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Gño Panamá, abril 30 `be 1908 . no 2G 4 22et'ista Quincenal 3iustrába Peso tus rjos trilles eoino suele sus reliquias besar, en lar/o reza, una anciana piadosa . Ttucabeza que d »e?junaadas liviandades burle, Beso, porque mi beso le consuele: mi beso que es unción y es lrisieza, mi beso que es/ti limpio de impureza, mi beso que no mancha y que no duele. .ro bien sé que es romántica locura Ju'sar/e asi, con beso que no alcanza 4 encender /a pasión sensual é impura: más gusto de juma) , en suave alianza,, inri inspiración de amor y de ternura 4 /u ideal dr ensueño 7' esperanza. Luis § Zb'6ina .

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Gño

Panamá, abril 30 `be 1908 .

no 2G

4 22et'ista Quincenal 3iustrába

Peso tus rjos trilles eoino suelesus reliquias besar, en lar/o reza,una anciana piadosa . Ttucabezaque d »e?junaadas liviandades burle,

Beso, porque mi beso le consuele:mi beso que es unción y es lrisieza,mi beso que es/ti limpio de impureza,mi beso que no mancha y que no duele.

.ro bien sé que es romántica locuraJu'sar/e asi, con beso que no alcanza4 encender /a pasión sensual é impura:

más gusto de juma) , en suave alianza,,inri inspiración de amor y de ternura4 /u ideal dr ensueño 7' esperanza.

Luis § Zb'6ina.

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Nuevos Rítos .-6O4"

5LA Ario Cortaba

cía quince días que estaba en Constantinopla,y confieso que, á despecho del Bósforo, de San-ta Sofía, de las mezquitas y de los palacios, co-menzaba á sentir que el hastío me invadía de piesá cabeza, cuando un día, al subir una estrecha ysucia callejuela, atrajo mi atención una casa

construída toda de madera.

Su arquitectura, si es que se puededar á eso el nombrede arquitectura, no corría nada de extraordinario ; pero en lo al-to de la puerta bahía una placa de mármol negro sobre la cualse destacaba en relieve una mano que debió ser dorada en otrotiera po.

Esa mano me intrigaba ; mi dragoma-n, que afnrtunada,men-te era inteligente . adivinó mi curiosidad ,y me dijo.

—Esa placa de mármol recuerda una antigua historia .l_Que-

liáis que os la relate?

--Iba á pedíroslo.

Minutos más tarde tomábamos asiento en un 'caí(, dondenos prodigaron unas tazas de moka demasiado pequeñas, y pi-pas demasiado grandes, y mi compañero me contó lo si-guiente:

—Hace veinte años—dijola casa que acabáis de ver teníaun aspecto mucho más miserable aún del que tiene hoy, y lostranseuntes se preguntaban muchas veces cómo podían habitarcreyentes allí, donde apenas habrían podido vivir judíos óraías .

En fin, allí vivían, y, peor aún, allí sufrían.

En nna pieza de esa casa agonizaba una mañana un hombre,tendido sobre unos pobres colines de los que se escapa lapaja .

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Ytnvos Rítos .,606

Luégo, volviéndose lacia mí mi salvador, rae intc rrogó yn rpreguntó rni nombre . Tenía un aspecto tan bondadoso, ciadtuve confianza en él y le conté todas mis miserias.

Cuando terminé de hablar, lo oí que nlurmm. aba : " i Pobre.pequeñnolol " Luégo deslizóen mi canastillo estas t r es munoolas de oro, y cortando un pedazo de su cinturón, me lo dió, dicién dome que fuera ma&ana, temprano al palacio del Sultán y se.lo presentara al oliciat do guardia, quien pie diría lo que tenía,quo hacer . . ..

--i [1L palaeio deL 51ltán t_ . I.un5 el pad.rcr d Méhbumtqué cosa anís extrafial . . ..

Al día siguiente y á la hora indicada se presentó el nido ála puerta del palacio. Fin cuanto mostró el pedazo de cinturónlo introdujeron á los departamentos privados, y minutos des-pués lo condujeron >t una especie de kioslro espléndido, donde•vió tendido. sobre cojines ele seda á su salvador de la vispera .

El niño, con esa enea madura expontaaneidad que sólo perofenece á la infancia, corrió hácia él y cogiéndole sUs manos lasllevó tt sus labios.

Dos sombras negras estuvieron á punto de lanzarse contener el movimiento de ;Méliómet, pero una señal del amo losvolvió á su primitiva . inmovilidad.

A;I ;jefe de los creyentes hizo sentar al nulo á su lado y con-versó con él durante mi largo rato; luego, encantado de 1u, gen-tileza y de la, inteligencia del ;joven Alí, hizo llamar al Jefe de lasIllseuelas, le dió sus instrucciones y despidió su protegidocargado de presentes, diciéndole que so ocuparía de él.

iY cosa extraordinaria.! el Sultán cumplió su palabra ,y noolvidó al niño.

Algunos días después Méhénet ingresaba la primera es-cuela de Constantinopla, donde,gracias al su inteli gneis y á . suconstancia para el trabajo, llegó á ser pronto uno de los másbrillantes alumnos . De vez en cuando, el Sultán mandaba lla-mar á su protegido y comprobaba los progresos y el desarrollode esa inteligencia que considerabacomo obra suya y de la cualse sen tía tal vez orgulloso en su interior.

Hin embargo, no por esas prosperidades olvidó iUlébéuupt iisu padre ; gracias á la generosidad de su ilustre protector, elanciano salió de la miseria en que estaba sumido y su hijo leprodigaba luda clase de atenciones para probarle su ufee-cióu .

Méhémet quería á su padre con un -amor sin límites, exa-gerado (asi, (1001(1 saben amar los lnusnhnu.nes . i une llegan alextremo de no discutir siquiera las acciones buenas ó pialasque cometen las personas queridas, y soportan sus genios, susbrusqueda,des,y sus caprichos, culpando de todo á la fatali-dad

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Nuevos Hitos., 607

1±;1 viejo A]t h'ibría podido rtuninad un enhuera sin que :au hijaDnhúbierrar adoraf,Jca menos por eso.

El trino por fin llegó a ser hombre, y ln ocey`ido por la manntodopoderosa del jefe de los creyentes progresó rápidamenteten la vida .. Se conquistó una reputación muy merecida fi. sucienciaent re los r;rziCararz .v ir„ís 'rnstruidos, y ocupó el puesto de:segundo Secretario cerca de la persona del Sultán . Todo haciapresagiar quemo terminarían 'ahí sus óxitos, .euandoo:ircnlóo porJal palacio una gv'aunoticia . Acababa de descubrirse una granconspiración contra el Sultán, 'Se 'trataba nada . menos que deestrangular al Soberano actual y de colocar en su lugar á sutio. Pero felizmente, todos lo;; conspiradores habían sidoaprehendidos.

AI saber osa noticia, Méhémet, sin saber por qut5 , tuvo co'uno el presentimiento de una desgracia_

Al. día siguiente tuvo fa explicación de ese presentimiento.Gracias á su elevado puesto, la dista de los conjurados debíapasar por su vista ; a.l recorrerla, entro los apellidos de loshombres que habían meditado la muerte de su 1? .ienheclior, entcontra el nombre de su padre.

lila ese instante el Sultán lo llamó,

—Veo en tu rostro--te dijo el .lefe de los creyentes--quehas recibido una mala noticia. No tra inquietes por ti, esto nome Fiará . eaanb~iarr• absol ut ameute, ni disminuirá en nada la afec-ción cine te profesa ; pero conto conozco el carian que le tienestí tu padre, he querido evitaartey evitarme escenas penosas.No mepidas ninguna gracia inon él : he jurado -que la j us t icia sec;nnplirá ., yseré inflexible, aun contigo.

En el tono con que su asno dijo esas palabras t uuiprendieel joven oicléma que no habla esperanza de hacerlo cambiar deresolución, y se alejó con la . desesperación en el alma,

Móhóuret-Ali se había afiliado en cieno, ente algunosconspiradoles pertenecientes al viejo partido musulmán . ¿06-mm había podido olvidar todo lo que debía al Soberano actual, albienhechor de su hijo? ,:,Era un ingrato 6 nn espíritu dóbil'?Tal vez era In una y lo otro ; lo cierto era que había conspira-do y quo el tribunal, usando de gran cremen ; in, no lo condenómás que á q ue se le cortara la mano izquierdas Lu sentencia.debíaser ejecutada al día siguiente.

Ese mismo día Méhóanet pidió audiencia al Sultán.

---Senara

vcngo á pedimos una gracia .,

El Soberano frunció el entrecojo.

No se trata del perdón de mi padre exclamó c'ivaalenl

el joven no Dignaos, señor, escucharme algunos instan

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M,evos Áftos . . 6'0

tos, y no me rehusaréis ol favor quc implore. Os debo todo -- .._

continuó el Secretario después ale un momento de silencio—me'habéis hecho lo qua: soy; me habéis ,.olmedo s i n cesar ele benelirios . sin que yo haya podido probaron ;jamás [ni gratitud y miiabnegación . Ahora, un grupo de miserables Se lía atrevido 1.conspirar contra vos, ,y entre ellos se encnrentr+i mi padre . Ln:justicia IP Ira condonado á quo se ley corte- la unirlo, pero tí mí no ,me basta. eso, ni el Finber renegado de ese hombre ; se necesitann castigo ejemplar, terrible,i y VeI girá pe dinos autorizaciónpara ejecutar yo misma' la, sentene :.ia ..

- itiÓnixl- exclamó el Sultán-r.tú quieres ioompilazar al Ver-alm;o y cortar tú in +ronda itrinoti,padre?

Piro, dy tu cauriiíu p.m él?

n ,.riman ha. muerto mi arfecejóri

Ill F3ullán vaciló largo rato, luego como presa . Cien ,u bita ve-exclamó uc arando fijaneente al ;joven:

-' sea ; daré mis órdenes . . : pero exijo que uo1 t i algas. t Ceseismo la ruano de tu padre.

V guando Méllémet se aleló, murmuró'

ali é aquí toque puede, hace,. la aln.bición r_u uu Bajo! . . ..

Al di siguiente el hijo de Alí se presentó ,ente el Su día.ístaba muy p.íhdo y parecí i :gnehenorse apenas cu pie.

Y bien'; --preguntó el Soberano,

La ejecución se ha. cumplido, .señor,

Y tendió á au amo, eu silencio, luna 100)0 qni aún sari-graba . ..

iMisei able! -exclamó el J e fe de loas creyentes, lleno deror---lías creído conquistarte mi benevolencia y probarme Inabnegación, cometiendo casi un parricidio ; has pisoteado todoslos yentitnientos Citarles para serv'r .é tus ambiciosos Tiro ,1'ce-tos . . . . Pues hien, esos p oyeetos se te han desbaratado : todaini afección se ha cinildado en desprecio, y cnuuo nn quiero queün tacho tan abuurinahle 11( .-de s 'm casi ip?;o, te condena u i . prisiónlierpetaa . ;Guardias! prended .í ese hombre, atadle las roanosy conducid lb, al Caldillo de las Siete 'Corres!

Méhhmet nn }cabía pronunciado una, sola palabra, pela,gruesa : ; lágrimas corrían á lo largo do suv mejillas

Cuando los soldados Re acerc£i101i pasa prenderlo . rmn de^ellos le cogió el br izo izquierdo que el joven temía oculto „ajosu eaí' tara, y lanzó iin grite de sorpresa.

E n ese brazo, l i ti g a d o con algunas vendas cubiertas do san-grc, faltaba

¡ i i itano .

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Nuevos RYos,e609

Al vc r ole, . el Sultán lo comprendió todo,.

Si iAMhdmet había solicitado con tanto o(taapera) la autorizapara ejecutar él mismo la sentencia de los Jueces era para

evitarle el suplic.ioá su padre, infligiéndoselo á s( alisara) . Y«esa. mane que acababa de presentar al Sultán era suya.

--Ibet a aos—dijo el Jefe de los creyentes, dn a, ucndUSO tí plus.,guardias.

Y Luego, acercándose al joven, agregó:

--Te había. juzgado mal, Móhómet, y te debo una rornpen-•sación . Acontaar de hoy serás mi primer Secretario ; te conce -do, además, el perdón de tu padre, y quiero quo en recuerdo detu abnegación filial se coloque en la casa de tu padre una placade mármol negro con una mano dorada en realce

--Esta es--dijo mi dragomam--la historia, de la mano corta .-da, que habéis visto hago un momento

Y se bebió su dócil ~rala rta taza de café á manera das con-c_ .l u sión .

_N.L 1)ll UNJAN .

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¡Vüe vos Ritos . GJCI'

( -t 1 ,1 1

n

¡Oh reliquias en sus labios fae~-ogidaCon el tílt¡mfi soplo de la vida.

Con su postrer adías!¡Sublime redentor del triste mundo 1.¡Recuerdo de un arcángel moribundo f

Oh- símbolo ele amor !

:i Cuántas veces• las gotas de m(11-orolían resbalado por tus pies, que adoro'

Desde el instante aquelEn que pasaste de su pecho inerteA mis inanes, del beso de la muerte

'Libios aú_n los pies.

El cirio lunedrtur io derramabaSu tenue luz; el cura murmuraba,

1In himno sepulcral;Tierno como la dulce cantinelaCon que arrulla la madre y se consueh1

El - ángel- del hogar,

En su frente de nítido chi-RastroBrillaba aún con el fulgor ele astro

La redentora fe.,En su rostro el dolor resplandecía.Y la muerte grabada ya tenía

Su magestad en él,

Su cabellera el viento acariciabaY á cada: 1novimien1:o me velaba,

(> me. dejaba ver,Su bello rostro de perfil hebreo,Cual flota sobre blanco mausoleo

1 a sombra ele un ciprés,

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Nuevos Rítos .- 611

Pendía un brazo del mortuorio lecho;Con el otro doblado sobre el pecho

En tierna adoración,Acercaba á su faz descoloridaY tétrica la imagen bendecida

Del Cristo redentor.

Y sus labios juntó, lánguidamente,Para posar en la Divina frente

El beso postrimer,Pero su alma voló. como el perfumeQue en la antorcha sagrada se consume

Y se eleva al arder.

Todo durmió sobre su cuerpo helado.En su seno el aliento perfumado

Reposaba en quietud;Y su párpado, inmóvil, como un velo,A medias ocultaba el hondo duelo

De su ojo sin luz.

Y yo, mudo, de horror sobrecogido,A los despojos de aquel sér querido

No me atreví á llegar;Cual si al pasar sobre su cuerpo inerteLo hubiera consagrado de la muerte

La cruel magestad.

No me atreví ; mas compran diendo el curaMi silencio, hacia el lecho de tortura

En calma se avanzó;Y tomando en la diestra el crucifijo"He aquí el recuerdo y la esperanza, (lijo,

Lévalos, tuyos son . "

Sí, tu me quedarás ¡oh triste herencia!Siete veces en plena eflorescencia

El árbol que plantéSobre su tumba, solitario ha estado,Desde entonces reposas á mi lado

Cual parte de mi sér.

Vecino al corazón lo has defendidoContra el tiempo ; tú has hecho que el olvido

Se detenga ante tí;¡Ay, y mi llanto que el dolor no agotaHa grabado al caer, gota por gota,

Su huella en el marfil !

Confidente del alma que se aleja,Ven ; tu mutismo funerario deja ;

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Vén, apóyate aquiContra mi pecho ; dí ¿qué te decíaElla, cuando su voz débil y fría

Llegaba sólo á tí?

A esa hora en que el alma recogida.Se esconde tras el velo que la . vida

Tiende sobre el sérAl terminar, y libre se repliegaFuera de los sentidos, sorda y ciega

Al adiós postrímer;

Cuando todo en el ánimo se apagaY entre la muerte y la existencia vaga

El alma, 'cual la florDel tallo por su peso desprendidaY tiembla á cada aliento suspendida

Entre la tumba y Dios;

Cuando al suave y tétrico conciertoDe los sollozos, queda sordo y yerto

Nuestro espíritu ya,Y á los labios del triste agonizanteTe adhieres tú hasta el postrer instante

Como amigo leal,

Para guiarlo en el estrecho pasoY elevar su mirada hacia el ocaso

Donde brilla la luz . . .Consolador sublime, en esa horaEn que la angustia el alma nos devora.

Dí, ¿qué nos dices tú?

Tú que sabes morir, padre del triste;Tú que una noche de dolor, cubriste

Con lágrimas de hielDel olvido sagrado las raíces,Llorando por los hombres infelices

Que reniegan tu fé,

Desde el Gólgota viste el gran misterioEl inundo convertido en cementerio

Y á los pies de la cruzLlorar tu madre cor dolor profundo.Tus amigos dejaste aquí en el mundo,

Tu cuerpo al ataúd.

En nombre de esa muerte yo te ruegoQue al extinguirse de mi vida el fuego

Exhale sobre tíMi postrimer suspiro y á esa hora

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38'510,

Nuevos Rítcs .,el3

Recuerdes tu agonía redentora,Tú que sabes morir ..

Yo buscaré la delicada huella'Quejen tus pies imprimió la boca de ella

Al pronunciar su adiós,Y su alma pura bajará al instante-ara llevar con ella mi alma errante

Al seno de su Dios.

'Que entonce un sér en lágrimas deshecho)Temblando llegue á mi mortuorio lecho

Cual un ángel de amor,A tomar en mi boca contraída,Crucifijo., tu imagen .bendecida,

Como el últimodon..

!Sostén su espíritu al postrer momento..Cuando llegue la hora del tormento

Ay! calma su ansiedad,Y que gaje de amor y de esperanza,.l)e la mano que parte á la que avanza

Pases, fiel talismán

Hasta quo suene el ángel en el cieloSu clarín ven tropel surjan del suelo,

Dejando el ataúd,Los que gozan del sueño indefinibleDe la muerte, á la sombra bonancible

De sempiterna cruz .

.sAMIJICL LEW.IS..

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Nuevos Rítos . . 614

a JresLa bahía de Limones, toda somnolienta, protestaba

apenas del orgullo de las rocas que contienen su empujehacia la tierra. Recibía tranquilamente las caricias silen-ciosas y humildes que el enorme río le tributa por su bra-zo--canal . Todo es mansedumbre y no se oye más que elruído del agua formado por ella misma contra una barqui-lla á vapor que espera allí en la orilla, amarrada á uno delos pilares sostened )res del Muelle, hacia el lado de Cris-tóbal . Es de mañana, en día de descanso, y por aquellaapartada orilla no hay movimiento de trabajadores, ni co-rrer de locomotoras . Sólo la barca, con su Capitán á bor-do, está allí,--entre la ciudad y el mar profundo—en es-pera de los que van á realizar su proyectado viaje al pue-blo de Chagres.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

Ya estamos todos dentro la débil barca, y comenza-rnos á ascender el río 6 trazo del canal francés.

En cuanto dejamos la bahía principiamos á ver en di=ferentes puntos, dentro del agua, derruidas excavadorasy enmohecidas remolcadores ; enormes grúas con cadenasennegrecidos ; y, sobre la ribera, pequeños carros y rielesdiminutos que nos recuerdan la labor sensata de la «Com-pañía h`rancesa del Canal .), A ambos lados el monte, enpartes tallado, con árboles corpulentos de hojas marchi-tas y flores vivientes que semejan sabios séres gastadoscon el obsequio que de su savia han hecho á la Humani-dad, y de lo cual no les queda más que la prueba de sustriunfos : guirnaldas de gloria y las páginas de sus librosmanoseados .

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Todo aquello convida al pensar . Se sumerge uno enhondas meditaciones acerca de la humana vida, de la Na-turaleza . y de lo Infinito ; y hasta el susurro de una risadulcemente casta para idear música de ángeles y cantarde dioses . Si á esto se agrega el blando vaivén de lasaguas dormidas, las perfumadas brisas del norte, el As-tro-Rey con sus luces magnificentes y el canto melodiosodel pajarillo, con todo lo bello del paisaje, la travesía porel canal se hace completamente encantadora.

Mas luego recibimos una contrariedad : nos encontra-mos con el yankee en su soberbia ridícula, despreciandoel camino ya trillado por los franceses y derrumbandoeminencias para hacer, incientíficamente, un distinto cor-te hacia el Atlántico. Esto nos produce, entre otras co-sas, honda compasión por aquellos desalmados adorado-res de sus propias monstruosidades, y no menos que unaespecie de dolor al comprender como se arrojarán inútil-mente cantidades de millones de oro en los proyectos deconstrucción del canal por nuestro Istmo.

Sinembargo, viajábamos para divertirnos, y no íba-mos por el capricho bestial de otros muchos, á dejar derecrearnos con todas las bellezas que la Reina Naturale-za nos brinda á cada lado del río.

Llegamos á Gatún, la isla juguete, que se me antojóun condenado á muerte arrojado al mar con dos pesos in-mensos como grilletes . Esta islita, en un tiempo tan pin-toresca, de positivo movimiento alguna vez, sufre hoy lasagonías de su perecimiento . Paladas sobre paladas detierra y gran cantidad de pedregones van ocupando cadadía el lugar que la vieja casita ó el fruto suculento consi-deraban anteriormente como suyo . Y todo muere allí,hasta el lerruüismu . La gran esclusa se agiganta destru-yendo las viviendas de los antepasados y trocando en tris-te lo que era alegre con sus bohíos . Se apercibe rápida-mente el llorar de las lomas y de los cultivados camposvecinos al perder de vista la adorada que sonreía con sueterna hospitalidad. Oh! qué duele el morir así bajo lapresión de piedras arrojadas por manos exóticas!

Pero ya nuestra barquilla ha vuelto la proa,y partien-do de aquella llamada isla, que hoy no es más que un re-cuerdo, se dirige ligera hacia el lado izquierdo del ánguloagudo que forman las dos grandes brazos del río ; el unocanalizado y quieto, y el otro rebosante y engreído.

De nuevo la vista entra á la contemplación, que se ha-ce más interesante porque son mayores las grandezasque presenta el terreno con sus pintorescos pequeños va-lles y sus orgullosos árboles centenarios ; porque aquí y

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allá hay casuchos que huelen á Patria y soberanía ; por-que hay gentes y cacarear de gallinas y graznar de patos;y se ven plantas cultivadas y bananales extensos.

El mismo río en su caprichoso correr es imponentey, en partes, increiblemente arquitectónico. Se le véseguir directamente á grandes trechos, dejando sus ri-beras tan perfectamente paralelas, que nos parece unaenseñanza maestra de calles anchas y rectísimas.

Hay contento en nuestra barquilla ; pero el entusias-mo cunde al entrar en la "Calle del Castillo", desde don-de se comienza á ver éste. Ya se divisa sobre lo másalto del fuerte el bello pabellón panameño: flota arrogan-te hacia el mar y el rí .>, en plena desembocadura del ma-gestuos:) Chagres. diciendo que en la planicie, á sus piés,se encuentra gente toda de nuestra habla y de nuestrasmismas costumbres.

Avanzarnos un poco más y ya vemos las chozas con lagente t 1 es i1 has, alerre con nuestra visita; s acercanlos cayuqueros á pelearse nuestras personas para sus ca-yucos, y algunos de los excursionistas, entusiasmados,comienzan á tomar vistas de todo aquel bello paisaje y suspormenores artísticos.

Luego que llegamos á tierra comenzamos nuestrasexcursiones, y muy cerca del pajizo caserío, tras una lo-ma, nos encontrarnos con arroyo de agua transparente ypura que convida tí la ablución . Un baño allí se hace im-prescindible para el viajero, y yo, como algunos otros,tendido bajo la armónica corriente permanecí, mudo pormucho tiempo, como temeroso de terminar con la delicio-sa sensación que confortaba mis sentidos insaciables.

Con todo, hube de salir de aquella encantada fuenteque canta toda la 'ida de las aguas dulces y hacía de mídébil presito enamorado (le su finura.

Y después de haber alimentado sobriamonte el cuer-po, cuando ya el Emperador de las luces, fatigado, comen-zaba á declinar hacia el Poniente, yo y todos los demásque formaban parte de la expedición ascendímos al fuer-te de <San Lorenzo .»

La impresión sensata que á todos c , usó aquel Casti-llo magnífico que á pesar de los muchos lustros que tie-ne de existencia, y del abandono en que ha estado desdesu desocupación, se encuentra aún vigoroso, burlándosetristemente, eso sí, del fiero mar y de los árboles y arbus-tos que han nacido en su seno para oprimirlo—esa impre-sión es algo muy alto para que pueda ser descrita por miinteligencia.

Ha ya algo más de tres años, cuand.r todavía perma-necían muy latentes en mí las tendencias amorísticas por

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lo granda y 1) boli t, al visitar el Castillo y ver, con aho-ra, aus grandes cañones y sus cartuchos para granadas,sus bien plantadas garitas, el lugar que ocupaba ''elpuen-te," para dar paso al fuerte, sobre "el foso" profundo, ytodo la valioso de aquella gloriosa ruina española, no pudemenos que sufrir una enorme sacudida en mi alma de jo-venniño, y, sintiéndome inspirado, cantar así al «SanLorenzo :"

"Al mirar la grandeza de tus ruinas,"Por tus ruinas admiro tu grandeza . "

Hoy no me habría atrevido á tanto, y quizá la labor demi ingenuidad no merecería tan alto galardón como el conque me obsequió entonces una normalista de grao inteli-gencia y raramente hermosa, interiorana como yo, perode diferentes pueblo y provincia á los míos, quien recita-ba ese pensamiento mío con una satisfacción ingenua yexquisita

Allí en el Castillo permanecimos algún tiempo, rete-nidos por el entusiasmo religioso que nos infundían todossus departamentos y pormenores . Tres de los excursio-nistas nos metíamos de aquí y de allí, y disparábamoscontra el mar y la arboleda lejana ; mientras que nuestrosvalientes compañeros del sexo débil, reclinados sobre unrimero de balas cubierto de gramíneas, cantaban triun-fantes el himno nacional.

Pero ya era tarde, y dejarnos, no sin tristeza, aquellasoberbiedad rocosa donde trabajó el hombre inteligente-mente, para su defensa, entonces—que hoy un sólo explo-sivo lanzado por el acorazado potente bastaría para la des -trucción de tan memorable monumento ;—bajamos la lomarecogidos, en un estado de contemplación íntima

Y luego, cuando después de haber subido el "Cha -gres" en nuestra barca á vapor y volteámos hacia el bra-zo derecho del gran río, bajándolo, y volvimos á ver la la-bor yankee y las grandes excavadoras derruidas, y loscarros y rieles diminutos sin ocupación, una suave melan-colía sobrecogió mi espíritu hasta que vino á contentarmela ciudad de Colón todo luces, y la faz risueña de una ni-ña enteramente adorable.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

La barquilla, formando á su paso olas considerablesque azotaban las plantas acuáticas de una y otra ribera,arribó al fin al lado de Cristóbal, en la bahía de Limones,y fue asegurada para que desembarcáramos á uno de lospilares sostenedores del Muelle Nv 11 . No había por allímovimiento de trabajadores ni correr de locomotoras pe-ro el Atlántico, ya bien despierto, de vestido glauco con

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ribetes níveos, al verse aprisionado en un puño invisiblepero inmenso y poderoso, gemía con lamentos aterradoresy se empinaba furibundo lanzando apotegmas misteriososen su tremendo rugir, que iba moribundo ;í perecer en unlarguísimo beso rabioso en las rocas de la orilla . . ..

Febrera de 190K

ÍTOR .ACTQ RAN(=EL_

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"oe mi líttorto"1Hace días recibimos el libro de ver-

sos de nuestro inteligente amigoLuis (1 . López y estábamos escri-biendo un juicio sobre la obra cuan-do nos ha sorprendido el brillanteartículo de Carlos ViI]afañc, publi-cado en el "Nuevo Tiempo Litera.rio," que dirije en Bogotá IsmaelEnrique Arciniegas.

El libro de 146pez ha sido nitidamen-te impreso en Madrid y viene dedi-cado por su autor it nuestro compa-ñero de labores Guillermo An-dreve . j

Gregorio Pueyo y la Tipografía de la Revista de Ar-chivos son en la capital del reino español las casas edito-ras más solicitadas por los inteiectualos que en prosa 6en verso espigan en la armoniosa lengua de Castilla . Nosé si será que estas casas ejercen menos tiranía sobre lascapacidades pecuniarias de los autores que á ellas llegancon el consabido manojo de originales bajo el ala 6 que a-quéllos las predileccionan por cuestiones de nitidez, esme-ro y cumplida palabra en sus pactos, pero es la verdadque por las prensas de Pueyo y de La Revista desfilan,en glorioso conjunto, nombres de auténtica valía,de prestigio internacional y de alta significación en el te-rreno del gay-decir : Martínez Sierra, Valle-Inclán, losMachados, Trigo, Díez-Canedo v muchos más de los ac-tuales son personalidades familiares á los diligenteseditores matritenses.

«De mi Villorio» es el nombre con que Luis C . Lópezha bautizado el primer libro de versos que entrega al tanrenombrado "público lector . " El editor ha hecho conlos originales del poeta cartagenero un ligero volumenque puede ser leído mientras el puntero de un reloj reco-

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rre un trayecto de treinta minutos . Testados al mar-gen han sido aquellos temibles mamotretos con que lostrovadores del "antiguo régimen " aplastaban la pacienciadel lector más desocupado y más dispuesto al buen oficiode la lectura. Bien haya el autor que armoniza susobras con las modalidades del moderno vivir, de este vivirque tanto aligera sus pasos hacia el enigma de los díasque vienen.

López no es un recién llegado á la República del vie-jo Platón, y tienen su obra el mérito de ser producto deun medio en que talvez la labor aislada de una. inteligen-cia bien armada para el arte de la palabra escrita, corre,en muchas veces, el peligro de ser maleada por ese pro-saico eSpíritu (le mercantilismo que ha tomadola vanguar-dia en nuestro siglo . Precaver el "Jardín interior " deesa atmósfera anuladora de toda buena primicia, equivaleá tener, sobre todas las cosas, no sólo aquello que deno-minan "el valor de tener talento, " sino -y lo que es mássingular—el talento (le tener valor, máxime cuando, co-mo le acontece á López, el sentido estético, por feas im-posturas de la vida, tiene que ir debracero con el "Dia-rio " y el "Mayor " y con los secos manifiestos visadosen la Aduana.

Una gran verdad formula Cervera---ese otro artíficeraro que abre con llave de oro fino las puertas del peque-ño libro—cuando dice ser López el más original de lospoetas de Colombia. (Fuerza será especificar que elprologuista sólo alude á los de "ahora, " no suceda que al-gún heredero de glorias pretéritas venga á destacan- cual-quier entuerto imaginario.)

López no pertenece á nin-guna escuela, á ninguna parcialidad literaria .

Es úni-co en su género, en la manera personalísima de exteriori-zar el paisaje que lleva dentro . Leed un soneto de-Luis C. López y decidme si esa agridulcedumbre—mez-cla de risa y de melancolía—que dejan los versos del poe-ta cartagenero no es la manifestación de un solitario delArte que mira hacia el paisaje y hacia la vida con ojos desingularísima sutileza, familiarizados hasta con las másenmarañadas sicologías de las cosas. Pudiera decirse—si hemos de creer en la leyenda de "las Escuelas" quela de López es una "escuela rural, " desligada hasta ensus más remotos detalles de esos cánones ó ritualidadesque muchos criterios, eqivocados quizá, suponen de irnposible prescindencia en las obras de los que se han llamado modernistas.

López testimonia, aun á la vista del más miope, que,propiamente hablando, lo de las h,scuelae no pasa de serun simple rótulo de aplicación acomodaticia y que lo queen conjunto se llama "modernismo " ha reivindicado enliteratura, por muy amplio modo, los fueros del indivi

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dualismo, la libertad completa del "yo, " sujeta antaño ála cadena retardaria de un tradicionalismo llevado á losextremos.

"Un latimanoterrorífico-dice Cervera-una románticasuspirarte, un crítico efusivo, un gacetillero lívido, ununiversalista de gafas y barba corrida, haciendo coro conuna inexplicable generalidad, exclamarán : Extrava-gancia, decadentismo, talento perdido! " Y aquí en estaSantafé de los atenienses no faltará tampoco un retrógrado del Arte que ponga al margen del libro un gesto dehostilidad preconcebida tan sólo porque López no se hadoctorado en la materia . Ni faltará-Biaslo sabe—uncrítico libresco de malas pulgas que vea en la primige-nia obra de López una coyuntura caída del cielo para ve-nir á decirnos sobre el libro cuatro conceptos tomados enla alforja del compadre Perogrullo .

Porque aquí enen esta capital del reino la cuestión crítica sólo reza conla situación . Sain Beu ve. Taine y Fagnet:, con su crí-tica docente que funda, corrige y enseña, no tienen unamano que h,s desentelarañe ni quien sacuda el polvo á lasménsulas donde duerme .

Pero en cambio hay gentesentregadas al vicio de la valbuenería.

Yo le agradezco al poeta de Cartagena de Indiasla intensa emoción que me ha regalado al suscitar antemis ojos de provinciano las mismas visiones familiaresque en un florido antaño cruzaron por frente á mis añospueriles : el señor Cura de la Parroquia que á la luz tar-decina del sol entra en la Iglesia mientras las campa-nas del "Ángelus " santifican la tranquilidad de la al-dea; el señor Alcalde, segundo personaje del perímetromunicipal, el señor Alcalde con "panza de capoto y perfil

de hull- dog, " hombre 'de pelo en pecho que se aflo-ja el cinturón después de tomar la "lugareña sopa ; " elbarbero del pueblo que recoge todos los chismes del lu-gar para distraer á su clientela mientras afila los instru-mentos de rasurar á los vecinos, todas esas cosas, en fin,cuyo recuerdo retoña al través de los (lías, pasan por ellibro de López come por uu multicoloro lienzo de cinema-tógrafo. Y después "sobre la túrba de los descamisa-dos, sobre el pandemonium abigarrado que se deja comul-gar como por un acento sirenaico por la actitud apostóli-ca del primer chiquilicuatro que asoma á la esquina, ve-mos que el endecasílabo de López se cierne á manera deuna disciplina juvenalicia.

López ha sabido ser sincero con su arte, acercarse,más que ninguno, á la verdad de las cosas y reflejar en elfondo de su obra, hasta en los más inimaginados detalles,toda la poesía del ambiente vivido . No ha sacrificado elvuelo de una emoción artística á la rebeldía de un alejan-drino ; descoyunta el verso y salva los fueros del ritmo .

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Y en la atmósfera mal avenida con su modo de pensar vde escribir, ha tenido—lleguemos al decir--la misma teme-ridad de Mallarmé : la de un hombre de cristal que se in-terpusiese entre dos ejércitos que estuvieran batiéndoseá honda.

No dejará de chispear en una que otra rima del autorde " De Mi Villorio" una ligera reminiscenciahumoristaim-pregnada del espíritu de Laforgue, pero . . _son acaso im-posibles bajo el sol las afinidadés espirituales y la comu-nión de puntos de vista y no hay autores que influyenpor muy benéfica manera en nosotros sin que esta fami-liarización de las mentalidades pueda confundirse con elprurito de la imitación?

La originalidad de López ca-brillea en sus versos con luz propia . Sobre los senti-dos de este artista la vida y el paisaje ejercen un presti-gio atesorado de singulares sugestiones que el poeta re-fleja en todos sus detalles . Su alma tiene la virtud delas claras aguas cinegéticas que reflejan la actitud delsauce taciturno ó el alma encendida de la tarde.

Que siga López—estos son nuestros votos--tañendo sucaramillo de voces provinciales en la legendaria ciudad dedon Pedro de Heredia; que se rían sus versos de la tragi-comedia de todos los días y de la postura que adoptan losque se buscan el trabajo de tomar la vida al pie de la le-tra, (no es saludable llevar alma adentro un clown que ríafilosóficamente sobre ciertos detalles humanos?) Fren-te al ensueño del rimador festivo v melancólico está elgran poeta milenario, el mar azul que llora sobre el sueñode las playas su cautiverio secular ; sobre el amplio litoralhay palmeras unánimes que cantan bajo las brisas del a-tardecer y manglares de frondas incendiadas por el cre-púsculo . 'lodo para que el poeta difunda el alma en lamaravilla del paisaje y para que desde la piedra ribereña,descifre la parábola que en el horizonte anochecido des-criba el vuelo de una gaviota ultramarina . . ..

CARLOS VILLA PASS .

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t)ÍVAGA (II(>N±ES.A. M. Honrase ALB

Incienso y mirra, . sangre coaguladade los troncos heridos, y oro purodel que atesora el socavón obscuro,sobre la tierra del milagro un d.ía.ofrendaron los magosen lo solemne de la . Epifanía.

, Oro, ya envilecidopor la codicia de los hombres, llorocuajado sin brotar en las entrarlasde nuestra madre fértil . . . Hoy el oroes ofrenda que insulta.

Esos magos adustos muchos díassobre las gibas de sus dromedariosrealizaron un viaje de agoníaspor ignotos caminos solitarios;y dos supieron descifrar ¡divinos!la hermosura del símbolo que encierrael llanto coaguladode los árboles viejos de la sierra.

Ah! los arboles viejos que han miradodesde la cumbre altiva de los montes,con un mirar nostálgico y cansadoaños y años los mismos horizontes;que han sufrido el abrazo interminablede la liana en lujurias insaciable;árboles que permitencon aquiescencia tácitaque sus savias transiten

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Nueves kilos,-'GZS

ad tallo temblador dula parásita;'ah! los árboles viejos que se enfloranpara mirar al cielo,'en tanto que los troncos junto al suelorn la penumbra de las zarzas lloran . . . .2

Cual la resina el verso.1)n la pena recóndita y secretaque nos desangra en el camino adve rsdrla raza de los hombres da el poeta;el soñador que cantala belleza del nácar de la auroray el dolor de las tardes opalinas,la leyenda que el tiempo descolora,lo que vendrá,

¡Los versos son resinas?

Alma que la brumosa lejaníallenó de vaguedad ensoñadora,almita. enferma de melancolíav en espera eternal ; alma que enflorael poder del ensueño, alma dolientey abrazada de amor, alma oportunaque quisiste llenar todas las almasde luminosa castidad de luna;esperanzas y sueños, labios rojos,miradas inclementes, cabellerasvistas solo una vez, risas felinas,todo fué acrecentando tus ojerasy can tases . _ . tus versos son resinas

Estas sobre la brasa . . . Necesitadel inflamada trébedes el verso,necesita el dolor para que su rjael perfume que llena el universo

r,ttrs TA BLANCA,

Ocaña (Colombia) .

Para. Nuta'crs Puros,

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San Salvador, marzo 15 de 1%8.

Señor:

Tengo la honra de participar á Ud .. tuve en presencia

de los socios titulares y honorarios de la Academia de

Ciencias . Letras y Artes de Ll Salvador, reunidos en so

lenine sesión pública el (lía de hoy, ha tomado posesión la

nueva Junta Directiva elegida para el período 1908 1909,

compuesta del personal siguiente : Presidente, doctor

Francisco Vaquero ; Vicepresidente ; doctor Víctor Jerez;

Vocal, Ingeniero Pedro S. Fonseca ; Fiscal, doctor Fran-

cisco Martínez Suárez ; Tesorero, doctor Eusebio 13raca-

monte ; Secretario (reelecto por 5`c vez), don José 1) . Cor-

peno ; y Prosecietariobibliotecario, don Salvador Calde-

rón R.

Espero que al tomar Ud. nota de lo anterior, conti-

nuará prestando su valioso concurso á la Academia y de

manera especial á la fraternidad intelectual hispanoame-

ricana.

De Ud . con muestras de alto aprecio, me suscribo su

afectísimo S . S .,

JOSi'1D. CORPEÑo.

Secretario.

.~11 Exmo, sc)7oi don Rica /o /fió .

Panama .