El Mobbing: Síndrome de Heinz Leymann Ligia Esther Cortés ...
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El Mobbing: Síndrome de Heinz Leymann
Ligia Esther Cortés Villegas
Colegio Mexicano del Derecho en la Seguridad Social
A nivel mundial, las conductas y acciones violentas en los centros de trabajo en
sus diferentes modalidades: acoso sexual, burnout, estrés laboral, ijimi, harassment,
acoso psicológico-moral-mobbing, etc., son causa importante del deterioro de vida de
los trabajadores, del ámbito laboral y social; de entre ellas existe la tendencia de
confundir la conducta mobbing con las otras manifestaciones de violencia en el trabajo.
No hay un consenso para nombrar la violencia en el trabajo en su manifestación
de conductas indignas e inmorales que llevan a quién las sufre (víctima), a situaciones
extremas psicológicas, físicas, económicas y sociales, comprometiéndose la salud, la
nulificación laboral y en casos extremos la vida. Konrad Lorenz, desde la etología, llamó
mobbing de manera literal al ataque de un grupo de animales pequeños gregarios
acosando a un animal solitario mayor con la finalidad de ahuyentarlo y proteger al
grupo. Fue Heinz Leymann quien al observar una conducta similar en los centros de
trabajo, conceptualizó al mobbing, señalando el comportamiento al que él llamó
psicoterror y posteriormente mobbing, logrando la atención internacional sobre este
fenómeno en el Congreso de Higiene y Seguridad en el Trabajo de Hamburgo (1990).
De lo anterior surge la inquietud de unificar el concepto mobbing que permita un
nombre que integre el comportamiento antes señalado. Diferentes disciplinas han
acogido al mobbing, lo han nombrado y definido, por ejemplo, jurídicamente como
Presión Laboral Tendenciosa, que es la presión laboral tendente a la autoeliminación de
un trabajador mediante su denigración. (Dr. Ramón Gimeno Lahoz, 2004). Desde la
psicología, “Acoso Psicológico en el Trabajo es una conducta intimidatoria, que reduce,
aplana, amedrenta y consume emocional e intelectualmente, a una víctima con el
objetivo de eliminarla de una organización o para satisfacer la necesidad insaciable de
agredir, controlar y destruir que suele presentar el hostigador, quien aprovecha la
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oportunidad que le brinda la situación organizativa particular (reorganización, reducción
de costos, burocratización, cambios vertiginosos, etc.) para canalizar una serie de
impulsos y tendencias psicópatas” (Piñuel, 2001). Desde la psiquiatría, la Dra. Marie
France Hirigoyen, aporta el término Acoso Moral en el Trabajo, definiéndolo como “toda
conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud) que atenta, por su
repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad física de una persona,
poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo ” (Hirigoyen, 2001);
el psiquiatra, Dr. José Luís González de Rivera los designa como: “Acoso Grupal es un
ataque de una coalición de miembros débiles de una misma especie contra un individuo
más fuerte; o el de la mayoría de ellos contra un individuo distinto, por alguna
diferencia, defecto o rasgo significativo” (González de Rivera, 2002). Psicoterror Laboral
es el término acuñado por Heinz Leymann, se definirá más adelante. En México desde
una perspectiva sociológica-antropológica, como Linchamiento Emocional en el Trabajo
porque “la acción de linchar implica la participación de un grupo; es emocional porque
va dirigido a causar inseguridad, rechazo, aislamiento, ansiedad, depresión, angustia,
procesos que corresponden al ámbito de las emociones, y en el trabajo, para
especificar el espacio de la práctica del mismo”. (Peña, Ravelo, Sánchez, 2007).Desde
el sentir de una víctima, la Trabajadora Social y Perito Jurídico, Marina Parés Soliva,
define al mobbing como “El acoso moral en el trabajo que tiene el objetivo de destruir la
estabilidad psicológica de un se humano a través del descrédito y la rumorología, con la
finalidad de encubrir un fraude. Se practica acosando grupalmente de tal manera que la
víctima “estigmatizada”, no pueda defenderse, que no pueda hablar, o que su palabra
ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los
testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera
indignantemente cobarde” (Parés, 2007). Hasta la fecha existen diferentes formas de
llamar al mobbing y definirlo porque depende no sólo de las disciplinas que lo estudian
y sus criterios, es un fenómeno social que tiene diversas manifestaciones culturales. En
México, por ejemplo, la expresión “agarrar de puerquito” se utiliza coloquialmente para
hacer referencia a una conducta grupal, sistematizada, dolosa y destructiva, dirigida
crónicamente a un individuo de apariencia tranquila, cumplido, “buena persona”, “buen
trabajador” que cuando lo agarran de “puerquito”, un cabecilla incita y logra que se haga
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causa común para fastidiarlo hasta dejarlo en una situación de desventaja, indefenso
con todas las de perder, es decir, desmoralizado (Cortés, 2007). Entonces visualizamos
coincidencias, independientemente de la disciplina y la cultura en que se realice el
mobbing, en relación a la elección de una persona (dirigido a una víctima), el daño que
se produce en ella (psicológico, físico y moral), y que es producido por un victimario y
su gang de acoso en el centro de trabajo, con todas las repercusiones a la salud de la
víctima, de la empresa y de la sociedad.
En el marco del VII Congreso de la Asociación de Estudios del Trabajo (AMET),
“El trabajo en la crisis. Desafíos y oportunidades” en la mesa 10 cuya temática es: “La
Violencia en el trabajo”, esta ponencia pretende, desde la disciplina médica, hacer
metafóricamente el análisis del mobbing como síndrome de un padecimiento crónico
degenerativo, en el que coinciden síntomas y signos diversos; crónico en cuanto al
tiempo de su evolución y degenerativo por el desgaste al que lleva al enfermo (víctima).
Al abordar al mobbing como un padecimiento es factible nombrarlo como un síndrome y
aún cuando el comportamiento mobbing no es nuevo, es menester reconocer que las
aportaciones del Dr. Leymann sobre el tema han sido la base donde partieron las
diversas corrientes versadas sobre el tema, toda vez que los estudiosos del mobbing en
algún momento de sus investigaciones, han coincidido y aceptado los conceptos de
Leymann, aunado al hecho de que diferentes voces versadas desean encontrar una
palabra que nombre el concepto sin dejar duda acerca de qué se está hablando, en
cuanto que la palabra anglosajona “mobbing” puede ser utilizada en mundo animal
(etología) y en el comportamiento humano en el medio laboral, o uti lizarse
indistintamente para señalar, el acoso mediático (mobbing mediático), el acoso
inmobiliario (mobbing inmobiliario), etc.; aumentando la difícil situación de no
equivocarse al señalar las diferentes conductas violentas que se realizan en los centros
de trabajo. Desde esta perspectiva surge la propuesta de nombrarlo: “Síndrome de
Heinz Leymann” (SHL) con la finalidad de unificar los criterios sobre el mobbing laboral.
Existen estudios y análisis sobre el término, sus orígenes y significados de la palabra
mobbing. En esta ponencia no se profundizará sobre el tema.
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Antes de desarrollar el tema de la violencia en el trabajo, en su modalidad de
mobbing, se hará un breve acercamiento a los conceptos de violencia, salud-
enfermedad, historia natural de la enfermedad, niveles de prevención y síndrome en
relación al mobbing, con la finalidad de enlazar metafóricamente al mobbing como una
enfermedad biopsicosocial que permita referirse al mobbing como el Síndrome de Heinz
Leymann.
Un acercamiento a la violencia
A través de la historia de la humanidad, la violencia ha estado presente en la vida
de los diferentes grupos sociales que la conforman. Existen diversas explicaciones para
determinar su origen, definición y clasificación. La perspectiva biopsicosocial nos
permite ubicarla entre lo biológico y lo psicosocial. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) la clasificó como un problema mundial de salud pública, enfatizando que aún
cuando sea parte de la experiencia humana no es razón suficiente para que se acepte
como inevitable o como parte de la condición humana y en un enfoque cient ífico define
a la violencia como: “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, contra otra
persona o un grupo, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,
muerte, daño psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones (Dahlberg y Krug,
2003). De entre las diversas definiciones sobre el concepto violencia, se eligió ésta
porque incluye las palabras clave del SHL: intencionalidad, de causar daño psicológico
y/o físico, e inclusive muerte a una persona o personas por medio de fuerza o poder.
Entonces es posible afirmar que el mobbing, en el hombre, es una violencia
utilizada con el deseo intencional de ocasionar daño, es decir realizar actos dolosos con
la finalidad de lesionar, perjudicar, física o psicológicamente e inclusive que tenga como
resultado la muerte. Así la agresividad natural, compartida con los animales, se
diferencia por el aspecto cultural y social del hombre. Konrad Lorenz hace mención
como resultado de sus observaciones de la vida animal, especialmente de las aves, que
en ellos los comportamientos agresivos tienen como finalidad la preservación de la
especie, pero sin que exista el deseo de dañar. El Catedrático José Sanmartín
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(Universidad de Valencia, España) lo sintetiza en está máxima: “el agresivo nace, el
violento se hace”.
La violencia tiene diversas modalidades, por ejemplo: en el sexo, en violencia de
género y violencia sexual; por la edad en violencia infantil, juvenil y del adulto mayor
(física, psicológica, mixta). Desde la perspectiva legal española, la violencia es primaria
(dirigida a un sujeto), secundaria a varios sujetos, es real o simulada, todas ellas con
sus propias características. Por el sitio donde se efectúa ejemplos son la violencia
intrafamiliar, escolar, laboral, manifestándose como acoso físico, psicológico, sexual o
mixto.
Salud-Enfermedad
El proceso de salud-enfermedad es parte de la experiencia humana. El hombre
desde sus inicios trató de encontrar la razón de el por qué se está sano o por qué no se
está, de la explicación mágica-sobrenatural al modelo de atención biopsicosocial ha
sido todo un proceso, con sus aciertos y desaciertos, que ha repercutido positivamente
o negativamente en la humanidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde su constitución en 1948,
definió a la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de infecciones o enfermedades ligeras, fuertes o graves. En la
década de los noventa se agregó… y en armonía con el medio ambiente. Sin embargo
el proceso de salud-enfermedad es dinámico y no estático como sugiere la definición.
No se está permanentemente sano o enfermo, existen patologías en que el individuo no
se sabe enfermo, un ejemplo sería la hipertensión arterial, conocida como “el asesino
silencioso”, o bien, estar enfermo pero controlado y tener la sensación de bienestar. En
su concepción antropológico-psicosocial, la salud-enfermedad no se limita al origen
natural pues también es el resultado de la capacidad y grado de adaptación del hombre
frente al medio. Así, los modos y estilos de vida son influidos y a su vez influyen en la
actividad del hombre como ser social, aunado a que existe una vinculación de la mente
con el cuerpo, la salud-enfermedad estará estrechamente relacionada con las
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emociones, la personalidad, las vivencias, la cultura, y que al romperse el equilibrio
entre mente y cuerpo se manifestarán como enfermedades psicosomáticas; esta unidad
entre lo natural y lo social en el hombre permite una atención integral. La salud también
se concibe desde lo político y legal cuya característica es el que la salud es un derecho
y obligación universal que tiene reconocimiento legal y participación estatal basándose
en los derechos del hombre instituyéndose la asistencia social, la previsión social y la
seguridad social, ésta tiene como finalidad garantizar el derecho a la salud, la asistencia
médica, la protección de los medios de subsistencia y los servicios sociales para el
bienestar individual y colectivo, por ejemplo un instrumento básico de la seguridad
social es el Seguro Social (IMSS), establecido como un servicio público de carácter
nacional en los términos de su propia Ley del Seguro Social.
El Diccionario Enciclopédico Ilustrado (1990) define la enfermedad como “estado
del cuerpo humano, animal o vegetal, en que uno o más órganos dejan de cumplir su
función fisiológica normal”. Es decir es el fracaso del organismo a la regulación del
ambiente interno para mantener una condición estable y constante por medio de
mecanismos de autorregulación (homeostasis orgánica) para el propio organismo y en
relación al medio externo. Para investigar cuáles son las causas de las enfermedades,
su comportamiento, los problemas de salud que ocasionan nos apoyamos en la
epidemiología, así por su prevalencia las enfermedades pueden se endémicas. Se
entiende por endémica una enfermedad que persiste durante un tiempo determinado en
un lugar concreto y que afecta o puede afectar a un número importante de personas,
por ejemplo la cisticercosis. Cuando una enfermedad afecta a un número de individuos
superior al esperado en una población durante un tiempo determinado estamos ante
una epidemia, por ejemplo la influenza humana H1N1, que si se propagara a otros
continentes o todo el mundo estaríamos ante una pandemia.
Un individuo enfermo puede ser portador de una enfermedad infecciosa si su
origen es bacteriano, viral o parasitario, ser contagiosa si es capaz de transmitirse del
enfermo a una persona sana, o bien por fómites (objetos), o vectores (seres vivos), por
ejemplo, el SIDA, el catarro y el dengue, respectivamente Las enfermedades no
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infecciosas o funcionales son causadas por el mal funcionamiento de órganos o tejidos
del cuerpo y no pueden transmitirse ni por contacto directo, ni por agentes intermedios,
por ejemplo la diabetes
El estudio de las enfermedades se llama patología; el de sus causas, la etiología;
el de sus síntomas, la semiología; su examen, la clínica. La determinación de la clase
de enfermedad de que se trate, se llama diagnóstico; su tratamiento, la terapéutica, el
pronóstico es el dictamen del facultativo sobre su desenlace.
Por el tiempo de evolución las enfermedades pueden ser agudas, aquellas que
tienen un inicio súbito y un fin claramente definidos, son de corta duración, de días a
menos de seis meses y pueden considerarse leves o graves e inclusive como causa de
muerte, de etiología infecciosa o no infecciosa (genéticas, congénitas, accidentales),
por ejemplo la amibiasis y el aneurisma cerebral, respectivamente. Las enfermedades
cuyo fin o curación no pueden preverse, por lo general se controlan y tienen un tiempo
de evolución mayor a seis meses se consideran crónicas. La cronicidad de un
padecimiento no necesariamente implica gravedad pero conlleva a la degeneración. Por
lo tanto, el SHL no es agudo porque no tiene un inicio súbito y bien definido, el
comportamiento mobbing es sutil y de juegos de seducción, para instalarse este
proceso destructivo (degenerativo), del desajuste psicológico a la depresión y/o suicidio,
necesita tiempo (tendencia a la cronicidad).
En 1948, Sir Mac Farlane Burnet desarrolló un sistema semiológico para las
enfermedades infecciosas que permitiera seguir la secuencia o curso de
acontecimientos que ocurren en el organismo humano entre la acción secuencial de las
causas componentes (etiología), hasta que se desarrollara la enfermedad y la
ocurrencia del desenlace (curación, cronicidad o muerte) sin la intervención médica,
llamándole “Historia Natural de la Enfermedad”. Posteriormente, en 1965 Leavell y
Clark E. G., propusieron este modelo pero para cualquier tipo de enfermedad, porque
las enfermedades infecciosas, o no, tienen su forma propia de evolucionar de manera
espontánea y estructuraron un sistema de prevención (niveles de prevención).
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La Historia Natural de la Enfermedad es un proceso de fenómenos que se inicia
en un individuo al exponerse a una serie de factores de riesgo. Un modelo que permite
la comprensión de la relación del individuo con el entorno y los agentes (factores de
riesgo), es el triángulo epidemiológico o tríada ecológica en cuyos vértices coexiste un
equilibrio dinámico entre huésped, agente y entorno. El huésped es todo organismo
viviente capaz de albergar a un agente causal. El agente es cualquier sustancia viva o
inanimada, o una fuerza muchas veces intangible cuya presencia o ausencia es la
causa inmediata o próxima de una enfermedad particular. Entorno es el conjunto de
condiciones o influencias externas que afectan la vida y el desarrollo de un organismo.
El entorno comprende tres grandes elementos: 1. El ambiente físico como la humedad,
la radiación, la temperatura, etc.; 2. El ambiente biológico por la presencia de vectores,
reservorios, hospederos intermediarios; 3. El ambiente social como las condiciones
laborales, económicas, educacionales, conflictos sociales, migraciones, etc. Entonces,
por lo anterior, se constituye una visión holística del proceso salud enfermedad.
Las complejas interacciones entre los elementos de la triada ecológica tienden a
mantener un equilibrio que al romperse se produce la enfermedad. En ese momento
ocurre el daño del agente causal sobre el hospedero que actúa como estímulo con el
que se inicia el período patogénico. El equilibrio se rompe por condiciones del ambiente
por disposición del huésped y la acción determinante del agente causal. Es necesario
que estén presentes todos los componentes de la triada ecológica para que se dé la
enfermedad, porque al no darse la interacción no se produce la enfermedad.
El primer contacto del huésped con el agente en su entorno se llama período
prepatogénico (de incubación o de inducción) se caracteriza porque el individuo se
refiere sano, inicia con la exposición a los factores de riesgo, que pueden ser no
modificables (sexo, edad, herencia) o modificables, es decir susceptibles a ser
eliminados o minimizados (hábitos de vida, enfermedades tratables que predisponen a
otras enfermedades). El tiempo de este período puede ser corto o largo , termina
cuando se inician los cambios producidos por el agente etiológico en el huésped
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pasando al período patogénico que comprende la etapa de la enfermedad, aun antes
de que se presenten los síntomas y se puede dividir en seis etapas:
1. Etapa reactiva: inicia cuando por el contacto entre el huésped y el agente y se
da una reacción del hospedero frente al daño que provocó el inicio de la enfermedad.
Estas reacciones se traducen en cambios orgánicos o funcionales que permiten las
siguientes etapas.
2. Etapa presintomática o preclínica: los cambios producidos por el agente
etiológico aún no dan síntomas, pero ya hay cambios tisulares con efectos bioquímicos
y fisiológicos susceptibles de ser detectados por estudios de laboratorio.
3. Etapa prodrómica: aparecen síntomas generales que dificultan determinar que
patología afecta al huésped.
4. Etapa sintomática o clínica: aparecen las manifestaciones subjetivas de la
enfermedad (síntomas) que son sentidas y referidas por el enfermo; en la que los
cambios tisulares con efectos en la estructura o la función se traducen, además de los
síntomas, en signos que son las manifestaciones objetivas, pueden oírse, observarse,
olerse y tocarse. El conjunto de signos y síntomas que coinciden en un determinado
estado o proceso patológico, cada uno de los cuales puede desarrollarse en cada caso
por mecanismos diferentes se llama síndrome, que etimológicamente significa “caminos
que se encuentran” (González Rivera, 2002). Los signos y síntomas adquieren un
significado clínico que por sus características permiten identificar el padecimiento que
se corroborará con los estudios de laboratorio y gabinete pertinentes. Las alteraciones
que se producen se esquematizaron por Leavell y Clark sobre el Horizonte Clínico, una
línea que separa las etapas subclínica de la clínica.
5. Etapa avanzada o progresiva: la evolución tiende a la cronicidad, y con
posibilidades de vida por lo general con secuelas.
6. Etapa de resolución: la historia de la enfermedad puede finalizar con diferentes
sucesos ya sea la curación con o sin secuelas, cronicidad, invalidez o muerte.
El manejo de la historia natural de la enfermedad facilita el entendimiento del
comportamiento de las enfermedades, sistematiza y ordena los conocimientos
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existentes sobre el proceso, promueve nuevos hallazgos mediante la investigación y
permite la aplicación de las medidas correctivas en el momento oportuno.
Niveles de prevención son todas aquellas acciones que permitan modificar la
probabilidad de la aparición de una enfermedad disminuyendo los factores de riesgo o
bien detener su avance y/o atenuar sus consecuencias una vez establecida. Son tres
los niveles de prevención:
1. Prevención Primaria: su acción es en el período prepatogénico, su objetivo es
disminuir la probabilidad de la ocurrencia de la enfermedad; comprende:
a). La prevención específica, son acciones concretas para enfermedades
determinadas, por ejemplo: las vacunas.
b). La prevención inespecífica son las acciones de promoción de la salud
(educación a de la salud, autocuidado de la salud) que se realizan sobre el individuo,
colectividad o medio ambiente con la finalidad de fomentar la salud en la población para
evitar las enfermedades, mejorar y aumentar los niveles de salud. Es un trabajo
coordinado con la comunidad y los equipos promotores de salud lo que permite
modificar los determinantes sociales, económicos y las conductas en relación a la
salud.
2. Prevención Secundaria: son las acciones que permiten detectar y tratar de
manera oportuna la enfermedad en su fase subclínica (diagnóstico precoz), por ejemplo
la mamografía.
3. Prevención Terciaria (etapa postclínica) en este nivel la enfermedad ha
evolucionado a la cronicidad y degeneración, por tanto las acciones están dirigidas a
prevenir la incapacidad parcial, total o la muerte.
El conceptualizar la salud-enfermedad como un proceso dinámico concede la
posibilidad de interrumpirse en alguna etapa de desarrollo hacia la enfermedad. El
manejo de la historia natural de la enfermedad permite actuar en cualquier período de la
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enfermedad y dado que el proceso salud- enfermedad se da mediante la interacción del
huésped-agente-entorno entonces es factible actuar sobre ellos posibilitando la
prevención a diversos niveles teniendo en cuenta que si las acciones preventivas se
realizan oportunamente serán menos costosas en relación a la economía y a los costos
sociales.
“Dado que la violencia aparece en cada época bajo formas distintas, hay
que reanudar permanentemente la lucha contra ella” (Hirigoyen, 2001).
Como ya se mencionó no hay un consenso para nombrar la violencia en el
trabajo en su manifestación de conductas indignas e inmorales dirigidas a un trabajador
(víctima), por un individuo (victimario) y sus secuaces (gang de acoso), que se
caracterizan por ser sistematizadamente repetitivas (acoso). Son frecuentes y de larga
duración, no son producto de conflictos ocasionales, no es lo qué se hace o cómo se
hace sino es la reiteración y permanencia de lo que se hace, esta conducta astuta y
perversa del victimario y sus secuaces consiste, de acuerdo con Leymann, en limitar la
comunicación de la víctima, limitar su contacto social, desprestigiar su persona ante sus
compañeros, el desprestigio y la desacreditación profesional y laboral y comprometer su
salud. Es un maltrato que lleva a quién lo sufre (víctimas) a situaciones extremas
psicológicas, físicas, familiares, económicas y sociales que no solo diezman la salud, la
nulifican laboralmente, la deshumanizan; la víctima queda en un total estado de
indefensión. El ataque a su dignidad es tal que tienden a la depresión y en casos
extremos al suicidio… Y tenía razón Leymann: “En las sociedades de nuestro mundo
occidental altamente industrializado, el lugar de trabajo constituye el último campo de
batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser
procesada ante un tribunal”, o bien como es nombrada por Peña, Ravelo y Sánchez
(2007), la víctima a sufrido un “linchamiento emocional en el trabajo”.
Las manifestaciones de violencia dirigidas, selectivamente, con la finalidad de
causar daño y de excluir a la víctima, que conocemos como mobbing, entre individuos,
a diferencia del concepto etológico que se produce para la conservación de la especie,
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o como medidas de defensa social y protección y no por causar, selectivamente, daño y
exclusión; ciertamente antes que Leymann, Heinemann (1972) y Brodsky (1976), las
observaron, describieron y difundieron. Sin embargo fue Heinz Leymann quien al
observar esta conducta hosti l, en los centros de trabajo, conceptualizó al mobbing
señalando el comportamiento al que, inicialmente, llamó psicoterror y posteriormente
mobbing.
¿Por qué Síndrome de Heinz Leymann?
Las aportaciones del Dr. Leymann sobre el tema han sido punto de partida y
coincidencia en el que diversas disciplinas y corrientes, cada una con metodología
propia, permitieron que se enriqueciera los conocimientos sobre el mobbing, por
ejemplo el instrumento de medida para detectar la conducta mobbing, el cuestionario
LIPT (Leymann Inventory Psychological Terrorization) creado por el Dr. Leymann y
conformado por cuarenta y cinco elementos, fue modificada por el Dr. González Rivera
(2002), entre otros. Identificar la conducta mobbing desde los términos de Leymann
permite unificar los criterios de conceptualización facilitando reconocer esta patología
en los centros de trabajo, que se propone llamar Síndrome de Heinz Leymann.
Antes de realizar el desarrollo del SHL, un acercamiento ha su prolifera obra de
investigación sobre el fenómeno mobbing. Penosamente no contamos con una
biografía de Heinz Leymann, la información es escasa en la Internet, aunado a la
dificultad del idioma (pocas de sus obras han sido traducidas al español). El psicólogo
Sergio Navarrete realizó un ensayo (2010) en el que aporta los siguientes datos:
Heinz Leymann nació el 17 de julio de 1932 en Wolfenbüten, Alemania. Se
traslado a Suecia y adquirió la ciudadanía. Fue psicólogo industrial y obtuvo el grado de
doctor en Pedagógica y otro en Psiquiatría. Se desempeñó en el campo académico
como profesor en Ciencias del Trabajo de Umeå, Suecia. Por sus méritos científicos, en
1994, el servicio de salud sueco los apoyo para abrir una clínica para la atención de las
víctimas de mobbing. Desarrollo un eficiente programa de tratamiento especialmente
diseñado para ellos. Publicó los resultados de una investigación detallada de los
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primeros sesenta y cuatro pacientes ahí tratados. Como clínico hizo su prioridad la
curación del estrés post-traumático. El Dr. Leymann falleció en Estocolmo en 1999, a la
edad de sesenta y siete años, y al parecer, con la muerte de su fundador, la clínica se
cerró. En el 2002, doscientos pacientes eran tratados en una clínica similar que abrió en
Alemania.
“No sólo fue el pionero por haber iniciado formal y específicamente el estudio del
mobbing entre adultos en el ambiente de trabajo, sino que sus obras siguen siendo la
principal referencia, porque como área de investigación le proporcionó prácticamente
todos sus fundamentos. Fue H. Leymann, quien ha realizado mayores aportaciones,
tanto empíricas como conceptuales, y que dan forma al entendimiento actual y
generalizado que se tiene del fenómeno. En palabras de Laskowsky y Marchant, 2005”.
Esto significa que buscó y encontró los antecedentes del mobbing, que él mismo
refiere lo tomó de la etología (Lorenz), creó una definición operativa (con criterios
diagnósticos aún vigentes), lo diferencio de otros fenómenos organizacionales,
identificó las etapas de desarrollo y su establecimiento en la víctima. Ya se mencionó
que formuló el instrumento LIPT, basado en la agrupación de actividades hostiles y lo
aplicó en sus investigaciones con las víctimas de mobbing, a su vez identificó y
documentó las consecuencias en ellas e identificó parte importante de sus causas.
Propuso medidas preventivas y correctivas para ser aplicadas en las organizaciones,
preparó materiales didácticos, realizó una amplía labor de difusión a través de sus
escritos, atendió a cientos de personas afectadas y consiguió que el tema se legislará
en Suecia. Poco se sabe de lo qué hizo antes de 1982, cuando inició sus
investigaciones acerca del fenómeno mobbing, pero a partir de ahí le dedico el resto de
su vida.
En 1996 el European Journal of work and Organizational Psychology publicó un
artículo de Leymann (traducido al español por Francisco Fuertes M., 2000), titulado
“Contenido y Desarrollo del Acoso Grupal (“Mobbing”) en el Trabajo”, en la página
cuatro de este artículo él menciona que adoptó el término mobbing al principio de los
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ochenta, al toparse con un comportamiento similar al observado por Heinemann, en
1972 en las escuelas (un comportamiento social infantil, fuera de las aulas, altamente
destructivo de pequeñas pandillas dirigido contra un único niño) pero en el mundo
laboral. Dice Leymann: “deliberadamente no utilicé el término inglés “bullying”, usado
por los investigadores ingleses y australianos (en USA también se usa el término
mobbing), ya que la mayoría de las veces esta destructiva (in)comunicación no tiene
claramente las características de violencia física del “bullying”, sino que muy
frecuentemente se realiza de un modo muy sofisticado, cuidadoso (de no dejar huellas
tangibles); lo que no disminuye, al contrario, multiplica su efecto estigmatizador. De
hecho el “bullying” escolar está fuertemente caracterizado por actos físicamente
agresivos. Por el contrario la violencia física raramente aparece en el síndrome laboral
adulto (por primera vez Heinz Leymann menciona a la conducta mobbing como un
síndrome). Más bien, el Mobbing adulto se caracteriza por conductas mucho más
sofisticadas, cínicas, como por ejemplo, aislamiento social de la víctima. Propongo
mantener el termino “bullying” para las agresiones sociales entre niños y adolecentes
en la escuela, y reservar el término “Mobbing” para la conducta adulta ”. Propuso una
definición operativa “e l psicoterror o Mobbing en la vida laboral conlleva a una
comunicación hostil desprovista de ética que es administrada de forma sistemática por
uno o unos pocos individuos, principalmente contra un único individuo, quien a
consecuencia de ello, es arrojado a una situación de soledad e indefensión prolongada,
a base de acciones de hostigamiento frecuentes y persistentes(definición estadística: al
menos una vez por semana) y a lo largo de un prolongado período (definición
estadística: al menos durante seis meses). Como consecuencia de la alta frecuencia y
larga duración en estas conductas hostiles, tal mal trato se traduce en un enorme
suplicio psicológico, psicosomático y social” (Leymann, 1996).
Leymann relacionó el psicoterror (mobbing) con el estrés, pero no logró
establecer hasta dónde el psicoterror es causa de estrés, o el resultado de éste. Es
importante esta relación porque contempla al mobbing o psicoterror como un síndrome
social extremo, desencadenado por estresores sociales extremos, que producen una
cascada de eventos negativos, por ejemplo: reacciones biológicas y psicológicas de
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estrés. Por lo tanto, afirma Leymann: “mi uso de la terminología implica que el término
estrés se refiere siempre a la reacción frente a un estímulo, entendido éste como un
estresor. La razón se entiende que es de naturaleza biológica, con efectos psicológicos,
que pueden ser cambios en la conducta. Dentro de esta teoría, la conclusión lógica es
que, por ejemplo, las condiciones de trabajo psicológicamente muy pobres pueden ser
causa de reacciones de estrés biológico, medibles por la producción de adrenalina en
sangre. A su vez, ello puede estimular sentimientos de frustración. A través de procesos
psicológicos (especialmente si el empleado desconoce cómo analizar los estresores
sociales del trabajo), las personas frustradas, a su vez, pueden agraviarse unas a otras,
resultando de esta manera estresores sociales los unos para los otros, y desencadenar
una situación de psicoterror contra una persona concreta. El mobbing es pues un
estresor social extremo, que produce reacciones de estrés, que a su vez pueden
resultar estresores sociales para otros” (Leymann, 1996). En este contexto,
metafóricamente, ubicamos al mobbing en la triada ecológica como un agente, que por
su comportamiento es altamente contagioso. Como vemos, el mismo Leymann visualizó
al mobbing como un síndrome laboral adulto (padecimiento) y como un síndrome social
(agente infeccioso).
En diversas obras, en relación a la violencia en el trabajo, es indistinto el como
mencionan al mobbing, se habla de acoso laboral o acoso en el trabajo, sin embargo
cuando se menciona como síndrome de acoso laboral (queda explícito “en el adulto”)
estamos hablando del mobbing de Leymann. Desde la perspectiva social, el Dr.
González de Rivera (2002) conceptualiza el acoso psicológico, en todas sus variantes,
en un síndrome psicosocial complejo generado por una interacción de dinámicas
creadas por el acosador, por la víctima y por el grupo psicosocial al que pertenecen.
Los tres factores son necesarios, pero ninguno de ellos, por sí solo, es suficiente. En su
confluencia, las dinámicas del acoso se activan y reactivan de manera cíclica, se
convierte en un círculo vicioso cuya duración y consecuencias dependen de la fortaleza
y “suerte” de la víctima. Lo anterior permite entrelazar la triada de González de Rivera
con la triada ecológica de la historia natural de la enfermedad. Entonces es posible
abordar, metafóricamente, al mobbing en forma de un padecimiento manifestado
16
clínicamente como un síndrome. Es pertinente señalar que desde la perspectiva médica
el mobbing no es un padecimiento, es un comportamiento doloso y destructivo que es
capaz de generar en la persona blanco, diversas manifestaciones de organicidad y
somatización.
El Síndrome de Heinz Leymann es un padecimiento endémico, de inicio
insidioso, infeccioso, que ha adquirido la categoría de “Epidemia del Siglo XXI”, de
etiología multicausal, fue descrito en 1984 por el propio Leymann; es producido por un
agente (el acosador), que encuentra al huésped (víctima) en un entorno propicio (medio
laboral, que actúa como caldo de cultivo). Con una historia natural de la enfermedad
significativa por sus múltiples manifestaciones clínicas y su evolución con tendencia a la
cronicidad, degeneración e inclusive la muerte .Este SHL se ubica para su estudio,
diagnóstico, tratamiento y prevención en el modelo biopsicosocial.
Datos epidemiológicos: a la fecha existen datos epidemiológicos de diversos
investigadores, se mencionan los del Dr. Leymann de1992, por ser el punto de partida.
Leymann realizó en Suecia un proyecto exhaustivo de investigación sobre mobbing, en
una muestra de tres mil cuatrocientos casos, representativos de toda la población
laboral sueca (4.4 millones), encontró una incidencia del 3.5% que quedaban dentro de
su definición de mobbing, lo cual se traduce en que 154, 000 trabajadores de ambos
sexos estaban sufriendo mobbing. De la muestra estudiada el 45% correspondía a los
hombres y el 55% a las mujeres. En relación con la cuestión “¿Quién acosa a quién? El
76% de los hombres acosados lo son por otros hombres, un 3% son por mujeres y el
21% por ambos sexos. En el grupo de las mujeres acosadas el 40% son acosadas por
otras mujeres, el 30% por hombres y un 30% por ambos sexos. Por grupo de edad, él
hace mención que las diferencias no son significativas. Los grupos de edad de 21 a 30,
y de 31 a 40 años están sobrerrepresentados, con respecto a los otros tres grupos: 41-
50, 51 y más de 60. “Por la ocupación, al no ser representativa la muestra, tomé de los
casos atendidos en la Clínica de Mobbing, encontrando que la mayoría de los pacientes
provenían de universidades, hospitales, guarderías, y organizaciones religiosas, de las
cuales las tres cuartas partes eran mujeres, posiblemente por aspectos organizativos,
17
contenidos de las tareas-lo que para él no es significativo-, porque agrega: “estas
instituciones emplean preferentemente mujeres”. No lo visualizó como un problema de
género. Y lo más significativo de sus estadísticas, una gran proporción, entre un 10% y
un 20%, llega a contraer graves enfermedades o cometer suicidio. Ya desde 1987,
Leymann estimó que entre un 5% y un 16% (entre 1 de cada 6, y 1 de cada 15) del total
de suicidios anuales registrados en Suecia, lo son por esta causa (en total, unos 1800
anuales). (Leymann, 1996). Razón suficiente para preocuparse y ocuparse del estudio,
análisis y propuestas de prevención y atención de este fenómeno global.
Historia Natural de la Enfermedad -Fases del SHL-
Insidioso y con una evolución diacrónica, el SHL se establece en cinco fases
(véase Tabla 1). La primera fase, propuesta por Parés (2007), es la de seducción y
otorga el beneficio al agente de conocer el lado débil de su huésped y de su entorno, es
el período prepatogénico, está en etapa de incubación y no hay ´síntomas Recordemos
que para que se produzca la enfermedad, es necesario que se rompa el equilibrio
dinámico, estabilizador y adaptador, de los tres elementos de la triada ecológica. En
este período asintomático posiblemente encontremos algunos datos característicos de
los elementos de la triada, en relación al huésped (víctima), suelen ser personas
tranquilas, confiadas, solidarias con sus compañeros, puntuales, ordenados y
disciplinados. Son seguros en sus acciones, de alta autoestima, valoran su trabajo,
están satisfechos con sus logros, comparten sus ideas. Pueden tener un rasgo físico
que los distinga, o diferente religión o preferencia sexual, o ser jóvenes con
conocimientos de las nuevas tecnologías. Existen ciertos rasgos de la personalidad (sin
llegar a ser trastornos de la personalidad) en algunos trabajadores, que los hacen ser
blanco fácil, por ejemplo los dependientes afectivos que no expresan sus ideas por
temor a ser rechazados, tienen temor a la soledad y se esfuerzan por obtener la
aprobación de los demás, dudan de su propio juicio, buscan apoyo y protección que los
lleva aceptar tareas que otros rechazan. Los “excesivamente confiados”, que de
acuerdo a González de Rivera (2002) presentan inocencia psicológica, definida como la
relativa incapacidad para percibir en profundidad las intenciones ajenas, especialmente
las malévolas, que les impide prever que algo no está bien, y suelen ser descuidados
18
con sus objetos personales, del trabajo e inclusive de su propia persona. Entonces, la
víctima ante el victimario puede ser: envidiable, vulnerable y amenazante.
Agente (victimario), sus principales rasgos definitorios y específicos,
puntualizados por González de Rivera, son la mediocridad creciente, la envidia
maligna, y la necesidad de control. Existen tres tipos de mediocridad creciente: Tipo I.
Los vacíos (mediocridad simple) sus principales rasgos son la hiperadaptación y la falta
de originalidad. No muestran interés por actividades directivas, por tanto son
manipulables y forman parte del gang de acoso como parte de la “chusma”. Tipo II. Los
faustos (mediocridad pseudocreativa), imita los procesos creativos del sujeto normal,
suelen sentir la necesidad de aparentar y son los “achichincles” (persona inferior al
líder, hacen lo que él les pida) del gang de acoso. Tipo III. Los malvados (mediocridad
inoperante activa, o síndrome MIA), es persistente, desarrolla fácilmente una gran
actividad, desde luego, inoperante, y tiene un gran deseo de notoriedad e influencia
sobre los demás, a veces con tintes mesiánicos. Llegan a dominar pequeños grupos
encapsulados que no producen y que solo entorpecen o aniquilan el avance de los
individuos brillantes. Es el líder absoluto del gang de acoso y el agente directo causante
del SHL. Su modo de operar es cínico y perverso, amplificará y difundirá todo rumor o
dato equívoco que invite a la desvaloración y al desprestigio. No tolera a las personas
excelentes, hará todo lo que esté a su alcance para destruirlas, expulsarlas de la
organización y más allá.
Son poseedores de una envidia maligna, a la tristeza por el bien ajeno y la
emulación, deseo de algo que no se posee, el envidioso maligno procurará de manera
obsesiva y permanente ocasionar daño a la persona que envidia; intentará despojar y
arrebatar al otro todo aquello que considera valioso, no tanto por su propio beneficio
sino, especialmente, para impedir y anular la utilidad y el disfrute que de ello pueda
extraer el envidiado. Su obsesión se desata cuando constata que el envidiado consigue
plenamente y fácilmente, aquello mismo a lo que él apenas logra acercarse con gran
gasto y esfuerzo. Tienen necesidad de control. No solo es la necesidad de control, hay
cierto grado de perversidad en ella. Existen dos mecanismos de control perverso: la
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deshumanización (negación total de la condición humana), que en su grado leve,
ninguneo, quita la capacidad de servir como interlocutor, y su grado más grave es la
cosificación (desvitalización total), donde se niega la condición humana, reduciéndole a
un simp le número, un elemento material de un proyecto “recurso humano”, necesario
hasta que la construcción de androides alcance mayor perfección. El control por
deshumanización explica porque el acosador es tan despiadado: cuanto más indefensa
y suplicante esté su víctima, más se reafirma la eficacia práctica de su procedimiento;
cuanto más sufra la víctima, más necesario es intensificar su deshumanización para
aplacar cualquier posible respuesta empática del acosador. El cosificar a un humano es
negarle voluntad y sentimiento, con lo cual puede ser utilizado y controlado como
objeto, sin mayor culpa.
La seducción también tiene relación con el control, la persona seducida piensa
que es el objeto final del amor del otro, pero, en realidad son solo un instrumento para
la satisfacción del deseo del otro, o cualquier otra aplicación. La seducción,
esencialmente engaño y traición, sirve como medio de control porque niega y destruye
la identidad humana, reduciendo al seducido a un mero instrumento utilitario.
Para la Dra. Hirigoyen, los victimarios, son agresores malintencionados, los
cataloga como perversos narcisistas, son los individuos que establecen relaciones con
los demás basados en juegos de fuerzas, la desconfianza y la manipulación.
Consideran a priori al otro como un rival al que hay que combatir, tienen que dominar
para destruir aquellos que captan como una amenaza para su poder. El otro es el malo,
responsable de todo lo que sale mal, por tanto hay que destruirle (Hirigoyen, 2001).
El agente causal puede venir de la gerencia al subordinado, es decir descendente, pero
también puede provenir del subordinado al jefe, siendo ascendente, o bien horizontal,
en el mismo nivel, o mixto.
En el entorno todas las condiciones susceptibles de incidir enrareciendo y
volviendo tóxico el ambiente de los centros de trabajo y las organizaciones son factores
de riesgo. Una organización del trabajo mal planeada, improvisada, con sobrecarga
20
laboral, etc. Además de las presiones sociales, económicas y políticas globalizadas. La
precarización del empleo formal, el desempleo, el subempleo, la economía informal, los
procesos migratorios, etc., que se traducen en los trabajadores en insatisfacción laboral
e inestabilidad laboral, e indiferencia ante la violencia, especialmente si ésta es de
implantación sutil y “subjetiva” desde esta panorámica el medio ambiente se torna un
“caldo de cultivo” y el equilibrio dinámico de la triada ecológica, se habrá roto.
En la fase dos, de Incidentes Críticos (Conflicto), no es el conflicto que se puede
solucionar o no, pero que ahí queda. Es la difusión de manera tendenciosa y
manipuladora de un conflicto reinventado, exagerado, que es utilizado para justificar y
potencializar el acoso. Es el inicio del período patogénico que en la etapa subclínica la
víctima sufre de actividades hosti les en su entorno, sutiles, de apariencia “normal”, e
inician los rumores. No es posible determinar en que momento pasa a la etapa
prodrómica. En ésta, la víctima percibe cierto alejamiento y desconsideración de sus
compañeros, siente que algo esta mal, pero cree tener la razón, porque es un mal
entendido. Se cuestiona “¿qué habré hecho mal?”, se preocupa por convencer a los
demás que su proceder es correcto, se siente incomprendida (estado clínico de
autoafirmación) y tiene cierta ansiedad, irritabilidad y alteraciones del sueño (González
de Rivera, 2006). En esta fase sería posible, con los medios preventivos instalados por
la organización, evitar que la enfermedad se desarrolle, pero si existe interés de la
misma por deshacerse de la víctima entonces se facilita al acosador y su gang el
proseguir con el objetivo, llevando a la fase tres, de estigmatización a la persona
acosada. Es la etapa sintomática, lo subjetivo es francamente objetivo con
sintomatología cognitiva, emocional y psicosomática que lleva al enfermo a la
destrucción psicológica y depresión dejando en evidencia su capacidad profesional lo
que permite dar la razón a sus acosadores. Inicia con desconcierto, no puede entender
lo que está pasando, percibe el aislamiento social, manifiesta irritabilidad, ansiedad,
alteraciones del sueño, pérdida de seguridad y confianza en su persona, su quehacer
profesional y laboral. El no sentir que es víctima de acoso y por el contrario sentirse
responsable de lo que está ocurriendo, evita que busque soluciones viables, y permite
que se mantengan, se reproduzcan y se agraven las conductas de acoso, como lo son
21
el ignorarlo, criticarlo y propagar calumnias sobre su vida profesional y personal, se
incita a los demás compañeros a unirse al acoso, porque se lo merece. Al desacreditar
su persona y su profesionalismo ante sus compañeros permite que los testigos,
aquellos ajenos al gang de acoso, enmudezcan, por tanto si empeoraron sus
condiciones de trabajo y su posición en la línea jerárquica, no importa… ¡Nadie quiere
estar con el perdedor! La destrucción psicológica avanza a la depresión, presenta
dificultad de concentración y pérdida de la memoria, se siente vac ío, decaído y apático.
Su autoestima es baja y llora con facilidad, está irritable y frustrado por lo que es
agresivo con ataques de ira, no tiene control y puede refugiarse en conductas adictivas.
Por la sintomatología psicosomática (cefalea, sequedad de boca, palpitaciones,
temblores, sudoración, mialgias, debilidad y cansancio, colon irritable, gastritis,
anorexia, nauseas, insomnio), acude al médico donde posiblemente se diagnostique
“neurosis”, reciba tratamiento sintomático e incapacidad temporal. Un diagnóstico
adecuado permitiría limitar el daño, mas el círculo se está cerrando.
La fase cuatro es la de intervención de la jerarquía, en ella se ha instaurado el
SHL, la incapacidad biopsicosocial del enfermo es obvia, su salud, su vida laboral,
familiar y social están gravemente comprometidas. En el terreno laboral el desempeño
esperado es deficiente, es francamente señalado como el causante de todo lo que
ocurra negativamente, al extremo que se hace necesario la intervención de la dirección,
y en el supuesto de llegar a la solución del “conflicto”, se hace eco de las acusaciones y
corrobora la ineptitud del trabajador porque es una persona indeseable y mentalmente
desequilibrada. En este estadio clínico traumático se exacerba la sintomatología ya
referida, agregándose los conflictos con la pareja y la ideación de persecución de los
compañeros (sintomatología de paranoia), no muy alejada de la realidad, porque el
acosador, su gang y la misma organización se encargaran de llevar extramuros
referencias negativas, negándole la posibilidad de instalarse en otra empresa, conducta
que impide la acción preventiva de rehabilitación de la víctima.
La fase cinco es la de expulsión o eliminación de la organización, se ha cerrado
el círculo, que puede realizarse por la renuncia “voluntaria”, sea por el estado de salud
22
en que se encuentra, o por obligarlo marginándolo internamente destruyendo su
autoestima, desacreditando y desprestigiándolo profesionalmente y laboralmente
asignándole tareas tontas sin sentido ajenas a su profesión o bien exigiéndole trabajos
en tiempo y forma imposibles de realizar, exponiéndole a condiciones laborales
extremas con la finalidad de ningunearle para obtener la renuncia voluntaria y con ello
librar la indemnización que por ley le corresponda . Con suerte soportar hasta la
jubilación, por la vía de la incapacidad médica, o involuntariamente mediante el
despido. Este es el estado de estabilización crónica con sintomatología de estrés
postraumático, depresión e incluso el suicidio. En México no contamos con estudios y
estadísticas del suicidio por causa del SHL, lo que no significa que no hubiese casos
relacionados con él. En esta fase de resolución, si el trabajador es diagnosticado con un
SHL ameritará la valoración de las secuelas que presente tratando de rehabilitarlo, con
la finalidad de reincorporarlo al trabajo, su familia y a la sociedad, es importante señalar
que la atención deberá ser integral incluyendo a la familia. Parte primordial del
tratamiento y la “limitación” del daño es hacer justicia para él, devolviéndole su
dignidad, reconociendo que ha sido una víctima y proporcionándole lo que por ley le
corresponda y aún cuando en México no existe una ley que proteja específicamente del
SHL, los trabajadores pueden recurrir a las Juntas Locales de Conciliación, a la Junta
Federal de Conciliación y Arbitraje, a la Procuraduría de la Defensa del Trabajo en
cuanto que en la Ley Federal del Trabajo, en su capítulo IV “Recisión de las Relaciones
de Trabajo”, artículo 51 “Son causas de recisión de la relación de trabajo, sin
responsabilidad para el trabajador:” fracción II “Incurrir el patrón, sus familiares o su
personal directivo o administrativo, dentro del servicio, en faltas de probidad u
honradez, actos de violencia, amenazas, injurias, malos tratamientos u otros análogos
en contra del trabajador, cónyuge, padres, hi jos o hermanos”.(Ley Federal del Trabajo,
2006).
Diagnóstico
El modelo biomédico de enseñanza de la medicina se basa en diagnosticar
enfermedades, su tratamiento y prevención. Por el proceso de aprendizaje y
adiestramiento el médico adquiere los conocimientos clínicos necesarios, para llegar a
23
un diagnóstico que corroborará con los estudios de laboratorio y gabinete que
considere; lo que significa que debe sospechar de qué padecimiento se trata. El
mobbing no es una enfermedad, pero es causa de severos daños a la salud del
trabajador, quien acudirá a la consulta refiriendo sintomatología psicosomática, y por
tanto recibirá el tratamiento dirigido a desaparecer o disminuir las manifestaciones
clínicas y lo canalizará, de ser necesario, a las especialidades correspondientes. Si el
trabajador acude al servicio médico de la empresa, el médico conoce el historial clínico
y su desempeño laboral, por lo tanto debiera llamarle la atención una sintomatología
que va deteriorando la salud y mermando su capacidad profesional o laboral. Es
importante que los médicos de planta conozcan este factor psicosocial de riesgo del
medio laboral, para realizar las medidas de promoción del autocuidado de la salud, la
prevención individual y colectiva, así como la atención oportuna y/o limitación del daño.
El diagnóstico diferencial se basa en descartar lo que no es mobbing: el estrés
laboral, el acoso sexual, el bullying, el burnout, y los simuladores con fines de lucro.
El tratamiento debe ser dirigido no solo a la florida sintomatología que presenta la
víctima, primordialmente permitirle que entienda que es precisamente eso ¡una víctima!,
facilitándole y proporcionándole todos los elementos necesarios para su recuperación
personal, familiar, laboral y social.
Conclusión
Para llegar al diagnóstico de un padecimiento es preciso pensar en él, en
México, por lo que respecta al mobbing (SHL), los médicos del trabajo de las
instituciones de seguridad social, IMSS, ISSSTE, no tienen conocimiento de esta
modalidad de violencia y sus severas consecuencias en la salud del trabajador, y si lo
tienen aducen que legalmente no está clasificado como riesgo de trabajo, sus médicos
familiares se limitan a diagnosticar y tratar patologías por su sintomatología. Psiquiatras
y psicólogos en su currícula de especialización aprenden a diagnosticar y tratar
patologías biológicas y psicosociales en sus manifestaciones cognitivas, afectivas,
conductuales, emocionales, psicológicas y psicosomáticas. En el aspecto laboral, el
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DSM-IV-TR hace referencia a problemas laborales por insatisfacción laboral y la
incertidumbre sobre la elección profesional, pero no en relación al mobbing Los
médicos y psicólogos laborales de organizaciones ajenas al Estado, en su mayoría,
carecen de la formación profesional sobre Medicina del Trabajo y de la Seguridad e
Higiene en el Trabajo, lo que limita su campo de acción a los requerimientos de la
empresa para la que laboran, la prevención se limita a los agentes físicos, químicos y
biológicos del medio ambiente laboral, los factores de riesgo psicosociales no son
atendidos. Algunas organizaciones se ostentan como socialmente responsables, lo que
les permite una buena imagen pública que no las libra de que en su interior se estén
realizando conductas mobbing. Estas circunstancias impiden un diagnóstico certero y
oportuno, por lo tanto el tratamiento se limita a las manifestaciones cl ínicas. Al no
atenderse el origen de las causas del padecimiento conlleva a no contar con medidas
específicas para la prevención, el diagnóstico, atención y limitación del daño,
perdiéndose lo primordial: devolver la dignidad a la víctima del SHL y con ello, quizá,
evitar el suicidio. Sin embargo el panorama no es tan desalentador. En México
investigadores de diversas disciplinas se han abocado a su estudio, con avances
significativos por ejemplo: el Dr. Pando Moreno (Universidad de Guadalajara) desarrolló
una herramienta de identificación de las conductas mobbing, es el Inventario de
Violencia y Acoso Psicológico en el Trabajo (IVAPT-PANDO). El fenómeno mobbing se
ha tratado en diferentes foros, por ejemplo en el V Congreso de la AMET(2006), la
mesa de trabajo sobre violencia obtuvo como resultado la publicación del primer libro
sobre mobbing en México: “Cuando el Trabajo nos Castiga. Debates sobre el Mobbing
en México”. Las redes sociales y la Internet son herramientas valiosas en la divulgación,
conocimiento y el intercambio de los avances sobre esta inmoral conducta.
En el desarrollo de este trabajo se logró conjuntar síntomas y signos presentes
en la conducta mobbing, consiguiendo integrar un síndrome, cuya primicia es debida al
Dr. Heinz Leymann, punto de partida y coincidencia para las diversas disciplinas que
estudian el fenómeno mobbing por lo anteriormente expuesto se propone nombrar al
mobbing laboral como Síndrome de Heinz Leymann.
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Historia Natural de la Enfermedad
Síndrome Heinz Leymann (SHL)
Período Prepatogénico Incubación-Inducción
Período Patogénico
Interacción de los Factores Riesgo
Triada ecológica Huésped
Agente: descendente, ascendente,
horizontal, mixto Entorno
Etapa Cronicidad
Invalidez-Muerte Fase 5 de Expulsión Ninguneo,
Cosificación
Etapa Avanzada Progresiva-Crónica
Fase 4 Intervención de la Jerarquía
Etapa Sintomática Fase 3 de
Estigmatización
Horizonte Clínico Clínico
Etapa Reactiva Fase 1 de Seducción
Etapa Prodrómica
Subclínico
Fase 2
Incidente-Conflicto
Prevención Primaria Prevención Secundaria Prevención terciaria
Promoción de la salud
Protección específica
Diagnóstico precoz Tratamiento oportuno
Limitación del daño Rehabilitación Valoración de secuelas Cronicidad
Individual y colectivo: Gerencia,
Sindicato, etc.
Individual Individual y
familiar
Individual y familiar
H
E A
Tabla 1. Historia Natural de la Enfermedad, Síndrome de Heinz Leymann.
26
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