LITERATURA QUECHUA
Entre 1471 a 1527 aproximadamente se ha situado el apogeo del Imperio Inca.
Fundado por el Inca Yupanqui, más tarde Pachacútec Yupanqui, el territorio do-
minado por los incas se acrecentará en su época de esplendor hasta que los límites
del Imperio incluyan lo que es hoy en día el sur de Colombia, el interior de Argen-
tina y Chile y totalmente Ecuador, Perú y Bolivia.
El Cuzco es el centro de irradiación de la cultura inca y el instrumento de su ex-
pansión por todo el imperio, el idioma: el runasimi, también denominado y más
conocido hoy en día como quechua.
Lenguas como el aymara, de la región del Collao, el puquina, de la cultura
Tiahuanaco y el mochica, hablado en Lambayeque, fueron desplazadas por el
idioma de los incas. No es de extrañar, pues, que si tras la conquista quedó poco de
literatura quechua, de la aymara, puquina y mochica no haya quedado casi nada.
Sin embargo, la propia literatura quechua se nutrió en muchos casos de las tradi-
ciones de los pueblos que iban dominando los incas y así “las leyendas que expli-
can la fundación del Cuzco incaico son en gran parte reelaboración de leyendas
anteriores” (Carrillo, Literatura quechua, s. p.).
Hablar de literatura quechua supone necesariamente superar la creencia de que
sólo en las sociedades con escritura puede haber literatura. “Etimológicamente no
hay duda que es así”, señala Edmundo Bendezú, para luego afirmar que “esta
formulación adolece de un etnocentrismo que excluye a grandes segmentos de la
población mundial y también a los períodos más largos de la historia del hombre
sobre la tierra” (Literatura quechua, xvi). Los incas carecían de escritura, según
los conceptos occidentales. Los quipus, un sistema de anotación hecho con cordeles
anudados y coloreados, al parecer no podrían considerarse como una forma de ella,
sino más bien como “un recurso nemotécnico, que servía de poderoso auxiliar a la
tradición oral” (Porras Barrenechea: Fuentes Históricas Peruanas, reproducido en
Carrillo: Literatura quechua, 158). En todo caso, “aunque todavía en la Colonia
existían algunos quipucamayus, expertos en su ejecución, al comenzar el período
republicano no se tiene noticia de ninguno de ellos, ni en Bolivia ni en el Perú, con
lo que esta forma de escritura ha quedado condenada al silencio, habiendo perdido
consiguientemente su poder de comunicación, lo que no niega su valor lingüístico
en el pasado” (Cáceres Romero: “Literatura quechua”, 39).
Pero incluso dando por supuesto el hecho de que no había un sistema de escritura,
se desarrolló en la cultura incaica una literatura, un “arte verbal”, que denomina
Bendezú (Ibid., xx) complejo en el que se han encontrado manifestaciones que
dentro de las distinciones occidentales corresponderían tanto el género épico, como
al dramático y al lírico.
2
La producción literaria quechua se ha clasificado históricamente en tres períodos:
incaico, colonial y republicano.
Los testimonios más antiguos de la literatura quechua, es decir, aquellos textos
que fueron compuestos antes de la llegada de los españoles, se colocan en el perío-
do incaico. Recogidos por los cronistas y aunque transcritos al español, estas obras
conservan un alto grado de pureza y por lo tanto a través de ellos se ha hecho po-
sible conocer las formas poéticas que desarrollaron los incas.
Los amautas, filósofos e historiadores del Imperio, componían también las obras
de teatro. Los aravicus, eran poetas populares, que se encargaban de los poemas
de carácter amatorio y ligero.
La poesía tenía un carácter musical: “los versos se acompañaban con la quena, la
antara (...), y con gran frecuencia esta poesía iba unida al baile, a la danza” (Carri-
llo: Literatura quechua, 47). Había, no obstante, muy diversos tipos de poemas: el
Haylli era un himno de alabanza; el Aymoray era un ruego a los dioses; con el Ha-
raui se expresaban las penas amorosas; el wawaki, cantado en forma de diálogo,
se solía utilizar para proteger los sembradíos de plagas o durante las festividades
de la Luna; el Wayñu, donde danza, poesía y música se unían y a través del cual el
hombre se sentía uno con la naturaleza; la Qhashwa, que también integraba dan-
za y canto, era una expresión de alegría; el Wanka, equivalente a la elegía; el
Aranway, poesía humorística, el Taqui, sin temática determinada, era canto, baile
y poesía.
Las principales fuentes de acceso a la poesía de este período son Fábulas y mitos
de los Incas de Cristóbal Molina el Cuzqueño (mediados del siglo XVI), Relación de
Antigüedades deste Reyno del Pirú de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamki Sall-
kamaywa (principios siglo XVII), Nueva corónica y buen gobierno de Felipe Gua-
mán Poma de Ayala y Relación de las costumbres antiguas de los naturales del
Pirú de un jesuita anónimo.
La épica ha sido recogida en forma de relato, es decir, en prosa. Estos textos cuen-
tan la historia del pueblo inca, sus leyendas y tradiciones, y también recogen la de
pueblos anteriores a ellos y aun contemporáneos. Una de las obras más importan-
tes que ha recogido estos testimonios es Dioses y hombres de Huarochirí, recopila-
ción hecha por el padre Francisco de Avila (finales del siglo XVI y principios del
siguiente); transcritas en quechua, las narraciones que presenta conservan un
alto grado de su pureza original. Otras obras que contienen estas narraciones son
Los orígenes de los incas de Martín de Morua (mediados del siglo XVI) y las antes
citadas de Guamán Poma de Ayala y Cristóbal Molina.
En cuanto al teatro, en la obra Historia de la Villa Imperial del Potosí de Nicolás
de Martínez Arzans y Vela se encuentran referencias acerca de la existencia del
género dramático entre los incas que, junto con otras presentes tanto en los Co-
3
mentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega como en las obras antes menciona-
das de Santa Cruz Pachacuti y del jesuita anónimo, nos dan una idea de lo arrai-
gado que estaba el arte de la representación dramática en el pueblo inca. Había
dos tipos de obras: uno, denominado wanka, de carácter histórico y el aranway
que era como una comedia. Sin embargo, ninguna de las piezas dramáticas incas
ha llegado hasta nuestros días.
Dentro del denominado período colonial se han situado aquellas obras compuestas
después de la llegada de los españoles. El clero se da cuenta en poco tiempo que
para extender sus ideas religiosas por el vasto Imperio de los incas era necesario
dominar su lengua y utilizar como instrumento de evangelización las formas poé-
ticas quechuas, tan caras a los indígenas. Poesía y teatro cobran entonces fines
básicamente doctrinarios.
Los sacerdotes españoles comienzan a integrar, sobre todo en los hayllis, es decir,
en los himnos de alabanzas, las figuras cristianas de la Virgen María y Jesús y las
colocan al lado de las de los incas. Tanto en el Devocionario híbrido lírico de Fidel
Domingo Pinelo (1898), como en La literatura quechua del Perú de José María
Arguedas (1948) se encuentran testimonios de esta poesía. Para el siglo XVI sa-
cerdotes mestizos traducen cantos castellanos al quechua y no será hasta el siglo
XVIII que se compongan poemas sagrados en quechua.
También se escriben autos sacramentales con elementos indígenas e incluso en
verso quechua, aunque se conservan pocos títulos: El Hijo Pródigo, El Usca Páu-
car, El Pobre Más Rico.
El relato, aunque no utilizado directamente como elemento de expansión de ideas
religiosas cristianas, sufre el mestizaje. Las leyendas incas se mezclan con supers-
ticiones cristianas y de esta manera se fue conservando en la memoria de la masa
indígena, pues, nadie hasta el presente siglo se había dedicado a recogerlos. Han
sido básicamente el Padre Jorge A. Lira y José María Arguedas quienes han lle-
vado a cabo esta tarea de recopilación y transcripción. Como testimonio de esta
labor tenemos el libro Canciones y cuentos del pueblo quechua realizado por am-
bos.
El último período, el republicano o moderno se caracteriza porque ya el quechua
no es visto como un instrumento de dominación sino como algo despreciable que
había que eliminar. En 1780, a raíz de la sublevación de Tupac Amaru, se declara
al quechua proscrito e incluso se prohibe la lectura de los Comentarios Reales del
Inca Garcilaso. La literatura quechua entra, por consiguiente, en un período de
oscurecimiento. Se entierra en el olvido, hasta el punto de que a comienzos de si-
glo, “la brillante generación arielista no sólo desdeñaba sino ignoraba la cultura
indígena del Perú” (W. Delgado: Historia de la literatura republicana. 2ª ed. Lima:
Ediciones Rikchay Perú, 1984: 21). No obstante, desde el siglo XIX, diversos inves-
tigadores han procurado su rescate.
4
Asimismo, hubo escritores, desde el siglo XIX que se dedicaron a escribir tanto
poesía como en teatro en quechua, tanto en Bolivia como en Perú. El relato, no
obstante, siempre ha permanecido más cercano al pueblo indígena y no ha sido
cultivado por escritores. Arguedas, ya antes citado, así como otros se han dedica-
do, no obstante a recopilar estas narraciones.
[D.E.L.A.L.]
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
Arias Larreta, Abraham: Literaturas aborígenes de América: azteca, incaica, ma-
ya-quiché. Buenos Aires: Ed. Indoamérica, 1968.
Basadre, Jorge: “En torno a la literatura quechua”. Sphinx (Lima), 4-5 (1939): 7-
37.
Baudot, Georges: Les lettres précolombiennes. Préface de Jacques Soustelle. Tou-
louse: Edouard Privat, 1976 [Las letras precolombinas. México: Siglo XXI, 1979].
Bendezú, Edmundo: La otra literatura peruana. México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1986.
Burga, Napoléon: La literatura en el Perú de los Incas. Lima: Librería e Imprenta
Gil, 1940.
Cáceres Romero, Adolfo: “Literatura Quechua”. Nueva historia de la literatura
boliviana. I. Literaturas aborígenes. La Paz: Editorial Los Amigos del Libro, 1987:
38-112.
Carrillo, Francisco: Enciclopedia Histórica de la Literatura Peruana. I. Literatura
quechua clásica. Lima: Ed. Horizonte, 1986.
Farfán, J. M. B.: “Cantos quechuas”. En: Antología de los cronistas coloniales, via-
jeros, científicos y escritores peruanos. Lima: Librería y Ed. El Ayllu, 1945: 178-
184.
Lara, Jesús: La literatura de los quechuas. (Ensayo y antología). 2ª ed. (corregida).
La Paz: Librería Ed. Juventud, 1969.
Lara, Jesús: La cultura de los incas. La Paz/Cochabamba: Ed. Los Amigos del Li-
bro, 1967. 2 vols.
5
Lienhard, Martin (ed.): “Aproximaciones a las prácticas textuales quechuas”. Re-
vista de Crítica Literaria Latinoamericana (Lima), XIX, 37 (1993): 3-301.
Literatura quechua. Compilación, prólogo, traducciones, notas y cronología de
Edmundo Bendezú Aybar. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980.
Métraux, Alfred: Los Incas. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.
Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Selección y notas de José María Arguedas y
Francisco Izquierdo Ríos. 2ª ed. Lima: Casa de la Cultura del Perú, 1970.
Florián, Mario: La épica inkaika. Lima: Editora y Distribuidora Lima, 1980.
Osuna, Rafael: Introducción a la lírica prehispánica: Quechua y Náhuatl. 2ª ed.
Caracas: Librería Ed. Salesiana, 1972.
Poesía quechua. Traducción y notas de Sebastián Salazar Bondy. Buenos Aires y
Montevideo: Galerna y Arca, 1968.
Poesía y prosa quechua. Prólogo de José María Arguedas. Selección de Francisco
Carrillo. 2ª ed. Lima: Ediciones de la Biblioteca Universitaria, 1968.
Poesía quechua. Selección y presentación de José María Arguedas. Buenos Aires:
Ed. Universitaria de Buenos Aires, 1965.
Poesía quechua. Prólogo, selección y notas de Mario Razzeto. La Habana: Casa de
las Américas, 1972.
Porras Barrenechea, Raúl: Mito, tradición e historia del Perú. Lima: Imprenta
Santa María, 1951.
Rivet, Paul y Georges de Créqui-Montfort: Bibliographie des langues Aymará et
Kichua. París: Université de Paris, 1951-1956. 4 Vols.
Urbano, Henrique: Wiracocha y Ayar. Héroes y funciones de las sociedades andi-
nas. Cuzco: Centro de Estudios Rurales Andinos Bartolomé de las Casas, 1981.
Vidal Martínez, Leopoldo: Poesía de los incas. Lima: Empresa Editora Amauta,
1947.
[D.E.L.A.L.]
Top Related