El Sindrome de La Mujer de Lot

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EL SINDROME DE LA MUJER DE LOT “Lleno de dolor, regresó Lot a su casa, y contó su fracaso. Entonces los ángeles le mandaron levantarse, llevar a su esposa y a sus dos hijas que estaban aún en la casa, y abandonar la ciudad. Pero Lot se demoraba... No comprendía la terrible necesidad de que los juicios de Dios reprimiesen el pecado. Algunos de sus cercanos se aferraban a Sodoma, y su esposa se negaba a marcharse sin ellos.” “Si Lot mismo no hubiese vacilado en obedecer a la advertencia del ángel, y si hubiese huido con prontitud hacia las montañas, sin una palabra de súplica ni de protesta, su esposa también habría podido escapar.” (Patriarcas y profetas, 157-159) Se han escrito miles de páginas sobre la mujer de Lot, que en la Biblia no es mencionada por nombre, pero una antigua tradición midráshica judía la llama Yrit, nombre castellanizado como Edith. Mucho de su vida no se conoce, tal como era la tradición de ese tiempo donde los registros sólo contenían relatos donde los varones eran los protagonistas. Ha quedado inmortalizada como la persona que “desobedeció” al mirar hacia atrás mientras huía de Sodoma junto a su esposo y sus hijas, y por ese “pecado” se convirtió en una estatua de sal. ¡Qué dura lección! Propio de un contexto de la ley del Talión, poco lógica para una historia de un Dios justo y lleno de amor, sin embargo, para los efectos del miedo y el terror, representa un hito narrativo de advertencia no sólo para Lot sino también para las generaciones posteriores. Ella es mencionada una sola vez en la Biblia y precisamente por Jesús quien dice: "En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a buscarlas. Así mismo el que esté en el campo, que no regrese por lo que haya dejado atrás. ¡Acuérdense de la esposa de Lot! El que procure conservar su vida, la

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EL SINDROME DE LA MUJER DE LOT

“Lleno de dolor, regresó Lot a su casa, y contó su fracaso. Entonces los ángeles le mandaron levantarse, llevar a su esposa y a sus dos hijas que estaban aún en la casa, y abandonar la ciudad. Pero Lot se demoraba... No comprendía la terrible necesidad de que los juicios de Dios reprimiesen el pecado. Algunos de sus cercanos se aferraban a Sodoma, y su esposa se negaba a marcharse sin ellos.”

“Si Lot mismo no hubiese vacilado en obedecer a la advertencia del ángel, y si hubiese huido con prontitud hacia las montañas, sin una palabra de súplica ni de protesta, su esposa también habría podido escapar.” (Patriarcas y profetas, 157-159)

Se han escrito miles de páginas sobre la mujer de Lot, que en la Biblia no es mencionada por nombre, pero una antigua tradición midráshica judía la llama Yrit, nombre castellanizado como Edith. Mucho de su vida no se conoce, tal como era la tradición de ese tiempo donde los registros sólo contenían relatos donde los varones eran los protagonistas. Ha quedado inmortalizada como la persona que “desobedeció” al mirar hacia atrás mientras huía de Sodoma junto a su esposo y sus hijas, y por ese “pecado” se convirtió en una estatua de sal. ¡Qué dura lección! Propio de un contexto de la ley del Talión, poco lógica para una historia de un Dios justo y lleno de amor, sin embargo, para los efectos del miedo y el terror, representa un hito narrativo de advertencia no sólo para Lot sino también para las generaciones posteriores.

Ella es mencionada una sola vez en la Biblia y precisamente por Jesús quien dice: "En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a buscarlas. Así mismo el que esté en el campo, que no regrese por lo que haya dejado atrás. ¡Acuérdense de la esposa de Lot! El que procure conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará" (Lucas 17:31-33)

¿De qué habría que recordarse? ¿De qué se convirtió en estatua de sal? ¿De qué miró hacia atrás? Algo hay en esta advertencia que pasamos por alto de manera muy fácil. Lo interesante está en la frase de Jesús: “NO VUELVAN ATRÁS.” 

El volver atrás tiene que ver con no avanzar. Es detenerse en el pasado. Es vivir en la nostalgia de lo que no cambia. Era una época muy dura, llena de violencia. Es muy probable que una advertencia oral no diera resultados y la esposa de Lot fue utilizada como escarmiento para las generaciones posteriores.

Los seres humanos siempre han sido reacios al cambio. Prefieren enamorarse de manera permanente de lo conocido, y de aquello que siendo fácil de vivir, termina convirtiéndose en una cadena de la vida. Ella amaba Sodoma, era lo que conocía, allí estaba su seguridad y lo que le daba sentido a su existencia. Separarse de eso era un cambio tan grande que no pudo evitar mirar atrás con nostalgia, por lo perdido, por lo que se dejaba, por la incertidumbre de salir huyendo aun cuando los ángeles le habían dicho que todo sería mejor.

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La misma actitud sigue estando vigente. Vivimos rodeados de estatuas de sal que nos impiden avanzar. Añoran lo que ha quedado atrás, lo conocido y la comodidad de lo que han establecido como verdad única. LES RESULTA DIFÍCIL AVANZAR Y DAR UN PASO ADELANTE PARA DEJAR ATRÁS LO QUE YA NO SIRVE y caminar hacia nuevos rumbos, tomados de la mano de Dios. Los bloques de sal que impiden avanzar están formados por conceptos que acariciamos como si fueran lo único válido sin atrevernos a mirar hacia adelante pensando que hay formas distintas de ver la vida. Estatuas de sal que han quedado en el valle, como mudo testimonio de la incapacidad de cambiar, de avanzar, de proseguir hasta la meta. 

Dios nos da hoy un día más de vida y con ella nuevas oportunidades, que haremos con esas nuevas oportunidades, AVANZAR, MIRANDO HACIA ADELANTE. CON CRISTO COMO NUESTRO GUIA.