Acp una experiencia de veinte años

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1993 - 2013

ACP UNA

EXPERIENCIA

DE VEINTE

AÑOS

ACP UNA EXPERIENCIA DE 20 AÑOS

Asociación Cívica para la Prevención Página 1 de 88

Entidades colaboradoras:

Junta directiva: Presidenta: Patricia Da Silva Nogueira Secretaria: Sonia García Guijo Tesorero: Rafael Arredondo Quijada Vocales: Antonio Cañada Cachairo Silvia Fortes Madrona Mª Carmen Zorrilla Jaime

Diciembre 2013 Un reconocimiento a las compañeras, María Sánchez Perianes y Marta Ortega Moreno, que comenzaron ésta iniciativa.

Esta obra está sujeta a la licencia Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada 3.0 de Creative Commons. Se permite la reproducción, distribución y comunicación pública siempre que se cite a los autores y no se haga un uso comercial. No se permite un uso comercial de la obra original ni la generación de obras derivadas.



Nunca me hubiera imaginado que cuando entré por primera vez en ACP, hace ya muchos muchos años, (no llego a los veinte pero me voy acercando), un día iba a llegar a ser presidenta de la entidad,

y además iba a coincidir con su veinte aniversario.

Yo venía de otro país, con una realidad social diferente, de

trabajar con menores también de manera diferente, con muchos menos recursos que lo sustituíamos por la imaginación y con muchas

ganas de transformar la realidad. ACP siempre ha tenido esa capacidad de aprovechar las potencialidades que cada cual

teníamos, de todos/as los que en algún momento nos acercamos, siendo un proyecto abierto, vivo y participativo.

Hoy veinte años después no son muchas las entidades que “sobrevivimos”, además nos encontramos en un momento

posiblemente crucial en donde se está diseñando y generando nuevos modelos de intervención tanto de cara al que hacer y el

como, pero también en cuanto a la participación de entidades como ACP en su colaboración con la administración.

Estoy convencida que ACP sabrá adaptarse a los nuevos tiempos, y para ello estamos en un proceso de reflexión y de mejora

constante. Donde cada vez estamos más convencidas que el trabajo en prevención y por la prevención, es la clave para adelantarnos a

situaciones mucho más costosas en lo social y en lo económico, de ahí que somos necesarios para abrir nuevos espacios, para

llegar y generar proyectos donde aún no existe nada, para seguir denunciando situaciones de injusticias, en definitiva para generar un tejido social que es clave y fundamental en cualquier sociedad que

aspire, a tener altas cuotas de participación y de democracia.

Patricia Da Silva Nogueira Presidenta de ACP



A modo de introducción

En diciembre de 1986 el problema de las drogas se sitúa como el

segundo principal problema que plantean los españoles, siendo el

primero el paro y como tercero detrás de las drogas los problemas de

índole económica. Esta secuencia en cuanto al orden de los

problemas se mantiene de igual manera hasta septiembre de 1994,

según las diferentes encuestas que realizó el CIS (Centro de

Investigaciones Sociológicas).

Unido al fenómeno drogodependencia surge el SIDA, donde de

los 19 casos detectados en España a finales de 1983, se pasó a los

7.269 casos detectados en enero de 1990. Generando una

problemática social tal que sobrepasaba los aspectos sanitarios y

asistenciales, y preocupaba extraordinariamente a la población.

Produciéndose un crecimiento de la morbilidad y la mortalidad de los

heroinómanos a consecuencia de sus estilos de vida y forma de

consumo de la sustancia. Donde el 65% de los casos de SIDA está

directamente relacionado con el uso de drogas por vía intravenosa.

En 1989 se publica el primer informe desde la administración

andaluza titulado “Los andaluces ante las drogas”, que

posteriormente pasaría a publicarse con carácter anual. En su

introducción se indica: “Actualmente las drogas se han convertido en

nuestro medio en uno de los focos de atención social. Hoy es

frecuente hablar de drogas. En los medios de comunicación, éste es

un tema de presencia diaria en una u otra forma. Entre los grandes

temores que acucian hoy a nuestra colectividad, no es raro encontrar

el consumo de drogas y la toxicomanía como uno de los males que

aquejan al mundo de hoy”. (p. 19)



A todo ello hay que unir unos grados de inseguridad ciudadana

alarmantes percibido y sentido por la ciudadanía. Con una población,

los drogodependiente (los yonquis), que tienen que conseguir su dosis

diaria sin tener recursos y medios para ello, siendo la vía más fácil el

robo y el trapicheo.

En enero de 1990 la población reclusa alcanzaba la cifra de

73.501 personas de las cuales 20.400 lo eran por delitos contra el

patrimonio y el orden socioeconómico y 16.765 lo eran por delitos

contra la salud pública, sólo ambas tipología de delito llegaban al 51%

del total de la población reclusa. Llegándose en 1989 a la cifra de

1.030.996 de delitos denunciados, tal y como recoge el Anuario

Estadístico del Ministerio del Interior del año 1998.

Fuente: Ministerio del Interior

En el citado anuario también se recogen las muertes que se

producen por utilización de algún tipo de droga donde ha habido una



intervención policial, manteniéndose en ascenso la cifra desde 1998

hasta 1991 cuando se producen 817 fallecimientos.

Lo que nos sitúa en que durante toda la década de los ochenta

se conceptúa ya claramente la realidad de los consumos de drogas

como un problema social; problema que con el impacto que

producen algunas de ellas, va a generar una intensa alarma social y

un fuerte rechazo, de ciertos tipos de consumos, por amplios sectores

de la población española.

Pero no sólo un rechazo ante la sustancia sino también un

rechazo ante el modelo social y el cómo se afrontaba esa

problemática casi inexistente hasta ese momento en nuestro país. Ya

que las personas que entran en la espiral del consumo y la adición se

sitúan con alto índice de vulnerabilidad hacia la pobreza y

marginación, de la que se hace difícil su salida

Recogiendo lo que se decía en 1992 en el Seminario de la

Federación Andaluza ENLACE “Correlaciones entre modelo social en

el que vivimos y drogodependencias”, respecto al modelo social: “La

continua pérdida de empleo que padece la sociedad actual va

generando nuevas formas de pobreza que emergen y se consolidan,

formando parte de una minisociedad, cada vez más amplia, con sus

propias subculturas, en las que anidan situaciones de precariedad,

constituyendo para muchos y muchas un camino casi sin retorno

hacia formas de marginación y desviación social.

Las consecuencias de todo esto son trágicas, pues la persona en estas

situaciones se ve sometida a un proceso de deterioro físico y

psicológico progresivo, desembocando en actitudes de abandono

personal, fatalismo, apatía para seguir adelante, desviación social,



drogodependencias, degradación de la vida familiar, dependencia

asistencial, etc.

Nos puede parecer con todo esto, que estamos describiendo una

realidad alejada de la nuestra, pero, si miramos a nuestro alrededor, es

lo que encontramos. Si no cerramos los ojos, nos sentimos impotentes

ante esta situación, tal vez, actuamos visceralmente, poniendo

parches sin vislumbrar soluciones.

Tal vez, el problema radique en que dentro de este modelo social es

imposible encontrar soluciones, y que tengamos que centrar nuestros

esfuerzos e ilusiones en ir construyendo otro nuevo”. (p. 9).

Ante la situación plasmada en donde la respuesta de la

administración no es acorde con la realidad que día a día sufren las

familias que tienen un drogodependiente en su entorno. Ya que se ve

impotente y sin capacidad de respuesta a la hora de establecer

recursos suficientes para atender el incremento de necesidades, así

como para reducir el consumo y las consecuencias del mismo. Se va

generando un movimiento ciudadano surgido alrededor de las

familias principalmente, convencido de que la mejor manera de

luchar para “sacar a su hijo de la droga” (expresión muy típica por

aquellos días) era organizarse para desde el común dar la salida que

la administración era incapaz de hacer, y a la vez ejercer en un frente

de lucha, presión y exigencia para que se pusieran en marcha los

recursos necesarios, ante la propia administración y la sociedad en su

conjunto.

El resultado de ese movimiento es la estructuración de un amplio

tejido asociativo. Por poner un ejemplo, a nivel andaluz el movimiento

asociativo con intervención en el campo de las drogodependencias,

pasa de 16 asociaciones en 1986 a 208 asociaciones en 1993. Un



1200% de incremento en siete años, a una media de 27 nuevas

asociaciones cada año. La mayoría de las asociaciones tiene un

ámbito de actuación local: el pueblo donde se constituyeron o el

barrio, siendo sus impulsores, normalmente, un pequeño grupo de

personas y de forma independiente y espontánea, es decir, no hay

ningún tipo de organización que haya visto necesario la existencia de

este movimiento asociativo y haya impulsado su aparición.

En cuanto a las personas que componen el conjunto de las

asociaciones, se pueden distinguir cuatro grupos:

a) El formado por toxicómanos/as rehabilitados.

b) El formado por familiares de personas afectadas que comenzó

siendo el más numeroso.

c) El formado por cristianos de base que han hecho de la

solidaridad con los marginados, y en particular con los

drogodependientes, una forma de realizar su compromiso

cristiano.

d) El más heterogéneo, siendo su única característica en común el

que las personas que lo integran tienen una sensibilización por el

“fenómeno de las drogas”, con una actitud activa ante el

mismo.

Siendo en este contexto cuando en 1991 varios colectivos del

distrito Cruz de Humilladero de Málaga, principalmente de los barrios

de García Grana, Carranque y Camino de San Rafael, se unen bajo la

Plataforma Cívica para la Prevención de la Droga, lo que sería el inicio

de la Asociación Cívica para la Prevención (ACP).



Fuente: Diario Sur

Fuente: Diario El Sol

Hoy más de veinte años después la Asociación Cívica para la

Prevención es un referente tanto a nivel malagueño como andaluz en

el ámbito de la prevención.

El camino hasta aquí andado no ha sido fácil pero ha estado

lleno de ilusión y compromiso, donde sin duda nada de lo conseguido

y lo realizado, hubiera sido posible sin las personas que durante todos

estos años han participado y compartido aunque sea un momento

pequeño, un espacio, una actividad… con la asociación, de ahí que

hemos querido que sean estas personas tanto a nivel individual como

de colectivos con los que hemos mantenido una mayor y estrecha

colaboración, las que en unas líneas nos expresen su “experiencia”.

Siendo conscientes de la dificultad que conlleva el expresar con

palabras sentimientos y opiniones respecto a su paso por la entidad.



Algunas aún hoy después de tantos años continúan formando

parte de la columna vertebral de ACP, para otras fue su primera

experiencia formativa o laboral, o simplemente donde conocieron a

otras personas con sus mismas inquietudes llegando a compartir

proyectos de futuro, desde aquí a toda/os gracias.



EXPERIENCIAS



Federación Andaluza “ENLACE”

Antonio Escobar

(Presidente)

PARA ACP EN SU XX ANIVERSARIO

“La pobreza no está escrita en los astros”. Hoy de nuevo viene a

mi mente esta frase de Eduardo Galeano, cuando miro a mí alrededor

y veo las consecuencias de un modelo socioeconómico injusto que,

con la excusa de la “crisis” sigue dejando en la calle a miles de

familias, a miles de niños y niñas que, sin comerlo ni beberlo, no van a

poder participar de la igualdad de oportunidades, sino, al contrario,

van a crecer conociendo los efectos de la marginación, de la escasez

de recursos de sus barrios, de las pocas ayudas que les pueden

ofrecer sus Ayuntamientos…, de este desmantelamiento del Estado de

Bienestar al que estamos asistiendo.

Una realidad similar fue la que nos movió a muchas personas

hace ya más de 25 años en distintos lugares de Andalucía, al

contemplar el desfavorecimiento de algunas zonas de nuestro entorno

y el efecto que sobre la población joven estaba teniendo el consumo

de drogas. Éramos personas sensibilizadas con la problemática, que

junto a las familias afectadas, aún sin conocimiento de cómo abordar

la problemática y sin recursos… teníamos el convencimiento claro de

que había que hacer algo y de que con nuestras manos y nuestra

unidad era suficiente.



A partir de ahí nace el movimiento asociativo en

drogodependencias, surgiendo asociaciones en distintos barrios o

pueblos, desde las cuales hemos sido capaces de exigir un trato y un

tratamiento adecuado para las personas con problemas de

drogodependencias, para las familias, sus hijos e hijas, menores y

jóvenes, y hemos ido consiguiendo recursos de atención, tratamientos

diversos y adaptados a cada persona, leyes más humanas… Fuimos

creando estructuras provinciales y una red de ámbito andaluz,

ENLACE, siendo pioneros/as en drogas en Andalucía y también en

defensa de los derechos de las personas más desfavorecidas.

Una de las asociaciones que se formó hace ya 20 años fue la

Asociación Cívica para la Prevención, comúnmente llamada por sus

siglas, ACP. También para este grupo de malagueños y malagueñas

fueron difíciles los primeros tiempos, en los que había que estar en la

calle, sin saber muy bien cómo hacer pero, con la certeza de que la

atención a esos jóvenes requería ilusión, imaginación y constancia,

tres ingredientes que han permanecido en el quehacer de la

organización a lo largo de los años.

Con una implicación fuerte de las personas que han ido

pasando por ACP, algunas en viaje de ida y vuelta, se ha

caracterizado desde sus inicios por ser una asociación abierta,

dinámica, en la que han tenido siempre una alta participación y un

gran protagonismo todas las personas, voluntarias, contratadas, las de

otras organizaciones y en particular, las personas beneficiarias.

Su capacidad reflexiva y de análisis constante de la realidad de

las adicciones y la exclusión social les llevó, ya en los primeros años, a

crear el Observatorio Malagueño sobre Adicciones, como espacio



permanente de reflexión e información. Por su alto compromiso con la

educación y la formación como herramienta preventiva, han venido

desarrollado una importante labor en el ámbito escolar, trabajando

con menores y jóvenes, creando materiales propios y adaptados a su

edad y a sus necesidades, favoreciendo también la formación de sus

familias. Junto a ello, iniciativas como los talleres de tiempo libre para

menores y adultos han contribuido, además, a mejorar la salud, la

autoestima y las habilidades sociales de las personas participantes. Por

último, con su Servicio de Atención a la Movida, presente en todas las

fiestas de Málaga y de otras ciudades andaluzas, se ha ido

consolidando como referente en prevención y reducción de daños y

riesgos, no solo para la juventud malagueña, sino para otras

organizaciones y administraciones públicas del entorno y de la propia

Comunidad Autónoma.

Son todas estas referencias solo una muestra del trabajo

desarrollado por ACP a lo largo de estos 20 años de andadura, porque

me gustaría destacar aquí también su gran contribución a la

consolidación del movimiento asociativo andaluz, primero en su

provincia, liderando, junto a otras 3 asociaciones, la constitución de

una estructura que fuera nexo de unión entre las organizaciones

malagueñas y, en segundo lugar, participando activamente en la

Federación Andaluza, tanto en el órgano de gobierno, en

representación de las entidades de Málaga, como en los distintos

grupos de trabajo que han ido surgiendo a lo largo del tiempo.

Siempre han cooperado con responsabilidad, desde una postura

crítica, constructiva y esperanzadora.

Por todo ello, sirvan estas líneas para mostrar mi felicitación y

gratitud a todas y cada una de las personas que forman parte de ACP



o han estado presentes en estos 20 años, por su compromiso con el

cambio, con la construcción de una sociedad más libre y justa, un

mundo más digno y una persona más plena y feliz.

Antonio Escobar

Federación Andaluza ENLACE



Federación Malagueña de Asociaciones

de Drogodependencias “FEMAD”

José Blanco

(Presidente)

En primer lugar desearos un buen aniversario y que la

organización de todo lo que habéis previsto sea un éxito.

A continuación recordaros que estáis siendo en estas dos

décadas de vuestra existencia una pieza muy importante en el

movimiento asociativo en Málaga y provincia.

Del mismo modo, ACP es una referencia para cualquier política

de prevención desarrollada en nuestro ámbito. Y sin ella posiblemente

el programa implantado pueda carecer de estrategia solventes para

perseguir el bien preciado que es reducir en un futuro la población

adicta.

También valoramos que toquéis esta pata del mundo de las

drogodependencias ya que los resultados de todo vuestro esfuerzo se

verán cuando pasen algunos años. Y el reconocimiento de vuestra

labor es muy difícil percibirla de inmediato.

En la actualidad, cuando llevamos más de cinco años en un

proceso de desmantelamiento del movimiento asociativo y que

muchas asociaciones estén en peligro para mantener su actividad y

vosotros mantengáis un ritmo aceptable de funcionamiento es un

orgullo tener en nuestro seno una asociación como la vuestra.



Recordaros que todavía no hay nada a salvo, las políticas

sociales van a seguir sufriendo recortes y debemos ser ingeniosos para

sobrevivir a esta tempestad que parece no tener nunca fin. Es

imprescindible tener espíritu crítico y de sacrificio, no dar por bueno

todo lo que nos propongan las administraciones.

Por eso creemos necesario que valores como la rebeldía,

organización y solidaridad entre nuestras entidades, son ingresiendos

fundamentales para salir reforzados de una etapa tan hostil.

Un abrazo a todas y todos los que pertenecéis a ACP, sin vuestra

aportación el problema social de las drogodependencias sería mucho

más duro y complejo.

José Blanco

FEMAD



Asociación ARPOM

Ayuda y rehabilitación politoxicómanos

Antonio Damián

(Presidente)

Como much@s de nosotros recordamos, cuando hablamos de

ACP se nos viene a la memoria La Plataforma Cívica Para la

Prevención , de la que ARPOM formó parte junto a un importante

grupo de personas, organizaciones juveniles y vecinales, fuerzas

políticas y comunitarias de la zona de Cruz de Humilladero.

Preocupados por las dramáticas consecuencias que individual,

familiar y socialmente las drogodependencias estaban teniendo entre

nuestros vecinos y entorno, impactando de forma brutal en muchos

de ellos y afectando a la convivencia normalizada, criminalizando y

estigmatizando a muchos de nuestros vecinos.

En este contexto es cuando un importante número de personas,

sobre todo jóvenes, deciden organizarse y responsabilizarse

socialmente e intentar generar modelos de conducta en los más

jóvenes de nuestro barrio, que para muchos eran molestos, dotándolos

de conocimientos, herramientas y habilidades para enfrentarse a un

uso problemático de drogas. Desde posiciones y premisas que

abogaban por la defensa de políticas más educativas y sociales que

no criminalizaran a nuestros jóvenes y compartidas con los fines de

nuestra organización. ACP y ARPOM hemos crecido y aprendido juntos

unas posiciones comunes, en defensa de una escuela y una

educación que ejerzan una función preventiva, no solo de las

adicciones, sino de la violencia y otras desigualdades sociales.



Desde la constitución de ACP, ARPOM también , ha caminado

casi con el mismo rumbo, fomentando el asociacionismo y buena

muestra de ello es la implicación y participación en Femad

(Federación Malagueña de Drogodependencias), en Enlace

(Federación Andaluza de Drogodependencias y Sida ) y otros órganos

de participación, creyendo en el trabajo en Red, relacionándonos y

cooperando a la vez que superábamos el aislacionismo y

especializándonos y dotando las organizaciones de principios como

horizontalidad, sinergias, pertenencia participativa y coordinación.

Otro rasgo que nos ha unido a ACP y ARPOM es la lucha contra

las injusticias y las desigualdades sociales; intentandocrear

conciencias, demandando, denunciando, exigiendo y reivindicando

con espíritu crítico.

Pero si hay algo que queremos destacar, es la forma cómo

viven, sienten e interpretan esta realidad, y que define la calidad

humana y el compromiso de las personas que conforman ACP.

La Asociación

ARPOM



Asociación JOMAD

Desde la Asociación JOMAD queremos trasmitir nuestra más

cordial felicitación a los compañeros de la Asociación Cívica para la

Prevención (ACP) en el vigésimo aniversario de su fundación.

Vuestra labor ha permitido desarrollar una importante función en

el campo de la prevención del consumo de drogas en la sociedad

malagueña, siendo este nivel de intervención fundamental en el

ámbito de las drogodependencias.

Para ello contáis además con un núcleo de voluntarios que con

su trabajo, ilusión y compromiso contribuyen al sostenimiento de un

proyecto social de gran calado y que tiene a la infancia y la juventud

como principal protagonista de sus actuaciones.

La Asociación Cívica para la Prevención dinamiza con su

actividad el movimiento asociativo malagueño, y la difusión de su

actividad es fundamental para promover en la conciencia de los

ciudadanos la necesidad de abordar el problema de las

drogodependencias en sus etapas más tempranas, enfatizando el

papel que juega la educación en la promoción de estilos de vida

saludables.

Vuestros compañeros de la Asociación JOMAD os animan a

continuar muchos años más con la misma ilusión, capacidad de



innovación y de superación frente a las adversidades, en el deseo de

que algún día el trabajo en la prevención del consumo de drogas

tenga el reconocimiento institucional y social que merece.

Asociación JOMAD



Asociación PROYECTO HOMBRE

Belén Pardo

(Responsable de Prevención)

Hace unos cuantos años, 12 en concreto, que nuestra entidad

viene trabajando en prevención de forma sistemática, y no dando

respuestas puntuales.

En esto, que es una realidad de la que tardamos años en darnos

cuenta, ACP fue pionera y visionaria en Málaga hace ya 20 años. Fue

entonces cuando soñaron, con pasión, un trabajo bien hecho en el

campo de la prevención. Y ahora, que ya sabemos cómo se hace y

cuánto sirve, ellos siguen haciéndolo con una profesionalidad

encomiable.

Es un momento de celebración y de agradecimiento.

De celebración, porque llevan 20 años en la brecha de hacer

un trabajo necesario para la sociedad malagueña, que es la

prevención de conductas de riesgo en la población más vulnerable.

De agradecimiento, porque gracias a las personas que han

conformado a lo largo de estos años ACP, el resto de profesionales nos

hemos ido dando cuenta de cómo se hace, y hemos ido aprendiendo

de ellos la tarea de educar para prevenir, y de prevenir educando.

Agradecimiento por la tarea que hace una asociación que

comienza hace 20 años por creer que es posible hacer un trabajo con



menores, con padres y madres, con profesionales de la educación,

con jóvenes,… con la sociedad en general. Y que hoy, 20 años

después, sigue creyéndolo, aun con más ahínco, porque es ahora, en

momento de crisis, cuando más necesario es este trabajo.

También es un momento, aprovechando la coyuntura, de

reivindicar.

Es necesario que siga existiendo ACP, porque su razón de ser es

el trabajo que realizan en prevención. Es necesario que sigan

manteniendo los programas que tienen y que tengan cobertura y

tranquilidad para crear otros que hagan que la población malagueña

esté mejor pertrechada para los acontecimientos de la vida; personas

más saludables, más humanas, más equilibradas,… En definitiva, más

felices.

Ojalá dentro de otros 20 años podamos felicitaros y

agradeceros. Señal de que estaréis vosotros y vosotras, y estaremos

nosotros y nosotras andando el mismo camino.

¡¡¡FELICIDADES!!! y ¡¡¡GRACIAS!!!. Belén Pardo



Alejandro Robles de la Vega

El ciclo más difícil de olvidar

“Necesito tres amigos para el concierto de Alejandro

Fernández”. Esa fue la frase que me invitó a participar en el SAM por

allá en septiembre de 2006. Pensé que sería una experiencia puntual

mi participación en la ACP como voluntario, pero fue el comienzo de

dos grandes años.

El comienzo fue irregular, cuando necesitaban voluntarios para ir

a los conciertos para dar difusión acerca de la línea gratuita de

información juvenil (hoy línea gratuita de atención telefónica de

apoyo psicosocial e información juvenil) me prestaba el primero,

aunque casi nunca me quedé a ningún concierto. Y es que a mí lo

que realmente me llenaba de vida era el contacto directo con la

gente, cuando mostraban interés hacia la tarjeta y, por supuesto,

cuando no. En este sentido, son numerosas las anécdotas que me

vienen a la cabeza. Por citar una, cuando comencé a hablar con un

señor sobre la tarjeta, se mostró reticente y para que lo dejase

marchar me dijo que era analfabeto, sin embargo, en cuanto se giró y

dio dos pasos, volvió hacia mí preguntándome dónde se encontraba

la calle Betsaida, la cual aparecía escrita y él no conseguía ubicarla.

Siempre que colaboraba en alguna actividad volvía

entusiasmado a casa, por lo que decidí incrementar mi participación

en ACP. Un dato que no he mencionado hasta el momento, es que



comencé cuando tenía 16 años, es decir, mi dedicación como

voluntario fue mi primera experiencia fuera de los pupitres, de cara al

mercado laboral. Así, comencé a asistir al botellódromo del momento

(el Paseo de los Curas), al premio del Aguinaldo de los 40P… Y en

alguna ocasión fui a Ojén, a difundir la línea 900 100 118 (lo siento,

tenía que escribirlo). De aquella experiencia en Ojén, donde

pernoctamos, podría afirmar que es una de las más positivas de mis

recuerdos en el SAM, por no decir la que más, ya que supuso un nuevo

mundo de sensaciones para mí. Experimenté por primera vez ese

extraño apoteosis de conocer a tus ídolos (en aquel entonces

Melocos, hoy por hoy no me reconozco) y además regalarles unos

preservativos con la ilusión de que lo tomasen como una sugerente

invitación.

Tampoco puedo arrinconar en mi memoria el curso de

Prevención del año 2007, del cual volví a casa con una depresión

postvacacional semejante a la sufrida tras haber realizado los mejores

viajes de mi existencia. A pesar de lo feliz que me sentía, todo tiene un

final. Llegó el día en el que no me aprecié a la altura de compaginar

mi carrera con el voluntariado, porque tengo el convencimiento de

que un voluntariado supone un compromiso social, y por allá en el

2008 no me encontraba a la altura ni de mis propias expectativas. Así

que en el séptimo aniversario del SAM, me coloqué el uniforme por

última vez y lo disfruté como nunca.

Risas, sorpresas, excitación e, incluso, escalofríos, son algunos de

los sentimientos que me invaden cuando pienso en cómo viví aquellos

dos años. Actualmente, no puedo evitar que las lágrimas acudan a

mis ojos cuando recuerdo mi experiencia ya pasada. Es por ello por lo

que intento mantenerla viva, y no dejo de pensar en todas y cada

una de las personas a las que conocí a través de ACP ( ya sean



profesionales o transeúntes), todas y cada una de las personas que

contribuyeron a que me sintiese especial.



Almudena Hurtado Peral

Un folio blanco colgado al lado de la entrada a secretaría de la

Facultad de Psicología solicitaba voluntarios para participar en un

programa educativo de prevención de drogodependencias.

Era 1998, yo tenía 22 años, muchas ganas de hacer cosas y de

aprender.

Después de compartir una década, guardo muchos y buenos

recuerdos pero lo mejor se puede resumir en el crecimiento personal y

profesional que me aportaron esos años, en las personas que pasaron

a mi lado y las que se quedaron, en las mil aventuras que

compartimos y en las sonrisas que hoy nos despiertan los recuerdos de

los momentos vividos.



Ana Belén García González

Conocí a la entidad a través de FEMAD y empecé como

trabajadora con una tarea muy concreta: coordinar los programas

que estaban en marcha.

Era una época de plena expansión y había que ordenar,

gestionar, planificar. Y allí estaba yo, licenciada en psicología,

dispuesta a “coordinar” los programas de una asociación que

trabajaba en la prevención comunitaria de las drogodependencias

en Málaga.

Desconocía lo que era una asociación, yo iba a cumplir con mi

horario laboral. Y empecé a darme cuenta de que los miembros de la

Junta Directiva que estaban dirigiendo la entidad y dedicando el

mismo tiempo que yo (o más). Y me preguntaba ¿pero esta gente no

tiene vida propia? ¿no tienen ya su trabajo? ¿qué hacen aquí todas

las tardes?

Fue entonces cuando empecé a entender lo que realmente era

el trabajo asociativo, lo que es colaborar como voluntario, lo que

supone dedicar tu tiempo a algo que te gusta y en lo que crees, lo

gratificante que era crear proyectos nuevos en base a unos objetivos

concretos. En definitiva, a poner tu granito de arena para conseguir

un barrio más saludable. Y lo que más me impresionó es que se

“creían” su propio discurso, estaban motivados, ilusionados y además

se llevaban trabajo a casa, como si no tuvieran bastante... De manera

irremediable, me contagiaron ese entusiasmo.



No había marcha atrás. Poco a poco fui entendiendo que sí

tenían vida propia que a su vez se enriquecía con esa participación

social. Y sin darme cuenta me encontré compartiendo los valores de

participación cívica, y compromiso con los proyectos.

También conocí a profesionales que empezaron a trabajar

conmigo, me acompañaron en este proceso y que se contagiaron de

este ambiente de trabajo, aprendí lo gratificante que resulta trabajar

respetando y escuchando las opiniones de todos los miembros de una

asociación (miembros de la junta directa, trabajadores, voluntarios),

aumenté mi capacidad de trabajo, aprendí a gestionar, a hacer

proyectos, a hacer propuestas, a escuchar, a negociar, a hablar en

público (esto último venía “de serie”).

Gracias a todas las personas que vivieron conmigo esta

experiencia y con la que compartimos horas de trabajo, comidas

interminables, kilómetros de carretera (en sentido literal), proyectos

nuevos, ilusiones, decepciones, luchas, calculadoras y meses sin

cobrar.

Gracias a mi trabajo en ACP conseguí el trabajo que tengo en

la actualidad y que todavía mantengo.

Gracias a ACP conocí a amigos que espero me acompañen

muchos años.



Ana Blanco Campaña

Una de las experiencias más enriquecedoras a nivel personal y

también profesional que puedo recordar de mi paso por ACP, ha sido

el contacto con los niños y familias que participaban en el Proyecto

de Barrio Vivo. Estando de prácticas en el SAM, tuve la oportunidad de

trabajar como monitora de baile en el edificio colindante. Aún

recuerdo el primer día, expectante, los niños me miraban con caras

raras, hasta que empezó a sonar la música…pero lo más

reconfortante, fue la sonrisa con la que salían del local. Poco a poco,

la confianza se alimentaba mutuamente, tanto de las familias y niños

hacia mí, como viceversa. Tal fue el acercamiento, el cariño que les

cogí, la chispa que desprendían, la inocencia, por otro lado,…que el

día de la despedida (porque llegaba el verano) se tornó triste. Tanto

niños como padres y madres me daban las gracias, pero las gracias se

las daba yo a ellos por permitirme entrar en sus vidas, casi sin llamar y

aprender del día a día y del contacto humano: sin intereses de ningún

tipo mas que el interés de compartir experiencias tan gratas con ellos.

Llegó septiembre y volvimos a reencontrarnos, con mucha

ilusión y entusiasmo, con más fuerza, si cabe, ya que, además de

impartir los talleres de baile, también tuve la oportunidad de estar con

ellos todos los días. Uno de los talleres que recuerdo con más alegría

era el de los viernes por la tarde en el Club Juvenil. Al comienzo las

actividades las proponía yo, pero fue tal la integración y el dinamismo

que eran ellos quienes proponían actividades. Fueron tantos

momentos: la cabalgata, preparando el tren con los niños y con Isis,

Halloween, la Verbena, la Navidad, el día en el Parque Acuático,…



esas mamás, esas caras de ilusión de los niños y de todos los que

participaban…

Por entonces, yo trabajaba en otra empresa por las mañanas y

el hecho de ir a trabajar a ACP por las tardes, suponía para mí una

recompensa personal, por muy cansada que estuviera…las sonrisas, el

buenhacer, el contacto con la gente, con los compañeros…

Pero mi andadura en ACP fue a través del SAM. La primera

impresión que me dieron Marta, Ana Porras, Bea y Maria del Mar fue

muy agradable, pero después de conocerlas, aún fue mejor. Me

hicieron una estancia muy feliz durante mis “primeras prácticas de

Trabajo Social” y luego, más tarde, cuando comencé a trabajar a su

lado pasaron a ser un pilar fundamental…palabras textuales de mi

memoria fueron: “No olvidar a esas cuatro profesionales a cargo del

programa del SAM que han sido mi guía y luz en este camino…un

claro ejemplo del buen trabajo en equipo, humanidad y humildad,

esfuerzo, empeño, respeto…que impregna a cualquier persona para

no olvidar cual es la meta…

Estoy satisfecha con la labor realizada, con las personas que he

conocido, por la paciencia que han tenido conmigo, por confiar en

mi, por el buen trato, por la ayuda prestada, humildad mostrada, por

las sonrisa y apoyo en los momentos de vacío… por todo… MIL

GRACIAS.”

Momentos y experiencias compartidas con todas aquellas

personas que conocí como compañeros. Aquellas noches de frío y/o

de calor en Los curas, las papeleras, las sangrías, los conciertos, la

feria, las risas en los juegos, la atención telefónica, el reparto de



tarjetas, las historias particulares de la gente, el 7º Aniversario, etc…

Recuerdo un concierto en Pizarra en el que se acercaron unos padres

con su hijo (que tendría unos 17 años) y fueron los mismos padres los

que le cogieron los preservativos al hijo… o de aquellos que saben

muy bien los efectos de las drogas pero se llevan uno de los trípticos

casi a escondidas… o de aquellos para los que el punto de

información formaba parte de su salida nocturna, incluso de algunos

que no salían de marcha pero sí que se acercaban a vernos…

De mi trayectoria junto a la asociación, me quedo con el

compañerismo, con la ilusión de difundir la filosofía de la asociación, y

sobre todo, con el compromiso social que supone la entidad, con la

ilusión de ayudar en lo que fuera a todo aquel que lo necesitara en

cualquier momento.



Ana Mª Cáceres Cansino

Es viernes, son las 9: 30 de la noche, me voy a arreglar que esta

noche salgo con mis amigos, me pondré vaqueros y unos zapatos

cómodos que con esta gente nunca se sabe. Va a hacer frío así que

cogeré mi súper chaquetón.

Antes de nada vamos a cenar una papa. La de Inmi es de color

verde radioactivo, Moi se ha pedido unas patatas fritas con mucho

Ketchup! me acaban de presentar a uno que dice que el truco para

aprobar es estudiar. (Va ser que no nos vamos a llevar bien). Marta ha

quedado con otros amigos pero se pasa a saludar. Que trajín al

camarero lo vamos a volver majareta!

Terminamos la cena, uf!, que son las 22:50 ¿A que llegamos

tarde? Carrerita y ya estamos en la Plaza de la Merced!!

No tenemos que buscar donde ponernos, nuestro sitio está ahí.

Empezamos la juerga: Buenas noches ¿Conocéis el SAM?

Benditas palabras…

Son tantas las cosas, las historias, las anécdotas que es imposible

concentrarse y sacar unas pocas líneas que definan lo que ha sido

pertenecer a ACP y en concreto a su programa Servicio de Atención

a la movida, SAM, para los amigos. No recuerdo cuando empecé, ni

cuado lo dejé pero si tengo grabado el sentimiento de pertenencia a

una gran y maravillosa familia donde éramos una piña y solo



queríamos que el SAM creciera y fuera cada vez mas y mejor. Hoy por

hoy veo pocos a mis amigos samitos pero cuando nos vemos es como

si no hubiera pasado el tiempo, sigue existiendo esa camaradería de

haber participado de algo muy especial.

Y de ese chico que al principio me cayó peor imposible con eso

de que hay que estudiar… consiguió día a día conquistarme hasta tal

punto que hoy vivimos juntos y tenemos una hermosa familia a la que

poder contarle las mil y una historias que ahora mismo soy incapaz de

reflejar en este folio.



Belén Cortés Villada

Mi experiencia en ACP comienza en 2002 con La Historia de

Rubén, íbamos colegio por colegio haciendo cursos de prevención

sobre drogas, aquella experiencia fue muy enriquecedora, pero lo

que más recuerdo es el buen rollo y lo bien que lo pasábamos tanto

con los niños como con los compañeros.

A partir de ahí Sonia (su palabra más pegadiza y que

combinaba con todo era “MOMENTO” ejemplo: vamos a tener un

momento pareo, momento gymkana bueno que se me va un poco la

olla, como decía, Sonia nos reclutó para los campamentos de verano

entre ellos el de Yunkera, ese fue el que más me marcó y con el que

más me divertí, bueno aunque pasamos algún que otro mal rato,

siempre hay que quedarse con lo bueno y yo me quedo con mis niños

(que ahora me sacan más de 2 cabezas) y cuando me los encuentro

me abrazan como si el tiempo no hubiera pasado y me tuvieran un

cariño especial, aquí dejo sus nombres porque sin ellos ACP ni cada

uno de nosotros seriamos lo que somos hoy:

Lorena - Alba chica – Tamara - Pitu - Alba grande – Adri - Marina –

Josue – Ismael – Espe – Carmen - Kike y Fran y muchos más que pido

perdón por no recordar sus nombres.

Y por supuestos a mis compañeros super-monitores: Bibi, Laura,

Gema, Fede, Carlos, Esther, Antonio y Oscar.



Y por último quiero dejar una anécdota de lo pillos que pueden

llegar a ser los niños y que cuando quieren lo bien que trabajan en

equipo.

En uno de los campamentos de Yunkera la mayoría de los niños

que iban normalmente ya tenían entre 14 y 16 años y algún que otro

fumaba a escondidas de sus padres y por supuesto también

pretendían pegárnolas a nosotros pues bien, nos la pegaron, pero sólo

el 1 er día eh!!. Cuando llegamos al campamento el primer día nos

aseguramos de que en la cabaña de los chicos no hubiera tabaco,

claro como en las chicas confiábamos más y sabíamos que no

fumaban…., ERRORRRRRRRRRRRRR. Cuando hacíamos los descansos

entre actividad y actividad, se iban a las cabañas y siempre que

entrabamos en la cabañas de los chicos y había un olor a pies

argggggg, en la de las chicas había un olor a colonia ummmmm, la

verdad que no le dimos importancia hasta que por la noche

comentando el olor a pies de la cabaña de los chicos, yo dije “igualito

que la de las niñas con ese olor a colonia”, y en ese momento mi

compañero-amigo Carlos y yo nos miramos y pensamos nos la están

pegando pero bien, nos levantamos los 2 y sin decir nada, él se colocó

su gorra de FBI (inolvidable) y nos fuimos directos a la cabaña de las

chicas y efectivamente ellas tenían el tabaco , perfectamente

guardado y con pacto de silencio por medio (como las convencimos

para que los sacaran de su escondite y nos lo dieran es secreto

profesional eso sí todo fue de mutuo acuerdo) la verdad que después

nos reímos un montón porque nos sentíamos super-tontos de cómo se

habían quedado con nosotros.

Eso si, al año siguiente estábamos preparados, por ahí no iba a

colar.



Cristina Gómez Escalada

Bueno pues mi experiencia con ACP fue corta pero muy intensa.

Colaboré en la Escuela de verano de 2007 y en la de 2008 como una

de las 4 coordinadoras, y he de decir que fue muy gratificante. Podría

destacar muchas cosas, pero la verdad que fue un conjunto de todas

ellas: lo primero la gente, que es imprescindible para que todo salga

bien. Desde mis compañeras (¡qué puedo decir de ellas!), las cuales

siguen siendo parte imprescindible en mi vida, pasando por los

integrantes de la escuela (los alumnos), todos ellos brillantes y únicos

con un millón de experiencias que contar y de las que aprender.

Gracias a todos ellos se formaron dos escuelas increíbles, de las

que sacamos mucho beneficio (puramente intelectual) y mucho

cariño que aportamos entre todos. Algo importante también fueron las

ponencias, y como consecuencia sus ponentes, los que nos mostraron

todo el trabajo que realizan día a día para que la gente necesitada

cuente con ellos. Los grupos de trabajo que se compusieron eran otra

de las tareas principales del día. Un experto se dedicaba a enseñar y

hacer ver a su grupo la importancia de su especialidad, pero siempre

relacionándolo con la prevención de drogas. Las coordinadoras nos

dedicamos a ocupar los ratos libres de los alumnos, siempre con

juegos, dinámicas y demás tareas de ocio para que conociéramos un

poco más de cada uno.



Como conclusión me gustaría dar gracias a todos ellos que un

año o el otro (o ambos) participó de alguna manera en estas Escuelas

para la prevención, ya que para mí significó un enriquecimiento

personal enorme y por supuesto intelectual.

Un saludo muy cariñoso y lo dicho, gracias!



Dulce Mª López Varela

Mi entrada en ACP y, concretamente en el SAM, se debió a una

época de mi vida un poco confusa en la que creí que debía ayudar a

algún colectivo que se encontrase en una situación complicada. Un

conocido me habló de la asociación y me presenté sin pensarlo en

ACP con el fin de aportar mi ayuda en lo que hiciera falta. A partir de

ahí, todo lo que me encontré fue un grupo de gente con muchas

ganas de trabajar, de divertirse y con un gran compañerismo entre

ellos.

Recuerdo especialmente a 3 personas, que me hicieron sentir a

los pocos días como una más del grupo. Mi timidez, en aquella época

bastante grande, me limitaba solamente a querer ayudar (en mi único

día libre de trabajo), pero la unión del grupo era tan grande que

siempre estaban haciendo planes fuera del centro.

A uno de estos planes me animé. Consistía en ir disfrazados en

Haloween a la casa que una de las compañeras tenía en Frigiliana,

que si no recuerdo mal, la casa era de Marta. Me lo pasé muy bien

disfrazándome de pirata tétrica, cuanto más fea mejor. Allí la diversión

estaba garantizada, con piscina incluida!!! Recuerdo que me echaron

las cartas y vaya desastre; todo me salía malo: en el amor, el trabajo…

una pena.



En cuanto a mi actividad en el SAM, debido a que sólo tenía

libre un día a la semana, este día intentaba colaborar en la

preparación de las actividades que se iban a realizar (comprando

bebidas sin alcohol, poniendo etiquetas a las cajas o plásticos que se

iban a repartir con preservativos u otras cosas…), o actualizar la

agenda… La verdad es que no me acuerdo de mucho más porque

ha pasado mucho tiempo. Lo que sí me queda es un buen recuerdo

de todos los integrantes del SAM y que gracias en gran parte a ellos, o

mejor dicho, a vosotros, esa época confusa y extraña se hizo mucho

más agradable. Felicidades por el 20 aniversario y por vuestro trabajo.

Besos. DULCE



Elena Moreno Gómez

Estuve trabajando 5 años como psicóloga en ACP. Tengo muy

buenos recuerdos de aquella época y siempre la recordaré con

cariño.

Allí en ACP el trabajo es distinto que en otros sitios, ya que todos

los trabajadores tienen capacidad de decisión sobre los aspectos de

la entidad. Así, al final, acabas teniendo un sentimiento de

pertenencia y el trabajo adquiere un nivel de motivación mucho

mayor.

Allí, en ACP yo trabajaba tranquila, feliz y motivada.

Me acuerdo de cuándo decidimos darle una vuelta a todos los

materiales que teníamos hechos hasta la fecha y nos pusimos a

hacerlos nuevos: la guia Tic-tac, señas de identidad, TPI, etc. Durante

ese año trabajábamos a tope, super-motivados hasta que al final

conseguimos editar los materiales. ¡¡¡Y ver como luego esos materiales

se ponían en práctica en las aulas y funcionaban!!!. Fue una

experiencia muy bonita.

Por ello tengo un gran cariño a ACP y un recuerdo muy especial

de aquellos años.



Eliana Valencia Montoya

Mi experiencia fue como practicante de psicología del PAMEX

“Programa Alternativo para menores Expulsados”. Recuerdo que

llegué en pleno cambio de sede y fue agradable ser parte de ese

cambio, sobre todo en el trasteo.

Lo que más me gustó de ACP fue el grupo de personas que allí

trabajan, los técnicos más que técnicos son seres humanos, solidarios y

apasionados por lo que hacen. Recibí de ellos constante apoyo y

ayuda y eso me permitió sentirme tranquila y confiada para llevar a

cabo mis acciones.

Si bien toda la experiencia fue enriquecedora, debo decir que

el trabajo de campo en los institutos con los jóvenes en los Talleres de

prevención de Drogas (Tic-Tac y TPI) me acercó a una realidad que

hasta el momento desconocía, y que además me sirvió para definir mi

camino a seguir como profesional, es decir, a estar segura que quería

trabajar con jóvenes en el ámbito de drogodependencias.

Lo anterior no quiere decir que el trabajo en la sede no fuera

intenso y enriquecedor, todo lo contrario, apoyar la puesta en marcha

del PAMEX me permitió conocer más de cerca a los niños del sector e

incluso a algunos miembros de sus familias, al mismo tiempo que sus

dinámicas familiares y por supuesto la cultura social local. Todo lo

anterior verdaderas joyas para una extranjera.



Si bien me podría explayar en elogios, concluyo expresando mi

reconocimiento a la Asociación en nombre de las comunidades a

quienes impactan y por supuesto a su equipo de trabajo, tanto

técnicos como voluntarios/as que son quienes en última instancia

entregan su vida a servir a otras personas, ofreciendo no sólo servicios

acertados en función de las necesidades detectas sino de alta

calidad en sus propuestas y contenidos.

Felicidades en su 20 aniversario y que cumplan muchos más.



Eva Mª Martínez Martín

Trabajé durante dos años en el Servicio de Atención a la

Movida, realizando tareas de información y concienciación al servicio

de los jóvenes malagueños.

Lo primero de todo, necesito agradecer a los que me animaron

a participar en este proyecto, ya que a pesar del poco tiempo que

estuve, fue una experiencia que pienso me ayudó a ser un poquito

mejor persona (vamos, si me ayudó a mí en dos años, a los que llevan

más de 10 ya son excelentísimas personas). Nunca había participado

en una actividad del ámbito de lo social, pero admiro realmente a las

personas que trabajan por ayudar al resto de los seres humanos, en

concreto, a los más desfavorecidos o a aquellos discriminados por la

sociedad. Y no considero que los jóvenes sean unos discriminados de

la sociedad, pero sí me da a mí que se les puede llamar “dejados” de

la sociedad: no hay trabajo para ellos, están desalentados, al sufrir

tantos cambios en tan poco tiempo se tiende a dejarlos como “caso

perdido” o más bien “cosa perdida”. Pero en esta Asociación, y más

concretamente en el SAM, se luchaba porque el joven fuera el

protagonista de todo nuestro esfuerzo, que se le valorara, se le

informara, se le aconsejara, incluso se le instruyera. Se le diera voz en

un mundo en el que eres mejor cuanto más bebes, cuanto más

aguantas, cuanto más la formas. En un ambiente de alcohol y

desenfreno, penetrábamos como una cuña entre la marea de

jóvenes y nos ofrecíamos a ellos, con nuestro conocimiento, nuestros



pies en el suelo, nuestra cabeza y nuestra lógica, para hacerles

reconsiderar algunas acciones que podían provocar algo doloroso en

sus vidas. Éramos jóvenes que también hacíamos cosas de jóvenes, las

cosas que hacían ellos, pero con conocimiento de causa, y no se

sabe más por ser más adulto, sino por preocuparse más por las

consecuencias.

Me siento orgullosa de haber aportado un poquito de mí a la

causa, y me siento agradecida por haber aprendido tanto. Conocí a

gente maravillosa y a todos los llevo conmigo. Gente que merece la

pena y hacen sentir a los que les rodean seres importantes.

Imprescindibles, un gran equipo.

Ojalá la gente, los cientos y cientos de chavales a los que

alguna vez hablamos, hayan retenido algunas de nuestras palabras,

porque por pequeño que parezca, es un gran triunfo.



Eva Mª Sánchez Bravo

La primera vez que participaba en un evento de ACP fue en

agosto del 2010. Gracias a una amiga, se me ofrece la oportunidad

de participar en una de las actividades que organizaba ACP. Consistía

en desplazarse hasta Belmez, donde se celebraba un festival de

música. Así que, después de hablar con una simpática chica la cual

iba a ser mi compañera de viaje y actividad, me ilusioné con esta

nueva experiencia.

Después de diversas indicaciones, quedamos para recoger el

material que íbamos a usar en la misma sede de ACP. En aquel

momento, era en el Paseo de los Tilos. Cuando llegué estaba todo

prácticamente preparado. Así que terminamos de cargar su coche y

nos dispusimos a hacer el viaje.

Por aquella época no tenía mucho conocimiento de los

objetivos de la Asociación. Y cuando los fui descubriendo, me

atrajeron los planteamientos generales: informar, apoyar y facilitar el

tratamiento de determinados temas que pueden resultar delicados, a

un colectivo demandante de información como es el de la

adolescencia y juventud. Iba a dedicar unas horas del fin de semana

a una actividad que formaba parte de un proyecto dinámico que no

dejaba de ser divertido, por el marco en el que se iba a llevar a cabo.

Llegamos a nuestro pueblo de destino, Belmez, después de una

amena charla con Marta durante el camino. Poco a poco fui



descubriendo que si bien ella es expresiva, su sentido de la

responsabilidad en su trabajo hacía que llevara con discreción y

formalidad toda la organización del evento. Y como colaboradora,

me tuvo informada e incentivada dentro de toda esta discreción que

percibí.

A partir de ahí, el sentir que dedicaba mi actividad a un

proyecto sin ser remunerada como puede considerarse un trabajo, me

hacía sentir libre y al mismo tiempo, podía disfrutar la experiencia con

más autenticidad.

En Belmez se respiraba tranquilidad, cercanía, solidaridad.

Fuimos recibidos con una cálida bienvenida y se nos prestó toda la

ayuda y colaboración que estaba en manos de los organizadores del

festival. Un evento de tres días de duración, “Las lunas de agosto”,

organizado con grandes dosis de ilusión y cuidado, en el que

actuaban grandes músicos. Muy conocidos algunos, menos otros, y

donde en un momento dado, haciendo alarde de complicidad,

actúan juntos en el escenario.

Un desplazamiento a otra provincia supone varias horas de

descanso y expansión. Por lo que en un arrebato de averiguar el

misterio de las “caras de Belmez” fuimos a recorrer las calles de la

localidad. Tropezamos con otros visitantes que llevaban la misma

intención que nosotros y, ante la curiosidad que nos suscitó,

terminamos preguntando a los paisanos que se encontraban en un

bar, cómo podríamos llegar a verlas. Fue cuando nos contestaron con

cara de “otros que han caído en la trampa” que el Belmez que

buscábamos era Bélmez, de Jaen… fuimos otros despistados más por

culpa de la tilde.…



Como conclusión y desde el punto de vista de la actividad

principal, los padres y responsables de chavales de la localidad

estuvieron muy agradecidos por la iniciativa, reconociendo la labor

beneficiosa del punto de información.

Desde el punto de vista personal, satisfacción y ganas de

repetir. Como así ocurrió al poco tiempo.



Francisco Javier Gallardo Linares

Buscaba para realizar unas prácticas en empresa de dos meses,

había escuchado hablar de ACP por amigos y ojeé su web. Encontré

muy buen clima.

Lo más importante de un grupo son las personas que lo

componen, por eso ACP tiene tanto valor; así que decidí colaborar

como voluntario en actividades profesionales.

Desde entonces pasa gente de todo tipo, van y vienen:

voluntarios, estudiantes en práctica, trabajadores; alguien que llama

con alguna duda, alguien que llega y necesita hablar; reuniones,

talleres,… siempre un buen clima, a donde muchas personas vuelven.

Me gusta pensar que pongo mi granito de arena para hacer de

este mundo un lugar mejor, ojalá hubiera muchos más espacios como

ACP trabajando por ello.



Joaquín Segui García

Mi experiencia no es muy larga. Si comparamos con los 20 años

de existencia de la asociación. Pero para mí fue muy intensa y ha

marcado los últimos 11 años de mi vida.

Yo comencé a finales de 1.999. Ya no me acuerdo si fue octubre

o noviembre. Por aquel entonces había ya participado en diversas

asociaciones y entidades sin ánimo de lucro. Pero por culpa de una

amiga, que me insistió mucho que participara en ACP a través del

programa la Historia de Rubén, fue como empecé mi viaje.

Yo realice el programa en el C.P “Nuestra Señora de Gracia”,

tras pasar por momentos complicados y otros divertidos, fue una

experiencia que todavía recuerdo. Hace unos meses vi a una de mis

alumnas con 2 niños pequeños y aunque ella no se acuerda de mi yo

la salude como si la conociera de toda la vida. Siempre que paso por

delante del colegio me acuerdo de mis niños y de los meses que pase

con ellos.

De la historia de Rubén, pase al programa que más cariño he

tenido. El Servicio de Atención a la Movida. Coloquialmente llamado

SAM.

He sido de todo en este programa, voluntario, monitor y

finalmente coordinador.



El SAM, los compañeros y sobre todo los amigos que conocí en

aquella época siempre los llevare en el corazón.

Para nosotros no era un trabajo era parte nuestra. Formaba

parte de nuestras alegrías y tristezas. Mientras luchábamos por

mantener dignamente el SAM, el nos hacia crecer sin que nos

enteráramos. Con el tiempo uno descubre todo lo que le debo al

SAM.

He conocido el compañerismo, el trabajo en equipo, la

dedicación desinteresada, la ilusión del novel, la amistad sincera…….

En ACP también he sido durante muchos años además de

voluntario, monitor, y coordinador, he sido socio durante todos esos

años, he participado en asambleas, pertenecido a Juntas Directivas y

realizado labores de Vocal.

Gracias a todos.

PD: No quiero despedirme sin decir que mi mujer la encontré en el

SAM. Así que gracias a ACP encontré a la mujer con la que deseo

compartir mi vida y hemos tenido dos niños preciosos.



Juan Gavilán Perdiguero

ACP un ejemplo de participación

Vaya de antemano mi más sincera enhorabuena por la

conmemoración de este Aniversario. ¿Qué os puedo contar de la

experiencia en mi etapa en ACP?. Aun hoy, pasados ya varios años,

sigo con el grato recuerdo de este ilusionante periodo laboral en la

que desempeñé funciones de coordinación en el SAM (Servicio de

Atención a la Movida) junto a otras compañeras como Bea Jiménez,

Marta Ortega y Verónica.

Recuerdo con ilusión la organización que impregnaban a

cuantas actividades se llevaban a cabo por David (Presidente),

Mamen Barrientos y compañeras de otros programas como María,

Patricia, Sonia y un nutrido grupo de voluntarios y voluntarias de los

que seguro que olvido algunos, pero de los que recuerdo de forma

muy especial a Marisa, Grego, Sofía, Moi, Rafa, Denís, Ana, Juanlu,

Eva….

También recuerdo las reuniones de la Mesa Técnica que

celebrábamos semanalmente con el Ayuntamiento repasando con

Mario Cortés, con Patricia Navarro, con Pepa Antequera y Carmen

Cuenca….. las actividades realizadas y las previstas, los puntos de

botellones ilegales y las múltiples sugerencias que recibíamos a través

de los monitores que realizaban las rutas de bares o en la línea 900.



Una parte importante de nuestra labor consistía en impartir

cursos de formación en temas de poli consumos en alcohol, tabaco,

drogas de laboratorio, enfermedades de transmisión sexual pero

también en hacer simulacros de emergencia y en colaborar con la

elaboración de informes sobre limpieza y seguridad en las zonas de la

movida, entonces ubicada en Paseo de los Curas.

Me llenó de satisfacción la presentación que hicimos a la

candidatura de los Premios Reina Sofía en el año 2008, que

convocaba la Fundación Cruz Roja Española y para la que

conseguimos importantes avales de entidades como las Federaciones

de Asociaciones de Vecinos Unidad, Solidaridad y Cívilis además del

Colegio de Trabajadores Sociales y el Área de Juventud del

Ayuntamiento de Málaga.

Otro de mis mejores recuerdos lo es para la conmemoración del

7º Aniversario, un cumpleaños que programamos con mucho esmero y

llevamos a cabo en el enclave de Paseo de los Curas con un

completo programa de actuaciones que incluían exhibición de

patinaje, Break Dance, exhibición de grafitis y concierto de varios

grupos como País Musicano, Doctor Tiempo, 2000 locos, B-12 o La

Sombra Crew, entre otros.

No puedo olvidarme tampoco de otras actividades que

organizábamos como el reparto de preservativos, o la sangría sin

alcohol, los concursos, pero me quedo sobre todo con el equipo

humano de monitores, voluntarios y coordinadores que han hecho

posible el exitoso servicio del que ACP y cuantos la conformamos

podemos sentirnos orgullosos por las cotas alcanzadas. Lo dicho.

¡FELIZ ANIVERSARIO!



Laura Moreno Fernández

Elegir una experiencia concreta sobre ACP es un poco difícil, ya

que la entidad ha estado presente en mi vida desde que era una

niña. Recuerdo los talleres a los que iba cuando tenía 8 ó 9 años, sobre

todo el de periódico, y como anécdota, la que en esa época era mi

monitora del taller ¡es hoy mi compañera de trabajo! (que pequeño es

el mundo). También están las verbenas, los juegos organizados en la

calle, mi baile de las Spice Girls en el local (madre mía, que añito y

qué cosas se hacían cuando una era chica), mi experiencia como

monitora, las noches de los campamentos acostándonos a las tantas y

los gritos de los monitores despertándonos dos horas después (con

muy poquita consideración), los pasajes del terror, el “guan patito” en

la piscina, las tardes de pingpong en el local, el taller de fotografía (y

la frase “no sé por qué a ti te ha salido bien a la primera y a mi no”),

las conversaciones profundas, las celebraciones de cumpleaños y esos

regalitos con mala idea con los que te hartabas de reír (lata de maíz

del gigante verde), todas las dinámicas de grupo, y cómo no, la frase

que nos marcó a muchos: “¡¡Os voy a explicar la elaboración del

paté!!.



Mª Carmen Zorrilla Jaime

Mi “historia” en ACP, y digo historia porque han sido casi diez

años compartiendo experiencias con un vaivén de compañeros unos

que se fueron y otros que se quedaron unido a los nuevos que llegan,

participando en uno y otro programa de esta asociación.

Todo comienza en 2001 cuando estudiaba Animación Socio-

Cultural necesitaba hacer un número de créditos para poder superar

una parte práctica del curso, y entre la oferta de asociaciones que

nos propusieron, estaba ACP, que elegí entre otras cosas por la

proximidad a mi domicilio.

Inicié participando en Almadraba en el Programa Barrio Vivo,

colaborando en los talleres de manualidades, dibujo y apoyo escolar,

para después ocuparme de llevar a cavo los talleres de juegos en un

local alquilado en la acera de enfrente algo pequeño y cutre, el

llamado “local rojo”, pero que adornamos y redecoramos quedando

bastante bien. Allí pasábamos tardes divertidas realizando juegos de

todo tipo, presentación, conocimiento, de distensión, cooperativos y

competitivos…etc. Los participantes eran niños y niñas del barrio de

entre 3 y 7 años. Otro de los talleres que impartí fue en la sede de la

asociación de vecinos Polígono Alameda, donde los niños y niñas eran

de 10 a 13 años y realizábamos juegos deportivos y manualidades.

Pasa el tiempo y participo en los campamentos urbanos y de

verano que se organizan en los Colegios Rafael Dávila y Giner de los

Ríos, creo que yo disfrutaba más que los propios niños y niñas del



campamento. Nos reuníamos para organizar y para preparar las

actividades como siempre a contra reloj, pero tenía su parte divertida

además así dejábamos también paso a nuestra imaginación y

capacidad de improvisación, porque por muy organizado que lo

tuviéramos todo, siempre había imprevistos. Así mismo, también se

organizaban verbenas y encuentros, recuerdo una en la Plaza del 4 de

Diciembre, el barrio de García Grana, en la que lo pasamos bien y

donde todo el barrio participó, grandes y pequeños allí estábamos,

animando la fiesta, con una gynkana y otros juegos, actuaciones del

grupo del taller de baile, etc.

Descubro el SAM Servicio de Atención a la Movida y me animo

a participar en sus actividades nocturnas, viernes y sábados de 23.00 a

04.00 horas de la madrugada ofreciendo información gratuita a todos

los menores y jóvenes que se reunían en la Plaza de la Merced para

hacer botellón, aquellos años del botellón en la plaza, que nostalgia.

Siempre quedábamos una hora antes para cenar todos juntos en el

Papas, mmm que buena la comida y mejor compartida con los

compañeros. Ofrecíamos información a los/las jóvenes y adultos sobre

las sustancias y actividades de ocio, naturaleza y ofertas formativas de

Málaga y su provincia, realizando diferentes actividades como colgar

carteles, repartir el número de información gratuita y preservativos, y

lo mejor el fotobotella, la sam-gría sin alcohol, y las campañas de

seguridad del casco y de prevención.

Desde entonces continúo realizando voluntariado con ACP en

el SAM, de manera intermitente, pues sólo se realizan eventos y

festivales donde se requiere de nuestra participación.



Puedo decir que fueron mis primeros años en Málaga y que me

ayudó mucho a conocer gente y a conocer la ciudad, a tener mis

primeros contactos con el mundo laboral, y que no me arrepiento de

mi paso por la asociación.

Hoy día, en mi actual trabajo me he encontrado con niños y

niñas que participaban en los talleres que para bien o para mal me

hacen darme cuenta de que han pasado casi diez años y que la vida

sigue. También me he reencontrado con compañeros con los que

comparto oficina y eso me agrada porque quiere decir que seguimos

avanzando y preocupándonos por las necesidades de nuestra

sociedad.

Tengo grandes amigos entre ellos Ana Mª, Silvia, Marta y María,

Almudena, muchos conocidos, y en el SAM conocí a la que fue mi

pareja durante casi seis años, se formaron muchas parejas y también

familias, los “samitos”, de Azul y Joaquín por ejemplo. Es grato recordar

los momentos que pasamos juntos, nuestras reuniones, cenas,

comidas, barbacoas, …como aquella que hicimos en el Camping de

Torremolinos donde inventamos una nueva forma de comer trufas.

Escribo esto y se me humedecen los ojos porque lo pasábamos muy

bien y formábamos un grupo muy compenetrado, con muy buen rollo.

Quién no se acuerda de los conciertos cuando después de repartir

todas las tarjetas nos quedábamos disfrutando de Alex Ubago, de

Alejandro Sanz, aunque no nos gustara el artista inventado era

GRATIS!!!!.

Aprovecho estas líneas para agradecer a todos los que

formamos y hemos formado ACP en algún momento de nuestras vidas

y digo formamos, porque me siento parte de ésta asociación.



GRACIAS a todos porque siempre habrá algo que nos una

aunque nuestras vidas se dispersen.



Marta Ortega Moreno

Son ya 11 años los que lleva mi vida ligada a ACP. Comencé a

colaborar con esta entidad en los campamentos urbanos en el verano

de 2001. Nunca he tenido una buena relación con niños, pero una

conocida me comentó que hacían falta voluntarios para el

campamento y debido a una situación familiar compleja decidí

hacerlo para desconectar un poco.

Pasado el verano me comentaron que necesitaban gente para

un nuevo programa del que ya se había hecho el pilotaje y que era el

SAM, el programa que ha marcado casi todo este tiempo de

participación. Tenía 17 años, era tímida y no sabía bien como

relacionarme, pero me encontré con un grupo de personas alegres,

entusiastas y motivadas que me dieron seguridad y me enseñaron a

madurar y mejorar a una velocidad vertiginosa.

Dentro de mis estudios universitarios debía hacer prácticas en

alguna entidad y fiándome del dicho de más vale malo conocido que

bueno por conocer decidí solicitar mi plaza en ACP para realizar las

prácticas tanto en 2º como en 3º de carrera. En este periodo, que

compaginaba con las noches en el SAM, desarrollé mis habilidades

impartiendo talleres preventivos en IES de Málaga capital.

Tampoco creí en un principio que fuese conmigo eso y una vez

más me sorprendí. Tras un tiempo como voluntaria confiaron en mi

para formar parte fija de la plantilla de monitores y después de unos



años me sorprendió que contaran conmigo para las entrevistas de

coordinación. Pasé a formar parte del equipo de coordinación del

SAM, a implicarme en las actividades de la Junta Directiva de la

entidad, sin dejar nunca de colaborar en otras actividades de ACP

como campamentos, verbenas populares, caravanas del

voluntariado, etc.

En ACP he aprendido, he crecido, he madurado y gracias a

todas las personas a las que me he encontrado en el camino a las que

recuerdo con todo mi cariño y a todas las dificultades a las que he

tenido que hacer frente en estos años y a todos los éxitos conseguidos

me he convertido en la mujer que soy ahora. Sigo estando implicada y

comprometida cada vez más si cabe. Aún sigo aprendiendo y espero

seguir haciéndolo. Es difícil encontrar un trabajo en el que se te tenga

tanto en cuenta, en el que puedas desarrollar todas tus habilidades,

con tan buen ambiente y tanta libertad para crear.

Desde este espacio, lo único que me gustaría es agradecer a

todos aquellos que lo hicieron posible!!!

¡¡Felicidades!!



Marta Santaella Serra

Empecé el verano pasado con mi hermana Inmaculada para

estar activas en ese período más tranquilo. Además quería

aprovechar para formarme tanto de forma online como presencial.

He tomado parte activa de la experiencia en la entidad en el S.A.M.

pero a nivel andaluz, es decir, junto con Marta Ortega hemos ido a los

festivales a lo largo de la geografía andaluza para poner el stand con

la información acerca del programa, la prevención en cuanto a

drogadicción, sexo y conducción seguros.

Una anécdota concreta que nos ocurrió este verano fue en

Alcalá de los Gazules, un pueblecito de Cádiz donde acudimos a la

feria y dejamos el stand montado de 1 día a otro. Pero a la noche

siguiente cual no fue nuestra sorpresa que había desaparecido el

mobiliario, con lo cual tuvimos que marcharnos esa misma noche.

Estoy en la asociación porque creo en su trabajo ya que tanto

conmigo como con mi hermana realizaron en el colegio una buena

labor de prevención. Así que ahora le devuelvo lo que ha dado e

incluso me está dando más oportunidades. Gracias a ella, participé en

el encuentro nacional de voluntarios en Ceuta en Mayo de este año,

donde conocí a Pedro de Intercambia que me invitó al Let's volunteer

y ahora hago EVS en Austria durante el año europeo del Voluntariado.

¡Qué bonito año para cumplir los 20!

Muchas gracias



Mónica Ortiz Galván

Hace tiempo ingrese como voluntaria y más adelante como

monitora en esta asociación, ya que mis hermanos estaban

demasiado involucrados en ella y ya sabeis la labor social y el ayudar

a los demás es algo que enriquece a las personas; así que son valores

inculcados en mi caso en mi familia y mi iglesia pero cuando llegue a

esta asociación fue darme de bruces con la realidad de la juventud

en Málaga.

Aprendí como de una manera práctica se podía cambiar,

educar y enseñar, ante todo me sirvió también a mi; conocí a

muchísima gente que me aportó vivencias y buenos amigos, sobre

todo compañeros, también no lo pasamos genial, formamos un gran

equipo.



Patricia Da Silva Nogueira

Hace muchos años, viene a vivir en España desde un país muy

lejano llamado Brasil.

Al llegar a España un país diferente, con un idioma diferente,

una cultura diferente y con una gente diferente, poco a poco fui

adaptándome a mi nueva realidad.

Durante éste período conocí ACP, entidad con la que

compartía valores similares a los míos, como solidaridad, respeto,

amistad, compromiso…

Durante un tiempo colaboré como voluntaria y luego como

miembro de Junta Directiva y trabajadora, actualmente desde hace

muy poco asumí la presidencia de la entidad, tarea bastante

compleja.

Cada etapa ha tenido momentos importantes o anecdóticos;

como al principio no dominaba muy bien el español, tenía que

esforzarme mucho para entender y que también me comprendieran

pero este obstáclo poquito a poco ha ido superándose.

Luego vino una segunda etapa, muy bonita, con el trabajo en

las barriadas de García Grana, Palomares y en la Palma Palmilla,



estaba en mi “salsa”, durante muchos años estuve desarrollando

proyectos en estas zonas, ha sido una experiencia muy rica, ya que

me sentía como en casa “Brasil”.

Después vinieron momentos duros y difíciles, de decisiones que

muchas feces las personas no las comprenden y solamente el tiempo

las cura. Durante esos largos años en la entidad no pueden faltar los

nuevos proyectos, los debates, las discusiones, los momentos de

alegría y risa.

Actualmente vivimos en la entidad una etapa transitoria, en la

que estamos poniendo toda nuestra creatividad, madurez y

experiencia para poder superar los momentos actuales, porque para

mí ACP, es y ha sido una gran familia.



Rafael Arredondo Quijada

Seleccionar una experiencia de mi participación en ACP no es

nada fácil, porque han sido y son muchos años llenos de intensidad y

actividades, muchos años donde se han fraguado grandes amistades

y hemos compartido muchos momentos.

Pero se me viene a la mente cuando alquilamos el primer local,

cuando lo inauguramos y sobre todo esas reuniones semanales que

comenzábamos sobre las seis y media o siete y nos daban las tantas,

los amigos que no paraban de entrar y salir, de jugar al pingpong, de

ver la televisión o de escuchar música, al igual que los niños y sus

padres que venían a recogerlos de las actividades, un local pequeño

pero lleno de vida hasta la última loseta.

Allí comentábamos el devenir de los proyectos, las vicisitudes, los

problemas, el futuro, hablamos de la Federación ENLACE y de la

Federación de Málaga, FEMAD, del Ayuntamiento, de la Junta,

planificábamos que íbamos a hacer y cómo, y todo ello con muy

buen ambiente y de muy buena gana sin esperar nada a cambio,

sintiéndome muy a gusto y satisfecho de lo que hacía.

Y así llegábamos al final de ese día, hora de echar la

compuerta, esa llave que siempre daba problemas, la despedida de

Sonia de su entonces "novio" José Carlos, y juntos en el coche la

acercaba a su casa y al día siguiente algo parecido.....



Silvia Fortes Madrona

Silvia, es como me llamo. Hace ya casi una década que formo

parte del SAM, entrando a finales del año 2003 y prosiguiendo hasta la

actualidad.

Me ofrecieron la oportunidad de estar con los jóvenes en el

botellón para atenderles e informarles como USAM (Unidad del

Servicio de Atención en la movida), y la acepté, primero como

voluntaria y posteriormente como monitora. Ya que anteriormente en

Cruz Roja Provincial de Málaga había estado de monitora aunque sin

llegar a estar con el tema de la movida que era lo que más me

motivaba. Allí conocí a muchos compañeros y compañeras, algunos

de los cuales los conservo como amigos hoy día, así como la propia

entidad ACP (Asociación Cívica para la Prevención), junto con el

apoyo del Área de Juventud del Ayuntamiento de Málaga. De todos

los programas que tenía ACP, el que más me atrajo sin duda fue el

SAM, desde la primera noche de trabajo en la calle, sentí que me

atrapó desde el primer momento…y aquí sigo.

Desde el principio, a los monitores nos formaron con cursos

variados, desde Primeros Auxilios hasta formación en

drogodependencias, pasando por cursos de mediador social,

sexología y del 061. En todos ellos aprendí elementos que me han sido

útiles en el momento de afrontar el trabajo en las noches de movida.

También recuerdo alguna que otra noche en el local de A.C.P.

atendiendo la línea del teléfono de información gratuita en el



900100118 donde resolvíamos cuestiones y dudas tanto de sustancias

como de salud sexual, aparte de ofrecerles todo tipo de información

incluyendo la de ocio de la ciudad, como eventos, conciertos o

jornadas.

Centrándonos en lo que es el trabajo de campo en la calle,

recuerdo con cariño las noches en las que una hora antes del

comienzo (estábamos de 23h.a 04h. de la madrugada) quedábamos

todos los compañeros para cenar en el Papas del Museo en c/

Granada y tras la cena, íbamos todos juntos al punto de información

que teníamos en la plaza de la Merced, donde dentro nos

uniformábamos y posteriormente abríamos. Teníamos todo el material

necesario, menos el hielo para refrescar la sangría que

confeccionábamos cada viernes y sábado, por supuesto sin alcohol,

por lo cual comprábamos el hielo en un comercio cercano.

Todo el material estaba dividido y colocado por sustancias,

información juvenil, guías como la youthing, y actividades tanto del

programa alterna en la noche como las del programa jóvenes y

naturaleza, aparte de conciertos, festivales, cursos, etc. Cada noche

limpiábamos el punto de información, y actualizábamos la cartelería

de eventos. Dentro del punto caben unos 5 monitores algo apretados.

En esa época éramos una veintena de monitores y el doble de

voluntarios.

Las actividades más importantes que teníamos eran las

atenciones a pie de calle, sobretodo intoxicaciones etílicas, pequeños

cortes y torceduras y desvanecimientos por causa de bajadas de

tensión o azúcar, si había algo más grave se derivaba a los servicios



sanitarios y si se producía alguna pelea o conato de violencia se

avisaba a la policía local.

También se realizaban concursos, juegos y muchas actividades

para los jóvenes, se les repartía porciones de pizza gratis, sangría sin

alcohol, preservativos, etc. Todo con la finalidad de reducir el

consumo de sustancias, reutilizar las bolsas, reciclar los restos del

botellón y un larguísimo etcétera. Y todo eso durante todos los fines de

semana del año.

Es un grupo de edad que no es sencilla, (jóvenes de 14 a 35

años) puesto que necesita de unos monitores que no se desmotiven o

se desmoralicen fácilmente, con gran variedad de actividades

dinámicas, mucha motivación y sobretodo paciencia. No teníamos

muchos problemas con los días y horarios de trabajo, puesto que

siempre había un compañero de reserva rotativo el cual sustituía al

que por algún motivo faltaba alguna noche. Nos lo montábamos yo

creo, muy bien. La relación era buena a la hora de trabajar en grupo,

todos estábamos unidos y cuidábamos unos de otros.

Para mí ha sido un periodo de tiempo lleno de experiencias

gratificantes, he conocido a muchísima gente, he compartido noches

con compañeros y jóvenes y me ha abierto muchas puertas en

muchísimos eventos a los que he asistido. Mi mochila está cargada de

amigos, anécdotas y vivencias inolvidables. Por todo ello mi color es el

azul y mis siglas S.A.M.

Besos para todos y todas los que en algún momento formamos

parte de esta gran familia tanto del SAM como de ACP.



Sonia García Guijo

Hola soy Sonia y hablar de mi experiencia en ACP es hablar

prácticamente de mi vida. En la Asociación lo he aprendido todo, he

hecho de todo y para todos. En lo personal he cubierto etapas de mi

vida, me casé con uno de los fundadores de ACP( compañero de la

carrera de trabajo social) y Presidente en su momento de la entidad,

“ese José “ como yo diría, he tenido unos hijos estupendos, (un niño y

una niña) he perdido amigos y he ganado otros, he desayunado,

comido, merendado e incluso cenado en ACP (reuniones eternas), y si

no acabo con la asociación, me matará ella , jajajajajaj como se diría

en facebook.

En cuanto a lo profesional he aprendido muchísimo tanto de mí

como de los demás, me encanta trabajar con personas en directo, en

acción, con menores, adultos, familias tanto en situaciones vamos a

llamarlas “normales “ como en situaciones con dificultades o

características especiales, y es que me va la marcha.

Lo que ACP me ha dado es el haber aprendido a base de

errores a desenvolverme en cualquier situación, a desarrollar la

capacidad de crear, de improvisar, de aportar mis conocimientos y

de enriquecerme con los de mis compañeros/as, a poder realizar mi

trabajo en lo que me gusta que además, y no es poco, coincide con

lo que estudié; me ha dado también la oportunidad de conocer a

niños/as con sus familias que son estupendos, a los compañeros/as

con los que trabajo y he trabajado, a monitores/as, profesores/as,



voluntarios/as, alumnos/as de prácticas, verdaderamente increíbles,

tanto por su dedicación, como por su aguante, su entrega, sus ganas

de aprender y en algunos casos poniendo a mi disposición sus

conocimientos, también y porque no decirlo se establecen lazos con

técnicos y personal de las administraciones públicas, ya que en la vida

diaria de una entidad tienes que convivir y compaginar trabajo con

papeleo ( ¡Dios mío me falta un certificado para la subvención! ).

En definitiva he hecho lo que se hace en la vida además de

trabajar, me he reído, he llorado, me he cabreado, he regañado, he

dado la enhorabuena, he sido negativa, positiva, responsable,

atrevida, y por que no, con un punto infantil y de locura, que hace

que aunque a veces esté hasta la coronilla de ACP, intente seguir

adelante con mis compañeros/as.

Para terminar me encantaría poner algunas frases que

algunos/as no entenderéis, pero que puede que la mayoría de los que

han trabajado conmigo las identifique.

• ¡No ve la paya la maestra! (esto hay que decirlo con entonación)

• “No hace falta que te pintes, en los campamentos ya te veo degradada.”

• “ ese Jóse” “ese niño” esa madre” etc

• “El oráculo esta meditando “ (frase que se dice mientras se recogen las tarjetas de un juego que se le van cayendo a la monitora que hace de oráculo)

• “ Hoo—la me llaa—mo so—ni—a “¿Por qué le hablas despacio (como si fueras indio), a una compañera que viene de Brasil, si hablando normal te puede entender?

• Pon un pareo en tu vida,! Viva el pareo!



Tamara Ortega Moreno

Bueno, fue poco el tiempo que compartí con vosotros, como

bien he dicho en relación al tiempo poco, una semana, pero grande,

muy grande interiormente, me hizo crecer como persona y aprender

muchas cosas.

Mi experiencia en ACP fue como monitora voluntaria en un

campamento de semana blanca en el colegio Rafael Dávila. Al

principio me lo pensé mucho, “ufff… los niños de ese barrio son muy

problemáticos, no sé si podré conectar con ellos, no sé si aguantaré

una semana allí me dije, pero creo que fue una de las mejores cosas

que he hecho nunca. Me encantan los niños y me encantaron ellos,

ante todo son personitas deseando tener momentos de cariño, ¿Qué

si conectamos? Desde el minuto 1, y aun recuerdo cómo discutían por

estar en nuestras clases, por hacer las actividades para que les

dijéramos lo bien que lo hacían, los abrazos, los dibujos dedicados a

cada monitora, guardo un magnifico recuerdo de aquello, aunque

tampoco olvido las peleas entre ellos por nada, los gritos, pero

bueno… al fin y al cabo son niños ¿no?

La relación – colaboración con los compañeros durante esta

semana también fue excelente, si así no hubiera sido, no se hubiera

conseguido llevar a cabo con éxito.

Gracias a todas y cada una de las personas que lo hicieron

posible e hicieron posible que yo estuviera allí, es algo que nunca

olvidaré, GRACIAS. Tamara



Verónica Martín Cristauro

Soy Verónica Martín Cristauro, y yo participé con vosotros en el

Programa Señas de Identidad, en el Instituto Gaona y en las

Adoratrices. Lo que más valoro de esta experiencia es haber

conocido compañeros con los que compartí muy buenos momentos y

sobre todo el aprendizaje de como llevar talleres con jóvenes, todo

ello me ha servido en mi carrera profesional posterior. El año pasado

además, ya como profesora interina de la UMA, tutoricé a dos

alumnos que realizaron las prácticas en vuestra asociación, y

quedaron encantados y se sintieron como aunténticos profesionales.

Todo ello me hizo rememorar los buenos momentos pasados y todo lo

aprendido.

Un abrazo a todos y a todas.



Vicente Camacho Vela

Escribir algo sobre la asociación es escribir algo de mi vida. Y en

este caso es volver al pasado para disfrutar de los recuerdos. Dulzura y

nostalgia, son algunos de los sentimientos que me asaltan, pues fueron

muchos días los que estuve por allí, muchos días los que compartí con

algunos de vosotros, y muchas personas especiales (todas ellas) las

que encontré en ese breve recorrido de una parte de mi vida.

Muchos pensamientos se agolpan en mi cabeza, y todos están

deseosos de salir. Mis manos se disponen como las de un pianista, para

dejarse llevar por el teclado, y volcar los recuerdos de aquella

maravillosa etapa. ¿Por donde empezar? Las prácticas de la

universidad, mis días de voluntario, los campamentos de verano o

semana santa, etc. No quiero excederme mucho, así que me centraré

en la asociación en sí, más que en anécdotas puntuales. Hay tantas…

y buenas…

ACP me dio mucho, tanto a nivel personal como profesional. Mi

memoria puede fallar en algunas cosas, pero no en la claridad de lo

vivido, el trato recibido y lo aprendido. Eso queda dentro, y escapa

sólo a aquellos que lo dejan escapar. Yo no he querido que eso

ocurra, y por eso guardo, entre otras cosas, algunos escritos, cartulinas

y detalles de algunas despedidas, y actividades que compartí con

ellos. Añoranza, es ahora mismo lo que siento.

Antes de despedirme, me gustaría mencionar algo en concreto

que me llevé y aprendí de los distintos campamentos de verano que



tuvieron lugar en el C.P. Rafael Dávila. Fueron días agotadores pero

gratificantes, pero el amor y el cariño que los niños tenían, a pesar de

sus pesares, es algo que me llamó mucho la atención. Se me quedó

grabado. Allí descubrí que la carencia de amor en el núcleo familiar

no quita que una persona lo posea (en estos casos niños), y sean

capaces de darlo más, y mejor que cualquier otra persona. Aprendí

que el amor y el cariño, son necesidades que uno necesita expresar y

dar, y que es algo innato a la condición humana, sea la edad que

sea. Eso no se puede enseñar. Eso te lo da la vida o te lo quita, y a

esas edades tan tempranas, aquellos niños radiaban de amor. Nunca

recibí tantos besos, y tantos abrazos como ellos me dieron…

Me vienen al recuerdo muchos nombres, y me gustaría

mencionarlos a todos, pero prefiero omitirlos porque aunque los

recuerdos sigan vivos y sus caras permanezcan presentes, estoy seguro

que me olvidaría de alguno, y no quiero caer en ese error. Insisto,

algunos nombres se olvidan pero las caras no. A todos, un fuerte

abrazo y muchos besos. Ánimo y enhorabuena por vuestro trabajo. Es

muy importante; una gran labor social. Gracias por estar ahí.

P. d.: Os envío una foto que he hecho con las dedicatorias, escritos,

cartulinas y otros detalles de aquellos niños que ocuparon y ocupan

un hueco en mi memoria y corazón.



Yasmina Urbano Vidales

Me llamo Yasmina y soy voluntaria en ACP desde hace algunos

meses. Cuando llegué, tenía en mente la idea de ayudar en tranquilos

talleres preventivos para niños y, sin embargo, acabé a las tres de la

madrugada repartiendo preservativos en festivales de rock y música

house. Como podéis observar, la participación como voluntaria en

prevención en festivales no era mi prioridad. Es por esto que me

parece interesante contaros mi experiencia, ya que creo que mucha

gente, al igual que yo, tiene una idea errónea y, sobre todo,

infravalora la labor del Servicio de Atención a la Movida prestada por

ACP.

El principal motivo por el que no me resultaba llamativa la idea

de prevención en festivales era porque pensaba que, con ello, no

podíamos ayudar mucho. Pensaba que nos dedicaríamos a estar en

un stand con flyers sobre información de drogas esperando a que

pasase el tiempo mientras alguna que otra persona (pocos, muy

pocos) llegasen a coger alguno y se fuesen sin más. Además, no dudé

ni un segundo en que todos aquellos que se acercasen al stand serían

jóvenes que, sin lugar a dudas, serían los más informados, los más

responsables y, desde luego, los que menos necesitarían pasar por allí.

Cuál fue mi sorpresa el primer día cuando pude observar que,

no sólo eran muchos los que se acercaban, sino que también

preguntaban sus dudas, realmente había cosas que deseaban saber y



nosotras podíamos ayudarles mediante una información verídica.

Algunos tenían ideas erróneas obre algunos conceptos, otros te

preguntaban sobre factores personales… en definitiva, me pareció

que era importante que esos jóvenes obtuvieran respuestas

adecuadas y no las que podrían obtener fiándose de amigos, mitos o

internet. A lo largo de mi intervención en festivales pude comprobar

cómo se acercaban personas que habían tomado algún tipo de

droga para preguntarte por los efectos o interacciones, parejas a las

que realmente les resultaría útil ese preservativo que acababan de

coger, niños que simplemente empezaban a conocerlos y a sentirlos

como algo normal que podrían utilizar en años posteriores, padres que

cogían información para llevársela a sus hijos o sobrinos, adolescentes

que cogían pegatinas con nuestro número de información para

pegarlas en sus carpetas…

En definitiva, mi paso por el servicio de atención a la movida me

ha mostrado que se pueden hacer cosas, que es útil la prevención en

drogas y, sobre todo, que merece la pena dedicar un poco de tu

tiempo si con ello vas a ayudar, aunque sea mínimamente, a

conseguir una juventud más consciente y más sana.



Veinte años de proyectos e imágenes



Veinte años de proyectos, de actividades y de personas nos hubieran ocupado infinidades de páginas, somos conscientes que no están todo/as lo/as que son, y que muchos/as personas faltan, pero aunque no aparezcan

decir desde aquí que se encuentran en la historia de ACP, una historia de veinte años que continúa…,

a todas ellas muchas GRACIAS.

Acp una experiencia de veinte años

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