“El Pingallé” Miguel-A. Dedicado a Elena L-D. (de Ezcaray)

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“ElPingallé”

Miguel-A.

Dedicado a Elena L-D.

(de Ezcaray)

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Oscar "Cacho" Petrelli, parrandero viejo, llegó aquella noche a su casa sin sospechar lo que le esperaba.

- ¡Cacho, te has olvidado otra vez! -le gritó su mujer.

- ¿De qué, vieja? ¿De qué?.

- ¡Hoy cumplimos 20 años de casados!.

- Pe... pe... pero ¡¿cómo me voy a olvidar de eso?!.

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- Quiero que en nuestro aniversario me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo, y a bailar.

- ¡Justamente eso era lo que yo tenía planeado! -mintió.

- Bueno, quiero que me lleves al Pigallé.

- ¿Quéee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro! Mejor, vamos a cualquier otro sitio.

- ¡Vamos al Pigallé, Cacho! ¡He dicho que al Pigallé!.

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Y, aunque a regañadientes de Oscar “Cacho” Petrelli, allá se fueron ambos, al Pigallé.

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Apenas llegaron, el pibe que estacionaba los autos, le saluda:

- ¡Buenas! ¿Cómo le va, caballero? ¡Qué bueno verlo otra vez!.

- ¿Qué dice este chico? -pregunta la mujer sorprendida-. Ha dicho “qué bueno verte otra vez”. ¿Vos viniste aquí alguna vez?.

- ¿Yo? ¿Pero vos estás loca? ¿A este piringundín? Estos tipos buscan propinas. Les tratan a todos los clientes con la misma cordialidad. ¡En estos lugares es así!.

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- Señor Petrelli... ¡qué gusto! -dice el recepcionista al entrar.

- ¿Te ha dicho señor Petrelli? ¿Te conoce?.

- ¡¿Ehhhhh?! ¡Claro! ¿Y cómo no me va a conocer? ¡Si este tipo trabaja durante el día en la empresa de mi oficina!. Es el electricista del edificio. Va de pluriempleado. Creo que tiene familia numerosa.

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- ¡Monsieur Petrelli! ¡La mejor mesa, como siempre!, ¿verdad? -dice, con acento extranjero, el maitre al recibirlos.

- ¿Este francés también es electricista en tu oficina, guacho? -pregunta, incrédula, la mujer-. ¡¡Cacho, yo te voy a matar!!.

- ¡No... ehhh... no...! Este francés me conoce porque es el que me vendió los pasajes en Air France el año pasado cuando fuimos a Europa a la Convención de París. ¿Te acordás?.

- ¡Cacho... vos me estás mintiendo...!.

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- ¡Hola, señor Petrelli! -saludó el camarero-. Como siempre, un ginebra doble con mucho hielo, ¿no? ¿Y su acompañante qué desea tomar?.

La mujer de Cacho ya está a punto de matarlo. En ese momento, Cacho se libra, porque se apagan las luces, y comienza el espectáculo.

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Aparece una joven, super sensacional, que empieza a hacer un strip-tease espeluznante.

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Cuando se queda sólo con la bombachita, se acerca a la mesa de Cacho y, mimosísima, pregunta a toda la concurrencia:

- ¿Y ahora quién me va a sacar la tanguita?.

- ¡Se siente, se siente... Cachito con los dientes! ¡Se siente, se siente... Cachito con los dientes! -repiten a coro todos los presentes.

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La mujer de Cacho no aguanta más, y sale corriendo del Pingallé. Ya en la calle, se mete en un taxi. Cacho la sigue. Sube al taxi también. La mujer empieza a pegarlo, y quiere arrojarlo fuera:

- ¡Sos el más grande hijo de puta de toda la historia, Cacho! ¡Sos un conchudo de mierda! ¡¡La putísima madre que te parió!! -gritó la mujer, quitándose un zapato, y golpeando con él a Cacho en la cabeza-. ¡¡La puta que te parió!! ¡¡Mal parido de mierda!!.

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En ese momento el taxista se da vuelta, y dice:

- ¡Mire que hemos llevado locas desde aquí, D. Cacho! Pero tanto como esta vieja puta, ninguna, ¿eh?.