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sultan de un ensayo, porque nosparece interesante destacar elambiente en el que se hacen laspruebas, y que conocemos de

querer meter la cabeza bajo elagua para ver si hay algo más pordebajo!. El que esté libre de pe-cado… En fin, mea culpa, meaculpa, pero no nos vayamos porotros derroteros y volvamos a laprueba, que es lo interesante.

Los ensayos eran privados,como tantos otros en los que he-mos tenido la fortuna de meterlas narices, así que los datos dela prueba se van a quedar sin sa-berlos, hasta que la empresa, sile parece oportuno, los haga pú-blicos. Nosotros, los profesores,nos beneficiamos de ellos paranuestra formación –que falta noshace–, y si nuestros equipos sir-ven también para la empresa,pues ¡qué más se puede pedir!.Todos contentos.

¿Por qué, entonces, escribi-mos sobre la prueba, si no va-mos a poner resultados? Puesporque nos parece que no siem-pre comentamos lo que hay alre-dedor de las frías cifras que re-

Este año, los días 25 y 26de julio hemos tenido laoportunidad de partici-par en unas pruebas de

campo, realizadas por los ami-gos de New Holland, que noshan invitado a compartir conellos dos días de trabajo intensoy buena camaradería. La coope-ración, aparte del buen ‘rollito’que tenemos con la empresa,obedecía a un interés mutuo: laempresa utiliza instrumentaciónde la Escuela, que a nosotrosnos interesaba contrastar encondiciones reales. La máquina,macroempacadora; el producto,paja, por lo que la época, el vera-no. Como se ve, todo muy lógi-co, pero, a veces, lo más sencilloparece lo más sorprendente.Hay que reconocer que, frecuen-temente, todos caemos en elmismo error. ¡Cuántas veces nohabré dicho yo que los tales y loscuales no pegan ni clavo, miran-do sólo la punta del iceberg y sin

32 AÑOS CON LA MISMAPREGUNTAMuchas, muchísimas veces, en los casi32 años que llevo trabajando en laEscuela, he tenido que escuchar,durante el mes de julio, la mismapregunta: ¿pero no estás devacaciones?. Si no hay alumnos… Hepasado por todos los estados anímicosposibles: sorpresa, extrañeza, molestia,irritación, enfado sordo, ira desatada yexasperación, hasta llegar a laindiferencia absoluta y desdeñosa conla que ahora la acojo. Por supuesto quecada etapa ha tenido su justa respuesta,acorde con el estado de ánimo queproducía y con la condenada habilidadque puedo llegar a desarrollar en laréplica mordaz.

¿TRABAJAS EN JULIO?¿TRABAJAS EN JULIO?

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parcela provoca una cierta impa-ciencia que se traduce en dejarel coche pitando. En ello, todossomos igualmente culpables,puesto que llegamos juntos al lu-gar de las pruebas.

El ambiente

Magnífico. Da gusto trabajarcon gente tan animosa, que nose arruga por nada y que siem-pre intenta solucionar los proble-mas con buena cara. Hay quedecir que esta actitud es la nor-mal en todas las pruebas que he-mos realizado con gente de lasempresas. Llegan a implicarsetanto en la prueba que nunca he-

nos) como aquel en el que hastaSantiago Apóstol, patrón de Es-paña, no hizo calor. Hubo muchapolémica sobre el cambio climá-tico, pero lo cierto es que pasa-do un mes de julio con nochesenormemente agradables. Claroque, a partir de esa fecha, empe-zó a ‘pegar’. Por lo menos, los dí-as en los que un entusiasta gru-po de personas se fue al campoa empacar. La llanura segovianaparecía una sartén y sólo los casi900 metros de altura ofrecíanuna ligera brisa en determinadosmomentos. En fin, la zona esta-ba próxima a Turégano, lo queauguraba una buena comida re-paradora.

Puestos a criticar la realiza-ción de la prueba, diremos que laelección del ‘campamento base’no fue feliz. Elegimos la puntadesnuda de árboles, mientrasque la contraria estaba adornadacon un pinar en el que podría-mos haber disfrutado de unaagradable sombra. Elegimosmal, pero es que el pinar estabamás alejado del camino de llega-da y eso ya es un síntoma. Ver la

primera mano, porque queremostransmitir confianza en la genteque se mueve en este mundo yporque es una forma de agrade-cer los dos buenos días pasados.

La prueba

Consistió en un control deconsumo de combustible en untractor trabajando con una empa-cadora gigante que hacía pacasde paja de centeno. Punto pelo-ta. Mis labios, a partir de ahí, es-tán sellados. El caudalímetro uti-lizado para la medida del consu-mo lo ponía la Universidad, juntocon personal para su instalación.Como se ha dicho, llevamos dosequipos para comprobar su fun-cionamiento. El resto del mate-rial lo ponía la empresa. Bueno,el buen humor era compartido.

El lugar

El verano de 2007 se recor-dará cuando seamos viejos (a al-gunos o algunas ya les falta me-

La parcela depruebas.

Detalles de laorganización de

la prueba:marcar pasadas,

grabación, elgrupo de

participantes,comentando la

prueba antes deempezar. Abajo,

a la derecha,Ramón Maya yJorge Sánchez,comentando elfuncionamiento

del GPS.

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mos visto a nadie con mala cara.Si surgen dificultades, se venceny punto, pero hay que sacar ade-lante el trabajo.

Trabajo de campo

Si algo hemos aprendido enlos trabajos en el campo, es quehay que ser ordenado, cuidadosoy anotarlo todo: número del bas-tidor, neumáticos, presiones deinflado, pesos, anchura de loscordones, separación de los cor-dones, peso de las pacas, tiem-pos, velocidades, distancias en-tre pacas, esquema de cómohan quedado las pacas, consu-mo de combustible, condicionesen las que trabaja el tractor y laempacadora. No se debe dejarde anotar cualquier incidencia.Todo puede ser necesario paraexplicar los resultados. Y alguientiene que coordinar la toma dedatos y las incidencias. La amar-ga experiencia dice que, comohaya varios tomando datos y lascircunstancias del ensayo sugie-ran tomar decisiones sobre la

la longitud de la besana, decidirla longitud de la paca, a fin deconseguir un número de pacasdeterminado en el tramo recto.Con unas simples placas metáli-cas, separamos un metro de cor-dón y con bolsas de basura y unpeso de cartas, calculamos elpeso lineal. Es un procedimientomás fácil de hacer con forrajeverde y heno, pero permitió ha-cer unos pequeños cálculos y to-mar decisiones. Luego, al finalde la prueba, las pacas se llevarí-an a la báscula del pueblo parasu pesaje.

A los mandos del tractor, Je-sús Santos, un auténtico experto,y Álvaro Almarza, el ciudadanomás sólido y seguro que conozcocon los números (y lo digo porquele he dirigido su proyecto fin decarrera), garantizaban la conduc-ción correcta y el registro de losdatos. Además, estaban atentosa toda incidencia para informar decómo respiraban el tractor y lamáquina, a través del monitor decontrol de la empacadora.

Todos los detalles se cuida-ron con esmero: jalones, bande-

marcha, es muy, pero que muyposible que, con los tamaños delas parcelas, alguien no se ente-re, o se olvide de anotar el cam-bio de plan. Eso es peligrosísi-mo, porque a la hora de interpre-tar los resultados de la prueba,no se pueden tener dudas.

El equipo humano de NewHolland fue muy eficaz. JorgeSánchez y Ramón Maya planifi-caron bien la prueba y cuidarontodos los detalles. Nada más co-menzar, todo el mundo (incluidoslos de la Universidad) estábamosequipados con walkie-talkie, conlo que toda incidencia era notifi-cada de inmediato. Claro queLuis Márquez contraatacó conun GPS que permitió eliminar lasmolestas cintas para medir dis-tancias.

La producción de paja se mi-dió por dos sistemas. Antes deempacar se pesó la cantidad depaja por metro de cordón en va-rios puntos. Es una medida me-nos precisa que pesar las pacas,pero, antes de hacer el trabajo,permite conocer aproximada-mente la producción y, conocida

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Medida de lacantidad depaja en unmetro decordón.

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una foto, pero suelo estorbar y elhorno no está para bollos enesos momentos. Como creo fir-memente en el trabajo en equi-po, cada uno se responsabilizade una cosa y el caudalímetro noes lo mío. Habitualmente, yo co-ordino la prueba y recibo todoslos datos para analizarlos poste-riormente, pero a nivel de tomade datos, mi responsabilidad esla instrumentación electrónicaque recoge todas las señales, in-cluida la del caudalímetro.

Cada tractor es un reto quevencer. La instrumentación deensayo es de ‘quita y pon’ quese coloca en cada tractor que seva a probar, y se quita una vezterminado. Se intenta hacer elmenor destrozo posible en launidad ensayada. Eso, en otrosinstrumentos, como los captado-res de velocidad teórica, el radar,la célula de carga para la fuerzade tracción, hemos ido consi-guiéndolo, pero el motor es co-mo es, y no siempre están acce-sibles los tubos, por lo que la co-sa se complica y, en cuantocortas un tubo, te has metido enun lío. Como en este caso sólose ponía el caudalímetro comoinstrumentación electrónica, erael protagonista absoluto.

Nosotros tenemos varioscaudalímetros, pero ante la evo-lución de los motores, la poten-cia creciente, los caudales mayo-res del circuito de alimentación,la inyección electrónica y el com-mon-rail, hemos ido buscando

mucho caudal, que si está muycaliente el combustible, que si elmotor se para, que a purgar… To-do un abanico de maldades quepueden llegar a reunirse en elmismo día. No hay la menor po-sibilidad de que los que se en-cargan del caudalímetro no aca-ben mojados y oliendo a gasó-leo, lo que, en compensación,les permite verse libres de mos-cas. Yo, con mi altura, nunca con-sigo ver nada y he aprendido amascullar en segundo plano to-do tipo de improperios contra el

caudalímetro. Observo, sin vernada, una serie de espaldas quediscuten apasionadamente so-bre los retornos del sistema ydónde poner una llave de paso.Algunas veces consigo encara-marme a las escalerillas de la ca-bina con la intención de hacer

ras para identificar las pacas queiban a ser pesadas, y todo tipode material auxiliar estaba siem-pre disponible. Sólo fue necesa-rio acudir a los coches para re-cargar la cámara de video y com-prar agua, que nos olvidamospor la mañana.

“Houston, tenemosproblemas”

Todo aquel que ha salido alcampo para hacer un ensayo sa-be que se van a producir inciden-cias. La ley de Murphy se cum-ple ¡y de qué manera!. Además,uno sale a probar máquinas yequipos de medida, a ver cómose comportan, a ponerlos a prue-ba, por lo que no hay que extra-ñarse de que haya problemas.Donde no los hay es en el catálo-go o en la exposición. De hecho,si no hay dificultades, ya me em-piezo a preocupar, porque de loque se trata es de aprender a so-lucionarlos, antes de que se leproduzcan al usuario.

En la prueba que realizamos,las mayores dificultades nos lasproporcionaron, cómo no podíaser de otra manera, nuestrosqueridos caudalímetros. Decidi-damente, los odio. No he salidoNI UNA SOLA VEZ a medir con-sumo de combustible en que nohayan dado la lata. Que si entraaire, que si el calibre del tubo,que a cortar, que falta una abra-zadera, que ahora el circuito lleva

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Instalación del caudalímetro. Izquierda, con dos unidades de medida independiente; derecha, el tradicional Solex con una sola unidad de medida.

�EN UNA PRUEBA,

LO QUE SE TRATA ES

APRENDER A

SOLUCIONAR LOS

PROBLEMAS ANTES DE

QUE SE LE PRODUZCAN

AL USUARIO�

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sistemas que sean precisos, pe-ro sencillos de instalar. Reciente-mente, hemos incorporado unnuevo incordio, perdón, caudalí-metro, y su puesta a punto estásiendo más latosa que criar a unhijo. Construimos una instalaciónde laboratorio para contrastarloantes de ponerlo en el tractor ytambién lo probamos en el quetenemos en la Escuela. Yo creoque ese tractor lo tenemos yadomesticado, porque ahí la cosafue bien. Sin embargo, ya dice elrefrán que más sabe el diablopor viejo que por diablo, y antesde probarlo en campo contrario,lo incluimos en el viaje. Se trata-ba, pues, de darle la alternativa.De todas formas, llevábamos elviejo… por si acaso.

Le habíamos construido unsoporte especial con filtros paralas dos unidades de medida delnuevo, la que mide el caudalque sale del depósito y la de re-torno al mismo. Teníamos aco-ples rápidos. A la hora de mon-tarlo, quedamos como reyes.¡Oye, qué sencillo de montar!.

no, no quiere. ¿La junta tórica?La cambiamos. Pues nada. Enun momento en que pude me-ter mano (nunca mejor dicho),comprobé el cable que mandala señal (una ya tiene el colmillomuy retorcido y ha visto mu-chas averías), para advertir queno estaba metido a fondo. Elcaudalímetro midió y mi autoes-tima se puso por las nubes…,para pegarse un costalazo, dospacas después, en el momentoen que se niega, de nuevo, amedir. Ahora era la unidad delectura del caudal de retorno yya no hubo forma. Ni junta, niimpurezas, ni cable. Que no. Mipaciencia se había colmado ydesechamos el nuevo, que, co-mo castigo, tendrá que pasar demanera oprobiosa por el fabri-cante antes de que vuelva a diri-girle la palabra.

Al viejo Solex, que tantas ve-ces nos ha sacado de apuros, ledije: ¿te atreves con un commonrail?. No se arredró y, una vezmás, salvó los muebles. Claroque para él fue una satisfacción

¡Qué invento!. Pero luego, decamino a la parcela, empezaronlos problemas. El tractor hizo¡puf!, y se paró. Desconectadoel caudalímetro, siguió su cami-no para comprobar que había unfallo de montaje. “Grrrrr”. Co-rregido el problema, en la pri-mera pasada de puesta a puntode la máquina, dejó de medir.¿Le habrá entrado alguna impu-reza al niño?. Abrimos, limpia-mos, repasamos todo… pues

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El apasionanteproceso deenhebrar lasagujas: Se atanlas bobinas;Jesús y JuanMari analizan lasituación; seconsulta porteléfono desdeel interior de lamáquina y¡adelante!

�LA

INSTRUMENTACIÓN

DE ENSAYO REQUIERE

UNA CUIDADOSA

CALIBRACIÓN Y PUESTA

A PUNTO�

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que nos las hemos apañado parahacer la prueba. Ahora trabajába-mos codo con codo, conjunta-mente.

A partir de ese momento,todo fue gente que se metía, li-teralmente, dentro de la máqui-na, para hacer todo tipo de re-gulaciones y puestas a punto.Una horquilla rozaba con la cha-pa lateral (la máquina había es-tado cedida a un agricultor).Apasionante circunstancia, queno se podía admitir por el ries-

Recuerdo que se nos habíadado la oportunidad de entrar enpruebas privadas. Muchas ve-ces, cuando nos han llamado pa-ra hacer ensayos para una em-presa, la preparación de la má-quina se ha hecho antes. Nohemos ido al ensayo general, si-no al estreno. Ahora teníamos laoportunidad de compartir el fre-nesí del ensayo, y es lo que agra-dezco profundamente. Otras ve-ces, nos han dejado la máquina yhemos sido nosotros solos los

encontrarse con su viejo amigoJuan Marugán, ahora técnico deNew Holland, pero que tantos ytantos ensayos han hecho jun-tos, cuando teníamos el lujo decontar con él como miembro delequipo de la Universidad. Comosiempre, se entendieron a lasmil maravillas.

También llegó el momentode ajustar la máquina y de com-probar que, a la hora de plantearproblemas, la máquina tambiéncontribuye generosamente. Estome permitió observar una opera-ción que nunca había presencia-do: enhebrar las agujas. Surge laprimera observación:

¿Dónde… se enhebra la agu-ja? ¡Pero si es de doble nudo!

Como se puede comprender,se han suprimido los adjetivos,pero cualquiera puede fácilmen-te imaginarlos.

Es una imagen que no olvi-daré; un individuo DENTRO de lamáquina, consultando, por telé-fono, con otro compañero, paracomprobar que quedaba bien co-locado el hilo.

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Han llegado losrefuerzos.

César y Aitor,de la concesión

de Segovia,llegan para

poner a puntola máquina.

Ajuste de lamáquina.

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go de que se produjeran chis-pas. Se pide ayuda al concesio-nario de la zona, César, que vie-ne acompañado de un mucha-cho, Aitor, más listo que elhambre. En un momento deter-minado, había dos personasdentro de la máquina y otrasdos moviendo el volante, quemantenían diálogos chispean-tes:

– Este… no avanza. Mueveel… volante.

– Pero ¿no tenéis más fuer-za… ?

– Oye, ven tú aquí.Y así, entre cordiales salu-

dos, la máquina se puso a puntoy a mí me quedó la experienciade ver cómo un grupo de genteresuelve in situ problemas, conoficio, conocimientos y ganas.

El móvil

Ya no puedo imaginar unaprueba de campo sin el sonidoconstante de los teléfonos móvi-

he mencionado, consultas acompañeros, contestar a mu-chas llamadas de trabajo que nospillan en el campo en lugar de enel despacho y hasta un informeprevio de los problemas surgidosa la empresa suministradora dela instrumentación. No cabe du-da de que el móvil se ha pegadoa nuestra piel y en pruebas comoésta, es muy útil.

Comentario final

Como conclusión a estos co-mentarios, quiero insistir en elagradecimiento a los amigos deNew Holland que nos mostraroncómo trabajan sin reservarseningún espacio de privacidad.Esto da confianza en su labor yprofesionalidad.

Como todo cuenta, tengoque hacer una mención a la in-tendencia. Uno puede trabajarmucho, pero también hay que re-parar fuerzas. Las dos comidasque compartimos en Turéganofueron espectaculares.

Les dejo con las ganas deconocer los resultados de unaprueba en la que trabajé, me di-vertí y aprendí. Tengo que decirque pudimos ver los resultados,pero insisto en que las empresassaben que puede contar connuestra discreción cuando co-rresponde.

Así que, lo dicho… ¿qué ha-céis en julio sin alumnos? Puestrabajar, como todo hijo de veci-no, incluida la redacción de la re-seña de la prueba.■

les. También es cierto que sonnecesarios, y en el campo, más.Cuando echas la mirada por laparcela, es frecuente ver, salvoque estemos en un momento ál-gido de toma de datos, que al-guien está hablando. Desde lla-madas familiares (para advertirque esperen o cenen lo que pue-dan, porque son las 9 de la no-che, seguimos en la parcela, pa-ra aprovechar la luz natural y fal-tan dos horas para llegar aMadrid), a todo tipo de conversa-ciones profesionales: como ya

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Terminado eltrabajo, buenambiente ymejor comida.

�LA MÁQUINA SE

PONE A PUNTO A BASE

DE CONOCIMIENTOS,

EXPERIENCIA, OFICIO Y

GANAS �

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