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122 Principios de Filosofía del Lenguaje -- -_ .. a_. 4.6 Características formales y universalidad de la gramática Vimos en la secc ión 3.4 que uno de los sentidos en l os que puede entenderse la creatividad del lenguaje es en cuanto ca racterística del siste- ma de la iengua, consistente en que dentro de ésta pueda formarse un número de oraciones correctas potencialmente infi nito. Como allí se explicó, para que eso sea posible basta con que no existan límites a la longitud posible de una oración, de modo 't al que sea siempre posible construir una oración más larga que otra dada. Y esto es lo que ocurre de hecho en l as lenguas que conocemos, puesto que recursos co mo l as diferentes maneras de coordinación y subordinación pueden aplicarse reiteradamente a cual- qu ier oración dada por larga o compl c:;: ja qu e sea. Que de hec ho ha ya lími- tes a partir de los cuales la excesiva longitud o complejidad de u na oración la hac en ininteligible y, por tanto, inútil para la comunicación, constituye un rasgo <: mpíri co de nuestro uso del lenguaje que tiene que ver con cier- tas propiedades del organismo humano tal y como lo conocemos, cuales son el alcance de la memoria, la cantidad de información que el cerebro puede procesar por unidad de tiempo, etc. Pero no excluye que el sistema tenga la propiedad de generar un número infinito de oraci ones distint as por aplicación iterada de ciertas reglas. Tal propiedad se denomina recursi vi dad. De acuerdo con ello, podemos considerar una lengua como un conjunto potencialmente infinito de oracio- nes determinables por recursión. Como la recursividad consiste en la apli- cación sucesiva de la s reglas a cada resultado de la aplicación anterior, quiérese decir que, para ave ri guar si una determinada oración es correcta gramaticalmente, esto es, pertenece al conjunto de l as oraciones de la len- gua de que se tr ate, tendremos siempre una sucesión finita de pasos por medio de los cuales probar si perten ece o no. En otras palabras: probar que una oración es correcta, y por tanto pertenece a la len gu a, equivale a reproducir el proceso de su generación a partir del sistema de esa lengua. Un procedimiento que puede descomponerse en una ser ie finita de pa s os es un algorit mo , y el tipo más general de algo ritm os es el que se conoce como «máquina de Turing», aunque no sea propiamente una máquina en el sen- t id o material sino simplemente un sistema formal. fundas, que denomína estructuras-D (por deep SlrucJures). Estas, a su vez, so n con- vertid3s, por la operación de transformaciones, en estructuras-S. Tales transformacio- nes pueden reducirse, según expone, a una regla ge neral que se aplica repetidamente, y que es una regla de movimiento que establece simplemente «Muévase a _, siendo a cualquier categoría sintagmática. Los mov imientos regidos por es ta regla dejan una huell a, en el sentido que ya hemos visto. Una hu ella es -a6 rma- «u n demento real de la representaci6n mental», que aunque cuece de co menido fonético parece poseer reflejos fonét i cos. El mov imiento deja vacante la categoría movida , esto es, la priva de realizaci6n pero no la elimina. Las estructu ras-S obtenidas por aplicación de la regla de movi mi ento son a su vez convertidas en estructu r as superficiales por aplicación de diver sos tipos de regla s, que implican, fu ndamentalmente, la asignaci6n de representación fonética y la asignaci6n de una for ma lógica. Las reglas que asocian I tls estructuras-S con l as formas fonética y l ógica so n las que a veces reciben el nombre de «reglas de interpretación».

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122 Principios de Filosofía del Lenguaje - - -_ .. a_. 4.6 Características formales y universalidad de la gramática

Vimos en la sección 3.4 que uno de los sentidos en los que puede entenderse la creatividad del lenguaje es en cuanto característica del siste­ma de la iengua, consistente en que dentro de ésta pueda formarse un número de oraciones correctas potencialmente infinito. Como allí se explicó, para que eso sea posible basta con que no existan límites a la longitud posible de una oración, de modo 'tal que sea siempre posible construir una oración más larga que otra dada. Y esto es lo que ocurre de hecho en las lenguas que conocemos, puesto que recursos como las diferentes maneras de coordinación y subordinación pueden aplicarse reiteradamente a cual­qu ier oración dada por larga o complc:;:ja que sea. Que de hecho haya lími­tes a partir de los cuales la excesiva longitud o complejidad de una oración la hacen ininteligible y, por tanto, inútil para la comunicación, constituye un rasgo <:mpír ico de nuestro uso del lenguaje que tiene que ver con cier­tas propiedades del organismo humano tal y como lo conocemos, cuales son el alcance de la memoria, la cantidad de información que el cerebro puede procesar por unidad de tiempo, etc. Pero no excluye que el sistema tenga la propiedad de generar un número infinito de oraciones distintas por aplicación iterada de ciertas reglas.

Tal propiedad se denomina recursividad. De acuerdo con ello, podemos considerar una lengua como un conjunto potencialmente infinito de oracio­nes determinables por recursión. Como la recursividad consiste en la apli­cación sucesiva de las reglas a cada resultado de la aplicación anterior, quiérese decir que, para averiguar si una determinada oración es correcta gramaticalmente, esto es, pertenece al conjunto de las oraciones de la len­gua de que se trate, tendremos siempre una sucesión finita de pasos por medio de los cuales probar si per tenece o no. En otras palabras: probar que una oración es correcta, y por tan to pertenece a la lengua, equivale a reproducir el proceso de su generación a partir del sistema de esa lengua. Un procedimiento que puede descomponerse en una serie finita de pasos es un algoritmo, y el tipo más general de algoritmos es el que se conoce como «máquina de Turing», aunque no sea propiamente una máquina en el sen­tido material sino simplemente un sistema formal.

fundas , que denomína estructuras-D (por deep SlrucJures). Estas, a su vez, son con­vertid3s, por la operación de transformaciones, en estructuras-S. Tales transformacio­nes pueden reducirse, según expone, a una regla general que se aplica repetidamente, y que es una regla de movimiento que establece simplemente «Muévase a_, siendo a cualquier categoría sintagmática . Los movimientos regidos por esta regla dejan una huella, en el sentido que ya hemos visto. Una huella es -a6rma- «un demento real de la representaci6n mental», que aunque cuece de comenido fonético parece poseer reflejos fonét icos. El mov imiento deja vacante la categoría movida , esto es, la priva de realizaci6n fon~ica, pero no la elimina. Las estructu ras-S obtenidas por aplicación de la regla de movimiento son a su vez convertidas en estructu ras superficiales por aplicación de diversos tipos de reglas, que implican, fu ndamentalmente, la asignaci6n de representación fonética y la asignaci6n de una forma lógica. Las reglas que asocian Itls estructuras-S con las formas fonética y lógica son las que a veces reciben el nombre de «reglas de interpretación».

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4. Ars Grammatica 123 ., -

Ahora bien, con respecto a una oración por cuya correCClOn nos pre· guntamos pueden ocurrir dos cosas. O bien que pueda probarse que lo es, y que por consiguiente pertenece a la lengua en cuestión. O bien que pueda probarse que no es correcta, y que por tanto no pertenece a la lengua. Si las lenguas humanas son tales que puede probarse efectivamente que las oraciones correctas de una lengua pertenecen a ella, se dice que el lenguaje humano es recursivamente enumerable. Si además pudiera probarse que las oraciones incorrectas en una lengua lo son y que no pertenecen a ella, habría que decir que el lenguaje es recursivo. Veamos con más detenimien­to en qué consiste la diferencia.

Recuérdese que estamos considerando una lengua como un conjunto de oraciones (correctas, claro está). Pues bien , se dice que un conjunto es recursivamente enumerable wando hay un procedimiento para probar que un elemento determinado pertenece al mismo; si además puede probarse que un cierto elemento no pertenece a él, dicho conjunto es recursivo. La diferencia es que, para un conjunto recursivamente enumerable, tenemos un algor itmo, por ejemplo una máquina de Turing, que especifica los elemen· tos que son miembros del conjunto. Por ello, para un elemento determi­nado, si pertenece al conjunto, averiguarlo es simplemente una cuestión de tiempo; tarde o temprano nuestro algoritmo nos 10 dirá. ¿Pero y si no pertenece al conjunto? Esto puede que no Jo averigüemos nunca , pues nuestro algoritmo nos informa, con el debido tiempo, de que tal o cual elemento pertenece al conjunto, pero no nos dirá nunca de un elemento que no está en el conjunto. Esto si se trata de un conjunto recursivamente enumerable. Si el conjunto es propiamente recursivo, entonces nuestro al­goritmo puede decirnos de cualquier elemento ranto que pertenece como que no pertenece al conjunto dado: Aquí es cuestión de aplicar el algoritmo durante el tiempo necesario para encontrar la prueba pertinente. Sabemos de antemano que sie.mpre acabaremos por . averiguar del elemento que nos interesa si pertenece o no aI conjunto en cuestión. Puesto que para cual­qu ier conjunto su complemento está formado por todos los elementos que no pertenecen a aquél, decir que un conjunto es recursivo equivale a decir que tanto él como su complemento son recursivamente enumerables. O lo que es lo mismo: que podemos probar para cualquier elemento que per­tenece o bien al conjunto o bien a su complemento.

¿Qué significa lo anterior trasladado al caso del lenguaje? Si éste es un conjunto recursivo, signi6ca que por medio de un procedimiento mecánico, esto es, de una sucesión 6nita de pasos, podremos decidir acerca de cual­quier serie de signos si constituye o no una ornción correcta del lenguaje. Si· solamente es recursivamente enumerable, quiere decir que , por un pro­cedimiento del tipo indicado , tan sólo podremos decidir que la serie de signos constituye una oración, pero nunca tendremos la posibilidad de deci ­dir que no lo es . Naturalmente, tal procedimiento perrenece a la aplicación de nuestra teoría del lenguaje, es decir , de nuest ra gramática. y por consi­guiente las decisiones mencionadas están en principio abiertas al teórico. al

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especialista. Si el comportamiento real de los hablantes correspondiera exactamente a la actuación del teórico, o en otras palabras, si se diera una estrecha correlación entre la teoría de la competencia y la teoría de la ac­tuación, podríamos poner 10 anterior en términos de esta última y afirmar que si el lenguaje es recursivo , entonces un hablante siempre será capaz de determinar s,i una cierta serie de signos es o no una oración de su lengua (dentro de los límites impuestos por su organismo, y, por tanto, excluyendo las secuencias excesivamente largas o complejas); mientras que si el lengua­je es nada más que recursivamente enumerable, entonces el hablante podrá determinar que una serie de signos es una oración de su lengua, SI lo es, pero nunca podrá determinar que no lo es .

Parece razonable suponer que las lenguas humanas son sistemas por lo menos recursivamente enumerables. Si no lo fueran no se ve cómo po­drían tener creatividad, en el sentido indicado, ni podrían ser descritas por una gramática. Tampoco resulta fácil imaginar, en este caso, cómo po­dría explicarse su rápido aprendizaje por parte del niño. Es probable que, además, sean sistemas recursivos. Desde luego, si la gramática adecuada para ellas es una gramática generativa de estructura sintagmática, como la que hemos visto en la sección 4.3 , y que está a la base de la gramática transformatoria, entonces las lenguas humanas son recursivas, pues el len­guaje generado por un sistema de estructura sintagmática es recursivo (véa­se Bach, Teoría sintáctica, 8.3). Examinaremos algunas dudas sobre este punto un poco más abajo.

Se ha mencionado más arriba la máquina de Turing como el tipo m?s general de algoritmo. Veamos en qué consiste. Una máquina de Turing es un sistema formal que incluye lo siguiente (sigo aquí la exposición de Bach , loco cit.):

1. Un conjunto finito de estados internos: 1.&, El, ... Enl 2. Un alfabeto finito: !aa, al, ... am I 3. Un conjunto d~terminado de estados iniciales [amados del conjun­

to de estados internos; convencionalmente se representa el estado inicial por .&.

4. Un conjunto determinado de estados finales tomados igualmente del conjunto de estados internos.

5. Un conjunto finito de instrucciones, siendo cada una de ellas una cuádrupla de alguna de las formas siguientes:

(a) E ( aj ak El (b) E , a; D E, (e) E, a; 1 E,

Cada una de estas instrucciones supone que el sistema se halla en el esta­do E ¡ ante el signo (del alfabeto) ajo Entonces las instrucciones son res­pect ivamente en cada uno de los tres casos: (a) pasar al estado El susti-

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luyendo el signo a¡ por el SI¡!no llk; (b ) pasar al estado El moviéndose un lugar a la derecha; (e) pasar al estado El moviéndose un lugar a la izquierda.

Uno de los signos de! alfabeto puede utilizarse para indicar un lugar en blanco y marcar con él el comienzo y el final de la expresión que está siendo computada. Para estos efectos suele utilizarse el signo «"JI' ». En cada momento del proceso el sistema o «máquina» puede ser descrito dando el esrado en que se encuentra, el signo ante e! que se halla y el resto de la expresión o ser ie de signos al que pertenece este último. Dado el curso de esta explicación se entenderá fácilmente que sea usual representar una máquina de Turing como una cinta dividida en cuadros, en cada uno de los cuales está uno de los signos de la expresión que se quiere computar (in­cluyendo el signo «( =# » al comienzo y al final); a lo largo de la cinta se mueve una cabeza lectora cuyo cambio de es tado consiste en el paso de un lugar a otro a lo largo de la cinta. En rigor, esto no es más que una representación intu iti va de lo que es una máquina de Turing; un meca· nismo material que fu ncionara de esa manera no sería, en definitiva, más que una posible realización material, entre otras muchas, de una máquina de Turing.

Cuando la máq ll ina llega al final de la expresión y encuentra por última vez el signo «=#», se para. Se dice entonces que ha aceptado o reconocido la expresión en cues tión, esto es, la cadena de signos que ha recorrido su cabeza lectora, rrátese de una fórmula lógica, de una oración de una lengua, o de 10 que quiera que sea. Esto nos proporciona una primera representa­ción intuitiva, y en nuestro caso muy esquemática, de conceptos como los de computac ión, algori tmo, decisión mecánica, ete. , que fueron definidos de una manera técnica y formal por T uring (<<On Computable Numbers with an Application to the Entscheidungsproblem» 1936-37).

Nótese que todo conjunto recursivamente enumerable puede ser defini­do por una máquina de Turing, y adviértase también la estrecha conexión entre un sistema de este tipo y las gramáticas genera tivas que hemos es­tudiado en la sección 4.3. Ello no es nada sorprendente si se tiene en cuen­ta la extrema generalidad y alcance de las máquinas de Turing. De aquí lo que se conoce como tes is de Church, que reza así: «Cualquier proceso que pueda especificarse por medio de una serie de pasos explícitos, puede ser desarrollado por una máquina de Turing o por cualquiera de los sistemas formales equivalentes a eIJa». Como ejemplificación de esta tesis, Bach (loe. cit .) ha mostrado que todo conjun to de oraciones especificable por una gramática lransforma roria lo es también por una máquina de Turing (añadiendo algunas complicaciones ausentes de mi exposición; para más detalles puede verse Quesada, La lingüística generativo-transformaciona!, capítulo 6, y sobre las máquinas de Turing, Gross y Lentín, Nociones so­bre las gramáticas formales, cap. IV; Gr~ss, Modelos matemáticos en lin­güística, cap. n, y la obra clásica de Davis, Computability and Unsolvabi­ti/y, cap. 1).

Esta correspondencia entre una gramática transformacional y una má­quina de Turing parecería que debe ser saludada en la medida en que nos

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126 Principios de Filosofía del Lenguaje - -asegura sobre la posibilidad de decidir al menos sobre bs oraciones correc­tas de una lengua . Sin embargo, la teoría transformacional COQlporta tam­bién, desde el punto de vista formal, graves inconvenientes, como han mostrado los trabajos de Perers y Richtie. Un importante resultado de estOs eSlUdios es la prueba de que una gramática rransformatoria como la clásica de Chomsky en Aspectos es demasiado potente, tan potente q!Je hay una gramát ica de ese tipo absolutamente para cualquier conjunto de oraciones que sea recursivamente enumerable (Pere rs y 1\ich [ie, (,On Res­trict ing the Base Component oE Transformational Grammars»). Teniendo en cuenta que es te resultado se mantiene para cualesquiera restricciones que se introduzcan en la base, la conclusión inevit<lble es que el exceso de potencia se encuentra en el subcomponente transformarorio. Vale la pena mencionar que la demostración de Perers y Richtic incluye como parte cen­tral la formulación de una regla transformacional que reproducc el com­portamiento de un<l máquina de Turing. Este exceso de poder generador en las gramáticas rransformatorias significa que ést.ls no constituyen una teoría suficiente para delimitar el concepto de lenguaje hum:\no.

Lo anterior tiene asimismo otra consecuencia metodológica de sumo interés. Se ha hecho mención en la sección precedente de la sugerencia de Chomsky en el sentido de que tal vez las reglas de la base sean en gran medida universales (AspectoJ, cap . 3), y muchos lingüistas trnbajando en esta dirección han asumido es ta hipótesis, relegando al subcomponcnte transformacional las reglas peculiares de cada lengua que dab~lI1 así cuenta de las diferenc ias entre sus estructuras superficiales y las de otras lenguas. Como vimos en la "Sección 4.4, el subcomponente de base contiene una serie de categorías, C0l110 oración, verbo, sintagma nom inal, c te., un con­junto de reglas de reesc ri tura, y un léx ico que asigna miembros a cada una de esas categorías. Pues bien, una hipótesis sobre la l.Inivcrs:l!i(bd de la base incluirá en primer lugar bl hipót·esis de que categorías como las citadas, o al menos un subconjunto de ellas , aparecen en todas las lenguas. Son lo que Chomsky llama, segú n comprobamos en la sección 4.2, univer­sa les sustant ivos sin táct icos. Una primera cuest ión es cuántas de estas ca­tegorías hacen falta realmente y son irreductibles a las demás. Sobre el lo no parece haber acuerdo todaví<l. Aunquc los lingi.iistns suelen, por corno­didnd y claridad, recu rrir a una var iedad de ellas, ha habido numerosaS propuest.as de reducción . Así, Lakoff h<l defendido que los verbos y los adjetivos tienen tantas car<lcterísticas comunes que deben representarse por una sola categoría, y Bach y Lyons han mantenido, por razones seme­jantes, la reducción de ve rbos, nombres y adjet ivos a una ca tegoría única. Por su parte, y desde la perspectiva filosófica, Putnmn ha mostrado que bastan las Glregorías de nombre y oración para derivar las caregorías res­tantes, cosa que por 10 demás ya era sabida al menos desde que en .1935 Ajdukiewicz presentó una graml.Ítica categorial, idea que ha sido reutil i­zada rec ientemente por aul"Ores como Lewis (véase Bach, T cotÍlI sintáctica, 11 .3; Pumam, «The ' Innateness H ypothcsis' ... »; y Lcwis, «General Se­m;¡ntics»).

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En segundo lugar, una hipótesis sobre la un iversalidad de la base habrá de incluir determinadas restricciones sobre las reglas de este subcompo­nente. Esas restricciones, no obstante, no pueden determinarse con cierra seguridad a menos que el subcomponente transformacional reciba limitacio­nes en su capacidad para reagrupar de diferemes maneras Jos constitu­yentes de la oración. En lodo caso, una hipotética restricción universal sobre las reglas de la base sería la que, para oraciones transitivas, acep tara como posibles est ruc[Uras subyacentes cualquiera de las siguientes:

sujeto-verba-objeto ve rbo-objeto-su jeta su jeto-objeta-verbo objeto-verbo-su jeto

excluyendo, en cambio:

ve rbo-sujeto-objeto objeto-sujeta-verbo

puesto que estas dos últimas estructuras rompen la unidad del sintagma verbal al in troducir el su jeto entre el verbo y el objeto , lo que es contrario a los marcadores sinragmáticos que la teoría de Chornsky asigna a las es­truc[Uras profundas de este tipo (véase Bach, loe. cil.). Finalmente, una base presuntamente universal habría de contener también rest ricciones so­bre la asignación de rasgos sindcticos y semánticos a las categorías del léxico que, como se record:uá, forma parte del subcomponenre de base en el modelo trans[ormacional clásico.

El problema es que los estudios de Peters y Richtie conducen a la conclusión , de gr"ln importancia metodológica, de que la hipótesis que a6r­ma que Ja base de las lenguas humanas es universal no puede ser fa lsada por ninguno de los medios de prueba habituales en lingüística. Por tanto, carece de confirmación posible . La razón es que, existiendo una gramática transformacional para cualquier posible conju nto de oraciones que sea enu­merable recursivamente, y siendo es to así para cualqu ier restricción que se introduzca en la base (esto es: tan to si la base es sensible al contexto, libre de contexto e incluso de es tados fini tos), es siempre posible construir una base universal para la gramática en Cllestión. O dicho de oua forma : puesto que el exceso de potencia de las gramáticas rransformacorias es tá en el subcomponente transfo rmacional, se sigue lógicamente que hay una base un iversal a partir de la cual puede ser generado cualquier lenguaje natura] por medio de una gramática transformatoria. Y, por tanto, que para cual­quier lengua hay una gramática de cipo chomskiano con una base universal (véase Peters, «Why There Are Many ~Universa l ' Bases»). La hipótesis de la existencia de una base universal común a todas las lenguas no puede ser confi rmada en ningún grado y carece, en consecuencia, de contenido empírico. En este aspecto, la situación , según Bach, no es mejor en las revisiones de la teoría es tándar que vimos en la sección anter ior; siendo

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128 Principios de Filosofía del Lenguaje - -tanto la semántica generativa como la semánt ica interprelativa y la teoría ampliada de Chomsky aún más potentes que la teoría clásica de Aspectos, todo lo dicho es a lortiori aplicable a ellas.

Esta deficiencia formal y metodológica de la lingüística transformacio­nal ha sumido a muchos en el escepticismo y ha sido utilizada a veces como una prueba del total fracaso del paradigma chomskiano en todas sus ver­siones. Ac ti tud semejante es desmesurada . De hecho, hay caminos alterna­tivos por los que los especialistas conscientes de las limitaciones señaladas se han aventurado. Fundamentalmente , las alternativas parecen ser dos . De un lado, buscar confirmaciones empíricas para la gramática que vayan más allá de los simples juicios que como hablantes nativos podemos hacer sobre la gramaticalidad o no de las presuntas oraciones de nuestra lengua. Esta vía conducirá a encontrar, en caso de éxito, razones psicológicas por las cuales los lenguajes humanos han de tener las características universales y comunes que suponernos que tienen. Esta vía nos saca de la lingüística formal para introducirnos en la psicología del lenguaje (véase Bever, «The Cognitive Basis for Linguistic Structures»). La otra alternativa, que nos mantiene dentro de la teoría formal de la gramática, y es por ello la que particularmente han proseguido los lingüistas interesados en estos proble­mas, consiste en buscar restricciones que limiten el poder de las transfor­maciones, limitando aSÍ, no la clase de las gramáticas transformatorias, que permanece igual , puesto que la teoría sigue siendo la misma, sino la clase de los lenguajes generados por dichas gramáticas. Esta restricción supone claramente un paso adelante en la tarea de dennir el concepto de lenguaje humano. Se pueden .encontrar ejemplos de esta posición en Bach (Teoría sintáctica, 11.5), en Wasow (<<On Constraining the Class of Transformarío­nal Languages»), y en los propios Peters y Richtie (<<Nonfiltering and Local­filteri ng TransformatÍonaJ Grammars»).

Toda la discusión anterior ha asumido, como es sólito entre los espe­cialistas , que las lenguas humanas son por 10 menos recursivamente enu­merables, y tal vez recursivas. Por eIJo, antes de cerrar esta sección, tiene interés mencionar que no todos acep tan ese presupuesto, y entre las excep­ciones des tacan un lingüista , Hockett, y un filósofo , Hintikka .

Hockett ha negado que un lenguaje natural consti tuya un sistema bien definido, esto es, un sistema definible por una función algorítmica del tipo de una máquina de Turing (El estado actual de la lingüística, caps. 3 a 5). La base de la argumentación de Hockett es que la aplicación de una fun­ción recursiva no conserva la gramaticalidad de la estructura de partida para una nueva estructura de complejidad n cuando n es un número relati­va mente elevado. Es decir , que aunque, en el caso más simple. tengamos una serie como la siguiente formada con la oración A :

A A&A A&A&A

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4. Ars Grammatica 129

cuyas primeras cadenas sean gramaticales, ello no significa que cualquier cadena de es te lipo, por larga que sea, sea gramaLical. Pretender que una es tTucwra así con A repetida mi l veces, por ejemplo, es gramaLical¡ resulra parn HocktLL «empír icamente absurdo» (o p. cit., 5. 1). Naturalmente, Hoc­kett no quiere deci r que sea posible determinar exactamente a partir de qué cadena hemos sa lido de la gramaticalidad; piensa, más bien, que 'hay una especie de restr icciones flexibles (flexible constraints) características de los sistemas mal defin idos como e! lenguaje. Si esto es así, entonces no tiene sent ido buscar un algoritmo que nos dé el conjunto de oraciones correctas de una lengua, como tampoco lo tiene concebir cal conj unto como un conjunto ellllmenJ ble recursivamente. Si la posición contraria, que he· mas considerado y aceptado en esta sección, fue ra correcta, habría que mostrar, según Hockett , cómo es posible un sistema bien definido, como el lenguaje, en un sistema mal definido, como el universo fís ico, tarea muy dificultosa en apariencia. Si es Hockett quien está en lo cierw, entonces lo que res ta por explicar es cómo a parti r de un sistema mal definido, como el lenguaje natural , puede construi rse sis temas bien defin idos, como ciertos cálculos lógicos y matemáticos, tarea claramente más simple que la anterior, y que Hockett desarrolla al menos en esquema (cap. 6).

En mi opinión, la crít ica de Hockett no muestra propiamente deficien­cia alguna en Jl'! leoría chomsk ianl'!. Deficiencias, y serias, son las que pu­sieron de manifiesto Peters y Richtie (cuyos trabajos. desde luego, son pos· te riores al libro de Hocke tt ). La posición de éste se apoya más bien en un cierto concepto de gramaticalidad y de lenguaje que se aparta del concepto de Chomsky. La idea de que el lenguaje es un sistema mal de fi nido no es tanto en 10 que concluye la argumentación de Hockett cuanto su punto de part ida: una lengua no puede ser un sistema bien definido, es to es, un con­ju nto recursivamente enumerable, porque entonces tendríamos que admitir que oraciones de longitud y complejidad tan grandes que no son aptas para la comunicación pueden ser , sin embargo, gramat icales. Y esto le parece rechazable por absurdo. En o tras palabras: que la gramaticalidad no es una propiedad puramente formal, sino que tiene que ver con las condicio­nes empíricas de nuestro uso de! lenguaje. Y la cuestión es : ¿por qué preferir es te concepto de gramática al chomskiano, que, por cierto, es el propio de la lingüística matemática? Las razones para elegi r una u otra alternativa deberían guardar relación con su rendimiento expl icativo y con la ferti lidad de sus resu ltados , y, según creo, estos aspec tos no están pre­sentes en la argu mentación de Hocken de forma apreciable. Sus conside­raciones sobre la calificación de sistema mal defi nido que merece el uni­verso físico, suponiendo que sean correc tas , no parecen en exceso relevan­tes. La cues tión es que el sistema de la lengua puede abstraerse de aquellas condiciones empíricas no específicas que rest ringen su uso entre los rablan­tes. y esta abstracción nos permite construi r una teoría formar de la lengua aplicando la teoría de la recu rsión. Si este tipo de teoría es o no fecu ndo, ta l vez no es tá aún del todo d aTO, pero son trabajos ·como los que se han ci tado anteriormente en esta sección los que pueden contribu ir

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130 Principios de Filosofia del Lenguaje -- -a disipar nues tra ignorancia. Argumentos corno los de H ockert son, desgra­ciadamente, irre levantes.

Más interesante ha sido la aportación de Hintikka, que ha intcn tado mostrar, con referencia al inglés, que sus reglas no determinan un conjunto recu rsivamente enumerable de oraciones COI·reClas. Hi nt ik ka ha centrado su amílisis en el ejemplo del término ally, y de aqu í que su po;¡ ic ión se co­nozca como «tesis sobre al1y» (any-thesis; véase «On the Limitatiol1 s of Gcnerat ive Gramman») . Su argumento ha subrayado que el intento de ofre­cer una explicación generativa de la aparición del término al1y trop ic%a con grandes d ificultades . Su res is la enuncia así (<<Q uant il1crs in Narural Lan­guages : Sorne Logical Problems», sccc. t1) :

«La palabra al1y es gramat icalmente aceptable en un contexto dado X-any Y-Z si, y sólo si, sust ituyendo al1y por every resu lta una expre­si6n gramatica l que no es idéntica en significado a X-any Y-Z.»

Lo que la resis enuncia , por tanto, es el hecho bien conocido de la im­posibilidad de intercambiar any y every en los contex tos lingüíst icos in­gleses del tipo ci tado sin que varíe el signi ficado de la oración. De entre los var ios ejemplos que Hintikka cita, y que se pueden encont rar en cual­quier gramática del inglés. son bien claros los sigUientes:

I1 any member contributes, l 'll be happy (S i cualquier miembro cont ribuye, estaré contento) I1 every member contributes, [ 'lt be happy (Si cada miembro contribuye, esta ré contento)

Es patente la diferencia de signi ficado entre ambas oraciones. La con­clusi6n que saca Hintikka es que nos hallamos ante un caso en el que la aceptabil idad gramat ical de una oración depende de sus pro piedades se­mánticas, y por consiguiente no es el resultado puro y simple de un proceso generativo como pretendería la teoría lingüísl ica. Esta consideración se pl.lede ver con mayor claridad si se tiene en cuenta que oraciones subordi­nadas como la primera de las dos an ter iores no pueden generarse a par tir de la correspondiente oración simple. Véase es te otro ejemplo de Hintikka (<<On Any-Thes is and [he Methodology of Linguistics»):

11 John lound any mis/ake 01 Bill's, 1'11 be .wrprised (Si Juan enconrró cualquier error de Guillermo, me sorprenderé)

Esta oraci6n no puede haber sido generada por transformación a part ir de la oración simple

John lound any mis/ake 01 BiII's

pues, a diferencia de aquélla, esta última es incorrecta, ya que donde dice any debería utilizar sorne. Parece que la única soluci6n es aceptar que any queda introducido al final de la derivaci6n de la oraci6n condicional, pero

Page 10: -Principios - de Filosofía del Lenguaje .. abiblio3.url.edu.gt/Libros/gran_ver/7.6.pdf · humano es recursivamente enumerable. ... quier serie de signos si constituye o no una ornción

4. Ars Grammatica 131

no en ninguno de los estadios previos. Sin embargo, esto lo rech:1zarían casi rodos los lingüistas generativos, pues infringe el conocido principio de la aplicación cíclica de las reglas, según el cual toda regla aplicable a una esrructura compleja determinada es aplicable a cualquier estructura más simple de la que aquélla provenga. Por tanto, queda en entredicho este principio y el carácter de recursividad de Jas oraciones correctas que él im­plica. Hintikka ha intentado probar esta conclusión de forma más técnica mostrando que hay ejemplos típicos de oraciones inglesas traducibles a fórmulas de la lógica de primer orden que no son decidibles, esto es, para las cuales no hay procedimiento recursivo que pruebe su validez.

La tesis de Hintikka es importante y compleja, pero entrar en detalJes nos sumergjría en una discusión técnica sobre ciertos aspectos de la lengua inglesa que no es de este lugar. Sus puntos más discutibles son, en mi opi­nión, Ja posibi lidad de traducir exactamente ciertas oraciones complejas a fó rmulas lógicas en la manera como él lo hace, y la justificación que pueda haber para ciertas consideraciones sintácticas y semánticas que hace a pro­pósito de algunos de sus ejemplos, consideraciones que a veces parecen ser muy subjetivas. Quede la cuestión abierta, recordando al tiempo que algunos. como \Xfasow, no están convencidos de que la tesis sobre any sea correcta (<<On Constrain ing the Class of Transformational Languages», nota 9). Chomsky, por su parte, con una salida muy suya, ha a6rmado que, incluso si el conjunto de oraciones gramaticales no es recursivamente enu­merable, como mantiene Hintikka, esto únicamente muestra que dicho con­junto no está determinado por una gramática genera tiva, pero no muestra que los seres humanos no tengamos precisamente ese tipo de gramática representado en la mente (Rules and Representation!>, cap. 3). Uno no pue­de dejar de extrañarse de que la gramática que los seres humanos interio­rizan y se represenran mentalmente, y que, por consiguiente, forma el con­tenido de su competencia lingüística, sea una gramática incapaz de deter­minar el conjunto de las oraciones gramaticales. Como no es posible dejar de preguntarse qué pruebas puede haber de que la gramática interiorizada sea de esta suerte y no de otra disti nta. La cuestión es: ¿cuánclo es ade­cuada una gramática?

4.7 Justificación de una gramática

Una gramática, para una lengua, puede ser aceptable o adecuada, por lo pronto, en dos sentidos diferentes. Se dice que es adecuada observacio­nalmente cuango presenta de forma correcta los datos que por simple ob­servación pueden obtenerse sobre tal lengua. Es decir , cuando las oraciones y expresiones que la gramática considera corresponden fielmente a lo que se puede observar, leer o escuchar, inspeccionando fragmentos ·diversos de dicha lengua. Es patente que, desde un punto de vista teórico, este grado de aceptabilidad o adecuación constituye un requisito sumamente débil que no otorga a la gramática interés apenas (Bach, Teoría sintáctica, 10.2).