tiene una fecha consensuada de culmine, pero se situaría entre los años 1917 (proclamación de la Constitución), 1920 (presidencia de Adolfo de la Huerta) o 1924 (presidencia de Plutarco Elías Calles).

El segundo hecho histórico que termina por consolidar al muralismo mexicano dentro del país es la inauguración del mural pintado por el artista Diego Rivera en 1923 dentro de las edificaciones de la Escuela Nacional Preparatoria, obra realizada en el Anfiteatro Simón Bolívar entre los años 1922 al 1923 titulada La Creación.

La Escuela Nacional Preparatoria inició sus labores como tal en 1868 tras una serie de reformar en el área educativa por parte del gobierno de Benito Juárez, previamente este espacio era conocido como Colegio San Ildefonso, un centro de educación jesuita, a principio de siglo comienza una serie de ampliaciones, entre ellas el Anfiteatro que culminó en 1910, mismo año que pasa a formar parte de la Universidad Nacional de México. Este edificio posteriormente vería intervenido sus murallas por una gran cantidad de artistas pertenecientes al movimiento muralista mexicano.

Aunque las primeras intenciones por pintar en los muros de edificios públicos datan de fechas anteriores, el movimiento se legitima tras la revolución mexicana, con la aparición de la figura de José Vasconcelos quién asume en el puesto de la Secretaría de Educación Pública en 1920 e inmediatamente tras llegar al ministerio comienza un completo programa artístico y educativo, pidiéndole a artistas como Diego Rivera y José Clemente Orozco, quienes en ese momento residían en Europa, que volvieran a su país, ofreciéndoles los muros de edificios públicos para ocupar con murales y respeto en cuanto a estilo e ideología.

Dentro del contexto del muralismo mexicano, fueron tres artistas los que destacaron por sobre los demás otorgándoles el nombre de Los tres grandes, este grupo era conformado por: Diego Rivera (1866-1957), quien formó parte del movimiento cubista junto con Picasso, Braque y Juan Gris, criticado por ser el menos consecuentes al momento de plasmar su ideología marxista en sus obras, formó parte del Partido Comunista con quien tuvo una relación conflictiva que terminó con su expulsión del partido.

José Clemente Orozco (1883-1949), trabajó como ilustrador en periódicos revolucionarios y pintó numerosos murales en espacios relacionados con la educación, sus obras más destacadas fueron los frescos en la Universidad de Guadalajara y en la ex capilla del Hospicio Cabañas.

Y David Alfaro Siqueiros (1896-1974), debido a su gran activismo revolucionario estuvo preso en varias ocasiones, como artista siempre se destacó por su uso del escorzo y la utilización de los espacios de manera casi invasiva, aseguraba que la pintura era para generar cambios hacía uso de materiales y herramientas modernas e industriales. Este también realizó actividades en la Escuela Nacional Preparatoria en los años 1923 y 1924,

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pero debido a conflictos con los estudiantes este fue despedido dejando los murales inconclusos y nunca fueron retomados.

El primero del trío de artistas que fue invitado a usar los muros de este lugar fue Diego Rivera, quien comenzó a pintar su primer mural tras su vuelto de Europa en 1922 en el anfiteatro Simón Bolívar y fue inaugurado en 1923 bajo el nombre de La Creación.

La obra consiste en tres partes que generan una narrativa, comenzando por el semicírculo central superior que se proyecta en las tres direcciones de la obra. El nicho central, de donde surge direccionada hacia arriba la figura de un hombre con brazos extendidos, una alusión evidente a Jesús crucificado. Más abajo, dentro del follaje del árbol se encuentran representadas las figuras de un hombre alado y un león, a la izquierda, junto con un águila y un toro, a la derecha; seres que representan al grupo de los Tetramorfos, es decir, a los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Luego el mural se divide en dos muros laterales, los que tienen representado a la mujer a la izquierda y el hombre a la derecha, que representarían a Eva y Adán. Ambos se encuentran desnudos y sentados en la base observando a los personajes que los continúan. En el lado izquierdo con Eva desnuda en se encuentra un grupo de mujeres: aquellas agrupadas en la base son alegorías a la música (aquella que toca una doble flauta), el canto (aquella con vestido rojo), la comedia (la mujer sonriente con trenzas) y la danza (aquella de pie con vestido blanco). En segundo plano las tres mujeres con halos representan las tres virtudes teologales: la esperanza, la caridad y la fe; hábitos que se consideran fundamentales dentro de quienes comulgan en la Iglesia Católica.

En el lado derecho con Adán los personajes representarían: la fábula (aquella con vestido amarillo), el conocimiento (aquella con manto azul), la poesía erótica (la mujer rubia y ojos claros), la tradición (aquella con vestimenta roja) y la tragedia (de rostro tapado con una máscara). Y en segundo plano el grupo representaría a las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la continencia; cualidades consideradas esenciales para un ciudadano en la antigua Grecia, descritas por Platón en La República.

Para terminar de darle simetría e unicidad al mural, sobre cada grupo se pintó a dos seres alados y sentados sobre nubes, a la izquierda representando la sabiduría y a la derecha las ciencias. Rivera describe la temática de la obra como una condensación de los distintos orígenes y creaciones de las artes y las ciencias, aun así llama la atención el fuerte carácter religioso, siendo este uno de los murales con más iconografía eclesiástica de los tres

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trabajos realizados por Los tres grandes en la Escuela Nacional Preparatoria, esto podría deberse a influencias por parte de José Vasconcelos quién plasmó gran parte de su ideología filosófica.

La influencia bizantina traída desde Italia fue evidente incluso en el material, prefiriendo la encáustica propia de aquella época, técnica de pintura que utiliza cera como aglutinante de los pigmentos; esto por sobre otras materialidades más modernas, como afirmaba Siqueiros: “solamente los nuevos elementos e instrumentos útiles, material y políticamente, pueden resolver los problemas físicos, políticos y estéticos de la Edad Moderna, los demás están liquidados”1.

Esta influencia bizantina también es tangible en las imágenes representadas en el mural con halos dorados en las cabezas de las deidades superiores, vestimentas y obviamente el carácter religioso de la obra; todos elementos muy propios del arte del siglo IV en Europa. Junto con ello también son factibles las influencias cubistas en la síntesis de sus dibujos y representaciones pictóricas, hecho que fue criticado por Siqueiros al momento de su inauguración.

Aun así cabe destacar que a pesar de no tratarse de una pintura revolucionaria como comenzaría a desarrollarse posteriormente en su arte, tiene un marcado nacionalismo propio de la época en la representación de todas las figuras con rasgos propios de la raza mestiza mexicana junto con mujeres claramente indígenas, además de la representación de la flora y la fauna en el centro del mural, la cual se trataría de elementos observados por Rivera en un viaje previo a Tehuantepec.

Al mismo tiempo que Rivera planeaba La Creación, J. C. Orozco estaba involucrado en un proyecto de mayor envergadura donde se le encomienda dar uso de los muros de los pasillos del gran patio. Los trabajos comienzan a realizar el año 1923 pero deben ser suspendidos abruptamente al año siguiente, cuando dos acontecimientos desestabilizan los proyectos impulsados por José Vasconcelos, siendo la próxima renuncia de este tras el culmine del mandato del Álvaro Obregón. Junto con las protestas de estudiantes y mujeres de la alta sociedad que no estaban a gusto con el contenido de las pinturas realizadas por Orozco, siendo los primeros quienes atacaron directamente los muros con piedras y cuchillos; las autoridades con la intención de detener estos conflictos deciden despedir a los artistas (entre ellos D. A. Siqueiros) denunciando que estos no habrían terminado los trabajos en el tiempo acordado y por tanto además debían reembolsar el dinero adelantado por el Estado. No obstante en 1926 con los ánimos más calmados Orozco retoma los murales, borrando gran parte del trabajo inicial que había disgustados a los estudiantes del recinto.

El mural consiste en tres plantas divididas temáticamente que van narrando y/o describiendo distintos procesos y diagnósticos de las revoluciones. A todas las escenas representadas se les fueron asignando títulos que no necesariamente fueron otorgados por el artista. En la planta baja se inicia con La buena vida o El banquete de los ricos, donde

1 GUADARRAMA, GUILLERMO. La ruta de Siqueiros, etapas en su obra mural. Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 2010.

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podemos identificar el estilo caricaturesco que se le otorga a la representación de los miembros de la clase alta que se divierte e incluso uno de ellos se burla de los personajes de la parte inferior, los obreros en actitud de lucha con armas en sus manos, uno de ellos extiende su brazo lanzando un golpe hacia otro hombre, en la siguiente escena: La trinidad revolucionaria, donde un hombre se cubre el rostro con las manos entrelazadas en símbolo de desaliento, a su lado otro empuña un fúsil y su rostro es tapado pero una bandera roja ondeante, es decir, cegado por lo ideales marxista; y finalmente otro hombre sin manos con expresión de dolor, todo esto busca representar la realidad de la lucha armada. Continuando a la derecha La huelga, donde dos hombres y una mujer parados al lado de una puerta que cubierta por una bandera roja simbolizan el derecho a huelga, sobre esta entrada flota una cabeza con un halo que formaría parte del mural anterior borrado casi en su totalidad. Luego La trinchera, una de las obras más representativa de Orozco, donde posiciona a tres hombres en diagonal apoyados en una gran piedra con expresiones de cansancio y derrota, expresando el dolor de la lucha revolucionaria. Sigue Destrucción del viejo orden, con dos hombres mirando hacia sus espaldas en donde se ven representadas ruinas de edificios, el sentido del mural es de renovación en donde los hombres representan la fortaleza que se espera luego de la revolución y las ruinas son el proceso de destrucción pasado. Finalmente Maternidad, el único panel de la etapa inicial que no fue borrado y que contiene un estilo mucho más influenciado por el estilo barroco recién traído tras su viaje a Italia, que a pesar de en un principio tener otro significado, junto con la línea visual que le precede se puede interpretar como el nacimiento de una nueva sociedad mexicana tras la revolución

El nivel intermedio comienza con El juicio final, en donde lidera la figura central, una caricaturización de un Dios Todopoderoso con el mundo en su regazo y los rodean por la izquierda un grupo vestido elegantemente y con aureolas sobre sus cabezas, mientras que a la derecha la gente pobre es perseguida y hostigada por demonios rojos. Para darle continuidad sobre una de las ventanas se encuentra La libertad, una marioneta de una mujer de rasgos desagradables como mofa a la figura de la liberta. Sigue con El acecho, primero un hombre de negro y rostro tapado alza su brazo con un cuchillo a punto de atacar a un trabajador que porta una pala y una bandera rojinegra quien es observado por un hombre gordo que simboliza un dirigente sindical, estos personajes representan los enemigos de los trabajadores dentro del mismo gremio. Luego Basura social, una serie de escombros conformados por símbolos como coronas simbolizando la monarquía, una esvástica y otros símbolos representando la burguesía y toda las cosas que son contraproducentes para la revolución. Luego sobre otra ventana La alcancía, donde dos brazos estirados vestidos con harapos entregan su dinero que terminan llegando a una mano gorda y enjoyada. Finalizando, Los aristócratas, donde cinco figuras caminan altivas e indiferentes de la mujer pobre representada como una limosnera con su hijo en brazos.

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El último nivel de los pasillos se conforma por las siguientes pinturas: Hombres que beben agua, mural sencillo donde tres personajes beben agua de una cascada dentro de un paisaje árido. Los ingenieros, donde tres hombres realizan trabajos reglas y escuadras, como una representación de la reconstrucción de una nueva nación. Mujeres, en primer plano vemos dos arados junto a un grupo de mujeres, dándole gran énfasis a la fertilidad con estos elementos juntos. Luego continúa con Sepulturero, donde se muestra la figura de un hombre dormido fuera de una tumba con los pies dentro, aludiendo al entierro de los cadáveres de quienes cayeron en la lucha, además del cansancio provocado por estos sucesos. La bendición, retoma el tema del campesino nuevamente con dos arados en primer plano, y en la parte de atrás un hombre arrodillado espera la bendición de una mujer que se entiende por su madre. Sigue con Trabajadores, una secuencia que presenta dos mujeres, una de ellas arreglando su ropa, en primer plano un hombre agachado recogiendo una herramienta y luego un grupo de trabajadores con sus implementos acompañados de sus mujeres, estos es una representación de la vuelta al trabajo tras la revolución terminada. Continúa con La despedida, con la figura de un hombre besando la mano de una anciana sentada en el suelo, y a su lado otro hombre siendo abrazado por otra mujer, la escena representa la despedida de los hombres a sus madres para partir a la lucha. Luego La familia, primero una mujer en primer plano sostiene en su regazo la cabeza de un hombre que da la espalda, junta a ella hay otra mujer con un bebé en sus brazos y luego una pareja abrazada dando la espalda miran una construcción al fondo de la escena. Se finaliza esta pared con Revolucionarios, donde tres figuras masculinas que se interpretan como revolucionarios por el fusil al hombro, los siguen dos mujeres que representan a aquella compañera que apoya a su hombre en la lucha.

Además de esos murales en la pared principal del corredor del tercer piso, también Orozco realizó en el lugar: El hijo muerto, Franciscanos y Constructores, que buscaban resaltar las acciones la orden religiosa de los franciscanos, siendo en las dos primeras, representaciones de monjes ayudando a indígenas desnutridos. Y en la última pintura solo se trata de una cruz cristiana compacta rodeada por una serpiente. También encontramos La ley y la justicia, con una nueva caricaturización de estas dos figuras representadas alegóricamente. Finalmente otra de las obras reconocidas del artista, Cortés y la Malinche, donde se ve a un hombre de rasgos europeos sentado junto a una mujer indígena, en una actitud dominante sobre ella tapándole un busto con su brazo y acaparando su mano sobre su propio muslo, mientras la mujer solo posee una mirada baja en actitud sumisa, todo es en representación de la raza vencida al momento de su conquista por los españoles.

Pareciera ser que los años en los cuales el mural no pudo ser continuado ayudaron a Orozco recuperar o adquirir una temática mayoritariamente revolucionaria, esto se puede comprobar en el único panel que se mantuvo intacto del primer intento del artista por terminar el encargo. En Maternidad se evidencia una fuerte influencia barroca y renacentista con su iconografía religiosa, vestimentas de muchos pliegues ondeando al igual

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que las cabelleras. Por el contrario, Rivera, que pudo concluir su mural en 1924, siendo este la primera obra mural que hizo en México tras su regreso de Italia, trajo consigo a flor de piel todos los conocimientos e influencias de aquel país plasmados en La Creación; posteriormente sus obras también retomaron influencias propias de México en cuanto a temática y estilo pictórico.

Por la misma razón mencionada anteriormente, la temática del gran trabajo de Orozco en la Escuela Nacional Preparatoria tiene un fuerte carácter revolucionario que no es posible apreciar en el trabajo de Rivera. Para Orozco pareciera ser importante plasmar las etapas de los procesos revolucionarios como una memoria para las generaciones futuras. De todas formas si es posible encontrar un punto en común en ambas obras respecto al nacionalismo que ambas tratan de plasmar: en el caso de Rivera los personajes plasmados que suelen ser representados con rasgos europeos, corresponden a una descripción propia de la raza mestiza mexicana. De la misma forma que Orozco muestra este nacionalismo, por un lado con la representación de personas con rasgos mexicanos, y además, la revolución plasmada como un símbolo por el cuál luchar y enorgullecerse, incluso haciendo un llamado no explícito a enlistarse en la lucha.

En cuanto a su ejecución, ambos usaron métodos tradicionales traídos desde Europa. Diego Rivera mostraba una clara influencia cubista en cuanto su dibujo y solución de la pintura, por otra parte los dibujos de Orozco podrían tildarse como caricaturescos, especialmente aquellos que buscaban mofarse de los personajes que representaban, esto podría interpretarse como una obra de arte casi literal que apuntaba a que el hombre corriente, trabajador clase media y baja, fuera capaz de interpretarlo. Por lo contrario de La Creación con una temática casi incomprensible sin una previa explicación por parte del artista. Aun así todos estos elementos de los que carece específicamente esta pintura de Rivera fueron adquiridos en sus trabajos posteriores, como se pudo observar en el caso de Orozco. En el fondo ambas pinturas no apuntan a temáticas distintas, en ambos murales, los artistas Rivera y Orozco buscan plasmar el origen o la formación de un hombre completo que tenga los valores ideales para ser parte fundamental del pueblo mexicano.

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Bibliografía

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Universidad de Chile.Facultad de Artes.Departamento de Teoría de las Artes.

ENSAYO IAnálisis comparativo entre las obras realizadas por Diego Rivera y José Clemente

Orozco en la Escuela Nacional Preparatoria.

Ramo: Historia del Arte Latinoamericana Profesor: Guadalupe Álvarez de Araya

Ayudante: Daniela Villagrán

Nombre: Camila Fernández

Fecha: 10 de septiembre de 2014