Año 3º Panamá, 1º de Septiembre de 1909 No.50

R evista Quincenal Ilustrada k

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EN EL ALBUM DE GUILLERMO ANDREVE

Nada he visto tan negro como esta noche . . _nadatan fúnebre como este dilatado crespónque invade mar 15 cielo . . . no alumbra a la enlutabanoche ni el tenebrario de una constelación!

El barco que' me aleja cruje, sobre el sollozode las aguas heridas por la hélice. El marescupe las tinieblas del vasto calabozode esta noche pro funda como noche polar!

Llueve . De pronto el ramo parte en dos la negrurade las sombras y ¡oh Patria! te anega en su' fulgor;g al verte no, de tejos, solitaria g oscura,

como envuelta en tos tatos de un eterno dolor,pienso que eres ta enorme B helada sepulturade un gran muerto . . .de un muerto ya olvidado : EL HONOR!

lio Flórez

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Julio Flórez

Una ráfaga de tristeza invade el ánimo del viajeroque, saliendo de estas playas, llega á la altiplanicie andinadonde asienta sus reales la legendaria ciudad de SantaFé de Bogotá . La exuberancia tropical de nuestras cos-tas cede el puesto á la vegetación raquítica de los paísesfríos, ,y sobre el verde mar de la sabana sólo hileras depinos y eucaliptos, como esqueletos inmóviles turban lamonotonía del paisaje . A lo lejos la cordillera azul re-eorta sus -picos escarpados en la opacidad de un cieloeternamente brumoso. El tren arrastra su sierpe de ca-rros, con resoplidos de monstruo, por la llanura solitaria,y en la hondonada, el río al deslizarse majestuosamente,

parece llorar la fuga de sus dioses vencidos.

Muellemente reclinada, la muy noble ciudad de con-quistadores y virreyes levanta al cielo las cúpulas enhies-tas de su iglesias y conventos. La brisa fría de la mon-taña, cargada de perfumes silvestres, azota los cristalesy va dejando sobre la menuda grama y en las hojas delos sauces, las gotas defina lluvia de que va impregnada.

El espíritu sutil de lo triste parece que flotara sobreesa ciudad donde conviven el recuerdo de pasadas gloriasy de desastres inmensos : las sombras inextintas del vasa-llaje colonial ; las épicas hazañas de sus héroes homéricos;lit lucha secular por la conquista de sus ideales políticos;las playas de la libertad cada vez más lejanas

La musa de los himnos elegíacos, que dijo Díaz Mirón,seencarna en las estrófas deliciosamente melancólicas desus poetas, en el rítmico compás de los aires populares yen 1 as ilotas del ' cadencioso ibambaco que rasguea en laguitarra, á orillas del arroyo, la turba estudiantil siem-

pre animosa .

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Sin la sugestión morbosa del medio, tal vez el dulceJosé Asunción Silva no hubiera desarrollado la exquisitasensibilidad que lo levó á descubrir el alma secreta delas cosas viejas ni en su mente se hubieran entrelazadolas sombras del inmortal Nocturno ; pero su temperamen-to delicado--vaso flaco para tan poderosa entelequia—es-talló copio las cuerdas en tensión de un salterio, y enuna hora negra buscó en los brazos piadosos de lit muerteel remedio de hondas penas.

Sobre la tumba de este bardo infeliz se levantó otropoeta de palidez enfermiza y mirada ., soñadora y congesto de cansancio y voz de ternura, dijo al poeta muertoen la plenitud de la vida: bien hiciste en deshojar la tuyacomo se déshojan de una flor los cálices muertos, descan-sa en paz, si no hay piedad para tí yo te perdono.

Una aureola de popularidad nimbó desde entonces lafrente del joven soñador, enamorado galán de la Muerte.Sus mejores composiciones, los madrigales que llevan el.sugestivo título de Gotas de Ajenjo vieron la luz en aquelentonces y el público los recibía con aplauso y los leía condelectación íntima. El Hada pregonera de sus gloriassalvó las fronteras de la Patria llevando el nombre de Ju-lio Flórez á lejanos países . A qué reproducir aquí lasbellas estrofas . En el Salón, Vieja Historia, Oriental, En elCafé y las demás que duermen entumecidas en los nítidoslibros llamados Cesta ele lotos, Manojos (le Zarza., Cardosv Lirios.? 'Podas ellas corren publicadas profusamente enrevistas y periódicos de uno y otro mundo, las recita ásolas la virgen soñadora en el silencio discreto del gabi-nete, salmodian al pie de las calladas rejas, en las nochessilentes, bajo el amplio palio azul y las llevan en el almatodos los náufragos de la dicha "los que pisan el erial hu-mano roídos por el cáncer de la pena " .

Julio Flórez está lejos de poseer el léxico admirablede muchos de los jóvenes intelectuales que se disputanpuesto de honor en el Parnaso Americano. No es unerudito como Guillermo Valencia ni su visión poéticaabarca todo el campo de actividad que los problemas deldía ofrecen á la mente agitada del poeta . Petrificado enla eternidad de su dolor, sus versos son el reflejo de unaalma ingenuamente escéptica que tiene de la vida el con -cepto pesimista de Becquer y lo dice con el suave perfu -me de Heine y sin la sarcástica ironía de Bartrina.

El Fígaro de la Habana, al pie del retrato de JulioFlórez, en grupo con Pichardo, anuncia la muerte delsentido poeta como acaecida recientemente en la Repúbli-ca de Colombia . Afortunadamente nuestro amable cole-ga fue víctima de una información errada . —La pálida,la mustia, la que amorosa extingue con besos sin calor "no se ha acercado aún con paso lento á dar el ósculo frío

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en la frente marchita de su viejo amante . Julio. Flórezvive y acaba de dedicar á nuestro amigo don GuillermoAndreve, Secretario de la Legación de Panamá en CostaRica, el bello soneto qué hoy publica NUEVOS RITOS, quetiene sobre sus demás composiciones el mérito yá raro deser inédito.

Si Julio Flórez abandonara un tanto el concepto sub-jetivo de la poesía, que se ha formado, y dando riendasuelta 'á la inspiración arrebatadora que bulle en su alma,cantara á la vida en lo que tiene'de real y efectiva, suobra no estaría llamada á perecer como tántas otras quetuvieron la vida efímera de las rosas . Con todo, sus ver-sos— "un dolor cristalizado"—vivirán mucho tiempo, por-que tienen el perfume del ajenjo, que enerva la vida, perohace soñar visiones inefables, mundos de luz adonde bogasin cesar la barca sin timón de nuestras ilusiones.

ALFONSO FÁBREGA.

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Cruza por los espacios sideralesla sombra de una . nube muy ligeray del rey invencible de la esferase oscurecen los vívidos fanales.

Pero bajo las sombras invernalesfulgura, sin embargo, su lumbreracomo tenue y radiosa cabellerarecogida entre lóbregas cendales.

Atravesando la penumbra, arrojacomo una trasparente cataratapor todas partes su vivaz efluvio;

Y, á sus manos de orfebre, la panejadespliega su penacho, que remataen un copete de cabello rubio .

JUSTOA. FACIO

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de mi tierra

Para EUSEBIO A . MORALES

Indudablemente que todos los centros tienen su carácter tí-pico, desde el humilde villorrio que demora allá en el corazón de laabrupta montaña, hasta la populosa metrópoli que día tras día vadando embestidas continuas por romper el viejo molde en que lavaciaron sus conquistadores.

Y ese carácter típico suele manifestarse con mayores resa-bios en unas que otras costumbres adquiridas de los antepasa-dos, ya se llamen ellas bailes nacionales, riñas de gallos, corri-das de toros, &., & ., ó ya sean ellas cualesquiera otras delmismo jaez que tanto priman en el alma nacional de esascircunscripciones territoriales que se denominan países.

Por lo que á nosotros toca,, ciego estará, quien no palpe el adelanto brusco, casi sorprendente que en todas las formas hemosalcanzado en cinco años de vivir bajo el amparo del celeste paliode nuestra última emancipación política . El Panamá de hoy noes el mismo de cinco años ha. Aquel Panamá casi agonizabaentonces en una atmósfera de letal enervamiento que lo hacíaretrogradar y hasta aceptar una cercana desaparición . Pero sonóla hora en que este pueblo debía cumplir su misión de libertad,y surgió del abismo potente ,y activo en busca del sonado en-grandecimiento que el Destino, con su justicia caprichosa, lehabía deparado.

Apenas un día en la vida de las naciones ha transcurrido, pe-ro ya nuestra Capital es toda una antítesis de la que ayer se esfu-mó' por entre el cortinaje lúgubre de una éra de tristezas para losistmeños . Panamá tiene todo el aspecto de una Capital civilizada,enclavada, gracias al favor dé su topografía, en el corazón mismodel Nuevo Continente, que es el que hoy por hoy encarna los gran-des problemas del porvenir . Su estado sanitario, la arquitectu-ra que ahora se gasta en sus modernos edificios, la labor diariay el tráfico de sus calles, el avance palpable de su cultura inte-lectual que se acentúa año por año, su exagerado cosmopolitis-mo en el cual nos hemos de empapar querramos que, no, algo dela vida fastuosa, del exotismo de las grandes metrópolis euro-

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peas, todo, todo eso palpita en el corazón de la joven nacionali-dad; pero ese progreso que así se manifiesta jamás ha de contri-buír á hacerle perderá nuestropueblo, algunos resabios delco -loniaje, ciertos hábitos que perdurarán por sobre todo adelanto,algo que es propiedad exclusiva de cada pueblo, que hace partede la vida de los países, que informa, en medio de todo lo nuevo,el carácter nacional.

Así acontece, ni más ni menos en la gentil ciudad de Panamáreclinada á orillas de la extensa ,y tranquila bahía, á las faldasdel Ancón majestuoso que hoy ha embellecido más la mano delprogreso. No es ella la ciudad gibelina de los mármoles ,y pala-cios, pero sí un centro moderno en el corazón del Nuevo Conti-nente, que despierta ideas de grandeza y de adelanto, centroque alberga en su seno infinitos hálitos de vida, que tiene muchode todo aquello que cautiva el exagerado gusto del tran-seúnte, que personifica grandezas en las almas, que ofrece des-de la suprema adoración de la forma, hasta los detalles lumino-sos del más sublime de los ideales, que brinda mil distraccionescivilizadas, centro de floración de ideas ,y plausibles tendenciasque va marchando adelante, siempre adelante, camino de sumayor progreso . Empero, con todo ,y confesar que nos civiliza-mos, sea por, el milagro de las circunstancias, sea por el propioesfuerzo, conservamos todavía en medio de esa civilización quehemos alcanzado, nuestro carácter típico que suele manifestar-se también en el corazón mismo de nuestra Capital.

Díganlo si no lo vaporosa pollera, la tonada y tamborito que elMartes de Carnaval invaden nuestras calles principales ; díga-lo también la gallera, esa colmena humana de zumbido prolon-gado los domingos ,y lunes de cada semana . !Oh!, sí, la riña degallos, ese arto que más que ninguno otro nos exhibe nacionalesen todo nuestro esplendor . A la gallera de Panamáafluye la humanidad en lujoso muestrario de clases sociales, es decir, desdelo más granado de nuestra sociedad, hasta la hez del populacho,y como la contienda alada constituye una verdadera distracción,y es asimismo un negocio que las más de, las veces produceenvidiables rendimientos, nadie, nadie puede entrar al codicia-do recinto de la gallera sino pagando, y pagando el alto precio deun peso plata panameña si el gallero ocupa una de las sillas de laprimera fila que ofrece al jugador la gran ventaja de ver antesque otros las heridas graves que reciben los infortunados galloscontendores. Un Juez de gallera, soberano en su trono, está allíconsultando el Reglamento, que es la ley suprema, para im-ponerlo á todo trance, porque debe tenerse en cuenta que elya dicho mandatario tiene á sus inmediatas órdenes de seis áocho agentes del Cuerpo de Policía Nacional . Hacia la diestra,,y al alcance del señor Juez, está una balanza donde suelen pe-sar los gallos metidos entre sacos de colores : esta sabia medidatiene por objeto ocultar el plumaje de las desgraciadas aves decorral, pues muchas de ellas alcanzan celebridad tal en el cursode las riñas que algunos jugadores optan por considerarlas in-vencibles. Una onza más ó menos en el peso de los gallos, es mo-tivo de acaloradas discusiones . El grueso de una peseta deá dosque tenga más de larga la espuela de uno de los dos gallos quehan de bajar á la, arena á combatir, da también margen `á un te -rrible altercado ; pero con ó sin ventajas la pelea se acuerda, elseñor Juez recibe el dinero, toma el porcentaje correspondiente á

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la apuesta, limpia con un trapo húmedo el cuello de los gallos paraevitar el Engrase que hará que el Rico, del otro gallo resbale y mipueda agarrar á su contendor, untan de limón,

para contrarrestar el envenenamiento;.las espuelas naturales. ó postizas, (éstasúltimas dicen que hieren con más dolor), mojan los gallos con unbuche de agua f yesca, los hacen picarse recíprocamente en las ma-nos de sus dueños para disponer mejor las aves á la pelea, y al finsueltan los dos gallos, giro y penitente, que para el caso es igual,que se hacen ascuas por destrozarse, cuál el primero, con lasagudísimas espuelas . Por supuesto, que siendo dos los galloscontendores, de hecho quedan los galleros divididos en dos par-tidos, el uno que se decide por el gallo giro de Chítra, Provincia

de Veraguas, y el otro que se manifiesta en favor del' penitentede Penonomé, Provincia de Coclé :" La genealogía de uno ,y otrogallo se la saben de memoria uno y otro partido . El giro de Chi-tra es de la: cría de don Diego, un español que siempre se esme-ró en 'sacar de su corral los ' mejores gallos de Veraguas ; el o-tro, el penitente, es de la cría de los Carles de Penonomé ricoscomerciantes que han tenido esmero en sacar sus pollos de yacélebres padrotes, allá (,o las frescas márgenes del' río "indio" ,bajo la arboleda espesa., que hace cambiar un tanto el bochornodel ardienteclima y que contribuyeal prematuro y mejor desarrollo de las aves de corral : .

Sueltos los gallos, la muchedumbre en voces altas ,y ntro.nadoras que, unidas ; forman como el rugido de muchos enfure -ciclos leones, hacen la apología del gallo á que han apostado des(le cinco reales hasta cien pesos 6 más, y si un gallo logra sa -carle un ojo al otro, darle un cielo ó una morcillera, un golpe decaza.6 una canillera, surgen entonces los mil gritos ofreciendootras tantas gabelas ; pero si por desgracia cae en la arena unade las aves tumbada 6 muerta, un ruido ensordecedor, como elde cien carretas juntas en actividad, vaga prolongado por el re-cinto de la gallera, ruído salpicado por un cúmulo de obcenida-des, de bruscas interjecciones que no son para oídas, de vuelode sombreros, de puñetazos sobre el tablado, del lanzamientodel dinero,—plata, billete ú oro,—al disco de la gallera, de la si-mulada quietud de los quepan perdido su dinero que, asombra-dos; se embeben en la realidad de la pérdida, de Ios anatemaslanzados por los que ganan contra los que pierden, hasta qUe el!tan . . . . !seco, apagado, de la campana del Juez anuncia que ungallo perdió ' ,y que deben recogerlo exánime.

Así calma un tantola algarabía : los quo ganaron, los que vieron mejor las heridas graves, los que conocen de gallos, ,y son

peritos á quienes se les consulta como á oráculo para, entoncesapostar, á los que pusieron cien á sesenta ; doble á sencillo ,yhasta diez á dos, á esos se les mira con caras de pascuas ; pero álos vencidos, á los que en sus entusiasmos se halagaron conaceptar la enormidad de la gabela, á esos pobres se les contem-pla cariacontecidos, con una como nube de tristeza en sus sem-blantear Con todo, el derecho de hablar no lo han perdido: dis-cuten que si el gallo no cae muerto no„pierde la pelea, que el ga-llo muerto eta más fino que el triunfador, que picaba "más fuerte,-que estaba mejor cuidado, que con esa pelea iba á, completarel muerto veinticinco, que el gallo vencedor no era gallo para elmuerto, que por estar muy salado el dueño del gallo éste habíaperdido y que ese golpe de la muerte lo recibió por casualidad .

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ladora de les siglos llevará al montón anónimo aun á las pirámi-des de Egipto, pero nunca, jamás la faz característica de cadaluís .

El eterno girar del tiempo seguirá su marcha armónica.Veremos convertidas las aldeas en populosas ciudades, los

eriales en campos de industria y de riqueza.

Veremos penetrar en las últimas brevas de nuestras mon -taras al progreso con su brillante ¿anda de beneficios ; peronunca, nunca se extinguirá el espíritu nacional : esas sagradasreliquias de los hábitos de 'los 'pueblos seguirán vagando, cualpobres almas errantes, en las noches sin auroras del perímetrouniversal .

Julio Arjona Q.

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\~`Patria

Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmodonde es el mar más verde y es más vibrante el Sol,en mí resuena toda tu música, lo mismoque el mar en la pequeña celda del caracol.

Revuelvo la mirada y á veces siento espantocuando no veo el camino que á ti me ha de tornar . ..¡Quizás nunca supiera que te quería tantosi el Hado no dispone que atravesara el mar!

La Patria es el recuerdo! . . . . Pedazos de la vidaenvueltos en girones de amor ó de dolor;la palma rumorosa, la música sabida;el huerto yá sin flores, sin hojas, sin verdor.

La Patria son los viejos senderos retorcidosque el pie, desde la infancia, sin tregua recorrió,en donde son los árboles antiguos conocidosque al paso nos conversan de un tiempo que pasó.

En vez de estas soberbias torres con áurea flechaen donde un Sol cansado se viene á desmayar,dejadme el viejo tronco donde escribí una fecha,donde he robado un beso, donde aprendí á soñar.

¡Oh mis vetustas torres, queridas y lejanas,yo siento las nostalgias de vuestro repicar!He visto muchas torres, oí muchas campanas,pero ninguna supo, ¡torres mías lejanas!Cantar co pio vosotras, cantar-y sollozar .

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La Patria es el recuerdo . . . .! Pedazos de la vidaenvueltos en girones de amor o de dolor;la palma rumorosa, la música sabida,el huerto yá sin flores, sin hojas, sin verdor.

Oh Patria tan pequeña que cabes toda enteradebajo de la sombra de nuestro pabellón.¡Quizás fuiste tan chica para que yo pudierallevarte toda entera dentro del corazón!

RicardoMiró

Barcelona.—1909 .

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A la memoria de Manuel Gutiérrez Nájera.

Era un ritmo : el que vibra en el espaciocomo queja inmortal y se levantay llega del . Señor hasta el palacio.Un ritmo! y en el cielo de topacio,se perdió : como todo lo que canta!

Era un ave: su nido, en el parajeque habitamos formó; cual Filomela,gorjeaba al amparo del follaje.Era un ave! y batiendo su plumaje,se alejó : como todo lo que vuela!

Era un lampo : el flamígero, de plata,que tiende su fulgor en la penumbrade casto amanecer y se dilatapor el éter ; un lampo! y su luz gratase apagó: como todo lo que alumbra!

No fué su muerte conjunción febea,ni puesta melancólica de Diana,sino eclipse de Vésper, que recrealos cielos al nacer, y parpadeay cede ante la férica mañana!

Morir cuando la vida nos reclama,cuando la dicha, suspirando quedo,

. .¡Adios!—murmura—y se extinguió la llamade la fé y aunque el mundo dice : <:Ama!>el corazón responde : <¡ya no puedo!"

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Cuando sólo escuchamos por doquieradel tedio el cruel monologar eternoy en vano desparrama Primaverasu florido caudal en la pradera,porque dentro llevamos el Invierno,

Bien está. Mas partir en pleno día,cuando el Sol resplandece en su jornada,cuando todo en el pecho ama y confía,

y la vida, Julieta enamorada,nos dice : ¡no le vayas todavía .,

Y forma la ilusión mundos de encajev los troncos de sabia están henchidos,

y las frondas perfuman el boscaje,y los nidos salpican el frondaje,y las aves arrullan en los nidos;

Es muy triste en verdad! Tal fué tu suerte,¡oh poeta! y en vano á tu partidaopusieron al par su muro fuerte;Amor : mas poderoso que la muerte!Juventud : el paladion de la vida!

Ave, ritmo, luz nítida que encanta,el cariño á perderos se rebela,entre Dio :; y vosotros se levanta. . ..Mas huís : como todo lo que canta!Os perdéis : como todo lo que vuela!

Pero quedas aquí, can lasqueridasmemorias del ayer en dulce acuerdo,oh poeta! Las almas en que anidas,urnas son de esperanzas estinguidas,que custodia un arcángel : tu recuerdo!

AMADONERVO.

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celos de la Tarde = =

La Tarde, la adorable romántica, la eterna enamo-rada del Sol está muy pálida, porque ha sido mordida porlos celos.

El Día, ese paje gallardo de blondas guedejas ypupilas de azul, le ha dicho al oído en secreto estas pala-bras : "tu amado no te quiere ; le he sorprendido estamañana en brazos de la Aurora.

La indignación de la amante engatada ha sido su-prema .

Al miras á su amado que siempre esquivo se le a-leja, lo ha visto palidecer también . . . . ¡Tal vez porqueha sospechado que ella ha descubierto su secreto!

Sigue tras É41, lo persigue, le arranca del cinto suespada de celajes y seda' hunde al infiel en el corazón.El Sol rueda exánime y su sangre, que á borbotones bro-ta, salpica el cielo inundando el horizonte

Corre entonces, la Tarde hacia su amado, lo tomaen sus brazos y después de. llenarlo de caricias, desespe-rada, loca, se precipita con Él en los abismos de la No-che.

HORTENSIODE YCAZA.

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Cuando pase e/ invierno.,..Para Ricardo Miró,

"Si los granados han flo-recido, allí te daré mis ca-ricias ."

SALOMON.

Cuando pase el invierno, me dijiste,he de ser tuya para siempre, sabes?el amor en invierno ha de ser tristela nieve torna los amores graves.

Esperemos la rubia primaverapletórica de sol y de cantares,cuando retorne el verde en la praderay un triunfo sea el azul sobre los mares;

Cuando cada crepúsculo sea orodiluído en la clara lejaníay cuando este silencio sea un tesoro,canto de madrigales y alegría.

Yo quiero hacerme tuya, en lazo eterno,mañana cuando llegue el blondo estío;cuando no queden huellas del invierno,cuando no pueda contagiarme el frío.

Quiero para mi amor, que es un derrochede besos, perfumados y traviesos,una luna de oro en cada nochepara dorar de luna nuestros_ besos.

Y mucha luz de sol en las tranquilastardes en que te ofrezca mis primicias;un sol que se, retrate en mis pupilasy que ponga calor en mis caricias .

NUEVOS RITOS. -$1

El invierno es muy, triste ; amado mío,y puede acaso contagiarme el frío,

. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

Llegó la primavera : en tus rosalesreventaron los pétalos maduros;se borraron tus huellas invernales,se fueron los crepúsculos oscuros.

Se alejaron las nieves y la lluvia;el invierno que ayer te entristecíase ha convertido en primavera rubia,y tú ni has sido ni serás ya mía.

Que una noche de sombras y de nieve,la tisis—alma trágica de! fríodejó en tu boca sonrosada y breveun beso muy amargo y muy sombrío.

J . V . RUIZ.

Guayaquil : 1908 .

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COLETTE WILLY -- -~

Ritrova 1' Amor pria,.Ché forse non é buon sanza lui gire.

Dante, VitaNuova . §XII.

Se llama Colette Willy, con el mismo título conque Tina di Lorenzo, CIeo de Merode ó Liane de Pougy,ostentan sus lujosas nombres heráldicos . Es decir, queno se llama Colette Willy . Sería mucho afirmar que es"un «nombre de-guerra»,; sería poco afirmar que es unseudónimo. Breve, punzante, tiene una música de sílabas

juguetonas, traviesas como los rizos rebeldes y disper-sos sobre la frente de esa colegiala de treinta años, ¡Québello . nombre de intimidad y de pasión para musitado en-tre dos besos!

He dicho treinta años, con lo que he cometido unaindiscreción y mentido 'tal 'vez : ¡saber la edad de unamujer es tan dificil! Un malicioso dijo que es elúnicosecreto que las damas saben * guardar . Además, segúnme ha confiado un señor anciana— sabio en esas cosas—las mujeres de París nunca pasan de 30 años . Todo es-tá en que llega un final día en que el cronista más be-névolo no podría llamarlos «treinta primaveras», sino«treinta otoños» y lo que es más duro «treinta inviernoshelados .»

Calette- nació en Montigny, modesto rincón deFrancia. No os afanéis por buscar este pueblo en el ma-

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pa. Existe, pero es sin' duda como el pueblo de Tejas -Arriba ó el de Tejas-Abajo, una villa humilde, sin pretensiones; donde se eleva una capilla que llaman iglesia'donde pasa un arroyo que llamar río, donde hay una pa-

sarela que llaman puente. De tantas bellezas -lo decoraColette en sus libros, que harían suponer en esta pari-

siense una provinciana empedernida . ¡Ingenuoprovincialismo el de Colette! El de una parisiense que encuentrade buen gusto manifestar una nostalgia elegante . Pero,ella es ciudadana, de Lutecia por todo, por !a fantasíadesus vestidos barriolatinescos, por su pose bulevardera ymás que todo por su moral . Ya os he dicho que en estaciencia es inventora. El pape! de moralista lodesempeñña desde su infancia . Si habéis reído. Claudina en la es-

historia disfrazada de Colette—sabréis que á laedad en que otras colegialas extrañan todavía á sus mu-

ñecas, ella había devorado á espaldas de papá, libros quehacen doctora en ciencia -amorosa á-la-más ignorante'bachillera.

Terribles son estas cabecitas infantiles sabiendofríamente tantas cosas antes que vengan las vagas inquie-tudes de la pubertad . Corren el riesgo de quedar des-encantadas para el resto de la vida, porque esterilizan to -do natural movimiento de pasión al analizarse con crudeza.No, se puede ser impunemente profesor de psicología Confaldas . Cada cabeza así conformada es un jinete que

sabe á maravilla, sujetar los nervios encabritados:Este résultado es natural, es monstruoso.

Natural, monstruosa---dos epítetos que definen áColette. Y como ella ¡son tantas mujeres de París! . . :.A pesar de esto ó quizás á causa de esto, son encantado,-ras . Tan .poca sinceridad tienen en la pasión, que la fin-gen mejor que la misma realidad . No olvidéis` -que elbuen actor no debe nunca conmoverse con su propio r ol,como observó juiciosamente Diderot.

Pero hay veces en que el actor,' ó mejo r dicho, laactriz, es de buena fé en la tragi-comedia de la vida.Engaña á los otros y se engaña á sí misma . Busca sensa-ciones raras y diversas con la obstinación de un inglés

esplinático que viaja para hallar remedio á su hastío . Esel pecado original de Adolfo . Es el caso de Colette Willy.Sus experiencias amorosas indican una perversión senti-mental, pero sus costumbres continúan siendo menospervertidas que su cazón, como de sí mismo confesabael viejo Montaigne.

Y he aquí que este manojo de nervios delicados,casi enfermos, sufre una ruda sacudida . Colette Willy(antes Jeanne Colette) se enamora de Willy (antesHenry Gautier Villars .) ¿Se enamora? No conviene exage-

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rar . La seducen la gracia de este escritor—femeninopor su adorable frivolidad ; y su filosofía optimistade lavida, una filosofía no aprendida en cátedras ni estudiadaen manuales, sino formada al través de su roce diario demundano blasé . Una filosofía un tanto cínica que des-ciende en línea recta de ' Diógenes, pero que no se, alojacomo el maestro en un tonel, sino que se introduce en losboudoirs y contemporiza con las exigencias de la vida so-cial .

No me cabe duda que Colette se enamoró del lite -rato más que del hombre. Estos literatos que cazan mu-jeres con libros son temibles y estas mujeres que acu-den al reclamo son más temibles todavía . Todo pasó comoen el mejor dedos mundos . Se casaron y me apresuro ádecir que fueron felices . Cada año hacían un libro envez de publicar un hijo y creo que una vez en doce mesesconcibieron á luz con toda felicidad dos robustos melli-zos de trescientas páginas . Hablo de ellas en plural] ápesar de que las Claudinas sólo llevan la firma, de Willy,porque colaboraban en todas como acaba de afirmarloColette en su libro reciente : La Retraite Sentimentale.

Lo repito para que no dudéis : fueron felices . Dostórtolas que no separan los picos, Eloísa y Abelardo ca-sados y bendecidos por el Alcalde . Cada Claudina es,un epitalamio . Pero Colette había adquirido en la es-cuela inclinaciones equívocas y el matrimonio seaumentócon un tercer personaje femenino, para mayor placer deambos moralistas reformadores.

No era bastante practicar este eclecticismo en co-sas de amar, sino que era preciso confesarlo _y explotar-lo en libros que dan dinero . Bajo el dominó de Claudinase adivinaba á Colette ; bajo el antifaz de Renaud ó deMaugis se descubría á Willy. De tal modo se anticipa-ron á las malas lenguas injuriantes . Y este público pa-risiense, este excelente público parisiense, desencantadoy alegre, que tiene la virtud de no escandalizarse pornada, perdonó el cinismo con una sonrisa . Entonces, co-mo en Grecia, floreció una copiosa literatura lésbica . Na-cieron Pierrettes más atrevidas que las Claudinas . Y laseñorita Liane de Pougy comenzó á narrar eta novelaspaganas todos los encantos de su vida privada. Mientrastanto el buen público parisiense seguía sonriendo 3, com-prando por millares todos estos libros de fácil digestión,ligeros, picantes, estimulantes, que pueden saborearsecomo el aperitivo, entre dos cigarros.

Pero el tipo de Claudina estaba muy explotado porsus mismos progenitores . El público tal vezcomenzabaá fatigarse de Claudina y Claudina ., es decir Colette,comenzaba á fatigarse también . A fatigarse-cosa inaudita

—de su marido . ¿De qué no se cansan las mujeres? Y

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como continuaba siendo chiquilla, quiso Cometen una tra-vesura que alarmará y galvanizara á todo París. Quisorepresentar en un teatro . Por desgracia, ., su voz no ha-bía perdido el acento provinciano, tanto que, ella temióprovocar la risa . ¿Qué hacer? Representar una panto-mima. Y Colette mimó.

En el Olimpia, entre el bordoneo de Una sala llena,su cuerpo flexible y ágil onduló en contorsiones rítmicasque hubieran exigido una música insinuante, á ratosjuguetona, á, ratos triste ; que diera una voz á los vagos ges-tos déla pantomima, una música que se enroscara al al-ma como una intangible serpentina . No hubo música yademás la pantomima era mediocre . Todo lo salvó lasemidesnudez de Colette. Esta innovadora quería sorpren-der con algo nuevo y la innovación £iré no velar sus encan-tos bajo las redes cobardes de un maillot . . . . ¡Oh la se-locación entusiasta de los gruesos señores calvos, que nodespegaban de los ojos los gruesos anteojos relucientes!

Después los carteles anunciaban una nueva expe-riencia . En el teatro Marigny iba á darse por una solavez ese franco y valiente drama Pan, de Van Leeberghte.Pan, el gran dios pagano, resucita de Holanda y allí en latierra sometida al culto católico, impone su humano ye-terno culto, en que los únicos sacrificios se cumplen derodillas ante unos pies menudos y sonrosados y las ple-garias se rezan sobre unos labios ardientes.ro¡ que desempeñaba Colette—es la más devota prosélito.Pan la inicia en todos los ritos del amor . Por especialhomenaje al público ella no se presentó con la desnudezde una bacante . Terciada sobre las espaldas y, el vien-tre una piel ruda, debía evocar - á, aquellas criaturas di-vinamente esquivas, que los, centauros raptaban 'sobresus flancos ágiles y admiraban desnudas, al través de lafronda propicia, los sátiros de caras (le chivo . ..

Y á la luz nocturna de las baterías, entre árbolespintados, bajo un cielo de trapo, la admiraron los sáti-ros del siglo XX. Recogió lit acostumbrada cosecha desilbidos, injurias y aplausos entusiastas . ¡Pobre Colette!

ella le templan siempre las rosas con veneno.

¡La tercera vez! . . . . Ya os he narrado con pena elescándalo del Moulin-Rouge, ya jeremicé al contar querecibió en las tablas un triple homenaje de insultos, co-jinés y hortalizas . Y, cuando todavía este suceso hacíalatir la vena satírica de los cronistas, la comedia tuvo unepílogo inesperado. Willy presentó su demanda de di-vorcio . Al principio pensé que fuera un malicioso mane-jo de los, periodistas, estos periodistas de terrible imagi-nación que forman y deshacen hogares, asesinan y resu-citan á cualquiera para solaz de los lectores desocupados

Sin embargo, se, trataba de una comedia seria . Se sepa-

NUEVOS RITOS.- 47

Estarán en un volumen al alcance de todas las fortunas.Corazones disecados que viven todavía, vicios discretos yrecónditos narrados con amorosacomplacencia, gallardíasde estilo para describir, como Bocaccio amables impure-zas, todo ello entrecortado por los amores idílicos de unmatrimonio- art nouveau, todo ello y mucho más lo com-praremos á tres francos cincuenta . , , ,

NUEVOS R IT OS.- 48

En una Postal -

PARA C. M. A.

Quizá ya nunca nos encontraremos;

quizá ya nunca veré á mi amante desconocida:

quizá la misma barca de amor empujaremos,

ella de un lado, yo de otro lado,

como dos remos,

los dos bogando juntos y separados

toda la vida!

HECTOR CONTE B .