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    problema de la tenencia de la tierra no habr una reforma agraria y mucho

    menos la verdadera paz para Colombia. Recuerda el PNUD que el tema de la

    tierra y el vaco de la reforma agraria, negada por los gobernantes de turno

    a lo largo de los ltimos 60 aos, son parte esencial del origen del conicto

    colombiano.

    Por lo dems, de las leyes que salieron el ao pasado del periodo de

    sesiones del Congreso de la Repblica ninguna le sirvi de combustible a las

    locomotoras del presidente Juan Manuel Santos, porque con la excepcin

    de la minera, las dems ni siquiera superaron la primera estacin. Y la quefuncion, sirvi para militarizar las extensas zonas de explotacin minera

    para ser entregadas sin pena ni gloria a las transnacionales que se lucran

    de los recursos naturales colombianos. Son muchos los enfrentamientos

    que hubo el ao pasado, las movilizaciones populares y las que se siguen

    adelantando en Huila, Tolima y Santander, entre otros departamentos, para

    impedir el saqueo de los avivatos capitalistas de otras latitudes.

    De resto, el Gobierno no tiene nada ms que mostrar. Pura demagogia

    barata al mejor estilo del presidente Juan Manuel Santos, quien este aose apresta a presentar al Congreso de la Repblica las reformas pensional y

    tributaria, ambas de corte neoliberal y de estirpe oligrquica. Algo propio del

    rgimen plutocrtico colombiano. En lo que tiene que ver con los impuestos,

    segn lo reconoci el propio Santos a El Espectador del domingo 25 de

    enero del presente ao, no aumentarn las tarifas tributarias, aunque podra

    incrementar la base para que ms personas paguen impuestos; pero, eso

    s, anunci la rebaja en el impuesto sobre la renta, medida que beneciar

    sobre todo a los ms ricos de Colombia. Vendr tambin, seguramente, ms

    exibilizacin laboral, que con la rebaja de impuestos y la ley de desarrollo

    rural, sern la base de la conanza inversionista en el marco de la apertura

    neoliberal.

    Un gobierno sin poltica de paz

    En este contexto, con el valor agregado de la violacin de los derechos

    humanos, la mayor militarizacin del pas, la precariedad de la democracia,

    asxiada en el unanimismo de la unidad nacional, los siete billones de pesos

    ms para la guerra, adems de lo proyectado en el gasto del presupuesto

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    de Santos no sobrepasa el statu quo. En la prctica es continuista de la

    seguridad democrtica de lvaro Uribe Vlez. No se puede olvidar que elactual mandatario fue su Ministro de Defensa. Los cambios son de forma,

    apenas de estilo, aunque a ratos el nuevo inquilino de la Casa de Nariopierde la compostura.

    Ni siquiera los acuerdos humanitarios son fciles con este Gobierno. Lasseis liberaciones anunciadas por las FARC para estos das, encuentran elescollo del veto que estableci el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzn,

    seguramente bajo presin de la cpula militar, para no aceptar la logsticadel transporte brasileo, que se ha prestado en las ltimas liberaciones sin lamenor tacha del Gobierno o de la guerrilla.

    Ante la evidente realidad de la guerra, se alteraron de nuevo los nimos.

    El lenguaje que abunda es belicista y, por ende, se exacerba el conicto,situacin que demuestra que la doctrina del n del n, de nuevo esgrimidadurante la reciente visita a Bogot del director de la CIA, David Petraeus,

    sigue presente a pesar de su fracaso histrico durante seis dcadas. Nunca

    lleg la madre de todas las batallas, como la han esperado los generalesdurante tantas generaciones que hicieron la guerra sin xito total.Este conicto interno armado, slo se va a resolver de manera denitiva

    ms all de los golpes militares tcticos que se puedan ocasionar los

    adversarios a travs de una negociacin de naturaleza poltica [], diceAlejo Vargas en el Semanario Caja de Herramientas(ed. 00287, del 20 al 26de enero de 2012, versin digital). Es la realidad. Lo ha planteado de maneradirecta el nuevo comandante de las FARC-EP, Timolen Jimnez, en sus msrecientes cartas, que les gustan a unos y les provocan envidia a otros, cuando

    invita al presidente Santos a dialogar de cara al pas y retomando la agenda

    del Cagun. En el mismo sentido, se pronunci Alfonso Cano en varios videos

    y mensajes tras la posesin de Juan Manuel Santos el 7 de agosto de 2010.La respuesta de Santos ha sido contestataria, sin propuestas, en medio de

    condicionamientos (inamovibles) que sugieren la desmovilizacin, implcitaen la ley de justicia transicional del senador Roy Barrera, que obstruye mslas posibilidades de la solucin poltica. Un proceso de paz exitoso, comolo ha dicho Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP), estriba en la

    construccin de una paz que consolide acuerdos humanitarios y acuerdos

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    Tales prcticas consisten en aprovechar las materias

    primas de las reas menos desarrolladas del mundo por

    parte de las transnacionales para reducir los costos de

    produccin, comprando a precios baratos, pero generando

    la ilusin en esas regiones en un contexto de crisis mundial

    del capitalismo de un impulso a su progreso por la va de

    la rentabilidad exportadora; todo ello bajo el esquema de

    una poltica econmica coyuntural y contingente, movida

    en tiempo presente, que ve en la locomotora de la industriamineroenergtica para la exportacin uno de los grandes

    bastiones del progreso.

    A este logro gubernamental que fortalece el

    crecimiento mas no el progreso econmico, se agrega

    el mayor impulso a la industria de la construccin con

    el estmulo a la vivienda, que inici la construccin de

    140.000 unidades.

    Ambos aspectos, sector minero energtico e industriade la construccin, son componentes que sealan el

    inters de la burguesa transnacionalizada de Colombia de

    seguir invirtiendo en la ampliacin del capital constante

    en el marco de una reproduccin ampliada del mismo, la

    cual no contempla la conexin entre inversin en capital

    constante y mayor inversin en capital variable favorable a

    trabajo digno bien remunerado, estable y con mayor poder

    adquisitivo. Por el contrario, se profundiza la exibilizacinlaboral bajo el sosma de la formalizacin de trabajos

    precarios de baja calidad.

    Lo anterior se complementa con algunas medidas de

    tinte social, tales como la educacin pblica gratuita de 0

    a 11 grado para los sectores populares, la aliacin de ms

    de 2 millones de personas al sistema general de salud y

    la inclusin de 130 medicamentos en el Plan Obligatorio

    de Salud (POS) para enfermedades que exigen altas

    inversiones en su control y superacin, adems de medidas

    La creciente ebullicin

    social manifesta

    en el Paro Nacional

    Estudiantil y en las

    protestas de los

    trabajadores del

    petrleo de las

    transnacionales, as

    como de los de lasplantaciones de la

    palma en la zona del

    Magdalena Medio,

    son indicativos de

    cambios en el estado

    de la conciencia

    poltica de sectores del

    pueblo trabajador quereaccionan frente al

    dominio del optimismo

    de un Estado al servicio

    de las transnacionales

    y la oligarqua

    crecientemente

    transnacionalizada.

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    ya que debilitaran aun ms la insuficiente capacidad de

    gasto de los pases en problemas.

    En este sentido, las recientes reducciones de la

    calificacin de riesgo otorgan an ms poder al pas

    que ms ha insistido en la validez e importancia de la

    implementacin de leyes de presupuesto balanceado:

    Alemania. Al mantener la mxima calificacin de riesgo

    de dicho pas y reducir la de Francia, S&P ha validado

    la retrica de virtud fiscal predicada por las principalesautoridades alemanas. Segn estas, si todos los pases

    de la periferia europea siguieran el ejemplo alemn de

    rectitud fiscal, salarios controlados y alta competitividad

    internacional la zona euro no estara enfrentando las

    dificultades actuales. Sin embargo, como en el caso de

    las premisas, ste es un argumento completamente

    vaco. Los crecientes supervit externos y mejora de la

    posicin internacional de inversin alemanes a lo largode la dcada son la otra cara de la moneda de los dficit

    externos y acumulacin de deuda de la periferia europea:

    las virtudes que predica Alemania no hubieran podido

    darse sin los vicios que ahora le atribuye de forma

    arrogante al resto de sus contrapartes europeas.

    El principal peligro que enfrenta Europa en el presente

    ao se deriva entonces de la insistencia en una retrica que

    insiste en dividir al viejo continente a lo largo de las lneas

    de ciertas virtudes imaginarias que, de paso, ignoran los

    principios econmicos y polticos ms bsicos. Como ya

    advirtiera John Maynard Keynes hace poco menos de un

    siglo en su libro Las Consecuencias Econmicas de la Paz,

    el forzar a una nacin a pagar deudas por encima de su

    capacidad econmica al mismo tiempo que se le niega

    los mnimos medios de subsistencia a la poblacin es una

    receta directa para la intensificacin de los sentimientos

    nacionalistas, el rearme y, en ltima instancia, la guerra.

    La verdadera

    meta de estas

    iniciativas es lograr

    un manejo claro y

    transparente de las

    finanzas publicas

    en la zona euro que

    permita cancelar

    aquellas deudas

    de carcter ilegal

    o ilegitimo que

    han sido asumidas

    por los gobiernos

    europeos a lo

    largo de los

    ltimos aos.

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    Aunque es claro que Europa ha recorrido un largo camino

    desde los oscuros das de la Gran Depresin y la Segunda

    Guerra Mundial, resulta evidente que no es posible

    esperar que pueblos y naciones enteras permanezcan

    inmutables mientras observan a su alrededor el colapso

    de sus niveles de vida en nombre de la rectitud fiscal. La

    intensificacin e internacionalizacin de las protestas

    originadas en Espaa y Grecia, las cuales es de esperar

    crecern aun ms en 2012, son una clara muestra de ello.En este sentido no todo son malas noticias en

    Europa. Mientras las autoridades econmicas insisten en

    arrastrar al continente hacia un desastre econmico, los

    movimientos sociales han incrementado su coordinacin

    para buscar alternativas frente a la crisis. A lo largo del

    ltimo semestre han sido formados comits de auditoria

    de la deuda en Grecia, Portugal, Espaa y Blgica. El

    objetivo inmediato de dichas iniciativas es abrir el debatepublico respecto a la legitimidad de la agenda econmica

    europea que predica recortes de los presupuestos

    pblicos en el orden de los miles de millones de euros, al

    mismo tiempo que entrega cuantas similares de recursos

    a los bancos responsables en primera instancia de la

    crisis sin ningn tipo de control publico. Sin embargo la

    verdadera meta de estas iniciativas es lograr un manejo

    claro y transparente de las finanzas publicas en la zona

    euro que permita cancelar aquellas deudas de carcter

    ilegal o ilegitimo que han sido asumidas por los gobiernos

    europeos a lo largo de los ltimos aos. De la capacidad

    de los movimientos sociales de promover una salida

    de carcter social y progresista de la actual situacin

    depende en gran medida la posibilidad de evitar una crisis

    similar a la experimentada en 2008.

    En este sentido

    no todo son

    malas noticias en

    Europa. Mientras

    las autoridades

    econmicas

    insisten en

    arrastrar al

    continente hacia

    un desastre

    econmico, los

    movimientos

    sociales han

    incrementado su

    coordinacin para

    buscar alternativas

    frente a la crisis. Alo largo del ltimo

    semestre han sido

    formados comits

    de auditoria de la

    deuda en Grecia,

    Portugal, Espaa

    y Blgica.

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    Introduccin

    En los ltimos tiempos, sobre todo en

    varios pases centrales, pudo observarse la

    emergencia de un nuevo modo de accionar estatal, ms

    intervencionista que en los momentos previos al estallido

    de la actual crisis capitalista.

    Para algunos autores pareca que se trataba del

    retorno de ciertas polticas de corte keynesiano, una

    suerte de revival de aquellas policies que permitieron la

    salida de la crisis de la dcada de los treinta y que haban

    cado en desgracia hacia inicios de la del setenta.

    Otros autores, filiados en distintas corrientes

    intelectuales, tendieron a ver de un modo diferente

    este proceso de entrada en crisis del llamado Estado

    benefactor. Estos se haban preguntado en su momento

    si el abandono de las polticas de bienestar supuso un

    proceso de desmantelamiento del Estado o si ms bien

    Rodolfo Gmez

    Docente einvestigador

    de las Carreras deComunicacin y de

    Ciencia PolticaFSOC-UBA y

    CLACSO

    Cambio estructural o emergenciade nuevas relaciones de fuerza?

    La crisis capitalista actualy el rol de los Estadosnacionales en Amrica Latina

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    La crisis del resultado de la crisis: ser al final una negacindel capitalismo el ir ms all del neoliberalismo?Hacia inicios y mediados de la dcada de los ochenta del siglo pasado, nos

    encontramos con la emergencia de un nuevo tipo de Estado que algunos han

    caracterizado como neoconservador en lo poltico y neoliberal en lo econmico

    (distincin analtica que tomamos sin perder de vista el funcionamiento

    totalizador del capitalismo). El resultado de esa transformacin capitalista

    implic un aumento del desempleo, que busc ser contenido por tipos focalizados

    de polticas sociales.Esto implica que aun en una formacin estatal neoliberal encontramos

    intervenciones estatales, inclusive dentro de la esfera econmica. Algo que

    no es nuevo, ya Marx en El Capital haba observado estos fenmenos de

    intervencionismo estatal para el caso del funcionamiento del primer capitalismo

    liberal, en el siglo XIX. Pero, aclaraba, estas intervenciones eran adems producto

    del conflicto de clases.

    En los albores de los noventa todo este proceso implic un momento del

    capitalismo donde la liberalizacin se combinaba dentro de los pases centralescon ciertas polticas regulacionistas (entre las que encontramos cierto control

    del tipo de cambio y de la tasa de inters por la Reserva Federal) y con la necesidad

    por parte del sistema de establecer cierta previsibilidad1.

    Este esquema se modifica en parte con la llegada de Clinton al gobierno

    de los Estados Unidos y luego con la de Blair al de Gran Bretaa, provocando

    un tipo de relacin entre mercado y Estado ms propio de lo que se ha dado en

    llamar de tercera va. Sin embargo, es bien delgada la lnea que separa a las

    policies neoliberales desarrolladas inmediatamente a posteriori de la cada

    en desgracia del keynesianismo y aquellas implementadas por los Estados

    de tercera va. Lo que parece indicar que estas diferencias de grado entre

    unas y otras formaciones estatales se encuentran determinadas por un

    funcionamiento estructural.

    1 Cfr. al respecto WATKINS, S., Arenas movedizas en Revista New Left Review Edicin

    Aniversario en castellano (Fifty Years 1960-2010; diez aos 2000-2010), Madrid, Akal-CLACSO, marzo-abril 2010.

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    Pero hacia fines de los noventa algo comienza a cambiar2 , en la medida

    que nos encontramos con la reaparicin de sucesos de protesta en Europa y en

    varios pases de la periferia (en mayor medida Amrica Latina).

    El ciclo de protesta3 pareciera tener un punto de inicio en el ao 1994

    con el surgimiento en Mxico de una nueva forma de cuestionamiento crtico

    de lo establecido, encarnada en el movimiento zapatista, pero proseguida a

    continuacin en Francia, promediando los noventa, por las huelgas y las protestas

    de los sindicatos estatales, de transporte, educativos y otros, para luego desde

    all trasladarse tambin a otros pases europeos y del resto del mundo.Este proceso supuso el rechazo de las polticas neoliberales impulsadas desde

    organismos de crdito como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco

    Mundial (BM) y, adems, de la visin de un mundo unipolar hegemonizado por

    el podero militar norteamericano. Pero no supuso, sin embargo, la modificacin

    del tipo de poltica estatal norteamericana.

    Como sostiene Susan Watkins en el citado artculo Arenas movedizas, que

    editorializa la edicin aniversario de la New Left Review:

    A lo largo de la dcada de los noventa y comienzos de la siguiente [...] enEstados Unidos, el boom de la nueva economa de mediados de esa poca

    se demostraba pasajero. La estrategia de Clinton, diseada por Goldman

    Sachs, se basaba en el efecto riqueza de los beneficios del sector financiero,

    que compensaban los pobres rendimientos de la inversin de capital y el

    estancamiento de los salarios [] Pero cuando el dlar se revalu de nuevo a partir

    de 1995, la competitividad de las empresas estadounidenses empeor. En 2000,

    los escasos beneficios empresariales condujeron al colapso de las acciones de

    las empresas tecnolgicas. A partir de entonces, el crdito barato proporcionado

    por inversores extranjeros, sobre todo Japn y China, sirvi de premisa para

    sucesivas burbujas basadas en el endeudamiento. Greenspan, en su lucha por

    2 Que son tambin bsicamente de grado, pero que deben volverse ms importantes amedida que la crisis se manifiesta de un modo ms virulento. Cfr. al respecto ARCEO, E.;GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Crisis mundial: elementos para su anlisis, Buenos Aires,Documento de Trabajo N26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de laArgentina (CEFIDAR), julio de 2009

    3 Por tomar la expresin que realiza Tarrow. Cfr. al respecto TARROW, S., Poder enmovimiento, Madrid, Alianza, 1997.

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    de acumulacin presente en el mercado mundial (no implica una reformulacin

    del vnculo existente entre capital financiero y capital productivo, tampoco de

    la forma de la divisin del trabajo existente en el mercado mundial6 , ni una

    modificacin de la unipolaridad presente en trminos geopolticos )7.

    Ms all del optimismo profesado por algunos funcionarios, lo cierto es

    que pareciera ser que la resolucin de esta crisis que excede a nuestro juicio

    la calificacin de crisis financiera dista mucho de concretarse en el corto

    plazo. Esto est claro, segn indicadores, desde la perspectiva de los sectores

    populares, y tambin para el caso de ciertas fracciones burguesas8.Considerando nuevamente algunas apreciaciones de Watkins en el

    mencionado texto, lo que pareciera explicar la imposibilidad de resolucin a

    corto o mediano plazo de la crisis es la incapacidad organizativa de los sectores

    populares y del movimiento de trabajadores frente al despliegue de las formas

    de intervencin de los Estados capitalistas.

    Y por casa cmo andamos?: El impacto de la crisis

    en Amrica Latina y las polticas estatales y lasrelaciones de fuerza realmente existentesLa explicacin ortodoxa del inicio de la crisis en los Estados Unidos y su

    impacto en varios pases desarrollados, se basa en derivar el estallido de la

    burbuja inmobiliaria de la existencia de una baja tasa de inters y de inversin

    productiva en estos pases, originadas en una sobreabundancia de ahorro en el

    mercado mundial provista por pases emergentes o perifricos. Esto incentivaba

    6 Cfr. ARCEO, E.; GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Op.Cit., Buenos Aires, Documento de TrabajoN26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de la Argentina (CEFIDAR), juliode 2009.

    7 Sera un error equiparar toda retraccin en la provisin de bienes econmicosestadounidenses con una disminucin acorde de la hegemona de Estados Unidos [] Laeconoma de Estados Unidos ha estado achicndose durante dcadaspero, en virtudde la mayora de los criterios, su influencia militar, poltica y cultural es mayor ahoraque durante el siglo XX. Tampoco la Administracin Obama ha dado marcha atrs en laestrategia de proyeccin del poder imperial. WATKINS, S., Op.Cit., Madrid, Akal-CLACSO,marzo-abril 2010.

    8 Cfr. al respecto ASTARITA, R., Un ao de descenso en la crisis financiera: septiembre de2007-septiembre de 2008, Buenos Aires, mimeo, octubre de 2008.

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    la inversin en el mercado inmobiliario y el estmulo al consumo dentro de los

    hogares norteamericanos9.

    Sin embargo, otras explicaciones de la crisis hacen foco en el agotamiento

    del patrn de acumulacin capitalista actualmente existente. Las reservas en

    los pases perifricos son producto del tipo de divisin internacional del trabajo

    y del modo de insercin dentro de la economa mundial. Se trata de la existencia

    de reservas que pueden explicarse estructuralmente, pero que tambin suponen

    ciertas policies por parte de algunos de los gobiernos como forma de tener algn

    tipo de control monetario que prevenga futuras corridas o bien que establezcacierta distancia con las polticas desarrolladas durante los noventa. Una suerte

    de colchn amortiguador del impacto de la crisis internacional.

    Hecha la explicacin objetiva del porqu del colchn, la pregunta que

    queremos hacernos es por las condiciones subjetivas que podran explicar su

    existencia, porque, a diferencia de la virtual desaparicin en los pases centrales

    del movimiento de trabajadores y de otros movimientos sociales, vemos en

    Amrica Latina desde inicios de los noventa la emergencia de movimientos

    de protesta conformados en contraposicin a las polticas neoliberalesimplementadas por los Estados capitalistas.

    Ciertamente, la emergencia de la conflictividad social desarrollada en

    prcticamente todo el subcontinente tuvo suerte diversa y se manifest de

    manera diferente: en algunos lugares (Ecuador a inicios de los noventa, tambin

    Venezuela, Argentina en diciembre de 2001, Bolivia en octubre de 2003) supuso la

    deposicin de varios gobiernos de tinte neoliberal y adems un cuestionamiento

    del conjunto del sistema poltico (judicial, meditico, etc.). En casi todo el

    subcontinente este proceso desemboc tambin en la llegada al gobierno va

    eleccionaria de experiencias partidarias progresistas o de centroizquierda. Esto

    implic que a diferencia de lo sucedido en los pases centrales, en Amrica Latina

    se generara un importante movimiento de resistencia crtico hacia las formas y

    polticas neoliberales triunfantes al interior de las sociedades capitalistas.

    9 Cfr. al respecto ARCEO, E.; GOLONBEK, C.; KUPELIAN, R., Op.Cit., Buenos Aires, Documento

    de Trabajo N26 Centro de Economa y Finanzas para el desarrollo de la Argentina(CEFIDAR), julio de 2009.

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    Por ende, tambin las polticas pblicas estatales que

    emanaron de esos gobiernos progresistas refirieron a este nuevo

    momento histrico donde tomando la definicin de Estado del

    ltimo Poulantzas se condensan nuevas relaciones de fuerza

    entre las distintas clases sociales. Sin embargo, dicho proceso debe

    ser comprendido en un sentido dinmico, porque como sostiene

    Holloway, todo proceso de desfetichizacin social contiene su

    contracara fetichizadora.

    Conclusiones

    Si es cierto que en Amrica Latina en general encontramos

    una impugnacin del funcionamiento de un sistema poltico en

    su conjunto, en tanto el mismo oper como una institucionalidad

    legitimadora de las polticas neoliberales, tambin es cierto

    que hoy nos encontramos con un proceso de recomposicin del

    funcionamiento de ese mismo sistema poltico. A la vez, en

    consonancia con esto, si en el momento de una mayor radicalizacinde la crtica al funcionamiento de las formas polticas de la sociedad

    burguesa vemos que las policies emanadas del Estado capitalista

    tienden a plantearse distanciadas en parte del tipo de polticas

    neoliberales prevalecientes hasta entonces, lo cierto es que, una vez

    institucionalizado el accionar crtico de los diferentes movimientos

    sociales o de trabajadores, se observa que dichas policies

    parecieran regresar a algunos puntos de partida neoliberales

    (como en el reciente regreso de Argentina a su rol de pagador

    de deuda externa). Pero a diferencia de lo sucedido en el primer

    mundo, en todo nuestro subcontinente se observa una importante

    presencia poltica de diferentes tipos de movimientos sociales y de

    trabajadores, y ello conlleva que hacia inicios del siglo XXI podamos

    encontrar gobiernos de signo progresista y al mismo tiempo algunas

    polticas pblicas que se planteen como no-neoliberales o cercanas

    a cierto neokeynesianismo10.

    10 Claudio Katz viene caracterizando ltimamente esta nueva etapa

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    Si siguiendo el razonamiento ortodoxo, la constitucin de reservas por parte

    de los pases en desarrollo es un fenmeno bsicamente estructural, tambin es

    cierto que ese fenmeno estructural por lo menos en Amrica Latina se encuentra

    acompaado por toda una serie de manifestaciones polticas articuladas con

    l. De manera que podra sostenerse que el nivel y el tipo de intervencionismo

    estatal se encuentran en relacin con el nivel de presencia de la protesta social

    en la esfera pblica. Sin embargo, los niveles de impacto de la protesta dependen

    a veces de su perdurabilidad en el tiempo y ello supone el riesgo de una posible

    institucionalizacin de la misma. Enmarcadas institucionalmente, las accionescomienzan nuevamente a ser desplegadas dentro del sistema poltico, y a ser

    funcionales al mismo.

    Si contra la explicacin ortodoxa habamos visto que el proceso de

    acumulacin de reservas en varios de los pases denominados emergentes se

    deba a la dinmica de un patrn de acumulacin prevaleciente en el mercado

    mundial, ahora vemos que este proceso, esta dinmica y estos modos de

    intervencin de los Estados tambin dependen de cmo se desarrolla el

    antagonismo entre las clases dominantes y subalternas.La articulacin de estos tres elementos (dinmica de los flujos de capital,

    patrn de acumulacin internacional y lucha de clases) pueden permitirnos

    intentar explicar de un mejor modo las caractersticas de los tipos de intervencin

    estatal (con matices entre lo que puede verse en Per, Brasil, Colombia, Argentina,

    etc.) en los momentos previo y posterior a la crisis.

    Sin una articulacin entre los distintos sectores de las clases subalternas,

    es de esperarse que los tipos de intervencionismo estatal y de polticas pblicas

    resultantes a partir del impacto de la crisis internacional en Amrica Latina

    vayan de la mano de los intereses prevalecientes en los sectores dominantes y

    fracciones de capital que componen el bloque en el poder. Pero, dialcticamente,

    esto tambin depender de la potencialidad organizativa popular.

    en Amrica Latina como neodesarrollista. Cfr. al respecto KATZ, C., Amrica Latina

    frente a la crisis global (I) en Revista Tiempo de Crisis (Revista de Economa PolticaLatinoamericana), Ao 1, N1, Caracas, primer trimestre de 2010.

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    posibilidad de instalar el derecho de lo comn. La cultura aparatista y caudillista

    que desfigur al Polo es lo que Walter Benjamin llama la distraccin, una conducta

    y visin sumidas en las obsesiones tecnoburocrticas y en la incapacidad de pensar

    el tiempo presente como disrupcin, como potencia creadora, como emancipacin,

    como poder constituyente.

    Que los muertos entierren a los muertos

    En el pasado se deca que el reconocimiento de los errores ya era parte de su

    correccin y que la persistencia en los mismos era duplicarlos. Por qu, entonces, elPolo recurri a silenciarlos y desconocerlos con argucias como la ropa sucia se lava

    en casa y la crtica a las administraciones locales es hacerle el juego a la derecha,

    o con el imperio de la tica de la conveniencia (hagmonos pasito, comerse

    los sapos)? Ante la corrupcin y el clientelismo, domin el silencio cmplice, la

    indiferencia y la dilacin.

    La posibilidad de recuperacin del Polo reside en saber redefinir su giro estratgico

    entre dos opciones: si se mantiene en esta larga, desgastante y autodestructiva

    obsesin por el control del aparato, la exaltacin del parlamentarismo y la conciliacin

    de clases, o bien, retoma el camino de su proyecto histrico como voluntad popular,como crtica radical a lo existente, como imaginacin creadora, como fuerza anti-

    sistema. Superar su actual descrdito es dejar que los muertos entierren a los

    muertos, que el pasado que no es raz se deje atrs, que las herencias paralizantes se

    desplacen hacia la creatividad. Ese es el sentido de toda teora de cambio y de toda

    cultura de izquierda. Es preciso desatar una operacin de pensamiento estratgico que

    redimensione nuevamente la Causa, recupere sus fueros, su dignidad, sus tradiciones

    creadoras, su cultura, su vitalidad y compromiso con la vida, la tierra, la ciudadana y

    las nuevas subjetividades.

    Marx gustaba utilizar la expresin: dejar que los muertos entierren a los muertos

    para alentar los cambios, la apertura de la mente y cimentar un espritu revolucionario.

    La poltica errtica de la direccin del Polo se concentr en lo fundamental en su

    obsesiva desesperacin por el control del aparato, en su enajenacin por los apetitos

    e inters de grupos y caudillos, y sistemticamente fue alejndose de sus propsitos

    iniciales, al punto que ste termin enlodado por la corrupcin y la capitulacin de

    sectores completamente entregados al sistema y a los poderes transnacionales, que

    claudicaron ante el capital y la embajada americana. La comparacin con un sindicato

    corporativista no es una exageracin: trmite de petitorios de los grupos, expedicin

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    N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Izquierda en debate

    de avales y recomposicin de ambiciones; carreristas que

    se pintaron de amarillo para ascender y posicionarse en el

    trono. Tantos pillos que pasaron por las filas del Polo, y tanto

    vividor en nombre de la causa, de la reinsercin, de la paz

    y de la lucha, que jams fueron confrontados y llamados a

    rendir cuentas. Hasta ahora no ha habido ni un solo balance

    de las desastrosas administraciones de Luis Eduardo Garzn,

    Samuel Moreno y Antonio Navarro. Al contrario, varios fueron

    premiados con prebendas y puestos burocrticos, y el Poloretribuido con la infamia de la capitulacin; bastaba contar

    con alguna base electoral o algn apoyo parlamentario para

    caer en el espejismo de la simulacin y del acomodamiento.

    Ciertamente la guerra sucia, el ataque sistemtico del

    gobierno de Uribe, la persecucin poltica, los seguimientos

    policacos, las interceptaciones telefnicas, la vil acusacin

    del supuesto vnculo entre el Polo y la insurgencia, y las

    capitulaciones del centroizquierda actuaron como disolventes

    en la conformacin y consolidacin de una izquierdademocrtica. Hoy, superar el pasado regresivo significa

    tambin contribuir a la restitucin del imaginario rebelde,

    tico y liberador del proyecto de la izquierda al que tantos

    hombres y mujeres han aportado con altivez y coherencia; y

    es tambin una forma para honrar la memoria de quienes han

    luchado por la liberacin de los de abajo, de la plebe, de los

    desterrados y de las vctimas. La remembranza es un modo

    de reafirmar el sentido de la redencin humana.

    En defensa de las causas perdidasSlavoj Zizek en su extraordinario obra enDefensa de las

    causas perdidas insiste en la idea de rechazar la pretensin

    del Establecimiento de delimitar el campo de batalla, o lo

    que Perry Anderson ha llamado el desplazamiento epocal de

    la izquierda hacia el centro y el dominio de la derecha en el

    campo de las ideas. Zikek vuelve a recordar a las izquierdas

    su imaginario, su tradicin, sus experiencias y su estrategia.

    La distraccin de

    la izquierda radica

    precisamente en

    ese olvido de su

    impronta histrica,

    de su proyecto, de

    su razn de ser. La

    disolucin de esta

    Idea ha golpeadosensiblemente

    el espritu y el

    sentido de la lucha

    contra el sistema,

    contra la lgica

    del capital. Si

    algo caracteriza

    a la izquierda, es

    que su coraznlate del lado de

    los excluidos, de

    los pobres, de los

    trabajadores y de

    la dignidad de los

    pueblos.

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    pequeas que fueran, que lograran cambiar los resultados

    electorales de las disputas municipales espaolas de mayo

    de 2011. As, uno de los llamados que Negri destaca, el No

    les votes!, promovido por amplios sectores del 15M, fue un

    fracaso. De hecho, la propuesta ayud a que la derecha,

    representada en el Partido Popular, se afanzara en la mayora

    de las Comunidades Autnomas de Espaa.

    Por otra parte, Negri se pregunta si el 15M puede

    considerarse como un movimiento radicalmenteconstituyente5. El hecho de que los indignados propongan

    un nuevomodelo de representacin no lo hace constituyente

    y el hecho de reunir a un nmero representativo (no

    multitudinario) de personas en una plaza, tampoco lo

    hace constituyente. No lo hace constituyente y menos

    radicalmente constituyente su inactividad poltica y su

    incapacidad de acciones concretas efectivas.

    En cuarto lugar Negri habla de las redes y de la conexinautomtica entre las Asambleas: Partiendo de las asambleas

    en las plazas centrales se llega a las asambleas locales en los

    barrios y, a continuacin, a los pueblos y ciudades pequeas.

    El retorno es rpido y directo. La organizacin desde la base

    constituye el curso y estructura de la democracia real ms

    all de la representacin6. El argumento, que retoma los

    discursos utopistas de McLuhan, Wiener o Lvy, no describe el

    fracaso que fue apoderndose de la dinmica constituyente

    descrita por Negri tras cada noche de discusiones sin acciones.

    La moda se extingui como un xito de la radio como un

    hashtag de Twitter.

    Sobre la utilizacin de las redes digitales, Negri parece

    caer en el rescate de lo pblico a partir de las tecnologas de

    la informacin. Seala el autor que: bajo las actuales formas,

    5 Negri. Ob. Cit. 27.

    6 Ibid.

    Negri inicia su

    perspectiva

    del movimiento

    a largo plazo

    otorgndole poder

    (constituyente

    o contrapoder

    permanente).

    Sin embargo, elmovimiento no es

    representativo ni

    para lo uno ni para

    lo otro. Asimismo,

    es claro que el

    15M no representa

    los valores del

    Republicanismoespaol de las

    primeras dcadas

    del siglo XX. Es

    evidente que el

    movimiento, al

    no ser capaz de

    articular acciones

    polticas ms

    influyentes que

    las acampadas en

    las plazas, se ha

    desdibujado.

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    Negri se detiene tambin a realizar una valoracin positiva sobre el

    sistema de toma de decisiones asumido como una democracia directa:

    decisiones tomadas bajo formas asamblearias y breve temporalidad.

    Sin embargo, los procesos descritos asumen fundamentos ms

    bien contrarios de una democracia real, en la que temporalidad,

    deliberacin y consenso denen una decisin democrtica. Asimismo,

    la falta de una posicin concreta o la excesiva aceptacin de todas

    las posiciones impide que se pueda realizar una votacin directa o

    consensual sobre temas de accin poltica.Sobre las propuestas, vale la pena detenerse en dos que

    generalizan el tipo de proyectos resultantes de las asambleas del

    15M. Sobre el trabajo precario, Negri asegura que se demanda

    trabajo o ingresos para todos, sin que medie una posicin ideolgica

    en las intenciones. Sin embargo, la ausencia de una intencionalidad

    poltica e ideolgica bajo la exigencia de un cambio en el modelo,

    que abogue por un trabajo digno alejado de la reduccin de las

    condiciones bsicas del mundo laboral y social convierte a lademanda del movimiento en una exigencia instrumental para que, a

    travs de un trabajo no-precario se permita el acceso econmico a

    los anuncios televisivos. Una posible causa de la indignacin espaola

    puede ser la imposibilidad de una parte de la sociedad de acceder al

    mismo sistema que se critica en las plazas. El sistema televisivo que se

    escapa, de momento, de las manos de muchos ciudadanos.

    Asimismo, sobre la reforma del sistema electoral, la posicin del

    movimiento es, segn Negri, la de combatir un sistema que benecia a

    los grandes partidos, estableciendo un reparto de votos proporcional

    (versusel Mtodo DHont) y un mecanismo de listas abiertas. Los

    indignados solicitan tambin que se instauren instrumentos de

    democracia participativa y que se generalice el mtodo refrendario.

    Lo curioso, en contraste con Negri y pasando de largo sobre los

    efectos de dispersin que conlleva un sistema de listas abiertas,

    es que la misma Asamblea vot negativamente la realizacin de un

    referendo que demostrara la voluntad unicada del 15M.

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    De la Plaza Tahrir a la Plaza de Sol

    El recurrente anlisis comparado entre las manifestaciones de

    2011, que toma como base a la Revolucin Egipcia, es, cuando se asume

    el caso espaol, arbitrario. Conversar con los jvenes protagonistas

    de las protestas en El Cairo, cuando tuvieron, por ejemplo, que asumir

    funciones de polica ante las medidas desesperadas de Mubarak

    como sacar los presos a las calles para causar pnico en la poblacin,

    o comprender que la ciudadana est alerta para responder a la

    falta de resolucin de una junta militar impotente, aunque aferradaal poder, resulta suciente para entender que las manifestaciones

    espaolas son apenas aprendices de movilizaciones sociales que se

    trazan el objetivo de incidir en la toma de decisiones pblicas.

    Salvo las acciones que realizan sectores del movimiento espaol

    cuando se enteran de que alguna vivienda va a ser desalojada de sus

    legtimos propietarios ahogados por el sistema hipotecario, en las que

    gracias al apoyo popular y a mecanismos legales se logra aplazar el

    desplazamiento forzado, el 15M no ha sido ms que la expresincrtica sistmica del capitalismo que se legitima automticamente

    en dos formas fundamentales: la primera, a travs de la posibilidad

    de la expresin de protesta dentro de los lmites sistmicos, lo que

    deriva, necesariamente, en la segunda: la autocensura sistmica

    adherida al movimiento bajo la cual cualquier forma de alteracin

    al funcionamiento del sistema poltico es apreciada por el mismo

    movimiento y por la ciudadana como violenta9.

    Las vas de legitimacin capitalista que se arman a partir de las

    prcticas polticas del 15M aseguran la distincin principal entre

    9 Mientras los acontecimientos de Tahrir eran celebrados por losmedios de comunicacin y eran justificados por ellos mismos apartir de una esperanza democrtica, las acciones de intento desabotaje a la sesin de aprobacin del presupuesto del Parlamentode Catalua, que incluy algunas agresiones menores a algunosde los diputados catalanes por parte de varios manifestantes,

    recibieron toda la condena meditica y, posteriormente, la crtica dela poblacin

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    Tahrir y Sol. El movimiento espaol se mantiene dentro de la funcin sistmica y cae

    en una contradiccin fundamental: llamar a No les votesconforma una estrategia

    que pretende salirse del sistema de juego poltico actual. Sin embargo, sus actuaciones

    polticas han sido sistmicas y, por tanto, fcilmente asimiladas por la cotidianidad de

    la expresin del poder: los medios de comunicacin y las fuerzas de control policial.

    El futuro del movimiento

    Negri inicia su perspectiva del movimiento a largo plazo otorgndole poder

    (constituyente o contrapoder permanente). Sin embargo, el movimiento no esrepresentativo ni para lo uno ni para lo otro. Asimismo, es claro que el 15M no

    representa los valores del Republicanismo espaol de las primeras dcadas del siglo

    XX. Es evidente que el movimiento, al no ser capaz de articular acciones polticas ms

    inuyentes que las acampadas en las plazas, se ha desdibujado.

    De acuerdo a lo vivido en los ltimos siete meses, entre junio de 2011 y enero de

    2012, la posicin del 15M, a pesar de los tres escenarios en el corto plazo planteados

    por Negri10, se sienta en la frontera entre su derrota por frustracin (como todas

    las modas de Internet) y la reterritorializacin estable, especicada y fragmentadaen barrios y ciudades, que cada da reciben menos apoyo popular. Las elecciones

    generales de noviembre de 2011 que otorgaron la mayora absoluta al Partido

    Popular espaol han terminado de denir la temperatura corporal del movimiento. El

    diagnstico, de entrada, a pesar de la acogida de la movilizacin mundial celebrada

    el 15 de octubre de 2011, es que la indignacin, a causa del actual invierno y de las

    primeras medidas del nuevo presidente de gobierno, Mariano Rajoy, est a menos de

    los 30, es decir, muy enfermo.

    De manera curiosa, el mejor especialista para tratar al enfermo es el mismo

    Mariano Rajoy. Sus medidas, principalmente sociales y econmicas, pueden ser las

    vitaminas que hagan levantar al enfermo. En caso de aceptar la cura, deber decidirse

    y actuar estratgicamente dentro o, a pesar de Negri, fuera del sistema.

    10 Negri. Ob. Cit. 33. El primero es el de la derrota por la frustracin; el segundo es el

    de una radicalizacin grupal; el tercero es el de una reterritorializacin estable, en losbarrios, en la sociedad, con una capacidad de movilizacin continua.

    N 19, Febrero de 2011 Bogot, Colombia Luchas populares Volver

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    Un insoslayable aporteal debate sobre elimperialismo y el

    nuevo orden mundial*

    Katz, Claudio (2011).Bajo el imperio del capital.Bogot: Espacio Crtico Ediciones,

    Coleccin K Movimiento, 281 pp.

    * A manera de presentacin, transcribimosla Introduccinal libro escrita por el autor.Claudio Katz (Argentina, 1954) eseconomista, integrante del Consejo

    Nacional de Ciencia y Tecnologa,profesor en la Universidad de BuenosAires y director de varios proyectos deinvestigacin. Es autor de numerosostextos de interpretacin del capitalismocontemporneo y de la crisis econmicaglobal. Participa activamente en los foroscontinentales de impugnacin del librecomercio, el endeudamiento externoy la militarizacin. Recibi mencioneshonorfcas del Premio Libertador al

    Pensamiento Crtico por sus libros Elporvenir del socialismo (2004) y Lasdisyuntivas de la izquierda en AmricaLatina (2008). Ya circulan, adems,distintas ediciones nacionales de suensayo El rediseo de Amrica Latina.ALCA, MERCOSUR Y ALBA (2006). Sulibro ms reciente se titula La economamarxista, hoy. Seis debates tericos(2010). Como integrante del EDI(Economistas de Izquierda) ha publicadovarios estudios sobre la coyunturapoltica y social de la Argentina.

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    N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Libros

    Dos procesos impactantes de la ltima dcada actualizan el debate sobre

    el imperialismo. Por un lado, el reforzamiento de la accin guerrera

    norteamericana ilustra los renovados mecanismos belicistas que despliegan las

    grandes potencias. Por otra parte, el desplazamiento de la actividad econmica

    hacia Oriente reabre la discusin sobre las relaciones entre el centro y la periferia.

    El primer acontecimiento convoca a retomar los estudios clsicos del problema

    y a indagar las transformaciones registradas durante el siglo XX, para denir las

    caractersticas del imperialismo contemporneo. Esta dimensin concentra los

    principales interrogantes tericos y conduce a examinar las modicaciones que seintrodujeron en el funcionamiento del capitalismo global en el perodo neoliberal.

    El segundo proceso incita al estudio de las denominadas economas emergentes,

    a la observacin de las nuevas desigualdades internacionales y al anlisis de la

    resistencia antiimperialista. Esta temtica tiene importantes implicancias para

    Amrica Latina y replantea las miradas que se introdujeron desde esta regin.

    La distincin de estos dos planos es una divisin til para ordenar la investigacin

    del imperialismo. Nos permite desenvolver el tema en dos textos complementarios.

    El libro que presentamos a continuacin estudia el primer cuerpo de problemas,mediante una exposicin de nuestro enfoque y un anlisis crtico de otras

    caracterizaciones. Una telegrca enunciacin de los temas en consideracin puede

    orientar y estimular la lectura.

    El texto revisa primero la interpretacin marxista clsica del imperialismo tomando

    en cuenta el contexto blico que rode al surgimiento de esa visin. Evala la

    polmica que opuso a Lenin con Kautsky e ilustra cmo las divergencias polticas

    que separaron a los revolucionarios de los reformistas no tuvieron correlato terico

    en el anlisis del capitalismo de la poca. Tambin destaca cuales fueron los temas

    que permanecieron irresueltos.

    Estos problemas cobraron mayor dimensin en el nuevo cuadro de solidaridad

    militar occidental y asociacin multinacional del capital que prevaleci durante

    la posguerra. Las distintas visiones marxistas estudiaron ese viraje, remarcando

    cada uno en forma preponderante el papel superimperial de Estados Unidos, el

    entrelazamiento ultraimperial de las rmas y el carcter acotado de la concurrencia

    interimperialista. Estas intuiciones quedaron nuevamente desaadas por la irrupcin

    de la actual etapa de mundializacin neoliberal.

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    N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Libros

    pases con pretextos humanitarios y pretendidamente defensivos. En la primeradcada del siglo XXI el poder norteamericano ha intentado rearmar su gravitacin,

    supervisando la proliferacin nuclear, aprovechando la orfandad militar de Japn yusufructuando la impotencia blica de Europa. Pretende especialmente bloquear elnuevo ascenso de economas de acelerado crecimiento mediante una combinacinde cooptacin de ciertos adversarios y presiones sobre los potenciales contendientes.

    Las agresiones imperiales privilegian las zonas tradicionales de Medio Oriente conmayores reservas petroleras y ubicaciones estratgicas. El ataque a Irak transmiti,

    adems, un mensaje general de dominacin, que se reforz con la extensin de laguerra hacia Afganistn y el continuado sostn del colonialismo israel.

    Amrica Latina sigue ocupando un lugar de patio trasero y por esta raznse refuerzan las bases militares en Colombia para hostigar a los gobiernosantiimperialistas. La militarizacin avanza con el pretexto de enfrentar el narcotrco,

    ocultando la complicidad de la CIA y los bancos norteamericanos con esa actividad.Estados Unidos intenta una contraofensiva en toda la regin para recuperar el

    terreno perdido con el fracaso del ALCA. Por eso reaparece la ocupacin de Hait

    y el golpismo en Honduras. Este intervencionismo se ha reforzado tambin enfrica, ante el repliegue de las viejas potencias coloniales y la creciente presenciacomercial de China.

    El libro parte de estas caracterizaciones para evaluar los debates tericosrecientes sobre el imperialismo. Polemiza con las visiones convencionales de losneoconservadores, que realzan las virtudes civilizatorias del poder norteamericanoy con las tesis realistas, que propugnan polticas de atropello con estilos mspragmticos. Tambin objeta las justicaciones liberales, que disfrazan el

    militarismo con mensajes benevolentes y avalan la intervencin blica selectiva conjusticaciones paternalistas.

    En el texto se describe cmo estas acciones se consuman siguiendo un doblepatrn de tolerancia hacia los aliados y virulencia con los adversarios. El derechointernacional que se alega para proteger a los pequeos pases utiliza las guerrashumanitarias para convalidar el orden imperial. Muchas reacciones crticas queproponen regular estas incursiones olvidan que la agresividad de las potencias esuna necesidad y no una opcin del sistema.

    En el texto se exponen en forma ms detallada las diversas concepciones

    marxistas, que rechazan la simplicada identicacin del imperialismo con la

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    53/62N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Libros

    las matanzas y los genocidios con la declinacin histrica del capitalismo olvida que

    el nacimiento de ese sistema incluy todo tipo de atrocidades. En lugar de idealizar

    un pasado tan dramtico hay que cuestionar el carcter opresivo de ese rgimen

    social en todos sus perodos histricos.

    Pero la indagacin del imperialismo contemporneo abre otro abanico de

    problemas. Particularmente conictiva es la mirada de los autores que avizoran

    un retorno a los grandes choques econmicos entre potencias capitalistas. Se

    proyectan esos conictos a la esfera militar? O resurgen las rivalidades comerciales

    en un marco de estricta restriccin geopoltica?

    En el libro se explica por qu razn las presiones proteccionistas no recrean

    las tensiones entre reas aduaneras, que en el pasado anticiparon las grandes

    conagraciones. Se destaca que las confrontaciones potenciales con Rusia y China

    no tienen por ahora alcance interimperial y que resulta aventurado delinear la forma

    que podran asumir en el futuro.

    Pero cul sera el efecto de una declinacin norteamericana sobre la estructuraimperial? En el libro se pasa revista a los argumentos que destacan la regresin

    industrial, el endeudamiento externo y la crisis scal norteamericana. Pero tambin

    se explica en qu medida esa economa no debe ser evaluada con los mismos

    parmetros de cualquier otro pas. La perspectiva nacional comparativa ha perdido

    utilidad para ese estudio.

    Como el centro del problema se localiza igualmente en el plano poltico militar es

    vital evitar la presentacin de Estados Unidos como un guerrero solitario, que pierde

    batallas o resigna poder. Cualquier subestimacin del gendarme impedir derrotarlo.Una controversia ms compleja gira en torno a los eventuales sustitutos del poder

    norteamericano. El texto analiza la ineptitud de las viejas potencias coloniales

    para comandar la dominacin contempornea y recuerda los fallidos pronsticos

    sobre una direccin asitica comandada por Japn. Tambin destaca que las

    nuevas situaciones de multipolaridad no eliminan la necesidad de un ordenador del

    capitalismo global.

    Pero el trasfondo de estos problemas es una controversia terica sobre la

    dinmica histrica. Brindan el auge y la declinacin de las potencias una pauta

    adecuada para indagar la evolucin social? Son comparables los imperios que

    antecedieron y sucedieron al surgimiento del capitalismo? El texto estudia aqu las

    diferencias que separan a la coercin extraeconmica, la conquista de territorios yVolver

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    Una novela gtica

    Trivio Anzola, Consuelo (2009).Una isla en la Luna.

    Cieza, Murcia,

    Alfaqueque Ediciones, 217 pp.

    Doctor en Historia

    Profesor Universidad Nacional

    RicaRdo Snchez ngel

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    N 19, Febrero de 2012 Bogot, Colombia Libros

    En esta novela lunar se retrata un microcosmos de la sociedad en laColombia de los sesenta y setenta; las casas de la luna las recorren los

    jvenes y adultos en sus experiencias para la vida, en sus bsquedas e ilusiones.La constitucin de tipos humanos, hombres y mujeres, resulta convincente, como

    sumatoria compleja de caracteres, situaciones de clase, tipos sicolgicos, ambientessociales y calles y parques que se caminan en la Bogot de la poca.

    Vamos a reconocer a Sergio Len Gmez, el intelectual y escritor parsito, hijo dehacendados del Valle del Cauca, en sus poses, fragmentos literarios y evocacionessobre sus frustraciones como escritor, en que la novela de su propia vida es la que

    la autora nos cuenta. Pero, lo vamos a reconocer como un representante en laimaginacin literaria del verosmil escritor que simulaba cultura, cosmopolitismoy originalidad. Acogido por los peridicos y los crculos sociales y de crtica,presididos por Karl Blume, el alemn que ejerce el ponticado de la crtica y de la

    enseanza universitaria.poca de aspiraciones revolucionarias, de rebeldas de gnero, de bsqueda de

    la libertad en la juventud. Aura, otro personaje que vive su novela, nos recuerdalas muchachas en or, vidas de aprender, amando en las vidas peligrosas de los

    tracantes, de los estafadores profesorales como Napo el antroplogo, de loshippies gringos, de los escenarios de la sociedad consumista y criminal. De lasjvenes manipuladoras como Tere, la hija de papi y mami.

    La Bogot en transicin hacia la urbe de masas, con sus asomos y remedos demodernidad, con una modernizacin empujada como copia metropolitana, propiciala destruccin de valores tradicionales al ritmo de una nueva economa.

    Aos de furor desatado por la marihuana, la cocana, el LSD y el alcoholismo.Las rumbas permanentes donde muchachos y muchachas caen en las redes de losmalandrines y vividores. Los viajes de herona y LSD de los cuales no hubo retorno,en que la Mona Linda es un ejemplo. Es la historia de vida que Ana cuenta en lanovela, en su crnica periodstica para la revista AL DA sobre Mary Louise Sheppard.

    Entre las varias historias de vida, biografas paralelas que alimentan el corpus dela obra, hay otra igualmente trgica, la de Aura, quien no volver despus de serviolada en un parque.

    Personajes noctmbulos que viven la calle como casa y espacio libre paraacompaar sus soledades, buscando los vicios y las fantasas que la noche propicia.En esta novela lunar, la casona de la sesenta y dos donde vive Len Gmez es el lugar

    del vampiro, dndole a la novela la alegora gtica, que impulsa los desplazamientos.

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    Porque, quin es Sergio Len Gmez sino un drcula del trpico, en su castillo

    herrumbroso de la calle sesenta y dos, ociando sus orgas sadomasoquistas, de

    droga y alcohol?

    Una Isla en la Lunaes tambin una novela familiar. De Aura y, sobretodo, de Len

    Gmez. Ausencia del padre y crisis de los valores que sustentan la funcin familiar.

    La saga del escritor bueno, 37 aos ya es adulto comienza en las haciendas

    esclavistas del Valle del Cauca, en que el padre ejerce como dspota sobre la honra

    de las esclavas bellas, prendolas como lo hacan y lo hacen sus familiares. La hija

    ser la amante del hijo terrateniente, y as sucesivamente.Consuelo Trivio asume la historia de los vencidos en la voz de Mara, la descendiente

    negra quien recupera la tradicin oral:

    Mara ocultaba celosamente su herencia y no la hubiera compartido de no

    haberla convencido de que mi intencin era preservarla en la memoria, ser

    el guardin de su legado y ofrecrselo a otros, para que no despareciera con

    ella, en caso de que falleciera antes que yo. Sus recuerdos viajaban hasta

    la noche oscura, de all venan ecos de amargas leyendas, quejas del alma,latigazos que an la atormentaban en sus pesadillas y tierras de ensueo. La

    madre le describa esos paisajes mientras la arrullaba en su regazo: amplias

    llanuras, fuentes cristalinas, sonido de tambores, hondos quejidos, leche y

    miel. Esos sonidos que reproduca en sus cantos, esos olores y esos sabores

    que trasladaba a sus recetas, eran imagen de la felicidad. Mara soaba

    a menudo que se encontraba en un lugar donde no haba crecido y de

    donde venan la esperanza y la nostalgia. De su abuela Mandala hered esa

    aoranza de la tierra perdida. Varias generaciones de mujeres alimentaran

    ese sueo para sanar sus heridas. En las noches, al acabar las faenas de la

    casa, repetan la historia de Digya raptada por un blanco de ojos azules y

    barbas de mazorca. (pp. 155-156).

    Y con esta voz tambin recupera las gestas del cimarronismo, del palenque, de las

    resistencias expresadas en la superioridad de las costumbres de la cocina, la musa,

    el erotismo, la msica, el cuerpo y el baile. Pero tambin en la rebelda que renace

    en las huelgas de los trabajadores azucareros y que se repiten con osada y dignidad.

    Recuerdos que se transmiten de generacin en generacin; fusin entre leyenda

    e historia aparecen en la novela ante la presencia decisiva de Mara en la casona

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