Bajo el síndrome de la reina roja

1
Bajo el síndrome de la Reina Roja Nuestro gran reto En la novela “A través del espejo”, la continuación del viaje de Alicia en el País de las Maravillas, el autor Lewis Carroll nos describe el país de la Reina Roja, un mundo que se mueve por debajo de sus habitantes, por lo que todos están obligados a correr todo el tiempo sólo para permanecer en el mismo lugar. “Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”. Con esta sentencia, la Reina Roja resume la regla primordial de su mundo. Y del nuestro. Durante los últimos 50 años, México ha visto varios de los avances más importantes de su historia. En 1960 el 38% de la población adulta mexicana no sabía leer ni escribir, el 94% no había ido más allá de la escuela primaria y menos de un 2% tenía algún tipo de formación superior. Medio siglo más tarde el analfabetismo se situaba por debajo del 10%, más de 56% de los mexicanos tenía algo de educación secundaria y casi un 13% había accedido al segundo ciclo de la universidad. El número de años medios de escolarización de la población adulta se ha más que triplicado, pasando de 2.26 en 1960 a 8.08 en 2010. Y sin embargo, esta carrera espectacular en los términos absolutos de la escala nacional es mucho menor en los términos relativos de la escala global y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Aunque en cinco décadas nuestro país ha reducido en un 56% la brecha existente con los países de la OCDE, México se ha mantenido consistentemente en la última posición en términos de los años de escolarización en un comparativo de 22 países. La razón es bastante sencilla: los demás países también mejoraron sus niveles de formación. México corrió para seguir en el mismo lugar y el mismo fenómeno puede observarse en otras áreas como el deporte, la infraestructura o la investigación y el desarrollo. Pero no nos equivoquemos, el enorme capital humano que hemos desarrollado y acumulado en los últimos 50 años está aquí, esperando ser capitalizado en crecimiento y desarrollo. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad, un trabajador promedio con licenciatura gana casi el doble que uno que sólo tiene la preparatorio. Y de acuerdo a los economistas Ángel de la Fuente y Rafael Doménech, autores de un estudio sobre la evolución del nivel educativo en México y en la OCDE de 1960 al 2010, gracias al capital humano que ha alcanzado México y las mejoras que podrían derivarse de la implementación de las reformas estructurales e institucionales, especialmente en el ámbito laboral y educativo, el PIB per cápita podría elevarse hasta en 20 por ciento, un proyecto digno de nuestra atención, un nuevo reto que debemos superar. En un mundo tan profundamente interconectado e interdependiente, en el que los países, las empresas y las personas compiten cada vez más libremente, el síndrome de la Reina Roja está más vigente que nunca, así como su promesa: si realmente queremos llegar a algún lado, debemos correr por lo menos dos veces más rápido.

description

Alicia en el país de las maravillas se queda corta.

Transcript of Bajo el síndrome de la reina roja

Page 1: Bajo el síndrome de la reina roja

Bajo el síndrome de la Reina RojaNuestro gran reto

En la novela “A través del espejo”, la continuación del viaje de Alicia en el País de las Maravillas, el autor Lewis Carroll nos describe el país de la Reina Roja, un mundo que se mueve por debajo de sus habitantes, por lo que todos están obligados a correr todo el tiempo sólo para permanecer en el mismo lugar. “Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”. Con esta sentencia, la Reina Roja resume la regla primordial de su mundo. Y del nuestro.

Durante los últimos 50 años, México ha visto varios de los avances más importantes de su historia. En 1960 el 38% de la población adulta mexicana no sabía leer ni escribir, el 94% no había ido más allá de la escuela primaria y menos de un 2% tenía algún tipo de formación superior. Medio siglo más tarde el analfabetismo se situaba por debajo del 10%, más de 56% de los mexicanos tenía algo de educación secundaria y casi un 13% había accedido al segundo ciclo de la universidad. El número de años medios de escolarización de la población adulta se ha más que triplicado, pasando de 2.26 en 1960 a 8.08 en 2010.

Y sin embargo, esta carrera espectacular en los términos absolutos de la escala nacional es mucho menor en los términos relativos de la escala global y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Aunque en cinco décadas nuestro país ha reducido en un 56% la brecha existente con los países de la OCDE, México se ha mantenido consistentemente en la última posición en términos de los años de escolarización en un comparativo de 22 países. La razón es bastante sencilla: los demás países también mejoraron sus niveles de formación. México corrió para seguir en el mismo lugar y el mismo fenómeno puede observarse en otras áreas como el deporte, la infraestructura o la investigación y el desarrollo. Pero no nos equivoquemos, el enorme capital humano que hemos desarrollado y acumulado en los últimos 50 años está aquí, esperando ser capitalizado en crecimiento y desarrollo. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad, un trabajador promedio con licenciatura gana casi el doble que uno que sólo tiene la preparatorio. Y de acuerdo a los economistas Ángel de la Fuente y Rafael Doménech, autores de un estudio sobre la evolución del nivel educativo en México y en la OCDE de 1960 al 2010, gracias al capital humano que ha alcanzado México y las mejoras que podrían derivarse de la implementación de las reformas estructurales e institucionales, especialmente en el ámbito laboral y educativo, el PIB per cápita podría elevarse hasta en 20 por ciento, un proyecto digno de nuestra atención, un nuevo reto que debemos superar.

En un mundo tan profundamente interconectado e interdependiente, en el que los países, las empresas y las personas compiten cada vez más libremente, el síndrome de la Reina Roja está más vigente que nunca, así como su promesa: si realmente queremos llegar a algún lado, debemos correr por lo menos dos veces más rápido.