El retorno de la política, el retorno de la esperanza: Movilidad social, clase media y apoyo a la...

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1 El retorno de la política, el retorno de la esperanza: Movilidad social, clase media y apoyo a la democracia (2007-2013) En 1973, el economista Albert O. Hirschman en su análisis del capitalismo describió metafóricamente la relación existente entre bienestar objetivo, expectativas y tolerancia a la desigualdad e injusticia a través de la metáfora conocida como el “efecto túnel”. Si los ciudadanos tienen la esperanza de ver alguna luz al final del túnel, la tolerancia frente a la desigualdad e injustica dominará sobre la frustración y generará mejores posibilidades para participar en acciones colectivas. En el marco de esta metáfora, si el automóvil de la izquierda se mueve hacia la claridad (luz) del túnel -incluso así la otra fila de la derecha se mantenga inmóvil- la expectativa de movilidad permitirá tolerar la frustración de mantenerse estancado por un tiempo: "el efecto de túnel opera porque los avances de los demás proveen información acerca de un ambiente externo más benigno; la recepción de esta información produce satisfacción; y esta satisfacción supera a la envidia o, por lo menos, la suspende" (Hirschman: 1973: 29). Si bien podríamos sostener que el arribo de gobiernos de izquierdaen algunos países de la región es consecuencia de la intolerancia a la desigualdad y la injusticia producidas durante el ciclo neoliberal, dada la inmovilidad objetiva y las bajas expectativas de mejoras colectivas y personales, deberíamos preguntarnos qué está sucediendo al interior del túnel llamado Ecuador desde el 2007 hasta el presente: ¿las filas de automóviles están estancadas?, ¿se mueve una de las filas?, ¿se mueven las dos filas de autos?, ¿qué expectativas se están generando al interior del túnel?, ¿qué impacto produce tales expectativas en el desenvolvimiento de la democracia del país?, ¿existe contradicción o no entre las condiciones objetivas y un favorable o desfavorable sentimiento subjetivo de esperanza y expectativas frente al bienestar social e individual? Desde una posición que defiende la necesidad del cambio social debemos tener claro que si un proceso político no recupera la esperanza de movilidad ascendente y mejora social difícilmente se podrá proponer pacíficamente y en democracia una radical transformación del orden social vigente. No resulta menor, en el marco de un proyecto político, analizar el correlato existente entre bien-estar objetivo y subjetivo; y -de ambos- con el apoyo al sistema político y democrático al interior del país. Las condiciones de posibilidad de una gran y profunda transformación social están relacionadas entre otras cuestiones- con el retorno de la esperanza como consecuencia de una mejora objetiva y subjetiva de la ciudadanía en el marco de una propuesta de un proyecto político nacional. En este sentido, si bien la condición necesaria para producir un cambio radical en la sociedad es el respaldo popular electoral en las urnas, el papel de los líderes políticos es construir ilusiones

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Discurso en el que hablo de la política desde la movilidad social y la importancia de la clase media en el ejercicio de un gobierno democrático.

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El retorno de la política, el retorno de la esperanza:

Movilidad social, clase media y apoyo a la democracia (2007-2013)

En 1973, el economista Albert O. Hirschman en su análisis del capitalismo describió

metafóricamente la relación existente entre bienestar objetivo, expectativas y tolerancia a la

desigualdad e injusticia a través de la metáfora conocida como el “efecto túnel”. Si los

ciudadanos tienen la esperanza de ver alguna luz al final del túnel, la tolerancia frente a la

desigualdad e injustica dominará sobre la frustración y generará mejores posibilidades para

participar en acciones colectivas. En el marco de esta metáfora, si el automóvil de la

izquierda se mueve hacia la claridad (luz) del túnel -incluso así la otra fila de la derecha se

mantenga inmóvil- la expectativa de movilidad permitirá tolerar la frustración de

mantenerse estancado por un tiempo:

"el efecto de túnel opera porque los avances de los demás proveen información

acerca de un ambiente externo más benigno; la recepción de esta información

produce satisfacción; y esta satisfacción supera a la envidia o, por lo menos, la

suspende" (Hirschman: 1973: 29).

Si bien podríamos sostener que el arribo de gobiernos de “izquierda” en algunos países de

la región es consecuencia de la intolerancia a la desigualdad y la injusticia producidas

durante el ciclo neoliberal, dada la inmovilidad objetiva y las bajas expectativas de mejoras

colectivas y personales, deberíamos preguntarnos qué está sucediendo al interior del túnel

llamado Ecuador desde el 2007 hasta el presente: ¿las filas de automóviles están

estancadas?, ¿se mueve una de las filas?, ¿se mueven las dos filas de autos?, ¿qué

expectativas se están generando al interior del túnel?, ¿qué impacto produce tales

expectativas en el desenvolvimiento de la democracia del país?, ¿existe contradicción o no

entre las condiciones objetivas y un favorable o desfavorable sentimiento subjetivo de

esperanza y expectativas frente al bienestar social e individual?

Desde una posición que defiende la necesidad del cambio social debemos tener claro que si

un proceso político no recupera la esperanza de movilidad ascendente y mejora social

difícilmente se podrá proponer pacíficamente y en democracia una radical transformación

del orden social vigente. No resulta menor, en el marco de un proyecto político, analizar el

correlato existente entre bien-estar objetivo y subjetivo; y -de ambos- con el apoyo al

sistema político y democrático al interior del país. Las condiciones de posibilidad de una

gran y profunda transformación social están relacionadas –entre otras cuestiones- con el

retorno de la esperanza como consecuencia de una mejora objetiva y subjetiva de la

ciudadanía en el marco de una propuesta de un proyecto político nacional. En este sentido,

si bien la condición necesaria para producir un cambio radical en la sociedad es el respaldo

popular electoral en las urnas, el papel de los líderes políticos es construir ilusiones

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movilizadoras y unificadoras que, al recuperar la esperanza, permitan articular la acción

colectiva ciudadana (ya sea organizada o no) y concretar un proyecto político que aglutine

los intereses de la mayoría de los miembros de una sociedad, es decir disputar el sentido

hegemónico de la orientación de la sociedad.

Las condiciones de posibilidad de hacer una revolución pacífica y en democracia radican

entonces en que retorne la esperanza, en que existan mejoras sistemáticas en la calidad de

vida de la sociedad, que se tenga clara una hoja de ruta de la transformación y que ésta sea

aprobada y apropiada por la comunidad política. Estas condiciones permitirán tener un

respaldo electoral que es la premisa para poder avanzar en la construcción de un nuevo

orden social.i

I. El retorno de la esperanza

En el 2006, el actual Presidente de la República Rafael Correa encontró un país

completamente desesperanzado. Tan solo un 13,8% de la población creía que la situación

de aquel entonces era buena y un 22% sostenía que ésta iba a mejorar en el largo plazo.ii

Podría sostenerse, siguiendo el ejemplo de Hirschman, que la tolerancia a la injusticia y a la

desigualdad estaba en su límite inferior. En este marco, la construcción de un discurso

movilizador y esperanzador permitió ganar las elecciones. No fue fortuito que la principal

oferta de campaña fuese proponer al país la construcción de una nueva Constitución de la

República que permita firmar un nuevo pacto de convivencia social y que deje atrás al

neoliberalismo.

Al analizar las expectativas sociales e individuales luego de siete años de Revolución

Ciudadana se puede observar que existe un retorno de la esperanza. En efecto, no deja de

sorprender el incremento en el bienestar subjetivo de las y los ecuatorianos: de acuerdo al

informe del último del Latinobarómetro (2013), existe cuatro veces más ecuatorianos que

en el 2006 que afirman que la situación actual del país es “buena o muy buena” (58%) y

tres veces más ciudadanos que consideran que la situación económica del país estará “bien

o muy bien” en el largo plazo. A nivel individual, luego de siete años de gobierno el bien-

estar subjetivo ciudadano sobre la situación actual y futura se ha duplicado frente al 2006.

Si se hace un análisis comparativo regional (América Latina) se puede observar que

Ecuador se ubica en el primer puesto de expectativas positivas frente a la situación

económica del presente y del futuro del país. En este marco, no es de sorprender que de

acuerdo al “índice de satisfacción con la vida”, Ecuador sea el país con mayor incremento

en la felicidad de su población a nivel latinoamericano (cuarto con mayor crecimiento a

nivel mundial)iii

. No sólo aquello, Ecuador es el país con mayor porcentaje de personas que

considera que la distribución del ingreso es “justa o muy justa”iv

. El haber recuperado la

sonrisa de la esperanza (ver http://youtu.be/pqr9OHb2TNA), sin lugar a duda, constituye –me

atrevería a decir– el principal logro de la Revolución Ciudadana.

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Ahora bien, ¿en qué medida el incremento de tales expectativas se condice con una mejora

objetiva en las condiciones de vida de la población ecuatoriana?

II. Las condiciones materiales en el período 2007-2013

En el período 2007 al 2013 suceden paralelamente cinco fenómenos de transformación,

aunque con diferentes velocidades de cambio:

1. La economía política en el período de la Revolución Ciudadana ha permitido que la

pobreza y la desigualdad disminuyan sistemáticamente entre diciembre de 2007 y

diciembre de 2013. Mientras la pobreza ha caído 11 puntos porcentuales, el

coeficiente de Gini ha disminuido 12% (ver Tabla No. 1 del anexo).

2. El crecimiento de la economía ecuatoriana claramente ha sido «pro-pobre». Como

se puede observar en el Gráfico No. 1, la velocidad de crecimiento de los ingresos

ha sido mayor en los percentiles más pobres que en los más ricos. Dicha situación

evidencia un proceso de convergencia socio-económica en la sociedad ecuatoriana.

Gráfico No. 1. Crecimiento “pro-pobre” (2007-2013)

Fuente: ENENDHU, 2007-2013, elaboración propia.

3. Existe una reducción sistemática de la polarización económica. En el período

analizado, la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre cayó de 35 a 25

veces.

4. Se observa un proceso de convergencia territorial; es decir, la velocidad de

reducción de la pobreza es mayor en aquellas provincias que tenían mayores niveles

de pobreza antes de la Revolución Ciudadana.

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Gráfico No. 2. Convergencia territorial: pobreza (2006) y cambio en la pobreza

(2006-2012) según provincia

Fuente: ENENDHU, 2006-2012, elaboración propia.

5. Ha existido inclusión social de sectores históricamente excluidos. Un claro ejemplo

de la inclusión ha sido que a través de la política de eliminación de barreras

económicas ha crecido sistemáticamente la matrícula de educación básica y superior

de los quintiles más pobres, el acceso a salud y se ha incrementado de la misma

forma el acceso a la seguridad social de sectores históricamente excluidos como

empleadas domésticas.

En suma, lo que se puede constatar es que las condiciones materiales (tanto absolutas como

relativas) han mejorado sistemáticamente durante los últimos siete años, correspondientes

al gobierno liderado por el Presidente Rafael Correa: la pobreza, la desigualdad y la

polarización económica han disminuido constantemente. A su vez, la velocidad de mejora

de los más excluidos (tanto individual como territorial) es mayor que la de los que -a priori-

se encontraban en mejor situación. Tales resultados podrían permitirnos sostener que las

mejoras sustantivas en las expectativas subjetivas de bien-estar social e individual están

acompañadas de mejoras materiales objetivas que conducen a construir una sociedad más

cohesionada.

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III. Democracia, apoyo político y calidad de vida

Albert Hirschman, en su libro Salida, Voz y Lealtad (1977 [1970]) propone una curva de

demanda en la cual articula la demanda del bien con la calidad del producto. En otro texto

sostuve (Ramírez, 2004) que el respaldo a cierto régimen político y de gobierno está

relacionado con la calidad de vida de su población y su mejora; es decir, a medida que

mejora la calidad de vida de la población más respaldo tiene la democracia y/o el gobierno.

Podríamos sostener que dicha relación positiva está vinculada no solo a los factores

objetivos del nivel de vida sino a las expectativas subjetivas frente a la misma de la

población.

Figura N° 1. Apoyo electoral y democrático vs. Calidad de vida/expectativas de vida

Elaboración: propia

En este marco, de acuerdo al más reciente Latinobarómetro (2013) Ecuador aumentó el

apoyo a la democracia de 52% a 62% entre 1996 y 2013; siendo en el período de la

Revolución Ciudadana el incremento de 8 puntos porcentuales.

Si bien no se pueden definir causalidades, al menos podemos señalar que en los siete años

de gobierno del Presidente Rafael Correa se da una correlación positiva entre mejora de la

calidad de vida de los ciudadanos, reducción de desigualdades sociales, sentimiento de vivir

en una sociedad más justa, recuperación de la esperanza (expectativas individuales y

colectivas), apoyo a la democracia y estabilidad política. En efecto, no debemos olvidar que

desde 1996 al 2007, ningún Presidente de la República terminó su período de gobierno.

Antes del 2007, en los diez años precedentes se tuvo 7 Presidentes de la República en el

Ecuador. Rafael Correa en el 2017 cumplirá diez años de estar al frente del Estado

ecuatoriano. La agenda programática de los principales cambios sociales y la legitimación

social de la misma ha sido decidida por la propia ciudadanía a través de la construcción de

una democracia con periódicos procedimientos electivos. No olvidemos que en estos siete

años se han concretado nueve elecciones que el movimiento del gobierno ha ganado

Mejora en calidad de vida y/o

mejora en las expectativas de vida

Mayor apoyo

electoral y /o

democrático

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consecutivamente, de las cuáles tres han sido consultas populares y en dos de ellas, que

fueron para elegir Presidente de la República, se ganó en primera vuelta. Es importante

señalar, que en las últimas elecciones Alianza País obtuvo 100 asambleístas de un total de

137, y ganó en 33 de las 34 circunscripciones electorales dentro y fuera del país. Lo

importante de esta información no solo es evidenciar la estabilidad política que ha habido

en los últimos siete años, sino evidenciar que la propuesta política del gobierno actual es de

carácter nacional y ampliamente democrática.v

Hacer cambios sociales estructurales pacíficamente y en democracia sin lugar a dudas

constituye uno de los principales retos que tiene cualquier gobierno que se precie de ser

progresista y de izquierda.

IV. El puente: incremento de clase media y movilidad social ascendente

Retomando la metáfora de Hirschman sobre el túnel, podríamos señalar que en las

sociedades capitalistas con altos niveles de desigualdad la experiencia vital de las personas

(según el grado de jerarquía social existente) se desarrolla en diferentes túneles

(recorridos/rutas) en donde los individuos van transitando según sus posiciones en la

estructura social. El algunas sociedades (menos desiguales) habrá inclusive movimientos

ascendentes dentro de cada túnel, o en otros existirán inclusive puentes (más o menos

estables) entre los túneles. Dentro de una sociedad, generalmente el puente estable lo

constituye la clase media.

En Ecuador antes del 2007 podría decirse que no existía uno sólo túnel sino dos separados

por un tramo que únicamente se podían cruzar en una gabarra o puente endeble de “poco en

poco” y a una velocidad que hacía deprimente la esperavi

. Se trataba entonces de una

sociedad dual con una clase media reducida y lábil. Dicha separación dificultaba la

conexión (entre los túneles) y, por lo tanto, la integración social.

¿En Ecuador, qué ha sucedido entonces en los túneles y con la clase media en el período de

gobierno analizado?

Si bien el análisis y concepto de clase social –en general– es una temática que ha generado

mucho debate tanto teórico como metodológico, para los fines de este escrito hemos

simplemente caracterizado a la misma en función del ingreso económico personal y hemos

considerado a la clase media como aquellas personas que ganan más que la canasta básica

per cápita y menos que el promedio de ingreso del noveno decil de la población,

manteniendo la paridad de poder adquisitivo.vii

Al observar lo sucedido en estos siete años, se puede constatar que -aproximadamente- uno

de cada cuatro ecuatorianos/as pertenece a la clase media y que el incremento bruto de la

misma ha sido del 9% y el neto, 5.41% entre 2006-2012viii

. A su vez, vale la pena señalar

que este incremento se ha debido a la movilidad ascendente de población que se encontraba

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en niveles de vulnerabilidad económica y no por un descenso de la clase de mayores

ingresos. En este sentido, podríamos afirmar que se ha tejido un puente (no una gabarra ni

una conexión endeble de sogas y tablas) que permite vincular establemente ambos túneles.

Gráfico No 3. Distribución social del ingreso y clase media (2006-2012)

Fuente: ENENDHUR 2006-2012; Elaboración: Propia.

Pero a su vez, es necesario destacar el flujo de la movilidad social al interior de los túneles

y en el puente llamado clase media. En términos generales, si bien podemos observar que

sistemáticamente ha mejorado el nivel de vida de toda la población en términos de ingreso

(Gráfico No. 3), uno de cada cuatro ecuatorianos/as (23%) ha pasado a un estrato

económico superior; es decir, ha experimentado una movilidad ascendente entre los túneles:

el 10% de la población salió de la pobrezaix

, el 9% pasó de ser clase vulnerable a clase

media y el 3.7% pasaron a una clase más alta (no rica).x Dentro de la simbología de la

metáfora mencionada, no es lo mismo que se muevan los autos al interior del primer túnel

pero que no salgan del mismo, a qué existan automóviles que no solo se mueven al interior

del túnel sino que ya se encuentran en el puente y otros que están ingresando al segundo

túnel.

En suma, podemos señalar que se está edificando un puente sólido que permite unir los dos

túneles y permite una mejor “conexión social”. A su vez, se podría señalar que el

incremento de las expectativas no sólo se debe a que pocos ciudadanos/as dentro del primer

túnel se están moviendo sino que existe una movilidad de la sociedad en su conjunto, en

donde, los más pobres se mueven a mayor velocidad que los de clase media y éstos más

rápido, a su vez, que los de la clase más alta de la sociedad. Es decir, más personas que se

encontraban en el primer túnel pasan al puente que las que se encontraban en el puente y

pasan al segundo túnel.

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V. La salida del túnel: la recuperación de la política para la transformación

social

El retorno de la esperanza, como se ha podido evidenciar, es consecuencia de que al interior

del túnel todos podemos ver que “el otro” automóvil se está moviendo al igual que “el

mío”, que existe un puente más sólido que el que existía en el 2006 y que más autos se

encuentran sobre dicho puente. Incluso se puede observar desde el primer túnel y desde el

puente que “otros autos” están ingresando en el segundo túnel. Dicha situación genera

expectativas positivas en la ciudadanía sobre el futuro personal y social.

Que la sociedad se esté moviendo ascendentemente es valioso per se. A su vez,

experimentar “la luz” del puente es aún más importante y valorado socialmente. Si bien uno

podría sostener que entrar al segundo puente, en un contexto capitalista, sería “la utopía”,

creemos que dicha situación no necesariamente es deseable en el marco de otro modelo de

sociedad. Para la Revolución Ciudadana salir del esquema de los túneles es vivir

dignamente, lo que no significa vivir en la opulencia del consumismo infinito. Es decir,

salir de tal modelo implica apenas el inicio de la verdadera transformación social.

En un primer paso, ésta posibilidad desde la izquierda está en plantear una transición viable

ética y políticamente, lo cual implica sin lugar a dudas proponer una estrategia clara de

acumulación y (re)distribuciónxi

alternativa. Por ejemplo, como hemos señalado en otras

ocasiones (Ramírez, 2012a), querer construir una economía popular y solidaria, por el

simple hecho de ser anticapitalista, pero que no garantice la superación de la pobreza no es

una propuesta viable para la izquierda. A su vez, a nombre de un pragmatismo ciego creer

que lo único que debe hacer la izquierda es buscar el lado “bueno del capitalismo” o

simplemente administrarlo de una mejor manera, es no tomar en cuenta la historia, casi

como ignorar que la humanidad ha transitado por otras formas de convivencia social a lo

largo de su días, y creer que realmente nos encontramos en la última etapa de la historia de

la humanidad: en su fin (Ramírez, 2012b). Sin embargo, debe quedar claro que dicha

disputa programática será inviable sino se disputa primariamente el poder fáctico que

permita edificar el sentido hegemónico del cambio.

Podría sostener que el proyecto político de la Revolución ciudadana cuenta con las pre-

condiciones dadas para producir una transformación social radical: movilidad social

ascendente, clase media que se fortalece, incremento de la calidad de vida de la ciudadanía,

reducción de la desigualdad y la polarización social, legitimidad política, apoyo a la

democracia y retorno de la esperanza.

No obstante, en qué medida este movimiento objetivo y subjetivo; absoluto y relativo;

pacífico y democrático es sostenible en el mediano plazo y largo plazo. El sentido subjetivo

del retorno de la esperanza únicamente se mantendrá si en el largo plazo se da una

sostenibilidad en la mejora de las condiciones materialesxii

de vida de la población y si se

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recupera la política como espacio de edificación del nuevo sentido hegemónico de la

transformación social.

A su vez, la sostenibilidad en la mejora de las condiciones de vida de la población está

articulada al cambio en la matriz productiva, y ésta está en función del cambio en la matriz

cognitiva y cultural de la población (Ramírez, 2014).

En términos políticos, el cambio en el modo de acumulación ecológicamente sostenible

únicamente será posible si se pueden articular los intereses de una nueva burguesía nacional

o latinoamericana emprendedora (innovadora) y no rentista, que apueste a construir un

patrón de especialización que fortalezca el puente (clase media) entre los diferentes estratos

socio-económicos y busque trocar la estructura social desigual a través de la

democratización de la propiedad de los distintos capitales, el incremento de la

productividad y la redistribución de la riqueza. A este proceso mencionado, es necesario e

indispensable construir políticamente una nueva internacionalización para lo cual se

requiere construir una integración política y socio-económica de Latinoamérica. Por otra

parte, el cambio en la matriz cognitiva y cultural únicamente será posible a través de un

cambio epistemológico de la gestión del conocimiento y de la cultura (revolución

educativa, científica y cultural). Es decir, la revolución del pensamiento y los sentidos es la

condición de posibilidad de construir un nuevo modelo productivo (ecológicamente

sostenible) que democratice, integre y cohesione a sus ciudadanos mientras se da el propio

proceso productivo.

No obstante, tanto la reconversión de la matriz cognitiva como -en su defecto- la

transformación de la matriz productiva únicamente serán viables en tanto y cuánto se

recupere la política como medio para disputar el sentido hegemónico del cambio social y,

por ende, la orientación de la sociedad ecuatoriana.

En este marco, es necesario entender la acción política como medio pero también como fin

del proceso de cambio. Debemos sin duda preguntarnos el «para qué» de la agenda política.

Y la respuesta a esta pregunta debe ser: para alcanzar nuestras metas programáticas y los

cambios estructurales que nos hemos propuesto. No se puede tener agenda política sin que

esté claro cuál es el fin de la misma (“construir la sociedad del buen vivir” o

“constitucionalizar la sociedad en base a ese pacto forjado en el 2008”). Sin embargo, el

cambio estructural debe, a su vez, permitir el fortalecimiento de los actores sociales y

políticos, asegurar su participación y protagonismo a largo plazo. De esa manera, la acción

política debe crear un círculo virtuoso, basado en actores que apoyen y empujen el cambio,

y que el cambio que sostienen y auspician los fortalezca.

Esto nos lleva a enfrentar un problema que hemos heredado de la hegemonía del

pensamiento neoliberal y que, de alguna manera, ha capturado a buena parte del

pensamiento de izquierda. Esta idea es que la política es una mala palabra, y por lo tanto no

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es relevante discutir sobre ella. Una vez más, debemos tener claro: la recuperación de la

política emancipadora es la condición de posibilidad de un nuevo orden social

emancipador.

Esta política no puede ser ambigua y amorfa. No puede colocarse en un “centro” que niega

la necesidad de las diferencias, que niega la importancia de conformar identidades políticas

e ideológicas claramente identificadas. Como señala Chantal Mouffe (2003), la disputa es

inherente a la vida social y el conflicto desempeña un papel integrador clave en la

democracia moderna. Negar el conflicto y el antagonismo es aceptar el dominio sin

disputarlo; y aceptar el dominio es ratificar el deseo (consciente o inconsciente) de querer

vivir en una sociedad injusta.

Desde aquí, una política que se autodefina como de izquierda no puede dejar de ofrecer, so

pena de ser identificada con la derecha, alternativas al actual orden hegemónico. No puede

dejar de proponerse la transformación de las relaciones de poder existentes para buscar una

sociedad más igualitaria y justa.

El “Estado de las venas cerradas” -como diría Boaventura de Sousa Santos (2010)- por el

cual estamos luchando, oscilará entre elevadas expectativas populares y profundas

frustraciones, principalmente por lo que Presidente Rafael Correa ha llama la “tragedia de

la proximidad”.

La disputa política contra-hegemónica para cambiar la correlación de fuerzas de poder es

ardua. Siguiendo a José Mariátegui, podríamos decir que debemos seguir viviendo

peligrosamente si es necesario la disputa política, “porque si bien significa correr

importantes riesgos, la alternativa es demasiado mediocre: vivir en espera, pero sin

esperanza” (citado en de Souza Santos, 2010: 209).

Tenemos claro y no debemos equivocarnos: ¡la recuperación de la esperanza social ha sido

posible dada la recuperación de la política, y la recuperación de ésta ha sido viable porque

se ha reconquistado la política como espacio de construcción de la esperanza!

René Ramírez Gallegos

Quito, febrero de 2014

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Anexo

Tabla No. 1. Comparación del bienestar objetivo y subjetivo, período 2006/7 - 2012/13

2006-2007 2012-2013

Bien-estar objetivo

Extrema pobreza* 16,45% 8,61%

Pobreza* 36,74% 25,55%

Coeficiente de Gini* 0,551 0,485

Diferencia entre 10% más rico y 10%

más pobre 35

25

Tasa bruta de educación superior 33,80%

45,90%+

Tasa bruta de matrícula de educación

superior del 40% más pobre. 11% 25%+

Tasa de ocupación plena* 35,29% 43,15%

Bien-estar subjetivo

Satisfacción con la vida/felicidad

(calificación sobre 10)* 6,25 7,3+

Creencia que es justa la distribución

del ingreso ("justo y muy justo")** 22%

58%

(1er puesto en AL)

Imagen de progreso en el país** n/d

77%

(1er puesto en AL)

Situación económica ACTUAL del

país ("buena o muy buena")** 13,80%

57%

(1er puesto en AL)

Situación económica de largo plazo del

país ("mucho o un poco mejor")** 22,40%

61%

(1er puesto en AL)

Situación económica personal actual

("buena y muy buena")** 25,30%

52%

(1er puesto en AL)

Situación económica personal futura

("buena y muy buena")** 32%

61%

(6to puesto en AL)

Apoyo a la democracia** 54% 62%

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Fuente: * ENENDHU; ** Latinobarómetro, 2013; + dato 2012; Elaboración: Propia.

Tabla No. 2. Definiciones de clase media según ingreso

Fuente: Ferreira, Francisco; et. al. (2013) BIRF/BM, 2013.

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los conocimientos abiertos. Quito: Abya Yala (en prensa)

i Sin lugar a dudas, existen factores exógenos internacionales que podrían interferir en la construcción de un

nuevo orden social. Si bien no nos referiremos en este artículo a tal interferencia, es necesario señalar que

éstos constituyen una de los principales obstáculos para avanzar en una agenda de cambio estructural. ii A nivel individual, 1 de cada 4 ciudadanos/as sostenía que su situación era al menos “buena” y uno de cada

tres afirmaba que su situación económica personal futura sería “buena” o “muy buena”. iii

Para confrontar ver Happyness Planet Index (2013). iv La creencia en que la distribución del ingreso es “justa o muy justa” –en los últimos siete años- ha crecido

del 22% al 58%. v Si se revisa la historia electoral del país se puede constatar que la mayoría de presidentes han asumido el

poder a través de apoyos regionales. Dicha situación ha hecho que el proyecto nacional de país quede

relegado a un segundo plano. vi Se trata de dos túneles separados jerárquicamente. Uno mayoritariamente integrado por estratos bajos y el

otro, altos. vii

En el Anexo, se pueden observar los rangos que se han utilizado en diferentes estudios que han medido la

clase media a través del ingreso. viii

En estricto rigor hubo un incremento del 9% en términos brutos. Empero, dado que, 3.7% se movilizó a

una clase más alta, en términos netos la clase media creció 5.4%. ix

El año del indicador es 2012. x Si tomamos como clase media la población comprendida entre el promedio del decil 5 y decil 9, el

crecimiento de la clase media es de 7.5% de la población. Existe autores que consideran como clase media

incluso toda población que se encuentra por encima de la línea de pobreza (ver Tabla No. 2 del anexo). Desde

una perspectiva ética, sostenemos que claramente una persona que se encuentra por encima del límite de lo

que usualmente es la línea de pobreza no puede ser considerada clase media. xi

La acumulación de esta riqueza no tiene por objetivo la misma acumulación sino la re-producción de la vida

humana (una vida plena) y de la naturaleza. xii

También en el plano simbólico, aunque como no fue tratado en este texto no se lo menciona aquí.