Análisis Sin Control

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    N 62 - 48 pginas - Agosto 2002 - DISTRIBUCIN GRATUITA

    Peridico orientado a la difusin y el desarrollo del psicoanlisisLETRA VIVA LIBROS - Av. Coronel Daz 1837, Capital. Tel. 4825-9034

    raPoltica y subjetividad (3 Parte) / Bellas en la picota

    Entrevista a Carlos Brck por E. Cueto (pg. 34)/ Tributo a W. G. Sebald por M. T. Poyrazian(pg. 36)

    El efecto Eitingon por C. G. Motta (pg. 38) / El horror (pg. 39)

    Repeticin y transferencia por N. Rabinovich(pg. 42)

    por J. B. Ritvo (pg. 25) por I. Agoff (pg. 30)

    por A. Couso

    S. Rodrguez (pg. 3)/ E. Fernndez (pg. 16)/ E. Levin (pg. 19)/ D. Voronovsky (pg. 22)

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    Tapa y contenido: Letra Viva, Librera - Editorial, 2002. Imagen de tapa:Montaje sobre dibujos de Legal.

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    AGENDA N 62. Agosto 2002. Segun-da era. Ao XXI. Peridico gratuito

    orientado a la difusin y el desarro-llo del psicoanlisis.TIRADA: 12.000 EJEMPLARES.Director - Propietario:Raimundo Antonio Salgado.Editores: Leandro Salgadoy Nicols Gelormini.

    Publicidad:Teresa Giarcovich.Correccin:Patricia Yohai.

    Colaborador:Nicols Fazzioli.Publicacin de Editorial y Librera Letra Viva. CoronelDaz 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina. Tel / Fax4825-9034. Inscripta en el Registro de Propiedad Inte-lectual en 1981 bajo el N 36963. Impreso en Argentina.I.S.S.N.:1515-3398.

    Las reseas que acompaan las publicaciones aqu destacadas fueronextractadas de las mismas, con el fin de brindar un mejor conocimiento

    del material propuesto y facilitar su difusin, declinando, en consecuencia,

    toda responsabilidad sobre las opiniones vertidas. De la misma manera, el

    contenido de artculos, dossiers y publicidades es responsabilidad exclusiva

    de sus respectivos autores, compiladores y/o anunciantes.

    Staff y Produccin

    La creencia de muchos recin recibidos que con elttulo de licenciado en Psicologa ya estn en condi-ciones de psicoanalizar produce, ms que psicoanalistassilvestres, psicoterapias salvajes. Tres variables favorecen aquellay generan a stas.

    Una, el peso que tom en el movimiento psicoanaltico la ado-racin al saber universitario infundida desde varias ctedras einstituciones. Otra, el tobogn que afect en los ltimos aos dela vida nacional a los bolsillos de las grandes mayoras, inclu-

    yendo a los profesionales. En tercer lugar y por malentendido,una seudo identificacin a la acertada prctica de Lacan de no

    considerar imprescindible que los analizantes controlaran lascuras que conducan por fuera de sus anlisis.

    Para analizar esta problemtica, primero pondr sobre eltapete cmo concibo que los analistas deben prepararse, porqu y para qu.

    La preparacin fundamental de quien pretende aprehenderel oficio es provista por la serie de actos en los que un analistale analice las formaciones del inconsciente producidas cuandorelata sus encuentros con los vericuetos reales de la vida. Tam-bin, porque en dicho anlisis se encuentre con intervencionesque le generen condiciones para horadar reales que induzcanrepeticiones. Convocndolo por va de levare1 a reubicarse

    como sujeto para encararlas.Lo principal que debe lograr el anlisis de un aspirante aanalista, es socavar sus resistencias al psicoanlisis para que

    precipite como causa de su futuro trabajo: el deseo de analista.2Cada uno de nosotros es un ser parlante como cualquier otro.

    Buscamos analizarnos cuando la miseria neurtica3 se nostorna intolerable. Si en ese trabajo nuestra estructura y la denuestro(s) analista(s) no trabaron demasiado, descubrimos

    el valor del psicoanlisis y la desventaja de las resistencias almismo. Sean provenientes de nuestro yo y su principal soporte,el registro imaginario con el peso de los enunciados en discur-

    so y de las identificaciones a imagos que le suponemos saber.O fogoneadas por los ideales del yo y su fogonero el superyocomo mirada y odos crticos y por su aprovisionamiento decombustible proveniente del ello, para su orden obscena y ferozde: goza!4

    El buen resultado del anlisis de cada analista no se mide por-que se conozca mejor a s mismo, como dicen algunas corrientes

    pre lacanianas, ni tampoco porque se est advertido de algn

    rasgo repetitivo, como suelen enunciarlo algunos lectores deLacan. Ambas formulaciones siguen suponiendo que analizarseprovee de conocimiento sobre s mismo. Recaen en la ilusin delFreud de los primeros tiempos, de que se poda hacer consciente loinconsciente aumentando el conocimiento de la persona sobre s

    y reduciendo lo inconsciente. El Inconsciente, segn lo formalizLacan, es una estructura de produccin y no un oculto museo designificantes. Con stos y a partir de la presencia de lo ausente,tejer sus producciones.

    Los resultados se miden por cmo quede situado su productoms importante: la reubicacin de ese ser parlante en su nudode cuatro (Real, Simblico, Imaginario, Sinthme) ante las

    formaciones de su inconsciente y ante sus repeticiones. Si lasregistra, asocia y analiza, querr decir que ha quedado sujetoal deseo de analista. Si las desprecia o elude con cualquier tipode racionalizacin, ser ndice de que an no ha precipitado

    suficientemente dicho deseo, lo que har de obstculo a la horade analizar a otros. Indicar tambin, que an sigue excesiva-mente anclado a una relacin fija con sus fantasmas y, entreellos, con el que se revele primordial.

    Es por estas razones que el principal campo de formacin de

    SLO DEL PSICOANLISIS EN INTENSINDEVIENEN PSICOANALISTAS

    POR SERGIO RODRGUEZ

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    los analistas es su propio anlisis. Aqu se plantea la pregunta:es necesario que la llamada supervisin o anlisis de control

    se haga separadamente? La Asociacin Psicoanaltica Interna-cional, bajo influencia de Eitingon y con la aprobacin de Freud,reglament la separacin del anlisis del analista del anlisisde control. Lacan en su prctica, poco a poco fue quebrando eseaislamiento. Al mismo tiempo, nunca indic una pauta fija parallevar adelante dicha tarea. Es as que muchos colegas que se

    analizaron con l o con alguno de sus discpulos, atravesaronla experiencia de analizarse y controlar con el mismo analis-ta. Si bien me inclino a sostener que es mejor conjugar en unmismo analista ambas tareas, que en verdad no son ms queuna, considero para esta cuestin, como para cualquier otra del

    psicoanlisis, que lo adecuado es decidir estrategia y tctica,analizante por analizante y registrando qu est ocurriendo enel tiempo de cada uno.

    Lo que me fue enseando el pasaje de los anlisis de mu-chos colegas por mi divn, fue que cuando se llevan a cabo

    separadamente anlisis personal y anlisis de control, tiendea suceder que se excluyan del anlisis las vicisitudes laborales.

    Por el contrario, stas ocupan en los anlisis de los no analistasbuena parte de los mismos, lo que se increment con la crisiseconmico social que padecemos. Aprendimos en el seminariode Lacan El sinthme, que el trabajo, en tanto experiencia de

    produccin y una de las vas principales para la articulacin delos adultos a lazos sociales, suele funcionar como cuarto nudo.

    Funcin indispensable para sostener anudadas a las otras trescuerdas (R. S. I.). En consecuencia, que las vicisitudes del tra-bajo queden excluidas del anlisis del analista es absolutamentecontradictorio con su fin. El anlisis del analista habr tenidoun final feliz si logr que este haya hecho del sntoma que lollev a analizarse un sinthme eficaz para su economa libidinal.

    Final que tiene una gran importancia en tanto de un modo uotro, lo ms habitual es que quien va a comenzar un anlisiselija a quien lo analice por suponer que tiene su mismo snto-ma y que lo maneja exitosamente. El aislamiento obsesivo delanlisis del analista de su anlisis de control a que somete porreglamento la Asociacin Psicoanaltica Internacional, atentacontra la buena formacin de los analistas.

    Califico la calidad del analista por la escasez de resistenciasal inconsciente y al encuentro con lo real. La enseanza univer-

    sitaria por el contrario, acenta las represiones y resistencias,en tanto no parte de los agujeros en el saber en pro de que losalumnos investiguen cmo tramitarlos para encontrar un saberhacer para cada ocasin. La Universidad, por estructura,

    parte de ser depositaria de algn saber universal con el queatiborra a sus objetalizados alumnos. De ah la proliferacindel sntoma entre sus alumnos y del negocio universitario vauniversidades privadas, o privilegiando los posgrados arance-lados en la Estatal. El saber pas a ser una mercanca ms, que

    vendida a los alumnos transforma a stos en unidades de valor,ms rigurosamente, en soportes de un precio.

    De lo que se trata, entonces, no es tanto que los recinrecibidos no estn supervisando, sino que muchos de ellos nose analizan y muchos ms interrumpen sus anlisis prematu-ramente.

    Aparece como razn para ello la miseria econmica que golpeaa muchos, o niveles de austeridad que no dejan margen dinerario

    para iniciar la experiencia. Pero a eso se puede responder concu-rriendo, para empezar, a buenos servicios de psicopatologa y

    salud mental o logrando acuerdos de honorarios con analistasque dispongan de una parte de sus horarios para instrumentar-los de diversas formas: fijacin de honorarios transitoriamentemenores y hasta a veces de diferentes modalidades de trueque.

    Claro que estas novedades traen dificultades. Pero no ms nimenos que cualquier irrupcin de lo real en cualquier anlisis.

    Ahora, despus de Lacan, se puede considerar psicoanlisis enintensin cualquier prctica que rehse lidiar con lo real?

    Finalmente, no es conveniente que los psicoanalistas querra-mos aparecer al margen de la legalidad social. Ni por interesesinmediatos, como evitar argumentos a juicios por mala praxis,ni por algo mucho ms de fondo consistente en no aparecerdesligados de la realidad, o sea, de la articulacin simblicoimaginaria que tramita lo real en las diversas sociedades.

    Pero mucho menos adecuado es allanarse al imaginariouniversitario que los ttulos de la academia habilitan para

    analizar. Hacer eso es faltar a la tica del psicoanlisis, en tantodeja a los pacientes en tratamiento con universitarios que nopueden trabajar de otra manera que no sea endoctrinando,5alimentando las resistencias, las represiones, los sntomas y susdesplazamientos.

    1. De sustraccin y no de agregado. Sigmund Freud, Fragmento de anlisisde un caso de histeria (Dora), AE, Tomo VII.

    2. Robert Levy, Un deseo contrariado, Klin, Bs. As., 1998.3. Sigmund Freud, Nuevos caminos de la terapia psicoanaltica, AE, Tomo

    XVII.4. Jacques Lacan, Le Sminaire. Livre XX. Encore, indito.5. Neologismo de Lacan que condensa adoctrinando con el en que alude

    a introduciendo.

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    Teora Psicoanaltica

    Este volumen rene unaseleccin de textos de Didier

    Anzieu sobre su relacin conel psicoanlisis. Su ttuloes un verbo: Psicoanalizaruna accin que solicita unpensamiento, un trabajo depensamiento para sostener,reflexionar y comunicar unaprctica. Este verbo exige porlo menos dos sujetos, unidos

    y solitarios en la experienciantima y singular del Incons-ciente. Este verbo supone unobjeto que, hoy, parece quetodos conocen. Pero Didier An-zieu ha des-plazado sin cesarlos territorios de la prcticapsicoanalt ica, inc luso porsu fidelidad a la demandade Freud y bajo el efecto delas exigencias de la clnica yde las reorganizaciones de la

    teora.Cuatro partes componen

    este volumen. La prime-ra rene dos estudios fun-damentales sobre el anclajedel psicoanlisis en la mitolo-ga. La segunda parte, bajo elttulo de Sueo, auto-anlisisy sexualidad, recopila los ar-

    tculos publicados entre 1973y 1993. Los tres trminos quelo componen indican sobrequ fundamentos se ha orga-nizado el trabajo del autor,escrutando el descubrimientofreudiano del Inconsciente entodos los campos de su realiza-cin. Lo que Anzieu ha encon-trado en la compaa de losanalistas forma la materiade la tercera seccin, con los

    textos consagrados a JacquesLacan, Daniel Lagache, W. R.Bion, etc. La cuarta seccinde este libro rene dos textosimportantes centrados en eldevenir psicoanalista.

    Didier Anzieu, Sntesis, 2002

    Psicoanalizar

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    Psicoterapia

    Adicciones

    Psiquiatra

    Irvin Yalom describe la terapiacomo un encuentro genuino conotra persona. Basada en el cono-cimiento adquirido en cuarenta ycinco aos de prctica profesional,esta gua incomparable para unaterapia exitosa brinda consejos yrecomendaciones dirigidos a lageneracin actual de terapeutas ya sus pacientes.

    Si la psicoterapia del futuro se basa enlos psicofrmacos y las terapias breves,

    sostiene el autor, la profesin esten problemas. Este libro unamezcla idiosincrtica de ideas ytcnicas que me fueron tiles en mitrabajo se escribi en respuestaa esa crisis.

    Profundo y prctico a la vez,El don de la terapia, ayudar alos especialistas, los pacientes y

    a cualquier persona que quiera mejorarsus relaciones con los dems y consigomisma.

    El don de la terapiaCarta abierta a una nueva generacin

    de terapeutas y a sus pacientesIrvin D. Yalom,Emec, 2002

    Este libro refleja la produccindel Proyecto de Investigacin Psi-copatologa y actos delictivos bajoefectos de la droga; produccinmarcada por los intercambios

    entre psiclogos, trabajadoressociales, psicoanalistas y profe-sionales del Derecho para el estudio dealgunas de las expresiones de la locuraen la poca actual: las toxicomanas, lasnuevas problemticas clnicas y las psico-sis. La relacin entre cultura y locura ennuestra poca, las transformaciones en la

    Cultura y padecimientoDesafos a la prctica clnica

    Estela Rosig (Comp.),Facultad de Psicologa UNT, 2002

    prctica de los psicoanalistas, elimaginario social sobre los adic-tos y las drogas, la relacin entreresponsabilidad moral y respon-sabilidad psquica en sujetos que

    cometen delitos vinculados condrogas, y la vigencia del modelofreudiano en especial los conceptos dedesmentida, falta y transferencia parala direccin del tratamiento en las nue-vas problemticas clnicas, son algunosde los temas que este texto recorre.

    PsiconeuroinmunoendocrinologaAspectos epistemolgicos, clnicos y teraputicosAndrea M. Lpez Mago,Polemos, 2002

    La psiconeuroinmunoendo-crinologa, nuevo macrovoca-bloholstico que permite operar demanera lingstica y, a la vez,didctica invita a la reconcilia-cin del saber entre especialistasde distintas vertientes que hanentendido que en la integracinse halla una respuesta til a lacomprensin de la naturaleza

    humana, y que buscan, infatigablemente,la respuesta a los mltiples interrogantesque presenta el enigma clnico de suspacientes.

    Cabe destacar, tambin, el valor prc-

    tico de la obra. Un sinnmerode informaciones, datos, cifras,valores de laboratorio, funda-mentos y resultados de mtodoscomplementarios de la explo-racin clnica, provenientes delterreno de otras especialidadesde la medicina que, habitual-mente, se encuentran dispersosen diversos tratados y manuales,

    aparecen aqu reunidos y articulados enun todo coherente a los efectos de ofreceral lector los elementos necesarios paraapoyar la tesis general de la obra.

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    Psicoanlisis y sociedad

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    Uno de los grandes problemas en losEstados Unidos y en pases de Amricadel Sur tambin, por supuesto, es el pro-blema de la droga y la crimina-lizacinde la droga que llega a la corrupcin degobiernos enteros, tanto en Europa comoen Latinoamrica. A mi juicio, la solu-cin ideal es la descri-minalizacin de ladroga, una descri-minalizacin radicalde la droga acompaada de impuestosfuertes transformados en medios de re-habilitacin y tratamiento. Nuevamen-te, el principio es mantener la estructurasocial, no tolerar criminalidad bajo el

    efecto de droga al mismo tiempo que serespeta la libertad de los individuos deusarla, incluso la libertad de matarse siindividuos rechazan el tratamiento y lasposibilidades de educacin. El problemafundamental de la pobreza y la genera-cin de violencia colectiva por supuesto

    que exige medidas en el plano econmicoque trascienden lo que se pueda decirdesde un punto de vista psicolgico peroes importante desde un punto de vistapsicoanaltico mantener en mente que laresolucin democrtica de graves conflic-tos de tipo econmico exige primero unapoltica de distribucin no provocativay que se enfrente el plano econmico,la extrema desigualdad social; segundo,considero la diferencia entre pobreza

    crnica de grupos con desorganizacinfamiliar crnica que crea violencia noorganizada inmediata y los grupos quemantienen la estructura familiar y elpeligro mximo, el empobrecimientoradical de grandes masas de la pobla-cin, por ejemplo de la clase media, bajocondiciones de una crisis econmica enla cual la pobreza nueva, impuesta, esmucho ms traumtica que una tradi-cin dentro de una estructura familiarmantenida.

    De Perspectivas psicoanalticas sobre laviolencia de Otto Kernberg

    Salud Mental, sexualidad y realidad social

    Desafos al psicoanlisisen el siglo XXI

    H. Ferrari / S. Zac de Filc (Ed.),Polemos, 2002

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    Teora Psicoanaltica

    Ensayo

    Clases de alemn4855-2248LetraV

    ivaeditorial

    ThlassaUna teora de la genitalidad

    Sandor Ferenczi

    El psicoanlisis suscita dudas,controversias, interrogan-tese incomodidades Qu es ypara qu sirve? Qu utilidadtiene dedicarse a escarbar enlas experiencias de la infancia,en los sueos o en los deseosinconscientes? Si se trata dehablar, qu ventajas reportapagar a un especialista paraque te escuche en vez de hacerlo con losamigos? Supone el psicoanlisis unproceso de cura? Es vlido para todaslas personas?

    stas y otras muchas preguntas selas hace la mayora de la gente que hatomado contacto con el psicoanlisis oha odo hablar de l. Y un buen numerode ellas se las siguen haciendo los espe-cialistas, pues el psicoanlisis no esuna disciplina cerrada sino en continuo

    progreso. Cmo escucharlas yresponderlas de forma sencilla y,a la vez, rigurosa y comprometi-da con la tica que debe presidirla prctica del psicoanlisis?

    Para responder a esta pregun-ta Cristina Fontana recurre a suexperiencia como psicoanalistay recoge tambin buena partede las inquietudes que han ido

    llegando en forma de interrogantes ala revista Divn el Terrible, que dirigedesde hace cuatro aos, con el propsitode transmitir al mismo tiempo parte delos fundamentos en que se asienta unode los descubrimientos ms subversivosdel siglo xx, legado de Sig-mund Freud:la nueva concepcin de la persona hu-mana, su funcionamiento psquico ysus conflictos.

    Cristina Fontana,Sntesis, 2002

    Todo lo que usted nunca quisosaber sobre el psicoanlisis

    El imperialismo de hoy no es elmismo de hace treinta aos. Hacambiado, pero no se ha trans-formado en su contrario, comonos propone la mistifi-cacinneoliberal, dando lugar a unaeconoma global donde todossomos int erdepen-diente s .Sigue existiendo y oprimiendo apueblos y naciones, y sembrandoa su paso dolor, destruccin y muerte.Pese a los cambios conserva su identidad

    y estructura, y sigue desempeandosu funcin histrica en la lgica dela acumulacin mundial del capital.Sus mutaciones, su voltil y peligrosamezcla de persistencia e innovacin,requieren la construccin de un nuevoabordaje que nos permita captar sunaturaleza actual.

    Los atributos fundamentales delimperialismo sealados por los autoresclsicos en tiempos de la Primera GuerraMundial siguen vigentes toda vez queste no es un rasgo accesorio ni una

    Imperio & ImperialismoA. Born,CLACSO, 2002

    poltica perseguida por algunosEstados sino una nueva etapaen el desarrollo del capitalismo,signada hoy por la concentra-cin del capital, el abrumadorpredominio de los monopolios,el acrecentado papel del capitalfinanciero, la exportacin de ca-pitales y el reparto del mundo endistintas esferas de influencia.

    La aceleracin del proceso de mundiali-zacin acontecida en el ltimo cuarto de

    siglo, lejos de atenuar o disolver las es-tructuras impe-rialistas de la economamundial, potenci extraordinariamentelas asime-tras estructurales que definenla insercin de los distintos pases enella. La globalizacin consolid la do-minacin imperialista y profundiz lasumisin de los capitalismos perifricos,cada vez ms incapaces de ejercer unmnimo de control sobre sus procesoseconmicos domsticos.

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    Ensayo

    El campo de estudio de la sociologa delcuerpo es la corporeidad humana como

    fenmeno social y cultural, materia desmbolo y objeto de representaciones y delos imaginarios. Las acciones que tejen latrama de la vida cotidiana, desde las msbanales e inadvertidas hasta las que seproducen en la escena pblica, implicanla intervencin de la corporeidad.

    El cuerpo, moldeado por el contextosocial y cultural en el que se sumerge elactor, es ese vector semntico por mediodel cual se construye la evidencia de larelacin con el mundo. Comprende lasactividades perceptivas, pero tambin

    la expresin de los sentimientos, lasconvenciones de los ritos de interaccin,gestuales y mmi-cos, la puesta en escenade la apariencia, los juegos sutiles dela seduccin, las tcnicas corporales,el entrenamiento fisico, la relacin conel sufrimiento y el dolor, etc. La exis-tencia es, en primer trmino, corporal.Al indagar qu parte tiene la carne enla relacin del hombre con el mundo,

    la sociologa se enfrenta a un inmensocampo de estudio. Aplicada al cuerpo, su

    objetivo consiste en realizar el inventarioy la comprensin de las lgicas sociales yculturales que caminan junto al espesory los movimientos del hombre.

    La sociologa del cuerpoDavid Le Breton,Nueva Visin, 2002

    Letra Viva librosPsicoanlisis - Ensayo - Filosofa

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    Ensayo

    Letra Viva librosPsicoanlisis - Ensayo - Filosofa

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    Quines fueron los cnicos? Filsofosdel siglo IV antes de la era cristiana, eranindividuos que aspiraban a identificarse

    con la figura del perro, por la simplicidady desfachatez de la vida canina. Usabanbarba, llevaban alforja y bculo y prac-ticaban juegos de palabras a manera demetodologa: a aquellos que proponanideas y teoras abstrusas, ellos oponan elgesto, el humor y la irona. Para socavaran ms los fundamentos de la civiliza-cin, los cnicos invitaban al escndalo

    de la antropofagia, el incesto y el repudio

    CinismosRetrato de los lsofos llamados perros

    Michel Onfray, Paids, 2002

    de toda sepultura. Su materialismo secomplementaba con una preocupacinhedonista que propona un accesoaristocrtico al goce. Se llamaban An-tstenes, Digenes, Crates o Hiparquia.

    Si Michel Onfray decidi rescatar aqua los cnicos, ello se debe principalmentea que nuestra poca tendra mucho queaprender de estos filsofos. Es peren-torio que aparezcan nuevos cnicos, aquienes les correspondera la tarea dearrancar las mscaras, denunciar lassupercheras y destruir las mitologasgeneradas por la sociedad actual. Tarea

    que nada tiene que ver con el cinismovulgar, tan frecuente en los discursossociales, el cual subordina la accin ala pura eficacia y erige el pragmatismocomo principio seudofilosfico.

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    Ensayo

    Padres e hijos

    Letra Viva libros

    Av. Coronel Daz 1837

    Telefax: 4825-9034

    Sin memoria el sujeto sesustrae, vive nicamente elinstante, pierde sus capacida-des conceptuales y cogni-tivas.Su mundo se despedaza y suidentidad se desvanece; sloproduce un sustituto de pensa-miento, un pen-samiento sinduracin, sin el recuerdo desu gnesis que es la condicinnecesaria de la concienciay de la conciencia de si. Lafacultad de memoria, esencialpara el individuo en todos losmomentos de su vida, juegaun papel todava mayor en la

    Antropologa de la memoriaJol Candau,Nueva Visin, 2002

    vida social.Hoy se observa en el seno

    de las sociedades modernasuna compulsin memora-tiva,un mnemotropismo quejustifica el proyecto de unaantropologa de la memoria.Ese culto de la memoria seexpresa de diversas maneras:admiracin excesiva por el pa-trimonio, conmemoraciones,pasin geneal-gica, retrospec-cin generalizada, bsquedasmltiples de los orgenes o delas races, impacto editorial

    Cmo ser padres hoy enda? Hay que ser permisivos

    o severos? Debemos decirlestodo a los chicos? Debemoshablarles como a adultos?Todas estas preguntas, queparecen ejemplificadas en ellibro con escenas extradas dela vida cotidiana y de la clni-ca, no reciben, sin embargo,respuestas simplistas.

    Muchos adultos esperanevitar las dificultades con sushijos aplicando los consejosde los psicoanalistas, confun-diendo as el psicoanlisis

    Qu le hemos hecho a Freudpara tener semejantes hijos?Notas a los padres apasionados por el psicoanlisis

    Catherin Mathelin,Paids, 2002

    con la pedagoga. Pero pre-cisamente Freud se cuidaba

    de dar consejos, tal vez porcomprender que lo importanteno es el hacer la maneracorrecta de hacer sino elser, es decir, la manera deser padre con un hijo.

    Hoy, cuando los adultosse cu lpab il izan o se si en-ten de-samparados, inclusoinfan-tilizados, frente a esospequeos adultos en minia-tura, Catherine Mathelinpropone otra va de acceso al

    psicoanlisis. Una va que lespermita asumir los riesgos de

    ser padres recuperando asla naturalidad y la intuicinindispensables.

    de biografas y relatos de vida,resurreccin o invencin detradiciones.

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    Lingstica

    Letra Viva libros35 aos junto al psicoanlisis

    Peirce (1839-1914) ySaussure (1857-1913) tra-bajaron simultneamentesin entablar contacto entreellos, pero compartieronel mismo contexto signa-do por la hegemona delparadigma positivista enlas ciencias del momento.En tanto filsofo, lgico yepistemlogo, Peirce dialo-g con la filosofa (se colocdel lado de Duns Escotocontra los nominalistas,

    se opuso a la nocin de evidencia deDescartes y parti de Kant para suteora de las categoras), pero tambincon la matemtica y la fsica, de lasque tena gran conocimiento. Comolingista, Saussure se situ frente a laempresa de la lingstica comparativay la psicologa asociacio-nista de losneogramticos. A diferencia de Peirce,

    El estudio de los signosPeirce y Saussure

    Alejandra Vitale,Eudeba, 2002

    su teora de los signos fue engran medida influida por lasociologa de Durkheim.

    La teora de Peirce nodespert el reconocimientode sus pares (muri en lapobreza y desconoc ido),mientras que la de Saussureno alcanz durante su vidael xito que luego tendra;la obra sobre los signos deambos, por otra parte, fuepublicada en forma ps-tuma. Hoy, sin embargo,

    Peirce y Saussure son una referenciaindispensable para los estudios semi-ticos y/o semiolgicos:sus textos sonconsiderados fundadores de tradicionesdiscursivas que siguen siendo una y otravez repetidas, reformuladas, refutadas,pero nunca ignoradas.

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    Trastornos del lenguaje Teora psicoanaltica

    La alienacin es uno de losdestinos posibles de la actividaddel pensamiento del sujeto, cuyameta es tender a un estado deconflicto-cero a abolir todaduda que pueda cuestionar susideales o confrontarlo con unacontradiccin, una inconsisten-cia o una vacilacin del propiojuicio. Desde luego, los psicoa-nalistas no estn exentos de esatentacin alienatoria, y en esesentido su prctica exige unapermanente interrogacin.

    Este libro analiza cmo uti-lizan los psicoanalistas lasteoras, cmo transmiten sussa-beres consagrados y enqu medida la institucionali-zacin de esos saberes obturanuevos modos de pensar elsufrimiento humano. Sin duda,

    La alienacin del analistaEfectos de la institucin del

    psicoanlisis en su subjetividad

    Daniel Waisbrot,Paids, 2002

    el psicoanlisis fue alguna vezun movimiento instituyente.Pe-ro, lo sigue siendo? O se hatransformado en un instituidoque resiste muchas de aquellaspremisas que dieron sentido a suaparicin novedosa en el campodel saber?

    La importancia dela dislexia hoy en dano deja lugar a dudas.La progresiva exigenciaacadmica para la ma-yor parte de profesionesy trabajos la sealacomo una dificultad im-portante con la que hayque enfrentarse. De ahque se hayan prodigado investi-gaciones desde distintos ngulosde la medicina, la psicologa yla pedagoga. Pero en la prctica

    no existen estudios que articulenlos hallazgos en los diferentescampos. Este libro es un estudiode la dislexia desde su sustrato:la organizacin de la mente, elesquema corporal y el desarrollode las funciones psquicas desdeel nacimiento.

    Dislexiaen el desarrollo psquico: su psicodinmica

    Eullia Torras de Be, Paids, 2002

    Dirigido a psiquia-tras y psiclogos denios y adolescentes,psiclogos escolares yreeducadores, interesa-r tambin a maestrosy profesionales de laatencin precoz porsu descripcin deta-llada de la evolucin

    de la mente, de la capacidadde aprender y del pensamientoen la matriz de las interac-ciones con el entorno desde el

    periodo sensoriomo-tor haciael pensamiento verbal y susfunciones derivadas, entre ellasleer, escribir, sus dificultades ysu tratamiento.

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    Hemeroteca

    Sea que consideremos laconstitucin y desarrollo delsujeto singular y sus vnculosdesde la ptica de lo intra-subjetivo, o que nos centre-mos en la perspectiva de lointersubjetivo y desde all nosocupemos de una u otra formaparticular de las relac iones

    Psicoanlisis de las conguraciones vincularesRevista de la AAPPG

    Tomo XXIV N 1 -Seduccin, dominio, poder

    entre los humanos, no esposible dejar de lado el papelde la seduccin, del dominio ydel poder.

    Desde la seduccin narcisistarecproca jugada entre la ma-dre y el beb en los comienzos,hasta la seduccin traumticaque pretende eternizar aquelvnculo volvindolo entoncesincestuoso, cauce de violenciasy. violaciones.

    Desde el dominio progresivo

    que un sujeto en desarrollodebe establecer respecto de smismo y de su entorno, hastalas formas de dominacinobsesivas o perversas que pre-tenden hacer desaparecer lasubjetividad del otro.

    Desde el poder como ca-pacidad creadora y transfor-

    madora, hasta el podero queaspira a anular cualquierter-ceridad reguladora de lohumano.

    Dondequiera que analice-mos al sujeto en su entorno,al sujeto en relacin, al sujetoas constituido, encontramosla huella y el trmite, la pre-sencia misma en posicinpasiva o activa, como vctimaso como victi-marios, o conver-tidos de los unos en los otros,

    de las carencias y los excesosde la seduccin del dominio,del poder. El conjunto de lostrabajos que hemos reunidoen este nmero da cuenta demuchas de esas variantes.

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    Parecen lejanas las discusiones acerca de las diferencias entre supervisin y control, o lasdistintas concepciones acerca del control como anlisis o como enseanza.Resultan desactualizadas las finas distinciones entre el control como momento esencial en

    la produccin o en la formacin de analistas.No se leen sin cierta nostalgia los debates acerca de las interferencias entre la didctica y

    el anlisis de control o las expectativas de que el analista de control no se site ni como amo,ni como histrico, ni como maestro, ni como seductor.

    Distintas afirmaciones en trabajos sobre supervisin tales como: La idea del control vienede que la prctica del analista tiene consecuencias. Su responsabilidad est comprometida(ERIKPORGE) o el autorizarse analista no es evidentemente un gesto intelectual y que parahacerlo no basta con pensar que se lo hace (A. DIDIERWEIL) con las que podramos coinci-dir, sin demasiada dubitacin, nos dejan sin embargo ante un ruidoso silencio cuando nosenfrentamos al hecho que aqu y ahora, desde hace tiempo, la supervisin ha dejado de ser

    una experiencia sostenida... para ocupar el lugar, en la mayora de los casos, de un pedidode ayuda urgente a alguien con quien no se estableci ningn lazo transferencial previo, slocuando anlisis y/o analizante corren peligro.

    La demanda es entonces urgente y acotada.El que supervisa no alcanza a poner en juego sus interro-gantes en relacin con su prc-

    tica, con sus obstculos, con la transferencia, sino su desesperacin por la amenaza que secierne sobre su quehacer.

    En general la situacin se presenta lo suficientemente complicada de modo que el super-visor tambin se angustia o se sobreexige porque sabe que en ese corto encuentro le sersumamente difcil articular algo posible acerca de un anlisis que frecuentemente lleva aos,

    con un analizante que est al borde de... y con un analista desbordado. Y si algo dice en estaencrucijada no transforma al supervisando en el mensajero que porta un mensaje del que no

    se ha podido apropiar pero con el que intenta salvar la situacin repitndolo fuera de tiempo

    al sufrido paciente?Se ha pervertido la prctica de la supervisin? Se podra achacar este fenmeno a la crisissocio-econmica del pas? Qu tenemos que ver los analistas con el hecho de que lo que prego-namos como la tercera pata de la formacin haya pasado a estar amenazada de extincin?

    La experiencia de la supervisin empieza cuando el analista decide que va a reunirse con otroanalista con el que tiene una transferencia de trabajo, para hablar de su prctica. Prepara elmaterial del paciente, relee lo que anot de las primeras entrevistas o las ltimas sesiones, seencuentra sorprendido por alguna enunciacin que escribi o recuerda, pero no haba escuchado.

    Es la presentacin de su trabajo ante esa otra escucha en la que confa, lo que relanza el deseodel analista. All empieza el hallazgo.

    La urgencia actual, el pedido de socorro, hace que muchas veces este trabajo no acontezca,que la supervisin se desvirte, que el que demanda est tan acuciado por encontrar algo quedetenga eso que puede ocurrir, que no pueda trabajar el caso, ni haya tiempo para establecer

    transferencia. Se demanda una intervencin mgica.Se produce as una paradoja: mientras el analista (en la divulgacin de la frase lacaniana

    mutilada) se autoriza de s mismo, el ser analista circula sin control... pero cuando no tienems remedio que mostrar un recorte de su prctica: se oculta, se inhibe, se avergenza... des-aparece.

    Es y no est.Al tiempo que espera que en esa supervisin pedida de urgencia, con unos pocos datos, el otro

    le revele la verdad de ese caso con la palabra justa que opere el brete Ssamo del incons-ciente.

    Simultneamente se dice analista y en acto se expulsa del pensar psicoanaltico. Doble movi-miento que hace a la orden superyoica imposible de cumplir y al aplastamiento que producenlos ideales.

    Pero esto tiene su historia.Acaso no recuerdan los lectores de mi generacin las pocas kleinianas donde uno llevaba

    tembloroso la transcripcin de la sesin (que usualmente se grababa) y el supervisor, por las pri-meras cinco frases, nos haca sentir toda nuestra abyecta ignorancia porque habindo escuchadoal paciente cincuenta minutos, ni por asomo se nos hubiera ocurrido la dcima parte de lo que

    SUPERVISION?por lida E. Fernndez

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    ese seor o seora desplegaban, hacindonos sentir el peso de susaber, por otra parte intransmisible? A qu precio sostuvimostanto ese lugar donde confirmbamos nuestra ignorancia y el

    saber del Otro? No se repiti, bajo otros ropajes, esta mismaescena en pocas donde la verdad pas exclusivamente por lostextos de Lacan segn la lectura secular de cada momento?No fue la supervisin el lugar de la confirmacin y hasta el

    sometimiento al saber cerrado e intransmisible del Otro? Noera eso lo que se buscaba en algunas supervisiones: constatarque el Otro existe y que la promesa de ocupar ese lugar estaba

    garantizada?Pacto erotmano en locura comn que tiene el inexorable desti-

    no de caer en el despecho. O religiosidad que no se puede sostenersin milagros. Pero, insistamos en la pregunta: por qu se perdiel espacio de supervisin como formacin del analista?

    La postmodernidad que ordena qu consumir, qu pensar,qu sentir pudo con el tiempo del inconsciente y exacerbnuestro deseo de no saber?

    Estamos tan inmersos en la vorgine de la eficacia y elutilitarismo que slo nos conmueve el efecto de desaparicin

    del paciente?Hay algo de la prctica de la supervisin que no se sostiene,

    de un deseo que se volvi anorxico, lbil, de una confianza queno se establece, quizs de una perversin que se desenmascare1:Cuando los milagros prometidos no se producen, los feligreses

    pueden cambiar su fe, incluso abjurarla.La clnica no se muestra o slo se lo hace para dar una vieta

    o para aseverar algn concepto terico que necesita sostenerse

    o ilustrar.Ni Freud ni Lacan pensaron al psicoanalista como un ttulo

    acadmico ni lo postularon en el orden del ser, como algo queya una vez adquirido no se pierde sino que se porta comoconstitutivo.

    Slo pensndolo en el orden del ser se dirime el derecho sobrequin designa quin es y quin no, o donde se adquiere el ttulo

    oficial de analista y donde no.Slo pensando que se puede estar o no analista, la supervisin

    adquiere una dimensin propia y la interrogacin por lo queno se sabe o por lo que se err es una posibilidad de pensarse

    y pensar la clnica con otro analista, que constituye el afueranecesario de todo tratamiento.

    El anlisis o tratamiento posible sin afuera lo vuelve ima-ginariamente a la dada, al sentimiento ocenico, a la clulanarcisista donde se alucina el todo de la satisfaccin.

    Entre los dos extremos: el pedido de auxilio sin transferenciade trabajo y el esperar del supervisor una intervencin mgica

    sin trabajo del analista, estn, ocurren, se producen, hay, su-pervisiones, an. As como, tambin, hay analista.

    Y esto puede ocurrir en el consultorio, en los hospitales psi-quitricos, en el Centro de Salud... no importa el lugar si loque convoca es el deseo del analista, la bsqueda de ese medio,decir de la verdad de cada sujeto y la transferencia de trabajodentro de la asuncin del no todo... El duelo de no ser. El duelo

    por lo que nunca estuvo.La lgica del no todo que nos marca, no importa el lugar que

    ocupemos, si el del supervisor o el del que supervisa. Tanto uno

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    como otro estn preguntndose all por la clnica, pensando ypensndose en la clnica, limitados por lo no dicho, limitadospor lo indecible.

    Nos diferencia fundamentalmente entre otras cosas, imagi-narias algunas, quizs, el recorrido, la experiencia el lugar enla transferencia. Lugar que slo puede reconocerle cada supervi-

    sante y que quizs, suele ocurrir, no pasa tan solo por el mayor

    o menor prestigio del supervisor sino tambin y bsicamente porla transferencia que se estableci con l, a partir de escuchar y

    ser tocados por su palabra.Que esto resulte o no un buen encuentro, si la palabra se

    produce y encuentra su destino depende de los analistas, dela interrogacin que los atraviesa, de la responsabilidad queles concierne y del ensayo de rigurosidad con que sostienen labsqueda del deseo inconsciente.

    Y del fantasma de cada uno acerca de lo que quiere que supaciente haga de l.

    La clnica es soberana, los analistas no. La corona pesa tantoque nos va a doblar la cabeza, o corremos el riesgo de usarla ycrernosla, que nos decapiten.

    Analizar es imposible.A veces, se produce ese encuentro fugaz y asombroso entre el

    discurso del paciente y la intervencin y/o acto del analista yun cambio subjetivo se realiza.

    No llegamos a eso por azar, aunque en el momento lo parezcay por suerte y por efecto del inconsciente, nos sorprenda. Cuan-do lo pensamos a posteriori podemos concluir que ese efecto,aparentemente inesperado, estuvo germinando en mltiplesintervenciones, preguntas, interjecciones, silencios oportunos.

    Anlisis sin control

    Cortamos, cosimos en una orientacin determinada. Direccinque se establece desde una atencin flotante, atencin que flotaen una densidad plagada de lecturas, experiencias de vida, el

    propio anlisis, y supervisiones.Supervisiones donde uno va justamente a posteriori. Para

    pensar sobre lo ya acontecido, y para pensarnos en ese acon-tecimiento .

    Es un tiempo de reflexin, de volver la mirada a pesar del te-rror, de transitar la angustia que da palpar los lmites de nuestra

    posibilidad, los encierros de nuestra impotencia. Los tiempos seacortan, las sesiones pueden durar cinco minutos, la escansinhace efecto domin y precipita otros tiempos. No slo no haytiempo para supervisar: no hay tiempo para psicoanalizarse.

    Desaparecieron los anlisis de varias veces por semana.Estamos ante un nuevo standard? Hay menos demanda por

    la situacin econmica? O cambi en los hechos el valor quele otorgamos nosotros al psicoanlisis?

    1. Muchos supervisaban con aquel que suponan los iba a proveer depacientes o les otorgara poder en la pirmide institucional. Comocuando la APA consideraba que los analistas eran solamente los que

    figuraban en el Roster.

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    El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido tambin; ahora nisiquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos o uncaos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un labe-rinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo, acaso lo encontramos ylo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueo, en las

    palabras que se llaman filosofa o en la mera y sencilla felicidad.J. L. Borges

    El hilo de la fbula (fragmento)Un analista demanda la supervisin pues: Ya no s qu ha-

    cer con los padres de un nio que por diferentes motivos se lasingenian para no poder concurrir a las entrevistas, desde que

    comenz el tratamiento slo los vi una sola vez, no se cmohacer para que vengan ... no s si seguir trabajando con el nioaunque ellos no concurran a las entrevistas...

    La terapeuta de una nia con trastornos en el lenguaje y enlo escolar, supervisa su trabajo porque le preocupa, fundamen-talmente, la problemtica que le plantea la escuela.

    La escuela quiere resultados concretos y boicotea el trata-miento ... la directora y la maestra tuvieron una reunin conlos padres, indicndoles que no ven cambios, que todo sigueigual y de este modo la nia va a repetir el grado y tienen quecambiarla de establecimiento escolar porque all no avanza.

    No s como tendra que trabajar con lo que estn planteandoen la escuela.

    Laura es una nia de 4 aos que tuve oportunidad de conoceren una serie de supervisiones. Ella naci sin una mano que, pordiferentes motivos no lleg a desarrollarse, apenas si se distinguela falange de lo que hubiera sido el dedo pulgar.

    El primer encuentro que tuve con la terapeuta que estabarealizando el diagnstico, fue debido a la gran angustia que

    haba producido en ella la primera entrevista con la mam deLaura.

    Estaban en la primera entrevista cuando la mam planteacmo les haba cambiado la vida a ellos y a toda la familiaal tener una hija discapacitada, si bien Laura tena un muybuen desarrollo en todos los aspectos, los padres no podanconvencerla de que usara una prtesis, para que as no se vealo que le falta.

    La mam relata que desde que la nena naci as, dejaron detener amigos y se aislaron de todos, hasta el hermano tambin

    se aisl un poco con nosotros, ya no nos vemos con amigos

    como antes, no s si van a comprender bien lo que le pasa aLaura y no queramos que la diferencien, por eso la solucinsera la prtesis, pero ella no la quiere, no se la quiere ponerni le gusta usarla.

    A continuacin, y mientras la terapeuta est escribiendo loque la madre deca, ella repentinamente sac de la cartera la

    prtesis y la tir en el escritorio exclamando: Ve que es linda,tquela, toque, vea que suave es, para m est bien y es muydelicada, toque, tquela.

    La terapeuta queda totalmente perpleja ante ese brazo-mano-prtesis que, como en un efecto siniestro, la haba descolocadoy angustiado sin saber qu hacer.

    Luego de unos instantes, en silencio, la terapeuta logra repo-nerse y le pide que guarde la prtesis, la madre contina ansio-

    samente el relato, que volva una y otra vez sobre la temticade la prtesis que ella al parecer necesitaba... pero su hija no.

    Ese momento azaroso, ese encuentro con lo real que la habadejado por unos instantes petrificada sin espejo y sin palabrasa la terapeuta, era el que en aquel momento de la supervisin

    LABERINTOS Y ENIGMASEN LA SUPERVISIN CLNICA CON NIOS

    porEsteban Levin

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    trabajamos en funcin de generar una estrategia para liberara Laura de esa posicin enajenante, discapacitante para sus

    padres y para ella misma.Justamente esta posicin fue lo que de golpe haba parali-

    zado a la terapeuta, ubicndola como portavoz de esa historiaque quedaba patticamente presentada en el horror voluptuosode esa hiperrealidad de la prtesis sobre el escritorio.

    Lo laberntico del escenario clnico nos presenta una rea-lidad diagnstica que no es posible anticipar; sin embargoes all donde, desplegada sobre el escritorio, yaca la historia

    viviente (o mortal) de Laura, a lo cual haba que responderestratgicamente.

    Por estos enigmas transcurri la supervisin.La supervisin clnica en el campo de la infancia, abarca

    diferentes aspectos que se presentan problemticos a la vez queresultan fundamentales, pues muchos de ellos son justamente,el motivo explcito e implcito de la demanda.

    El amplio espectro de la demanda de supervisin, abarca desdeel qu-hacer clnico con los padres del nio, pasando por la

    interconsulta con otros profesionales (pediatras, neurlogos,psicopedagogos, fonoaudilogos, psicomotri-cistas, entre otros.)y continuando con otros referentes esenciales para el nio comoes lo escolar y lo familiar, hasta el mismo problema irresolubleque el nio en sus acuciantes y angustiantes laberintos le pre-

    senta al terapeuta.Esta amplitud clnica no deja de sorprendernos y abarcar-nos

    en cada una de las demandas que en cuanto ms pequeo es elnio, ms acuciantes y urgentes sern.

    Muchas veces, me encuentro supervisando un escenario queexcede las cuatro paredes de cada consultorio. El nio nos hacerecorrer otros caminos, por suerte su esencia atrevida, intrepida

    y disarmnica, lo hace no estar siempre en un mismo lugar, ytal vez sea esa magia propia de lo infantil instituyndose, loque en gran parte preocupa y desorienta al ms afamado te-rapeuta, siempre y cuando ste se deje desbordar por la escenadeseante y ficcional que el nio cuando se le abren las puertas,nos plantea.

    Supervisamos situaciones clnica donde lo que se trata de com-prender no es tanto el problema del nio, sino el del terapeutacon las situaciones, decires y escenas que el nio, y su entornole presentan. La mirada en la supervisin apunta all no tanto aresolver el problema del nio, sino a procurar generar nuevas

    preguntas e interrogantes frente a las soluciones ya sabidas ycomprendidas por el terapeuta.

    En una palabra, no comprendemos la problemtica del niosi no nos dejamos desbordar por l, para desde all soportar elno saber, nica posibilidad para que el sujeto-nio aparezca en

    la escena y un borde posible se establezca.Es el no saber y el asombro que el mismo produce, el que so-porta la clnica y el espacio de supervisin y, paradjicamente,es la bsqueda del saber lo que crea ese espacio.

    El espacio de supervisin se instituye alrededor de ese enigmaparadojal, que procuramos siempre sostener, ya que no hayclnica ni supervisin sin enigmas.

    En el campo de la supervisin de la clnica con nios, nos en-contramos con la gran dificultad que presentan algunos de ellos

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    en poder colocarse en escena para jugar, para construir ficcionesdonde representarse y construir su universo infantil.

    El espacio de la escena ficcional es el espejo en el cual el niose reconoce al mismo tiempo que se des-conoce como l y juegael secreto ms preciado, lo que he denominado el secreto ocultode ser otro.

    Desde el otro lado del espejo el nio juega sus fantasas, ficcio-

    nes y representaciones a la vez que las reprime. Nos encontra-mos, entonces, en el espacio de supervisin con la necesidad deconstruir un lugar posible para que la ficcin escnica acontezca,

    para que se produzca el acontecimiento infantil y conjetural deljugar en escena.

    Justamente la angustia y los sntomas en los nios impiden oimposibilitan esta construccin, apareciendo el cuerpo por fueradel espejo, o sea, a travs del imposible problema somtico,escolar o representacional.

    Entonces, el problema se duplica, nios que no pueden jugary terapeutas que tampoco se arriesgan a jugar, a construir unaescena y un escenario para que el espacio ficcional en su artificio

    y creacin aparezcan.Afirmamos entonces, que muchas veces en el campo de la

    infancia es ms importante generar y construir junto al nioel espacio de ficcin, que la interpretacin certera de un juegoo una expresin lingstica, gestual o corporal pues el nio al

    jugar, al ficcionalizar construye el enigma sin saberlo, construyeun vaco creacionista donde se produce la ficcin escnica.

    Si en el momento en que el nio logra introducirse en el la-berinto ficcional, se produce una interpretacin certera, lo ms

    probable es que el nio pare de jugar, frene la creacin, detengasu decisin de producir en escena aquello que no sabe.

    Justamente de lo que se tratara es de producir el enigma enel encadenamiento escnico, donde construye sus apasionantes

    e intrigantes resonancias.En este caso la certeza de la interpretacin cerrara el enigmay presentara el saber amo del terapeuta, bloqueando de estemodo la escena y sus efectos instituyentes de un nuevo saberno sabido.

    Es posible que el terapeuta deje su saber restrictivo y uni-forme para dejarse desbordar, soportando el no saber escnico

    del nio?Recordemos que el cuerpo del nio es creado por la ficcin que

    el Otro materno coloca (sin darse cuenta) en l. La primera fic-cin que se construye es a partir de esa escena ficcional materna,en la medida que la madre precisa tomar el cuerpo de su hijocomo si fuese el suyo (lo que se ha denominado transitivismo)

    y para ello necesita colocar su cuerpo y su decir en escena, no-

    minando ese cuerpo como ficcin y no como soma.Toda ficcin posterior de algn modo lleva la marca de ese

    primer espejo, donde se pone en juego la funcin materna y lafuncin del hijo.

    Cuando un nio no puede jugar y ste es uno de los motivosde la supervisin, es este primer espejo el que de uno u otromodo est en cuestin, pero no se trata siempre de interpretarlo oculto o decifrarlo, sino por el contrario de generarlo, de ge-nerar un espacio donde el nio al colocarse en escena descubraen el artificio y en la creencia, el propio e in-hallable enigma queculminar representndolo del otro lado del espejo, all donde(por suerte) los supervisores tienen vedada la entrada.

    [email protected] / www.lainfancia.net

    BibliografaBergs, J. y Balbo, G., A Criana e a Psicanlise, Editora Artes Mdicas,

    Porto Alegre, 1997.Borges, J. L., Obras completas, Emec, Bs. As., 1997.Lacan, J., Variantes de la cura tipo, en Escritos 2, Siglo XXI, Mxico,

    1975.Levin, E., La infancia en escena. Constitucin del sujeto y desarrollo psico-

    motor, Nueva Visin, Bs. As., 1995.Levin, E., La funcin del hijo. Espejos y laberintos de la infancia, Nueva

    Visin, Bs. As., 2000.

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    LA SUPERVISINpor Diana Voronovsky

    En esta puntuacin sobre el anlisis de control intenta-

    mos aproximar una interrogacin sobre las razones delactual descrdito de esta prctica.

    Cul es el obstculo que coloca en la actualidad a la prcticadel control como prescindible, siendo necesaria a la formacin delo analista que hay en quien se propone ocupar ese lugar?

    Nos interroga el motivo que causa el desinters, en las jvenesgeneraciones de analistas, y los no tan jvenes, para convertiral control en una prctica errtica, que suele tomar la forma dedemandas de un control, lo que se debe entender literalmente,una sesin de control, aislada, por fuera de una continuidad,otorgando al control el carcter de la urgencia propia del dis-curso mdico.

    Es natural analizar la transferencia

    Es una afirmacin que leemos en el escrito Direccin de lacura, donde Lacan aporta una valiosa orientacin a una pun-tuacin sobre la necesariedad del control y un comentario sobrelas posibles razones de una devaluacin de lo necesario que seconvierte en contingente.

    Se desprende de la doctrina y la enseanza del maestro fran-cs, una cuestin paradojal por sus efectos: a) Lacan fomentabalos controles aunque dejados a la iniciativa personal y no eranobjeto de regulacin con vistas a una formacin. Por otro ladoleemos la insistencia que b) no hay otra resistencia que la del

    analista mismo.Es natural analizar la transferencia por la misma razn queno hay anlisis sin resistencia, ya que no es el analista el queresiste, sino el discurso, dado que la resistencia es inherente allenguaje mismo, y el anlisis se hace con esta resistencia, siendolo que permite que haya anlisis.

    Cuando la resistencia se transforma en obstculo para el an-lisis, que no es sinnimo de resistencia es cuando el analistaesta imposibilitado de prestar su decir a las modulaciones del

    fantasma de su analizante que su lugar ofrece; lo que opera, eneste caso, es el fracaso de la Versagung del lado del analista.

    Colocamos la pregunta de por qu la ausencia de reglamen-

    tacin del anlisis de control, que abona la no standardizacin

    del psicoanlisis vira hacia la prescindencia, y, cmo es posiblesostener dicha prescindencia si la ponemos a trabajar en relacincon que la resistencia es la del analista.

    La resistencia se refiere a soportar un real, definido, por otrolado como imposible de soportar, ya que para que el discurso delanalista lo soporte un rehusamiento de su lado es la condicin.

    Es lo que hace posible el acto anlitico en cuanto la articulacinde la castracin de lugar a la abstinencia, que es patrimoniodel analista porque condiciona Verleugnung mediante que esteno llegue a captar los efectos de lo sucedido.1

    El ms que citado al menos dos, que un no-todo analistava siendo en la direccin de los anlisis que tiene a su cargo,conlleva la teorizacin, por un lado, de los efectos que produjo

    su lugar, entendiendo por tales efectos, las detenciones, losimpasses, las vacilaciones que su prctica obliga; en fin, eldespliegue ante otro, de una teora implcita, pero inconsciente,

    sobre su analizante, y la direccin, es decir la orientacin queimprime a una cura.

    El anlisis de control no supervisa nada. Se trata de una tarea(Arbeit) donde dos se referirn a un tercero gracias al desplieguede una transferencia de trabajo.

    La afirmacin del subttulo es una puntuacin del escrito Di-reccin de la Cura; es natural analizar la transferencia porqueen definitiva es de lo que se trata un anlisis: del anlisis de latransferencia, es decir, de la puesta en acto de la realidad de lo

    inconsciente que es sexual, conjugado con el analista formaparte del concepto de Inconsciente. En su lengua original, fairepartie, o sea hace su parte sin saber que eficacia tendr, suparte.2

    El campo de la transferencia que ofrece el pao para lo quese dice en un anlisis, nos invita a tomar el impersonal delse, para avanzar una premisa que es nuestra gua para una

    puntuacin sobre la cuestin del control.Nos referimos a tomar como punto de partida a la clnica del

    psicoanalista, ya que el objetivo subjetivo nos conviene paraconsiderar que se trata, tanto de la clnica que un psicoanalistahace, como as tambin el tomar en cuenta las condiciones bajo

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    las cuales cada psicoanalista se deja hacer. Es decir, dejarsehacer causa por la serie asociativa, exigencia de lo femeninode la posicin de no-todo analista, condicin de una funcin

    deseo de analista igual a 0, lejos de la neutralidad pero afavor de la abstinencia.

    Plasticidad fantasmtica del analista para sortear la solidari-dad de un goce con el analizante, resistencia del analista, unicaresistencia que al soportar la transferencia de goces, sabr ono hacer otra cosa con ellos, savoir y faire. Si bien el deseode analista (tomamos la distincin con deseo del analista quehace Robert Levy,3no es un deseo sexual tampoco es ajeno a loque no puede escribirse de la relacin sexual. A un ms all dela diferencia de los sexos y que por cumplir con dicha condicin,

    sea posible nombrar, por puntas, por trozos algo de lo real. Essabido de la eficacia del Goce del Otro, a pesar de su inexistenciadeja sentir sus efectos en el deseo de un analista quien si rehusa

    ponerse bajo los efectos de al menos dos, se topar con su propiolmite y el obstculo congelado, en tanto tal, ya no encontrar elmodo de pasar a ser el motor, permanciendo como su resultado,

    afectando de este modo la condicin de seguir causando el decirde su analizante.Ser en ese entre-dos, referido a un tercero, en la segunda

    escucha, ya que no se trata de ninguna visin super, sino msbien en el hecho de poner bajo control, un anlisis. Sern loque en los decires del analista controlante se escucha como lareververacin, los puntos ms vivos, en la benfica experienciaque asegura que al hablarle a otro desestimamos la lectura denotas o grabadores en el anlisis de control que su decir dar

    lugar gracias a la doble vertiente de la transferencia-con elanalizante y con el analista de control. Jerarquizamos as el

    valor de la presencia que pone en acto la danza fantasmticaque dichas transferencias actualizan pero en una posicin que

    se distingue: se habla a otro a partir de la prctica y no de laprctica. Ya que de la prctica no se puede hablar cuando sehabla en el control, como en cualquier otra experiencia de pasajea lo pblico se perdi lo lenguajero propio, nico y singularque caracteriza a cada anlisis-lalangue que singulariza a unanlisis, se dicen, por lo tanto otros significantes. Benficaexperiencia en la cual se acota un lmite a lo Imaginario de laconduccin de una cura, bajo el control de lo que se dice, graciasal retorno en el analista-controlante de lo no dicho en la sesincon su analizante. Nos referimos a la insoslayable irrupcin delos lapsus, tropiezos, vacilaciones, olvidos, que da cuenta de laeficacia de lo real impredecible, eficacias de la angustia y el gocede no-todo analista y que encuentra su posibilidad de transfor-macin de obstculo en motor en la experiencia del anlisis decontrol. Se trata del saber depositado por la experiencia en el

    analista, horror de comprobar la eficiencia de su acto.4

    Por otro lado, es un hecho de nuestra experiencia cotidiana,que la relacin entre la devaluacin de la experiencia del controles directamente proporcional al acrecentamiento de una deman-da de saber referencial. Abrumadora oferta (con oferta creodemanda), de jornadas, coloquios, grupos de estudio, congresos,etc. son un modo, de recuperarse del horror ante la eficiencia de

    su acto, siempre y cuando no se encuentren al servicio de suplirel saber textual, de lo insabido que sabe de lo inconsciente, por

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    el saber que consagra el discurso universitario.Ajeno a todo tipo de reglamentacin, Lacan nos indica un

    camino posible que va en la direccin de la preservacin dellugar del analista en la direccin de la cura, y se trata de ladistincin entre la vacilacin calculada, clculo de una vaci-lacin al modo de una intervencin en acto, de la vacilacindel fantasma, que suelda el fantasma del analizante a algnmodo de goce, del lado del analista no puesto bajo el anlisisde control. Cmo generar otras modalidades de intervencinque propicien y abran nuevos enigmas que permitan recuperarun goce que alcance algn real?

    Cmo anoticiarse de la eficiencia de su acto sino en el con-trol?

    Un analista en el anlisis de control se ofrece a una entrega,a sufrir una prdida, a un trabajo con su propio instrumento,que no deja de ser un pago y all tendr lo cado del caso quelleva a control. Lo inesperado, en ocasiones se presenta bajo la

    forma de lo unheimlich angustioso, que viene de su praxis, ylo hace hablar. Modos de recuperacin de goce bajo la forma

    de otro goce no sintomtico, no flico, no del Otro-Un otrogoce de la invencin de algo novedoso que al dar lugar a unacontecimiento, seala los momentos cruciales de un anlisis,aquello que se puede inventar en un anlisis gracias al trabajocon las puntas de real.

    Una periodizacin de la obra de Lacan se impone a fin deevitar confusiones y poder discernir la eficacia de los conceptosen la direccin de la cura.

    Cuando Lacan modifica las concepciones de los lugares propiosdel analista, comprobamos una modificacin que va desde laconceptualizacin del SSS, en los aos 60, a lo desplegado enel Seminario El envs del psicoanlisis, donde el lugar que vaocupando el analista comienza con el semblanteo del lugar del

    objeto a, se mantiene la evacuacin del SSS, al tiempo que otorgavalor de plus de goce al a, es decir se modifican las condicionesde goce. A distinguir dichas condiciones dedicar su Seminario

    Encore. Otorgando al a el lugar de generador de lazo social y noya el deshecho a evacuar, lugar de causar el decir analizante.

    La devaluacin de la prctica del control como una tarea soste-nida bajo transferencia, no es posible separarla de la declinacindel Nombre del Padre y su eficacia, en una distorsin que apun-ta a una confusin entre superar el plano de la identificacincon el Ideal, a tener la posibilidad de sostener los Ideales. Parauna clnica llamada lacaniana, la prescindencia del Nombredel Padre tendr como condicin el fin de servirse, lo que dar

    lugar a la prolongacin de los Nombres del Padre para generarlo establecido, preservando el sitio para una imposibilidad. Estoen relacin a los procesamientos que ir inventando, siempre ycuando se sostenga en los tres ms uno: anlisis personal, an-lisis de control, lectura de textos y, por supuesto, en su lazo enrelacin a la escuela o institucin que convoca a los analistas. Esdecir, ir ms alla de la Idealizacin no quiere decir abandonarel Ideal. Los ideales encuentran su inevitable incidencia en laconstitucin subjetiva, y en tanto instancia fundante orientan eldeseo, al confundir ideal con idealizacin, se propicia el caminoa la banalizacin de todo incentivo estimulante, fortalecimintodel narcismo que distorsiona el: Autorizarse de s mismo,

    soslayando el con los otros.

    La prescindencia del anlisis de control la entendemos en ladireccin del horror al acto y del acto del analista que privaal analista prescindente del control, de una autorizacin, que

    soslaya que la prescindencia no es sin servirse.

    Entre analsis personal y anlisis de control no hay comple-mento alguno, ni uno reemplaza al otro, como el actual des-

    precio por el control parece querer significar El control aportaun suplemento para el saber hacer all ya que el analista decontrol ni es ni no es, maestro-enseante- analista por loque en nuestra experiencia se define como un lugar que va ro-tando y ocupando diferentes decires, desde la articulacin en lateora hacia una interpretacin, un silencio, una intervencinen acto, o la recomendacin de una pelcula o un texto, todolo cual no banaliza ni desacredita la transferencia, ms quenada la dignifica, al posibilitar la diferencia de las distintastransferencias en juego. Invencin que se sostiene en lo quede nuevo se pone en circulacin y que no exista antes de serdicho, propicia el trabajo del controlante. La voz hecha sonidobajo la forma de una interjeccin, lectura de un fragmento queilumine una articulacin relanzarn la demanda de control,

    ya que oficiarn de lo que rompe el equilibrio de los tres freu-dianos, inhibicin, sintoma y angustia del lado del analista,

    para introducir el cuarto, sinthoma. El analista podr operar

    desde un lugar donde su intervencin en lo Real de cuenta deuna versin del padre que sea una su-(b)-versin novadora, laeficiencia de un acto, la innovacin de un cuarto que no es iguala la eficacia de un hacer.

    Nos encontramos de este modo con las paradojas de la clnica,ya que se trata de trabajar en un campo que se nutre de lo quetiene como fundamento, obviamente, lo insuficiente y entonces,

    por definicion, desatiende las condiciones este objeto que va aconstruir. Por esta razn Freud hace hablar a lo fragmentarioen relacin a lo fragmentario del caso.

    Para finalizar, sostenemos la enseanza de Lacan , cuando nosdice que el psicoanalista no puede concebirse de otro modo quecomo un sinthoma y hace la diferencia entre sinthoma para el

    lugar del analista y no para el psicoanlisis, el cual afirma:esuna praxis del decir.5

    NOTAS

    1. Roberto Harari, Qu sucede en el acto analtico?, Lugar Editorial,Bs. As., 2000.

    2. Jacques Lacan, Posicin del Inconsciente, en Escritos, Siglo XXI,Mxico, 1966.

    3. Robert Levy, Un deseo contrariado, Ediciones Klin, Bs. As., 1998.4. Diana Voronovsky, El horror al acto: de la vacilacin del fantasma a

    la vacilacin calculada, en Redtrica, Mayetica, Institucin Psicoa-naltica. Bs. As., 1994.

    5. Jacques Lacan, Seminario El Sinthoma, 1976, indito.

    Anlisis sin control

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    PROBLEMAS Y CONTROVERSIAS

    Quiero volver sobre un problema difcil, hoy en da

    constantemente preterido por quienes usan el trmi-no subjetividad como si fuera evidente de por s. Si

    Lacan ha rechazado, y con muy buenas razones, la idea de in-tersubjetividad, entonces, la lgica de lo colectivo no admiteotra posibilidad que no sea el terreno de la inter-objetividad,es decir, el de la comunin de los Ego en su identificacin a unobjeto comn?

    La fenomenologa de Husserl, antes de chocar con la inquie-tante nocin de prjimo (el prjimo no es mi reflejo; tampoco esun simple otro adicionable) admita como algo que va de suyola intersubjetividad. Pero, Lacan ha planteado por vez primerael verdadero problema: cmo es posible que dos cualesquiera

    mantengan entre s un vnculo directo y recproco si el murodel lenguaje (muro que, obviamente, para Husserl no existaen tanto muro) los conecta en el Otro, al tiempo que los separairreversiblemente? (En Lacan, se sabe, el Otro no es un me-diador sino un divisor) No obstante, cmo es posible queun analista escuche, que un crtico lea, que un poltico, pesea la obstruccin burocrtica y a la degradacin moral, puedaarticular una palabra verdadera?

    Se dir: en ninguno de estos casos analista, lector, vocero el

    que interviene lo hace en carcter de sujeto. Es as; mas es pre-

    ciso que haya una decisin del sujeto para que el sujeto puedasuspender su subjetividad.

    No quiero restaurar la idea de intersubjetividad; la crtica deLacan es inapelable: si en una relacin entre dos, uno es sujeto,el otro o es Otro, u objeto, en sus diversos modos: no hay reci-

    procidad y la accin circular no se cumple entre sujetos. Pero squiero mostrar una posible comunicacin indirecta (oblicua) quellamar transubjetiva, en la cual uno de los dos, supendiendo

    su subjetividad, pasando del plano del sntoma al de la subli-macin pulsional (es la vida pulsional ms all del fantasmade que habl Lacan en el seminario XI), puede colocarse en la

    posicin de puro receptor, mientras el otro recibe su propio

    mensaje en forma invertida.Revisemos la constitucin del sujeto.

    1) El sujeto est dividido entre el uso del yo para referirsea s mismo y el t que lo interpela desde el Otro. (Lacan des-

    plaza el t del uso vulgar, fundado en la reciprocidad, por elt que es el mismo sujeto, pero dividido por el Otro que, a suturno, jams es sino alteridad, nunca el t como segundo; elt es primariedad tercera.)

    POLITICA Y SUBJETIVIDAD(3RAPARTE)porJuan Bautista Ritvo

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    2) Esa divisin es articulacin sintomtica de un significante con otro cualquiera quehaga cadena. Su lmite, es el el corpus de enunciados fantasmticos, cuya enunciacin esel campo de la demanda.

    3) La represin freudiana suele olvidarse lo que voy a decir no slo liga, tambin pro-duce, simultneamente, un estado de desligadura pulsional. El sujeto literalmente derivaentre dos cotas significantes: en la inminencia del vmito, en el orgasmo, en la angustia,en la exaltacin extrema, lo acotado se desacota para retornar, finalmente, como las aguasturbulentas, a su nivel, siempre que no termine por extinguirse, fuera de todo lmite. (Cuando

    Lacan sostiene que todo acto presenta la estructura del pasaje al acto o del acting-out, estdiciendo lo mismo desde otro ngulo.)

    Es posible un sujeto que acte desinteresadamente, un sujeto que, al igual que elkantiano, manifieste una voluntad diferenciada de la mera inclinacin? Pregunta que searticula con otra que refiere a la lgica de lo colectivo; Hay un espacio pblico en el cuallos sujetos, como lo quiere Hannah Arendt, se diferencien sin amontonarse? La respuestano puede consistir en la mera postulacin de lo que debe ser, al margen del realismo quemuestra (realismo de lo real, no de la realidad), el carcter destructivo del vnculocon el prjimo, sino en indicar cmo lo que es, por una especie de crtica a la vez interna

    y externa, tiende a ser ms all de lo que efectivamente es. Hay una subjetividad ms alldel sntoma que no se confunde con la inhibicin caracterolgica, porque implica que las

    inclinaciones sintomticas, las preferencias fantasmticas, el apego a los bienes como de-fensa contra la defensa fbica, retienen pero al mismo tiempo preservan, esa dimensin deldeseo que designa una exterioridad tramada de vacos, forjadora del mundo de la cultura

    y, por consiguiente, de las cifras de sujetos con respecto a los cuales alguien, en posicinsublimatoria, puede abrirse con pura recepcin, que no es simple olvido de s, sino olvidomomentneo, susceptible de retornar desde la exterioridad, a la intimidad externa que

    singulariza a cada cual.

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    COMENTARIO por Olga M. de Santesteban

    El ttulo intenta privilegiar el significante Lec-

    turas... destinado al mundo pulsional del lec-tor... es un intento por crear las condiciones

    a travs de las cuales la letra llegue a destino. Lectu-ras... permite una salida a la tensin imaginaria quesupone estar de acuerdo o en desacuerdo. Lecturas...rescata el verdadero sentido de la apuesta y es quede hecho, su condicin ms esencial... es que, estabierta a su redefinicin... pero para una nuevavuelta, no podr dejar de considerar lo que ha ins-cripto al recorrer ese uno por uno de los nombrespropuestos y de los ttulos planteados... de eso se

    espera una consecuencia.De esta manera el libro recrea un seminario que es fundante en nuestrarelacin con la obra de Jacques Lacan y que ha tenido un carcter inauguralen nuestra formacin, nos acompaa tambin en la posibilidad de pensar latransmisin del psicoanlisis y su extensin... por qu no, su porvenir.

    Retomando los fundamentos del psicoanlisis intenta dar respuesta a lapregunta esencial, acerca de qu es el psicoanlisis, su enseanza, su trans-misin y su poltica.

    Esta posibilidad de retomar los fundamentos del psicoanlisis no es sin elsedimento que ha dejado la enseanza, la transmisin y la poltica diagramadapara hacer habitar el deseo del analista en la extensin... y de esto tenemosLecturas... que muestran las fluctuaciones en la historia del anlisis, delcompromiso del deseo de cada analista que ha llegado a aadir tal pequeo

    detalle, tal observacin complementaria, tal adicin o refinamiento de inci-dencia, que nos permite calificar la presencia, al nivel del deseo, de cada unode los analistas (Jacques Lacan, 1964).

    Lecturas... se inscribe en este compromiso que aporta en el uno por uno de lostrabajos, su pequeo testimonio al campo del psicoanlisis en su extensin.

    El libro esta dividido en cinco captulos integrados artculos que van mar-cando una direccin de lectura.

    As, el primer captulo Insconsciente y repeticin contiene una articula-cin entre el trauma, el padre y lo real, para mostrar que se trata de cernir loreal como causa ltima ms all del trauma, luego pasamos al inconscienteabordado por los sueos y el despertar, donde el inconsciente es situado comouna escritura en imgenes, contina con la frmula lacaniana de hacer pasar

    el goce al inconsciente y de all se recrean los ejes que proponen la puesta enacto entre inconsciente y repeticin, cerrando con el ttulo el inconsciente unaembarazosa lgica de contigidad y su consecuencia en el lazo social.

    El segundo captulo, La mirada como objeto a: el cuadro, la lnea, la luzse introduce en el campo de la pulsin escpica y nos ofrece de este recorrido,la mirada... como causa del goce esttico, con el objetivo de considerar losmodos de expresin de la pulsin y sus fantasmas en la transferencia, luego lamirada y la castracin, intenta interrogar en la posicin femenina la inciden-cia de la mirada, sus seuelos, su mascarada, el ver y la mirada en la clnica

    psicoanaltica, abre la pregunta por las estrategias en la fobia y el manejodel objeto a, cerrando con el ttulo una carta dada vuelta, para interrogarel juego de la apuesta y su momento conclusivo, una carta dada vuelta paraque uno baje las propias.

    El captulo Circuito y montaje de la pulsin retoma los ejes esenciales delmundo pulsional, interroga despus bajo el ttulo de pulsin y razn grficalo que est en juego en la razn freudiana, para dar cuenta de cmo se apelaa operaciones grficas para trazar las lneas de un pensamiento, tal como lo

    LECTURAS DE LOS 4 CONCEPTOSFUNDAMENTALES DEL PSICOANALISISCONVERGENCIA, MOVIMIENTOLACANIANOPORELPSICOANLISISFREUDIANO

    Letra Viva Editorial, 2001

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    hicieron Freud y Lacan y pasamos a abordar la analoga del proceder cartesiano y freudianopara mostrar de qu manera nos conduce a ubicar el lugar donde aflora la pulsin, luegouna obra literaria intentar capturar una lectura clnica de la pulsin y su trayecto y cierracon el tema de lo real como lo ms cmplice de la pulsin.

    El captulo El enigma del deseo del otro: el fantasma se nutre con el aporte de los ejesque van del fantasma al deseo del analista, las relaciones entre la creacin, el fantasma, y elmecanismo de la sublimacin para ver el punto de cruce entre esttica y tica del psicoanlisis,

    para pasar luego a interrogar el estatuto mismo del concepto de fantasma como la respuesta

    que el sujeto encuentra frente al Deseo del Otro y se cierra en un intento por situar el sujetolacaniano, entre Descartes y Cantor para situar su relacin en la lgica del fantasma.

    Finalmente, el captulo Transferencia e interpretacin se dirige a recuperar la operacintransferencia y su relacin a la lgica del inconsciente, pasa luego a encarar el desafo quelanza Lacan al abrir el concepto de transferencia y sus consecuencias para la interpretacin;nos desplazamos luego a la interrogacin de la frmula, la transferencia es la puesta en actode la realidad del inconsciente que incluye situar la abertura de la transferencia y de la trans-

    ferencia de trabajo de los analistas como una necesariedad lgica a la existencia misma deldiscurso analtico; transferencia, interpretacin y despus, nos propone trabajar el despus...el despus en el centro mismo del encuentro con la pulsin, que no se puede concebir si elbucle no ha sido recorrido ms de una vez, y el captulo se cierra con algunos comentarios

    sobre el sujeto supuesto saber, como un nuevo modo de designar la transferencia y articularel sujeto sobre el cual opera el psicoanlisis, un sujeto forcludo de lo simblico, vuelve enlo real bajo la forma de la escritura literal de un saber, e interroga entonces la constelacinque en nuestra poca, caracterizada por la mutacin del goce, permitira o no, que el sujeto

    supuesto saber pueda todava operar.

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    Colaboracin

    La historia de la traduccin califica al siglo XVII francs

    como lge dor des belles infidles (la edad de oro delas bellas infieles). La expresin es atribuida al lexicgrafo

    Mnage, quien dijo, a propsito de las traducciones de PerrotdAblancourt: Me recuerdan a una mujer que am mucho enTours, y que era bella pero infiel. Cmo traducan les bellesinfidles? Apropindose, lisa y llanamente, del texto a traducircon la ilusin de transmutarlo en la lengua de la traduccin.

    El producto resultante poda ser bello, en efecto, por cuantoofreca la naturalidad, la lozana y el genio original de unaescritura que discurra a sus anchas por los vastos dominios dela hacienda propia. Sin embargo, la distancia as establecidarespecto de los originales era de tal magnitud que stos quedabanirreconocibles. Les belles eran, efectivamente, infidles.

    El inters de la evocacin est en que el feliz apelativo identificdurante una poca, en Francia, a una de las dos perspectivasque puede adoptar el traductor frente a su tarea, clsicamentedenominadas: fidelidad o libertad. La profusa literatura que

    suscit el tema desde siempre, incluso desde mucho antes de queMnage propusiera su sugestiva comparacin, dividi durantesiglos a opinadores de toda procedencia, nutriendo a la vez lahistoria de la cultura con innumerables ejemplos del modo enque tal cultura iba haciendo su historia y donde el traductor

    figuraba siempre en primera lnea, al pescante, diramos, comotransportista de la civilizacin que fue, es y ser.

    Fidelidad o libertad es, pues, una de las tantas frmulas para

    la alternativa. Que es como decir: traductor libre = traductorinfiel. A esta altura se objetar, quizs, que el punto no puedeser dilucidado sin una clara referencia al campo especfico en elque se ejerce la labor: una cosa es traducir literatura, se aducir,

    y otra ciencias duras, y otra ciencias blandas, y otra ensayos,y as de seguido. El asunto merece desarrollos ms conspicuos,pero por el momento se nos ocurre responder que, cualquierasea el campo considerado, es planteable la misma alternativa, almenos en un nivel terico. Y ello por la sencilla razn de que loque se traduce son siempre lenguas, en las cuales estn escritostodos los escritos imaginables, traten de lo que traten.

    Juicio a los infieles

    Infidelidad es una palabra cargada de moral. Es una pa-labra en la que el peso de la tradicin judeocristiana se hace

    sentir sin miramientos. Veamos, si no, esta abrumadora listade vocablos vinculados ms o menos de cerca al trmino in-

    fiel: ingrato, indigno, prfido, renegado, trnsfuga, falso, vil,perjuro, feln, impo, engaador, adltero, hereje, engaoso,intrigante, desagradecido, desapegado, descastado, insensible,desnaturalizado, falaz, aleve, bellaco, fementido, apstata,

    falsario, embelecador, mentiroso, tramposo, hipcrita, artero,impostor, infame, timador... Cae el anatema sobre el traductorque osa apartarse de la letra a traducir, simplemente porquela respiracin de su lengua propia se lo impone de manerainexorable.

    Ahora bien, toda esta fantasmagora capaz de desencadenar,mil aos despus de las primeras cruzadas, otras dirigidas aho-ra contra los antagonistas de un nuevo dogma, se precipita en

    particular sobre los traductores de Lacan, aherrojndolos en unasuerte de crcel interior en la que sus lenguas maternas debenser eliminadas para entronizar en su puesto a otra sencillamenteadoptiva: el francs. Colocndolos entonces ante un reto que

    supera cualquier racionalidad: traducir el francs de Lacan alcastellano afrancesado de sus epgonos hispanohablantes.

    Traducir a Lacan es una tarea moral, y est cargada de moral.Valga la paradoja: en este terreno, cualquier reivindicacin de

    una tica del traductor ser condenada por hereja. Una de lasrazones es que el traductor cesa de ser un sujeto en potenciade la enunciacin para reducirse a la condicin de mero pasa-dor de enunciados. Para no arriesgar aqu la inclusin de unconcepto, sujeto de la enunciacin, que, entendido al modolacaniano, slo sera pertinente en el mbito del psicoanlisis,digamos ms bien que la historia de la traduccin es feraz enilustraciones de la implicacin subjetiva del traductor en la

    prctica de su oficio. Una cosa queremos destacar: la simpleexpresin implicacin subjetiva da por supuesta la existenciade una tica. En otras palabras, afirmamos la existencia de undeseo del traductor.

    BELLAS EN LA PICOTApor Irene Agoff

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    Cuerpos del delito

    Pero volvamos a la lista seguramente incompleta de feroces sinnimos entre los quepodran ser situados los infieles segn el humor del inquisidor de turno. En conjunto o porseparado, es indudable que los trminos que la integran slo podran ser proferidos desdela iracundia y con el puo en alto. Slo que dato clave en su gran mayora se constituyenen funcin de un elemento tercero irreductible: el orden de la ley. Surge as, por contraste,

    la naturaleza propia del trmino invocado y que se dice en una palabra: transgresin. Elinfiel es un transgresor, un perverso. Su rgimen es el del goce, dira el proferidor de cadauno de aquellos sinnimos si, por obra de un indiscreto azar, hubiera tenido acceso a algnlibro de psicoanlisis.

    Ahora bien: si el traductor infiel es un perverso, cul sera, en su caso, el Otro de cuyogoce debe asegurarse? La lengua propia, evidentemente. El traductor infiel no podra ha-blar otra, no podra ser hablado por otra. El traductor infiel tomara partido por un solombito de sentido, el de la lengua a la que traduce, la suya. La del original pertenece a una

    galaxia distinta, sin ms puente con la propia que el diccionario bilinge siempre abiertoante l. Este villano, en efecto, posee una sola lengua; es ms, la nica posibilidad de su oficioes que exista una sola, la suya. La del original ni siquiera se le aparece como encarnacinde un otro que l pudiera reconocer como prjimo, como semejante, determinando as la

    posibilidad de alguna beligerancia: el traductor infiel desconoce la agresividad. Su otroest liquidado de antemano.Pero hay algo peor: como consecuencia de esto, el descastado ni siquiera es capaz de advertir

    la superioridad de la lengua del original. Al habitar un recinto hermtico en el que nada deafuera puede penetrar, carece de la posibilidad de medirse con su imposible adversario.Su perfidia es tanta que, imaginando el mundo del sentido poblado slo por sus propias pa-labras, se da el lujo de ignorar que la otra lengua (por llamarla de alguna manera) es mslengua que la propia. El acusador del traductor infiel es, por supuesto, lacaniano, y esa otralengua ms lengua que la propia es, desde luego, el francs. Fetichista del idioma en que lehablaba su madre, dice, el traductor infiel slo puede gozar en ste, en sta.

  • 5/24/2018 Anlisis Sin Control

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    Denuncias posmodernas

    Los psicoanalistas se han vuelto esclavos de la letra. Esto es, de la letra francesa. La letrase lee, se lee, y literalmente, dice Lacan en Encore. Lstima que no existan en castellanoacentos como el grave y el circunflejo. El traductor infiel es un cobarde que no se atreve aalzarse contra esta carencia ortogrfica. Es tan maoso y pusilnime que, a veces, enfrenta-do a una versin desgrabada de un seminario indito, dominado como est por su abyecto

    empuje a creer que la nica lengua es la de l, desiste de copiar tal cual las puntuaciones yhasta, licencioso como es, se toma la licencia de modificar la divisin en prrafos!

    Cuestin de lectura, decamos, de letras. De lectura literal. El crtico del traductor infiel,tomando la letra al pie, o sea ped