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71A EL RIESGO DE NO RECUPERAR EL IMPORTE DE LOS ACTIVOS PRODUCTIVOS Rafael André Fernández Profesor Doctor Titular EU Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Lagoas – Marcosende s/n Universidad de Vigo Área temática: A) Información Financiera y Normalización Contable Palabras clave: Riesgo financiero, riesgo económico, riesgo de no-recuperación de los activos productivos, modelo de riqueza, modelo de riesgo. 1

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71A EL RIESGO DE NO RECUPERAR EL IMPORTE DE LOS ACTIVOS PRODUCTIVOS

Rafael André Fernández Profesor Doctor Titular EU

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales Lagoas – Marcosende s/n

Universidad de Vigo

Área temática: A) Información Financiera y Normalización Contable Palabras clave: Riesgo financiero, riesgo económico, riesgo de no-recuperación de los activos productivos, modelo de riqueza, modelo de riesgo.

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EL RIESGO DE NO RECUPERAR EL IMPORTE DE LOS ACTIVOS PRODUCTIVOS

Resumen

Mientras el modelo contable en uso se centra en la valoración de la riqueza, el modelo de riesgo que se presenta en este trabajo tiene por objetivo cuantificar el riesgo de pérdida de las inversiones operativas o productivas desde una perspectiva contable. El modelo de riqueza de los marcos conceptuales vigentes no explicita tal riesgo, excepto por estimaciones reveladas en la memoria sobre ciertos riesgos a que se exponen algunos activos y pasivos financieros. El modelo de riesgo se propone cubrir este vacío, cuantificándolo en los estados financieros propios de este modelo.

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1. Introducción

El riesgo de fracaso financiero no está representado en el balance contable, presumiblemente su lugar apropiado, y no lo está porque el modelo contable actual no lo pretende, al ser su principal objetivo la valoración de la riqueza. Sin embargo, aunque no desde hace mucho tiempo, el concepto financiero y económico de riesgo está adquiriendo cada vez mayor presencia en la literatura y en la regulación contable, de tal forma que está conformando un nuevo objeto contable, un valor social nuevo que entra en la esfera de la contabilidad para su valoración y cuantificación, porque no sólo es esencial en la gestión financiera de la empresas para tener una guía que delimite el riesgo que se puede tomar para no poner en peligro la viabilidad de las empresas, sino también restringir los riesgos sociales inducidos por prácticas empresariales excesivamente arriesgadas. La necesidad de reportar en la memoria de las cuentas anuales información sobre la exposición a riesgo de ciertas partidas del Balance ya fue considerada en el FAS 105 (1990), por Cea García (1995) y contemplado en las normas del Instituto de Contabilidad de Inglaterra y Gales (ICAEW, 1997; 1999a; b; 2000; 2002) y más recientemente, en el 2000, por la NIIF 7 sobre instrumentos financieros. Mientras la consideración del riesgo en los estados financieros es escasa, la evaluación del riesgo económico en los modelos de valoración de activos financieros que se negocian en los mercados de capitales es mucho más amplia, tanto los tratados en la investigación financiera para la estimación del valor de los activos como para la predicción del fracaso empresarial o de la rentabilidad de los productos financieros o en la práctica diaria de los analistas del mercado de valores. Los primeros escritos referidos a la evaluación del riesgo económico como medio para determinar la rentabilidad de la acción se deben a la teoría de la valoración de activos financieros (Capital Asset Pricing Model -CAPM) de Sharpe-Lintner-Mossin. Otras teorías como la intertemporal valoración de inversiones de Merton (1973; 1974) considera otras variables además del riesgo sistemático de mercado para explicar la rentabilidad media esperada de los activos, como por ejemplo el ratio que relaciona el valor del neto contable con su precio de mercado. Basadas precisamente en la metodología de Merton o en la de Black y Sholes (1973) de valoración de activos, otros estudios determinan el riesgo de fracaso empresarial en función del valor de mercado del Neto contable. Estos modelos de estimación del riesgo de fracaso en función de la volatilidad de los precios de mercado están ganando terreno respecto aquellos modelos que usan a tal fin los ratios derivados de las cuentas anuales. Varios estudios de este tipo se centran en la probabilidad de insolvencia o quiebra como proxy para la determinación del riesgo de fracaso, entre los más ampliamente utilizados tanto en la práctica como en investigación son los de predicción de la quiebra de Altman (1968) y Ohlson (1980). Los modelos de valoración de activos como el modelo CAPM o el de Merton confirman la importancia de la volatilidad como fuente de medición del riesgo frente a la determinación del riesgo basado en los datos del balance y la cuenta de resultados. La divergencia en el cálculo de riesgo de fracaso entre uno y el otro método se hace patente en una diferencia esencial, pues mientras, en las estimaciones del riesgo guiadas por el método de Merton, la estructura financiera que presenta el balance contable no es determinante, ya que estructuras financieras semejantes pueden tener riesgos de fracaso diferentes, en los que se basan en datos contables esto es impensable.

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Los modelos de valoración parten de la hipótesis de que el precio de mercado es el mejor estimador de las rentabilidades futuras del activo, de lo que se puede deducir que en estos modelos el precio ha capturado el riesgo de mercado, y que por lo tanto, el valor de los activos incorporan este riesgo esperado para la empresa, dada, naturalmente, la información disponible, y supuesto también que todos los agentes de mercado posean la misma información. Si la pieza clave que determina el riesgo de fracaso es el valor del activo, entonces su valor crítico para diagnosticar el fracaso será cero. Por otro lado, si la corriente de valoración se presenta como la hegemónica, se entiende que la inclinación del IASB y FASB vayan por el mismo camino, y la cuestión no será como dice Barth (2006) si los estados financieros deberán o no incluir estimaciones de futuro sino que la cuestión entonces será cómo incluir éstas. Si se adopta esta visión, los valores contables de los activos son el reflejo del flujo de beneficios económicos futuros, y el activo habrá incorporado el riesgo esperado. Consecuentemente, los beneficios revelados, si todo transcurre como lo previsto, ya no serán muy relevantes excepto en la perspectiva confirmativa. El riesgo que interesa, el no anticipado, deberá ser obtenido partiendo de la volatilidad de los resultados inesperados o sorprendentes. Con lo que el conocimiento contable del riesgo, adoptada esta vía de valoración, estará sometido a una información proporcionada por la cuenta de resultados que consecuentemente debiera estar estructurada en función de los riesgos. Contrariamente a una información del riesgo basado en la variabilidad de los resultados inesperados, el trabajo presente pretende llegar a un concepto de riesgo de fracaso empresarial por otra vía, a través de las cuentas anuales. Aquí, en este trabajo, el riesgo de fracaso se define como la probabilidad de que la empresa no pueda recuperar los capitales invertidos en el tiempo debido. A estos efectos, se elabora un modelo contable en el que el objetivo de los estados financieros es la determinación en unidades monetarias del riesgo que asume la empresa como consecuencia de la inversión de los capitales propios y ajenos en las actividades que constituyen el objeto social de la empresa. Se parte de los mismos elementos de los estados financieros que en el modelo de riqueza pero se aplican unas relaciones sobre ellos diferentes. Así, la ecuación patrimonial del modelo de riqueza se transforma en otra en la que el riesgo se obtiene por diferencia entre los todos los pasivos y los activos no productivos.

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ttt AbPK

La contraparte estadística de este modelo de riesgo se tiene que basar, por definición del modelo, en su variable principal, el riesgo K representado en el balance contable, y no en la riqueza, que es la variable clave objeto del análisis de riesgo en los modelos de valoración. El trabajo se ha distribuido en cinco apartados. Tras esta introducción, en el apartado denominado el valor de la riqueza en la contabilidad, se hace una breve reflexión sobre las consecuencias informativas de la cuenta de resultados al llevar a precios de mercado los activos y pasivos. En definitiva, si el valor de la riqueza es el valor actual de los beneficios económicos futuros esperados, la relevancia de la cuenta de resultados quedará limitada a los resultados imprevisibles. En el apartado tercero, definición de riesgo, se recogen dos tipos: el financiero, por la exposición de activos y pasivos a pérdidas, que es principalmente el considerado en los modelos contables; y el económico, que mide el riesgo mediante la volatilidad del valor de los activos o de los resultados. Habida cuenta de la tendencia de la contabilidad actual a

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la valoración a precios de mercado de activos y pasivos, y por lo tanto, a incluir en los estados financieros estimaciones futuras, se profundiza en la importancia que esta valoración tiene para el análisis de los resultados de la empresa y en relación al riesgo. El apartado cuarto, denominado el riesgo de no recuperación de la inversión productiva, se centra en la exposición al riesgo financiero de los activos productivos, ya que constituye una pieza central para analizar la solvencia de la empresa, dado que mientras el riesgo económico ha sido eficazmente utilizado para valorar los activos y pasivos financieros, los estudios basados en este riesgo no han tenido el mismo éxito en la predicción del fracaso empresarial. El trabajo propone, en el apartado quinto, que en vez del uso de valores de mercado de los activos netos para medir el riesgo de fracaso, se adopte un punto de vista contable en la definición de riesgo. Al efecto, se construye un modelo contable ad hoc que cuantifica, en una partida de balance, el riesgo financiero de no recuperación de los importes de los activos productivos. Lo cual permite tratar la probabilidad de fracaso en función de los datos aportados por esa variable contable. Finalmente, se describe el método estadístico de Kaplan-Meier como un primer paso para la determinación de una función de riesgos basada el modelo contable de riesgo descrito. 2. El valor de la riqueza en la contabilidad El Neto del balance en la contabilidad actual es una medida de la riqueza de los propietarios-inversores de la empresa y representa el potencial bienestar de éstos, en términos monetarios, para su voluntaria disposición y uso en un futuro. En un contexto de valoración como éste se entiende que la contabilidad hace una buena representación de la riqueza cuando el valor contable es igual al de mercado, en un supuesto de mercado perfecto, tal que este valor efectivamente represente los deseos y capacidades financieras de compradores y vendedores de los activos empresariales. Para cumplir con el requisito de ser una información relevante para la toma de decisiones de los inversores, según los modelos contables del FASB e IASB, los activos tenderán hacia a ese precio de mercado vía el valor razonable. Una relación entre precios de mercado y valores contables fue descrita en los seminales artículos de Ohlson (1995) y Feltham y Ohlson (1995) en los que el precio de mercado del activo se representa mediante una función lineal del valor contable de los activos

productivos y del valor actual de los beneficios residuales esperados descontados a una tasa libre de riesgo , en el caso de que la relación entre el balance y la cuenta de resultados esté bien articulada (clean surplus relation -CSR):

)( tP

)( ta )~( atx

)( FR

a

ttFttxERaP

~1

(1)

Como se puede observar en esta función, cuanto más próximo esté el valor contable al precio de mercado del activo, más beneficios se reconocerán en la cuenta de resultados actuales y menos en los resultados futuros, al reducirse el importe de beneficios residuales esperados, siempre que las previsiones se cumplan. De tal forma que, si se reconocen en los activos contables actuales los beneficios residuales futuros, supondrá que la cuenta de resultados se limite a presentar los beneficios corrientes o

ta

tP

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normales predecibles. Por lo tanto, el interés de la cuenta de resultados, a efectos de relevancia de la información, se centrará en su carácter impredecible debido a los resultados inesperados (Barth, 2006, p.281). La valoración contable de los activos puede así variar desde el no reconocimiento de los beneficios económicos futuros estimados (coste histórico) a su incorporación total en el activo (valor de mercado). Por lo que, cuanto más se acerque la valoración de los activos y pasivos al precio de mercado, más beneficios y sacrificios económicos futuros se incorporarán en el balance, obteniéndose así un valor del Neto que será también más relevante para el inversor que busca información del cambio en su bienestar personal mediante la información contable de esta variable (Neto), que muestra la potencial apropiación de flujos de caja futuros por los propietarios-inversores. Cumpliéndose así el objetivo expresado en los marcos conceptuales en cuanto a la utilidad de los estados financieros para la toma de decisiones de los inversores. 3. Definición de riesgo

3.1. El riesgo financiero Aunque el riesgo está adquiriendo cada vez más protagonismo en las normas de Contabilidad, aún es sólo un apéndice informativo de alguna de estas normas relativas a instrumentos financieros, sin ofrecer una explicación comprehensiva de un fenómeno financiero desde el punto de vista contable. Un ejemplo de esto se puede observar en el derogado FAS105 de 1990 Disclosure of Information about Financial Instruments with Off-Balance Sheet Risk and Financial Instruments with Concentration of Credit Risk, que exigía información sobre los instrumentos financieros fuera-de-balance con riesgo de crédito y de mercado. Entendiendo por riesgo de crédito la posibilidad de pérdida en el caso de que alguna de las partes contratantes del instrumento financiero incumpliese los términos económicos acordados; y por riesgo de mercado, la posibilidad que variaciones futuras en los precios de mercado de algunas variables financieras relevantes, como el tipo de cambio de moneda o el tipo de interés, hagan que el instrumento financiero pierda valor o sea más oneroso. Barth (1996) entiende que tal aplicación tiene dos limitaciones: una, la concepción del riesgo como pérdida (riesgo financiero) en vez del concepto económico de media-variancia, y dos, la limitación del riesgo al importe contractual más que al importe expuesto a riesgo. Heredera de esta norma es la NIIF7, Instrumentos financieros: información a revelar, que, a diferencia de la anterior, no se limita a los instrumentos financieros fuera-de-balance y a los importes contractuales expuestos a riesgo de crédito, dado que exige la revelación del máximo nivel de exposición a riesgo y no sólo el contractual. No obstante, el análisis del riesgo está dirigido a evaluar las pérdidas financieras posibles según estos niveles máximos de exposición a riesgo de crédito. También, esta norma evalúa el riesgo de liquidez de los pasivos financieros, centrándose en el análisis de solvencia a fecha de vencimiento contractual. Aunque, a diferencia de los anteriores riesgos, el de mercado lo cuantifica mediante un análisis de sensibilidad sobre la cuenta de resultados y el Neto, debido al riesgo de cambio de las variables relevantes de mercado: el tipo de interés, el de cambio en moneda extranjera o de otro tipo, como por ejemplo el riesgo de cambio del precio de las materias primas. Puede observarse como las medidas de riesgo de las normas contables procuran ofrecer una información más pragmática. Es decir, a los efectos de la gestión del riesgo por parte de los directivos de la empresa, además de atender a medidas de riesgo del tipo media-variancia, con mayor utilidad en entornos bursátiles, es más apropiado la información de

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aquellas exposiciones a riesgo de pérdida de valor que repercutan negativamente en la liquidez de las cuentas que pueden comprometer la viabilidad financiera de la empresa.

3.2. El riesgo económico Los conceptos de riesgo sistemático y no sistemático desarrollados en la teoría de valoración de inversiones por Sharpe-Lintner-Mossin, conocida como “capital asset pricing model” o CAPM, explican el riesgo total1 al que están expuestas estas inversiones. Mientras el riesgo específico de la inversión, o no sistemático, es anulable vía la diversificación, el riesgo sistemático, dependiente del mercado de valores, no lo es. Según este modelo, el riesgo β, la pendiente de regresión de la rentabilidad de la acción sobre la rentabilidad del mercado, es lo único que se necesita para explicar la rentabilidad media de los valores2, aunque muchos autores consideran que otras variables, como el tamaño o el ratio precio/ganancia, aportan más significación a la rentabilidad media de la acción proporcionada por el coeficiente β (Fama and French, 1996, p.1948). Por ello, es posible, a efectos de incorporar el riesgo en la ecuación (1), descontar los beneficios residuales a la tasa de rentabilidad esperada del activo por CAPM en lugar de a la tasa libre de riesgo, , mostrando así la influencia preponderante del mercado en las tasas de rentabilidad de la empresa por el riesgo debido a la actividad típica de la misma y consecuentemente en el valor de los activos de la empresa. Aunque en opinión de Ohlson (1995, p.680) el riesgo puede ajustarse mejor en la propia estructura probabilística del cálculo de los beneficios esperados.

FR

El valor de los activos obtenidos mediante el modelo CAPM incorpora el riesgo sistemático de mercado, concebido para anticipar las probables ganancias o pérdidas de los activos, y por tanto, de las rentabilidades futuras esperadas. Por otro lado, el modelo Ohlson calcula el valor del activo bajo la premisa de neutralidad frente al riesgo, por tanto no considerándolo explícitamente para la determinación del precio del activo. Si nos guiamos por el método de riesgo explícito de CAPM o por el modelo de Ohlson, implícito en la estimación de beneficios, como fórmula para acceder al valor real del activo contable, el riesgo, al estar asumido, sería nulo, ya que de una u otra forma, éste ha sido anticipado por los beneficios residuales estimados. De esta forma, el riesgo verdadero, o no anticipado en el valor del activo, dependerá de los beneficios residuales inesperados. Estos resultados imprevisibles serán, a medida que se vayan reconociendo en la cuenta de resultados, los que a la postre deberían confeccionar el cálculo del riesgo. Entonces, si el riesgo se mide por la variabilidad de esos resultados inesperados, su valor dependerá de cómo se defina y valore el activo, si balance y cuenta de resultados está perfectamente articulada (condición CSR). Una definición amplia del activo, que permita reconocer hoy beneficios económicos por transacciones que ocurran en el futuro o el reconocimiento de ciertos intangibles no admitidos en las normas contables actuales, acercaría el valor contable a un presumible valor teórico del activo, o valor de mercado, por estimaciones de beneficios futuros. Como ya se ha dicho, ese procedimiento contable supone el reconocimiento anticipado de riesgos, quedando pues limitada la noción de

1 σ2εti= βti

2 × σ2 (Mt) + σ2(ξti) en donde σ2(ξti) sería la varianza total de la rentabilidad de la empresa i en el momento t; la varianza sistemática vendría dada por el producto de βti

2 y σ2 (Mt), donde βti2 sería el cuadrado

del parámetro beta de la empresa, según el modelo CAPM, y σ2 (Mt) sería la varianza del mercado en el momento t; finalmente, σ2(ξti) representa la varianza específica de la empresa i en el momento t. 2 ))(()( fmifi RRERRE , en donde; es la tasa de rentabilidad esperada del valor; es la tasa

libre de riesgo;

iRfR

i es el coeficiente que mide la sensibilidad de las rentabilidades de los valores a la

rentabilidad del mercado; es la tasa de rentabilidad esperada del mercado. )( mRE

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riesgo a las variaciones no previsibles o no controlables, y por lo tanto el contenido informativo relevante de la cuenta de pérdidas y ganancias a la presentación de los resultados “sorprendentes” o inesperados. Para captar el riesgo en los estados financieros, y en el caso de que la normativa contable discurriera por el camino de incorporación total de beneficios económicos futuros, se necesitaría una clasificación de la cuenta de resultados que reflejara las diferencias en la asunción de riesgos por los activos. Es decir, por una parte, este estado tendría que considerar el cambio en las expectativas del valor de los activos entre el comienzo y final del ejercicio, medido por el cambio del valor razonable del activo. Lo cual daría una medida de la eficiencia de la empresa en su interacción con el mercado (un riesgo de mercado, inter empresa), y, por otra, las desviaciones entre los resultados esperados y los realizados, pues estas fluctuaciones delatan el riesgo de uso del activo debido a la gestión de la empresa (un riesgo intrínseco)3. Si empleamos en la contabilidad el modelo de valoración total a mercado, el riesgo inesperado se revelará en la contabilidad a través de estos dos ingredientes que a continuación se expondrán. Uno, por la desviación entre los beneficios esperados y los reconocidos en la cuenta de resultados. Siguiendo la notación y desarrollo de Ohlson, la diferencia del precio de mercado de los activos productivos entre dos momentos, 1t y t , será, si los beneficios reconocidos en la contabilidad coinciden con los estimados:

attFttt xzdPRxzdPP )()()( 11

4 (2)

En donde es el valor de mercado del activo productivo, la depreciación de éste y tP d z las nuevas inversiones o desinversiones o transferencias de tesorería a otro tipo de activos; es el resultado total esperado y realizado en el periodo y el resultado residual esperado y realizado una vez deducido el resultado normal de la empresa, es decir, el dado por la rentabilidad de los activos a una tasa libre de riesgo . Con lo que, aparte de las amortizaciones e inversiones, la diferencia de valor de un activo en un periodo se explica por el beneficio residual incorporado. Si anulamos la tasa de

tx ),( tt 1 atx

FR

3 La descripción de la relación entre valoración de los activos y los resultados procede de Barth, M.E., (2006). 'Including Estimates of the Future in Today's Financial Statements.' Accounting Horizons, 20 (3):271-285.. 4 Lo anterior puede deducirse de:

)(~~F

attt

attFtt RxEbvxERbvP 1

11

~ ~)( ........)(

22

11 11 F

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attt RxRxbvP

Multiplicando ambos miembros por . 11 )( FR~ ........)()(~)()(

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22

111 1111 F

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atFtFt RxRxRbvRP

~ ~)( ........)(

21

111 11 F

atF

attt RxRxbvP

Restando las dos últimas: 11

11

1 111

)(~)()( F

atFttFtt RxRbvbvRPP

operando a

ttFtFtttt xPRbvRbvbvPP ~)( 1111

Debiéndose la diferencia a las depreciaciones d del activo o a otras desinversiones z o inversiones

(z<0).

)( tt bvbv 1

attFttt xzdPRxzdPP ~)()~()( 11

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descuento, la diferencia de valor del activo productivo en un periodo contable aproximadamente es lo que se denomina el flujo de efectivo libre procedente de las operaciones. Por (1) se puede observar que a medida que el valor contable de los activos productivos

se vaya reconociendo al valor razonable o precio de mercado, es decir, a medida que , es de esperar que el resultado residual tienda a cero . En este caso, en el

que los resultados residuales esperados coinciden con los reconocidos la diferencia de valor del activo en un ejercicio contable disminuirá por el valor de las amortizaciones, salvo por las inversiones nuevas o desinversiones, como se puede observar en (2). Por otro lado, cuando los resultados residuales reconocidos sean distintos de los esperados

ta

ta

atx

tP

atx

0atx

~ , esta diferencia será una renta económica que no será reconocida en el valor del activo al final del periodo t. Las variaciones de este tipo en los resultados informan de un riesgo específico, debido probablemente a variaciones de la eficiencia interna de la empresa.

tP

De lo que se desprende que la relevancia informativa del resultado queda reducida a las desviaciones que puedan aparecer con respecto a este resultado esperado a

tat xx ~ . Esta

es una de las razones esgrimidas por Ray y Lakshmanan (2008, p.980) cuando consideran que la información contable trimestral de resultados no proporciona nueva información, porque según los autores, ya la información sobre los precios de las acciones incluyen las ganancias, es decir, que los precios incorporan ya los resultados contables esperados. No obstante, debido a incertidumbres de mercado no anticipadas por la contabilidad de la empresa puede que el valor del activo al final del periodo sea distinta a , siendo ' . Por lo tanto, una segunda fuente de variación del valor del activo vendrá determinada por la diferencia entre el valor razonable nuevo y el anterior , diferencia de valor , cuya volatilidad puede medir el riesgo sistemático. Con lo que (2) quedará transformada, dada esta información nueva, en:

tP tP

'tP'

tP tP 'tt xP

'

1'

1 )()()( tattFttt xxzdPRxzdPP (3)

En donde, si el balance y la cuenta de resultados está bien articulada, las variaciones del activo, por variaciones de mercado, serán recogidas en la contabilidad en la cuenta de resultados. Este es también el lugar en donde se puede manifestar esta nueve fuente de variación o de riesgo de valor de los activos. De esta forma queda reflejada la manera en que la contabilidad del valor, según tendencia de las contabilidades actuales, puede de forma indirecta, a través de una adecuada clasificación de la cuenta de resultados, medir el riesgo económico mediante las oscilaciones de estos dos tipos de resultados inesperados. Estas consideraciones contables sobre el riesgo económico evalúan los activos de la empresa con la mirada puesta en el inversionista y se basan en la convicción de que el precio de mercado de los activos de la empresa, tanto operativos como financieros, refleja las expectativas de los inversores acerca del rendimiento futuro de la empresa y que por lo tanto contienen información prospectiva que es más apropiada para el cálculo de la probabilidad de pérdida o ganancia de las inversiones. Este encuentro entre la contabilidad y los modelos de valoración de activos para determinar la causa de variación y riesgo de las inversiones de activos de la empresa es

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de gran utilidad para la toma de decisiones de inversión, sobre todo cuando el inversionista es un accionista ajeno a la gestión de la empresa, ya que trazan un esquema heurístico de referencia de calidad al fin de investigar la riqueza. Pero desde una perspectiva interna, de gestión, puede que esa perspectiva tan exógena de concebir el valor de la empresa minusvalore las capacidades endógenas de variar el curso de las cosas. Al efecto Ashton (2003) y Ataullah (2009) apuntan, con respecto a los modelos aludidos y al de Ohlson (1995) en particular, que en estos sólo se establece una relación lineal entre el valor de mercado y las variables que lo determinan como si la empresa empleara la misma tecnología empresarial indefinidamente en el futuro sin tener en cuenta otras opciones alternativas más rentables en donde emplear sus recursos. 4. El riesgo de no recuperación de la inversión productiva El éxito de los modelos de riesgo basados en el coeficiente β, o en variables explicativas que mejoran ese coeficiente, han probado su utilidad a los efectos de predecir rentabilidades de activos financieros, pero su utilización no ha sido tan inmediata como evaluador del riesgo de fracaso de la empresa, como por ejemplo, de probabilidad de quiebra, de insolvencia, absorción, liquidación, desinversión o de la necesidad de recapitalizaciones. El problema de riesgo de fracaso, particularmente en el caso de insolvencia, se ha abordado a través de herramientas de valoración de acciones, porque se entiende que este riesgo corre un destino parejo al de pérdida de la rentabilidad y del valor de los activos, llegando incluso en ocasiones a ser equiparados. Este es el caso del modelo de Merton (1974) que usa el valor de mercado de las acciones de una empresa para calcular su riesgo de insolvencia, en el cual el capital de una empresa es visto como una opción call sobre los activos de la empresa, siendo el strike price de la opción, el valor contable de las deudas de la empresa. Así, cuando el valor de los activos de la empresa es menor que ese strike price el valor del neto es cero y la empresa colapsa. Vassalou y Yuhang (2004), utilizando el modelo de Merton, calculan la probabilidad de insolvencia a través del valor de las acciones y de la deuda en el mercado de capitales, concluyendo que el tamaño de la empresa y el ratio neto contable/valor de mercado están íntimamente relacionados con el riesgo de insolvencia. Pero en esta lógica de determinación del valor de los activos para valorar el riesgo de insolvencia (un proxy del fracaso en general) o de determinación del riesgo para valorar los activos, se puede adivinar una indeterminación o conundrum (Meeks y Meeks, 2009, p.24) ya que no se puede saber si la empresa es insolvente con independencia de la valoración de los activos. Es decir, al tiempo que la probabilidad de fracaso empresarial afectará a las valoraciones de activos y pasivos, la valoración de activos y pasivos puede determinar la probabilidad de fracaso Por otro lado, estos procedimientos de valoración siguen sin producir fórmulas que permitan diagnosticar las distintas “enfermedades” financieras que pueden dar con la muerte de la empresa, porque a una situación de fracaso se llega a través de una serie de decisiones financieras erróneas. Si, por ejemplo, todo el problema se centra en el estado de insolvencia, diagnóstico dado por la condición de ser el valor del activo a precios de mercado igual o inferior al valor de la deuda a precios de mercado, entonces nos podríamos estar olvidando de que ser insolvente es no poder pagar las deudas. Así, aún siendo mayor el activo que el pasivo, si para pagar la deuda se necesita liquidar los activos productivos, la empresa no sería diagnosticada de insolvencia pero sin embargo

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se produciría una situación de fracaso empresarial, adelantándose esta situación al diagnostico de insolvencia. Además estas valoraciones de mercado son problemáticas, o imprecisas con referencia a un tiempo y lugar concreto, y más en el caso de los activos productivos. Es más, de hecho, se puede pensar que los propietarios de estos activos productivos conscientemente los han apartado del mercado, asumiendo el riesgo de no recuperar la totalidad del importe invertido a cambio de la esperanza de unas rentabilidades que en algún grado están controladas por el empresario gracias a sus conocimientos o habilidades en las que confía, lo que conlleva expectativas de disminución del riesgo asumido con respecto al de mercado. Dicho de otra forma, la elección de la propiedad de los activos puede verse como una manera de aminorar la incertidumbre de mercado. Así, es concebible que en el caso de empresarios pequeños, la creación de la empresa puede ser vista como una estrategia para reducir la dependencia del mercado como oferentes de trabajo, al reducir la necesidad de venta de este input en él. En el caso de inversores capitalistas también es concebible las inversiones como fórmula de disminución de la incertidumbre que el mercado aplica a las rentas y al valor de los activos, ya que la inversión en activos productivos cambia el valor actual del activo por las ganancias futuras y así disminuye el riesgo de mercado directo actual por un flujo de riesgos futuros más controlados por el empresario y que por lo tanto deben ser inferiores a aquél. Esto no quiere decir que el inversor en activos productivos pretenda apartarse del mercado sino al contrario, su conducta se orienta por las probabilidades de ganancia que éste posibilita. No evita el riesgo de perder su inversión, sino, al revés, lo calcula, de tal modo que en sus cálculos vislumbra un plazo probable de recuperación y unos beneficios. El riesgo entra a formar parte de su función de producción como un input más. Los activos productivos, propiedad del empresario, dejan de ser un reflejo de la renta (y viceversa), porque su riqueza ya no está en el valor del activo sino en la habilidad de combinar éste con otros inputs para obtener una renta residual positiva (objetivo de su motivación). El activo productivo ha sido apartado del mercado a favor de la exposición a riesgo mercado de los bienes que ese activo produce. Es decir, el activo productivo ha sido hundido, excluido de mercado, su coste de oportunidad, el precio de mercado, ha desaparecido al ejercer la opción alternativa: la producción de los bienes o servicios. Posteriormente a la inversión inicial, los inversores pueden decidir si repartir los importes recuperados, con lo que el riesgo se mantiene; si reinvertirlo en activos financieros u de otro tipo como las inversiones inmobiliarias, que, aunque expuestos a riesgo limitado de mercado, disminuyen la probabilidad de insolvencia sin necesidad de desemplear los activos productivos; o bien seguir invirtiendo en activos productivos, incrementando así el riesgo de no recuperación de las sumas invertidas. Por lo tanto, el importe en riesgo es la cuantía no recuperada de las inversiones. Por supuesto, lo anterior no supone que el riesgo de insolvencia se desvanezca una vez que se han recuperado financieramente los activos porque la probabilidad de pérdida de los excedentes sigue presente, pero éste es un riesgo diferente: de pérdida de rentabilidad. 5. El modelo contable de riesgo de no-recuperación (KR)

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El modelo contable que se describe a continuación pretende cuantificar en unidades monetarias el riesgo derivado de la exposición de los activos productivos a la probabilidad de su no recuperación. El «modelo contable de riesgo» pudiera ser un complemento del de riqueza porque se propone cubrir el vacío que deja al no informar explícitamente, directamente en las cuentas contables, del riesgo financiero asumido por el inversor. Un vacío que puede observarse en el instante mismo de creación o inversión del empresario. El registro contable del cambio entre este momento y el anterior, de disponibilidad de efectivo del empresario, sólo queda reflejado en el tipo de activo contabilizado (e.g., maquinaria en vez de caja), cuando implícita a la decisión de inversión, el empresario ha tomado el riesgo de pérdida de toda o parte de la inversión, ya que si no fuera así, si tal riesgo no existiese, todo el mundo sería empresario. El modelo de riqueza se reconoce por la ecuación ttt NPA , activo menos pasivo igual a Neto: la riqueza en un momento t cualquiera. El modelo de riesgo parte de otra descripción complementaria a ésta porque ambas tienen en común el pensamiento de la partida doble. En la anterior relación, consecuente con el propósito de valoración de la riqueza, se establece el cálculo de su cuantía, incluyendo todos los activos, entre los que obviamente están los productivos, y en la cuenta de resultados las pérdidas de valor por la depreciación anual siguiendo el principio de periodificación. Sin embargo, el modelo de riesgo considera el ciclo largo de la empresa como delimitador temporal, y los activos productivos como un input más del proceso de producción, entrando en el proceso de producción en su totalidad, y no sólo por la amortización. Es decir, como un elemento fondo, tal y como los denominaba (Georgescu-Roegen, 1970, p.5). Los fondos son agentes de rendimiento constante que transforman los flujos de entrada en flujos de salida, entrando igual que salen del proceso productivo elemental: “while it is true that the cloth – the inflow element – effecttively passes into the coat, the same cannot apply to the needle – a fund element”. Bajo estas premisas, una, la del propósito de evaluar el riesgo de no recuperación de los activos productivos, y otra, la del principio contable coherente con el objetivo anterior de representación contable del riesgo (K) y recuperación (R) de los capitales invertidos en el ciclo largo, el balance y la cuenta de resultados del modelo de riqueza tienen sus homónimos en los siguientes estados financieros.

5.1. El balance en el modelo KR

ttt AbPK (4)

En una fecha cualquiera t, la diferencia entre los pasivos y los activos no productivos

o activos de balance (e.g. activos financieros, inversiones inmobiliarias, existencias

de productos terminados, clientes o caja), es el pasivo neto o riesgo financiero ,

financiación neta pendiente de reembolso a la espera de que transcurra el tiempo suficiente para acumular el efectivo (o equivalente) necesario, vía el proceso productivo. En definitiva K es el importe de los activos operativos o productivos pendientes de recuperación y es sólo el importe arriesgado por la actividad empresarial, no revela información sobre la exposición a riesgo de los otros activos de balance.

)(t

P

)( tAb

)( tK

12

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La ausencia de riesgo de no recuperación se da cuando K es menor o igual a cero. Se entiende que en este momento tampoco hay riesgo de insolvencia, entendida como la incapacidad de pago de deudas a acreedores y de remuneración a propietarios. 5.2. La cuenta de recuperación en el modelo KR

ttt AhXR (5)

En esta cuenta se representa la evolución del riesgo K en un periodo que comprende el ciclo largo, o ciclo de vida de los activos operativos. Como ya se ha dicho, el modelo segrega los activos en dos clases principales: los activos operativos o productivos y los activos de balance. Los primeros son activos hundidos ( ) en la producción, en el sentido de que no se pueden liquidar sin que la empresa abandone o cambie de actividad. Los otros activos, de balance, pueden cambiarse por otros sin alterar la actividad de la empresa. Se supone pues que unos y otros son independientes.

ah

El aumento de los activos de balance, como se puede observar en la expresión (4), disminuye el riesgo K siempre que proceda de transferencias de beneficios y no por aportaciones de propietarios u de otros financiadores. Los rendimientos de estos activos de balance se recogen en la cuenta de recuperación junto con los de los activos operativos porque contribuyen a la recuperación de K. Las variables contables consideradas en la cuenta de recuperación para obtener el importe recuperado R son: Φ = vida útil estimada de los activos productivos. El periodo que define un ciclo largo es (Φ-1, Φ). Periodos inferiores a éste, o periodos intermedios se identifican por . ),1( tt

tx = resultado, diferencia entre ingresos y gastos.

Dentro de los últimos se consideran los dividendos repartidos, del periodo . ),1( tt

tX = resultado corriente acumulado en (Φ-1, Φ) hasta un momento t anterior a Φ.

tah = inversiones en activos productivos del periodo ),1( tt , llevados al coste.

tAh = total de activos productivos en t.

tR = importe recuperado hasta t.

tr = importe recuperado en el periodo ),1( tt .

En la cuenta de recuperación, los importes invertidos en activos productivos se van acumulando desde el momento de la inversión, incorporándose como un input de capital junto con los otros inputs intermedios para obtener los ingresos de la explotación en el periodo de vida útil estimado Φ. La diferencia entre los ingresos y los gastos acumulados en la cuenta de recuperación es

, que, si es positiva, es el importe que se ha recuperado por las actividades corrientes

de la empresa. Por otra parte, para obtener el importe recuperado neto R, hay que restar al resultado anterior el total de las inversiones . Es decir:

tX

tX tAh ttt AhXR . En periodos cortos, intermedios ),1( tt al ciclo largo ),1( , este mismo proceso se

puede representar por . t

ahtt

xr

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Por lo tanto en un momento tenemos el importe total recuperado de las inversiones productivas expresado de la forma siguiente:

t

ttt

tt

tt

ttt

tt AhXahxahxrR

0100

)( (6)

R será negativo hasta el momento en que el importe de los activos productivos se haya recuperado, desapareciendo así el riesgo. En el balance, este mismo importe, positivo, es K, siempre que esta cuenta esté bien articulada con la cuenta de recuperación. Igualmente el riesgo desaparece cuando . Siendo entonces , con lo cual

puede ser reescrito como

0tR

tt AhKtt KR

ttt AhXR tX , y t

ahtt

xr en . Es

decir, el riesgo varia en función de las inversiones productivas efectuadas y del

resultado ( ) en cada periodo.

tt xah )( tah

tk

tx Con lo que la dinámica de formación del riesgo de un momento a otro puede ser representada como: (7) tttt xahKK 1

Es decir, el riesgo en un periodo aumenta por las inversiones y disminuye por los ingresos netos derivados de las actividades corrientes de la empresa, de explotación o financieras. 5.3. Reconciliaciones con el modelo de riqueza Sean las variables contables del modelo de riqueza siguientes:

tb = beneficio o pérdida neta del periodo ),1( tt .

tRv = las reservas por beneficios netos hasta t.

tdv = dividendos repartidos en el periodo ),1( tt .

tdp = depreciación de los activos amortizables operativos del periodo ),1( tt .

En el resultado de la cuenta de recuperación no se incluyen como gasto las amortizaciones de los activos operativos o cualquier otro ajuste de valor que pudiera producirse en éstos, porque en sí los activos ya son gastos. Los dividendos repartidos aumentan el riesgo de recuperación, incluyéndose como gastos en la cuenta de recuperación. Además, habida cuenta de la distinta consideración de los periodos de uno y otro modelo, puede haber diferencias por las periodificaciones de gastos o ingresos y por la regularización de existencias que afectan al modelo de riqueza pero no al de riesgo en resultados intermedios. No obstante, estas diferencias no se tendrán en cuenta a efectos de simplificar la comparación. El resultado considerado en la cuenta de recuperación difiere del beneficio neto del modelo de riqueza en que el anterior no hay amortizaciones y que incluye los dividendos repartidos.

tttt dvdpbx (8)

Pero dado que las Reservas por beneficios retenidos es la suma de estos menos los dividendos repatidos,

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)(1

t

t

ttt dvbRv

tt

t

t

t

tttt

t

ttt AARvdpdvbxX

1 11

)( (9)

El resultado acumulado del modelo de riesgo es equivalente al importe de reservas en la fecha t más la amortización acumulada de los activos productivos, y como el importe recuperado acumulado de los activos hundidos es ttt AhXR , entonces:

tttt AhAARvR (10) Teniendo en cuenta que , el importe de riesgo asumido por la empresa en la

fecha t será: tt KR

tttt RvAAAhK )( (11) Es decir, el riesgo de no recuperar los activos invertidos en una fecha determinada es igual al importe en libros, neto de amortizaciones, de los activos productivos valorados al coste menos el importe de las reservas por beneficios netos acumulados. Por otra parte, como el importe recuperado en el periodo ),1( tt es , tenemos

la siguiente expresión que es un concepto muy parecido al que se conoce como flujo de efectivo libre, es decir, la diferencia entre los flujos de efectivo de la explotación

ttt ahxr

)( tt dpb

y los dividendos e inversiones comprometidas )( tt ahdv en el periodo intermedio.

ttttt ahdvdpbr (flujo de efectivo libre) (12)

Que es una expresión semejante a la vistan anteriormente (2) si se anulase el producto de la tasa libre de riesgo por el precio de mercado del activo al principio del periodo contable ( ). 1tF PR

Teniendo en cuenta las expresiones anteriores se puede determinar el riesgo de no recuperación de los activos operativos en todo momento mediante transformaciones sencillas a partir del modelo contable de riqueza. 5.4 Comparación entre el modelo de riqueza y de riesgo KR, un ejemplo.. En la tabla siguiente se representa en un ejemplo simple del modelo de riqueza, y los estados financieros que lo identifican, el balance (A) y la cuenta de resultados (B) que evalúan la riqueza (N) de la empresa en una serie de periodos tras la inversión de 1.000 u.m.

A) A-P=N B) i-d=b t Ae Ab P N t i d b 0 1.000 1.000 0 1 920 90 1.000 10 1 90 (80) 10 2 840 190 1.000 30 2 100 (80) 20

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3 760 300 1.000 60 3 110 (80) 30 4 680 420 1.000 100 4 120 (80) 40 5 600 550 1.000 150 5 130 (80) 50 6 520 690 1.000 210 6 140 (80) 60 7 440 840 1.000 280 7 150 (80) 70 8 360 1.000 1.000 360 8 160 (80) 80

La inversión de 1.000 u.m. es un activo de la explotación (Ae) que disminuye tras el momento inicial (t=0) por las amortizaciones (d). Ab es un activo de balance distinto al de la explotación, en el ejemplo es un activo financiero que proviene de las actividades de explotación de cada periodo. La tesorería liberada por la explotación se obtiene por suma de los ingresos netos de gastos (i) y las amortizaciones (d) del activo (Ae). La diferencia entre los ingresos netos (i) y las amortizaciones (d) es el beneficio (b) del periodo. El modelo tiene como objetivo representar el Neto (N) en cada ejercicio contable. Esta misma situación en el modelo de riesgo KR, en el balance (A) y la cuenta de recuperación (B) se representaría como:

A) P-Ab=K B) X-Ah=R t P Ab K t X Ah R 0 1.000 1.000 0 (1.000) 1 1.000 90 910 1 90 (1.000) (910) 2 1.000 190 810 2 190 (1.000) (810) 3 1.000 300 700 3 300 (1.000) (700) 4 1.000 420 580 4 420 (1.000) (580) 5 1.000 550 450 5 550 (1.000) (450) 6 1.000 690 310 6 690 (1.000) (310) 7 1.000 840 160 7 840 (1.000) (160) 8 1.000 1.000 0 8 1.000 (1.000) 0

En el modelo de riesgo los activos operativos, que en el modelo de riqueza se representaban como un activo de la explotación en el balance, son un input más del proceso productivo y por lo tanto se incluyen en la cuenta de recuperación. En esta cuenta se van acumulando tanto los importes recuperados por la actividad corriente (X) como las sucesivas inversiones en activos productivo o hundidos (Ah) en el proceso productivo ejercicio tras ejercicio, aunque en el ejemplo solo se ha considerado la inversión inicial de 1.000 u.m. Con lo que, en cada ejercicio t, ttt RAhX , va indicando

los importes pendientes de recuperación (R). La acumulación se produce a lo largo del ciclo largo estimado, en el ejemplo de doce años y medio (1.000/80 = 12,5). El importe acumulado X, se obtiene por diferencia entre los ingresos y gastos corrientes, sin amortizaciones, ya que éstas no son un gasto en el modelo de riesgo. Cada importe recuperado (x=i) se transfiere a los activos financieros (Ab) para disminuir el riesgo K. 5.5. La probabilidad de no recuperar los activos productivos Se precisa conocer los rasgos cuantitativos principales del riesgo de no recuperación en la realidad empresarial y un método para determinar la probabilidad de riesgo de no-recuperación de las sumas invertidas en los activos productivos para la gestión de un riesgo sostenible, es decir, un riesgo de equilibrio. El foco de atención del modelo de riesgo es que el riesgo se presenta en unidades monetarias y puede hacerse un seguimiento temporal amplio atendiendo a un suceso límite que se presenta en el ciclo largo de la empresa. Ejemplo de tal suceso límite puede ser la recuperación de los importes invertidos en los activos productivos, que pudiera

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constituir el evento muerte en el análisis estadístico de los modelos que analizan los fallos en las series temporales de datos (modelos de supervivencia). Éstos son métodos para el análisis de los datos cuando la respuesta de interés es el tiempo que transcurre hasta que ocurre determinado suceso. En estos modelos la función de supervivencia se define por la probabilidad que la variable tiempo T, una variable aleatoria no-negativa que representa el momento del suceso límite de un individuo de la población, excede a un valor t,

ttTPtF 0 ),()(

En nuestro caso, referido a la probabilidad de insolvencia, es de especial interés el momento final de la vida económica del activo, t , que nos daría la probabilidad de insolvencia (en los términos referidos previamente), i.e.

)()( TPtF . Otro momento de importancia a tal fin es el tiempo estimado de recuperación de la inversión . El tiempo de recuperación esperado se puede obtener por cociente entre el importe de la inversión productiva y el resultado esperado,

)( rt

)()(

t

hr xE

AtE

La función de distribución acumulada )( tTP determina la probabilidad de recuperación de la inversión, sin embargo, la atención en nuestro caso se centra en el lado derecho de la cola de la distribución al tratar de conocer la distribución de los tiempos de fracasos financieros en general o de no-recuperación en particular. Un problema concerniente a la estimación y especificación del modelo de supervivencia que mejor se ajuste a este tipo de sucesos (fracasos financieros) es el conocimiento del tipo subyacente de distribución temporal. Por lo que una primera aproximación exige el conocimiento empírico de la función de distribución, siendo de utilidad a este fin el método de Kaplan-Meier (1958). En el caso de que el suceso límite sea la recuperación de la inversión, es decir, cuando el importe no recuperado K sea cero o negativo, la función F(t) de supervivencia (de no-recuperación) es una función que disminuye por cada empresa en que los importes se han recuperado Si

1n

k).0( K ttt ....21 representan los tiempos de recuperación

observados de una muestra de empresas de tamaño 0nn con una función F

desconocida, la probabilidad de no recuperación )j( tTP viene representada por la

función de estimación, en el modelo de Kaplan-Meier, siguiente,

ttj j

jj

j

n

dntF )(ˆ

En donde representan el número de empresas que recuperan su inversión en el

periodo y el número de empresas que aún no habían recuperado la inversión al

comienzo del periodo . La expresión anterior estima la probabilidad de no recuperar la

jd

jnj

j

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inversión en un tiempo por la probabilidad condicionada de no recuperación

habiéndose observado la proporción de recuperación, en , .

jt

jt jj nd /

De especial importancia a efectos del seguimiento de la evolución del riesgo K es la elección del momento inicial o origen temporal a partir del cual se mide el tiempo de no recuperación. Si consideramos que ese momento es la constitución de la sociedad, cuando , entonces la proporción observada d , se puede convertir en

, siendo el importe total recuperado de la inversión productiva en el momento

justo de la constitución de la empresas, y el importe expuesto a riesgo en dicho

momento. Si suponemos que no se ha recuperado ningún importe en ese momento, entonces la proporción observada es cero, con lo que la estimación de la probabilidad

condicionada en tal momento es:

00 AhKK

0rjj n/

00 / Kr

0K

10

0

K

1 . Es decir, bajo ese supuesto, la

probabilidad de no recuperar la inversión en tal momento inicial es del 100 por ciento,

0 r

.1)0( P Por otra parte, a los efectos de determinar un riesgo base o de referencia podemos abstraernos de las inversiones productivas en momentos posteriores al elegido porque alteran sustancialmente las circunstancias iniciales. Afortunadamente no se trata de un tiempo censurado, ya que la recuperación total la podemos estimar por los importes ya recuperados sin necesidad de esperar al acontecimiento límite cuando jx 0K ,

aprovechándonos de la posibilidad que brinda la probabilidad condicional para el cálculo de la probabilidad de no recuperación en un tiempo . j

Es decir, esta función de probabilidad podría tomar la forma:

ttj j

jj

jK

xKtF )(ˆ

xSi en vez de considerar únicamente el factor de recuperación tenemos en cuenta r ,

entonces la función de distribución empírica del riesgo de no recuperación tomaría la forma:

ttj j

jj

jK

rKtF )(ˆ

5.5.1. La probabilidad de no recuperar los activos productivos: un ejemplo. En vez de entender K como el riesgo en unidades monetarias podemos considerarlo como el número de empresas que han invertido en activos productivos en un momento (0) cualquiera de conveniencia. Así, siguiendo con el ejemplo anterior, se pretende en esta ocasión mostrar la probabilidad de no recuperación de la inversión en una fecha posterior a ese momento.

j K r p(r) 1-p(r) P(t) 0 1000 0 0 0 11 1000 90 0,09 0,910 0,9102 910 100 0,1099 0,890 0,810

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3 810 110 0,1358 0,864 0,7004 700 120 0,1714 0,829 0,5805 580 130 0,2241 0,776 0,4506 450 140 0,3111 0,689 0,3107 310 150 0,4839 0,516 0,1608 160 160 1 0,000 0,000

Por ejemplo, la probabilidad de no recuperar la inversión a los cinco años es del 45 por ciento y a los ocho años de cero. La probabilidad condicionada de no recuperar la inversión en el ejercicio quinto habiéndolo hecho al principio del mismo es del 77,6 por ciento, como se ve en la columna (1-p(r)). La probabilidad de recuperación en cada ejercicio se indica en la columna p(r), y es la tasa de recuperación de la inversión de los importes pendientes de recuperar. Puede entenderse como una función de riesgo en el sentido de que estas son las tasas mínimas de recuperación en cada momento si efectivamente se pretende recuperar la inversión en el tiempo señalado de ocho años. 6. Conclusión. El modelo contable es básicamente un modelo de riqueza, por lo que quedan otros aspectos de la información que este modelo produce, relegados a un segundo término, dado que el riesgo no está medido directamente en los estados financieros. No obstante, es posible medir el riesgo económico indirectamente por la estimación de la variabilidad de los resultados. Pero para que esta medición del riesgo sea eficaz, el modelo contable de valoración debe responder a las prescripciones teóricas de los modelos de valoración no contables. Convergencia que ya se está produciendo en las corrientes reguladoras actuales de la contabilidad. Pero éste es un modo exógeno de abordar la medición del riesgo, distinto a la cercanía que el modelo contable para la gestión del riesgo proporciona, tal y como se ha desarrollado en esta comunicación. Por ello, en este trabajo se ha presentado un modelo contable de riesgo cuyo propósito es representar en el balance, en unidades monetarias, el riesgo de pérdida de los importes invertidos en activos productivos. Son parte principal de las decisiones de la empresa que asumen un riesgo de pérdida que es la otra parte de las probabilidades de ganancias futuras que determinan el valor del activo neto. Es decir, el centro de atención de la información contable se sitúa en una partida de balance que revela los importes todavía pendientes de recuperar por la actividad de la empresa. De su escrutinio, se puede saber cuando la empresa ha superado este tipo de riesgo, sin menoscabo del análisis que permite un escenario más habitual de renovación o crecimiento de los activos, en cuyo caso la información requerida es el valor de un riesgo de equilibrio o de referencia, que podría estar representado por la proporción del riesgo del balance sobre el total del pasivo. Es un modelo complementario al modelo contable actual de valoración de la riqueza de la empresa, añadiendo una herramienta de gestión de riesgo que puede acompañar a la de gestión de la eficiencia y rentabilidad de la empresa que es lo consustancial al modelo de riqueza. Con lo que tendríamos dos polos, uno positivo, representado por la gestión y seguimiento que proporciona la contabilidad del valor de la riqueza; y otro, negativo, para informar de la evolución del riesgo de pérdida de los capitales invertidos.

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