40(01) - Siete Consejos Para Un Buen Lector

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SIETE CONSEJOS PARA UN BUEN LECTOR. 1. Leer las lecturas antes. Si puede ser, en voz alta y un par de veces. Leerla para entender bien el sentido, y para ver qué entonación hay que dar a cada frase, cuáles son las que hay que resaltar, dónde están los puntos y las comas, en qué palabras podríamos equivocarnos, etc. 2. Al estar delante del ambón, vigilar la posición del cuerpo. No se trata de adoptar posturas hieráticas y rígidas, pero tampoco se debe leer, por ejemplo, con las manos en los bolsillos, con el cuerpo echado sobre un pie o el cuello torcido. 3. Situarse a distancia adecuada del micrófono para que se oiga bien. A veces por causas de la separación se oye mal. No empezar, pues, hasta que el micrófono está a la medida (y cuál es la medida correcta se ha de haber aprendido antes: a un palmo de la boca acostumbra a ser la colocación adecuada: mas que no parezca que te comes el micro, como hacen algunos cantantes). 4. Leer lentamente. El principal defecto de los lectores, en una sociedad de nervios y de nula educación para la actuación pública, es precisamente éste: el leer deprisa. Si se lee velozmente, los oyentes quizás sí conseguirán entendernos, pero lo que leamos no penetrará. Hay que desterrar, pues, el estilo del lector que sube y comienza la lectura sin mirar a la gente, y marcha más de prisa aún. Y no es eso: hay que llegar al ambón, respirar antes de empezar, leer haciendo las pausas en las comas y haciendo una respiración completa en cada punto, dejar una pausa antes de decir “Palabra de Dios”, escuchar desde el ambón la respuesta del pueblo, y luego volver hacia el sitio. Aprender a leer sin prisas, con aplomo y seguridad, ciertamente cuesta: por ello es importante hacer tantos ensayos y pruebas como sean necesarias. 5. Vocalizar. Esto es: remarcar cada sílaba, mover los labios y la boca, no atropellarse, no bajar el tono en los finales de frase. Sin afectación ni comedia, pero recordando que se está actuando en público y que el

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SIETE CONSEJOS PARA UN BUEN LECTOR.

1. Leer las lecturas antes. Si puede ser, en voz alta y un par de veces. Leerla para entender bien el sentido, y para ver qué entonación hay que dar a cada frase, cuáles son las que hay que resaltar, dónde están los puntos y las comas, en qué palabras podríamos equivocarnos, etc.

2. Al estar delante del ambón, vigilar la posición del cuerpo. No se trata de adoptar posturas hieráticas y rígidas, pero tampoco se debe leer, por ejemplo, con las manos en los bolsillos, con el cuerpo echado sobre un pie o el cuello torcido.

3. Situarse a distancia adecuada del micrófono para que se oiga bien. A veces por causas de la separación se oye mal. No empezar, pues, hasta que el micrófono está a la medida (y cuál es la medida correcta se ha de haber aprendido antes: a un palmo de la boca acostumbra a ser la colocación adecuada: mas que no parezca que te comes el micro, como hacen algunos cantantes).

4. Leer lentamente. El principal defecto de los lectores, en una sociedad de nervios y de nula educación para la actuación pública, es precisamente éste: el leer deprisa. Si se lee velozmente, los oyentes quizás sí conseguirán entendernos, pero lo que leamos no penetrará. Hay que desterrar, pues, el estilo del lector que sube y comienza la lectura sin mirar a la gente, y marcha más de prisa aún. Y no es eso: hay que llegar al ambón, respirar antes de empezar, leer haciendo las pausas en las comas y haciendo una respiración completa en cada punto, dejar una pausa antes de decir “Palabra de Dios”, escuchar desde el ambón la respuesta del pueblo, y luego volver hacia el sitio. Aprender a leer sin prisas, con aplomo y seguridad, ciertamente cuesta: por ello es importante hacer tantos ensayos y pruebas como sean necesarias.

5. Vocalizar. Esto es: remarcar cada sílaba, mover los labios y la boca, no atropellarse, no bajar el tono en los finales de frase. Sin afectación ni comedia, pero recordando que se está actuando en público y que el público tiene que entender bien. Y una actuación en público es diferente a una conversación en la calle.

6. Mirar a la gente. Los ojos no han de estar fijos todo el tiempo en el libro, sino que de vez en cuando (no muchas veces) hay que levantarlos y dirigirlos con tranquilidad a los que nos escuchan. Eso crea el clima de comunicación necesario para una buena lectura. Y precisamente, ayuda a remarcar las frases más importantes: mirar a la gente en una frase importante la hace penetrar más. Además ayuda al clima de lectura lenta que hemos dicho. Dos cosas a evitar: a) decir frases muy largas sin “sacarlas” del libro, como si la palabra fuera tuya, y no recibida, b) bajar y subir mucho y rápidamente la cabeza (así hacen los pollitos de la granja cuando beben agua).

7. Leer con la cabeza alta. La voz resulta más clara y el tono más elevado. También así se puede mirar más fácilmente a la asamblea. Si es necesario, se puede coger el libro levantándolo, para no tener que bajar la cabeza.

(Reproducido de: Información pastoral CEFAC)