Diálogo 4/ La otra conquista, la del espacio mediático

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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES FLACSO SEDE-ACADÉMICA GUATEMALA No. 4 Tercera época Guatemala, julio de 2009 La otra conquista, la del espacio mediático

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La otra conquista, la del espacio mediático/ Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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FACULTADLATINOAMERICANADE CIENCIAS SOCIALESFLACSOSEDE-ACADÉMICAGUATEMALA

No. 4 Tercera época Guatemala, julio de 2009

La otra conquista, la del espacio mediático

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LA OTRA CONQUISTA, LA

DEL ESPACIO MEDIÁTICO

Ileana Alamilla*

BREVE CONTEXTO SOBRE LA CONQUISTA DE DERECHOS DE

LAS MUJERES

REFLEXIONES INTRODUCTORIAS

El interés, que desembocó en pre-ocupación por la situación de

la mujer en el mundo, surgió gra-cias a las reivindicaciones de los movimientos sociales que se fueron conformando a partir de la segunda mitad del siglo XX, pero también al descomunal esfuerzo de mujeres de vanguardia y a la inquietud de algunos organismos internaciona-les que cuestionaron temas como la desigualdad, la discriminación y la inequidad en las oportunidades de capacitación.

Hasta antes de 1960, los planifi-cadores del desarrollo percibieron a las mujeres fundamentalmente por su capacidad reproductora, abstra-yéndolas de sus aportes económicos, de su potencialidad en la influencia para las transformaciones, de sus contribuciones a la cultura, al pro-greso y mucho menos de sus intere-ses en la política. Eran simplemente las madres, las niñeras, las criadoras

de hijos, las cuidadoras de la prole, las amas de casa y, si mucho, las ins-titutrices, las maestras, las trabajado-ras de las fábricas o las enfermeras.

En la pasada década de los setenta surge un movimiento social belige-rante que reivindica los derechos de las mayorías desposeídas, denuncia la opresión y la discriminación y co-loca el tema de la desigualdad en el debate sobre el desarrollo. Ahí emer-ge esta gran protagonista que no se vislumbraba como una actora funda-mental en el progreso económico y que, irónicamente, tampoco estaba entre las beneficiarias.

El feminismo es un movimiento social que ha tenido varias etapas o momentos. El primero es conocido como sufragismo, el segundo es la lucha por el derecho al trabajo y el tercero cuando las mujeres nos rei-vindicamos como sujetas sociales.

El sufragismo empieza en Europa en el siglo XIX y se extiende hasta nuestros días; en América Latina se concede el voto a las mujeres hasta hace pocos años. En Guatemala, en 1945, después de la Revolución de Octubre y en Paraguay en 1964.

La lucha de las mujeres por la ciu-dadanía ha sido muy extendida en el tiempo. En Europa ese movimiento fue encabezado por las mujeres pro-pietarias, se le denominó el feminis-mo burgués; ellas lucharon por el voto para defender sus propiedades, las mujeres socialistas lo hicieron con motivaciones políticas más inte-grales. Publicaciones de prensa ates-tiguan que en Guatemala hubo opo-sición a que se concediera el derecho al voto a las mujeres.

La discriminación por razón de gé-nero ha sido irrebatible y está docu-mentada en la historia. El Abogado Constitucionalista Gabriel Orellana relató en una columna de prensa el caso de la abogada y notaria Luz Castillo, quien en 1927 recibió la negativa del Ministerio de Goberna-ción para ser inscrita como notaria. El argumento fue el texto legal que consignaba la palabra “notario”, lo que indicaba que era un ciudadano y podía votar, derecho que ella como mujer no poseía y, por consiguiente, no encajaba en esa definición. Pero la decisión se remató con otro abe-rrante argumento: la costumbre.

En Estados Unidos, en 1873 la Corte Suprema, por intermedio del Juez Bradley, resolvió un caso simi-

lar con la tesis de: “que el destino y la función supre-ma de la mujer se limita a colmar el nombre y benigno oficio de esposa y madre, agregando que tal era la ley del Creador”.

El derecho al voto es la expre-sión de la lucha por los derechos políticos y por la conquista de una parte de la ciuda-danía plena, es la lucha legítima de las mujeres por ser consideradas igua-les en las socieda-des desiguales.

Pero también in-cluye la conquista por el derecho al trabajo en igual-dad de condicio-nes: a igual trabajo, igual salario. Este derecho continúa postergado. En el campo se reconoce el salario al varón, aunque sea exi-guo, injusto y rogado, pero a la mujer que realiza las mismas faenas o que le apoya en trabajos de recolección no se le retribuye igual y muchas ve-ces no se le reconoce la labor reali-zada.

El trabajo productivo, aquél que posee valor de cambio y que se reali-za por medio de actividades asalaria-das, se valora, se aprecia y se toma en cuenta en los indicadores econó-micos. Al aporte reproductivo que damos las mujeres, en los términos clásicos de reproducción de la espe-cie y de reproducción cotidiana de la fuerza de trabajo no se le asigna ningún valor económico. El trabajo doméstico, el que llevan a cabo las mujeres en la casa, que tiene reper-cusiones económicas, no es toma-do en cuenta. Tampoco se valora la gestación, el parto, la lactancia, que permiten la reproducción física de la especie, ni la transmisión de valores, la construcción de imaginarios y cul-turas.

En fin, nuestra función como re-productoras de herederos de los me-dios de producción o de la mano de obra para el capital, se minusvaloran, considerándolas como correspon-dientes al “…noble papel de la ma-ternidad”.

Hay numerosos ejemplos de la verticalidad patriarcal que prevale-ce en el ámbito laboral, los cargos de mayor importancia generalmente son desempeñados por hombres, las mujeres van a los puestos subalter-nos. Y si ambos están en la misma posición, es usual escuchar que el hombre es más capaz, competente y preparado. La Federación Sindical Mundial ha denunciado que las tra-bajadoras, como promedio, reciben por el mismo trabajo entre el treinta y el cuarenta por ciento menos de re-muneración que los hombres.

El tercer momento de la lucha fe-minista es por constituirse en sujetas sociales, dueñas de sus vidas y de-cisiones. Aquí hay terminología que favorece la comprensión, por ejem-plo ese vocablo, cuestionado por al-gunos, denominado “empoderamien-to”, que en esta materia de equidad de género, refiere ese poder interior, autogenerado y surgido del propio ser, que supone una interrelación en-tre hombres y mujeres que cambie las injustas relaciones de dominio y de poder prevalecientes y que implica la corresponsabilidad para la trans-formación del sistema. Es provocar que el Estado y la sociedad se abran al cambio, tocar puertas, entrar por ventanas y rendijas para revertir las relaciones de poder entre hombres y mujeres relacionadas con todos los aspectos de la vida, entre los cuales

Licenciada en ciencias jurídicas y sociales, abogada y notaria, licenciada en periodismo, por la Universidad de San Carlos de Guate-mala, (USAC). Pensum cerrado, pendiente de tesis de la Maestría en derecho notarial, Facultad de Derecho de la USAC.Diplomada en interculturalidad por el orga-nismo indígena NALEB.Veinticinco años de ejercicio periodístico. Ex presidenta de la APG. Actual presidenta de la comision de libertad de prensa de la APGy ex miembra de la comision de honor del Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Columnista de Prensa Libre y de me-dios internacionales. Corresponsal de Radio Educación y revista Siempre de méxico y de Radio Cadena Pacífica de Los Angeles.Coordinadora del Observatorio de los Perio-distas de la Agencia CERIGUA. Directora de la agencia CERIGUA. Consultora del Fondo de Población de Naciones Unidas en Guate-mala, de la Organización Panamericana de la Salud, de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Guatemala.

Foto de Andrea Aragón, del libro “El mundo del trabajo en el siglo XXI”.

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la propiedad y el conocimiento resul-tan de especial relevancia.

Aquí ya aparece otro aspecto que genera escozor y polémica, aún en los tiempos modernos, y que tiene que ver con los derechos reproduc-tivos. La píldora, la sexualidad se-parada de la maternidad y vinculada con el placer, el derecho al divorcio y al aborto. Como todo cambio que originalmente genera rechazo, los métodos anticonceptivos, el placer y el divorcio han pasado por períodos de resistencia hasta llegar a la acep-tación. En el caso del aborto, la lu-cha sigue impulsada por feministas e instituciones y resistida por dogmas y criterios morales.

Estamos hablando del movimiento de liberación femenina, del feminis-mo como una corriente social y legí-tima que no atañe sólo a la vanguar-dia de las mujeres, sino que tiene que ver con el Estado, con la política, con la academia y con la sociedad. Es la ruta hacia la conquista de la igualdad de derechos y a la equidad que con-ducirá a la construcción de socieda-des más equilibradas, más justas y con mejores oportunidades para el desarrollo.

En nuestro caso, el Estado mismo está en una fragilidad tal que cual-quier soplido lo puede destrozar; sin embargo, es necesario tomar en cuenta que su necesaria refundación debe considerar el fortalecimiento de la ciudadanía de las mujeres.

Se convoca a todas y todos para al-canzar esta utopía.

legiado la visión patriarcal, machista y excluyente, ideologías que son re-producidas socialmente a través del hogar, de la escuela, de la iglesia y de los medios de comunicación.

Encontramos esa visión en todas partes, en documentos, relatos, en donde los protagonismos de las mu-jeres se encierran en las paredes de sus casas, junto con sus derechos, anhelos y sueños, su incorporación a la producción es menospreciada. Esto se ve agravado por la falta de conciencia de las mismas mujeres de la gama de derechos de que son ti-tulares.

La tradición, las costumbres y la imposición de roles son los respon-sables, junto a otros factores ya men-cionados, de esa sumisión. Desde la infancia se inculcan patrones que las subordinan a los hombres, sean padres, hermanitos, amiguitos, etc, quienes son los que mandan, deci-

den, descansan y toman decisiones. Se le culpa para forzar la acepta-ción de su supuesta inferioridad, ya sea en los fracasos con las parejas, en las violaciones, en los trabajos asalaria-dos, en la violencia intrafamiliar. Esto siembra desamparo, sobre todo por las condiciones de fal-ta de oportunidades para la educación y capacitación, lo que provoca que las mu-jeres mantengan una dependencia eco-nómica de otros, ya

sea de sus parejas, de sus patronos, de los burócratas, de los políticos o de los sistemas jurídicos.

Y NOSOTRAS, ¿SOMOS TITULARES DE DERECHOS?

Los derechos, como formas de re-gular las relaciones entre las perso-nas, son universales, señalan compor-tamientos, garantizan posibilidades, establecen márgenes, garantías y obligaciones.

Sin el conocimiento de lo que nos corresponde, es imposible defender-lo o luchar para conquistarlo. Los de-rechos institucionalizan los valores en una sociedad, permiten ejercerlos y fijan los límites, tienen sus jerar-quías, en la escala mayor se encuen-tran los de rango constitucional, en donde las letras reconocen la libertad y la igualdad en dignidad y derechos, sin distinciones, sin embargo la rea-lidad contrasta con la voluntad del legislador, convirtiendo el texto en derecho positivo pero no vigente.

Los derechos humanos son uni-versales, nos corresponden a todas y todos. El género, como parte de las construcciones sociales, tiene que ver con el sistema impuesto, el que debemos transformar.

LA DESIGUALDAD Y LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO (ODM)

La conciencia sobre la desigualdad ocupa hoy un lugar privilegiado en el concierto de naciones, tanto que 189 jefes de Estado y de Gobierno en el 2000 adquirieron compromi-sos de construir un mundo diferente,

PREJUICIOS Y UTOPÍAS: IGUALDAD DE GÉNEROS Y LA

AUTONOMÍA DE LA MUJER

Vivimos en sociedades llenas de miedos y prejuicios. La nuestra es un claro ejemplo. Tememos al cam-bio, a las diferencias y a promover las transformaciones. Reproduci-mos opresiones de clase, étnicas y de género. Tenemos que aceptar que coexistimos en una sociedad con je-rarquías de distinta índole, donde las diferencias están marcadas por abis-mos de desigualdad que se transfor-man en discriminaciones.

El conglomerado social se deja lle-var por la inercia y la apatía, conti-nuamos en la espiral de violencia, de desigualdad, de injusticia y no toma-mos acciones para revertir lo que nos está destruyendo. Las mujeres esta-mos fastidiadas de ser consideradas débiles, frente a hombres que se creen fuertes. Muchas mujeres talentosas, competitivas, creativas, inteligentes y productivas en sus correspondien-tes esferas, no encuentran espacios de realización y de reconocimiento; otras, cabezas de hogar, políticas, intelectuales, son relegadas a planos que no les hacen justicia; las madres, hijas, abuelas tías y madrinas ansían liberarse de ese exclusivo papel que se les ha impuesto.

Las mujeres somos la mitad de nuestra sociedad, no somos homo-géneas ni tenemos intereses, per-cepciones o visiones iguales, somos producto del sistema y del modelo impuesto y dominante que ha privi-

Foto del estudio “El mundo del trabajo en el siglo XXI”.

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mediante el cumplimiento de ocho Objetivos de Desarrollo del Mile-nio y 18 metas. Varios atañen a las mujeres, quienes se convierten así en sujetas priorizadas de las políticas públicas.

La promoción de la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer ocupa la tercera prioridad. Busca eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria. Esto debía haberse al-canzado en el 2005. Para el 2015 se espera lograrlo en todos los niveles de la enseñanza.

En el quinto Objetivo hay una nue-va referencia a las mujeres, se busca mejorar la salud materna a través de la reducción de la mortalidad en tres cuartas partes. Y la primera prioridad de los ODM, erradicar la pobreza ex-trema y el hambre, también incumbe a las mujeres ya que, según estudios, son las más afectadas por los bajos ingresos que perciben, debido a las condiciones ya esbozadas, al mismo tiempo que son los agentes más efi-caces para transformar los beneficios directos que reciban en mejoras para sus familias.

Los Estados son los primeros lla-mados a promover los cambios y a generar espacios de discusión, análi-sis y reflexión para reconocer las di-ferencias, las desigualdades y luego asumir los compromisos para trans-formar esos escenarios que no pue-den evolucionar sólo con el esfuerzo de la sociedad civil.

El primer paso es conocer y reco-nocer que hay relaciones desiguales e injustas, empoderarse o apropiarse

en la esfera pública y en la privada de los conceptos, revalorizar el papel de hombres y mujeres en la sociedad, tomar conciencia e involucrarse con honestidad y decisión son factores claves para alcanzar la meta.

La coyuntura es muy adversa. Nadi-ne Gasman, representanta del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Guatemala, ha ratificado que las mujeres enfrentan un escenario difí-cil para su desarrollo, provocado por la crisis económica, la alimentaria, la energética y los efectos negativos del cambio climático, debido a la mayor vulnerabilidad que ellas presentan, especialmente en el área rural.

Es por ello que hay que romper con los prejuicios en contra del feminis-mo y de los temores que a muchos infunde; la legitimidad de la reivin-dicación de derechos, los anhelos por alcanzar la equidad, los sueños de las mujeres y el reto por la transforma-ción de la injusticia social, es un afán que requiere contagiarse pues acarrea beneficios colectivos.

La democracia paritaria, como for-ma de equilibro de representación y de toma de decisiones entre mujeres y hombres, es la concreción de lu-chas y aspiraciones.

LA MUJER Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La irrupción en los escenarios pú-blicos de estas nueva actora social, sorprende y rompe esquemas. Uno de los espacios en donde no hay co-rrespondencia de sus luchas y pro-

tagonismos es en la prensa.

En la historia recien-te, Guatemala es un caso paradigmático de la valiente vanguardia femenina que enfren-tó peligros, desafió poderes instituidos y conquistó espacios. Fueron mujeres las que fundaron organizacio-nes surgidas contra la represión y la violen-cia, como el Grupo de Apoyo Mutuo, la Coordinadora de Viu-das de Guatemala, Fa-miliares y víctimas de la delincuencia y Ma-dres Angustiadas, cada una con diversos lide-

razgos sociales, rompiendo brecha en una sociedad y un Estado racistas, excluyentes y patriarcales.

Fueron ellas las que incursionaron en los medios con otros protagonis-mos, que tuvieron al principio enfo-ques sensacionalistas pero luego ge-neraron respeto y admiración.

Pero pese a esa historia de irrup-ción de liderazgos nacionales feme-ninos en campos sensibles de la rea-lidad, no hay correspondencia entre los aportes y luchas de las mujeres y los espacios dedicados a sus protago-nismos. La mayoría de los medios per-manecen indiferen-tes a este titánico esfuerzo por la vi-sibilización y equi-dad mediáticas.

I r ó n i c a m e n t e , un drama como el femicidio y las muertes violentas de las mujeres, ex-presión de la des-composición social, el machismo y la misoginia instala-da en nuestra so-ciedad, permitió que salieran a luz temas relativos a la violencia contra la mujer, la violencia intrafamiliar y las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, que habían sido obceca-

damente ocultadas. En el ámbito político, las expre-

siones organizadas de mujeres vie-nen exigiendo demandas que han sido ignoradas. En el año 2000, en el marco de la campaña electoral, se construyeron variadas agendas polí-ticas formuladas en diferentes depar-tamentos y en la capital para alcanzar la equidad de género. La principal reivindicación de las mujeres ha sido de contenido político, referida a la participación, seguida de la capacita-ción y de las demandas económicas y sociales. A la fecha, continúa la exi-gencia de establecer cuotas de par-ticipación política como una forma de discriminación positiva, dadas las necias estructuras que colocan a las mujeres como relleno en las planillas de votación o en los lugares subal-ternos de decisión de las estructuras partidarias.

Y SIN EMBARGO, LOS ESPACIOS SON REGATEADOS EN LA PRENSA

Un monitoreo pionero de la Agen-cia CERIGUA sobre los protagonis-mos de las mujeres en los medios escritos, realizado de 2003 a 2006, reveló que las activistas y dirigentas sociales aparecen en la prensa escrita muy pocas veces y la información u opinión relacionada con ellas se con-

Foto del estudio “El mundo del trabajo en el siglo XXI”.

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centra en fechas especiales, como el Día Internacional de la Mujer y otras conmemoraciones relativas a las rei-vindicaciones de este género.

También constata esa investiga-ción que las noticias que se refieren a temas de mujeres son cortas, las in-dígenas son invisibles, las que tienen que ver con demandas para impulsar el desarrollo local no existen para la prensa, los protagonismos publica-dos no corresponde a los temas de interés e impacto para las mujeres. Por lo general, las funcionarias, las operadoras de justicia o las congre-sistas, abordan temas vinculados con su quehacer que usualmente no se identifican con las agendas de las mujeres, a las que tampoco se refie-ren en sus discursos y declaraciones públicas

La condición de víctima fue la prioridad para los cinco medios es-critos revisados en esos años, lo que confirma la tendencia mostrada en los primeros estudios de CERIGUAsobre esa realidad de las mujeres en la prensa. Las activistas y dirigen-tas sociales aparecieron muy pocas veces. En muchos casos los medios reflejan a las mujeres con una visión sexista.

El Informe de Proyecto Global de Observación de los Medios (GMMP) de 2005 reveló que las mujeres son sólo el veintiuno por ciento de las personas que aparecen en las noti-cias. Dicho informe señala que es más fácil encontrar a las mujeres en noticias “ligeras” que tienen que ver con asuntos como los famosos y las artes, donde aparecen en el diez y ocho por ciento de ellas, mientras que es más difícil encontrarlas en las noticias serias sobre política, gobier-no y economía.

Agrega el informe que el uso de estereotipos refleja un bloqueo men-tal, no sólo en términos de lo que la sociedad puede esperar de las muje-res, sino también, más seriamente, en término de lo que las mujeres pueden esperar de sí mismas.

UNA HERRAMIENTA PARA EL CAMBIO

Esta aproximación al diagnóstico de la forma cómo los medios nos re-flejan fue un punto de partida. Cier-tamente, el conocimiento del proble-ma es importante, su comprensión e interpretación también, pero es nece-sario un enfoque adicional en rela-ción con las fuerzas reales que están detrás del problema. Hay que consi-derar que la concentración de la pro-piedad de los medios en pocas manos limita posibilidades de expresión a grandes segmentos de la población. También se debe tomar en cuenta el escaso conocimiento y conciencia de las mujeres y sus organizaciones en el tema de la comunicación.

El análisis sobre cómo revertir esa realidad mediática pasa por pregun-tarnos: ¿Quién tiene la fuerza para provocar el cambio?, ¿quién tiene la fuerza para influir sobre los que

pueden hacer el cambio?, ¿en quién podemos influir nosotras con la fuer-za que tenemos? Estos elementos son puntos de partida para la cons-trucción de la estrategia de comuni-cación, que pueda contribuir a hacer la diferencia. Debe haber una inclu-sión permanente del tema comunica-ción/prensa en los planes, programas y actividades de las entidades, hay que asignar recurso humano desti-nado a este fin; pero, sobre todo, ha de haber una conciencia clara sobre la importancia de trabajar con estos contenidos, de lo contrario, ni diag-nósticos ni estrategias tendrán nin-gún sentido.

Es sabido que sin comunicación no hay sociedad, la primera es un ele-mento sustancial para la existencia de la segunda. Juega un papel estra-tégico en los procesos evolutivos, es un derecho de la sociedad, forma parte de los preceptos humanos uni-versalmente reconocidos, requiere

El 9 de julio del presente año, en el Auditórium “Rene Poitevin”, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guatemala, con la participación de la señora ministra de Educación, licenciada Ana Ordóñez de Molina, de la licenciada Herminia Reyes, del profesor Rodrígo Hernández, del doctor Virgilio Álvarez Aragón, director de FLACSO-Guatemala y del maestro Oscar López, coordinador de investigación de la misma Facultad, se llevó a cabo la presentación del libro A pesar de todo, optimistas. Ado-lescentes y la formación de maestros (Foto: Carlos López Rueda).

“A PESAR DE TODO, OPTIMISTAS”, ESTUDIO DEL DOCTOR VIRGILIO ÁLVAREZ FUE PRESENTADO

Foto del estudio “El mundo del trabajo en el siglo XXI”.

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necesariamente del derecho a la in-formación, que incluye garantía de expresión, de réplica, de conforma-ción de un aparato u organismo para informar y demandar información. La comunicación no es un fenómeno tecnológico, sino humano. Es trans-misora de cultura. Lamentablemente, en la mayoría de países, el derecho a la información y a la comunicación son cada vez más un privilegio de minorías.

La prensa es parte del proceso co-municacional en el que interviene tanto el emisor como el receptor, se rige por códigos y su correspon-diente desclasificación, así como por símbolos generalmente aceptados y se produce en una coyuntura en la que se emiten dichos códigos, es de-cir en un momento determinado y en un contexto social dado.

Idealmente, debe buscar el bien común, apegarse a la verdad, tener un contenido plural e incluyente, debe estar al servicio de la colecti-vidad y bajo los principios de digni-dad, honestidad y ética, todo ligado al compromiso con la sociedad y con su futuro.

Sin embargo, las empresas mediá-ticas responden a intereses que no son necesariamente los de la colec-tividad. Se rigen por los imperativos del mercado, suelen maquilar las

mentiras convir-tiéndolas en ver-dades. Convier-ten la noticia en mercancía.

Aunque la so-ciedad debe ser el objetivo cen-tral del trabajo periodístico, a menudo ésta no se ve reflejada en él. En oca-siones es mani-pulada su ima-gen con formas, ideas y concep-tos ajenos a su realidad. Se le implantan inte-reses que le son ajenos o que son inalcanzables.

Las empresas mediáticas con-vierten en mu-dos a gran nú-mero de actores sociales, trans-

forman su pensamiento, les roban su imagen, su cultura y hasta su idioma. Invisibilizan sus formas de organiza-ción, de lucha y, sobre todo, sus le-gítimas aspiraciones. Estos factores distorsionan la realidad, afectan la autoestima y, a largo plazo, inciden negativamente en la gobernabilidad democrática. Las mujeres están entre los que no tienen cabida en esos es-pacios mediáticos.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La dotación de derechos de que estamos provistos lo seres humanos, sin discriminación alguna, no acep-ta discusión. Algunos son vitales (la vida, la seguridad, el trabajo, la alimentación y vivienda dignas, la educación), otros son cimiento de los demás, tal es el caso de la libertad de emisión de pensamiento, de ex-presión y su corolario: la libertad de prensa.

La libertad de expresión es un de-recho universal que nos compete a todos y todas, debe ser mundialmente vigente, pero ha requerido una lucha permanente para hacerlo efectivo.

Entre los parámetros para analizar el estado de la democracia en un país se incluye la libertad de expresión y de prensa, sin la cual, es difícil con-cebir un desarrollo participativo.

La Corte Interamericana de Dere-chos Humanos ha considerado estas garantías como la “piedra angular de la democracia”. Sin embargo, la con-creción de este derecho es otro muro a romper para las mujeres, pues es obvio que la exclusión que hemos abordado anteriormente se replica en los medios, que generalmente igno-ran el papel activo de las mujeres en distintos espacios y no otorgan valor o importancia a lo que hacen, produ-cen o proponen.

La investigación aquí referida con-firma que la imagen predominante en la gran prensa es la de la mujer como “víctima” y no como ¡actora positi-va! Son los medios escritos los que mantienen esta tendencia; las radios y canales televisivos departamentales otorgan más cobertura al tema de las mujeres. Por tanto, las exclusiones y discriminaciones que esa otra par-te de la población enfrenta en todos los otros ámbitos, es replicada en la prensa, lo que reafirma las desigual-dades de género.

INSTALAR EL EQUILIBRIO. LLAMADOS INTERNACIONALES

La Federación Internacional de Pe-riodismo, FIP, realizó un importante aporte sobre el potencial que tienen los medios de comunicación para contribuir al avance de la emancipa-ción de las mujeres. Urgente fue el llamado a los gobiernos y a los entes internacionales para que impulsen acciones para cambiar “los estereoti-pos sobre las mujeres y las desigual-dades en el acceso de las mujeres y la participación en todos los sistemas de comunicación, especialmente en los medios”

De acuerdo con el estudio de la FIP, los estereotipos, que están por todas partes, afectan la percepción pública de la realidad. En 1995, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas, celebrada en Beijín, se hizo un llamado a los pro-pietarios de los medios y a los pro-fesionales de esta ciencia, para que desarrollen y adopten códigos o pau-tas para promover una mejor y más correcta presentación de las mujeres en los medios.

Los medios tienen la incomparable oportunidad de reflejar mejor la idea de que la igualdad de género es un derecho humano fundamental, o sea la igualdad de tratamiento de hom-bres y mujeres en todos los ámbitos, incluyendo el mediático.

PROPUESTAS SENCILLAS, NATURALES Y SEDUCTORAS

Un aspecto esencial es considerar la perspectiva de género al trabajar la información. Es decir, explicar las causas y las consecuencias de cómo afectan, de forma diferente, los he-chos a hombres y a mujeres.

Es fundamental llevar a la agenda de los medios información sobre las mujeres. La cotidianidad debe ser compartida por ambos sexos. Esto también es interés social.

El tratamiento de las noticias en re-lación con las mujeres tiene que ser respetuoso. Somos seres humanas, con derechos universales, contri-buimos y construimos socialmente, aportamos, participamos y empu-jamos el cambio y así debe ser re-flejado. Las mujeres y sus intereses deben ser mostrados en su diversidad y pluralidad étnica, cultural, social y profesional. Sus reivindicaciones son igualmente importantes que las otras que cubrimos los comunicado-res sociales.

Las mujeres y sus organizaciones deben ser fuentes de noticia. Para al-canzar estos fines, las mujeres y sus expresiones organizativas e institu-cionales tenemos que participar acti-vamente. Si las voces no se expresan, no se escuchan.

El GMMP ofrece algunos consejos sencillos para ir rompiendo con los estereotipos sexistas:

• Abstenerse de usar descripciones de mujeres que incluyan: estado fí-sico y situación conyugal y/o fami-liar, a menos que sea esencial para la noticia. Una buena comproba-ción es preguntarse si incluiría la misma información en caso de que fuera hombre.• Es importante conocer a quién se dirige la noticia y asegurarse de que se respeta el equilibrio entre sexos. Recomienda tener una lista de mujeres dispuestas a hablar y a ser accesibles. Ellas deben también ser fuente de noticias y opinión.• Asegurarse de dar a las mujeres su propio título, nombre y voz, no la “esposa de fulano”• Evitar el uso de descripciones que hacen el juego a las expecta-tivas sociales prevalecientes sobre las mujeres, que son estereotipos

Foto del estudio “El mundo del trabajo en el siglo XXI”.

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intrínsecamente limitativos; por ejemplo, definirlas como madre de seis niños, o que trivializan, dis-minuyen o explotan a las mujeres, mercantilizando sus atributos.• No hacer el juego a prejuicios.• Presentar a ambos sexos como seres humanos en su integralidad y no limitados a características pre-definidas.

CONVOCATORIA APREMIANTE PARA TRANSFORMAR EL LENGUAJE

Es imposible negar los avances conquistados por las mujeres respec-to de lo que tienen que tener. En el ejercicio del periodismo hay también brechas desiguales. Según la Federa-ción Internacional de Periodismo, en 2005, el cincuenta y siete por ciento de las/los presentadores de televisión eran mujeres, pero sólo el veintinue-ve por ciento de las noticias estaban escritas por mujeres. Y sólo el vienti-trés por ciento de las noticias “serias” fueron cubiertas por ellas, a quienes se las encuentra con más frecuencia informando cuestiones “ligeras”, como asuntos sociales, familia o arte y vida. Estos datos obligan a pensar cómo revertir esas tendencias.

Un aspecto esencial en el perio-dismo es el lenguaje, que como una construcción social, también es ex-presión de ideología, es una herra-mienta clave para la transmisión de valores y de cultura en general. No es estático, está en movimiento, re-fleja la realidad y los cambios. Hay una tendencia que está empujando su transformación en busca de la justicia y equidad de género y, sobre todo, de hacer un uso correcto, con perspectiva de género, y de romper con el uso sexista que reproduce la discriminación. Ya es impensable ar-gumentar como en el pasado que “lo masculino contiene a lo femenino”, somos seres humanos con sexos dis-tintos que deben ser nombrados.

Nadie se atreve a negar que el mun-do también es femenino, así hay que nombrarlo, pues lo que no se nombra no existe. Queda hecha la invitación a utilizar un lenguaje no sexista y evi-tar los adjetivos que replican estereo-tipos; el lenguaje puede contribuir a dignificar y a ofrecer un tratamiento respetuoso a todos por igual. La co-rrección en el lenguaje le va dando contenido a los conceptos.

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Publicación mensual de FLACSO-Guatemala y elPeriódico

Secretario general de FLACSO

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALAVirgilio Álvarez Aragón- director

Oscar López / Marcel ArévaloAura Cumes/Claudia Donis / Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova/Edgar F. MontúfarLuis Raúl Salvadó/Edmundo Urrutia

Coordinación y diagramación: Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gtEsta publicación es posible gracias al apoyo

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Las ideas expresadas en esta publicación no nece-sariamente son compartidas por

FLACSO-Guatemala y su patrocinador

Facultad Latinoamericanade Ciencias SocialesFLACSO-Guatemala

La Facultad Latinoameri-cana de Ciencias Sociales, FLACSO-Guatemala, inició sus actividades en 1987 y fue reconocida formalmente por el Estado guatemalteco ese mismo año, por medio del Decreto 96-87 del Con-greso de la República.

30 MIL EJEMPLARES

INVITACIÓN A TRANSGREDIR EL ESTADO DE SITUACIÓN

Para hombres y mujeres queda he-cha la invitación a reflexionar y ac-tuar en consecuencia.

Los y las transgresoras son las que han impulsado los cambios que hoy benefician a la humanidad. Los y las temerarias son los héroes y heroínas de la historia. Los y las inventoras y creativas han revolucionado el mun-do y nos han ofrecido una herencia que hoy la disfrutamos todas y todas. Hay que hacer realidad las palabras del poeta cubano Nicolás Guillén: “tengo lo que tenía que tener”. En nuestras manos colectivas radica ese triunfo que hará más felices y justas nuestras existencias.

La exhortativa principal del pre-sente artículo es que hay otras formas de relacionarnos y de vivir con digni-dad y que desde la prensa se puede incidir en los imaginarios y avanzar para cambiar.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSUL-TADAS:

1. Vistazo, Edición Especial. La Salud un privilegio reservado para pocas mujeres. CERIGUA 2002.2. El Reto de los Partidos Políticos. CERIGUA 2003.3. Protagonismo mediático y pro-blemas sociales de las mujeres guatemaltecas, agosto 2003-julio 2005.4. Protagonismo mediático de las actoras públicas. Abordaje de la te-

mática de intereses de las mujeres. CERIGUA 2005/2006.5. Ponencia “¿Tenemos derechos las Mujeres? Los partos de amor: la fe y la necesidad de imaginar y construir una sociedad de autono-mía y Solidaridad humanas. Eliza-beth Maier”.6. Instalar e Equilibro, igualdad de género en el Periodismo. FIP con el apoyo de UNESCO y la LO.tco. Bélgica

Consultas hemerográficas1. Columnas de opinión publicadas en Prensa Libre por Ileana Alami-lla.