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problema de la tenencia de la tierra no habr una reforma agraria y mucho
menos la verdadera paz para Colombia. Recuerda el PNUD que el tema de la
tierra y el vaco de la reforma agraria, negada por los gobernantes de turno
a lo largo de los ltimos 60 aos, son parte esencial del origen del conicto
colombiano.
Por lo dems, de las leyes que salieron el ao pasado del periodo de
sesiones del Congreso de la Repblica ninguna le sirvi de combustible a las
locomotoras del presidente Juan Manuel Santos, porque con la excepcin
de la minera, las dems ni siquiera superaron la primera estacin. Y la quefuncion, sirvi para militarizar las extensas zonas de explotacin minera
para ser entregadas sin pena ni gloria a las transnacionales que se lucran
de los recursos naturales colombianos. Son muchos los enfrentamientos
que hubo el ao pasado, las movilizaciones populares y las que se siguen
adelantando en Huila, Tolima y Santander, entre otros departamentos, para
impedir el saqueo de los avivatos capitalistas de otras latitudes.
De resto, el Gobierno no tiene nada ms que mostrar. Pura demagogia
barata al mejor estilo del presidente Juan Manuel Santos, quien este aose apresta a presentar al Congreso de la Repblica las reformas pensional y
tributaria, ambas de corte neoliberal y de estirpe oligrquica. Algo propio del
rgimen plutocrtico colombiano. En lo que tiene que ver con los impuestos,
segn lo reconoci el propio Santos a El Espectador del domingo 25 de
enero del presente ao, no aumentarn las tarifas tributarias, aunque podra
incrementar la base para que ms personas paguen impuestos; pero, eso
s, anunci la rebaja en el impuesto sobre la renta, medida que beneciar
sobre todo a los ms ricos de Colombia. Vendr tambin, seguramente, ms
exibilizacin laboral, que con la rebaja de impuestos y la ley de desarrollo
rural, sern la base de la conanza inversionista en el marco de la apertura
neoliberal.
Un gobierno sin poltica de paz
En este contexto, con el valor agregado de la violacin de los derechos
humanos, la mayor militarizacin del pas, la precariedad de la democracia,
asxiada en el unanimismo de la unidad nacional, los siete billones de pesos
ms para la guerra, adems de lo proyectado en el gasto del presupuesto
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de Santos no sobrepasa el statu quo. En la prctica es continuista de la
seguridad democrtica de lvaro Uribe Vlez. No se puede olvidar que elactual mandatario fue su Ministro de Defensa. Los cambios son de forma,
apenas de estilo, aunque a ratos el nuevo inquilino de la Casa de Nariopierde la compostura.
Ni siquiera los acuerdos humanitarios son fciles con este Gobierno. Lasseis liberaciones anunciadas por las FARC para estos das, encuentran elescollo del veto que estableci el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzn,
seguramente bajo presin de la cpula militar, para no aceptar la logsticadel transporte brasileo, que se ha prestado en las ltimas liberaciones sin lamenor tacha del Gobierno o de la guerrilla.
Ante la evidente realidad de la guerra, se alteraron de nuevo los nimos.
El lenguaje que abunda es belicista y, por ende, se exacerba el conicto,situacin que demuestra que la doctrina del n del n, de nuevo esgrimidadurante la reciente visita a Bogot del director de la CIA, David Petraeus,
sigue presente a pesar de su fracaso histrico durante seis dcadas. Nunca
lleg la madre de todas las batallas, como la han esperado los generalesdurante tantas generaciones que hicieron la guerra sin xito total.Este conicto interno armado, slo se va a resolver de manera denitiva
ms all de los golpes militares tcticos que se puedan ocasionar los
adversarios a travs de una negociacin de naturaleza poltica [], diceAlejo Vargas en el Semanario Caja de Herramientas(ed. 00287, del 20 al 26de enero de 2012, versin digital). Es la realidad. Lo ha planteado de maneradirecta el nuevo comandante de las FARC-EP, Timolen Jimnez, en sus msrecientes cartas, que les gustan a unos y les provocan envidia a otros, cuando
invita al presidente Santos a dialogar de cara al pas y retomando la agenda
del Cagun. En el mismo sentido, se pronunci Alfonso Cano en varios videos
y mensajes tras la posesin de Juan Manuel Santos el 7 de agosto de 2010.La respuesta de Santos ha sido contestataria, sin propuestas, en medio de
condicionamientos (inamovibles) que sugieren la desmovilizacin, implcitaen la ley de justicia transicional del senador Roy Barrera, que obstruye mslas posibilidades de la solucin poltica. Un proceso de paz exitoso, comolo ha dicho Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP), estriba en la
construccin de una paz que consolide acuerdos humanitarios y acuerdos
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Tales prcticas consisten en aprovechar las materias
primas de las reas menos desarrolladas del mundo por
parte de las transnacionales para reducir los costos de
produccin, comprando a precios baratos, pero generando
la ilusin en esas regiones en un contexto de crisis mundial
del capitalismo de un impulso a su progreso por la va de
la rentabilidad exportadora; todo ello bajo el esquema de
una poltica econmica coyuntural y contingente, movida
en tiempo presente, que ve en la locomotora de la industriamineroenergtica para la exportacin uno de los grandes
bastiones del progreso.
A este logro gubernamental que fortalece el
crecimiento mas no el progreso econmico, se agrega
el mayor impulso a la industria de la construccin con
el estmulo a la vivienda, que inici la construccin de
140.000 unidades.
Ambos aspectos, sector minero energtico e industriade la construccin, son componentes que sealan el
inters de la burguesa transnacionalizada de Colombia de
seguir invirtiendo en la ampliacin del capital constante
en el marco de una reproduccin ampliada del mismo, la
cual no contempla la conexin entre inversin en capital
constante y mayor inversin en capital variable favorable a
trabajo digno bien remunerado, estable y con mayor poder
adquisitivo. Por el contrario, se profundiza la exibilizacinlaboral bajo el sosma de la formalizacin de trabajos
precarios de baja calidad.
Lo anterior se complementa con algunas medidas de
tinte social, tales como la educacin pblica gratuita de 0
a 11 grado para los sectores populares, la aliacin de ms
de 2 millones de personas al sistema general de salud y
la inclusin de 130 medicamentos en el Plan Obligatorio
de Salud (POS) para enfermedades que exigen altas
inversiones en su control y superacin, adems de medidas
La creciente ebullicin
social manifesta
en el Paro Nacional
Estudiantil y en las
protestas de los
trabajadores del
petrleo de las
transnacionales, as
como de los de lasplantaciones de la
palma en la zona del
Magdalena Medio,
son indicativos de
cambios en el estado
de la conciencia
poltica de sectores del
pueblo trabajador quereaccionan frente al
dominio del optimismo
de un Estado al servicio
de las transnacionales
y la oligarqua
crecientemente
transnacionalizada.
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ya que debilitaran aun ms la insuficiente capacidad de
gasto de los pases en problemas.
En este sentido, las recientes reducciones de la
calificacin de riesgo otorgan an ms poder al pas
que ms ha insistido en la validez e importancia de la
implementacin de leyes de presupuesto balanceado:
Alemania. Al mantener la mxima calificacin de riesgo
de dicho pas y reducir la de Francia, S&P ha validado
la retrica de virtud fiscal predicada por las principalesautoridades alemanas. Segn estas, si todos los pases
de la periferia europea siguieran el ejemplo alemn de
rectitud fiscal, salarios controlados y alta competitividad
internacional la zona euro no estara enfrentando las
dificultades actuales. Sin embargo, como en el caso de
las premisas, ste es un argumento completamente
vaco. Los crecientes supervit externos y mejora de la
posicin internacional de inversin alemanes a lo largode la dcada son la otra cara de la moneda de los dficit
externos y acumulacin de deuda de la periferia europea:
las virtudes que predica Alemania no hubieran podido
darse sin los vicios que ahora le atribuye de forma
arrogante al resto de sus contrapartes europeas.
El principal peligro que enfrenta Europa en el presente
ao se deriva entonces de la insistencia en una retrica que
insiste en dividir al viejo continente a lo largo de las lneas
de ciertas virtudes imaginarias que, de paso, ignoran los
principios econmicos y polticos ms bsicos. Como ya
advirtiera John Maynard Keynes hace poco menos de un
siglo en su libro Las Consecuencias Econmicas de la Paz,
el forzar a una nacin a pagar deudas por encima de su
capacidad econmica al mismo tiempo que se le niega
los mnimos medios de subsistencia a la poblacin es una
receta directa para la intensificacin de los sentimientos
nacionalistas, el rearme y, en ltima instancia, la guerra.
La verdadera
meta de estas
iniciativas es lograr
un manejo claro y
transparente de las
finanzas publicas
en la zona euro que
permita cancelar
aquellas deudas
de carcter ilegal
o ilegitimo que
han sido asumidas
por los gobiernos
europeos a lo
largo de los
ltimos aos.
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Aunque es claro que Europa ha recorrido un largo camino
desde los oscuros das de la Gran Depresin y la Segunda
Guerra Mundial, resulta evidente que no es posible
esperar que pueblos y naciones enteras permanezcan
inmutables mientras observan a su alrededor el colapso
de sus niveles de vida en nombre de la rectitud fiscal. La
intensificacin e internacionalizacin de las protestas
originadas en Espaa y Grecia, las cuales es de esperar
crecern aun ms en 2012, son una clara muestra de ello.En este sentido no todo son malas noticias en
Europa. Mientras las autoridades econmicas insisten en
arrastrar al continente hacia un desastre econmico, los
movimientos sociales han incrementado su coordinacin
para buscar alternativas frente a la crisis. A lo largo del
ltimo semestre han sido formados comits de auditoria
de la deuda en Grecia, Portugal, Espaa y Blgica. El
objetivo inmediato de dichas iniciativas es abrir el debatepublico respecto a la legitimidad de la agenda econmica
europea que predica recortes de los presupuestos
pblicos en el orden de los miles de millones de euros, al
mismo tiempo que entrega cuantas similares de recursos
a los bancos responsables en primera instancia de la
crisis sin ningn tipo de control publico. Sin embargo la
verdadera meta de estas iniciativas es lograr un manejo
claro y transparente de las finanzas publicas en la zona
euro que permita cancelar aquellas deudas de carcter
ilegal o ilegitimo que han sido asumidas por los gobiernos
europeos a lo largo de los ltimos aos. De la capacidad
de los movimientos sociales de promover una salida
de carcter social y progresista de la actual situacin
depende en gran medida la posibilidad de evitar una crisis
similar a la experimentada en 2008.
En este sentido
no todo son
malas noticias en
Europa. Mientras
las autoridades
econmicas
insisten en
arrastrar al
continente hacia
un desastre
econmico, los
movimientos
sociales han
incrementado su
coordinacin para
buscar alternativas
frente a la crisis. Alo largo del ltimo
semestre han sido
formados comits
de auditoria de la
deuda en Grecia,
Portugal, Espaa
y Blgica.
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Introduccin
En los ltimos tiempos, sobre todo en
varios pases centrales, pudo observarse la
emergencia de un nuevo modo de accionar estatal, ms
intervencionista que en los momentos previos al estallido
de la actual crisis capitalista.
Para algunos autores pareca que se trataba del
retorno de ciertas polticas de corte keynesiano, una
suerte de revival de aquellas policies que permitieron la
salida de la crisis de la dcada de los treinta y que haban
cado en desgracia hacia inicios de la del setenta.
Otros autores, filiados en distintas corrientes
intelectuales, tendieron a ver de un modo diferente
este proceso de entrada en crisis del llamado Estado
benefactor. Estos se haban preguntado en su momento
si el abandono de las polticas de bienestar supuso un
proceso de desmantelamiento del Estado o si ms bien
Rodolfo Gmez
Docente einvestigador
de las Carreras deComunicacin y de
Ciencia PolticaFSOC-UBA y
CLACSO
Cambio estructural o emergenciade nuevas relaciones de fuerza?
La crisis capitalista actualy el rol de los Estadosnacionales en Amrica Latina
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La crisis del resultado de la crisis: ser al final una negacindel capitalismo el ir ms all del neoliberalismo?Hacia inicios y mediados de la dcada de los ochenta del siglo pasado, nos
encontramos con la emergencia de un nuevo tipo de Estado que algunos han
caracterizado como neoconservador en lo poltico y neoliberal en lo econmico
(distincin analtica que tomamos sin perder de vista el funcionamiento
totalizador del capitalismo). El resultado de esa transformacin capitalista
implic un aumento del desempleo, que busc ser contenido por tipos focalizados
de polticas sociales.Esto implica que aun en una formacin estatal neoliberal encontramos
intervenciones estatales, inclusive dentro de la esfera econmica. Algo que
no es nuevo, ya Marx en El Capital haba observado estos fenmenos de
intervencionismo estatal para el caso del funcionamiento del primer capitalismo
liberal, en el siglo XIX. Pero, aclaraba, estas intervenciones eran adems producto
del conflicto de clases.
En los albores de los noventa todo este proceso implic un momento del
capitalismo donde la liberalizacin se combinaba dentro de los pases centralescon ciertas polticas regulacionistas (entre las que encontramos cierto control
del tipo de cambio y de la tasa de inters por la Reserva Federal) y con la necesidad
por parte del sistema de establecer cierta previsibilidad1.
Este esquema se modifica en parte con la llegada de Clinton al gobierno
de los Estados Unidos y luego con la de Blair al de Gran Bretaa, provocando
un tipo de relacin entre mercado y Estado ms propio de lo que se ha dado en
llamar de tercera va. Sin embargo, es bien delgada la lnea que separa a las
policies neoliberales desarrolladas inmediatamente a posteriori de la cada
en desgracia del keynesianismo y aquellas implementadas por los Estados
de tercera va. Lo que parece indicar que estas diferencias de grado entre
unas y otras formaciones estatales se encuentran determinadas por un
funcionamiento estructural.
1 Cfr. al respecto WATKINS, S., Arenas movedizas en Revista New Left Review Edicin
Aniversario en castellano (Fifty Years 1960-2010; diez aos 2000-2010), Madrid, Akal-CLACSO, marzo-abril 2010.
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Pero hacia fines de los noventa algo comienza a cambiar2 , en la medida
que nos encontramos con la reaparicin de sucesos de protesta en Europa y en
varios pases de la periferia (en mayor medida Amrica Latina).
El ciclo de protesta3 pareciera tener un punto de inicio en el ao 1994
con el surgimiento en Mxico de una nueva forma de cuestionamiento crtico
de lo establecido, encarnada en el movimiento zapatista, pero proseguida a
continuacin en Francia, promediando los noventa, por las huelgas y las protestas
de los sindicatos estatales, de transporte, educativos y otros, para luego desde
all trasladarse tambin a otros pases europeos y del resto del mundo.Este proceso supuso el rechazo de las polticas neoliberales impulsadas desde
organismos de crdito como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco
Mundial (BM) y, adems, de la visin de un mundo unipolar hegemonizado por
el podero militar norteamericano. Pero no supuso, sin embargo, la modificacin
del tipo de poltica estatal norteamericana.
Como sostiene Susan Watkins en el citado artculo Arenas movedizas, que
editorializa la edicin aniversario de la New Left Review:
A lo largo de la dcada de los noventa y comienzos de la siguiente [...] enEstados Unidos, el boom de la nueva economa de mediados de esa poca
se demostraba pasajero. La estrategia de Clinton, diseada por Goldman
Sachs, se basaba en el efecto riqueza de los beneficios del sector financiero,
que compensaban los pobres rendimientos de la inversin de capital y el
estancamiento de los salarios [] Pero cuando el dlar se revalu de nuevo a partir
de 1995, la competitividad de las empresas estadounidenses empeor. En 2000,
los escasos beneficios empresariales condujeron al colapso de las acciones de
las empresas tecnolgicas. A partir de entonces, el crdito barato proporcionado
por inversores extranjeros, sobre todo Japn y China, sirvi de premisa para
sucesivas burbujas basadas en el endeudamiento. Greenspan, en su lucha por
2 Que son tambin bsicamente de grado, pero que deben volverse ms importantes amedida que la crisis se manifiesta de un modo ms virulento. Cfr. al respecto ARCEO, E.;GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Crisis mundial: elementos para su anlisis, Buenos Aires,Documento de Trabajo N26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de laArgentina (CEFIDAR), julio de 2009
3 Por tomar la expresin que realiza Tarrow. Cfr. al respecto TARROW, S., Poder enmovimiento, Madrid, Alianza, 1997.
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de acumulacin presente en el mercado mundial (no implica una reformulacin
del vnculo existente entre capital financiero y capital productivo, tampoco de
la forma de la divisin del trabajo existente en el mercado mundial6 , ni una
modificacin de la unipolaridad presente en trminos geopolticos )7.
Ms all del optimismo profesado por algunos funcionarios, lo cierto es
que pareciera ser que la resolucin de esta crisis que excede a nuestro juicio
la calificacin de crisis financiera dista mucho de concretarse en el corto
plazo. Esto est claro, segn indicadores, desde la perspectiva de los sectores
populares, y tambin para el caso de ciertas fracciones burguesas8.Considerando nuevamente algunas apreciaciones de Watkins en el
mencionado texto, lo que pareciera explicar la imposibilidad de resolucin a
corto o mediano plazo de la crisis es la incapacidad organizativa de los sectores
populares y del movimiento de trabajadores frente al despliegue de las formas
de intervencin de los Estados capitalistas.
Y por casa cmo andamos?: El impacto de la crisis
en Amrica Latina y las polticas estatales y lasrelaciones de fuerza realmente existentesLa explicacin ortodoxa del inicio de la crisis en los Estados Unidos y su
impacto en varios pases desarrollados, se basa en derivar el estallido de la
burbuja inmobiliaria de la existencia de una baja tasa de inters y de inversin
productiva en estos pases, originadas en una sobreabundancia de ahorro en el
mercado mundial provista por pases emergentes o perifricos. Esto incentivaba
6 Cfr. ARCEO, E.; GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Op.Cit., Buenos Aires, Documento de TrabajoN26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de la Argentina (CEFIDAR), juliode 2009.
7 Sera un error equiparar toda retraccin en la provisin de bienes econmicosestadounidenses con una disminucin acorde de la hegemona de Estados Unidos [] Laeconoma de Estados Unidos ha estado achicndose durante dcadaspero, en virtudde la mayora de los criterios, su influencia militar, poltica y cultural es mayor ahoraque durante el siglo XX. Tampoco la Administracin Obama ha dado marcha atrs en laestrategia de proyeccin del poder imperial. WATKINS, S., Op.Cit., Madrid, Akal-CLACSO,marzo-abril 2010.
8 Cfr. al respecto ASTARITA, R., Un ao de descenso en la crisis financiera: septiembre de2007-septiembre de 2008, Buenos Aires, mimeo, octubre de 2008.
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la inversin en el mercado inmobiliario y el estmulo al consumo dentro de los
hogares norteamericanos9.
Sin embargo, otras explicaciones de la crisis hacen foco en el agotamiento
del patrn de acumulacin capitalista actualmente existente. Las reservas en
los pases perifricos son producto del tipo de divisin internacional del trabajo
y del modo de insercin dentro de la economa mundial. Se trata de la existencia
de reservas que pueden explicarse estructuralmente, pero que tambin suponen
ciertas policies por parte de algunos de los gobiernos como forma de tener algn
tipo de control monetario que prevenga futuras corridas o bien que establezcacierta distancia con las polticas desarrolladas durante los noventa. Una suerte
de colchn amortiguador del impacto de la crisis internacional.
Hecha la explicacin objetiva del porqu del colchn, la pregunta que
queremos hacernos es por las condiciones subjetivas que podran explicar su
existencia, porque, a diferencia de la virtual desaparicin en los pases centrales
del movimiento de trabajadores y de otros movimientos sociales, vemos en
Amrica Latina desde inicios de los noventa la emergencia de movimientos
de protesta conformados en contraposicin a las polticas neoliberalesimplementadas por los Estados capitalistas.
Ciertamente, la emergencia de la conflictividad social desarrollada en
prcticamente todo el subcontinente tuvo suerte diversa y se manifest de
manera diferente: en algunos lugares (Ecuador a inicios de los noventa, tambin
Venezuela, Argentina en diciembre de 2001, Bolivia en octubre de 2003) supuso la
deposicin de varios gobiernos de tinte neoliberal y adems un cuestionamiento
del conjunto del sistema poltico (judicial, meditico, etc.). En casi todo el
subcontinente este proceso desemboc tambin en la llegada al gobierno va
eleccionaria de experiencias partidarias progresistas o de centroizquierda. Esto
implic que a diferencia de lo sucedido en los pases centrales, en Amrica Latina
se generara un importante movimiento de resistencia crtico hacia las formas y
polticas neoliberales triunfantes al interior de las sociedades capitalistas.
9 Cfr. al respecto ARCEO, E.; GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Op.Cit., Buenos Aires, Documento
de Trabajo N26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de la Argentina(CEFIDAR), julio de 2009.
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Por ende, tambin las polticas pblicas estatales que
emanaron de esos gobiernos progresistas refirieron a este nuevo
momento histrico donde tomando la definicin de Estado del
ltimo Poulantzas se condensan nuevas relaciones de fuerza
entre las distintas clases sociales. Sin embargo, dicho proceso debe
ser comprendido en un sentido dinmico, porque como sostiene
Holloway, todo proceso de desfetichizacin social contiene su
contracara fetichizadora.
Conclusiones
Si es cierto que en Amrica Latina en general encontramos
una impugnacin del funcionamiento de un sistema poltico en
su conjunto, en tanto el mismo oper como una institucionalidad
legitimadora de las polticas neoliberales, tambin es cierto
que hoy nos encontramos con un proceso de recomposicin del
funcionamiento de ese mismo sistema poltico. A la vez, en
consonancia con esto, si en el momento de una mayor radicalizacinde la crtica al funcionamiento de las formas polticas de la sociedad
burguesa vemos que las policies emanadas del Estado capitalista
tienden a plantearse distanciadas en parte del tipo de polticas
neoliberales prevalecientes hasta entonces, lo cierto es que, una vez
institucionalizado el accionar crtico de los diferentes movimientos
sociales o de trabajadores, se observa que dichas policies
parecieran regresar a algunos puntos de partida neoliberales
(como en el reciente regreso de Argentina a su rol de pagador
de deuda externa). Pero a diferencia de lo sucedido en el primer
mundo, en todo nuestro subcontinente se observa una importante
presencia poltica de diferentes tipos de movimientos sociales y de
trabajadores, y ello conlleva que hacia inicios del siglo XXI podamos
encontrar gobiernos de signo progresista y al mismo tiempo algunas
polticas pblicas que se planteen como no-neoliberales o cercanas
a cierto neokeynesianismo10.
10 Claudio Katz viene caracterizando ltimamente esta nueva etapa
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Si siguiendo el razonamiento ortodoxo, la constitucin de reservas por parte
de los pases en desarrollo es un fenmeno bsicamente estructural, tambin es
cierto que ese fenmeno estructural por lo menos en Amrica Latina se encuentra
acompaado por toda una serie de manifestaciones polticas articuladas con
l. De manera que podra sostenerse que el nivel y el tipo de intervencionismo
estatal se encuentran en relacin con el nivel de presencia de la protesta social
en la esfera pblica. Sin embargo, los niveles de impacto de la protesta dependen
a veces de su perdurabilidad en el tiempo y ello supone el riesgo de una posible
institucionalizacin de la misma. Enmarcadas institucionalmente, las accionescomienzan nuevamente a ser desplegadas dentro del sistema poltico, y a ser
funcionales al mismo.
Si contra la explicacin ortodoxa habamos visto que el proceso de
acumulacin de reservas en varios de los pases denominados emergentes se
deba a la dinmica de un patrn de acumulacin prevaleciente en el mercado
mundial, ahora vemos que este proceso, esta dinmica y estos modos de
intervencin de los Estados tambin dependen de cmo se desarrolla el
antagonismo entre las clases dominantes y subalternas.La articulacin de estos tres elementos (dinmica de los flujos de capital,
patrn de acumulacin internacional y lucha de clases) pueden permitirnos
intentar explicar de un mejor modo las caractersticas de los tipos de intervencin
estatal (con matices entre lo que puede verse en Per, Brasil, Colombia, Argentina,
etc.) en los momentos previo y posterior a la crisis.
Sin una articulacin entre los distintos sectores de las clases subalternas,
es de esperarse que los tipos de intervencionismo estatal y de polticas pblicas
resultantes a partir del impacto de la crisis internacional en Amrica Latina
vayan de la mano de los intereses prevalecientes en los sectores dominantes y
fracciones de capital que componen el bloque en el poder. Pero, dialcticamente,
esto tambin depender de la potencialidad organizativa popular.
en Amrica Latina como neodesarrollista. Cfr. al respecto KATZ, C., Amrica Latina
frente a la crisis global (I) en Revista Tiempo de Crisis (Revista de Economa PolticaLatinoamericana), Ao 1, N1, Caracas, primer trimestre de 2010.
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posibilidad de instalar el derecho de lo comn. La cultura aparatista y caudillista
que desfigur al Polo es lo que Walter Benjamin llama la distraccin, una conducta
y visin sumidas en las obsesiones tecnoburocrticas y en la incapacidad de pensar
el tiempo presente como disrupcin, como potencia creadora, como emancipacin,
como poder constituyente.
Que los muertos entierren a los muertos
En el pasado se deca que el reconocimiento de los errores ya era parte de su
correccin y que la persistencia en los mismos era duplicarlos. Por qu, entonces, elPolo recurri a silenciarlos y desconocerlos con argucias como la ropa sucia se lava
en casa y la crtica a las administraciones locales es hacerle el juego a la derecha,
o con el imperio de la tica de la conveniencia (hagmonos pasito, comerse
los sapos)? Ante la corrupcin y el clientelismo, domin el silencio cmplice, la
indiferencia y la dilacin.
La posibilidad de recuperacin del Polo reside en saber redefinir su giro estratgico
entre dos opciones: si se mantiene en esta larga, desgastante y autodestructiva
obsesin por el control del aparato, la exaltacin del parlamentarismo y la conciliacin
de clases, o bien, retoma el camino de su proyecto histrico como voluntad popular,como crtica radical a lo existente, como imaginacin creadora, como fuerza anti-
sistema. Superar su actual descrdito es dejar que los muertos entierren a los
muertos, que el pasado que no es raz se deje atrs, que las herencias paralizantes se
desplacen hacia la creatividad. Ese es el sentido de toda teora de cambio y de toda
cultura de izquierda. Es preciso desatar una operacin de pensamiento estratgico que
redimensione nuevamente la Causa, recupere sus fueros, su dignidad, sus tradiciones
creadoras, su cultura, su vitalidad y compromiso con la vida, la tierra, la ciudadana y
las nuevas subjetividades.
Marx gustaba utilizar la expresin: dejar que los muertos entierren a los muertos
para alentar los cambios, la apertura de la mente y cimentar un espritu revolucionario.
La poltica errtica de la direccin del Polo se concentr en lo fundamental en su
obsesiva desesperacin por el control del aparato, en su enajenacin por los apetitos
e inters de grupos y caudillos, y sistemticamente fue alejndose de sus propsitos
iniciales, al punto que ste termin enlodado por la corrupcin y la capitulacin de
sectores completamente entregados al sistema y a los poderes transnacionales, que
claudicaron ante el capital y la embajada americana. La comparacin con un sindicato
corporativista no es una exageracin: trmite de petitorios de los grupos, expedicin
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N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate
de avales y recomposicin de ambiciones; carreristas que
se pintaron de amarillo para ascender y posicionarse en el
trono. Tantos pillos que pasaron por las filas del Polo, y tanto
vividor en nombre de la causa, de la reinsercin, de la paz
y de la lucha, que jams fueron confrontados y llamados a
rendir cuentas. Hasta ahora no ha habido ni un solo balance
de las desastrosas administraciones de Luis Eduardo Garzn,
Samuel Moreno y Antonio Navarro. Al contrario, varios fueron
premiados con prebendas y puestos burocrticos, y el Poloretribuido con la infamia de la capitulacin; bastaba contar
con alguna base electoral o algn apoyo parlamentario para
caer en el espejismo de la simulacin y del acomodamiento.
Ciertamente la guerra sucia, el ataque sistemtico del
gobierno de Uribe, la persecucin poltica, los seguimientos
policacos, las interceptaciones telefnicas, la vil acusacin
del supuesto vnculo entre el Polo y la insurgencia, y las
capitulaciones del centroizquierda actuaron como disolventes
en la conformacin y consolidacin de una izquierdademocrtica. Hoy, superar el pasado regresivo significa
tambin contribuir a la restitucin del imaginario rebelde,
tico y liberador del proyecto de la izquierda al que tantos
hombres y mujeres han aportado con altivez y coherencia; y
es tambin una forma para honrar la memoria de quienes han
luchado por la liberacin de los de abajo, de la plebe, de los
desterrados y de las vctimas. La remembranza es un modo
de reafirmar el sentido de la redencin humana.
En defensa de las causas perdidasSlavoj Zizek en su extraordinario obra enDefensa de las
causas perdidas insiste en la idea de rechazar la pretensin
del Establecimiento de delimitar el campo de batalla, o lo
que Perry Anderson ha llamado el desplazamiento epocal de
la izquierda hacia el centro y el dominio de la derecha en el
campo de las ideas. Zikek vuelve a recordar a las izquierdas
su imaginario, su tradicin, sus experiencias y su estrategia.
La distraccin de
la izquierda radica
precisamente en
ese olvido de su
impronta histrica,
de su proyecto, de
su razn de ser. La
disolucin de esta
Idea ha golpeadosensiblemente
el espritu y el
sentido de la lucha
contra el sistema,
contra la lgica
del capital. Si
algo caracteriza
a la izquierda, es
que su coraznlate del lado de
los excluidos, de
los pobres, de los
trabajadores y de
la dignidad de los
pueblos.
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pequeas que fueran, que lograran cambiar los resultados
electorales de las disputas municipales espaolas de mayo
de 2011. As, uno de los llamados que Negri destaca, el No
les votes!, promovido por amplios sectores del 15M, fue un
fracaso. De hecho, la propuesta ayud a que la derecha,
representada en el Partido Popular, se afanzara en la mayora
de las Comunidades Autnomas de Espaa.
Por otra parte, Negri se pregunta si el 15M puede
considerarse como un movimiento radicalmenteconstituyente5. El hecho de que los indignados propongan
un nuevomodelo de representacin no lo hace constituyente
y el hecho de reunir a un nmero representativo (no
multitudinario) de personas en una plaza, tampoco lo
hace constituyente. No lo hace constituyente y menos
radicalmente constituyente su inactividad poltica y su
incapacidad de acciones concretas efectivas.
En cuarto lugar Negri habla de las redes y de la conexinautomtica entre las Asambleas: Partiendo de las asambleas
en las plazas centrales se llega a las asambleas locales en los
barrios y, a continuacin, a los pueblos y ciudades pequeas.
El retorno es rpido y directo. La organizacin desde la base
constituye el curso y estructura de la democracia real ms
all de la representacin6. El argumento, que retoma los
discursos utopistas de McLuhan, Wiener o Lvy, no describe el
fracaso que fue apoderndose de la dinmica constituyente
descrita por Negri tras cada noche de discusiones sin acciones.
La moda se extingui como un xito de la radio como un
hashtag de Twitter.
Sobre la utilizacin de las redes digitales, Negri parece
caer en el rescate de lo pblico a partir de las tecnologas de
la informacin. Seala el autor que: bajo las actuales formas,
5 Negri. Ob. Cit. 27.
6 Ibid.
Negri inicia su
perspectiva
del movimiento
a largo plazo
otorgndole poder
(constituyente
o contrapoder
permanente).
Sin embargo, elmovimiento no es
representativo ni
para lo uno ni para
lo otro. Asimismo,
es claro que el
15M no representa
los valores del
Republicanismoespaol de las
primeras dcadas
del siglo XX. Es
evidente que el
movimiento, al
no ser capaz de
articular acciones
polticas ms
influyentes que
las acampadas en
las plazas, se ha
desdibujado.
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Negri se detiene tambin a realizar una valoracin positiva sobre el
sistema de toma de decisiones asumido como una democracia directa:
decisiones tomadas bajo formas asamblearias y breve temporalidad.
Sin embargo, los procesos descritos asumen fundamentos ms
bien contrarios de una democracia real, en la que temporalidad,
deliberacin y consenso denen una decisin democrtica. Asimismo,
la falta de una posicin concreta o la excesiva aceptacin de todas
las posiciones impide que se pueda realizar una votacin directa o
consensual sobre temas de accin poltica.Sobre las propuestas, vale la pena detenerse en dos que
generalizan el tipo de proyectos resultantes de las asambleas del
15M. Sobre el trabajo precario, Negri asegura que se demanda
trabajo o ingresos para todos, sin que medie una posicin ideolgica
en las intenciones. Sin embargo, la ausencia de una intencionalidad
poltica e ideolgica bajo la exigencia de un cambio en el modelo,
que abogue por un trabajo digno alejado de la reduccin de las
condiciones bsicas del mundo laboral y social convierte a lademanda del movimiento en una exigencia instrumental para que, a
travs de un trabajo no-precario se permita el acceso econmico a
los anuncios televisivos. Una posible causa de la indignacin espaola
puede ser la imposibilidad de una parte de la sociedad de acceder al
mismo sistema que se critica en las plazas. El sistema televisivo que se
escapa, de momento, de las manos de muchos ciudadanos.
Asimismo, sobre la reforma del sistema electoral, la posicin del
movimiento es, segn Negri, la de combatir un sistema que benecia a
los grandes partidos, estableciendo un reparto de votos proporcional
(versusel Mtodo DHont) y un mecanismo de listas abiertas. Los
indignados solicitan tambin que se instauren instrumentos de
democracia participativa y que se generalice el mtodo refrendario.
Lo curioso, en contraste con Negri y pasando de largo sobre los
efectos de dispersin que conlleva un sistema de listas abiertas,
es que la misma Asamblea vot negativamente la realizacin de un
referendo que demostrara la voluntad unicada del 15M.
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De la Plaza Tahrir a la Plaza de Sol
El recurrente anlisis comparado entre las manifestaciones de
2011, que toma como base a la Revolucin Egipcia, es, cuando se asume
el caso espaol, arbitrario. Conversar con los jvenes protagonistas
de las protestas en El Cairo, cuando tuvieron, por ejemplo, que asumir
funciones de polica ante las medidas desesperadas de Mubarak
como sacar los presos a las calles para causar pnico en la poblacin,
o comprender que la ciudadana est alerta para responder a la
falta de resolucin de una junta militar impotente, aunque aferradaal poder, resulta suciente para entender que las manifestaciones
espaolas son apenas aprendices de movilizaciones sociales que se
trazan el objetivo de incidir en la toma de decisiones pblicas.
Salvo las acciones que realizan sectores del movimiento espaol
cuando se enteran de que alguna vivienda va a ser desalojada de sus
legtimos propietarios ahogados por el sistema hipotecario, en las que
gracias al apoyo popular y a mecanismos legales se logra aplazar el
desplazamiento forzado, el 15M no ha sido ms que la expresincrtica sistmica del capitalismo que se legitima automticamente
en dos formas fundamentales: la primera, a travs de la posibilidad
de la expresin de protesta dentro de los lmites sistmicos, lo que
deriva, necesariamente, en la segunda: la autocensura sistmica
adherida al movimiento bajo la cual cualquier forma de alteracin
al funcionamiento del sistema poltico es apreciada por el mismo
movimiento y por la ciudadana como violenta9.
Las vas de legitimacin capitalista que se arman a partir de las
prcticas polticas del 15M aseguran la distincin principal entre
9 Mientras los acontecimientos de Tahrir eran celebrados por losmedios de comunicacin y eran justificados por ellos mismos apartir de una esperanza democrtica, las acciones de intento desabotaje a la sesin de aprobacin del presupuesto del Parlamentode Catalua, que incluy algunas agresiones menores a algunosde los diputados catalanes por parte de varios manifestantes,
recibieron toda la condena meditica y, posteriormente, la crtica dela poblacin
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Tahrir y Sol. El movimiento espaol se mantiene dentro de la funcin sistmica y cae
en una contradiccin fundamental: llamar a No les votesconforma una estrategia
que pretende salirse del sistema de juego poltico actual. Sin embargo, sus actuaciones
polticas han sido sistmicas y, por tanto, fcilmente asimiladas por la cotidianidad de
la expresin del poder: los medios de comunicacin y las fuerzas de control policial.
El futuro del movimiento
Negri inicia su perspectiva del movimiento a largo plazo otorgndole poder
(constituyente o contrapoder permanente). Sin embargo, el movimiento no esrepresentativo ni para lo uno ni para lo otro. Asimismo, es claro que el 15M no
representa los valores del Republicanismo espaol de las primeras dcadas del siglo
XX. Es evidente que el movimiento, al no ser capaz de articular acciones polticas ms
inuyentes que las acampadas en las plazas, se ha desdibujado.
De acuerdo a lo vivido en los ltimos siete meses, entre junio de 2011 y enero de
2012, la posicin del 15M, a pesar de los tres escenarios en el corto plazo planteados
por Negri10, se sienta en la frontera entre su derrota por frustracin (como todas
las modas de Internet) y la reterritorializacin estable, especicada y fragmentadaen barrios y ciudades, que cada da reciben menos apoyo popular. Las elecciones
generales de noviembre de 2011 que otorgaron la mayora absoluta al Partido
Popular espaol han terminado de denir la temperatura corporal del movimiento. El
diagnstico, de entrada, a pesar de la acogida de la movilizacin mundial celebrada
el 15 de octubre de 2011, es que la indignacin, a causa del actual invierno y de las
primeras medidas del nuevo presidente de gobierno, Mariano Rajoy, est a menos de
los 30, es decir, muy enfermo.
De manera curiosa, el mejor especialista para tratar al enfermo es el mismo
Mariano Rajoy. Sus medidas, principalmente sociales y econmicas, pueden ser las
vitaminas que hagan levantar al enfermo. En caso de aceptar la cura, deber decidirse
y actuar estratgicamente dentro o, a pesar de Negri, fuera del sistema.
10 Negri. Ob. Cit. 33. El primero es el de la derrota por la frustracin; el segundo es el
de una radicalizacin grupal; el tercero es el de una reterritorializacin estable, en losbarrios, en la sociedad, con una capacidad de movilizacin continua.
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Un insoslayable aporteal debate sobre elimperialismo y el
nuevo orden mundial*
Katz, Claudio (2011).Bajo el imperio del capital.Bogot: Espacio Crtico Ediciones,
Coleccin K Movimiento, 281 pp.
* A manera de presentacin, transcribimosla Introduccinal libro escrita por el autor.Claudio Katz (Argentina, 1954) eseconomista, integrante del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnologa,profesor en la Universidad de BuenosAires y director de varios proyectos deinvestigacin. Es autor de numerosostextos de interpretacin del capitalismocontemporneo y de la crisis econmicaglobal. Participa activamente en los foroscontinentales de impugnacin del librecomercio, el endeudamiento externoy la militarizacin. Recibi mencioneshonorfcas del Premio Libertador al
Pensamiento Crtico por sus libros Elporvenir del socialismo (2004) y Lasdisyuntivas de la izquierda en AmricaLatina (2008). Ya circulan, adems,distintas ediciones nacionales de suensayo El rediseo de Amrica Latina.ALCA, MERCOSUR Y ALBA (2006). Sulibro ms reciente se titula La economamarxista, hoy. Seis debates tericos(2010). Como integrante del EDI(Economistas de Izquierda) ha publicadovarios estudios sobre la coyunturapoltica y social de la Argentina.
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Dos procesos impactantes de la ltima dcada actualizan el debate sobre
el imperialismo. Por un lado, el reforzamiento de la accin guerrera
norteamericana ilustra los renovados mecanismos belicistas que despliegan las
grandes potencias. Por otra parte, el desplazamiento de la actividad econmica
hacia Oriente reabre la discusin sobre las relaciones entre el centro y la periferia.
El primer acontecimiento convoca a retomar los estudios clsicos del problema
y a indagar las transformaciones registradas durante el siglo XX, para denir las
caractersticas del imperialismo contemporneo. Esta dimensin concentra los
principales interrogantes tericos y conduce a examinar las modicaciones que seintrodujeron en el funcionamiento del capitalismo global en el perodo neoliberal.
El segundo proceso incita al estudio de las denominadas economas emergentes,
a la observacin de las nuevas desigualdades internacionales y al anlisis de la
resistencia antiimperialista. Esta temtica tiene importantes implicancias para
Amrica Latina y replantea las miradas que se introdujeron desde esta regin.
La distincin de estos dos planos es una divisin til para ordenar la investigacin
del imperialismo. Nos permite desenvolver el tema en dos textos complementarios.
El libro que presentamos a continuacin estudia el primer cuerpo de problemas,mediante una exposicin de nuestro enfoque y un anlisis crtico de otras
caracterizaciones. Una telegrca enunciacin de los temas en consideracin puede
orientar y estimular la lectura.
El texto revisa primero la interpretacin marxista clsica del imperialismo tomando
en cuenta el contexto blico que rode al surgimiento de esa visin. Evala la
polmica que opuso a Lenin con Kautsky e ilustra cmo las divergencias polticas
que separaron a los revolucionarios de los reformistas no tuvieron correlato terico
en el anlisis del capitalismo de la poca. Tambin destaca cuales fueron los temas
que permanecieron irresueltos.
Estos problemas cobraron mayor dimensin en el nuevo cuadro de solidaridad
militar occidental y asociacin multinacional del capital que prevaleci durante
la posguerra. Las distintas visiones marxistas estudiaron ese viraje, remarcando
cada uno en forma preponderante el papel superimperial de Estados Unidos, el
entrelazamiento ultraimperial de las rmas y el carcter acotado de la concurrencia
interimperialista. Estas intuiciones quedaron nuevamente desaadas por la irrupcin
de la actual etapa de mundializacin neoliberal.
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pases con pretextos humanitarios y pretendidamente defensivos. En la primeradcada del siglo XXI el poder norteamericano ha intentado rearmar su gravitacin,
supervisando la proliferacin nuclear, aprovechando la orfandad militar de Japn yusufructuando la impotencia blica de Europa. Pretende especialmente bloquear elnuevo ascenso de economas de acelerado crecimiento mediante una combinacinde cooptacin de ciertos adversarios y presiones sobre los potenciales contendientes.
Las agresiones imperiales privilegian las zonas tradicionales de Medio Oriente conmayores reservas petroleras y ubicaciones estratgicas. El ataque a Irak transmiti,
adems, un mensaje general de dominacin, que se reforz con la extensin de laguerra hacia Afganistn y el continuado sostn del colonialismo israel.
Amrica Latina sigue ocupando un lugar de patio trasero y por esta raznse refuerzan las bases militares en Colombia para hostigar a los gobiernosantiimperialistas. La militarizacin avanza con el pretexto de enfrentar el narcotrco,
ocultando la complicidad de la CIA y los bancos norteamericanos con esa actividad.Estados Unidos intenta una contraofensiva en toda la regin para recuperar el
terreno perdido con el fracaso del ALCA. Por eso reaparece la ocupacin de Hait
y el golpismo en Honduras. Este intervencionismo se ha reforzado tambin enfrica, ante el repliegue de las viejas potencias coloniales y la creciente presenciacomercial de China.
El libro parte de estas caracterizaciones para evaluar los debates tericosrecientes sobre el imperialismo. Polemiza con las visiones convencionales de losneoconservadores, que realzan las virtudes civilizatorias del poder norteamericanoy con las tesis realistas, que propugnan polticas de atropello con estilos mspragmticos. Tambin objeta las justicaciones liberales, que disfrazan el
militarismo con mensajes benevolentes y avalan la intervencin blica selectiva conjusticaciones paternalistas.
En el texto se describe cmo estas acciones se consuman siguiendo un doblepatrn de tolerancia hacia los aliados y virulencia con los adversarios. El derechointernacional que se alega para proteger a los pequeos pases utiliza las guerrashumanitarias para convalidar el orden imperial. Muchas reacciones crticas queproponen regular estas incursiones olvidan que la agresividad de las potencias esuna necesidad y no una opcin del sistema.
En el texto se exponen en forma ms detallada las diversas concepciones
marxistas, que rechazan la simplicada identicacin del imperialismo con la
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las matanzas y los genocidios con la declinacin histrica del capitalismo olvida que
el nacimiento de ese sistema incluy todo tipo de atrocidades. En lugar de idealizar
un pasado tan dramtico hay que cuestionar el carcter opresivo de ese rgimen
social en todos sus perodos histricos.
Pero la indagacin del imperialismo contemporneo abre otro abanico de
problemas. Particularmente conictiva es la mirada de los autores que avizoran
un retorno a los grandes choques econmicos entre potencias capitalistas. Se
proyectan esos conictos a la esfera militar? O resurgen las rivalidades comerciales
en un marco de estricta restriccin geopoltica?
En el libro se explica por qu razn las presiones proteccionistas no recrean
las tensiones entre reas aduaneras, que en el pasado anticiparon las grandes
conagraciones. Se destaca que las confrontaciones potenciales con Rusia y China
no tienen por ahora alcance interimperial y que resulta aventurado delinear la forma
que podran asumir en el futuro.
Pero cul sera el efecto de una declinacin norteamericana sobre la estructuraimperial? En el libro se pasa revista a los argumentos que destacan la regresin
industrial, el endeudamiento externo y la crisis scal norteamericana. Pero tambin
se explica en qu medida esa economa no debe ser evaluada con los mismos
parmetros de cualquier otro pas. La perspectiva nacional comparativa ha perdido
utilidad para ese estudio.
Como el centro del problema se localiza igualmente en el plano poltico militar es
vital evitar la presentacin de Estados Unidos como un guerrero solitario, que pierde
batallas o resigna poder. Cualquier subestimacin del gendarme impedir derrotarlo.Una controversia ms compleja gira en torno a los eventuales sustitutos del poder
norteamericano. El texto analiza la ineptitud de las viejas potencias coloniales
para comandar la dominacin contempornea y recuerda los fallidos pronsticos
sobre una direccin asitica comandada por Japn. Tambin destaca que las
nuevas situaciones de multipolaridad no eliminan la necesidad de un ordenador del
capitalismo global.
Pero el trasfondo de estos problemas es una controversia terica sobre la
dinmica histrica. Brindan el auge y la declinacin de las potencias una pauta
adecuada para indagar la evolucin social? Son comparables los imperios que
antecedieron y sucedieron al surgimiento del capitalismo? El texto estudia aqu las
diferencias que separan a la coercin extraeconmica, la conquista de territorios yVolver
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Una novela gtica
Trivio Anzola, Consuelo (2009).Una isla en la Luna.
Cieza, Murcia,
Alfaqueque Ediciones, 217 pp.
Doctor en Historia
Profesor Universidad Nacional
RicaRdo Snchez ngel
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En esta novela lunar se retrata un microcosmos de la sociedad en laColombia de los sesenta y setenta; las casas de la luna las recorren los
jvenes y adultos en sus experiencias para la vida, en sus bsquedas e ilusiones.La constitucin de tipos humanos, hombres y mujeres, resulta convincente, como
sumatoria compleja de caracteres, situaciones de clase, tipos sicolgicos, ambientessociales y calles y parques que se caminan en la Bogot de la poca.
Vamos a reconocer a Sergio Len Gmez, el intelectual y escritor parsito, hijo dehacendados del Valle del Cauca, en sus poses, fragmentos literarios y evocacionessobre sus frustraciones como escritor, en que la novela de su propia vida es la que
la autora nos cuenta. Pero, lo vamos a reconocer como un representante en laimaginacin literaria del verosmil escritor que simulaba cultura, cosmopolitismoy originalidad. Acogido por los peridicos y los crculos sociales y de crtica,presididos por Karl Blume, el alemn que ejerce el ponticado de la crtica y de la
enseanza universitaria.poca de aspiraciones revolucionarias, de rebeldas de gnero, de bsqueda de
la libertad en la juventud. Aura, otro personaje que vive su novela, nos recuerdalas muchachas en or, vidas de aprender, amando en las vidas peligrosas de los
tracantes, de los estafadores profesorales como Napo el antroplogo, de loshippies gringos, de los escenarios de la sociedad consumista y criminal. De lasjvenes manipuladoras como Tere, la hija de papi y mami.
La Bogot en transicin hacia la urbe de masas, con sus asomos y remedos demodernidad, con una modernizacin empujada como copia metropolitana, propiciala destruccin de valores tradicionales al ritmo de una nueva economa.
Aos de furor desatado por la marihuana, la cocana, el LSD y el alcoholismo.Las rumbas permanentes donde muchachos y muchachas caen en las redes de losmalandrines y vividores. Los viajes de herona y LSD de los cuales no hubo retorno,en que la Mona Linda es un ejemplo. Es la historia de vida que Ana cuenta en lanovela, en su crnica periodstica para la revista AL DA sobre Mary Louise Sheppard.
Entre las varias historias de vida, biografas paralelas que alimentan el corpus dela obra, hay otra igualmente trgica, la de Aura, quien no volver despus de serviolada en un parque.
Personajes noctmbulos que viven la calle como casa y espacio libre paraacompaar sus soledades, buscando los vicios y las fantasas que la noche propicia.En esta novela lunar, la casona de la sesenta y dos donde vive Len Gmez es el lugar
del vampiro, dndole a la novela la alegora gtica, que impulsa los desplazamientos.
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Porque, quin es Sergio Len Gmez sino un drcula del trpico, en su castillo
herrumbroso de la calle sesenta y dos, ociando sus orgas sadomasoquistas, de
droga y alcohol?
Una Isla en la Lunaes tambin una novela familiar. De Aura y, sobretodo, de Len
Gmez. Ausencia del padre y crisis de los valores que sustentan la funcin familiar.
La saga del escritor bueno, 37 aos ya es adulto comienza en las haciendas
esclavistas del Valle del Cauca, en que el padre ejerce como dspota sobre la honra
de las esclavas bellas, prendolas como lo hacan y lo hacen sus familiares. La hija
ser la amante del hijo terrateniente, y as sucesivamente.Consuelo Trivio asume la historia de los vencidos en la voz de Mara, la descendiente
negra quien recupera la tradicin oral:
Mara ocultaba celosamente su herencia y no la hubiera compartido de no
haberla convencido de que mi intencin era preservarla en la memoria, ser
el guardin de su legado y ofrecrselo a otros, para que no despareciera con
ella, en caso de que falleciera antes que yo. Sus recuerdos viajaban hasta
la noche oscura, de all venan ecos de amargas leyendas, quejas del alma,latigazos que an la atormentaban en sus pesadillas y tierras de ensueo. La
madre le describa esos paisajes mientras la arrullaba en su regazo: amplias
llanuras, fuentes cristalinas, sonido de tambores, hondos quejidos, leche y
miel. Esos sonidos que reproduca en sus cantos, esos olores y esos sabores
que trasladaba a sus recetas, eran imagen de la felicidad. Mara soaba
a menudo que se encontraba en un lugar donde no haba crecido y de
donde venan la esperanza y la nostalgia. De su abuela Mandala hered esa
aoranza de la tierra perdida. Varias generaciones de mujeres alimentaran
ese sueo para sanar sus heridas. En las noches, al acabar las faenas de la
casa, repetan la historia de Digya raptada por un blanco de ojos azules y
barbas de mazorca. (pp. 155-156).
Y con esta voz tambin recupera las gestas del cimarronismo, del palenque, de las
resistencias expresadas en la superioridad de las costumbres de la cocina, la musa,
el erotismo, la msica, el cuerpo y el baile. Pero tambin en la rebelda que renace
en las huelgas de los trabajadores azucareros y que se repiten con osada y dignidad.
Recuerdos que se transmiten de generacin en generacin; fusin entre leyenda
e historia aparecen en la novela ante la presencia decisiva de Mara en la casona
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