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    Hans Urs von Balthasar *

    Wer ist ein Christ?*

    http://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm

    Aparentemente, la pregunta "Quin es cristiano?" parece tener

    una respuesta sencilla. Pero cuando los "especialistas" y loscreyentes de a pie se la plantean, brotan innumerables cuestionesque la hacen enormemente compleja. Y sin embargo, el cristiano decada poca se ha visto urgido a dar su respuesta. Balthasar nosinvita tambin a nosotros a ello.

    CONTENIDO

    1. Pequeas escaramuzas.

    Una pregunta sutilPenoso aislamientoPor la estadstica, a la ticaEl peso de los muertosEl crepsculo de las imgenesReflexiones sobre lo controlable y lo insospechado2. De espaldas a Dios, o crtica de la tendenciaLa ambigedad de lo necesario

    Tendencia a la BibliaTendencia a la liturgiaTendencia a la ecumeneTendencia al mundo secular

    3. Dios ante nosotros, o quin es cristiano?Directamente al ncleoCmo concordar lo discordante?El punto centralLa alianza y el sEsto lleva ms lejos de lo que piensasEl evangelio slo es buena noticia para el pobre. Primado de lacontemplacinEl sentido de la afirmacin de una vez para siempreQuin es cristiano mayor de edad?Existencia en misinEl amor, forma de la vida cristianaQu significa practicar?4. Expropiacin de s y misin en el mundo

    http://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htmhttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#Peque%C3%B1as%20escaramuzas%23Peque%C3%B1as%20escaramuzashttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#De%20espaldas%20a%20Dios,%20o%20cr%C3%ADtica%20de%20la%20tendencia%23De%20espaldas%20a%20Dios,%20o%20cr%C3%ADtica%20de%20la%20tendenciahttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#3.%20Dios%20ante%20nosotros,%20o%20%C2%BFqui%C3%A9n%20es%20cristiano%233.%20Dios%20ante%20nosotros,%20o%20%C2%BFqui%C3%A9n%20es%20cristianohttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#Expropiaci%C3%B3n%20de%20s%C3%AD%20y%20misi%C3%B3n%20en%20el%20mundo%23Expropiaci%C3%B3n%20de%20s%C3%AD%20y%20misi%C3%B3n%20en%20el%20mundohttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htmhttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#Peque%C3%B1as%20escaramuzas%23Peque%C3%B1as%20escaramuzashttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#De%20espaldas%20a%20Dios,%20o%20cr%C3%ADtica%20de%20la%20tendencia%23De%20espaldas%20a%20Dios,%20o%20cr%C3%ADtica%20de%20la%20tendenciahttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#3.%20Dios%20ante%20nosotros,%20o%20%C2%BFqui%C3%A9n%20es%20cristiano%233.%20Dios%20ante%20nosotros,%20o%20%C2%BFqui%C3%A9n%20es%20cristianohttp://www.mercaba.org/FICHAS/CRISTIANO/quien_es_cristiano.htm#Expropiaci%C3%B3n%20de%20s%C3%AD%20y%20misi%C3%B3n%20en%20el%20mundo%23Expropiaci%C3%B3n%20de%20s%C3%AD%20y%20misi%C3%B3n%20en%20el%20mundo
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    Cmo sirve un cristiano al mundo y cmo no. Una nica apuesta, a pesar detodoUna Iglesia que se humillaLa oracin, la esperanza y la profanidad

    Pequeas escaramuzas

    Una pregunta sutil

    Quin es capaz de responder a todos esos jvenes que a menudo hoy sesiguen haciendo preguntas? Ellos miran la realidad que les envuelve y nopueden por menos de preguntar con su caracterstica desconfianzasistemtica. Y, en algunas cosas, tal vez no les falte razn. Pues, por ejemplo,los que se denominan cristianos, en qu se basan para autocalificarse as?

    Tal vez en la costumbre, en la tradicin, en lo que aprendieron de memoriadurante los aos de instruccin religiosa? Pero cul es el fundamento de todoesto? Qu criterio justifica la tradicin, el catecismo, la prctica sacramental?El evangelio? Sin embargo, el evangelio ve las cosas de una forma biendistinta.

    Por otro lado, hay que buscar la mediacin del magisterio de la Iglesia. Perocon frecuencia resulta difcil, pues nos enfrenta directamente con los orgenes.En ese momento es cuando comenzamos a mirarnos unos a otros condesconfianza y empiezan entre nosotros las inevitables disputas sobre lapretensin del clero de conocer perfectamente la intencin del Fundador, de

    interpretarla de forma ortodoxa y de imponrsela a las conciencias.

    Pero, como toda interpretacin lleva la impronta de la poca a la que se dirige -y quin puede reprochrselo?-, es inevitable que, al cambiar el espritu de lapoca, cada una de las interpretaciones defendidas con tanto nfasis pierdanactualidad y parezcan irrelevantes, esquemticas o incluso molestas. Esentonces inevitable el que muchas doctrinas se vean como mera ideologade un tiempo y que sea imprescindible un nuevo aggiornamento.

    Hay quienes admiran honestamente la perenne capacidad derejuvenecimiento de la Iglesia; otros lamentan en privado que unas doctrinasdefendidas tenazmente durante tanto tiempo sean abandonadas, arrumbadas,desmanteladas como elementos superfinos o bastiones anticuados. Justoentonces aflora con ms sutileza, si cabe, la pregunta:" Dnde est endefinitiva el criterio? Como lo histrico es tan movedizo, la mirada retrocede,ms inquisitiva, a los orgenes: Dnde se encuentra el fundamento roqueoque permita contestar de modo inequvoco la pregunta quin es cristiano?

    Y si la pregunta no me urge personalmente, me apremia al menos el entorno.Si soy padre, mi hijo quiere saber, y no puedo fingir que estoy enterado yengaar su conciencia. Si soy profesor, abuso de mi autoridad vendiendo a los

    alumnos cosas por las que no puedo poner la mano en el fuego. Si soycompaero o colega, el amigo o enemigo que est junto a m exige una

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    informacin mayor an que el discpulo al profesor. Y no es tan fcil engaarle.Si no me interrogo yo mismo, queda claro que los dems me obligan a hacerlo.

    Penoso aislamiento

    La situacin del cristiano interrogado e interrogante es de una soledad sinprecedentes. Siempre hubo, hasta ahora, un punto de conexin para el dilogoreligioso. Haba al menos un fondo comn de total fiabilidad, y slo se debatandiferencias secundarias. La situacin de Pablo en el Arepago despus de supaseo matinal por los templos y santuarios de Atenas, nos parece envidiable.Sus interlocutores eran muy religiosos: vean la divinidad en todos losrincones del universo y, adems, no tenan el menor reparo en creer conmayor o menor certeza en distintas revelaciones y admitir los cultos estatales.A Pablo le basta con revelar al Dios desconocido y presentar la muerte yresurreccin de Cristo como elemento diferencial respecto a los otros cultos.

    Ms tarde tuvo que habrselas con Roma, y el encuentro fue muy duro; pero eltriunfo lleg relativamente pronto. Y posteriormente, el dilogo religiosodurante la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, la Ilustracin y elIdealismo, hasta el siglo pasado, se produjo dentro del marco del dilogopaulino en el Arepago.

    Toms de Aquino discute con los judos y los paganos (en realidad, con elIslam): un presupuesto comn es la creencia bsica en la divinidad como algodistinto del mundo; otro, el carcter personal de Dios y su revelacin por mediode uno o varios profetas histricos.

    Desde tales premisas elaboran Roger Bacon, Ramn Llull y Nicols de Cusasus dilogos religiosos conciliadores, a veces muy respetuosos. ElRenacimiento contina los contactos. Recurre a la Antigedad y reflexionasobre nuevos hechos de historia de la religin que se van conociendogradualmente; pero considera el cristianismo como la forma suprema y msbella de las religiones de la humanidad, porque es evidente la superioridadabsoluta de la revelacin de Cristo.

    La Ilustracin piensa fundamentalmente lo mismo, aunque desplaza el acentoy contempla las religiones del mundo como producto de la predisposicin del

    ser humano; pero esta predisposicin, al ser una de las posibilidades ofacultades del hombre, es objeto de una crtica progresiva, primero filosficay ms tarde histrico-cientfica: si el hombre puede ser religioso, podrtambin enfrentarse a su Dios, y -ser posible demostrar cmo las imgenesde Dios se ajustan a las necesidades cambiantes del ser humano y a lasetapas de su desarrollo; por lo mismo, una vez alcanzada la mayora de edad,el hombre podr llegar al convencimiento de que l mismo se fabrica los dolospara satisfacer su tendencia a amar y adorar, su sentimiento de justicia, suanhelo de una vida feliz despus de la muerte.

    Pero semejante casa de muecas no sirve ya para el hombre en su mayora

    de edad. Y, en efecto, el hombre constata que cabe pasar de la religin, ypasar muy bien. El ser humano, una vez que se ha recuperado a s mismo,

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    parece incluso que avanza ms rpido y seguro. A una persona razonable nose le ocurre ya rezar; la era de la contemplacin ha pasado, estamos en la erade la accin: el ser humano no slo administra su mundo, sino que seadministra a s mismo y hace de s lo que quiere.

    Y t, cristiano, dudas an en adoptar el nuevo ritmo de una humanidad quedispone de s misma? Entonces has optado contra la lgica de la historiauniversal; no es que te lances bajo sus ruedas, es que las ruedas ya hanpasado por encima de ti. En la Antigedad -en los filsofos paganos y en loscristianos- todo se enfocaba a la conversin (vuelta, epistroph), al girodesde el mundo a Dios. Hoy necesitamos todos, tambin t, que has miradodurante tanto tiempo, demasiado tiempo, en direccin a Dios, un giro inverso,una vuelta radical: conversin al mundo1. No entra esto dentro de tu propialgica cristiana? No fueron enviados los primeros discpulos de vuestroFundador al mundo entero? Te contradices al pretender quedar parado cuandotodos avanzan.

    El cristiano mira en torno, desconcertado: se le ha desprendido algo que loenvolva como un manto clido y protector, y se siente desnudo. Se siente unfsil de edades pretritas.

    Por la estadstica, a la tica

    Al desaparecer la religin, desaparece automticamente la forma de ticabasada en ella. Desaparece, por una parte, aquella tica que se inspira total oprimordialmente en la idea de justicia y sancin eterna: pero el ser humano, oes moral en s mismo o no es moral en absoluto; obrar por el premio o elcastigo es moralmente ambiguo; al menos, no es moralmente puro.Desaparece, por otra parte, aquella tica superior que practica el bien imitandoal Bueno por antonomasia: como Dios nos brinda la existencia, como Dioshace salir el sol, generosamente, sobre buenos y malos, seamos agradecidosy seamos tambin generosos.

    Pero que pasara si no existiera Dios? No permanecera esa generosidad enla esencia del hombre? No nos induce ya a ello el reino animal, al que slosuperamos por una forma superior de autonoma? No hay que diferenciar,adems, entre esa pretendida generosidad, por una parte, y un sano y natural

    querer ser uno mismo, un amor a s mismo y una autoayuda, por otra, quees elemental en el viviente infrahumano? Entonces, lo tico podra situarse enel justo medio entre el egocentrismo y el altruismo. El hombre no necesita deuna referencia a Dios, ni de una revelacin especfica para reparar en cosastan elementales.

    Recapacita adems, colega cristiano, a ver si tus sublimes imperativos moralesno resultan extraos al mundo porque, al igual que la tica de la antigedadpagana, son una tica para hroes (t los llamas santos), para las personasaristocrticamente superiores. Los teatros antiguos de verdadera categoraslo presentaban a reyes, hroes y dioses (y el teatro cristiano, a mrtires y

    otros santos, amn de ngeles y congneres). La plebe slo poda aportar losuyo en comedias indecentes donde, por cierto, los dioses y los hombres se

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    engaaban mutuamente. Fue la mentalidad antigua, y dur demasiado tiempoen pocas cristianas.

    Slo podemos saber lo que el ser humano es y puede si dejamos decompararlo con esos ejemplares selectos, con esos ideales no alcanzables ni

    deseables para el hombre normal, y lo tomamos de una vez en forma realista,tal como es. El modo ms simple de hacerlo es mediante la encuesta, elreportaje, la estadstica. Parece que el promedio obtenido sobre la baseinductiva ms amplia, no slo demuestra que la mayora de la gente formaparte de la massa damnata, sino que es sumamente formal a su manera yposee una jerarqua de valores sin necesidad de imponrsela desde fuera ydesde arriba. Y demuestra, adems, que el que toma a la gente como es, logramejores resultados que el que le impone diez o cincuenta mandamientosdesde cualquier alta montaa, slo accesible a la tica.

    Tambin t, colega cristiano, eres material de estadstica. Un determinado

    porcentaje de la humanidad es supuestamente cristiano. Y una fraccin de les (ms supuestamente an) catlica. Dejo en vuestras manos el confeccionaruna estadstica de los verdaderos cristianos y catlicos que hay entrevosotros; yo desconozco los mtodos que vais a emplear para averiguarlo.

    No basta la estadstica para establecer ciertas normas de conducta devalidez universal y, por tanto, obligatorias, apoyadas por la polica si fuerapreciso? A qu viene toda la monserga del imperativo categrico a priori o deun derecho natural igualmente a priori? Basta convenir en que el hombre, paraconvivir como ser biolgico y racional con sus semejantes, ha de atenerse aciertas reglas de juego y frenar los propios impulsos. En lo dems, liberalismoy tolerancia. Se pueden proponer algunas religiones y algunos sistemas ticosa libre eleccin del individuo mientras no sean incompatibles con el biencomn. La libre competencia sera ventajosa, a la larga, para todos losconcurrentes. Por qu? Porque ya es mucho ser persona decente, y ningunareligin dispensa de esto; ms an, una religin se prestigiar ms ante lahumanidad generando personas decentes: personas que realizan lo que losms llevan en s como una imagen que les es grato encontrar en otros, aunqueno consigan quiz realizarla ellos mismos.

    El peso de los muertos

    La gente recuerda mal el largo pasado del cristianismo, pero mejor que elpropio cristiano que hoy desea empezar de nuevo y ser moderno entre losmodernos. Otros no estn dispuestos a cargar con el peso de la tradicin, oslo un poco: los muertos tuvieron su responsabilidad, nosotros tenemos lanuestra; lo que ellos hicieron con la suya, a nosotros no nos afecta. Elprotestante se siente poco lastrado por los quince primeros siglos cristianos:videant cnsules, es decir, papae. El catlico no puede sacudirse estahistoria; su principio sobre la tradicin, aparte la interpretacin que se haga deella, se lo prohibe. Esa misma Iglesia a la que l se adhiere, hizo u omiticosas que hoy no se pueden aprobar; cabe achacarlo todo a la evolucin de la

    conciencia humana, pero qu connivencias no hubo entre lo secular y loespiritual! El catlico se ve implicado y ha de asumir su parte de

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    responsabilidad, le guste o no. El camino ms sencillo sera quiz, adems dehacer inmediatamente una confesin completa de los pecados, cargar lastintas lo ms posible para ponerse a la altura de la dolorosa tragedia, comohace Reinhold Schneider. Lo que pareci lcito y quiz obligado bajo los papasmedievales, parece imperdonable, pecado mortal, si nos colocamos

    directamente entre el evangelio puro y nuestra conciencia actual. En todocaso, algo diametralmente opuesto al espritu y al cdigo de Jesucristo.Bautismos forzados; tortura de herejes y autos de fe; noches de sanBartolom; conquista de continentes a sangre y fuego para llevar, junto con elbrutal expolio, la religin de la cruz y del amor; injerencias represivas y neciasen problemas de una ciencia natural en progresin; proscripciones y destierrospor orden de la autoridad religiosa, que acta como autoridad poltica y quiereser reconocida como tal: un sinfn de escndalos. No es agradable tener quecargar con una herencia cuyos crasos errores saltan a la vista.

    Si esto ya es humillante, ser mejor no arrojar piedras donde uno no puede

    defenderse. Habr que recordar que Cristo anuncia al hombre un idealabsoluto que supera las exigencias absolutas de Yahv a su pueblo, que estasexigencias pasan de un modo u otro a la potestad de los apstoles y de laIglesia, y que la administracin de esta potestad por hombres pecadores y depocas luces puede causar un dao incalculable. La solidaridad del cristianoactual con los muertos le compromete a reparar los errores pasados, que ltendr que sobrellevar con paciencia y, en el fondo, hasta con gratitud. Quinsabe, en efecto, cmo se hubiera comportando l en las circunstancias delsiglo IX o XIV.

    El que lleva esta pesada carga puede consolarse pensando que lo malo segraba en la memoria con ms facilidad que lo bueno, y que el bien que elcristianismo hace al mundo no se deja ver, o slo muy indirectamente. Quinpuede contar y ponderar los actos ocultos de vencimiento propio que hanimpedido el mal, los actos de expiacin y de amor desinteresado, el efecto deuna oracin callada y ardiente? Quin conoce, fuera de Dios, las experienciasde los santos que, cruzando el cielo y el infierno, desde los lugares msrecnditos, revolucionan mbitos enteros de la historia, remueven montaasde culpa y han abierto un camino en lo que antes era intransitable? Dicho seaesto de paso y sotto voce, para recordar que el debe de la Iglesia no puedecerrarse sin este haber.

    La pesada carga afecta tambin a la Iglesia actual, que intenta sin dudadesembarazarse de trabas innecesarias, pero slo puede realizar lentamentelo que muchos en ella y fuera de ella consideran necesario hacer. Y si lasestructuras que han periclitado se desmoronan con relativa facilidad, ello nosignifica que lo otro, lo positivo, lo que hay que construir en su lugar, est yaah como algo conocido, querido, decidido y acabado.

    Mencionemos sin reparo lo ms problemtico, lo de ms hondas races enesas estructuras: una decisin de consecuencias imprevisibles tomadatempranamente, sin duda responsablemente, pero que no es la nica solucin

    posible, ya que las ventajas cristianas de la solucin opuesta, si se computanlos elevados, altsimos sacrificios y prdidas, son tambin incontestables: el

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    bautismo de los nios. El anticipo de la opcin por Dios, valiente y definitiva, enestado de inconsciencia; el despertar de la razn y de la capacidad de eleccinante un hecho ya consumado que se podr ratificar o no: ingente problema! Yms cuando la tradicin popular, la insercin sociolgica en una cristiandadenvolvente, est desapareciendo o ha desaparecido ya del todo. Tambin esto

    hay que sobrellevarlo.

    El crepsculo de las imgenes

    Para el hombre sin Dios, las palabras de la cultura cristiana no hablan de Dios,o slo muy dbilmente. El mundo occidental alumbr y construy sus obrasms bellas desde el espritu de la religin. Esto vale tanto para las obrasclsicas de la antigedad, que nacieron colectiva e individualmente del culto alo divino, como para todas las creaciones originales de las pocas cristianas.An no se ha demostrado que la irreligin pueda producir grandes obras dearte: Goethe dijo a Riemer: Los humanos son productivos en poesa y en arte

    mientras son religiosos; despus, se vuelven imitadores y repetidores, comonos pasa a nosotros con la Antigedad, cuyos monumentos fueron productosde la fe y nosotros nos limitamos a copiar desde el ensueo y la fantasa.Ifigenia de Eurpides fue el drama de una obediencia casi delirante a Dios. Latraduccin de Schiller omite la conclusin teolgica y le cercena as las races.La reelaboracin del material por Goethe es el juego discreto de unhumanitarismo aristcrata.

    Si indagamos lo que las obras arquitectnicas, los poemas, las piezasmusicales cristianas quieren notificar y decir sobre Dios a un contemplador,lector u oyente actual, la respuesta es: desde luego, no lo que ellos quierendecir. Escucho el mensaje...; no, no lo escucha; se limita a grabarlo en cinta;se limita a filmarlo. El cristiano puede sentir un desnimo que le haga dudar delos valores expresivos de la historia y ver ideologas en todas partes. No fuetodo eso un error? No nos envuelve como un ridculo permanente?

    Qu tiene que ver la elegante baslica romana con el cristianismo? Es unsimple mercado, sin modificaciones de relieve. Qu tiene que ver la romnicaIglesia-castillo de la Edad Media con la indefensin de Jess? Qu tiene quever el fustico asalto al cielo del arte gtico con el cercano a la tierra y mansode corazn? Y (si pasamos de largo el Renacimiento, con silencio contenido)

    qu tiene que ver el esplendor barroco con la cruz desnuda? Muchos sealegran de que al cristianismo le haya faltado la voz desde entonces: menosmal. El cristiano se avergenza de su pasado cuando lo contempla con ojos dehombre moderno. (Las hordas que recorren Europa presurosas y ciegas, demonumento en monumento, no entran ya en la cuenta: son termitas de ladecadencia).

    Pero el cristiano no debera avergonzarse. Tendra que saber distinguir entre lafe y su expresin. La fe puede ser infinita, si ama; la obra es finita. La fe puedeser intemporal, la obra es temporal. Y la obra contiene en s una llamada y unadura exigencia de ms fe. Como la santa barroca exttica, de hmedos ojos

    entornados: Te has abandonado a Dios de forma que l pueda poseertecomo a sa? T, que apenas puedes contener la risa cuando oyes hablar de

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    armona, has tenido, ni de lejos, el alma en disposicin de reflejar la purezade Palestrina o de Haydn?

    No te hagas, cristiano, un descredo que ya nada ve, pues en ddiva hasrecibido los ojos de la fe. No te dejes dominar de extraas ideologas sin

    fundamento. Afirma la libertad cuando te es fcil negarla. S libre entre el gozopermanente y la apertura a lo nuevo. Justamente porque eres una personacristianamente libre que no necesita atarse a nada terreno, reconoce la libertadde tus hermanos de fe que son creativos, y tambin la libertad de todos losproslitos y piadosos que confesaron como t a Dios y reconocieron lo divino.No te dejes convencer de que la cristiandad antigua viviera de espaldas almundo. De dnde le vino, entonces, ese amor a las cosas y ese conocimientode sus leyes secretas, un amor y un conocimiento muy superiores a los quepueda tener el hombre actual? O crees en serio que los pequeosconstructos abstractos del hombre actual tienen ms contenido de mundo, sonms fieles a la tierra y concrecen ms con ella (con-creto) que las realizaciones

    de los grandes cristianos? Quin conoce mejor al hombre en lo ms ntimo:Villon y Grimmels-hausen o los fros porngrafos de hoy? A stos djalosestar, y no te dejes seducir por unos cristianos que quieren hacerte creer queslo en esa pornografa se descubre al hombre en toda su gravedadpecadora y sin aderezos pagano-idealistas. [2]

    Pero tampoco te resignes cuando lo autntico y valioso brilla por su ausencia.S vivir con estrechez, dice Pablo, y s tener abundancia; ningunasituacin tiene secretos para m (Flp 4, 12). El cristiano tiene que sabercontemplar ocasos a su alrededor sin que por eso se le ponga el sol. Puedeser pobre y estar con los hermanos espiritualmente pobres. Pero no puedenegar su propia riqueza, la que gener todo lo bueno que stos vendieron porun plato de lentejas. Y los ocasos le sumirn sin duda en las sombras, en esoque se suele llamar noche del mundo y eclipse de Dios. Pero le est vedadoponerse sombro por supuestos motivos de compasin. Hijos de Dios sintacha en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brillis comolumbreras del mundo (Flp 2, 15).

    Reflexiones sobre lo controlable y lo insospechado

    Puede ser relevante el cristiano? Cmo? Estamos de nuevo ante la sutil

    pregunta del comienzo. Todos sienten que no podemos seguir as, que no essuficiente. Todos pueden mirar a su Iglesia con ojos extraos, desde fuera,como la ven los otros, y sobresaltarse de pronto. Como alguien que durantedecenios hubiera transitado ante la fachada de su templo de toda la vida sinadvertir nada anmalo y, de repente, un historiador del arte le hiciera notar loresquebrajado y ruinoso que se encuentra todo y la necesidad que existe derenovarlo desde los cimientos, so pena de un derrumbamiento total. Esentonces cuando la realidad le abre los ojos. En ese preciso momentocomienza a temer que le pueda caer la bveda sobre la cabeza y pide unarestauracin general y urgente. El miedo le da alas y le infunde nimo paraun aggiornamento audaz. Y, como ocurre en las pocas en las que se toma

    conciencia del valor que tiene la antigedad artstico-histrica, propone con losexpertos eliminar primero los aditamentos barrocos los innumerables

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    angelotes, volutas y nubculas flotantes que slo sirven para acumular polvo ycarecen de la ms mnima consistencia, porque se basan en el puro efecto, noresponden al gusto actual y originan la mayor parte de los costes de larenovacin; y por toda una serie de razones plausibles ms. Qu alegracuando debajo de la suntuosidad removida aflora la esplndida rudeza

    romnica con la que sintonizamos mucho mejor y, adems, es mucho menoscostosa en mantenimiento! Son las grandes alegras de la renovacin: sepuede restaurar lo antiguo desmontando. Resulta tan maravilloso, que le hacecreer a uno que es productivo, que puede construir destruyendo.

    Porque, bromas aparte, no es verdad que, en el mbito cristiano, todo lo quesea construir ha da basarse en una consideracin de los orgenes? Ycaminando hacia atrs, como el cangrejo, podemos encontrarnos casi al azar,pero providencialmente, con el punto crucial de la Reforma protestante y,desmontando de paso los aadidos contrarreformistas, llegar a unentendimiento inesperado. Aunque los cristianos de hoy, en el fondo, no

    confiamos demasiado en nosotros mismos, s podemos confiar en el esprituprotector de la marcha atrs y, mediante un generoso desmantelamiento de lasformas de ayer y de hoy, descubrir unas estructuras mejores, incluso elfundamento roqueo del evangelio.

    De cualquier forma (volveremos sobre esto ms adelante), no es poco queestemos descontentos con la situacin actual. Si no lo estuviramos, los otrostendran motivo para no creernos. Si cedemos por un momento a los atractivosde la estadstica o, ms exactamente, de aquellas estadsticas que nuestrosobispos aconsejan consultar, el perfil del cristiano medio aparecer claro yntido. Estarn en el lmite los que figuran como cristianos por la partida debautismo, el entierro en cristiano y, quiz, la primera comunin o laconfirmacin infantil. Seguir el gran nmero de cumplidores de pascua, queva superando lentamente al de los cumplidores del precepto dominical. A stosse suman poco a poco los de perfil ms borroso, definidos con trminos comoayuno y abstinencia, prensa catlica, impuesto eclesistico y fidelidad al papa.Por encima de las denominadas personas decentes (como las otras),aumenta asimismo el nmero de los catalogados como cristianos por elcumplimiento de esas seales de trfico que son los diez mandamientos: elsexto con gran ventaja, luego el cuarto, el segundo y el tercero, mientras queel quinto, el sptimo y el octavo son quiz, ms que preceptos de Dios, normas

    que cualquier persona decente cumple, salvo en caso de necesidad. Muchodepende tambin del entorno cultural: en zonas rurales, ir a la iglesia puedeser un motivo de honor, lo mismo que el mantenimiento de un odio personal ofamiliar. Tambin puede ser cuestin de honor el vivir en una fuerte y tenazdiscrepancia con las opiniones del cura, reconociendo, eso s, que l entiendede lo suyo y yo de lo mo.

    Este cuadro variopinto no sera el de la media estadstica si la escala no seredujera hacia arriba, en la zona de los denominados cristianos fervorosos: losque intentan vivir un matrimonio autnticamente cristiano, asumir una oracinverdaderamente personal en su vida, preocuparse con autntico amor por los

    semejantes, sobre todo los pobres, abandonados y desvalidos; los que siguencon verdadero inters la labor misionera de la Iglesia, los que se consagran

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    como sacerdotes al servicio de la Iglesia y quienes viven en pobreza, castidady obediencia segn los consejos de Cristo.

    Los que tienen el valor de ponerse bajo la luz del reflector, estn msexpuestos que los otros al examen inquisitivo. Nuestros queridos hermanos

    cristianos los golpearn con los nudillos de arriba abajo, por si algo en ellossuena a hueco. La pregunta quin es cristiano? no se formula con tantaseveridad para los aludidos en primer lugar, ya que stos suelen remitir, concierta humildad, a los especialistas en cristianismo, aunque tampoco estnmuy convencidos de ese saber especializado. El golpe de nudillos de losespecialistas es temible, porque entonces ha de quedar claro, finalmente,quin es cristiano. Sin embargo, ahora se trata del ncleo. La cuestin sedivide en varias preguntas parciales.

    Primera.- Quin est facultado y es capaz de identificar empricamente alcristiano? Puede hacerlo un no cristiano, por ejemplo? Es posible (y por

    qu no?) saberlo? Segn qu criterios?

    Segunda.- Quin est facultado y es capaz de identificar normativamente alcristiano? Tambin aqu hay que preguntar por los criterios, leyes y requisitospara contestar la pregunta. Nos asustamos con slo reflexionar un poco: todoesto no est nada claro. No parece, por tanto, improcedente formular lapregunta existencial.

    Tercero.- Puede un cristiano averiguar por s mismo si es cristiano y, en casode atreverse a afirmarlo, exponer las razones en que se apoya?

    La pregunta quin es cristiano? sigue sin la profundizacin necesaria en laIglesia actual, en medio de todos los ensayos de reforma. Lo cual significa quese est actuando como si la respuesta fuese conocida y slo restara, partiendode este conocimiento, adoptar las medidas necesarias. Significa, adems,tomarse la libertad de denunciar como sospechosas de ideologa lassoluciones y pautas tradicionales del cristiano, y de juzgar estas pautas con uncriterio que se utiliza sin previo examen. No es difcil dar con este criterioimpensado, pero aparentemente obvio, porque fluye espontneamente de lastendencias generales del cristianismo actual, tendencias bienintencionadas,celebradas por la multitud, pero necesitadas de una criba urgente.

    De espaldas a Dios, o crtica de la tendencia

    La ambigedad de lo necesario

    Est en marcha una revisin a fondo de todo el arsenal de la Iglesia. Comosuele ocurrir en tales ocasiones, aparecen herrumbres en un arma vieja. Lamancha visible lleva a descubrir otras menos visibles, y al final el arma entera yhasta el gnero de armamento resulta anticuado. Entonces vacan todo elalmacn y disean el plan para un nuevo arsenal. Esto produce muchomovimiento, y cuando las cosas se mueven, hay aparentemente vida,

    iniciativa, proyectos. Ocurre ya en instituciones que no se distinguen por laagilidad de su funcionamiento. Quin no ve que la mejora, el aggiornamento,

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    el estarau jour, up-to-date, es en lneas generales algo loable y que hoy, alhilo de esta renovacin, surgen obras positivas, muy importantes, inclusoimprescindibles? Y los cristianos de hoy sienten un afn parecido al de lasasistentas y amas de casa que hacen la limpieza de primavera con ciertoinstinto dionisaco, aunque la fiesta amenace degenerar -sobre todo entre el

    clero joven- en verdaderas saturnales, donde todo lo que rompe el ordenparece permitido y obligado, con tal de ser muy moderno y abierto.

    En medio de esta destruccin creadora y de esta vuelta inspirada, no senecesita ser muy sagaz para preguntar por la reserva en oro que avala todoeste papel moneda en circulacin. Los cambios en la Iglesia han estadosiempre ligados a la conversin, y cuanto ms profunda sea sta, msdolorosos sern los cambios. De otro modo se tratar presumiblemente depuro verbalismo. Cunto estamos dispuestos a pagar por nuestra reforma, noslo en cosas que nos afectan poco -prestigio histrico, por ejemplo- sino quenos duelen en carne viva? O creemos poder salir del paso, una vez ms, con

    simples retoques? Parece, en efecto, que en todos estos asuntos adoptamosuna fatal perspectiva donde slo rige este principio: nada de esplndidoaislamiento, que con el tiempo resulta incmodo. Hay que apostar por losacercamientos, las fraternizaciones, los descensos de tronos y pedestales, lascolegializaciones, las democratizaciones, facilitaciones y nivelaciones haciaabajo (nunca hacia arriba), por la mxima actualizacin hacia todo lo queaparezca hoy, maana y pasado maana.

    Quin negar que estos descensos, este abandono de las viejas alturas,constituyen en muchos casos, quiz en la mayora, la recuperacin de algolargamente esperado, largamente pendiente, y que este cambio de sentido eslo originalmente evanglico, porque el mayor entre vosotros debe ser elservidor de todos, porque Cristo prohibi todos los ttulos (maestro opadre, abb, abas, papa, etc.) y l mismo, nuestro Seor, se rebaj a lacondicin de siervo de todos? Si con este descenso se alcanza finalmente algopendiente -con un retraso incomprensible-, podemos sin duda felicitarnos,aunque no dejemos de preguntar por qu razones se produce estarecuperacin apresurada.

    La Iglesia -se dice- debe estar al da para tener credibilidad. Si esto se toma enserio, significa que Cristo estaba al da cuando llev a cabo su misin, una

    misin que fue escndalo y necedad para judos y paganos, y muri en la cruz.Cierto que esto ocurri en el momento justo, en el kairos del Padre, en laplenitud de los tiempos, exactamente cuando Israel estaba maduro paradesprenderse como un fruto, y los pueblos, maduros para recoger este fruto ensu campo abierto. Pero Cristo nunca fue moderno, ni lo ser, Dios mediante. Nil ni sus discpulos Pablo y Juan pronunciaron una sola palabra por seguir lacorriente poltica o gnstica. La consecuencia obvia es que todos nuestrosmovimientos deben ir encaminados a erradicar los falsos escndalos, losescndalos no cristianos, para dar paso al verdadero escndalo, consistenteen la misin de la Iglesia.

    Tendramos as algo parecido a un criterio para discernir los espritus, esosespritus que animan en el fondo la tendencia eclesial moderna. Y si los

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    cristianos toman alguna vez conciencia de que todas estas empresas muyconcretas necesitan con urgencia de la crtica cristiana, precisamente por sertan claras superficialmente, si advierten que tienen doble filo, que sonambiguas y quiz resultan peligrosas porque simulan contener lo niconecesario y, tranquilizando la conciencia, esquivan la referida conversin,

    entonces habremos ganado lo principal. La crtica no es previa o posterior a lasempresas de los cristianos, sino que incide en el ncleo de ellas. Las pone encuestin permanentemente, preguntando si tienen a Dios delante, a la vista, odetrs, a la espalda.

    Tener a Dios a la espalda significara en el caso de los cristianos reformistassaber a qu atenerse sobre Dios y la revelacin con su contenido y alcance, ysobre la Iglesia y los cristianos. Y armados de este saber, salir al encuentro delmundo, del mundo cristiano, del no cristiano y del anticristiano. El saber queinvocan estas personas est asegurado y es suficiente, aunque obviamenteslo sea un saber sumario, reducido a algunos conceptos capitales. Pero la

    reduccin se produce, legtimamente, de cara al encuentro con el mundoactual o, como suelen decir nuestros telogos enfticamente y con sonrisacmplice (para que no se piense que expresan una tautologa), con el mundomundano de hoy. Saben a qu atenerse sobre Dios y la revelacin, y lapregunta es para ellos simplemente: qu digo yo a mi hijo. Vienen de Dios ybuscan el mundo secular. Tienen a Dios a su espalda; y al mundo, delante. Nodiscuten que, para ser enviados por Cristo al mundo, han de permanecer untiempo suficiente junto a l; pero entienden que esto ya lo han hecho. Estninmersos en la accin y suponen de buena fe, ante s y ante los otros, haberconcluido el perodo de contemplacin. Y si la conciencia les recuerdaocasionalmente que la contemplacin no expide ningn certificado demadurez, o que an estn inmaduros, reaccionan pronto con el lemacontemplativus in actione, que significa prcticamente que la persona activaya es lo bastante contemplativa; no existe otra madurez o mayora de edadque la accin.

    Es el lema de muchos cristianos modernos, clrigos y laicos, de los que cabesospechar que han tomado el nombre de misin como tatuaje evanglicopara su huida de Dios. As se manifiesta la gravedad de la crisis que sufre latendencia actual de la Iglesia, colectiva e individualmente. Esta crisis nosignifica que la tendencia sea condenable como plan, movimiento y resultado,

    sino que debe someterse siempre al juicio cristiano, porque la claridadsuperficial viene a ocultar una ambigedad de fondo: ir de Dios al mundopuede seruna misin cristiana, misin cristiana en el mundo; peropuede sertambin una huida de Dios, miedo al escndalo de la cruz, traicin a Cristo.Todas las cosas tienen su reverso; slo Cristo est exento de l.

    Tendencia a la Biblia

    La orientacin a la palabra de Dios se valora en el mundo catlico actual comola ms hermosa e inequvoca seal de esperanza, y no cabe duda de que loes. Se da por supuesto que descorriendo todas las cortinas que impiden la

    visin de los orgenes cristianos -son cortinas todas las formulaciones

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    eclesiales, catequticas y dogmticas de la revelacin-, alcanzamos la verdadde Dios y de Cristo.

    El cristiano quiere, en este movimiento, or, ver y tocar la palabra de vidaahora que se le permite, finalmente, hacerlo. Estamos desolados ante el

    oscuro pasado, en que tantas alambradas rodeaban el texto sagrado, en queel contacto con l poda producir el choque elctrico de una excomunin, comoel antiguo israelita poda morir si pisaba las estribaciones del Sina.

    Hasta el muro milenario de la Vulgata ha cedido hoy, despus de haberbloqueado tanto tiempo el acceso al texto original, cuando ya el trabajo de loshumanistas haba despejado el camino. Traducciones y comentarios seacumulan para satisfacer la necesidad de comprensin de aquellos que entranpor primera vez en esta tierra prometida. Y la Iglesia tendr que hacer sin dudatodo lo posible por satisfacer este anhelo de la palabra y por mantenerlodespierto, sin olvidar que ella misma slo comenz a estudiar el texto bblico

    segn los principios de la crtica histrico-literaria moderna en colaboracincon los investigadores extracatlicos y extra-cristianos.

    No hay por qu contener la alegra por esta apertura. Pero la alegra quedaempaada al constatar que el movimiento catlico moderno en torno a la Bibliano obedece primariamente, como el de Lutero, a un anhelo bsico de lapalabra original de Dios, ms all de toda la escolstica y la enseanza de laIglesia, sino al reconocimiento de exegetas eminentes de que la ciencia bblicacatlica no poda funcionar por ms tiempo sin convertirse en ludibrio de todoel mundo cientfico.

    Hasta poca muy reciente haba que pilotar la navecilla de una exgesis al dacon infinito esfuerzo, sorteando las Escilas y Caribdis de las condenas de laIglesia, para alcanzar finalmente la relativa seguridad de una investigacin librey objetiva. Sin duda, a medida que la ciencia sala al aire libre, el fuego ocultose convirti para muchos en llama liberada; esto result estimulante y favorecila investigacin. A pesar de todo, no iban a olvidar totalmente lo humillante delos inicios: el tiempo que nos cost a los catlicos desarrollar nuestro propioestilo cuando otros ya haban forjado el suyo mucho antes, fuera de nuestraIglesia.

    Y como todas las cosas tienen su reverso, salvo Cristo, la aparente claridad delmovimiento bblico tampoco queda sin sombras. Por una parte, el caminocatlico de vuelta a las fuentes no est exento de ambigedades: entre las dosguerras mundiales, la consigna fue para muchos: vuelta a los padres de laIglesia... remontando una (neo) escolstica academicista y estril. Estaprimavera patrstica fue para muchos meramente esttica; no fue lo bastantecrtica para perdurar mucho tiempo.

    Hoy estamos de nuevo, desde hace tiempo, en un otoo patrstico, pidiendouna primavera bblica; y se tiende a poner bajo fuerte sospecha de ideologatoda la tradicin exegtica, tanto la patrstica (primero platonizante, luego

    constantiniano-politizante) como la escolstica; una actitud no muy diferente dela que mantiene Lutero cuando clama contra la razn prostituta. Los

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    seguidores de esta tendencia no reparan lo bastante en que todo el queejercita el pensamiento est ya filosofando, y el que no examina suspresupuestos mentales est ms expuesto a una burda ideologa; por ejemplo,la del hombre moderno.

    Por otra parte y en paralelo con esto, el camino catlico de vuelta a losorgenes se encuentra con un camino protestante que deambula presuroso endireccin contraria: desde la Biblia regresa a la actualidad y considera alhombre moderno como horizonte y criterio, y la filosofa moderna(Heidegger) como instrumento hermenutico. Lo que el hombre modernopuede comprender, aquello para lo que dispone de antenas, lo que le ayuda yl asimila religiosamente, es lo que debemos predicar; el resto hay queexcluirlo por mtico.

    Salta a la vista la ambigedad de semejante posicin, ya que puede significarlo peor y albergar luego un enfoque hacia lo mejor: lo peor, porque hace del

    hombre moderno (en realidad, un ente mtico) la medida de lo que la palabrade Dios puede y no puede decir, puede o no ayudar al ser humano; lo mejor,porque implica la invitacin a vivir, pensar y apropiar toda la revelacin demodo originario y nuevo para cada poca. El rezagado camino catlico nofinaliza, pues, en un espacio virgen; le ocurre lo mismo que al pueblo de Israelcuando entr en Canan: En la tierra habitaba el cananeo. Esto no significasimplemente que hubo guerra de inmediato sino que, despus de concertar lapaz, la coexistencia con la poblacin nativa se hizo mucho ms problemtica yhasta perniciosa.

    Este revs inesperado en medio de una campaa triunfal de conquista no dejade ser saludable, porque obliga a todos a tomar la palabra de Dios como loque es: llamada a una opcin absoluta: el que no est conmigo, est contra m;el que no siembra conmigo, desparrama. En una actitud de neutralidadcientfica se puede actuar, cuando ms, al margen; y el que se demorademasiado en zonas marginales, parece eludir la opcin o haberla hechonegativamente, y envolverlo todo en un aura de cientificidad.

    Tendencia a la liturgia

    Tambin es cierto que el movimiento litrgico es de lo ms grato que ha

    ocurrido en la Iglesia. Abati resistencias seculares; salv lo que estabaarrumbado, hasta recuperar la juventud del cristianismo; comenz a hacerevidentes, de nuevo, cosas que siempre debieran haberlo sido. Y elenderezamiento de la celebracin litrgica, un hecho aparentemente aislado,influye en toda la estructura eclesial y en la conciencia viva de la Iglesia comopueblo de Dios, cuerpo y esposa de Cristo. Al ser estimulado un nervio central,todo el organismo reacciona en sus miembros.

    No es el clero, sino la comunidad, la Iglesia concreta reunida, la que celebra laCena conmemorativa donde su Seor se hace presente e incorpora -en elsentido ms originario del verbo- a los reunidos, los transmuta en el propio

    cuerpo. Pablo impuso un orden en la celebracin (1 Cor 11-14, aunque noexiste an una liturgia ministerial). Este orden aparece realizado con especial

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    belleza en Ignacio de Antioqua -la comunidad rodeando a su obispo-, con unreparto ms amplio de ministerios y roles, cuya diferenciacin dependa de loscarismas de la Iglesia.

    Con el tiempo, la celebracin litrgica incluy la homila, que era una glosa e

    interpretacin de la Biblia en lenguaje asequible al pueblo; la homila vena aser, de ese modo, una exgesis obediente y no una pltica discrecional oun sermn sobre un tema cualquiera. Cuando la asamblea tuvo queabandonar la estrechez de una habitacin privada, el recinto fue habilitadopara la reunin de la comunidad en torno a la mesa del Seor, lo que afect asu diseo arquitectnico, a la disposicin de los asientos, del altar, del pulpito,de la pila bautismal, y a la ornamentacin caracterstica sugerente. Quin nove hoy que todo este proceso evolutivo naci de la reflexin sobre lo esencialde una verdad objetiva que habla por s misma?

    El tema, sin embargo, no es tan difano. Esto se advierte ya en las personas

    de edad avanzada, que no pueden ni quieren hacerse al nuevo ordenamientolitrgico; no se resisten a l nicamente por espritu tradicional, sino porqueechan de menos ciertos valores y ven a punto de desaparecer los que les eranms caros. Qu echan de menos? El espacio espiritual de silencio en queenvolvemos el misterio. No acontece lo ms inefable? No se hace presente,ms all del espacio y de los tiempos histricos, el centro del tiempo, cuando elHijo de Dios, cargado con el pecado del mundo, con mi pecado, herido por elrayo del juicio de Dios, desciende a la noche eterna? En este acontecimientono hay todava una comunidad, hay todos estos tomos pecadores de losque yo formo parte. Cmo puede la comunidad posterior, cuya luz seenciende en el relmpago de aquella tiniebla apocalptica, cmo puederecordar la hora de su nacimiento, celebrarla como presente en la fe y en elsacramento, sin abismarse en profunda adoracin?

    Y dnde queda esta adoracin en nuestras novsimas celebracioneslitrgicas? La fantasa del clero, en la creencia de que esa adoracin essuperflua o de que la Iglesia no es lo suficientemente adulta para rendirla,procura llenar de modo til y con mltiples variaciones hasta los ltimosrincones vacos del tiempo. El ruido ambiental no cesa; cuando no se rezanoraciones o se lee e interpreta la sagrada Escritura, hay que cantar yresponder. A veces hasta se recita y parafrasea el canon previamente, desde

    el pulpito, a travs del micrfono.No se olvide que casi nadie de los presentes ha tenido tiempo ni ocasindurante la semana para un recogimiento ms profundo; que sus almasnecesitan elevarse tambin personalmente y cobrar aliento en la celebracindominical; que Dios les habla sobre todo en el silencio; que el servicio de lapalabra acoge la palabra de Dios -como anuncio y como oracin-. Pero el actode recepcin, la afirmacin personal en el silencio, es imprescindible si no sequiere que toda la siembra caiga sobre piedras y abrojos.

    Es cierto que el culto divino bien celebrado genera |una especie de satisfaccin

    compartida. El sacerdote est contento con la comunidad si sta colabora; lacomunidad est contenta consigo misma por haber solventado tan hermosa

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    celebracin. La Iglesia contenta consigo misma, la autosatisfaccin de lacomunidad: eso es precisamente lo que solemos reprochar al culto pietista yprotestante liberal. Habra que recordar los anlisis maliciosos de Karl Barth,juntando a Schleiermachercon el catolicismo -como cuerpo mstico que serinde homenaje a s mismo-, o las palabras inquietantes de Arnold Gehlen,

    que inciden en lo mismo:

    Yo soy de los que opinan que Dios se ha humanado exageradamente enmuchos corazones y que hay una nueva secularizacin que, esta vez, no pasapor la mundanizacin material, sino moral. La humanidad se convierte ensujeto y objeto de su propia glorificacin, pero olvidando la religin cristiana delamor... La moral de los intelectuales, orientada a la circulacin mundial de laconciencia, se produce... en dos formas: primero, despus de la Ilustracin,como tica solidaria, de carcter cismundano y progresista; segundo, como lareferida celebracin neocristiana donde la humanidad se homenajea a smisma en nombre de Dios. [3]

    Tendencia a la ecumene

    La separacin de las Iglesias es el gran escndalo pblico de la cristiandad yno tiene ningn gnero de disculpa en las causas o en los efectos (prdida decredibilidad de la misin cristiana interior y exterior). Todo lo que ayude areducir las distancias est en la lnea de la voluntad salvfica de Dios. Elavance en la idea de que es necesario hacer algo en este asunto para fundirlos hielos perpetuos, desolados, slo puede producirse por un milagro delEspritu divino que, en su libertad, escucha las oraciones y lamentos de loscristianos en las distintas Iglesias.

    Hagamos todo lo que est en nuestra mano, sin atribuirnos nada a nosotrosmismos, sino todo a la omnipotencia del Espritu creador. Y ya que hemosempezado a esperar, sigamos enarbolando la esperanza frente a todas lasderrotas y todos las imposibles, an tan evidentes. Slo el Espritu de Cristopuede derribar los muros de separacin, no nosotros con nuestra mejorvoluntad, con toda nuestra sabia diplomacia teolgica. Ser bueno quemiremos con gran desconfianza las ocultas ambigedades de nuestros planesy los sometamos a la crtica de la palabra de Dios. La tarea no es fcil decumplir: intentar todo lo que est en nuestro poder, todo lo que promueva el

    espritu de unin en Cristo, y evitar todo lo que sea forzar este espritu por lava puramente humana, tcnica o mgica.

    La propuesta es obvia: destaquemos lo que une y dejemos de lado lo quesepara. Esto podra tener sentido entre los evanglicos, que difieren ms porun minus que por unplus, ese plus que nos achacan a nosotros, los catlicos,como un excedente no registrado en el mensaje puro del evangelio. Para losevanglicos, la dificultad est en entender que este plus catlico forme partedel evangelio. Sera deber de los catlicos, por tanto, lograr la transparencia eneste punto y luego hacer la revisin correspondiente. Pero cmo?

    Cabe afirmar que todos los temas eclesiales, incluidas las verdadesdogmticas, son relativos, es decir, van referidos a lo que la revelacin de Dios

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    en Cristo tiene de absoluto. El cuerpo es relativo a la cabeza; la eucarista esrelativa a la ltima cena y a la cruz; la madre es relativa al hijo; el purgatorio esrelativo al juicio particular; sobre todo, el ministerio eclesial es relativo alsacerdocio de Cristo, y para sus titulares vale no menos que para los otros eldicho uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y todo

    dogma es relativo a la verdad revelada; el dogma trata de expresarladefiniendo y compendiando vlidamente el contenido, pero sin agotarlo.

    Esta relatividad ortodoxa se manifiesta perfectamente, a nivel existencial, conlos hermanos separados. As, Juan XXIII vivi de modo impresionante, ante elmundo entero, la relatividad del ministerio supremo de la Iglesia. Y todoconcilio pone de manifiesto la relatividad ortodoxa de un dogma cuando losita en nuevos contextos sin deformarlo, al descubrir aspectoscomplementarios, moderar as su aparente carcter absoluto y sumergirlo en elro ondulante del pensamiento y del lenguaje humanos sobre la palabra deDios. Y en nuestro tiempo, de modo no menos impresionante, la enseanza

    sobre Mara queda inscrita en el marco global de la doctrina de la Iglesia.

    Pero justamente este ltimo ejemplo nos pone claramente ante la alternativa.Qu significa aqu la relativizacin? Con qu espritu, con qu intencin, conqu trasfondo mental es utilizada? Se trata de hacer palidecerimperceptiblemente, incluso de escamotear, los dogmas marianosencendiendo otras luces ms intensas, como las estrellas palidecen y seapagan al salir el sol? Se admite as que nos hemos engaado, que amn delas imprudencias y excesos prcticos de una devocin unilateral y no ilustrada(algo que ninguna persona razonable discute), hemos desbarrado tambin enel campo terico? Este sera el referido mtodo de sustraccin o nivelacin. Esel mtodo que, cuando se da por bueno, solivianta e inquieta los nimos a estelado y al otro: a este lado, porque los propios catlicos no entienden cmopuede la Iglesia abandonar lo que ha defendido con uas y dientes durantesiglos, durante milenios. Al otro, porque sabe demasiado a juego poco serio ydiplomtico, propio de un Vaticano metido en poltica. No sern las buenasmaneras algo puramente exterior, una trampa que se cierra de golpe cuandoalguien se aventura a entrar?

    No, esta segunda va no se puede elegir con espritu ecumnico. Hay querecorrer la primera hasta el final, porque es ms ambiciosa y espiritualmente

    ms exigente. Pero esto requiere de los catlicos una doble labor teolgica.Primero, la recepcin autntica de todos aquellos aspectos de la teologa, lapredicacin y las formas de espiritualidad de los hermanos separados quepueden considerarse como expresin legtima (aunque diferente) de larevelacin cristiana confesada en comn. En la doctrina de la justificacin,antao manzana de la discordia, se ha producido ya, en buena medida, lanecesaria reflexin, que es preciso llevar hasta el final. Segundo, lo mismodesde el otro lado: un examen de las propias posiciones, tan a fondo quepodamos encontrarnos con las posiciones ajenas. Mas para ello se requiere unesfuerzo intelectual que no cabe esperar de todos, y menos del laico, perocuyos pasos conceptuales y resultados tienen que ser accesibles en lneas

    generales a las personas de buena voluntad, de modo que todos entiendan la

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    convergencia sin dar margen al reproche de compromisos engaosos yartificios diplomticos.

    Pero semejante empresa presupone que los dos interlocutores tienen a Diosdelante y no a la espalda. Exige caminar hacia l, siempre mayor y ms

    misterioso, que, en palabras de Agustn, al ser infinito, aun despus deencontrado ha de ser buscado (ut inventus quaeratur immensus est).

    Quiz hoy comienzan los catlicos, sacudidos suficientemente en susentimiento vital y su pensamiento religioso, a entender paulatinamente elsentido de esta propuesta. Quiz aprendan desde la realidad de lasconversaciones ecumnicas que la revelacin de Dios no se deja encerrar enbotellas y conservar en bodegas. Que las respuestas que ellos extraen detales almacenes no se ajustan en absoluto a las preguntas concretas actuales.

    Que, a pesar de la tradicin eclesial y del magisterio infalible, la historia

    universal avanza inexorablemente, las horas fatales dependen de una decisinpersonal plena y toda la tradicin debe refundirse siempre -difcil tarea!- en elmomento histrico, y ser entendida y configurada a la luz de l. Justamenteentonces estamos seguros de la asistencia del Espritu santo, entonces l senos hace perceptible, entonces vemos el sentido de lo que se llamapropiamente tradicin y que nunca se perfila sin el martyrion, sin la aventura devida y muerte de un testimonio global.

    Pero el tema de lo que es un cristiano tendra que estar ante nosotros en talesconversaciones, y no detrs, como un concepto consabido sobre el que nadaresta que pensar. Es, como se ver, algo que sigue siendo controvertido,porque lo importante para el catlico es precisamente no transigir, restando yabandonando su plus especfico, sino esforzarse en tomar plena concienciadel ncleo del evangelio.

    Tendencia al mundo secular

    Aqu se sitan el punto alto y el punto medio del movimiento. Aqu debeproducirse el cambio decisivo y salvador. Mediante la superacin de unatendencia estril a la autoconservacin, mediante la apertura y la salida almundo, la Iglesia debe despertar a su verdadera esencia y debe demostrar

    tambin lo que es realmente un cristiano.Para dejar bien clara esta idea, el cristiano se ve apoyado por la historia yreforzado con los contrastes. Se supone, por una parte, que en el pasado noexisti un mundo secular, sino simplemente un cosmos vivido en sentidoplenamente religioso o, como algunos llegan a decir, divinizado. Protegidopor una ilusin de tipo primitivo, el hombre haba sentido la divinidad prxima al y presente en la naturaleza. Este velo de ensueo -dicen- se rasgbrutalmente en el mundo moderno tcnico y mecanizado, dominador de lanaturaleza; el mundo queda desdivinizado y totalmente humano, y elcristiano recibe la invitacin a entrar sin miedo y sin reservas en este mundo

    fro y desencantado.

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    La dureza de la invitacin resalta teniendo en cuenta que despus de laRevolucin Francesa se produjo un fenmeno de huida de la realidad por partede los catlicos, y el romanticismo hizo de esa tendencia el paradigma de todaactitud cristiana en el pasado. Una interpretacin abiertamente falsa, ya que esinnegable la apertura al mundo, no slo en el movimiento apostlico de la

    primera Iglesia sino tambin en la aventura tan problemtica, hoy tanduramente juzgada, de la cristianizacin del imperio romano y de su poderuniversal, en la conversin de los brbaros, en la roturacin y cultivo de susbosques y desiertos por los monjes y las rdenes militares, en el contenidoprofano del gran arte occidental, de la filosofa y la literatura, en la moralizacinde las culturas y de los reinos: los reformadores y puristas pecaron siempre porcarta de ms, y no de menos, en lo que a apertura y transformacin del mundose refiere.

    Se habla tambin de los movimientos ascticos del pasado como si buscaranla huida del mundo, comenzando por la impresionante emigracin de la

    aristocracia espiritual al desierto, a eremitorios y monasterios cenobitas,siguiendo con los tratados medievales sobre el desprecio del mundo (decontemptu mundi), hasta las constantes oleadas modernas de vida derenuncia en los consejos evanglicos. Pero resulta que estas oleadas, con unsecreto instinto cristiano, se fueron entregando ms y ms al mundo.

    De la huida del mundo puramente contemplativa de los primeros monjessalieron los benedictinos agricultores; llegaron despus los predicadores y losevanglicos. stos, con la Compaa de Jess, se desprendieron ms tarde detoda la estructura conventual y arraigaron profundamente en el mundo. Y hoy,los institutos seculares recorren el camino hasta el fin y viven los consejosevanglicos dentro de su vida profesional, sin separacin alguna del mundo.

    Y si esos gneros de vida fueron realmente, por largo tiempo, la vanguardia dela existencia cristiana, el impresionante itinerario de siglos desde el monasterioalejado del mundo hasta la existencia en el mundo es tambin efecto de unaclara intervencin del Espritu santo. Y habr que extraer las ltimasconsecuencias de esta incontenible marcha, precisamente cuando se intentasintonizar con la dinmica del mundo moderno. Lo que durante tanto tiempo seentendi al pie de la letra en los consejos evanglicos, tiene un sentidoprimariamente espiritual: es preciso encarnarse a fondo -sin la distancia ltima

    de una virginidad externa- en el espritu de la plena e intrpida humanizacindel matrimonio cristiano, as como las exterioridades de la antigua pobrezadeben desembocar en la distancia superior frente a cualquier posesin; y,sobre todo, la eterna minora de edad del obediente externo debe integrarse enla mayora de edad del laico cristiano plenamente responsable, que se atreve ahacer su opcin de conciencia en medio del mundo.

    Basta confirmar estas ideas con ciertas actitudes histricas de larvadomaniquesmo en los cristianos antiguos y medievales, cuyas huellas aparecendemasiado claras en los preceptos y prohibiciones del matrimonio eclesistico.Basta recordar el sometimiento natural de una humanidad brbara -infantil y

    difcil de educar- a la autoridad de una Iglesia paternalista y dominante,sometimiento superado gracias al proceso normal de maduracin histrica.

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    Basta aadir, finalmente, que en una poca tan especializada como la nuestra,las competencias pasan progresivamente a los especialistas, en detrimento delas autoridades eclesiales, que se ven as confinadas a lo puramenteespiritual... Basta todo eso para hacernos una idea de la tendencia dominante.

    El centro de gravedad de la Iglesia se desplaza inevitablemente del estadoreligioso y sacerdotal al estado laico: el laico, como Iglesia orientada al mundoy enraizada en l, es el verdadero eje del reino de Dios en la tierra. El clero estan slo una fuerza auxiliar, y la vida basada en los consejos evanglicosexiste para recordar a los laicos en forma simblica que ellos tampoco sonsimplemente mundo, que el reino de Dios tampoco ha llegado definitivamente,sino que el futuro del Seor slo se transformar en presente absoluto alfinal de los tiempos. La actitud de renuncia es, por tanto, mero signo, mientrasque la cosa significada es la actitud en el uso de las cosas. Igualmente, elpastor ministerial slo existe para el rebao y ha de ponerlo todo a su servicio.

    Si aadimos a esta visin del mundo la teora del evolucionismo biolgico y sutraduccin ingenua a la historia de la humanidad natural y sobrenatural, latendencia resulta incontenible: es hora de que la humanidad tome en susmanos el desarrollo csmico y, con un planeamiento espiritual activo, preparey acelere, en lo que de ella dependa, el futuro del Seor.

    Este desplazamiento viene a insinuar como de pasada una respuesta anuestra pregunta capital. Quin es cristiano? En ltima instancia, aquel quems profundamente introduce lo cristiano en la materia del mundo secular,aquel que lo encarna ms radicalmente. A qu estn esperando entoncestodos los recursos de la gracia: la Biblia, los sacramentos, la predicacin, etc.?Slo a ser traducidos a la vida y la accin, y esto ocurre en la realidad cristianaordinaria, es decir, en la vida comn y secular. Se cumplen as la parbola dela levadura y los dichos sobre la sal de la tierra y la luz del mundo.

    Todo esto parece tan simple y evidente, tan liberador (de la presin delclericalismo y de la tutela mediante una ascesis alejada del mundo) y tanestimulador de todas nuestras fuerzas, que la ambigedad casi desapareceante la parte positiva y fascinante. Pero la ambigedad reaparece de inmediatosi formulamos la pregunta a los que se orientan al mundo: qu es paravosotros, cristianos, esa esencia cristiana que debe encarnarse en el mundo?

    Cuando definimos un concepto, no podemos emplearlo en la definicin.Vosotros tenis ya -a la espalda- un concepto de lo cristiano (y del cristiano)con el que operis al planear vuestra accin en el mundo. Porque no iris adecir que lo cristiano es simplemente la orientacin al mundo. Al ser una partedel mundo, no necesitis volveros hacia l. Este gesto se podra atribuir,cuando ms, a Dios, que no es mundo por esencia y se orienta a l porgracia.

    Para vosotros, en cambio, ser mundo es un hecho natural y un deberespiritual. O el espritu cristiano que deseis aportar consiste en el modo

    gozoso, de entrega responsable, como pensis construir el mundo? Pero esteespritu, por excelente que sea, no sobrepasa sustancialmente lo que cabe

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    exigir a cada uno de los miembros de la comunidad humana. O queris decirque el grado especial de vuestra apuesta por el bien comn y de vuestraentrega a los semejantes constituye el diferencial cristiano, ya que tal apuestapuede ser un paradigma de humanidad puro, luminoso y atractivo? Podraisaducir razones de peso en este sentido. Por ejemplo, que lo cristiano no

    consiste en prcticas externas y en ir a la iglesia, sino en el cumplimiento delas enseanzas bsicas de Cristo, que l nos encareci en el lavatorio de lospies: debemos ser hermanos, servirnos y ayudarnos mutuamente, como hizol, aun siendo Seor nuestro. Y esto significa que no debemos distinguirnosdel resto de los mortales por ninguna singularidad, sino por una respuesta msrigurosa y consecuente que la de los otros a las exigencias de humanidad ysolidaridad general. Y si la tarea humana en este mundo -un mundo, por fin,totalmente secular- consiste en su conformacin tcnico-espiritual, locristiano ser anticiparse con el buen ejemplo, siempre a la cabeza en esatarea solidaria. En lugar de llegar siempre tarde, por mirar al cielo connostalgia, dejando pasar las oportunidades histricas una tras otra, lo cristiano

    es estar vigilantes para las exigencias religiosas del presente y ser modelos enesta faceta.

    Habra sido necesario el comunismo si los cristianos hubieran sabido serlcidos y objetivos a su debido tiempo? No estaba clara en la Biblia delAntiguo y el Nuevo Testamento la preocupacin humanitaria por los pobres ylos explotados? Y de no haber existido las funestas alianzas entre losexplotadores y la religin cristiana, habra sido necesario el atesmomoderno? Nos encontramos con que la vida proletaria y el movimientoproletario tuvieron que presentarse casi necesariamente en sentido ateoporque Dios no estaba a la vista durante los decenios cruciales del comienzo.Despus de Cristo, Dios slo puede manifestarse a la clase proletaria en loscristianos que siguen a Cristo; pero el cristianismo, que no apoy elmovimiento proletario en su estructura popular campesina y pequeo-burguesa, apenas le facilit el encuentro con Dios al aparecer como instanciaen favor de los explotadores. La inexistencia de Dios no fue una conclusinlgica, sino una experiencia evidente... El atesmo revolucionario de la horainicial del movimiento obrero es un producto directo de la ausencia de Dios, esdecir, de la ausencia de los cristianos. [2]

    Qu es lo que falt? Una viva conciencia de fraternidad en lugar de una

    prctica religiosa farisea y cerrada al mundo. Para qu las sublimidadestrascendentes, la atencin al ms all, cuando las tareas cristianas las tieneuno ante las narices, hoy exactamente igual que en tiempo del Manifiestocomunista! Cuntas exigencias de humanidad elemental quedan incumplidasporque los hombres alegan no tener tiempo para ellas!: aqu puedeadelantarse el cristiano, aqu puede encarnar su religin.

    Por muy verdad que sea todo esto, hay que repetir la pregunta fundamental:es que el cristianismo, segn eso, no es ms que un humanismoconsecuente? Entonces tiene razn la seria y honrada teologa de laIlustracin y del liberalismo: Cristo es el maestro sublime de humanidad, su

    ejemplo y modelo ms puro. Por este ejemplo sabemos lo que es la verdaderasolidaridad y abnegacin. Y si sabemos esto, para qu la fe? No basta con

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    llevar a la prctica los principios del sermn! de la montaa, principioselementales, pero que comprometen toda nuestra existencia sin contener en snada misterioso? Para qu los misterios de la fe? Podemos interiorizar elamor al prjimo; para qu esas; verdades aadidas que nos resultansiempre ajenas? Si ser cristiano significa una prctica, y slo podemos

    practicar lo que entendemos y nos hace comprometernos, qu pasa con loinefable que, como tal, es indigerible, inasimilable?

    La pregunta quin es cristiano? se plantea aqu con la mxima claridad. Simi cristianismo ha de servir al mundo secular, debo tener de l una imagencomprensible y controlable. Pero esta imagen debe adecuarse a la razn y a laaccin humana; de ese modo acto siempre a partir de un principio queentiendo y, como tal, queda a mi espalda, aunque est siempre ante m comotarea por realizar. Este es el a priori de la cuarta tendencia. Aunque estatendencia sea correcta en la idea de realizacin prctica, descansa tambin enuna larvada sustraccin: lo cristiano es (tan slo) lo verdaderamente humano.

    Hay numerosas vas para desvelar un poco este a priori. Una de ellas consisteen hacer notar que el mundo, apenas desdivinizado, es visto ya en unaperspectiva teolgica, y se habla de teologa de las realidades terrestres.Este aspecto ser detectable, en todo caso, si hacemos previamente sufilosofa (en la lnea de Toms de Aquino, por ejemplo). Pero la filosofa esthoy devaluada en aras de la simple ciencia exacta de los hechos desnudos.La ciencia exacta, sin mediacin filosfica, topa con la teologa, y esto slopuede generar la apariencia de un dilogo; en realidad, una dialcticapatolgicamente degradada. Creacin como salvacin, creacin comomisterio de salvacin son temas y ttulos preferidos de los libros modernos:parecen prometedores, pero detrs hay un cortocircuito, una equiparacin defilosofa y teologa, y en esa equiparacin la teologa lleva siempre las deperder.

    Esta dialctica permite conciliar tambin las posiciones contrapuestas, peroslo en apariencia y sin una verdadera mediacin. As, se dice hoy a la vez yen el mismo tono de conviccin que el mundo est desdivinizado y se havuelto puramente secular, y que el mundo debe concebirse como misterioeucarstico general, como cuerpo mstico de Cristo en crecimiento: unadivinizacin del cosmos ms all de todo lo que previo el medievo pensante

    en la filosofa cristiana del mundo. En una creacin que, aun en su aspectoevolutivo, es considerada directamente como misterio teolgico-sacramental,todos los procesos mundanos o seculares pasan directamente a lo espiritual apesar de su desdivinizacin fctica, es decir, de su sometimiento al arbitriototal del hombre que piensa y proyecta tcnicamente. El mundo desdivinizadohasta el atesmo resulta ser, tambin, el mundo sacralizado hasta lo divino.Pero se trata, en el fondo, de meras frases con las que los cristianos seengaan a s mismos en el mundo actual, que marcha perfectamente sin ellos,y se echan tierra a los ojos. Si uno ha superado de hecho las diferencias en sufuero interno, es absurdo fingir que las mantiene y que el llamar espiritual a loprofano y profano a lo espiritual encierra algo profundamente cristiano.

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    Recuerde el lector la tradicin cristiana, que apareca al comienzo de estaseccin como gran testigo, e intente reprocharle una excesiva mundanidad(divinizacin del mundo) o una excesiva huida del mundo. Si este intentoresulta imposible, quiz sea porque el cristianismo ha visto y defendidosiempre, en conceptos y expresiones culturalmente cambiantes, ambos

    aspectos de la realidad. Que la interpretacin cristiana del ser tuvo siempre eldestino del cosmos ante los ojos y en el corazn, no puede negarlo nadie. Nose puede acusar de acosmismo, de ausencia de mundo, a unas cosmovisionesde la mxima fuerza y eficiencia. El cosmos sagrado, es decir, el mundo queva madurando por la creacin, la encarnacin, la reconciliacin y la redencinde Dios, pero a travs de las leyes intramundanas y humanas, hacia la ltimaplenitud de Cristo, es el ideal de un Orgenes y un Dionisio Areopagita, de unBoecio y un Juan Erigena, de los maestros de la escuela de Chartres y delos grandes escolsticos Alberto, Buenaventura y Toms, el ideal de Nicolsde Cusa y del pensamiento renacentista cristiano desde Florencia a Oxford,tambin el ideal de la mstica barroca de un Jakob Bhme y su escuela, hasta

    Schelling y Baader. A todos ellos, con excepcin quiz de Agustn, habraque reprocharles ms bien el haber introducido demasiado mundo en losagrado, demasiada filosofa en la teologa. Esto es lo que nos vuelvedesconfiados cuando se acusa a los movimientos ascticos de la Edad Mediade acosmismo o incluso maniquesmo, cuyas ltimas huellas slo ha logradoborrar -dicen- nuestro glorioso presente. No ser que esos movimientosrepresentan algo as como el contrapeso a un cristianismo demasiado secular,demasiado incrustado en lo poltico y lo filosfico? No tienen, comocontrapeso, su lado saludable y su justificacin?

    bamos a descubrir slo nosotros quin es realmente cristiano? Nosotros,con nuestra cudruple tendencia, que se ha evidenciado en todas susdirecciones como un camino nada claro y, por eso, ms bien peligroso?Porque, de un modo u otro, todos crean saber por anticipado lo que est encuestin. Pero si ya en lo filosfico nada parece peor que unos presupuestosno aclarados, esto rige tanto ms en lo cristiano. Por eso debemos decidirnosa dar la vuelta y ponernos delante de lo que parece estar detrs de nosotros.Tener ante si la pregunta junto con el ensayo de respuesta es la justa posicin,ya que la respuesta llega necesariamente del lugar donde se nos brindanuestro ser cristiano: la palabra viva de Dios.

    3. Dios ante nosotros, o quin es cristiano?

    Directamente al ncleo

    Muchas cosas se resuelven teniendo presente una sencilla ley delpensamiento: el mejor modo de conocer algo es examinarlo en su estado mspuro. [5] El que quiera investigar la esencia del caballo o del asno en el mulo,tropezar con dificultades; el que quiera estudiar la esencia de lo cristiano enun individuo particular que es incapaz de decidirse a serlo o no serlo, queconoce algo de las exigencias que plantea, mas no tiene el valor de asumirlas,que sabe perfectamente o sospecha que no realiza esa figura con la suficiente

    limpieza para que le Resulte convincente a s mismo y a los dems, estarestudiando un objeto poco indicado.

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    Esta ley es vlida para el cristiano con mayor claridad an que para los otrosobjetos, porque Cristo mismo le plantea permanentemente la opcinfundamental. Cristo invita a los hombres a tomar esa decisin, que no es comouna puerta de entrada a la existencia cristiana, sino que coincide con sta demodo incoativo, pero esencial. Si examinamos las escalas de las posibles

    actitudes cristianas, desde el compromiso mnimo, al que cabe otorgar ya unaparticipacin en la existencia cristiana, hasta la forma superior o compromisototal, est claro que la idea cristiana, con su fuerza iluminadora y su evidencia,irradia ms a medida que la forma cristiana impregna una vida. Un santoautntico (los hay tambin falsos) no ofrece dudas. Har exclamar a veces: Sitodos fueran como usted.... Sealemos aqu que es justamente el santo,aquel que intenta hacerlo todo cristianamente, el que mejor y msprofundamente sabe hasta qu punto es pecador. Algunos toman distancias ose resignan ante lo que los separa de la plena identificacin con el ideal; otrosse forman una conciencia propia; pero el santo intenta verse a la pura luz de lagracia y de las exigencias del amor de Dios; entonces se ve definitivamente

    por debajo de lo que le corresponde y desecha todas las falsas ilusiones.

    Quin es cristiano? Para aproximarnos a una respuesta, no debemos mirarabajo ni afuera (el que est bautizado, el que cumple con pascua), sino irdirectamente al ncleo. El minimalista presenta una figura sumamentecomplicada, por indefinible y opaca, de la que no cabe esperar nada claro. Porel contrario, el maximalista -si vale el trmino, pero no hay otro- ofrece la figurasimple y difana, tan simple que l es el verdadero minimalista, porque haintegrado en s todo lo complicado. Segn Pablo, las innumerablesprohibiciones de la moral se establecieron para los minimalistas, con elresultado de que los rboles casi impiden ver el bosque; para el maximalista,es decir, para aquel que busca a Cristo, todos esos cdigos negativos sereducen a un precepto elemental; quien lo cumpla, habr cumplido todos losotros preceptos como por aadidura; y de este precepto asegura Cristo que noes difcil de guardar.

    Convena sentar esta premisa metodolgica antes de abordar los problemasconcretos.

    Cmo concordar lo discordante?

    Cristiano viene de Cristo. La esencia de lo cristiano se corresponde con laesencia de Cristo. Esto es claro; pero asoma amenazadora la pregunta: quafinidad esencial, qu tipo de comunin puede haber entre Cristo y loscristianos?

    Una primera verdad, insoslayable para todo el que cree realmente en laesencia y la obra de Cristo, dice: Cristo es el Unignito del Padre, el nicomediador entre! Dios y el hombre, el nico salvador que padeci en la cruz portodos, la primicia de los que resucitan del la muerte, el que posee el primadoen todo (cf. Col 1, 19). Lo que l es, lo que hace, lo que se produce mediantel, depende totalmente de su dignidad divino-humana. l nos redimi

    activamente, nosotros somos los redimidos por l pasivamente; todo lo quenosotros hacemos activamente, en respuesta, descansa siempre en esta

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    pasividad primigenia, reconocida en la fe y anunciada en el testimonio. Eltestimonio es lo que da la forma unitaria a todo nuestro ser y obrar. Se trata deun principio tan claro que el protestantismo ortodoxo se detiene en l. Porquetodo lo que pueda aadirse parece oscurecerlo.

    Pero bueno ser tener a la vista, frente a eso, los relatos evanglicos. Podraparecer al pronto que presentan ante el pueblo a un hombre dotado de carismaproftico que anuncia el reino de Dios, recaba con milagros la fe en su misindivina y en su persona, que elige un pequeo grupo de seguidores para queescuchen y registren sus palabras y acciones y, una vez muerto y resucitado,puedan dar testimonio de l desde Jerusaln a Samara y hasta los confinesdel mundo (Hech 1, 8). Este primer estrato del ser cristiano es sin dudaconsistente y se mantiene hasta el final; la misin testimonial cierra losevangelios de Mateo y Lucas y abre el libro de los Hechos que, junto con lascartas, contiene el relato de ese testimonio.

    Pero no queda todo ah. Cristo no habla y acta slo ante los hombres, sinoque trata con ellos y los invita a ircon l. Esto ocurre sobre todo en la eleccinde los apstoles: Llam a los que l quiso; y vinieron donde l; instituy adoce para que fueran sus compaeros (Me 3, 13-14). En otras escenas devocacin figura el dicho: sequere me, que puede traducirse como sgueme,a condicin de no tomar el acusativo en sentido literal, sino como exponentede una relacin maestro-discpulo: el discpulo se confa al mundo interior delmaestro y es introducido espiritualmente en l. Ante un examen atento, elestar con resulta ser la forma predominante de la vida terrena de Cristo.Jess inicia su vida en el seno de la madre, que manifest su conformidad conla palabra de Dios; pasa la juventud inmerso en la familia, a la que abandonapor unos das para permanecer entre los maestros, escuchado ypreguntando. Al comienzo de su vida pblica forma una comunidad dediscpulos; se transfigura en presencia de tres de ellos, acompaado deMoiss y Elas; delante de los tres discpulos sufre angustia mortal en el Huertode los Olivos; es clavado en la cruz con dos delincuentes, uno a su izquierda yotro a su derecha; al resucitar, tampoco est solo; el viernes santo se abren lossepulcros, y el domingo de pascua muchos cuerpos de santos que habanmuerto resucitaron; despus de su resurreccin salieron de las tumbas,entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos (Mt 27, 51-53). Y alcaminar, ya resucitado, en conversacin con los discpulos de Emas,

    mantiene su hbito de estar con ellos hasta el final.Pero la fase de estar con evoluciona, sin desaparecer, hacia una tercerafase de intimidad ltima: el estar en, que Cristo realiza en el misterio del pany el vino que tanto dese y haba anunciado en muchos signos y promesas,en conexin con su muerte redentora. Tambin esto lo anticipa con disposicinsoberana, y en la hora de la despedida se da a los suyos, se interioriza enellos como una vida perdurable, presente en todo tiempo. Su oracin final alPadre sella solemne y claramente este estar en ellos; todos son uno en l yl en ellos, como l es uno con el Padre. Jess pone toda su esperanza eneste ser uno estando en ellos: ser el signo en el que el mundo conozca

    su misin divina. Los discpulos que perseveran en la misin testimonial

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    cobran fuerza por la conciencia de estar en el Seor y viceversa: Cristovive en m.

    Estas ideas nos son tan habituales que apenas advertimos ya la paradoja:mientras los discpulos dan testimonio de la presencia singular de Cristo ante

    ellos, l sigue siendo singular hasta el final, aun estando con ellos y en ellos;hay que ir ms lejos y decir que cuanto ms estuvo con ellos, tanto ms se lesabrieron los ojos para esa singularidad; cuanto ms permanece en ellos, yellos viven de l y participan de su vida, tanto menos se confunden con l,tanto ms se eleva sobre ellos como el Kyrios, el Seor. Con la cercana creceel sentido de la distancia, con el conocimiento de su descenso inexplicableaumenta la comprensin de que justamente ah reside y aparece toda su alturainimaginable. Cuanto ms somete su poder a la impotencia de la pasin, tantoms queda patente que slo l puede dar la vida por las ovejas yrecuperarla (Jn 10, 16.18); slo l, por tanto, puede padecer y morirvicariamente por todos los otros y resucitar de la muerte. El discpulo que

    comprende esto desde la intimidad con Jess se ve impulsado a dartestimonio.

    El cristianismo actual, cansado de una prctica puramente externa, hacentrado su amor y atencin en el Cristo que da testimonio. Tmoignage esla palabra que ms suena en Francia, a veces casi hasta la saciedad. La vidade los sacerdotes obreros fue tmoignage, la de los Hermanitos yHermanitas de Jess es tmoignage, la de los nuevos institutos secularesse entiende en esta lnea, y en general toda existencia cristiana autntica en laIglesia y en el mundo. Por importante que sea este avance respecto a unareligiosidad aburguesada, y aunque la nocin de testimonio pueda abarcarel estar con y el ser con (dentro del concepto pleno de martyrion), esetestimonio, tomado aisladamente, podra entenderse tambin en lneaminimalista, como certificacin de un acontecimiento histrico. En este sentido,como caso lmite, un increyente podra atestiguar la crucifixin y el sepulcrovaco. Y la celebracin eucarstica de la comunidad podra concebirseasimismo como una entraable fiesta conmemorativa de la redencin, al modocomo los israelitas festejaban anualmente el triunfo de Judit sobre el ejrcitoenemigo, y figura entre los das sagrados desde aquel tiempo hasta hoy(Jud 16, 31, Vulg.). Pero es evidente que no basta tal idea de la celebracincomunitaria, no slo porque los cristianos han de vivir la palabra de Dios como

    palabra presente y en accin (por obra del Espritu santo), sino porque elSeor conmemorado en la consagracin y en la comunin est presente ensu realidad corpreo-espiritual: ante ellos, con ellos y en ellos.

    El evangelio ensea que esto es as, y el cristiano lo cree, pero aspira acomprender lo que cree. Cmo es posible que identifiquemos autnticamenteel fondo singular e incomparable de Cristo sin falsear el verdadero ser y obrarde aquel que es nico? Conviene caer en la cuenta de que no estamos aquante vanas sutilezas, sino ante el punto central que es preciso poner en claropara obtener una respuesta a la pregunta que figura como ttulo del presenteescrito. Por otra parte, es aqu, y en ningn otro punto, donde radican los

    contenidos decisivos del dilogo ecumnico con el protestantismo.

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    El punto central

    Recordemos de nuevo el itinerario formal de la vida de Jess. La juventud esel largo preparativo, la iniciacin progresiva hasta alcanzar la madurez para sumisin en el mundo; el bautismo es la infusin del Espritu y el otorgamiento de

    la misin; la estancia en el desierto y las tentaciones diablicas son la ltimaacreditacin y fortalecimiento existencial. Despus de tan larga preparacin,Cristo emprende su vida activa llamando a algunas personas para que lesigan, no como observadores sino como acompaantes que participen en elcompromiso incondicional de su existencia. Ellos aceptaron la invitacin y searriesgaron con Cristo, como confirma l mismo cuando les dice en la ltimacena: Vosotros habis perseverado conmigo en mis pruebas (Le 22, 28). Lohicieron libremente; siempre hubieran tenido ocasin de abandonarlo(tambin vosotros queris marcharos?).

    Puede parecer que esta fidelidad total de los discpulos es una virtud

    puramente humana: algo as como la fidelidad entre el caudillo y su squito.Pero dado que Jess es ms, hace ms y exige ms que el hombre, lafidelidad de sus discpulos excede tambin de una mera adhesin humana: esfe. Sin embargo, ambas cosas no se daran conjuntamente si Jess no hubierarealizado su obra soberana de modo humano y, por eso, radicalmente abiertoy accesible al hombre: como obediencia absoluta a Dios. No hace su propiavoluntad, sino la del Padre. Lo encarece entre lgrimas y sudor de sangre en elHuerto de los Olivos sometiendo el querer humano, ms all de sus propioslmites, a la voluntad del Padre. Esta obediencia, que desborda la finitud detoda facultad humana hasta alcanzar la infinitud de Dios, es el rasgo deesclavo asumido libremente por el amor eterno, trinitario, del Padre y el Hijo enel Espritu. La decisin soberana y amorosa de no retener para s la propiafigura de Dios (como dice Pablo), de perderla en la pequeez de la figurahumana, en el anonimato de una vida irrelevante, en una obediencia libre poramor, hasta las ltimas consecuencias, es exactamente la forma de vida delDios humanado. Y esta idea central abre al hombre corriente la posibilidad departicipar en la vida, accin y pasin del Dios-hombre.

    La libre obediencia por amor es el punto donde coinciden los incomparableshasta llegar a la identidad. Por parte del hombre, esta obediencia por amorlleva el nombre especfico de fe. La fe como acto del hombre es un primer

    intento de respuesta (creo, Seor, ayuda mi incredulidad), que el Seorintegra por gracia en su propia obediencia, le otorga fuerza con su propioejemplo y, ya desde el primer intento, la anima, estimula, acompaa y lleva afeliz trmino (gratia praeveniens et consequens). Esto es algo anlogo a loque ocurre en la esfera puramente humana: la confianza, la entrega, el sdefinitivo de una nia puede despertar como respuesta al amor de unadolescente y llegar a su ltima plenitud.

    Pero la entrega humana, aunque parezca ilimitada, chocar quiz siempre conlmites inconscientes; por ejemplo, si la persona a la que uno se entregadegenera totalmente en la infidelidad, el desamor y la depravacin, y la alianza

    con ella no es ya soportable. La fe en Cristo se acredita, en cambio, por lailimitacin total de la entrega: cualquier infidelidad queda excluida en Cristo,

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    aunque su fidelidad nos resulte inaparente, porque la fidelidad de Dios es poresencia infinita y sin arrepentimiento; de ah que el acto de entrega amorosa yobediente, en respuesta y correspondencia a la fuerza de la gracia de Dios quelo hace posible, pueda ser igualmente incondicional e ilimitada. Es un acto queen su plenitud se llama fe-amor-esperanza: fe amorosa que todo lo espera, o

    amor esperanzado que todo lo cree, o esperanza creyente que ama todo loque Dios quiere. Es el acto que fundamenta nuclearmente el ser cristiano, yesto nos permite contestar la pregunta quin es cristiano?. Cristiano es lapersona que vive de la fe (Rom 1, 17), es decir, que ha apostado toda suexistencia a una posibilidad que nos brind Jesucristo, el Hijo de Dios,obediente por todos nosotros hasta la cruz: participar en el s a Dios, un sobediente que redime al mundo.

    Por parte de Cristo, el acto de obediencia amorosa fundamenta la existencia,porque el Hijo de Dios no es arrojado, sino enviado a ella. El hecho deque l est ah y sea as, significa que se ha manifestado el amor de Dios

    Padre que entrega a su Hijo por nosotros, pecadores. En la entrega est elsacrificio, y en ste, la conformidad de la vctima, la obediencia. En laexistencia del Hijo obediente brilla tambin con toda claridad el misterio de laTrinidad divina, porque el Hijo no se obedece a s mismo sino a Otro. El amoreterno que siente es el que hace posible tal obediencia y, a la vez, la unidadentre el que manda y el que obedece. Porque si el Hijo fuese obediente alPadre en virtud de una subordinacin natural, su obediencia sera elcumplimiento de un deber y no la expresin del amor absolutamente libre deDios. Si obedece sin razones, es decir, por puro amor, entonces el donado nosrevela el amor gratuito del donante a nosotros pecadores, un amor tan abismalque Pablo no duda en calificar de loco. Y si despus de realizada la seal deamor que inscribe a Dios en la historia humana, si despus de la vida, muertey resurreccin del Sacrificado, el Espritu comn al Padre y al Hijo es enviado ala Iglesia y al mundo como testimonio permanente, entonces este Espritu noser otra cosa ni atestiguar otra cosa que el amor gratuito y loco y, por eso,eternamente indisponible e inservible para todas las maquinaciones de loshumanos.

    Porque todo lo que la existencia del Hijo revela sobre la esencia de este amores la renuncia a disponer de s. Es esta renuncia lo que confiere la novedadinaudita al cumplimiento de su misin. El Hijo rehsa cualquier cautela, deja

    cualquier providencia en manos del Pa