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Crítica A La Crítica Del Pensamiento Positivo

Hoy vamos a hablar sobre las críticas al pensamiento positivo. En esta convulsa época que nos ha tocado vivir, en la que la sumisión al pensamiento único, el oficial (político, económico, social, científico, moral, etc.), es norma, cualquier forma de independencia es atacada y despreciada por los servidores del sistema, y el pensamiento positivo es un claro ejemplo. Ya es hora de decir “dejadme en paz, soy libre para decidir y actuar”.

Los medios de comunicación controlados por las élites no permiten hacer visible cualquier tipo de disidencia. Aparte de pequeños grupos independientes, sólo nos queda Internet. Y su doctrina se aplica a modo de rodillo. El “y tú más” es el esquema que nos quieren hacer seguir y aceptar. Y no se trata de enfrentarse a quien no piense como nosotros. Nada más lejos de lo deseable. Tu visión puede enriquecer la mía. Siempre que se base en el respeto mutuo.

Recuerda el aluvión de artículos y libros perfectamente publicitados contrarios al pensamiento positivo. Sin ir más lejos la campaña mediática en torno a Barbara Ehrenreicht, contra la que nada tengo, y su libro “Sonríe o muere” (léelo si lo consideras necesario, nunca niegues o censures el conocimiento). Es más, su testimonio, aparte de emotivo, demuestra coherencia personal e intelectual. Pero llama la atención la rápida creación de una cruzada intolerante y belicosa.

Ten presente que el poder siempre ha utilizado, contra quien lo cuestione, el mismo sistema: Primero lo esconde, después lo intenta ridiculizar y sólo finalmente, cuando es público y notorio, lo ataca. Y como no, una vez más, ha vuelto a enseñar los dientes ante ideas que cuestionan su infalibilidad. Y lo que viene a decir esta oleada de intransigencia contra el pensamiento positivo es, más o menos, que:

• Es una estafa, un sistema de embaucar a ingenuos por medio de libros y cursos. Pero olvidan decir que por cada “gurú” de dudosa honorabilidad (que los hay, ciertamente, como en todas partes), lo hay a miles en su “bando”, es parte del propio sistema. Y tampoco les parece mal que esos mismos “bestsellers” anti optimismo den beneficios millonarios. Y no nos confundamos, son perfectamente respetables.

• Genera frustración. Si no se consigue (rápidamente) el objetivo, acaba creando frustración y resignación. O sea, “si no lo intentas, no fracasas”. Bueno… es más práctico encerrarte dentro de casa y tirar la llave (seguir viendo la tele y volver al trabajo mientras lo tengas). Y si te arrojas a un pozo es más rápido, todo antes que utilizar el pensamiento positivo.

• Es falso, crea autoengaño. Lo que quieres conseguir o ser, ahora aún no lo eres, por lo que mientes cuando lo proclamas. Desear mejorar, querer cambiar tu vida, es alejarte de la realidad, de la verdad, y por tanto, te estás auto engañando. Vamos, que eres lo que eres y punto, y que el subconsciente es un cuento chino. No merece comentario.

• Entorpece la mente. Si te concentras en buscar soluciones y mejoras, no puedes explorar todo lo negativo, problemas y angustias. Y al ser parte de la existencia, pierdes toda la riqueza de su conocimiento. Ante tal argumento no sé que decir,

doctores tiene la iglesia. Y alucino a cuadros ante tal obviedad, revuélcate en el fango.

• Te convierte en alienado. Aceptas las circunstancias con actitud servil, creyendo en la superación por medio de afirmaciones absurdas. Cuando es exactamente lo contrario, tratas de no dejar que los obstáculos se conviertan muros infranqueables. De conseguir que tu subconsciente active una nueva conducta.

• No tiene base científica. Aquí el tema da para largo, pero baste decir que la motivación y la repetición emotiva pueden crear conexiones neuronales (igual que las negativas que queremos erradicar), que cambien nuestro proceder frente a los mismos hechos. Y ese cambio de actitud nos hace más sensibles y activos hacia oportunidades y circunstancias enfocadas hacia el objetivo. Más intención y constancia, igual a más probabilidades de éxito.

• Te vuelves ciego y se te seca la médula. Perdón, se me ha ido el santo al cielo, esto era para otra cosa.

He llegado a leer autenticas exageraciones y barbaridades sobre el pensamiento positivo. La más burda es la que dice que todo este proceso de crisis global está fundamentado en ello. Que la creencia en el “mundo feliz” del positivismo, es la que ha hecho que la gente se haya endeudado y vivido por encima de sus posibilidades. Es una manipulación tan grosera que ofende a la inteligencia.

Creer en endeudamientos sin fin, o en crisis fiscales, bursátiles y económicas imprevisibles, en guerras humanitarias justas, y en todo este entramado de sinrazones absurdas y bestiales, es precisamente no tener criterio. Es no controlar tu propio destino. Es no utilizar el pensamiento positivo.

Si los humanos tomásemos conciencia de que la realidad no está fuera de nosotros, que la generamos en nuestro

cerebro, tanto física como mentalmente, no podríamos caer en esa trampa. De igual modo que una persona pesimista, o deprimida, ve la realidad en color negro, otra en el mismo caso la ve diáfana. Y el hecho objetivo “exterior” debería ser el mismo.

No vale enfrentar el ser positivo con el ser realista. La realidad no es como es, depende quien la observe. Lo objetivo es subjetivo (esta me la tengo que apuntar). Las cosas no son como son, son como somos nosotros. Como las vemos, como creemos que son. La realidad es como hemos aprendido a creerla. Y aprender a cambiar y a crear es algo inherente a nuestro ser.

La creatividad (desde la punta de flecha de sílex hasta los satélites espaciales), el imaginar algo en la mente y materializarlo en este reino, es lo que nos ha diferenciado de los animales. Es lo que nos hace humanos. Crear tu propia realidad no es un juego utópico o una posibilidad teórica. Si te paras a escuchar tu diálogo interno, tus pensamientos, verás exactamente como es tu vida. Precisamente como la piensas. Piénsala como la deseas y todo empezará a cambiar. Pasito a pasito.

A ser buenos, soñar con los angelitos y utilizar el pensamiento positivo.

Xavier Arriarán

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