El Viento Del Sol - Arthur C. Clarke
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EL VIENTODEL SOL
Arthur C. Clarke
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Arthur C. Clarke
Ttulo original: The Wind From the Sun 1970 Arthur C. Clarke 1972 Alianza EditorialEdicion digital: #bibliotecaR6 08/02
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NDICE
El alimento de los diosesMaelstrom - IICriaturas abisalesEl viento del solEl secretoLa ltima ordenMarque F de FrankensteinReencuentroPlaybackLa luz de las tinieblasLa ms larga historia de ciencia ficcin jams contadaHerbert George Morley Robert Wells, Esq.Amad ese universoCruzadaEl cielo cruelFlujo de neutronesTransito de la TierraEncuentro con Medusa
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EL ALIMENTO DE LOS DIOSES
Es una mera cuestin de honradez, seor presidente, el advertirle que gran parte de mitestimonio va a ser sumamente desagradable; implica aspectos de la naturaleza humanaque muy rara vez han sido discutidos en pblico, y menos ante una comisin delCongreso. Pero me temo que no tienen ms remedio que afrontarlo; hay momentos enque debemos rasgar el velo de la hipocresa, y ste es uno de ellos.
Ustedes y yo, seores, descendemos de una larga estirpe de carnvoros. Veo por susexpresiones que muchos de ustedes desconocen el trmino. Bueno, no es de extraar;pertenece a una lengua que cay en desuso hace uno dos mil aos. Tal vez sea mejorque nos dejemos de eufemismos y seamos brutalmente sinceros, aun cuando tenga queemplear expresiones que no se han odo jams entre gente educada. Pido perdn deantemano a todo aquel a quien pueda ofender.
Hasta hace unos siglos, el alimento predilecto de casi todos los hombres haba sido lacarne: la carne de animales que se sacrificaban. No pretendo revolverles el estmago; essencillamente la constatacin de un hecho que pueden comprobar en cualquier manual dehistoria...
Pues claro que s, seor presidente. Estoy totalmente dispuesto a esperar a que elsenador Irving se sienta mejor. Nosotros los profesionales olvidamos a veces lareacciones que pueden experimentar los profanos ante declaraciones de esta naturaleza.Al mismo tiempo debo advertir a la junta que lo que viene a continuacin es mucho peor.Si alguno de los presentes es algo delicado, le sugiero que siga el ejemplo del senador,antes de que sea demasiado tarde...
Bueno, pues contino. Hasta los tiempos modernos, todo el alimento estaba clasificadoen dos categoras. La mayor parte se derivaba de las plantas: cereales, frutas, plancton,algas y otras formas de vegetacin. Nos es difcil comprender que la inmensa mayora denuestros antepasados fueran granjeros y sacaran el alimento de la tierra o del marmediante tcnicas primitivas, a menudo muy penosas, pero sa es la pura verdad.
El segundo tipo de alimento, si se me permite volver sobre tan desagradable tema, erala carne, obtenida de un nmero relativamente pequeo de animales. Puede que susnombres les resulten familiares: vacas, cerdos, ovejas, ballenas. La mayora de la gente -lamento insistir en esto, pero el hecho est fuera de toda discusin - prefera la carne acualquier otra clase de alimento, pese a que slo los ms ricos podan satisfacer esteapetito. Para la mayor parte de la humanidad, la carne era un bocado exquisito, casidesconocido, en una dieta compuesta en ms de un noventa por ciento de verduras.
Si consideramos el hecho serenamente y de una manera desapasionada - comoespero que el senador Irving est en disposicin de hacer en este momento -, podemosver que la carne se convirti en algo raro y caro, pues su produccin requiere un procesoextremadamente ineficaz. Para producir un kilo de carne, el animal en cuestin tena quecomer lo menos diez kilos de alimento vegetal... alimento que muy frecuentemente podahaber consumido el hombre directamente. Al margen completamente de cualquierconsideracin esttica, este estado de cosas no poda tolerarse despus de la explotacindemogrfica del siglo XX. Todo hombre que coma carne condenaba a diez o ms de sussemejantes a la inanicin...
Felizmente para todos nosotros, la bioqumica ha resuelto el problema: como debensaber ustedes, la respuesta la dio uno de los innumerables productos accesorios de lainvestigacin espacial. Todo alimento - animal o vegetal - es extrado a partir de unnmero muy reducido de elementos corrientes. Carbono, hidrgeno, oxgeno, nitrgeno,trazas de azufre y de fsforo... esta media docena de elementos, junto con algunos ms,se combinan en una casi infinita variedad de maneras, componiendo todos los alimentosque el hombre ha utilizado y utilizar jams. Al enfrentarse con el problema de la
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colonizacin de la Luna y los planetas, los bioqumicos del siglo XXI descubrieron elmedio de obtener sintticamente cualquier elemento deseado a partir de las materiasprimas fundamentales de agua, aire y roca. Fue quiz el logro ms importante de lahistoria de la ciencia. Pero no debemos enorgullecernos demasiado de ello. El reinovegetal nos haba superado ya en mil millones de aos.
Los qumicos podan ahora producir sintticamente cualquier tipo de alimentoimaginable, tuviera o no su correspondiente paralelo en la naturaleza. No hace falta decirque hubo errores... y hasta desastres. Se erigieron imperios industriales que luego sevinieron abajo; el cambio de la explotacin agrcola y animal por gigantescas instalacionesde elaboracin automtica y los omniversores de hoy fue a menudo doloroso. Pero tenaque darse ese paso, y ahora estamos mejor por esa razn. Se ha eliminado para siempreel problema del hambre, y disfrutamos de una alimentacin rica y variada como no se haconocida en ninguna otra poca.
Adems, naturalmente, se ha logrado una ventaja moral. Ya no sacrificamos millonesde seres vivos, y aquellas repugnantes instituciones que eran los mataderos y lascarniceras han desaparecido de la faz de la Tierra. Nos parece increble que nuestrosantepasados, por toscos y brutales que fuesen, pudieran tolerar semejantesobscenidades.
Y no obstante... es imposible romper totalmente con el pasado. Como he dicho ya,somos carnvoros; heredamos gustos y apetencias adquiridos a lo largo de un milln deaos. Nos agrade o no, hace slo unos aos, algunos de nuestros bisabuelos disfrutabancomiendo carne de cordero y de carnero y de cerdo... cuando podan. Y nosotros andisfrutamos hoy de ese placer...
-Dios mo! Ser mejor que el senador Irving espere fuera a partir de ahora. Creo que nohe debido expresarme con tanta brusquedad. Lo que quera decir, naturalmente, es quemuchos de los alimentos sintticos que actualmente consumimos tienen la misma frmulaque los antiguos productos naturales; algunos de ellos, efectivamente, son rplicas tanexactas que ninguna prueba qumica o de otro tipo podra encontrar la diferencia. Estasituacin es lgica e inevitable; los fabricantes nos hemos limitado a tomar como modeloslos alimentos presintticos ms populares, y reproducir su gusto y textura.
Naturalmente, hemos creado tambin nombres nuevos que no sugieren origenanatmico o zoolgico alguno, evitando as desagradables asociaciones. Cuando vamosa un restaurante, la mayora de los nombres que encontramos en la carta han sidoinventados a partir de principios del siglo XXI, o son adaptaciones de los nombresoriginales franceses, por lo que muy pocas personas podran reconocerlos. Si alguna vezquieren ustedes averiguar cules son sus respectivos umbrales de tolerancia, puedenhacer un interesante, pero sumamente desagradable, experimento. La seccin clasificadade la Biblioteca del Congreso posee un amplio repertorio de mens de restaurantesfamosos - s, y de los banquetes de la Casa Blanca -, registrados desde hace quinientosaos hasta la fecha. Son de una franqueza cruda, disecadora, que los hace casi ilegibles.Creo que no hay nada que revele ms vvidamente el abismo que se abre entre nosotrosy nuestros antepasados de hace slo unas cuantas generaciones...
S, seor presidente... estoy llegando a la cuestin; todo esto est ntimamenterelacionado con el motivo de mi alegato, por desagradable que parezca. No es miintencin estropearles el apetito; me limito a exponer el fundamento para el cargo quequiero presentar contra mis competidores, la Corporacin Triplanetaria de Alimentacin.De no entender este fundamento, podran pensar que no es ms que una queja trivialmotivada por las graves prdidas que ha soportado mi compaa desde que apareci enel mercado la Ambrosa Plus. Todas las semanas, seores, se inventan nuevos alimentos.Aparecen y desaparecen como las modas femeninas, y slo uno de cada mil viene asumarse permanentemente al men. Es extremadamente difcil acertar en el gusto delpblico de buenas a primeras, y reconozco sinceramente que la serie de platos Ambrosa
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Plus han obtenido el m s grande xito en toda la historia de la industria alimenticia. Todosustedes conocen la situacin: los dems platos han desaparecido del mercado.
Como es natural, nos hemos visto obligados a aceptar el desafo. Los bioqumicos demi organizacin son tan buenos como los de cualquier otra compaa del sistema solar;as que se pusieron a trabajar inmediatamente en la Ambrosa Plus. No les revelo ningnsecreto industrial si les digo que tenemos anlisis de casi todos los alimentos, naturales osintticos, que ha utilizado la humanidad, incluso de platos exticos de los que ustedes nohan odo hablar jams, como calamares fritos, langostas con miel, lenguas de pavo real,polipodios venusianos... Nuestra vasta biblioteca de sabores y texturas es nuestra basefundamental, as como la de todas las sociedades del ramo. De ella podemos seleccionary mezclar elementos para cualquier combinacin imaginable; y normalmente podemosobtener un duplicado, sin grandes dificultades, de cualquier
producto que saquen nuestros competidores.Pero la Ambrosa Plus nos ha tenido desorientados durante bastante tiempo. Su
precipitado de protena - grasa la clasificaba decididamente como una carne sindemasiadas complicaciones... y, sin embargo, no logrbamos reproducirla exactamente.Esa ha sido la primera vez que han fracasado mis qumicos; ninguno de ellos podaexplicar qu era lo que confera a la sustancia su extraordinario atractivo, el cual, comotodos sabemos, hace que, en comparacin, nos parezca inspido cualquier otro alimento.Y con razn... pero vayamos por partes.
En pocas palabras, seor presidente: el director de la Corporacin Triplanetariacomparecer ante usted... ms bien de mala gana, estoy seguro. Le dir que la AmbrosaPlus se compone de aire, agua, calcio, azufre y dems. Eso es completamente cierto,pero es lo menos importante de toda esta historia. Pues nosotros acabamos de descubrirsu secreto... que, como la mayora, es bien simple una vez conocido.
Desde luego, debo felicitar a mi competidor. Por fin ha hecho aprovechables cantidadesilimitadas de lo que es, por la naturaleza de las cosas, el alimento ideal de la humanidad.Hasta ahora lo ha habido en proporciones extremadamente reducidas, y, por tanto, lovenan paladeando los pocos entendidos que podan obtenerlo. Todos ellos, sinexcepcin, han jurado que no existe nada que se le pueda comparar ni remotamente.
S; los qumicos de la Triplanetaria han hecho un trabajo magnfico. Ahora, a ustedesles toca resolver las repercusiones morales y filosficas. Al empezar mi alegato heutilizado el viejo trmino de carnvoros. Ahora debo darles a conocer otro que, dado que loempleo por vez primera, convendr que lo deletree: C-A-N-I-B-A-L-E-S...
MAELSTROM - II
El no era el primer hombre, se deca Cliff Leyland amargamente, en saber el segundoexacto y la forma precisa de su muerte. Los criminales condenados haban aguardadoinnumerables veces su ltimo amanecer. Sin embargo, hasta el verdadero final, podanesperar el indulto; los jueces humanos podan mostrarse misericordiosos. Pero no existeapelacin posible contra las leyes de la naturaleza.
Y slo seis horas antes haba estado silbando feliz mientras ordenaba sus diez kilos deequipaje personal, antes de emprender el largo viaje de regreso a casa. Todava podarecordar (aun ahora, despus de todo lo que haba sucedido) que haba soado que tenaya a Myra en sus brazos, que llevaba a Brian y a Sue a aquel crucero por el Nilo que leshaba prometido. Dentro de unos minutos, cuando la Tierra se elevara sobre el horizonte,podra ver otra vez el Nilo; pero slo su memoria podra evocar los rostros de su mujer yde sus hijos.
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Y todo porque haba intentado ahorrar novecientos dlares-esterlinas iniciando el viajecon la catapulta de carga, en vez de utilizar la pista de cohetes.
Haba previsto que los doce primeros segundos del viaje seran difciles debido a lafuerte aceleracin imprimida a la cpsula por el lanzador elctrico a lo largo del carril dediez millas, a del que habra de salir disparado para alejarse de la Luna.
Aun con la proteccin del agua en que flotaba durante la cuenta atrs, no le producantranquilidad las veinte g del despegue. Y cuando la cpsula entr en la fase deaceleracin, no tuvo conciencia de las inmensas fuerzas que actuaron sobre l. El nicoruido consista en un dbil crujido de las paredes metlicas; para cualquiera familiarizadocon el tronar de los cohetes de lanzamiento, el silencio era pavoroso.
Cuando el altavoz de la cabina anunci: T ms cinco segundos; velocidad, dos milmillas por hora, apenas poda creerlo.
Dos mil millas por hora en cinco segundos, desde una posicin parada... y an faltabasiete segundos, mientras los generadores vomitaban violentamente sus chorros de fuerzaen el lanzador. Cliff guiaba esa centella por la faz de la luna. Y a los siete segundos lacentella vacil.
An protegido en esa especie de seno materno del tanque, Cliff pudo notar que habaocurrido algo. El agua que le rodeaba, hasta el momento fra y casi rgida por su propiopeso, pareci cobrar vida de pronto. Aunque la cpsula se desplazaba vertiginosamentepor la pista, haba cesado toda aceleracin y se deslizaba tan slo por zu propio impulso.
No tuvo tiempo de sentir miedo, ni de preguntarse qu haba pasado, porque el fallo dela fuerza impulsora dur poco ms de un segundo. Luego, con una sacudida que hizoretemblar la cpsula de extremo a extremo, y tras emitir una serie de crujidos sonoros yominosos el campo volvi a entrar en accin.
Cuando decreci la aceleracin por ltima vez, el peso se disip con ella. Cliff nonecesit ms instrumento que su estmago para saber que la cpsula haba dejado atrsla rampa y se estaba alejando de la superficie de la Luna. Esper impaciente, hasta quelas bombas automticas vaciaron el tanque y los secadores de aire caliente completaronel trabajo; entonces se desliz hasta el panel de control y se hundi en el asiento.
- Control de Lanzamiento - llam urgentemente, mientras se cea los cinturonesalrededor de su cuerpo -, qu demonios ha pasado?
Una voz presurosa, aunque preocupada, contest inmediatamente:- Estamos comprobando todava... Le volveremos a llamar dentro de treinta segundos -
luego aadi, sorprendida -: Nos alegra saber que est bien.Mientras aguardaba, Cliff encendi la pantalla de visibilidad de proa. No se vea ms
que estrellas... exactamente como tena que ser. Al menos, haba despegado casi a lavelocidad programada y no corra peligro de estrellarse en la superficie de la Luna... demomento. Pero se estrellara ms pronto o ms tarde, pues era imposible que hubieraalcanzado la velocidad de escape. Se elevara hacia el espacio describiendo una vastaelipse... y, en pocas horas, volvera al punto de partida.
- Hola Cliff - dijo sbitamente el Control de Lanzamiento -. Hemos descubierto lo que hasucedido. Los interruptores del circuito se han disparado al atravesar el sector cinco de lapista. Tu velocidad de despegue se ha reducido en setecientas millas por hora. De modoque regresars dentro de unas cinco horas... pero no te preocupes; tus propulsores decorrecin de rumbo pueden situarte en una rbita estable. Te avisaremos cuando debesencenderlos. Luego, todo lo que tienes que hacer es aguardar tranquilamente hasta quepodamos enviar a alguien para que te remolque hasta aqu.
Lentamente, Cliff se fue relajando. Haba olvidado los cohetes vernier de la cpsula.Pese a su escasa potencia, podan lanzarle a una rbita que le alejara de la Luna. Aunquedescendiera a pocas millas de la superficie lunar y pasara rasando por encima de lasmontaas y llanuras como una exhalacin, estara completamente a salvo.
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Luego record los crujidos metlicos del compartimiento de control y sus esperanzasdesfallecieron otra vez, dado que haba muy pocas cosas en un vehculo espacial quepudieran resquebrajarse sin que ello acarreara las ms desagradables consecuencias.
Se dispuso a hacer frente a estas consecuencias, ahora que haba terminado lasltimas revisiones de los circuitos de ignicin. Ni el MANUAL ni el AUTOMATICO pudieronencender los cohetes de navegacin. Las modestas reservas de combustible de lacpsula, que podan haberle elevado a una zona de seguridad, haban quedadototalmente inutilizadas. Dentro de cinco horas completara su rbita... y regresara al puntode lanzamiento.
Me pregunto si le pondrn mi nombre al crter, pens Cliff: Crter Leyland; dimetro..qu dimetro tendr? No hay que exagerar, supongo que no tendr ms de unasdoscientas yardas de dimetro. No valdr la pena registrarlo en el mapa.
El Control de Lanzamiento segua an en silencio, pero no era de extraar. No eramucho lo que se le poda decir a un hombre que ya estaba prcticamente muerto. Y noobstante, aunque saba que nada poda alterar su trayectoria, le pareca increble quefuera a caer dentro de unas horas, y que sus restos iban a esparcirse por casi toda laCara Oculta. Todava se estaba elevando de la Luna, confortablemente acomodado en supequea cabina. La idea de la muerte era completamente absurda... como lo es paratodos los hombres, hasta que les llega el instante final.
Y entonces, por un momento, Cliff olvid su propio problema. El horizonte que tenaante s no era ya plano. Algo ms brillante an que el resplandeciente paisaje lunar seelevaba sobre las estrellas. Al dar la vuelta la cpsula en torno a la Luna, dio ocasin alnico amanecer posible de la Tierra: un amanecer originado por el hombre. Un minutodespus haba aparecido toda entera, tal era la velocidad que desarrollaba en su rbita.Un momento ms tarde, la Tierra haba saltado limpiamente del horizonte, y ascendavelozmente en el firmamento.
Estaba llena en sus tres cuartas partes, y casi era demasiado brillante para mirarla. Eraun espejo csmico compuesto, no de oscuras rocas y polvorientas llanuras, sino de nievey nubes y mares. Efectivamente, casi todo era mar, pues el Pacfico estaba vuelto hacial, y el reflejo cegador del Sol cubra las islas hawayanas. La bruma de la atmsfera esablanda capa que poda haber acolchado su descenso en cuestin de unas horas - borrabatodos los detalles geogrficos; puede que esa mancha ms oscura que emerga de lanoche fuese Nueva Guinea, pero no estaba seguro.
Era una amarga irona saber que enfilaba directamente hacia esa amada y luminosaaparicin. Con otras setecientas millas ms por hora lo habra logrado. Setecientas millas:Eso era todo. Pero era tanto como pedir un milln. La visin de la Tierra elevndose en elcielo le record, con una fuerza irresistible, el deber que tema, pero que no poda diferirpor ms tiempo.
- Control de Lanzamiento - dijo, manteniendo la firmeza de su voz a costa de granesfuerzo -; por favor, deme lnea con la Tierra.
Esta era una de las cosas ms extraas que haba hecho en su vida: estar por encimade la Luna y escuchar el telfono en su propia casa, a un cuarto de milln de millas dedistancia. Deban ser casi las doce de la noche en Africa, y tardara un poco en atender altelfono. Myra se removera soolienta; luego, porque era la esposa de un hombre delespacio, recelosa siempre de alguna desgracia, se despabilara instantneamente. Pero aninguno de los dos le haba gustado nunca tener el telfono en la alcoba, y tardara lomenos quince segundos en encender la luz, cerrar la puerta del cuarto del beb para queno se despertara, bajar la escalera y...
La voz de su esposa le lleg clara y dulce a travs del espacio. La reconocera desdecualquier punto del universo, y percibi inmediatamente su apagado tono de ansiedad.
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- Seora Leyland? - dijo la operadora terrestre -. Tengo una conferencia de su marido.Por favor, recuerde los dos segundos de retardo.
Cliff se pregunt cunta gente estara escuchando esta conferencia desde la Luna,desde la Tierra o desde los satlites de comunicacin. Es difcil hablarles por ltima vez alos seres queridos cuando no sabes cuantos fisgones estarn escuchando. Pero tanpronto como empez a hablar, no existi ya nadie ms en el mundo que Myra y l.
- Cario - empez -. Soy Cliff. Me temo que no voy a volver a casa como te habaprometido. Ha surgido un... un fallo tcnico. Me encuentro perfectamente bien demomento, pero estoy en un grave aprieto.
Trag saliva, tratando de dominar la sequedad de boca; luego sigui hablando conrapidez, antes de que ella pudiera interrumpirle. Le explic la situacin lo ms brevementeposible. Por l, tanto como por ella, no abandonaba toda esperanza.
- Todo el mundo est tratando de hacer lo que puede - dijo l. -. Quiz enven una navepara remolcarme. Pero en caso de que no puedan... bueno, yo quera hablar contigo ycon los nios.
Lo encaj bien, como ya saba l que lo hara. Sinti orgullo, a la vez que amor, cuandole lleg la respuesta desde la cara oscura de la Tierra.
- No te preocupes, Cliff. Estoy segura de que te sacarn del apuro y que por fintendremos nuestras vacaciones exactamente como habamos planeado.
- Eso creo yo tambin - minti l -. Pero slo por si acaso, quieres despertar a losnios? No les digas que pasa nada.
Hubo un interminable medio minuto de espera, antes de or sus soolientas aunqueexcitadas voces. Cliff habra dado de buena gana estas ltimas horas de vida que lequedaban por poder ver sus caras una vez ms, pero la cpsula no estaba equipada conlujos tales como televisin. Quiz era mejor as, porque de tenerles que mirar a los ojos,no habra podido ocultarles la verdad. Se habran dado cuenta en seguida, aunque l noles dijera nada. Slo quera sentirles felices en sus ltimos minutos juntos.
Sin embargo, era difcil contestar a sus preguntas, decirles que pronto les vera,prometerles cosas que no podra cumplir. Necesit recurrir a todo su poder deautodominio cuando Brian le record que le trajera el polvo lunar que se le olvid en elviaje anterior... y ahora se haba acordado.
- Esta vez te lo traigo; lo tengo en un frasco aqu a mi lado. Dentro de poco podrsenserselo a tus amigos. (No: dentro de poco volver al mundo donde procede.) Y t,Susie, s buena y haz todo lo que mam te diga. Tus ltimas notas no fueron muybuenas, sobre todo la que tuviste en conducta... S, Brian, tengo esas fotografas, y eltrozo de roca de Aristarchus...
Era duro morir a los treinta y cinco aos; pero era duro tambin, para un nio, perder asu padre a los diez. Cmo le recordara Brian en los aos venideros? Quiz como unamera voz borrosa procedente del espacio, dado el poco tiempo que haba estado en laTierra. En los ltimos escasos minutos, mientras la nave enfilaba hacia arriba y volva atorcer luego hacia la Luna, poco era lo que poda hacer, salvo proyectar su amor y susesperanzas a travs del vaco que jams volvera a traspasar. El resto dependera deMyra.
Una vez se retiraron los nios, dichosos, pero extraados, an le quedaba algo quehacer. Ahora era el momento de conservar lcida la cabeza, de ser prctico y positivo.Myra deba afrontar el futuro sin l, pero al menos l poda hacer ms fcil el cambio.Suceda lo que le suceda al individuo, la vida sigue; y para el hombre moderno, la vidaimplica hipotecas y deudas que se pagan a plazos, plizas de seguros y cuentasbancarias comunes. Casi impersonalmente, como si se refiriera a otra persona - lo que notardara en ser completamente cierto -, Cliff comenz a hablar de todas estas cosas.Haba un tiempo para el corazn, y un tiempo para el cerebro. Al corazn le tocara el
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turno final, dentro de tres horas, cuando iniciara su curva final hacia la superficie de laLuna.
Nadie les interrumpi. Deba de haber monitores silenciosos manteniendo el contactoentre los dos mundos, pero era como si ellos dos fueran las nicas personas vivientes. Aveces, mientras hablaban, los ojos de Cliff se desviaban hacia el periscopio y sedeslumbraban ante el brillo de la Tierra, que ahora haba recorrido ms de la mitad delcamino hacia su cenit. Resultaba imposible creer que fuese el hogar de siete billones dealmas. Pero de todas ellas, en este momento slo le importaban tres.
Deban haber sido cuatro, pero con la mejor voluntad del mundo, no lograba sentir porel beb lo mismo que senta por los otros. No haba visto an a su hijo ms pequeo; y yano lo vera jams.
Finalmente no supo qu decir. Para determinadas cosas no bastaba una vida entera,en cambio una hora poda resultar demasiado. Se senta fsica y emocionalmenteagotado, y el esfuerzo de Myra deba de ser igualmente grande. Cliff quera estar solo consus pensamientos y con las estrellas para serenar su nimo y estar en paz con eluniverso.
- Quisiera cortar la comunicacin una hora o dos, cario - dijo. No haba necesidad deexplicaciones; se entendan demasiado bien -. Te volver a llamar con... con tiemposuficiente. Hasta luego.
Esper los dos segundos y medio, hasta que le lleg la despedida desde la Tierra;luego Cliff desconect el circuito y clav su mirada vaca en el pequeo panel de control.De manera totalmente inesperada, sin el menor deseo o volicin por su parte, le brotaronlgrimas de los ojos, y sbitamente comenz a llorar como un nio.
Lloraba por su familia y por l mismo. lloraba por el futuro que poda haber sido, y lasesperanzas que no tardaran en convertirse en un vapor incandescente que se disiparaentre las estrellas. Y lloraba porque no poda hacer otra cosa.
Un rato despus se sinti mucho mejor. Efectivamente, se dio cuenta de que tena unhambre atroz. No tena por qu morir con el estmago vaco, y empez a revolver entrelos alimentos en la diminuta despensa. Mientras masticaba un tubo de pasta de pollo conjamn llam el Control de Lanzamiento.
Era una voz nueva la que le hablaba, una voz lenta, firme y enormemente capaz quedaba la impresin de no tolerar ninguna impertinencia por parte de mecanismosinanimados.
- Aqu Van Kessel, Jefe de Mantenimiento de la Divisin de Vehculos Espaciales.Escuche con atencin, Leyland. Creemos haber encontrado una solucin. Es unaposibilidad remota... pero es la nica que existe para usted.
Las alternancias de esperanza y desesperacin son terribles para el sistema nervioso.Cliff sinti un sbito desvanecimiento; habra cado de haber sido posible caer endireccin alguna.
- Prosiga - dijo dbilmente, tan pronto como se recuper. Luego escuch a Van Kesselcon un ansia que lentamente se fue transformando en incredulidad.
-No lo creo! - dijo por ltimo -. Eso no tiene sentido!- No se puede discutir con los ordenadores - contest Van Kessel -. Han comprobado
las cifras de veinte maneras distintas. Y, desde luego, tiene sentido. Una vez en elapogeo, no se desplazar tan rpidamente, y no necesitar ms que dar un salto paracambiar de rbita. Supongo que no se ha puesto nunca un traje interestelar, verdad?
- No, desde luego.- Lstima... pero no importa. Si sigue las instrucciones no habr error. Encontrar el traje
en el armario del fondo de la cabina. Quite los precintos y squelo.Cliff recorri flotando los seis pies de distancia que haba desde el panel de control
hasta el fondo de la cabina y tir de la palanca, donde se adverta: SOLO EN CASO DE
-
EMERGENCIA; TRAJE ESPACIAL INTERESTELAR TIPO 17. Se abri la puerta, y elbrillante tejido plateado colg flccido ante l.
- Qutese la ropa interior y enfndese en l - dijo Van Kessel -. No se preocupe delbiopaquete... luego se lo ajustar.
- Ya est - dijo Cliff al cabo de un rato -. Qu hago ahora?- Espere veinte minutos... luego le daremos la seal de abrir la cmara de
descompresin y saltar.De pronto, comprendi todo lo que significaba la palabra saltar. Cliff contempl la
cabina, pequea, confortable, familiar, y luego pens en el vaco interestelar: el abismocarente de reverberaciones, donde un hombre que cayese no dejara de descender hastael fin de los tiempos.
Jams haba estado en el espacio libre; no haba tenido motivo alguno para haberestado. Era hijo de un granjero, titulado en agronoma, auxiliar del Proyecto para laRecuperacin Agrcola del Sahara, y trataba de obtener cosechas en la Luna. El espaciono era asunto suyo; l perteneca a los mundos formados de tierra y de rocas, de polvolunar y piedra pmez.
- No puedo - susurr -. No hay otro medio?- No - ataj Van Kessel -. Vamos a hacer lo que podemos para salvarle, y no hay
tiempo para ponerse neurtico. Docenas de hombres se han encontrado en peoressituaciones... gravemente lesionados, atrapados en naves a la deriva, a un milln demillas de la ayuda ms prxima. Pero usted no tiene todava ni un rasguo y ya se pone achillar. Clmese, o cortamos la comunicacin y le dejamos cocerse en su propia salsa.
Cliff se fue poniendo colorado poco a poco, y transcurrieron varios segundos antes decontestar.
- De acuerdo - dijo finalmente -. Prosigamos con esas instrucciones.- Eso est mejor - dijo Van Kessel con tono de aprobacin -. Dentro de veinte minutos,
cuando se encuentre en su apogeo, se introducir en la cmara de descompresin. A partirde ese momento perderemos toda comunicacin; el transmisor de su traje tiene unalcance de slo diez millas, pero le seguiremos por radar y podremos hablar con ustedcuando pase de nuevo por encima de nosotros. Ahora veamos los mandos que tiene sutraje...
Los veinte minutos transcurrieron de prisa. Al final de ese tiempo Cliff sabaexactamente lo que tena que hacer. Incluso haba acabado por creer que dara resultado.
- Es hora de lanzarse - dijo Van Kessel -. La cpsula est orientada correctamente, lacmara de descompresin apunta en la trayectoria que usted necesita seguir. Pero no espreciso que la direccin sea exacta. Lo que importa es la velocidad. Ponga toda su almaen ese salto... y buena suerte!
- Gracias - dijo Cliff torpemente -. Siento haber...- Olvdelo - le interrumpi Van Kessel -. Ahora muvase!Por ltima vez, Cliff ech una mirada en torno a la diminuta cabina, preguntndose si
no habra olvidado algo. Tena que dejar todas sus pertenencias, si bien poda sustituirlasfcilmente despus. Luego record el pequeo frasco de polvo lunar que haba prometidoa Brian; esta vez no defraudara al muchacho. La reducida masa de la muestra - unasonzas tan slo - no importaba para la suerte que iba a correr. At un trozo de cordn en elcuello del frasco y lo sujet al equipo del traje.
La cmara de descompresin era tan pequea que, literalmente, no haba espacio paramoverse; se qued emparedado entre la puerta interior y la exterior, hasta que termin elbombeo automtico. Luego se abri el mamparo lentamente hacia fuera, y Cliff seencontr frente a las estrellas.
Tir de s con sus torpes dedos enfundados, sali de la cmara y se puso de pie sobrela empinada curva del casco, sujetndose firmemente a l con el cordn de seguridad. La
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magnificiencia del panorama le dej casi paralizado. Se olvid de todos sus temores devrtigo e inseguridad al mirar en torno suyo, libre del estrecho campo visual delperiscopio.
La Luna se vea como un gigantesco creciente, y la lnea divisoria entre la noche y elda era un arco dentado que recorra un cuadrante del firmamento. Abajo, el Sol se estabaponiendo en el inicio de la larga noche lunar, pero las cimas de los picos desiertos an sevean inflamados por la ltima luz del da, y desafiaban la oscuridad que ya les cercaba.
Esta oscuridad no era completa. Aunque el Sol se haba ocultado, tras el suelo quetena debajo, la Tierra, casi llena, la inundaba con su resplandor. Y a la luz vacilante de laTierra, Cliff pudo distinguir, dbil, aunque ntidamente, las siluetas de los mares y laszonas montaosas, las estrellas confusas de los picos encrespados, los crculos oscurosde los crteres. Volaba por encima de una tierra soolienta y fantasmal... una tierra quetrataba de arrastrarle hacia su muerte. Pues ahora se hallaba en equilibrio, en el puntoms elevado de su propia rbita, exactamente en la lnea situada entre la Luna y la Tierra.Era el momento de saltar.
Dobl las piernas, agachndose contra el casco. Luego, con todas sus fuerzas, seimpuls hacia las estrellas, dejando correr el cordn de seguridad tras de s.
La cpsula retrocedi a sorprendente velocidad, y al hacerlo, sinti Cliff una sensacinde lo ms inesperada. Haba pensado que experimentara terror o vrtigo, pero no estainequvoca, inolvidable, persistente sensacin de cosa familiar. Todo esto haba sucedidoantes; no a l, por supuesto, sino a otro. No poda precisar el recuerdo, pero no tenatiempo de pensar en ello ahora.
Ech una rpida mirada a la Tierra, a la Luna, y nuevamente a la cpsula espacial, ytom una decisin sin tener conciencia plena de ello. El cordn dio un latigazo al soltar elresorte de sujeccin. Ahora estaba solo, a dos mil millas de la Luna y a un cuarto demilln de millas de la Tierra. No poda hacer nada ms que esperar; tendran quetranscurrir dos horas y media antes de saber con certeza si seguira viviendo... y si susmsculos haban cumplido la misin que no haban podido realizar los cohetes.
Y cuando las estrellas giraron lentamente en torno suyo, comprendi sbitamente culera el origen de ese recuerdo persistente. Haca muchos aos haba ledo los relatos dePoe; y quin sera capaz de olvidarlos?
El tambin se senta atrapado en un maelstrom, y giraba y giraba, hundindose haciasu propia destruccin; tambin l esperaba escapar abandonando su navo. Y aunque lasfuerzas con las que se enfrentaba eran totalmente diferentes, el paralelismo se leantojaba asombroso. El pescador de Poe se haba amarrado a un barril porque losobjetos cortos y cilndricos eran absorbidos ms lentamente que su embarcacin. Fue unabrillante aplicacin de las leyes de la hidrodinmica. A Cliff slo le quedaba esperar quesu empleo de la mecnica celeste fuese igualmente inspirado.
Qu velocidad se haba podido imprimir a s mismo al saltar de la cpsula?Seguramente, cinco millas por hora. Aunque comparada con los cmputos astronmicosera despreciable, deba de ser la suficiente como para situarse en una nueva rbita... lacual, como le haba prometido Van Kessel, le alejara varias millas de la Luna. No era unmargen demasiado grande, pero s sera lo suficiente en este mundo sin aire ni atmsferaque le arrastrara hacia abajo.
Con un repentino sobresalto de culpabilidad, Cliff se acord de que no haba llamado aMyra por segunda vez. Haba sido culpa de Van Kessel; el ingeniero le haba tenidocontinuamente ocupado, sin darle tiempo a pensar en sus propios asuntos. Y Van Kesseltena razn: en una situacin como sta un hombre tena que pensar slo en s mismo.Todos sus recursos, los mentales y los fsicos, deban concentrarse en sobrevivir. No eraste momento ni lugar para distracciones y blanduras afectivas.
Iba ahora en direccin al lado oscuro de la Luna, y a medida que la contemplaba, lacreciente iluminada iba disminuyendo. El disco intolerable del Sol, al que no se atreva a
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mirar, se hundi rpidamente en el combado horizonte. El paisaje lunar fue menguando, yse convirti en una raya luminosa, en un arco de fuego recortado contra las estrellas.Luego el arco se fragment en una docena de cuentas que parpadearon una tras otra,mientras l se precipitaba vertiginosamente en la sombra de la Luna.
Al irse el Sol, la luz de la Tierra pareci ms brillante que nunca, escarchando su trajede plata, mientras l giraba lentamente en su rbita. Tardaba unos diez segundos enefectuar cada rotacin; no poda hacer nada para detenerse, y, en realidad, agradeca eseconstante cambio de perspectiva. Ahora que sus ojos ya no se distraan con lasocasionales miradas al Sol poda ver millares de estrellas all donde antes slo haba vistounos cientos. Las constelaciones familiares se confundan, y hasta el m s brillante de losplanetas resultaba difcil de descubrir entre tanto resplandor.
El disco oscuro de la noche lunar se dibujaba en el campo de estrellas como unasombra eclipsadora, y creca lentamente a medida que Cliff caa hacia ella. A cadainstante, alguna estrella, dbil o brillante, se precipitaba hacia su borde y desapareca trasun leve parpadeo. Era casi como si estuviera creciendo un enorme agujero en el espacio,y ste se fuera tragando los cielos.
No haba ninguna otra indicacin de su movimiento, o del paso del tiempo, salvo susgiros regulares de diez segundos. Cuando mir su reloj, le asombr comprobar que habaabandonado la cpsula haca diez minutos. La busc con la mirada entre las estrellas,pero fue intil. En este momento deba de estar varias millas atrs. Pero luego la tendradelante, dado que se mova en una rbita inferior a la suya, y se estrellara antes contra laLuna.
Cliff estaba an tratando de descifrar esta paradoja cuando el esfuerzo de las ltimashoras, junto con la euforia de la ingravidez, le produjeron un resultado que difcilmentehabra considerado posible. Arrullado por el blando susurro de los conductos de aire,flotando ms liviano que una pluma, girando bajo las estrellas, se qued dormido en unsueo sin ensoaciones.
Cuando despert, a instancias de alguna llamada de su subconsciente, la Tierra estaballegando al borde de la Luna. El espectculo estuvo a punto de despertar de nuevo en lautocompasin, y durante un momento tuvo que luchar por dominar sus emociones. Estapoda ser la ltima vez que vea la Tierra, ya que su rbita le llevara a la Cara Oculta, a laparte donde jams brillaba la luz terrestre. Las relucientes capas de hielo del Antrtico, loscinturones de nubes ecuatoriales, los centelleos del Sol sobre el Pacfico... todo se ibahundiendo rpidamente tras las montaas lunares. Luego, desaparecieron; se qued sinSol y sin Tierra que le alumbraran, y el suelo invisible de abajo era tan negro que le hacadao a los ojos.
De manera increble, apareci un grupo de estrellas dentro del disco de tiniebla, dondeno era posible que hubiese estrella alguna. Cliff se qued mir ndolas con asombro duranteunos segundos, luego comprendi que estaba sobrevolando una de las colonias de laCara Oculta. All abajo, protegidos por las cpsulas hermticas de la ciudad, los hombreaguardaban a que transcurriera la noche lunar... durmiendo, trabajando, amando,descansando o discutiendo. Saban ellos que Cliff cruzaba su firmamento con unmeteorito y se desplazaba por encima de sus cabezas a cuatro mil millas por hora? Eracasi seguro; porque en este momento toda la Luna y toda la Tierra deban estar enteradosdel trance por el que atravesaba. Quiz le estaban buscando con el radar y lostelescopios, pero no disponan de mucho tiempo para encontrarle. En unos segundos ladesconocida ciudad desaparecera de su vista y nuevamente estara solo por encima dela Cara Oculta.
Era imposible saber a qu altitud se encontraba sobre el neutro vaco que se abradebajo, ya que no haba posibilidad de clculo o de perspectiva. A veces pareca quepoda llegar a tocar la oscuridad que atravesaba; sin embargo, l saba que en realidaddeba de estar an a muchas millas del suelo que tena debajo. Pero saba tambin que
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segua descendiendo, y que, en cualquier momento, la pared de uno de los crteres, o elpico de una montaa, que se alzaban invisibles hacia l poda atraparle.
En algn punto de la oscuridad que tena delante se ocultaba el obstculo final: era elpeligro ms temible de todos. En el corazn de la Cara Oculta, cruzando el ecuador deNorte a Sur y formando una pared de ms de mil millas de longitud, se extiende laCordillera Sovitica. Cliff era un muchacho cuando fue descubierta, all por el ao 1959, yan recordaba su excitacin cuando vio las primeras fotografas borrosas del Lunik III.Jams se le habra ocurrido pensar que un da volara hacia esas mismas montaas enespera de que ellas decidieran su destino.
La primera erupcin de claridad le cogi de sorpresa. La luz estall delante de l,elevndose de pico en pico hasta que se encendi el arco entero del horizonte. Cliffestaba saliendo vertiginosamente de la noche lunar y se diriga hacia la cara iluminadapor el Sol. Al menos no morira en la oscuridad; pero el ms grave peligro estaba an porvenir. Pues ahora se encontraba nuevamente casi donde haba empezado, y seaproximaba al punto ms bajo de su rbita. Ech una mirada al cronmetro del traje, y vioque haban transcurrido ya cinco horas. Dentro de unos minutos se estrellara contra laLuna... o pasara rasando y se elevara en el espacio.
Por lo que l poda juzgar, estaba a menos de veinte millas de la superficie, y seguadescendiendo, aunque muy lentamente ahora. Por debajo de l, las sombras alargadasdel amanecer lunar eran dagas de tiniebla que apuntaban hacia el suelo an envuelto porla noche. La luz puntiaguda y sesgada exageraba cada prominencia de suelo, y confera alas colinas ms pequeas el aspecto de montaas. Y ahora, de manera inequvoca, elterreno que tena delante se iba elevando, arrugndose y configurando las estribacionesde la Cordillera Sovitica. A ms de un centenar de millas, pero acercndose a unpromedio de una milla por segundo, se elevaba el oleaje de rocas de la superficie de laLuna. No poda hacer nada por evitarlo; su trayectoria era fija e inalterable. Todo lo quepoda hacer lo haba hecho ya, haca dos horas y media.
No haba sido suficiente. No se poda elevar por encima de estas montaas; eran lasmontaas las que se elevaban por encima de l.
Ahora lamentaba no haber llamado por segunda vez a su esposa, que an estaraesperando a un cuarto de milln de millas de distancia.
Sin embargo, quiz fuera mejor as, porque no habra sabido qu decir.Otras voces llamaron en el espacio que le rodeaba, al entrar nuevamente en el radio de
alcance del Control de Lanzamiento. Aumentaban y disminuan al cruzar como unrelmpago las zonas neutras que producan las montaas; estaban hablando de l pero elhecho apenas le afectaba.
Escuchaba con un inters impersonal, como si se tratara de mensajes procedentes dealgn lugar remoto del espacio o del tiempo sin la menor conexin con su persona. Unade las veces oy con toda claridad la voz de Van Kessel, que deca: Diga al comandantedel Callisto que le daremos una rbita de interceptacin tan pronto como comprobemosque Leyland ha pasado el perigeo. El momento del encuentro deber ser dentro de unahora y cinco minutos exactamente. Siento decepcionarle - pens Cliff -, pero se es unencuentro al que jams podr acudir.
Ahora estaba la pared rocosa a slo cincuenta millas, y cada vez que giraba impotenteen el espacio se hallaba diez millas ms cerca. No caba optimismo ya, puesto que corrahacia aquella barrera implacable ms de prisa que una bala de fusil. Era el final, y depronto le pareci una cuestin muy importante saber si chocara de cara, con los ojosabiertos, o de espaldas, como los cobardes.
Ningn recuerdo de la vida pasada emergi de la memoria de Cliff mientras contaba lossegundos que le quedaban. El vertiginoso paisaje lunar giraba por debajo de l, y cadadetalle se recortaba limpio y claro en la cruda luz de la madrugada. Ahora estaba deespaldas a las montaas que se le venan encima, y miraba hacia la trayectoria que haba
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descrito, hacia la trayectoria que deba haberle llevado a la Tierra. No le quedaban msque tres de sus das de diez segundos.
Y entonces, el paisaje lunar se inflam en una inmensa llamarada silenciosa. Una luzferoz como la del Sol barri las sombras alargadas, y prendi fuego a los picos y crteresque se diseminaban abajo. Dur slo una fraccin de segundo, y luego se desvaneci,antes de que l girase hacia el lugar de donde proceda.
Justamente delante de l, a slo unas veinte millas, una inmensa nube de polvo seelevaba hacia las estrellas. Era como si hubiera entrado en erupcin un volcn de laCordillera Sovitica; pero eso, naturalmente, era imposible. Igualmente absurdo fue elsegundo pensamiento de Cliff: que merced a alguna fantstica proeza de organizacin yde logstica, la Divisin de Ingenieros de la Cara Oculta haba destruido el obstculo quese opona a su trayectoria.
En efecto, haba desaparecido. Haban arrancado un inmenso mordisco, en forma demedia luna, a la cada vez ms prxima lnea del horizonte; las rocas y escombros seelevaban an de un crter que cinco segundos antes no exista. Slo la energa de unabomba atmica, lanzada en el momento preciso en su trayectoria, poda haber producidotal milagro. Y Cliff no crea en milagros.
Haba completado otro giro sobre s, y se hallaba casi encima de las montaas cuandorecord que, durante todo este tiempo, haba llevado delante, aunque invisible, unaexcavadora csmica. La energa cintica de la cpsula abandonada - un millar detoneladas desplazndose a una velocidad superior a una milla por segundo - era ms quesuficiente para provocar el boquete a travs del cual pasaba ahora. El impacto de estemeteoro artificial debi provocar una sacudida de toda la Cara Oculta.
La suerte le acompa hasta el final. Hubo un breve golpeteo de partculas de polvocontra su traje, y tuvo una visin borrosa y fugaz de rocas incandescentes y nubes dehumo que se disiparon rpidamente por debajo de l (qu extrao resultaba ver una nubeen la Luna!). Luego cruz las montaas, y no tuvo ante s ms que el bendito firmamentovaco.
En algn lugar, dentro de una hora, en su segunda rbita futura, el Callisto seaproximara hasta entrar en contacto con l. Pero ya no haba prisa; haba escapado delmaelstrom. Para bien o para mal, se le haba concedido el don de la vida.
Unas millas a la derecha de su trayectoria estaba la pista de lanzamiento; pareca unaraya del pelo trazada sobre la superficie de la Luna. Dentro de unos momentos entraradentro del alcance de su transmisor. Ahora, lleno de gratitud y alegra, podra hacer lasegunda llamada a la Tierra, y hablar con esa mujer que an estaba esperando en lanoche africana.
CRIATURAS ABISALES
Cuando dijo la centralita que la Embajada sovitica estaba al aparato, mi primerpensamiento fue: Bien, otro trabajo! Pero en cuanto o la voz de Goncharov comprendque se trataba de alguna complicacin.
- Klaus? Aqu Mikhail. Puedes venir en seguida? Es muy urgente, y no puedodecrtelo por telfono.
Fui preocupado todo el camino hasta la Embajada, preparando mil excusas para encaso de que hubiera salido mal algo por culpa nuestra. Pero no se me ocurri nada; enese momento no tenamos ningn contrato pendiente con los rusos. El ltimo trabajohaba finalizado haca seis meses, en el tiempo previsto, y haba sido de su enterasatisfaccin.
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Bueno, ahora resulta que no estaban satisfechos, segn descubr en seguida. MikhailGoncharov, el agregado comercial, era antiguo amigo mo: me cont todo lo que saba,pero no era mucho.
- Acabamos de recibir un cable urgente de Ceiln - dijo -. Quieren que salgasinmediatamente. Ha surgido un grave problema en el proyecto hidrotrmico.
- Qu clase de problema? - pregunt. Por supuesto, saba que tena que ser en elterminal de profundidad, puesto que esa era la nica parte de la instalacin que noscorresponda a nosotros. Los propios rusos se haban encargado de todo el trabajo desuperficie, pero haban recurrido a nosotros para fijar las parrillas a tres mil pies deprofundidad, en el ocano Indico. No existe en el mundo una sola compaa que puedamantener nuestro lema: CUALQUIER TRABAJO, A CUALQUIER PROFUNDIDAD.
- Todo lo que s - dijo Mikhail - es que los ingenieros han informado que la instalacinest totalmente inutilizada, que el primer ministro de Ceiln quiere inaugurar la plantadentro de tres semanas, y que a Mosc no le va a gustar lo que se dice nada que nopueda ponerse en funcionamiento para entonces.
Mentalmente repas las clusulas de penalizacin de nuestro contrato. La compaapareca que estaba a cubierto, dado que el cliente haba firmado el certificado deconformidad, con lo que admita que el trabajo era de su entera satisfaccin. Sin embargo,no era tan sencillo; si se demostraba que haba habido alguna negligencia por nuestraparte, podamos estar a salvo de toda accin legal... pero repercutira gravemente ennuestros contratos. Y para m, personalmente, la cosa sera peor, porque haba sido yo elsupervisor del proyecto de la Fosa de Trinco.
No me llamen buzo, por favor; detesto ese nombre. Soy ingeniero de profundidadesmarinas y utilizo la escafandra con la misma frecuencia que utiliza un aviador suparacadas. Casi todo el trabajo lo realizo a base de televisores y robots de controlremoto. Cuando tengo que bajar personalmente lo hago en un minisub provisto demanipuladores externos. Le llamamos el cangrejo por las pinzas que tiene; el de tiponormal baja hasta cinco mil pies de profundidad, pero se han fabricado versionesespeciales que pueden trabajar en el fondo de la Fosa de las Marianas. Personalmente nohe estado all, pero puedo darles el presupuesto con mucho gusto, si lo desean. As, aojo, puede costarles un dlar por pie, ms mil dlares por hora de trabajo.
Me di cuenta de que los rusos hablaban en serio cuando Mikhail dijo que haba unavin aguardando en Zurich, y que si poda estar en el aeropuerto en un par de horas.
- Mira - dij -, yo no puedo hacer nada sin equipo... y la escafandra que se necesitapara esa inspeccin pesa toneladas. Adems, lo tengo todo en Spezia.
- Lo s - contest Mikhail implacable -. Mandaremos all otro avin de transporte. Envaun cable a Ceiln tan pronto como sepas lo que necesitas: lo tendrs todo en lainstalacin dentro de doce horas. Pero, por favor, no hables de esto con nadie; preferimosguardarnos nuestros propios problemas.
Estaba de acuerdo, porque era problema mo tambin. Al salir del despacho, Mikhailseal el calendario de la pared, y dijo:
- Tres semanas, de lo contrario...Y se pas el dedo transversalmente por el cuello. Y yo saba que no se refera al suyo.
Dos horas ms tarde me encontraba sobrevolando los Alpes, despidindome de mifamilia por radio, y preguntndome por qu, como todo suizo dotado de sentido comn, nome haba hecho banquero o me haba metido en el negocio de relojes. Toda la culpa latenan los Picard y los Hanne Keller, me deca a m mismo pensativo: Por qu tuvieronque empezar esta tradicin suiza de las inmersiones? Luego me dispuse a dormir,consciente de que no lo hara lo suficiente durante los prximos das.
Aterrizamos en Trincomalee poco despus de amanecer, y el inmenso y complejopuerto - cuya geografa jams he llegado a dominar completamente - era un laberinto de
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cabos, islas, canales que se comunicaban entre s, y drsenas lo bastante amplias comopara acoger a todas las escuadras del mundo. Sobre un promontorio que dominaba elocano Indico se vea el enorme edificio blanco de control, de un estilo arquitectnico untanto extravagante. La instalacin en s era pura propaganda... aunque, naturalmente, siuno fuera ruso, tendra que decir relaciones pblicas.
No es que critique realmente a mis clientes; ellos tienen sus buenas razones para estarorgullosos del proyecto, que es el ms ambicioso plan realizado hasta ahora para extraerenerga trmica del agua. No es la primera vez que se intenta. El cientfico francsGeorges Claude lo intent sin xito hacia 1930, y se hizo otro ensayo mucho mayor enAbidjan, en la costa occidental de Africa, all por los aos cincuenta.
Todos estos proyectos se basaban en el mismo hecho sorprendente: incluso en lostrpicos, el agua del mar, situada a una milla de profundidad, se encuentra trmicamentecasi en el punto de congelacin. En una masa de billones de toneladas de agua, estadiferencia de temperatura representa una cantidad de energa colosal, y un precioso retopara los ingenieros de los pases que sufren escasez de energa.
Claude y sus sucesores haban tratado de extraer esta energa con mquinas de vaporde baja presin; los rusos haban utilizado un mtodo mucho ms simple y ms directo.Desde hace ms de un centenar de aos, se sabe que en muchos materiales seestablece una corriente elctrica cuando se calienta uno de sus extremos y se enfra elotro, y desde 1940 los cientficos rusos han estado trabajando para encontrar unaaplicacin prctica a este efecto termo-elctrico. Sus primeros inventos no dieron grandesresultados... aunque s lograron producir corriente suficiente para alimentar miles deradios mediante el calor de las lmparas de petrleo. Pero en 1974 hicieron un grandescubrimiento que todava guardan en secreto. Y aunque he sido yo quien ha conectadolos elementos de potencia en el extremo fro de la instalacin, no he podido verlos, ya queestaban totalmente ocultos bajo una capa de pintura anticorrosiva. Todo lo que s es queforman una inmensa parrilla, como un sinfn de anticuados radiadores de calefaccinconectados unos con otros.
Reconoc muchas caras en el pequeo grupo de personas que se haba congregado enla pista de aterrizaje de Trinco; amigos o enemigos, el hecho es que parecan alegrarsede verme... especialmente el ingeniero jefe Shapiro.
- Bueno, Lev - dije, cuando salimos en el coche - Cul es el problema?- No lo sabemos - dijo con franqueza -. A usted le toca averiguarlo... y arreglarlo.- Pero qu ha pasado?- Pues vers, todo funcionaba perfectamente, hasta que hicimos pruebas a plena
potencia - contest -. La produccin elctrica estaba dentro del cinco por ciento delmargen de error previsto en nuestras estimaciones, hasta las 01,34 de la madrugada deljueves - torci el gesto; evidentemente esa hora se le haba quedado grabada en elcorazn -. Luego el voltaje empez a oscilar violentamente; as que cortamos laalimentacin y revisamos los contadores. Pens que algn patrn idiota habaenganchado los cables (ya sabes lo que hemos trabajado para evitar esa eventualidad),conque encend los proyectores e inspeccion el mar. No haba una sola embarcacin ala vista. De cualquier modo, quin iba a querer fondear justamente fuera del puerto enuna noche clara y serena? No podamos hacer nada, salvo vigilar los aparatos y seguircomprobando; ya te ensear todos los grficos cuando lleguemos a mi despacho. Cuatrominutos despus se interrumpi el circuito. Naturalmente, localizamos la avera con todaexactitud; est en la parte ms profunda, concretamente en la parrilla. Tena que ser ah,y no en este extremo del sistema - aadi lgubremente, sealando hacia la ventana.
En ese momento pasbamos por el estanque solar: el equivalente a la caldera de unamquina de vapor convencional. Esta era una idea que los rusos haban copiado de losisraeles. Consista simplemente en un estanque poco profundo, cuyo fondo estabapintado de negro, el cual contena una solucin concentrada de sal. Acta como un eficaz
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absorbente de calor, y los rayos del sol elevan el lquido casi a doscientos gradosFahrenheit.. Sumergidas en este estanque se hallaban las parrillas calientes del sistematermoelctrico, exactamente a dos brazas de profundidad. Unos cables macizos lasconectaban con mi seccin, ciento cincuenta grados ms fra y a tres mil pies deprofundidad, que se alojaba en el can submarino que llega hasta la misma bocana delpuerto de Trinco.
- Han verificado si ha habido temblores de tierra? - pregunt no muy esperanzado.- Naturalmente. El sismgrafo no ha registrado nada.- Y qu me dicen de alguna ballena? Ya les advert que podan plantear algn
problema.Haca ms de un ao, cuando se estaban largando al agua los inmensos conductores,
les haba contado a los ingenieros que una vez encontramos un cachalote ahogadoenredado en un cable telegrfico, a media milla de la costa de Sudamrica, Se conocenuna docena de casos similares... pero el nuestro, por lo visto, no era uno de ellos.
- Esa fue la segunda eventualidad en la que pensamos a continuacin - contestShapiro -. Nos pusimos en contacto con el Departamento de Pesca, con la Marina y elEjrcito del Aire. No hay ballenas en las proximidades de toda la costa.
A partir de ese momento dej de hacer conjeturas, por que haba odo por casualidadalgo que hizo que me sintiera incmodo. Como a todo suizo, se me dan bastante bien losidiomas, y he aprendido un poco de ruso. De todos modos, no haca falta ser un lingistapara saber qu significaba la palabra sabotash.
La dijo Dimitri Karpukhin, consejero poltico del proyecto. No me caa simptico; ni a losingenieros, que a veces eran intencionadamente descorteses con l. Comunista del viejoestilo, de los que no han podido librarse de la sombra de Stalin, sospechaba de todo,fuera de la Unin Sovitica, y de no pocas cosas dentro de ella. El sabotaje erajustamente la clase de explicacin que poda ocurrrsele a l.
Desde luego, haba muchsima gente que no se morira de pena precisamente si elProyecto Energa Trinco fracasaba. Polticamente estaba comprometido en l el prestigiode la URSS; econmicamente supona billones, dado que si tenan xito las plantashidrotrmicas podran competir con el petrleo, el carbn, la energa hidroelctrica y,especialmente, la energa nuclear.
Si embargo, yo no poda creer seriamente en un sabotaje; al fin y al cabo la guerra frahaba terminado. Es posible que alguien hubiera hecho un torpe intento de llevarse unamuestra de la parrilla, pero incluso eso pareca poco probable. Poda contar con los dedosde la mano a las personas que haba en el mundo capaces de llevar a cabo una cosa as,y la mitad de ellas estaban en mi nmina.
La cmara subacutica de televisin lleg esa misma tarde, y durante toda la nocheestuvimos cargando aparatos, monitores y ms de una milla de cable coaxial a bordo dela lancha. Cuando salimos del puerto me pareci ver en el muelle una figura familiar, peroestaba demasiado lejos para identificarla, aparte de que tena otras cosas en la cabeza. Siquieren saberlo les dir que no soy buen marinero; donde realmente me siento a gusto esdebajo del agua.
Tomamos cuidadosamente la marcacin del faro circular de la isla, y nos colocamosexactamente sobre la parrilla. La cmara, autopropulsada, parecida a un diminutobatiscafo, pas por encima de la borda; mientras mirbamos por los monitores bamosbajando espiritualmente con ella.
El agua estaba excepcionalmente clara y excepcionalmente vaca; pero a medida quenos acercbamos al fondo empezamos a encontrar algunas seales de vida. Se acercun pequeo escualo y se qued mirndonos. Luego pas blandamente una palpitanteburbuja de gelatina, seguida de una cosa parecida a una enorme araa con cientos depatas que formaban una especie de larga y enmaraada cabellera. Finalmente apareci ala vista la pendiente del can. Estbamos justo sobre el objetivo, pues se vean los
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gruesos cables que descendan hacia las profundidades, exactamente como los habavisto en mi revisin final de la instalacin, haca seis meses.
Puse en marcha los propulsores de baja potencia y dej que la cmara descendiera alo largo de los cables. Parecan estar en perfectas condiciones, firmemente sujetos a unospitones clavados en la roca. Hasta que la cmara no lleg a la parrilla misma no aparecisigno alguno de anomala.
Han visto ustedes alguna vez el radiador de un coche despus de chocar contra unafarola? Bueno, pues haba una seccin de la parrilla que se pareca mucho a eso. Algo lahaba destrozado, como si hubiese ido un loco y se hubiera puesto a golpearla con unamandarria.
O las exclamaciones de asombro y de ira de las personas que miraban por encima demi hombro. O murmurar nuevamente la palabra sabotash y por primera vez empec atomarla en serio. La nica otra explicacin que poda tener sentido era que se hubieradesprendido alguna laja, pero las laderas del can haban sido revisadas con todocuidado, precisamente para evitar esta contingencia.
Cualquiera que fuese la causa, haba que reemplazar la parrilla estropeada. Estetrabajo no poda hacerse hasta que no me enviaran el cangrejo - veinte toneladas en total- desde el arsenal de Spezia, donde se guardaba entre un trabajo y otro.
- Bien - dijo Shapiro cuando hube finalizado mi inspeccin visual y fotografiado ellamentable espectculo de la pantalla -, cunto tardar?
Me negu a comprometerme a una fecha. Lo primero que he aprendido en este oficiosubacutico es que ningn trabajo resulta ser como uno espera. Las estimaciones decosto y de tiempo no pueden ser nunca seguras, porque hasta que no tienes mediado eltrabajo contratado no sabes con qu te vas a enfrentar.
Mi clculo personal era de tres das. As que dije:- Si todo marcha bien puede que no tarde ms de una semana.Shapiro solt un gemido.- No puede hacerlo en menos tiempo?- No quiero desafiar a la fatalidad haciendo promesas precipitadas. De todos modos,
eso supone un margen de dos semanas hasta la fecha tope.Tena que contentarse con eso; sin embargo, durante todo el trayecto de regreso a
puerto no hizo ms que protestar. Cuando llegamos, encontr otra cosa en qu pensar.- Buenos das, Joe - dije al hombre que estaba todava aguardando pacientemente en
el muelle -. Me pareci reconocerte al salir. Qu haces t aqu?- Iba a hacerte la misma pregunta.- Ser mejor que hables con mi patrn. Ingeniero jefe Shapiro, le presento a Joe
Watkins, corresponsal cientfico del Times.La respuesta de Lev no fue precisamente cordial. Normalmente no haba nada que le
gustara tanto como charlar con los periodistas, que llegaban a un promedio de uno porsemana. Ahora, como la fecha de inauguracin estaba prxima, le lloveran de todaspartes. Incluso, naturalmente, de Rusia. Pero en el momento presente, la agencia Tasssera tan mal recibida como el Times.
Era divertido ver cmo Karpukhin se haca cargo de la situacin. A partir de esemomento Joe tuvo constantemente pegado a l, como gua, filsofo u compaero decopeo, a un afable joven de relaciones pblicas, llamado Sergei Markov. A pesar de todoslos esfuerzos de Joe, los dos fueron inseparables. Mediada la tarde, cansado tras unalarga conferencia en el despacho de Shapiro, me uni a ellos y fuimos a comer, tarde ya, ala casa - restaurante del gobierno.
- Qu est ocurriendo aqu, Klaus? - pregunt Joe ansiosamente -. Huele adificultades, pero nadie admite nada.
Me puse a revolver el cuy, tratando de separar las partes inofensivas de aquellas quepodan hacerme saltar la tapa de los sesos.
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- No esperars que me ponga a discutir sobre los asuntos de mis clientes -contest..- Cuando te encargaste de la supervisin del dique de Gibraltar - me record Joe -,
eras bastante comunicativo.- Bueno s - admit -. Y te agradezco el artculo elogioso que me dedicaste. Pero esta
vez hay secretos tcnicos por medio. Yo... bueno... estoy realizando los ltimos ajustespara mejorar el rendimiento del sistema.
Cosa que, naturalmente, era verdad; esperaba elevar el rendimiento del sistema, cuyovalor actual era exactamente el de cero.
- Ejem - dijo Joe sarcsticamente -. Muchsimas gracias.- En fin - dije, tratando de desviar la conversacin -. Cul es tu ltima teora
disparatada?Como escritor cientfico altamente competente, Joe tena una aficin particular por lo
raro y lo improbable. Puede que sta fuera una forma de evasin; me he enteradocasualmente de que escribe tambin relatos de ciencia - ficcin, aunque lo oculta muybien ante sus jefes. Tienen una secreta aficin al espiritismo y la parapsicologa y losplatillos volantes, pero su verdadera especialidad son los continentes perdidos.
- Estoy trabajando en un par de ideas - admiti -. Se me ocurrieron mientras hacaindagaciones sobre este asunto.
- Sigue - dije, sin atreverme a levantar la vista del anlisis de mi curry.- El otro da me tropec con un mapa (trazado por Ptolomeo, por si te interesa) de
Ceiln. Me recordaba otro viejo mapa de mi coleccin, y lo saqu. Tena la mismamontaa central, la misma distribucin de los ros en su recorrido hasta el mar. Pero estemapa era de Atlantis.
- Oh, no! - exclam -. La ltima vez que nos vimos estuviste convencindome de quela Atlntida era la cubeta occidental del Mediterrneo.
Joe hizo un gesto simptico.- Poda estar equivocado, no? En todo caso, tengo una prueba mucho ms
sorprendente. Cul es el viejo nombre nacional de Ceiln... y de los modernoscingaleses, en definitiva?
Me qued pensando un segundo, y luego exclam:- Cielo santo! Lanka, por supuesto. Lanka... Atlantis - se me enredaron los nombres en
la lengua.- Exactamente - dijo Joe -. Pero no bastan dos claves, por sorprendentes que sean,
para sustentar enteramente una teora; y eso es todo cuanto tengo de momento.- Qu lstima - dije, autnticamente decepcionado -. Y tu otro proyecto?- Ese te va a dejar sentado - contest Joe con presuncin.Hurg en la baqueteada cartera que siempre llevaba consigo y sac un mazo de
papeles.- Ocurri a slo ciento ochenta millas de aqu, hace ms de un siglo. La fuente de
informacin, como vers, es la mejor que existe.Me tendi una fotocopia de una pgina del Times de Londres, que databa del 4 de julio
de 1874. Me puse a leerla sin mucho entusiasmo, porque Joe siempre estaba sacando arelucir recortes de peridicos antiguos, pero mi falta de inters no tard mucho endesaparecer.
En pocas palabras - me habra gustado transcribirla aqu literalmente, pero si quierenms detalles, su biblioteca local puede enviarle un facsmil en diez segundos -, el artculocontaba cmo la goleta Pearl haba zarpado de Ceiln a primeros de mayo de 1874, yluego haba hecho escala en la baha de Bengala. El 10 de mayo, poco antes de la cadade la noche, apareci un enorme calamar a media milla de la goleta, y el insensatocapitn abri fuego con su fusil.
El calamar nad directamente hacia la Pearl, agarr los mstiles con sus tentculos ytir de la nave hacia s. La goleta se hundi en cuestin de segundos, arrastrando a dos
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miembros de su tripulacin. Los dems fueron rescatados porque dio la casualidad de queel vapor de P. y O., el Strathowen, estaba a la vista y presenci la escena.
- Bueno - dijo Joe, cuando lo hube ledo por segunda vez -. Qu te parece?- No creo en los monstruos marinos.- El Times de Londres - contest Joe - no tiene tendencia al sensacionalismo
periodstico. Y los calamares gigantes existen, aunque los ms grandes de que se tienennoticias son animales endebles y blancos, y no llegan a pesar ms de una tonelada, auncuando sus patas pueden tener unos cuarenta pies de longitud.
- Y qu? Un animal as no es capaz de hacer naufragar una goleta de cientocincuenta toneladas.
- Cierto... pero hay una infinidad de pruebas de que el susodicho calamar gigante esmeramente un calamar de gran tamao. Puede haber decpodos marinos realmentegigantescos. En fin, un ao despus del incidente de la Pearl vieron un cachalote frente alas costas del Brasil, debatindose entre unos anillos descomunales que finalmente se lollevaron a las profundidades. El relato de este incidente lo puedes encontrar en elIllustrated London News del veinte de noviembre de mil ochocientos setenta y cinco.Luego, por supuesto, tienes ese captulo de Moby Dick...
- Qu captulo?- Pues ese que se titula El calamar. Sabemos que Melville era un observador muy
minucioso... aunque en esa ocasin dej correr la pluma. Describe cmo un da de calmasurgi del mar una enorme masa blanca como una capa de nieve recin cada de losmontes. Y el hecho suceda aqu, en el ocano Indico, quiz unas mil millas al sur delnaufragio de la Pearl. Las condiciones meteorolgicas eran idnticas, tenlo en cuenta.
- Lo que los hombres del Pequod vieron flotar en el agua - me s este pasaje dememoria, porque lo he estudiado cuidadosamente era una inmensa masa pulposa, de unalongitud y anchura de varios estadios, de un color crema tornasolado e innumerablespatas largas que partan de su centro, curvndose y retorcindose como un nido deanacondas.
- Un momento - dijo Sergei, que haba estado escuchnlodo todo extasiado -. Qu esun estadio?
Joe pareci sentirse ligeramente en un aprieto.- De hecho, es un octavo de milla... unos seiscientos sesenta pies - levant la mano
para detener nuestra carcajada de incredulidad -. Bueno, estoy seguro de que Melville nolo deca en sentido literal. El era un hombre que se tropezaba a diario con cachalotes, yech mano al azar de una unidad de longitud para describir algo mucho mayor. As que,maquinalmente, salt de las brazas a los estadios. Esa es, al menos, mi teora.
Apart las porciones intocables de mi curry.- Si crees que me has hecho sentirle miedo a mi trabajo - dijo - te equivocas de medio a
medio. Pero te prometo una cosa: que cuando me encuentre con un calamar gigante levoy a cortar un tentculo y me lo voy a traer de recuerdo.
Veinticuatro horas ms tarde me hallaba instalado en el interior del cangrejo, ydescenda lentamente hacia la parrilla estropeada. No hubo forma de mantener el trabajoen secreto; Joe se haba instituido en interesado espectador, y lo contemplaba desde unalancha prxima a la nuestra. Ese problema era de los rusos, no mo; suger a Shapiro quele pusieran al corriente, pero esto, como es natural, fue prohibido por la recelosa menteeslava de Karpukhin. Uno casi poda imaginrselo pensando: Por qu aparece aqu unperiodista americano, precisamente en este momento?, e ignorar la evidente respuesta deque Trincomalee era actualmente una gran noticia.
No hay absolutamente nada realmente emocionante o fascinante en los trabajossubmarinos... si se realizan como es debido. Lo excitante implica ausencia de previsin, yeso significa incompetencia. Los incompetentes no duran demasiado en mi oficio, ni
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tampoco los que buscan experiencias fascinantes. Yo me puse a trabajar con la mismaemocin que experimenta un fontanero al arreglar el canaln de un edificio.
Las parrillas estaban proyectadas de manera que tuviesen un mantenimiento fcil,dado que ms tarde o ms temprano tenan que ser reemplazadas. Por ventura, noestaba daada ninguna de las espigas, y las tuercas salieron con facilidad aldesenroscarlas con la llave inglesa. Luego puse en marcha los grficos de trabajospesados y quit la parrilla estropeada sin la menor dificultad.
Es una mala tctica el darse prisa en un trabajo subacutico. Si intentas ir demasiadodeprisa corres el riesgo de cometer muchos errores. Y si las cosas marchan viento enpopa y terminas en un da un trabajo que has dicho que tardara una semana, el clientepensar que no vale todo lo que has pedido por l. Aunque yo estaba convencido de quepoda sustituir la parrilla esa misma tarde, sub a la superficie detrs de la parrillaestropeada y di por terminada mi jornada de trabajo.
Se llevaron el termo - elemento para someterlo a una autopsia, y yo me pas el restode la tarde huyendo de Joe. Trinco es un pueblecito pequeo, pero me las arregl paraevitar su compaa por el procedimiento de meterme en el cine y estarme sentado variashoras, viendo una interminable pelcula tamil, en la que tres generaciones sucesivassufran idnticas crisis familiares de desplazamiento de personalidad, alcoholismo,desercin, muerte y demencia, en tecnicolor y con la banda sonora a todo volumen.
A la maana siguiente, poco despus de amanecer y a pesar de que tena un ligerodolor de cabeza, me encontraba en el lugar (lo mismo que Joe y que Sergei, los cualeshaban decidido pasar un plcido da de pesca). Les salud alegremente con la manomientras me meta en el cangrejo, y luego la gra me fue bajando suavemente por elcostado. Por el otro costado, donde Joe no poda verlo, arriaron la parrilla de sustitucin.Unas cuantas brazas ms abajo la solt de la cabria y la baj al fondo de la fosa deTrinco, donde, sin la menor dificultad, qued instalada a media tarde. Antes de volver a lasuperficie, haba repasado las tuercas, las soldaduras de los conductores, y los ingenierosde la costa haban completado sus pruebas de conexin. De nuevo me encontraba encubierta, el sistema estaba funcionando una vez ms, todo haba vuelto a la normalidad, eincluso Karpukhin sonrea... Hasta que se paraba a preguntarse lo que nadie haba sidocapaz de contestar.
Yo sostena an la teora de que haba sido el desprendimiento de alguna laja... a faltade otra mejor. Y esperaba que la aceptaran los rusos, y que, consiguientemente,acabaran los fingimientos y disimulos con Joe.
Me di cuenta de que no era as cuando Shapiro y Karpukhin vinieron a verme con lascaras largas.
- Klaus - dijo Lev -, queremos que baje usted otra vez.- De ustedes es el dinero - repliqu -. Pero para qu quieren que baje?- Hemos examinado la parrilla estropeada y falta una seccin del termo - elemento.
Dimitri cree que... que alguien... la ha roto deliberadamente y se la ha llevado.- Entonces han hecho un mal trabajo - contest -. Les puede asegurar que no ha sido
ninguno de mis hombres.Era peligroso hacer esa clase de chistes en presencia de Karpukhin, y a nadie le hizo
gracia. Ni a m; porque yo ya empezaba a sospechar que Karpukhin tena una idea en lacabeza.
El sol se estaba ocultando cuando inici mi ltima inmersin a la Sima de Trinco, peroel anochecer no tiene importancia alguna en esas profundidades. Hasta los dos mil pieshice el descenso sin luces porque me gusta contemplar las criaturas luminosas de la mar,resplandecientes y fluctuantes en la oscuridad, huyendo veloces como cohetes, a veces,de la ventana de observacin. En esta masa lquida no haba peligro de colisin; de todosmodos, tena un proyector de sonar panormico, muchsimo ms eficaz que mis propiosojos.
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Al llegar a las cuatrocientas brazas me di cuenta de que ocurra algo. El fondo estaba apunto de aparecer a la vista segn el sondador vertical... pero la aproximacin erademasiado lenta El promedio de descenso era excesivamente bajo. Poda aumentarlofcilmente inundando otro tanque de flotacin... pero no me decid a hacerlo. En mitrabajo, cualquier cosa que se salga de lo corriente ha de tener su explicacin; he salvadola vida tres veces por haber esperado a encontrarla.
El termmetro me dio la respuesta. La temperatura exterior era cinco grados mselevada de lo que deba ser, y siento decir que tard cinco segundos en comprender porqu.
Slo a un centenar de pies por debajo de m, la parrilla reparada funcionaba ahora apleno rendimiento, produciendo megavatios de calor al tratar de equilibrar la diferencia detemperatura entre la Sima de Trinco y el estanque solar de la superficie. No se llegara aestablecer ese equilibrio, por supuesto; pero en el intento se generaba electricidad... y yoestaba siendo arrastrado hacia arriba por el giser de agua caliente que se produca comoefecto secundario.
Una vez en la parrilla, me resultaba enormemente difcil mantener el cangrejo enposicin estable debido a la corriente ascendente, y al penetrar el calor en la cabina,empec a sudar incmodo. El exceso de calor en el fondo del mar era una experiencianueva; as como la visin, casi de espejismo, que produca el agua ascendente, la cualhaca danzar y temblar las luces de mis proyectores sobre la pared de roca que estabainspeccionando.
Imagnenme con las luces resplandecientes en medio de una oscuridad de quinientasbrazas, descendiendo lentamente por la pendiente del can, que en este lugar seinclinaba como el tejado de una casa. El termo - elemento que faltaba - si es que estabaan por all, no poda haber ido a parar muy lejos, antes de detenerse. O lo encontraba endiez minutos o no lo encontrara jams.
Tras una hora de bsqueda haba encontrado varias bombillas rotas (es asombrosa lacantidad de bombillas que arrojan los barcos a la mar... los fondos marinos estn llenosde ellas, una botella de cerveza vaca (el mismo comentario) y una bota flamente. Eso fuelo ltimo que encontr, porque a continuacin me di cuenta de que no estaba solo.
Yo nunca apago el sonar, y aunque no me est moviendo, reviso la pantalla a cadainstante para comprobar la situacin general. En este momento, la situacin era que unobjeto de grandes dimensiones - del tamao del cangrejo por lo menos - se aproximabapor el Norte. Cuando lo localic, se hallaba a la distancia de unos quinientos pis, y seacercaba lentamente. Apagu mis luces, silenci los propulsores que tena en marcha ysegu movindome a escaso rgimen para mantenerme en agua turbulenta, dejndomellevar por la corriente.
Aunque me sent tentado de llamar a Shapiro para comunicarle que tena compaa,decid esperar a tener ms informacin. Slo haba tres naciones que posean naves deinmersin capaces de operar a esta profundidad, y yo estaba en excelentes relacionescon todas ellas. No deba apresurarme demasiado, si no quera verme involucrado encomplicaciones polticas innecesarias.
A pesar de que me senta ciego sin el sonar, no quera delatar mi presencia, as que lodesconect de mala gana y confi en mis ojos. Cualquiera que quisiese operar a estasprofundidades tena que utilizar luces, y yo las vera venir mucho antes de que l me vieraa m. As que esper en mi pequea cabina caliente, silenciosa, forzando los ojos en laoscuridad, tenso y alerta, aunque no estaba particularmente preocupado.
Primero vi un resplandor difuso a una distancia indeterminada. Se fue haciendo msgrande y ms brillante, aunque no adquiri ninguna forma que mi conciencia pudierareconocer. El vago resplandor se concentr en una mirada de puntitos, hasta queadquiri el aspecto de una constelacin que vena navegando hacia m. As podan
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parecer las nubes de estrellas de la galaxia, vistas desde algn mundo cercano al coraznde la Va Lctea.
No es cierto que los hombres se asusten ante lo desconocido; pueden tener miedo slode lo que conocen, de lo que ya han experimentado. Yo no tena ni idea de qu era lo quese estaba acercando, pero ninguna criatura marina podra tocarme, estando en el interiorde un buen blindaje de seis pulgadas de fabricacin suiza.
La cosa aquella estaba casi encima de m, brillando con una luz de su propia creacin,cuando se escindi en dos nubes separadas. Y lentamente fueron penetrando en el foco,no de mis ojos, sino de mi entendimiento, y comprend que la belleza y el terror surgandel abismo para alzarse en contra ma.
Lo primero que sent fue el terror al descubrir que las bestias que se acercaban erancalamares; y en mi cerebro comenzaron a reverberar todas las historias de Joe. Luego,con una considerable sensacin de desencanto, me di cuenta de que tenan solamenteunos veinte pies de largo... eran un poco ms grandes que el cangrejo, y tenan slo unafraccin de su peso. No podan hacerme dao alguno. Y al margen completamente deeso, su indescriptible belleza les privaba de toda apariencia de amenaza.
Esto suena ridculo, pero es cierto. En mis viajes he visto casi todos los animales deeste mundo, pero ninguno poda competir con las luminosas apariciones que ahoraflotaban ante m.. Las luces de colores, variando cada segundo, palpitaban y danzaban alo largo de sus cuerpos, dndoles el aspecto de estar cubiertos de joyas. Haba zonas querefulgan en un brillante tono azul, como vacilantes arcos de mercurio, que cambiabanluego, transformndose casi instantneamente en un encendido rojo de nen. Lostentculos semejaban filas de cuentas luminosas arrastradas por el agua, o hileras deluces, como las de las autopistas cuando se ven desde el cielo en plena noche. Apenasvisible contra esta luminosidad de fondo, destacaban los ojos enormes, pavorosamentehumanos e inteligentes, cada uno rodeado de una diadema de brillantes perlas.
Lo siento, pero eso es lo m s que puedo hacer. Slo la cmara cinematogrfica podrahacer justicia a estos calidoscopios vivientes. No s cunto tiempo estuvecontemplndolos; y tan fascinado estaba por su luminosa belleza, que casi haba olvidadomi misin. Era evidente que aquellos tentculos, delicados como flagelos, no podanhaber roto la parrilla. Sin embargo, la presencia de estas criaturas aqu era, cuandomenos, muy extraa. Karpukhin la habra calificado de sospechosa.
Iba a llamar a la superficie cuando vi algo increble. Lo haba tenido todo el tiempodelante de los ojos, pero no me haba dado cuenta hasta ahora.
Los calamares estaban hablando entre s.Esos trazos luminosos y evanescentes no iban y venan al azar. Haba en ellos tanta
intencionalidad como los anuncios luminosos de Broadway o de Piccadilly. Cada pocossegundos componan una imagen que casi tena un sentido, pero se desvaneca antes deque yo pudiese interpretarla. Yo saba, naturalmente, que hasta el pulpo ms vulgarmanifiesta sus emociones mediante rpidos cambios de irisaciones... pero esto pertenecaa un orden muy superior. Era una autntica comunicacin: aqu se trataba de dosanuncios elctricos vivientes que se enviaban mensajes uno a otro.
Cuando vi una inequvoca representacin del cangrejo se desvanecieron todas. misdudas. Aunque no soy hombre de ciencia, en ese momento experiment los sentimientosde un Newton o un Einstein en el momento de presenciar una revelacin. Esto me harafamoso...
Luego cambi la imagen de la manera ms extraa. Apareci el cangrejo nuevamente,pero un tanto ms pequeo. Y junto a l, mucho ms pequeos an, haba dos objetospeculiares de lo ms. Cada uno consista en un par de puntos rodeados por una siluetacompuesta de diez lneas radiales.
Ahora es cuando pens que a los suizos se nos dan bien los idiomas. Sin embargo, nose requera una inteligencia excepcional para inferir que se trataba de la imagen del
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calamar percibida por sus propios ojos, y que lo que yo vea no era ni ms ni menos queel esbozo rudimentario de la situacin. Pero por qu la dimensin absurdamentepequea de los calamares?
No tuve tiempo de ponerme a averiguarlo, porque en seguida sobrevino otro cambio.Un tercer smbolo de calamar apareci en dicha pantalla viviente... y esta vez era enorme,hasta el punto de empequeecer por segundos en la noche eterna. Luego, la criatura quelo haba reflejado desapareci a increble velocidad y me dej solo con su compaero.
Ahora el significado estaba demasiado claro. Dios mo! - me dije - se han dado cuentade que no pueden conmigo y han ido a buscar al hermano mayor.
Y yo tena ya ms una prueba de lo que era capaz el hermano mayor, ms patente anque todas las de Joe Watkins con sus investigaciones y sus recortes de peridico.
Ese fue el momento - no les sorprender orlo - en que decid no permanecer all ni unminuto ms. Pero antes de marcharme se me ocurri que poda intentar hablarles yotambin.
Despus de estar tanto tiempo a oscuras haba olvidado la potencia de mis luces. Mehicieron dao a los ojos, y debi ser angustioso para el desdichado calamar. Traspasadopor este resplandor intolerable, su propia iluminacin se apag completamente, perditoda su belleza, y se convirti en una plida bolsa de gelatina con dos negros botones porojos. Por un momento pareci quedarse paralizado de estupor; luego sali disparado enpos de su compaero, mientras yo iniciaba mi ascensin hacia la superficie, para volver aun mundo que ya no sera jams el mismo.
- He encontrado a su saboteador - le dije a Darpukhin, cuando abrieron la escotilla delcangrejo -. Si quiere saber todo lo referente a l pregntele a Joe Watkins.
Dej que Dimitri sudara unos segundos, mientras yo disfrutaba viendo su expresin.Luego le di mi informe brevemente redactado.
Le di a entender - sin decirlo expresamente - que los calamares que haba visto eran losuficientemente grandes como para haber hecho todo ese dao; pero no dije nada sobrela conversacin que presenci. Eso slo habra suscitado la incredulidad. Adems,necesitaba tiempo para pensar en este asunto y atar cabos... si poda.
Joe me ha sido de gran ayuda, aunque l no sabe todava ms que los rusos. Me hacontado lo maravillosamente desarrollado que tienen el sistema nervioso los calamares, yme ha explicado que algunos pueden cambiar su aspecto en un abrir y cerrar de ojosmediante impresiones tricolores instantneas, gracias a la extraordinaria red decromforos que recubre sus cuerpos. Probablemente, esto dio origen a un camuflaje; peroparece natural -e inevitable - que acabara constituyendo un sistema de comunicacin.
Pero hay una cosa que preocupa a Joe.- Qu estaban haciendo alrededor de la parrilla? - sigue preguntndome quejumbroso
-. Son invertebrados de sangre fra. Lo primero sera que no les gustara el calor, delmismo modo que sienten aversin a la luz.
Eso es lo que desconcierta a Joe; en cambio a m no. Efectivamente, creo que esa esla clave de todo el misterio.
Esos calamares, ahora estoy seguro, estn en la fosa de Trinco por la misma razn deque hay hombres en el polo sur... o en la Luna. La pura curiosidad cientfica les ha hechosalir de sus fras regiones, para investigar este giser de agua caliente que emana de lasparedes del can. Aqu existe un fenmeno extrao e inexplicable... el cual,posiblemente, amenaza su forma de vida. As que han enviado a su gigantesco primo(un criado?, o un esclavo!) para que les traiga una muestra que sometern a examen.No puedo creer que esperen entenderlo; al fin y al cabo ningn cientfico de la Tierra lohabra entendido hace slo un centenar de aos. Pero lo estn intentando, y eso es lo queimporta.
Maana empezaremos a tomar medidas preventivas. Voy a bajar a la fosa de Trincopara instalar grandes focos de luz; Shapiro espera que estas luces mantengan a los
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calamares alejados de la baha. Pero cunto tiempo dar resultado esta argucia, si hayuna inteligencia en las profundidades que est despertando?
Mientras grabo esto, estoy sentado aqu, al pie de las antiguas murallas de FuerteFederico, mirando cmo se eleva la Luna sobre el ocano Indico. Si todo marcha bien,servir de prembulo al libro que Joe me ha insistido que escriba. Si no... Oye, Joe, tehablo a ti ahora. Publcalo como a ti te parezca; y os pido mil perdones a ti y a Lev por nohaberos dado a conocer todos los hechos antes. Ahora comprenderis por qu.
Pase lo que pase, recordad esto; son unas criaturas hermosas, maravillosas; tratad dellegar a un acuerdo con ellas, si podis.
Para: Ministerio de Energa Elctrica, Mosc.De: Lev Shapiro, ingeniero jefe del Proyecto de Energa Termoelctrica de
Trincomalee.Se adjunta transcripcin completa de la grabacin hallada entre los efectos personales
de Herr Klaus Muller, despus de su ltima inmersin. Estamos muy agradecidos a Mr.Joe Watkins, del Times, por su ayuda en el esclarecimiento de varios puntos.
Se recordar que el ltimo mensaje inteligible de Herr Muller iba dirigido a Mr. Watkins,y deca lo siguiente: Joe! Tenas razn en lo de Melville! Es una criatura absolutamentegigan...
EL VIENTO DEL SOL
El enorme disco de la vela se tens en el aparejo, hinchada por el viento que soplabaentre los mundos. Dentro de tres minutos empezara la regata, aunque ahora John Mertonse senta relajado, sereno, como no lo haba estado en ningn momento durante el aoanterior. Sucediera lo que sucediera cuando el comodoro diese la seal de partida, tantosi el Diana le llevaba a la victoria o a la derrota, l haba cumplido su ambicin. Despusde haberse pasado toda la vida diseando naves para otros, ahora poda patronear lasuya propia.
- Tiempo, menos dos minutos - dijo la radio de la cabina -. Por favor, confirmen si estnpreparados.
Uno por uno, los dems patrones fueron contestando. Merton reconoci todas lasvoces - unas nerviosas, otras serenas -, porque eran las voces de sus amigos y rivales.En los cuatro mundos habitados apenas si haba una veintena de hombres que supieranpatronear un yate solar; y todos ellos estaban aqu, en la lnea de salida o a bordo de lasembarcaciones de escolta, orbitando a veintids mil millas de la tierra, por encima delecuador.
- Nmero Uno: Gossamer; listo para partir.- Nmero Dos: Santa Mara; todo listo- Nmero Tres: Sunbeam; listo.- Nmero Cuatro: Woomera; todos los sistemas EN MARCHA.Merton sonri tras este ltimo eco de los primitivos tiempos de la astronutica. Pero
haba pasado a formar parte de la tradicin del espacio; y haba veces en que el hombrenecesitaba evocar las sombras de aquellos que haban ido antes que l a las estrellas.
- Nmero Cinco: Lebedev; preparado.- Nmero Seis: Arachne; listo.Ahora le tocaba a l, situado en un extremo de la fila; resultaba extrao pensar que las
palabras que l pronunciara en esta cabina seran odas lo menos por cinco billones depersonas.
- Nmero Siete: Diana; listo para partir.
-
- Los siete comprobados - confirm aquella voz impersonal desde la lancha del juez -.Ahora, T menos un minuto.
Merton apenas lo oy. Por ltima vez, estaba comprobando la tirantez del aparejo. Lasagujas de todos los dinammetros estaban quietas; la inmensa vela estaba tensada; subrillante superficie centelleaba y resplandeca gloriosamente con el sol.
A Merton, que flotaba ingrvido junto al periscopio, le pareca que llenaba todo elfirmamento. Porque, en efecto, afuera haba una vela de cincuenta millones de piescuadrados, sujeta a su cpsula por casi un centenar de millas de cordaje. Todo elvelamen de todos los clpers cargados de t que cruzaron un da los mares de la China,cosidos en una sola sbana gigantesca, no habran podido competir con la vela nica queel Diana haba desplegado bajo el sol. Sin embargo, era muy poco ms consistente queuna burbuja de jabn; aquellas dos millas cuadradas de plstico aluminizado tenan unespesor de unas pocas millonsimas de pulgada tan slo.
- T menos diez segundos. Todas las cmaras grabadoras: EN MARCHA.Resultaba difcil para la mente captar algo tan gigantesco, y al mismo tiempo tan frgil.
Y ms difcil an era comprender que este espejo endeble poda remolcarle lejos de laTierra, merced nicamente a la fuerza que recoga de la luz solar.
-... Cinco, cuatro, tres, dos, uno. YA!Siete hojas de cuchillo cortaron siete finas cuerdas