Aravena - Reflexiones Metodológicas Para El Estudio Del Sindicalismo

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    Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz

    ALTERNATIVA

    Director:Secretario Ejecutivo:

    rea investigacin:Programas de Estudios laborales:

    rea de capacitacin:rea desarrollo local:

    Instituto de Ciencias Alejandro LipschutzISNN 0717-5450

    Av. Ricardo Cumming 350 Fonofax: [email protected] www.ical.cl

    Santiago de Chile, diciembre 2007Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz

    Daniel Nez ArancibiaGastn Quezada FernndezRolando Alvarez VallejosAntonio AravenaPablo Chacn CancinoClaudio Rodrguez Daz

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    Revista Alternativa, mayo de 2008, nmero 25

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    ALTERNATIVA

    Comit editorial

    Daniel Nez (ICAL); Toms Moulian (Universidad ARCIS); Olga

    Ulianova (IDEA-USACH); Manuel Antonio Baeza (Universidad deConcepcin); Rolando Alvarez (ICAL), Julio Pinto (USACH); AntonioAravena (ICAL); Hugo Fazio (CENDA); Marcel Claude (UniversidadARCIS); Estrella Daz ( =)

    Consejo Internacional

    Atilio Boron (Universidad de Buenos Aires); Francisco Zapata (Colegiode Mxico); Julio Gambina (FISIP-Argentina); Massimo Modonesi(Universidad Nacional Autnoma de Mxico); Horacio Tarcus (CEDINCI-Argentina); Enrique de la Garza (XXX);

    Revista Alternativa aparece dos veces al ao. Acepta trabajos originales para supublicacin, los que sern evaluados por el Consejo Editorial. Los trabajos debenceirse a las caractersticas descritas en Normas de publicacin de artculos,ubicados en la ltima pgina de este ejemplar.

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    INDICE

    Editorial

    Trabajo y sindicalismo

    Reexiones metodolgicas para el estudio delsindicalismo en Chile: aportes para un debatenecesario, Antonio Aravena Carrasco.Apuntes sobre el renacer de la huelga obrera enChile,Daniel Nez Arancibia.

    La industria electrnica en Chile. Elementospara su comprensin,Nelson Ruminot Pardo.

    Historia y pensamiento crtico

    Porque esta vez no se trata de cambiar un pre-

    sidente. La Unidad Popular, Allende y laselecciones presidenciales de 1970,Rolando Alvarez Vallejos.Los comunistas y la toma de terrenos de La Vic-toria. A 50 aos de una de las tomas ms grandesde Latinoamrica,Alexis Corts.

    Contribuciones de Gramsci hacia el cambiosocial del Chile Actual. Crtica a la distorsinposmoderna de su legado y lecciones para losmarxistas,Rene Leal Hurtado.

    Desarrollo e historia local

    La lucha por la tierra. Un fragmento de historiasocial de Canela,Jorge Negrete Escobar.El dilema entre la autonoma y la cooptacin.Notas exploratorias para un anlisis de la rela-cin entre el Estado y las organizaciones socia-les populares,Claudio Rodrguez Daz.

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    Editorial

    La nueva edicin de Alternativa, revista institucional del Instituto deCiencias Alejandro Lipschutz, representa un resumen del trabajo realizadopor el Instituto durante el ao 2007. A travs de los trabajos que componeneste nmero 25 de Alternativa, se expresan y representan parte de lasmultifacticas actividades que llenaron la agenda 2007 del ICAL. Hace

    algunos aos, nuestro Instituto ha desplegado una lnea de trabajo haciael mundo del trabajo y los trabajadores. En este mbito, se han realizadoinvestigaciones sobre estas problemticas, cuya orientacin apunta a indagarsobre las posibilidades de desarrollo y las estrategias del mundo sindicalen nuestro pas. Como siempre, el ngulo desde el que se abordan estastemticas es lo que hoy se denomina pensamiento crtico, es decir, desdeuna postura disidente al actual rgimen de dominacin capitalista. En estaocasin, Daniel Nez Arancibia examina las huelgas de los trabajadores

    forestales y subcontartistas del cobre, que remecieron la agenda polticadel pas durante el ao 2007 y obligaron a todos los sectores polticos apronunciarse en materias laborales. Por su parte, Antonio Aravena Carrascopropone lneas estratgicas que entraan para las ciencias sociales y parael propio movimiento sindical las perspectivas de la cuestin laboral ysindical en el Chile de hoy. Finalmente, como resultado de una colaboracinentre la Confederacin de Trabajadores Metalrgicos (CONSTRAMET) y

    nuestro Instituto, Nelson Ruminot Pardo recorre la trayectoria histrica yla realidad actual de la industria electrnica en Chile.

    Como parte del crecimiento del trabajo del Instituto, el ao 2007 seconformaron dos nuevas reas de trabajo: desarrollo local y estudiospolticos. A pesar de estar an en una etapa incipiente, ofrecemos losprimeros resultados de los esfuerzos desplegados en estas reas. En el mbitode desarrollo local, se realiz un seminario llamado Dirigentes socialesy construccin de poder local, que cont con la presencia de destacadosinvestigadores y de organizaciones sociales territoriales. Adems, se realizuna capacitacin con el objetivo de crear una plataforma comunal con laUnin Comunal de La Florida y otra en Rancagua sobre municipios y laparticipacin. Asimismo, como parte de las primeras reexiones sobre estatemtica, Claudio Rodrguez indaga esta edicin sobre el vnculo entre lasorganizaciones sociales y el municipio, cuya relacin siempre se encuentratensionada entre la cooptacin y la autonoma.

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    En el mbito de estudios polticos, se desarrollaron dos seminarios. En elprimero, llamado Gramsci, a 70 aos de su muerte, participaron dirigentespolticos y cientistas sociales, convocados a reexionar desde Chile y

    su realidad sobre el legado del dirigente comunista italiano. El segundoseminario, Estudios sobre militancia, de carcter internacional, ya queparticiparon ponentes de Francia, Brasil, Argentina y Chile, dio cuenta delas diversas expresiones que adquiere en estos pases la participacin enorganizaciones polticas y sociales. Como muestra de lo que se discuti enestos seminarios, se incluye en esta edicin de Alternativa los artculos deRen Leal y Alexis Corts, en donde se reivindica la vigencia del marxismoy del pensamiento de Antonio Gramsci y la existencia de una identidad

    propia entre los habitantes de la conocida poblacin La Victoria,respectivamente. Como parte de lo realizado en esta rea, se encuentra eltrabajo de Rolando Alvarez, referido a la campaa presidencial de 1970,que dio el triunfo a Salvador Allende, que busca aportar al conocimientode aspectos menos conocidos de la gura del lder socialista, en el marcode la celebracin durante 2008 de los cien aos de su nacimiento.

    Durante el 2007 ICAL realiz numerosas capacitaciones y actividades

    formativas, imposibles de detallar en estas lneas, pero que expresanclaramente el perl de nuestro trabajo, ligado a la investigacin en cienciassociales, pero vinculado estrechamente a las organizaciones sociales.Como un ejemplo de estas amplias redes de colaboracin, publicamosel trabajo de Jorge Negrete sobre un fragmento de la historia social deCanela, localidad ubicada en la IV regin de Chile. Su autor, colaboradorde ICAL, cont con el respaldo del municipio para la tarea de reconstruirparte del pasado reciente de este nortino poblado.

    Asimismo, desde el ao 2002, gracias a la colaboracin de la fundacinalemana Rosa Luxemburgo, ha funcionado la Escuela Sindical ICAL,la que durante el ao 2007 cont con participantes de las regiones IV,VI, X y metropolitana. Si bien en el presente nmero de Alternativa nose publica ningn texto sobre su desarrollo, la vigencia de este proyectoqued de maniesto con la edicin del texto La marcha de los topos.Una historia del movimiento sindical, que a travs de un lenguaje ameno

    y acompaado de caricaturas, pone a disposicin de las organizacionespopulares un instrumento para iniciar el estudio del pasado de Chile, paraas fortalecer y proyectar las luchas del presente.

    En resumen, el nmero 25 de Alternativa se compone ntegramentepor investigaciones originales desarrolladas por los profesionales delInstituto o por quienes participaron en actividades organizadas por ste, loque reeja el desarrollo cualitativo y cuantitativo que ICAL ha sostenido

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    progresivamente en los ltimos aos. De esta manera, el aporte que intentanpromover las actividades del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutzson difundir el pensamiento alternativo al dominante, la divulgacin de

    las desigualdades inherentes al capitalismo en su actual fase de desarrolloen Chile, el conocimiento de las experiencias de resistencias y rebeldapresentes y pasadas a esta situacin, y en denitiva, aportar un grano dearena en la tarea colectiva de construccin de una nueva sociedad en Chiley el mundo.

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    Reexiones metodolgicas parael estudio del sindicalismo en Chile:

    aportes para un debate necesario

    Antonio Aravena Carrasco1

    1. El sindicalismo como objeto de estudio

    El estudio del sindicalismo en Chile se puede hacer desde distintosngulos: reconstruir su evolucin histrica, conocer sus cambioscuantitativos, observar los desarrollos sectoriales, mirar los conictoslaborales, apreciar sus dinmicas en un nivel macro y micro, estimar sufuerza como movimiento social, etc. Cada una de estas opciones conducea resultados particulares. Por ejemplo, se puede detectar la debilidaddel sindicalismo como movimiento social, con proyectos globales y unaidentidad denida, pero novedosas estrategias de lucha en algunos sectores

    especcos.Se concluye que sostener la existencia de una crisis sindical requiere una

    serie de especicaciones. Como veremos a travs de este ensayo el anlisisrequiere que metodolgicamente combinemos miradas de corto y largoplazo, que miremos ambientes globales y locales, que situemos a este actoren un conjunto de relaciones con otros actores, de modo de identicar ydiferenciar las tendencias emergentes de aquellas que ya han cristalizado o

    han alcanzado cierta visibilidad. En ese marco, es fundamental desarrollarla lucidez como observadores para desentraar el sentido ltimo de losprocesos en curso.

    Entrado ya el siglo XXI, qu sucede con el sindicalismo en Chile?, esun actor en crisis?, sigue siendo relevante?, ha sido reemplazado porotro actor en trmino de sus roles histricos?, cules son sus estrategias?.Estas son algunas preguntas que nos sirven como punto de partida para

    elaborar este ensayo que tiene por objeto aportar al debate de la situacin ylas perspectivas de este actor. Nos interesa describir los procesos concretosque caracterizan su desenvolvimiento, pero tambin la forma en que seconstruyen conocimientos, discursos y formas de entenderlo.

    Las ideas que presentamos se nutren de estudios realizados por distintosautores sobre el tema y de las opiniones recogidas en encuentros condirigentes sindicales y trabajadores a lo largo del pas. En estos encuentros

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    Socilogo, investigador ICAL.

    Alternativa NO

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    hemos tenido la ocasin de discutir varios asuntos que incluimos en estetrabajo. Por tal razn, este puede ser considerado un primer esfuerzo deordenamiento de esas experiencias. Esperamos con ello contribuir a la

    apertura del debate y al desarrollo de trabajos ms sistemticos y profundosen el futuro.

    2. Sentido y crisis del sindicalismo

    En los aos noventa muchos actores, incluyendo a dirigentes sindicales,se referan a la crisis sindical. A veces se aluda a un cuestionamiento delpapel de la CUT, otras veces al funcionamiento y los magros resultadosde los sindicatos en procesos de negociacin colectiva, a las bajas tasas de

    sindicalizacin, por citar slo algunos parmetros. En debates sindicalesse sostena que deba abandonar su perl sociopoltico y replegarse haciael interior de las empresas, situacin que era criticada igualmente por laslimitaciones que implicaba esa orientacin.

    Algunos indicadores de la crisis se asumieron acrticamente. Porejemplo, cuando se haca referencia a la baja tasa de sindicalizacin seadmita que ella implicaba por s sola la crisis sindical, sin estudiar en

    detalle su importancia relativa ni su signicado a travs de la historia.Sabemos ahora que los indicadores histricos (salvo momentos acotados)no han sido descollantes y que la fuerza sindical se juega tambin en susvinculaciones polticas, la adhesin social que alcanzan sus demandas, lacapacidad para incidir en el Estado, etc. Con todo, la idea de debilidad oirrelevancia sindical termin por reforzarse en aquellos aos.

    Hoy la discusin laboral ha colocado en el centro del debate a los

    sindicatos y uno de los argumentos ms mencionados es que este actor esclave para el logro de una mayor justicia y equidad social, as como parael mejoramiento de las relaciones laborales. Siguen presente las visionesque lo ven como algo negativo, que debe ser controlado en cuanto a susposibilidades de accin. En el fondo subyace la discusin por el poder delos trabajadores en nuestra sociedad, debate que necesariamente tiene unaconnotacin poltica e ideolgica. De todos modos, destacamos el hechoque aquello que hace unos aos se vea casi como una situacin de crisis

    nal hoy slo representa una etapa en la evolucin de este actor cuyosignicado ltimo aun no terminamos de descubrir.

    El sindicalismo tiene algunas posibilidades de desarrollo, aunque esasopciones parecen ms evidentes en los niveles intermedios y de base. Enesos espacios estn en juego nuevas estrategias de accin, lo que no seaprecia con la misma claridad en las centrales sindicales donde persistenproblemas de funcionamiento y una serie de dicultades para concitar la

    adhesin social a sus propuestas. Esto no quiere decir que estas ltimas

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    pierdan relevancia. Al contrario, si pensamos especcamente en la CUT,sabemos que participa de distintas instancias polticas y sindicales desdedonde emanan acuerdos en mbitos muy variados. Por lo tanto es muy

    importante su fortalecimiento.De todas formas, es sugerente observar lo que ocurrir en sectores

    laborales como minera, salmonicultura, forestal, retail, agricultura, porcitar algunos, donde los trabajadores estn llevando a cabo experiencias decoordinacin y accin muy interesantes. Ah estn en juego estrategias queeventualmente pueden iluminar las acciones en otros sectores, ampliandode esa manera el protagonismo de los trabajadores. Los resultados positivos

    o negativos de estas bsquedas son, por lo tanto, de alta signicacin. Esrelevante, al mismo tiempo, apreciar las articulaciones que se puedengenerar entre las centrales sindicales y las organizaciones sectoriales,de modo de mejorar la posicin de los trabajadores en momentos denegociacin.

    Es difcil aventurar los resultados de estas experiencias en el corto omediano plazo, pero es evidente que las actuales circunstancias muestranun actor vivo, que enfrenta serias dicultades, pero que intenta revertirlas lgicas de exclusin que le afectan. Como todo proceso social esprobable que se observen avances y retrocesos de distintas magnitudes.Ser responsabilidad de las diferentes fuerzas sociales y polticas, delas instituciones competentes, y no slo del sindicalismo, posibilitarque las tendencias de largo aliento sean las mejores posibles para lostrabajadores.

    3. Descifrando la historia y el presente de los sindicatos

    a) El sindicalismo como sujeto de los cambios sociales. Una concepcinque existe entre quienes piensan al sindicalismo es entenderlo como unactor orientado a la bsqueda de cambios, generalmente asocindolos a unproyecto de transformacin global de la sociedad. Asimismo, se tiende apensar que este actor es quien debe conducir estos procesos, casi como unatarea inherente a su existencia. Podemos encontrar registros en la historiadonde esto efectivamente ocurri as, pero debemos considerar que en

    muchas ocasiones ha actuado junto a otros actores, asumiendo distintosniveles de protagonismo.

    A principios del siglo XX, en un contexto de gran agitacin social, elmovimiento de los trabajadores alcanz notoriedad por sus luchas, actuandojunto a otros sectores del mundo popular. En la dcada de los ochentasucedi algo similar cuando bregaba contra la dictadura junto a pobladoresy estudiantes entre otros actores. Es relevante concluir, de acuerdo a esta

    breve descripcin, que los esfuerzos por el cambio social sobrepasan los

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    lmites de un actor y deben ser entendidos como el resultado de mltiplesfuerzas que, con mayores o menores niveles de articulacin, se expresanen un determinado momento histrico.

    El anlisis sindical debe reconocer las expresiones visibles y ocultasen un determinado tiempo y espacio. Es decir, no basta con observar lasmanifestaciones sindicales ms notorias, pues ello impedira detectar losprocesos histricos ms profundos. Es procedente pensar, desde esta ptica,que la visibilidad de un actor no implica ni determina necesariamentesu condicin futura, y nada evita, en principio, que su recorrido seacontradictorio y difcil de explicar desde una mirada estrictamente lineal.

    Un fenmeno que hoy nos parece insignicante puede ser esencial enel futuro. O bien, algo que creemos notable quizs sea una expresinmomentnea o marginal desde una perspectiva de ms largo aliento.

    No corresponde, por lo tanto, declarar la crisis o ms an el n de larelevancia de los sindicatos slo por la inexistencia de protagonismo enun momento dado. Ciertamente este es un indicador que no se puededesconocer, pero antes de llegar a este tipo de conclusiones debemosdescubrir las dinmicas y los cambios ms profundos que se pueden estarforjando. Es preciso ver su signicado histrico, las circunstancias queexplican su condicin. Se hace relevante contrastar este tipo de armacionescon evidencias empricas. Se nos impone tambin la necesidad de utilizaruna mirada amplia para el anlisis de esta realidad.

    El sindicalismo fue seriamente afectado en las ltimas dcadas,especialmente en su condicin de movimiento social, proceso del cual aunno logra recobrarse. Pero hoy se observan signos de recomposicin a partir

    de la accin de los trabajadores del subcontrato de la minera, trabajadoresdel salmn y del sector forestal, entre los ms visibles. Los conictossuscitados en estos sectores pueden ser vistos como el resultado de unproceso de bsqueda de nuevas estrategias, no exentas de obstculos,como reaccin a un contexto de exclusin y desigualdad. Ahora bien, siestos movimientos lograrn generalizarse o no est por verse.

    En estas experiencias concretas de conictos se aprecian articulaciones

    sociales que pueden servir para pensar respuestas al dilema de la conduccinde los cambios. Algunos conictos muestran un vnculo muy fuerte entresindicatos y organizaciones territoriales, as como una participacin activade las mujeres y familias de los trabajadores. De la misma manera, enalgunos casos las ONGs aparecen como nuevos actores en los conictoslaborales. Los dirigentes sindicales mantienen sus funciones, aunque sesuelen presentar dicultades por la delimitacin de los roles con estasinstituciones.

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    Dejamos formuladas dos interrogantes para incitar el debate: qupapel juegan actualmente trabajadores, estudiantes, ambientalistas,consumidores, comunidades tnicas, ONGs, entre otros actores, en los

    procesos de cambio social?, cul es la denicin de cambio que subyaceen cada uno de ellos?

    b) El desarrollo de la conciencia social. Hay diferentes interpretacionessobre cmo se da este proceso. Para algunos son los factores econmicoslos determinantes. Para otros, las relaciones entre los propios trabajadores,los procesos de educacin o autoformacin, los espacios de conicto ode socializacin, etc. De acuerdo a las visiones neoliberales hoy sera

    difcil el fortalecimiento de la conciencia sindical debido a la exibilidadpredominante en el mercado del trabajo y la cultura individualista yconsumista que caracteriza a nuestras sociedades.

    Si miramos la experiencia histrica vemos que el desarrollo de laconciencia sindical tiene que ver con una multiplicidad de factores quenos impiden llegar tan fcilmente a la conclusin de los neoliberales. Entrenes del siglo XIX y principios del XX el desarrollo de la concienciasindical estuvo asociado a las magras condiciones de trabajo, la difusinde las ideas socialistas y anarquistas, el desarrollo de la prensa obrera,etc. La precariedad laboral, la exclusin y la marginalidad no impidieronla constitucin de los trabajadores como colectivo, con identidad yproyectos.

    Posteriormente, la relacin de los sindicatos con los partidos polticos,el levantamiento de grandes fbricas, el surgimiento de organizacionessindicales fuertes, los conictos laborales y la experiencia sociolaboral

    en el proceso productivo, favorecieron la representacin de este actorcomo parte de una clase social, portadora de una cultura y una identidadespecca. En el caso de los obreros industriales este proceso fue msevidente, aunque en otros sectores, como la agricultura, los fenmenos noocurran de la misma forma.

    La conciencia sindical implica que los trabajadores reconozcan su papel enla historia, que sean capaces de descifrar sus opciones polticas y laborales,

    confrontando sus valores con los predominantes en la sociedad. En estesentido, la politizacin del sindicalismo puede signicar la aceleracinde este proceso y no forzosamente la clausura de sus proyectos. La ideade colectivo, tan subvalorado en la lgica neoliberal, puede ser recreadadesde los sujetos. Ahora bien, tampoco podemos creer que los mismosfenmenos conducirn siempre a idnticos resultados. Por ejemplo, labsqueda de soluciones a conictos materiales puede estar basada en unaopcin instrumental, de corto plazo, y no obligatoriamente en los mayores

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    niveles de conciencia.

    Algunas experiencias del pasado pueden ser repensadas a la luz de larealidad actual para fomentar la elevacin de los niveles de conciencia, por

    ejemplo, la utilizacin de los medios de comunicacin, las experiencias deautoformacin o las iniciativas de solidaridad. En algunas zonas del pashemos visto que el acceso de los trabajadores a medios como la televisino la radio ha tenido excelentes resultados en este sentido. Pero hay unconjunto amplio de elementos que se deben contemplar: experienciasculturales territoriales, relacin de los actores con las institucionesnacionales y locales, autobiografas y liderazgos, experiencias histricas

    de accin social, etc.c) El papel y las relaciones de los actores del trabajo. Un aspecto

    relevante de considerar para efectos del anlisis es que no podemos veral sindicalismo de manera aislada, ya que su funcionamiento y dinmicasestn en directa vinculacin con el comportamiento de otros actores, ascomo con las relaciones que se producen entre todos ellos. Es decir, nopodemos entender lo que ocurre con el actor sindical sin reconocer a la vezel papel del Estado, las organizaciones de los empleadores, los partidospolticos, entre otros.

    Asimismo, no lograremos un buen nivel de comprensin sin dar cuentade procesos que tienen lugar simultneamente al desarrollo sindical.Por ejemplo, el avance o retroceso de la democracia, los niveles deconcentracin econmica, la elevacin del endeudamiento de la poblacino la situacin general de los movimientos sociales. Es interesante percatarsede las relaciones y contradicciones que existen entre estos fenmenos y la

    realidad sindical, lo que abre un amplio abanico de posibilidades.

    El sindicalismo creci y se hizo fuerte en el siglo XX, alcanzando lacondicin de movimiento social y dirigindose no slo a la reivindicacineconmica, sino que a los procesos polticos ms generales. La relacincon el Estado y los partidos polticos de izquierda le permitieron accedera instancias de decisin nacional que durante muchos aos le haban sidonegadas, obteniendo el reconocimiento de derechos en distintas materias.

    Las leyes laborales son una de las expresiones de esta situacin. El Estadocre empresas y stas se insertaron en relaciones laborales tripartitasreconociendo la legitimidad de la organizacin sindical.

    En el rgimen militar el Estado fue un Estado represor, que eliminmuchas conquistas de los trabajadores. Hoy, en un contexto de atomizacinsindical, los trabajadores tienen dicultades para participar en las decisionespolticas del pas, siendo objeto de una abierta exclusin. Con el transcurrir

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    de los aos se han logrado abrir espacios y se ha avanzado en algunasmaterial laborales y sindicales, pero siguen pendiente temas importantes.Al mismo tiempo, los sindicatos han tenido que lidiar con una serie de

    procesos, como la fragmentacin productiva, las fusiones empresariales, elfenmeno de la subcontratacin y los cambios tecnolgicos en el trabajo,que dicultan y cuestionan sus tareas.

    Las relaciones del sindicalismo con otros actores son siempre dinmicasy complejas, pudiendo coexistir tendencias dismiles en los diferentesniveles de la estructura sindical. En este sentido, debemos estar preparadospara observar en detalle todas estas relaciones, evitando simplicaciones en

    los anlisis. As, por ejemplo, es posible observar una relacin conictivade las estructuras sindicales superiores con el Estado y una actitud decolaboracin de los sindicatos con las instituciones estatales en espaciosterritoriales ms acotados. Tambin puede producirse el fenmeno inversoo una combinacin de dilogo y conicto permanente entre los actores.

    Puede suceder que los trabajadores perciban que sus demandas sonescuchadas por el Estado y que se implementan polticas que les favorecen,permitiendo generar una dinmica de mayor colaboracin. O bien, estasituacin de entendimiento quizs inuya en el desplazamiento del conictohacia el eje sindicato empresa. Tambin es factible que el conictoadquiera un carcter global, especialmente en empresas transnacionales.Es decir, hay una variedad de alternativas que pueden germinar en estesentido.

    Los partidos polticos actuaron durante varias dcadas como correade transmisin de las demandas obreras. El escenario actual es diferente

    y nos lleva a preguntarnos por el signicado que asignan a la actividadsindical: qu relevancia tiene para ellos lo que ocurre con los sindicatos?,cmo se expresa la preocupacin por los temas laborales y sindicales ensus estructuras de organizacin?, qu peso tienen los dirigentes sindicalesen los partidos polticos?, cmo se resuelven los temas de autonoma ydependencia?

    El mundo empresarial, por otra parte, ha experimentado cambios

    importantes. Las empresas constituyen un actor social y en ese sentido tienenproyectos que van ms all de lo estrictamente productivo. Sus discursosirrumpen en el mundo social a travs de distintos medios, inuyendo deesa manera en las visiones de los sujetos. La idea de responsabilidad socialempresarial, por citar un caso, se ha instalado con fuerza en los ltimosaos, rerindose a una mayor implicacin de la empresa con el trabajadory la comunidad local. La contradiccin entre los intereses de la empresay los trabajadores pretende ser reemplazada por la idea de compromiso

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    corporativo.

    El estudio requiere dar cuenta de estas situaciones, agregando otrasdiferenciaciones importantes. Es preciso ver lo que ocurre en las grandes,

    medianas y pequeas empresas, as como la situacin de las empresas quepertenecen a capitales nacionales, transnacionales o mixtos. En algunossectores resulta clave comprender la caracterstica de los encadenamientosproductivos donde algunas empresas se fortalecen mientras otras venperjudicadas sus posiciones. En denitiva, se registran comportamientoseconmicos y relaciones de distinto tipo que se deben contemplar para unacorrecta comprensin.

    4. Estructura y accin sindical

    El anlisis de la situacin sindical requiere conocer los cambiosestructurales que se han suscitado en las ltimas dcadas en nuestrasociedad. Ellos se relacionan con procesos polticos, productivos, legales,sociales y culturales que han tenido diferentes efectos en los trabajadoresy sus organizaciones.

    La persecucin que fueron objeto los dirigentes sindicales en el rgimen

    militar deriv en la muerte de muchos de ellos, situacin que indudablementerepercuti en una representacin de la actividad sindical como riesgosa enun sentido extremo. La persecucin sindical y la prohibicin de asociacingeneraron una prdida de la sociabilidad, de la experiencia organizativa,de cultura e identidad. El traspaso de experiencias de una generacin aotra se vio truncado, al mismo tiempo que fue afectada la valoracin quela propia sociedad tena de este actor.

    La transformacin del marco jurdico ocurrido en los aos setenta esespecialmente signicativa, pues vino a instaurar un Cdigo Laboral quecoloca serias dicultades a la accin sindical. Entre las ms destacadaspodemos mencionar, por su notoriedad pblica e importancia para lasorganizaciones sindicales, la permanencia de la negociacin colectivabsicamente en el mbito de la empresa y la posibilidad del reemplazode trabajadores en huelga. Este Cdigo consagr la exibilidad laboral einstaur lo que hoy conocemos como el rgimen de la precariedad laboral(inseguridad e inestabilidad en el trabajo).

    Este nuevo marco permiti la libertad sindical, es decir, facilit elsurgimiento de varios sindicatos al interior de una empresa, pero, a la vez,elimin muchos fueros sindicales, instaur los contratos por plazo jo ytemporada, etc. Dicho marco no se modic al comenzar la transicin ala democracia, como esperaban muchos dirigentes. Es decir, el procesoha tenido continuidades histricas que no se explican slo como la poltica

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    del rgimen militar, sino como un componente esencial del modelo dedesarrollo neoliberal vigente en nuestro pas.

    Las caractersticas que adquiere la estructura productiva en los aos

    setenta tienen otra implicacin. Al adquirir ms preponderancia sectorescomo servicios y comercio, en detrimento del sector industrial (eje delmodelo de desarrollo por sustitucin de importaciones que rega en losaos anteriores) la composicin global sindical se ve alterada. La culturaobrera, ligada precisamente al trabajo en la industria, entra en tensin araz de la emergencia de sectores que no tienen la misma tradicin sindicalni una cultura asociada al conicto. Nuevas categoras ocupacionales,

    como la de empleados, comienzan a tener mayor presencia cuantitativa,afectando los procesos de construccin de identidades colectivas.

    Pero las alteraciones en el mbito productivo no deben ser vistasexclusivamente como el cierre de la experiencia sindica. En parte, porquees posible que exista la transmisin de experiencias entre los trabajadoresde diferentes sectores laborales, lo que requerira ser vericado a travsde estudios empricos. Igualmente, pueden emerger nuevas expresiones yestrategias, asociadas a la nueva composicin de la fuerza laboral. Si vemosnuestra historia nos percatamos que alrededor de la dcada de los treintay cuarenta del siglo XX el pas vio modicada su estructura de desarrollo,pasando desde un esquema productivo centrado en la agricultura hacia unocentrado en la industria. Y si bien este paso implic vicisitudes tambinposibilit el surgimiento de nuevas certezas.

    Las transformaciones estructurales, son los nicos o ms importantesfactores que explican la situacin sindical, sea esta de debilidad o fortaleza?

    Pensamos que no. Esto conducira al error de creer que todos los problemasestn relacionados a fenmenos fuera del alcance y el mbito de accinde los actores. Los actores pueden afectar los procesos estructurales (noson agentes pasivos), pero dicha capacidad est mediada por una serie decircunstancias y disputas que varan histricamente. En este sentido, larelacin entre estructuras y actores es dinmica y cambiante, debiendo serhistorizada para evitar interpretaciones mecanicistas en trminos de las

    conguraciones de identidad, las capacidades reivindicativas, etc.Por otra parte, el anlisis de la relacin entre estructura y actores (accin

    social) requiere considerar realidades geogrcas y sociales ms acotadas.Esto implica aceptar que los procesos estructurales no tienen el mismosignicado o impacto para los trabajadores en los diferentes territorioso sectores laborales, y que ellos le pueden otorgar diversos sentidos.Es posible pensar que frente a un contexto de exibilidad, por ejemplo,sindicatos ubicados en algunas zonas geogrcas, con una historia,

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    identidad y dinmicas socio-culturales especcas, desarrollen respuestasy estrategias que en otros sectores no surgirn. Pensemos, en este sentido,en los comportamientos de los trabajadores en la actividad minera del

    cobre o del carbn en su momento, o en la de pescadores artesanales enChilo, que se explican por procesos especcos.

    5. Homogeneidad o heterogeneidad sindical

    El sindicalismo no representa un cuerpo homogneo y por eso esnecesario conocer y caracterizar su despliegue en cada regin, territorioo mbito productivo. Las dinmicas sindicales sectoriales dan cuenta deproyectos, capacidades y debilidades que no se pueden desconocer, pues

    ello obstaculizara el anlisis y la reexin sobre estrategias. Esta distincinno siempre se ha realizado y, por el contrario, se suele hacer referencia ael sindicalismo o el movimiento sindical como si este fuese un cuerpoconsistente e invariable.

    Revisar qu ocurre sectorialmente nos permite entender las perspectivasy los escenarios particulares. A partir de este ejercicio pueden surgirdiversas alternativas. Nos daramos cuenta, tal vez, que hay sectores

    sindicales que van a entrar en crisis o declive, mientras que otros van aexperimentar un mayor desarrollo. No necesariamente las tendencias irnen el mismo sentido, por lo que este tipo de anlisis nos permite dar cuentade situaciones que escapan de las explicaciones generales.

    La situacin en sectores como el comercio o la agricultura, por citardos casos, muestra semejanzas y diferencias. Las organizaciones de lostrabajadores tienen distintos desarrollos. En el comercio, particularmente

    en el caso de las grandes tiendas, el trabajo en malls y supermercados,se ha establecido un mercado laboral altamente exible, donde las formascontractuales, salariales y las jornadas asumen mltiples modalidades.De todos modos, y con dicultades, en este sector hay organizacionessindicales que desarrollan sus labores. En la agricultura la actividad sindicales menor y enfrenta serias dicultades, las que se derivan en gran medidadel contexto de explotacin abierta de la fuerza de trabajo. Pensemos en lasituacin de las temporeras, para gracar mejor lo anterior.

    El anlisis debe incluir lo que ocurre con la organizacin de lostrabajadores del sector pblico, pero entendiendo que dicho sector tambinpresenta diferencias signicativas. La situacin de los funcionarios deservicios del Estado diere de la que tienen los trabajadores municipaleso los de empresas pblicas. Sus organizaciones presentan distintos nivelesde cohesin, fuerza y coordinacin. Entre las experiencias positivasdestacamos los interesantes grados de articulacin logrados por las

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    organizaciones del sector salud recientemente. Tambin recordamos loque histricamente ha sido el colegio de profesores como fuerza sindicalo gremial.

    Hace algunos aos, en un contexto de crecimiento de los niveles decesanta, las movilizaciones de los trabajadores eventuales alcanzaronalta notoriedad pblica y generaron muchas expectativas en los dirigentessindicales en cuanto a sus proyecciones. Hubo quienes plantearon queeste sector de la sociedad (desocupados y excluidos del sistema formalde trabajo), representaba la gran fuerza movilizadora de nuestros tiempos.Y si bien sus acciones se acotaron a un espacio temporal denido, este

    fenmeno permiti nutrir un interesante debate sobre las organizacionesde los trabajadores.

    6. La visin de los actores

    Las opiniones de los propios actores aportan elementos vitalespara conocer la situacin sindical, por lo cual constituyen un nguloimprescindible de considerar. Por esta razn, realizamos algunas reexionesa partir de los comentarios que hemos recogido de dirigentes sindicales y

    trabajadores en diferentes ocasiones. La idea no es hacer una sntesis, sinoque registrar cuestiones signicativas para una reexin ms global. Cabesealar, para una comprensin correcta de los temas seleccionados, que lasapreciaciones que dan origen a estas reexiones corresponden ms a la dedirigentes de base que de niveles superiores o intermedios.

    Los temas que surgen aluden a procesos nacionales y locales, a prcticasconcretas de los sindicatos, a los estilos de conduccin, los aspectos

    valricos, la situacin de las bases sindicales, entre otros aspectos. Loselementos negativos tienden a aparecer ms fcilmente en los discursos, loque se traduce en una perspectiva del futuro marcada por la incertidumbre.Cuando los trabajadores se empoderan y miran ms sus fortalezas seevidencia inmediatamente un cambio positivo en los estados de nimo, loque facilita el trabajo en torno a proyectos y acciones concretas.

    a) El signicado de la unidad sindical. La cuestin de la unidad sindical esun primer aspecto que nos llama la atencin. Si bien este es un objetivo bsicode las organizaciones sindicales, no se percibe como una prctica real. Hayvarias situaciones que llevaran a conrmar este diagnstico. Los ejemplosvan desde la existencia actual de varias centrales sindicales, la coexistenciade numerosos sindicatos al interior de una empresa, las oposiciones entretrabajadores al interior de una organizacin, etc. La situacin en los sindicatosmuestra que incluso los trabajadores establecen diferencias entre los sindicatospro-empresa y los que seran una real expresin sindical.

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    Si miramos la experiencia histrica, desde comienzos del siglo XX lostrabajadores se agruparon en diferentes centrales sindicales a partir de laidenticacin con proyectos ideolgicos. Esto, sin embargo, no signic

    ni debe ser visto hoy como una situacin de crisis. Con la promulgacinde las leyes laborales, alrededor de 1930, se permiti la organizacin deempleados y obreros en sindicatos de distinto tipo, situacin que podemosver hasta nuestros das. Asimismo, por su ubicacin en el procesoproductivo los trabajadores se van aproximando a ciertas organizaciones ydistancindose de otras. A esto debemos sumar las asociaciones del sectorpblico, con sus distintas representaciones.

    Es indudable que la unidad sindical es un valor que debe ser cultivado porlas organizaciones sindicales y que ella constituye un principio elementalque las dota de sentido. Se relaciona, ni ms ni menos, con la conviccinde saber que unidos se logra ms que separados, que la solidaridad puedems que el individualismo. Sin embargo, ella no debe ser considerada enun sentido genrico, sin vincularla a los escenarios o proyectos especcosdonde se maniesta. La unidad se expresa con diversas intensidades en losniveles de la estructura sindical. Asimismo, el signicado que los sujetos

    le asignan se modica histricamente.En este marco, parece necesario incorporar en el anlisis la idea de

    coordinacin y desarrollo de alianzas. La unidad quedara asociada a laaccin conjunta de las organizaciones nacionales, sectoriales o de base, enun contexto de conicto, cooperacin o en funcin de propsitos globales,sin restar autonoma ni minar los proyectos ms particulares. Cabe sealarque estas alianzas se pueden extender ms all de las organizaciones de

    carcter sindical, considerando que hay fenmenos que afectan por igual agrupos ms amplios de la poblacin.

    En ese proceso es pertinente establecer temas o ejes transversales queconciten la adhesin sindical y social (trabajo decente, salario tico, justicialaboral, etc.), entendiendo que ellos deben estar insertos en un contexto msgeneral de fortalecimiento organizacional y de mayor credibilidad sindical.Es decir, adems de acordar los temas, es necesario que las organizaciones

    sindicales procuren mejorar su funcionamiento y recuperen la legitimidadcomo representantes de un sentir colectivo amplio.

    b) Las prcticas de las organizaciones sindicales. El funcionamiento y lasprcticas concretas de los sindicatos son otro punto que nos interesa destacar.En este mbito son frecuentes las opiniones asociadas a la ausencia de unagestin sindical eciente, que incorpore el trabajo en equipo, promueva lascomunicaciones y el uso de los instrumentos tecnolgicos hoy disponibles.Hay muchas dicultades para obtener informacin y realizar anlisis de la

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    redes resultan especialmente importantes en un mundo tan vertiginosocomo el actual. Cuando se insertan en estas redes nacionales o globalesmejoran su posicin en momentos de negociacin. Pero, al mismo tiempo,

    insertarse en estas redes implica adquirir nuevas destrezas: gestin deriesgos, manejo de idiomas, desarrollo de conanzas institucionales, etc.

    Ahora bien, en los sectores antes mencionados (funcionarios pblicos,subcontratistas de la minera) se aprecia que el funcionamiento de laorganizacin est vinculado a un proyecto poltico-sindical que le dasentido y, por lo tanto, la gestin y la tcnica quedan insertas en un contextoms amplio. No ocurriendo lo anterior, resulta igualmente relevante mirar

    las prcticas cotidianas de los sindicatos para entender ms en profundidadsus dinmicas y posibilidades.

    c) La democracia sindical. El desarrollo o la ampliacin de la democraciasindical surge como una temtica relevante. La democracia tiende a vincularsea una concepcin acotada o formal. Es decir, se traduce en la participacinde los trabajadores en procesos electorales, en la denicin de estatutos,reglamentos o actividades puntuales, pero no necesariamente en el ejerciciopermanente del poder. Cuando predomina esta situacin la actividad sindicalqueda supeditada principalmente a las iniciativas y acciones de los dirigentessindicales, en quienes los socios han delegado su representacin.

    En los conictos laborales ocurridos recientemente en nuestro pas,sin embargo, vemos que la participacin de los trabajadores se expresaen distintos momentos: cuando se aprueba la huelga, se resuelven nuevasestrategias, se exigen nuevas gestiones a los dirigentes, se asumen tareasconcretas, sobrepasando as lo estrictamente formal. Podemos armar,

    entonces, que la democracia se expresa con distintas intensidades en lasdiferentes organizaciones de trabajadores y que posiblemente se estnproduciendo cambios en estas materias que requieren ser vistas con mayoratencin.

    Es cierto que las organizaciones sindicales fueron partcipes deun gran movimiento democrtico en los aos ochenta, pero hoy esrelevante preguntarse por el carcter que tiene la democracia en su

    propio funcionamiento, su evolucin y posibles tendencias. Al hablar dedemocracia en las organizaciones sindicales qu elementos pasan a serfundamentales: la participacin?, la igualdad de derechos?, la resolucinde conictos internos?, el control grupal sobre las acciones individuales?.Asimismo, temas como la distribucin del poder, la toma de decisiones,la transparencia, por citar algunos asuntos, adquieren especial signicado.Estos tpicos, bien apropiados, pueden fortalecer y darle mayor legitimidada estas organizaciones.

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    Durante muchos aos los dirigentes sindicales se vieron obligados afuncionar clandestinamente, operando como caudillos. En ese escenario,su autonoma, capacidad para tomar decisiones y resolver problemas eran

    fundamentales. Sin embargo, hoy se requieren ampliar los espacios de lademocracia, propiciando un rol ms activo tanto de dirigentes como detrabajadores. Hay que despertar el inters por la participacin y generarnuevas dinmicas e instancias de decisin colectiva. Se debe recuperaruna tradicin de debate al interior de los propios sindicatos que permitaimpulsar nuevos y mejores proyectos de cambio.

    Dejemos planteadas algunas preguntas: cul es el sentido que tiene

    la democracia para las organizaciones sindicales?, tiene relacincon procedimientos formales o expresa algo ms?, el tema de larepresentatividad sindical ha experimentado modicaciones sustantivas?,qu signica para un joven o una mujer la participacin sindical?

    7. Palabras nales.

    Desde la perspectiva del anlisis sindical nos encontramos en un perododonde se estn colocando en juego bsquedas y recreacin de estrategias.

    Han surgido nuevos liderazgos y en ciertos momentos ha sido tensionada lainstitucionalidad laboral. Al mismo tiempo, se aprecian algunos resultadosparciales que algo nos pueden indicar sobre las tendencias de ms largoaliento. Es importante observar cmo evolucionarn estos procesos, susritmos, secuencias, los actores predominantes. Para ello es necesarioinnovar en las perspectivas tericas y metodolgicas, combinar miradasde corto y largo plazo, relacionar fenmenos globales y locales, evitarexplicaciones deterministas, etc.

    El sindicalismo debe aprender de su historia e incorporar nuevoselementos en su prctica. Hay que percatarse si se consolidarnorganizaciones de base fuertes que permitan el surgimiento de mejoresformas de entender la accin sindical. De la misma manera, cobrasentido detectar si se establecer un funcionamiento en red al interior delsindicalismo, articulado con organizaciones de distinto tipo tanto a nivelnacional como internacional. Es importante apreciar las posibilidades de

    la accin sindical globalizada, asociada a nuevas capacidades, recursos ydeniciones estratgicas.

    Estaremos en presencia del relanzamiento del movimiento sindical?,se consolidar la fuerza del colectivo?, es posible reconocer sectoressindicales capaces de impulsar un movimiento ms amplio?, cules sonlas herramientas tericas y metodolgicas que nos permitirn dar cuentade todos estos procesos?

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    Apuntes sobre el renacer de la HuelgaObrera en Chile

    Daniel Nez Arancibia1

    El ao 2007 se present sumamente activo en materia de conicto laboral,producindose grandes huelgas de trabajadores contratistas que remecieronel escenario poltico nacional. La primera de estas huelgas estalla en el mes

    de abril, en la principal empresa forestal de la provincia de Arauco, y laotra, durante junio en ese gigantesco complejo minero estatal, denominadoCorporacin de Desarrollo del Cobre (Codelco). Dichos movimientossorprendieron a la opinin pblica por la vitalidad con que emergieron, loque se explica porque catalizaron un malestar social larvado por aos enlas entraas mismas del modelo exportador, que tiende a acrecentarse en lamedida en que aumentan las ganancias que obtienen las grandes empresasy se mantiene la superexplotacin del asalariado contratista.

    Estudiar con la dedicacin que amerita cada uno de estos conictos, esun requerimiento de primer orden que supera con creces las posibilidadesde este artculo. En un sentido mucho ms modesto, la tarea que s se puedeasumir en estas pocas pginas, es reexionar en torno a las principalescaractersticas que exhiben estas manifestaciones y analizar sus efectosms notorios, especialmente en relacin al comportamiento que presentala negociacin colectiva en las ltimas dcadas.

    Desde un punto de vista metodolgico, se propone que la aproximacina estas expresiones de protesta y paralizacin se realice considerandotoda la compleja red de situaciones y contextos que involucra el conictolaboral. Es decir, para comprender el alcance de una huelga o protestatambin hay que asimilar el entorno sociopoltico que la rodea, y demanera especial, el desarrollo que han alcanzado las organizacionessindicales. Por este motivo, el presente artculo comienza introduciendo

    al lector en la problemtica particular que experimenta el movimientosindical chileno durante los gobiernos de la Concertacin, lo que ademsfacilitar una base mnima de conocimientos que permita dar solidez a losplanteamientos desarrollados a continuacin. Tambin es necesario sealarque el estilo de redaccin que encontrarn en el texto, de alguna manera seacerca a la forma del ensayo, en tanto se trata de ideas que todava estnen maduracin y son susceptibles de sufrir modicaciones, especialmente

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    Socilogo, Director del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL).

    Alternativa NO

    25, 2007: 23 - 40 / Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz

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    cuando ellas se confronten con la riqueza de las prcticas involucradas enlas luchas concretas que impulsaron los trabajadores contratistas.

    Por ltimo es necesario sealar que para la elaboracin de estas ideas ha

    sido fundamental mi participacin en el Programa de Estudios Laboralesdel Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL). Es ms, estaexperiencia de aprendizaje colectivo me ha proporcionado los nutrientesesenciales de los cuales se alimentan esta reexin. Ya que por una parte,la estrecha relacin que se ha logrado tejer desde ICAL con diversasorganizaciones de trabajadores, me ha permitido recoger de primera manolas impresiones de una amplia gama de dirigentes sobre las problemticas

    que enfrenta el movimiento sindical. Y por la otra, la incipiente labor deinvestigacin social que ha llevado a cabo el equipo profesional del realaboral de ICAL, me ha permitido enriquecer mis conocimientos sobre larealidad laboral chilena.

    1. La crisis del sindicalismo en el Chile de la post dictadura

    Es posible postular que existe una relacin muy estrecha entre el conictolaboral y las organizaciones sindicales, en el sentido que las decisiones que

    dichas organizaciones adoptan, ya sea en su nivel nacional, intermedio ode base, pueden favorecer o desincentivar el conicto. Por eso mismo esconveniente, antes de entrar de lleno en el tema principal de este artculo,pasar revista -aunque sea de manera somera- a la difcil situacin queenfrenta el movimiento sindical chileno en el ltimo tiempo.

    Durante los aos noventa el movimiento sindical experiment unasituacin de crisis, que podra atribuirse a la ausencia de un proyecto

    estratgico que orientara su accionar. Ahora, utilizar una expresin tanmanoseada como es la palabra crisis, puede resultar impreciso si no seprofundiza en el carcter de esta crisis, lo cual obliga a retroceder un pocoen el tiempo.

    El golpe de Estado de 1973 es el suceso histrico que marca el ocasodel perodo desarrollista, poca en la cual el sindicalismo haba logradoposicionarse como un actor protagnico de la vida poltica nacional. Esevidente que el advenimiento de la dictadura conllev el n de esta etapadorada, y adems, fue una derrota estratgica para un movimiento sindicalque haba hecho suyo el proyecto del Gobierno Popular. Sin embargo y apesar de la brutalidad de la dictadura pinochetista, hay que destacar queen un tiempo relativamente breve los sindicatos superaron el inmovilismoinicial que desat la represin y comienzan una paulatina reorganizacin.Es as como a principios de los aos ochenta un remozado movimientosindical irrumpi en la escena poltica nacional, y orient su accionar tras

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    nuevas consignas, que le van a permitir desempear un papel activo enla lucha contra la dictadura. Son organizaciones como la Confederacinde Trabajadores del Cobre y el Comando Nacional de Trabajadores,

    quienes desempean un papel fundamental en la convocatoria a lasprimeras protestas nacionales en el ao 1983 y en las sucesivas jornadasde movilizacin que se sostienen con xito hasta 1986 (2).

    Aunque resulte paradojal, va a ser justamente la mutacin de estaoleada democratizadora el acontecimiento que determinar en granmedida el devenir del movimiento sindical. La adscripcin por parte dela mayora de las fuerzas de oposicin de la estrategia de negociacin con

    el pinochetismo como la opcin ms viable para poner n a la dictaduramilitar, deni un nuevo tiempo poltico, donde no hay espacio paraproyectos democratizadores que intenten rebasar los estrechos mrgenesde la transicin pactada. En denitiva lo que sucede con el movimientosindical, -al igual que con otros movimientos sociales que abrieron elcamino a la democracia-, es que sus reivindicaciones quedan subordinadasa los requerimientos de estabilidad social y poltica que demandabael naciente rgimen civil. Lo ms preocupante de todo, es que esta

    verdadera ideologa de la transicin tambin penetr al interior del propiomovimiento sindical y logr hegemonizar la conduccin de las principalesorganizaciones de trabajadores. A pesar que esta lgica poltica se exprescon su mayor intensidad a inicios de los noventa, hay que reconocer queella no desaparece del todo. Ms bien experimenta una metamorfosis, ytrasciende a travs de un declogo poltico, que pretende orientar lo quedebe ser el comportamiento responsable de los movimientos sociales enun rgimen democrtico.

    Por otro lado el escenario econmico y social que emerge en ladcada del noventa, tambin va a contribuir a desorientar el accionar delmovimiento sindical. En esos aos se consolidan las transformacionesestructurales que a sangre y fuego introdujo la dictadura. La sociedadchilena se ve inmersa en un acelerado proceso de modernizacin, donde semaniestan de manera ms visible una serie de comportamientos socialesasociados al creciente dominio que ejerce el libre mercado. El exacerbado

    individualismo, la masicacin del consumo, la emergencia de identidadessociales ms frgiles, son fenmenos que se corresponden con nuevasformas de convivencia que se hacen pan de cada da entre los chilenos. Enpocas palabras el movimiento sindical no slo necesita liberarse del yugo2El aporte de los trabajadores del cobre en las primeras protestas nacionales, se puede consultar en:Francisco Zapata, La accin sindical en la gran minera del cobre, -continuidad o ruptura? en ClasesSociales y accin obrera en Chile, compilador F. Zapata, (Colegio de Mxico, Jornada N 110, 1986).

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    de la transicin pactada, sino que adems debe asimilar el renovado rostroque exhibe la sociedad chilena y la propia la clase trabajadora.

    Esta situacin me lleva a un nuevo tema. Si hasta este momento se

    han destacado los aspectos polticos que intervienen en la crisis post-dictadura del sindicalismo, ahora tengo la obligacin de hacer mencina aquellos aspectos ms estructurales que perduran hasta nuestros das, yque delimitan el marco econmico, social e institucional dentro del cual semueve el actor sindical.

    2. La transformacin de la base material y sociopoltica del sindicalismo

    chileno.

    A raz de las heroicas huelgas y las multitudinarias manifestaciones deprotesta que desde los albores del siglo XX despleg la clase obrera chilena,los trabajadores tempranamente escaparon del anonimato a que estabancondenados en las ardientes salitreras del norte y en los oscuros arrabalesporteos. A pesar de la sangre derramada y los sacricios que acarrearonestas luchas, la oligarqua criolla continu ignorando las peticiones de lostrabajadores y se neg a reconocer el protagonismo que los asalariados

    se haban ganado en las calles. Recin con las primeras leyes laboralesque datan de 1924, los sindicatos obtienen reconocimiento legal(3). Aunquehabra que esperar todava ms para que el movimiento sindical alcance lamayora de edad. Es justamente en el perodo que se inaugura con el FrentePopular, cuando las organizaciones sindicales obtienen una interlocucinefectiva con los gobiernos que se suceden en el pas y conquistan unespacio propio dentro del sistema poltico.

    La solidez que alcanza la organizacin de los trabajadores durante elperodo desarrollista, se explica en parte, por el arraigo que tenan lossindicatos en sectores determinantes de la economa. En ese entonces elmovimiento sindical contaba con tres pilares claramente identicables;el primero corresponda a los mineros, particularmente del cobre y elcarbn, que eran actividades extractivas que a esa fecha involucraban unaalta concentracin de mano de obra. El segundo sector los empleadospblicos- eran de ms reciente constitucin y se haban consolidado al

    alero de la expansin que experimentaba el aparato del estado. Por ltimo,estaban los trabajadores de la industria manufacturera nacional, que van acorresponder al polo ms dinmico de la economa.

    Esta situacin sufri un vuelco dramtico con las reformas de libremercado que impuls la dictadura, que generaron un cambio sustantivoen la estructura econmica del pas. Por una parte, se vieron afectados de3Francisco Walker,Derecho de las Relaciones Laborales. (Editorial Universitaria, Santiago de Chile,

    2003). p. 102.

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    manera severa los sectores que abastecan al mercado interno, por la otra,se crearon nuevos polos de crecimiento orientados a las exportaciones. Sinlugar a duda los asalariados ms golpeados por las reformas neoliberales

    fueron los obreros industriales. La brusca reduccin de los arancelesque impulso la dictadura, condujo a la quiebra a cientos de empresasmanufactureras que fueron incapaces de competir con los productosimportados que ingresaban al pas a bajos precios. De esta manera, elproceso de apertura termin por desarticular la base material de una delas ramas ms activas y numerosas del sindicalismo. Los empleadospblicos se vieron afectados por otra reforma estructural, la llamadamodernizacin del estado. Este proceso correspondi a un agresivo plan

    de racionalizacin y desconcentracin del aparato estatal, que en trminoscuantitativos redujo el empleo que proporcionaba el estado y traspasimportantes responsabilidades como la educacin y la atencin primariade salud- a los municipios, todo lo cual restara capacidad de negociacina los gremios del sector.

    En comparacin con los dos sectores anteriores, se podra decir que losmineros fueron los menos golpeados en trminos de la base econmica,

    pues una de las apuestas exportadoras del nuevo modelo resida justamenteen la minera. El fenmeno de los mineros es distinto a los otros casos, enla medida que est asociado al peso numrico que ellos poseen dentro de laclase trabajadora. En las ltimas dcadas la minera se ha constituido en unaactividad que demanda una escasa mano de obra, ya que la introduccin delas tecnologas modernas posibilita una elevada productividad empleandopoca fuerza de trabajo. Por lo tanto, los mineros disminuyen su incidenciaen el empleo frente a otros sectores econmicos que pasan a tener unamayor relevancia, como son el comercio, el transporte y los serviciosnancieros.

    En sntesis se puede concluir que la apertura econmica que emprendela dictadura de Pinochet desde el ao 1975 en adelante, provoc una crisisen la industria nacional, a la vez que promocion emergentes polos decrecimiento, que tuvieron como base las actividades primario exportadorasen rubros como la minera, la agroindustria, la actividad forestal y los

    productos del mar. Este proceso determin el surgimiento de nuevossectores de trabajadores, como sucedi en el caso de los temporeros de lafruta, o los trabajadores del salmn, que constituyen grupos asalariadoscasi desconocidos en nuestro pas hace dos dcadas atrs.

    Ahora bien, hay que considerar que el proceso de reestructuracinpenetr hasta alcanzar la mdula misma de nuestra economa, generandocambios en las formas como se organiza la produccin y el trabajo, que

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    afectan a todas las reas productivas. Es as como se desarrollan una serie deinnovaciones en la organizacin del trabajo, que favorecen el surgimientode cadenas productivas basadas en la contratacin y subcontratacin de

    diferentes unidades econmicas, que participan en ciertas fases del procesode produccin o prestan determinados servicios. La expansin de diversasformas de subcontratacin, ha sido una constante en la economa chilena delas ltimas dos dcadas. Este proceso de reestructuracin se ve favorecidopor la desregulacin del mercado del trabajo que instaura el nuevo PlanLaboral, ideado por el entonces ministro del ramo, Jos Piera. Con estoscambios la fuerza de trabajo qued supeditada a los requerimientos delcapital, que puede contratar y despedir a los trabajadores con completa

    libertad y mnimos costos. Los elevados niveles de exibilidad laboralque se alcanzan, se explican por la eliminacin de una serie de conquistassociales de los trabajadores, que restringan el excesivo poder que en elcapitalismo goza el empleador frente al asalariado.

    Sin embargo los alcances de la reestructuracin productiva tambin semaniestan en el comportamiento de los trabajadores, ya que se genera unefecto de segmentacin dentro del colectivo de asalariados que labora para

    una misma empresa. Este fenmeno lo pude apreciar ntidamente cuandoinvestigaba las condiciones de trabajo de los operarios del salmn quelaboran bajo el rgimen de suministro de personal en la industria de loscultivos marinos de la X regin. En base a entrevistas se pudo constatarcomo la subcontratacin crea una barrera social que separa al operariode planta del personal subcontratado. En muchas ocasiones los operariossubcontratados sealan que los trabajadores de planta resultan ser personasdesconocidas para ellos. Esto se explica porque las condiciones en quese efecta la subcontratacin en ciertas empresas inhibe la socializacinhabitual que se genera entre compaeros de faena o colegas. Incluso haysituaciones donde la discriminacin no slo proviene de los supervisoresde la empresa mandante, sino que emana de los propios trabajadores deplanta, que miran en menos al asalariado suministrado. En denitivamecanismos como la subcontratacin crea diferentes colectivos obrerosdentro de una misma empresa, y estas diferencias pueden llegar a ser tan

    profundas que incluso enfrenten entre s a los propios trabajadores.El llamado Plan Laboral de la dictadura instaur un nuevo Cdigo del

    Trabajo con una marcada orientacin anti-sindical. Si bien es efectivo queen trminos legales se permite la creacin de cuatro tipos de sindicato(empresa, interempresa, eventuales e independientes), en la prctica seimponen una serie de restricciones que cuestionan la razn de ser de estasorganizaciones. Particularmente relevante resultan ser las limitaciones

    que se establecen a la negociacin colectiva y al ejercicio de la huelga. A

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    estas organizaciones se les hace muy difcil cumplir con las expectativasreivindicativas de sus aliados, ya que ante una postura intransigente delempresariado, los sindicatos disponen de un repertorio muy acotado de

    mecanismos de presin a los cuales recurrir. En trminos concretos ladictadura deseaba reducir el movimiento sindical a una mnima expresin,y junto con ello despolitizar a ese enorme contingente laboral, y tambin ala masa de asalariados que sin estar aliados a un sindicato, apoyaban losllamados del sindicalismo.

    Otra medida que ratica la tendencia gremialista del pinochetismo,y que apunta a disociar la poltica de la accin sindical, se encuentra en

    la ley de partidos polticos que impuso la dictadura, donde se contemplala prohibicin para que los dirigentes sindicales puedan ser candidatosa diputados y senadores. Es interesante considerar que esta vocacindespolitizadora, ataca uno de los rasgos centrales que distingue almovimiento sindical chileno. La estrecha imbricacin que desde sunacimiento tuvo el movimiento sindical con los principales partidosmarxistas, favoreci su creciente inuencia en los centros polticos detoma de decisiones, como el parlamento. Este proceso se vio acompaado

    por una interesante presencia electoral en los distritos de concentracinobrera, lo que se manifest en que destacados dirigentes sindicales tantosocialistas como comunistas accedieran al parlamento, dando vida a unadesaparecida tradicin de diputados y senadores obreros. La continuidadde la ley de partidos polticos de la dictadura y la perpetuacin del sistemaelectoral binominal, ha generado un sistema poltico altamente excluyenteque ha reducido la inuencia del movimiento sindical.

    Para culminar de describir la crisis sindical, se puede concluir que no esuna situacin coyuntural la compleja situacin que atraviesa el movimientosindical bajo los gobiernos de la Concertacin. Por el contrario, responde auna crisis ms profunda, que est estrechamente asociada a la transformacinradical que se produce tanto a nivel de la estructura socioeconmica comoen el propio comportamiento de la poblacin. Es as como se genera unorden social y poltico muy distinto al que conocieron las organizacionesde los asalariados durante la mayor parte del siglo XX. En este sentido

    se puede armar que el movimiento sindical est obligado a reconocer elnuevo rostro del pas y de la propia clase trabajadora, y a buscar caminosque le permitan superar la exclusin que impone un sistema polticobicolor.

    2. Los nuevos rostros del conicto laboral: El caso de trabajadores

    contratistas de Bosques Arauco y Codelco.

    El actual comportamiento que muestra el conicto laboral en el sector

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    privado, deja entrever la mnima ampliacin de derechos colectivos queha conllevado la llegada al poder de la Concertacin de Partidos por laDemocracia. De partida hay que sealar que durante los gobiernos de la

    Concertacin la legislacin laboral vigente mantiene severas restricciones.En la prctica, los nicos asalariados que pueden negociar colectivamentey hacer uso de la huelga legal, son quienes estn aliados a un sindicatode empresa y cuentan con un contrato de trabajo indenido. Esta situacinexcluye a una enorme masa de asalariados, que dada la inestabilidad quepresenta su actividad laboral no gozan de esta prerrogativa contractual ytampoco cuentan con resguardo legal si se involucran en una paralizacinde faenas.

    Un caso paradigmtico y poco digno de lucir, corresponde a la situacinque presenta la negociacin colectiva. Segn las estimaciones de laDireccin del Trabajo en el ao 1990, slo un 7,6% de los asalariados delsector privado hacan uso de este derecho. Mientras que en el ao 2006slo participan en estos procesos legales el 5,4% del total de trabajadoresasalariados del sector privado(4). Esta cifra desnuda como con la llegada delos gobiernos civiles, en el mundo del trabajo ocurre un proceso inverso al

    que opera en relacin a los derechos polticos. Mientras que a los chilenosse les restituye el derecho a voto y se les permite elegir, en la empresasucede todo lo contrario, pues aqu el espacio democrtico se reduce. Siantes de 1973 el sistema poltico que acompa al desarrollismo ubicabacomo la frontera inviolable la propiedad privada, en el neoliberalismo loslmites se mueven a favor del gran capital. Incluso se podra hipotetizarque la nueva frontera de la democracia esta puesta en los altos niveles derentabilidad que gozan los grandes grupos econmicos.

    En lo referido a la evolucin de las huelgas legales, ellas alcanzan sumomento mximo en el ao 1991, cuando participaron 45.910 trabajadoresen paralizaciones, por lejos, la cifra ms alta en participacin de los ltimosdiecisis aos. Con posterioridad a esta fecha la participacin en las huelgasexperimenta una cada signicativa, llegando a su punto ms bajo en el2003 -10.443 trabajadores-, para luego experimentar un interesante repunteel 2006, cuando se alcanza a un total de 15.602 asalariados involucrados

    en huelgas legales(5). Como se ha podido apreciar los movimientoshuelgusticos abarcan a un nmero extremadamente limitado de la fuerzade trabajo asalariada, y si bien mejoran de manera sugerente su desempeoel 2006, an est muy por debajo del punto mximo que se alcanza en1991.

    A pesar de lo revelador que resultan estas cifras, es conveniente que4Series Estadsticas 1990-2006, II Negociacin Colectiva. Pgina Web, Direccin del Trabajo, 2006.5

    Series Estadsticas 1990-2006, III Huelgas. Pgina Web, Direccin del Trabajo, 2006.

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    nuestra mirada contine en movimiento. Ya que si se ampla un poco msla perspectiva, aparecen interesantes datos que apuntan a develar como elmagro resultado que arroja la huelga legal, corresponde a cifras parciales

    que reejan slo una parte de la realidad. El anlisis se enriquece de manerasignicativa al incluir ciertos antecedentes que revelan un nuevo fenmenoque ha sido insucientemente estudiado; me reero al comportamiento quepresenta la denominada huelga ilegal o extra legal. Un estudio elaboradopor el profesor Alberto Armstrong, da cuenta de un interesante procesoen lo referido a conictividad laboral en el sector privado. Seala que apartir del ao 1987 emerge en Chile otro tipo de manifestacin laboral,que l denomina huelga ilegal, en tanto es realizada por fuera del marco

    legal. Y agrega a partir de datos proporcionados por Carabineros, la prensaescrita y la Direccin del Trabajo, que entre 1987 y 1999 la tendencia delporcentaje de huelgas ilegales es creciente; concretamente se puede estimarque en promedio las huelgas ilegales crecieron a razn del 2,24%. Si bienesto no es una cifra que pueda causar inquietud, denota que los trabajadoresprivados se estn alejando lentamente de los cauces legales(6).

    Ahora bien, si a estas paralizaciones por fuera de la ley se agrega el

    sugerente mejoramiento que experimenta la huelga legal en el ao 2006,se congura un escenario que permite cuestionar la escasa conictividadlaboral que se explicita en los indicadores ociales. En este sentido, esposible suponer que en los ltimos aos un nmero nada despreciables deasalariados hacen denodados esfuerzos por mejorar su posicin negociadora,y para ello recurren a todos los mecanismos que estn disponibles, seanestos de tipo legal o se trate de prcticas que transcurran por fuera dela institucionalidad laboral. Pero sin lugar a duda, fueron las huelgas delos trabajadores contratistas de Bosques Arauco y de la minera estatalCODELCO, las movilizaciones que lograron que esta renovada voluntadreivindicativa dejara de ser un fenmeno subterrneo que transcurracalladamente, y pasara a constituirse en una problemtica social capazde atraer la atencin de la opinin pblica. Entre otras cualidades, dichasparalizaciones tienen la virtud que muestran al pas un novedoso tipo deconicto laboral, que se pasar a detallar a continuacin.

    El primer aspecto que destaca en ambos movimientos es la contundentecapacidad que ellos poseen para involucrar en una misma accinreivindicativa a asalariados que estn empleados por diferentes empresascontratistas, dando vida de esta manera a una sui-generis negociacincolectiva interempresa. El carcter extralegal de estos movimientoshuelgusticos est radicado en lo ms profundo de su naturaleza, ya

    6 Alberto Armstrong y Rafael Aguila, Las huelgas en empresas del sector privado en Chile: 1979-

    1999, en RevistaAbante. (Volumen 3, N 2, Octubre 2000), p.182.

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    que toda la estrategia de paralizacin que se implementa se basa encuestionar, por una parte el concepto jurdico de empresa que dene lainstitucionalidad pinochetista, y por la otra, la intencin del plan laboral de

    restringir la negociacin colectiva a unidades econmicas aisladas. Aqulos trabajadores anteponen un criterio de realidad, que nace del hechoirrefutable que los asalariados contratistas realizan un papel fundamentalen la cadena productiva de la cual son parte. En trminos ms directos, estosignica que el trabajador contratista se niega a ser considerado como unexterno. El se asume como un asalariado ms de esta verdadera megaempresa que es el circuito productivo que gira entorno a los minerales delTeniente o la Andina en el caso de CODELCO, y de la red de medianas y

    pequeas empresas que realizan todo el proceso de explotacin del bosquepara la forestal de Arauco. De esta forma el cdigo laboral se sobrepasaen mltiples aspectos. Por una parte, porque convergen en una mismanegociacin diferentes sindicatos. Por otra, porque negocian sindicatosinterempresa que se encuentran impedidos de ejercer este derecho, sino cuentan con la anuencia de todos los empleadores involucrados. Ynalmente, se vulnera una vez ms, cuando todos los sindicatos se plantean

    la negociacin con el actor que encabeza la cadena productiva respectiva,y no con su empleador directo.

    Un tema clave en este tipo de movimiento contratista, es que losasalariados que adhieren a estas huelgas pasan por encima de la empresaa la cual estn vinculados legalmente la compaa contratista-, y dirigendirectamente sus exigencias a la entidad principal, -tambin llamadaempresa mandante- que en este caso corresponde a la minera CODELCOy a la empresa Bosques Arauco, parte del holding de empresas COPEC.La interlocucin con estas gigantescas compaas se fundamenta en unarazn prctica, pues son justamente las empresas mandantes, -mucho msque las contratistas- quienes poseen el poder econmico para resolver lasdemandas que exigen los trabajadores. En el caso de los obreros forestalesde Bosques Arauco, ellos saben muy bien que las jugosas utilidades quese generan con el usufructo de su esfuerzo diario van a parar casi ntegrasa los bolsillos de la familia Angelini, duea del holding al cual pertenece

    esta empresa forestal. Algo parecido es lo que sucede con CODELCO.Esta estratgica empresa estatal cuenta con una importante dotacin depersonal de planta, sin embargo buena parte de los exitosos resultados queexhibe en los ltimos aos, se explican por la inhumana precariedad aque estn sometidos una enorme masa de asalariados externos que prestaservicio a travs de empresas contratistas y subcontratistas.

    Otra de las novedades de estas movilizaciones, reside en la gran

    cantidad de organizaciones sindicales involucradas y en la unidad con que

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    actan. En ambas huelgas se logra impulsar una paralizacin que aglutinaa sindicatos de empresa de diferentes tamaos, a sindicatos interempresae incluso a federaciones y confederaciones. Nuevamente el elemento

    determinante es la voluntad que todas estas organizaciones exhiben parapasar por encima del marco legal. Esto quiere decir que si ha determinadosindicato de empresa le corresponde legalmente negociar en cierta fecha,-por ejemplo en agosto del 2008-, para participar en estos movimientoshuelgusticos dicha organizacin debe reivindicar su derecho a paralizarlas faenas en el momento que resulte ms oportuno. Dems est decir quesi los sindicatos involucrados se cien a la normativa vigente, jams sehubiesen producidos estos movimientos, ya que por una parte las fechas

    para negociar son tremendamente dispares para los sindicatos de empresas,y por otra, hay sindicatos que ni siquiera estn facultados para ejercerel derecho a negociacin colectiva, como sucede con los interempresa.En el caso de los asociados a sindicatos interempresa, la experiencia lesindica que para lograr que la gerencia se siente en la mesa negociadora, esindispensable situarse en una posicin de fuerza y estar en disposicin derecurrir a la huelga de ser necesario. La multiplicidad de organizaciones

    que se involucran en este conicto laboral y la capacidad que ellas poseenpara presentar sus demandas de manera conjunta, son hechos que explicanla masividad que alcanzaron dichas movilizaciones.

    Esta conciencia sobre la importancia de actuar unidos hace que lasorganizaciones de trabajadores generen coordinaciones de diverso tipo, eincluso, converjan en nuevas estructuras nacionales como sucede con loscontratistas de CODELCO. Aqu el movimiento es conducido por la recincreada Confederacin de Trabajadores del Cobre (CTC), que rene afederaciones divisionales y a sindicatos contratistas de las cinco divisionesde CODELCO y tambin de la minera privada. En el caso de la forestalde Arauco, la movilizacin es orientada por una coordinadora denominadaUnin de Sindicatos Forestales (USINFA), que rene a la Confederacin deTrabajadores Forestales, a una federacin y a los sindicatos de choferes.

    El carcter extralegal de dichas paralizaciones tambin puede vincularsea la decisin con que se movilizaron los trabajadores, quienes no dudaron

    en emplear formas de lucha ms agudas si la situacin as lo ameritaba. Laradicalidad de ciertas acciones se explica por la predisposicin con que losobreros contratistas enfrentaron estas huelgas. A sabiendas que las empresasrecurriran a cualquier subterfugio para mantener su funcionamiento, lostrabajadores no slo apostaron a la detencin de las faenas a travs dela inasistencia a sus puestos, sino que tambin se dispusieron a provocaruna paralizacin por la va de la fuerza. En el caso de los trabajadores

    contratistas de la minera estatal, una de las acciones de presin ms comn

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    fue el bloqueo de las carreteras de acceso a las minas de Chuquicamata,el Salvador, la Andina y el Teniente, a lo cual se suma los actos desabotaje que tambin buscaban interrumpir la produccin. Mientras que

    los obreros forestales eligieron como su forma de lucha emblemtica,las concentraciones en las afueras de la principal planta de celulosa de laProvincia de Arauco. La ltima de estas movilizaciones adquiri ribetesdramticos, pues en el momento en que cientos de trabajadores, muchos deellos acompaados de maquinaria pesada, bloqueaban la ruta de acceso a laplanta de celulosa impidiendo la entrada y salida de camiones, las fuerzaspoliciales concurrieron a despejar los accesos. Esta accin de Carabinerosderiv en una batalla campal con las fuerzas policiales, que termin con el

    asesinato del joven obrero Rodrigo Cisterna. Aqu lo que esta en juego esun tema vital para el xito del movimiento huelgustico. La experiencia hagenerado la conviccin entre los huelguistas que sin prdidas econmicasimportantes para las empresas involucradas, los mandamases de estosgigantescos conglomerados no cedern un pice en sus posiciones y elpliego de peticiones de los trabajadores seguir durmiendo en el escritoriode algn gerente.

    3. Las proyecciones estratgicas del movimiento de los trabajadorescontratistas

    La irrupcin de esta innovadora accin sindical en ningn caso es frutode la casualidad, por el contrario, responde a un proceso de reexinde las organizaciones de trabajadores sobre las experiencias vividas enanteriores conictos laborales. En denitiva hay que reconocer que seest en presencia de una acabada estrategia de accin sindical, que como

    ya se sabe ha logrado acumular varios mritos a su haber. Es as como alos ojos de sectores laborales altamente precarizados -y con bajos nivelesde organizacin- como es el mundo del subcontrato, estas innovadorasprcticas sindicales se muestran como una opcin atractiva para mejorarsus condiciones laborales y alcanzar un reconocimiento social que antes lesera negado en su condicin de asalariados contratistas o tercerizados.

    Ahora bien, esta mirada optimista respecto a los avances de estas

    luchas, de ninguna manera debe inhibir una lectura rigurosa de los posiblesobstculos que pueden enfrentar este tipo prcticas. La mayor interroganteque surge apunta a dilucidar la proyeccin que este tipo de movimientospueden alcanzar. En trminos an ms precisos se trata de averiguarsi es posible que esta dinmica de huelgas extralegales se traslade aotros sectores de trabajadores, inaugurando un patrn de conducta msconfrontacional en las negociaciones colectivas venideras, o por elcontrario, estos movimientos corresponden a hechos episdicos, que se

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    encuentran acotados a la realidad particular de las empresas involucradas.

    Esta pregunta no resulta nada fcil de contestar, y adems, tiene lacomplejidad adicional que su repuesta se desliza en planos diferenciados

    de anlisis. En primer lugar porque estos acontecimientos se sucedieronbien entrado el primer semestre del ao pasado, lo que es bastante recientedesde una perspectiva analtica, especialmente si se pretende desarrollaruna investigacin de mayor envergadura. Por eso la informacin que seconoce de estas huelgas todava resulta demasiado supercial. Pero elmayor problema que se enfrenta ni siquiera se remite a la falta de tiempo,es ms profundo, ya que se relaciona con la escasez de estudios empricos

    y tericos actualizados sobre el movimiento sindical, que proporcionenun soporte slido a las hiptesis que se puedan levantar. Efectivamente,durante la dcada del noventa y en gran parte del decenio con que amaneceel nuevo siglo, las ciencias sociales chilenas han jado su atencin enproblemticas que estn muy lejanas a la preocupacin por la accincolectiva. Se podra decir entonces que se est ubicado en un campo deestudio casi virgen en materia de investigacin social, aunque en ningncaso inexplorado en nuestra novel tradicin acadmica.

    Una forma de subsanar estas falencias, consiste en recurrir a las lecturastericas y conceptuales acuadas en ciertos textos, que son consideradosautnticos clsicos en el estudio del movimiento obrero nacional. En estesentido una de las concepciones ms utilizadas al explicar los altos gradosde conictividad que exhiban los trabajadores chilenos, en especial enel sector de la minera, es la denominada teora de la masa aislada.Este enfoque terico asocia las condiciones sociales en que viven los

    trabajadores que se emplean en los polos dinmicos de las economas deenclave exportador, con ciertos rasgos distintivos que presentara la accinsindical que se impulsa en dichos focos. Entre otros aspectos, destaca elhecho que en la situacin de masa aislada se genera la conuencia enun espacio geogrco determinado de grandes concentraciones obrerasque se ubican distantes de los principales centros urbanos. Es as comoentre los asalariados del enclave surgen frreos lazos sociales de tipocomunitario que se fusionan con la solidaridad sindical, lo cual favorece

    la constitucin de identidades slidas y una accin sindical vigorosa.

    Al estudiar la accin colectiva en las minas de Bolivia, Per y Chile,Francisco Zapata(7) recurre a estos postulados, y seala que el rasgocentral de la accin sindical en las minas descansa sobre un elevado gradode cohesin social que resulta de la presencia del enclave como forma de

    7Francisco Zapata, Autonoma y subordinacin en el sindi