Economia campesina

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CUADERNOS TIERRA Y JUSTICIA No. 2 LA ECONOMÍA CAMPESINA COLOMBIANA 1990-2001 JAIME FORERO ÁLVAREZ Profesor e investigador, Instituto de Estudios Rurales, IER, Pontifica Universidad Javeriana. Colaboradores: JUAN ANDRÉS GALARZA LUZ ELBA TORRES JOSÉ LUIS FORERO ISBN 958-9262-21-X © Jaime Forero Álvarez

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CUADERNOS TIERRA Y JUSTICIA No. 2

LA ECONOMÍA CAMPESINA

COLOMBIANA 1990-2001

JAIME FORERO ÁLVAREZ Profesor e investigador, Instituto de Estudios

Rurales, IER, Pontifica Universidad Javeriana.

Colaboradores: JUAN ANDRÉS GALARZA

LUZ ELBA TORRES JOSÉ LUIS FORERO

ISBN 958-9262-21-X © Jaime Forero Álvarez

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CONTENIDO

Introducción LA POBLACIÓN RURAL EN EL MUNDO 1. CAMPESINADO Y POBLACIÓN RURAL • Movimientos • Empleo rural 2. EL PRODUCTOR CAMPESINO COLOMBIANO • Campesinado y empresariado agropecuario • Ámbitos económicos y ámbito territorial 3. Campesinado, mercado y cambio técnico A PROPÓSITO DE PREJUICIOS • Competencia y complementariedad 4. Producción campesina EVOLUCIÓN RECIENTE Y ESTADO ACTUAL • Producción pecuaria campesina • Los cultivos proscritos • Café: crisis y minifundización • Hortalizas y frutales 5. EFECTOS DE LAS MEDIDAS LIBERALIZANTES 6. INGRESOS DE LOS CAMPESINOS • Constatación de la viabilidad económica • Principal limitante de la producción campesina • Subremuneración del trabajo familiar 7. PRODUCCIÓN FAMILIAR Y SISTEMA ALIMENTARIO • Producción campesina y dieta en Colombia • Circuitos de circulación de los alimentos • Sistema alimentario adecuado

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INTRODUCCIÓN LA POBLACIÓN RURAL EN EL MUNDO

La población rural en el mundo es el 53% de la población total y la agricultura continúa siendo la actividad económica que mayor empleo genera. En el Tercer Mundo, con excepción de América Latina, los habitantes del campo superan numéricamente la población de las ciudades. Sin incluir lo que ocurre en los países de altos ingresos, los empleados en el sector agropecuario son mucho más numerosos que los ocupados en otras actividades (cuadros 1 y 2).

De otra parte, los productores familiares, aun en buena parte de los países altamente industrializados, tienen una participación muy importante en la producción agrícola y en muchos casos, ampliamente mayoritaria (cuadro 3).

Colombia figura entre los países en donde la participación del trabajo asalariado en la agricultura es mayor que la de la mano de obra familiar (cuadro 3). Sin embargo, como veremos más adelante, la producción familiar agrícola en nuestro país es más importante que la capitalista. Esto se debe a que los campesinos contratan jornaleros, en niveles altamente significativos, para muchas de las labores en sus fincas, de manera que si se toma la relación entre mano de obra asalariada y familiar como indicador de la participación de la producción campesina queda de esta forma subvalorada la participación de la economía familiar. De otra parte, se tiene información que muestra que esta característica de la economía campesina colombiana no es excepcional para nuestro país en el contexto del Tercer Mundo [Haubert 1999]. Puede pensarse entonces que en algunos de los países en los que la proporción de trabajadores asalariados es mayor que la participación de la mano de obra familiar, la participación de la economía campesina puede ser mayoritaria.

Con lo anterior queremos resaltar dos cosas. La primera, que la agricultura y la economía campesina continúan siendo sumamente importantes en todo el mundo y por lo tanto las políticas agrarias, rurales, ambientales y agroalimentarias deben seguir ocupando un lugar prioritario en las agendas nacionales e internacionales.

Lo segundo que observamos es que son equivocados ciertos análisis convencionales que ven la posición relativa de América Latina como un caso interesante de progreso económico pues su población rural es relativamente baja en el contexto mundial. Desde otra óptica, esta situación se puede interpretar como un indicador de las serias limitaciones de la región para desarrollar su sector agrario y de una hipertrofia urbana que no es capaz, ni lo será en las próximas décadas, de dar respuesta satisfactoria a las necesidades de los habitantes en sus urbes.

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Cuadro 1 Población mundial urbana y rural. Millones de personas.

Año 2000

Población Población % de Continente urbana rural población rural

África 310 521 62,7

Asia 1.407 2.328 62,3

Europa 548 181 24,8

América Latina 401 123 23,5

América del Norte 237 69 22,5

Oceanía 22 91 80,5

TOTAL MUNDIAL 2.925 3.313 53,1 Fuente: Organización de Naciones Unidas, “Word Urbanizations Prospects. The 1994 Revision”, Hábitat 1997

Cuadro 2 Población activa mundial. Millones de personas.

Año 1995

Agricultura Servicios Industria Desempleados Países con altos 20 220 110 30 ingresos Países con ingresos 210 250 170 50 medios Países con ingresos 800 470 200 50 bajos Total 1.030 940 480 130 Fuente: Banco Mundial, en Bonnamour [1996].

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Cuadro 3 Distribución de los países del mundo según participación de la mano de obra familiar en la agricultura 1996 REGIÓN

Países donde la mano de obra familiar empleada supera el trabajo

asalariado

Países donde el trabajo asalariado supera la mano de obra familiar empleada

Asia del Este y Pacífico

Brunei, China, República de Corea, Hong Kong, Indonesia, Macao, Malasia, Filipinas, Polinesia Francesa, Tailandia.

Guam, Singapur.

Europa y Asia Central

Chipre, Grecia, Hungría, Malta, Polonia, Portugal, Rumania, Checoeslovaquia, Turquía, Yugoslavia

Bulgaria

América Latina Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Panamá, República Dominicana, Venezuela.

Argentina, Bahamas, Barbados, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Puerto Rico, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay, Colombia, Malvinas.

Medio Oriente Argelia, Barrein, Egipto, Irán, Israel, Siria, Túnez.

Emiratos Árabes, Kuwait, Qatar,

Países altamente industrializados – OCDE

Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Suecia

EUA, Reino Unido, Suiza

Asia del Sur Bangladesh, India, Maldia, Pakistán, Sri Lanka

África Subsahariana

Botswana, Camerún, Cabo Verde, Comores, Gana, Liberia, Malawi, Nigeria, República Centro Africana, Reunión, Togo, Zambia.

Santo Tomás, Seychelles

Fuente: elaborado de acuerdo con los datos FAO,”Reporte sobre el desarrollo del mundo”, Bonnamour [1996]. Para Colombia, DANE – Encuenta Rural de Hogares.

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2 CAMPESINADO Y

POBLACIÓN RURAL La población que vive hoy en los campos de Colombia representa el 31% de la población total. Si a ella se le agregan los habitantes que viven en las pequeñas cabeceras municipales (menores de 10 mil habitantes), la población rural alcanza el 38%.

En el país, la población rural creció a lo largo del siglo veinte, duplicándose entre 1938 y 1993, a pesar de la alta intensidad de la migración de los campos hacia las ciudades. El hecho es que buena parte las nuevas generaciones se queda en los campos aunque son más las personas que salen hacia las ciudades. Esta tendencia se mantuvo hasta 1993, año del último censo, a pesar de que desde 1988 aproximadamente se viene presentando un acelerado proceso migratorio suscitado por el desplazamiento forzado.

MOVIMIENTOS

En el cuadro 4 puede observarse que la población en el campo

creció en el último período intercensal (1985 - 1993) a una tasa significativamente positiva (0,93% anual). Sin embargo, un cálculo muy aproximado hecho por nosotros con las cifras sobre desplazamiento nos indica que muy posiblemente hoy se tenga un número de habitantes en los campos (resto municipal) ligeramente inferior al de 1993. Es decir, tendríamos por primera vez en la historia reciente del país una disminución de la población en el campo, situación que obedecería al conflicto armado. Traslados en el mismo campo

En la formación de nuestra sociedad rural se ha presentado una

importante migración intrarrural. Personas y familias se trasladan de una zona a otra pasando muchas veces por centros urbanos en donde residen algún tiempo antes de volver a vincularse al campo. Las zonas de colonización reciente reciben gran parte de estos migrantes.

El principal factor de movilización de población entre 1950 y 1965 fue la llamada Violencia1. Entre 1965 y 1985 (aproximadamente), este movimiento se suscitó por la búsqueda de oportunidades económicas que hacían los campesinos –especialmente los andinos–, costreñidos por la inflexibilidad de la frontera agrícola que es a su vez una consecuencia de la concentración de la propiedad de la tierra y de su contrapartida, la minifundización de ciertas áreas.

1 Violencia con mayúscula en la memoria histórica 1946 - 1966

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De 1988 a hoy, los movimientos poblacionales entre zonas rurales se han suscitado fundamentalmente por el desplazamiento forzado, con lo que se han presentado traslados hacia afuera de las zonas de colonización reciente y en el interior de estas zonas. La base económica para la recepción de migrantes en las zonas de colonización reciente ha sido principalmente la producción cocalera y, en segundo término, la amapolera. Es por esta razón que la región amazónica – orinocense, en donde se produce la mayor parte de la coca, presenta la mayor tasa de crecimiento poblacional rural frente a las otras grandes regiones. Según Fajardo y Mondragón [1997, 84]2, 60 de los 73 municipios colombianos con mayor tasa de crecimiento poblacional entre 1985 y 1993 tenían cultivos proscritos y en el 90% de los municipios de reciente colonización hay ese tipo de cultivos.

En el cuadro 5 puede observarse el panorama de la distribución de la población colombiana entre urbana y rural por regiones, según el último censo. Debe tenerse en cuenta que en la primera columna (“Participación de la población rural”) se incluye la población en cabeceras municipales de menos de 10.000 habitantes y la población que los censos clasifican como “resto”, es decir, que vive por fuera de las cabeceras municipales. En la segunda columna se toma solamente la población del “resto” municipal.

El crecimiento de la población rural, sin embargo, no se presenta exclusivamente en las zonas de colonización reciente. Los datos censales revelan, en efecto, que ciertos municipios que no pertenecen a las áreas de colonización o de expansión de la frontera agrícola tienen tasas de crecimiento positivas. En estos casos, hasta donde conocemos, se trata de municipios en los que los campesinos no están sometidos a condiciones extremadamente desfavorables para acceder a la tierra ni han vivido el desplazamiento violento. Por ello han podido estabilizarse como productores agropecuarios.

Un análisis de lo que ocurre con la población rural de la Región Andina confirma esa tendencia al crecimiento. La población rural, contabilizada como los habitantes del resto municipal y de las cabeceras menores de 10.000 habitantes, muestra una tendencia positiva del crecimiento, con una tasa de 0,7% anual para el período 1993 – 20003.

EMPLEO RURAL

Es claro que los hogares rurales no trabajan exclusivamente en la

agricultura, sino que combinan diversas actividades, llevadas a cabo en sus propias parcelas o por fuera de ellas, en el campo mismo, o en las cabeceras municipales. Por esta razón, las actividades no

2 Citado por Ferro [2001]. 3 Se calculó, en este caso, la población perteneciente estrictamente a la Región Andina. Para hacerlo se tomó, de un lado, la población de todos los municipios que tienen toda el área en la ecorregión. De otra parte, para aquellos municipios con territorio en esta y otras ecorregiones, se tomó la población de las cabeceras cuando estaban localizadas en los Andes y una parte proporcional de la población del resto municipal de acuerdo con la proporción de su superficie en esta región. Se trabajó con las bases de datos del DANE cruzada con mapas de altitud (véase Corrales, Forero, Salgado y Salazar 2000).

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agropecuarias en el medio rural tienen un peso creciente, pero es indudable que la economía en este medio depende de la producción agraria, dentro de la cual el campesinado tiene una participación muy importante.

Según las Encuestas de Hogares Rurales, el 56% del empleo rural era agropecuario en 1997, mientras que en la industria se ocupaba al 6,4% de los habitantes y en los servicios y demás actividades terciarias, el 33%. Años atrás, en 1988, la proporción del empleo agropecuario era más alta: 61%4. Esta disminución entre 1988 y 1997 condujo a especular sobre un cambio estructural de la economía rural, caracterizado por la pérdida de importancia de las actividades agropecuarias y el surgimiento con fuerza de algunas nuevas actividades. Esto se ha presentado como una de las características centrales de la denominada nueva ruralidad.

No se trata de desconocer la importancia de ciertos aportes de esta concepción, como la muy justa exaltación de la relación a través del medio ambiente de la actividad rural y urbana, o la importancia de la combinación de múltiples estrategias de reproducción de los hogares rurales. Sin embargo, la idea del arribo de una nueva ruralidad al país, como un cambio estructural significativo, en el que la actividad agropecuaria pierde importancia frente a otras actividades económicas, parece surgir de un traslado mecánico a nuestro medio de las corrientes académicas europeas en boga y no se ajusta muy bien al caso colombiano, por al menos tres razones:

• La caída porcentual del empleo agropecuario en la economía rural se debe a la crisis de una gran parte de los cultivos (especialmente el café y los transitorios-capitalistas) y al paso consecuente de un gran número de personas a actividades informales precarias. No se trata del surgimiento de posibilidades interesantes de carácter industrial (pequeña industria rural) o de nuevos servicios que prestaría el campo a la sociedad en su conjunto (venta de servicios ambientales, turismo y ecoturismo, etcétera) y que elevarían el nivel de vida de la población rural.

Es decir, no parece estar surgiendo una nueva ruralidad en la que

se abra un abanico de nuevas oportunidades para el campo, que haga pasar a un segundo plano a la agricultura. La caída del empleo agrícola es más bien el resultado de una prolongada crisis agropecuaria cuya superación podría, eventualmente, revertir estas tendencias. Un indicador que apoya esta opinión es la tendencia decreciente del empleo manufacturero en el sector rural, que disminuyó en 10% entre 1988 y 1997, mientras que el empleo agrícola decreció en 8%.

• En nuestro país, el grueso de las actividades de los centros urbanos pequeños (cabeceras municipales con menos de 10 mil o 20 mil habitantes) se sustenta en la dinámica de la actividad agropecuaria. A partir de esta actividad, se forma la mayor parte de encadenamientos económicos.

4 Datos del DANE – Encuestas Rurales de Hogares procesados por López y otros 2000.

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• Se ha observado que la producción agropecuaria constituye una fuente de ingresos para buena parte de los hogares que viven en las cabeceras municipales. Están, de un lado, los jornaleros agrícolas, que en ocasiones forman asentamientos relativamente populosos, como ocurre en las zonas cafeteras. De otra parte, hay personas que viven en los pueblos y que tienen sus negocios agropecuarios: fincas administradas por terceros, lotes de cultivo o ganado, administradas bajo diversas formas de asociación (datos del municipio de Fómeque, en Torres 2001b).

Cuadro 4

Colombia. Tasas de crecimiento de la población 1985-1993

Cabeceras municipales 2,70%

Resto municipal 0,93%

Total 2,12%

FUENTE: DANE

¿CÓMO SE MIDE EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN? El crecimiento total de la población rural se mide sumando el crecimiento vegetativo y las migraciones de la ciudad al campo. El crecimiento vegetativo es la diferencia entre nacimientos y muertes.

Cuadro 5 Colombia. Distribución regional de la población 1993

Región Población total Participación de la Participación población (No. de habitantes) población rural (%) Resto (%)

Caribe 7.965.695 39,12 33,11

Oriental 11.649.375 28,01 22,50

Central 9.418.953 40,80 32,51

Pacífico 6.713.638 42,38 36,46

Orinoquía y Amazonía 1.917.050 65,63 54,60

Total nacional 37.664.711 38,03 31,37 Fuente: Fundación Social de acuerdo con los censos de población del DANE, este estudio.

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2 EL PRODUCTOR CAMPESINO

COLOMBIANO

¿Cuál es el espacio económico que ocupan los campesinos en nuestra sociedad? ¿Cuál es su especificidad como agentes económicos? Estas son las preguntas que intentamos responder en este capítulo sin desconocer las otras muchas dimensiones políticas y culturales del campesinado. Dicho de otra manera, queremos dejar claro quiénes son los campesinos como productores agropecuarios.

CAMPESINADO Y EMPRESARIADO AGROPECUARIO

La estructura productiva del agro colombiano se compone de tres

formas empresariales básicas:

• La empresa agropecuaria capitalista.

• El latifundio ganadero especulativo

• La producción familiar (o comunitaria), En el cuadro 6 se presentan algunas de las características

centrales de estas tres formas empresariales. En Colombia, los campesinos son en su mayoría productores

familiares agropecuarios. Se pueden considerar también como campesinos los productores familiares forestales o pesqueros y las comunidades rurales indígenas o afrocolombianas en las que la economía comunitaria sustituye o complementa la producción familiar.

Para todos los campesinos, sus unidades de producción son al mismo tiempo unidades de consumo cuya finalidad es precisamente la reproducción de la familia o de la comunidad. Esta circunstancia los diferencia esencialmente del empresariado capitalista agropecuario, cuya reproducción depende de la obtención de ganancias. A la vez, la familia o la comunidad le imprimen el carácter organizativo a la actividad productiva de los campesinos. La producción se organiza de acuerdo con el sistema de decisiones de la familia o de la comunidad y la división de tareas entre sus miembros, de acuerdo con su edad, sexo, jerarquías y con sus experiencias y conocimientos.

Los campesinos colombianos son en su mayor parte estrictamente productores familiares. Aun dentro de varios grupos étnicos, indígenas o afroamericanos predomina la organización productiva familiar. No sobra insistir que hay grupos sociales pertenecientes a este tipo de etnias cuya organización económica es, o tiende a ser, comunitaria,

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pero su participación en términos poblacionales y en términos productivos es marginal en relación con los demás productores familiares, aunque su importancia cultural y territorial sea incuestionable.

ÁMBITOS ECONÓMICOS Y ÁMBITO TERRITORIAL Lo monetario y lo doméstico

Aunque la organización empresarial de la producción campesina es

esencialmente familiar, los productores campesinos están muy integrados al mercado. La mayor parte de los ingresos de sus sistemas productivos se derivan de las ventas (cuadro 7). lo que implica a la vez que sus medios de subsistencia se adquieren en una alta proporción en el mercado Una altísima proporción de los campesinos contrata sistemáticamente trabajadores asalariados, hasta el punto de que la participación del trabajo familiar puede ser menor que la de la mano de obra contratada.

Al mismo tiempo, estos campesinos compran insumos y en ocasiones alquilan o compran maquinaria (tractores, trapiches, beneficiaderos mecanizados). Todo esto influye sensiblemente en la estructura de costos de su producción.

Si bien los productores campesinos están muy integrados al mercado, la participación de los elementos no monetarios es esencial para su organización productiva – empresarial y para la subsistencia de sus familias (o comunidades). Tenemos de un lado la utilización de trabajo familiar que sigue siendo relevante: entre el 47% y el 83%,5 de acuerdo con los datos del cuadro 7 (productores típicamente familiares). Esta participación es por supuesto mucho más importante entre los indígenas y las comunidades afrocolombianas.

De otra parte, el autoconsumo agropecuario, que solventa una parte de la dieta alimentaria de los productores familiares, es otro elemento central del ámbito doméstico de la economía campesina. A pesar de la intensa y creciente monetización de sus sistemas de producción, los campesinos mantienen estrategias que les garantizan un cierto nivel de autoabastecimiento, equivalente en promedio a un 30% de la canasta de alimentos [Torres 2001 b]. El autoconsumo se compone de residuos de las cosechas comerciales y de cierta producción realizada exclusiva o principalmente para este fin (se destaca la producción de leche, de aves y de maíz).

Las relaciones entre los campesinos mediadas por el parentesco y por el vecindario son fundamentales para la circulación de mano de obra, tierra y capital y constituyen otro elemento clave del ámbito doméstico de la economía campesina (no regulado por los intercambios monetarios). Están, de un lado, las asociaciones para cultivar o criar ganado (medianerías; poramberías; ganado al aumento), los intercambios

5 La participación del trabajo familiar está implícita en el cuadro 7 y equivale a la diferencia con 100% de la participación del trabajo asalariado en el total.

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de productos e insumos a través del trueque y de trabajo por medio de diversos sistemas de contraprestaciones, conocidos en muchos casos como mano vuelta.

De otro lado, entre las comunidades campesinas se mantienen los intercambios recíprocos basados en la lógica de la solidaridad y, a veces, del prestigio y de la sanción social. Especialmente importantes son las donaciones de alimentos (con y sin contraprestación), que permiten a algunos hogares afrontar crisis productivas coyunturales y que son básicas para la reproducción de los hogares más pobres [Torres 2001b]. Se conserva también la organización colectiva para realizar obras comunales o para ayudar a los hogares con situaciones críticas.

Cuando las familias campesinas se ven enfrentadas a problemas económicos, acuden a las redes de solidaridad e intercambios recíprocos. Definitivamente se logró comprobar en Fómeque e inclusive en las otras zonas del país analizadas por medio de información documental que la gente acude a estas redes de solidaridad cuando están afrontando serias crisis económicas, ya sea por malas cosechas o por malos precios. Aunque el impacto de 1,4% en promedio sobre el ingreso total de los productores analizados es muy pequeño, queda claro que estos intercambios, que se intensifican en momentos de crisis, pueden ser muy importantes para los hogares que están en situación de pobreza extrema hasta el punto que pueden explicar, en algunos casos, su sobrevivencia [Torres 2001b]. En síntesis, en la economía campesina hay un ámbito monetario en

el que las transacciones se rigen por el dinero y un ámbito doméstico, objeto de los intercambios acabados de mencionar6. Lo individual y lo colectivo. Espacio productivo y territorio.

En la economía campesina se presenta simultáneamente un ámbito

individual y un ámbito colectivo. En el primero, la familia es la que toma las decisiones, de acuerdo con sus jerarquías, su disponibilidad de recursos y según las restricciones del medio socioeconómico y ecosistémico. Las decisiones en el ámbito económico colectivo se toman de acuerdo con las estructuras sociales de la comunidad (relaciones de parentesco, relaciones de vecindario, autoridades y líderes) y con las relaciones que tienen la comunidad y el Estado, la Iglesia, los gremios, los gamonales, los comerciantes y los políticos.

El ámbito económico colectivo tiende a ser más amplio entre las comunidades étnicas que entre los productores típicamente familiares (campesinos mestizos); pero no deja de ser importante entre estos últimos.

En varias comunidades indígenas y negras se observa una especie de equilibrio entre el ámbito individual y el ámbito colectivo. En algunos casos, la tierra que será explotada por la familia se asigna

6 Aun en el capitalismo más avanzado es básico lo que Claude Meilasoux en su obra

Mujeres, graneros y capitales llama el modo de reproducción doméstico.

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comunitariamente, bajo las pautas sociales y del poder político de la comunidad.

De otra parte, independientemente de que la familia acceda a la parcela mediante la asignación comunitaria o a través de la propiedad privada, el ámbito de la economía colectiva en estas comunidades está constituido además por una serie de empresas productivas y de activos patrimoniales o productivos que se administran o se explotan a través de acciones colectivas:

• Acceso a fuentes de agua, a pasturas comunitarias y a los recursos silvestres.

• Trabajos colectivos para obras de infraestructura o para auxiliar a familias que se encuentran en condiciones críticas (mejora de vivienda y labores en los cultivos de la familia asistida).

• Parcelas colectivas para autoconsumo o venta.

• Tienda comunitaria.

• Transporte comunitario (chivas, camiones o mixtos; lanchas con motor fuera de borda). El ámbito colectivo en las comunidades de campesinos típicamente

familiares abarca, de un lado, de manera casi generalizada, las obras comunitarias para construir infraestructura. Se trata no solamente de la obra física hecha con aportes regulados de mano de obra sino también de las interrelaciones con el Estado y con la clase política para acceder a los recursos. En ese sentido, este ámbito de la economía ha sido inteligente e inescrupolosamente explotado y expoliado, la mayor parte de las veces, por el sistema clientelista.

Las regulaciones del acceso a los servicios ambientales (agua, leña, madera, cacería) entre los campesinos típicamente familiares mestizos han sido más bien excepcionales pero tienden en los últimos años a cobrar una gran importancia. Estaban limitadas a algunos grupos de productores que tenían acceso a riego por gravedad mediante sistemas de acequias y más raramente, todavía, a algunas comunidades que poseían potreros colectivos (generalmente en los páramos o sus cercanías). Pero hay una serie de circunstancias que se han acumulado y que ponen al orden del día la necesidad de emprender acciones reguladoras. El corazón de este asunto es el problema del agua y de las coberturas vegetales que regulan el sistema hídrico.

La demanda de agua ha crecido con la expansión poblacional de las comunidades rurales y con su conexión a sistemas de acueducto. Hay cada vez más dotaciones de agua domiciliaria: desde acueductos que atienden varias veredas hasta la manguera que instala cada familia. También se está multiplicando el riego por medio de aspersores, surtidos generalmente por medio de mangueras que cada usuario instala al amparo de la propiedad pública de las fuentes o de concesiones de agua entre particulares (servidumbres). Este sistema ha sido la clave del desarrollo agrícola de la producción familiar de ladera. No hay por supuesto estadísticas al respecto, pero nos atrevemos a decir que posiblemente habría que usar 6 dígitos para estimar el número de hectáreas regadas por este medio.

Por último, la demanda de leña para combustible ejerce una fuerte presión sobre la cobertura natural. También la presión existe sobre de

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las fuentes de agua para usarla como depósito de residuos domésticos y de los insumos agroquímicos. La economía y el espacio

El ámbito espacial de la economía campesina se expresa

territorialmente y no solo en la parcela, de manera que es indispensable tener una perspectiva de regulación del uso y del acceso al territorio para entender los problemas de la economía rural y planificar sus soluciones. Esta cuestión, evidente para las comunidades indígenas y negras, es también muy clara para el resto del campesinado.

Hay varios aspectos que deben tenerse en cuenta:

• El acceso a la tierra, elemento indispensable para la consolidación de la economía rural, está limitado territorialmente por la dinámica del latifundismo. Este tema se desarrolla en el primer cuaderno de esta colección.

• De otra parte, la comunidad rural ve constreñido su espacio por el monopolio de poder local y regional ejercido por los políticos tradicionales y por los grupos armados que han desarrollado múltiples formas de dictaduras militares.

• Insistamos por último en que en la economía campesina hay, como se dijo atrás, un ámbito colectivo consustancial a su sistema económico, que se potencia plenamente en la medida en que las comunidades puedan regular autónomamente su propio territorio. En este ámbito son esenciales la gestión de los recursos naturales en los ecosistemas circundantes, el ordenamiento del uso del territorio y su planificación.

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Cuadro 6 Tipos empresariales básicos de la estructura agraria colombiana

EMPRESA BÁSICA /Naturaleza socioeconómica

TIPOS PRODUCTOS

CAPITALISTA AGROPECUARIA Su reproducción depende de la obtención sistemática de utilidades

Finca agrícola Empresa itinerante Plantaciones agroindustriales Hato ganadero tecnificado Hato ganadero extensivo y Semiintensivo Bioindustrias

Café, banano de exportación, frutales Arroz, sorgo, maíz tecnificado, algodón, soya. Azúcar, palma africana, madera Leche principalmente y en segundo lugar, carne Carne principalmente y en segundo lugar, leche Aves – huevos, flores

LATIFUNDIO GANADERO ESPECULATIVO Su finalidad es la renta inmobiliaria especulativa (o la legalización de capitales), el dominio territorial y secundariamente la ganancia derivada de la actividad pecuarias.

Latifundio ganadero especulativo

Carne

FAMILIAR O CAMPESINA Su reproducción depende de los ingresos (monetarios y en especie) que genera a la familia o al grupo social.

Empresa comunitaria Empresas familiares de autosubsistencia Empresas familiares altamente integradas al mercado. Producción familiar capitalista.

Cultivos predominantemente campesinos. · Café · Cereales: maíz, trigo, cebada, arroz

secano manual · Oleaginosas: ajonjolí. · Papa, plátano, yuca, ñame. · Hortalizas y frutas. · Agroindustrias en fincas: café,

tabaco, coca, amapola, panela Pecuarios: leche; bovinos, aves. Madera silvestres. Pescado (pesca artesanal)

Cuadro 7 Colombia. Región Andina colombiana. Grado de monetización de los sistemas de

producción campesinos. Valores promedio anuales.

Ventas anuales Relación Costos monetarios Trabajo asalariado Tipos de productores (en miles de pesos ventas/autoconsumo sobre sobre de 2001) % costos totales % trabajo total %

Hortícolas 12. 545 99 58 44

Paperos en Lenguazaque – Cundinamarca 25. 362 92 71 50 aprox.

Campesinos tradicionales en Santander 8. 806 99 38 29

Minifundistas en Nariño 1. 316 s.d 31 17

Cafeteros en Buga – Valle 13. 707 92 55 30 aprox.

Cafeteros en Restrepo – Valle 16. 384 95 44 53 s.d: sin dato

Fuentes: Forero y otros 2000 y 2001; Forero 1999; Paz 1999.

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3 Campesinado, mercado y cambio técnico

A PROPÓSITO DE PREJUICIOS Alrededor de la economía campesina se ha formado un imaginario que no corresponde a su realidad. La concepción convencional y predominante de nuestro productor familiar rural poco o nada se basa en una juiciosa observación, sino en un traslado mecánico de textos del marxismo, de la economía neoclásica y de la economía neoinstitucional, así como de las directrices analíticas que aparecen en los textos de los organismos internacionales.

Las caracterizaciones que a menudo se hacen de los campesinos suelen apegarse a tales esquemas teóricos y, a veces, a prejuicios ideológicos que las alejan, al menos en el caso colombiano, de las particularidades de nuestros productores rurales � �. Nuestra realidad es precisamente la de un campesinado inmensamente heterogéneo y, en términos generales, orgánicamente articulado a la economía del país.

Muchos autores han establecido una generalización a menudo compartida por el grueso público, por los políticos y por buena parte de las instituciones encargadas de fijar las pautas o de desarrollar los programas de desarrollo rural. Se dice y se acepta que el campesino es un productor tradicional que produce sobre todo para su propia subsistencia y solamente algunos pocos excedentes para el mercado. Se afirma también que su forma de producir es arcaica y que esto obedece a su marginamiento y quizás a su incapacidad para introducir cambios tecnológicos.

El campesinado colombiano tiene importantes diferencias con el de países como Perú, Bolivia, Guatemala, entre varios otros de Latinoamérica en los que sus sociedades indígenas tienen un gran peso demográfico. En nuestro país, la mayor parte de las comunidades campesinas son de reciente formación (siglos diecinueve y veinte) y han surgido y se han consolidado en buena medida en medio de sus luchas por integrarse al mercado: lucha contra las trabas de las haciendas republicanas de la Región Andina y de los latifundios costeños, lucha por fundarse como colonos para sacar sus productos (café, panela, cerdos, plátano, fríjol, maíz, papa, coca) al mercado, lucha para construir la carretera que facilite la circulación de bienes y servicios. Son luchas que han hecho del campesinado un protagonista de la construcción y economía del mercado colombiano7.

7 No se debe deducir de esto que los productores campesinos que existían antes de la irrupción del capitalismo moderno a sus sociedades agrarias no entraron a la órbita de la economía del mercado o que desaparecieron. Los campesinos de la mayor parte de los países europeos y de algunos asiáticos son ejemplos notables de adaptación a las nuevas exigencias e imposiciones del capitalismo, los primeros apoyados

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En Colombia predomina, en consecuencia, un campesinado integrado al mercado, que ha introducido intensos cambios en sus sistemas productivos para adaptarse a la creciente y cambiante demanda de productos agropecuarios. Esa demanda es tanto nacional (todo tipo de alimentos), como internacional (tabaco, café, marihuana, coca, amapola, algunos frutales). Es claro, entonces que la preconcepción de un campesinado tradicional, arcaico y refractario al cambio dista mucho de la verdadera realidad.

A partir de la década del setenta, los campesinos introdujeron cambios técnicos basados en la oferta de la Revolución Verde. Un resultado de este proceso es que los sistemas de producción familiares incorporan en grados diversos la tecnología agroquímica. Excepcionalmente, hay productores que conservan sistemas de producción tradicionales que se califican como orgánicos y está surgiendo un sector de nuevos agricultores, con un peso marginal en la producción, que viene implementando sistemas de esta naturaleza, retomando prácticas tradicionales y aplicando nuevos conceptos promovidos por algunas organizaciones no gubernamentales y otras gubernamentales como Pronatta.

Se dice también que los campesinos no tienen capacidad de acumulación8. Las evidencias muestran lo contrario. En el caso colombiano, la acumulación de capital de algunos campesinos ha sido una de las fuentes de formación del empresariado agrícola. En ciertos contextos productivos, los campesinos logran tener éxito y transitan de su condición como productores familiares a la de empresarios capitalistas, sobre la base de la ampliación paulatina de sus cultivos. Un ejemplo notorio es el de los productores de papa y cebolla en el altiplano cundiboyacense [Raymond 1990], que han formado enormes capitales. Otro es el de una zona de actividad hortícola típicamente campesina del oriente de Cundinamarca, donde se detectó la formación de un nuevo empresariado cuya acumulación se origina en esa actividad [Forero y otros 2001].

Igualmente, muchos antiguos campesinos cafeteros se fueron convirtiendo a lo largo de los años 70 y 80 en empresarios capitalistas. Ahora bien, buena parte de la producción cafetera se capitalizó por medio de inversiones procedentes de sectores urbanos o surgió de la acumulación de grandes hacendados que no eran propiamente productores familiares [Rojas 1982]. Este ejemplo ilustra que la acumulación de capital procedente de la empresa familiar rural no es la única fuente de formación del empresariado capitalista colombiano; ni la principal. fuertemente por el Estado. Igualmente, ciertos sectores de los campesinos indígenas centroamericanos y suramericanos funcionan orgánicamente, no sin problemas, como productores integrados a mercados regionales, nacionales e internacionales. Al ubicarnos del otro lado, del de los perdedores, hay que reconocer que para buena parte de las sociedades agrarias o tribales del planeta, la entrada del capitalismo ha significado procesos trágicos de descomposición, desde la precarización de sus condiciones de vida, hasta la expulsión de sus tierras y el genocidio.

8 Por lo regular, la producción campesina se caracteriza como una economía de reproducción simple, por oposición a la economía capitalista, cuya característica intrínseca es la acumulación de capital y la reproducción ampliada.

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Pero valga la pena anotar que en los casos en los que los capitales provienen de los campesinos se tiende a conformar una economía rural estratificada en donde conviven funcionalmente empresarios y pequeños productores [Forero 1999], por medio de una compleja red de interrelaciones que conforman una especie de ‘ecosistema económico – empresarial con sinergias mutualistas y competitivas’, para hacer una analogía con la ecología.

Por el contrario, la economía capitalista, formada a través de la conversión de latifundios o haciendas, caso de la producción azucarera o bananera, tiende a excluir a los campesinos como productores y muchas veces ha supuesto su desplazamiento.

COMPETENCIA Y COMPLEMENTARIEDAD

Se dice que la agricultura capitalista se opone al desarrollo de

la campesina, que los dos sistemas de producción tienden a excluirse mutuamente. Esa es una interpretación basada en los tratadistas clásicos del siglo diecinueve y de la primera mitad del veinte.

Pero, ¿qué intereses contradictorios pueden tener los campesinos productores de hortalizas del oriente de Cundinamarca con los floricultores de la Sabana de Bogotá? ¿O un campesino cafetero de las cordilleras que enmarcan el Valle del Cauca con los ingenios azucareros de este departamento o con su vecino que tiene una finca cafetera capitalista? ¿O los pequeños productores de leche con los grandes hatos? ¿O las mujeres que en sus fincas crían ‘pollos industriales’ a pequeña escala, con los grandes avicultores? ¿En fin, los campesinos productores de papa o de cebolla junca (uno de los mejores negocios del sector agrario), arroz mecanizado, o de ganado a pequeña escala con los financistas locales con los que se asocian para obtener parte de los recursos que no les prestan los bancos?

En cierto momento de nuestra historia la formación del capital agrícola y agroindustrial en las tierras planas mecanizables implicó el desplazamiento de algunos núcleos de campesinos propietarios y la expulsión de otros que trabajaban en las antiguas haciendas bajo relaciones de aparcería. Hoy, sin embargo, ya consolidado ese proceso, se tiene una distribución de la muy reducida área agrícola (menos de 4 millones de hectáreas frente a 36 millones con pastos9), de modo que hay una cierta repartición territorial de la actividad agropecuaria familiar y capitalista y no una competencia por el espacio de estas dos actividades productivas.

No se pretende ocultar con lo dicho anteriormente que la estrategia de consolidación y expansión de ciertas empresas agrarias que se sigue en algunas zonas pueda tender a desplazar algunos campesinos. En general, los campesinos ocupan zonas que los capitalistas no pretenden disputar (laderas andinas, núcleos locales en la Costa Atlántica, zonas de colonización). Las empresas capitalistas, por su parte, se asientan en zonas sobre las que no hay

9 Para datos de cultivos, véanse cuadros anteriores. Para los de pastos, véase IGAC en CEGA [2000, 25]

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una presión muy alta de campesinos sin tierra (segmentos de los valles interandinos, el altiplano cundiboyacense, fragmentos de las sabanas costeñas y de algunas vegas o sabanas orinocenses).

Ahora bien, esa localización no es totalmente excluyente, de manera que en algunas de las zonas mencionadas se presentan relaciones intensas de asociación y de complementariedad entre productores familiares y capitalistas [Forero 1999]. Un buen ejemplo de ello, no el único, es el caso del arroz. Se trata de los pequeños productores arroceros que a lo largo de muchos años han permanecido en el Valle del Tolima al lado de los empresarios agrícolas utilizando, apenas con muy pocas variaciones, la misma tecnología del arroz mecanizado o de los finqueros pequeños y medianos que se asocian con empresarios financistas en las vegas del Ariari. Estos últimos aportan la maquinaria, el transporte, parte de los insumos agroquímicos y sus conexiones con la cadena agroindustrial.

Las asociaciones entre campesinos con poca disponibilidad de tierra y otros campesinos o empresarios capitalistas para acceder a lotes de cultivo significan por supuesto la transferencia de parte de los excedentes del productor al propietario en forma de renta. Pero en muchas ocasiones estas transferencias tienen contraprestaciones interesantes para los pequeños productores, en la medida en que el socio financista asume buena parte del riesgo y cumple con eficiencia funciones que el sector financiero y el Estado no están dispuestos a asumir. En estos casos, más que pensar en la oposición de campesinos y capitalistas, a partir de un discurso político preconcebido, es necesario hacer un análisis fino que conduzca a establecer pautas de acceso a recursos y de concertación entre los actores implicados. Las reales explicaciones

Volvamos a la idea expresada atrás: el actual desplazamiento de

los campesinos no se debe (sino quizás en forma muy excepcional) a la disputa del espacio económico productivo de los empresarios capitalistas agrícolas -y agroindustriales- con los productores familiares. La explicación está en otra parte:

• En el monopolio del poder y de la propiedad territorial en torno a intereses relacionados con la dinámica del control militar y político (paramilitar, guerrillero, narcotraficante).

• En el interés de poseer la tierra como activo inmobiliario, asociado a la expectativa de obtener dividendos de localización alrededor de grandes obras de infraestructura (carreteras, represas, puertos). Estas formas de control de la tierra y de su sustracción de la

esfera económica como activo productivo gravitan tanto sobre las condiciones empresariales de capitalistas como sobre las condiciones de los campesinos.

Se suele afirmar que la economía campesina produce solamente bienes alimentarios de consumo directo. Sin embargo, muchos ejemplos muestran que los campesinos a lo largo de la historia han tenido la capacidad y la versatilidad para alimentar todo tipo de mercados. Piénsese en los productores de tabaco y fique, para comenzar por el

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siglo diecisiete; o en los de base de coca y látex de amapola, para pasar al siglo veintiuno, y en los cafeteros a largo de los últimos 130 o 150 años. Téngase en cuenta también que actualmente la producción familiar contribuye con el 18% de la producción arrocera moderna del país10 y que esta participación mantiene su importancia en el algodón, el sorgo y la palma africana, cultivos predominantemente capitalistas. Mírese, en resumen, la incidencia de los campesinos en todos estos cultivos y su participación ampliamente mayoritaria en los alimentos de consumo directo que forman parte de la dieta básica de los colombianos.

10 Este dato corresponde a la participación de los cultivos de menos de 10 hectáreas en el área de arroz riego y de arroz secano mecanizado de acuerdo con los datos del censo nacional arrocero de 1999 [Fedearroz 2000].

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4 Producción campesina

EVOLUCIÓN RECIENTE Y ESTADO ACTUAL

Los productos agrícolas predominantemente campesinos son aquellos cuya dinámica productiva depende de la participación de la empresa familiar. En algunos casos, las unidades familiares se asocian con empresarios-financistas agrícolas. Así ocurre con la papa en el altiplano cundiboyacense o con la panela en la hoya del río Suárez.

Los productos agrícolas predominantemente campesinos tienen actualmente un mayor peso que los capitalistas: representan entre el 60% y el 61% (cuadro 8) del valor de la producción de la producción agrícola total del país (de acuerdo con el valor que se le asigne a la coca) Esa participación sigue siendo ampliamente mayoritaria si no se contabilizan la coca y la amapola: 58% (cuadro 8). [Sinsi–Naciones Unidas].

PRODUCCIÓN PECUARIA CAMPESINA

Las estadísticas nacionales no permiten saber cuál es la

participación de la empresa familiar en la producción pecuaria. Se pueden tener indicios a partir de la información sobre distribución de los pastos por tamaño de predios, que da cuenta de una participación del 14% de las unidades pequeñas (menos de 20 hectáreas; datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria, en CEGA 2000, 33). En 1988 se decía que los campesinos tenían el 20% del hato bovino nacional y producían el 40% de la leche [Minagricultura 1988, 358–359].

La producción lechera es una actividad que conoce un intenso desarrollo basado, en buena parte, en la construcción de cadenas agroindustriales en las que los campesinos de ciertas regiones (Antioquia, Nariño y el Piedemonte Orinocense, por ejemplo) han jugado un papel muy importante.

LOCALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA CAMPESINA

La producción campesina se distribuye por todo el territorio

nacional y de manera mucho más homogénea que la capitalista. Esta última tiende a concentrarse en ciertas zonas muy específicas. En los resguardos y en los territorios de poblaciones negras se produce bajo formas familiares y comunitarias que aunque en algunas partes son marginales, en su aporte a la producción total son fundamentales en

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relación con la ocupación del espacio y con la identidad cultural de estos grupos y de la nación en su conjunto.

Algunas características de la distribución regional de la economía campesina son:

• Aunque se concentra en la región Andina consistentemente con la concentración de la población colombiana, la producción agrícola familiar rural es también importante en las demás regiones colombianas, según puede apreciarse en el cuadro 9.

• Producción campesina no cafetera y legal: se concentra en seis departamentos: Cundinamarca, Antioquia, Santander, Boyacá, Nariño y Córdoba, en orden de importancia (la mitad de la producción agrícola capitalista–legal se concentra en apenas tres departamentos: Antioquia, Valle y Tolima, en orden de importancia).

• Ningún departamento concentra más del 15% del área sembrada en café.

• La coca y la amapola son cultivos de los nuevos frentes de colonización: la coca, de la región amazónica y la amapola, del bosque alto –andino. El 78% de la coca se cultiva en la región amazónica y el 44% de todos los cultivos del país están hoy en la zona del Putumayo. El grueso de la producción amapolera se concentra en Cauca, Huila y Tolima. La producción familiar rural se atomiza en alrededor de un millón

de unidades familiares: Las estimaciones en número también son variadas. Así, por ejemplo, la Misión de Estudios estimó que el número de campesinos aumentó de 971.000 a 1.388.000 entre 1951 y 1988, casi al mismo ritmo del aumento de la población rural, que pasó de 6,9 a 9,8 millones de personas en el mismo lapso. Zamocs [1992] por su parte estimó que el número de campesinos en 1988 estaba entre 860.000 y 1.200.000, de los que dependían entre 4,3 y 6,9 millones de personas, cifra muy por encima de la estimada por la Misión [1990], que estimó la población campesina total en 3,5 millones de personas. Recientemente, Valderrama y Mondragón [1988] han estimado, con base en el Censo de Minifundios y el Censo de Población del DANE en 890.000 el número de campesinos [CEGA 2000, 32].

LOS CULTIVOS PROSCRITOS

La coca y la amapola, con un área sembrada pequeña en relación con

el área total (menos del 5%), tienen una participación entre el 13% y el 23% del valor de la producción agrícola (cuadro 10).

La coca ha crecido en forma vertiginosa, mientras que la amapola parece mucho más sensible a las fumigaciones. El área de cultivo de hoja de coca en Colombia pasó durante la década de los noventa de 36 mil a 136 mil hectáreas, mientras que la amapola disminuyó de 19 mil a 6.500. En estos dos cultivos, la participación de los productores campesinos es mayoritaria —alrededor del 70% en coca y del 90% en amapola.

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Colombia concentraba anteriormente el procesamiento y la comercialización de la cocaína pero tenía una participación relativamente pequeña en el cultivo. Hoy tiene la mayor área cocalera del planeta. La disminución del área cultivada en coca del Perú, país que actualmente tiene apenas unas 30 mil hectáreas, es la otra cara de la moneda. La producción de coca demostró su capacidad de movilidad territorial tanto dentro del país entre algunos lugares del mundo, en respuesta a las políticas coercitivas.

Como se sabe, la cocaína es un producto penalizado judicialmente a pesar de ser mucho menos nocivo que el alcohol y el tabaco11, mientras que estos dos productos son millonariamente publicitados. Pues bien, a través de la fumigación, la represión oficial desplazó la coca del Caquetá al Putumayo, con lo que se multiplicaron los problemas sociales y políticos.

En el Putumayo son mucho más intensas que en Caquetá las interconexiones con otros sectores de la población y de la economía nacional y del Ecuador. Pero al interior del departamento del Caquetá se está multiplicando aceleradamente el área cultivada, al amparo del control territorial de las FARC en la que fue la zona de distensión [Ferro y Cadena 2001].

CAFÉ: CRISIS Y MINIFUNDIZACIÓN

El café perdió 160 mil hectáreas entre 1990 y 2000. Ellas representaban el 16% de la superficie que se tenía plantada en 1990 (cuadro 11). No obstante, es aún el cultivo de mayor importancia del país en términos de su participación en la superficie sembrada (22%), del valor de la producción agrícola (18%), de su contribución a las exportaciones agropecuarias (34%)12 y de la generación de empleo.

El enorme retroceso en la producción de café es consecuencia de la desregulación de los precios internos anteriormente sustentados por la Federación Nacional de Cafeteros, la caída y las fluctuaciones de los precios internacionales en un nuevo escenario sin Pacto Internacional del Café, la afectación de la productividad por la broca. En fin, es resultado del sometimiento de la producción cafetera a las nuevas condiciones del sector agropecuario en general, impuestas por el nuevo modelo de liberalización económica.

El resultado más notorio de la crisis cafetera es la salida de la escena productiva de la mayor parte de las empresas capitalistas, de manera que el sector quedó en manos de los pequeños productores familiares. En forma complementaria, se fragmentó notoriamente la propiedad, al punto en que hoy el cultivo del café es una actividad abrumadoramente minifundista13.

11 Por sus efectos combinados (dependencia, enajenación, nocividad, peligrosidad, las drogas se clasifican de la siguiente manera, de mayor a menor nocividad: heroína, alcohol, fármacos, tabaco, cocaína y marihuana. El tabaco es el causante del mayor número de muertes por enfermedad y el alcohol, por accidentes y violencia.

12 Según los datos oficiales del Ministerio de Agricultura (cálculos hechos con la información de la base de datos del anuario estadístico). 13 Minifundio: unidad de producción con una extensión insuficiente para generar los ingresos de una familia campesina.

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El 60% de los cafeteros del país tiene cafetales con menos de 1 hectárea y responde por el 16,8% del área cafetera total. Si se agregan los cafeteros que poseen cafetales con tamaños inferiores o iguales a 5 hectáreas, los resultados son aún más impactantes: representan el 95% del total de los productores, es decir, 536.446, con un área de 540.221 hectáreas en café (62,2 % del área total) [Fonseca 1998, 79].

HORTALIZAS Y FRUTALES

Las hortalizas y los frutales se multiplicaron en los últimos años

en respuesta a la demanda interna de alimentos. Mientras el área agrícola del país creció en un 34% entre 1973 y 2000, la superficie en hortalizas lo hizo en 67%. Hoy se calculan 108 mil hectáreas de estos productos, repartidas en parcelas que por lo regular no alcanzan la hectárea. En el mismo lapso, la superficie sembrada de los frutales de consumo interno (se excluye el banano de exportación) aumentó en 979%14. En el cuadro 12 puede verse que el índice del área cultivada en hortalizas pasó de 100 en 1990 a 129 en 2000 y el de frutales, de 100 a 172 en el mismo lapso.

La expansión de hortalizas y frutales se ha basado en el modelo tecnológico de pequeña escala con alta incorporación de agroquímicos y uso intensivo de mano de obra. El riego en ladera por gravedad y con aspersores ha sido fundamental para este desarrollo. Para ello los campesinos han tejido un intrincado sistema de mangueras que se provee de toda suerte de fuentes de agua, con las posibles repercusiones ambientales que pueden acarrear.

Es frecuente oír que el negocio de los frutales (diferentes al banano) se lo tomó la empresa capitalista. Esta visión parece derivarse de algunos casos conspicuos, pero excepcionales, y no de un balance de este sector productivo. Se ha observado en algunos estudios que la producción frutícola en su casi totalidad está en manos de pequeños productores (nos referimos a las 158 mil hectáreas mencionadas antes, que no incluyen el banano de exportación)15.

Anotemos finalmente que las exportaciones de frutales, diferentes al banano, han tenido un éxito muy reducido, de tal manera que actualmente la proporción de fruta exportada es ínfima en relación con la consumida internamente.

Cuadro 8 Participación superficie y valor de la producción agrícola, período 1990-2001

Se incluyen coca y amapola

Predominancia Período Superficie Variable cultivos en hectáreas

14 Repetimos, aumentó en 979 %. Todos estos cálculos se han hecho con los datos oficiales del Ministerio de Agricultura. 15 Investigación de Deproyectos Ltda., para la Corporación Colombia Internacional y entrevista del autor con Rose Mary Sierra, funcionaria de una empresa procesadora de frutas localizada en Barranquilla.

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1990-1992 1999-2001 1999-2001

Superficie cosechada Campesinos 58,5% 67,2% 2.732.349

(hectáreas) Capitalistas 41,5% 32,8% 1.333.146

Total nacional 100,0% 100,0% 4.065.496

Valor producción escenario Campesinos 58,8% 60,1%

de precios bajos para coca Capitalistas 41,2% 39,9%

Total nacional 100,0% 100,0%

Valor producción escenario Campesinos 61,8% 61,5%

de precios altos para coca Capitalistas 38,2% 8,5%

Total nacional 100,0% 100,0%

Participación superficie y valor de la producción agrícola 1990-2001 Sin incluir coca ni amapola

Predominancia Período

Variable cultivos 1990-1992 1999-2001

Superficie cosechada Campesinos 58,2% 67,1%

(hectáreas) Capitalista 41,8% 32,9%

Total nacional 100,0% 100,0%

Valor producción Campesinos 54,9% 58,1%

(millones $ 1994) Capitalista 45,1% 41,9%

Total nacional 100,0% 100,0% Fuente: Minagricultura y Desarrollo Rural - Urpas, Umatas; Augura, Federacafé, Asocaña, Fedepalma, Ascolflores, EUA/Pol. Nal – Torres 2001a.

Productos predominantemente capitalistas

Algodón, arroz, banano de exportación, café tecnificado en

superficies mayores de 10 hectáreas, caña de azúcar, flores,

palma africana, sorgo, soya, 30% de la coca, 10% de la

amapola.

Cuadro 9

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Colombia: distribución de la superficie cultivada por los campesinos. 2002

Región/Departamento Participación (%) Región/Departamento Participación (%)

Caribe 12,47 Andina suroccidental 10,92

Atlántico 0,41 Cauca 3,14

Bolívar 1,78 Chocó 0,29

Cesar 0,84 Nariño 3,54

Córdoba 1,67 Valle 2,77

La Guajira 0,71 Córdoba

Magdalena 1,15 (serranías Abibe, San Jerónimo y Ayapel) 1,18

San Andrés y Pacífico 3,14

Providencia. 0,00 Cauca 1,48

Sucre 0,63 Chocó 0,34

Antioquia (Urabá) 2,72 Nariño 0,00

Santander (Magdalena Medio) 2,56 Valle 1,32

Andina oriental 30,00 Orinoquía 4,39

Norte Santander 4,12 Arauca 0,82

Santander 4,74 Casanare 0,15

Boyacá 6,60 Guainía 0,07

Cundinamarca 9,17 Guaviare 1,17

Caquetá (piedemonte cordillera) 2,19 Meta 1,55

Casanare (piedemonte cordillera) 0,15 Vichada 0,63

Cesar (serranía de Los Motilones) 1,22 Amazonía 8,01

Meta (piedemonte cordillera) 1,80 Amazonas 0,03

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Andina centro – occidente 31,07 Caquetá 2,15

Antioquia 6,42 Guainía 0,07

Caldas 2,92 Guaviare 1,16

Quindío 2,26 Putumayo 4,35

Risaralda 1,89 Vaupés 0,25

Tolima 7,24

Huila 4,53 TOTAL NACIONAL 100,00

Bolívar (serranía de San Lucas) 1,44

Putumayo (piedemonte cordillera) 4,37

Fuente: base de datos Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Cálculos de este estudio.

Cuadro 10 Participación de la coca y la amapola en la producción agrícola

Valor producción Campesina 16% escenario bajo Capitalista 8% Total nacional 13% Valor producción Campesina 27% escenario alto Capitalista 15% Total nacional 22%

Nota: base de coca y látex de amapola. Fuente: Superficie de amapola y coca: Sinsi – Naciones Unidas. Cultivos lícitos: Base de datos de Minagricultura.

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Los cultivos campesinos se concentran en la Región Andina

Allí se encuentra el 64,8% del área cosechada y el 89,2% del valor de la producción de cultivos campesinos [Corrales, Forero y otros 2000]. Los departamentos de la Colonización Antioqueña tienen la mitad del área de la economía cafetera familiar. En la producción no cafetera se destaca, por su parte, la Región Central Andina (departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santander y Norte de Santander), que tiene una participación del 35% de la producción total de los demás productos campesinos legales.

Cuadro 11 Colombia. Evolución del área cafetera 1990 – 2000

Promedios trienales en miles de hectárea Área según 1990- 19921993-19951996-19981999-2000 producción

Tradicional 295 287 260 257

Tecnificada 691 672 609 602

ÁREA TOTAL 986 958 869 860

Campesina 445 534 646 670

Capitalista 541 424 223 189 Fuente: Base de datos Minagricultura. Cálculos nuestros.

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5 EFECTOS DE LAS MEDIDAS

LIBERALIZANTES Hasta 1990, la producción campesina mantuvo su espacio productivo y se expandió por encima del crecimiento poblacional y en respuesta al ensanchamiento de la demanda urbana por alimentos, pero a un ritmo más lento que la producción capitalista. Por esta razón, su peso relativo (superior al 50% de la producción agrícola total), aún muy importante en esos momentos, había decrecido.

A partir de 1990, el sector agropecuario en conjunto se vio sometido a las medidas aperturistas y a los efectos del desmonte de los subsidios y de gran parte del sistema estatal de apoyo y servicios. También lo afectaron tasas de interés descomunalmente altas. Ante esta situación, la producción capitalista sufrió más severamente que la campesina las consecuencias de la liberalización económica. Atrás se mostró que los cultivos predominantemente campesinos aumentaron su participación en la superficie agrícola entre 1990 y el 2000 (véase cuadro 8).

Como se aprecia en el cuadro 12, los cultivos de los capitalistas fueron más severamente golpeados por la competencia de las importaciones que la mayoría de los productos campesinos. En el período 1990 – 2001, mientras que el índice del total de los cultivos capitalistas bajó de 100 a 64, el de los cultivos campesinos no varió.

Algunos cultivos campesinos se mantuvieron estables e inclusive sostuvieron sus tendencias al crecimiento, entre ellos la papa, el plátano, las hortalizas y, a un ritmo mucho más lento, la panela. En el cuadro 12 puede observarse cómo a lo largo de la década crítica de los noventa el área de la economía campesina sufrió variaciones menos fuertes que el de la capitalista.

La mayor estabilidad que presenta la producción familiar se debe, de un lado, a la relación esencial del productor con su condición de campesino y con su comunidad rural y a la organización de los sistemas de producción, que da ciertas ventajas a los campesinos:

• Costos monetarios por unidad de producto relativamente bajos

• Combinación de actividades para la comercialización mediante un sistema muy flexible de cambios en sus líneas productivas.

• Aporte significativo del autoconsumo al ingreso del hogar y flexibilidad del mismo para aumentar su contribución en épocas de crisis.

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• Asociaciones entre los productores campesinos y de estos con financistas agrarios para la circulación productiva de tierra, capital y trabajo y para la minimización del riesgo16. Con la apertura fueron drásticamente golpeados el maíz

tradicional, uno de los principales cultivos de la economía familiar, y algunos otros cultivos cuya participación es minoritaria: cebada, fique y ajonjolí. El fríjol y otros tuvieron reducciones importantes pero en menores proporciones que los anteriores mencionados anteriormente (cuadro 12).

El maíz tradicional se cultiva sin mecanización, con baja incorporación de insumos agroquímicos y se siembra, en su mayor parte, en las laderas andinas. Es el producto agrícola de autoconsumo por excelencia. Se consume en forma directa, preparado de muchas maneras, o en forma indirecta, a través de la cría de aves. Al contrario de lo que hacen con los productos comerciales, los campesinos siembran el maíz para autoabastecerse y venden la producción que sobrepasa sus propias necesidades. Fue en este producto que se presentó la disminución más dramática. Hasta donde hemos podido observar [Forero y otros 1999 y 2001], los campesinos decidieron reducir sus siembras ante la drástica caída de rentabilidad del maíz, limitándolas al nivel requerido para su consumo.

Cuadro 12

Evolución 1987 – 2001 del área agrícola. Para cultivos predominantemente campesinos

Hectáreas 2001 Índice ponderado 2001/1990 Índice 1997/1990 Café 627.881 147,4 s.d. Maíz tradicional 426.213 62,3 64,6 Plátano 381.198 104,8 108,2 Caña panela 222.024 110,7 106,9 Yuca 191.559 97,9 87,8 Papa 172.439 112,1 103,4 Frutales 164.738 171,6 181,9 Fríjol 115.356 82,7 82,2 Hortalizas 109.760 128,7 109,4 Cacao 93.048 77,8 90,8 Arroz secano manual 53.854 100,7 108,5 Ñame 21.815 368,8 271,2 Fique 16.813 109,2 133,4 Trigo 14.832 36,2 41,7 Plátano exportación 13.899 113,2 155,4 Cocotero 11.711 89,3 79,1 Arracacha 8.768 120,7 96,6 Tabaco rubio 6.941 92,4 60,4 Caña miel 5.731 s.d. s.d. Ajonjolí 5.434 74,5 s.d. Tabaco negro exportación 4.412 57,1 s.d. Cebada 4.300 11,6 s.d. Tabaco negro Consumo interno 2.025 68,1 s.d. TOTAL 2.674.751 99,6 s.d.

Para cultivos predominantemente capitalistas

16 Estos financistas han surgido por lo general entre los mismos campesinos.

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Hectáreas 2001 Índice ponderado 2001/1990 Índice 1997/1990 Arroz riego 274.199 97,8 73,1 Café 177.119 34,2 s.d. Caña azúcar 170.068 145,8 141,9 Arroz secano mecanizado 151.518 112,2 70,7 Maíz tecnificado 148.615 134,4 97,9 Palma africana 138.500 133,1 135,7 Sorgo 69.845 25,6 37,6 Algodón 53.703 21,8 27,8 Banano exportación 39.049 113,0 127,9 Soya 23.658 23,1 37,4 TOTAL 1.246.273 64,8 s.d.

Nota: el índice ponderado 2001 – 1990 es el cociente entre el promedio de los años 1999 a 2001 sobre el promedio 1990-1992. El índice 1997/1990 es el cociente entre estos dos años y trata de reflejar los efectos más directos de la apertura económica Fuente: elaborado con la información de la base de datos de Minagricultura.

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6 INGRESOS DE LOS

CAMPESINOS De acuerdo con las estadísticas convencionales, la pobreza rural es extremadamente crítica en Colombia. Actualmente, el 60% de los hogares rurales estaría por debajo de la línea de pobreza. En el contexto latinoamericano, los niveles de pobreza del sector rural colombiano serían superiores, a los de Chile (28%), Costa Rica (27%), Panamá (42%), Brasil (56%) y México (59%) y estarían muy cerca del promedio (63%)17. Sin embargo, los datos muestran que la situación ha tenido una cierta mejoría si se tiene en cuenta que los hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza, en Colombia, eran del orden del 70%, en 1978 [Gómez y Duque 1998,14].

En la infraestructura social rural se ha presentado un progreso un poco más notable. En 1973, el índice de necesidades básicas insatisfechas era de 88% en el medio rural, mientras que el último censo, de 1993, muestra un índice menor: 60%.

CONSTATACIÓN DE LA VIABILIDAD ECONÓMICA

Algunas evidencias sugieren que los ingresos medidos por las

encuestas de hogares del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, tienen una distorsión drástica de la remuneración que reciben los campesinos por concepto del trabajo agropecuario en sus unidades productivas. Según tales encuestas, esta remuneración es desastrosamente precaria: los ingresos obtenidos por los campesinos (Trabajadores agropecuarios por cuenta propia) han tendido a estar por debajo del salario mínimo legal, mientras que los de los jornaleros se sitúan siempre por encima (véase especialmente el trabajo de López y otros 2000).

Señalan también los datos del DANE que sólo en dos años durante el período 1988 – 1997 los campesinos obtuvieron en sus parcelas ingresos por encima del salario mínimo: 1,33 salarios mínimos en 1989 y 1,05 en 1992. A partir de este año, las cosas parecieron empeorar, de tal forma que en 1997 un campesino ganaba en su parcela apenas el 60% del salario mínimo [López y otros 2000].

Nuestros datos muestran un panorama radicalmente diferente. En los últimos 10 años, período en el que por lo demás se han manifestado plenamente los efectos de la liberalización económica, los sistemas de producción de un espectro de campesinos que representa su

17 Para Colombia, el dato es de 1997; para los demás países corresponde a información entre 1997 y 1998. Según Ocampo [2001, 24 y 25], de acuerdo con las encuestas de hogares de los respectivos países.

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heterogeneidad socioproductiva y agroecológica remuneran la mano de obra familiar por encima del salario mínimo tal como puede apreciarse en el cuadro 13.

En el cuadro 13 puede verse que en los 31 casos analizados (excepto el de la coca), en 9 diferentes regiones, los sistemas de producción agropecuarios generan a los campesinos un excedente por día trabajado superior a la remuneración legal18.

• Más de cinco salarios mínimos en 16 casos.

• Entre dos y cinco salarios mínimos en 6 casos.

• Entre uno y dos salarios mínimos en los 8 casos restantes. Esa es la situación antes de pagar intereses y rentas. Es decir,

es el excedente generado por el sistema de producción (por día trabajado), sin tener en cuenta quién es el que aporta la tierra y el capital (la remuneración técnica por día de trabajo doméstico en el cuadro 13). Ahora bien, cuando se descuentan estos rubros, la situación no varía sustancialmente: la Remuneración neta del día trabajo doméstico19 (cuadro 13) es apenas ligeramente inferior a la remuneración técnica y ni siquiera los minifundistas de Nariño quedan ubicados por debajo del salario mínimo.

Obsérvese en el cuadro 13 que hay casos en los que la remuneración neta sube en relación con la remuneración técnica. Se trata de los campesinos que reciben rentas derivadas de asociaciones con sus vecinos, a quienes les aportan la tierra y parte de los costos monetarios. En contrapartida, el peso de esta renta es sumamente gravosa para quienes no tienen tierra, situación que muestran los datos del mismo cuadro, en donde puede verse cómo a los partijeros de Fómeque y del Río de Oro se les reduce su remuneración en cerca la mitad, después de pagar las rentas.

La información anterior nos lleva a concluir que los sistemas de producción construidos por los campesinos, sobre la base de la oferta tecnológica de la Revolución Verde son viables en términos económicos. (Aunque es muy posible que a mediano y largo plazo, de continuar con estos paquetes tecnológicos, se produzcan impactos ambientales que hagan insostenible sus modelos productivos). La otra conclusión es que sobre esta viabilidad técnica (o productiva) gravitan fuertemente las rentas de quienes tienen tierra insuficiente.

PRINCIPAL LIMITANTE DE LA PRODUCCIÓN CAMPESINA

18 La remuneración técnica día en salarios mínimos se calcula con esta fórmula: RTD = (V + A – CM) / (NJF x SMLD), donde RTD = remuneración técnica día; V = valor de las ventas anuales; A = valor del autoconsumo humano anual; CM = costos monetarios anuales; NJF = número de jornales familiares invertidos en la producción agropecuaria durante el año; SMLD = salario mínimo legal diario.

19 La remuneración técnica día se calcula en forma similar restando en el numerador las rentas pagadas por concepto del acceso a la tierra (arrendamiento, asociaciones o aparcerías) y por intereses (a los bancos o a prestamistas privados). Cuando el productor recibe rentas por ceder su tierra en asociación, aparcería o arrendamiento estos ingresos se suman en el numerador. La diferencia central entre la aparcería y la asociación está en que en la primera el propietario aporta exclusivamente la tierra y en la segunda aporta además una parte sustancial de los costos monetarios. Es decir, en la asociación el propietario de la tierra asume el papel de socio – financista.

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Pero este asunto de los ingresos hay que verlo con otra óptica, la

de los ingresos totales anuales) generados por los sistemas de producción agropecuarios de los campesinos (en el cuadro 13 registramos los ingresos por día trabajado). Al verlo así, se observa que esos ingresos no alcanzan en varios casos al salario mínimo anual, a pesar de su eficiencia relativa en la remuneración de la mano de obra.

Lo anterior se deriva de las limitaciones en el acceso a la tierra y al capital, que impiden ocupar toda la mano de obra disponible en la familia. En el cuadro 14 se observa que en 6 de los 29 casos analizados (con excepción de la coca) los ingresos que deja a las familias su actividad agropecuaria, antes de pagar la renta de la tierra (en el caso de los partijeros) e intereses, están por debajo del, salario mínimo anual. Después de pagar estas rentas, el número de casos con ingresos por debajo del salario mínimo sube a 8, y pasa a 11 cuando se hace una simulación con intereses altos (del 40% efectivo anual sobre el total de los costos monetarios).

Un salario mínimo es un ingreso precario que no alcanza para comprar una canasta de alimentos. Consideremos, entonces, que el ingreso es suficiente sólo a partir de tres salarios mínimos, para atender las necesidades de las familias. Así las cosas, en 13 casos de los 30 (cuadro 14), los sistemas de producción serían suficientes para arrojar un ingreso satisfactorio antes de pagar rentas e intereses. Al pagarlos, el número de casos que están por encima de tres salarios mínimos baja a 11 y cuando se le imputan intereses altos, desciende a 10.

En el caso de los productores de coca se tomó solamente el resultado de una hectárea, que corresponde a la extensión que tiende a tener la mayor parte de los pequeños. Puede observarse que los ingresos obtenidos por estos productores, si bien son altamente competitivos puesto que superan ampliamente el jornal mínimo anual, no están por encima de todos los productores campesinos que tienen cultivos lícitos.

Debe tenerse en cuenta que los ingresos agropecuarios son un componente del ingreso de los hogares rurales. Cuando los productores no pueden ocuparse por completo en sus propias parcelas, trabajan por fuera de ellas para obtener otras entradas. Eso ocurre en la mayor parte de los casos. Esta opción, compelida por la escasez de tierra, genera un nivel de remuneración menor que el trabajo en sus propias fincas (insistimos: al contrario de lo que muestran las cifras del DANE).

SUBREMUNERACIÓN DEL TRABAJO FAMILIAR

Los datos presentados muestran que los ingresos agropecuarios de

los hogares rurales son muy superiores a los que registra la Encuesta de Hogares del DANE ¿Por qué la diferencia tan notable entre estos datos y los de las encuestas de hogares rurales? ¿Son los campesinos menos pobres de lo que comúnmente se piensa?

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Sea como sea, parece que las encuestas no son un instrumento adecuado para captar los ingresos de las fincas de los campesinos, debido a la complejidad organizativa y productiva de sus sistemas de producción y de sus flujos de costos y gastos. Además, las preguntas sobre ingresos agropecuarios que se formulan en la encuesta del DANE son muy limitadas. Se circunscriben a preguntarle al el campesino por las ganancias anuales que deriva de su actividad agropecuaria, pregunta para la que puede esperarse cualquier respuesta que subvalore los ingresos familiares, que muy poco o nada tienen que ver con el concepto de ganancia.

Pero esta subvaloración que el campesino generalmente tiende a hacer de su economía, en la búsqueda de la asistencia estatal, se está volviendo en contra de él mismo. Los planificadores, y quienes deciden cómo aplicar las políticas, concluyen que si la producción agropecuaria le genera a los campesinos ingresos tan precarios que los mantienen en la miseria, no vale la pena continuar apoyando esta actividad.

Es preciso entonces hacer trabajos en profundidad para acercarse a la comprensión de los sistemas de producción de los campesinos. Si los datos que hemos presentado son más acordes con la realidad, la cosa es diametralmente diferente. Nuestra información muestra que esos sistemas de producción tienen un potencial productivo enorme y una gran capacidad de generación de ingresos, muy superior a la de muchas otras actividades.

El problema central de la pobreza rural no está en los sistemas de producción familiares, sino en que las limitaciones en el acceso a la tierra, al agua y al capital impiden desarrollar más plenamente sus potencialidades. ¿Con qué tecnología? Con la mejor oferta tecnológica disponible en función de la estrategia de los campesinos para obtener los ingresos que les permitan atender sus gastos:

• Con la tecnología agroquímica hasta el momento y con las adecuaciones que los campesinos han hecho a lo largo de 30 años.

• Con tecnologías alternativas que amortigüen o minimicen el impacto sobre los ecosistemas y la salud humana, si el país se decide a construirlas y a dedicarle los recursos que necesita un proyecto de esta naturaleza para salir de los intentos marginales de unas Organizaciones no gubernamentales o de unos programas de gobierno con escasos recursos.

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Cuadro 13 Sistemas de producción rurales. Remuneración diaria de la mano de obra familiar

empleada. Valores en número de salarios mínimos.

Tipo de productor y zona - Año estudiado Remuneración técnica Remuneración neta Día de trabajo doméstico día de trabajo doméstico

A. HORTÍCULTOR

Mediano productor

Fómeque – 1999 1,9 1,7

Combeima – 1999 5,7 5,5

Río de Oro, con baja productividad-1998 4,5 7,8

Río de Oro, con alta productividad –1998 6,0 9,4

Minifundista de Fómeque 1999 5,4 5,1

Partijero

Fómeque –1999 1,9 1,1

Río de Oro, con baja productividad – 1998 5,5 2,4

Río de Oro, con alta productividad - 1998 5,4 2,9

Productor de tomate bajo invernadero 5,4 5,3

B. PAPERO. LENGUAZAQUE, CUNDINAMARCA – 1999

Pequeño, con baja productividad 3,6 3,4

Pequeño, con media productividad 4,7 4,6

Mediano, con baja productividad 5,7 7,0

Mediano, con media productividad 7,7 8,9

Mediano, con alta productividad 11,7 12,9

C. CAMPESINO TRADICIONAL SANTANDER – 1999

Pequeño productor propietario, de Regadillo – Carare 1,3 1,1

Pequeño propietario aparcero mecanizado 3,2 2,2

Parcelero familiar, de Butaregua 1,7 1,8

D. MINIFUNDISTA, NARIÑO – 1998

Pequeño productor 2,0 1,9

Mediano productor 1,2 1,1

Pequeña producción ajustada 1,1 1,1

E. CAFETERO, BUGA - VALLE – 1998

Minifundista de baja productividad 4,5 4,3

Pequeño, de baja productividad 4,8 4,8

Pequeño, de mediana productividad 5,2 5,1

Mediano, de mediana productividad 5,6 5,4

F. CAFETERO. RESTREPO – VALLE – 1991

Minifundio 5,7 5,7

Pequeña producción semiintensiva 5,9 4,8

Pequeña producción intensiva 2,2 1,0

Producción familiar pequeña 6,2 4,7

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Cafetero ganadera 13,1 11,7

Productor de coca en una hectárea - Productividad baja 5,9

Productor de coca en una hectárea.- Productividad alta. 12,4 Nota: jornal mínimo legal: $9.533 diarios. Fuentes: Forero y otros 2000a y 2000b; Forero 1999; Paz 1999. Torres 2001b. Cálculos nuestros.

Cuadro 14 Excedentes anuales de los sistemas de producción en salarios mínimos.

EXCEDENTE NETO O Excedente de REMUNERACIÓN NETA ANUAL Tipo de productor - Año estudiado producción o Con Con Con remuneración intereses intereses intereses técnica anual bajos medios altos A. HORTICULTOR Mediano productor Fómeque – 1999 2,2 1,9 1,5 0,8 Combeima –1999 1,1 1,0 0,9 0,8 Río de oro con baja productividad – 1998 3,8 6,5 6,4 6,1 Río de oro con alta productividad –1998 5,0 7,8 7,7 7,4 Minifundista de Fómeque 0,8 0,8 0,7 0,6 Partijero Fómeque – 1999 1,6 0,9 0,9 0,6 Río de Oro con baja productividad – 1998 1,0 0,5 0,4 0,3 Río de Oro con alta productividad - 1998 1,3 0,7 0,7 0,6 Productores de tomate bajo invernadero 6,8 6,6 6,4 5,9

B. PAPERO EN LENGUAZAQUE-CUNDINAMARCA – 1999 Pequeño, con baja productividad 2,2 2,1 2,0 1,7 Pequeño, con media productividad 3,1 3,0 2,7 2,5 Mediano, con baja productividad 4,8 5,9 5,2 4,6 Mediano, con media productividad 6,4 7,5 6,7 6,0 Mediano, con alta productividad 9,7 10,8 9,9 9,0

C. CAMPESINO TRADICIONAL EN SANTANDER - 1999 Pequeño productor propietario de Regadillo -Carare 1,4 1,2 0,9 0,6 Pequeño propietario aparcero mecanizado 2,7 1,9 1,9 1,8 Parcelero familiar de Butaregua 1,2 1,3 1,3 1,3

D. MINIFUNDISTA EN NARIÑO - 1998 Pequeño productor 0,7 0,7 0,7 0,6 Mediano productor 0,6 0,5 0,5 0,4 Pequeña producción ajustada 0,5 0,5 0,5 0,5

E. CAFETERO EN BUGA - VALLE - 1998 Minifundista de baja productividad 1,5 1,5 1,5 1,4 Pequeño, de baja productividad 2,7 2,7 2,6 2,4 Pequeño, de mediana productividad 3,1 3,1 3,0 2,8 Mediano, de mediana productividad 5,8 5,6 5,4 5,0

F. CAFETERO EN RESTREPO – VALLE - 1991

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Minifundio 0,5 0,5 0,5 0.5 Pequeña producción semiintensiva 2,8 2,6 2,3 2.3 Pequeña producción intensiva 2,2 1,6 1,1 1.0 Producción familiar mediana 4,1 3,5 3,1 3.0 Cafetero – producción ganadera 8,6 8,5 8,4 7.6 Producción de coca en una hectárea - Productividad baja 1,9 1,9 Producción de coca en una hectárea - Productividad alta 3,8 3,8

Fuentes: Forero y otros 2000a y 2000b; Forero 1999; Paz 1999. Torres 2001b. Cálculos nuestros.

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7 PRODUCCIÓN FAMILIAR Y

SISTEMA ALIMENTARIO

El capítulo anterior abordó uno de los elementos de la participación de la economía campesina en el sistema alimentario: su aporte a la producción agrícola y pecuaria. Nos ocuparemos enseguida de otros dos aspectos de las relaciones entre la producción familiar rural y el sistema alimentario:

• La participación de los productos campesinos en la dieta alimentaria de los colombianos.

• La circulación de estos productos en las diversas cadenas agroalimentarias.

PRODUCCIÓN CAMPESINA Y DIETA EN COLOMBIA

El Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, es

la entidad que define en el país la canasta de alimentos de las familias colombianas. Lo hace apoyándose en encuestas de ingresos y gastos. La última encuesta se realizó entre 1994 y 1995 y está vigente a partir de 1999 para efectos de cálculo del Índice de Precios al Consumidor, IPC.

Pues bien, el cuadro 15 muestra, de acuerdo con la última canasta de alimentos establecida por el DANE, que la producción de los campesinos tiene actualmente un peso muy importante en la dieta de los colombianos: el 35%. Este porcentaje no incluye el suministro de ciertas materias primas para la agroindustria alimentaria (café, oleaginosas) y para la agroindustria no alimentaria y las exportaciones (café nuevamente, fique, tabaco, cebada, coca, amapola y marihuana).

CIRCUITOS DE CIRCULACIÓN DE LOS ALIMENTOS

Ser abastecido por un gran número de productores que labora a lo

largo y ancho de la geografía del país, es una característica central de nuestro sistema alimentario. La producción de la mayor parte de los alimentos está atomizada en cientos de miles de parcelas que en condiciones tropicales, con variados microclimas, ofrece permanentemente una amplia gama de alimentos.

La infraestructura vial, a pesar de su precariedad, ha permitido integrar interregionalmente los mercados conformando un mercado nacional que transmite información de precios y pone a circular alimentos en vastas redes interconectadas. Las centrales de abastos de

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las grandes ciudades y algunos centros de acopio regionales cumplen el papel de redistribuir regional y nacionalmente la oferta alimentaria.

En esas condiciones el consumo de productos frescos es sumamente importante y representa una ventaja inapreciable para los hogares:

• Para los hogares de bajos ingresos, porque dadas sus limitaciones presupuestales es preferible hacer la transformación de los alimentos en la cocina y evitar el sobrecosto que significaría pagar a la industria alimentaria por los alimentos procesados.

• Para los hogares de ingresos medios y altos, por el permanente acceso de productos frescos a precios razonables y de mayor calidad nutricional que los procesados. La producción campesina se articula al sistema agroalimentario en

diferentes circuitos:

• Autoconsumo familiar y autoconsumo local, a través de redes de intercambio recíproco y solidario de alimentos, no mediado por el mercado.

• Abastecimiento directo de mercados locales (municipales), a través de pequeños intermediarios y, en menor proporción, de la venta directa de productos hecha por los mismos productores.

• Abastecimiento masivo a los centros urbanos por medio de una amplia red de intermediarios rural – urbanos conectados con las centrales mayoristas. Algunos estudios muestran que estos intermediarios, que se pueden calificar como empresarios informales, son altamente competitivos y eficientes y que su reemplazo por sistemas formales elevaría los márgenes de comercialización. Quienes se pueden estar apropiando de ganancias extraordinarias son los mayoristas20.

Esta red de comercialización, por la que fluye gran parte de los alimentos que consumen los colombianos y que permite un abastecimiento de productos frescos y de consumo directo, se ha construido a lo largo de un siglo y adaptado a las condiciones de una oferta distribuida por todo el territorio nacional. Pensar en eliminarla, como regularmente se propone, es un exabrupto que parte de un desconocimiento. Parece mucho más sensato impulsar procesos de participación ciudadana y de control estatal, para su regulación.

• Articulación a cadenas formales con mecanismos más o menos estables, que en algunos casos alcanzan a constituirse en la llamada agricultura por contrato. En este circuito, se destaca la producción de leche por su importancia cuantitativa y estratégica. También la producción de café, en la que se hay una interesante combinación flexible entre compradores institucionales (las cooperativas) y comerciantes privados.

En la producción de coca, de otra parte, parecen estabilizarse cada vez más los acuerdos entre compradores y vendedores debido a

20 Demostramos hace varios años que el sistema rural – urbano de intermediarios en el oriente de Cundinamarca, una zona neurálgica para abastece de hortalizas a Bogotá, resultaba, con sus viejos camiones cargados de líchigo, mucho menos costoso que su reemplazo por empresas formales [Forero y Rudas 1983].

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la intervención de la guerrilla en este mercado. Con menos peso cuantitativo están las producciones de tabaco y de cerdos y en algunos casos, la producción industrial de aves a pequeña escala (en improvisados pero eficientes galpones).

De otro lado, debe recordarse que con la apertura se destruyeron las relaciones estables entre productores de cebada y la industria cervecera y las incipientes alianzas que se estaban construyendo entre industrias transformadoras y productores de frutas. Sin embargo, actualmente hay acercamientos entre industriales y pequeños productores de frutas [Deproyectos 2001]. Un factor jalona este proceso: la necesidad de aprovisionamiento del muy exitoso negocio de jugos empacados y en mucho menor medida, las posibilidades de ensanchar las exportaciones en un mercado muy competido.

Debe resaltarse, por último, la vinculación de los pequeños productores arroceros, algodoneros y de oleaginosas a las cadenas agroindustriales de estos productos.

SISTEMA ALIMENTARIO ADECUADO

Aunque parezca obvio, es preciso resaltar que el sistema

alimentario colombiano se viene construyendo y ha evolucionando y que los productores agrícolas, familiares, capitalistas y agroindustriales; los comerciantes, los industriales; los consumidores han sido protagonistas de esa dinámica. Sin reconocerlo, surgen propuestas de transformarlo a partir de apreciaciones muy superficiales de lo que debería ser un sistema alimentario.

Una de esas propuestas es modernizar las cadenas de circulación (comercialización – transformación) de los alimentos originados en las parcelas de los campesinos, propuesta que deja de lado y desconoce el funcionamiento de lo que existe. Sucede por lo regular que incomoda el hecho visual de sus sistemas de transporte y comercialización, que no se encuadran en la visión arquetípica del desarrollo ¿Cuáles son sus resultados reales, si se carece de un objetivo claro de la transformación del sistema alimentario que existe?

Sin duda, la integración de la economía campesina al sistema alimentario es rica y compleja. Eso sugiere que la política agraria y agroalimentaria debe apuntar a consolidar los elementos positivos (que son muchos) de este sistema y no concentrarse en uno de los aspectos (alianzas con los palmeros, por ejemplo), que algunos planificadores destacan como prioritarios a partir de información incompleta y, a veces, respondiendo a algunos intereses particulares. Se resalta, en síntesis, la necesidad de implementar una política incluyente.

Cuadro 15

Colombia. Participación de los productos de la economía campesina en el gasto de alimentos. Año 1995

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Alimento Participación (%)

Arroz 0,7

Tubérculos y plátanos 8,1

Hortalizas y legumbres 8,7

Frutas 5,8

Carnes 6,2

Lácteos 4,2

Panela 1,5

TOTAL 35,3 Nota: En tubérculos y plátanos, hortalizas y legumbres, frutas y panela el cálculo se hace sobre la base de la participación en el gasto de alimentos consumidos en el hogar de estos productos. En los otros productos, se imputa un porcentaje de acuerdo con la participación de la producción campesina en cada uno: arroz el 15%; lácteos el 40% y carnes el 20%. Recuérdese que en estos últimos hay también participación capitalista.

Page 43: Economia campesina

Una viiiisiiiión del siiiistema aliiiimentariiiio

El sistema alimentario puede definirse en términos generales como el conjunto de relaciones que se establecen entre los diversos agentes e instituciones que intervienen en el proceso de producción primaria, en la transformación, en la comercialización y en el consumo de los alimentos. Esta definición implica comprender lo siguiente:

• Los componentes estructurales económicos y sociales en los

sectores primario, secundario y terciario (diferentes tipos de agentes socioeconómicos, de empresas o de sectores empresariales).

• Las pautas alimentarias de los diversos grupos de consumidores. • Los elementos institucionales (pautas y reglas, organizaciones

gremiales, gubernamentales, comunitarias, ONG).

• Los flujos de productos, insumos, información y dinero. • Las relaciones de poder. • Los patrones de consumo. • Las relaciones de mercado, locales, regionales, nacionales e

internacionales.

• Las transacciones no monetarias. • Sus resultados en relación con la finalidad social de proveer de

alimentos necesarios a la población.

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