El Pensamiento Político de Montalvo

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pensamiento politico de juan montalvo por varios autores

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El pensamiento poltico de Montalvo:ensayos y cartasPixsaxiixro Poirico EcuaroiiaxoEl pensamiento poltico de Montalvo:ensayos y cartasIntroduccin y seleccin de Carlos Paladines E.Pensamiento Poltico Ecuatoriano Coleccin dirigida por Fernando TinajeroDe la presente edicin:Ministerio de Coordinacin de la Polticay Gobiernos Autnomos DescentralizadosVenezuela OE 3-66 entre Sucre y Espejo(593) 2 2953-196www.mcpolitica.gob.ecSoiiiai Buixia Hiiioza MinistraISBN: 978-9942-07-270-2Derecho de autor: 039204Editores:Sofa Bustamante LayedraGuillermo Maldonado CabezasDiseo de portada e interiores:Mauricio Guerrn, Imprenta Activa Quito, agosto 2012PresentacinSoledad Buenda HerdozaPara muchos, Montalvo es la gura mayor de nuestras letras. Su nombre y su plumahansidoconsagradoscomoverdaderossmbolosdelalibertadydel biendecir,hastaelpuntoquesearmaconfrecuenciaquelaexcelenciade Montalvo radica en su supuesta cercana a la lengua de Cervantes. Sin embar-go, no faltan algunas voces crticas que ven en el estilo montalvino un defecto ms que una virtud, porque lo encuentran muy alejado del habla general de nuestropueblo.Unosyotros,partidariosydetractores,tienensinembargo algo en comn: reducen la obra montalvina a pura y simple literatura, lo cual no quiere decir que la rebajan porque la literatura es por s misma la mayor y ms penetrante expresin de lo humano que hay en el hombre, sino que dejan perfectamente acotado el horizonte en el que cabe toda la produccin del gran autor ambateo. Noobstante,Montalvoesalgomsqueunautordepuraysimple literatura. El gran maestro que fue Arturo Andrs Roig, recientemente desapa-recido, dedic todo un libro a la demostracin de que Montalvo es tambin un lsofo. En esa misma lnea, Carlos Paladines ha escrito pginas de indudable importancia para introducir esta compilacin, en la cual podremos ver hasta qu punto, y con qu lmites, Montalvo fue un actor fundamental en los dif-ciles procesos de la construccin republicana en nuestro siglo XIX. Aqu est, en todo su esplendor, el pensamiento vivo de Montalvo, que si bien se nutri de las fuentes europeas del pensamiento clsico y del liberalismo de su tiempo, fuetambinmodeladoporlaspropiascircunstanciasdesuvidaenunpas desgarrado todava por la oposicin de tendencias irreconciliables.ElpensamientodeMontalvo,comoescaractersticodelromanticismo decimonnico,estmarcadoporunfuertecarctermoral,delcualderivan los principios que el escritor esgrime en todas sus luchas, bien sea contra las tiranasyparticularmentecontraGarcaMorenoyVeintemilla,biensea contra las autoridades eclesisticas que haban olvidado la esencia evanglica delcristianismo.Luchadorinfatigableporlalibertad,peroporesalibertad abstracta de la que habla el liberalismo, su produccin escrita se convierte as en una de las fuentes ideolgicas ms importantes del partido liberal, del cual bien puede considerrsele como un precursor. La Coleccin de Pensamiento Poltico Ecuatoriano, que este Ministerio sehaempeadoeneditarcomounacontribucinaldebatepolticodela actualidad, no poda prescindir de la obra montalvina,de lacualsederivan temas fundamentales que ataen a la relacin de los individuos con el Estado y a las obligaciones que ste tiene frente a las aspiraciones y necesidades de la so-ciedad. Estoy segura de que en los medios acadmicos, tanto como en el seno de las organizaciones sociales y en las agrupaciones de mujeres y de jvenes, la lectura conjunta de estas pginas har posible la identicacin de problemas que todava hoy estn vigentes en nuestro pas, y demandan nuestro esfuerzo para superarlos. No se trata de seguir a Montalvo al pie de la letra, ni mucho menosdepretenderquesusideaspuedanseraplicadasmecnicamenteala realidad actual, que es tan distinta de aquella del siglo XIX; pero s de reexio-nar de qu modo han evolucionado los problemas, qu caracteres presentan en la actualidad, y de qu modo podemos hoy actuar ante ellos, con esa misma entereza y ese valor que se desprenden de los escritos montalvinos.Este libro, dedicado a todos los ecuatorianos, debe encontrar en los jve-nes sus destinatarios privilegiados, recordando aquellas palabras que el propio Montalvo escribi en una carta al General Eloy Alfaro: Siempre he pensado que mientras la juventud est alerta, la libertad del Ecuador no ser imposible. Pala-bras que nuestro tiempo enriquece agregando la palabra justicia a la palabra libertad.ndicePresentacin 5Soledad Buenda Herdoza Juan Montalvo, ensayos polticos 9Carlos Paladines EscuderoAntologa De El Cosmopolita (1866-1869)Prospecto59De la libertad de imprenta 77La parte ilustrada del Ecuador 91Lecciones al pueblo105La Dictadura Perpetua (1874)113De El Regenerador (1876-1878) Liberales y conservadores129Discurso pronunciado en la instalacin de la Sociedad Republicana135De Las Catilinarias (1880)Segunda Catilinaria139De Los Siete Tratados (1882)Napolen y Bolvar157Washington y Bolvar161De Mercurial Eclesistica (1884)El Obispo163Del Epistolario (1857-1882)Al doctor Pedro Fermn Cevallos169A don Pedro Carbo173Carta colectiva de la Sociedad Liberal al Cosmopolita177A don Teodoro Gmez de la Torre181Al General Eloy Alfaro183Misiva patritica a los guayaquileos185A los seores David Martnez Orbe y Nicanor Arellano Hierro187A Roberto Andrade191A Rafael Portilla195A Antonio Borrero201A un grupo de amigos205Referencias207Bibliografa2099Juan Montalvo: ensayos polticos1Carlos PaladinesI.EL PROTAGONISTA La vida de Juan Montalvo (1832-1889) estuvo desde muy temprano marcada por su oposicin al rgimen conservador, que creci paulatina y gradualmente hastahacersepersistenteyradical.Estaperseveranteoposicinmsquealas personas a los gobiernos de turno, lo aboc por ms de dos dcadas a reiteradas salidas, exilios y autoexilios forzados, hacia Ipiales, Panam, Pars, nuevamente Ipiales, Per, Ipiales, Panam y Pars, y a los consiguientes retornos al pas en aras de la lucha (Cfr. Anexo).Al igual que Ssifo (Rey de Corinto condenado a empujar hasta la cima de una montaa una enorme piedra que volva a caer una vez alcanzada la cumbre, para nuevamente ser levantada con igual entusiasmo), a Montalvo le toc asu-mir, construir y encumbrar en esos aos, una y otra vez, el ideario y la lucha del liberalismo, incluso en los momentos en que ste pareca desfallecer. No hubo ni lugar ni tiempo ni gobierno capaz de torcer ese destino. Dos cartas abren y cierran tan vasto proceso: por un lado, la que dirigi a Garca Moreno desde Yaguachi, el 16 de septiembre de 1860, en la que vis-lumbra y pronostica los posibles males que generara el gobierno de un tirano; y por otro, una carta que en agosto de 1880 dirigi desde Ipiales a un Grupo de amigos, en vsperas de lo que sera su ltimo viaje a Europa. En ella Montalvo sostiene con marcado optimismo que el da de la revolucin haba llegado: Si nohayrevolucininmediata,lahabrdespus.Esedespustardquince aos en llegar y para esa fecha Montalvo ya haba muerto. Como Moiss, vis-lumbr la Tierra Prometida pero no pudo entrar en ella2.1Algunas tesis de este texto fueron anticipadas en los siguientes trabajos: Aporte de Juan Montalvo al Pensamiento Liberal, Quito, Fundacin Friedrich Naumann, 1988; en la Presentacin de la obra de AlfredoJaramillo,JuanMontalvo,elderechoalainsurreccin,Quito,CasadelaCulturaEcuatoriana Benjamn Carrin (CCE), 2010, y en El proyecto liberal, el liberalismo en ascenso, en Joya Literaria de Montalvo, Ambato, Casa de Montalvo, 1991, pp. 57-83.2Juan Montalvo, Carta a un grupo de amigos, en Epistolario de..., Ambato, Casa de Montalvo, 1995, p. 615 y ss. Cfr. Gabriel Judde, La motivacin histrica de la carta del 26 de septiembre de 1860 de Juan Montalvo a Garca Moreno, en Juan Montalvo en Francia, Actas del Coloquio de Besanon, Pars, Universidad de Besanon, 1975.10Entre estas dos cartas transcurrieron aproximadamente dos dcadas (1860-81) en las que vieron la luz sus principales obras polticas: El Cosmopolita (1866) yLaDictaduraPerpetua(1874);ElRegenerador(1876-77)yLasCatilinarias (1880); obras en las que Montalvo explic y difundilosplanteamientosb-sicos del credo liberal, a travs de entregas periodsticas semanales, y tambin expuso los mecanismos, las estrategias y las acciones que juzg necesario realizar para la concrecin de sus sueos. En la segunda de estas obras se concentr la oposicin a Garca Moreno, y en la cuarta, en la mofa y burla de un gobierno nefasto: Jams se haba visto desbarajuste gubernativo, ni Jefe de Estado cuya estupidez y maldad puedan compararse con Veintemilla3.En otras palabras, estas dos dcadas fueron paraMontalvolasde sucre-ciente accionar poltico. La primera fue la de mayor impulso y creatividad litera-ria, segn Arturo Roig4 y segn Roberto Agramonte, en esos aos, la curva de su produccin literaria alcanza su punto ms alto; en la segunda, privilegi una sostenida praxis poltica. En agosto de 1866, por ejemplo, Montalvo dirigi el movimiento que exigi al Congreso respetar la voluntad popular e impedir que el candidato liberal Manuel Angulo fuera descalicado. El congreso vot a favor de Angulo, Garca Moreno perdi y Montalvo fue ovacionado5. Culfuelabasedetantenazyprolongadaoposicin?Msalldelas posiblescausasdendolepersonalodetemperamento;msalldelasdotes extraordinariasode las limitaciones de personajes comoMontalvo6,qu de-termin a este representante del liberalismo en ascenso a no desmayar, pese a que las condiciones no le fueron propicias? Cules fueron los argumentos y las circunstancias en que se apoy y madur su posicin?II.EL ESCENARIO: LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL Y NACIONALEn las primeras dcadas de vida republicana, la existencia de barreras fsicas y regionales;lacarenciadeciudadanos,losagudosdesnivelesydiferenciaseco-nmicasysociales;laincapacidaddelasfuerzashegemnicasparavertebrar unpoderintegradorterminaronporconguraruncasotpicodedesarrollo 3Juan Montalvo, Epistolario de..., Tomo I, op. cit., p. 612. 4Cfr. Arturo Andrs Roig, El pensamiento social de Montalvo, sus lecciones al pueblo, Quito, Tercer Mundo, 1984, p. 23. Esta obra ha sido clave para la presente interpretacin.5Ver Plutarco Naranjo, Semblanza de Montalvo, Quito, CCE, Cartillas de divulgacin ecuatorianas, No. 8, 1977, p. 12. 6VerEnriqueAyala,ManualdeHistoriadelEcuadorII:pocaRepublicana,Quito,Universidad Andina Simn Bolvar/Corporacin Editora Nacional, 2008, p. 36. 11desigual, incapaz de constituir una nacin con perspectivas comunes propias de un proyecto productivo y poltico unicado y nacional7. En este escenario de divisin interna, el proceso de desarticulacin alcanz su clmax el ao 1859, cuando a las calamidades de la lucha fratricida, la prdi-da de vidas y los gastos de guerra se sum el fraccionamiento del pas en cuatro compartimentos, cada uno con su respectivo ejrcito, autoridades y pretensio-nes: el Gral. Guillermo Franco se proclam Jefe Supremo de Guayaquil; Garca Moreno de Quito; Jernimo Carrin del Azuay, y Manuel Carrin del Distrito Federal Lojano.LainestabilidadpolticapropiadeunEstadooligrquico,dbilyfrac-cionadoenpodereslocalesasentadosenlapropiedaddelatierrayquepor poco condujo a la desintegracin del pas, contrastaba con el lento crecimiento econmicoqueprovoclasostenidaexportacindelcacaoyelboomenlas exportaciones de los sombreros de Panam y posteriormente de materia pri-macomolapajatoquillayotrasmanufacturascosteas:tagua,caucho...8.El crecimientoeconmicodelaCostaimpactinclusoeneldesarrolloagrcola de la Sierra, orientada sta ltima cada vez ms a abastecer a la creciente pobla-cin de migrantes que huyendo de la explotacin de las haciendas serranas se volcaron a las plantaciones cacaoteras y a los cinturones urbanos que se fueron conformandoconexhuasipungueros,recolectoresdecacao,sirvientes,jorna-leros, montubios, artesanos, afrodescendientes, trabajadores de la ciudad y del campo, alrededor de dos ejes de crecimiento demogrco: las planicies y tie-rras hmedas de la cuenca del Guayas: actualmente Los Ros, El Oro y Guayas; y un segundo eje: Manab-Esmeraldas. EldesarrollocomercialdelaCostatambintransform,principalmente a Guayaquil, en centro de acumulacin de capital, es decir, en lugar de expan-sin del dinero proveniente de las exportaciones e importaciones, as como del comerciolocal,locuallefavoreciporsumismacalidaddepuerto.Conel andardeltiempo,Guayaquillogrelcontrolhegemnicodelconjuntodela 7Cfr. Mario Monteforte, Los signos del hombre, Cuenca, Universidad Catlica de Cuenca, 1985, p. 143.8Entre1856y1869lasexportacionesdecacaocubrieronalrededordel66%-67%delas exportacionestotales;entre1872-1885llegaronamsdel65%.Eldinamismodelaszonasde Esmeraldas y Manab como lugares de produccin de sombreros de paja toquilla, paja toquilla en bruto, caucho y tagua, en la primera mitad del siglo XIX, excede a los ritmos e ndice de crecimiento relativo queexperimentaeneseperodolaproduccincacaotera.Laexportacindesombrerosentre1830-1850 se multiplic por 20, la de cacao, entre 1824-1854 lo hizo apenas en 1,33. Willington Paredes, Economa y sociedad en la costa: siglo XIX, en Nueva Historia del Ecuador, Vol. 7, poca Republicana I, Quito, Corporacin Editora Nacional, pp. 125-128. Tambin se puede consultar: Juan Maiguashca, El desplazamiento regional y la burguesa en el Ecuador, 1760-1860, en Segundo encuentro de historia y realidad econmica y social del Ecuador, Cuenca, Universidad de Cuenca/Banco Central del Ecuador, 1978, pp. 23-55.12economanacional.Enotraspalabras,laCostayespecialmenteGuayaquilse transformaron en centro del capitalismo agroexportador-importador, lo que a su vez repercuti en la conformacin de capital mercantil y bancario y en gene-ral en la acumulacin de los recursos requeridos: mano de obra, vinculacin con el exterior, capital, ethos mercantilista, elementos stos y otros ms necesarios para los nuevos procesos de articulacin al comercio mundial, vinculacin que a futuro marcara al Ecuador y a su matriz o sistema productivo por dcadas. III.EL ADVERSARIO En este contexto se levant paulatinamente la gura de Garca Moreno, quien supo imponerse sobre las divisiones internas y locales, lograr el apoyo de la Iglesia y de los terratenientes, iniciar el proceso de reorganizacin y llamar a una Asam-blea Constituyente, la misma que lo eligi como Presidente de la Repblica9. ElprimergobiernodeGarcaMoreno(1861-65),aligualquesusegun-do perodo (1869- 75), fueron coherentes con su proyecto de organizacin na-cional y modernizacin del pas, logrando arbitrar medidas en cuya ejecucin fuetenazyalcanznivelessorprendentesdeecacia.As,porejemplo,desde losiniciosdelgobiernosereactivunujomsdinmicoentrelasdiferentes zonas de produccin del pas y se establecieron uidas relaciones con los nuevos centros del comercio internacional; especial nfasis se puso en la racionalizacin delsistematributarioyenlacentralizacindelaparatoburocrtico,electoral, administrativo,...10.Tampocosedescuidampliar,tecnicaryactualizaralas institucioneseinstanciaseducativaseinclusosetratdepuricaroreformar al clero secular y a las rdenes religiosas. Conquistas apreciables se lograron en cuanto a infraestructura y la misma unicacin del pas se vio favorecida a travs de calzadas, caminos empedrados, puentes y hasta los primeros pasos del ferro-carril, medidas todas ellas conducentes a conectar tanto las capitales del callejn interandino entre s, como tambin la Costa con la Sierra. Fueron alrededor de dosdcadasenquesevioorecerlaeducacincatlica,extenderselasvasde comunicacin, iniciarse la construccin del ferrocarril, construirse observatorios y museos11.9Garca Moreno contrajo matrimonio con Rosa Asczubi Matheu, quien perteneca a una de las familias ms prominentes de la oligarqua terrateniente. Cfr. Enrique Ayala, Lucha poltica y origen de los partidos en Ecuador, Quito, Ponticia Universidad Catlica del Ecuador (PUCE), 1978, p. 113.10EnriqueAyalaMorahamostradocondetalladainvestigacinlosavancesdadosenestasreas. Cfr. Lucha poltica, op. cit., p. 127 y ss. 11Cfr.Sobrelasrealizacionesenelmbitoeducativovermiobra:Historiadelaeducacinyel pensamiento pedaggico ecuatorianos, Quito, FONSAL, 2011. 13Adems, Garca Moreno, supo darse cuenta de que la Iglesia Catlica era tambin una institucin social e histrica con raigambre suciente para consti-tuirse en instrumento de unidad, de consenso y de control del sector indgena ycampesino,enunpasdivididoporinteresesregionales,laspasionesdelos partidos, el caudillismo y nuevas formas de produccin y trabajo. La unidad de creencia, deca, es el nico vnculo que nos queda en un pas tan dividido por los intereses y pasiones de partidos, de localidades y de razas12.Enotraspalabras,elgobiernogarcianofueelinstrumentoatravsdel cual se gest en Ecuador, a partir de 1860, un Estado-nacional de carcter oli-grquico, el mismo que asegur la supremaca de la Iglesia, la continuacin de los antiguos terratenientes de la Sierra y abri las puertas a los intereses de la naciente burguesa agroexportadora de la Costa. Se cruzaron de este modo en elmodelo,doslneasdefuerza:ladeintegracinounicacinnacional,yla demodernizacinoprogreso,orientadasasatisfacerlosrequerimientosde desarrolloquedemandabalacadavezmayorvinculacindelpasalsistema mundial. Mas una y otra lnea se impulsaron y legitimaron tomando en cuenta lamediacindeunaideologaconservadora,sostenidaatravsdeunamano de hierro, por un lado; y por otro, ocultando las races de la fragmentacin generalizada, que se nutra de los conictos de intereses entre las fracciones re-gionales de la clase dominante, como tambin de las divisiones que los caudillos localesincentivabanalpreferirunEstadodesmembrado,apndicedelpoder terrateniente,msqueunrganocohesionador.Enpocaspalabras,nohubo apertura a elementos claves de un Estado moderno: separacin de poderes, to-lerancia,pluralismo, desarrollo ciudadano, libertadde opininydeprensa,... Fue una modernizacin ms de la fachada que de sus estructuras internas; una modernizacin tradicionalista, aunque estos trminos parezcan contradictorios y fue conducida, en palabras de Montalvo, con palo y ltigo13.12GabrielGarcaMoreno,MensajealCongresoConstitucionalde1875,enEscritosPolticos, Biblioteca Ecuatoriana Mnima, Puebla, Cajica, 1960. 13Fernando Trazegnies ha examinado este carcter contradictorio de los procesos de modernizacin-tradicionalista que bajo una envoltura de modernidad o avance conservan las estructuras tradicionales, dansupervivenciaalpasado,nocuestionanelordenvigente.Cfr.Lastribulacionesdelasideas, preocupaciones en torno a la idea de derecho en el Per republicano del siglo XIX, en Rev. de Historia de las Ideas, No. 7, CCE/Centro de Estudios Latinoamericanos de la PUCE, 1986.14IV.EL TIEMPO: 18601880 [...] me temo que llevamos errado el camino, y que pensando ir para la civilizacin, vamos de prisa a una barbarie de otra clase14. Podra armarse que Montalvo vivi entre 1860-1880 un tiempo de parado-jas, una situacin contradictoria entre su posicin favorable a la moderniza-cin del pas y la orientacin de las macropolticas que en mltiples reas im-puls el gobierno garciano, y la oposicin radical al signo conservador de esa misma poltica, sin haber desconocido los avances alcanzados en otras reas. Enmediodeunaaccindegobiernotanpositivaoplausible,cmose poda convencer a una comunidad de que el tren de la historia que pareca ir hacia el progreso se precipitaba ms bien hacia un abismo? No estaba siendo conducido el pas hacia el precipicio, en medio de los aplausos y el respaldo de la Iglesia? Ese era el camino por el que transitara la historia en el futuro? Se haba suscitado una especie de desfase inexorable entre los avances en determi-nadas reas y el retroceso en otras. Era como edicar una casa sobre arena ms que sobre slidos cimientos modernos; navegar contra corriente, en contrava. La historia no se le present a Montalvo en lneas rectas sino ms bien ambiguas o torcidas.Por un lado, la vinculacin del pas al mercado internacional, que favoreci antetodoalosinteresesdelosgruposagroexportadoreseimportadores,con pocos rditos para los campesinos e indgenas que an constituan la mayora de la poblacin ecuatoriana y fueron sistemticamente excluidos de los benecios; por otro, en el frente interno, el rpido y notable salto hacia la modernizacin del pas, concomitante a la implantacin de una ideologa no solo conservadora sino ultramontana, propia de etapas histricas ya superadas a nivel mundial15. Ms que una Repblica, lo que pareca construirse era una teocracia. A decir de Enrique Ayala Mora: Junto a la pasin por el progreso, la mana medieval de la clericalizacin. Al ladodelosimpresionantesadelantosconqueseintentabaemularalimperio 14Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo I, Ambato, Primicias, 1973, p. 266.15En Ecuador la pervivencia del sistema tradicional y la resistencia a la modernidad contrasta con losavancesdelasrevolucionesliberalesalolargodeAmricaLatina:Mxico1854;Colombia1848; Per 1855; Chile 1871; Guatemala 1893.15burgus de Napolen III, la imposicin sanguinaria del monopolio ideolgico deunaIglesiaquecondenabaelmodernismo,losderechosdelhombrey hasta las mquinas, como satnicos productos del siglo16. Ya con ocasin de la primera candidatura de Garca Moreno a la reeleccin comoPresidenteInterinoyposteriormentecomoPresidenteConstitucional (1865), nuestro autor haba manifestado los peligros a travs de diversos art-culos: El nuevo Junios: A los partidos polticos, De la inecacia de la razn yElnuevoJuniosIII:adonGabrielGarcaMoreno17,enqueabunden razones para impedir tal despropsito. Con la proclamacin de la candidatura de Garca Moreno a un tercer perodo presidencial (1875), el riesgo de que ta-mao riesgo se torne eterno creci y la reaccin inmediata de Montalvo a tal postulacin dio pie a La Dictadura Perpetua (1874), obra en la que concentr su atencin en desvirtuar el error de creer que una gran suma de progreso material no menos que moral se haba generado en el gobierno de Garca Moreno, como lo haba sealado un peridico norteamericano, el Star and Herald. Ms bien, segn nuestro autor, el gobierno: dividi al pueblo ecuatoriano en tres partes iguales:launaladedicalamuerte,laotraaldestierro,laltimaalaservi-dumbre. En otras palabras, haba emprendido, era cierto, en cuatro o cinco caminos: despus de gastos ingentes y miles de vidas perdidas; construido dos Bastillas o crceles; desencadenado dos guerras exteriores [...]; e incluso haba vuelto imposible la revolucin matando a unos, expatriando a otros, envilecien-do y entorpeciendo a los dems18. V. LA CONCIENCIA SERVIL Masenlaoposicinaregmenesqueexpresabanunaextraayhastaincon-gruentemezclademodernizacintradicionalista-involucinoretroceso, que no alteraba las bases semi-feudales y confesionales y consolidaba las estruc-turas sociales y polticas vigentes, lo ms grave, a criterio de Montalvo, no era tanto transitar en la historia por el camino errado, hacia un precipicio, cuanto lo que suceda a quienes se haban acostumbrado a 16Enrique Ayala Mora, Lucha poltica, op. cit., p. 172.17Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo II, op. cit., pp. 279-351 y 409.18Juan Montalvo, La Dictadura Perpetua, en Benjamn Carrin, El pensamiento vivo de Montalvo, Buenos Aires, Losada, 1961, p. 220 y ss.16respirar aire diferente al habitual y les haca falta la pestilencia en medio de la cualhabancorrompidosualma.[...]lagentequeviveenlugarespantanosos cuyo aire pestilente y malsano altera la constitucin y cambia el temperamento, no puede ya sufrir el aire libre, enfrmase en una atmsfera despejada y suspira por su morada hedionda. Esto es lo que ha sucedido con los ecuatorianos19. El terror, el patbulo, las cadenas haban cobrado cierta inuencia miste-riosa en ellos, aunque vctimas de esos tormentos, les gustaban esas escenas. En pocas palabras: Garca Moreno haba tenido el poder infernal de la serpiente quefascina,domina,atraeasaciertasavesparadevorarlas,lascuales,aun cuando saben por instinto lo que les va a suceder, no pueden evitar su ruina y se acercan a ella, y se entregan y perecen [...]20.Los temas de la conciencia servil, de la seduccin de la barbarie o del pe-cado, del deseo y el gusto por el sometimiento, no eran nuevos en el pensamien-to romntico particularmente europeo. En Hegel, y posteriormente en Marx, ocuparonamplioespacio21.Sinintentarentraraunestudiopormenorizado, caberecordardosdesusmsnotablesdesarrollos,conampliavigenciaenla intelectualidad latinoamericana del siglo XIX. Por una parte, la gura del amo y el esclavo; y, por otra, la de civilizacin y barbarie, que jugaron como ordenador, al que recurrieron las ms diversas formas discursivas, desde el ensayo poltico, social y cultural, hasta el mismo lenguaje cotidiano. Laprimeradicotomaprestmsatencinalmundodelasubjetividad oconcienciadelaspersonas,seastaladelamooladelesclavo.Paraeste ltimo se hablaba de su conciencia servil, infeliz o desgraciada, conciencia hedionda, a decir de Montalvo, que no permita al mundo indgena, al sector campesino y artesanal e incluso a muchos representantes de los sectores medios y pequea burguesa escapar del control clerical-terrateniente que cual rmora detenalamodernizacindelpasyreforzabadiversasformasdedominacin tantointernacomoexterna.Tambinestaaporavisualizabalarealidadcon un carcter conictivo, debido a la contraposicin de actores e intereses (terra-tenientes-campesinos;gamonales-siervos;oligarqua-pueblo).Posteriormente esta divergencia se expresara bajo la frmula: trabajo servil-trabajo asalariado; proletariado-capitalismo. La segunda disyuntiva fue til para ubicar a los pases y a los pueblos en la escala de progreso (o desarrollo, en la terminologa actual) y a partir de tal pa-19Ibd., p. 280.20Ibdem.21Cfr. Alexander Kojve, La dialctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel, Buenos Aires, La Plyade, 1972. De especial inters lo relativo al trabajo y al amo y el esclavo, pp. 79 y ss. y 183 y ss.17rmetro, favorecer la proyeccin de Europa como modelo civilizatorio a seguir por nuestros pueblos, por regla general en situacin de barbarie. Montalvo constituye uno de los primeros autores que en Ecuador prest especialintersaestadobleaporaodisyuntiva,ylogrsureformulacinal grado de superar los planeamientos que en estos campos haba realizado ya la Ilustracin y especialmente el despotismo ilustrado. Por otra parte, con la aper-tura a la conciencia servil, Montalvo traslad el enfrentamiento entre diversos grupossociales,particularmentedelordenreligioso(conservadores/liberales), alcampodelaconciencia,alanlisisdetarasydecienciasqueaquejabanal ciudadano comn y de cuyo control era muy difcil escapar. Por supuesto, la conciencia servil hunda races en el modo de produccin servil que a nivel de la Sierra centro y norte al igual que en la Sierra sur ejer-ca an dominio relevante. El latifundio y el huasipungo eran las mediaciones claves del sistema productivo de aquel entonces. Pero adems, los indgenas, a pesar de constituir el mayor porcentaje de la poblacin, permanecan al margen delsistemaydesusbenecios.Nisiquieraestabanintegradosalmercadode consumo, al vivir bajo una economa de subsistencia que no les permita sobre-pasar su situacin de absoluta miseria y abandono e incluso de desatencin en cuanto a servicios bsicos de educacin, salud, vivienda, Con la apertura al conicto social visualizado en sus manifestaciones tanto objetivascomosubjetivas,yademsconlaslimitacionesquesefomentaban desdeelEstadoylareliginquemantenanalpuebloenelengao,intent dibujaralosgobiernosdespticosyautoritarioscomoresponsablesdedicha situacin y como representantes de los amos de siempre. Ello permiti que la pugna liberal-conservadora pudiera ser vista no solo como un conicto religioso tendienteasepararlaIglesiadelEstado,lacruzdelaespada,odeestablecer una educacin laica ms que religiosa, sino tambin, en un nivel ms profundo, como un conicto social. Ms an, podra entenderse la orientacin y la sobre- Ms an, podra entenderse la orientacin y la sobre- , podra entenderse la orientacin y la sobre-saturacindelconictohaciaelplanoreligioso,queacaparmuchasvecesla atencin, como un mecanismo que ocultaba y desvaneca el conicto de fondo, mecanismo ideolgico que se utiliz posteriormente, sobre todo en la fase pos-revolucionaria, para olvidar el enfrentamiento social. El pacto liberal catlico de aos despus conrma esta hiptesis.En denitiva, con la visualizacin de la conciencia servil, esa morada tan hedionda, se dio inicio a una forma nueva de considerar la postracin del pue-blo.Qusepodaesperardequienesnisiquierareconocanelnivelalque haban descendido? No se alimentaba la tirana de un pueblo dispuesto a so- de un pueblo dispuesto a so-portarla? No era el pueblo tan culpable al igual que el tirano? Los prejuicios, principios, costumbres y ms rmoras que cargan las personas pasaron a ser 18visualizadosenloprofundodesuconciencia,transformadoencarnedesu carne, en usos, hbitos y costumbres con vigencia en la vida cotidiana. Todo lo cual hizo insoslayable construir una nueva conciencia o eticidad dentro de la cual acabaran por emerger frescas prcticas ciudadanas y un nuevo Estado, orientacin sta que ya se haba insinuado en Eugenio Espejo y en sus afanes por la reforma de las costumbres, y que tambin puede ser visto como el prolegmenodeldiscursosocialquedcadasdespusorecienlacorriente indigenista y en el realismo social. Enescenariotanadverso,consiervosmsqueconciudadanosyante el peso de costumbres y prcticas centenarias, difciles de alterar, no dejan de llamar la atencin los momentos de desnimo y agobio que no faltaron: Y T, querido amigo, que lees mis pensamientos y palpas mi corazn, sabes cun de-sabrido estoy de la poltica y reido con ella, habindola tocado por la primera vez?22. En tono esperanzador ms religioso que poltico dir: La tirana tam-bin se acaba, s, la tirana tambin tiene su trmino, y a veces suele ser el ms corto de todos, segn que dicen los profetas: V al impo fuerte, elevado como cedro: pas, y ya no le v; volv, y ya no le encontr23.VI.LAS BATALLASLa isriaricia: iixai coxria coiiiixriBajo este ambiguo, eterno y hasta contradictorio escenario, le toc a Montalvo construir, palmo a palmo y paso a paso, una clara perspectiva de superacin y de enfrentamiento permanente y perseverante: en un primer momento a travs de El Cosmopolita y La Dictadura Perpetua contra Garca Moreno y a partir del 6 de agosto de 1875, fecha en que este contradictorio personaje fue asesinado, contra Veintemilla con Las Catilinarias. En el primer caso, contra el poder conservador amparado en la oligarqua terrateniente y en la Iglesia, poderes ambos reacios a suprimir, por ejemplo, las prcticas religiosas maquinales o puramente externas y en algunos casos hasta absurdas,cercanasmsalamagiaylasupersticinperoconampliavigencia en sectores populares; en el segundo, contra un poder tambin desptico que 22Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo I, op. cit., p. 265.23Ibd.,p.1.(EltextodeMontalvoqueencabezaestetrabajocorrespondealosdosprimeros prrafos con que se inici, en 1866, El Cosmopolita). 19sin embargo supo movilizar el apoyo de la plebe. La modernizacin del pas fue as un proyecto sostenido tanto por las oligarquas como por gobiernos que supieron granjearse el aplauso del pueblo. La atencin a las demandas populares sirvi al gobierno para apuntalar una gestin de tinte que hoy podramos llamar populista, ya que extraa parte de su fuerza de los estratos sumergidos24. Montalvo no ces de prevenir al pas sobre las desventuras que acarreara tal tipo de gobiernos, incluidos los de Carrin, Espinosa y Borrero, presidentes de relleno o de paso. Tambin trat de concertar a los actores que podran opo-nrseles, detallar los programas y planes que permitiran pasar de una sociedad tradicionalaunaverdaderamentemoderna,yapoyaraunaccionarpoltico diferente. Me temo, deca, que llevamos errado el camino, y que pensando ir para la civilizacin, vamos de prisa a una barbarie de otra clase25.La xira: ii coxvixro a RiiniicaBajo esta bandera o perspectiva de oposicin a los fundamentos y a los prin-cipalesactoresconservadorespuedenserinterpretadastodasycadaunade lasobrasdelMontalvodeesteperodoeinclusootras,comoaquellasque a primera vista no guardan mayor relacin con lo poltico. Por ejemplo, los clebresCaptulosqueseleolvidaronaCervantes(1872-1881),narracinde una serie de aventuras similares a las inmortalizadas por el genio espaol y que la crtica tradicional redujo en sus mritos al aspecto formal, a la pureza del estilo, al esfuerzo por limpiar, pulir y dar buen uso a todos los componentes del idioma, al imponderable casticismo que se ha atribuido a Montalvo; as-pectos a ser reledos tambin bajo la ptica del enfrentamiento con la sociedad tradicional26. Al apoderarse de la riqueza de expresin de la lengua castella-na,Montalvoexpresabaconlasconsabidaslimitacioneselesfuerzodela clase media incipiente por subir y participar en el poder. Al n y al cabo su sedicente casticismo no es separable de su liberalismo, de su lucha contra la rgida estraticacin social establecida por las lites blancas27. Era un pas en 24Cfr. Arturo Roig, Juan Montalvo: eticidad, conictividad y categoras sociales, en Diversidad eintegracinennuestraAmrica,Argentina,Biblos,2010,p.281yss.Tambinpuedeverseenesta Coleccin Fernando Tinajero (comp.), Agustn Cueva. Ensayos Sociolgicos y Polticos, Quito, Ministerio de Coordinacin Poltica y GAD, 2012, p. 192 y ss.25Juan Montalvo, El Cosmopolita, op. cit., p. 266.26Ver Juan Montalvo, Captulos que se olvidaron a Cervantes, cap. XI: De la temerosa aventura de la cautiva encadenada, Ambato, Casa de Montalvo, 2010. El truhn al que se alude es el conde Briel de Gariza y Huagrahuasi, por otro nombre, el cruel Maureno, en clara referencia a Gabriel Garca Moreno, p. 195. 27Arturo Roig, Juan Montalvo: eticidad, conictividad y categoras sociales, art. cit., p. 109.20el que la aristocracia y la Iglesia an disponan de un poder ideolgico difcil de quebrantar.Perolomsimportantefueunahumildeenciclopedia,adecirdenuestro autor,conformadaporlosdosvolmenesdeElCosmopolita(3deenerode 1866-15 de enero de 1869) y los dos de El Regenerador (22 de junio de 1876-22 de octubre de 1878). Los cuatro volmenes aparecieron en series. Se trataba de cuadernillos sueltos que respondan al espritu periodstico con que fueron es-critos. Ms tarde, reunidos los artculos, pasaron a constituirse en libros, con los mismos nombres. En alguna reedicin circularon bajo un ttulo que hace honor a su propsito: Lecciones de libertad 28. Su unidad de sentido, pese al tiempo de separacin entre la una y la otra publicacin fue resaltada por el mismo Mon-talvo: El programa de El Regenerador no puede ser sino el de El Cosmopolita, puesto que los religiosos son de la misma orden29. Atravsdeestadiversidaddeartculossepresentalpas,porentregas, todo lo que se requera para transformar al Ecuador de convento a Repblica, en un futuro inmediato. Se trataba de aclarar las bases que permitiran modernizar la sociedad y construir el nuevo edicio, tomando en cuenta tanto los aportes ilustradosalaConstitucindelaamanteRepblicadelEcuador,comosus limitaciones que era urgente superar. LaconstruccindelnuevoedificiomodernoexigiaMontalvoformu- ndelnuevoedificiomodernoexigiaMontalvoformu- aMontalvoformu-larunaconcepcindiferentedelapoltica.Nosehaexaminadoanenforma detalladasurupturaconlasconcepcionesclsicasymilenariasdelapoltica, tantolaaristotlico-tomista,centradaenlaorientacindelapolticahaciael bien comn, como la de Maquiavelo, el primer clsico de la poltica moderna que la conceba como el arte de conquistar y de conservar el poder30. Montalvo, en el tomo II, libro VI, de El Cosmopolita, resaltar como el rasgo especco de ella, la capacidad de construir un proyecto histrico, de levantar un edicio, un templo que sea para la salud y prosperidad de la Patria. Por la importancia que se concede a esta concepcin que supera los planteamientos sobre el bien comn o sobre el poder como el norte del ejercicio poltico, para preferir una concepcin de la poltica orientada a la construccin de determinado modelo o plan, cito algunos prrafos: 28HomenajedelaUniversidadCentralaJuanMontalvo:Leccionesdelibertad,Quito,Edit. Universitaria, 1958.29 Juan Montalvo, El Regenerador, Tomo I, Ambato, I. Municipio de Ambato, 1987, p. 33.30VerAristteles,LaPoltica,LibroI,Colombia,Panamericana,1989,p.7yss.yNicols Maquiavelo, El Prncipe, comentado por Napolen Bonaparte, Madrid, Mestas, 2009, p. 27 y ss. 21SilapolticaesaquelempeoporlasaludyprosperidaddelaPatria,aquel movimiento en el globo de un pueblo anheloso de su dicha, aquella propensin irresistible hacia las regiones de la luz, la poltica es una gran cosa, la mayor y ms bella que puede ocupar a los hombres31.Pocas lneas despus, Montalvo retoma la metfora de la construccin:Nosotros no conocemos la poltica: sta es una ciencia muy vasta, un conjunto de muchas ciencias: el hombre de Estado, el diplomtico, el escritor, el orador sabenodebensabermucho,porcuantoeledicioqueconstruyen,estegran templo llamado gobierno, se levanta y subsiste sobre cimientos profundos y s-lidos como los del Partenn32.Para mayor dilucidacin de esta concepcin, nada mejor que contrastar la pro-puesta montalvina con la garciana, en Lecciones de libertad: Arruinar pueblos, cautivar naciones, matar gente, no es grandeza: infringir leyes, erguirsecomogiganteysacudirunaserpienteamenazandoaluniverso,noes grandeza; destruir el templo santo de la Repblica en cuyos altares permanecen ley, justicia, libertad, no es grandeza. Sobre las ruinas de esta sacrosanta fbrica sequiereelevarunediciotenebrosoyhorrible:elCadalso.Enestaobrase emplean cabezas de ciudadanos; el corazn y la sangre sirven de argamasa, y al alarife para su palustre, que es la cuchilla del verdugo. Dnde van las divinida-desquehabitanesetemplo?Ley,justicia,libertadcasteistambinjuntocon vuestros adoradores? El hacha impa os derriba muertas en el suelo! Los dioses se van, se van los dioses!33. Los xuivos acroiis o su;iros uisriicosGuardanrelacinconestaEnciclopedia,claveparaladifusindelmensajeli-beral,undiscursopronunciadoporMontalvoensucalidaddeindividuode nmero en la Sociedad Ilustracin, en 1852, y otro discurso pronunciado en la instalacin de la Sociedad Republicana, con su correspondiente Comentario de julio-agosto de 1876. De estos aos tambin datan trabajos como Del orgullo 31Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo II, op. cit., p. 299.32Ibd., p. 303. 33Citado por Gabriel Judde, La motivacin histrica..., art. cit., p. 135.22ylamendicidad(1872),Fortunayfelicidad,ElAntropfagoyJudas (1873). Tambin fueron iniciados en esta poca los Captulos que se le olvidaron aCervantesyLosSiete Tratados.Estosltimosprodujerontalreaccinenlas autoridades eclesisticas, que el Obispo de Quito, Ignacio Ordez prohibi su lectura. Adems, una serie de artculos cortos y colaboraciones en la Revista de Madrid, 1872, y el peridico El Iris34.Cabe anotar, como lo ha sealado Arturo Roig, que todo este monumen-taltrabajoenciclopdico35encuentrasuunidaddecontenidoenlasclebres Lecciones al pueblo, leit motiv o hilo conductor de tan vasta produccin. Las Lecciones constan tanto en El Cosmopolita cuanto en El Regenerador. Adems, se podra establecer una lnea de continuidad entre las Socieda-des que surgieron a nales de la etapa colonial: Sociedad Patritica, Escuela de la Concordia, Sociedad de Amigos del Pas (1792) y otras que nacieron a lo lar-go de las primeras dcadas de vida republicana. Restablecimiento de la Sociedad de Amigos del Pas con sede en Quito (1823) y la otra en Guayaquil (1833), Sociedad de El Quiteo Libre (1852), Sociedad de la Ilustracin (1868), Socie-dad Conservadora (1876), Sociedad Republicana...36.La conformacin y la proliferacin de este tipode asociacionesciviles,en trminosmontalvinos,debanconduciraunarupturaconellugaryconlos actores del accionar poltico tradicional. Los nuevos actores emergentes: las ba-ses liberales deban encontrar, en este tipo de asociaciones, el espacio de debate y formacin, pero tambin de concertacin y ejercicio poltico ms all de los canales tradicionales reducidos bsicamente a los muros de las iglesias y familias que monopolizaban el ejercicio del gobierno clerical-terrateniente. Adems, con las asociaciones civiles, sociedades intermedias de todo tipo, a lo que se apuntaba era a conformar y fortalecer una instancia de mediacin entre el Estado y el individuo: los partidos polticos y la sociedad civil en termi-nologa actual. Se depositaba la conanza en ellos para superar la prepotencia del Estado y la acumulacin en pocas manos del poder y los intereses que no 34PlutarcoNaranjoyCarlosRolandohanrealizadounexhaustivoEstudiobibliogrco,elms completo sobre la produccin de Juan Montalvo, al menos hasta 1966, fecha de publicacin del Tomo II de dicho Estudio. 35ArturoRoighasabidoresaltarlavinculacindelapropuestadeMontalvoconlaIlustracin: LaideadeJuanMontalvodecomponer,medianteelperiodismo,unaenciclopediapolticaproviene claramente de la corriente ilustrada, proclive a este tipo de mediacin para la difusin de las luces. Baste recordarlapropuestadeEugenioEspejo,enPrimiciasdelaCulturadeQuito,deconformaruntaller encclico o universal de educacin ilustrada en lo moral y poltico. Ver Arturo Roig, El pensamiento social, op. cit., p. 11.36Cfr. El Regenerador, Tomo I, op. cit., p. 96 y ss. En pginas anteriores, p. 70, Montalvo expone su concepcin de las clases sociales, alejada por supuesto de la concepcin marxista. Tambin hay otras referencias en El Cosmopolita, Tomo II, op. cit., p. 429.23solo olvidan o traicionan al bien comn sino que pueden volverse tan nocivos que terminen imponindose. Fortalecer ms la organizacin de las asociaciones civilesointermediaspermitiraoreceraloslazosdeunidadnecesariospara generar un Estado moderno y democrtico, ms que en el papel en la realidad. Desde tiempos de la Independencia se haba avanzado poco; se haca necesario pasar de lo poltico a lo social, de la visin ilustrada a la romntica. El fortalecimiento de las asociaciones civiles deba ir acompaado del respeto a la divisin de poderes, aspecto este ltimo que de no apoyarse en las asociacio-nes civiles tambin podra terminar en mera retrica. En palabras de Montalvo: En una buena democracia los poderes han de estar bien distribuidos; el legisla-tivo, el ejecutivo y el judicial, rueda cada uno en su rbita respectiva, sus juris-dicciones se tocan, pero jams se confunden: si el uno quiere conquistar algo, siponeelpieenelterritoriodelosotros,pirdeseelequilibrio,tambaleala mquina, se desquicia y cae desbaratada.[] El poder ejecutivo tiene por ellas mismas las leyes facultades exorbitantes, y cuando no las tiene, se las arroga de mano poderosa. La violacin de una ley es un paso a la tirana. Los tres poderes que constituyen el gobierno van a dar todos a un hombre en el despotismo: el prncipeeslegislador,ejecutordeleyes,administradordelajusticia.Enesta forma de gobierno el equilibrio de los poderes no tiene cabida37.SegnArturoRoig,elproyectodeJuanMontalvonodebeapartrselo de este tipo de sociedades o asociaciones, en las que se expresaba la voz de un nuevo sujeto poltico que desde nales de la colonia e inicios de la vida republi-cana ganaba terreno lentamente, por un lado; y, por otro, se silenciaba el peso delosterratenientesyelEstadonobleoaristocracia.CuandoMontalvose ocupa de estas sociedades, las piensa como la necesidad fundamental del siglo y a ste como el perodo de las sociedades. En ellas se expresaran pequeos grupos de ciudadanos surgidos de la clase media; la voz del artesano, del artista, del labrador, del pequeo agricultor y del minifundista o pequeo propietario y la de los letrados que se reuniran para alimentar y difundir sus propuestas. Las sociedades, deca Montalvo, son la necesidad de nuestro siglo: sociedades pol-ticas, sociedades cientcas, sociedades de buenas letras inundan las naciones de uno y otro continente. A esta pequea burguesa, aos ms tarde se sumara la burguesa agroexportadora y bancaria para el asalto nal al poder38.37Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo I, op. cit., pp. 381 y 382; El Regenerador, Tomo I, op. cit., p. 149.38Cfr.JuanMontalvo,ElCosmopolita, TomoII,op.cit.,Libro VII:Delespritudeasociacin yLibroIX:Dealgunassociedadesnotables.ElRegenerador,op.cit.,Discursopronunciadoenla instalacin de la Sociedad Republicana, p. 96 y ss.24En cuanto a los lazos que habran de unir a los participantes en estas socie-dades, se juzg que surgiran tanto del mundo del trabajo como de la familia, mediaciones ambas que han sido consideradas como importantes articuladores sociales. En efecto, por el trabajo y sus frutos no solo acumulan bienes las per-sonas y los pueblos; tambin su personalidad y su entorno se enriquecen y trans-forman. El proceso del hacerse y gestarse del hombre en su totalidad implica al mundo del trabajo con sus formas de liberacin y alienacin. El trabajo, en sus mltiples manifestaciones, es aquello mediante lo cual se crea la cultura y se autorrealiza o destruye la humanidad39. Por otra parte, la familia en las sociedades modernas es una de las primeras instancias en cuyo seno se trasmiten, se recrean y se crean los bienes culturales, desdeellenguaje,pasandoporlascostumbreshastalaformacinciudadana. En el caso de Montalvo se puede apreciar diversos ensayos sobre los desarrollos de estas categoras dadoras de sentido y con las cuales se trasmitan formas de comportamiento social y se justicaban las relaciones humanas concretas.Papel importante deba jugar la mujer al interior del mundo de la familia yMontalvonofueajenoadeterminarlafuncinsocialyelsentidoqueella tendra en una sociedad laica, envuelto todo ello tanto en un ambiguo y hasta retrico discurso como en una abundante produccin. Consagr al tema de la mujernopocaslneas,aunquesiempreenagudatensinseaentresuanhelo porque la mujer tome ideas de lo antiguo sin que ello implique menosprecio por lo moderno; sea en la contraposicin entre las virtudes paganas y las virtudes cris-tianas, disyuntivas ambas que no logr resolver y dieron pie en ms de un caso aplanteamientosquesobrevalorabanalhombreendesmedrodelamujer40. Enestecampo,losfrutosserecogierondcadasdespus,cuandoellaicismo dio inicio a la participacin social de la mujer al interesarse por su educacin, al determinar su rol y funciones en una sociedad moderna y dar impulso a su participacin en la vida comercial, en las aduanas, en las ocinas pblicas y en otras reas. 39ParalaapologadeltrabajodepartedeMontalvoverElRegenerador,TomoI,Leccionesal Pueblo,op.cit.,p.103yss.Cfr.ArturoRoig,Esquemasparaunahistoriadelalosofaecuatoriana, Quito, PUCE, 1982, p. 53. 40 No se ha hecho an el estudio pormenorizado de los planteamientos de Montalvo sobre la mujer, a pesar de que su produccin es vasta en esta rea. Cfr. El captulo introductorio de El Cosmopolita y en el Tomo I de los captulos sobre La virtud antigua y la virtud moderna y sobre La mujer. En el Tomo II: De los celos, en La Geometra Moral, prcticamente es un libro todo l centrado en la temtica de la mujer, al igual que el tratado De la belleza en el gnero humano, en El Regenerador, Tomo II: Las niasdelexamen,Lasmujeresenlapoltica,Mtodoseinvencionesparaquitarlesalasmujeres laganademeterseenloquenolesconviene.Atodoestohabraquesumarlacorrespondenciaque mantuvo con varias de ellas. Cfr. El Cosmopolita, Tomo I, op. cit., p. 436. 25Dentro de estos parmetros, Montalvo organiz en Quito, en 1876, una Sociedad Republicana que deba contar con la presencia de artesanos, sastres, carpinteros, zapateros, trabajadores y estudiantes, que ms de un autor ha visto comoelgermendelasfuturasorganizacionesclasistasysindicales,eincluso como la seccin ecuatoriana de la Primera Internacional de los Trabajadores, hecho que estuvo lejos de la perspectiva montalvina41.Ei accioxai iiaiio En estas dos dcadas tambin produjo un sinnmero de artculos coyuntura-les, de respuesta inmediata a las circunstancias polticas que se haban suscita-do, algunas de ellas, a su criterio, de gravedad suma. Tal vez sea sobre todo su correspondencia con Pedro Fermn Cevallos, Juan Benigno Vela, Pedro Carbo, Rafael Portilla, Roberto Andrade, por citar algunos nombres, lo que mejor re-eja las vicisitudes del da a da42. Entre las respuestas a la coyuntura poltica inmediata destaca el enfrenta-miento a la Convencin de 1869, hbilmente convocada por Garca Moreno a n de expedir el marco Constitucional que le permitira acceder nuevamente al poder y le otorgara las facultades que consideraba imprescindibles para gober-nar y construir un Estado fuerte, capaz de superar la insuciencia de las leyes43. La VIII Asamblea Constituyente se desarroll en un agitado escenario de inestabilidad: la cada del Presidente Jernimo Carrin, quien perdi el apoyo deGarcaMorenoynodurmsdedosaosenelgobierno(1865-67);el encargo del poder a Pedro Jos Arteta por pocos meses (1867-68); la cada del Presidente Javier Espinosa, quien tambin perdi el apoyo de Garca Moreno (1868-69), y la Presidencia interina de Garca Moreno (1869). La Convencin logr expedir un conjunto de normas favorables a armonizar las instituciones polticas con las creencias religiosas y dar a la autoridad pblica la fuerza su-cienteparaanularcualquierbrotedeoposicinodisidencia.Concluidasta, instal en el poder para su segundo perodo presidencial a Gabriel Garca Mo-reno (1869-75).La oposicin bautiz a esta Constitucin como laCarta Negra, por pro-mulgarqueparaserciudadanohabaquesercatlico;darpoderinmensoal 41Para la diferencia entre La Internacional y la Comuna ver El Regenerador, Tomo I, op. cit., p. 97 y ss.42Ver Juan Montalvo, Epistolario de..., op. cit.43En el combate a Garca Moreno en esta coyuntura poltica cabe destacar: El nuevo Junios I: A los partidos polticos; El nuevo Junios II: Los partidos polticos; El nuevo Junios III: A don Gabriel Garca Moreno; El nuevo Junios IV: A la clase militar. 26Ejecutivoalhacerdependerdelimportantesdecisionesydesignaciones,in-cluida la injerencia para nombrar magistrados del poder Judicial; proponer al Congreso la terna para Magistrados de la Corte Suprema, el Tribunal de Cuen-tas, las dems Cortes de Justicia, y a propuesta de stas a los jueces letrados de hacienda y scales. Asimismo, extendi el tiempo de ejercicio de la Presidencia a seis aos y a la posibilidad hasta de una tercera reeleccin luego de un perodo de descanso. A los senadores extendi su plazo a nueve y a los diputados a seis. MontalvofueconscientedelpeligroqueencerrabataltipodeConstitu-cin, no solo por el turbio escenario en que se gest o por sus principales ac-tores: terratenientes, conservadores y las facciones ms reaccionarias de la Igle-sia;porlaarquitecturaomodeloinstitucionalquepropona;porelproyecto polticoyhastaculturalqueencerraba,sinoademsporlospropsitosdesu principal gestor. Para la oposicin esa Carta abra las puertas a un sistema casi monrquico, confesional y excluyente, en el que hasta las libertades y garantas ciudadanas quedaban limitadas. Buena parte de El Cosmopolita (las entregas: 5, 6, 7, 8 y 9 se dedicaron a convencer al pas de que el triunfo de esa Constitucin era nefasto y que el poder conservador se consolidara hasta tornarse eterno)44.Una vez aprobada la Constitucin, qu poda hacer Montalvo? Decidi expatriarse. Acudi a la embajada de Colombia y parti hacia Ipiales, un 17 de enero de 1870, junto a otros dos exiliados ms: Mariano Mestanza y Manuel Semblantes. Entre las respuestas a la coyuntura poltica inmediata tambin destaca, lue-go del asesinato de Garca Moreno, Las Catilinarias, inmortal discurso contra IgnaciodeVeintemillaqueocupabaelpoderdesde1876.LasCatilinariasse publicaron en Panam, en uno de sus exilios, entre 1880-1882. No solo se hizo la crtica y la mofa de un gobernante sino tambin de sus adlteres: Antonio Bo-rrero, Manuel Gmez de la Torre, Jos Mara Urbina y con tal grado de calidad, que rerindose a esta obra Benjamn Carrin deca: Es difcil encontrar, en cualquier literatura, un logro tan cabal del improperio; un poder de ltigo restallante tan fuerte; una ecacia moral de bofetada como los conseguidos por don Juan Montalvo en Las Catilinarias. Pero es ms difcil tambinqueesosinsultosestnrevestidosdemayornobleza,demscastiza correccin literaria, de mayor seoro mental. El secreto montalvino est en su capacidad de unir la ira y el desdn45.44Esta Constitucin tuvo vigencia por casi una dcada, que en el trajinar constitucional de aquellos aos fue un tiempo considerable. Asesinado Garca Moreno, el nuevo Presidente, Antonio Borrero la calic de cesarista y antirrepublicana y dio impulso a la promulgacin de una nueva Constitucin. 45Benjamn Carrin, El pensamiento vivo de Montalvo, Buenos Aires, Losada, 1961, p. 24.27Como muestra de la capacidad de diatriba de Montalvo baste: Ignacio Veintemilla no ha sido ni ser jams tirano: la mengua de su cerebro es tal, que no va gran trecho de l a un bruto. Su corazn no late; se revuelca en un montn de cieno. Sus pasiones son las bajas, las insanas; sus mpetus, los de la materia corrompida por el demonio. El primero soberbia, el segundo avaricia, el tercero lujuria, el cuarto ira, el quinto gula, el sexto envidia, el sptimo pereza, sta es la caparazn de esa carne que se llama Ignacio Veintemilla46.Ei Cosxoioiirisxo Concomitante al enfrentamiento con el rgimen garciano y a la voluntad de construir las bases seculares de la nueva Repblica, tambin habra que situar el especial propsito de romper y ampliar los estrechos lmites provincianos y nacionales, rmora que aislaba al pas e impeda marchar hacia el progreso. Desde luego nos ha de ocupar la suerte del continente americano, sin que ten-gamos por ajenos a nuestro propsito los grandes acontecimientos de Europa y del mundo entero, si el caso lo pidiese. De COSMPOLITA hemos bautizado a este peridico y procuraremos ser ciudadanos de todas las naciones, ciudadanos del universo, como deca un lsofo de los sabios tiempos. Las revoluciones, las guerras, los desastres y progresos de las repblicas que ms de cerca nos tocan, llamarn nuestra atencin con preferencia, y hablaremos de ellas, no como pa-trias ajenas, no como extranjeros neutrales, sino como hijos de su seno, como ciudadanos de sus Estados, como obedecedores de sus leyes47.Laoptimistaorientacinhaciaelfrenteexternotambinpuedeservista como reaccin a la gestin aislacionista y retrgrada vigente en el frente interno. Era la airada reaccin a una poltica que era contraria a los vientos de moderni-dad en que se hallaban empeados la gran mayora de los pases latinoamerica-nos, y que se amparaba en posiciones conservadoras incluso extremas o ultra-montanas que postulaban apartar al pas de la corriente de impiedad y apostasa que arrastraba al mundo en esa aciaga poca48. La vinculacin del Gobierno con la Iglesia Romana alcanz la cima tanto con la declaracin del Ecuador como Repblica del Corazn de Jess como con la construccin de la Baslica del Voto 46Juan Montalvo, Las Catilinarias, Ambato, I. Municipio de Ambato, 1987, p. 104.47Juan Montalvo, El Cosmopolita, Vol. I, Mxico, Cajica, 1965, pp. 15-16.48GabrielGarcaMoreno,MensajealCongresoConstitucionalde1875,enEscritosPolticos, seleccionado por Julio Tobar Donoso, Puebla, Cajica, Biblioteca Ecuatoriana Mnima, 1960, p. 368.28Nacional,hitosrepresentativosdelosEstadosteocrticosquelamodernidad haba logrado ya superar. Creciaslacontroversiaespecialmenteapartirdelmomentoenque Romadecididarunabatallafrontalcontraelliberalismo,apartirde1864, con los documentos del Papa Po IX: la encclica Quanta Cura y el Syllabus. En el caso ecuatoriano, la lnea ultramontana mantuvo vigencia por largo tiempo, haciendo caso omiso aun de la apertura que a nales de siglo ofreci la Iglesia a travs de Len XIII, con su encclica Inmortale Dei, y en ms de un religioso como fue el caso de Manuel Jos Proao, 1885, autor de un Catecismo losco, se utiliz el mismo texto papal para reforzar la resistencia a los nuevos vientos con los cuales el Pontce trataba ya de coexistir y dialogar49. Mas el llamado montalvino a la modernizacin del pas, con la corres-pondiente apertura a lo cosmopolita, tambin podra entenderse como contra-dictorio a la orientacin hacia lo propio, lo interno o nacional. La minusvalo-racin de lo propio y la sobre-valoracin de lo extranjero era un recurso muy usado por los grupos aristocratizantes y no fue fcil para Montalvo dar con la sntesis que haca justicia a una y otra orientacin. Fue a travs de la dedicacin al pas que juzg superables dichos extremos: La Patria propiamente dicha, este pedazo de las entraas, como hubiera dicho Chateaubriand, el gobierno a cuyas leyes vivimos sujetos, la poltica de los gober-nantes sern asimismo parte de nuestro asunto. Soln [...] hubiera condenado a la infamia a los que prescindan y tengan en menos las discusiones pblicas en donde se ventila lo perteneciente a la moral, la rectitud y la justicia del gobierno; al provecho y bienandanza de los miembros constitutivos de esto que se llama sociedad, nacin, Estado50.Pero el Cosmopolitismo y la fe en el progreso condujo tambin a identi-carlocolonialylasformasdevidapropiasdelosambientestradicionalesy rurales con el estancamiento-barbarie y a su vez a contrastar aquello con lo euro-peo como forma de civilizacin-progreso. Por supuesto, Montalvo no cay en un tratamiento tan simplista y en ms de una ocasin sus planteamientos sealan con precisin vicios y limitaciones de la Europa que l visit en tres ocasiones, pese a lo cual la predileccin y fascinacin de lo europeo, particularmente fran-cs, no dej de ser una constante como se puede apreciar en diversos prrafos de apologa de Grecia, Roma o Francia. 49Manuel Jos Proao, Catecismo losco, Quito, Imprenta de Gobierno, 1981.50Ibd., pp. 16-17.29El Cosmopolitismo tambin esconde los esbozos de una losofa de la his-toria, tema al que prest especial atencin el movimiento romntico y el espiri-tualismo heterodoxo a todo lo largo del siglo XIX. La doctrina liberal en cuanto contrapuesta a la posicin conservadora, entendida sta como la defensora de lo viejo y lo caduco, dio fuerza, por su mismo contraste, para plantear la causa libe-ral como horizonte de futuro y redentor. El liberalismo termin por convertirse en condicin sine qua non del progreso, y ste a su vez en la base y meta ltima de todo gnero de prosperidad. Esta relacin o maridaje entre liberalismo y progre-so condujo a identicar y abanderarse de los avances en diferentes reas (nuevas fuerzas productivas, desarrollo tcnico y cientco, descubrimientos geogrcos e industriales,...) e igualmente a identicar el estancamiento y el retroceso con las formas y relaciones de produccin de carcter pre-capitalista o semi feudal: El liberalismo deca Montalvo consiste en la ilustracin, el progreso humano y por aqu, en las virtudes, ni puede haberlas en medio de la ignorancia y el estan-camiento de las ideas. Aguas que no se mueven se corrompen. Los conservadores beben en el Mar Muerto [] El ferrocarril, el telgrafo, la navegacin por vapor son liberales, [] Los conservadores hasta ahora tienen el ferrocarril por invento del demonio, y lo que es peor, de los demonios. Su religin es no salir del crculo en donde alcanzan a oler sus narices. [] El liberalismo anda soplando por el mundo en forma de viento fresco y oloroso51.Posteriormente, progreso y liberalismo quedaron subsumidos el uno en el otro y expresaron su conanza en un trmino an ms envolvente: el de civi-lizacin, introduciendo al interior de ella todo gnero de propuestas, desde los postulados de un republicanismo parlamentarista, pasando por las tesis de inte-gracin nacional hasta principios de moral. Liberalismo-progreso-civilizacin, se ofrecan al pas como esquema integral de organizacin y resolucin de los ms inquietantes y variados problemas, optimismo que bordeaba ya los lmites delutopismoyencuantotalpasafungircomometaterminaluhorizonte ltimo al cual se deba acceder. Chocaronasdosorientaciones:launavolcadaalpasadoeintentando hallarenlasfuerzasdelatradicin,especialmenteenlareligin,elmpetu requerido para propiciar la unidad e identidad del pas; la otra atenta al futuro, asumido ste como referente con capacidad de atraer e integrar a los ms diver-sos intereses y actores. El pas estaba frente a una paradoja, a una situacin en que la seduccin del pasado o del futuro le obligaba a decidirse. Escogi y dio losprimerospasosdeconstruccintantodeunamatrizproductivaorientada 51Juan Montalvo, El Regenerador, Tomo I, Ambato, I. Municipio de Ambato, 1987, pp. 113-114. 30y abierta al mercado internacional como de modernizacin de algunas de sus principales estructuras del Estado. Aos despus, el liberalismo consolid y se torn irreversible al proceso.Los xiiios ixriixos Por otra parte, frente a esta optimista visin del futuro se levantaba un escenario o contexto no solo conservador sino ultramontano que dio pie a una posicin cada vez ms radical y de confrontacin, por el mismo encierro y barreras pues-tas al ms leve soplo de modernizacin. La estrategia de enfrentamiento, exclu- ms leve soplo de modernizacin. La estrategia de enfrentamiento, exclu- soplo de modernizacin. La estrategia de enfrentamiento, exclu-sin, insultos y descalicacin del adversario radicaliz las posiciones de lado y lado. Garca Moreno en clara alusin a un defecto fsico de Montalvo escribi dos sonetos llenos de burla y stira a n de hundirlo en lo ridculo: A Juan que volvi tullido de sus viajes sentimentales y Dedicado al Cosmopollino52.Hasta en las mismas las conservadoras no faltaron voces para prevenir so-bre las consecuencias de tal estrategia. Para Juan Len Mera, por ejemplo, haba que plantear la superacin del conicto liberal-conservador, que desuna y con-frontabaalpas.Losliberaleshandeslenguadocontralosconservadores;los conservadores han despedazado a los liberales. Unos y otros han agotado los in-sultos, las calumnias en la contienda del periodismo y de los libelos polticos53.Ahorabien,cmodisolverunaestrategiapolticafundadaenenfrenta-mientosdoctrinalesqueseamparabaninclusoenlareligin?Lapugnapol-tica estaba alimentada, segn Mera, bsicamente por inmorales y disolventes doctrinas, que da a da iban suplantando la santa sabidura del evangelio y corrompiendo el corazn de la sociedad Cmo superar la divisin doctrinal contra un ncleo sagrado y de integracin nacional?Puestoa escoger Mera entre una y otra alternativa y al no disponer de las categoras que ofreca el Es-tado secular resolvi tal tipo de conicto, optando por refugiarse en lo religioso: Por lo dems, bien se habr visto que condenamos lo malo en todos los partidos, massielliberalismoconsisteenelabusodelasideasdemocrticas,yenla adopcin de la inmoralidad y la irreligin, al diablo con! y nos acogemos a la bandera conservadora, donde al n se hallan las doctrinas catlicas que profe-samos de corazn54.52Cfr.AntonioSacotoreproduceestosversosen:JuanMontalvo:elescritoryelestilista,Quito, Sistema Nacional de Bibliotecas, 1996, pp. 208-209.53Juan Len Mera, Ojeada histrico-crtica sobre la poesa ecuatoriana, Quito, Clsicos Ariel, No. 31, s/f, p. 162.54Ibd., p. 168.31Montalvo tampoco tuvo otra alternativa que la de radicalizar su posicin, alencontrarcadavezmsargumentosypruebasparasealareldespeadero a que conducan al pas los gobiernos conservadores. No caban medias tintas ni conciliacin o dilogo con las mltiples muestras de abuso y autoritarismo as como de retroceso hacia tiempos medievales. La oposicin reiteradamente sealaba esos abusos. Segn el historiador Enrique Ayala:Alnalizarsugobierno,enmayode1865,anteellevantamientoarmadode los Generales Urbina y Robles, [...] efectu con ellos una carnicera. Fusil 27 prisioneros,trasunconsejosumarsimo. Tambinfusilenseguida,peseain-tervencionesactivasdesuspropiospartidarios,asimplescomplicadosintelec-tualesoamigosdeUrbina,comoelDr.SantiagoViola,mdicoargentino.A estosactosdeterriblerepresinsesumaron,elfusilamientodelGral.Manuel Toms Maldonado, la agelacin del Gral. Ayarza, el tratamiento, rayano en el sadismo al Dr. Juan Borja, destacado liberal quiteo, y otros tantos hechos ms que cubrieron al gobierno garciano de una estela de terror. Desde ese entonces comenzallamarsealatendenciaconservadoraquerespaldabaestapoltica: Partido Terrorista55.En esta cada vez ms virulenta confrontacin llegar hasta el paroxismo en su lucha contra el tirano e incluso a la apologa de los actos heroicos en la de-fensa de la libertad. Nueve aos antes del asesinato de Garca Moreno, ocurrido en 1875, en pginas de El Cosmopolita (1866-1869), Montalvo ya haba hecho el elogio de las conjuraciones santas: Si un pueblo es oprimido, maltratado, estregado por el ahnco destructor de un malvado fuerte, levntese ese pueblo y dgale: Lleg tu da, vas a morir, malvado! Hay conjuraciones santas: el que al frente de una vasta porcin de ciudadanos se lanza hacia el tirano apellidando libertad, y le mata con su mano a medioda y en la plaza pblica, no es asesino; ser conspirador, en buena hora: pero gran conspirador, benefactor de la especie humana56.Bajoestaperspectiva,Miplumalomateseltestimonioextremodeese derecho a la insurreccin, como se mostrar ms adelante. Aos ms tarde, en momentos culminantes de su oposicin a Veintemilla retomar lo de las medidas extremas y har el llamado al levantamiento en ar-mas contra el tirano. Si bien an no haban madurado los tiempos requeridos para el triunfo de la Revolucin Liberal, no cabe duda que se estaba en vsperas 55Enrique Ayala, Lucha poltica, op. cit., pp. 157-58. 56Juan Montalvo, El Cosmopolita, op. cit., p. 420. 32de un giro de noventa grados y con altas posibilidades de adelantar la historia en quince aos. Cada vez ms un nmero creciente de ciudadanos se sumaban a las las liberales y reclamaban el n de la tirana. La lucha de Montalvo contra las rmoras de un pas en el que la aristocracia y la Iglesia disponan de un poder ideolgicoyeconmicodifcildequebrantartenaqueverconlaresistencia propia de un contexto por dems cerrado, que no abra puertas a los cambios. Encartaquedirigieraenagostode1880,desdeIpiales,aungrupode amigos, en vsperas de lo que sera su ltimo auto exilio en Pars, les deca: cito in extenso por su importancia El impreso que les envo les dar a ustedes la medida de lo que hay en realidad [...]Defuerzaspropiaspuedoreunir,segnlasofertas,hastamilfusiles.De Tumaco traje plvora para ms de 50.000 tiros. Todo, todo nos es favorable a ese lado del Carchi. En Tumaco dej un buque listo para que tome a Alfaro en fecha ja [...] He iniciado negociaciones en Quito respecto del dinero indispensable; si lo hay, no habr que esperar. Ya ustedes sabrn que todas las noches gritan los tulcanes: Viva Montalvo! Muera el Mudo!57. Por popularidad y por elementos de guerra no falta; pero faltan absolutamente las tres cosas necesarias para una revolucin: la primera dinero, la segunda dinero y la tercera ms dinero58.Ei ixsriuxixro nsico: ii ixsa\o Existe unanimidad entre los estudiosos de Montalvo en reconocer en nuestro autor a uno de los mximos exponentes latinoamericanos del ensayo como for-madeexpresinqueadoptcaracteressingularesyseconvirti,enlossiglos XIX y parte del XX, en el instrumento principal de mediacin o instrumento de reexin sobre la realidad social y poltica de los pases que estaban constru-yndose. El recurso a este gnero no es casual en Montalvo. Se podra afirmar que la gran mayora de sus escritos, esa numerosa cantidad de opsculos o artculos periodsticos,porsumismocarcterdidcticoysuorientacinnosolohacia el convencimiento sino hacia una nueva praxis poltica con fuerte sentido anti institucional, encontraron en el ensayo su mejor forma de expresin. Son in-numerables las ocasiones en que Montalvo echa mano a este recurso y su obra toda podra ser vista como un ensayo, transformado por la frecuencia de su uso en un arte. 57El Gral. Ignacio de Veintemilla. 58Juan Montalvo, Carta a un grupo de amigos, en Epistolario de..., op. cit., p. 615 y ss. 33En el ensayo, las tesis se presentan, por una parte, con carcter de ruptura de los cnones tradicionales, y por otra, de propuesta de una nueva institucio-nalizacin, con diferentes paradigmas, que se enuncian con carcter provisional oengermen,comoalgonuevo,indito.Ensayarsuponeexaminar,ponera prueba una cosa antes de darle el beneplcito o llevarla a su segura aplicacin. Porestecarcteremergenteoprovisionalseconcedefuerzaalacrticainsti-tucionalyaladiscusindelosargumentosobasesdelcambio,queparaser aceptado requieren fundamentarse, debatirse y aclararse a travs del anlisis y su reiteracin, bajo nuevo formato o ejemplos. Al volver una y otra vez sobre los mismos temas, con riesgo incluso de divagacin, se facilitaba tanto la compren-sin como la funcin de convencimiento. Uno de los ms notables estudiosos deMontalvoestableciunaclaradistincinensusescritos,entrelosquese pueden catalogar como reelaborados y acumulativos, y los que fueron ocasionales y no reelaborados sino posteriormente59.Conelrecursofrecuentealasgurasliterariasqueexpresanreiteracin (porejemplo,laanfora,orepeticindeunaomspalabras;lacomplexin, o repeticin de palabras al principio y al nal; o la aliteracin), Montalvo en-contr el camino para la presentacin de las ms diversas perspectivas sobre un mismo punto, con lo cual enriqueci la comprensin de temas que en su medio an no haban logrado penetrar. Adems, gracias a la reiteracin de problemas e ideas logr dar nfasis mayor a sus planteamientos, resaltar sus contenidos e incluso rodearlos del ms vivo inters. Valga como prototipo el artculo titulado A la Clase Militar, en el que se describe a la institucin y al soldado en sus ms diversas responsabilidades, cualidades, peligros, historias y facetas60.Bajo esta perspectiva, que conecta al ensayo con la innovacin y la reitera-cin y lo transforma en la cantera para la reconstruccin de la totalidad, convir-ti a esta forma literaria en el instrumento clave de su proyecto poltico. En El buscapi, prlogo de los Captulos que se le olvidaron a Cervantes, insiste en la visin de la realidad como conjunto armnico de las ms diversas fuerzas, incluso de las de carcter antagnico. Rerindose a Cervantes, seala que l no tuvo sino un propsito en la composicin de su magna obra: Formar una estatua de dos caras, la una que mira al mundo real, la otra al ideal; la una al corpreo, la otra al impalpable. Quin dira que el Quijote fuese libro losco, donde estn enoposicinperpetualospolosdelhombre,esosdosprincipiosqueparecen conspirar a un mismo n, por medio de una lucha perdurable entre ellos61.59Arturo Roig, El pensamiento social de Montalvo, op. cit., p. 16.60Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo II, op. cit., pp. 438-448. 61Juan Montalvo, El buscapi, en Captulos que se le olvidaron a Cervantes, Colombia, Beta, 1975, p. 32.34Igualmente, el concepto montalvino de arte como conjunto armnico, que recoge en un punto todos los rayos de luz; que, como los espejos ustorios, per-mite la convergencia de todos ellos hacia un centro para formar el fuego, tam-bin sirvi para elevar incluso a nivel ontolgico el principio de unidad de los contrarios: El bien y el mal, la luz y las tinieblas, la verdad y la mentira, son leyes de la natu-raleza: querer hablar solo a las divinidades propicias es querer lo imposible. No tenemos idea del bien, sino porque existe el mal; la luz no fuera nuestro anhelo perpetuo,sinoreinaralaobscuridad;ylaverdadseracosasinmrito,sino estuviese de da y de noche perseguida y combatida por la mentira62. Endenitiva,elensayosuperasuslimitaciones,sucarctertentativoo provisionalyhastasusposiblesreiteracionesydivagaciones,cuandollogra alcanzar el centro de conuencia o armona de todos los rayos. La historia en su devenir termina por unicar aspectos al parecer irreconciliables y es a travs de los ensayos como se alcanza tal propsito. Por otra parte, el ensayo recuerda los martillazos de la crtica que reclama-ba Nietzsche contra la religin, la losofa y la moral tradicionales. Se trataba dedestruirypulverizaresasformasanquilosadasparadarunnuevocauceal proyectocreador. Yascomoelcinceldelartistagolpealapiedra,unayotra vez, cuando quiere esculpir la imagen que yace en el bloque de mrmol, as el martillo de la crtica y el ensayo deban hacerse presentes reiteradamente contra la realidad de dominacin e injusticia63. Cuando de nuevas y revolucionarias tesis se trata, hace falta insistir en ellas, golpearlas para que penetren, clavarlas una y otra vez hasta que queden jas y seguras. La persuasin requiere de la reiteracin y rearmacin. La estructura de los libros de Montalvo, por temas o acpites ms que por captulos, es otra manifestacin del peso otorgado a la reiteracin de los temas a n de transformarlos en trueno, terremoto, cicln capaz de desencadenar un proceso. A todo ello se podra unir la preferencia de Montalvo tanto de la adjetivacin, especialmente binaria y bivalente, como de lo hiperb-lico y la anttesis, como ha sabido resaltar Antonio Sacoto64. Entrminosactuales,enelensayotambinoreceloperlocutivo,que busca el efecto que el enunciado discursivo debera producir en el receptor de undeterminadomensaje.Setratabadeconvenceropersuadir.Lametanal tambinesproducirunfuerteimpactoemocionalcapazstedeconvertir,de 62Ibd., p. 46.63 VerFriedrichNietzsche,Elmartillohabla,enElocasodelosdolosoCmosefilosofaconel martillo?, Argentina, Siglo Veinte, 1991. 64 Antonio Sacoto ha realizado un examen exhaustivo de estos aspectos, op. cit., p. 313 y ss.35ganar adeptos a una nueva concepcin del mundo y por supuesto del quehacer poltico. VII.LOS APORTES DE MONTALVO A LA REVOLUCIN LIBERALJuan Montalvo no lleg a entrar en la tierra prometida. Falleci lejos del pas, en 1889, seis aos antes de que Eloy Alfaro diera inicio a un levantamiento exitoso, y bajo el grito pico y romntico: libertad o muerte!, entrara en la capital y se hiciera del solio presidencial. El 5 de junio de 1895 comenz la revolucin en Guayaquil y se solicit la conduccin del proceso a Alfaro, al momento en Panam. En forma inmediata, a mediados de junio, el Viejo Luchador arrib a Guayaquil y consigui que el litoral se decidiera rpidamente a su favor. Ya con su presencia los pronuncia-mientossesumaronunotrasotro:CalcetayMantaenjunio,Guarandaen julio, y entre agosto y septiembre las montoneras del Viejo Luchador, al grito de Viva Alfaro, se fueron tomando una a una las cabeceras provinciales del Calle-jn Interandino. Luego de derrotar al ejrcito conservador en los combates de Pangua, Palenque, Girn, San Miguel, Gatazo, etctera, hizo Alfaro su entrada triunfalalaCapitalel4deseptiembre,arrancandoaselpoderpolticode manos de la centenaria dominacin tradicional e inaugurando una nueva era: la del orden liberal. Pero si Juan Montalvo no estuvo presente en las festividades de la gesta liberal de 1895 y en la asuncin al poder de Alfaro, con quien mantuvo clidos lazosdetrabajoyamistad,loestuvoencalidaddeprecursordedichosacon-tecimientos.lrecogielidearioilustrado:loadapt,criticytransform; enfrent al clima ideolgico y a la fundamentacin eclesistica, y hasta reuni y anim a los nuevos actores y mediaciones que fueron requeridas en esta fase de ascenso. En denitiva, no hubo gura desde nales del perodo colonial que hubiese desarrollado con mayor detenimiento y amplitud, fundamentacin y coraje el ideario liberal, lo cual no obsta para reconocer que las primeras semi-llas de la propuesta moderna fueron sembradas por Eugenio Espejo, Jos Meja Lequerica,LuisFernando Vivero,FranciscoHall, VicenteRocafuerte,Pedro Carbo,PedroMoncayo,porcitarsoloalgunosnombres.Enpocaspalabras, l pint la revolucin por venir, la cual deba regular las acciones humanas y darles su verdadero alcance.36Uxa iuxiaxixracix sicuiai Por lo anotado, la obra de Montalvo constituye el trabajo sistemtico ms serio yamplioquesehadadoenelEcuador,seguramentehastaelpresente,por establecer una nueva cosmovisin, una nueva escala de valores y por erigir las basesirrenunciablesdelserhumanoydelasociedadecuatorianadesdeuna perspectiva secular o intramundana. En otras palabras, haba que separar a la Iglesia del Estado y a su vez o en forma concomitante a la Iglesia del dominio de la sociedad civil, preludio ste del proceso que se llevara a cabo aos des-pus, cuando la Iglesia fue expulsada de reas que por dcadas haba detentado bajo su directo control. Se estableci el matrimonio civil y el divorcio, se cre laeducacinlaica,elreconocimientodelalibertadreligiosa,yseprohibia los clrigos participar en poltica. La jerarqua eclesistica tambin vio dismi-nuir sus dominios al perder el control de instituciones de benecencia y salud (comohospitales,orfanatos,casasasistencialesyhastacementerios),quepa-saron a depender de entidades organizadas por el gobierno. A partir de 1908, cuando se emiti la Ley de Manos Muertas, la revolucin le quit a la Iglesia la administracin de casas y haciendas, escuelas y colegios, diezmos y rentas. En palabras de Alfaro: ...los bienes que pasaron del pueblo a los institutos re-ligiosos, volveran al pueblo menesteroso, y se invertiran en su exclusivo alivio y benecio65. Fundamentar la realidad toda, sin recurrir a la religin, fue la empresa montalvina y la primera tentativa global que se dio en el pas por situar al hom-bre en un medio laico, esbozando un programa de vida liberado de las tutelas eclesisticasydibujandounaexistenciadirigidahacalamejoradelascondi-cionesdeloshombresgraciasaladedicacinysacriciodelmismoesfuerzo humano, especialmente de la razn. Lasntesismontalvinacomprendeporlomismo,nosolounapropuesta polticasinotambinlaesperanzadeoperarunatransformacinintegraldel individuo y la cultura, gracias a las fuerzas nsitas en l y a la riqueza de su sub-jetividad capaz de abolir los prejuicios, las concepciones tradicionales y an los gobiernos despticos, por ms poderosos que ellos pudiesen parecer. Por todo lo cual Juan Montalvo es el ms famoso creador de la cultura secular de su poca y an de la que vino despus. A lo largo de su obra de ensayista dice Benjamn Carrin corre un persistente estremecimiento de asombro ante la obra humana, ante los productos superiores 65Eloy Alfaro, Mensaje del Presidente de la Repblica del Ecuador al Congreso, 25 de septiembre de 1909.37de la razn razonante, y de la razn actuante. Pero todo, sobre un vasto teln de fondo constituido por la obra del hombre razn y realizacin en las eras clsicas de la humanidad, Grecia y Roma, sobre todo66. Criterio similar tuvo Jorge Carrera Andrade, para quien: ...Los libros de Montalvo fueron el fundamento de la emancipacin espiritual del pueblo ecua-toriano. Juan Montalvo se present como un campen de las libertades demo-crticas y ense el odio a los tiranos, el respeto a la dignidad del hombre y la tolerancia religiosa67.El anlisis que hiciera Montalvo, por ejemplo, del conocimiento humano, en el captulo ltimo del primer volumen de El Cosmopolita, es una excelente muestra de esta tarea de fundamentacin secular de un aspecto relevante de la realidad. El profesor Agoglia lo ha resumido en los siguientes trminos: Montalvo,estableceunanetadistincinentrelainteligencia,facultadala queasignacomoalosapetitosyalaspasionesunaexclusivafuncinvital, o mejor biolctica, y el alma o espritu, a los que cartesianamente dene por laconciencia.Lamanifestacinmsaltadeestaconciencia(quecomprende tambin los actos afectivos y voluntarios) es la razn, y por ella, especialmente, sobrepasamos las determinaciones del mundo emprico. La conciencia, es pues, la fuente de nuestra libertad y de nuestra elevacin hasta los valores supremos y la causa primera [...] y, de consiguiente, hay ideas distintas y ms dignas de las que proceden de la sensibilidad: provienen de las dotes del alma, del corazn, de la voluntad y de la razn, que constituyen las disposiciones privativas y ms excelentes del hombre68.Ahora bien, cul es la trascendencia de esta descripcin del conocimiento humano, que hoy podramos llamar fenomenolgica? El anlisis montalvino del conocimiento conduce a sealar que el hombre, por la misma naturaleza o estructuradesuconocimiento,debeviviryorientarsuconductadeacuerdo con las facultades superiores de su espritu, y no de conformidad con los instin-tos y ni siquiera por la inteligencia, que no es ms que una especie de sagacidad estratgica o razn instrumental, por la cual puede obtener ecacia, xitos y, en general, dominio sobre la naturaleza, pero no necesariamente sobre el m-bito social o poltico y mucho menos sobre la globalidad de su existencia, que reclama por su misma dinmica de otro tipo de razn o saber, distincin entre 66Cfr. Benjamn Carrin, El pensamiento..., op. cit., p. 29.67 Jorge Carrera Andrade, Galera de msticos y de insurgentes, Quito, CCE, 1959, pp. 113 y 133.68Cfr.RodolfoAgoglia,Elpensamientoromnticoecuatoriano,Quito,BibliotecaBsicade Pensamiento Ecuatoriano, Vol. 5, Corporacin Editora Nacional, 1980, pp. 50-51.38entendimiento (Verstand) y razn (Vernunft) a lo cual tanto Kant como Hegel prestaron especial atencin69. Por este motivo son importantes las reexiones morales de Montalvo so-bre la guerra, la nobleza, las virtudes o las perversidades, pues le brindaban la ocasin de resaltar la meta o las limitaciones de cada una de ellas, pero a partir desudinmicadentrodelserhumano,desdesurazantropolgica.Latarea de Montalvo fue adentrarse en ricos temas de moralidad, religin, trabajo, po-ltica,cultura,etc.,tratandoencadaunodeellosdedescifrarsusclavesbajo una ptica nueva o registro que lo llev a establecer formulaciones inditas que contrastabanconlasvigentes,producindoseasuncorteirreversibleconel pasado y a partir de esta ruptura un comenzar a mirar las cosas necesariamente de otra manera.Ei uuxaxisxo iaico Montalvo tambin trat de confrontar este neo-humanismo profano por el cual el ser humano se lanza al desarrollo de sus capacidades intelectuales, pero ve-landoparaquenoterminenellasendesmedrodelaverdaderarazn,delos sentimientosmsgenerososydelospropsitosmsnotablesdelavoluntad (espiritualismo racionalista), con el ideal propuesto por la religin tradicional. Para el efecto contrast las virtudes y hroes paganos con las virtudes y santos cristianos y mostr que tambin fuera de la Iglesia se podan cultivar las cuali-dades humanas ms eximias. Junto al santoral catlico hizo deslar un santoral laico,tantode hombres como de mujeres, con guras delatalla deScrates, Plutarco, Lucrecia, Livia, Agripina, Pelagia,... Lleg incluso a utilizar la autori-dad de Bossuet para forzar a los tradicionalistas a aceptar que sera vergonzoso a todo hombre de bien ignorar el gnero humano70.Elenfrentamientoentreunhumanismolaicoyunareligiosidadque amparabaunaseriedeaccionesinstitucionalesalienantes,tambinsepuede apreciar en innumerables denuncias que le sirvieron a Montalvo para confron- ieron a Montalvo para confron-tar una y otra posicin. Para reforzar los valores nsitos a un humanismo secular, procedi, por ejemplo, con la capacidad que le brindaba la maestra de su plu-ma, a destapar el cofre de vicios y deciencias de un clero que haba llegado al colmo de la disolucin y la ms brbara ignorancia. El clero se convirti as en 69En la actualidad este debate se ha visto enriquecido por nuevas reformulaciones, especialmente aquella que marca diferencias entre la explicacin (Erklren) y la comprensin (Verstehen), la una ms orientada a las ciencias de la naturaleza y la otra a las ciencias humanas o del espritu. 70 Cfr. Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo I, op. cit., pp. 181-189.39uno de sus principales acusados. Por no citar ms que un ejemplo, recordemos que cuando el Arzobispo de Quito conden Los Siete Tratados, Montalvo reac-cion violentamente y escribi Mercurial Eclesistica, obra en la que trata al Ar-zobispo con el peyorativo nombre de cabo Ordez, y le endilga la condicin de pobre ente infeliz, sin inteligencia ni virtud. Ms all de estos eptetos, sin embargo, la crtica montalvina no solo se orient a derrumbar todo el cuerpo eclesisticoatacandoasucabeza,sinoademsaponeraldescubiertocmo detrsdelveloreligiososeescondaelrostrodelaspasionesyprcticasms desenfrenadas: ...detrs del ayuno nunca se ha comido ms y mejor, detrs del arrepentimiento la picarda y malicia clerical; detrs de la confesin, la carta de presentacin para con casadas y solteras, viejas y jvenes, blancas y cuarteronas; detrs de la gran-dilocuencia del plpito las palabras de sacerdotes y adems sus manos poderosas pero extendidas; detrs de los malos libros, la inquisicin y el temor a la verdad; detrs de las sagradas imgenes, el trco indecente con lo sagrado y la idolatra; detrs de las estas religiosas, la extorsin del cura por ocho o diez pesos; detrs de los priostazgos, la inmisericorde explotacin del indio y del ingenuo; detrs de los ltimos sacramentos, la donacin de haciendas y propiedades a las rdenes religiosas,...71.Pero ms grave que el engao o el contenido ideolgico y encubridor tanto del saber teolgico vigente como de la religiosidad popular, tal como era prac- popular, tal como era prac-ticada en aquella poca, estaba el cierre de puertas que ejerca la clereca con-tralosmsmnimoselementosdeprogreso.Lalectura,prohibida;lasartes, prohibidas;lassociedades,prohibidas:lospasatiemposhonestos,prohibidos; qu oscuridad, qu vaco lleno de dolor y tristeza [...]. El teatro en general, est excomulgado; la novela con ms rigor, las reuniones sociales, la tertulia, el baile, todo es ocasin de pecado, donde se arruinan las almas72.Por supuesto, Montalvo tena al clero por parte necesaria en una sociedad bien organizada; lo que peda, al igual que los ilustrados, era un clero virtuoso y til, no ignorante, perjudicial y lleno de vicios. Este clero, segn sus palabras, era una peste por el poder que tiene sobre pueblos que andan muy atrs de las naciones civilizadas; en los que no les creen a ojo cerrado no es sino un trapo73. Enotrostrminos,setratabadelacrticapropiadeunareligiosidadlaicay quijotesca, opuesta a los mercaderes del templo y contraria a la pretensin ul-tramontana de situar a la Iglesia, dada su fuerza material y cultural, por encima 71Cfr. Juan Montalvo, Mercurial Eclesistica, Latacunga, Edit. Cotopaxi, 1967, p. 26 y ss.72Ibd., p. 124.73Ibd., p. 9.40delEstado,locualcondujoaMontalvoaenfrentaralprincipalinstrumento deconsolidacinideolgicadequedispusoyutilizframentelaoligarqua, no tanto por aspectos de dogma o de fe cuanto por los intereses que protega diariamente.La crtica ilustrada a la religin fue de este modo retomada y profundizada por el movimiento romntico, si bien resultaba igualmente insuciente por el carcter moralista del enfoque que no permita descubrir las condiciones mate-riales o el carcter estructural de dicho problema. La denuncia contra el clero por su actitud calculada y premeditada en la creacin y mantenimiento de una seriedeengaosquebeneciabansusintereses,nohacamsqueconsiderar al problema como una transgresin moral y no como una funcin normal de proyeccin. En otros trminos, no se superaba la teora dieciochesca de la men-tira de los sacerdotes, y por ende no se abra las puertasaunavisin mspro-funda de lo ideolgico, capaz de ejercer hasta la propia autocrtica. De donde surge, comenta Roig, una grave contradiccin en la posicin de estos liberales romnticos, pues mientras que lo ideolgico es denunciado, al hacerse la crtica al uso social del saber teolgico por parte de la Iglesia, desaparece como pro-blema cuando se enuncian las bases del saber teolgico que se considera como verdadero74.Apesardeestasyotraslimitaciones,lacrticamontalvinaamparadaen la misma crisis del clero, admitida sin vacilaciones por progresistas y radicales, logralalargaencontrarecohastaenlajerarquaeclesistica,quetermin por aceptar que la reforma del clero no era solo recomendable sino necesaria e impostergable. La xoiai ixiicixri \ uiioica Pero se engaara quien creyese que la regeneracin moral o la reforma de las cos-tumbres, a partir de una cosmovisin laica, hubiesen tenido como meta ltima un proyecto moralista, especie de ingenuidad propia de un exagerado optimismo romntico. Para construir una nueva sociedad y un nuevo Estado era necesaria, pero no suciente, una prdica moralista o la mera defensa verbal de los dere-chosciudadanos.Nisiquieraunaticalaicaosecularerasuciente.Sehaca necesaria una moral heroica, emergente o radical, capaz de afrontar los ma-yores sacricios y ampliar el radio de accin de los derechos individuales hacia los sociales, toda vez que tanto los derechos individuales como los sociales eran 74 Cfr.ArturoAndrsRoig,Esquemasparaunahistoriadelalosofaecuatoriana,Quito,PUCE, 1977, p. 68.41necesarios aunque estn atravesados por los conictos y las luchas que cruzan a la sociedad e impulsan a la historia. Estellamadoalaheroicidadyalquijotismoguardabavinculacincon la dignidad del ser humano, en cuanto categora o idea reguladora del com-portamientomoralyciudadano,porunaparte;y,porotra,establecalazos con la tica y la revolucin, con el nivel poltico, con la formacin del talante moral que las Montoneras de Alfaro haban de requerir pocos aos despus. Sin dichotalantedeheroicidad,nosehabranpodidoafrontarlosinnumerables sacricios que demand la fase de asalto al poder. La Repblica deba tambin fundamentarseenlasvirtudesciudadanas,tantodelosindividuoscomodel puebloengeneral,sinocomocondicinsucientealmenoscomonecesa-ria para la concrecin histrica del progreso. Uno de los hermanos Moncayo, Abelardo, deca: son las virtudes cvicas, las nicas que levantan a un pueblo de su postracin y lo empujan con ecacia a su progreso. Aos ms tarde, los clebres aforismos de don Eloy recogidos por Malcom Deas constituyen otro excelente ejemplo del llamado a servir a la humanidad doliente aun cuando toque arrostrar el sacricio de la vida75.Para la mostracin detallada de esa moral emergente y heroica Montalvo recurri a dos guras: a la del hroe y a la del genio, que inducen a pensar, en un primer momento, en los personajes mitolgicos griegos o romanos enfrentados al destino y empujados por l, guras stas que la literatura: La Ilada, La Odisea y La Eneida, supo describir magistralmente. Masloshroesygeniosmontalvinos,ancadosenelescenarioyenlas batallas que hemos reseado, en el terreno de la historia concreta, recobran su dimensin humana al igual que aquellas otras dimensiones que les permitieron excederse a s mismos y exceder a su poca. Fue en el segundo tomo de Los Siete Tratados (1882), a criterio de Elas Muoz Vicua, la obra de la que ms es-peraba Montalvo en dos largos captulos que nuestro autor examin en forma minuciosa las extraordinarias dimensiones que encerraban personalidades como Bolvar, Napolen y Washington, y otros que sobresalieron en el campo de la msica, el derecho, la moral, la literatura, la losofa, la oratoria,... Todos ellos haban dado pruebas de alta inspiracin, numen excelso, inteligencia sobrehu-mana sin dejar de ser personajes concretos que supieron responder a su tiempo yexcederseasmismos.Elserhuma