Descomposición instituciona

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Descomposición institucional Fernando Rodriguez Mendoza Una de las características negativas que arrastra Bolivia desde su fundación como República y su pretendido e incompleto cambio a Estado Plurinacional, es que las instituciones que componen el Estado -muy pocas veces y por espacios cortos- han sido fuertes, sólidas y confiables, aspecto atribuible más a las personas responsables que a la institución misma. La regla es que las diferentes entidades públicas son mediocres, están mal manejadas y carecen de profesionalismo, prevaleciendo el compadrazgo, el nepotismo y la burda repartija de simples pegas. Una cosa es la mediocridad institucional de Bolivia desde siempre y otra cosa, mucho más grave, es la actual descomposición institucional, que está alcanzando ribetes de perversidad, con la complicidad del silencio y anomía de los ciudadanos con sus tímidas protestas. Estamos viviendo situaciones en las que altos jefes de la institución policial son aprendidos, juzgados y condenados en países extranjeros por delitos cometidos fuera de nuestras fronteras mientras desempeñaban altos cargos donde, justamente, eran responsables de combatir ese tipo de delitos. Funcionarios públicos con mucho poder sobre vidas, estancias y fortunas de las personas terminan como prófugos por haber desempeñado sus funciones públicas con conductas delictivas que debían combatirlas: más bien se aprovechaban de las víctimas creadas ex profeso no solo para esquilmarlas, sino para destruir familias, sin que exista nada que pueda devolverles ese tiempo perdido en pena, miedo e impotencia por la injusticia a que las que fueron sometidos. Esta descomposición institucional agrava la centenaria debilidad estructural de Bolivia y nos condena irremediablemente a que continuemos en un camino barranco abajo, sin que tengamos siquiera la posibilidad de vislumbrar el final del mismo. La verdadera revolución que se debe encarar es la reconstrucción institucional seria para ver con algún optimismo el siglo XXI, que avanza rápidamente mientras el país continua en el siglo XIX, con tendencia a retroceder más.

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CRITICA sobre como los gobiernos populistas intentan desmantelar la institucionalidad de los paises

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  • Descomposicin institucional

    Fernando Rodriguez Mendoza

    Una de las caractersticas negativas que arrastra Bolivia desde su fundacin

    como Repblica y su pretendido e incompleto cambio a Estado Plurinacional, es que

    las instituciones que componen el Estado -muy pocas veces y por espacios cortos-

    han sido fuertes, slidas y confiables, aspecto atribuible ms a las personas

    responsables que a la institucin misma.

    La regla es que las diferentes entidades pblicas son mediocres, estn mal

    manejadas y carecen de profesionalismo, prevaleciendo el compadrazgo, el nepotismo

    y la burda repartija de simples pegas. Una cosa es la mediocridad institucional de

    Bolivia desde siempre y otra cosa, mucho ms grave, es la actual descomposicin

    institucional, que est alcanzando ribetes de perversidad, con la complicidad del

    silencio y anoma de los ciudadanos con sus tmidas protestas.

    Estamos viviendo situaciones en las que altos jefes de la institucin policial son

    aprendidos, juzgados y condenados en pases extranjeros por delitos cometidos fuera

    de nuestras fronteras mientras desempeaban altos cargos donde, justamente, eran

    responsables de combatir ese tipo de delitos. Funcionarios pblicos con mucho poder

    sobre vidas, estancias y fortunas de las personas terminan como prfugos por haber

    desempeado sus funciones pblicas con conductas delictivas que deban

    combatirlas: ms bien se aprovechaban de las vctimas creadas ex profeso no solo

    para esquilmarlas, sino para destruir familias, sin que exista nada que pueda

    devolverles ese tiempo perdido en pena, miedo e impotencia por la injusticia a que las

    que fueron sometidos.

    Esta descomposicin institucional agrava la centenaria debilidad estructural de

    Bolivia y nos condena irremediablemente a que continuemos en un camino barranco

    abajo, sin que tengamos siquiera la posibilidad de vislumbrar el final del mismo.

    La verdadera revolucin que se debe encarar es la reconstruccin institucional

    seria para ver con algn optimismo el siglo XXI, que avanza rpidamente mientras el

    pas continua en el siglo XIX, con tendencia a retroceder ms.