CAPÍTULO IV CULMINACIÓN EL PROBLEMA 1. DEFINICIÓN DEL …
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CAPÍTULO IV
CULMINACIÓN
EL PROBLEMA
1. DEFINICIÓN DEL PROBLEMA
Es común encontrar infinidades de recopilaciones históricas acerca de los
cuentos y leyendas venezolanos, dirigidas a públicos diversos que van desde
niños hasta adultos mayores. Sin embargo, estos cuentos no resultan ser
atractivos para los lectores jóvenes, quienes están acostumbrados al
modernismo gráfico, mediante la digitalización; además, al uso de
ilustraciones coloridas y de gran tamaño que representen la historia en sí, sin
necesidad de mucho texto. Es por ello que con el fin de captar el interés de
los jóvenes y adolescentes de 8 a 14 años, se realiza una mezcla entre la
historieta tipo cómics y cinco (5) cuentos y leyendas venezolanos,
previamente seleccionados, que mediante diálogos sencillos y texto
resumido, facilitará la lectura y comprensión de la información, al mismo
tiempo que preservará la importancia de dichos mitos en la sociedad actual.
2. ELEMENTOS DEL PROBLEMA
Algunos elementos que permiten comprender mejor el problema son:
- Falta de interés de niños y adolescentes hacia los mitos y leyendas
venezolanos.
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- Pocos libros acerca de los mitos y leyendas nacionales que
estimulen su atención.
- Los libros existentes poseen textos extensos y muy pocas
imágenes.
3. RECOPILACIÓN DE DATOS
El contenido de cada historieta comprende cinco (5) mitos y leyendas
venezolanos previamente seleccionados. Ellos son:
El Velorio de Monte Carmelo
Félix vivía en la salida del pueblo. Las casas de teja se alineaban
unas al lado de otras. En el centro de la casa había un gran patio con
plantas y flores donde los pájaros en las mañanas entonaban sus
melodías. Detrás de la casa estaba el cobertizo y el corral. A la vera
del camino se extendía los cafetales cobijados por guamos, bucares y
pomarrosos: Más allá el pintoresco pueblo de Monte Carmelo.
Félix estaba bañando su caballo cuando sintió el trote de una
bestia. Detuvo un momento su trabajo, se incorporó y vio venir a un
peón de la hacienda “Los Apamates”. Éste se bajó de la mula y la
amarró a la caballeriza.
- ¡Buenos días, don Félix!
- Buenos días, Crisanto, ¿qué te trae por aquí tan de mañana?
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- Voy al pueblo a unas diligencias y de paso le traigo un mensaje
de mi señora, tome.
Félix se secó las manos en el pantalón y recibió un papel doblado,
lo desdobló y leyó: “Te espero esta noche. Él sale de viaje. Te amo.
Nelita.”.
Félix arrugó el papel y lo metió en uno de los bolsillos del pantalón.
- Crisanto dile a tu señora que estamos de acuerdo.
El peón salió hacia el pueblo y Félix siguió bañando a su caballo.
Le decía:
- Emperador, así me gusta, debes estar limpio y descansado
para esta noche, tenemos paseo-. A la vez le daba palmaditas.
Al anochecer Félix montó a caballo a galope recorrió los kilómetros
que lo separaban de la hacienda “Los Apamates”. Apenas veía los
árboles de la carretera, los cafetales y las casas diseminadas entre los
árboles. La noche cubría con su manto de niebla aquel pedazo de
tierra trujillana. Félix arrebujado en su chamarra no sentía el frío ni la
humedad. Vio una casa iluminada y se detuvo. Le extrañó ver tantas
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luces. Repitió la misma invocación que hacía siempre cuando salía de
la casa, a la vez que se santiguaba:
- ¡Animas del Purgatorio, protéjanme!
Se apeó, mantuvo de las riendas a Emperador que estaba
intranquilo y caminó los pocos pasos que lo separaban de la casa.
Escuchó murmullos de oraciones y cantos fúnebres. Amarró su
caballo y entró.
En la sala de piso de tierra varias mujeres enlutadas rezaban el
rosario. En el centro había un ataúd con cuatro cirios a los lados, uno
en cada esquina. Nadie se movió con la llegada de Félix. Las mujeres
siguieron rezando. En un descanso él preguntó:
- ¿Quién es el muerto?
Nadie respondió. Se oyó un ¡Riega por él! Seguido de un cántico.
Ninguna de las mujeres levantó la cabeza. Félix intrigado se acercó. Él
conocía a todos los habitantes de esa zona y en esa casa no vivía
nadie. Se acercó y fijó su mirada en el muerto. Era un joven blanco,
delgado, de cabellos castaños. Los ojos los tenía cerrados y lucía un
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bigote poblado y bien cuidado. Instintivamente se llevó la mano al
bigote, lo acarició y aterrorizado dijo:
- ¡Ese…soy…yo…!
Salió en estampida, montó en su corcel que voló como el viento y
en pocos minutos recorrió lo que, despacio, le había tardado horas.
Jinete y caballo llegaron sudorosos y agotados. Félix le quitó los
arreos a su caballo, lo dejó en la caballeriza y se dejó caer en la cama.
Repetía:
- ¡Era yo…! ¡Dios Mío…! ¿Qué me va a suceder?
Al otro día, muy temprano, se presentó Crisanto asustado:
- ¡Don Félix, don Félix…!
- Aquí estoy, Crisanto, pasa.
- ¡Buenos días!, ¿está bien?
- Sí, ¡buenos días! ¿Qué pasa?
- Nada, señor, pudo haber pasado.
- Por amor de Dios, Crisanto, dime ¿Qué pudo haber pasado?,
¿quién te envía?
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- Me manda mi señora, ella no ha dormido en toda la noche. El
patrón salió ayer de viaje y regresó a las pocas horas. Estaba bien
armado y esperaba detrás de la puerta a que llegara alguien, y ese
alguien, usted sabe quién era. Lo hubiera acribillado en un momento.
- ¡Dios mío…! ¡fue un aviso!
Félix, muy impresionado, preguntó al peón:
- ¿Por allá arriba velaron a alguien?
- No, señor, por allí no hubo muertos
- No cabe duda, el muerto era yo.
Le contó al peón lo acaecido la noche anterior. Crisanto conmovido
le contestó:
- Fueron las ánimas, ellas lo salvaron; si hubiera seguido el
camino, hoy sería usted el muerto real y estuviéramos velando. A
muchas personas de aquí les había ocurrido algo parecido. Las
benditas Ánimas del Purgatorio ayudan a sus devotos.
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Marigüitar
Me contó un anciano pescador de Cumaná que hace muchos años,
muchísimos años, vivía aquí un pescador español joven y alegre,
llamado José Manuel, que gustaba salir a pescar después de la media
noche, a pesar de las recomendaciones de los mayores. Una noche
de luna nueva tomó un candil, su guitarra y los aperos de pesca. Llegó
al muelle, que estaba muy oscuro, y desamarró su canoa: se dirigió al
centro de la bahía, lanzó el ancla y echó el anzuelo.
Aburrido por la quietud de la noche, tomó la guitarra y rasgó sus
cuerdas; en eso, tiraron del cordel con mucha fuerza y sacó un
enorme mero, que con el aleteo apagó el candil. Entonces José
Manuel, tranquilo porque ya estaba justificada la noche, entonó una
alegre melodía andaluza. Al rato, sintió un chapaleo cerca de él,
acompañado de una dulce tonada. El joven pescador preguntó:
- ¿Quién eres, bella mujer, que surges del mar en esta noche
oscura? Debe ser muy valiente.
No hubo respuesta; solamente una encantadora risa.
- ¡Ven sube a mi canoa! Tocaré la guitarra para ti.
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Sintió un chapaleo en la oscuridad, una risa y una silueta que subió
a la canoa. Ella balbuceó:
- Güi-tar…Tú Güitar, yo Mar-i…
- No, Güitar es guitarra, Mari; te llamaré Marigüitar…, es nombre
de diosa de mar.
Ella escuchó la melodía de la guitarra; de repente, soltó unas
carcajadas y se zambulló en el mar… a lo lejos se escuchó una dulce
tonada. El joven la llamó:
- ¡Ven Mari…! ¡Marigüitar… no te vayas!
Llegó a Cumaná cuando el día comenzaba a clarear, amarró su
canoa, abrió el mero para limpiar mientras miraba entusiasmado la
enorme pieza y de pronto, se encontró algo duro. La sacó y exclamó:
“¡Son perlas…!”
Dando saltos llegó a su casa con la guitarra y el mero al hombro;
luego vendió una perla y se gastó su importe con unos amigos
mientras contaba una y mil veces la risa y la dulce voz de la extraña
mujer.
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Pasaron muchas lunas y José Manuel no volvió a encontrar a
Marigüitar, hasta que otra noche de luna nueva salió con deseos de
buscarla. Nadie sabe lo que pasó, lo cierto es que, a la mañana
siguiente, unos pescadores encontraron la canoa de José Manuel a la
deriva y a él ardiendo en fiebre en el fondo de la canoa, repitiendo
constantemente: “Te amo Marigüitar, no me importa que la mitad de tu
cuerpo sea pez, pues la otra mitad es hermosa. Tu cara perfecta, tus
manos suaves y finas, tus brazos bien torneados…
Llevaron a José Manuel a su casa y durante muchos días estuvo
repitiendo su encuentro con Marigüitar, luego sollozaba. Una noche
oscura, cuando todos creían que ya estaba curado, salió de su casa y
se dirigió a la bahía. Nunca más volvió. Dicen los pescadores que
Marigüitar se lo llevó a su palacio submarino y allí viven felices…
También, que las noches de luna nueva el mar y la brisa traen el canto
de la dulce Marigüitar, acompañada a la guitarra por José Manuel.
Desde entonces esa zona maravillosa del Golfo de Cariaco, cerca de
Cumaná, la llaman Marigüitar.
Las metras
Los padres de Jorgito estaban preocupados por su hijo menor, pues
estaba pálido, no tenía apetito y se dormía en la escuela. Lo llevaron al
médico, pero no encontraron la causa de su mal.
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Jorgito era alegre y estudioso, pero desde hacía unos meses había
bajado las notas.
Isabel, una de las hermanas mayores se propuso investigar qué le
pasaba a su hermanito pequeño.
Una noche de luna llena dispuesta a no dormir y atenta a todos los
sonidos de la casa, Isabel dejó la puerta de su habitación abierta,
desde allí veía el cuarto de enfrente donde dormía Jorgito con Joseíto.
Después de muchos esfuerzos para no quedarse dormida, Isabel
escuchó unos pasos y se levantó. Los rayos de luna iluminaban el
pasillo y su hermano caminaba en dirección a la puerta y delante de él,
un hombrecito bastante extraño. Cerraron la puerta y ella sin ser vista
los siguió por la ventana, se dirigían a la cancha de bolas criollas que
estaba al lado de la casa. Vio como jugaban metras. Eran las doce y
media de la noche…
Isabel regresó a su habitación y se acostó un rato y sin
proponérselo se quedó dormida.
Durmió unas horas, estaba amaneciendo. Se acordó de su
hermano asustada, fue al cuarto y Jorgito no estaba en su cama. Miró
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por la ventana y vio a su hermano despidiéndose del hombrecito, corrió
a esconderse, sonó la puerta y unos leves pasos, luego el sonido de la
cama. Poco después venía su madre a despertar a Jorge y a José.
Ahora Isabel comprendía cual era el mal de su hermano.
Los niños fueron a la escuela y poco después Isabel contaba a sus
padres lo que había visto.
- Lo que Jorgito tiene es sueño, por eso se duerme en clase y no
rinde en sus tareas. Hay que actuar con mucha prudencia, - dijo el
padre.
- Estaremos cambiándonos la guardia para no caer rendidos,
luego tomaremos una decisión, - afirmó la madre.
- ¿Qué les parece si revisamos las cosas e Jorgito? – Preguntó
Isabel y todos la siguieron.
Encontraron muchas metras de diversos colores y formas, también
caramelos y frutas, quizás los trajo su amigo el duende.
Días después el padre dijo:
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- Tengo la solución, llevaremos a Jorgito a Cumaná a casa de la
tía Mercedes, allí seguirá estudiando. No podemos comentar nada, ni
siquiera con los muchachos, es peligroso que se entere el duende,
puede seguirlo…
Pasaron los días y Jorgito en Cumaná recobró el color y los deseos
de estudiar, se había hecho todo según las indicaciones del padre.
Hoy es un hombre bien preparado y trabajador. Cuando alguien
comenta acerca de su amigo el duende, él sonríe con nostalgia…
La Laguna de Oro
Estaba recién llegado a Dolores para ayudar a mis tíos en las
diligencias legales. Una mañana me dirigí con mis primos a Libertad por
la carretera vieja, en compañía de un viejo pescador. Al pasar cerca de
una laguna de color pardo, me dijo:
- Esta laguna está encantada, atrae a los pescadores como un
imán, no la mires mucho.
- ¿En qué consiste su encanto? – Pregunté.
- Sus aguas se vuelven transparente y en su superficie saltan los
peces en tal cantidad que pueden cogerse con las manos con sólo
sumergirse en ellas. El pescador incauto al ver el agua tan cristalina y
su fondo arenoso, no malicia nada.
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- ¿Y qué le pasa al entrar en la laguna de Oro?
- Se convertirá en coporo y no saldrá nunca. Cuando estaba
pequeño venía al caño de Los Miges que sale de la laguna. Colocaba
allí un enredado de caña y en un hecho pequeño quedaban atrapados
varios peces: bagres, palometas, guabinas, bocachicas, chorroscos,
curitos y otros. Los regalábamos a los vecinos, ¡eran otros tiempos!
- Y ahora, ¿dónde pescan?
- En el río Masparro, la pesca está difícil porque ha bajado el
nivel del agua. Pero deje que le eche el cuento…
- Sigue, sigue, Antonio.
- Como le decía… Venía con un amigo de mi edad a colocar los
cañizales en Los Miges; me adelanté mientras él se quedaba
contemplando la laguna como atraído por una fuerza extraña; le dije
que lo esperaba en el caño y que se quedara mucho tiempo cerca de la
laguna. El no se movía y miraba el agua como hipnotizado. De pronto,
el agua comenzó a clarear y a brillar hasta verse el fondo; gran cantidad
de cardúmenes de diferentes tamaños saltaban en todas direcciones.
Se metió en el agua y fascinado intentaba atrapar los peces con las
manos, mientras gritaba:
- ¡Antonio…! Ven, aquí hay muchos peces.
- Yo, ya estaba algo lejos, di media vuelta y le grité que saliera de
ahí porque podía suceder algo malo, pero no me hizo caso y caminó
hacia el centro de la laguna, que desde lejos se veían reflejos dorados.
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Me quedé petrificado. En el centro estaba una canoa de oro y, remando
en ella, una hermosa mujer de cabellos largos que sonreía a mi amigo,
quien avanzaba hacia ella. Cuando parecía que iba a tocar la canoa,
ésta se hundió con la mujer de cabellos relucientes como el oro;
entonces, de los círculos concéntricos que dejó la canoa surgieron tres
enormes culebras de que enroscaron en el cuerpo de mi amigo y se lo
llevaron hasta el fondo. Nunca más se supo de él; dicen que se
convirtió en coporo, al igual que otros solitarios pescadores que se
atrevieron a internarse en la laguna, atraídos por sus encantos.
Aterrorizado, regresé corriendo a mi casa y conté lo sucedido. A mí me
lo habían contado, pero me costaba trabajo creerlo.
Sin saber qué decir miré a la Laguna de Oro y me pareció que sus
aguas pardas aclaraban dejando reflejos dorados. Espoleamos
nuestros caballos y seguimos la marcha envueltos de la magia del
ambiente.
La ciudadana dientona de Tovar
La tarde iba cayendo y la bruma cobijaba las calles empedradas. Se
esfumaron los últimos resquicios de luz y el farolero pasó prendiendo
los faroles de caburo. La brisa fresca traía esencias de flores y
murmullos. Cuatro y bandolinas irrumpieron en la Calle Real de Tovar y
se detuvieron al pie de la reja de una ventana, interpretando valses y
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bambucos. En eso se prendió una luz y se entreabrió la ventana para
dejar ver una figura femenina que musitó:
- ¡Gracias, Rubén!
La ventana se cerró y se apagó la luz. Rubén y sus amigos
continuaron la noche de serenatas: unas veces les entreabrían la
puerta, otras los mandaban a pasar y las demás ni se daban por
enterados. Entre tragos de aguardiente y mistela iban transcurriendo
las horas. Las notas de piezas regionales traspasaban la bruma
tovareña y se oían por todo el pueblo. De ventana en ventana, los
muchachos habían recorrido todas las calles; la música andina había
resonado en ellas y su nostalgia se había mezclado con la niebla.
En las madrugadas, Rubén y sus amigos dieron por terminadas las
serenatas y se retiraron a descansar. El frío era intenso; ellos se
cubrían con gruesas ruanas y el alcohol les daba calor. Se despidieron
y uno a uno fue tomando la ruta hacia sus casas.
Rubén, mareado, caminaba despacio con la bandolina al hombro.
Sus pasos eran cortos y zigzagueantes. Se detenía de techo en
trecho; afortunadamente, ya estaba cerca del hogar. El cansancio se
iba apoderando de él y cada vez caminaba más lento.
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La luz del farol alumbraba la esquina y allí, entre brumas. Rubén vio
a una mujer vestida de blanco. Aceleró el paso hacia la mujer, que
imaginaba hermosísima y le dijo:
- ¿Qué hace esta belleza por aquí solita? – y atrevido prosiguió -
¿Te acompaño preciosa?
Antes de que Rubén tuviera tiempo de reaccionar, la figura de la
fémina comenzó a crecer y crecer, hasta alcanzar proporciones
gigantescas. Simultáneamente, su rostro comenzó a desfigurarse y
sus dientes crecieron hasta llegar a parecer colmillos de elefante.
Rubén la miraba petrificado; tal era su estupor que cuerpo y mente
quedaron paralizados; sólo reaccionó cuando los brazos también
tomaron proporciones desmesuradas y los dedos se alargaron en
direcciones a él. Rubén, al verse atrapado, salió corriendo y gritando:
- ¡Ave María Purísima!, ¡auxilio…! – detrás de él iba la mujer
dientona con los brazos extendidos que se alargaban para cogerlo.
Rubén llegó de un brinco a su casa y despertó a la familia con sus
alaridos.
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Desde entonces dejó las parrandas y las serenatas. Dicen que la
Ciudadana Dientona, como la llaman en Tovar, era una mujer de mal
vivir que al morir fue condenada a vagar en las noches por las calles
del pueblo, asustando a serenateros y borrachitos. Muchos, al igual
que Rubén, tienen el susto de encontrarla cuando regresan de sus
farras.
4. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN
En este caso, la información de cada mito y leyenda seleccionado, fue
resumida para poder transformarla a una historieta tipo cómic, de la siguiente
manera:
El Velorio de Monte Carmelo
Félix vivía en la salida del pueblo, más allá el pintoresco pueblo de
Monte Carmelo.
Una mañana, Félix estaba bañando su caballo cuando sintió el trote
de una bestia que traía a un peón de la hacienda “Los Apamates”.
Éste se bajó de la mula y la amarró a la caballeriza.
- ¡Buenos días, don Félix!
- Buenos días, Crisanto, ¿qué te trae por aquí tan de mañana?
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- Le traigo un mensaje de mi señora, tome.
Félix recibió un papel doblado y leyó: “Te espero esta noche. Él
sale de viaje. Te amo. Nelita.”
- Crisanto dile a tu señora que estamos de acuerdo.
Alejado el peón, Félix siguió bañando a su caballo y le decía:
- Emperador debes estar limpio y descansado para esta noche,
tenemos paseo.
Al anochecer Félix montó a caballo para llegar a la hacienda “Los
Apamates”. En el camino, vio una casa iluminada y se detuvo
extrañado de ver tantas luces. Con miedo, rezó y se santiguó diciendo:
- ¡Animas del Purgatorio, protéjanme!
De pronto, escuchó murmullos de oraciones y cantos fúnebres.
Amarró su caballo y entró a la casa.
Había varias mujeres rezando el rosario y en el centro un ataúd.
Nadie se movió con la llegada de Félix, sin embargo, él preguntó:
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- ¿Quién es el muerto?
Nadie respondió. Félix intrigado se acercó a ver al muerto quien
era un joven blanco, delgado, de cabellos castaños. Los ojos los tenía
cerrados y lucía un bigote poblado y bien cuidado. Aterrorizado dijo:
- ¡Ese…soy…yo…!
Salió en estampida, montó en su corcel y en pocos minutos llegó a
su casa. Félix se dejó caer en la cama y repetía:
- ¡Era yo…! ¡Dios Mío…! ¿Qué me va a suceder?
Al otro día, muy temprano, se presentó Crisanto asustado:
- ¡Don Félix, don Félix…!
- Aquí estoy, Crisanto, pasa.
- ¡Buenos días!, ¿está bien?
- Sí, ¡buenos días! ¿Qué pasa?
- Nada, señor, pudo haber pasado.
- Por amor de Dios, Crisanto, dime ¿Qué pudo haber pasado?,
¿quién te envía?
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- Me manda mi señora, ella no ha dormido en toda la noche. El
patrón salió ayer de viaje y regresó a las pocas horas armado y
esperaba detrás de la puerta a que llegara alguien para acribillarlo en
un momento.
- ¡Dios mío…! ¡fue un aviso!
Félix, muy impresionado, preguntó al peón:
- ¿Por allá arriba velaron a alguien?
- No, señor, por allí no hubo muertos
- No cabe duda, el muerto era yo.
Le contó al peón lo acaecido la noche anterior. Crisanto conmovido
le contestó:
- Fueron las ánimas, ellas lo salvaron. A muchas personas de
aquí les había ocurrido algo parecido. Las benditas Ánimas del
Purgatorio ayudan a sus devotos.
Marigüitar
Me contó un anciano pescador de Cumaná que hace muchísimos
años, vivía aquí un pescador español joven y alegre, llamado José
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Manuel, que gustaba salir a pescar después de la media noche. Una
noche llegó al muelle oscuro, desamarró su canoa y se dirigió al
centro de la bahía para pescar.
Aburrido por la quietud de la noche, tomó la guitarra y rasgó sus
cuerdas; en eso, tiraron del cordel con mucha fuerza y sacó un
enorme mero, que con el aleteo apagó el candil. José Manuel,
tranquilo porque ya estaba justificada la noche, entonó una alegre
melodía andaluza. Al rato, sintió un chapaleo, acompañado de una
dulce tonada. El joven pescador preguntó:
- ¿Quién eres, bella mujer, que surges del mar en esta noche
oscura? Debe ser muy valiente.
No hubo respuesta; solamente una encantadora risa.
- ¡Ven sube a mi canoa! Tocaré la guitarra para ti.
Sintió que alguien subió a la canoa, quien balbuceó:
- Güi-tar…Tú Güitar, yo Mar-i…
- No, Güitar es guitarra, Mari; te llamaré Marigüitar…, es nombre
de diosa de mar.
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Ella escuchó la melodía de la guitarra; de repente, soltó unas
carcajadas y se zambulló nuevamente en el mar. El joven la llamó:
- ¡Ven Mari…! ¡Marigüitar… no te vayas!
Llegó a Cumaná al otro día. Al limpiar el mero, se encontró algo
duro, lo sacó y exclamó: “¡Son perlas…!”
Dando saltos fue y vendió una perla, y se gastó su importe con
unos amigos mientras contaba una y mil veces lo sucedido.
Pasaron muchas lunas y José Manuel no volvió a encontrar a
Marigüitar, hasta que otra noche de luna nueva. Nadie sabe lo que
pasó, pero a la mañana siguiente, unos a José Manuel en su canoa
ardiendo en fiebre y repitiendo constantemente: “Te amo Marigüitar,
no me importa que seas sirena. Eres hermosa con tu cara perfecta,
tus manos suaves y finas, tus brazos bien torneados…
Llevaron a José Manuel a su casa y durante muchos días estuvo
repitiendo su historia. Una noche oscura, salió de su casa hacia la
bahía. Nunca más volvió y dicen los pescadores que Marigüitar se lo
llevó a su palacio submarino y allí viven felices. Desde entonces esa
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zona maravillosa del Golfo de Cariaco, cerca de Cumaná, la llaman
Marigüitar.
Las metras
Los padres de Jorgito estaban preocupados por su hijo menor, día a
día empalidecía, no tenía apetito y se dormía en la escuela. Lo llevaron
al médico y después de hacerle muchos exámenes no encontraron la
causa de su mal.
Jorgito tenía diez años y era alegre y estudioso, pero desde hacía
unos meses había bajado las notas y a pesar de que vivían cerca del
mar, en Playa Grande, Carúpano, estaba pálido. Sus padres y
hermanos se preguntaban: “¿Qué le pasará…? Es extraño que son el
col y el aire marino esté tan demacrado…”
Isabel, una de las hermanas mayores se propuso investigar qué le
pasaba a su hermanito.
Una noche, se quedó atenta a todos los sonidos de la casa,
dejando la puerta de su habitación abierta, pues desde allí veía el
cuarto donde dormía Jorgito.
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Tras permanecer despierta un rato, Isabel escuchó unos pasos y se
levantó. Vio a su hermano caminando en dirección a la puerta,
acompañado de un hombrecito bastante extraño. Ella sin ser vista los
siguió por la ventana; se dirigían a la cancha de bolas criollas cerca de
allí. Vio como jugaban metras.
Isabel regresó a su habitación, se acostó un rato y se quedó
dormida.
Durmió unas horas, y cuando amanecía miró por la ventana y vio a
su hermano despidiéndose del hombrecito, antes de irse a dormir.
Poco después venía su madre a despertarlo.
Ahora Isabel conociendo esto, contó a sus padres lo que había
visto.
- Lo que Jorgito tiene es sueño, por eso se duerme en clase y no
rinde en sus tareas - dijo el padre.
- Estaremos cambiándonos en la noche, luego tomaremos una
decisión, - afirmó la madre.
- ¿Qué les parece si revisamos las cosas de Jorgito? – Preguntó
Isabel y todos la siguieron.
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Encontraron muchas metras de diversos colores y formas.
Días después el padre dijo:
- Tengo la solución, llevaremos a Jorgito a casa de la tía
Mercedes, allí seguirá estudiando. No podemos comentaremos nada
para que el duende nos entere…
Pasaron los días y Jorgito en Cumaná recobró el color y los deseos
de estudiar. Hoy es un hombre bien preparado y trabajador. Cuando
alguien comenta acerca del duende, él sonríe con nostalgia…
La Laguna de Oro
Estaba recién llegado a Dolores. Una mañana me dirigí con mis
primos y un viejo pescador a Libertad. Al pasar cerca de una laguna de
color pardo, me dijo:
- Esta laguna está encantada, atrae a los pescadores como un
imán, no la mires mucho.
- ¿En qué consiste su encanto? – Pregunté.
- Sus aguas se vuelven transparente y en su superficie saltan los
peces en tal cantidad que pueden cogerse con las manos. El pescador
incauto entra al agua sin maliciar nada.
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- ¿Y qué le pasa al entrar en la laguna?
- Se convertirá en coporo y no saldrá nunca. Cuando estaba
pequeño venía al caño de Los Miges que sale de la laguna. Colocaba
allí un enredado de caña y quedaban atrapados varios peces: bagres,
palometas, guabinas, bocachicas, chorroscos, curitos y otros.
- Un día vine con un amigo a colocar los cañizales en Los Miges;
me adelanté mientras él se contemplaba la laguna, como atraído por
una fuerza extraña; le dije que no se quedara mucho tiempo cerca de la
laguna. De pronto, el agua comenzó a clarear hasta verse el fondo;
gran cantidad de cardúmenes de diferentes tamaños saltaban en todas
direcciones. Él se metió en el agua e intentaba atrapar los peces con
las manos, mientras gritaba:
- ¡Antonio…! Ven, aquí hay muchos peces.
- Yo, lejos, di media vuelta y le grité que saliera de ahí porque
podía suceder algo malo, pero él caminó hacia el centro de la laguna
donde estaba una canoa de oro y una hermosa mujer de cabellos
largos que sonreía a mi amigo, quien avanzaba hacia ella. Cuando iba a
tocar la canoa, entonces surgieron tres enormes culebras que se
enroscaron en el cuerpo de mi amigo y se lo llevaron hasta el fondo.
Nunca más se supo de él. Aterrorizado, regresé corriendo a mi casa y
conté lo sucedido. A mí me lo habían contado, pero me costaba trabajo
creerlo.
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Sin saber qué decir miré a la Laguna de Oro y me pareció que sus
aguas pardas aclaraban dejando reflejos dorados. Espoleamos
nuestros caballos y seguimos la marcha envueltos de la magia del
ambiente.
La ciudadana dientona de Tovar
La tarde iba cayendo y la bruma cobijaba las calles empedradas. El
farolero pasó prendiendo los faroles de caburo acompañado de un
grupo de serenateros que irrumpieron en la Calle Real interpretando
valses y bambucos.
Rubén y sus amigos deban serenatas de casa en casa tocando la
música andina se viejas épocas con entusiasmo y alevosía.
En las madrugadas, Rubén y sus amigos dieron por terminadas las
serenatas y se retiraron a descansar. Rubén, mareado, caminaba con
pasos cortos y zigzagueantes. Ya cerca del hogar, Rubén vio a una
mujer vestida de blanco. Aceleró el paso hacia la mujer y le dijo:
- ¿Qué hace esta belleza por aquí solita?
- ¿Te acompaño preciosa?
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Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, la figura de la fémina
comenzó a crecer y crecer. Simultáneamente, su rostro comenzó a
desfigurarse y sus dientes crecieron hasta llegar a parecer colmillos de
elefante.
Rubén la miraba petrificado, sólo reaccionó cuando los brazos
también y los dedos se alargaron en direcciones a él. Rubén, al verse
atrapado, salió corriendo y gritando:
- ¡Ave María Purísima!, ¡auxilio…! – detrás de él iba la mujer
dientona con los brazos extendidos que se alargaban para cogerlo.
Rubén llegó de un brinco a su casa. Desde entonces dejó las
parrandas y las serenatas. Dicen que la Ciudadana Dientona, como la
llaman en Tovar, era una mujer de mal vivir que al morir fue
condenada a vagar en las noches por las calles del pueblo, asustando
a serenateros y borrachitos. Muchos, al igual que Rubén, tienen el
susto de encontrarla cuando regresan de sus farras.
CREATIVIDAD
Al conocer cuáles fueron los cinco (5) mitos y leyendas seleccionados, el
grupo de trabajo se reunió para determinar algunos aspectos claves para el
diseño y su elaboración. Las ideas fueron surgiendo mediante el uso de una
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“lluvia de ideas” o también denominada “tormenta de ideas”, que es una
herramienta de trabajo grupal que facilita el surgimiento de nuevas ideas
sobre un tema o problema determinado. La lluvia de ideas es una técnica de
grupo para generar ideas originales en un ambiente relajado.
Según brainstorming.com (29/03/2010), esta herramienta fue ideada en el
año 1938 por Alex Faickney Osborn, cuando su búsqueda de ideas creativas
resultó en un proceso interactivo de grupo no estructurado que generaba
más y mejores ideas que las que los individuos podían producir trabajando
de forma independiente; dando oportunidad de hacer sugerencias sobre un
determinado asunto y aprovechando la capacidad creativa de los
participantes.
Al aplicar esta técnica en el grupo de trabajo, surgieron elementos
importantes a determinar, como por ejemplo: tamaño de las viñetas, tipo de
globos de diálogos a utilizar, colores sugeridos, tipo de ilustraciones a
diseñar, técnicas de diseño, etc. Estos aspectos serán profundizados en el
punto posterior titulado “memoria descriptiva”.
MATERIALES/ TECNOLOGÍAS
Este diseño editorial presentará un total de cinco (5) obras individuales,
encuadernadas mediante un engrapado industrial, que enlazará cada página
de tamaño media carta, impresas a full color sobre el material glasé 150 gr.,
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incluyendo la portada y contraportada. Comprenderá una impresión a láser,
para ampliar su resistencia.
Se utilizó Adobe Photoshop CS3 para digitalizar los bocetos próximamente
presentados.
EXPERIMENTACIÓN
1. BOCETOS
Seguidamente se presentan bocetos referenciales del diseño editorial
a desarrollar:
Gráfico 33. La Ciudadana Dientona de Tovar
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
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Gráfico 34. La Ciudadana Dientona de Tovar
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
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Gráfico 35. La Ciudadana Dientona de Tovar
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
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Gráfico 36. La Ciudadana Dientona de Tovar
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
MEMORIA DESCRIPTIVA
Para la elaboración de este producto editorial se utilizaron varias
herramientas tecnológicas, en conjunto con los softwares de diseño.
Primeramente, se realizó un proceso de bocetaje, cuyas imágenes se
escanearon una a una para llevarlas a Adobe Photoshop CS3 y digitalizarlas
mediante pinceles y texturas realizadas para recrear fondos y algunas
ilustraciones. Igualmente, se vectorizaron las imágenes en FreeHand y luego
fueron llevadas a Photoshop para darles color y hacer las terminaciones.
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La compaginación de las historietas también fue realizada en Photoshop
CS3.
Para explicar más detalladamente el proceso de diseño, se puede exponer
la presencia de colores cálidos - terrosos y texturas que simulan antigüedad.
De esta manera, el lector puede identificar las obras como un texto derivado
del pasado. Es importante destacar que cada historieta comprende un color
diferente, como por ejemplo Las Metras contiene un color terroso-rojizo y la
Laguna de Oro terroso-azulado. Como muestra en el siguiente ejemplo:
Gráfico 37. Las Metras
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
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Gráfico 38. La Laguna de Oro
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
En cuanto la tipografía, se destacó el Palo Seco de la siguiente manera:
en los títulos Helvética NEUE 86 y Heavy Helvética NEUE 35 THIN de 48
puntos; para el contenido Helvética Bold Condensed a 12 puntos; y para el
pie de página MYRIAR Pro Regular IPro de 12 puntos. Los colores
predominantes para ellas fueron negros para el contenido y el blanco para el
título.
Gráfico 39. Portada de Mangüitar
Elaborado por: Abreu, Gómez y Vergara (2012)
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Por su parte, la retícula utilizada fue en bloque, lo que permitió diagramar
los globos de texto acordes al espacio planteado entre cada uno,
preservando el sentido de historieta para cada mito. Por su parte, los globos
de texto no tienen un orden en específico, ya que su posición se basó en el
espacio correspondiente a la propia diagramación de cada historieta.
En cuanto a la impresión, el papel utilizado fue glasé 150 gr. En tamaño
media carta, para facilitar el transporte y la encuadernación.