5to Ciclo de formación a maestr@s GEN Reflexiones Pedagógicas

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SOBRE LA IMPORTANCIA DE DESARROLLAR LAS COMPETENCIAS INVESTIGATIVAS EN JÓVENES Y SUS MAESTROS; LA ESPERANZA DE UNA REGIÓN Y UN PAÍS David Andrés Sánchez Bonell Docente Investigador Postgrados Universidad Pedagógica Nacional Par evaluador Programa Hermes Universidad Nacional- Colciencias [email protected] La ciencia ha jugado un papel preponderante en el desarrollo de nuestra civilización y el desarrollo de la sociedad ha presionado los avances científicos, este mecanismo en lanzadera de, de alguna manera, ha generado la idea de avance de conocimiento que hoy indudablemente embriaga la confianza que se tienen sobre su potencial. La palabra latina scientia de scire, saber, conocersignifica, en su sentido más amplio, toda clase de conocimiento organizado, jerárquico y riguroso. Esta definición suele restringirse al conocimiento de las ciencias naturales, definiremos entonces por ciencia al conocimiento organizado de los fenómenos naturales y sociales, el estudio racional de las relaciones existentes entre los conceptos con los que expresamos los fenómenos y las relaciones de conocimiento entre individuos y objetos. Es claro que existen otras construcciones de conocimientos en torno a los fenómenos naturales y sociales, diferentes. Estas visiones alternativas no son ni más ni menos válidas que las occidentales. La unificación de las ciencias obedece a una necesidad cultural en Occidente, pero visiones no occidentales de la naturaleza concurren todos los días, sobre todo en países como los nuestros, donde coexisten culturas tradicionales indígenas y conocimiento popular desarrollado durante siglos de interacción cultural. Independientemente de la idea que se tenga sobre el origen de las ciencias, es claro que inician con la observación de ciertos sucesos recurrentes de la naturaleza, los individuos y las sociedades, como el movimiento aparente de los

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SOBRE LA IMPORTANCIA DE DESARROLLAR LAS COMPETENCIAS

INVESTIGATIVAS EN JÓVENES Y SUS MAESTROS; LA ESPERANZA DE UNA

REGIÓN Y UN PAÍS

David Andrés Sánchez Bonell

Docente Investigador Postgrados Universidad Pedagógica Nacional

Par evaluador Programa Hermes Universidad Nacional- Colciencias

[email protected]

La ciencia ha jugado un papel preponderante en el desarrollo de nuestra

civilización y el desarrollo de la sociedad ha presionado los avances científicos,

este mecanismo en lanzadera de, de alguna manera, ha generado la idea de

avance de conocimiento que hoy indudablemente embriaga la confianza que se

tienen sobre su potencial. La palabra latina scientia —de scire, saber, conocer—

significa, en su sentido más amplio, toda clase de conocimiento organizado,

jerárquico y riguroso. Esta definición suele restringirse al conocimiento de las

ciencias naturales, definiremos entonces por ciencia al conocimiento organizado

de los fenómenos naturales y sociales, el estudio racional de las relaciones

existentes entre los conceptos con los que expresamos los fenómenos y las

relaciones de conocimiento entre individuos y objetos.

Es claro que existen otras construcciones de conocimientos en torno a los

fenómenos naturales y sociales, diferentes. Estas visiones alternativas no son ni

más ni menos válidas que las occidentales. La unificación de las ciencias obedece

a una necesidad cultural en Occidente, pero visiones no occidentales de la

naturaleza concurren todos los días, sobre todo en países como los nuestros,

donde coexisten culturas tradicionales indígenas y conocimiento popular

desarrollado durante siglos de interacción cultural.

Independientemente de la idea que se tenga sobre el origen de las ciencias, es

claro que inician con la observación de ciertos sucesos recurrentes de la

naturaleza, los individuos y las sociedades, como el movimiento aparente de los

cuerpos celestes en el campo físico, los cambios estacionales del clima en la

meteorología, la competencia “perfecta” entre consumidores y productores

movidos por un principio de racionalidad en las teorías económicas y ecológicas;

igualmente en las ciencias biológicas sus inicio basado en la observación de

plantas y animales, su posterior clasificación y sistematización.

Pero el paso de la observación a la experimentación para comprobar hipótesis

requirió varios siglos durante los cuales, a través de la acumulación de

conocimientos y reflexiones, se gestó el concepto general de la ciencia y del

quehacer científico. En este proceso se crea la imagen de los científicos como

personas encerradas en sus laboratorios, contemplando grandes montajes y

extasiadas en sus propias observaciones, siempre con un joven o un grupo de

jóvenes asistentes que estaba presto a acudir al llamado de su mentor, no hay

nada más distante que esta romántica e ingenua mirada en la producción de

conocimiento actual

Estos “aprendices” debían poseer un sinnúmero de habilidades, aptitudes y

predisposiciones para trabajar en determinados campos del conocimiento, como

ocurre también en las artes, la música, la matemática, la tecnología, la literatura y,

en fin, en todas las empresas humanas del conocimiento. Los nuevos discípulos

sabían que, para alcanzar los altos niveles de producción que en el campo del

conocimiento poseían sus mentores, deberían trabajar incluso toda su vida, con

muchas horas de sacrificio, entrenamiento, dedicación, apropiación de técnicas,

elevado compromiso y esfuerzos no siempre recompensados ni valorados en la

realidad espacio-temporal de la propia cultura. Esta reflexión en torno a la relación

que existe entre las aptitudes y características de los individuos y el medio donde

se manifiestan, nos lleva necesariamente al tema del desarrollo y gestión de

conocimiento como el que nos invita cualquier proyecto de formación de

investigadores (en este caso, el desarrollo de proyectos de innovación y gestión

de conocimiento regional), que obviamente no viene instalados de antemano en

los individuos; niños, niñas y jóvenes de la región, sino que, surge sólo en relación

con medios y mediadores enriquecidos e intencionados y, por ende,

enriquecedores, este proceso obedece fundamentalmente al trabajo deliberado de

docentes y formadores de docentes que durante un buen tiempo han venido

acumulando capital cultural y gestión del conocimiento en la implementación de

las innovaciones en cada una de las instituciones educativas que vienen

participando de estos proyectos.

Visto así, no basta para un “discípulo o aprendiz de científico” con tener la aptitud

o la actitud para las ciencias naturales y/o sociales, si no existe un medio

resonante, un buen mentor o maestro, un ambiente adecuado con las condiciones

para desarrollar sus proyectos. De la misma manera, no es suficiente tener

recursos enriquecidos y resonantes: laboratorios, aulas de ciencias, instrumentos

de alta tecnología, capital; si no se han desarrollado las competencias, aptitudes y

actitudes para trabajar en determinado campo de las ciencias. La mediación

adquiere entonces una importancia inusitada para alcanzar el desarrollo de las

competencias investigativas, la capacidad de reflexionar y producir nuevo

conocimiento, tanto como, la tenacidad para mantenerse en la ruta que permitirá

algún tipo de resultado que pueda ser evaluado como es el caso de los proyectos

que se observan en las ferias regionales en donde enjambre se viene adelantando

En consecuencia, el desarrollo del talento humano y, en particular, el de la

innovación e investigación, requiere de acciones deliberadas sobre el individuo,

que lo desarrollen, que lo ubiquen en el contexto y que lo modifiquen hasta llevarlo

a una producción científica, ahora sí talentosa, ahora sí capaz de influir en la

configuración del medio en el que se desarrolla. Producciones que serán

valoradas en las comunidades locales y regionales en donde se desarrollan y que

de una u otra manera tendrán el sello de origen y la posibilidad de mantener la

semilla de la investigación en los lugares donde se gestan, esta es otra de las

huellas importantes de los encuentros de investigadores en la formación de

jóvenes investigadores, la generación y permanencia de redes de producción de

conocimiento

Importancia de la producción de conocimiento y el desarrollo de la ciencia

para la región

En nuestro tiempo, la ciencia se convierte en modeladora de la realidad, nutrida

por los procesos de pensamiento, los procesos creativos, las discusiones

epistemológicas y filosóficas. En particular, existe un tipo de ciencias que, debido

a su objeto de estudio, es altamente susceptible de expresarse por medio de

sistemas proposicionales o conceptuales que intentan carecer de ambigüedad, es

decir, mediante el lenguaje lógico-matemático. Éstas son las ciencias naturales

(física, química y biología) que confluyen, por ejemplo, en las ciencias ambientales

o en la medicina. Existen también, y en igual importancia, las ciencias humanas,

diacrónicas y variantes, que no dependen de las realidades “objetivas”, sino de la

historia y de las libertades humanas, tanto así que el estudio histórico de la física

la aleja de las ciencias naturales y la acerca a las ciencias humanas.

El vertiginoso crecimiento que han registrado estas ciencias desde el

Renacimiento les ha permitido explicar con éxito relativo, y desde las perspectivas

más generales posibles dentro de sus límites, aspectos fundamentales de lo que

se ha considerado como realidad; por ejemplo, las leyes que gobiernan las

transferencias energéticas entre sistemas, la naturaleza de los constituyentes

últimos de la materia, el origen y evolución del universo, los modos de producción,

los sistemas sociales y políticos y las tendencias de mercado, entre otros. Al

hacerlo, han provisto a la sociedad del marco teórico útil para la solución de

problemas relacionados con el mejoramiento de la calidad de vida a escala global,

mediante la progresiva ampliación del horizonte tecnológico. Es por ello que se

argumenta que la influencia de las ciencias se manifiesta a todo nivel en la vida

humana, desde niveles filosóficos abstractos hasta la cotidianidad práctica.

Por otra parte, las ciencias han sido una fuente virtualmente inagotable de

sistemas simbólicos, proporcionando un repertorio extremadamente rico de ellos,

algunos de los cuales serán seleccionados por la Escuela para servir a un doble

propósito: de una parte, inclinar potenciales estudiantes al estudio de las ciencias;

de otra, proveerles con sistemas organizados de conocimiento en los cuales

puedan poner en práctica instrumentos y operaciones intelectuales, junto con

informaciones específicas, que les permitan hacer sus primeras aproximaciones

sistemáticas a la lectura de lo que se considera como realidad, esto es, la

interpretación y modelación de fenómenos físicos, químicos, biológicos y sociales

en términos de los instrumentos y operaciones, actitudes y prácticas suministrados

por la Escuela. En este noble propósito, la Escuela no pretende invadir de

científicos a la sociedad, ni tampoco que todos los estudiantes lleguen a muy altos

niveles en las diferentes disciplinas científicas. De algún modo, la ciencia es ahora

cotidiana y se requiere para dilucidar problemas básicos del mundo, para resolver

el día a día. Sólo para aquellos estudiantes que opten por el estudio de las

ciencias como profesión, se abrirán nuevos espacios de aplicación específica y

desarrollos últimos en donde podrán acercarse a los paradigmas científicos

dominantes y empezar su recorrido en el mundo del quehacer científico.

A pesar de los crecientes avances sobre preguntas fundamentales ¿cómo se

desarrolla al producción de conocimiento científico y tecnológico en el aula?, ¿qué

aspectos son los de mayor fortaleza y dificultad en la formación de

investigadores?, ¿qué cosas saben los maestros y los estudiantes sobre la gestión

y producción de conocimiento?, aún son pocas las investigaciones que vayan más

allá de la diferenciación de experto o novato en ciencias, ya sea porque resuelven

problemas que requieren conocimientos científicos de secundaria, pregrado o

posgrado, o porque resuelven problemas de complejidad creciente en las ciencias.

Es así que sobre la formación de investigadores y productores de conocimiento

científico y tecnológico para las ciencias en las aulas se habla muy poco en el

campo educativo

Si a lo anterior sumamos los problemas inherentes a cada región en torno a la

formación de estudiantes en ciencias y a la formación de científicos, nos

encontraremos con datos preocupantes. Por ejemplo: existe una relación directa

entre el desarrollo de un país y el número de científicos que posee. No es casual,

por tanto, que el 94 % de los científicos pertenezca al primer mundo y que sólo el

1 % sea latinoamericano. ¿Podría ser esto un factor insuperable? La historia

reciente dice que no. Países como Corea, Singapur y Tailandia se encontraban

hace treinta años en situación similar y han superado esta dificultad mediante un

impulso irrestricto a la educación en ciencias en el ámbito de la escolaridad

primaria y secundaria, de tal manera que ahora se han logrado posicionar en el

mundo científico y tecnológico y, en consecuencia, están mejorando su calidad de

vida.

La bajísima proporción de personas dedicadas al quehacer científico está

relacionada con los irrisorios presupuestos que los estados de América dedican al

fomento de esta actividad y con la poca o nula preocupación de la Escuela, en

todos sus niveles, por la formación de competencias científicas e investigativas en

la escuela. No sólo son los bajos presupuestos sino políticas educativas poco

claras en torno a la formación de competencias investigativas y científicas en las

aulas; el no desarrollo del pensamiento y las actitudes científicas y la tradicional

manera de transmitir información particular y específica de las ciencias en el aula

incrementa este problema en la región. Éstas son las causas fundamentales de los

dramáticos resultados obtenidos en pruebas nacionales e internacionales sobre

ciencias y producción de conocimiento científico en la escuela por varios países,

incluso Estados Unidos, que con altos presupuestos dedicados a la actividad

científica no logra desarrollar las competencias científicas e investigativas de sus

ciudadanos ni la apropiación básica de las ciencias.

Por esto proyectos como estos que invitan a la formación de jóvenes

investigadores, podrían ser la “golondrina que si hace verano” en la intención de

formar desde la base a niños, niñas y jóvenes investigadores así como resaltar el

papel de docentes y autoridades locales en el acompañamiento para la formación

de competencias investigativas.

Esto lleva a reflexionar sobre la importancia de la formación científica en nuestros

países, siendo la meta un programa coherente para la formación del competencias

científicas e investigativas, por lo que se hace imprescindible incluir, dentro del

trabajo en las aulas, una línea sólida de formación de los posibles investigadores

en ciencias naturales y sociales, aprovechando el potencial intelectual y actitudinal

de los estudiantes en nuestra región, para convertirlos en punta de lanza del

crecimiento nacional

Algunas reflexiones sobre la formación de competencias investigativas y

científicas en las aulas

Toda ciencia parte de la existencia o de la creación de problemas. Sólo cuando,

con una mirada crítica, se descubre un problema o se crea uno nuevo, se da inicio

a la empresa de su resolución, pidiendo ayuda a la ciencia, utilizándola. Este

trabajo requiere de un método, entendido como el procedimiento que se sigue en

las ciencias para hallar algún tipo de creencia sobre la verdad y así describirla, lo

que implica que el “científico” alcance ciertos grados de secuencias lógicas que

explican temporalmente y con grado satisfactorio lo que se considera como

realidad. En la “ciencia normal”, en términos de kuhn, dicha realidad será sometida

al debate propio de la lógica y la razón con miras a comprobar sus hipótesis

iniciales. Al no ser todas las ciencias iguales en sus contenidos ni en su estructura,

se emplean diferentes métodos. Mientras en las ciencias formales, como la

matemática, se utiliza el método axiomático deductivo, en las ciencias naturales

uno de los métodos más utilizado es el hipotético deductivo . Las ciencias

naturales son un conjunto de disciplinas independientes y especializadas. La

física, la química y la biología utilizan el método hipotético, en cuanto parten de

hipótesis, y son deductivas, al usar la lógica para obtener consecuencias implícitas

en sus hipótesis fundamentales.

No hay que dejar de lado el hecho de que la ciencia es una empresa humana y,

como tal, está sujeta a voluntades, deseos, expectativas y subjetividades, por lo

que se encuentra estrechamente ligada a quien la construye. En el desarrollo de

competencias científicas e investigativas, las actitudes científicas juegan un papel

preponderante en su desarrollo. Las actitudes científicas son de orientación

cognoscitiva, praxica y valorativa, están determinadas por rasgos propios de la

“conducta científica” y de la actuación de las comunidades científicas, algunas de

estas actitudes son: la curiosidad, la objetividad, el juicio controlado, la

racionalidad, la precisión, la honestidad intelectual, la apertura mental, la

búsqueda de relaciones y el hábito de crítica. Todas estas son orientaciones

generales de los individuos hacia el tratamiento de hechos, evidencias, objetos y

métodos de las ciencias y, aunque presentes en otras competencias, el grado de

desarrollo y la especificidad de algunas de ellas hacen que sean propias del

desarrollo de investigadores y comunidades de práctica científica. Otras actitudes

en las ciencias son de carácter afectivo y engloban creencias y sentimientos hacia

la naturaleza de las ciencias y los científicos, como resultado de interacciones

directas con contenidos, ideas, procesos, efectos de las ciencias y métodos de

enseñanza.

Las actitudes científicas de corte cognitivo, que deben estar presentes y bien

desarrolladas, son inicialmente de un elevado rigor y altísima curiosidad, pero

luego deben transformarse en un interés profundo y permanente por el

conocimiento. Las actitudes de corte afectivo deben ser la discusión tolerante y la

satisfacción frente al logro, desde el punto de vista comportamental. El trabajo en

equipo juega un papel fundamental en el quehacer para el desarrollo de

competencias científicas e investigativas. Además de la utilización de un método

hipotético deductivo, del desarrollo del pensamiento científico, de la presencia de

ciertas actitudes científicas, el desarrollo de competencias científicas e

investigativas en ciencias debe manejar los modelos propios de las ciencias. El

uso de modelos construidos por el acervo cultural y, en particular, por el acervo

científico es rutina en el trabajo de cualquier científico, dado que es cuando menos

descabellado suponer que la ciencia parte de cero constantemente. Aquí radica

uno de los pilares fundamentales de la ciencia, puesto que sus explicaciones son

repetibles en algunos casos o comprensibles en otros y sus fundamentos deben

ser comprobables en algunos casos o sustentables por la completud misma de

sus conjeturas en otros.

De allí que la utilización de conceptos acuñados con anterioridad y bajo las

mismas premisas o en contextos extrapolables sea una condición necesaria de los

jóvenes investigadores en ciencias. Por otra parte, el conocimiento y la aplicación

adecuados de los modelos construidos por la ciencia garantizan la continuidad de

la misma, y por ende su utilización adecuada le brinda a la ciencia la seguridad de

que su especificidad no se diluya.

En tiempos no muy remotos, el científico, el sabio, el sacerdote, el mago

pertenecían de alguna manera a una clase diferente y eran reconocidos como

“hombres superiores”. Aunque ahora subsiste en algunos casos este prejuicio a la

persona (pensemos en Pasteur o Einstein), afortunadamente esos tiempo han

pasado y la ciencia, con las divulgaciones científicas, ha pasado a ser un bien

público, que no sólo se produce y consume, sino que en muchos casos genera

opinión y dictamina normas y comportamientos sociales. Esto ha producido algo

tan positivo como la divulgación y el conocimiento de la realidad científica, pero al

mismo tiempo han proliferado charlatanes y pseudocientíficos que se llenan la

boca hablando de ciencia, pero que actúan sin ningún rigor y con absoluta falta de

método científico. Los aspectos poco claros de la naturaleza son abordados con

seriedad por la ciencia moderna, al verificar, ya sea en las predicciones de sus

modelos o en análisis realizados a partir de los datos, las conjeturas elaboradas

por los diferentes investigadores en su tiempo. Esta habilidad de predicción,

análisis y explicación de fenómenos es propia de las ciencias y debe ser propia de

los futuros investigadores.

No hay que olvidar que el desarrollo de competencias investigativas y científicas

es un potencial que debe ser seleccionado y mediado a largo plazo, que su

detección inicial no implica producción de conocimiento a corto plazo, sino que se

parte de un supuesto a desarrollar. Esto no implica que ese niño o niña sea ya un

investigador o innovador, por poseer algunas de las habilidades cognitivas,

actitudinales o praxicas específicas, ya que carece de alta información en el

campo específico. Generalmente se confunde estudiantes de alto rendimiento en

ciencias con investigadores o productores de conocimiento; los estudiantes de alto

rendimiento podrían ser investigadores competentes si cumplen con los

indicadores antes descritos de orden cognitivos, valorativos y procedimentales, de

manera permanente con producciones demostrables asociados a dichas

competencias y habilidades.

Es necesario entender que la identificación y mediación de las competencias

investigativas y científicas no ocurrirá si previamente estas no se han desarrollado

a través de mediación consciente e intencionada por parte de maestros y

mediadores de la cultura intencionados. Así, la presencia de uno o varios de estos

indicadores no asegura que estemos ante un posible investigador o innovador de

las ciencias sociales y naturales, pero una amplia y fuerte presencia de estos

indicadores permite comprender los mecanismos de promoción, seguimiento y

desarrollo de los futuros innovadores e investigadores de la región. La

productividad de ideas innovadoras, proyectos científicos y tecnológicos, o

proyectos de emprendimiento también se limita si la mediación no se orienta hacia

el desarrollo del pensamiento científico, la habilidad en la utilización del

pensamiento hipotético-deductivo —es decir, en la formulación de hipótesis—, la

capacidad de corroboración tanto empírica como lógica de dichas hipótesis, así

como el desarrollo de la actitud crítica, el rigor científico, el trabajo en equipo, etc.

Por otra parte, el docente debe propender por la adecuada utilización, por parte de

sus investigadores en formación, de los modelos propios de las ciencias y, así

mismo, trabajar en la posibilidad de hacer adecuados procesos de análisis y

predicción de los eventos estudiados, su papel es decisivo y fundamental en la

formación de competencias científicas investigativas y de innovación en el

contexto escolar, hay que insistir en la necesidad y la utilidad de las concepciones

científicas en los contextos cotidianos y los mecanismos como la metacognición y

la reelaboración que deben ser promovidos por docentes y acompañantes de los

jóvenes investigadores ya que son determinantes en el proceso de formación de

competencias científicas, investigativas e innovadoras.

De acuerdo a la anterior discusión, la mediación de las competencias

investigativas y científicas por parte de docentes y tutores debe ser, como afirmara

Not y De Zubiria, un diálogo de saberes, un proceso dialogante. Las metodologías

implementadas con estos estudiantes deben ser interestructurantes, estar

asociadas al diálogo y a la valoración del proceso de aprendizaje como un proceso

que se realiza por fases y niveles de complejidad creciente que reivindican el

papel directivo y mediador del docente y el papel activo del estudiante, que

recurran al diálogo desequilibrante para generar desestabilización en los

conceptos previos con los que llega el estudiante, pero también valoren la

necesidad de la exposición docente, siempre y cuando ella presente la búsqueda

intencional de la comprensión, la trascendencia y la mediación del significado y no

esté concentrada en la rutina y la mecanización, como lo buscaron los enfoques

tradicionales El desarrollo de las competencias científicas requiere de dinámicas

interactivas que confronten y generen diálogo con los conceptos previos del

estudiante (conocimiento común), demandando estrategias por parte de los

docentes para desequilibrar dichas subjetividades y colocando a los estudiantes y

a los docentes en permanente actividad reflexiva.

Otro de los papeles centrales de los profesores que acompañan los procesos de

formación de las competencias investigativas y científicas es el de desarrollar paso

a paso y por niveles las preguntas esenciales de la actividad científica, deberá

aproximarse a los diferentes modelos propios de las ciencias, poner de manifiesto

sus actitudes científicas, analizar y predecir a partir de los fenómenos estudiados

y, sobre todo, ser capaz de emitir hipótesis de calidad que someterá, a través de la

lógica y/o la experiencia, a comprobación y refutación.

Es necesario aclarar el desarrollo de competencias científicas e investigativas está

mediado por los intereses temáticos de los estudiantes, donde aplicarán lo

aprendido en la formulación de hipótesis, control de variables, diseño experimental

y socialización de resultados; los temas deben ser abiertos a sus intereses, pero

deben demostrar a lo largo del tiempo suficiencia en su desarrollo y ejecución.

Cada individuo podría demorarse un poco más que otro en llevar su pregunta de

investigación a una investigación rigurosa, sustentada y comprobable por

cualquier otro investigador en ese tema.

Para que un estudiante llegue a verdaderas investigaciones científicas requiere de

adecuada mediación, requiere aprender a indagar sobre la bibliografía adecuada;

requiere aprender a buscar y a reseñar los elementos claves para sus

antecedentes; requiere aprender a hacer observaciones adecuadas para

sistematizar el método que va a emplear, a experimentar con mediación y

observaciones para que aprenda a organizar un proceso experimental. El

estudiante debe ser capaz de trabajar con la información, pero para que ésta sea

analizada y transformada, debe probar ciertas composiciones, disociarlas para

formar otras y someterlas nuevamente a prueba; debe formular hipótesis sobre las

relaciones entre manifestaciones y determinantes, someterlas a discusión con su

docente y con sus pares y aceptar las críticas cuando son pertinentes y rechazar

aquellas que no lo sean. Sólo cuando esto ocurra podremos decir que el

estudiante estará listo para enfrentarse a la investigación científica y es entonces

cuando, en el ejercicio cotidiano de reflexión y aplicación, se cualificarán sus

habilidades y destrezas y se encontrará el camino a productos más

transcendentes y adecuados. Sólo allí podremos afirmar que existe una

competencia científica e investigativa en ciencias y que sus productos hablen por

él. Sólo cuando una investigación realizada sea lo suficientemente rigurosa,

avalada, reconocida por una comunidad científica como pertinente, original y de

calidad, estaremos hablando de un verdadero cambio en la producción de

conocimiento en la región y en el país.

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