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Economía, banca y mercados financieros Tema 1 La economía y su método 2019

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Economía, banca y

mercados

financieros

Tema 1 La economía y su método

2019

ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 1. La economía y su método

© Tea Cegos, S.A. 2019 2

ÍNDICE

HACIA UNA DEFINICIÓN DE ECONOMÍA ............................................................ 3

EL MÉTODO EN ECONOMIA ................................................................................. 6

ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 1. La economía y su método

© Tea Cegos, S.A. 2019 3

HACIA UNA DEFINICIÓN DE ECONOMÍA

En sentido restringido, que sirve solo como una primera aproximación, tal y como

veremos luego, la definición que más se utiliza es la que dio Lionel Robbins (1896-

1984): “La economía estudia la asignación de recursos escasos entre usos

alternativos para satisfacer unas necesidades humanas que son ilimitadas…” Por

su parte, otro importante economista, Alfred Marshall, la definió como: “el estudio

de la humanidad en sus quehaceres cotidianos…” En sentido más amplio, “la

economía es el estudio de la acción humana” tal y como reza el título del libro

clave de un gran economista, Ludwig von Mises. Es decir, es el comprender y

razonar desde la perspectiva de las acciones que las personas realizan cuando

tratan de aplicar unos medios, de por sí escasos, para conseguir unos fines.

Los elementos de esa “acción humana”, que va a constituir la base del estudio de

la economía, son los siguientes:"

1-. El fin u objetivo perseguido: Los fines son algo personal de cada cual, los

elegimos en función de nuestros intereses, capacidades, educación, ambiente

social, recursos de que disponemos, etc. Las personas actúan con la finalidad de

conseguir un estado mejor que el anterior capaz de proporcionarles mayor

satisfacción.

2-. El valor. Es la apreciación subjetiva del objetivo perseguido con la acción

humana de que se trate. El origen de la valoración es la propia persona. (No

asimilarlo con su precio y en especial no caer en lo que dijo el poeta: Antonio

Machado “solo los necios confunden valor y precio”)

3-. Los medios. Son los instrumentos (factores, bienes, inversiones, etc., juzgados

como útiles por la persona, según el estado actual de sus conocimientos y de la

situación de la ciencia y de la técnica, y que se aplican para conseguir los fines

propuestos.

Por lo que respecta a los “factores”, estos son:

o La tierra y los recursos naturales.

o El trabajo del ser humano con su capacidades físicas y mentales: su

“saber” y su “saber hacer”.

o El capital o valor monetario de todos los bienes de capital producidos.

Estos bienes de capital pueden ser materiales o inmateriales, como el

software o un derecho de cobro de una factura. Requieren un ahorro

previo. El producirlos implica sacrificar recursos destinados al consumo

pero que redundará en mejoras de productividad para un consumo

posterior mayor y mejor. Una sociedad siempre será más próspera

cuanto mayor sea su cantidad de bienes de capital.

o La función empresarial o iniciativa de la persona capaz de descubrir

necesidades y el modo de satisfacerlas, a la vez que de planificar el

modo de lograrlo y coordinar los factores anteriores para que dejen

de estar “pasivos” y se pongan en “activo” pasando así a ser “factores

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productivos”. Pero esa visión del empresario, como mero “factor” o

“coordinador” de beneficios y costes esperados, para sacarles una

rentabilidad superior a la de oportunidad de empleo de los fondos,

supone caer en una contradicción pues implica pensar que el

empresario tiene a hoy una información completa de la que puede

ser su rentabilidad futura, cuando la misma puede no conseguirse,

dado que el futuro está abierto, y que, en cualquier caso, habrá que

crearla.

Por lo que respecta a los bienes, ya sean “perecederos” o “duraderos”,

podemos hablar de 3 deistinciones:

o Bienes económicos y bienes libres. Los primeros, por su escasez, tienen

un precio los segundos no. La historia muestra que esa consideración

puede cambiar en el tiempo pues lo que para los hombres del

neolítico era libre hoy puede no serlo, como tierra, caza, bosques…

o También ya conocemos a los bienes de capital y a los bienes de

consumo. A los segundos se les conoce como “bienes de primer

orden” por su capacidad de satisfacer las necesidades humanas de

manera inmediata, a los otros como “bienes de orden superior”

(segundo, tercer, cuarto, etc., orden). Sin embargo, un coche puede

ser un bien de capital para un particular que lo utiliza como medio de

trabajo al ser un “UBER driver” o un “bla-bla driver car” y de consumo

cuando solo lo usa como medio de transporte personal-familiar. La

estructura de capital se compone de bienes heterogéneos que tienen

usos múltiples y específicos que deben ser alineados por la función del

empresario

o Una tercera distinción es la de bienes privados y bienes públicos. El

que un bien sea privado implica que pertenece, es propiedad, de

alguien, lo que lo excluye su consumo o uso por otros, salvo permiso

de su dueño. (Competitividad de uso y exclusión). Los bienes públicos,

como un bosque comunal, no impiden a varias personas el disfrutarlos

pues en ellos no hay competitividad en el disfrute ni tampoco

exclusión: cualquier persona de otro pueblo puede visitarlo o pasear

por él, aunque no pague impuestos o tasas en el pueblo en el que

está ese bosque. Por ello, en este tipo de bienes se puede dar el caso

de “los aprovechados” (fenómeno conocido en economía como del

“free rider”). También hay que decir que en los bienes públicos de

disfrute común, al no haber un derecho de propiedad individualizado

sobre ellos de una persona física o jurídica, se da la posibilidad de que

rápidamente se tenga un agotamiento de los recursos. (Bancos de

pesca sobreexplotados, caza descontrolada, áreas de marisqueo

esquilmadas, animales salvajes amenazados de extinción, zonas de

costa de alto valor ecológico excesivamente transitadas o

depredadas, etc.) Para este tipo de bienes las más de las veces se

cumple el oráculo de que “el comú es de ningú”, también conocido

como “tragedia de los bienes comunales”.

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4-. La utilidad: Apreciación subjetiva que una persona da a los medios que emplea

para conseguir sus fines. Un medio o un bien puede variar en “utilidad” según

diferentes personas y situaciones.

5-. La escasez: Los medios para conseguir los fines están limitados en espacio y

tempo. No son infinitos pues en ese caso no existiría acción económica posible.

6-. El tiempo: Toda acción humana consume tiempo. El transcurso de ese tiempo

tiene un impacto subjetivo en lo que respecta a “sentir” o “experimentar” su

duración cuando se trata de lo económico-financiero, ya que es diferente en cada

persona o circunstancia. Así, el tiempo no “transcurre igual”, o no es juzgado de

igual manera, para la persona que debe esperar a que una inversión madure y

pueda recibir el retorno de la misma, ya que debe hacerlo ante diferentes

preferencias temporales, además, debe afrontar los problemas relacionados con:

la seguridad de recuperar la inversión según las circunstancias del prestatario, que

haya una tasa de inflación, que aparezcan tensiones en los tipos de interés o en los

tipos de cambio o surjan, de repente, mayores o menores oportunidades de

rendimiento en inversiones alternativas. Esas "circunstancias" hacen que los plazos

de tiempo objetivos sean diferentes en su valoración por cada cual. El tiempo de

la “acción humana” es un tiempo que se proyecta hacia el futuro y como tal debe

tener en cuenta la incertidumbre y el riesgo. Esa incertidumbre solo se ve mitigada

por el descubrimiento de ciertas “leyes de tendencia” a tratar con sumo cuidado y

por el apoyo que cabe encontrar en ciertas “instituciones” sociales que a su vez

evolucionan en ese tiempo. El fluir del tiempo, modifica los conocimientos de cada

uno y convierte a la incertidumbre en el dato fundamental de la condición humana

y más directamente, de la actividad del mercado. El futuro, tal y como nos dejó

dicho Karl R. Popper, está abierto. Las proyecciones, cuando se busca que sean

pretendidamente muy predictoras, no son buenas consejeras en tanto en cuanto

son casi siempre hechas bajo la convención de que los hechos y opiniones de lo

ocurrido en el pasado seguirán repitiéndose. Por ello, los modelos econométricos

no son más que meras suposiciones de lo que puede ser si todo o casi todo sigue

igual o con parecida tendencia, que no dejan casi nunca hueco a la creatividad

empresarial ni a la inventiva del ser humano, la cual en todo momento puede hacer

cambiar lo que se creía inmutable. Precisamente, ante esa incertidumbre del

futuro, cabe siempre el que, si se permite la libertad empresarial, haya personas

que, por una intuición, por su agudeza, “tozudez” o perspicacia, aparezcan atentas

a datos reveladores que les impulsen a actuar y a buscar nuevos caminos o a

explotar lo que ellos ven como una “oportunidad” donde los demás no saben qué

hacer ante lo que contemplan o no quieren ver. Esas personas, al arriesgar su

patrimonio en su “aventura empresarial”, son las constructoras de un futuro nuevo

y de la prosperidad de todos.

7-. La plasmación de la actuación: Puede ser decidida mediante un plan individual

libre de cada persona, que proyecta hacia el futuro lo que va a hacer, con los

medios de que dispone, ante el fin que persigue y la utilidad que les da a esos

medios, o bien serle arrebatada a la persona esa capacidad y que una autoridad

central le imponga un plan.

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8-. La preferencia temporal. Entre dos bienes de idénticas características, siempre

se preferirá el más próximo a ser disfrutado en el tiempo.

9-. La incertidumbre y el riesgo. Para las empresas, las estimaciones acerca de la

demanda futura y de la oferta de la competencia nunca son precisas y pueden

ocasionar que las ventas fluctúen de forma importante. Tampoco es posible prever

con exactitud cuáles serán las condiciones macroeconómicas generales que

rodearán el desarrollo de la actividad o cuales pueden favorecer o perjudicar las

decisiones tomadas. Por otra parte, las actividades empresariales y las particulares

también, pueden verse afectadas por cantidad de hechos como: catástrofes

naturales, cambios en el clima, conflictos con el personal, accidentes, problemas

familiares, incendios, robos, enfermedades, etc. Para ellos será imposible evaluar a

priori todas las consecuencias posibles, deseadas o no, por lo que queda un

margen más o menos amplio de incertidumbre respecto a los resultados de cada

decisión. En definitiva, La acción humana está sometida a la incertidumbre y al

riesgo.

La incertidumbre implica la imposibilidad de prever, ni siquiera

probabilísticamente, el momento y la cuantía de las repercusiones de la

aparición de un acontecimiento. Por el contrario, cuando esto es posible nos

enfrentamos a un riesgo. Por eso los riesgos son asegurables y la

incertidumbre no, ya que en su caso carecemos de una “esperanza

matemática” que permita establecer una prima. (Al no tener una estadística

de frecuencias ni de importes medios previsibles del siniestro). En economía

los conceptos de incertidumbre y riesgo tienen una especial importancia

porque permiten comprender la forma en que obtienen ganancias y

pérdidas los particulares y la mayor parte de las empresas en un entorno

competitivo. (De ahí la importancia de la figura del empresario que intuye

oportunidades, asume riesgos e incertidumbres y plasma empresarialmente

una solución)

En lo que respecta a los riesgos, ninguna metodología o modelo de gestión

de los mismos es eficiente si no va acompañada de una clara identificación

pormenorizada de la naturaleza de cada riesgo, el “apetito” que por dicho

riesgo se tiene por cada protagonista, los límites que se marcan a las

diferentes “exposiciones” y los procesos y políticas que se adoptan para su

gestión.

EL MÉTODO EN ECONOMÍA

La acción humana significa renuncia. Sólo los individuos eligen y para ellos la

utilidad y los costos son subjetivos. Decidida una acción queda de inmediato

puesta de manifiesto lo que deja de percibirse por no haber escogido otra

alternativa. Ello es una cualidad intrínseca del ser humano, capaz de establecer

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prioridades y de tomar decisiones. De ahí que el método en economía sea el de

buscar resaltar las consecuencias no deseadas que pueden producirse de darse

unas determinadas decisiones por parte de la persona. Por esto, el elemento clave

es el concepto de “coste de oportunidad”. Ese análisis de alternativas posibles es

hecho bajo las premisas de un razonamiento deductivo, consustancial así mismo a

la persona humana, que entiende que si se parte de principios ciertos se debe

llegar, si el razonamiento es correcto, a conclusiones válidas. De ello,

subyacentemente, se tiene el “principio de no contradicción” y el “principio de

exclusión”. (Si algo es verde no puede ser a la vez negro).

En economía no cabe la experimentación en laboratorio como hace la física con

los átomos, o la química con las moléculas, la biología con las células y tejidos y la

medicina con esos mismos tejidos al contemplarlos dentro de unos órganos y al

interrogarse por el funcionamiento de dichos órganos y de los sistemas en que se

agrupan e interaccionan los mismos. (Todo de acuerdo con un conocimiento

anatómico previo).

El “H2O” como formulación de la molécula de agua no parte de axioma alguno,

sale de una continua observación empírica, pero en economía no podemos hacer

ese tipo de pruebas, nos hemos de basar en razonamientos lógico deductivos y, al

igual que en la medicina, basarnos en las evidencias de que dispongamos hasta el

momento en que se demuestre que debemos abandonarlas. Tampoco cabe el

basarse en la historia como elemento probatorio de lo que debe hacerse, ni que la

misma signifique un determinismo fatal cara al futuro. La historia no es muestra de

nada para el condicionamiento del porvenir. El relato histórico no es sino la

interpretación de lo que ocurrió en el pasado, si bien nos sirve para aprender de

nuestros errores.

Por todo lo dicho hasta aquí, es normal que de economía cualquiera se sienta

capaz de hablar. Todos “saben” o se creen imbuidos de una especial “presciencia”

que les permite opinar sobre qué debe hacer la dirección de una empresa, o el

gobierno de un país. Por ello, ante la dificultad de no poder “experimentar”,

cualquier demagogo, “simple cazador de rentas” o “agente interesado”, es capaz

de hacer pasar sus opiniones económicas ante los demás. Por estas razones el rigor

en el razonar y el “estar alerta” ante cualquiera que nos dé un argumento

económico es crucial. (Por supuesto que también se debe ser honesto

intelectualmente al producirlo por nuestra parte).

Para abundar en todo esto y centrar mejor el cómo debe ser el razonamiento

correcto en economía, conviene clarificar lo que es la “persuasión retórica” y su

diferencia con el “convencimiento” y también con la “persuasión absoluta”.

Veamos. Cuando me enfrento a alguien sobre un tema ya probado

científicamente, con hechos incuestionables y demostraciones de la validez de una

teoría, me basta con aducir esos experimentos y razonamientos. Es el caso de la

teoría de la relatividad y las ondas gravitacionales, por ejemplo. Ahí estamos en el

“convencimiento” y no en la persuasión. Lo mismo cuando demostramos que las

patatas tienen una composición bromatológica diferente de las espinacas. Pero

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entramos en la necesidad de la “persuasión retórica” (¡ojo! que aquí va a entrar el

razonamiento económico de algunos) si lo que buscamos es “traer a alguien” a

una postura donde hay algunos argumentos hasta cierto punto “científicos” y otras

muchas consideraciones a favor y en contra no tan palmariamente demostrables.

Tal sería el caso de decidir, por ejemplo, sobre si el deporte del boxeo debe

considerarse disciplina olímpica o no, dadas sus características de enfrentamiento,

brutalidad, etc., junto a las puramente deportivas. Nos damos cuenta de que ahora

se precisa más de la “psicología” y del uso de la retórica. Este es el caso al que se

enfrentan algunos economistas y es también el de todo político o de cualquier

vendedor que nunca tiene el argumento definitivo o que no quiere mostrar “el lado

que no se ve” del mismo y ha de valerse de lo demostrado sobre su “producto”,

pero, especialmente, del conocer y saberse bien las motivaciones, necesidades

personales, intereses creados y deseos, muchas veces íntimos, de su “cliente” para,

así, “persuadirle” de la compra… Por su parte, la “persuasión absoluta” se necesita

cuando nada puede ser demostrado y no hay ni un solo argumento científico o

hecho probado que avale lo que queremos que los demás nos acepten. Por ello,

las personas que la utilizan se basan, para lograr dicha persuasión, en la pura

actuación formal, en estrionismos varios o en razonamientos dirigidos hacia las

emociones antes que al rigor. Suelen también dar mentiras como verdades o “usan

historias” (la mayoría “story” que no “history”, como se dice en inglés) poco

comprobables o sin posibilidad de hacerlo y casi siempre sin representatividad

estadística alguna. ¡Ojo! no le “demos pocas bazas” a las técnicas de la

“persuasión absoluta” por lo “menguadas racionalmente” que parecen. Pensemos

simplemente en esta cuestión: ¿Cuántas personas a nuestro alrededor y en todo el

mundo, “han sido persuadidas” y “creen” en sectas, seudociencias, religiones

esotéricas, homeopatías, quiroprácticas, astrologías, análisis transaccionales,

psicoanálisis, horóscopos, grafologías, “meridianos de fuerza”, sales curativas

universales, artes ocultas y otros muchos “etcéteras” similares…?

En lo que respecta a la “persuasión retórica”, que es justo la que más se usa en el

mal razonar en temas económicos y sociales, así como para las propuestas

políticas, digamos que conviene ponerle “sordina” y evitar que nos la apliquen. Casi

siempre lo harán con argumentos dirigidos a nuestros deseos, cuando no a las

“vísceras” y a las emociones, más que al intelecto. Como fuente de precaución

ante ese tipo de propuestas, conviene considerar el que no hay nada mejor que la

recomendación de Frederic Bastiat: “siempre hay lo que se ve y… ¡lo que no se

ve…!”. Es decir, pidamos siempre, o saquémosla, aunque sea con esfuerzo, la “lista

de las consecuencias no deseadas de las decisiones que nos proponen” (o que

vamos a tomar) y fijémonos más en las implicaciones a largo plazo que a corto

plazo. Pues, en contra de lo que dijo Keynes, “podemos no llegar al largo, o

hipotecarlo totalmente, si solo nos quedamos solucionando el corto”. (Ya que el

futuro está siempre abierto y lo construimos día a día)

Pero, precisamente, en esas dificultades está la grandeza del intentar razonar

económicamente de manera acertada. “To think like an economist”, pensar

económicamente de forma correcta, es mostrar como el llevar a cabo unas

decisiones puede traer, tal vez a corto plazo, unos resultados aparentemente

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buenos, pero con unas consecuencias implícitas muy malas o contradictorias a

medio plazo, que resultan a la postre mucho más costosas que el mal al que

pretendidamente se quería atacar. Recordemos, ¡siempre hay un “coste de

oportunidad”!

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De este modo, la “ciencia” económica, si de tal pudiera ser calificada, no es sino

una disciplina que trata de centrarse sobre los problemas de la vida concreta de

los seres humanos sin desconexión con la realidad. Es importante saber que,

contrariamente, muchos han desarrollado una teoría económica bajo supuestos y

métodos caracterizables como "no euclidianos", los cuales parten de axiomas

concebibles desde un pensamiento racional y que llegan a conclusiones y a "leyes

consistentes” dentro de esos esquemas y que son, así mismo, racionales (como

ocurre en los planteamientos de la geometría no euclídea) pero que son imposibles

de llevar a la practica en el “aquí y ahora” de la persona humana sin quitarle, las

más de las veces, su libertad y sin tener en cuenta que, a pesar de la intrínseca

validez racional de esa forma “no euclidiana” de razonar, el cálculo económico de

los precios y de los costes, sin el mecanismo de una institución de "orden

espontáneo" como es el mercado, se hace imposible.

Por ello, en economía, el método ha de estar centrado en la persona, la cual se

constituye en el eje de la acción humana, donde el respeto a su individualidad y a

una serie de “ordenes espontáneos”, que evolutivamente el género humano ha ido

generando, sea la norma. Tales “órdenes” son, por ejemplo, la propiedad privada,

(como medio de evitar la lucha fratricida o la ley del más fuerte), el estado de

derecho o el mercado, como fuente de intercambio, sustituyendo con el mismo

una relación de fuerza unilateral por el “ganar-ganar”. Lo cual es hacer frente al

mero robo, a las guerras de conquista, al aprovechamiento del fruto del trabajo de

otros o a la esclavitud. (¡Atención!: El mercado no es una institución de “suma cero”

o situación en la que lo que uno gana el otro lo pierde). En cualquier caso, las

instituciones sociales son el resultado de la acción humana, pero no del “designio”

humano.

Esas otras tendencias, más o menos radicales, plantean razonamientos en lo

económico deducibles lógicamente de unas premisas previas, que, como ya

hemos dicho, podrían hacerse en parangón con las que se dan dentro de una

“geometría no euclidiana” pero, en tanto en cuanto los razonamientos económicos

salidos de esos “axiomas no euclidianos” no están en la realidad de la vida del

género humano, no respetan a la persona como tal y le niegan su libertad. Al no

respetar tampoco los "ordenes espontáneos", los que plantean un razonamiento

económico de este tipo, especialmente los que lo hacen en sus vertientes más

radicales, pretenden un "constructivismo social" por entender que la vida de las

personas y su actividad económica, ha de desenvolverse en organizaciones

estructuradas, jerárquicas y piramidales, donde solo se siga un plan fijado por una

“autoridad”. Todos esos planteamientos económicos, incluso los menos radicales,

deben verse y juzgarse con sumo cuidado, pues en el menor de los riesgos, aunque

solo sean o sirvan como “distracción intelectual”, esnobismo y pretendido

“cientifismo en lo social”, pueden llegar a ser causantes de más males que los que

pretendidamente pensaban solucionar, ya que se centran solo “en lo que se ve” y

no dan cuenta de todos los “costes ocultos” y de oportunidad. Solo viendo “los dos

lados”, teniendo en cuenta el coste de oportunidad como decimos, podemos

juzgar el problema económico y realizar un razonamiento correcto.

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En definitiva, en economía debemos tener en cuenta, por encima de todo, al

individuo. Debemos ser "subjetiva e individualmente metodológicos". La persona

debe ser el centro del análisis para ver cómo actúa y se relaciona y cómo realiza

intercambios. Esa visión incluye el aprender el cómo, desde esas acciones libres,

surgieron evolutivamente los "ordenes espontáneos" que hemos indicado antes: el

derecho, el mercado, el dinero y otras instituciones de este tipo. El estudio del orden

espontaneo del mercado es fundamental para saber del comportamiento de las

personas en el intercambio y las instituciones dentro de las cuales tienen lugar estos

intercambios. El sistema de precios será la clave de la información que los

empresarios y todas las personas en general, necesitan para el proceso de toma

de decisiones.

Por todo ello, tampoco puede darse como válido en economía el método de

razonar bajo el llamado “vicio ricardiano” (por el economista del siglo XIX de ese

nombre, que junto a aportaciones muy importantes dejó la impronta de tal muestra

de proceder). Ese “vicio” metodológico viene dado por la práctica de proponer

unos supuestos de partida (“supongamos que…”) y unas restricciones de

información, o por el contrario una total y completa información de los sujetos que

intervienen para, a partir de ahí, bajo una metodología altamente abstracta en los

razonamientos, fácilmente llevable a ecuaciones diferenciales o de otro tipo, llegar

a conclusiones que, aunque formalmente lógicas, casi siempre nada tienen que

ver con la realidad a la que se refieren, cuando no, argumentando de tal forma

que el resultado acaba por aportar lo que los formulantes de los mismos quieren.

(O acaban por darles tal cantidad de “vueltas” y poniendo tal cantidad de

“supuestos simplificadores” a la realidad a la que intentan referirse, que no hay

manera de saber “cómo atacar esos razonamientos”). Karl R. Popper dijo que una

teoría establecida con rigor precisa el que indique claramente cuando puede ser

falsada, pues de lo contrario de nada sirve como producción científica y nuestro

Ortega y Gasset nos dejó aquello de que: “la claridad es la cortesía del

científico…”. Por su parte, el propio Paul Samuelson, uno de los economistas más en

línea con una de esas “formas no euclidianas” de método para la economía,

confesó (aunque tarde, pues su famoso manual, “Economics”, en el que tantos se

educaron en sus años universitarios, llevaba ya más de veinticinco ediciones

seguidas) que todas las ecuaciones diferenciales de su” archivendido libro”

estaban muy alejadas de la realidad… Así mismo, el más “ricardiano” que el propio

Ricardo, y discípulo predilecto de Keynes, el ítalo británico Piero Sraffa, en su único

libro: “Producción de mercancías mediante mercancías” (“la biblia” de todos los

“neoricardianos”) ¡apenas tiene una frase que se refiera a la realidad! Contra lo

que se pueda creer, el propio Samuelson, autor también de otro “libro canónico”

como “Fundamentos del Análisis Económico” y campeón del utilizar el

razonamiento abstracto para que “la economía pasase a ser una auténtica

ciencia”, renegaba del mal uso de las matemáticas en el quehacer de los

economistas diciendo que: “muchos estudiantes adelantados saben demasiado

de estas y no utilizan su “sentido común” ... Por su parte, Michio Morishima, otro

postkeynesiano, dijo: “la economía matemática se ha vuelto cada vez más

abstracta, transparente y estéril…”. (A pesar de estas “conversiones” los trabajos

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salidos de las universidades y publicados en revistas “científicas” como la

“American Economic Review” lo son, en un 95% o más, con fundamentos únicos de

ecuaciones y otros razonamientos matemáticos…¡?!)

También conviene señalar que desde un criterio pretendidamente pedagógico se

ha mostrado muchas veces la realidad económica como un “flujo circular” (ver el

esquema del cuadro 1) donde los diferentes “agentes económicos”: familias o

economías domésticas, empresas y el estado, en todas sus adscripciones: centrales

o periféricas, se intercambian bienes, servicios y flujos financieros de cobros y pagos

en diferentes mercados. Es loable la intención explicativa de esa plasmación

simplificada de la realidad y sirve inicialmente para entender la interactuación de

dichos “agentes”, pero la misma es solo pretendidamente pedagógica, como

decimos, pues queda altamente sesgada si no se dice nada en paralelo de un

conjunto de hechos fundamentales que desde cualquier intento de comprensión

de los fenómenos económicos hay que tener siempre en cuenta. Así, la producción

de bienes o servicios no es un hecho instantáneo, sino que tiene lugar en el tiempo,

en fases sucesivas, pues los bienes de capital son desarrollados en etapas en las

que unos productores van pasándose, de unos a otros, los elementos de capital

intermedios que permiten elaborar el siguiente bien de capital, llegando, en esa

sucesión, hasta el bien de consumo final. (Ver al respecto lo que se muestra en la

figura del cuadro 2).

La dedicación de recursos que se “desgastan” en ese proceso productivo es más

importante en el caso de los bienes de capital intermedios que en los bienes de

consumo, pues estos solo son la “parte visible” de todo el conjunto. (Ya que está

“sumergido” el “gasto” en bienes de producción intermedios que es la parte más

importante). Hay que saber también que la inversión supone una previa

anticipación de rentabilidad futura, la cual precisa, para “ser vista hoy” y juzgar si

merece la pena, el que se la contraste con una “tasa de coste de oportunidad” de

empleo de los fondos que a ella vayan a ser destinados. (Además, quien decide

invertir y luego fabricar o dar un servicio, debe anticipar salarios, mantener, si es el

caso, stocks de materias primas y productos semielaborados y realizar desembolsos

previos en I+D y en acciones de marketing, lo que supone una nueva asunción

añadida de riesgos e incertidumbres).

Tampoco puede ser utilizable en economía el método de dar como válida la

pretensión de la competencia perfecta, en modelos de equilibrio general, sin tener

en cuenta la capacidad coordinadora que tiene la función empresarial, que es la

que rompe el “nudo gordiano” de los “comportamientos desajustados” de la

sociedad al encontrar una oportunidad de ganancia y moverse para

aprovecharla. De ahí sí sale, cuando esa ganancia se consuma, un proceso

espontáneo de coordinación que da el equilibrio en toda economía real de

mercado. Es esa labor del empresario la que da carácter de existencia a una

“ciencia económica” como un conjunto de leyes que explican los procesos

sociales. La competencia entre empresarios tiene un carácter dinámico y no tanto

de “equilibrio de estática comparativa” o de “competencia perfecta”, de

monopolio, de oligopolio o de “competencia imperfecta” en el que se supone que

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toda la información relevante para disponer las funciones de oferta y demanda se

considera “dada”. Por el contrario, el conocimiento de fines y medios no está dado,

sino que se encuentra diseminado en cantidad de seres humanos que

constantemente los están creando y generando, por lo que no se pueden conocer

a priori todas las posibilidades y alternativas existentes.

Estamos ahora en mejores condiciones de poner en entredicho la definición de

economía dada por Lionel Robbins, pues, si nos damos cuenta, implica que se

tienen bien claros fines y medios, con lo que el problema económico era

simplemente para él, un problema de mera asignación u optimización bajo unas

restricciones de escasez que se entiende son también conocidas. Con ello no se

ponen en duda los planteamientos microeconómicos de tipo neoclásico en los

cuales se supone un entorno perfectamente competitivo y en el que la función

productiva es algo carente de necesidades de organización, coordinación y

control, donde los recursos maximizadores de ganancias se seleccionan bajo una

información perfecta y con probabilidades definidas, sin costes de transacción y

con derechos de propiedad garantizados, acabando de este modo todo en un

mero cálculo donde no hay lugar para la figura central del empresario.

Robins parece aludir, además, con esa definición, al “homo oeconomicus”, mera

caricatura denigrante para el ser humano al no contemplarlo en toda su grandeza

pues solo se le reconoce como capaz de responder a estímulos. Cuando, por el

contrario, y sin negar que esas respuestas existan, lo calificamos de “grande” por

ser capaz, además y por encima de todo, de buscar constantemente nuevos fines

y medios, aprender de sus errores e imaginar y urdir planes para mejorar su situación.

Digamos también que las restricciones o la escasez, en economía no vienen

impuestas fatalmente por el mundo exterior (por ejemplo, las reservas de petróleo,

el cambio climático, la polución, etc.) sino que esas limitaciones se deben enfrentar

a la capacidad humana para buscar soluciones creativas a esos “males” y

desarrollarlas empresarialmente.

Vemos por tanto y con todo lo dicho, como en el razonar económicamente es

fundamental la “modestia intelectual” pues por su materia de estudio, “la acción

humana”, es difícil llegar a alcanzar conocimiento de “verdades” como en las

ciencias naturales. También, podemos constatar ya que debemos estar muy

precavidos ante la "fatal arrogancia intelectual” de los que creen que las personas,

por medio exclusivo de su razón, son capaces de manera completa de llegar a un

conocimiento absoluto. Postura típica del racionalismo llevado a ultranza y de un

positivismo filosófico al que hace ya años que Karl R. Popper dejo claramente en

evidencia. A lo máximo que tal vez podamos aspirar es a ir obteniendo

gradualmente mayores aproximaciones a “verdades” y a basarnos en evidencias

que, en tanto no sean falsadas, podemos considerar como pautas o guías.

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Cuadro 1-. El “flujo circular de la economía”. Una representación “pedagógica”

de los agentes económicos… ¡con unos sesgos importantes…!

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Cuadro 2.- Flujo de renta resumido considerando “el tiempo”

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Estas predicciones serán casi siempre cualitativas y centradas normalmente sobre

la previsión de los desajustes que produce todo intervencionismo sobre precios,

aranceles, limitaciones al comercio, proteccionismo, subvenciones, desvalorización

de la moneda o de las consecuencias de entrar en cuantías de deuda fuera de

toda prudencia, tener un déficit público descontrolado, etc. Por lo mismo, no

puede ser válido como método de la economía el plantear modelos de análisis

que desprecian o no tienen en cuenta al factor tiempo bajo esa doble concepción

antes señalada de:

“Tiempo para que las inversiones maduren en su camino hasta el

consumidor”

“Tiempo subjetivo para el que realiza una acción”

y que solo plantean razonamientos estáticos o se fijan, exclusivamente, en el tiempo

meramente "cronológico" mensurable por reloj.

Frente a un pensamiento basado en la creencia de que la ciencia solo puede

desarrollarse bajo un conocimiento objetivo, derivado del análisis de entes externos

a la persona, los cuales deben ser mensurables y objetivables, así como tratables

siempre bajo expresiones y ecuaciones matemáticas, en economía hay que

abogar por un método en el que, por el contrario y sin menospreciar el uso de las

matemáticas cuando proceda y sean realmente aplicables y aportadoras de valor

añadido para el razonamiento, se deje campo y lugar para observar como las

personas desarrollan su función creativa y empresarial, que es la que permite el

desarrollo de la vida en sociedad de manera libre y sin imposición de fines a las

personas. El formalismo abstracto, llevado al extremo, no permite incorporar al

mismo la realidad subjetiva del tiempo ni mucho menos la creatividad empresarial.

Todo lo contrario de lo que ocurre en el mundo de las ciencias naturales donde,

por ejemplo, ante unas condiciones de presión y temperatura sabemos lo que

ocurrirá con las moléculas de un gas y podemos establecerlo matemáticamente.

(Ver cuadro 3 a modo de resumen)

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Cuadro 3

EL MÉTODO EN ECONOMÍA. RESUMEN

La economía es una disciplina que trata de centrarse sobre los

problemas de la vida concreta de los seres humanos sin

desconexión con la realidad. Busca resaltar las consecuencias

no deseadas que pueden producrise de darse unas

determinadas decisiones. Elemento clave: “El “coste de o

portunidad”

El análisis de alternativas debe hacerse bajo las premisas del

análisis deductivo (“princpio de no contradicción” y “principio

de exclusión”)

No cabe la experimentación en laboratorio. De economía

cualquiera se siente capaz de hablar, “sabe” o se cree

imbuido de una especial “sabiduría” para opinar sobre qué

debe hace rla dirección de una empresa o el gobierno de un

país. Por ello es fundamental la “modestia intelectual” pues es

difícil llegar a alcanzar conocimiento de “verdades” como en

las ciencias naturales.

En las ciencias naturales se pretende un conocimiento objetivo

por medio del análisis de entes externos a la persona, que

ceben ser mensurables y objetivable, así como tratables bajo

expresiones matemáticas. En economía, por el contrario, sin

menosprecias el uso de las matemáticas cuando proceda, se

observa como las personas desarrollan su función creativa y

empresarial.

En economía, la historia no es elemento porbatorio d elo que

debe hacerse. Sirve para aprender de los errores.

El método en economía está centrado en la persona y en una

serie de “ordenes espontáneos” que evolutivamente el género

humano ha ido generando: la propiedad privada, el mercado,

el estado de derecho, el dinero, etc.

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Cuestiones para facilitar el seguimiento, el aprendizaje y el “repaso” del texto.

1)-. “La economía no puede tratarse como una ciencia natural más…”. Explíquelo

en no más de dos párrafos en 10 líneas.

2)- Lionel Robbins (1896-1984): “La economía estudia la asignación de recursos

escasos entre usos alternativos para satisfacer unas necesidades humanas que son

ilimitadas…” ¿por qué se considera una definición incompleta? Explíquelo en no

más de dos párrafos en 10 líneas.

3)-. La función empresarial es la iniciativa de la persona capaz de descubrir

necesidades y el modo de satisfacerlas, a la vez que de planificar el modo de

lograrlo y coordinar “factores productivos”. Sin embargo, “algo falla” si solo nos

quedamos en esos términos de definición de la función… Explíquelo en no más de

dos párrafos en 10 líneas.

4)-. “To think like an economist”, pensar económicamente de forma correcta quiere

decir realmente, en orden de fijar el “método” en economía, lo siguiente…

Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.

5)-. No puede darse como válido en economía el método de razonar bajo el

llamado “vicio ricardiano” … Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.

6)-. ¿Por qué no es válido, cuando parece correcto, el modo de razonar

económicamente bajo supuestos y métodos caracterizables como "no

euclidianos", los cuales parten de axiomas concebibles desde un pensamiento

racional y llegan a conclusiones y a "leyes consistentes” dentro de esos esquemas y

que son, así mismo, racionales (como ocurre en los planteamientos de la geometría

no euclídea)…? Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.

Palabras y frases claves a tener en cuenta especialmente y a entender bien su

significado.

Acción humana

Coste de oportunidad

Bienes de capital y bienes de consumo

El “tiempo” en economía

“Órdenes espontáneos evolutivos”

Incertidumbre y riesgo

Convencimiento, persuasión retórica, persuasión absoluta.

“Lo que se ve y… lo que no se ve…”

“Homo oeconomicus”

Competencia perfecta