Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del...

53
LA PRODUCCION HISTORIOGRAFICA RESPECTO DE LA ARGENTINA DEL PERIODO 1930- 1955. TEMAS, PROBLEMAS Y ENFOQUES RECIENTES María Inés Barbero - Marcelo Rougier Algunas consideraciones sobre la historiografía argentina reciente La historiografía argentina ha realizado prodigiosos avances en los últimos quince años, tanto en la cantidad como en la calidad de los trabajos, en los que se advierte una creciente profesionalización. La reorganización del campo intelectual ha pasado por diversos planos: por una parte el de la renovación universitaria y de los centros de investigación; por otra, la reconstrucción de los lazos académicos entre distintos grupos ha contribuido a establecer principios de legitimación propios de una comunidad académica. A ello se agrega el número de publicaciones periódicas y de colecciones editoriales especializadas en historia, que se han sumado a una significativa inserción de la historiografía argentina en circuitos internacionales de especialistas. Este último proceso reconoce una doble naturaleza: la formación de jóvenes investigadores en centros del exterior y los intercambios académicos entre historiadores argentinos y de otros países (uno de cuyos subproductos es la significativa presencia de trabajos de estudiosos argentinos en publicaciones periódicas internacionales). La renovación ¿ha sido también de temas y problemas? Es más difícil dar una convincente respuesta en este punto. Buena parte de las líneas de investigación y de los debates conciemen a cuestiones puestas en el tapete por la generación de los años sesenta. Si, en algunos casos, se siguen hipótesis o líneas de investigación formuladas en aquellos años, en otras lo que se hace es polemizar con aquéllas. Pero como alguna vez dijera el gran Amaldo Momigliano, los adversarios y los maestros se parecen. Lo que sugiere cuán dependiente se está en una polémica de las líneas establecidas por aquéllos a quienes se busca refutar. Esa incertidumbre acerca de los reales avances interpretativos y problemáticos en la historiografía argentina es aún más visible si nos detenemos a observar el campo de la historia contemporánea. Es decir aquella que convencionalmente se abre a partir de 1930. En este sentido, dos han sido las líneas de trabajo que han suscitado mayor interés y una producción más vasta (pero en las cuales se hace más visible aquella dependencia crítica de los años sesenta): 1)La cuestión de la revalorización del período de la economía primaria exportadora y la consecuente crítica del modelo de sustitución de importaciones que conllevó una verdadera inversión valorativa de las posibilidades y resultados de la economía argentina antes y después de 1930. Ello dio lugar a una larga saga crítica de la lectura cepalina y dependentista. 2)La revisión de los orígenes del peronismo que se centró en dos puntos: a) la crítica a la idea de ruptura, de un antes y un después del surgimiento del movimiento popular que llevó a buscar las continuidades del mismo con fenómenos de los años treinta -sea en la cuestión sindical, sea en el plano de las ideas económicas y más recientemente en el papel del catolicismo y de la Iglesia, cuya expansión en los treinta habría posibilitado el triunfo del populismo. b) La discusión de las antiguas caracterizaciones del peronismo como fascismo o como populismo de corte tradicional que en oposición a la precedente había formulado sobre todo Gino Germani. En realidad, la crítica ha girado en tomo a las interpretaciones y la metodología de análisis impuesta por Germani acerca del surgimiento del peronismo y de la naturaleza de su régimen. Otros temas que han concitado interés, aunque menor cantidad de trabajos y menos virulencia polémica han sido la recaracterización del régimen uriburista en lo político (cuyo "fascismo" es también cuestión en discusión) y la redefinición de la llamada “década infame” en un conjunto de líneas políticas más heterogéneas de lo que se había supuesto y menos ligadas automáticamente a potencias hegemónicas o a las políticas implementadas por la Argentina

Transcript of Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del...

Page 1: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

LA PRODUCCION HISTORIOGRAFICA RESPECTO DE LA ARGENTINA DEL PERIODO 1930-

1955. TEMAS, PROBLEMAS Y ENFOQUES RECIENTES

María Inés Barbero - Marcelo Rougier

Algunas consideraciones sobre la historiografía argentina reciente

La historiografía argentina ha realizado prodigiosos avances en los últimos quince años,tanto en la cantidad como en la calidad de los trabajos, en los que se advierte una crecienteprofesionalización. La reorganización del campo intelectual ha pasado por diversos planos: poruna parte el de la renovación universitaria y de los centros de investigación; por otra, lareconstrucción de los lazos académicos entre distintos grupos ha contribuido a establecerprincipios de legitimación propios de una comunidad académica. A ello se agrega el número depublicaciones periódicas y de colecciones editoriales especializadas en historia, que se hansumado a una significativa inserción de la historiografía argentina en circuitos internacionales deespecialistas. Este último proceso reconoce una doble naturaleza: la formación de jóvenesinvestigadores en centros del exterior y los intercambios académicos entre historiadoresargentinos y de otros países (uno de cuyos subproductos es la significativa presencia de trabajosde estudiosos argentinos en publicaciones periódicas internacionales).

La renovación ¿ha sido también de temas y problemas? Es más difícil dar una convincenterespuesta en este punto. Buena parte de las líneas de investigación y de los debates conciemena cuestiones puestas en el tapete por la generación de los años sesenta. Si, en algunos casos, sesiguen hipótesis o líneas de investigación formuladas en aquellos años, en otras lo que se hace espolemizar con aquéllas. Pero como alguna vez dijera el gran Amaldo Momigliano, los adversariosy los maestros se parecen. Lo que sugiere cuán dependiente se está en una polémica de laslíneas establecidas por aquéllos a quienes se busca refutar.

Esa incertidumbre acerca de los reales avances interpretativos y problemáticos en lahistoriografía argentina es aún más visible si nos detenemos a observar el campo de la historiacontemporánea. Es decir aquella que convencionalmente se abre a partir de 1930. En estesentido, dos han sido las líneas de trabajo que han suscitado mayor interés y una producción másvasta (pero en las cuales se hace más visible aquella dependencia crítica de los años sesenta):1)La cuestión de la revalorización del período de la economía primaria exportadora y laconsecuente crítica del modelo de sustitución de importaciones que conllevó una verdaderainversión valorativa de las posibilidades y resultados de la economía argentina antes y después de1930. Ello dio lugar a una larga saga crítica de la lectura cepalina y dependentista.2)La revisión de los orígenes del peronismo que se centró en dos puntos: a) la crítica a la idea deruptura, de un antes y un después del surgimiento del movimiento popular que llevó a buscar lascontinuidades del mismo con fenómenos de los años treinta -sea en la cuestión sindical, sea en elplano de las ideas económicas y más recientemente en el papel del catolicismo y de la Iglesia,cuya expansión en los treinta habría posibilitado el triunfo del populismo. b) La discusión de lasantiguas caracterizaciones del peronismo como fascismo o como populismo de corte tradicionalque en oposición a la precedente había formulado sobre todo Gino Germani. En realidad, lacrítica ha girado en tomo a las interpretaciones y la metodología de análisis impuesta por Germaniacerca del surgimiento del peronismo y de la naturaleza de su régimen.

Otros temas que han concitado interés, aunque menor cantidad de trabajos y menosvirulencia polémica han sido la recaracterización del régimen uriburista en lo político (cuyo"fascismo" es también cuestión en discusión) y la redefinición de la llamada “década infame” en unconjunto de líneas políticas más heterogéneas de lo que se había supuesto y menos ligadasautomáticamente a potencias hegemónicas o a las políticas implementadas por la Argentina

Page 2: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

conservadora preyrigoyenista, sea en sus políticas económicas, sea en sus políticas sociales. Eneste sentido, la lectura del treinta como una pura restauración o como una pura subaltemidad a losintereses británicos ha sido seriamente puesta en cuestión. En estos puntos, con todo, existetambién una relación crítica con cuanto había sido propuesto en los años sesenta sobre todo porel revisionismo histórico, cuyos ejes analíticos han dejado de despertar la preocupación de loshistoriadores profesionales.

¿Que puntos oscuros hay en todo esto? En primer lugar la falta de comunicación entre lasdistintas innovaciones historiográficas que impide una verdadera complejización del período 1930-1955. Más aún, falta una buena discusión acerca de los preconceptos implícitos en esa mismapedodización. En tercer lugar, parece necesaria una complejización del problema que supere lalectura iluminista progresiva de un proceso histórico caracterizado por etapas entre síencadenadas necesariamente y en las cuales la sucesiva implica una ampliación de las fronterassociales y políticas con respecto a la precedente. Estas lecturas teleológicas deben ser al menospuestas en discusión. Aunque no se fundamenten ya en la idea del paso a nuevas formassuperiores de la civilización ligadas a nuevas relaciones con los medios de producción, aunque ladualidad tradicional-modema esté puesta también seriamente en cuestión, siguen sosteniéndoseen ideas de expansión de la ciudadanía, de fases sucesivas de integración de nuevos actoressociales, de diversificación y complejización económica, etc.

Tres parecen ser los puntos que requieren mayores discusiones. En primer lugar, labúsqueda de explicaciones contextuales que dejen de ver el proceso desde los resultados queporque fueron tales fueron inevitables (o estaban inevitablemente inscriptos en el procesohistórico). En este sentido, particularmente útil es la rediscusión acerca de los momentos de 1931y 1946 que permiten reintroducír un marco de incertidumbre y de no necesidades de las etapaspolíticas abiertas a partir de esos resultados electorales. Ello invita a ver a fenómenos como elperonismo como una de las alternativas posibles de la Argentina de la posguerra y no como laúnica (es claro que la disolución de las relaciones causales entre distintos pasados sucesivosrompe también la relación necesaria entre pasado-presente y entre presente y futuro).

En segundo lugar una complejización de cada época histórica y de los actores políticos encada una de ellas involucrados, en el sentido de que no existe un conjunto de rasgos mínimos quelos caractericen ni en relación con su "esencia" ni en relación con la idea de progreso. No se sabebien porqué el peronismo sería un fenómeno atípico (¿atípico con relación a qué movimiento queexpresaría una forma pura necesaria derivable de un modelo ideal?) ni porqué tendría unaesencia que revelase su "naturaleza". En este punto son los prejuicios de los investigadores o sulimitada formación los que llevan a buscar esos rasgos definitorios o esas patologías respecto aun estado de salud presupuesto. Del mismo modo que para los años treinta es interesantepreguntarse acerca de los distintos actores políticos que confluyen en el peronismo, suheterogeneidad ideológica y política y los conflictos por los espacios de poder más allá de unliderazgo político que también podría ser visto como mediador de equilibrios entre estasfracciones. Por supuesto que se conoce bastante bien la situación en el momento fundador delperonismo y hasta 1947. Permanecen más en la oscuridad las nuevas formas en que los actorespolíticos operaban luego. Ello parece imprescindible para comprender mejor la complejidad y lacontradictoriedad de las políticas del peronismo, por ejemplo en relación con las migraciones.

Por supuesto que muchos de esos temas llevan a problemas no planteados oinsuficientemente planteados por la historiografía y ello parecería contradictorio con la idea de unensayo bibliográfico. Sin embargo, percibir algunas de las cuestiones pendientes puede ayudar ailuminar lo ya producido y percibir si aquella expansión cuantitativa y cualitativa aludida alcomienzo a significado una mejor, más problemática y más comprensiva percepción de laArgentina contemporánea.

En el marco de las consideraciones expuestas, un ensayo bibliográfico sobre la producciónhistoriográfica reciente acerca del período 1930-1955 tiene como objetivo ofrecer unaactualización en tres campos: el de los temas y problemas en discusión, el de las interpretacionesy debates en curso y el de los nuevos enfoques y nuevas fuentes desde donde se ha llevado acabo la investigación.

No hemos realizado un elenco exhaustivo de temas ni de publicaciones, sino seleccionadoalgunos problemas generales a partir de los cuales ofrecer un panorama sobre la producciónreciente y sobre cuestiones en debate.

Page 3: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

1) Nuevas interpretaciones sobre el proceso de industrialización antes y después de 1930

Desde comienzos de los años setenta los estudios sobre los orígenes del proceso deindustrialización en la Argentina han sido escenario de una reacción contra las interpretacionesvigentes en las décadas previas. De una imagen de una industrialización obstaculizada por elpredominio de la producción agropecuaria destinada a la exportación se ha ido girando a unavisión mucho más matizada, en la que de la idea de la contraposición entre sector agrario y sectorindustrial se ha pasado a la de la posible complementación entre ambos sectores.

En realidad, este giro no ha sido ni exclusivo de la Argentina ni aceptado en formaunánime por los estudiosos de la historia de la industria. La revisión de las interpretaciones queenfatizaban el efecto benéfico de la depresión de los años treinta sobre el desarrollo de unaindustria sustitutiva ha sido común a las historiografías latinoamericanas. Por una parte se harevalorizado el crecimiento industrial previo a 1930, y por la otra se ha puesto en duda el axiomade que el desarrollo de la industria haya sido inversamente proporcional a la apertura de laseconomías.

Ello ha llevado a repensar la imagen de 1930 como un momento de ruptura, y a enfatizarlas continuidades entre el "modelo agroexportador” y el "modelo de sustitución de importaciones".

Puede afirmarse que hoy existe un amplio consenso acerca de la no contraposición entreintereses agrarios e industriales en la etapa de "crecimiento hacia afuera". Se discute en cambio -en forma explícita o implícita- sobre el efecto que ello tuvo sobre la industrialización y en generalsobre el desarrollo económico de la Argentina.

Mientras que una visión "optimista" enfatiza los logros del crecimiento industrial previo a1930, una interpretación "pesimista" encuentra en él las raíces de los límites de nuestro desarrolloindustrial, que atribuye esencialmente a las características del sector empresario.

Lo que aparece por otra parte como un tema recurrente, en forma más o menos explítica,es lo que Juan Carlos Korol e Hilda Sábato denominaron la "obsesión por la industrializacióntrunca”1. Las lecturas del pasado buscan la clave de las dificultades del presente, y lo que varíason las interpretaciones y los responsables de las frustraciones de hoy.

Los estudios sobre el proceso de industrialización en la Argentina tuvieron como punto departida la publicación de las obras del ingeniero Adolfo Dorfman. La Evolución industrial argentinay la Historia de la industria argentina, ambas editadas al iniciarse la década de 1940, constituyeronla primera aproximación sistemática al tema. Reeditadas en 1970 en una nueva versión con eltítulo de Historia de la industria argentina, fueron, hasta hace muy poco, la única obra de síntesisdisponible.

La profundidad del trabajo de Dorfman y la amplísima evidencia empírica en la que sefundamentó son dos de las razones que hacen que siga siendo hoy una obra de consultaobligada, sin que el paso de los años le haya quitado actualidad y vigor. En cierta forma la obrade Dorfman inauguró también lo que, con cierta permisividad, podemos llamar "interpretaciónclásica" u "ortodoxa" del proceso de industrialización en la Argentina.

Aunque con muchos matices, derivados de un conocimiento muy amplio del tema,Dorfman enunció una serie de hipótesis -retomadas más tarde por otros estudiosos- queconstituyeron el punto de partida para las interpretaciones predominantes hasta comienzos de ladécada de 1970.

Desde este punto de vista, podemos señalar en primer lugar la afirmación de que el hechode que la Argentina comenzara a industrializarse a la par de su inserción en el mercado mundialcomo país exportador de productos agropecuarios significaba un obstáculo para alcanzar undesarollo industrial plenamente satisfactorio. En palabras del mismo Dorfman, "hay Estados,como Inglaterra y Bélgica, por ejemplo, que estructuran su poderío económico en forma casiexclusiva sobre la elaboración de materias primas que no extraen de su suelo; allí la industriaconstituye el rasgo general y característico, mientras la agricultura y la ganadería ocupan lugaressecundarios. No acontece lo propio en otras naciones, entre las que se halla nuestro país, donde

1 J.C.Korol and Hilda Sábato, incomplete Industrialization: an Argentine Obsession, "Latin American ResearchReview", XXV, 1, 1990

Page 4: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

la riqueza agropecuaria es la esencial pues constituye el basamento económico de la sociedad yel caudal preferido en sus relaciones comerciales con el resto del mundo”2.

Para Dorfman el carácter predominantemente agropecuario de la economía argentina nosólo atentaba contra las posibilidades de que se convirtiera en un país industrial, sino que creabaserias dificultades para el desarrollo de la actividad manufacturera. En primer lugar, porque lasupervivencia de rémoras latifundistas en el campo, por lo menos hasta la primera guerra mundial,"elevaban una valla infranqueable para el desarrollo fabril manufacturero nacional", al restringir lacapacidad adquisitiva de la gran mayoría de los habitantes rurales3. En segundo término, porquelos industriales argentinos, "social y políticamente en minoría, carecen de la fuerza suficiente paraimponer al sector gobernante un punto de vista que responda a sus propias necesidades... (laindustria argentina) es un niño que crece entre adultos, un niño nacido fuera de época”4.En partecomo consecuencia de esta situación surgía un tercer obstáculo: la falta de una acción estataladecuada que protegiera a la industria naciente, sobre todo a través de la elevación de losaranceles a la importación, pero también por medio del crédito y de la política impositiva.

Dorfman enunciaba así una sede de factores -rasgos arcaicos del sector agrario, debilidadde los empresarios industriales, falta de acción estatal- que aparecían como las claves de loslímites de la industrialización argentina. Todos ellos se ligaban a la preeminencia del modeloagroexportador hasta la década de 1930 y en general a los momentos en que la economíaargentina había estado más abierta. Señalaba al mismo tiempo que en aquellos períodos en queel intercambio se había visto limitado, como durante la crisis de 1890 y sobre todo a lo largo de laPrimera Guerra Mundial, la industria se había visto favorecida por la reducción de lasimportaciones y la consecuente posibilidad de acceder a una cuota mayor del mercado interno.

En su libro Cincuenta años de industrialización en la Argentina. 1930-1980, publicado en1983, Dorfman continuó la obra iniciada con sus trabajos anteriores, y en los primeros capítulos,dedicados al desarrollo histórico de las industrias, ofreció una reseña sobre el desarrollomanufacturero hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. En términos generales retorna la ideade que el principal elemento dinamizador de la industria local fue la protección forzosa generadapor aquellas coyunturas que dificultaron el comercio exterior, generando una industria sustitutiva:las dos guerras mundiales y la crisis de los años treinta. Considera al período que se extiendehasta fines de los años veinte como preindustrial o de incipiente industrialización", y ubica al iniciode la sustitución de importaciones en la etapa sucesiva5.

Desde fines de la década de 1950 se fue incrementando el interés por el estudio de laindustrialización en una perspectiva histórica. Ello puede atribuirse a una serie de razones. Entreellas podemos señalar en primer lugar al proceso de renovación historiográfica que orientócrecientemente la investigación hacia la historia económica y social, en el que hasta entonces elinterés de los historiadores había sido muy limitado. Al mismo tiempo, la inquietud por elproblema del subdesarrollo llevó a los economistas a indagar en la historia en busca de clavespara el presente, fenómeno que no fue en ningún modo privativo de la Argentina pero que ennuestro país dio origen a algunos de los trabajos clásicos en el campo de la historia económica,como los de Di Tella y Zymelman y Ferrer.

Si bien los marcos conceptuales que guiaron las investigaciones fueron heterogéneos, lasinfluencias más destacadas fueron la de la teoría de la modernización, la de la teoría deldesarrollo y la del estructuralismo latinoamericano, signado por el pensamiento de Raúl Prebisch.No siempre dichas influencias fueron excluyentes o claramente explicitadas, y en general en elcaso de los historiadores fueron más heterogéneas que en el de los economistas.

Un elemento común que caracteriza a las obras publicadas en los años sesenta es lavisión del crecimiento industrial en el período 1880-1930 como limitado e insatisfactorio. Más alláde los matices, que no deben ser subestimados, los diversos autores enfatizaban los obstáculosque debió enfrentar la industria en la etapa de especialización en la producción agropecuariadestinada a la exportación.

2 A.Dorfman, Historia dc la Industria argentina, Buenos Aires, Solar, 19703 id., p.2494 id., p.2345 A.Dorfman, Cincuenta años de industrialización en la Argentina. 1930-1980. Desarrollo y perspectivas,Buenos Aires, Solar, 19831, p.60

Page 5: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Ello puede observarse tanto en las obras de síntesis sobre el desarrollo económicoargentino en el largo plazo como en una serie de trabajos que analizan aspectos sectoriales dedicho proceso.

Nos referiremos en primer término a dos trabajos de síntesis -La economía argentina deAldo Ferrer (publicado por primera vez en 1963) y Las etapas del desarrollo económico argentinode Guido Di Tella y Manuel Zymelman (cuya primera edición data de 1967)- que nos permitenobservar respectivamente la perspectiva del estructuralismo cepalino y la de la teoría deldesarrollo6.

La obra de Ferrer parte de la premisa de que "es imposible lograr una comprensiónadecuada de las causas del estancamiento" de la economía argentina "sin analizar las raíceshistóricas de la presente situación y los cambios producidos en la economía mundial que,tradicionalmente, han jugado un papel preponderante en el desarrollo argentino”7.

Siguiendo el modelo de la obra de Celso Furtado para el caso de Brasil, establece unaserie de etapas en la evolución económica de la Argentina desde el siglo XVI en adelante. Para laépoca que nos ocupa contrapone el período de "economía primaria exportadora" (1860-1930) alde "economía industrial no integrada", a partir de 1930. En su análisis es fuertemente crítico haciala inserción de la Argentina en el mercado mundial desde mediados del siglo XIX, ya que si bienve a la etapa 1860-1930 como la de modernización económica del país, enfatiza los aspectosnegativos de dicha inserción, entre los que incluye la vulnerabilidad exterior de la economíabasada en la exportación de bienes primarios, con un alto nivel de endeudamiento externo, y ladesigual distribución del ingreso, cuya causa principal atribuye a la concentración de la propiedadde la tierra.

Para Ferrer, el crecimiento económico del período 1860-1930 tuvo un carácter endeble ydependiente. Considera que durante esa etapa el desarrollo industrial se vio limitado por lacomposición de las importaciones y la ausencia total de una política de fomento de la actividadmanufacturera, que se vio reducida a las industrias de menor densidad de capital y complejidadtécnica. Sostiene también que la desigualdad en la distribución del ingreso gravitó en el aumentode las importaciones de bienes de consumo e inversión suntuaria y desestimuló el desarrollo deactividades orientadas al mercado interno8.

En este marco, la crisis de 1930 aparece como el punto de inflexión en el que se inaugurala etapa de "economía industrial no integrada", en la cual el sector manufacturero ocupa un papelclave en cuanto al empleo de mano de obra y al carácter dinámico de su comportamiento. ParaFerrer fueron las nuevas condiciones de la economía mundial las que impulsaron el proceso deindustrialización, al limitar las posibilidades de crecimiento dentro del modelo agroexportador."Bajo el estímulo de la caída de la capacidad de importar, del encarecimiento de lasimportaciones, del crecimiento y diversificación de la demanda interna y, finalmente, de lasinnovaciones técnicas, la industria experimentó un sostenido desarrollo desde 1930 hasta fines dela década de 1940"9. No me detendré en el análisis que realiza Ferrer del período siguiente, yaque queda fuera del período considerado. En él enfatiza los límites del modelo de sustitución deimportaciones con un crecimiento industrial no integrado, con la consecuente vulnerabilidad a losfactores externos en la medida en que el desarrollo de la industria manufacturera depende de lacapacidad importadora del país.

El trabajo de Di Tella y Zymelman parte de la misma necesidad que el de Ferrer:comprender la situación actual a partir de "un rastreo de los antecedentes históricos". Partiendodel modelo de las etapas del desarrollo de Rostow, introducen entre el período depreacondicionamiento (1880-1914) y el del crecimiento autogenerado (1933-1952)una etapaintermedia a la que denominan "la demora", caracterizada por una contracción de la inversión y"una detención en la evolución de la posición relativa entre la agricultura y la industria"10.Consideran que recién a partir de 1933 comenzó el proceso de crecimiento autogenerado, "comoresultado directo de la gran crisis, el deterioro de los términos del intercambio y la carencia de 6 A.Ferrer, La economía argentina, México, Fondo de Cultura Económica, 1963 (las citas que aparecen en el texto estántomadas de la quinta reimpresión de la segunda edición, Buenos Aires, 1972)-, G. Di Tella y M.Zymelman, Las etapasdel desarrollo económico argentino, Buenos Aires, Eudeba, 1967.7 A.Ferrer, opcit., p.9.8 ibid.. pp. 143-1459 ibid.,p.19010 G.Di Tella y M.Zymelman, op cit., p.27

Page 6: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

divisas extranjeras". En él la industria sustitutiva pasó a liderar el proceso de crecimiento,favorecida no sólo por las nuevas condiciones internacionales sino también por las políticaspúblicas11.

La hipótesis de la demora, que había sido ya formulada por Alejandro Bunge, generó unaintensa polémica, en la cual no nos detendremos12. Lo que interesa subrayar es que Di Tella yZymelman consideran que si bien para 1914 el país parecía reunir todos los requisitoseconómicos previos para la industrialización y el desarrollo autogenerado, ello no se concretófundamentalmente a causa de la falta de visión de los sectores sociales y económicos dirigentes,ilusionados con un "retomo a la normalidad" durante la década del veinte e incapaces de generaruna política activa de promoción a la industria.

Esta visión muy negativa de la relación entre el modelo agroexportador y el desarrolloindustrial se repite en casi todos los trabajos de los años sesenta, desde una multiplicidad deperspectivas. Los temas recurrentes son la ausencia de políticas públicas favorables a la industria-en particular la falta de protección arancelaria-, la falta de crédito para la actividad industrial, ladebilidad de los empresarios industriales (mayoritariamente inmigrantes), o la falta de un espíritude empresa favorable a la inversión en la industria, debido al predominio de valores aristocráticos.En general todos ellos se vinculan con la hegemonía política de los grandes terratenientes, cuyosintereses son presentados como contradictorios con el desarrollo de actividades industriales, salvoaquellas directamente vinculadas con el sector agropecuario.

La "visión clásica" comenzó a cuestionarse desde principios de la década de 1970, enparte por la disponibilidad de evidencia empírica que relativizaba sus afirmaciones, y en parte porefecto de un cambio de perspectiva que implicó analizar el proceso de industrialización desdenuevos marcos conceptuales. Como ya señalamos, este proceso de revisión no se limitó al casoargentino, y fue común a las diversas historiografías latinoamericanas13.

En términos generales la visión "revisionista" discutió el presupuesto de que el crecimientodel sector industrial se haya visto penalizado durante la etapa de expansión agropecuaria en elmarco de una economía abierta, enfatizando en cambio que el proceso de modernización de laeconomía y de la sociedad que tuvo lugar entre 1880 y 1930 creó condiciones favorables para eldesarrollo de la industria14.

Desde este punto de vista se enumeran diversos factores que habrían contribuido alcrecimiento industrial, entre los que se destacan el marco institucional (con una legislación quegarantizaba la propiedad privada y fomentaba la inversión extranjera), el proceso deeslabonamientos hacia atrás y hacia adelante generado por la expansión agropecuaria y la políticaarancelaria que garantizó un nivel bastante elevado de protección. Por otra parte, se ofrece unanueva visión de los actores sociales y sus intereses, señalando la falta de contraposición entreempresarios agrados e industriales. Las principales contribuciones que dieron origen a la visión"revisionista" han sido las de historiadores y economistas nucleados en el Instituto Di Tella, entrelos que se destacan Roberto Cortés Conde, Ezequiel Gallo y Javier Villanueva15. También debeincluirse la obra de Carlos Díaz Alejandro -estrechamente vinculado con el Instituto desde 1963-,cuyos Ensayos sobre la historia económica argentina, publicados en inglés en 1970, ofrecieronuna relectura de nuestro pasado fuertemente contrastante con las de los años sesenta.

Desde el punto de vista de los marcos conceptuales que guían a esta nueva interpretación,hay en primer lugar una postura muy crítica hacia el estructuralismo cepalino, con un viraje hacia

11 ibid., p.2912 Véase J.Llach (selección e introducción), La Argentina que no fue. Tomo 1: Las fragilidades de la Argentinaagroexportadora (1918 - 1930),Buenos Aires, IDES, 198513 Un panorama de conjunto puede verse en C.Lewis, La industria en América Latina antes de 1930 en L.Bethell(ed.),Historia de América Latina. 7. América Latina: economía y sociedad, c. 1870-1930, Cambridge Universiy Press-Ed.Crítica, Barcelona, 199114 El número 13 del Anuario del IEHS (1998) dedica una sección a las "Perspectivas sobre la historia de laindustrialización argentina", que incluye entre otros artículos los de E.Gallo y R.Cortés Conde citados en la notasiguiente.15 Trabajos paradigmáticos de la visión revisionista son: E.Gallo, Agrarian expansion and industrial development inArgentina, mimeo, Documento de Trabajo del Instituto Di Tella, 1970; J.Villanueva, El origen de la industrializaciónargentina, en "Desarrollo Económico", vol. 12, nº47, 1972;R.Cortés Conde, The export economy of Argentina. 1880-1920, en R.Cortés Conde y S.Hunt (eds), The Latin American Economies, New York, Homes and Meyer, 1985

Page 7: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

posiciones neoclásicas o institucionalistas. Una influencia muy visible es la de Albert Hirschmann,y en el caso de Ezequiel Gallo la de la teoría del bien primado exportable.

A diferencia de los trabajos de los sesenta, confían más en el mercado como mecanismode asignación de factores que en la acción del Estado. Coinciden en señalar que el período demayor crecimiento de la economía argentina coincidió con el de menor intervención estatal, y enese marco resaltan el desarrollo industrial previo a 1930.

Proponen una visión mucho más gradualista del proceso de industrialización, que puedeser leída en parte como un rechazo al modelo rupturista de Rostow, y explícita o implícitamenterechazan la periodización cepalina que inicia la "sustitución de importaciones" en los años treinta.

El primer trabajo que discutió la visión "ortodoxa" fue el de Ezequíel Gallo, Agrarianexpansion and industrial development in Argentina, publicado originalmente como Documento delTrabajo del Instituto Di Tella en 1970.

Su hipótesis es que, a diferencia de lo que sostenía la interpretación "ortodoxa", laexpansión de la etapa agroexportadora habría benefíciado no sólo al sector primario sino a laeconomía en su conjunto, y que no habría existido una relación conflictiva entre sector agrario ysector industrial. Desde la perspectiva de la teoría del bien primario exportable, analiza en quémedida el crecimiento de la producción agropecuaria puede, a través de los eslabonamientos,propasarse hacia otras ramas de la actividad económica, y cómo este proceso no fuecaracterístico sólo de la Argentina, sino también de otros países.

En su trabajo Gallo discute también las interpretaciones "sociológicas" que hacían hincapiéya sea en la hostilidad de los terratenientes hacia el desarrollo industrial o en la debilidad de losempresarios industriales para convertirse en un factor de presión exitoso.

En 1972, en su artículo titulado "El origen de la industrialización argentina", JavierVillanueva opone explícitamente lo que considera una versión "olímpica" acerca de laindustrialización argentina -la que veía a 1930 como un momento de ruptura- a una nuevainterpretación mucho más gradualista del desarrollo industrial.

La principal contribución de Villanueva era la de insistir sobre la importancia del proceso deindustrialización antes de la crisis de 1929 y de la depresión de los años treinta, al que veía comouna condición para el desarrollo industrial de las décadas sucesivas.

Para fundamentar su afirmación acerca del crecimiento industrial anterior a 1930 ofreceabundante evidencia empírica, utilizando las estadísticas de la CEPAL, los datos sobre año defundación de los establecimientos industriales del Censo Industrial de 1935 e información sobreinversión directa extranjera. Señala que después de 1930 la tasa de crecimiento industrial no fuemayor que en la etapa previa, sino que hubo sobre todo cambios en la composición del sectormanufacturero, con el retroceso de la industria alimenticia y el avance de los textiles y lametalurgia.

Otra línea de trabajos que contribuyeron a relativizar las afirmaciones de la interpretaciónortodoxa fue la de las investigaciones sobre las tarifas aduaneras y la protección arancelaria, entrelos que fue pionero el de Díaz Alejandro, que en uno de sus ensayos había señalado que el nivelde protección de la Argentina entre 1906 y 1940 había sido relativamente elevado en términosinternacionales -similar al de Australia y mayor que el de Canadá, Francia, Alemania e Italia-, yque a pesar de las oscilaciones en los precios las tarifas se mantuvieron a niveles quesuministraban protección eficaz para muchas actividades16. Esta línea de investigación fueretomada más tarde por Carl Solberg y Donna Guy17, que para distintos momentos estudiaron elapoyo de los sectores agropecuarios a las medidas de protección aduanera, y por Colin Lewis18,que enfatizó la capacidad de los empresarios industriales para presionar a favor de la implantaciónde tarifas proteccionistas.

16 C.A.Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, Buenos Aires, Amorrortu, 197517 C.Solberg, The Tariff and Politics in Arpentina, 1916-1930, en "Hispanic American Historical Review", vol.53, n.2,may 1973; D.Guy, La política de Carlos Pellegrini en los comienzos de la industrialización argentina, 1873-1906, en"Desarrollo Económico", vol. 19, n.73, abril-junio 1979.18 C.Lewis, Inmigran Entrepreneurs, Manufacturing and Industrial Policy in the Argentine, 1922-281 en "The Joumal ofImperial and Commonwealth History", vol.XVI, n. 1, october 1987.

Page 8: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

En un trabajo sobre la economía exportadora argentina entre 1880 y 1920 publicado porRoberto Cortés Conde en 198519, el autor retorna el problema de la relación entre el sectorexterno y el proceso de industrialización, enfatizando la importancia del crecimiento de lademanda como motor de la industria sustitutivo. En particular, discute la afirmación de que sea elcarácter de economía primaria o exportadora el que defina si la economía va a ser de enclave, yotorga un papel relevante al proceso de eslabonamientos generado por la producciónagropecuaria. Considera que las variables clave para estudiar el proceso de industrialización sonlas condiciones tecnológicas de producción, la asignación de recursos, las condicionesinstitucionales y sociales y las características de la población.

El impacto de la visión "revisionista" fue muy significativo, en la medida en que la mayorparte de los estudiosos coinciden en que el crecimiento industrial en la Argentina fue un procesogradual que se inició ya a fines del siglo XIX. Ello se comprueba en las publicaciones de losochenta y los noventa, tanto en los trabajos de síntesis como en los estudios sectoriales y decasos. Incluso los trabajos más recientes de los economistas vinculados a la CEPAL incluyencomo primera etapa de la industrialización la del período agroexportador20.

Desde esta perspectiva podría afirmarse que, salvo algunos casos aislados, ha idoreemplazando a la visión ortodoxa. Ello se debe sin duda al peso de la evidencia empíricaofrecida por los "revisionistas", y también al debilitamiento de las posiciones teóricas que habíansustentado a los estudios de los años sesenta21. A la crisis del estructuralismo, del dependentismoy de la teoría del desarrollo, debemos agregar que en general en los estudios de los procesos deindustrialización se han ido afirmando las posiciones gradualistas, que han cuestionado tanto lavisión de las etapas de Rostow como el mismo concepto de “revolución industrial”22.

Más allá del consenso acerca de los orígenes de la industrialización en la Argentina, lasconclusiones que se derivan de la constatación de la importancia del desarrollo industrial previo a1930 son fuertemente divergentes.

Para los historiadores y economistas de orientación neoclásica o institucionalísta, el hechode que la industria haya comenzado a crecer a la par de la expansión agropecuaria esconsiderado como un indicador más de las ventajas que implicó para la Argentina el insertarse enel mercado internacional como país exportador de bienes primarios. La clave para explicar losproblemas del presente la encuentran no en la etapa de crecimiento hacia afuera, sino en elperíodo siguiente, con una visión fuertemente crítica del modelo de sustitución de importaciones.

Ello es muy evidente en los Ensayos sobre la historia económica argentina de Carlos DíazAlejandro, que contienen una evaluación muy negativa sobre todo del período 1943-955 y de loque el autor considera las "respuestas tardías a la Gran Depresión". Sostiene que las políticasadoptadas entre 1930 y 1943, generadas por un equipo de técnicos competentes, permitieroncrecer a una tasa razonable a pesar de las desfavorables condiciones externas, favoreciendo laindustrialización sin que ello implicara descuidar las exportaciones ni excluir por completo lacompetencia extranjera. En contraste, se muestra muy crítico hacia las políticas implementadaspor los gobiernos posteriores a 1943, sobre todo por el peronismo, al que responsabiliza de nohaber aprovechado las condiciones favorables que ofrecía el mercado mundial después de la

19 R.Cortés Conde, The export economy of Argentina, 1880-1920, en R.Cortés Conde and S.Hunt (eds.), The LatinAmerican Economies, New York, Homes and Meier, 1985.20 B.Kosacoff, La industria argentina. Un proceso de reestructuración desarticulada, en B.Kosacoff y otros, El desafíode la competitívidad. La industria argentina en transforción Buenos Aires, Alianza/Cepal, 1993. En un trabajo sobrelas etapas de la industrialización argentina publicado en 1989, Jorge Katz y Bemardo Kosacoff tenían todavía unavisión mucho más rupturista, enfatizando que si bien había habido un cierto crecimiento industrial antes de 1930, reciéna partir de entonces éste había tomado una dimensión significativa, gracias a las nuevas condiciones de la economíainternacional y a la puesta en marcha de políticas activas de industrialización por parte del Estado. Véase J.Katz yB.Kosacoff, Las etapas de la industrialización argentina en id., El proceso de industrialización en la Argentina.Evolución, retroceso y prospectiva, Buenos Aires, CEAL, 198921 De todos modos la aceptación de la nueva visión no es unánime. A modo de ejemplo, cito un artículo reciente deAldo Ferrer en el que contrapone el "consenso prebischiano" al "consenso de Washington". A.Ferrer, Raúl Prebisch ylos problemas actuales de América Latina, en "Ciclos", nº10, 1996.22 Veáse por ejemplo D.Landes, The Fable of the Dead Horse or The Industrial Revolution Revisited, en J.Mokyr (ed.),The British Industrial Revolution. An Economic Perspective, Boulder-San Francisco-Oxford, Westview Press, 1993;M.Berg y P.Hudson, Rehabilitating the Industrial Revolution, "Economic History Review", XLV, 1, 1992

Page 9: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

guerra. Reprueba en particular el énfasis puesto en la sustitución de importaciones y en unmodelo de economía cerrada, con políticas adversas al comercio exterior y la inversión extranjera,al que hace responsable de las bajas tasas de crecimiento del PBI y del estrangulamiento dedivisas. También censura el énfasis puesto por el peronismo en la redistribución del ingreso y elaumento del consumo popular, a expensas de la formación de capital y de la capacidad detransformación de la economía, así como la creciente regulación de la economía por parte delEstado.

En una línea similar, Roberto Cortés Conde destaca en una de sus obras más recientesque mientras que en las primeras décadas de este siglo la industria se desarrolló en aquellosrubros en los que el país contaba con ventajas comparativas, el desarrollo industrial posterior a losaños treinta, orientado al mercado interno, generó una industria dependiente de importaciones,que sólo pudo sostenerse con altos niveles de protección. Para Cortés Conde ya para mediadosde la década de 1930 estaban planteados los principales problemas del desarrollo industrialargentino, y atribuye al modelo sustitutivo la responsabilidad de las frustraciones presentes23. Másen general considera que "las políticas elaboradas después de la Segunda Guerra Mundial paraaislar a la Argentina de los shocks externos desfavorables (...) produjeron distorsiones enormes enla economía que se tradujeron en el pobre comportamiento observado en la segunda mitad delSiglo”24.

A esta visión crítica del modelo sustitutivo podemos contraponer la de los autores que aúnreconociendo la importancia del crecimiento industrial previo a 1930 rescatan las políticas deindustrialización posteriores y buscan otras claves para explicar los problemas estructurales de laeconomía argentina. Para Jorge Federico Sábato y Jorge Schvarzer dicha clave se encuentrasobre todo en las características de los empresarios, a los que atribuyen un comportamientoespeculativo que se habría originado en el período anterior a 193025.

Lo que aparece como paradójico es que mientras para Gallo la no contraposición deintereses entre empresarios agrarios e industriales habría resultado un factor positivo para eldesarrollo industrial, para Sábato y Schvarzer constituyó en cambio un elemento negativo, en lamedida en que habría condicionado a los empresarios hacia actitudes de corte especulativo.

El tema del papel de los empresarios en los procesos de desarrollo ha sido fuertementedebatido en las ciencias sociales. En este debate podemos incluir desde las discusiones entre loseconomistas sobre la teoría del empresario hasta las polémicas entre historiadores sobre casoshistóricos de industrialización.

En la Argentina el tema ocupó un lugar muy destacado en las investigaciones ydiscusiones desde los años sesenta, en los que el estudio del factor empresarial apareció muyligado a las teorías de la modernización y del desarrollo. A partir de la hipótesis de que laexistencia de empresarios innovadores era una condición necesaria para garantizar un desarrolloindustrial sostenido, distintos estudios comenzaron a enfocar el problema desde una perspectivahistórica.

En los trabajos publicados en los sesenta aparece como una constante la idea de que laArgentina no habría contado, en los inicios de su industrialización, con un empresariado capaz deliderar eficazmente un proceso de desarrollo sostenido. Aquí encontramos dos líneas deinterpretación diversas: mientras una de ellas ve a los empresarios industriales como un gruporelativamente débil, incapaz de conformar una élite alternativa, la otra atribuye esta capacidad noa su debilidad sino a su identificación con los intereses de los terratenientes agroexportadores.

José Luis de lmaz, en los dos capítulos que dedica a los empresarios del comercio y laindustria en su obra sobre la élite dirigente, atribuye su debilidad como grupo tanto a susegmentación como a la incorporación de pautas de comportamiento de los sectorestradicionales26. Otros autores, como Roberto Cortés Conde y Oscar Comblit, ponen el énfasis enla alta proporción de inmigrantes y de pequeños empresarios entre los industriales, lo cual reducía

23 R.Cortés Conde, La economía argentina en el largo plazo, Buenos Aires, Sudamericana-Universidad de San Andrés,1997. Véase el cap. VII, "Los comienzos de la industrialización en la Argentina".24 Ibid., p.4325 J.Schvarzer, La industria que supimos conseguir, Buenos Aires, Planeta, 1996; J.F.Sábato, La clase dominante en laArgentina moderna. Formación y características, Buenos Aires, CISEA, 1988. Una primera versión mimeografiada fuepublicada en 1979, con el título de Notas sobre la formación de la clase dominante en la Argentina moderna (1880-1914)26 J.L.de Imaz, Los que mandan, Buenos Aires, Eudeba, 1964

Page 10: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

sus posibilidades de transformarse en un factor de presión o de establecer vínculos con lasfuerzas políticas27.

La otra interpretación, en cambio, pone el acento en que los empresarios industriales, o almenos el sector más poderoso de ellos, habrían sido incapaces de liderar un proceso deindustrialización exitoso debido a sus lazos con los sectores terratenientes. Dardo Cúneopresenta a los empresarios de la Unión Industrial Argentina como vinculados al sistemaagroexportador, más especuladores que empresarios, sin interés por desarrollar una “producciónmoderna”28.

Si durante los años sesenta predominó la primera interpretación, que enfatizaba lacontraposición entre empresarios agrarios e industriales, los términos se invirtieron en la décadasiguiente. En el trabajo ya citado Ezequiel Gallo discutía explícitamente las hipótesis de CortésConde y Comblit acerca de un conflicto entre el sector agrado exportador y el sector industrial, ysostenía que ambos tenían intereses comunes, lo cual habría contribuido, entre otros factores, alcrecimiento de la industria durante la etapa agroexportadora29.

Otro autor que en los años setenta puso énfasis en los lazos entre terratenientes eindustriales fue Milcíades30 Peña, aunque las conclusiones que sacaba de esta constatación eranopuestas a las de Gallo, en la medida en que consideraba que ello había obstaculizadodecisivamente el desarrollo industrial.

En realidad para Milcíades Peña la burguesía industrial habría nacido del seno de la claseterrateniente, y no habría constituido un sector diferenciado. Así como los empresariosagropecuarios estaban acostumbrados a obtener altas tasas de ganancia, “en Argentina laelevada cuota de ganancia de empresas especulativas y la mentalidad burguesa habituada aobtener grandes ganancias en poco tiempo se trasladan a la industria. Y ésta se convierte en unaactividad especulativa más en la que ningún capitalista invierte sin la seguridad de elevadosporcentajes de ganancia en un plazo perentorio”31.

Al negar la existencia de una burguesía nacional modernizadora discutía, desde eltrostkismo, acerca de las posibilidades de una revolución democrático burguesa, polemizando conotros sectores de la izquierda.

La discusión sobre el papel de los empresarios en el proceso de industrialización cobrónuevo vigor en los años ochenta a partir de la publicación de la obra de Jorge Sábato acerca de laclase dominante en la Argentina32.

La tesis de Sábato se centra en la afirmación de que la clase dominante argentina en elperiodo de la expansión agropecuaria no estaba constituida por una burguesía terrateniente quese beneficiaba con la renta diferencial de la tierra pampeana, sino por una clase dominante queejercía diversas actividades económicas: explotación agropecuaria, actividades comerciales yactividades financieras. En vez de acentuar los rasgos tradicionales de los empresariosagropecuarios pampeanos, según el molde del gran propietario rural latinoamericano o de lasáreas no pampeanas de la Argentina, los presenta como empresarios capitalistas que buscan lamaximización del beneficio mediante la diversificación de inversiones en distintas actividadeseconómicas.

Retornando la idea de Milcíades Peña de una clase dominante en la que no se distinguen,empresarios rurales e industriales, ve a los empresarios como racionales y maximizadores, pero ala vez como especuladores, interesados en la ganancia fácil y resistentes a la inversión de largoplazo. Para Sábato estas características se derivarían de la diversificación de las inversiones: enparte de prácticas características de la actividad agraria, comercial y financiera, y en parte de lanecesidad de contar con capital disponible para poder desviar la inversión de una actividad a otra.

Jorge Sábato atribuye los problemas del desarrollo argentino en el largo plazo a lapreeminencia de la mentalidad especulativa entre los empresarios, derivada de su práctica

27 R.Cortés Conde, Problemas del crecimiento industrial (1870-1914), en T.Di Tella, G.Gernani y J.Graciarena(comps.), Argentina, sociedad de masas Buenos Aires, Eudeba, 1965; O.Cornblit, Imnigrantes y emipresarios en lapolítica argentina, en T.Halperín Donghi y T.Di Tella (comps.), Los fragmentos del poder, Buenos Aires, JorgeAlvarez, 1969.28 D.Cúneo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, Pleamar, 196729 E.Gallo, op.cit.30 M.Peña, Industrialización y clases sociales en la Argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, 198631 ibid., p.20332 J.Sábato, op.cit.

Page 11: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

concreta de inversión en actividades diversificadas y de ciertos rasgos del contexto argentino.Sostiene que la especulación constituyó en Argentina un fenómeno prolongado, con lo cual seconvirtió en un dato más o menos permanente de los comportamientos económicos básicos.Encuentra las raíces de esta situación en el siglo XIX, con la sucesión de diversos booms, laescasez de capitales, la valorización de la tierra y la rápida expansión de una gama variada deactividades. Ello habría contribuido a generar una cierta psicología y la formación de mecanismosy comportamientos adaptados a funcionar en condiciones de riesgo.

Jorge Schvarzer en su reciente trabajo de síntesis sobre la historia de la industriaargentina33 atribuye los mismos rasgos especulativos a los empresarios nacionales y extranjeros,pero señala también que el Estado no cumplió, hasta los años sesenta, el papel de impulsor deldesarrollo industrial.

La polémica sobre los orígenes de la industrialización trasciende largamente su punto departida, y es sólo un aspecto de la confrontación entre interpretaciones alternativas sobre elpasado argentino.

En lo que hace en particular al período 1930-1955 implica una revisión acerca del modelode economía cerrada y de la sustitución de importaciones como un camino hacia el crecimientosostenido, así como la discusión sobre el papel del Estado y el mercado en los procesos dedesarrollo.

2. La Historiografía económica y de las políticas económicas del período 1930-1955

Una parte importante de las contribuciones a la historia económica ha provenido deeconomistas, lo cual seguramente imprimió características particulares a la producciónhistoriográfica en este campo. Durante estas últimas tres décadas han sido muy diversas laspreocupaciones de quienes indagaban en el pasado y, naturalmente, ello provocó distintasbúsquedas y vías de análisis de lo sucedido. Sin embargo, básicamente, la historiografíaeconómica se centró en el estudio de problemas del pasado de forma tal que permitiera “rastrear”las posibilidades de resolver problemas presentes. La reinterpretación de nuestra historiaeconómica con el fin de establecer las causas del no desarrollo de la economía argentina,señalando eventuales “desvíos”, ha sido sin duda uno de los caminos más transitados.34

En términos globales, el análisis de la estructura económica y de las políticas económicasaplicadas entre 1930 y 1955 ha sido un tanto descuidado por la producción historiográfica de losúltimos años.35 Sin embargo, algunos temas específicos notan cierto desarrollo. Por ejemplo, untema reconsiderado últimamente en el estudio de la política económica ha estado ligado al sectorpúblico. Estos trabajos pese a abarcar períodos de largo plazo sin profundizar en la etapa

33 J. Schvarzer, op.cit.34 Carlos Carballo; "La historia del presente: un cuarto de siglo de reflexión sobre nuestra historia económica cercana",en Historiografía Argentina (1958-1988) Una evaluación crítica de la producción histórica argentina.ComitéInternacional de Ciencias Históricas, 1988.Un texto que resume cabalmente desde su título esta concepción y búsqueda es el de Juan José Llach; La Argentina queno fue. Las fragilidades de la argentina agroexportadora (1918-1930), IDES, 1985. El autor plantea allí que laArgentina es el resultado de "modelos irrealizados". "La Argentina es una sociedad frustrada en la que tal proliferaciónde modelos propuestos e incumplidos contrasta crudamente con la realidad; ... en cada una de las encrucijadas denuestra historia podrán encontrarse las claves borrosas de diversas “argentinas que no fueron” según la óptica delpresente". Otros títulos sugerentes de obras importantes realizadas por economistas se ubican en la misma dirección:Aldo Ferrer, El devenir de una ilusión. La industria argentina desde 1930 hasta nuestros días, Sudamericana, 1989;Daniel Azpiazu y Hugo Notcheff, El desarrollo ausente; Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y eldesencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel, 1998, etc.35 Los estudios generales más importantes son los de: Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económicaargentina, Amorrortu, 1975 (1970); Richard Mallon y Juan Sourrouille; La política económica en una sociedadconflictiva, el caso argentino, Amorrortu, 1976; Ferruci, Ricardo; Política económica argentina contemporánea Macchi,1991; P. H. Lewis, La crisis del capitalismo argentino, F.C.E., 1993 y Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de lailusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel, 1998. Una compilación de documentos sobreel Estado y la economía para el período específicamente abordado puede verse en Malgesini, G. y Alvarez, N.; ElEstado y la economía, 1930-1955, CEAL, 1983

Page 12: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

considerada han permitido aportes específicos. En efecto, se han estudiado los incentivostributados, el gasto público y la vinculación entre el déficit fiscal y la economía monetaria.36

Por su parte, la historia del sector monetario y financiero37 y los diversos aspectos delsector externo: balanza de pagos,38 tipos de cambio,39 relación entre balanza comercial ysustitución de importaciones,40 endeudamiento externo41 y el grado de participación argentina enel comercio mundial han sido también relativamente analizados con distintos resultados entrabajos que abordan procesos de largo plazo. Sin embargo, muy pocos trabajos han realizadonuevas interpretaciones desde el ámbito de la historia económica sobre el período 1930-1955 y,menos aún se han abordado investigaciones de archivo.

Un estudio que se ha destacado en los últimos años y que presenta una visión de conjuntomás propiamente histórica y novedosa sobre la política económica de los años treinta es el deArturo O'Connell.42 El trabajo parte de un análisis crítico de las posturas tradicionales sobre losefectos de la crisis del treinta sobre la economía y la política económica argentina. ParaO'Connell los años treinta fueron "normales" y continuación de las inestabilidades propias de losaños veinte, poco prósperos y escasamente armoniosos.43 El ciclo económico de los años treintase inició con el éxodo de capitales hacia 1928 y con la disminución de los empréstitos públicos y lacaída de la inversión extranjera y de los precios del trigo el año siguiente. Este profundo shockexterno desfavorable produjo una caída particularmente grave de las importaciones y del ingresonacional.

36 Véanse entre otros, Horacio Nuñez Miñana y Alberto Porto, "Análisis de la evolución de precios de empresaspúblicas en la Argentina", Desarrollo Económico, Nº63, 1976; Domingo Cavallo y Angel Peña, 'Déficit fiscal,endeudamiento del gobierno y tasa de inflación: Argentina, 1940-1982", IEERAL, Estudios, Nº 26, 1983; Jorge Macon,Las finanzas públicas en la Argentina, Macchi, 1985; Ricardo Ferrucci, La promoción industrial en la Argentina,Eudeba, 1986 y Guillermo Vitelli; Cuarenta años de inflación en la Argentina: 1945-1985, Legasa, 198637 Un estudio ya clásico y quizás el más importantes sobre el sector monetario y financiero es el de Raúl Olarra Jiménez,Evolución monetaria argentina, Eudeba, 1971. También pueden verse otros trabajos más recientes Aldo Arnaudo;Cincuenta años de política financiera argentina (1934-1983), El Ateneo, 1987 y Domingo Cavallo; "Los efectosrecesivos e inflacionarios iniciales de las políticas monetaristas de estabilización, 19451976", IEERAL ' Estudios, N' 20,1981. Dos interesantes trabajos abarcan más específicamente el período considerado: Elías Salama, "Política monetariae independencia del B.C.R-A. 1935-1944", Instituto y Universidad Torcuato Di Tella, 1996 y para la época peronistaMaría Elena Deligiannis y Stella Maris Martínez; Política Bancaria y Financiera (1946-1955), Fundación para elEstudio de los Problemas Argentinos, 197938 Manuel Balboa, "La evolución del Balance de pagos de la República Argentina: 1913-1950", en DesarrolloEconómico, Nº 45, 197239 Véanse entre otros los trabajos de Carlos Díaz Alejandro, Ensayos sobre la historia económica Argentina, Amorrortu,1975 y "Tipos de cambio y términos de intercambio en la República Argentina: 1913-1976", Centro de EstudiosMacroeconómicos, documento Nº 22, 198040 Pueden verse entre otros, Juan Llach y Pablo Gerchunoff, “La industrialización sustitutiva de importaciones en laArgentina: un intento de evaluación”, en Anales de la XIII Reunión Anual de la AAEP, Río Tercero, 1978 y CortésConde, Roberto; La economía argentina en el larpo plazo, Sudamericana, /Universidad de San Andrés, 199741 Este es quizás el tema más descuidado de todos. No existen trabajos novedosos sobre la deuda externa argentinaentre 1930 y 1955. Poco se ha agregado al ya clásico trabajo de Walter Beveraggi Allende; El servicio del capitalextranjero y el control de cambios, FCE, 195442 O'Connel, Arturo; "Argentina en la depresión, los problemas de una economía abierta", en Desarrollo Económico, vol231, Nº 92, Enero-marzo de 198443 El análisis de los años veinte se inserta en la discusión sobre la "gran demora", teoría elaborada por Guido Di Tella yManuel Zymelman, Las etapas del desarrollo económico argentino, Eudeba, 1967, quienes con renovados fundamentosteóricos y sobre la base de la información suministrada por Alejandro Bunge desde la Revista de Economía Argentina,señalaron la existencia de un estancamiento de la economía entre 1914 y 1935, antes de su "despegue" industrial. Esta"demora" habría sido producto fundamentalmente de -obstáculos institucionales". Del debate posterior participaronCarlos Díaz Alejandro, "La desaceleración del crecimiento entre 1914 y 1929: ¿Una gran demora?", en MarcosGiménez Zapiola, El régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad social argentina (hasta 1930),Amorrortu, 1975; Lucio Geller, El crecimiento industrial argentino hasta 1914 y la teoría del bien primario exportable",en El trimestre Económico año I, Nº 148, octubre diciembre de 1970; Vicente Vazquez Presedo, Crisis y retraso.Argentia y la economía internacional ente las dos guerras, Eudeba, 1978; Roberto Cortés Conde, El progreso argentino,Sudamericana, 1979 y Arturo O'Connell, "Free trade in one (primary producing contry; the case of argentine in the1920's', Instituto Torcuato Di talla, 1984. Allí O'Connel sostiene que las vulnerabilidades de la economía argentina enlos años veinte eran muy fuertes y que el ciclo era lo determinante, las posibilidades alternativas de política económicaeran muy escasas. En definitiva, si los funcionarios "veían" los problemas, poco podían hacer para resolverlos.

Page 13: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Los condicionantes estructurales son revitalizados en la interpretación del autor.44 Tanto esasí que, según O'Connell, la recuperación no fue principalmente producto de la política económicaaplicada sino resultado en el cambio de las condiciones externas (shock externo positivo) dado elaumento de los precios internacionales de los productos agrícolas y la llegada de capitales decorto plazo, aspectos que permitieron un incremento de las importaciones y cumplir con losservicios de la deuda externa.

En este sentido O'Connell examina las dos cuestiones globales objeto de controversia enrelación con la política económica de los años treinta: la intervención estatal y las característicasde la política económica. Es indudable, señala, que el grado de intervención estatal en laeconomía se extendió considerablemente y una vez superada la situación de emergencia que dióorigen a esta intervención, el aparato estatal intervencionista no se desmanteló. Esto llevó a que'los partidarios de la no intervención en la economía, por lo tanto, acusasen a los responsables dela política económica de los años '30 por todos los problemas posteriores de la economíaargentina".

Ahora bien, aquellos que cuestionan la intervención estatal destacan que la misma tuvo unsesgo definidamente a favor de los intereses británicos en la Argentina. "Según éstos, lasreformas económicas de los años '30, en lugar de transformar aquellos aspectos que hacían alpaís vulnerable a la inestabilidad externa y víctima de un sistema injusto de relaciones exteriores,no hicieron sin reforzarlo". Sin introducirse en estas cuestiones generales, O'Connell centra laatención en los instrumentos ortodoxos y heterodoxos de la política económica adoptada en laprima parte de la década del '30.45

Para el autor, tanto la caída como la recuperación económica a mediados de los añostreinta se debió al "ciclo" y no a la política económica, la que se encontraba subordinada a loscondicionantes de¡ ciclo económico. Esta escasa autonomía para contrarrestar los factorescíclicos orientó la política económica a asegurar a Gran Bretaña la repatriación de ganancias y deimportaciones. El control de cambios, las Juntas Reguladoras, el bilateralismo (en especial elPacto Roca-Runciman),46 la política fiscal y monetaria, señalan que las respuestas fueronambiguas y favorecieron a Gran Bretaña, incrementando la vulnerabilidad del país.

44 Esta posición invalida en algún sentido a aquella línea de pensamiento que señaló que las políticas económicasaplicadas en los treinta y, más aún, en los cuarenta, marcaron el origen de la debilidad del crecimiento económico.45 Un estudio interesante en el análisis de la política económica de los años '30 es el de Norberto González y DavidPollock, "Del ortodoxo al conservador ilustrado. Raúl Prebisch en la Argentina, 1923-1943", en Desarrollo Económicov. 30, nº 120, enero-marzo de 1991. En este trabajo, basado en minuciosas entrevistas, los autores indagan sobre laevolución intelectual de Prebisch en función de las experiencias concretas surgidas de su actuación pública: en laConferencia Económica Mundial, en las negociaciones del pacto Roca-Runciman, en el Programa de RecuperaciónEconómica Nacional y en el Banco Central. A partir de este análisis puede verse como los hacedores de la políticaeconómica abandonan posiciones ortodoxas por otras más heterodoxo en funcción de las exigencias de la nuevasituación económica y de la aceptación de que la recuperación del modelo agroexportador no estaba “a la vuelta de laesquina”46 El Pacto Roca-Runciman es un tema que ha sido "abandonado" en la historiografía de los últimos años. Sóloaparecen esporádicamente "nuevas" interpretaciones en las que subyace cierta polémica. Existe un interesante trabajohistoriográfico sobre el Pacto Roca-Runciman de Peter Alhadeff-, "Dependencia, historiografía y objeciones al PactoRoca", Desarrollo Económico, v. 25, Nº 99, 1985. Este autor señala la existencia de una interpretación contemporáneadependentista sobre el tema (constituida por los trabajos de J. Fodor y Arturo 0 Connel; "La Argentina y la economíaatlántica en la primera mitad del siglo XX", Desarrollo Económico, vol 13, Nº 49, abril-junio 1973 y Roger Gravil y T.Rooth; “A time of acute dependence: Argentina in the 1930´s” Journal of European Economic History, VII, 2-3, 1978)Según el autor, esta línea interpretativa descuidó la 'importancia que tuvo el convenio en la formulación de la políticaeconómica en los años 20'. Para Alhadeff, el Pacto no sólo benefició a los ganaderos sino a la mayoría de los argentinosy la "hostilidad contra la coalición conservadora merece ser atenuada". Una respuesta crítica a esta concepción puedeverse en Jorge Fodor y A.rturo 0´Connel, "Dependencia, historiografía y objeciones al Pacto Roca. Un comentario",Desarrollo Económico, v. 25, Nº 99, octubre-diciembre 1985. Por otra parte, en el reciente "ensayo" de PabloGerchunoff y Lucas Llach (ob.cit.) los autores señalaron que "no había muchos otros caminos diferentes" al pacto Roca-Runciman. "En un mundo en que los acuerdos bilaterales eran casi el único instrumento para mantener vivo elcomercio, no es extraño que la Argentina se recostara sobre su socio más importante. No había, en el corto plazo,muchos otros caminos". Jorge Schvarzer ha criticado este análisis (Clarín 30-8-98). En defensa de la postura deGerchunoff y Llach, el economista Carlos Winograd ha destacado que no se encuentra en la literatura sobre el tema"reflexiones convincentes sobre alternativas radicalmente diferentes en el contexto económico y político de los 30" Masaún, advierte que algunos historidadores sostienen que dada la estructura del comercio exterior de la Argentina y el rol

Page 14: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

En síntesis, la depresión resultó ser, en opinión del autor, un caso más, anormalmentegrave" del ciclo económico argentino y la Argentina, por tener una economía abierta, soportó sinatenuantes los efectos de la crisis.

La carencia de estudios específicos novedosos respecto al sector agropecuario -enespecial a la política agraria- y al mercado de traba o en la etapa considerada es significativadesde hace unos años y, más aún la escasez de trabajos regionales sobre estos temas.47 Encambio, muchos estudios se han referido a diversas problemáticas vinculadas al sector industrial,base del modelo de acumulación que se consolida por esos años. Estas han sido abordadas endetallé desde diferentes perspectivas realizando aportes significativos. En términos generalesestos trabajos critican la particular conformación de¡ proceso de industrialización sustitutivo y lafalta de integración de la economía nacional.48

En este sentido, el libro de Jorge Schvarzer - como señalamos, un trabajo de síntesisinterpretativa muy actualizado- presenta una visión global de la evolución del sector. La etapa1930-1955 es analizada en dos capítulos,49 organizados -como todas las secciones del trabajo- enapartados que examinan algunas cuestiones generales de la economía y de la política económicaargentina primero, para pasar luego a un análisis de conjunto del sector industrial, las ramasdinámicas y básicas, los empresarios y las políticas frente al movimiento obrero.

El estudio específico del sector industrial en los años treinta parte de analizar losreacomodamientos de las industrias clásicas frente a las nuevas condíciones generadas por lacrisis. Allí se destacan ciertos rasgos que habrían de repetirse en épocas posteriores. Lospropietarios azucareros, los frigoríficas, las empresas forestales, etc. redujeron sus inversionesnotablemente. “La opción natural de los propietarios consistía en maximizar sus beneficiospersonales; para ello, retiraban de las empresas la mayor cantidad posible de ganancias al mismotiempo que reducían al mínimo las nuevas inversiones. Lentamente, esas plantas tendían aconvertirse en mastodontes antediluvianos cuya presencia agobiaría durante décadas a laeconomía nacional”.

Otros sectores comenzaron a expandirse rápidamente a partir de la caída del comercioimportador, lo que de alguna manera reflejaba las posibilidades potenciales no desplegadas antesde 1930 por la lógica de la política económica aplicada. Schvarzer destaca algunos sectores confuerte dinamismo y, a la vez, concentrados desde sus inicios: las empresas de cemento, laspapeleras, algunas empresas productoras de maquinarias y de productos durables, cuyacapacidad de expansión estaba limitada por la escasez de divisas, a la vez que esta imposibilidadde importar le reservaba el mercado interno. El rol de la inversión extranjera es también analizado

del Reino Unido, la negociación obtenida fue excelente... ¿Se podría haber negociado mejor ? Quizás, un poco, pero larelación de fuerzas era muy desfavorable al país" ("El desencanto", Clarín, 20-9-98)47 Véanse para el sector agropecuario: Mario Lattuada; La política agraria peronista (1943-1983), 2 tomos,CEAL, 1986; Humberto Mascali, Desocupación y conflictos laborales en el campo argentino (1940-1965), CEAL,1986; Graciela Malgesini, "¿Subsidio o sustracción? El control de cambios y los productores cerealeros en los años'30", en Anuario IEHS, Tandil, 1987; Silvia Lázzaro; Estado y arrendamientos rurales en los años 50", en Ciclos, Vol.11, Nº 12, 1997 y Oscar Barsky y M. Cirio; La agricultura pampeana, Transformaciones productivas y sociales, F.C.E.,1988. Para el estudio del mercado laboral, véase Juan Llach y Carlos Sánchez; "Los determinantes del salario en laArgentina. Un diagnóstico de largo plazo y propuestas de políticas", en Estudios, Nº 29, enero-marzo de 1984.48 Véanse Eduardo Jorge; Industria y concentración económica), Siglo XXI, 1975; Arturo Goetz, "Concentración ydesconcentración en la industria argentina desde la década de 1930 a la de 1960", en Desarrollo Económico, Nº 60,1976; Javier Lindenboim, Distribución espacial de la industria argentina entre 1935 y 1964, CEUR, 1979; DanielHeymann, Las fluctuaciones de la industria manufacturera Argentina, 1950-1978, cuadernos de la CEPAL, 1980;Adolfo Dorfman, Cincuenta años de industrialización argentina 1930-1980, Solar, 1983; Tulio Ceconi, "Una hipótesisacerca de la ideología del desarrollo prevaleciente en la Argentina a partir de 1930", Anales de la XXII Reunión Anualde la AAEP, 1987; Víctor Elías, "Productividad en el sector industrial argentino 1935-1985", en Anales de la XXIIReunión anual de la AAEP, 1987; Bemardo Kosacoff y Daniel Azpiazu, La industria argentina: desarrollo y cambiosestructurales CEAL-CEPAL, 1989; Jorge Katz y Bemardo Kosacoff, El proceso de industrialización en la Argentina:evolución, retroceso y perspectivas. CEPAL-CEAL, 1989; Aldo Ferrer, El devenir de una ilusión. La industriaargentina desde 1930 hasta nuestros días, Sudamericana, 1989; Daniel Aspiazu y Hugo Notcheff, El desarrollo usente,Flacso/Tesis, 1994 y los trabajos de Jorge Schvarzer, entre muchos otros, Promoción industrial en la Argentina, CISEA,1987 y La industria que supimos conseguir, Planeta, 199649 El capítulo 5, "Avances y vacilaciones durante la crisis y la guerra" abarca el período 1930-1945 y el capítulo 6, "Lasilusiones y la realidad, ironías de la posguerra", la etapa 1940-1953. Más adelante retomaremos de acuerdo a los temasdesarrollados las interpretaciones que sobre los mismos tiene el autor.

Page 15: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

en detalle. Para el autor, "la llamada sustitución de importaciones que se vivió desde entoncesresultó el reverso de la activa sustitución de exportaciones por esas empresas (extranjeras) paraseguir vendiendo" Entre ellas se encuentran las fábricas norteamericanas de neumáticos y textilesy las empresas alemanas instaladas en el sector eléctrico, mecánico y químico.

El análisis del sector industrial a partir de los censos revela que hacia 1935 existía una altaconcentración económica y espacial, donde las sociedades anónimas aportaban la mitad de laproducción fabril nacional. Además, una cuarta parte de la producción se realizaba enestablecimientos fundados en el siglo XIX y un 40 % se producía en plantas instaladas entre 1900y 1920. Esta situación, destaca Schvarzer, se mantuvo aún en los años cuarenta.50 El censo de1946 señaló que la industria aportaba un valor superior al agropecuario y que el avance sefundamentaba en buena medida en las plantas existentes -dada la dificultad para importarequipos- fundadas antes de 1935. Estas empresas y empresarios -un grupo relativamentereducido- son considerados por el autor como el núcleo del sector.

En el análisis de los años cuarenta Schvarzer incursiona primero en el Plan Pinedo a fin dedemostrar como numerosos sectores sociales y políticos continuaban sujetos a trabas ideológicaso a intereses concretos que impedían todo idea de cambio. "Su percepción del sector pampeanocomo 'rueda maestra' de la economía nacional apenas les permitió aceptar que ciertas áreasfabriles se acoplaran, en un rol de 'ruedas menores', a esa fuerza mayor". En este punto, sindesarrollar en extenso la problemática, es importante plantear los principales análisis sobre el Plande Pinedo de 1940, ya que el mismo constituye un núcleo temático abierto en los últimos años.Sin duda, Juan José Llach -en un trabajo inteligente- es quien ha abordado con mayor profundidadel tema.51 Este autor sostiene que el periodo de entreguerras debe considerarse una unidad deanálisis puesto que los principales temas de discusión fueron invariables: las relacioneseconómicas triangulares, el grado de apertura de la economía y el desarrollo del mercado interno,el papel de la industria y de la intervención del Estado en la economía. Esto es, la estrategia dedesarrollo económico en su conjunto. En este sentido, la Segunda Guerra Mundial constituyó unduro revés para quienes esperaban la vuelta a la normalidad" que se avizoraba cada vez máslejana.

Con la depresión de 1937-38 y el estallido de la guerra se profundizó el viejo debate entomo a la estrategia de crecimiento del sector industrial y aumentaron las presiones de industrialesy militares sobre el Estado. Naturalmente, se temía que a la salida de la guerra, muchas de lasempresas y ramas que habían crecido bajo su amparo sufrieran una crisis. Es por ello que el Plande Reactivación Nacional propuesto en 1940 por el Ministro de Economía Federico Pinedo, auncuando mantenía el sistema de control de cambios vigente, concedía al Estado una nueva serie

50 Un pionero estudio en este sentido fue presentado por Milcíades Peiña en los años sesenta, luego retomado por JavierVillanueva. Véanse Milcíades Peña Industrialización y Clases sociales en la Argentina, Hyspamérica, 1986 (libro quereúne varios artículos publicados originalmente en los números 1, 2, 3 y 4 de la revista Fichas de InvestigaciónEconómica y Social, entre abril y diciembre de 1964), especialmente "Crecimiento (19351946) y estancamiento (1947-1963) de la producción industrial argentina", publicado bajo el seudónimo de Victor Testa. Y, Javier Villanueva, "Elorigen de la industrialización argentina", en Desarrollo Económico, Nº 47, octubre-diciembre de 1972. En este trabajo,el autor cuestiona profundamente la versión "olímpica" del desarrollo industrial. La misma sugiere una ruptura enmateria de crecimiento industrial a partir de la crisis del treinta (entre otros muchos trabajos puede citarse como ejemploel libro de Guido Di Tella y Manuel Zymelman, Las etapas del crecimiento económico en la Argentina, Eudeba, 1967,basado en la periodización del desarrollo económico de Rostow). En cambio, Villanueva sostiene que se produjo enesos años un "efecto reajuste' de expansión, basado en la existencia de capacidad ociosa creada en las décadasanteriores, lo cual indicaría que la inversión en el sector industrial ya se había producido antes de la década del treinta.Por lo tanto, para este autor la industria "moderna" en la Argentina se inicia en los años veinte, mientras que en lostreinta, especialmente en la segunda mitad de la década, el crecimiento industrial mantiene las pautas y tendencias delos años anteriores, crecimiento basado en la inversión previa y acrecentado por las medidas anticíclicas aplicadas.51 Juan José Llach, "El Plan económico de 1940, su significado histórico y los orígenes de la economía política delperonismo", Desarrollo económico, Nº 92 (enero- marzo 1984). Este análisis reconoce varios antecedentes. Acomienzos de los años setenta, en un trabajo preliminar sobre el tema Llach polemizaba con los análisis de EduardoJorge, Industria y Concentración Económica, Hyspamérica, 1986 y Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudiossobre los orígenes del peronismo, Siglo XXI, 1972. Posteriormente, se publicó el artículo de Horacio Pereyra, "Pinedoy el Plan económico de 1940", Todo es historia, 113 (abril 1978), que junto con el de Juan Llach son en la actualidadlos más significativos que se han escrito específicamente sobre este tema. Sobre Federico Pinedo pueden consultarseAntonio Cirigliano, Federico Pinedo, teoría y práctica de un liberal, CEAL, 1984 y más recientemente, la biografía deRoberto Azaretto, Federico Pinedo, político y economista, Emecé, 1998

Page 16: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

de funciones e incorporaba tres mecanismos: la compra de los excedentes de cosechasinvendibles; la construcción de viviendas populares y el financiamiento de algunas actividadesindustriales. El “Programa de reactivación de la economía nacional” de 1940, conocido como"Plan Pinedo" tiene, según el autor, el "significado especial de ser el primer documento del Estadoen el que se considera la posibilidad de modificar parcialmente la estrategia de desarrolloeconómico vigente". De manera tal que pudiera conciliarse la industrialización con la economíaabierta (al incentivar las exportaciones industriales), fomentar las relaciones comerciales con losEstados Unidos y crear un mercado de capitales para el financiamiento industrial.

El plan no fue aprobado. Sin embargo, la tendencia hacia la ejecución de un nuevo papelde la esfera estatal en todos los ámbitos económicos cobró cada vez mayor importancia. Asi lomanifestaron algunos militares preocupados por la industria: el Estado debía protegerselectivamente los sectores vinculados al desarrollo nacional (siderúrgico, metalúrgico, químico,etc.) necesarios para atender los requerimientos estratégicos.52

El cumplimiento de estas tareas exigiría una nueva forma de administración estatal y laampliación del conjunto de instituciones e instrumentos de control, regulación y promoción. Esdecir que, independientemente del "fracaso político' del plan, su debate generó un consensoenorme sobre la estrategia industrial y del rol que en ella debería asumir el Estado. Es que elabandono del Plan no significó el abandono de la necesidad de la promoción industrial y, entre1940 y 1943, se adoptaron una gran cantidad de medidas industrialistas, a la par que sereafirmaba una tendencia hacia el mercadointernismo. En opinión de Llach la economía políticadel peronismo señaló el fin de una etapa de discusión sobre estrategias industriales y laindustrialización argentina entre 1946 y 1955 se desarrolló “dentro de la normalidad” esperable dela primera etapa de la sustitución de importaciones, dejando de lado el camino exportador abiertopor la Segunda Guerra. Para el autor uno puede saberse qué hubiera pasado con este camino enel caso de haberse seguido políticas diferentes".

Polemizando con la interpretación de Juan José Llach, Schvarzer señala que el PlanPinedo no era ni un proyecto industrialista ni keynesiano, sino sólo una propuesta coyuntural parasuperar la emergencia que vivía el país al iniciarse la Segunda Guerra. Por su parte, JoséVillarruel infiere que la estrategia pinedista no sólo apuntaba al desarrollo de las exportacionesindustriales sino que también consideraba las potencialidades del mercado interno.53

Otro punto en discusión se sitúa en tomo las posiciones de la U.l.A. frente a las posibles“estrategias” de desarrollo del sector. La nueva etapa de industrialización sustitutiva y elincremento productivo desde mediados de la década del treinta tuvo un gran impacto en lacomposición y características del sector industrial, tanto en lo que se refiere a diversificación deactividades como en el número, rol e intereses de los empresarios fabriles. El incremento de laagremiación empresaria debe entenderse entonces no sólo como una medida frente al poder delos sindicatos, sino también frente al estado para satisfacer demandas más estructurales.

52 En setiembre de 1942, el coronel Manuel N. Savío, señalaría ante la UIA que "hay que salir de la atmósfera de dudasy proyectos, de estudios puramente teóricos, hay que acelerar sus solución en el campo práctico. Es la hora de actuar"Manuel Savio, Obras, Buenos Aires, 1973, (p.) 367. Respecto de la estrategia militar sobre la industrialización y lasempresas militares, véanse los apartados relacionados al tema en los trabajos de Schvarzer y Llach ya citados.Específicamente, véanse Marta Panaia y Ricardo Lesser; "Las estrategias militares frente al proceso deindustrialización, 1943-1947, en Marta Panaia, Ricardo Lesser y Pedro Skupch (Eds.), Estudios sobre los orígenes delperonismo, II, Siglo XXI, 1975, María del Carmen Angueira y Alicia Tonini; Capitalismo de Estado (1927-1956),CEAL, 1986, Alberto De Paula, María Martín y Ramón Gutiérrez; Los ingenieros militares y sus precursores en eldesarrollo argentino Fabricaciones Militares, 1980, 2 tomos y María del Carmen Angueira y Emilce Tirre; Las FábricasMilitares v la industria argentina en el período de entreguerras, CEAL, 199553 José C. Villarruel; "El Estado, las clases sociales y la política de ingresos en los gobiernos peronistas, 1945-1955", enM. Rapoport, comp.; Economía e Historia - Contribuciones a la historia económica argentina, Editorial Tesis, 1988.Este autor sostiene en sintonía con la interpretación de Llach y Pereyra que el Estado Liberal-intervencionista habíaentrado en crisis hacia 1940 y que la única alternativa desde los aparatos del Estado de intento de cambio fue vetada enel parlamento. Para Villarruel el Plan de Pinedo no era sólo un programa de corto plazo sino el propósito de largo plazode corregir los desajustes estructurales de la economía argentina. En este contexto, según el autor, el plan tienetambién, aunque como objetivo subsidiario, el desarrollo de la capacidad potencial del mercado nacional, puesto que sepropone incentivar el poder de "compre nacional". También puede consultarse resspecto a esta última temática GracielaSwiderski; "La U.l.A.: ¿Sustitución de importaciones o mercado externo?", en Ansaldi; Pucciarelli y Villarruel (Edit.);Argentina en la paz de dos guerras. 1914-1945, Biblos, 1993

Page 17: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Según Llach, a lo largo de la década del treinta, la UIA llevó a cabo una políticainstitucional "universalista" con el fin de promover todas las ramas industriales existentes. Detodas maneras, no se debe sobredímensionar el peso de las posiciones “industrialistas” del sector.Como sugiere Schvarzer, aún a comienzos de la década del cuarenta, la UIA seguía dirigida porgrupos tradicionales ampliamente diversificados y cuyos principales intereses no siempre eranindustriales; todos ellos tenían en gran medida, paralelamente, inversiones financieras,comerciales y agropecuarias. Para Aníbal Jáuregui, el crecimiento de la inversión y de laparticipación del sector industrial en la economía nacional iniciada en la década del veinte provocóhacía los años treinta un cambio paulatino del discurso de los industriales.

“Aquello que antes había sido el reclamo esporádico de apoyo aduanero para algunas otodas las actividades industriales devino en una apuesta por una mayor autarquía económica:'Bastarse a sí mismo en todos los consumos que le sea posible para depender en lo mínimo delextranjero'. Este nuevo matiz programático se insertaba en una nueva estrategia para acceder ala escena pública: 'hasta ahora la UIA pudo contener el peligro que amenaza nuestra industria...manteniéndose a la defensiva... al presente es necesario reaccionar e iniciar la ofensivaabiertamente”.54

Además, el grado de concentración manufacturera era considerable55 y a ello contribuíacada vez más la presencia del capital extranjero asociado al capital financiero local.56 AdolfoDorfman señaló hace tiempo en qué medida se habían reforzado aceleradamente los vínculosentre las grandes empresas industriales y los grupos financieros que podían atender a susnecesidades.57 Por consiguiente, la entidad industrial no sólo representaba al capital industrial sinotambién y, fundamentalmente, al gran capital. Para la UIA la “industria no era un objetivo a lograr,sino una realidad a defender; un dato y no un proyecto de futuro. En el espectro de actitudesposibles, sus posiciones se acercaban más al polo conservador que a cualquier gradualismoreformista, y nunca plantearon cambios estructurales”58.

En los años 40, la expansión del crecimiento industrial sustitutivo y las perspectivas de laguerra llevaron a la entidad manufacturera a definir más claramente sus posiciones. Al mismotiempo la entidad participó en mayor medida de las políticas de los gobiernos.

La U.l.A. fue articulando un “programa” de acción con mayor “centralidad” en el sectorindustrial, cuyo principal escollo para la expansión era la escasez de inversión interna (productode una mala política financiera e impositiva, de la legislación obrera y del consumo improductivodel sector rural).59

La creciente intervención del estado y el surgimiento del "Estado empresario" han sidoanalizados con relativa profundidad.60 En cambio, la política económica peronista ha sido

54 Jáuregui, Aníbal, "El despegue de los industriales argentinos", en Ansaldi, Waldo; Pueciarelli, Alfredo y Villarruel,José (Editores); Argentina en la paz de dos guerras. 1914-1945, Biblos, 1993, p. 18355 Como señalamos, la concentración/desconcentración industrial ha sido también foco de debate en estos años. aunqueel tema aparece con mayor frecuencia como un supuesto para el desarrollo de otras problemáticas. Al respecto Llach enel trabajo que analizamos cuestiona la existencia de una fuerte concentración industrial en los años treinta y cuarenta enfunción de explicar el crecimiento de un empresariado nuevo, menos representado en la U.I.A.; para ello se apoya en lostrabajos de Eduardo Jorge y de Arturo Goetz ya citados. Por el contrario, la existencia de una fuerte concentraciónindustrial ha sido sostenida por Jorge Schvarzer en la obra que analizamos y en trabajos anteriores, por ejemplo, JorgeSchvarzer; "Estrategia industrial y grandes empresas; el caso argentino, en Desarrollo Económico, Nº 71, 1978. Puedenverse estudios pioneros en este sentido en Adolfo Dorfman y, Milcíades Peña, obras citadas.56 Schvarzer, Jorge; Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina, CISEA/Imago Mundi, 199157 Adolfo Dorfman, Historia de la industria argentina, Losada, 1940.58 Jorge Schvarzer; Empresarios del pasado .... p. 8259 Esta es una de las hipótesis del trabajo de José Villarruel; "El futuro como incertidumbre: los industrialistas y la tuteladel Estado", en W. Ansaldi, A. Pucciarelli y J. Villarruel; Argentina en la paz de dos guerras, 1914-1945, Biblos, 1993."Destacar esa centralidad (presente en el discurso de la UIA según el autor ya a fines de los años veinte) implica señalarque ... el problema del desarrollo industrial ocupaba un lugar estratégico en la transformación global de la economía yde las relaciones con el mercado mundial. En cambio, la respuesta diseñada frente a la Gran Depresión, si biencontemplaba prácticas políticas monetarias, fiscales y financieras, la regulación de la producción, el control de loscambios internacionales y la reestructuración del comercio con Inglaterra, definía la industrialización más en su funciónsustitutivo y en dirección al ahorro de divisas".60 A algunos trabajos pioneros sobre el tema como por ejemplo el de Marcos Kaplan; Desarrollo Económico y Empresapública, Macchi, 1965, se agregaron en los últimos años entre otros: Roger Gravil "La intervención estatal en clcomercio de exportación argentino entre las dos guerras", en Desarrollo Económico, Nº 39-40, 1974, Jorge Schvarzer;

Page 18: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

abordada en detalle en varios trabajos. Como resultado de estos avances histodográficos hoy sesabe que, en líneas generales, esta política acentuó las pujas por la distribución del ingresonacional (asalariados vs. empresarios e industriales vs. grupos agroexportadores) y que en suevolución pueden marcarse claramente por lo menos tres etapas: la política inicial y los "añosdorados" de 1946 a 1948; la etapa del debilitamiento del esquema distributivo ante el surgimientode desequilibrios en la balanza comercial y el problema inflacionario, desde 1949 hasta el "ajuste"de 1952; y finalmente, la modificación del esquema vigente con el Segundo Plan Quinquenalaplicado a partir de 1953. ¿Cuáles fueron las falencias de la política económica del peronismo?,¿En qué medida y por qué sus objetivos no secumplimentaron ?. En esta línea también se hanrealizado aportes significativos.61

Sin dudas un trabajo de gran impacto en este sentido ha sido el de Aldo Ferrer.62 La obra,de gran claridad de exposición y con equilibrada visión crítica, está dividida en cuatro capítulos (laeconomía política del peronismo, la economía política del liberalismo, hiperinflación con receso,alternativas frente a la crisis y el círculo vicioso del liberalismo-populismo). En Crisis yalternativas..., Ferrer expone las limitaciones del populismo y el liberalismo que han conducido -cada uno a su manera- a un círculo vicioso de difícil superación. Sólo analizamos aquí la primeraparte del capítulo "La economía política del peronismo" dedicado a la vida económica de laArgentina en el período 1946-1955.

El capítulo se inicia con un interrogante básico: "¿Es legítimo concluir que un régimenpluralista, nacionalista y popular es incapaz, por los objetivos que se propone y las expectativasque moviliza, de promover un crecimiento acelerado en condiciones razonables de estabilidad deprecios, equilibrio del balance de pagos y disciplina social ?, o por el contrario, ¿Los problemasemergentes de la conducción peronista son consecuencia de las inconsistencias entre losobjetivos perseguidos y la estrategia aplicada.?"

La respuesta a la primer pregunta que se desprende del trabajo sostiene que nonecesariamente debió ser así. Sin embargo, se afirma que, el curso de los acontecimientos puedeexplicarse por las "inconsistencias entre los objetivos perseguidos y las estrategias e instrumentosde política económica aplicados". Según Ferrer, otros cursos de acción fueron factibles de sertomados y la crisis que abatió a la economía peronista fue resultado directo de la instrumentaciónde políticas "no viables".

"Empresas Públicas y Desarrollo Industrial', Economía de América Latina (Méjico), Nro. 3, 1979, pp. 45-68; MaríaCristina Dirie; El Estado intervencionista en la Argentina, Flacso, 1982, (mimeo), Juan Llach, "El Plan Pinedo de 1940;su significado histórico y los orígenes de la economía política del peronismo", en Desarrollo Económico, Nº 92, 1984;Susana Novick, IAPI: auge y decadencia, CEAL, 1986; María C. Angueria y A. Tonini, Capitalismo de Estado (1927-1956) CEAL, 1986, Scott Maingwarin; “The State and the Industrial Bourgeois in Perón's Argentina, 1945-1955”,Studies in Comparative Intemational Development, Fall, 1986 y M. C. Angueira y Emilce Tirre, Las Fábricas Mlitares yla industria argentina en el período de entreguerras, CEAL, 1995. Para una reciente revisión crítica de la participacióndel Estado en la economía véase Juan Llach, Otro siglo, otra Argentina, 1997.61 A los estudios ya clásicos de Eshag, Eprime y Thorp, Rosemary ; "Las políticas económicas de Perón a Guido, 1953-

1963. Consecuencias económicas y sociales", en A. Ferrer, M. Brodersohn, R. Eshag y R. Thorp, Los planes deestabilización en la Argentina, Paidós, 1969 y Aldo Ferrer; Crisis y alternativas en la política económica argentina,Fondo de Cultura Económica, 1977, pueden agregarse entre otros: José César Villarruel, "El estado.. las clasessociales y la política de ingresos de los gobiernos peronistas, 1946-1955", en Mario Rapoport (Comp.); Economía eHistoria, Tesis, 1990; Pablo Gerchunoff, "Peronist Economic Politics, 1946-1955", en Guido Di Tella y RudigerDornbusch, The Political Economy of Argentina, 1946-1983, University of Pittsburgh Press, 1989; Carlos Waisrnan,Reversal of Development in Argentina - Postwar Counterrevolutionay Policies and Their Structural Consequences,Princeton University Press, 1986 y Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Los desafíos económicos argentinos, Mercado,1998.

62 Luego de algunas actualizaciones de su clásica obra La economía Argentina, publicada por primera vez en 1963,Ferrer emprendió el estudio de la política económica de la Argentina correspondiente al período 19461976 en un libroseparado. El resultado fue, Crisis y Alternativas en la política económica argentina, Fondo de Cultura Económica,1977. Respecto a un primer impacto "directo" de esta obra sobre el pensamiento académico, puede consultarse lapolémica que generó al poco tiempo de su publicación en las páginas de la revista Desarrollo Económico. Véanse, entreotros, las notas y comentarios de Juan Carlos de Pablo, "Aldo Ferrer y, la política económica en la Argentina deposguerra", Roberto Lavagna. "Aldo Ferrer y la política económica de la Argentina de posguerra (I y II), EzequielGallo y Manuel Mora y Araujo, "Sobre los ensayos académicos y un artículo de Aldo Ferrer", Carlos Abalo. "AldoFerrer y el dilema económico de la Argentina" (artículo que seguimos para la descripción del modelo) y las respuestasdel propio Ferrer publicadas en dicha revista entre 1977 y 1979.

Page 19: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

El peronismo -según el autor, expresión máxima del populismo argentino- dirigió su políticaeconómica a ciertos objetivos básicos: redistribución de ingresos en favor de los asalariados,expansión del empleo, ampliación de la esfera de influencia del Estado sobre el sistemaproductivo y desplazamiento del capital extranjero. Los instrumentos para lograr el cumplimientode dichos objetivos fueron la política salarial y los controles de precios y de cambios., apoyadospor otros de menor importancia: los subsidios, las tasas de interés negativas y el congelamientode las rentas urbanas y rurales. Planteados los objetivos, el autor describe a partir de la teoría“poskeynesíana” un “modelo de comportamiento” de la economía argentina bajo el peronismo,aplicable a todas sus experiencias históricas. El mismo puede sintetizarse como sigue: El aumentodel ingreso real de los asalariados expande la demanda sin estimular la inversión, porque ladisminución de la rentabilidad reduce la capacidad de inversión, efecto no compensado por lastasas de interés negativas y los bajos tipos de cambio. En efecto, luego de un período deexpansión de la demanda, se estanca el empleo en el sector privado. Al principio, la tendenciapuede compensarse con el aumento de la ocupación en el sector público, aunque el mayor gastono de lugar al incremento de la recaudación tributaría ni de los ingresos por la venta de bienes yservicios proporcionados por el Estado. Como resultado se deteriora la posición financiera delEstado y el déficit se financia por el Banco Central con la consiguiente expansión de los medios depago.

Desde el punto de vista cambiaría, la política peronista se basa en la sobrevaluación de lamoneda nacional, lo cual promueve una redistribución de ingresos desde el sector agropecuarioexportador hacia la industria y los asalariados, dado que el tipo de cambio efectivo de exportacióndetermina el nivel de los precios internos de la producción agropecuaria de la región pampeana.Los bajos precios internos desalientan la producción agropecuaria que alimenta los principalesrubros de exportación. Los saldos exportables del agro declinan mientras se reduce también laexportación industrial debido a los tipos de cambio sobrevaluados no compensados por lossubsidios. A la par la sobrevaluación del peso alienta las importaciones y se instala un crecientedéficit externo que provoca el incremento de la deuda externa y la reducción de las reservasinternacionales.

La disminución de la productividad media de la fuerza de trabajo -por el aumento delempleo improductivo del Estado-, la caída de las inversiones y la restricción de las importacionespor la crisis del sector externo, conducen a una disminución de la oferta de bienes y servicios,pero el gasto monetario se mantiene elevado por el aumento de los salarios y por la expansiónmonetaria destinada a enjugar el déficit del presupuesto. En consecuencia los precios reciben unfuerte impulso alcista. La aceleración de la inflación genera una dura lucha entre los distintossectores por mantener o acrecentar su posición relativa en la distribución del ingreso y lastensiones sociales se agudizan.

La inflación se combina con la recesión cuando las autoridades, para hacer frente alaumento de los precios, restringen la liquidez frenando el crédito privado. Los precios aumentancon mayor rapidez que los medios de pago y el gasto de los consumidores se deprime. Cuandolas empresas liquidan sus existencias para aliviar su situación financiera se retrae el ritmo de laproducción y crece el desempleo. El proceso recesivo se agrava por la contracción de la inversiónpública. En esa etapa, las grandes empresas están en mejores condiciones para obtener créditosy absorver el congelamiento de precios y el aumento de los costos, por lo que se produce unamayor concentración. A la par, como consecuencia de la aceleración inflacionario y de laretracción de la inversión, se fortalecen las actividades especulativas.

Presentado el modelo, Ferrer examina primero la situación económica durante elperonismo clásico entre 1946 y 1951.63 Es indudable que en los inicios del nuevo gobierno lascondiciones económicas eran muy favorables, sólo atenuadas por la obsolescencia de laestructura industrial, producto las restricciones a las posibilidades de importar bienes de equipo y

63 Ferrer sólo señala dos etapas en la política económica del peronismo, sin embargo, como dijimos anteriormenteexisten trabajos que visualizan por lo menos tres. Véanse Richard Mallon y Juan Sourrouille, La política económica enuna sociedad conflictiva, Amorrortu, 1973; el corte temporal que realizan Emprime Eshag y Rosemery Thorp en eltrabajo ya citado y, más recientemente, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglode política económica argentina. Ariel, 1998. En este trabajo los autores plantean la existencia de una época de "vacasflacas" a partir de 1949 y luego de un inicial trienio "dorado". Si bien no plantean claramente una etapa 1949-52 ella essugerida al definir un drástico "ajuste de cuentas" hacia este último año que llevó a que "el gobierno lanzara unprograma de austeridad que contrastaba, a todas luces., con las políticas iníciales de los primeros años".

Page 20: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

maquinaria presentes desde 1930. El autor distingue cuatro áreas con buenas perspectivas,. laposición del sector externo, el horizonte de¡ proceso redistributivo de ingresos, el nivel alcanzadopor el sistema industrial y las potencialidades de expansión del empleo. Como resultado de estasposibilidades la política económica alcanzó los objetivos perseguidos. Así, la participación de losasalariados en el ingreso nacional se incremento y la economía funcionó con pleno empleo. Elsector público se expandió rápidamente y el gasto público también. Entre 1945 y 1948, el volumende las importaciones se cuadruplicó y el producto interno aumentó un 28 %. La disponibilidad realde bienes y servicios creció, durante el mismo período de tres años, en una cifra aun másimpresionante: 45 %, favorecida por el mejoramiento en los términos del intercambio con elexterior y la reducción en los servicios de los préstamos e inversiones extranjeros.64

El éxito de la política económica inicial del peronismo se vio facilitado por la sólida posicióndel balance de pagos del país al finalizar la Segunda Guerra Mundial y por las posibilidades de unrápido crecimiento de la economía en el período posbélico. Las políticas expansivas quecaracterizaron al peronismo en sus primeros años provocaron un incremento constante de losprecios instalando en un corto plazo el problema de la inflación.65 Durante los años de la guerra,los problemas de escasez general y el incremento del precio de los bienes importados provocaronun aumento del 11 % anual en los precios mayoristas.

Hasta el año 1948 se tuvo la idea de que la inflación era consecuencia del comportamientomundial, a partir de entonces, y ante la evidencia de la cada vez mayor divergencia entre las tasasintemas y externas se comenzaron a considerar en profundidad las causas domésticas delproblema.66

En el segundo semestre de 1948 se presentaron los primeros síntomas de lasmodificaciones operadas en los mercados internacionales de materias primas y alimentos, lo queprovocó restricciones en el sector externo. En efecto, los países europeos, avanzados en sureconstrucción, se acercaban para entonces a los niveles de producción de preguerra, incluido eldesarrollo de la producción de alimentos para su propio consumo. Paralelamente, interveníaEstados Unidos en el comercio internacional con considerables excedentes exportables colocadosmediante el sistema de préstamos del Plan Marshall y del cual la Argentina estaba excluida. Elfenómeno se manifestó en un descenso del precio de los alimentos junto con una drástica caídade la demanda para exportación. Para enfrentar esta situación la economía argentina no disponíaahora de las reservas monetarias acumuladas en los años de la guerra, puesto que se habíanutilizado, entre otros fines, en la repatriación de la deuda y en el proceso de nacionalizaciones.

Para los últimos meses de 1948 se hizo evidente que la situación estaba fuera de control,lo cual se evidenció en el deterioro de los términos del intercambio y en una inflación en constanteaumento.67 Las causas de este fenómeno son complejas y variadas. Entre ellas deben destacarselos efectos monetarios producidos por la reforma financiera de 1946. Las modificaciones por ellaimpuestas no permitían a los bancos emitir dinero directamente, aunque sí conservar cierto control 64 Estos datos están tomados de Richard Mallon y Sourrouille, La política económica en una sociedad conflictiva,Amorrortu, 1973, p. 2 1, trabajo que Ferrer destaca como "un análisis comprensivo de la política económica en esas(últimas) tres décadas". En este trabajo los autores exploraron las interrelaciones entre los distintos intereses sectorialesy la conflictividad surgida de la puja por la distribución del ingreso entre 1946 y 1970. El resultado es una enriquecidavisión de las dificultades para implementar determinadas políticas económicas y de la interrelación ajustada entre losocial. lo económico y lo político.65 No existen trabajos importantes sobre la inflación en el período peronista, sólo comentarios marginales en losprincipales análisis de la política económica. Quienes más han indagado en los problemas monetarios de este períodoen los últimos años han sido Guillermo Vitelli; Cuarenta años de inflación en la Argentina: 1945-1985, Legasa, 1986 yPablo Gerchunoff y Lucas Llach; El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina. Ariel,199866 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach- El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de política económica argentina.Ariel, 1998. Para una visión de la época del problema inflacionario y para las distintas medidas aplicadas entre 1939 y1945 con el objeto de contener los precios, ver J. Prados Arrarte, La inflación y otros problemas monetarios, SelecciónContable, 1947, pp. 139-160. En este trabajo no se consideró los efectos de la expansión crediticia al sector industrial,lo cual constituyó en el corto plazo un tema de debate.67 Guillermo Vitelli ha destacado un período de relativa estabilidad del proceso inflacionario entre 1946 y 1948, perosufrió una ruptura hacia setiembre de ese último año, cuando los precios se dispararon. La estabilidad del período estádada, según el autor, por las políticas adversas al comercio exterior Y a las inversiones extranjeras y por las mejorassalariales como forma de apoyo al mercado interno. Guillermo Vitelli, Cuarenta años de inflación en la Argentina:1945-1985, Legasa, 1986

Page 21: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

sobre la creación secundaria de dinero a través de su política de préstamos. Una parte de lospréstamos retomaba al sistema bancario en forma de depósitos. Sin embargo, tal como lo hanseñalado en un trabajo reciente Pablo Gerchunoff y Lucas Llach:“el aumento en los créditos fue siempre mayor al crecimiento de los depósitos, y eso no era ni másni menos que una expansión del dinero circulante, siempre proclive a generar inflación. Pero lateoría cuantitativa, según la cual los aumentos en la cantidad de dinero llevan a la larga aaumentos en los precios, no contaba con la adhesión de las autoridades económicas argentinas.Predominaba, en cambio, una suerte de Teoría cualitativa del dinero según la cual lasexpansiones monetarias bien dirigidas generaban aumentos en el nivel de actividad económicamás que en los precios”.68

A la expansión crediticio provocada por el sostenimiento de la actividad industrial le siguióla que recibía el Estado Nacional para cubrir su cada vez mayor déficit presupuestado.69 Ferrerseñala como entre 1948 y 1952 el gobierno mantuvo, a pesar de los indicadores negativos, supolítica expansiva del gasto público y la redistribución de ingresos.70 El aumento del consumofrente a las restricciones de oferta contrajo los niveles de ahorro e inversión y repercutió en el nivelde precios. De acuerdo con Ferrer, “la sequía de 1951-52 y la drástica caída de las exportacionesagudizó hasta límites intolerables la crisis externa. A partir de allí, el gobierno introdujorectificaciones importantes en su política económica.”

En la segunda presidencia de Perón, interrumpida por el golpe militar de 1955, el gobiernoencaró una política de austeridad y de corrección del déficit externo, aunque sin modificarsustancialmente los fundamentos más generales del populismo. Es que hacia 1952 el contextoeconómico presentaba modificaciones importantes respecto a la situación existente en losprimeros años: el sector externo estaba desequilibrado y las reservas internacionales habíanbajado considerablemente. Las exportaciones, deprimidas por las políticas adversas al sector ypor el incremento del consumo interno, tenían grandes dificultades para su colocación en elexterior. Además, el proceso de sustitución de importaciones basado en la industria liviana ya sehabía completado. Para Ferrer, “de allí en más, el crecimiento interno implicaba aumentarsimultáneamente la capacidad de pagos externos... La débil posición financiera y el contextointernacional del desarrollo argentino en la época planteaban, entonces, agudas dificultades. Estodebilitaba la posición negociadora externa del país. Se restringía, así, severamente, la posibilidadde mantener el sesgo nacionalista de la política económica que el peronismo había seguido en losprimeros años de su gestión.”

También la redistribución de ingresos en favor de los asalariados había llegado a su límite.La participación de los trabajadores en el ingreso nacional había alcanzado ya un alto nivel y lalegislación social no podía concederles nuevas ventajas sin repercutir en los costos o deteriorarseveramente las relaciones laborales. Todo aumento en los costos unitarios del trabajo debíantrasladarse necesariamente a los precios.

68 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, Los desafíos Económicos Argentinos, Tomo IV, p. 2869 El auge Económico de 1946-48 había permitido al gobierno nacional "aumentar el total de sus gastos, de alrededordel 16 % del producto interno bruto en 1945, a casi el 29 % en 1948, y a la vez ampliar el crédito bancario al sectorprivado en más del 250 %, sin provocar serias repercusiones inflacionarias inmediatas, Sin embargo, en este último añose hizo evidente que esa política en extremo expansivo había estado basada en extraordinarias condiciones de cortoplazo, con respecto a las cuales no podía esperarse que continuaran" Richard Mallon y, Sourrouille, La políticaeconómica en una sociedad.... p.2170 En realidad, a partir de fines de 1948 el gobierno tomó conciencia de la gravedad de la situación y encaró algunasmedidas tendientes a resolver el extrangulamiento externo y a contener la escalada inflacionario. Sin embargo estasacciones fueron poco rígidas y rápidamente se dejaron de lado. En consecuencia, las medidas moderadoras quepretendían detener la escalada inflacionaria resultaron un fracaso absoluto, puesto que la inflación se acelerónotablemente desde 1949 hasta 1952, momento en que se adoptó un plan de estabilización más drástico, que cambié laestrategia económica posbélica. Los intentos estabilizadores y tal como lo sugieren Pablo Gerchunoff ;- Lucas Llach enla obra citada, las políticas aplicadas en tal sentido que acompañaron el recambio en la conducción económica no fueronmás allá de una débil disminución de la creación de dinero que continuó su ritmo expansivo y en un freno relativo de laexpansión crediticio. Las metas fijadas en relación con la política económica y social en el escenario de posguerrademostraron ser incompatibles con las nuevas condiciones presentes a partir de 1948. Como destacamos, el límite de laexpansión económica tuvo como síntoma el incremento de los precios. Las medidas tomadas para resolver esteproblema no fueron sistemáticas. Los nuevos conductores de la política económica aún no veían en la inflación unpeligro incontrolable. Existía un manifiesto consenso en aplicar cierta moderación crediticia aunque sin variarsustancialmente la política económica desarrollada hasta el momento.

Page 22: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

En síntesis, según Ferrer, los cambios en el contexto económico del país, impedíanmantener los objetivos básicos de la política peronista: redistribución de ingresos, expansión delempleo y crecimiento del sector público, por lo cual el gobierno se "embarcó en un nuevoesquema de política económica", diferente por cierto al “paradigma peronista”. En pocaspalabras, la nueva política económica aplicada significó, primero, la modificación de la política dedistribución de ingresos, la reversión del proceso de transferencia de ingresos entre el sector ruraly el industrial y las crecientes pérdidas de comercialización del IAPI. Lo que permitió al gobiernocompatibilizar con éxito sus objetivos de mantenimiento del salario real, mayores ingresos para losproductos rurales y márgenes de ganancia aceptables para las empresas industriales. Ensegundo lugar, se tendió a la solución del estrangulamiento externo a través del apoyo a laproducción y exportación de productos agropecuarios y a un tratamiento mucho más benévolo alcapital extranjero. Finalmente, el gasto público se contuvo y el Estado se retrajo en su expansiónsobre el sistema económico.

Pero si bien, según Ferrer, la nueva orientación económica resultó exitosa, considerando lagravedad de la situación hacia 1952, esta política, que había ganado respeto en la conduccióneconómica argentina antes del gobierno peronista, "no era un esquema que pudiese mantener pormucho tiempo la alianza de sectores que respaldó el ascenso del peronismo al poder."

El esquema propuesto por Ferrer bien puede completarse con el análisis de aquelloselementos importantes y otros considerados menores en la política de redistribución de ingresos.En este sentido el funcionamiento de algunas instituciones de posguerra arroja algo de luz sobresu utilización con fines redistributivos.71 En el Capítulo 6 de La índustria que supímosconseguir, Schvarzer analiza dos instituciones básicas del peronismo: El Banco de CréditoIndustrial Argentino y el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio. Según este autor,el Banco se caracterizó por la facilidad con la que otorgaba créditos a pequeños y medianosempresarios, que así podían operar en mejores condiciones, mientras sostenía a grandesempresas con financiación de más largo plazo. De esta manera, el Banco se convirtió en el"partero" de muchas de las grandes empresas dinámicas del período (Acindar, Siderca, etc.). Loscréditos concedidos a tasas negativas reales significaron un subsidio directo a los empresariosindustriales y un instrumento para el mantenimiento del sector. Sin embargo, de acuerdo con elautor, las “interferencias políticas” obligaron al Banco a conceder créditos a empresastradicionales (ingenios azucareros, frigoríficos, etc.) con escasa o nula relación con proyectos deinversión. Además, las demandas de organismos públicos tendieron a desnaturalizar la funcióndel Banco -medido en términos de sus propios objetivos y su persistencia formó parte de un hábitoque redujo su potencial como instrumento de desarrollo.72

71 "Lamentablemente no hay trabajos importantes en los últimos años sobre estos temas más allá de los casos puntualesque describimos a continuación. Un trabajo destacado para el caso de los organismos creados con el fin de promover eldesarrollo industrial es el de Altimir, Oscar; Santamaría, Horacio y, Sourrouille, Juan; "Los instrumentos de PromociónIndustrial en la Posguerra", Desarrollo Económico, Vol. 5 y 6, Nros. 21 a 27. Enero-Marzo 1967. Sobre otrasinstituciones creadas durante el peronismo existe un vacío sorprendente. Tal es el caso, por ejemplo del Instituto Mixtode Inversiones Mobiliarias (IMIM), creado en 1947 con el fin de regular el mercado de valores y liquidado en 1957.Tampoco se a avanzado mucho en el terreno de la promoción industrial de estos años, habida cuenta que en 1944 seestableció un régimen de promoción especial para las industrias consideradas de "interés nacional". Al respecto puedenconsultarse los trabajos de Félix Herrero; Aspectos legales de la promoción industrial en la Argentina, InstitutoTorcuato Di Tella, 1962, Ricardo Ferrucci, La promoción industrial en Argentina, Editorial Universitaria de BuenosAires, 1986; Jorge Schvarzer Promoción industrial en Argentina. Características, Evolución y Resultados. Centro deInvestigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración, 1986 y de Jorge Katz y Bernardo Kosacoff, El proceso deindustrialización en la Argentina: evolución, retroceso y perpectivas, CEPAL-CEAL, 1989. Estos trabajos no abordanespecífícamente la etapa considerada pero incluyen análisis sobre la promoción industrial a partir de 1944.72 Los créditos a la producción y en especial el accionar crediticio del Banco Industrial en estos años es un campo deestudio reciente. Véanse en este sentido los trabajos de Noemí Girbal de Blacha. "Reforma financiera y crédito a laproducción: el caso del Banco de la Provincia de Buenos Aires. 1946-1950", en Ciclos en la Historia, la Economía y laSociedad, Vol.II, Nº 3, 1992; "Dichos y hechos del gobierno peronista (1946-55). Lo fáctico y lo simbólico en elanálisis histórico", en Entrepasados, año VI, nº 13, fines de 1997; "Estado, crédito e industria en la Argentina peronista(1946-1955)", en XVI Jornadas de Historia Económica, Universidad Nacional de Quilmes, 1999 y Marcelo Rougier,"El financiamiento bancario a las empresas industriales en la Argentina. Antecedentes y orígenes del Banco de CréditoIndustrial Argentino. 1880-1946", en Estudios Interdisciplinarios de América Latina, vol 10, Nº 2, segundo semestre de1999. Respecto a estos temas sólo existía como antecedente un trabajo específico de Jorge Schvarzer; El Banco

Page 23: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Otra institución clave dentro de la política económica del peronismo fue el IAPI., organismoque tenía asignadas muy diversas actividades, básicamente comerciales.73 Según Schvarzer, elIAPI "intentó" asumir las operaciones directas de¡ comercio exterior, a través de la venta de carney cereales y la compra de diversos materiales en el extranjero. Sin embargo, la amplitud de susobjetivos, mezclada con interferencias políticas y presiones de grupos de interés lo llevaron amagros resultados en el largo plazo. Las ganancias iniciales se transformaron en pérdidascuando la crisis externa a partir de 1949 obligó al organismo a pagar más en el mercado internopor los productos exportables que el precio obtenido en el exterior.

Las nacionalizaciones han constituido otro punto de debate importante. Sin embargo, enlos últimos años no existen prácticamente trabajos específicos sobre el tema.74 Lasinterpretaciones más tradicionales y "nacionalistas" argumentaron que la importancia de la comprade, por ejemplo, los ferrocarriles estaba dada por la eliminación de un factor que siempre habíaespeculado contra el desarrollo industrial argentino y sobre todo del interior, el problema del preciopagado según estas visones era secundario puesto que, en definitiva, se habría comprado"soberanía".75 Otros autores, en cambio, han destacado que esta compra se hizo en condicionesmuy desfavorables, pagando un precio excesivo y dando un uso inadecuado a las librasbloqueadas en Londres; en síntesis, se habría comprado ”hierro viejo”76.Según la interpretación deJorge Schvarzer en La industria... 77 el gobierno peronista no estuvo decidido a comprar lasempresas extranjeras de servicios desde el inicio y no disponía de un programa de objetivosconcretos para su manejo futuro. Las nacionalizaciones, nacidas de la urgencia de venta porparte de los antiguos propietarios estuvieron sujetas a regulaciones ambiguas y objetivos pococlaros. En el caso de los ferrocarriles la empresa fue utilizada como instrumento de políticaeconómica (se mantuvieron las tarifas bajas, se incremento la dotación de personal y los salariospagados) de modo que la empresa registro déficit desde el primer año de la estatización,bloqueando las posibilidades de inversiones a largo plazo. Queda claro que, en este sentido, nohubo una "nacionalización sistemática" durante el período peronista y la dependencia delabastecimiento externo de materias primas y equipos constituyó un rasgo persistente. Nacional de Desarrollo y el desarrollo tecnolórico en la Industria Argentina. Centro de Investigaciones Sociales sobreel Estado y la Administración, mimeo, 1981 y un trabajo más general de Hugh Schwartz, The Argentine Experiencewith Industrial Credit and Protection Incentives, 1943-1958, tesis de Yale University, 1967.73 El I.A.P.I fue creado en mayo de 1946. Sobre el accionar del Instituto, instrumento clave de la política económicaperonista, no existen trabajos de investigación salvo la modesta obra de Susana Novick, I.A.P.I, auge y decadencia,CEAL, 1986. De ahí en más con la escasa información disponible otros autores han realizado variadas interpretacionessobre su funcionamiento.74 El último artículo destacable sobre el tema es el de Pedro Skupck "Nacionalización, libras bloqueadas y sustitución deimportaciones, Desarrollo Económico, Nº 47, octubre -diciembre de 1972. De este análisis se infiere que lanacionalización de los ferrocarriles no puede examinarse sin considerar los distintos aspectos que determinaban lapolítica económica británica con la argentina y viceversa. Por lo que la utilización de las libras bloqueadas respondió auna línea de política económica cuyo fin era asegurar el máximo posible de divisas convertibles a dólares y así asegurarel abastecimiento y la expansión de la industria local. Según Skupch, quien escribía en el contexto de posibilidad deque el peronismo retomara el poder, "la nacionalización es una medida de defensa de la industria nacional surgidadurante la guerra sobre la base de la sustitución de importaciones, en gran medida británicas, dentro de una estrategia deindustrialización."75 Esta línea interpretativa se reconoce en los trabajos de Rodolfo Puiggros, Libre empresa o nacionalización de laindustria de la carne, Argumentos, 1957, Raúl Scalabrini Ortiz, Historia de los ferrocarriles argentinos, Reconquista.,1940 y Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino, Unión Revolucionaria, 1946 y Ricardo Ortiz; Historia de losferrocarriles argentinos, Problemas, 1956, entre otros. Estas obras pioneras sobre empresas nacionalizadas fueronpublicadas al calor del debate provocado por el fracaso de la política económica del peronismo. En particular el trabajode Ortiz (una edición actualizada de la obra de 1946 con la que reclamó la nacionalización de los ferrocarriles) criticó lapolítica económica peronista al mismo tiempo que insistió en que sólo bajo el control estatal estas empresas serían unaherramienta de transformación de la economía nacional. Véase al respecto el trabajo historiográfico de Raúl GarcíaHeras, "La historiografía de empresas en la Argentina: Estado del conocimiento", en Carlos Dávila L. deGuevara (comp.), Empresas e historia en América Latina. Un balance historiográfico, TM Editores, 199676 Esta ha sido la postura de los estudiosos críticos del peronismo, entre otros Guido Di Tella-Manuel Zymelman y E.Eshag y R. Thorp, obras citadas.77 Este economista tiene además un trabajo previo donde Examina la intervención del Estado en las distintas etapas de laeconomía argentina, las causas de dicha intervención y el aporte de las empresas estatales a la economía nacional. Enun apartado específico trataba el caso de las empresas nacionalizadas. Jorge Schvarzer "Empresa públicas y desarrolloindustrial en Argentina", en Economía de América Latina, 3, México, 1979, pp. 45-68.

Page 24: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Otro paso en el proceso de nacionalización fue dado con la expropiación de las empresasde capitales alemanes y con la creación de un holding público, la Dirección Nacional de Industriasdel Estado (DINIE). La DINIE llegó a controlar casi cuarenta empresas de muy diverso tipoaunque, según Schvarzer, no existió una dirección coordinada. Estas empresas comenzaron adevolverse hacia el final del período peronista, puesto que su mantenimiento era incompatible conel nuevo tratamiento que se intentaba dispensar al capital extranjero.78 Menos estudiada en estosaños ha sido la política económica del peronismo en el sector agrario, un descuido historiográficodel sector que, como señalamos, no sólo se circunscribe a la etapa peronista.79 De todas manerasexisten algunos trabajos relevantes. Un buen análisis de la política económica hacia el agro delperonismo puede encontrarse en Mario Lattuada; La polítíca agraría peronísta 1943-1983, CEAL,1986, T.1 y en Silvia Lázzaro, Estado y arrendamientos rurales en los años '50, en Cíclos Nº 12,1997.80 El primer autor ha destacado cambios importantes en la política agraria a partir de quePerón se hace cargo del gobierno en 1946, relegando las reivindicaciones socioeconómicas y elcambio social que habían sido alentados hasta las elecciones. El propósito de la política agrariadesde el control del Estado ya no se redujo a las reivindicaciones sociales sino que fue ampliada afin de responder a "las exigencias de un aumento sostenido de la producción agropecuaria y a unaminimización del conflicto social que posibilite la estabilidad política necesaria para mantener en elpoder a los nuevos sectores y grupos que habían accedido a los aparatos del estado" Por suparte, el documentado trabajo de Silvia Lázzaro señala como la producción agraria pampeanacreció sin interrupciones desde mediados de la década de 1920 y hasta el comienzo de la del '40,alcanzando su punto máximo durante los años de las Segunda Guerra Mundial. En la etapaperonista, incluida en un período más amplio considerado como de “estancamiento agrario”, seprodujo una marcada disminución de la producción agrícola, pero un aumento significativo de laganadera. Este pasaje a la ganadería como proceso compensador de la caída de la agricultura enla zona pampeana, condujo a la supresión casi definitiva de los arrendamientos tradicionalescomo forma de tenencia. Aspecto que, según la autora, debe considerarse como la manifestaciónde un especial dinamismo y transformación del ámbito rural, tanto a nivel productivo como social.El proceso industrializador del peronismo modificó la composición de la demanda de mano deobra y la estructura del empleo, lo cual generó una importante reducción de la oferta de mano deobra en el ámbito rural. Lázzaro señala que una "evaluación general de la política agraria...autoriza a considerar como el principal objetivo explícito de la misma el aumento creciente de laproducción, en tanto no se plasman propuestas distribucionistas, orientadas a transformarestructuralmente la tenencia de la tierra. No obstante, detrás de este propósito subyace el conflictopolítico-institucional entre los propietarios rurales pampeanos, interesados en una propuesta decorte 'agrarista' y aquellos cuyo intento pasa por un proyecto 'populista industñalízador'."

78 Tampoco existen en este caso trabajos de investigación novedosos, sólo interpretaciones. El más importante es el deJuan Carlos Esteban y Luis Tassara, Valor industrial y enajenación de DINIE, Ediciones Cátedra Lisandro de la Torre,1958, escrito hace ya más de cuatro décadas. Estos autores, imbuidos de las ideas provenientes de la "izquierdanacional" examinaron la trayectoria de la DINIE y reivindicaron el rol del Estado como empresario, criticandoduramente la decisión del gobierno peronista de devolver las empresas a sus antiguos propietarios.79 Mario Lattuada en el trabajo que citamos a continuación señaló la existencia de un amplio campo de investigación aabordar por los estudiosos del sector: "quiénes formulan las políticas agrarias, para quiénes se formulan, qué proponenlas mismas, qué se lleva a la práctica de esas propuestas, por qué determinadas propuestas son implementadas y otrasno, cuáles han sido las consecuencias de las medidas implementadas y no implementadas, y, en última instancia cuálesson, si existen, los parámetros constantes de esas políticas agrarias y, en qué medidas permiten prever situacionesfuturas".80 También existe un muy buen trabajo acotado al ámbito bonaerense. Véase Ignacio Llovet, "Tenencia de la tierra yestructura social en la provincia de Buenos Aires 1960-80", en VV.AA, La agricultura pampeana. Transfomiacionesproductivas y sociales, F.C.E-IICA-CISEA, 1988. Si bien este trabajo no aborda puntualmente el período que aquíconsideramos, brinda infomiación y análisis sobre el período intercensal 1947-1960, señalando la tendencia alincremento del número de propietarios y la disnúnución marcada de arrendatarios. Este autor desecha la suposición deun proceso lineal entre la desaparición de arrendatarios y la emergencia de propietarios. Su estudio considera ladeclinación de los arrendamientos producto del contexto de recesión agrícola, de los cambios en la estructuraeconómica nacional y de las políticas estatales y producto de la crisis más general de las explotaciones de tipo fanúliar.De esta manera el autor cuestiona la existencia de una "farmerización" derivada de la política peronista, tesis sostenidapor Guillermo Flichman ("Notas sobre el desarrollo agropecuario en la región pampeana (o por qué Perganmino no esIowa", CEDES vol. I, Nº 4, 1978)

Page 25: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

También se han analizado con relativa profundidad los vínculos que establecieron losdiferentes gobiernos con los principales grupos económicos nucleados en la Sociedad RuralArgentina y la Unión Industrial Argentina. En efecto, con estos trabajos de investigación se haavanzado en el estudio de las demandas y reacciones corporativas ante las políticas agrarias,crediticias, de distribución del ingreso y de nacionalización del comercio exterior de esos años,superando parcialmente el terreno de las conjeturas propio de los análisis anteriores.81 Además,estos trabajos han dado cuenta de que el componente burgués de la alianza peronista no selimitaba al sostén que brindaba una nueva clase industrial, sino que se basaba también en elapoyo de importantes sectores agrarios y comerciales, en los "hombres de negocios". Estainterpretación ha revitalizado las investigaciones de forma tal que ha sido superada la visión queconsideraba -como contraparte de las interpretaciones sobre el sector obrero- que el apoyo alperonismo surgió de la lucha entre viejos y nuevos industriales.

Entre los enfoques más novedosos en el campo de la historia económica merecedestacarse el de la historia de empresas, que ha recibido un creciente impulso desde mediados dela década de 1980. Aunque la producción es todavía reducida, los trabajos publicados hanpermitido renovar el debate sobre las estrategias empresariales y sobre la articulación entre lasfirmas y el contexto macroeconómico.82

3. El peronismo: oríqenes, actores sociales y prácticas políticas

Una mirada de conjunto sobre la historia política argentina desde comienzos de la décadade 1980 revela algunos cambios significativos con respecto a la producción de los treinta añosprevios83.

Uno de ellos es el retroceso de la historia "militante" y el consecuente avance de la historia"académica" o "profesional", fenómeno ligado tanto al reflujo político y al nuevo clima de ideasimperante desde fines de los setenta como a la profesionalización de la historia a partir del retornode la democracia.

Como en otros campos de la labor histórica, se ha producido una declinación de la teoríade la dependencia y del análisis de clases inspirado en la tradición marxista, con undesplazamiento hacia nuevas formas de la ciencia social donde se acentúan los valores políticos,la cultura y las instituciones.

Desde el punto de vista temático, el peronismo ha continuado siendo uno de los ejescentrales de la investigación de historiadores, sociólogos y politólogos. En el estudio de esteperíodo vemos aparecer una serie de rasgos característicos de la producción reciente: discusiónde los modelos interpretativos vigentes en los sesenta y los setenta, ampliación del campotemático y presencia de nuevos enfoques.

Un problema que ha dominado buena parte de la producción reciente es el de los orígenesdel peronismo, que ha llevado a ahondar en la investigación sobre el movimiento sindical en lasdécadas de 1920 y 1930.

81 Véanse Mirta Palomino; Tradición y Poder. La Sociedad Rural Argentina, CISEA, 1988; Jorge Schvarzer,Empresarios del pasado. La Unión Industrial Argentina, CISEA/Imago Mundi, 1991; Aníbal Jaúregui; "El despegue delos industriales argentinos"; José C. Villarruel, "El futuro como incertidumbre: los industrialistas y la tutela del Estado";Graciela Swiderski, "La UIA: ¿sustitución de importaciones o mercado externo?", los tres trabajos en Waldo Ansaldi yotros (Edit.) Argentina en la paz de dos guerras, 1914-1945; Biblos, 1993. Para el caso específico de la relación entreindustriales y el peronismo véanse Cristina Lucchini; Apoyo empresarial en los orígenes del peronismo, CEAL, 1990 yespecialmente, James Brenan; "Industriales y 'bolicheros': La actividad económica y la alianza populista peronista,1943-1976", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Tercera serie, núm.15, ler. semestre de 1997.82 Pueden citarse entre otros los siguientes trabajos: M.1.Barbero y M.Ceva, "El catolicismo social como estrategiaempresarial", Anuario IEHSI nº12, 1997; R.García Heras, Transportes, negocios y política. La Compañía AngloArgentina de Tranvías .1876-1981, Buenos Aires, Sudamericana, 1994; L.Gutiérrez y J.C.Korol, 'Historia de empresasy crecimiento industrial en la Argentina. El caso de la Fábrica Argentina de Alpargatas", Desarrollo Económico, vol.28,nº 111, 1988; J.Schvarzer, Bunge y Born: crecimiento diversificación de un grupo economico, Buenos Aires, GEL,198983 Como trabajo de síntesis sobre las tendencias historiográficas ver María Estela Spinelli, La historia PoIítica del sigloXX en la Argentina. Tendencias e innovaciones a partir de 1980, en S.Bianchi y M.E.Spinelli (comps.), Actores, ideas yproyectos políticos en la Argentina contemporánea, Tandil, IEHS, 1997

Page 26: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

El eje del debate ha sido el cuestionamiento a la interpretación germaniana, que desde lateoría de la modernización veía al peronismo como un emergente de la Argentina tradicional, yque postulaba una ruptura entre la clase obrera pre-peronista y la nueva clase obrera, formada apartir de la industrialización posterior a 1930 y de las migraciones internas.

Para Gino Germani el problema central consistía en explicar la transición de la sociedadtradicional a la sociedad moderna en la Argentina contemporánea, y cuál había sido el lugar delperonismo en dicho proceso. En su análisis de la estructura social estableció una distinción entretrabajadores “viejos” y “nuevos”. Según el autor, los obreros “nuevos”, provenientes de lasmigraciones de zonas rurales, carecían de experiencias laborales en el proceso industrial y deactuación política. Los trabajadores “viejos” serían aquellos formados en la cultura clasista de lospartidos de izquierda, con una historia propia de luchas y de movilizaciones obreras. SegúnGermani, en esta etapa de industrialización caracterizada por la sustitución de importaciones, unsector de la élite, que plantea una reforma social representada por un sector de las fuerzasarmadas y por el empresariado industrial, se personifica en Perón. Así, el peronismo, en su luchacontra la élite tradicional, habría impedido el proceso de democratización del sistema político, locual se consiguió apartando a los trabajadores de sus verdaderos “intereses de clase” 84 a cambiode una sensación ficticia de participación y de conquistas de derechos. Esto permitió la“manipulación” desde el poder de las masas trabajadoras que se encontraban “disponibles”. Parala consolidación de este modelo de poder, era necesaria la colaboración, subordinación o falta deautonomía de las organizaciones obreras. “El Estado defiende a los trabajadores, se apoya enellos, a la vez que los mantiene bajo su tutela.” 85

La interpretación de Germani fue discutida a comienzos de la década de 1970 por MiguelMurmis y Juan Carlos Portantiero, quienes insistieron en particular en dos puntos: la intensa yactiva participación de los obreros "viejos" en el surgimiento del peronismo y la interpretación delperonismo como una forma compleja de alianza de clases, que reflejaba una tendencia conimportantes antecedentes en el sindicalismo anterior a 194386.

Murmis y Portantiero destacan la existencia de sectores del radicalismo, socialismo ycomunismo que, aún proveniendo de estructuras políticas históricas, adhieren al nuevomovimiento. Sostienen que el peronismo incluyó a los trabajadores industriales, a la pequeñaclase media, a un sector de la burguesía que deseaba la ampliación de los mercados internos, alos campesinos y peones rurales y al Estado. El ingreso del movimiento obrero en esta alianza esentendido como parte de una estrategia política con plena conciencia de sus implicancias, esdecir, son los obreros quienes “utilizan” a conciencia la coyuntura socio política para maximizarsus intereses históricos.

La confrontación entre la posición de Germani y otras visiones sobre los orígenes y la basesocial del peronismo continuó en una polémica publicada en su mayor parte en la revistaDesarrollo Económico entre 1973 y 1975, y que fue luego editada en 1980 en un volumencompilado por Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente87.

Dicha polémica se inició con la publicación de un artículo de Peter Smith que, a partir deun análisis ecológico del voto en las elecciones de 1946, cuestionaba la interpretación de Germanien varios puntos cruciales. Entre otras afirmaciones, Smith remarcaba el apoyo de la vieja claseobrera en las áreas urbanas, así como el carácter policlasista del peronismo, insistiendo ademásen la necesidad de considerar como determinantes de los resultados electorales no sólo a lascuestiones socioeconómicas sino también a las lealtades personales.

Desde la polémica se fueron delineando las que pasaron a denominarse interpretación"ortodoxa" e intrepretación "revisionista" de los orígenes del peronismo. La primera sigue la tesisde Germani, con su énfasis en el papel decisivo de los obreros nuevos, y la segunda engloba a lasvisiones críticas de la interpretación germaniana, que tienen sus raíces en el trabajo de Murmis yPortantiero. Mientras que las interpretaciones ortodoxas tienden a enfatizar el carácter disponiblede la masa migrante, pasiva y objeto de manipulación por parte de Perón, las revisionistasconsideran la adhesión obrera como una decisión autónoma y a los trabajadores como un factoractivo en la construcción del peronismo. 84 El autor utiliza este concepto teniendo en cuenta la ubicación en el mercado de los trabajadores85 Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición, Paidós, 1962.86 M.Murmis y J.C.Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo/1, Buenos Aires, Siglo XXI, 197187 M.Mora y Araujo e I.Llorente (comps.), El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina, Buenos Aires,Sudamericana, 1980

Page 27: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Entre las interpretaciones revisionistas merece destacarse la de Juan Carlos Torre, en laque se revela la voluntad por rescatar el papel de las estrategias de los actores sociales ypolíticos, analizando el apoyo de la vieja guardia sindical a Perón "no como tributaria de unfenómeno de anomia colectiva o de un síndrome clientelista, sino como resultado de un procesode deliberación racional"88. En diversos trabajos ha contribuido a la discusión del papel de la viejaguardia sindical en la construcción del peronismo y de la problemática de la autonomía políticaobrera dentro de un proceso de cambio lanzado desde el Estado y comandado por un fuerteliderazgo plebiscitario. El autor remarca que mientras que la reflexión de Murmis y Portantieroexpresaba el clima de una época -los sesenta y la revalorización del peronismo desde laizquierda- las preguntas que él mismo se ha formulado se gestaron en otra etapa, tras el retornodel peronismo en el 73 y la crisis institucional y de violencia que le siguió. En ese nuevo climaintenta destacar otra dimensión de la historia, desde "una preocupación relativa a las condicionesen las que es posible combinar un movimiento de reformas políticas y sociales con la preservaciónde un espacio pluralista y democrático"89

Otros autores revisionistas han centrado su atención en otros temas. Hugo del Campo90 haestudiado la transición del sindicalismo pre-peronista al sindicalismo peronista, enfatizando lascontinuidades entre uno y otro, a partir de los elementos comunes entre el reformismo pragmáticode la tradición sindicalista y las modalidades adoptadas por el movimiento peronista en suscomienzos. Hiroshi Matsushita91, al estudiar las causas de la adhesión a Perón por parte de losobreros viejos, o con experiencia sindical anterior a 1943, centra su atención en las que denominacausas subjetivas, en particular las ideológicas, la "orientación y mentalidad de los obreros",destacando la politización de los dirigentes obreros en los años 30-43 y su creciente conciencianacional, que a su criterio facilitó la vinculación con Perón.

Julio Godio, en sus trabajos sobre el movimiento obrero argentino plantea la existencia deuna fuerte división entre los trabajadores de acuerdo a su vinculación o no con el modeloagroexportador en proceso de descomposición, sosteniendo que las posturas más revolucionariaseran aquellas más alejadas del modelo económico de extraversión92.

La compilación realizada por Juan Carlos Torre sobre la formación del sindicalismoperonista incluye diversos trabajos de Walter Little, Louise Doyon. Ricardo Gaudio y Jorge Pilone,Joel Horowitz y el propio Torre, en los que se analiza la conformación del movimiento obrero y surelación con el Estado revalorizando los elementos de continuidad entre los años treinta y loscuarenta93.

Más allá de la polémica sobre los orígenes y la base social del peronismo, un repaso de laproducción reciente sobre el período 1945-55 permite reflexionar acerca de la presencia denuevos temas y nuevos enfoques, que revelan rasgos más generales de las orientaciones de lahistoriografía y de las ciencias sociales en los últimos veinte años.

Cabe destacar la ausencia de trabajos de síntesis, salvo el de Peter Waldmann, publicadopor primera vez en 1974, el de Cristian Buchrucker sobre Nacionalismo y Peronismo, y lasreflexiones más generales de Tulio Halperín Donghi94. Como contrapartida, se ha ampliandonotablemente el arco de temas en estudio y se han introducido enfoques novedosos.

El libro de Waldmann intenta explicar al peronismo desde las respuestas que ofreció a lasdiversas crisis por las que atravesaba la Argentina desde los años treinta. Utilizando el esquemade Almond y Pye señala la convergencia de las crisis de identidad, de dependencia, de 88 J.C.Torre, La vieja guardia sindical y Perón, Buenos Aires, Sudamericana,1990. P.14. Otros trabajos de Torre sobreeste tema son "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico, col.28, n°112, 1989 yla compilación de La formación del sindicalismo peronista, Buenos Aires, Legasa, 1988 y El 17 de octubre de 1945,Buenos Aires, Ariel, 1995.89 .C.Torre, La vieja guardia sindical..., p.1890 H.del Campo, Sindicalismo y peronismo, Buenos Aires, Clacso, 198391 H.Matsushita, Movimiento obrero argentino. 1930-1945, Buenos Aires, Siglo XX, 198392 J.Godio, El movimiento obrero argentino. 1930-1943, Buenos Aires, Legasa, 1988; J.Godio, H.Palomino yA.Wachendorfer, El movimiento sindical argentino. 1880-1987,Buenos Aires, Puntosur, 198893 ver nota n° 8794 P.Waldmann, El peronismo,Buenos Aires, Sudamericana, 1981; C.Buchrucker, Nacionalismo y Peronismo, BuenosAires, Sudamericana, 1987; T. Halperín Donghi, Argentina. La democracia de masas,Buenos Aires, Paidós, 1972;id. LaArgentina en el callejón,, Montevideo, Arca, 1964; id. La larga agonía de la Argentina peronista,Buenos Aires, Ariel,1994. Como trabajo general de síntesis para la etapa 1916-1993, véase L.A.Romero, Breve Historia Contemporánea deArgentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1994

Page 28: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

distribución, de participación y de legitimidad. A partir de su constatación estudia los rasgosfundamentales de la estrategia y el estilo político de Perón y las relaciones entre el gobierno y losprincipales factores de poder -las fuerzas armadas, los sindicatos y las organizacionesempresariales. Analiza también las diferentes fases del gobierno peronista, enfatizando suscontradicciones y limitaciones que encuentra como causales de su derrota. La obra de Waldmannrefleja el clima intelectual de principios de los setenta en la medida en que el autor se pregunta porqué el peronismo no constituyó un movimiento auténticamente revolucionario, enfatizando ycensurando su carácter reformista. Pero al mismo tiempo constituye, como ya dijimos, una de laspocas obras de síntesis recientes sobre el período 1945-55.

El libro de Buchrucker es una obra de historia de las ideas en el período 1927-1955, que elautor analiza como el de gestación de nuevas ideas y nuevos movimientos políticos, destacandocomo los más significativos, en uno y otro campo, al nacionalismo y el peronismo. Estudia lasdistintas vertientes y expresiones del nacionalismo, confrontándolas con las matrices europeas ycon el contexto nacional e internacional, preguntándose qué influencia ejerció sobre el peronismo.

A partir de una investigación exhaustiva y profunda, el autor examina coincidencias ydivergencias entre uno y otro, remarcando las diferencias ideológicas y estructurales. El trabajo deBuchrucker se propone sobre todo "un análisis preciso de los impulsos ideológicos que integraronel peronismo", y desde ese punto de vista es una contribución a la línea de trabajos interesada enel problema de la "naturaleza del peronismo". El autor relativiza la influencia del nacionalismo(fundamentalmente del nacionalismo más conservador) sobre el peronismo, enfatizando asimismolas diferencias entre peronismo y fascismo y entre peronismo y franquismo.

La crisis de la dictadura y la transición hacia la democracia desde comienzos de losochenta reavivaron el interés por el estudio de la ecuación autoritarismo/democracia. Entre lasobras de conjunto que incluyen el período anterior a 1955 se destacan la del historiadornorteamericano Robert Potash y la del politólogo francés Alain Rouquié.

R.Potash había publicado a fines de la década de 1960 el primer tomo de su obra Elejército y la política en la Argentina. 1928-1945, y editó un segundo, sobre el período 1945-62 acomienzos de la de 198095. Potash estudia la actividad política del ejército analizando lascaracterísticas y evolución de la institución y de sus cuadros así como la interacción entre civiles ymilitares a lo largo de los distintos gobiernos que se sucedieron. Frente a las interpretacionesgeneralizantes y de corte teórico esbozadas para explicar el militarismo latinoamericano proponeun enfoque centrado en el estudio del desarrollo institucional de la Argentina contemporánea96.

Un enfoque similar propone Rouquié en su obra Poder militar y sociedad política en laArgentina97 en la que trata de establecer las causas de la inestabilidad política y de la sucesión deregímenes militares desde la década de 1930. Rouquié rechaza las interpretaciones generalesque atribuyen dicha inestabilidad al subdesarrollo o a razones de índole cultural, enfatizando lassingularidades del caso argentino. Analiza a los golpes de Estado como la expresión de una largacrisis política, como una respuesta militarista a una situación nacional particular, en los que secombinan las condiciones del contexto con ciertos rasgos específicos de la "sociedad militar".

Un tema que ha despertado un creciente interés en los últimos años es el de la relaciónentre la Iglesia católica y el peronismo. En una línea de interpretación novedosa, Loris Zanattaestudia el papel de la Iglesia y el Ejército en la génesis del peronismo98. Partiendo del análisis dela crisis del proyecto liberal en 1930, analiza el rol de la Iglesia en la articulación de las tendenciasantiliberales que surgieron en diversos planos, ofreciéndoles solidez institucional y coherenciadoctrinaria. Según Zanatta la Iglesia y el catolicismo consiguieron cohesionar la oposición alliberalismo y al socialismo, promoviendo un proyecto político, social e ideológico alternativo, encuyo núcleo se encontraban el confesionalismo, el nacionalismo, el hispanismo y elcorporativismo. El autor se refiere al proyecto de construcción de una "nueva cristiandad",compartido por Iglesia y Ejército, que incluía la voluntad de integrar al pueblo a través de una

95 Robert Potash, El ejército y la política en la Argentina.1928-1945. De Yrigoyen a Perón, Buenos Aires,Sudamericana, 1971; id., El ejército y la política enla Argentina.1945-1962. De Perón a Frondizi, Buenos Aires,Sudamericana, 198196 R.Potash ha publicado también Perón y el GOU. Los documentos de una logia secreta, Buenos Aires, Sudamericana,198497 A.Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argenitna, BuenosAires, Emecé, 1981 y 1982 .98 L.Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo. 1930-1943, U.N.deQuilmes, 1996

Page 29: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

política de reformas sociales de rasgos populistas. Considera que la influencia de hombres e ideasdel catolicismo populista fue clave en la elaboración del proyecto y la doctrina peronistas y sobrela evolución intelectual del mismo Perón en los años precedentes a su ascenso al poder. Porúltimo, sostiene que más allá del fracaso de la construcción de un nuevo orden cristiano en laArgentina, el hecho de que el peronismo haya recogido muchas de sus banderas significó elocaso del proyecto liberal y la incorporación de las masas en la vida política y social en el másantiliberal de los contextos.

Otros trabajos, como los de Susana Bianchi y Lila Caimari, han colocado el acento en laconflictiva relación entre el peronismo y la Iglesia, derivando algunos de ellos en investigacionessobre la Iglesia como actor político99.

Entre los temas que se investigaron en la década de 1980 sobre el peronismo en la etapa1946-55 cabe mencionar los de la cultura política y el análisis del discurso, que reflejan tanto elcreciente interés por lo cultural como la influencia de líneas de investigación novedosas. El libro deAlberto Ciria sobre política y cultura popular se centra en particular en el tema de la culturapolítica, pero al mismo tiempo presenta como novedad un interés sobre los rituales que serácaracterístico de obras más recientes con una clara orientación antropológica. Con respecto alanálisis del discurso, se destacan los trabajos de Emilio de Ipola y de Eliseo Verón y Silvia Sigal,habiendo recibido este último un balance crítico de parte de Tulio Halperín Donghi100.

Entre las contribuciones más recientes acerca del peronismo deben mencionarse lostrabajos de Daniel James, que ofrecen una visión renovadora desde la perspectiva de la nuevahistoria social inglesa y de la denominada "historia desde abajo". Con esta base metodológicaanaliza las experiencias vividas, las percepciones, los elementos del discurso y del contradiscurso,lo vivido y lo sentido, antes y durante el gobierno peronista y su resignificación posterior.

El artículo sobre el 17 de octubre en Berisso y Ensenada101 ofrece una alternativa aldebate sobre los orígenes del peronismo, sosteniendo que más que el papel desempeñado por laorganización formal de la clase obrera debe considerarse las formas concretas de movilización yde protesta social que adoptaron los acontecimientos de octubre. Insiste asimismo en lanecesidad de considerar la dimensión social y cultural de la participación de la clase obrera en elperonismo, y desde esta perspectiva estudia la movilización del 17 y el 18 de octubre, a la que vecomo la expresión de un cuestionamiento a las formas aceptadas de jerarquía social y a lossímbolos de autoridad. En su libro Resistencia e Integración102 retoma el tema de la relación entreel peronismo y la clase trabajadora argentina discutiendo las interpretaciones preexistentes por suelevado nivel de abstracción y rescatando la especificidad de una experiencia histórica y demovimientos sociales concretos. Allí polemiza con la sociología de la modernización, el marxismoy la izquierda peronista por su incapacidad de captar adecuadamente la complejidad de laexperiencia de la clase trabajadora. Otros temas que desarrolla son la redefinición de la noción deciudadanía y el "impacto herético" del peronismo que generó una fuerte polarización en lasociedad entre peronistas y antiperonistas103.

El enfoque de James incluye una revalorización de los testimonios orales, "de este modo larelación entre los relatos personales y la historia es compleja y problemática [...]. Tenemos queaprender a leer estas historias y los símbolos y la lógica ensamblados en ellos, debemos ser

99 L. Caimari. Perón y la Iglesia Católica, Buenos Aires, Ariel, 1995; S.Bianchi, "La Iglesia catóica en los orígenes delperonismo", Anuario IEHS, V, 1990"; J:O.Frigerio, El síndrome de la "Revolución Libertadora": la Iglesia contra elJusticialismo, Bs.As., CEAL, 1990100 A.Ciria, Política y cultura popular, Buenos Aires, De la Flor, 1983; E.De Ipola, Ideología y discurso populista,Buenos Aires, Folios, 1983; E.Verón y S.Sigal, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista,Buenos Aires, Legasa, 1986; T.Halperín Donghi, Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, en id., Ensayosde historiografía, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1996101 D.James, 17 y 18 de Octubre de 1945: "El peronismo, la protesta de masas y la clase obrera argentina", DesarrolloEconómico, n°107, vol.27, 1987102 D.James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-1976, Buenos Aires,Sudamericana, 1990103 En una línea similar a la de James pueden citarse los trabajos de Ernesto Salas, "Cultura popular y conciencia declase en la resistencia peronista", Ciclos, n° 7 , 1994 , y de Danilo Martucelli y Maristella Svampa, La plaza vacía,Losada, 1997

Page 30: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

cuidadosos de su profundo significado y hacer justicia a la complejidad encontrada en las vidas ylas experiencias históricas de aquellos que nos las cuentan"104.

Entre los trabajos más recientes el de Mariano Plotkin105 estudia la construcción delaparato propagandístico del peronismo, enfatizando el papel del Estado en la construcción de unaidentidad y los rasgos autoritarios del régimen. Los trabajadores son presentados sólo comoreceptores de lo ideado y ejecutado por los aparatos ideológicos del Estado. Analiza en particularla educación y los libros de lectura, así como los rituales y la construcción de una liturgia política yun imaginario, desde una visión antropológica. Plotkin sostiene que a partir de un discursoapoyado en la Iglesia y el Ejército, Perón intentó construir un consenso político-social, dirigiéndosea los trabajadores, al sector industrial y a la clase media. Indica que el éxito o fracaso en el logrode dicho consenso determinó los apoyos y el grado de polarización en torno a su proyecto. ParaPlotkin Perón sólo fue plenamente exitoso en la relación espontánea y directa que estableció conlas masas106.

Otros autores han contribuido al enfoque cultural a través del abordaje de problemas máspuntuales, como la educación, la arquitectura, la familia y las mujeres peronistas107. Una seccióndel Anuario del IEHS de 1993 estuvo dedicado a estudios sobre el peronismo, y una recientecompilación de M.E.Spinelli y S.Bianchi, sobre Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentinacontemporánea, publicada por el mismo Instituto, recoge nuevas contribuciones, entre ellas unartículo de M.E.Spinelli sobre la historia política del siglo XX en la Argentina108. Otra línea deinvestigación que se ha desarrollado es la de los trabajos que examinan situaciones regionales,tanto en lo que se refiere a la historia de los trabajadores como a la de la actuación de las diversasfuerzas políticas.

Emilio De Ipola y Federico Neigburg han publicado dos balances sobre las interpretacionesdel peronismo109. De Ipola estudia el problema de la "naturaleza" del peronismo desde distintasinterpretaciones globales ofrecidas por los científicos sociales, centrando su análisis en laproblemática de la continuidad y la ruptura entre el peronismo y su pasado. Neigburg propone, através del estudio de las relaciones entre la invenciónd el peronismo y la constitución de lasociología en la Argentina, revisar las interpretaciones sobre los orígenes y la naturaleza delperonismo, trasladando el eje desde las características de su base social hacia la producción designificados de parte de agentes sociales ubicados en las clases medias y altas.

Merecen destacarse, por último, dos contribuciones de Tulio Halperín Donghi110. Una deellas, El lugar del peronismo en la política argentina, busca explorar las raíces entre el peronismoy su pasado, encontrando similitudes entre Perón y tres generales que lo precedieron: Mitre,Roca y Justo. Halperín señala que la posición dirigente de todos ellos tenía sus raíces fuera de laesfera de la política de los partidos (en contraste con el caso de Yrigoyen), ejerciendo un liderazgode raíz dual, en el que la autoridad que emana del Estado complementa o suple en la esferapolítica la que se cimenta en cualquier solidaridad partidaria. El autor encuentra en esta complejaexperiencia histórica (que remonta hasta la época de Rosas) una clave para entender mejor larelación entre Perón y su séquito político, remarcando la continuidad entre el peronismo y latradición política argentina. Observa al mismo tiempo otra continuidad en la idea de estructurar unorden político capaz de armonizar las exigencias de todos los sectores sociales, ya presente en 104 D.James, "Historias contadas en los márgenes. La vida de Doña María: historia oral y problemática de género",Entrepasados, n°3, 1992, p.10105 M.Plotkin, Mañana es San Perón, Buenos Aires, Ariel, 1993106 Esta afirmación ha sido cuestionada recientemente por Raanan Rein en Peronismo, populismo y política, BuenosAires, Ed. de Belgrano, 1998. Rein sostiene que en la relación entre Perón y las masas fue fundamental la participaciónde mediadores, la "segunda línea" del liderazgo peronista, integrada por dirigentes políticos y sindicales.107 S.Bianchi, "Las mujeres en el peronismo (Argentina, 1945-55), en Historia de las mujeres. El siglo XX, bajo ladirección de Francoise Thebaud, Taurus, vol.V, 1993; id. "Catolicismo y peronismo. La educación como campo deconflicto (1946-1955)", Anuario IEHS,. 11, 1996 A.Ballent, "Arquitectura y ciudad como estéticas de la política. Elperonismo en Buenos Aires, 1946-1955", Anuario IEHS, 8, 1993108 S.Bianchi y M.E.Spinelli (comps.), op.cit.109 E.De Ipola, "Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance de las interpretaciones del Peronismo",Desarrollo Económico, v.29, n°115, 1989; F.Neigburg, "Ciencias Sociales y mitologías nacionales. La constitución dela sociología en la Argentina y la invención del peronismo", Desarrollo Económico, n°136, 1995110 T.Halperín Donghi, El lugar del peronismo en la tradición política argentina, en S.Amaral y M.Plotkin (comps),Perón, del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993; T.Halperín Donghi, La larga agonía de la Argentina peronista,Buenos Aires, Ariel, 1994

Page 31: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Echeverría, pero señala que, en la medida en que el peronismo se identificó más estrechamentecon algunos sectores sociales y sus reivindicaciones, generó condiciones que hacían imposibledicha armonía y que llevaban en cambio al combate entre adversarios. Para Halperín, "lacontinuidad con la más antigua y sólida de nuestras tradiciones políticas vino a acentuar, antesque a atenuar, la ruptura que el peronismo introdujo en la vida argentina [...]".

En otro ensayo reciente, La larga agonía de la Argentina peronista, Halperín retoma lasreflexiones de una obra precedente -La Argentina en el callejón-, publicada por primera vez enMontevideo en 1964, treinta años antes. El tema central es el análisis de la crisis argentina quealcanzó su etapa decisiva entre el cordobazo y la hiperinflación, en la que el autor ve elentrelazamiento de tres procesos: el agravamiento del conflicto sociopolítico, la agonía de lasociedad perfilada bajo la égida del peronismo y la huella duradera de las modalidades que tuvo elingreso de la democracia electoral en la Argentina, signado por la denegación de legitimidad delas fuerzas en pugna. Aunque la reflexión del Halperín se centra en la etapa post 1995, contieneuna serie de referencias al peronismo "clasico" de 1945-55, entre las que se destaca la idea delperonismo como una revolución social y su continuidad hasta fines de la década de 1980.

4.Nacionalismo y nacionalistas

El nacionalismo ha sido considerado un movimiento enormemente influyente en laevolución de la política argentina. Ello explica la cantidad de estudios que se le han dedicado altema. En general esa posición ha sido sostenida sobre todo por los estudiosos extranjeros - comoDavid Rock, Marisa Navarro Gerassi o Sandra Mc.Gee Deutsch111-que han enfatizado esecomponente autoritario en la cultura política argentina y su influencia directa o indirecta en lainestabilidad política. Otros trabajos, en especial los de Enrique Zuleta Alvarez, han limitado esainfluencia, viéndolo, en conjunto, como subalterno a otras tradiciones políticas112. Todo ello remitea varios problemas. En primer lugar, al de las raíces del nacionalismo y la cronología másadecuada para estudiarlo, y en segundo, a las relaciones identitarias o no del mismo con elperonismo.

Existen tres posibilidades en cuanto a la cronología. La que se ha convertido en máscomún es comenzar con el momento de principios del siglo XX. El trabajo citado de Zuleta Alvarezpresenta las supuestas continuidades entre el nacionalismo cultural del Centenario y elnacionalismo político posterior. La misma cronología utilizan María Inés Barbero y FernandoDevoto113 y luego tambíen David Rock. Otra alternativa era la propuesta por historiadoresnorteamericanos menos ligados a la noción de nacionalismo como movimiento antiliberal dederecha o de extrema derecha. Esta línea había sido seguida por Samuel Baily y sobre todo porCarl Solberg, en un libro cuya importancia retrospectivamente debe destacarse114.

Efectivamente, no siempre es sencillo escindir nacionalismos políticos de aquellos otrosque los norteamericanos llaman nativismo, es decir estrategias para construir una identidadhomogénea entre los ciudadanos de un Estado. Al incorporar los problemas de construcción de laidentidad nacional la cronología se corre hacia atrás, hacia el siglo XIX, sea a la década de 1880,abierta con las reflexiones críticas de Sarmiento en Condición del extranjero en América, sea a ladécada de 1850 y Mitre y la formulación de un relato histórico identitario desde el "mito de losorígenes".

En realidad esa revitalización del tiempo largo está vinculada a la difusión de trabajosproducidos en la historiografía europea acerca del problema de la construcción o "invención" de laidentidad nacional en el siglo XIX. Al acortarse la cronología de las naciones europeas, vistasahora como fenómenos producidos no desde remotas esencias sino desde la voluntad política delas élites de construirlas, el denominar a esos intentos nacionalismos emerge inmediatamente. En

111 David Rock, La Argentina autoritaria, Buenos Aires, Ariel, 1993; Marisa Navarro Gerassi, Los nacionalistas, BuenosAires, Jorge Alvarez, 1969; S. McGee Deutsch, Counterrevolution in Argentina, 1900-1932: The Argentine PatrioticLeague, The University of Nebraska Press, Lincoln, NE, 1986112 E.Zuleta Alvarez, El nacionalismo argentino, BuenosAires, La Bastilla, 1975, id. "El nacionalismo argentino y lahistoriografía contemporánea", en Academia Nacional de la Historia, Noveno Congreso Nacional y Regional deHistoria Argentina, Buenos Aires, 1996113 M.I.Barbero y F.Devoto, Los nacionalistas, Buenos Aires, CEAL, 1983114 S.Baily, Movimiento obrero, nacionalismo y política en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1984; C.Solberg,Inmigration and Nationalism. Argentina and Chile, 1890-1914, University of Texas Press, Austin & London, 1970

Page 32: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

este sentido los estudios de los fenómenos de construcción de la nacionalidad comienzan a entraren una historia del nacionalismo. Es aquí evidente la influencia de autores, por otra parte muydistintos entre sí, como Eric Hobsbawm, Benedict Anderson, Maurice Agulhon o Pierre Nora.Para1000 la Argentina han utilizado esta perspectiva los trabajos de Liliana Bertoni, FernandoDevoto y Nicolás Shumway115. Aunque en este último caso la necsidad de ligar esa lectura(influida por Anderson) con una reconstrucción de las dos líneas históricas planteadas por elrevisionismo da un curioso tono anacrónico a la propuesta de su libro. En cualquier caso, lo queemerge con claridad de una lectura de más largo plazo es que el momento del centenario nopresenta ninguna originalidad y que buena parte de las ideas de los jóvenes de la nuevageneración están ya en los intelectuales del ocaso conservador. Lo que hay de nuevo es elénfasis en los tonos y la voluntad más explícita de fundar una nueva tradición en torno a un mitoliterario como el "Martín Fierro" de Hernández.

Si el nacionalismo cultural de los jóvenes antipositivistas del centenario se articulaprofundamente con el momento y la generación precedentes, la búsqueda de los elementosnovedosos debe desplazarse nuevamente al momento político abierto con el advenimiento delradicalismo al poder. Aunque también el nacionalismo de derecha antidemocrático puede también(al igual que el cultural) ser indagado en relación con los momentos precedentes y, como enseñael ejemplo europeo, con el nacionalismo liberal, radical e identitario que, heredero de la revoluciónfrancesa, estaba asociado con el uso excluyente de este término a lo largo del siglo XIX.

Desde luego que la conformación de un pensamiento sistemático antiliberal yantidemocrático es más lento de lo que se ha supuesto. Es necesario rever sobre todo las lecturasdel momento posterior a la primera guerra mundial, desarmando lo que parece ser un frentedemasiado homogéneo. En especial las lecturas de la Liga Patriótica (Mc.Gee Deutsch, entreotras), no evidencian suficientemente bien el carácter conservador y sustancialmente apolítico delmovimiento. En este sentido, con los límites de presentarse como un alegato justificatorio yexculpatorio, el libro de Caterina brinda elementos empíricos para ver a la liga como unaagrupación no fascista o en el mejor de los casos como un potencial fascismo que no fue. Lasoledad de la propuesta política de Lugones y su final recaída en la solución militar, buscando enella una élite alternativa a la fala de una base de masas para una propuesta fascista, exhibe mejorque nada cuánto el clima argentino era distinto del de la inmediata posguerra europea.En estesentido el caso argentino puede compararse más con la España de Primo de Rivera que con laItalia mussoliniana, ya que al igual que en aquélla faltan las bases para una solución de tipofascista y la élite militar proveerá la solución alternativa. En la Argentina, contra lo que sostieneuna pertinaz tradición historiográfica, era difícil soldar en uno solo a los dos enemigos de lostradicionalismos: el populismo de Yrigoyen, a su modo permeado de nacionalismo, y la agitaciónizquierdista, es decir octubre de 1916 y enero de 1919. Ello impedía la consolidación de unmovimiento de derechas con amplio séquito que se confrontase claramente con el gobierno ypudiese delinear en términos precisos el rostro de su enemigo.

Los años veinte son pues los años de lenta preparación de un movimiento reaccionariocuyo punto de partida es la relectura en una clave no democrática de la tradición liberaldecimonónica y una opción política que no se distingue sin dificultad de los sectoresconservadores. Son de utilidad los textos reunidos por Mario Nascimbene sobre BenjamínVillafañe116, que muestran la equivalencia de tonos entre el conservador jujeño y los nacionalistas,o la admiración reiterada de los hombres de "La nueva república" no sólo por la constitución de1853 sino incluso por una figura como Rodolfo Rivarola. Ello lleva a la necesidad de no ver unmovimiento continuo desde el primer nacionalismo hasta el terror militar, como sugieren trabajoscomo el de McGee Deutsch o el Shumway.

El nacionalismo de los veinte culmina en un golpe ambiguo como el de Uriburu que esmenos corporativo que lo que a primera vista parecía. No sólo menos corporativo, por laexistencia de dos líneas dentro del uriburismo mismo (y no sólo entre uriburismo y justismo) sinoque globalmente considerado muy débil, como lo exhibe la pronta débacle de los proyectos demodificación constitucional del presidente.

115 N.Shumway, La invención de la Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1993116 M.Nascimbene, El nacionalismo liberal y tradicionalista y la Argentina inmigratoria: Benjamín Villafañe (h.),Buenos Aires, Biblos-Fundación Simón Rodríguez, 1997

Page 33: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

En general, las interpretaciones de la revolución de 1930 estaban dominadas por laperspectiva de las fuentes justistas o que reflejaban ese punto de vista (Sarobe, Perón, Pinedo).La publicación reciente de parte del archivo Uriburu117 permite percibir imágenes diferentes. Deigual importancia para ver las relaciones del uriburismo con el mundo político es la publicaciónreciente de dos de los volúmenes de la correspondencia de Alvear118.

En este punto puede decirse que hay un nuevo consenso en la historiografía en el sentidode redimensionar la importancia del fenómeno corporativo del uriburismo, tnato como suhomogeneidad. Hacia allí se orientan D.Rock, L.Zanatta y más en general Cristian Buchrucker119.También el libro de C.Mayo y F.García Molina sobre la revolución de 1930 y el petróleo, que másallá de su título plantea un análisis bastante más matizado del problema. Matices que aparecenpese a algunas caídas de tono ideológico tmabién en el libro de María Dolores Bejar Uriburu,Justo y el auge conservador120.

La debilidad numérica e ideológica del nacionalismo en 1930, su extracción social casiequivalente a la del patriciado conservador121, su escasa voluntad de movilización política -másallá de los debates periodísticos y de las conjuras de salón- si es comparada con la fortaleza quetiene en 1943, con su plebeyización, con su conflictividad en las calles, etc., obliga a plantearse elproblema en otros términos. Ellos son los de una auténtica ruptura en el nacionalismo entre ladécada de 1920 y la de 1930. Enn estos años el nacionalismo cambiará significativamente. Enrealidad quizás convenga utilizar la idea del pasaje de un tradicionalismo conservador a unnacionalismo muy permeado de elementos católicos y fascistas y d una apertura en la extracciónde sus miembros. Entre los elementos novedosos se encuentra un más fuerte antisemitismo. Estees, más allá de su presencia ocasional, poco relevante en el conjunto de la temática de los añosveinte y sus hombres, pero sí lo será en los treinta122.

Se necesitaría un mejor estudio de las figuras más relevantes del nacionalismo entre losveinte y los treinta, aunque disponemos de algunos estudios nuevos sobre Ricardo Rojas,Lugones y los hermanos Irazusta123. Lamentablemente estas transformaciones del idearionacionalista son poco conocidas en sus matices. En especial ha sido poco indagada su relacióncon el movimiento católico, y con los cambios que se producen en éste124. Disponemos debastantes trabajos sobre el momento inicial de "Criterio", que no perciben cuánto la situación seaambigua en el seno del mismo. En especial, son de interés las pervivencias de la relación entrelos católicos y la tradición liberal a la Estrada-Goyena o su vinculación con las vanguardiasestéticas y literarias, aunque sean minimizadas o no consideradas por autores como M.E.Rapalloy L.Zanatta. El trbajo de Carlos Floria y Marcelo Monserrat es útil para ver algunos rasgos delmovimiento católico en los años treinta a través de la revista y sobre todo la admiración, enpersonas como Franceschi, no a los fascismos estatalistas o paganizantes sino al salazarismo

117 C.Mayo y F.García Molina, Archivo del General Uriburu: autoritarismo y ejército.1, Buenos Aires, CEAL, 1986118 Instituto Di Tella, Serie Archivo Alvear, Buenos Aires, 1997119 D.Rock, op.cit., L.Zanatta, op.cit., Ch.Buchrucker, Nacionalismo y peronismo, Buenos Aires, Sudamericana, 1987120 C.Mayo y F.García Molina, La Revolución de 1930 y el petróleo, Buenos Aires, CEAL, 1985; M.D.Béjar, Uriburu,Justo y el auge conservador, Buenos Aires, CEAL, 1986121 S.McGee Deutsch, The Right under Radicalism, 1916-1930, en S.McGee Deutsch and Ronald Dolkart (eds.), TheArgentine Right, SR Books, Wilmington, DE, 1993122 L.Senkman (comp.), El antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, CEAL, 1989123 Ricardo Rojas, tesis de doctorado en el Insituto Universitario Ortega y Gasset. Aunque sobre Lugones la mayor partede lo publicado concierne a su poética en sí o en relación con sus ideas políticas, disponemos ahora de una buenabiografía del conjunto de los aspectos de su vida, equilibrada y erudita, escrita por Alberto Conil Paz, Buenos Aires,Huemul. Sobre Rodolfo Irazusta se ha publicado un volumen de homenaje que reúne pequeñas intervenciones ytambién algunos textos (Rodolfo Irazusta, 1897-1967, Testimonios, Buenos Aires, Huemul, 1980) Sobre Julio Irazustadisponemos de una biografía intelectual realizada como tesis de doctorado por Juan Segovia, dirigida por E.ZuletaAlvarez (J.Segovia, Julio Irazusta. Conservatismo y nacionalismo, Mendoza, EDUIM, 1992), y de un volumen dehomenaje del grupo de discípulos mendocinos (E.Díaz Araujo, M.G.García Saraví y E.Zuleta Alvarez, Homenaje aJulio Irazusta, Mendoza, 1984). Sobre José Féliz Uriburu hay un fragmento de tipo periodístico que forma parte de labiografía colectiva de los Uriburu, de Fernández Lalanne. Sobre Gálvez no se dispone de nada mejor que la tesis deMonica Quijada, Manuel Galvez. 60 años de pensamiento nacionalista, Buenos Aires, CEAL, 1985124 M.E.Rapallo, "La Iglesia católica argentina y el autoritarismo político: la revista Criterio", Anuario IEHS, 5, 1990;Loris Zanatta, op.cit., C. Floria y M. Monserrat, El pensamiento de Gustavo Franceschi y la revista Criterio en la culturapolítica argentina, en M.Monserrat (comp.), Usos de la memoria. Razón, ideología e imaginación históricas, BuenosAires, Sudamericana-San Andrés, 1996

Page 34: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

portugués. En cualquier caso, es evidente la emergencia de un nacionalismo católico en figurascomo Meinvielle y Castellani. Un balance de conjunto del movimiento católico aparece en lastesis de F.Mallimacci y A.Ivereigh.

Entre otros elementos nuevos se encuentra la difusión de las ideas de Carl Schmitt, temaindagado en una vasta investigación por Jorge Dotti, de la que ha aparecido un pequeño anticipo -centrado en la compleja figura de Saúl Taborda- en la revista "Prismas" de la Universidad deQuilmes. Quizás a falta de más trabajos sobre corrientes menores, la mejor síntesis disponible anivel informativo siga siendo la de Cristian Buchrucker. Desde un punto de vista político se disponede un mejor conocimiento sobre todo del partido conservador de la Provincia de Buenos Aires, y ellopermite entrever las estrechas relaciones que los "nacionalistas" entretejieron con los conservadoresdurante los gobiernos de Martínez de Hoz y Fresco125

Un tema que ha recibido una nueva atención es el que concierne a los nacionalismos yfascismos en el seno de los grupos migratorios. En especial se dispone de trabajos de RonaldNewton y Mario Nascimbene sobre los italianos y de Ronald Newton comparando el fascismo en lacomunidad italiana con el nazismo en la alemana126. Falta en cambio reconstruir los lazos entre esosnacionalismos y los que operaban sobre la sociedad argentina tout court.

Otro tema del que se conocen mejor las etapas y las líneas de acción es el del revisionismohistórico. Predomina la idea de una cronología corta que ve al revisionismo como una respuesta a lacrisis de 1930, en especial en Tulio Halperín Donghi127. Una lectura que recoge elementos decontinuidad mayor, desde el clima abierto durante el radicalismo, es la de Diana Quattrocchi128. Sinembargo, la identificación del radicalismo con el rosismo, y/o la profesión de fe rosista de militantesradicales, generaba un rechazo de los tradicionalistas tipo "La Nueva República", alejándolos deiniciar una auténtica revisión del pasado argentino. Los estudios de Aurora Ravina y Noemí Girbal-Blacha en la obra colectiva acerca de la Junta de Historia y Numismática muestran que, desde unpunto de vista interpretativo, todos los elementos que componen el revisionismo están ya presenteshacia el centenario129. Lo que ocurre es que ellos no se han soldado con una lectura reaccionaria yantidemocrática del presente. Cuando ello ocurra nacerá el revisionismo130.

5.Temas y problemas de la historiografía de las relaciones internacionales (1930-1955)

En los años ochenta y noventa asistimos a un crecimiento en la cantidad y calidad detrabajos vinculados a las relaciones internacionales de la Argentina que no se agota en el períodoestudiado y se inscribe en el proceso más amplio de renovación historiográfica coincidente con larecuperación democrática.

En el caso concreto del período estudiado los aportes son desparejos. Por un lado el estudiode una coyuntura crítica como la segunda guerra mundial concentra la mayor parte de los trabajos.Este hecho ha oscurecido la trayectoria de la política exterior argentina durante la década del treinta,que no ha recibido un tratamiento similar. Estudios posteriores podrían establecer las hipotéticascontinuidades o no entre las dos épocas.

Existen también discontinuidades en los estudios de la relación entre la Argentina con lasgrandes potencias: la posibilidad de consulta de archivos norteamericanos amplió el campo de losinvestigadores. Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo en el caso de las relaciones con la UniónSoviética y los países del bloque oriental.

125 J.Melón Pirro y E.Pastoriza (comps.), Los caminos de la democracia. Alternativas y prácticas políticas. 1900-1943,Univ. de Mar del Plata-Biblos, 1996126 M.Nascimbene, Fascismo y antifascismo en la Argentina (1920-1945), en AA.VV., C'era una volta la Merica.Immigrati piemontesi in Argentina, Cuneo, L'Arciere, 1990; R.Newton, "¿Patria? ¿Cuál Patria? Italo-argentinos yGermano-argentinos en la era de la renovación nacional fascista, 1922-1945", Estudios Migratorios Latinoamericanos,22, 1992; id., German Buenos Aires, Texas U.Press, Austin y Londres, 1976127 T.Halperín Donghi, El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional, en id.,Ensayos de historiografía, cit.128 D.Quattrocchi, Los males de la memoria, Buenos Aires, Emecé,129 A.Ravinas, Junta de Historia y Numismática Americana (1893-1938). Una expresión institucional de la culturahistórica de élite, en AA.VV., La Junta de Historia y Numismática y el movimiento historiográfico en la Argentina,Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1996, T.1130 Monserrat, Cattaruzza

Page 35: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

La mayoría de los trabajos de la historiografía de las relaciones internacionales recienteresponden a lo que Tulio Halperín Donghi ha denominado la ausencia de debates ideológicos defondo en la sociedad argentina que estimulen la producción. 131 Si los estudios actuales en el campode las relaciones internacionales responden a esta premisa, deberíamos hacer una salvedad: lacuestión de los nazis y su relación con los sucesivos gobiernos argentinos.

Por último, muchos de los estudios relacionados con el gobierno peronista constituyentrabajos valiosos pero "contaminados" por la fragmentación característica de los últimos años en lasciencias sociales. Incorporar estos aportes en una visión más global, permitirá una imagen másexacta de la política exterior argentina en el período 1946-1955. Interpretación que bien puedecompletarse con un estudio comparado de la política exterior de los principales paíseslatinoamericanos, estudio prácticamente ausente en la historiografía reciente.

Pueden distinguirse por lo menos tres etapas en la historiografía de las relacionesinternacionales de la Argentina. La más tradicional de ellas o bien se encontraba circunscripta alderecho internacional o bien se reducía a los avatares de la diplomacia argentina.132

Los años sesenta y setenta dieron lugar a la aparición de otras líneas de trabajo contemáticas y preocupaciones diferentes. Esto se debió, fundamentalmente, por un lado, a laconsolidación de una disciplina específica de las relaciones internacionales y, por otro, al aporte deautores provenientes de las distintas ramas de las ciencias sociales en especial de la historia, lasociología, la economía y las ciencias políticas. No obstante, estos nuevos enfoques noreconocieron causas exclusivamente académicas: la teoría de la dependencia, en auge en esemomento, cuestionó el orden económico mundial vigente y, dentro de ello, la relación histórica deArgentina con las grandes potencias, especialmente con Gran Bretaña y los E.EE.UU.U. A su vez,este conjunto de preocupaciones se entroncó con un fuerte debate de esos años: la revisión delfenómeno peronista.

En un sentido amplio, el denominador común de las diferentes interpretaciones resultó ser labúsqueda de un marco conceptual, que, otorgado por aquellas ramas de las ciencias mencionadas,pudiera ofrecer una interpretación racional de la política exterior argentina.

En efecto, los trabajos de Juan C. Puig, Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari introdujeronnovedades a la forma de interpretar las relaciones internacionales argentinas. 133 Desde ópticasdiferentes, aunque todos ellos con una sólida formación jurídica, estos estudiosos identificaronciertas constantes en la historia de la política argentina hacia los demás países y “las diferentesetapas por las que atravesó esa política exterior en función de la forma y los grados de inserción dela argentina en el mundo”. 134

Sin embargo, es a principios de los años ’80 que la historia de las relaciones internacionalesse transforma en uno de los campos de mayor interés entre los historiadores. Un conjunto denovedosos estudios de autores vinculados al campo académico, representó un viraje decisivo en laforma de abordaje metodológico y empírico de la historia de las relaciones internacionales para elperíodo 1930-1955. 135

131 Tulio Halperín Donghi, en Roy Hora y Javier Trímboli; Pensar la Argentina, los historiadores hablan sobre historia ypolítica, El cielo por asalto, 1994.132 En esta línea historiográfica se destacan los textos de Miguel Angel Cárcano, La política internacional en la HistoriaArgentina, Eudeba, Bs.As., 1972-1977 e Isidoro Ruiz Moreno, Historia de las relaciones exteriores argentinas,1810-1955, Ed. Perrot, Bs.As., 1961.133 Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari, Política exterior argentina, 1930-1962, 1971; Gustavo Ferrari, Esquema de lapolítica exterior argentina, Eudeba, 1981 y Juan C. Puig, “La Política Exterior Argentina: Incongruencia Epidérmica yCoherencia Estructural”, en Juan C. Puig (Comp.) América Latina: Políticas Exteriores Comparadas , CEL, Bs.As.,1984134 Mario Rapoport, “Problemas y etapas en la historia de las relaciones internacionales de la Argentina”, enHistoriografía argentina (1958-1988) Una evaluación crítica de la producción histórica argentina, Comité Internacionalde Ciencias Históricas, Bs.As.,1990, p. 564135 Nos referimos principalmente a los trabajos de Mario Rapoport, Gran Bretaña, Estados Unidos y las ClasesDirigentes Argentinas 1930-1945, Ed. de Belgrano, Bs.As., 1988; Diplomacia en la Argentina , las relaciones con losEEUU y la URSS, Ed. Tesis, Inst. Di Tella, Bs.As.,1987 y El Laberinto Argentino, Eudeba, Bs.As.,1998; y a lostrabajos de Carlos Escudé, en particular 1942-1949. Gran Bretaña, EEUU y La declinación Argentina, Ed de Belgrano,Bs.As, 1996, 2da. edición. Pueden incluirse también dentro de esta nueva corriente los estudios pioneros de JorgeFodor, Arturo O´Connell y Juan Archibaldo Lanús.

Page 36: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Variados son los aspectos que los diferencian de las interpretaciones anteriores. En primerlugar, estos autores explicitan claramente el marco teórico con el que trabajan. En segundo lugar, lostemas centrales que subyacen en sus trabajos son: la existencia de un orden mundial y el análisis dela política exterior argentina como parte integrante del mismo y el considerar clave la dimensióneconómica y su relación con los factores políticos y estratégicos. El partir de esta concepción, hapermitido ampliar notablemente el espectro de actores involucrados en las relacionesinternacionales: ya no sólo el Estado ocupa un lugar dinámico, sino que la relación entre éste y lospartidos o “fuerzas sociales” internas otorga mayor complejidad a los procesos que relatan. Por otrolado, el procedimiento de toma de decisiones del Estado es visto no como la arena del libre albedríode los gobiernos sino inserto, en ocasiones, en una compleja trama burocrática.

Finalmente, las potencias internacionales intervienen desde un lugar de privilegio y en formaactiva en las relaciones que se establecen entre los países. En efecto, el rol de estas últimas esrevalorizado por las interpretaciones recientes que consideran los factores de poder y de interés alinterior de cada una de ellas.

Desde el punto de vista metodológico, debe destacarse la utilización de fuentes primarias: losarchivos diplomáticos argentinos y extranjeros, de escasa utilización hasta el momento de apariciónde estas obras, son ahora las fuentes principales.

La historiografía de las relaciones internacionales de los últimos años se centró en dosconjuntos de problemas: la neutralidad argentina durante la segunda guerra mundial y las políticasinternacionales del peronismo en el poder.

5.1 La neutralidad argentina durante la Segunda Guerra Mundial:

Las últimas décadas han sido testigos de la aparición de estudios que ponen de manifiesto laimportancia de los años treinta y cuarenta tanto desde el punto de vista económico, social y político,como en la relación de la Argentina con el resto del mundo. Estos trabajos permitieron revertir laimagen “congelada” que sobre el período se tenía a principios de los años setenta.En el plano de las relaciones internacionales varios autores señalaron la relevancia de los vínculosentablados por nuestro país con las principales potencias occidentales, Estados Unidos y GranBretaña, con el fin de comprender e interpretar la posición de nuestro país en el contexto de lasegunda guerra.Mario Rapoport, en una serie de trabajos que abarcan un período de publicación de casi veinte años,es quien en forma más sistemática ha abordado esta problemática.

Rapoport y otros autores han señalado cómo el funcionamiento del modelo agroexportador seasentó a partir de una fuerte relación complementaria entre Argentina y Gran Bretaña. Labilateralidad establecida se basaba en la producción de bienes primarios de la primera y suintercambio por productos manufacturados de la segunda. Por su parte, la presencia de los EstadosUnidos en la Argentina antes de 1914 era particularmente modesta. Pero, en los años veinte seradicó un gran número de empresas y compañías de seguros, bancos, etc. que presionaron lasexportaciones de ese país (hierro, acero, autos, etc.) desplazando a los artículos británicos en esosrubros. Además, la presencia norteamericana en el mercado de capitales resultó muy importante enlos años inmediatos posteriores a la guerra mundial, particularmente en préstamos a corto plazo. 136

Es este incremento del comercio argentino-norteamericano al término de la primera guerra mundialy, en particular, la llegada de capitales norteamericanos (inversiones directas o de corto plazo) elque afectará el predominio británico creando un esquema triangular de relaciones que se mantendráhasta la segunda posguerra.Este comercio triangular (Argentina tenía un excedente de exportaciones con el Reino Unido y unexcedente de importaciones con Estados Unidos, basado en el hecho de que ambas economíaseran competitivas y no complementarias) es el que permite a Rapoport explicar los diferentesposicionamientos de las clases dirigentes en la política internacional.Para la Argentina, la participación en el “triángulo” significaba supeditar su estructura productiva y,en particular, su estructura industrial a las manufacturas y bienes de capital norteamericano, pero,

136 En realidad, la creciente importancia industrial norteamericana provocará cambios de magnitud en la economíamundial a partir de la década del veinte, lo que forzará necesariamente a una reubicación de los interesesnorteamericanos y británicos en el contexto mundial.

Page 37: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

era evidente que en la década del veinte la dependencia excesiva de Gran Bretaña no traeríaresultados favorables a su desarrollo.137

Sin embargo, señala Rapoport,“los Estados Unidos no concretaron sus ventajas económicas en el plano político; incluso, laoposición de los intereses agrícola-ganaderos de ese país a la entrada de productos argentinos en elmercado estadounidense, terminó por favorecer un nuevo ajuste de la relación anglo-argentina. Estose tradujo en el frustrado Convenio D’Abernon, de 1929, ... y especialmente, en el Pacto Roca-Runciman, de 1933...” 138

Es en este sentido que el autor sugiere el comienzo de una relación triangular no deseadapor quienes eran los gestores del modelo de acumulación: los terratenientes. Y será esta la claveque permitirá, en última instancia, explicar la neutralidad argentina en la segunda guerra. 139

Desde la crisis del ’30 hasta la segunda guerra mundial la relación triangular se modifica. Larestricción del comercio internacional provocó que buena parte de los productos manufacturadosanteriormente importados de Gran Bretaña pasaran a producirse en la Argentina, mientras quenumerosas empresas de origen norteamericano se radicaban en nuestro país en competencia, enalgún caso, con los capitales británicos. El conflicto mundial no hizo sino manifestar a través de lasarmas el cambio de hegemonía en occidente: los británicos se transformaron gradualmente en unapotencia de segundo orden mientras EE.UU. se afirmaba en los campos de batalla y en la economíamundial. En esta compleja y traumática coyuntura internacional actúan “las clases dirigentes”argentinas. La actitud de los sectores dirigentes, constituye uno de los temas sobresalientes de todala obra de Rapoport. Para él, el término hace referencia, en forma indistinta, a aquellos sectores queforman parte de la denominada “oligarquía tradicional” y sus representantes, los políticosconservadores en el poder. 140

La actitud anacrónica de los gobiernos conservadores consistió en un reforzamiento delvínculo con su antiguo socio en momentos en que se encontraba en un lento pero inexorabledeclive. Rapoport ha señalado dos razones principales para comprender la conducta de las clasesdirigentes locales hasta por lo menos 1943:“Por un lado, las conflictivas relaciones con los Estados Unidos, consecuencia del problema creadopor las barreras proteccionistas existentes en el mercado estadounidense y de la fuerte controversiaentre ambos países en torno a la constitución de un sistema panamericano. Por otro, la necesidadde conservar los viejos vínculos con Gran Bretaña, que poseía cuantiosos intereses en la Argentinay constituía su mercado más importante.”141

A la vez, la presencia norteamericana en la Argentina continuó siendo seriamente resistida.Es que la otra dimensión del triángulo, la diplomática, parecía marchar por distintas vías a laspretendidas desde lo económico por funcionarios y empresarios argentinos. Es decir, la guerrageneró una paradoja singular: los sectores más lúcidos de las clases dirigentes argentinaspretendían el acercamiento económico con EE.UU. pero, los gobiernos estaban en malas relacionesdiplomáticas. A la vez, veían como indispensable alejarse de Inglaterra desde el punto de vista

137 Esta situación fue visualizada claramente por Alejandro Bunge, quien desde la Revista de Economía Argentinapregonaba por un acercamiento a los Estados Unidos, portadores de capital y tecnología necesarios para impulsar elmercado interno y regional (particularmente en rubros como transporte, automotor, petroleo, caminos, etc.) Juan JoséLlach; La Argentina que no fue. Las fragilidades de la argentina agroexportadora (1918-1930), Buenos Aires, IDES,1985138 Mario Rapoport; ¿Aliados o Neutrales ?..., p. 13139 Para esta temática Veánse; J. Fodor y A. O´Connell; “La Argentina y la Economía atlántica en la primera mitad delsiglo XX”, en Desarrollo Económico, Nº 49, abril-junio 1973; V.Vázquez Presedo; Crisis y retraso. Argentina y laeconomía internacional entre las dos guerras, Eudeba, 1978; Pedro Skupch, “El deterioro y fin de la hegemoníabritánica sobre la economía argentina, 1914-1947”, en M. Panaia, R. Lesser y P. Skupch, Estudios sobre los orígenesdel peronismo, Vol. 2, Buenos Aires, 1975 y el trabajo de Mario Rapoport, “El triángulo argentino: las relaciones conEE.UU y Gran Bretaña, 1914-1943”, en Mario Rapoport (comp.); Economía e Historia, Tesis, 1990140 No obstante, en su primer ensayo, no se advierte una clara distinción entre los sectores que poseen el control de lasactividades económicas y aquellos que se encuentran en la gestión del Estado. En el análisis de la década del ’30 estadiferencia desaparece decididamente: el Estado intervencionista argentino no es más que la expresión de una burguesíaamenazada por la crisis, idea bastante presente por esos años en las Ciencias Sociales.

141 Rapoport, Mario; Política y Diplomacia en la Argentina. Las relaciones con EE.UU y la URSS, Edit. Tesis, 1987

Page 38: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

económico, pero ésta resultaba ser un muy buen socio comercial durante el conflicto y un apoyopolítico casi incondicional frente a las ambiciones hegemónicas norteamericanas. 142

Durante un tiempo, las clases dirigentes argentinas mantuvieron un cierto margen de maniobradebido la necesidad de productos argentinos por parte de los británicos. Sin embargo, la provisiónde bienes y capitales que requería la economía nacional sólo podía lograrse desde los EE.UU.,como reveló el comienzo de la segunda guerra.

La escisión de la clase dirigente entre aliadófilos y neutralistas, nos dice Rapoport, respondea determinantes estructurales muy concretos: lo que se ponía en juego, más que la elección entrelos países aliados y los países del eje, era la alternativa entre los EE.UU. y Gran Bretaña. Elgobierno militar surgido de la revolución de junio de 1943 constituiría, a la postre, una bisagra en lahistoria argentina, sin embargo las opciones en materia de política exterior resultaban similares a lasde los gobiernos de la “oligarquía”. De ello derivó el mantenimiento de la neutralidad, que sólo lapresión del Departamento de Estado norteamericano podía doblegar. Otro de los aportes centrales de la obra de Rapoport es el análisis de la política de lasgrandes potencias con respecto a la Argentina para el período 1940-1945. La utilización profusa dedocumentación tanto de las cancillerías como de las embajadas y de los intercambios entre ellas esmuy importante y novedosa. Esta documentación pone de manifiesto la percepción que los actorestenían de los acontecimientos y su relación con las grandes líneas de política exterior.El autor realiza una distinción entre la visión de las diferentes cancillerías y los intereses económicosprivados pertenecientes a las potencias en Argentina, lo que permite observar la realidad desdediferentes posiciones. Si bien entre unos y otros existían coincidencias significativas, ladiferenciación como actores se advierte en tanto que los responsables directos de la política exteriordebían tomar en consideración la relación con otras potencias, mientras que los actores económicosno se encontraban directamente afectados por los compromisos asumidos por su gobierno. Esto sepercibe especialmente en el caso británico, donde el Foreign Office no desdeñó la política neutralistaargentina, en tanto favorecía el suministro de guerra, pero debió actuar al “filo de la navaja” dado elcompromiso con su aliado a nivel mundial: los EE.UU. Por el contrario, las empresas británicas,liberadas de ese lastre, estaban posibilitadas de llegar a un arreglo más rápido con las sucesivasadministraciones. 143

La competencia entre los dos aliados a nivel mundial por la hegemonía sobre la Argentina es otro delos temas claves del trabajo de Rapoport. Esta situación provocó que todo el accionar del F.O.estuviera destinado a contrarrestar o, al menos, a neutralizar el accionar norteamericano. El F.O.desarrolló una actitud tendiente a observar con equilibrio y pragmatismo la situación argentina ydispuesto, en todos los casos, a ver con benevolencia la neutralidad. Los análisis y el accionar de lacancillería británica, advierte Rapoport, deben ser mirados con ese prisma. Por el contrario, el accionar de los EEUU con respecto a la Argentina siguió líneas diferentes,hasta opuestas. El surgimiento de la política del “buen vecino” implicó una serie de principios quecontemplaban el “panamericanismo” en el campo político, la cooperación en el campo económico yla defensa hemisférica en lo militar. Desde un principio, el Departamento de Estado hizo gala de unainterpretación “ideologizada” de los gobiernos argentinos de ese período, calificándolos de “pro-nazis” o “pro-fascistas” e incluso interviniendo en la política interna argentina a través de suembajador, Spruille Braden. La pregunta que se hace el autor es cuál era el fundamento de estapolítica, esto es, si respondía a cuestiones meramente idealistas o a razones de índole económicosocial. La respuesta deriva del análisis de los sectores económicos norteamericanos, sus interesesy su capacidad para influir en el diseño de las políticas exteriores. Los poderosos sectores agrarios yganaderos norteamericanos no sólo deseaban impedir el ingreso de los productos argentinos aEstados Unidos, sino también desplazar a nuestro país como abastecedor de los mercados

142 Así, las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos en el contexto de la guerra no contaron con laparticipación activa de los ingleses que miraban con recelo los propósitos de ese país. Es que el aporte argentino a lacausa aliada resultó muy importante desde el punto de vista económico. “Una de las causas principales de la polémicaentre Churchill y Roosevelt acerca de la política a seguir hacia el gobierno de Buenos Aires (Inglaterra se oponía a lassanciones económicas y políticas propiciadas por EE.UU) era que la Argentina constituía una fuente crucial deabastecimientos para las islas británicas, llegado a representar incluso el 40 % del consumo británico de carnes” MarioRapoport, Aliados o Neutrales...Las libras bloqueadas derivadas de esta situación resultarían un elemento clave para el manejo de la política de“independencia económica” peronista en la posguerra.143 Mario Rapoport, Gran Bretaña, EEUU..., p. 297

Page 39: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

europeos. Una parte de la administración del presidente Roosevelt se apoyó sobre este sector, enespecial quien manejó el Departamento de Estado, Corder Hull, entre 1933 y 1944.

Así, por ejemplo, la política adoptada por Corder Hull a partir de agosto de 1943 se basabaen la idea de que el régimen militar nacido del golpe de junio era absolutamente pro-nazi y propensoa formar un bloque antinorteamericano en Latinoamérica. A partir de este momento la políticaexterior norteamericana hacia la Argentina se dejó sentir con especial crudeza: sancioneseconómicas, 144 coerciones diplomáticas, aislamiento político, intentos de desvincular a GranBretaña, etc.

En 1944 cuando el gobierno militar rompió relaciones diplomáticas con el Eje, subsistió laidea de que la Argentina no era todo lo “sincera” que el Departamento de Estado norteamericanodeseaba. Con la llegada de Farrell al poder la campaña antiargentina se intensificó, aunque no pudosumar a Gran Bretaña a la presión pues ésta veía las cosas de manera muy distinta.145

La renuncia de Hull y el advenimiento de Welles como secretario de Estado a fines de 1944, señalóun cambio de posiciones más favorables para la Argentina y los intereses económicosnorteamericanos. Críticos de la política de hostigamiento, tendrán en Rockefeller -nuevo Secretariode Asuntos Latinoamericanos- un propulsor del reconocimiento político de Argentina.

Es que dentro del gobierno norteamericano otros sectores económicos hicieron sentir suinfluencia: aquellos vinculados al sector industrial y financiero. Estos no veían como un obstáculo eldesarrollo industrial argentino, en tanto podían beneficiarse con exportaciones de bienes de altatecnología.

De esta manera el autor postula la coexistencia de dos líneas divergentes de políticasnorteamericanas con respecto a la Argentina a partir de tener intereses económicos contrapuestos.Para Rapoport, la política exterior argentina mostró rasgos de conflictividad durante toda la etapa.Esta conflictividad se reveló tanto en el plano interno como en el externo y tuvo como eje el viejotriángulo (incluyendo las tendencias a su desintegración) más que la confrontación aliados-Eje. Y,tanto es así que, cuando estalló la guerra, el conflicto diplomático entre la Argentina y los EstadosUnidos era notoriamente antiguo y derivado de las particulares relaciones establecidas entre nuestraclase dirigente, Gran Bretaña y los Estados Unidos durante años. La nueva situación bélica no hizo,entonces, más que agravar las tensiones preexistentes. Norteamérica vislumbró que la Argentina eraun estorbo para su política hemisférica -casi independientemente de lo que sucediera con la guerra-y la sometió, prácticamente, a una constante desestabilización política y a un boicot económico (unode sus objetivos era reequilibrar el poder militar sudamericano en beneficio del Brasil).

Sin embargo, Rapoport ha demostrado que junto a la línea dura existieron otras, basadasprincipalmente en los intereses sectoriales presentes y factibles de presionar tanto en los EstadosUnidos como en la Argentina (que, necesariamente, entendían debía vincularse a los EE.UU a lasalida de la guerra). También el neutralismo debe analizarse a la luz de los conflictos e interesespolíticos internos de los países integrantes del Triángulo. 146

En suma, la política de los países predominantes en el contexto de la Segunda GuerraMundial explica tan sólo una parte de la política adoptada por los distintos gobiernos argentinos.Tanto en la neutralidad, en la ruptura de relaciones como en la declaración de guerra los factoresexternos se encarnaron (y confundieron) en los factores internos.147

Rapoport encuentra así, coherentemente con el marco teórico desplegado, en lo economico-social los fundamentos de la política internacional. 144 Morgenthau, -Secretario del Tesoro en 1944- fue el artífice de una particular sanción económica: hizo congelar lasreservas de oro de la Argentina en los Estados Unidos. Ciria, Alberto; Partidos y Poder en la Argentina Moderna (1930-1946), p. 135145 Si bien reconocía el carácter nacionalista del régimen, este se mostraba bien dispuesto hacia Gran Bretaña. MarioRapoport, ¿Aliados o Neutrales ?..., p. 19146 En el caso argentino, la guerra mundial modificó sensiblemente la situación política, reubicó los distintos gruposinternos -por ejemplo acercó radicales, conservadores y comunistas- y planteó diferentes alternativas. Sin embargo, laneutralidad, además de una tradición era una medida lógica, pues permitió seguir comerciando con nuestros clientes (yen principio no fue objetada por los Estados Unidos). De todas maneras, creemos que ésta era una política de cortoplazo (tanto como durara la guerra) y en realidad se proyectaba una acercamiento económico con los Estados Unidos talcomo lo realizó finalmente el mismo Perón (en este sentido existe un eje vinculante importante entre Pinedo -y elproyecto tardío conservador- y el peronismo, siendo éste su resultante natural y a la vez su anulación.147 “...el eje fascismo-antifascismo tuvo más que ver con el surgimiento de Perón y el peronismo y la actitud de lossectores de oposición en contra de éstos que con la política exterior del país.” Mario Rapoport, Argentina y la SegundoGuerra Mundial..., p. 15

Page 40: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

En este primer trabajo, el peso de sus argumentaciones y de la documentación utilizada recae casiexclusivamente sobre las potencias internacionales. El lugar de los partidos políticos y, en general,de la política interna y su influencia en la coyuntura de las relaciones internacionales de la Argentina,ocupan un espacio breve que desarrolló con amplitud en otros tres trabajos, a los que considerócomo continuación y complemento de su obra anterior. 148

El primero de ellos, “Diplomacia, Comercio y factores Internos”, se concentra en laproblemática interna de los conservadores en el gobierno hasta 1943 y de los partidos políticos que,con el tiempo, conformarían la coalición denominada “Unión Democrática” para enfrentar a Perón en1946.

Rapoport observa que la política exterior argentina no fue en absoluto lineal, sino que siguióuna secuencia extremadamente cambiante entre 1940 y 1945, donde la neutralidad aparece como elprincipal tema de debate en la sociedad argentina hasta los comienzos del régimen militar. Cuandoéste declaró la ruptura de relaciones diplomáticas con las potencias del Eje a principios de 1944 yluego la guerra en marzo de 1945, la discusión se trasladará al grado de infiltración nazi en elgobierno militar.

Por su parte, la internalización del conflicto por parte de los diferentes sectores de la vidanacional siguió los acontecimientos de la escalada bélica a escala internacional: un primersubperíodo llega hasta 1941. Hasta ese momento, la localización del conflicto en Europa y la nobeligerancia de la URSS y los EE.UU., coinciden con el mayor margen de maniobra del gobiernoconservador de Ortiz-Castillo. El escaso eco del Plan Pinedo (sobre el que el autor va a contar conbibliografía actualizada)149 revela que la situación aún no estaba “madura” para un acercamiento alos EE.UU. Luego del ingreso al conflicto de las futuras superpotencias en 1941 se conformapaulatinamente el campo “pro-aliado”, producto, especialmente, del accionar de los comunistaspartidarios de un “Frente de Unidad Nacional”, antecedente cercano de la “Unión Democrática”. Estacoalición de partidos comenzó a perfilarse para enfrentar a la Concordancia en 1943, en vísperas dela Revolución de Junio. Con el golpe, el panorama político se hizo aún más enrarecido: al problemapolítico-institucional y la discusión del ingreso de la Argentina a la guerra se le agregó un tercero, ladiscusión de las políticas económicas y sociales.

La aparición de Perón, que el autor entiende como el resultado de una alianza de las nuevasclases surgidas de laS transformaciones sociales-económicas recientes, no hizo más que catalizar lacompleja situación interna. Sin embargo, la Unión Democrática finalmente adquirió forma cuando laembajada norteamericana, representada por el ala más dura del Departamento de Estado, nombró aBraden como embajador a principios de 1945.

Pero, ¿cuál es el significado que el autor da a estas alianzas desde el punto de vista de lapolítica internacional?. Rapoport señala que la conformación de la Unión Democrática constituyó unamanifestación tardía de la alianza soviético-norteamericana que perduró durante toda la guerra y queseñalaba que Alemania y la amenaza totalitaria en todo el mundo era el enemigo principal. Tanto enel Argentina, como en los EE.UU. y la U.S. había representantes de esta línea “internacionalista” decooperación y que se regía por los acuerdos de Teherán y Yalta. Esta tendencia perdería fuerzaprogresivamente y una de sus últimas manifestaciones fue el accionar de Braden en argentina.

La línea internacionalista coexistió con otra, encabezada por el presidente Roosevelt, quienveía con creciente desconfianza a la Unión Soviética y la visualizaba como la principal adversaria dela postguerra. Rockefeller y Massermith (sucesor de Braden) fueron los representantes de estaúltima tendencia en América Latina. Interpretaban la importancia que, a través de la figura de Perón,podía tener la Argentina en la contención del comunismo en el hemisferio occidental.Como vemos, las consignas “Braden o Perón” o bien “Nazismo o democracia”, esconden en elanálisis de Rapoport un significado mucho más profundo.

148 Dos de ellos, fueron publicados en Mario Rapoport, Política y diplomacia..., el otro es Los partidos de izquierda, elmovimiento obrero y la política internacional (1930-1946), CEAL, Bs.As.,1988149 Nos referimos a los artículos de Horacio Pereyra, “Pinedo y el Plan económico de 1940”, Todo es Historia, 113(abril 1978) y Juan José Llach, “El Plan económico de 1940, su significado histórico y los orígenes de la economíapolítica del peronismo”, Desarrollo económico, Nº 92 (enero- marzo 1984). En la actualidad siguen siendo los artículosmás significativos sobre el tema.

Page 41: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

El estudio de las relaciones con la URSS 150 constituye otro trabajo pionero en lahistoriografía argentina y es uno de los primeros en el que se utilizan fuentes primarias, en particulararchivos diplomáticos argentinos.

El objetivo central del autor es despejar ciertas incógnitas sobre la política de la URSS enAmérica Latina. El principal obstáculo señalado, lo constituye la inaccesibilidad de los archivossoviéticos (al menos en el momento de formulación del artículo). De tal manera que muchainformación que recoge Rapoport es indirecta (a través de la cancillería británica y del Departamentode Estado). Por otro lado, quizás resulte un tanto cuestionable la importancia otorgada al papel delPartido Comunista en tanto filtro exclusivo de la visión soviética de lo que ocurría en Argentina.

Finalmente, en otro trabajo, Rapoport revela la relación entre el movimiento obrero, lospartidos de izquierda y las cuestiones internacionales para el período estudiado. 151

En este caso el autor retoma las principales interpretaciones existentes sobre el movimiento obrero,principalmente las formuladas por Hugo del Campo, para construir sus hipótesis. 152 Tomando comobase aquellas premisas, Rapoport argumenta que tanto el Partido Comunista como el PartidoSocialista se transformaron a principios de los años cuarenta en fuerzas políticas considerables,hipótesis que años después fueron fuertemente discutidas, entre otros, por Daniel James. 153

Según Rapoport, el fracaso político de los partidos de izquierda se debió, en medidaimportante, a una cuestión “de línea”: la alianza que integraron en la Unión Democrática, reflejo de la“gran alianza” en disolución a nivel mundial, constituyó un error capital basado en una equivocadalectura del movimiento militar originado en junio de 1943. Hecho que enajenó la confianza de buenaparte de las clases obrera en los partidos de “izquierda” y comprometió su futuro político.

Si bien la obra de Rapoport ha dinamizado el estudio de las relaciones internacionales con laincorporación de factores internos, ciertos actores se encuentran ausentes o han sido poco tratadosen sus trabajos. Entre ellos los grupos corporativos tales como la Unión Industrial Argentina y LaSociedad Rural. Un estudio detallado de estas corporaciones permitiría completar el panorama deactores con influencia en la política internacional argentina.

Por último, cabe destacar la labor del autor en la recopilación documental de archivo de laArgentina, Gran Bretaña y de los Estados Unidos relativa a la posición de nuestro país durante lasegunda guerra mundial. 154 Una buena parte de estos documentos fue utilizada en los libros yartículos mencionados, otra tiene un alto valor para futuras investigaciones. Entre ellos, debendestacarse, los referidos a la relación argentino-alemana, fruto de testimonios de ex funcionariosalemanes que revelan, en particular, las iniciativas de la Embajada alemana para con los gobiernosargentinos y el grado de influencia nazi en el país.

Por su parte, Carlos Escudé, autor de varias obras, ha estudiado la inserción argentina en elsistema internacional en el mismo período clave: la segunda guerra y los años posteriormenteinmediatos, destacando “la política de las grandes potencias en el país”. 155 El objetivo central delautor es, en este caso, explicar el “milagro del sub-desarrollo argentino” de postguerra, es decir,aquello que juzga como el tobogán descendente del crecimiento económico argentino desdemediados de los años cuarenta.

Escudé, al igual que Rapoport, señala la existencia de la relación triangular que caracteriza laposición externa de argentina desde la primera guerra mundial. Sin embargo, para examinar dicha“triangularidad” la somete al análisis de una serie de variables que considera vitales para su análisis:el “eine prestige-frage”, el “imperialismo moral”, el “síndrome de irrelevancia de la racionalidad” y los 150 “El origen de las relaciones entre la Argentina, y la Unión Soviética 1917-1955”, en Mario Rapoport, Política yDiplomacia...151 Rapoport, Mario, Los partidos de izquierda, el movimiento obrero y la política internacional(1930-1946), CEAL,Bs.As.,1988152 Hugo Del Campo, Sindicalismo y peronismo, Clacso, Bs.As.,1983 y también Hiroshi Matsushita, Movimientoobrero argentino, 1930-1945, Hispamérica,1986. Del Campo sostiene que en la segunda mitad de la década del ´30,superada la fase más crítica de la depresión, se asiste a un florecer del movimiento obrero y de los principales partidosde izquierda.153 Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976, Sudamericana,1990154 Mario Rapoport, ¿Aliados o neutrales?, Eudeba,1988.155 Carlos Escudé, 1942-1949. Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, Ed. de Belgrano, 1996, 2da.Edición. En otros textos del autor se desarrollan ideas conexas con las expresadas aquí. Véase Carlos Escude, Patologíadel nacionalismo. El caso argentino, Buenos Aires, Tesis, 1987; Argentina vs. Las grandes potencias, Ed. de Belgrano,1986

Page 42: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

conflictos burocráticos. Así, la rivalidad diplomática-norteamericana, la competencia comercialanglo-norteamericana, la estrecha asociación anglo-argentina y un creciente nacionalismo argentinoconstituyen otros elementos que son considerados pero subordinados a los primeros.

Para Escudé, históricamente, los EEUU estuvieron enfrentados con la Argentina dado quecada uno de estos países intentó incrementar su prestigio a expensas del otro, generando fuertesresentimientos. Tradicionalmente nuestro país se sintió íntimamente ligado a Europa y capaz deliderar al resto de los países de América Latina. Esto chocaba inexorablemente con el papel queluego de la primera guerra mundial, estaría en condiciones de ocupar EEUU. Las cuestiones deprestigio imposibilitaron así todo tipo de relación “normal” o racional y tiñeron durante el período lasrelaciones entre ambos países.

El imperialismo moral constituye otra de las variables utilizadas para explicar las relacionesargentino-norteamericanas. El mismo consiste, básicamente, en una arma ideológica utilizada porlos norteamericanos con el fin de exportar sus instituciones y pautas de comportamiento político. Lasdiferentes políticas, sobre todo de los “liberales” o “halcones” de las administraciones Roosevelt yTruman, adquieren para Escudé la forma de verdaderas cruzadas ideológicas destinadas a laimplantación de instituciones democráticas en la Argentina bajo el pretexto de la influencia nazi-fascista.

Por otra parte, según este autor, en las postrimerías de la segunda guerra mundial, Argentinahabría dejado de jugar un papel relevante para los intereses estratégicos de los EEUU, por lo que latoma de decisiones de su política exterior se vio afectada por el “síndrome norteamericano deirrelevancia de la racionalidad”: si el interés nacional norteamericano no estaba en juego, suspolíticas hacia el país en cuestión pueden ser calificadas directamente de irracionales o carentes decoherencia. En ese marco de irracionalidad, la libertad de acción de los funcionariosnorteamericanos para con la Argentina era muy grande. La utilización de esta variable le permite aEscudé explicar una serie de fases cambiantes: de “escalada” (ofensiva hacia las posicionesargentinas) y “acercamiento” (menos belicosas): Wells (de compromiso), Hull (escalada), Rockefeller(acercamiento), Braden (escalada), Massersmith (acercamiento). La irrelevancia de la racionalidad en las actitudes norteamericanas adquiere así directarelación con la desestabilización de los gobiernos argentinos y el acercamiento de estos hacia el“autoritarismo”.

Sin embargo, debe aclararse que la relevancia de la Argentina es tomada por Escudé talcomo se presenta en la agenda del Departamento de Estado, por lo que su interpretación esdeudora de un escaso análisis crítico de los documentos. Debe dudarse de la no relevancia de laArgentina para la diplomacia norteamericana si se considera que nuestro país ocupaba hasta 1940el cuarto puesto en las inversiones directas de los EE.UU., era un mercado importante para susexportaciones y tenía significativo interés geopolítico debido al Estrecho de Magallanes. 156

Por otra parte, como ha señalado Rapoport, en polémica con Escudé, 157 el concepto queenmarca todo su trabajo es el de “política burocrática”, es decir, entender la toma de decisiones de lapolítica exterior norteamericana no como el resultado de un actor determinado (el gobiernoamericano) con objetivos determinados y criterios racionales, sino, por el contrario, como elresultado de la competencia entre organismos gubernamentales y funcionarios (donde se destacanlas ambiciones personales) manteniendo un nivel de coherencia final decididamente bajo. El ejemplomás claro que aporta es el enfrentamiento referido “al caso argentino” entre el Departamento deEstado y la E.C.A. En este caso, Escudé no vincula las diversas corrientes dentro de la políticaexterior del gobierno norteamericano con fuerzas económicas y sociales, sino que las motivacioneso motor de dichas políticas las encuentra en las variables señaladas anteriormente.

La perfomance de la diplomacia argentina es explicada sin recurrir tampoco a determinantesestructurales de fondo. La neutralidad histórica de la Argentina se entiende sólo a la luz de nuestratradición política que puede remontarse a la primera guerra, donde los gobiernos de diversascorrientes políticas la mantuvieron. De tal forma que la oposición entre pro-aliados y pro-neutralistasse explica a partir de la propia dinámica de la política argentina.

156 Contrariamente a lo que afirma Escudé, puede argumentarse que por ser Argentina tan “relevante”, los EstadosUnidos hicieron una apuesta política fuerte con el accionar del embajador S. Braden.157 Veansé, Mario Rapoport, “El factor político en las relaciones internacionales. Política internacional vs. Teoría de ladependencia. Un comentario” y Carlos Escudé, “Réplica al comentario sobre ´La declinación argentina´, ambosartículos en Desarrollo económico, v.23, Nº 92, enero- marzo 1984

Page 43: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

A la hora de entender las ostensibles diferencias de trato de los EEUU con respecto a otrospaíses que se mantuvieron neutrales (el caso de España por ejemplo), Escudé menciona ciertasvariables económicas, como por ejemplo la rivalidad comercial anglo-norteamericana en el Río de laPlata o la estrecha relación anglo-argentina. Sin embargo, estos factores siempre mantienen unpapel subordinado. “Extenso y polémico, provocativo en ocasiones, el libro de Escudé aparecesujeto a la tensión que impone la articulación de los esquemas teóricos con la realidad de las fuentesprimarias”.158

Otro conjunto de problemas han comenzado a ser tratados en los últimos años por lahistoriografía de las relaciones internacionales sobre el período. Quizás un aspecto significativo hasido someter a una más rigurosa investigación antiguas afirmaciones que se tenían por verdadesincontrastables. Una de ellas, por ejemplo, es la real influencia nazi en la Argentina en la década del’30 y, en particular, durante el período bélico.

Es que la disputa que enfrentó a mediados de los ’40 a buena parte de la sociedad argentinaen dos bandos irreconciliables, resumida en la fórmula peronismo-antiperonismo, dejó como saldo-entre otras cosas- la acusación de nazi-fascista al régimen nacido de la revolución de junio de 1943y, sobre todo, de uno de sus principales inspiradores, el entonces Coronel Perón.

Ignacio Klich, 159 en concordancia con la postura de Rapoport, también ha inscripto lacaracterización de nazi del gobierno militar y el peronismo en el marco de las relaciones triangularesentre la Argentina, los EE.UU. y Gran Bretaña.

Indudablemente, desde el ingreso a la guerra de los EE.UU., en 1941, los esfuerzos porenglobar a nuestro país dentro de su línea política fueron redoblados. La negativa argentina provocóel comienzo de las acusaciones acerca de las inclinaciones pro-Eje de su dirigencia política. Con eladvenimiento de la revolución militar y la continuación de la política neutralista, las críticasrecrudecieron. La campaña acusatoria se reforzó a partir de la existencia de un grupo denacionalistas que acompañaron a Perón en su primera etapa, para pasar luego al extremo de lasacusaciones de Braden de “nazi megalómano”.

Sin embargo, señala el autor, es igualmente cierto que a medida que el poder del Coronel fueen aumento se separó progresivamente de aquellos nacionalistas que calificaba de “piantavotos”.Asimismo, la segura derrota del Eje hacia 1944, provocó en Perón un intento de acercamiento a losEE.UU. y a reconsiderar sus posiciones.

Como advierte Klich, La documentación alemana no comprueba la supuesta defensa de losintereses nazis en la Argentina por parte de Perón o bien la propagación de tal ideología. Estaafirmación se refuerza por los documentos de la cancillería británica, quien desde un principio señalóla falta de interés de Perón en el nazismo.

La inexistencia de datos empíricos que confirmen las acusaciones norteamericanas se veratificada por la predisposición temprana de Perón de resolver favorablemente la cuestión delantisemitismo en nuestro país y por el hecho que ninguna fuerza bélica aliada fue perjudicada porinformaciones salidas de la Argentina. Sin embargo, la imagen de nazi que la opinión públicanorteamericana comenzó a forjarse (donde el papel de la prensa y la comunidad judeo-norteamericana no fue menor) se cristalizó durante un largo período de tiempo. De hecho el autorencuentra una sólida conexión entre el embajador Braden y un sector de la prensa americana paraforjar esta visión.

Es en este marco que Klich destaca la falta de ecuanimidad por parte de Estados Unidos enel trato con Argentina en comparación con otros países no alineados con aquél. Así, señalaespecialmente el caso de España, nación que no sólo no declaró la guerra al Eje sino que colaboróactivamente con Alemania en suministros esenciales para su esfuerzo bélico.

Dentro de los trabajos de un grupo de historiadores extranjeros que realizaron aportes alestudio de las relaciones internacionales se encuentran los de Roger Gravil, Joseph Tulchin yRonald Newton.

Roger Gravil 160 desmiente la hostilidad británica al ascenso del peronismo al poder. Si laincursión norteamericana en la política argentina en las postrimerías del conflicto bélico fue agresiva,

158 Mario Rapoport, “Problemas y etapas...”, p. 569159 Ignacio Klich, “Perón, Braden y el antisemitismo: opinión pública e imagen internacional”, en Ciclos, Vol. II, Nº 2,1992160 Roger Gravil, “Gran Bretaña y el ascenso político de Peron: un nuevo enfoque”, en Ciclos, Año I, vol. I, Nº 1, 2do.Semestre de 1991

Page 44: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

la cancillería británica resultó “la discreción personificada”. 161 En ese marco el autor encuentra unaserie de coincidencias globales entre los intereses británicos y el ascenso de Perón al poder. Enprimer lugar destaca, en sintonía con la mayoría de los estudiosos, que los británicos considerabanvital para su esfuerzo bélico mantener los suministros de materia prima provenientes de la Argentina.Por lo tanto declarar la guerra al Eje pondría en peligro dicho abastecimiento. La política seguidaentonces por la Concordancia y luego por el gobierno militar no afectaba los intereses británicos.Esa racionalidad básica es la que guió el accionar del Foreign Office.

Por otra parte, y es esta quizás la hipótesis más original del trabajo, existió un interésmanifiesto por parte del Gobierno británico en la victoria de Perón en las elecciones de 1946. Esque de un lado, según intuían los funcionarios británicos, una victoria del candidato opositor hubierasignificado una alineación automática de la Argentina con los EE.UU. Por otro, los cambios sensiblesen la conducción del estado británico en 1945, con la victoria del laborista de Attlee, quien llevó alsindicalista Ernest Bevin a manejar las relaciones exteriores de su país posibilitaron una injerenciafuerte en la política nacional. 162

Por su parte, Tulchin 163 también ha analizado la relación establecida entre la Argentina y losEE.UU. Desde el punto de vista teórico destaca tres factores de relevancia que definen una políticaexterior: la experiencia histórica, la geografía y las aspiraciones nacionales.De esta manera, a la hora de mirar en perspectiva la relación entre los dos países observa unalarga historia de desencuentros diplomáticos. Las experiencias históricas disímiles son las queprovocaron inserciones diferentes en el sistema mundial y las que permiten explicar en parte“visiones del mundo opuestas”. Los roles que a cada uno de los países les tocó jugar en lasdiferentes etapas resultaron decisivos para la relación establecida. La Argentina, desde fines de sigloXIX hasta las primeras décadas del Siglo XX, se insertó ventajosamente en el sistema internacionala partir de su vinculación con Gran Bretaña. Sin embargo, hacia mediados de la década del ’40,nuestro país ya no disponía de un rol significativo, lo que constituyó, según el autor, “un serioproblema de identidad nacional”.

Para los EEUU, la Argentina desde los años ’40 tuvo un papel decididamente marginal en suagenda diplomática, puesto que se encontraba subordinada a las políticas establecidas con otrospaíses considerados prioritarios, como por ejemplo con la Unión Soviética.

Las preocupaciones y los intereses argentinos no ocuparon un rol relevante para losnorteamericanos, ni la Argentina desde el punto de vista geopolítico poseía trascendencia,“simplemente se encontraba demasiado lejos para darle mucha importancia”. El comienzo de laSegunda Guerra lo demostró claramente: las iniciativas de los funcionarios argentinos destinadas azanjar las diferencias con los norteamericanos fueron ignoradas una tras otra. El autor destaca comoejemplo, el rechazo de las iniciativas de Cantilo de cambiar la neutralidad por la “no beligerancia” y elde Storni sobre colaboración militar.

En forma adicional, en términos económicos los EEUU y la Argentina se transformaron encompetidores. Un elemento más de fricción entre los dos países.

Finalmente, Tulchin destaca otro factor: la experiencia histórica, la que marcó a fuego lasconductas de las clases dirigentes encargadas de las relaciones internacionales. En el casoargentino, el desarrollo exitoso del modelo agroexportador habría dado una cierta suficiencia yautoconfianza para el manejo de las relaciones exteriores que favoreció la aparición de una cierta“visión de túnel”. Esto es, el éxito inicial en las relaciones argentino-británicas en el campo comercialperfiló una política exterior propia: separar las cuestiones comerciales de las estrictamente políticasdándole primacía a las primeras. Esta particular visión llevó a la Argentina a rechazar cada una delas iniciativas norteamericanas de panamericanismo. Una vez que el modelo económico reconociósus límites, estas actitudes se mostraron prácticamente suicidas.

Por otro lado, dentro de esta explicación y en coincidencia con el trabajo de Escudé, lasclases y grupos sociales de cada uno de los países en la determinación de las políticas juegan un

161 En otro artículo posterior del autor se refuerza la idea de la moderación del Foreign Office en la evaluación delgobierno argentino y su distancia con respecto al accionar del Departamento de Estado norteamericano. En particularcon motivo de la aparición del denominado “Libro Azul”. Para más detalles, véase, Roger Gravil, “El Foreign Office vs.El Departamento de Estado: reacciones británicas frente al Libro Azul”, en Ciclos, año V, vol. V, nº 9, 2do. Semestre de1995162 Gravil otorga un papel esencial a Bevin en la elección de la fecha del comicio, la que, según el autor, resultó centralpara que Perón triunfase. El laborismo contribuyó así en forma significativa al surgimiento del peronismo.163 Joseph Tulchin, La Argentina y los Estados Unidos. Historia de una desconfianza, Planeta, Bs,As.,1990

Page 45: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

papel decididamente modesto en comparación a los factores antes mencionados y de, por ejemplo,la conducta irracional de varios personajes en pugna en el seno del gobierno norteamericano. Esdecir las diferentes líneas dentro del gobierno no responden a intereses económicos. Lo mismoocurre en el análisis desde la Argentina. Durante la coyuntura de la Segunda Guerra las posturaspro-aliadas o pro-eje no son vinculadas a determinantes de tipo socio-económicos.

Como subtema dentro de la problemática que trabajamos se encuentran aquellos estudiosque hacen énfasis en la relación de la Argentina (o de algunos de sus sectores internos) con lospaíses gobernados por tendencias de ultraderecha y sectores de su comunidad: Alemania, Italia yEspaña.

Existe una interesante investigación sobre la penetración nazi en la Argentina proveniente deun autor canadiense, Ronald Newton. 164 La hipótesis más fuerte de su trabajo es aquella que señalael carácter de mito de la amenaza que habría constituido el nazismo en la Argentina. Mito creadoprincipalmente por parte del Departamento de Estado norteamericano y la prensa de ese país en elperíodo bélico.

El autor analiza, básicamente, tres aspectos: las características de la comunidad alemana enla Argentina y su relación con el surgimiento del fenómeno nazi en Alemania, la actividad concretade los nazis en nuestro país y los resultados obtenidos.

Según el autor, lejos de existir una identidad absoluta, la actitud de la comunidad fue cauta yoportunista. Si bien era innegable la atracción que ejercía la “nueva Alemania” entre los emigradosmás representativos, la adhesión al nacional-socialismo sólo era superficial. Más éxito tuvieron, encambio, los nazis en reclutar adeptos entre los miembros menos prominentes de la comunidad.

Dentro de la sociedad argentina, los nazis cosecharon cierta atracción entre la ultraderechauriburista. Sin embargo, Newton encuentra dos obstáculos para que dicha asociación entablara unpeligro más que potencial. Por un lado, la influencia de los ultraderechistas en la política nacional fuedebilitándose a medida que progresaba la década. Por el otro, desde el punto de vista estrictamenteideológico, el marcado ateísmo y cierta vocación plebeya del nazismo no hacía sino crear unabarrera entre unos y otros. Por su parte, los adeptos entre los militares argentinos fuerondecididamente pocos.

Según el autor, los resultados generales de los esfuerzos alemanes para reclutarsimpatizantes bien pueden considerarse un fiasco en proporción al dinero invertido.

Existen escasos estudios sobre los antecedentes de las relaciones económicas entre laAlemania nazi y la Argentina. Uno de los pocos que puede destacarse es el artículo de AndrésMusacchio. 165

El tratado Roca–Runciman condicionó en forma muy precisa las vinculaciones comercialesde Argentina con el mundo. El privilegio otorgado al mercado británico provocó una disminuciónsignificativa del intercambio con otras partes del mundo, entre ellas Alemania. Como agravante, a lafirma del Pacto, Alemania atravesaba severas consecuencias producto de la crisis mundial. Estepanorama se modificó en la segunda mitad de la década del ’30, cuando el comercio entre las dosnaciones creció en grandes proporciones.

Desde el lado alemán la reactivación del aparato productivo, provocó una inmediatademanda de bienes primarios. Aquellos que juzgaban una declinación de la influencia británica en laArgentina se mostraron prestos a reemplazarla calcando su conducta comercial, es decir,ofreciéndose como vendedora de productos manufacturados. Los Estados Unidos también notaronel declive británico y, si bien con diferentes estrategias, desplegaron sus políticas hegemónicaspanamericanistas cuya última ratio, descubre el autor, sería más económica que propiamentepolítica al menos hasta 1941.

De esta manera, nuestro país se transformó en un “campo de batallas” no sólo entre GranBretaña y los EEUU sino también entre éste último y la Alemania nazi. La Argentina, por su parte,intentaba reabrir mercados que le permitieran colocar parte de su producción primaria, en particularlas carnes congeladas desplazadas del tratado anglo-argentino. Cuando ésto se concretó, no sólo lepermitió reposicionarse en el mercado mundial sino moderar los conflictos en el seno de los sectoresganaderos que el tratado había generado. Hacia 1939, el comercio había llegado a un límite. Por unlado, a la Argentina le resultaba difícil incrementar sus exportaciones de carne de manera tal que

164 Ronald Newton, El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931-1947), Sudamericana, 1995165 Andrés Musachio, “La Alemania nazi y la Argentina en los años ’30: crisis económica, bilateralismo y grupos deinterés”, en Ciclos, Vol.II, Nº 2, 1993

Page 46: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

respondiera a los incrementos de la demanda alemana. Por otro, los avances del proceso sustitutivode importaciones habían llegado a tal punto que generaba una nueva demanda de manufacturas einsumos que la industria de Alemania no estaba en condiciones de abastecer, en comparación conlos EE.UU. De todos modos, señala el autor, las retracciones del comercio argentino–alemánprovinieron, especialmente, del campo político, esto es del estallido del conflicto bélico.

Raanan Rein por su parte, describe el impacto que tuvieron entre diferentes sectores de lacomunidad argentina los acontecimientos de la guerra civil española. 166 La mayor parte de ladenominada “opinión pública”, los partidos políticos y el movimiento obrero se manifestaron en favorde la causa republicana. En general, los sucesivos gobiernos argentinos y los sectores nacionalistasse encontraban más cercanos a la causa fraquista. La segunda guerra, señala el autor, encontrará alas dos naciones en posiciones similares de neutralidad, aunque con diferentes orientaciones:España más cercana al Eje durante buena parte del conflicto y la Argentina con un acercamientomucho más ostensible a uno de los aliados: Inglaterra.

Ronald Newton 167 señala el grado de adhesión que el régimen de Mussolini tuvo entre losmiembros de la colectividad ítalo-argentina a través del análisis de sus principales líderescomunitarios. La adhesión al fascismo es vinculada por el autor al éxito de Mussolini en alcanzar laprosperidad de Italia. Esto permitía a la comunidad italiana asumir con orgullo su condición deitalianos ante la élite argentina. Sin embargo, la aceptación de Mussolini como líder no erageneralizada en la comunidad. En estos elementos, Newton encuentra los motivos centrales de losconflictos entre fascistas y no fascistas.

5.2. Las Relaciones Internacionales de la Argentina durante el peronismo

Destacaremos dos conjuntos de preocupaciones que los historiadores pusieron de manifiestoen el tratamiento de las relaciones internacionales durante el decenio peronista. Por un lado, larelación con las grandes potencias durante la denominada “guerra fría” concentró buena parte desus esfuerzos. Por el otro, los trabajos más recientes abordaron las decisiones tomadas por elEstado con respecto a temas puntuales que involucraran definiciones ideológicas precisas delrégimen. Ambos temas están atravesados por una única preocupación: hasta qué punto ladenominada “tercera posición” constituyó el eje vertebral de la política exterior peronista o,simplemente, fue una postura independentista para consumo interno. Cabe destacar que en elsegundo conjunto de cuestiones analizadas no se producen grandes polémicas ni confrontaciones,sino una frondoza y enriquecedora "acumulación" de aportes.

a) Políticas Internacionales del Peronismo

Las relaciones argentino-norteamericanas durante el período 1946-1955 fueron analizadasen al historiografía reciente a partir de los aportes de Mario Rapoport y Claudio Spiguel, CarlosEscudé y Joseph A. Tulchin. 168

Según la interpretación de Rapoport y Spiguel, a poco de llegar Perón a la primeramagistratura argentina las relaciones entre ambos países comenzaron una gradual mejoría. Desdeel punto de vista de los EEUU, la Argentina tenía una posición estratégica líder dentro de AméricaLatina y poseía el mayor de los mercados del continente. Sin embargo hasta fines de la década del’40 las relaciones no se habían recompuesto del todo, pese a la amistad Perón-Massermith.

166 Raanan Rein; “Otro escenario de lucha: franquistas y antifranquistas en la Argentina, 1936-1939”, en Ciclos, año V,vol. V, nº 9, 2do. Semestre de 1995. Existen otros trabajos sobre la repercusión de la guerra civil en la Argentina:Mónica Quijada; Aires de república, aires de cruzada: la guerra civil española en la Argentina, Barcelona, 1991; V.Trifone y G. Svarzman; La repercusión de la guerra civil española en la Argentina, Buenos Aires, 1993 y ErnestoGoldar; Los argentinos y la guerra civil española, 1936-1939, Bs.As., 1993167 Ronald Newton; “El fascismo y la colectividad ítalo-argentina, 1922-1945”, en Ciclos, año V, vol. V, 2do. Semestrede 1995.168 Mario Rapoport y Claudio Spiguel; Estados Unidos y el peronismo. La política norteamericana en la Argentina,1949-1955, G.E.L. Bs.As., 1994; Carlos Escudé; La declinación...., Parte III y “La traición a los derechos humanos,1950-1955”, en Silvia Jalabe (comp.); La política exterior argentina y sus protagonistas 1880-1995, G.E.L., 1996 y J.Tulchin, La Argentina...., cap. IX.

Page 47: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Hacia el fin del primer mandato peronista estos autores descubren intenciones deacercamiento mutuo entre los gobiernos. Desde los EEUU, el desarrollo de la guerra fría a partir delconflicto de Corea y el inminente fin del Plan Marshall, hizo reconsiderar aún más su posición haciala Argentina y estos dos factores comenzaron a tener un peso decisivo dentro de la políticanorteamericana (pese a los reparos que el gobierno argentino provocaba al Departamento deEstado).

Desde la posición argentina, la economía comenzaba a experimentar los primeros síntomasde agotamiento que habrían de provocar el inicio de un viraje en las políticas económicas. Labúsqueda de capitales foráneos y nuevos mercados para oxigenar las finanzas de nuestro paísorientaban a los sectores dirigentes “naturalmante” hacia los EEUU, dada la decadencia yamanifiesta de la relación con Gran Bretaña. Por otro lado, la polarización del poder mundial reducíasignificativamente el juego abierto que Perón proponía de su política exterior a través de la “TerceraPosición”. Pese a estos puntos de conexión, fuerzas sociales internas, percepciones e interesescontradictorios entre ambos países -sostienen los autores- conspiraban para el mejoramiento de lasrelaciones. En efecto, la falta de complementariedad de ambas economías constituía una serialimitación para alcanzar acuerdos de fondo. Por otro lado los viejos antagonismos eran alimentadospor diversos sectores. La opinión pública norteamericana, manifiestamente en contra de Perón,sumada a las tendencias anti-norteamericanas de buena parte del espectro político y del puebloargentino condicionaron y le imprimieron un carácter ambiguo a la relación entre ambos paísesdurante todo el período. Esta actitud persistió incluso cuando en 1953 asumió Eisenhower la primeramagistratura. A partir de este momento, desde el Departamento de Estado se implementó unapolítica más agresiva de acercamiento al continente con el fin de incrementar la influencia política,militar y económica. En este marco, el gobierno peronista aparecía a los ojos norteamericanos como“un mal menor” que había que aceptar dada su solidez política. A la vez, su debilidad en el campoeconómico propiciaba una mayor influencia norteamericana en esa área. Esta situación seamalgamaba bastante bien con las perspectivas del gobierno argentino, puesto que en esos añosinició una política favorable a la radicación de capitales extranjeros. Esta nueva orientación no lotransformaba, empero, en un “socio” seguro para los intereses norteamericanos: algunos indiciosreflejaban que la Argentina seguía sustentando una posición “tercerista” (como la posición tomadapor el gobierno argentino ante la intervención norteamericana en Guatemala, las relaciones con laURSS, las críticas a la política comercial norteamericana, o el acercamiento a diversos paíseseuropeos).

En definitiva, para hacer intelegibles los cambios en la política exterior de los gobiernosperonistas estos deben comprenderse en el “contexto de la evolución de una determinadacorrelación de fuerzas externas e internas”. 169 En ese marco e intimamente relacionados con ellosse desenvolvieron los objetivos propios del proyecto peronista. Descartada de antemano lasubordinación total a los EEUU y la confrontación extrema, los gobiernos peronistas pendularonhacia uno u otro polo de acuerdo al desarrollo de la economía, la política interna y los márgenes quela coyuntura internacional les permitía.

El principal contrapunto con esta interpretación lo constituye el trabajo de Carlos Escudé.170

Este autor menciona tres problemáticas relevantes sobre las relaciones externas argentinas para elperíodo: el boicot a la economía argentina por parte de los EEUU, las negociaciones anglo-argentinas y las políticas agropecuarias llevadas a cabo por el peronismo. Estos tres conjuntos defactores operan de manera simultánea a la hora de entender el objetivo central del autor: explicar ladeclinación económica argentina en esos años. Nos concentraremos en el primer y segundo punto.

El resultado de la segunda guerra, que “terminó de la peor forma posible” para nuestro país,confirmó la hegemonía norteamericana a nivel mundial, país que históricamente se había enfrentadoa la Argentina. Desde el año 1942 hasta 1949 los norteamericanos desarrollaron un “boicot”compuesto de sanciones económicas contra la Argentina, que consistía sobre todo en evitar exportara nuestro país insumos y productos claves para el desarrollo económico que afectaron a sectorescríticos de la economía argentina.

La falta de relevancia estratégica de la Argentina para los EEUU provocó que los funcionariosdel Departamento de Estado gozaran de una libertad considerable para implementar políticascarentes de racionalidad, utilizaran el caso argentino para incrementar los conflictos burocráticos con

169 Mario Rapoport y Claudio Spiguel, Estados Unidos y el peronismo..., p. 227170 Carlos Escudé, La declinación argentina...

Page 48: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

otras áreas o en su defecto para aumentar su “prestigio”. Según el autor, estos elementos se tornancentrales a fin de entender el proceso de toma de decisiones por parte de los norteamericanos hasta1949. Durante el decenio peronista, el creciente nacionalismo político de los diversos actoresargentinos fue consecuencia directa del boicot norteamericano. Como resultado, se agudizaron lastendencias autárquicas que se trasladaron al ámbito de la política económica (originando una“industrialización a cualquier precio”) y a la política exterior.

Escudé encuentra también una conexión lógica entre el creciente nacionalismo argentino y lafinalización de la conexión anglo-argentina. Desde este punto de vista, la restricción voluntaria deimportaciones por parte de la Argentina sumada a las provocadas por el boicot y la política denacionalizaciones puso fin a la relación casi centenaria con el Imperio Británico. No estuvieronajenas a esta ruptura las presiones norteamericanas sobre las posiciones británicas, dada la nuevaposición de los EEUU.

En un artículo posterior, 171 Escudé profundiza algunos de sus argumentos. La lógica de lapolítica exterior norteamericana en el período más áspero de su disputa con el gobierno peronista,es decir 1946-1949, recae casi exclusivamente en las controversias entre diferentes niveles de sugobierno. En este caso, los enfrentamientos entre S.Braden (en ese momento ex-embajador peroaún con posiciones relevantes) y Massersmith, con perspectivas opuestas de lo que ocurría ennuestro país, son las fuentes explicativas más fuertes. De hecho, estas son características que semantienen en todo el período y que “subraya este elemento personal y por cierto visceral de lapolítica de EEUU hacia países que, como la Argentina, son irrelevantes para sus propios intereses”.De esa forma, los objetivos simbólico-ideológicos quedarían en primer plano por sobre losestrictamente pragmáticos para el diseño de políticas, dando por resultado una menor coherenciadel conjunto. Desde la perspectiva argentina, el autor, vincula el desarrollo de la política exterior apartir de los vaivenes del gobierno peronista. Incluso muchas de las fluctuaciones y ambigüedadesen sus relaciones con la gran potencia son relacionados en forma directa con los deseos personalesde Perón: la tirantez en sus relaciones con los EEUU en los años 1951-1952 pueden ser entendidasa partir del resentimiento de Perón por los ataques de la prensa, así como su súbito mejoramientodurante la administración Eisenhower se hacen intelegibles a partir del “halago” y la “seducción” quela visita de su hermano a la Argentina provocó en el orgullo de Perón. De tal forma que, Escudé,desliga de la explicación del diseño de políticas exteriores la existencia de fuerzas económico-sociales que pudieran orientarla en un sentido o en otro.

Las líneas directrices de la interpretacción de Joseph Tulchin recorren caminos parcialmenteconvergentes con Escudé. América Latina y en particular la Argentina fueron consideradas regionesde importancia relativa para el Departamento de Estado norteamericano luego de la segunda guerramundial. Desde el punto de vista estratégico, no era percibida como una región peligrosa por unahipotética influencia soviética como sí lo era Europa Occidental. Por lo cual, buena parte de lasactitudes de la política norteamericana deben, según este autor, ser miradas con este prisma. Lascontradicciones en la línea de la política norteamericana también pueden ser observadas en virtudde las actitudes obstruccionistas de algunos funcionarios en contraposición a otras dependenciasmás proclives al acuerdo o a la política de “buena voluntad”.

Desde la perspectiva argentina, la postulación de la denominada “tercera posición” peronistaera el corolario lógico resultante de su plataforma política. La misma, también resultaba coherentecon la tradición de principismo y nacionalismo en la política exterior argentina (vinculada con labúsqueda de prestigio). Sin embargo, no son dejados de lado los determinantes estructurales paraexplicar las políticas exteriores tal como lo demuestra la actitud del gobierno peronista ante la crisisde la economía argentina a principios de la década del ’50. El diagnóstico realizado por el gobiernoacerca de la crisis del modelo económico es relacionado directamente con el viraje en la orientaciónde la política exterior argentina que duraría hasta la caída de Perón en 1955.

La relación entre la Argentina en el decenio peronista y la URSS es tratada en forma casiexclusiva por Rapoport en uno de sus artículos ya mencionados. 172Tradicionalmente, lainterpretación de la relación entre ambos países estuvo basada en la supuesta posición fuertementeanticomunista del peronismo sumado al carácter refractario que hacia ese movimiento mantuvo elPartido Comunista local. Estos dos factores habrían determinado una relación de fuerte hostilidad.Pese a la justeza de algunos de esos argumentos, los aportes del autor matizan fuertemente esta

171 Carlos Escudé, La traición a los derechos humanos...172 Mario Rapoport, Diplomacia, comercio y finanzas internas...

Page 49: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

imagen. Por un lado, la actitud de Perón distó de ser monolítica: si bien ejercitó un discurso de tonofuertemente anticomunista esto no constituyó un obstáculo para entablar relaciones formales con laURSS a poco de iniciado su primer gobierno, en consonancia con el típico contrapeso de poderesque buscó el peronismo en la formulación de su política exterior. La política implementada y losanálisis vertidos por el Partido Comunista argentino acerca del peronismo -que de acuerdo al autorservían como referencia directa para las autoridades soviéticas- tampoco llegaron a una hostilidadtal como se había presentado en el período de la Unión Democrática. Los cambios más profundosse manifestaron recién en las postrimerías del régimen y el autor los vincula no sólo conacontecimientos específicamente internos sino con procesos ocurridos en la misma Unión Soviética.Es que, aún en vida de Stalin, la URSS realizó un viraje de apertura comercial hacia buena parte delos países de occidente, modificación que rompió con la política de aislamiento que veníapracticando hasta ese momento. Este proceso coincide temporalmente con la búsqueda por partedel gobierno argentino de nuevas fuentes de abastecimiento y capitales. Según el autor, lo quecomplejiza la visión de la política exterior peronista es el hecho de que en vísperas de suderrocamiento “[...] se experimentaba [...] una sensible mejoría con los dos países con los queexistían mayores conflictos antes de la llegada de Perón a la Presidencia: EEUU y la URSS” 173

b) El peronismo y el resto del mundo

Entre los escasos trabajos acerca de las relaciones exteriores de la Argentina con España,dos fueron los temas principales que concentraron la atención de los historiadores: La guerra civilespañola y los primeros años de gobierno del bando triunfante encabezado por Francisco Franco.

En cuanto a este último tema son pocos los autores que han trabajado acerca de la relaciónentre el gobierno peronista y el franquismo. Entre ellos se encuentra Raanan Rein. 174

Una de las iniciativas más destacadas del primer gobierno de Perón fue entablar un apoyoexplícito al régimen franquista tanto en los foros internacionales como en el terreno de lacolaboración económica. El resultado concreto de dicha acción se trasladó a numerosas accionesde solidaridad recíproca y muestras de amistad, entre ellas la visita de Eva Perón a la madre patriay la firma en 1948 del Protocolo Perón-Franco. Como resultado de este último, la Argentina proveyóde bienes primarios indispensables a España, lo cual le permitió sobrellevar una durísima coyunturaeconómica- común a la mayoría de las economías europeas de la inmediata postguerra- al tiempoque la sacó de su aislamiento internacional.

La historiografía tradicional explicó estas actitudes del gobierno argentino, a partir de ciertaafinidad entre ambos presidentes que representaban, en la práctica, regímenes de igual carácter. Elcarácter tiránico y dictatorial de los régimenes franquistas y peronistas habría sido el motivo centralde confluencia entre ambos países.

Rein aborda la cuestión desde una perspectiva más amplia. En primer término, sindesconocer los aspectos que los acercan- como el carácter de jefes militares a cargo de gobiernosde carácter autoritario o la retórica nacionalista- el autor señala los aspectos disímiles de ambosregímenes, mayores aún que sus similitudes. Tanto desde el punto de vista de sus apoyos socialescomo de la coyuntura política en la cual tuvieron origen, el peronismo y el franquismo presentandiferencias fundamentales y la supuesta identidad de ambos regímenes, pertenece más a una visiónde los apasionados observadores de la época que a la realidad.

Raanan Rein distingue consideraciones básicamente pragmáticas en las actitudes delgobierno peronista para explicar su relación con España. En ese sentido, el autor se ubica junto conaquellos investigadores que sostienen que las relaciones internacionales del peronismo no secontruyeron a partir de principios ideológicos inflexibles, sino de una política construida a partir labúsqueda de ventajas muy concretas, combinadas con principios de carácter más abstracto.

Entre los motivos políticos y diplomáticos, Rein señala que el acercamiento entre ambospaíses posee una base objetiva a partir del aislamiento que ellos tenían en los foros internacionales:habían sido excluidos del Plan Marshall durante el fin de la guerra y el comienzo de la postguerra.De este modo, fueron las circunstancias internacionales las que atrajeron a ambas naciones. Por 173 Mario Rapoport, Diplomacia, comercio y finanzas internas..., p. 70174 Raanan Rein, “Un salvavidas para Franco: la ayuda económica argentina a la España Franquista (1946-1949)”, enAnuario del Instituto de Estudios Histórico-Sociales (Tandil), Vol. 8, 1993, págs. 199- 214 y La salvación de unadictadura: la alianza Perón-Franco, 1946-1955, Madrid, 1995. Los argumentos de los textos citados están contempladosen el más reciente libro del autor, Peronismo, Populismo y política. Argentina 1943-1955, Editorial de Belgrano, 1998.

Page 50: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

otro lado, desde el punto de vista argentino, el apoyo a España no es más que un gesto dedevolución por el apoyo que ésta brindara a los revolucionarios de junio de 1943. El gobierno deFranco había apoyado a los militares argentinos hacia 1944-45 en momentos en que su aislamientohabía sido muy fuerte. Ahora Perón no hacía más que devolver el guiño.

La no intervención en los asuntos internos de los países fue uno de los principios que fuerespetado firmemente en los foros internacionales por las sucesivas representaciones diplomáticasperonistas. Estos entroncaban, en parte, con la tradición diplomática argentina, pero más aún con loque se denominó “la tercera posición peronista”, es decir un lugar equidistante entre las grandespotencias que se disputaban el poder a nivel mundial. Apoyar a España constituía una demostraciónpráctica de esos postulados: el boicot a Franco era uno de los pocos puntos de vista sobre el queestaban de acuerdo tanto los EEUU como la URSS, al menos en estos primeros años posguerra. ElProtocolo firmado entre ambos países reforzó la idea del desafío argentino a la políticanorteamericana, que constituía en sí una especie de “batalla por el prestigio” entre ambos países.Según el autor, mas allá del desafío aparente por parte de Perón (más para consumo interno queexterno), el gobierno argentino estimulaba el acercamiento a España sirviendo a los interesesnorteamericanos en función de la estrategia anticomunista que la gestión de Truman comenzaba adesarrollar. En ese contexto, razonaban los funcionarios peronistas en el exterior, la ayuda a Españasalvaba los intereses de todo Occidente amenazados por el comunismo.

Finalmente, otra de las cuestiones candentes de la política internacional de la inmediataposguerra la constituyó la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel, en tanto lacuestión del holocausto comenzó a ser considerada como una “cuestión occidental”. En el trabajo yacitado, Raanan Rein, 175 explica la abstención argentina focalizando su estudio en función deldiagnóstico del pasado peronista y los conflictos burocráticos internos de la cancillería. 176 El intentode mantener el equilibrio entre la presión de los árabes y el “lobby sionista” es la clave básica de laexplicación del autor. Por un lado, el apoyo de los países árabes fue casi el único sosténinternacional del sospechado gobierno argentino. Al mismo tiempo, Perón deseaba rehabilitarse antela comunidad internacional y los Estados Unidos y deseaba quitarse el mote de “antisemita”, razonesque inhibían un apoyo decidido a la causa árabe. Dentro de la cancillería, los conflictos personalesderivaban en posturas antagónicas que le quitaban coherencia a la política exterior, si bien en elcaso puntual de la partición la solución fué la buscada. Resulta válido y novedoso el intento del autorde rastrear estos conflictos a partir de los heterogéneos apoyos ideológicos-políticos queconformaron la coalición peronista.

Por su parte, loas trabajos de Ignacio Klich han tratado de explicar porqué si Perón era enapariencia en decidido antisemita se vinculó tempranamente al Estado de Israel. Según el autor, fuela política de acercamiento a los Estados Unidos que impulsaba el peronismo la que llevó algobierno a adoptar medidas tendientes a mejorar su imagen negativa. También ha examinado elacuerdo comercial firmado entre la Argentina e Israel en 1950177

5.3 Políticas migratorias, exilados y refugiados

Dentro de la temática de las relaciones internacionales las políticas migratorias y lasactitudes de los gobiernos hacia los inmigrantes y refugiados constituyen un campo específico ypolémico, sobre todo en la etapa 1930-1955.

175 Raanan Rein, Peronismo, Populismo y política...176 Para una visión alternativa, véase Ignacio Klich; “Peronistas y radicales ante las aspiraciones sionistas en laArgentina”, en Desarrollo Económico, abril-junio de 1994177 Ignacio Klich,”El primer acuerdo comercial Argetnino-Israelí: consideraciones políticas y económicas”, DesarrolloEconómico vol. 37, nº145 abril –junio 1997. En otro artículo el autor examina las complicadas negociacionesentabladas para que la Argentina vendiese armas en Medio oriente: Ignacio Klich; “Arms for the Middle East andArgentina´s Efforts at a Balanced Aproach to th Arab World and Israel”, Diplomacy & Statecraft, vol. 7, nº3, november1996. También el establecimiento de relaciones diplomáticas con Jordania fue analizado por Igancio Klich: “Towardsan Arab-Latin American Bloc? The Genesis of Argentine-Middle East Relations: Jordan, 1945 – 1954” Middle EastStudies, vol. 31, nº3, July 1995.

Page 51: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

Desde comienzos de los años ochenta los estudios sobre la inmigración han sido uno de lasáreas en mayor expansión en la historiografía argentina, pero la producción se ha orientado sobretodo al terreno de la historia social y al período que precede a la crisis de 1929. Sobre las políticaspúblicas existen algunos trabajos generales178 y una bibliografía bastante abundante para el período1945-55179.

Entre los principales temas en debate se destacan el de las políticas restrictivas a lainmigración a partir de 1930, el de las actitudes de los diversos gobiernos hacia los refugiadoseuropeos (en particular los refugiados judíos y republicanos españoles) y el del ingrso de nasis en elpaís al finalizar la guerra.

Mónica Quijada ha llamado la atención sobre, por un lado, la persistencia de ciertosestereotipos de los actores que condicionan loas análisis sobre sus acciones y percepciones y, porotro, ha señalado la “preocupación casi obsesiva” por la “veracidad” del dato histórico muypormenorizado.180

Leonardo Senkman181 ha estudiado la recepción otorgada por los diferentes gobiernosargentinos hacia los refugiados españoles y en particular hacia los judíos perseguidos en Europa.Según Senkman, la Argentina era el país que se encontraba en condiciones más ventajosas pararecibir a los refugiados judíos, pero a pesar de ello observa una posición “antirefugiados”, que, desdela perspectiva del autor, deriva de motivaciones de índole política y étnica. Según el autor, de todoslos contingentes de refugiados, los conservadores fueron especialmente refractarios ante los judíosque pedían asilo en el país. Esto es vinculado con el menor aprecio que la tragedia judía durante lasegunda guerra tenía entre la sociedad argentina, no obstante el considerable peso corporativo dealguna de sus instituciones. Caso contrario ocurría con la causa republicana, la que gozaba deamplia popularidad.

La visión de Senkman es compartida por otros autores como Haim Avni182, pero ha sidocuestionada por otros investigadores, como Ignacio Klich183, que ha estudiado entre otros temas lasactitudes de Perón acerca del antisemitismo y los refugiados judíos, con una visión mucha másmatizada acerca de las posiciones de los gobiernos argentinos. Los estudios de Klich hancontribuído a dimensionar la situación de los judíos al ponerlos en contraposición con los inmigrantesde lengua árabe, otro grupo no cristiano y considerado como indeseable por la sociedad argentina.

Klich ha sostenido que Perón no sólo condenó abiertamente al antisemitismo sino que adoptóuna serie de medidas para aislar a los componentes más reaccionarios de su gobierno y a favorecera la comunidad judía. También analiza cómo el nuevo embajador Massersmith representa un intentode acercamiento entre los dos países al menos desde una parte del Departamento de Estado. En

178 S.Novick, "Las políticas inmigratorias argentinas en su expresión jurídica. Una perspectiva secular", EstudiosMigratorios Latinoamericanos, 2, 1986; M.Olivieri,..... N.Pérez Vicich, "Las políticas migratorias en la legislaciónargentina", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 10, 19881179 M.I.Barbero y M.C.Cacopardo, "La inmigración europea a la Argentina en la segunda posguerra, Viejos mitos ynuevas condiciones", Estudios migratorios latinoamericanos, 19, 1991; I.Klich, "La pericia científica alemana en elamanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrantes judíos", Boletín del Instituto de HistoriaArgentina y Americana "E.Ravignani", 10, 1994; Mónica Quijada; Política inmigratoria del primer peronismo. Lasnegociaciones con España, en Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, 47, 1989; G.Rosoli, Lapolitica migratoria italo-argentina nell'immediato dopoguerra(1946-1949)en id., Identitá degli italiani in Argentina.Retisociali, famiglia, lavoro, Roma, Studium, 1993180 Mónica Quijada “El peronismo y la cuestión judía: una revisión crítica de su historiografía”, Canadian Journal ofLatin American and Caribbean Studies, vol. 20, nº39-40, esta autora en un excelente balance historiográfico sobre eltema, ha destado la existencia de una “Peronjundeología” donde los “productores son también consumidores de supropio producto; ellos forman el campo científico”181 Leonardo Senkman; “La Argentina neutral de 1940 ante los refugiados españoles y judíos”, en Ciclos, año V, vol. V,nº 9, 2do. Semestre de 1995, id., Argentina, la Segunda Guerra Mundial y los refugiados indeseables, Buenos Aires,GEL, 1991; id., "Las relaciones EE.UU.-Argentina y la cuestión de los refugiados de la posguerra", Judaicalatinoamericana, Jersualén, 1988; id., "Etnicidad e inmigración durante el primer peronismo", Estudiosinterdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 1992182 H.Avni, Argentina y la historia de la inmigración judía. 1810-1950, Buenoa Aires, AMIA, 1983183 Ignacio Klich,; "Arabes, judíos y árabes judíos en la Argentina de la primera mitad del novecientos", Estudiosinterdisciplianrios de América Latina y el Caribe, 6,2, 1995; id."La inmigración judía a la Argentina: una perspectivajerosolimitana", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 30, 1995; id., “Perón, Braden y el antisemitismo: opiniónpública e imagen internacional”, en Ciclos, vol. II, Nº 2, 1er. semestre de 1992, id., "Peronistas y radicales ante lasaspiraciones sionistas en Palestina", Desarrollo Económico, n°133, 1994.

Page 52: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

cierta medida esta situación refleja la nueva agenda de prioridades de la Casa Blanca, que ubica laestrategia anticomunista en primer lugar. Este cambio de política se dió, sin embargo, sin que Perónpudiera tener éxito completo en cambiar su imagen ante la poderosa comunidad judeo-norteamericana.

En esta polémica se reflejan no sólo dos visiones acerca de los gobiernos argentinos y lainmigración judía, sino también distintas aproximaciones al tema y a las fuentes. Mientras queSenkman enfatiza el rol de la legislación y de las políticas restrictivas, Klich pone el acento en ciertasprácticas del Estado y de la sociedad que contrapesaban a aquéllas184.

Dentro del tema de los refugiados judíos deben mencionarse también los estudios sobre lainmigración de científicos y técnicos alemanes e italianos, en el marco de las políticas globales deatracción de hombres de ciencia por parte de los gobiernos argentinos185.

Con respecto a los refugiados de la Guerra Civil Española, los aportes recientes mássignificativos han sido los de Dora Schwarzstein, que ha recurrido a las técnicas de la historia oralpara reconstruir las experiencias de los protagonistas y el contraste entre la rígida legislaciónmigratoria y una actitud más abierta por parte de la sociedad186.

El tema de los nazis en Argentina continúa siendo un punto altamente predispuesto paravertir preconceptos y congelar imágenes forjadas en la década del cuarenta. 187 Pasaremos revista aalgunos trabajos recientes, teniendo en cuenta que un estudio detenido sobre el tema deberá en elfuturo inmediato considerar las investigaciones llevadas a cabo en el marco de la Comisión deEsclarecimiento de las actividades del nazismo en la Argentina.

En el libro ya citado de Newton 188 se describe la vinculación del régimen peronista con losrefugiados nazis en Argentina y la denominada “línea de ratas” (es decir, la red montada parafavorecer el escape de ex-jerarcas del Tercer Reich luego de la finalización de la guerra). El aportedel investigador canadiense consiste en despejar los mitos que se forjaron alrededor de Perón y sugobierno en la década del ‘40, haciendo una distinción efectiva entre los argumentos políticosesgrimidos por la oposición política y la verdad histórica. Siguiendo esa línea de análisis, Newtondemuestra la complicidad de funcionarios de la cancillería y las embajadas en Europa favoreciendoel ingreso de refugiados nazis, pero en mucho mayor medida de jerarcas provenientes de los paísesde Europa oriental. Las intenciones de Perón consistían en reclutar técnicos y trabajadorescalificados provenientes de esa zona aunque los resultados fueron decididamente magros. El autorvincula esta política de reclutamiento con procedimientos similares llevados a cabo por las grandespotencias, quienes deseaban contar con la colaboración de técnicos y jerarcas militares nazis enfunción de las nuevas prioridades que marcaba la guerra fría. Por otro lado, la poca voluntad delrégimen peronista de deportar a los refugiados más importantes del eje luego de la guerra (comoparte de las exigencias de la comunidad internacional hacia la Argentina), se complementa con lasescasas intenciones de los ex–aliados en proseguir con esta política en el mediano plazo. El autorsostiene que antes de endilgar culpas o emitir juicios de valor definitivos,189 debe intentarse

184 Para un balance historiografico sobre estos temas véase M.Quijada, "El peronismo y la cuestión judía: una revisióncrítica de su historiografía", Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, n°39-40, 1995185 I.Klich, "La pericia científica alemana en el amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigratesjudíos", Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr.Emilio Ravignani, 10, 1994; E.Smolensky, "Elexilio de científicos y académicos italianos judíos y los orígenes de la colectividad italiano judía en la Argentina (1938-1948) ", IberoAmerikanisches Archiv 21, 1-2, 1995186 D.Schwarzstein, "Historia oral y memoria del exilio. Los republicanos españoles en la Argentina",Anuario de laEscuela de Historia, Rosario, 2° época, n°13, 1988; id., "The experience of exile: the process of identity constructionamong the Spanish Republicans in Argentina", IX International Oral History Conference, I.Migration and EthnicIdentity, Gottemburgo, 1996; "Actores sociales y política inmigratoria en la Argentina. La llegada de los republicanosespañoles", Estudios Migrtorios Latinoamericanos, n°37, 1997187 Así lo señala Klich en sus prevenciones acerca de muchos estudios sobre el tema. Ignacio Klich; “Los nazis en laArgentina: revisando algunos mitos”, en Ciclos, año V, vol. V, nº 9, Segundo semestre de 1995. En este ensayobibliográfico, el autor realiza una valoración de los aportes de Jorge Camarasa; Los nazis en la Argentina. Legasa, 1992,Emilio Corbiere; Estaban entre nosostros, Letra Buena, 1992; Holger Meding, Flucht vor Nurenberg? Deutsche undosterreichische Einwanderung in Argentinien 1945-1955, Bohlau Verlag, 1992 y Ronald Newton, The "Nazi Menace"in Argentina, 1931-1947, Stanford University Presss, 1992.188 R. Newton, El cuarto lado del triángulo...189 Como sugiere un texto de reciente aparición: Uki Goñi; Perón y los alemanes. La verdad sobre el espionaje nazi y losfugitivos del Reich, Sudamericana, 1998, Ubicado fuera del campo académico, el periodista realiza una crónica quedesliga la política del Estado referida a los nazis de toda referencia internacional y de fuerzas económico-sociales.

Page 53: Barbero-María Inés-Rougier-Marcelo-La producción historiográfica respecto de la argentina del período 1930-1955

comprender este aspecto de la política exterior durante el peronismo en función del complejo juegode fuerzas e intereses que la posguerra propone.

El debate sobre la vinculación entre Perón y el nazismo se reavivó a partir de la apertura delos archivos de la Secretaria Técnica de la Presidencia, que revelaron la existencia en dichoorganismo de una red de protección al ingreso de criminales de guerra. A partir de dichadocumentación Leonardo Senkman ha estudiado el rol de las instituciones y agencias estatalesintervinientes en la política inmigratoria del peronismo y su práctica frente a alemanes ycolaboracionistas que huían de Europa y a refugiados sobrevivientes judíos del Holocausto,enfatizando la discriminación hacia estos últimos hasta 1949190.

En síntesis, en los años ochenta y noventa asistimos a un crecimiento en la cantidad ycalidad de trabajos vinculados a las relaciones internacionales de la Argentina que no se agota en elperíodo que examinamos y se inscribe en el proceso más amplio de renovación historiográficaconcidente con la recuperación democrática. Como vimos, para el periodo 1930-1955 los aportesson desparejos. Por un lado el estudio de una coyuntura crítica como la Segunda Guerra Mundialconcentra la mayor parte de los trabajos. Este hecho ha oscurecido la trayectoria de la políticaexteriior argentina durante la década del treinta, que na ha recibido un tratamiento similar. Estudiosposteriores podrían establecer las hipotéticas continuidades o no entre las dos épocas. Existendiscontinuidades en los estudios de la relación entre la Argentina con las grandes potencias: laposibilidad de consulta de archivos norteamericanos amplió el campo de los investigadores. Sinembargo, no ha ocurrido lo mismo en el caso de las relaciones con la Unión Sovietica y los paísesdel bloque oriental.

La mayoría de los trabajos de la historiografía de las relaciones internacionales recienteresponden a lo que Tulio Halperín Donghi ha denominado la ausencia de debates ideológicos defondo en la sociedad argetina que estimulen la producción.191Si los estudios actuales en el campo delas relaciones internacionales responden a esta premisa, deberíamos hacer una salvedad: lacuestión de los nazis y su relación con los sucesivos gobiernos argentinos.

Por último, muchos de los estudios relacionados con el gobierno peronista constituyentrabajos valiosos pero “contaminados” por la fragmentación característica de los últimos años en lasciencias sociales.

“El debate queda así restringido a un universo muy detallado de conocimiento (y en esoreside su indudable riqueza), pero limitado aen su capacidad de proyección porque conlleva unaausencia de visiones globales y la no integración del objeto de estudio en contextos más amplios.Supones también una gran homegeneidad formal, ya que las diferencias –aunque enconadas- sedirimen en el detalle”192.

Incorporar estos aportes en una visión más global, permitirá una imagen más exacta de lapolítica exterior argentina en el período 1946 – 1955, interpretación que bien puede complementarsecon un análisis comparado de la política exterior de los principales países latinoamericanos, estudioprácticamente ausente en la historiografía reciente.

190 L.Senkman, "Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949:un caso decadena migratoria", Estudios Migratorios Latinoamericanos, 31, 1995 Una posición similar a la de Senkman sostieneBeatriz Gurevich, "Etnicidad, ideología y movimiento migratorio", en Proyecto Testimonio. Revelaciones de losarchivos argentinos sobre la política oficial en la era nazi-fascista, Buenos Aires, Planeta, 1998191 Tulio Halperín Donghi, en Roy Hotra y Javier Trímboli; Pensar la Argentina, los historiadores hablan sobre historiay política, El cielo por asalto, 1994192 Monica Quijada; “El peronismo y la cuestión judía...”p. 240