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Reflexiones del entonces rector de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, respecto a la misión y el proyecto social de la Universidad

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UNIVERSIDAD E INVESTIGACIÓN RELACIONES Y RESPONSABILIDADES∗

- Gerardo Remolina Vargas, S.J. -

Nos hemos reunido en esta tarde para dar comienzo a la realización de un evento esencialmente universitario. Nuestra comunidad académica se congrega para compartir los resultados alcanzados durante los dos últimos años en el ejercicio de una de sus funciones sustantivas: la investigación. La Universidad, lo sabemos muy bien, es la comunidad de estudiantes y profesores que se empeña en la conservación, transmisión y producción del conocimiento. Esta última, la investigación, es la savia que alimenta la planta, la sangre que da vida a esta comunidad y la constituye como Universidad.

El ritmo bienal, necesariamente lento, de la celebración de este Congreso, corresponde a la naturaleza misma de la actividad investigativa. En efecto, la gestación y construcción del conocimiento es necesariamente lenta, porque implica el esfuerzo paciente y perseverante del científico que debe estar durante largo tiempo al acecho del fenómeno significativo, del dato importante, de la intuición inteligente, y de la justificación exacta y precisa de los conocimientos. Esa garantía es lo que permite ponerlos al servicio de la sociedad. Por otra parte, esa misma periodicidad bienal pretende ir marcando los hitos de nuestras conquistas, para irnos animando unos a otros en la realización de esta hazaña apasionante de arrancar sus secretos a la naturaleza, al espíritu humano y a la sociedad. La celebración, realizada cada dos años, constituye al mismo tiempo un ritmo acelerado que refleja la impaciencia de ir avanzando a marchas forzadas para responder a la vertiginosa velocidad de las urgencias sociales. Investigar exige atención y paciencia, y por ello consagración y agilidad para llegar prontamente a la meta deseada.

Como Rector de la Universidad, siento el deber el aprovechar la presente ocasión, y la prestancia de este escenario, para reafirmar tres aspectos de suma importancia en el momento que vive la Universidad Colombiana y muy particularmente nuestra propia Universidad. Tales aspectos son: 1º) La importancia de la investigación en una auténtica Universidad. 2º) La estrecha relación entre la responsabilidad social

∗ Palabras del P. Gerardo Remolina Vargas, S.J., Rector de la PontificiaUniversidad Javeriana, en la inauguración del “VII Congreso Javeriano de

Investigación”. Bogotá, agosto 26 de 2003.

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de la Universidad y la investigación. 3º) La imprescindible presencia de la ética en cualquiera de los tipos o formas de investigación.

1º Importancia de la Investigación en una auténtica Universidad

Hay temas que de acuerdo con las circunstancias sociales, económicas y políticas suelen plantearse una y otra vez, creando a veces dudas e incertidumbres que terminan por resolverse de acuerdo con aspectos coyunturales, y no de acuerdo con la naturaleza misma de las cosas. Uno de estos temas es precisamente el de la relación entre Universidad e investigación. ¿Pertenece la investigación a la esencia de la Universidad? ¿Puede llamarse Universidad una institución de educación superior que no hace investigación? ¿Poseen nuestros Profesores universitarios la formación y la disposición para consagrarse a ella? ¿Cuentan nuestras instituciones de Educación Superior con los recursos financieros, tecnológicos, logísticos y de infraestructura para realizarla? ¿Están las Universidades en la disposición de liberar los recursos necesarios y el tiempo de sus profesores para dedicarlo a la investigación? Estas preguntas plantean dos clases de problemáticas que es necesario distinguir: una, la referente a la naturaleza o esencia misma de la Universidad; otra, la relativa a las condiciones de posibilidad de su realización. La primera se refiere a la meta que hay que alcanzar y a la cual se debe tender; la segunda a la capacidad actual de alcanzarla. La imposibilidad, o la dificultad extrema para lograrla, no pueden conducir a negar o a abstenerse de los esfuerzos para alcanzar la meta; ello sería negar la naturaleza misma de la Universidad.

En efecto, con base en la concepción de Universidad que se ha ido gestando a lo largo de los siglos, hoy se asume, como un principio axiomático, creo que de manera universal, que son tres las funciones sustantivas de la Universidad: la docencia, la investigación y el servicio. Ello no quiere decir que los niveles de investigación, el grado de dedicación de la Universidad a ella, el tipo de investigación (básica, aplicada, o de punta), y los logros que aspire a alcanzar hayan de ser los mismos en todas las universidades. Hay muchas variables contextuales que inciden directamente en el ejercicio de esta función, como claramente lo sugerían las preguntas que formulábamos más arriba.

Uno de los grandes pensadores contemporáneos sobre el tema de la Universidad, el filósofo alemán Karl Jaspers, afirmaba en su obra “La Idea de la Universidad”:

“La universidad tiene la tarea de buscar la verdad como comunidad de investigadores y estudiantes. Es el lugar en donde ha de desarrollarse la más clara conciencia de la época. Allí pueden encontrarse, como profesores y estudiantes, personas que tienen la vocación de captar como tal, y en razón de sí misma, la verdad ilimitada. El que la investigación incondicional se dé en algún

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sitio, es una pretensión de hombre en cuanto hombre”.1 Y ese lugar es la Universidad.

Es verdad que la clasificación de las Universidades, que a veces se hace en respetables medios académicos, puede conducir a retraer, a desanimar, e incluso a justificar, la carencia de investigación en instituciones universitarias. En los Estados Unidos, por ejemplo, existen las así llamadas “Universidades de Investigación”, cuya finalidad principal, por no decir exclusiva, es hacer avanzar el conocimiento. Son instituciones que poseen todos los recursos humanos, científicos, técnicos, económicos y de infraestructura para dedicarse de esa manera casi exclusiva a la investigación. Se calcula que en los Estados Unidos sólo un 2% o 3% de las Universidades puede llamarse “Universidad de Investigación”. Este hecho se da simplemente por la ingente cantidad de recursos de todo género que exige la investigación. Mientras más recursos tenga una institución, y menos tenga que generarlos ella misma, tanta mayor será su capacidad investigativa.

De acuerdo con esta concepción, las demás son “Universidades de Educación General” , estilo Newman, y “Universidades de Docencia o Profesionalización”. Pero si aspiran a ser Universidades, deben tener algún grado de investigación; y serán universidades en mayor o menor grado, según los siguientes o parecidos indicadores:

• Número de publicaciones científicas en libros o revistas catalogadascomo tales, de acuerdo con consagrados estándares internacionales.

• Impacto de dichas publicaciones, reconocido en el mundo científicointernacional.

• Número de programas de doctorado que tienen o que generan.• Número de Profesores miembros del Sistema Nacional de Investigación.• Número de Profesores que tienen la academia como profesión.• Número de Profesores que participan en redes y otros mecanismos de

enlace entre instituciones académicas, especialmente científicas.• Número de Centros o Institutos de Investigación reconocidos como tales.• Número de patentes registradas.

Todo lo anterior es necesario referirlo también a otra función sustantiva de la Universidad: la docencia. Porque la enseñanza universitaria ha de estar íntimamente ligada a la investigación. La docencia necesita de esta conexión íntima con ella para alcanzar su verdadera suatancia. La unidad entre investigación y enseñanza ha de ser uno de los principios imprescindibles de la Universidad. Sólo un buen

1 (Karl Jaspers & Kurt Rossmann, “Die Idee der Universität”, Springer Verlag. Berlin-Göttingen-Heidelberg, 1961, p.1).

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investigador puede, en estricto sentido, ser un buen maestro: porque sólo él pone al estudiante en contacto con el auténtico proceso del conocimiento y, por ello, con el espíritu de las ciencias. Lo cual no significa que el buen investigador, simplemente por el hecho de serlo, sea necesariamente un buen docente.

“Únicamente aquél que investiga, puede enseñar esencialmente. El otro sólo entrega algo fijo, ordenado didácticamente”2

La investigación ha de ser, pues, algo normal en la Universidad, y muy especialmente en la Universidad Javeriana, en cuya “Misión” se consagra, como prioridad, impulsar la investigación y fortalecer su condición de Universidad interdisciplinaria. Y dado que toda universidad es una comunidad de Estudiantes y Profesores que cultivan el conocimiento, buscan su conservación y transmisión y procuran su avance, lo mínimo que puede exigirse es que exista en ella, en sus Profesores y Estudiantes, la así llamada “investigación formativa”, es decir, la que consiste en indagar en el conocimiento actual, procurando estar al día en los avances científicos de las diversas disciplinas, de modo que no se transmita lo viejo y lo caduco, sino al menos lo actual. Esto sería lo mínimo; pero una Universidad que se respete debe realizar en algún grado, investigación en sentido estricto. 2° Relación entre la responsabilidad social de la Universidad y la investigación Pero la investigación es una exigencia universitaria no sólo por el hecho de pertenecer a la naturaleza misma de la Universidad, sino también por la responsabilidad social ligada al quehacer universitario. En efecto, el desarrollo y el progreso de la humanidad, de la sociedad global y de cada una de las sociedades particulares, están necesariamente determinados por el avance del conocimiento, de la ciencia y la tecnología. Este es un hecho incontestable. Bástenos mirar hacia el siglo XX, en donde la historia ha quedado profundamente plasmada por los descubrimientos científicos y su aplicación. También por la ignorancia, por la carencia de conocimientos en muchos pueblos, así como por la falta de sabiduría y por la insensatez de quienes fueron incapaces de cultivar de manera adecuada las ciencias sociales y las ciencias del espíritu. Nuevos conocimientos y nueva sabiduría han de tener su asiento necesario en las universidades. Este hecho es tanto más urgente, en cuanto la sociedad 2 K. Jaspers, Ibid.p.69.

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contemporánea se concibe a sí misma como la “sociedad del conocimiento” o del saber. Y ello no es sólo una ilusión, un simple “slogan”, sino una contundente realidad que se va construyendo a pasos agigantados, movida y estimulada por la tecnología de la información. La “sociedad del conocimiento” cambiará las estructuras sociales y le dará al mundo un rostro totalmente diferente.

Esta necesidad de atender a la sociedad por medio del avance del conocimiento quedó consignada de manera inequívoca en la Conferencia Mundial de Educación Superior de la Unesco en 1998:

“Como la sociedad está cada vez más basada en el saber (...) la educación superior y la investigación son en la actualidad los componentes esenciales del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamemnte viable de los individuos, las comunidades y las naciones”3

Por ello, la misma Conferencia proclama la necesidad de:

“Promover, generar y difundir el conocimiento por medio de la investigación y, como parte de los servicios que (la Educación Superior) ha de prestar a la comunidad, proporcionar las competencias técnicas adecuadas para contribuir al desarrollo cultural, social y económico de las sociedades, fomentando y desarrollando la investigación científica y tecnológica a la par que la investigación en el campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas” (art. 1º, c)

No hay desarrollo material de los pueblos sin nuevos conocimientos; no hay bienestar de las sociedades sin nuevos sistemas de aplicación y aprovechamiento de la ciencia y la tecnología; pero, sobre todo, no habrá una vida digna del hombre y la mujer sin la evolución de los conceptos de sociedad y de las relaciones entre los seres humanos.

Quiero llamar aquí la atención sobre el énfasis que la Conferencia Mundial de Educación Superior de la Unesco, ha puesto en la importancia de la investigación también en las ciencias sociales y humanas. En el artículo 1º, literal c, de la “Declaración” que acabo de citar, se afirma la necesidad de:

3“Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción”, p.2..

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“Promover, generar y difundir el conocimiento por medio de la investigación y, como parte de los servicios que ha de prestar a la comunidad, proporcionar las competencias técnicas adecuadas para

contribuir al desarrollo cultural, social y económico de las sociedades, fomentando y desarrollando la formación científica y tecnológica a la par que la investigación en el campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas”.

Y más adelante, en el artículo 5º de la misma “Declaración”, afirma lo siguiente:

“Se debería incrementar la investigación en todas las disciplinas, comprendidas las ciencias sociales y humanas, las ciencias de la educación (incluida la investigación sobre la educación superior), la ingeniería, las ciencias naturales, la matemática, la informática y las artes, en el marco de políticas nacionales, regionales e internacionales de investigación y desarrollo”.

Lo anterior es, quizás especialmente válido para los países del tercer mundo, como el nuestro. Por ello, en el “Plan de Acción para la Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe”, de la misma Conferencia, se proclama:

“Las IES pueden ser de gran trascendencia para el logro de una nueva estrategia de desarrollo económico y social. Hay un consenso amplio en que el futuro de los países dependerá en buena medida de su capacidad de potenciar la generación de nuevos conocimientos. La habilidad para crear, adaptar y adoptar nuevas tecnologías constituye un elemento estratégico para lograr el bienestar colectivo, así como para incrementar la competitividad de la región y mejorar sus posibilidades de inserción en la economía mundial”4

A lo anterior ha de corresponder, en cada uno de los países, la necesidad de decidir qué tipo de investigación científica y tecnológica contribuirá más directamente a su desarrollo, así como la creación de un sistema Nacional de Investigadores que sustente sus políticas. El “Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología”, que por un acuerdo con Colciencias y Planeación Nacional, felizmente tiene su sede en la Universidad Javeriana, constituye un excelente instrumento para ello. Pero en la formulación de dichas políticas, la presencia del

4“Plan de Acción para la Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe”,

Fundamentos.

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conjunto de las mejores Universidades colombianas ha de constituir un elemento insustituible. “La ciencia, - afirmaba en cierta ocasión Margarita Garrido, anterior Directora de Colciencias, - ciertamente no va a salvar a Colombia, pero una cosa es cierta: Colombia no podrá salvarse sin la ciencia”. 3. La imprescindible presencia de la ética en cualquiera de los tipos o formas de investigación Pero hablar de responsabilidad implica también hablar de ética. Se es responsable cuando se tiene la capacidad de dar respuestas válidas acerca de nuestro modo de proceder, de acuerdo con principios y valores debidamente justificados y socialmente legitimados. Es verdad que el dinamismo natural del conocimiento humano es incondicional e irreprimible; y por ello también lo es la investigación que corresponde a dicho dinamismo. Pero el fin no justifica los medios. El objeto, la metodología, las condiciones y la finalidad de la investigación no pueden establecerse a cualquier precio. La investigación que realicemos ha de ser responsable! La ética de la investigación no se refiere exclusivamente a la manera de hacerla y a sus implicaciones, sino también al objetivo que persigue. Es aquí donde entra la “pertinencia” de la investigación. Pero es preciso saber discernir la pertinencia. No se puede afirmar, sin más, que la investigación básica o teórica sea por sí misma impertinente, y que sólo sea pertinente la investigación aplicada. Puede haber investigación aplicada totalmente inútil en determinadas situaciones, e investigación teórica o básica absolutamente pertinente para la solución de problemas concretos de una sociedad. La aplicabilidad inmediata no es sinónimo de pertinencia, ni el carácter teórico de una investigación es sinónimo de “impertinencia”. Nuestro Gran Canciller afirmaba en el año 2000:

“La investigación realizada por el profesorado, que “debe ser rigurosa en su racionalidad, firmemente enraizada en la fe y abierta al diálogo con todos los hombres de buena voluntad”, no sólo ha de atenerse a los cánones de cada disciplina, sino adentrase en lo más profundo de la realidad, para ayudar a hacer del mundo un lugar más habitable para los 6.000 millones que vivimos en él. Quiero dejar claro que todo el

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conocimiento tiene que preguntarse a sí mismo, “a favor de quién y a favor de qué” está”. 5

Por lo demás, La investigación ha de tener en cuenta ante todo la dignidad inviolable de la persona humana, que en ningún momento y bajo ninguna circunstancia puede ser objeto de instrumentalización o manipulación. La investigación ha de tener en cuenta los valores ligados a esa dignidad, como son la igualdad de los seres humanos en lo tocante a los derechos fundamentales, y la mutua pertenencia de unos con otros. Por el respeto que se debe a sí mismo, el hombre como investigador, ha de tener el debido respeto a los demás seres vivos, a la naturaleza y al medio ambiente, de los cuales no es dueño sino administrador.

Por otra parte, el investigador ha de ser consciente de las consecuencias del empleo de sus métodos, y de los resultados de sus investigaciones. Ha de tener vivo el sentido del bien común, y su preeminencia sobre el bien particular. Ha de respetar la identidad socio-cultural de los pueblos, y particularmente de las minorías étnicas y raciales; ha de respetar la libertad de elección y ejercicio del espíritu crítico, y observar en sus investigaciones los principios de solidaridad y precaución, principios que exigen la evaluación de las ventajas y los costos sociales y ambientales, y las consecuencias sobre la salud humana, la cultura y el medio ambiente.

La UNESCO, consciente de que : “Hoy, la ética de las ciencias y las tecnologías no es ya una opción, sino una necesidad, ” constituyó en 1998 la “Comisión Mundial de ética de los conocimientos científicos y de las tecnologías (COMEST).

Esta Comisión

“tiene como papel esencial poner a la luz del día los valores que permitirán colaborar más y mejor en el mundo, tanto en la esfera de la ciencias y las tecnologías como en el campo social y cultural, con el fin de garantizar que el progreso y la participación de los conocimientos sean plenamente compatibles con el respeto de los derechos y libertades fundamentales de la persona humana, a fin de incitar a la comunidad científica a examinar cuestiones de primera importancia y a fin de formular recomendaciones para la acción de quienes han de tomar decisiones en el nivel nacional o regional. En cuanto órgano de consulta y

5 Peter Hans Kolvenbach, S.J. – “El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la Educación Universitaria de la Compañía deJesús”, Santa Clara (EE.UU.) octubre 6 de 2000.

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foro de reflexión, la Comisión tiene también como tarea enunciar principios éticos destinados a proveer a las instancias decisorias, en las áreas especialmente sensibles, criterios de selección distintos de los puramente económicos”.6

Como complemento de lo anterior, la Conferencia Mundial sobre la ciencia, celebrada en 2002, afirma en el parágrafo 71 de su Marco de Acción:

“La ética y la responsabilidad de las ciencias deberían hacer parte integrante de la enseñanza y de la formación que se imparte a todos los científicos.” (...) “ Convendría animar de manera adecuada a los jóvenes científicos a respetar los principios éticos fundamentales y las responsabilidades de la ciencia, y a que se ajusten a ellos.”7

Pero es preciso ir más allá en el compromiso ético. Dentro del fascinante y vertiginoso progreso del conocimiento humano, hoy más que nunca, es preciso empeñarnos en evitar el uso criminal –desde cualquier punto de vista y bajo cualquier forma- de los descubrimientos de la investigación científica, como, por ejemplo en el uso de las armas radioactivas y biológicas.

“Por ello es necesario que la comunidad científica, consciente de que la ciencia constituye un elemento esencial del desarrollo humano, ejerza una atenta vigilancia sobre el correcto uso de los frutos de su investigación en servicio de la humanidad” 8

Tanto en el nivel mundial como en el nivel nacional y regional, toda entidad que maneja temas de incidencia social ha ido asimilando la trascendental importancia de la ética. De ahí la creación, cada vez más frecuente, de los “Comités de Ética”, encargados de reflexionar, formular y garantizar los principios y valores que - acordes con la dignidad de la persona humana y con las exigencias del bien común- garanticen el correcto desempeño de las actividades propias de la institución.

La Universidad Javeriana contó hace algunos años con un Comité interdisciplinario de Ética de la Investigación, que propició dicha reflexión. Por diversas circunstancias, el Comité dejó de existir. Pero hoy, ante el impulso que la Universidad ha venido dándole a la Investigación, se hace cada vez más urgente la

6 Declaración de la COMEST, París, marzo de 2002, Introducción. 7 165 EX/13, Anexo V, p.3.8 Juan Pablo II, en “Memorie di Scienze Fisiche e Naturali, Rend. Academia Nazionale delle Scienze detta di XL, V.7, (11) 33-36 -1985).

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constitución de “Comités de Investigación y Ética”, de acuerdo con las diversas disciplinas. La Vicerrectoría Académica viene trabajando en la preparación de un documento que servirá de base y orientación para dichos Comités. Estando para concluir las presentes reflexiones, llegó a mis manos el recentísimo libro titulado “Papal Adresses to the Pontifical Academy of Sciences 1917-2002”9 (“Alocuciones Papales a la Academia Pontificia de las Ciencias 1917 a 2002”) con los discursos de los Papas Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Un verdadero tesoro del pensamiento de los últimos Pontífices sobre la investigación, la ciencia y la tecnología. Permítanme terminar estas palabras, citando dos párrafos de este hermosísimo libro.

“La humanidad -afirmaba Pío XII en 1948- está avanzando a través de nuevas y más amplias avenidas, pero siempre como un peregrino, hacia un conocimiento más profundo de las leyes del universo inexplorado, a medida que se siente espoleada por la sed natural de la verdad; sin embargo, aun después de miles de años, el conocimiento humano de los principios internos de las fuerzas que mueven el crecimiento y los procesos del mundo, y todavía más, impulsado por el designio e impulso divino que penetra, mueve y dirige todas las cosas, será y permanecerá siempre imperfecto y pálida imagen de la concepción divina. Frente a los prodigios de la sabiduría eterna que, en el mar de la vida, gobierna todas las cosas con indeclinable orden y dirige todas las cosas hacia puertos escondidos, los pensamientos investigativos de los científicos son ciegos y mudos, y abren el camino a la adoración humilde y llena de estupor, que ve detrás de todo ello la maravilla de la creación, en la cual la mano del hombre ni estuvo presente ni puede imitar, pero en el cual su ojo puede discernir el súbito resplandor del poder de Dios”10

Y Juan Pablo II afirmaba en 2002:

“La verdad es la finalidad de todo el universo: finis totius Universi est veritas, como escribió uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos, Tomás de Aquino. La verdad de todos los seres, sus formas y sus leyes están escondidas en el seno del Universo, el cual anhela vivamente que su verdad sea descubierta por el intelecto humano. Ustedes, hombres de ciencia, que dan la bienvenida al mundo en sus mentes, que trabajan sobre él en los laboratorios, e investigan a través de sus consagrados

9 “The Pontifical Academy of Sciences, Scripta Varia, 100, Vatican City 2003. 10 ib. P.118-119

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esfuerzos sus más secretos senderos, ¿qué están buscando si no la verdad?”11

Muchas gracias a todos por la atención prestada!

11 Juan Pablo II, en “Memorie di Scienze Fisiche e Naturali”, Rend. Academia Nazionale delle Scienze, detta di XL, vol.7, (11) 33-36, 1985.

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CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD Intervención del P. Gerardo Remolina Vargas, S.J.,

Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, en el acto de Graduación de los Ingenieros Javerianos,

el 14 de abril de 2007

Apreciados amigos:

Deseo presentar a todos ustedes, graduandos, padres y madres de familia, familiares y amigos de los graduandos, mis más cordiales y efusivas felicitaciones en este día de triunfo. Igualmente, quiero presentar mis agradecimientos y felicitaciones a todos los profesores y directivos de la Facultad de Ingeniería de nuestra Universidad. El esfuerzo de todos ustedes, los aquí presentes, merece un reconocimiento especial, pues todos ustedes han contribuido, de una u otra manera, a permitirnos la celebración de este día maravilloso.

El acto solemne de graduación en ciertas Universidades del mundo, y en concreto en algunas Facultades de la Universidad Javeriana, suele incluir una reflexión que sirva de fondo académico al acto protocolario y social de la entrega de los diplomas y distinciones. En esta ocasión, me ha correspondido a mí –como Rector de la Universidad- el honor de presentar a todos ustedes, pero muy particularmente a los nuevos Ingenieros Javerianos, algunas ideas que orienten su futura actividad profesional en un ámbito más amplio que el del simple ejercicio de su profesión. Por esta razón, he escogido para mi disertación el tema: “Ciencia, Tecnología y Sociedad”, con la esperanza -quizás con pocas posibilidades de éxito- de no resultar demasiado pesado, y de invitarlos a una fecunda reflexión.

*****

A medida que se consolida en el mundo la que hemos llamado “Sociedad del Conocimiento”, en la que éste –el conocimiento- constituye el eje fundamental del desarrollo de los pueblos, los términos de Ciencia y Tecnología han ido cobrando un papel cada vez más protagónico. Pero a la Ciencia y a la Tecnología -C&T- se le han venido añadiendo, como complemento necesario, los términos de Innovación y Desarrollo, conformándose de esta manera el cuadrinomio Ciencia-Tecnología-Innovación y Desarrollo: CTI&D.

En la raíz de este cuadrinomio, y en medio de la euforia que causan los nuevos descubrimientos e inventos tecnológicos que en un crescendo exorbitante nos deslumbran cada día más, parece existir una fe ciega en que a mayor Ciencia, mayor Tecnología, y mayor Innovación, habrá necesariamente un mayor Desarrollo. ¿Pero, es esto verdad? ¿Y de qué clase de Desarrollo se trata? ¿Hablamos de un Desarrollo humano, equitativo e incluyente, o de un Desarrollo que ahondará y ampliará cada vez más la brecha entre ricos y pobres, entre países desarrollados y atrasados, entre regiones y continentes que lo tienen todo –comenzando por el conocimiento y las tecnologías- y los que continuarán en un analfabetismo científico, técnico y humano?

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otras instituciones como la Universidad de Oviedo en España, han

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venido trabajando la fórmula Ciencia y Tecnología C&T, pero, preocupadas por las preguntas anteriores, han buscado unir a estos elementos el término Sociedad, de manera que el cuadrinomio o conjunto se constituya más bien de la siguiente manera: Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTS&I. Más aún, en algunos países, como en México, se ha venido trabajando explícitamente en la forma de juntar a los anteriores elementos el de los Valores, de manera que el conjunto quedaría constituido más bien por los términos de Ciencia, Tecnología, Sociedad y Valores CTS&V.

El “I Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTS+I”, realizado en México entre el 19 y 23 de junio del 2006, fue el escenario propicio para tratar y profundizar en estos temas de tanta trascendencia. Me referiré a algunas de las ideas expuestas en ponencias o grupos de trabajo en los que tuve la oportunidad de participar, dentro de la inmensa cantidad de conferencias, simposios, plenarias, etc. Algunos de los planteamientos fundamentales podrían ser los siguientes:

1. De hecho, y no nos digamos mentiras, la rentabilidad económica es hoy el motordel desarrollo; no lo es el bienestar de la sociedad.

2. Es necesario y urgente lograr un desarrollo con equidad, evitando la ampliación de ladesigualdad, de la exclusión y la pobreza. Ciencia, Tecnología e Innovación CT&Ipueden ser, sin duda, medios eficaces para combatir la desigualdad, pero es necesariorevertir sus tendencias actuales, que se orientan de hecho a ampliar la brecha y aaumentar la exclusión.

3. Es preciso llegar a un nuevo “contrato social” con la Ciencia y la Tecnología. Lasociedad no puede continuar siendo un usuario pasivo y, en el mejor de los casos,reactivo frente a los productos de la C&T; éstas, si bien responden a necesidadeshumanas, crean también nuevas necesidades y hábitos, que a lo mejor no responden anuestros verdaderos intereses, y producen, por el contrario, nuevas dependencias yesclavitudes. Para referirme tan sólo a dos hechos de la vida cotidiana, la televisión, porejemplo, ha contribuido de manera eficaz a la falta de comunicación en la familia, y a suconsiguiente disolución. El correo electrónico y los teléfonos móviles han contribuidode manera extraordinaria a acelerar el ritmo de la vida, y por consiguiente el ritmo delcorazón, y el aumento del estrés. ¿Es esto lo que queremos? ¿Podemos controlar estosefectos? Por otra parte, la participación ciudadana en la formulación de políticas públicasde C&T, que regulen y moderen su desarrollo es extraordinariamente escasa, oprácticamente inexistente.

4. Es necesario democratizar la C&T no sólo en el sentido de procurar una ampliaalfabetización científica y tecnológica que permita la igualdad de oportunidades en elacceso a ellas, sino también en el sentido de hacer que la sociedad participe activamenteen la formulación de políticas públicas que garanticen un control humano de la C&T.

5. Se impone un cambio esencial en el papel del Estado, que debe orientar la CT&I antetodo al campo social, especialmente en lo que toca a la salud, a la educación, y alempleo; y no tanto en lo que se refiere a la información, a la velocidad de lascomunicaciones, o a la sofisticación de las tecnologías, por el simple deseo y gusto deinnovar.

6. Es necesario, además, impulsar las dimensiones sociales de la CT&I, promoviendo launiversalidad de los derechos civiles, económicos, sociales, culturales, y en particular elderecho al conocimiento de todos los estratos que componen la sociedad.

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Los anteriores planteamientos se complementan con el necesario desvelamiento de algunos de los Mitos de la Ciencia y la Tecnología.

El Profesor Rolando Jiménez Domínguez, del Instituto Tecnológico Nacional de México, llamaba la atención sobre algunos de los mitos que existen con relación a la Ciencia y la Tecnología y que es necesario poner al descubierto y cuestionar. Algunos de estos mitos son los siguientes:

1. El mito del beneficio infinito: “A más ciencia y tecnología, mayor bienestar público”.¿Es esto verdad?

2. El mito de la libre investigación: “Es posible cualquier línea de investigacióncientíficamente razonable para producir beneficios sociales”. ¿Se confirma esto en lapráctica?

3. El mito de la responsabilidad, o de la “rendición de cuentas”: El sistema de revisiónpor pares académicos o científicos, la capacidad de reproducir los resultados, y otroscontroles académicos, son suficientes para garantizar la responsabilidad ética de lossistemas de investigación e innovación. ¿Realmente tienen los académicos y científicosla conciencia suficiente de la incidencia de sus investigaciones y descubrimientos en lasociedad?

4. El mito de la autoridad: La información científica (el conocimiento) ofrece una baseobjetiva para la solución de disputas, incluso políticas, con relación a la C&T. ¿Sonconocimiento y ética la misma realidad?

5. El mito de las fronteras sin límite: “El nuevo conocimiento, generado en la frontera dela ciencia, es independiente de las consecuencias morales y prácticas producidas en lasociedad”. ¿Hay alguna actividad, que sea verdaderamente humana, que puedadeclararse independiente de los principios éticos y morales?

Estos mitos, que se han vuelto moneda corriente en nuestras sociedades, han sido creados de hecho por la propia comunidad científica, y responden más a los intereses académicos de los científicos en búsqueda del conocimiento, que a los de la sociedad en búsqueda de su auténtico desarrollo y bienestar humanos; aunque, paradójicamente, es la sociedad la que sostiene esos sistemas de Innovación y Desarrollo.

La consecuencia de esta desvelación y cuestionamiento de los mitos es la necesidad de crear vías democráticas amplias para la participación pública en la toma de decisiones sobre C&T, pero también la toma de conciencia, por parte de los científicos y de los tecnólogos, de dichos mitos y de sus incidencias nocivas. Las políticas de C&T no pueden quedar exclusivamente en manos de los científicos y los técnicos.

“Vana es la palabra de un filósofo -decía Demócrito- si no sirve para aliviar el sufrimiento humano”. Parodiando su sentencia, podríamos afirmar: “Vano es el conocimiento científico-tecnológico si no sirve para hacer más digna y menos infortunada la existencia humana”.

Con estas consideraciones no se pretende, de ninguna manera, negar la importancia vital de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, o frenar su desarrollo, -lo que sería simplemente estúpido- sino llamar seriamente la atención sobre la necesidad de comprender mejor la ciencia y la tecnología, de gobernarlas adecuadamente, y de recuperar sus valores sociales.

A este propósito es importante tener presente que la dimensión social de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación presenta al menos dos aspectos fundamentales a los cuales hay que

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atender de manera particular. El primero de ellos es el de las consecuencias sociales que se derivan de la CT&I, a saber, las incidencias de tipo ético, ambiental, ciudadano, etc., y sus repercusiones en los hábitos, costumbres y condiciones de vida física y saludable de una sociedad. Piénsese, por ejemplo, en los efectos negativos de las radiaciones, de los desechos tóxicos, de la polución ambiental, de la basura electrónica, del calentamiento global, etc., subproductos de la Ciencia y la Tecnología. El segundo aspecto es el de los condicionamientos sociales de la C&T, es decir, de lo que favorece o impide su desarrollo y orientación, como son los factores económicos, políticos, culturales, etc. A estos condicionamientos es necesario estar atentos para no impedir o entorpecer el desenvolvimiento de la C&T, y para saber al mismo tiempo orientarlas correctamente. Por otra parte, conviene tener presente que a lo largo de la historia ha habido tres actitudes fundamentales con relación a la Ciencia y la Tecnología, como claramente lo indica el equipo de la Universidad de Oviedo: La primera, un optimismo absoluto, que piensa encontrar en la Ciencia y la Tecnología la solución a todos los problemas de la Humanidad. La segunda, una actitud pesimista que ve en la Ciencia y la Tecnología el origen de todos, o de la mayoría, de los males; y por ende la necesidad de regresar a una especie de naturalismo puro; y, en tercer lugar, una actitud de alerta, que invita a estar atentos ante los peligros la C&T representan; actitud que ha derivado a una reacción social, orientada a no conferirles a la CT&I una total autonomía, sino a establecer normas y pautas de control, orientándolas democráticamente hacia el bienestar social. “A los hombres -decía, una vez más, Demócrito- se les convierten los bienes en males, cuando no saben encaminar los pasos de los bienes ni llevarlos a buen término. Y no es justo contar por males tales bienes, que de suyo están entre los bienes; y, si se quiere, hay que servirse de los bienes cual de arma defensiva contra los males”. Apreciados Ingenieros Javerianos: al recibir hoy el título que los acredita como poseedores de unos conocimientos, habilidades y destrezas que les permiten hacer ciencia, producir tecnologías, y realizar innovación, tengan siempre presente que, como advertía Colciencias en la invitación al Simposio Internacional “Conocimiento, Innovación y Desarrollo Humano” –de septiembre de 2006, “La ciencia, la tecnología y la innovación, como componentes fundamentales en la sociedad del conocimiento, tienen la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de todos los seres humanos. La CT&I existen por y para el desarrollo de la humanidad.” Que Dios los ilumine y les dé la fortaleza necesaria para contribuir con sus conocimientos y su creatividad a la construcción de una sociedad mejor: más justa, más equitativa, más incluyente; en una palabra, más humana. ¡Muchas gracias!

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LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD FRENTE A LA

PROBLEMÁTICA DEL PAÍS*

Gerardo Remolina Vargas, S.J.

Octubre 28 de 1998

Resulta cada vez más aceptado en el mundo académico que la responsabilidad

social de la Universidad es algo que pertenece a su misma naturaleza. La

reciente “Declaración mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI:

Visión y Acción”, hecha por la Conferencia Mundial, promovida por la

Unesco y realizada en París del 5 al 9 de octubre de 1998, ha querido subrayar

y reforzar este hecho.

La Universidad Javeriana, por su parte, ha dejado claramente consignado en

sus Estatutos (n.8) que la Universidad tiene como uno de sus objetivos

primordiales el ser “factor de desarrollo, orientación crítica y transformación

de la sociedad en que vive”. Así mismo, la Compañía de Jesús, fundadora y

gestora de la Universidad Javeriana, afirmaba en un documento que sirvió

como punto de referencia para la formulación de la “Misión” y “Proyecto

Educativo”: “La Universidad debe insertarse en la realidad nacional

estudiando, de manera operativa e interdisciplinaria, los grandes problemas

que vive el país, produciendo conocimientos relevantes sobre estos problemas

y presentando estrategias y alternativas para que de una manera seria y

responsable se logre la transformación de la sociedad” (“Misión y Proyecto

Educativo”, pág.22, n.3).

Las presentes reflexiones pretenden desentrañar esta verdad e indicar algunos

caminos para hacerla realidad.

Presupuestos

Tres son quizás los principales presupuestos que se hallan a la raíz de las

anteriores afirmaciones.

En primer lugar, la Universidad es un bien social. Es decir, ella ha surgido y se

explica en función de la sociedad. La Universidad es para ella y, en ese

sentido, le pertenece: no es un bien privado sino social. En consecuencia, la

*Conferencia del P. Rector de la Universidad al Consejo Académico (28.X.98) y al Consejo del Medio

Universitario (12.XI.98).

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Universidad no sólo debe actuar teniendo como meta el bien de la sociedad,

sino que debe darle cuenta a ella de su gestión. La clasificación de las

Universidades en públicas (o estatales) y privadas no se refiere a la naturaleza

de su acción, sino a la forma de su gestión.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, la Universidad tiene

una función política, entendida ésta en el sentido más auténtico de la palabra,

es decir, como el arte de ordenar los poderes sociales para la obtención del

bien común. El conocimiento que se engendra en la Universidad debe

conducir a la búsqueda de las mejores concepciones y medios para la

realización de dicho bien.

En tercer lugar, la Universidad debe ejercer esta función desde lo que

constituye la naturaleza misma de su propia identidad, es decir desde la

academia. La Universidad no puede convertirse en una corriente partidista, ni

en una ONG o en una obra de beneficencia. Su labor específica es el saber y

es desde él desde donde ha prestar una contribución eficaz en el ordenamiento

de la sociedad.

La responsabilidad social de la Universidad

Toda labor académica de la Universidad y de sus Unidades tiene un contenido

altamente social. Ella busca en efecto, formar hombres y mujeres integrales

que presten un servicio profesional altamente cualificado a la sociedad. La

Universidad Javeriana pretende formar “Hombres y mujeres para los demás”

con sólidos criterios éticos y humanísticos de solidaridad y excelencia en el

servicio. La investigación en la Universidad pretende desarrollar el

conocimiento, tanto científico como técnico, que permita una mejor y mayor

calidad de vida. Y ello es altamente social.

Pero más allá de esa contribución genérica, debe haber una contribución

específica y particular que permita responder a la situación concreta de la

sociedad en que vive. La Universidad y sus unidades no pueden ser ajenas a su

contorno; deben no sólo situarse, sino orientarse hacia él y de alguna manera

dejarse conformar por sus necesidades y urgencias.

Como consecuencia de lo anterior, la Universidad debe extremarse en la

búsqueda y constitución de ciencias y técnicas pertinentes, es decir, de

ciencias que toquen la realidad del país para ayudar a transformarla de manera

inteligente y eficaz.

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La función política de la Universidad

Como afirmábamos arriba, la Universidad se ubica en la academia; ésta

constituye su naturaleza. Por consiguiente, lo típicamente universitario es el

saber (la ciencia) y el saber hacer (metodologías y técnicas). El poder que la

Universidad debe ejercer en la sociedad es el poder del saber, del

conocimiento. Esta es su contribución en el juego de poderes de la sociedad.

La acción política de la Universidad consiste en proyectar su saber sobre la

sociedad para transformarla. Esta proyección ha de realizarla de diversas

maneras. En primer lugar, conociendo la realidad en que vive y generando

nuevos diagnósticos. Este conocimiento no puede ser un saber abstracto, sino

concreto. De allí han de brotar nuevos modelos de interpretación social (labor

hermenéutica) que permitan comprender inteligentemente el juego de las

circunstancias y poderes que determinan la situación. Como consecuencia de

lo anterior, la Universidad ha de generar nuevos saberes científicos

metodológicos y técnicos en el campo de las ciencias positivas y

especialmente en el campo de las ciencias sociales. Estas han de encontrar el

saber hacer (los métodos) dentro de la sociedad, en el juego de los poderes

políticos.

A la labor política de la Universidad corresponde el generar una nueva Ética y

unos nuevos valores. El bien común no podrá realizarse si no es sobre la base

de principios que garanticen la humanidad del hombre y de sus relaciones

(ética) así como la dinámica afectiva y emocional (valores) que mueva a la

prosecución del bien de todos, por encima del egoísmo y de los intereses

particulares de individuos o grupos.

Por otra parte, no es función de la Universidad (esencialmente académica)

involucrarse en el juego partidista de los diversos movimientos, o en el de los

poderes que buscan apoderarse del gobierno, ni tampoco el asumir papeles no

académicos. La organización de marchas, protestas, manifestaciones, así sean

muy útiles y aun necesarias, no es función propia de los estamentos de la

Universidad, aunque sus personas puedan entrar legítimamente en ese género

de actividades. Pero la Universidad sí debe utilizar todo su potencial

académico para la conformación de una nueva política o arte de gobernar a los

pueblos.

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La función política de la Universidad exige que ésta defina su modelo de

intervención en la sociedad de manera que pueda actuar en forma coherente,

sistemática y ordenada. Esta es una de las prioridades para nuestra próxima

reflexión.

La Universidad y un nuevo proyecto de Nación

Es desde esta perspectiva desde donde la Universidad ha de empeñarse en

repensar o fundamentar nuestro Proyecto de Nación, si es que él existe. De

todas maneras, El país, particularmente después de un largo período de

conflicto armado, no puede realizarse sin un nuevo proyecto de nación. La

labor de la Universidad es aquí de primera importancia; ella debe presentar

propuestas (saber) y explorar la manera de realizarlas (saber hacer) para hallar

la solución de los problemas implicados en la construcción del país.

Y no se crea que pensar en nuevo proyecto de nación es una labor inútil. El

hombre, en cuanto ser responsable y libre, debe forjar con clarividencia planes

y empeñarse seriamente en realizarlos. La Universidad, como centro del saber

y productora de conocimiento, ha de desarrollar su capacidad de inventiva no

sólo en el campo de la naturaleza, sino sobre todo en el campo de la sociedad.

Y no obstante las tendencias postmodernas, no hay que tener miedo a las

“utopías”; si bien ellas no existen en este momento en ningún lugar (ou-topos)

no significa que no puedan existir en algún momento de la historia. Hay

utopías realizables, con tal de que exista la voluntad política de darles

existencia. Pero que la Universidad presente nuevas formas de sociedad no

llevará a ninguna parte si ella no explora su viabilidad y la manera concreta de

realizarlas.

Este nuevo proyecto de nación puede involucrar asuntos como la forma

concreta de fundamentar, fortalecer y apoyar el surgimiento de una Sociedad

Civil, de la que lastimosamente hemos carecido hasta el momento. Ha de

contemplar temas como la Paz y las consecuentes Reformas políticas

(descentralización, regionalización, nuevo ordenamiento territorial), la Justicia

y la Impunidad, la Reforma de los Partidos Políticos y su fortalecimiento para

un auténtico y libre juego democrático; la Integración de la Fuerza Pública en

la construcción del nuevo país; el análisis crítico de nuestro Modelo de

desarrollo y sus alternativas; el Análisis de la situación rural (producción y

comercialización de productos, reforma agraria, movimientos rurales, cultivos

ilícitos y modelos de desarrollo alternativo); los Recursos Naturales y el

Medio Ambiente, el Desarrollo sostenible, la Política Urbana, el flagelo del

Desempleo, los Procesos de Socialización y tantos otros.

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Como es obvio, la Universidad Javeriana cuenta con las Facultades necesarias

para abordar estos temas, y de hecho ya lo aborda de manera continua y

responsable. Además, multiplica los Congresos, Seminarios, Mesas Redondas,

Páneles y Foros. Pero quizás no ha sabido dar el paso del “saber” al “saber

hacer”, de la teoría a la praxis, y por ello su labor resulta en muchos aspectos

ineficaz.

La labor académica y política de la Universidad debe conducir no sólo a los

diagnósticos, análisis y proyectos, sino al cómo realizar dichos proyectos. Esto

constituye un paso de carácter verdaderamente cualitativo: es el paso de la

representación y el pensamiento al estadio de la acción.

Dentro de este nuevo proyecto de nación ocupa un lugar de primordial

importancia el tema de los “Derechos Humanos” y el “Derecho Internacional

Humanitario”. Supuestos los principios y valores que se hallan a su base, es

preciso ir más allá de la denuncia para proponer caminos nuevos y prácticos

de realización; es necesario insistir en el “cómo” humanizar realmente el

conflicto, “cómo” encontrar salida a las violaciones de los derechos humanos,

civiles y políticos; “cómo” articular los derechos sociales y culturales.

La Universidad y un nuevo proyecto de cultura

La realización de los anteriores proyectos se refiere fundamentalmente a los

bienes materiales y a las necesidades básicas de la vida y de la convivencia

humana. Estos bienes son portadores de auténticos valores: los valores vitales,

que son básicos para la existencia del ser humano, pero que no son los únicos

ni necesariamente los más elevados. Existen otros bienes y valores por encima

de ellos que son más elevados al menos en cuanto posibilitan los anteriores.

Los filósofos dirían, en términos kantianos, que son valores superiores en

cuanto constituyen las “condiciones de posibilidad” de los valores básicos

fundamentales. Así, por ejemplo, es imposible buscar el bien común sin

valores sociales como la colaboración y la solidaridad, o sin valores

espirituales como el pensamiento crítico y la sabiduría, o sin valores

personales como la libertad y la responsabilidad, o sin valores religiosos como

el sentido último y trascendente de la existencia humana. Todos estos tipos de

valores constituyen una jerarquía en la que los superiores son condición de

posibilidad de los inferiores.

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La cultura constituye el cultivo real, activo, racional y científico de la realidad

social a través de valores, sentidos y símbolos. Este cultivo apunta a la

consolidación y fortalecimiento de las identidades personales y sociales. La

meta del proyecto de una nueva cultura es la de construir las condiciones de

posibilidad de un país plural y abierto al mundo, a la diversidad en la

globalización, al desarrollo sostenible y a la convivencia humana libre y

pacífica, manteniendo firme la propia identidad.

El proyecto de una nueva cultura ha de tener como primer objetivo a la

Universidad misma (ad intra) en la que el clima o “cultura institucional”

corresponda a los valores que explícitamente quiere cultivar, según nuestros

documentos institucionales: el respeto por el otro, la aceptación de su dignidad

y diversidad, la exclusión de cualquier tipo de violencia, aun sutil (como, por

ejemplo, la que se da en el aula de clase o en la oficina), la solución pacífica

de los conflictos, el acceso a una justicia real, etc. De esta cultura institucional

deberemos ser portadoras todas las personas de la Universidad, no importa su

oficio o su rango. Quien accede a la Universidad ha de percibir esta cultura

desde el momento en que ingresa a nuestro campus y es recibido por una

conserje o una recepcionista, hasta en el trato que se le dé en una Decanatura o

en la Rectoría.

Finalmente, la nueva cultura ha de ofrecer salidas auténticas a las profundas

inquietudes espirituales del ser humano, la principal de las cuales se refiere al

sentido último de su existencia: ¿Quiénes somos realmente, de dónde venimos

y para dónde vamos? Por ello es absolutamente imprescindible el plantear la

cuestión religiosa en la Universidad y en la sociedad. La sed inagotable del ser

humano por conocer encuentra su mejor campo de realización en la

Universidad como “universo del saber”. Sería un contrasentido que la

Universidad cerrara sus puertas a la cuestiones últimas del ser humano y

clausurara la búsqueda del conocimiento sin que él se le abra de manera

positiva la posibilidad de desarrollar toda su potencialidad. Las Religiones,

vistas desde un punto de vista meramente cultural, consisten en sistemas de

valores y símbolos que pretenden dar respuesta a las preguntas sobre el

sentido último de la existencia humana.

Pero este nuevo proyecto de cultura, más allá de la Universidad, debe

conformar la nueva sociedad. Los valores que en ella se inculquen desde la

academia no pueden tolerar la exclusión de ningún tipo de personas

(desplazados, marginados, indigentes, etc.). Por ello, se ha de trabajar en

difundir la pedagogía de la aceptación y el respeto, de la resolución pacífica de

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los conflictos, del acceso real a la justicia, del ejercicio responsable y solidario

de la libertad.

Aquí, una vez más, es necesario poner el énfasis en el “cómo” de la

realización; y aunque corresponde a todos buscarlo, quizás las disciplinas

humanísticas y pedagógicas son las llamadas más directamente a buscar la

manera de implementar este nuevo proyecto de cultura.

La Universidad y un nuevo Proyecto de Comunicación Social

Todo lo anterior, -no sólo lo referente a la cultura, sino también el propósito

de influir en los centros de decisión - ponen en evidencia la necesidad de un

nuevo proyecto de comunicación social. De ordinario, cuando pensamos en las

instituciones educativas nos concentramos en la Escuela, el Colegio y la

Universidad; pero olvidamos que hay muchos otros factores educativos como

es la vida misma, la familia, etc., y sobre todo que el poder educativo más

formidable y masivo lo constituyen los medios de comunicación social. Ellos

son los que conforman la mentalidad de los pueblos, los que preparan las

decisiones y crean los nuevos valores. Por ello, la Universidad debe tener

como uno de sus objetivos propios el de colaborar en la creación de un nuevo

proyecto de comunicación social.

La Universidad debe, en primer lugar, esforzarse por conocer científicamente

la manera como se construye la opinión pública, sus formas de actuación,

movilización y manipulación, con miras a colaborar en la construcción de una

opinión pública orientada eficazmente a la búsqueda auténtica del bien social.

Para ello sería importante buscar la manera de establecer una “Agenda

sistemática de temas sociales” que haga que los “Medios” afronten los

verdaderos problemas del país y las propuestas constructivas para encontrarles

solución. O si se prefiere, que se conforme una especie de “Portafolio de

inversiones sociales” al cual le apuesten los Medios de Comunicación Social.

Sería importante buscar la manera de que la comunicación social señalara y

pusiera de relieve lo valioso cotidiano de la gente común y corriente, sus

ideales y realizaciones positivas. Que procurara narrar la violencia y la paz

más allá de lo truculento y sensacionalista.

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Pero sobre todo, que como fuerza educadora de un país, tomará conciencia de

su papel definitivo en la construcción de una nueva Colombia y se convirtiera

en creadora y promotora de los más auténticos valores humanos.

La Universidad y un nuevo proyecto de trabajo universitario conjunto

Dada por una parte la importancia definitiva de la Universidad en la

construcción de un nuevo país, y por otra la extraordinaria diversidad y

cantidad de problemas que habría que enfrentar desde el ámbito universitario,

¿sería pensable el constituir una “Agenda” universitaria común con

diversificación especializada de temas y problemas? La propuesta podría

hacerse quizás a Ascún o algunas de las diferentes Asociaciones o Redes

Universitarias ya existentes. Para ello podría crearse un “Comité operativo de

Coordinación y Enlace” entre los diversos centros universitarios.

La Universidad Javeriana y un nuevo proyecto de estímulos para su

compromiso social

“Presupuesto Social” y “Balance Social”

Como dijimos desde el comienzo de estas reflexiones, es claro que la labor de

la Universidad es por su misma naturaleza social: la formación de

profesionales integrales altamente cualificados para el servicio del país, no

puede ser sino social. Algo semejante debemos decir de la misma labor

académica, pero sobre ella vendremos más adelante.

No obstante, más allá del aporte genérico o mediato a la sociedad, es preciso

que la Universidad se empeñe en un esfuerzo complementario. Se trata de ir,

siempre desde la academia, más allá de lo genérico, y tocar las problemáticas

más urgentes y concretas de nuestro entorno. Esto tanto al interior como al

exterior de la misma Universidad.

Para ello será conveniente crear al interior de la Comunidad Universitaria la

cultura del “Presupuesto Social” que acompañe al ejercicio anual del

“Presupuesto Económico”. Desde esta perspectiva, la Universidad y cada una

de sus Unidades Académicas deberán presupuestar cada año las acciones

específicas que, más allá de la labor que les corresponde ordinariamente,

realizarán en la próxima vigencia. Para ello deberá planear también los

indicadores de sus logros. Para la realización de este presupuesto social la

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Universidad preparará próximamente los instrumentos conceptuales y

prácticos necesarios.

Junto con el presupuesto social, debe existir también en la Universidad el

“Balance Social”. Éste ha de recoger, al término del año, las realizaciones

sociales evaluadas a la luz del Presupuesto Social y de las inversiones de

recursos humanos y económicos; y ha de medir la eficacia y eficiencia de

dichas acciones. Del balance social ya tiene experiencias positivas nuestra

Universidad: la Seccional de Cali ha comenzado hace ya un par de años a

producir su “Balance Social” y lo mismo hace nuestro Sector de “Consultorías

Universitarias” en Bogotá. Estas experiencias nos servirán de apoyo para

generalizar la cultura que es necesario crear.

“Prácticas sociales” en todas las carreras de la Universidad

Las prácticas o experiencias sociales de los estudiantes son un elemento

imprescindible, no sólo para la proyección social de la Universidad, sino

también para el logro de la formación integral de nuestros alumnos.

Actualmente las tienen unas pocas carreras de nuestra Universidad Javeriana,

pero es necesario que cada una de ellas se empeñe en buscar el tipo de práctica

que corresponda mejor a la naturaleza de su propia disciplina. Ellas han de

concebirse en forma tal que se establezca un verdadero diálogo de saberes,

entendidos éstos no solamente como saberes académicos, sino como saberes

experienciales, sapienciales y de sentido común.

A dichas prácticas no se puede ir en actitud paternalista, colonizadora o

mesiánica, sino con el ánimo de compartir mutuamente, con las personas y

comunidades, las riquezas que tanto ellas como nosotros poseemos. Se trata de

buscar un mutuo enriquecimiento y aprovechamiento, y de crear espiritual y

efectivamente vínculos de colaboración y solidaridad. En estas prácticas es no

sólo muy importante la participación de los profesores, sino que en algunas de

ellas su presencia y participación son del todo imprescindibles.

En este punto es preciso desarrollar la creatividad y las iniciativas, pensando

en proyectos concretos que respondan a necesidades urgentes de nuestra

sociedad. Pienso, por ejemplo, en lo que las Facultades de Derecho del país,

todas juntas y coordinadas por el Ministerio de Justicia, o la Fiscalía, pudieran

hacer con sus estudiantes de último año para ayudar a solucionar el problema

del hacinamiento en las cárceles, con el estudio y solución de innumerables

expedientes que no hallan una sentencia oportuna. Pienso, también a título de

andreabuitrago
Highlight
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ejemplo, en lo que el área de las Ciencias de la Salud -Medicina, Odontología,

Enfermería, Ciencias Básicas- podrían hacer en acción mancomunada para

ayudar a resolver los problemas sanitarios de innumerables zonas y barrios

marginados. Me he referido solamente a dos ejemplos concretos, pero estoy

seguro de que cada ciencia o disciplina podrá encontrar campos propicios para

una práctica académica que ponga a sus estudiantes y profesores en contacto

real con el país y sus necesidades, al mismo tiempo que se enriquecen con el

aporte de aquellos a quienes se disponen a servir.

Investigación “pertinente”

La Universidad ha venido insistiendo en la necesidad de estimular y realizar la

función de investigación propia de la academia universitaria. En este punto, la

Universidad Javeriana ha venido dando pasos muy significativos tanto en la

mentalización de profesores y estudiantes como en los logros obtenidos; esto

hasta el punto de que algunos comiencen a temer que la función docente pase

a un segundo término, o sea infravalorada y tenida en menos.

Es claro que tenemos que buscar el equilibrio. Pero la investigación que

realicemos ha de ser responsable! La ética de la investigación no se refiere

exclusivamente a la manera de hacerla y a sus implicaciones, sino también al

objetivo que se persigue. La relación entre conocimiento e interés es admitida

hoy universalmente, así como el hecho de que el interés sea uno de los

factores determinantes del carácter ético del conocimiento. Es aquí donde

entra la “pertinencia” de la investigación. No se trata de investigar

simplemente por el deseo de producir conocimiento, no importa cuál sea. En

un país como el nuestro no podemos darnos el lujo de investigar asuntos que

nos interesan mucho como académicos, pero que no tienen incidencia alguna

en las urgencias del país. Hacer esto sería irresponsable. Vamos a tener que

hacer el sacrificio de renunciar a temas que son de mucho interés personal

pero que no le sirven a la sociedad. Es preciso superar la mera erudición

científica.

Con lo anterior no pretendo afirmar, en ninguna forma, que la investigación

básica o teórica sea por sí misma impertinente y que sólo sea responsable, por

pertinente, la investigación aplicada. La distinción no ha de plantearse entre

investigación “básica” y “aplicada”. Puede haber investigación aplicada

totalmente inútil en determinadas situaciones o circunstancias, e investigación

teórica o básica absolutamente pertinente para la solución de problemas

concretos de una determinada sociedad.

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La Universidad, en todos sus estamentos académicos y administrativos, ha de

hacer un esfuerzo consciente por dar prioridad a las investigaciones que sean

realmente pertinentes a la situación histórica que vivimos. Esto ha de aplicarse

en la aprobación y aval de proyectos que se presenten para ser financiados por

la Universidad o por ésta y otras entidades como, por ejemplo, Colciencias.

Igualmente, es preciso enfocar, ayudar y exigir a nuestros profesores y

estudiantes que se empeñen en orientar las Tesis de Grado, Monografías y

demás actividades investigativas, a los problemas más urgentes del país. Las

tesis de nuestros estudiantes no pueden seguir sobrecargando los anaqueles de

nuestras bibliotecas o los archivos de nuestros computadores; han de hacerse

reales y conservarse en la escena de nuestra sociedad.

Utilización del nombre y prestigio de la Universidad

La Universidad Javeriana, por la autoridad que le confiere el saber, por la

excelencia académica de sus profesores y alumnos, y por su solidez y seriedad

institucional, posee un extraordinario poder de convocatoria y un altísimo

grado de credibilidad. Este hecho constituye un haber que le permite ejercer

una influencia de primera importancia dentro de la sociedad. Ejercer este

poder es una responsabilidad de la cual ha de dar cuenta. Desaprovecharlo

constituiría un grave pecado de omisión.

Tal poder de influencia debe ejercerlo de manera proactiva y no simplemente

como una respuesta a las peticiones que se le hacen o a las oportunidades que

ocasionalmente se le presentan desde fuera. Debe utilizar los valiosos recursos

de que dispone (investigación y docencia, profesores y exalumnos) para

intervenir académicamente en los foros y debates, particularmente en los que

tratan de la suerte del país. Debe tocar e ilustrar los centros de decisión de las

instituciones: los organismos gubernamentales, los cuerpos legislativos, los

partidos políticos, los sectores gremiales e industriales.

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Reactivación y desarrollo de “Pensar” como Instituto de la Universidad

Este Instituto, que como realización ha tenido una vida breve y un tanto

accidentada, responde a una idea extraordinariamente fecunda: ser un lugar de

convocatoria de los pensadores e investigadores de los problemas sociales del

país con miras a proyectar el futuro de éste.

Creado en 1993 como una Corporación de la cual la Universidad Javeriana era

tan sólo uno de sus miembros, quiso ser un “Think Tank” al estilo de los que

funcionan en el mundo anglosajón y basado específicamente en la experiencia

de la Rand Corporation. Así, en 1993 se concibió su misión de la siguiente

manera:

“Pensar tiene como misión convertirse en un núcleo estable de reflexión sobre

el destino nacional. Además de propender por una innovación en conceptos,

visiones y derroteros, responderá con concomitantes iniciativas y propuestas al

reto de las más graves dolencias de nuestra comunidad, así como nuevos

requerimientos y problemas” (Estatutos Pensar, Principios Rectores).

Tal propósito se desarrollaría con base en una Agenda trazada de acuerdo con

asuntos estratégicos que debían identificarse concertadamente por la

Asamblea de Pensar, mediante diálogos entre benefactores, autoridades

académicas e investigadores. Dicha Agenda debía traducirse en líneas de

investigación, y dentro de cada línea en Proyectos buscados proactivamemnte

por Pensar y propuestos por los miembros a la Asamblea.

Se pretendía igualmente que Pensar tuviera un amplio poder de convocatoria,

gracias al prestigio de las entidades miembros de la Corporación, a la

vinculación de un núcleo de pensadores y analistas de excelencia, a una

adecuada divulgación de sus trabajos y a la concreción de mecanismos de

impacto sobre las instancias políticas y sociales (Proyectos de Ley, Foros,

Debates Nacionales, Planes de Desarrollo, Memorandos de Recomendaciones,

etc.).

Los diversos avatares por los que tienen que pasar empresas semejantes no

han permitido hasta el día de hoy su realización; pero tampoco han hecho

menos válida su concepción y la urgencia de sus realizaciones.

Hoy, la Universidad Javeriana con la aprobación de las entidades fundadoras

pretende relanzar y realizar la idea de esta institución, pero ya no como una

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“Corporación”, sino como un “Instituto” propio de la misma Universidad.

Tampoco como un “Think Tank”, sino como una “Red” de investigadores,

analistas y proyectivos (“creativos”) sociales.

La base del Instituto estará conformada por un núcleo de Profesores de

diversas disciplinas, encargados de la coordinación de las diferentes líneas de

acción de la Agenda Estratégica y de hacer los contactos tanto nacionales

como internacionales para la ejecución de los Proyectos concretos. Pero el

Instituto será ante todo un Instituto de la Universidad a cuyos propósitos serán

convocadas todas las Unidades Académicas de la Universidad. Por esta razón

se ha querido que en una primera etapa, y mientras logra su consolidación,

esté adscrito directamente a Rectoría.

Como una de las primeras realizaciones, el Instituto cuenta ya con un

“Observatorio de Desplazamientos Forzados”. Por otra parte, en su sede

funcionará, por convenio con Colciencias, el “Observatorio de Ciencia y

Tecnología” del país. “Pensar” ha recibido igualmente la propuesta,

actualmente en estudio, de coordinar el Proyecto CICS (“Conocimiento,

Innovación y Construcción de Sociedad”) liderado por Colciencias, que

pretende hacer de “Colombia una Comunidad Científica” a partir de “Una

Agenda para la Colombia del Siglo XXI”.

Reubicación de la sociología en la academia javeriana

Durante los últimos años, y debido a causas muy diversas tanto extrínsecas

como intrínsecas a la misma disciplina, la sociología como ciencia social ha

estado más ausente que presente en la Universidad Javeriana. El

Departamento de Sociología ha desempeñado fundamentalmente una labor de

coordinación de los cursos de servicios que sobre esta disciplina se dictan en

diversas facultades.

Sin embargo, la universidad, consciente de la importancia que la sociología

puede tener en el proceso de análisis y transformación de la situación del país,

contrató una investigación que lleva por título “Estudio sobre una sociología

pertinente hoy en la Universidad Javeriana, a la luz de la situación de esta

disciplina al interior y al exterior de la universidad”. El objetivo final que se le

fijó a esta investigación fue el de ofrecer una propuesta válida para reubicar la

sociología al interior de nuestra academia javeriana. Esperamos de esta forma

contar con un instrumento que puede ser de extraordinaria importancia para

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los fines que nos proponemos en relación con la responsabilidad de la

universidad frente a las necesidades del país.

Conclusión

La mayoría de las ideas y proyecciones aquí esbozadas no son otra cosa que la

explicitación de principios, criterios, sueños e ideales planteados tanto en los

documentos institucionales de “Misión” y “Proyecto Educativo”, como en la

“Planeación Estratégica” de la Universidad. Lo importante es que la

comunidad universitaria se apropie de estos ideales de tal manera que los

asuma con una voluntad decidida de realizarlos. Para ello puede contar con la

voluntad política de hacerlos realidad por parte de los Directivos de la

Universidad.