ZACARÍAS MOUTOUKIAS. Contrabando y Control Colonial en El Siglo XVII

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    to burocrtico militar creado por la corona. Esto ltimo me abrenuevas perspectivas de investigacin.El cuadro que presentar se parece mucho al magistral panoramade la economla del Rlo de la Plata hacia 1800t razado por HalperlnDonghi. De hecho, entre 1640Y 1685culmina un reacomodamiento dela,economla de este suburbio colonial, que adquiere los principalesrasgos destinados a durar ms de un .siglo. Este sistema, que sebas~-ba en la exportacin de metales precrosos, habrla de comenzar su en-sis y transformacin durante los primeros veinte anos del siglo XIX,marcada por la prdida del control de la economla minera, en unextremo y, en el otro, por un nuevo equilibrio, alcanzado hacia 1840,apoyado en el predominio de la exportacin de prod~ctos del litoral.La reciente reedicin del libro de Kossok sobre el vir reinato del Rlode la Plata para su venta al gran pblico nos recuerda que an persis-te una visin oficial, para la cual la historia argent ina comienza conla ereccin de Buenos Aires en capital de la nueva unidad administra-t iva. El presente l ibro sirve tambin para mostrar que dicha reorgani-zacln administrativa, se apoyaba en realidades econmicas vigentesun siglo atrs: el eje organizador Potosi-Buenos Aires. En 1776/8huboms continuidad que cambio, por muy importantes que hayan sido losefectos de las Reformas Borbnicas.

    El espacio los hombres

    Enlas pginas que siguen nos ocuparemos de una parte de la his-t?ria e?onmi?a de B~~nos Aires, cuya comprensin resulta irnpo-sib le SI nos circunscrlblrnos a la ciudad, mejor dicho, a lo que enaquel entonces no era ms que una mlsera aldea. El modo como seest ructur esta relacin se explicar en el capitulo siguiente. Reten-gamos por el momento la necesidad de no perder de vista los vinculasentre el puerto y el interior, es decir, la existencia de una ruta Potos-Buenos Aires. IUn aspecto de ~ichos vinculas eran las rutas, respecto de lascuales se ha repetido que durante el periodo colonial apenas eranhuellas dejadas a su paso por las t ropas de carretas y recuas de mu-las. En realidad, al igual que en la navegacin, el camino estaba en elque viajaba, en su aptitud para establecer el equilibrio ms eficazentre una variedad de elementos: pendientes, resistencia de los ani-males, pasos y rumbos adecuados, periodos de calor extremo o creci-d~s, etc., lo gue implicaba detentar un saber que permitla a los ini-ciados t ransformar en ruta una bella quebrada, el fondo de un vallecon ~Iima tropical serrano o la reiterativa llanura. Saber, hombres ymedos de transporte constitulan, entonces, la tecnoloqa mestiza~ue aseguraba la circulacin. Hemos creldo necesario recordar estasIdeas, un tanto .obvias, por dos razones. En primer lugar, para subra-yar una a~sencla: la franja de poblacin que hacia vivir el transporteespera au~a atencin sistemtica de investigadores que permitarepresentarnos, de manera ms o menos acertada, las formas econ-micas y las relaciones socia les que sostenlan laactiv idad deaquelloshombres, .asl como estimar la magni tud del esfuerzo que debla reali-zar la sociedad colonial para mantener la circulacin. Evidentemente,se trata de una tarea que excede los Hmites de este libro pero cuyoasunto no I . 'II e es ajeno. En segundo trmino para destacar que, enaque as d ' ,E 1 ?on rcrones, la geografla imponla su ritmo a la circulacin,, sa u tlm~ circ~nstancia, sumada al hecho deque nuestro tema esincomprenSible SIslo nos detenemos en el Rlo de la Plata nos obli-ga a sobrevolar la geografla y la imagen que algunos obs~rvadorescontempor~eos tenlan del conjunto regional en el que Buenos Aires21

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    estaba Incluido, antes de echar un vistazo sobre la regin bonaerensemisma. Al acercarse al r lo de la Plata, la primera dificultad conslstla enem-bocar el canal de entrada, sobre la costa nor te, para evitar e l bancodel Ingls. SI soplaban vientos fuer tes habla que esperar antes deemprender el trayecto. Bordear dicho banco tomaba de 2 a 3dlas, has-ta llegar frente a la Isla de Flores, cerca de Montevideo, a partir dedonde se podla rumbear hacia la costa sur o seguir junto a la norte pa-ra sortear el banco de OrUz. Este accidente era particularmente pe-l igroso, y varios navlos fueron sus vlctlmas durante el sfglo XVII. 3 Engeneral se tomaba el canal nor te -v la ms cor ta y directa, que pasa-ba frente a las Islas San Gabrlel- y se tardaba de diez a nueve dlasantes de poder anclar frente a Buenos Aires. Para hacerlo, pre-viamente era necesario alejarse de sta unos 35 km corriente arribapues otro banco se extenda paralelamente a la costa hasta la mar~gen derecha de la desembocadura del Riachuelo, en el r lo de la Plata,Impldlendo acercarse a la ciudad, directamente para alcanzar la radasituada frente al Riachuelo. Detal suerte, era preciso navegar por elcanal que corrla entre la or illa y dicho banco. A f ines del siglo XIX lascondiciones de navegacin no hablan cambiado sustancial mente. 5Junto a los bancos, el pr inc ipal pe ligro de esta navegacin -que du-raba de doce a catorce dlas- lo constltulan los vientos que haclancorrer riesgo de encal ladura a los navlos. Lapoca ms favorable erael mes de diciembre, tal como aparece mencionado casi siempre enlos expedientes de Navlos de Registro. Dehecho, las embarcacionesllegaban durante todo el periodo prtmavera-otoo, e incluso en Invier-no, aunque excepcionalmente. -Son bien conocidas las diferencias entre ambas costas del r lo de laPlata. La orilla norte es alta, algo accidentada, con penas, cerros(Montevideo) y la franja deagua Inmediata a lacosta es ms profundaque la opuesta. Una ser ie de Islas pequeas e islotes acompaan laori lla uruguaya: la Isla de los Lobos, Maldonado, Islas de Flores, islaPipa, Islas San Gabrie . Enmedio del r lo emerge la Isla de MarUn Gar-cia. Por el contrario, la ribera bonaerense que se le opone carece deIslas, es baja, Inundable y con grandes playas. Enalgunas partes escenagosa y est invadida por juncos.Numerosas son las fuentes que describen cmo navlos extranjerospodlan aprovechar los accidentes de la costa norte para permanecerenel r lo varios meses, y enalgunos casos ms de un ano. Entre tanto,estableclan comunicacin con Buenos Aires o con navlos espaolespara comerclar.e La isla Maldonado -_ .. que hace una ensenada y

    R u t espacioPara bosquejar rpidamente las caracterlstlcas del espacio quenos ocupa podemos recurrir a una frmula bien conocida: una enormecuenca sedlmentarla flanqueada por dos formaciones orogrflcascompletamente diferentes, cuyo despliegue determina que 10$contrastes de rel ieve ms marcado se encuentren en la direccin es-te-oeste. 1 Al este las suaves elevaciones caracterlstlcas del antiguomacizo de Brasilia. Los grandes rlos de la cuenca del Plata atraviesandicho rel ieve de forma tal que el Paran y el Uruguay acaban por celrla Mesopotamla argentina. Enel centro la desmesurada y montonaplanicie slo es alterada por cambios en la vegetacin. Ms al oeste,la l lanura acaba al pie de las serranlas que marcan el comienzo de unterri tor io cuya culminacin es la cord il lera. Por su par te, las l luviasvan decreciendo en direccin este-oeste, de modo que las~estaclonessecas se marcan conforme se avanza hacia occidente.El rto de la Plata une montes y llanos inter io res con el At lntico.Desde su nacimiento hasta su boca hay 290 km y sus costas seensanchan paulat inamente a medida que se acerca al ocano. S-lo 50 km dista Colonia de Buenos Ares, pero 220 km separan Puntadel Este del cabo San Antonio, puntos extremos deesa boca. Resultaas l un gran embudo cuya par te ms ancha entra en contacto con elAtlntico, por o cual su rgimen no depende de la masa de aguatransportada por el Paran y el Uruguay, sino de las mareas y de losvientos. Las primeras se manifiestan entodo elcurso del r lo de la Pla-ta. Encuanto a los segundos, aqul los muy fuertes del sur arrastranlas aguas de la costa argentina, dejando playas descubiertas. Por elcontrario, los del sudeste, las sudestadas, provocan crecidas. La na-vegacin en el rlo estaba dificultada (anlo est hoy) por la existenciade bancos y barras. Formados por llmoarenoso y aun por arena durapodlan reducir la profundidad a 1 80 m. Los ms Importantes eran eibanco Ortlz y 'el banco del Ingls, asl nombrado ya en I,s fuentes ymapas (vase pgs. 44 y 45) del siglo XVI1.2

    1 La informacin y los datos relativos a clima y geografa se tomaron de: Fe-der ico Daus, Geograffa Argentina, Buenos Aires, 1930; Fisonomia Regional Ar-qentine, Bu en os A ires 195 9; La t ra ns fo rm ac n d el pai saje na tural e n pa isajecul tural antes de la Rev oluc in de Mayo, extracto de los Anales, GAEA, t.X.,Buenos Aires, 1961; P ie rre Den is, L'Amerique du Sud en Geographie Univer-sel/e, publicado bajo la direccin de P. Vidal de la Blache t. XV Pars 1927'Juan C La II R . ' , , ,d : ssa e, eleve ecolog iqu e de la Rpub lique Argentine, separatafI:zBe;'CMe des oeotot. Inst. E.T.H. nO, 47, Zurich, Heft, 1980; Benjamin Nu-nei;o fr;~~s t1096po5grvflcosn la Argentina Colonial (1516-1810), Rro de Ja-, . . .., ,a riOS a utores L 'A . L .que gnrale et reg iona le vol 1 P' menque atme: approche gographl-2 A ' ., arls S/F ..G.I., Mapas y p lanos, Buenos Aires' 30 .:la Plata. Urugu ay y R lo N eg ro. 1683; A.G.i Desynacyon de la Boca del. Ro deDeSCripCin geogrfica del Ro de la PI ,.. ~ap as y p lan os, Buenos Air es 35,a a'. 1692.22

    3 A.G.L, GO~ierno, Charcas 29, Carta del Gobernador, 23-111-1638-1683.41dS doc. cit.; Paul Roussier, Deux mmoires Inedites des Frres Massiacsur uen.os Ayres en 1660 en Journal des Americanistes, Nouve lles Srie, t.XXBV,Paris, ~933; pg s. 2 47 a 2 49 ; Carta del P. Cayetaneo Cattaneo (llegado~. ~e~o~ Ares el 1.9I1V/1730 reproducida parc ialmente en Ramn Carcano,IS sOfla e o~mediOS de comunicacin y transporte en la Repblica Argenti-n : ~_ ~enos Aires, 1893,. t. .1,pgs. 213 a 218_ .H. Burrnelster. Descnpt lon Phys ique de la Republ ique Argentine, t,I, Paris,1876, pg. 285.6 A.G.L, Gob~erno, C~ ~rcas 2 8, Carta del Gobernador, 28-11-1678; A.G.L, Go-bierno, Ch arcas 2 79, Carta del Gobernador , 30-XI-1670.

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    II 7rt n la tierra firme capaz de estar muchos navos en ~ a... - ,pue o cOMontevideo -con la isla Pipa enfrente-, y las stas, San~~~[;fque en realidad constltulan un grupo de pequeos Is lotesf ante a los cuales se fund la Colonia del Sacramento- eran losr~nclPales refugios. Desde estos ltimos era ms fc il Ir y venl,~a~uenos Aires en barcas , o con la misma nave, como fue el caso de ElNaranjo , en 1663.8 Tales refugios perrnlt lan efectuar reparaciones ycalafatear. Asilo hizo -entre otros- el capitn holands Alders Gra-ft en 1661 9 Adems se podla refrescar una carga de esclavos,~I~ntras en t lerra f irme se p~la cazar g~nado cimarrn. 10 La orlllaopuesta presenta, desde el Riachuelo hacia el norte, una barranca de10 a 15 m de altura que cae brusca o suavemente, hacia la playa.Otros dos cursos de agua navegables en lanchas y barcazas vuelcansus aguas en el Plata a unos 30-35 km al norte de Buenos Aires : sonlos r los Lujn y suafluente elde las Conchas. Hacia elsur, encambio,desaparece la barranca Yslo muy pequeos arroyos desembocan enel r lo do la Plata. La I Inea de la costa hasta la Ensenada de Barragn'-actualmente desaparecida- est quebrada por tres puntos: las deOullmes, Colorada Y Lara. En algunos sit ios, un bosque r ibereo decelbos y talas acompaaba la costa. Cur iosamente, entre Oul lmes yla proximidad de la Ensenada adqulrla la espesura y var iedad de unaselva subtroplcal.Ahora bien, son Innumerables las referencias a las dificul tades pa-ra controlar el contrabando debido a la amplitud de esta costa. Fra-ses como la siguiente aparecen repetidas hasta el cansancio: ...porser tan abierto este r lo que de ninguna manera se les puede Impedir laentrada ...''. 11 En efecto, de traicionera chatura y monotonla, el con-junto formado por la orilla derecha del rlo de la Plta y las r iberas desus arroyos y afluentes encerraba mltip les accidentes y r incones. Enellos se Instalaban chacras y estancias a las cuales se pcdta llegar enpequeas embarcaciones. Algunos propietarios las transformaron enverdaderos embarcaderos para el contrabando. 12Asl, en 1660el capi-tn del navlo holands La Esperanza , anclado en las Islas SanGabrlel, se acerc a la estancia del capitn Diego Gaette, situada a 20lecuas al sur de la ciudad de Buenos Aires, en el pago de ia Magdale-na, para comerciar y hacer carne y cueros.ta El mismo ano, el capitn

    del navlo portugus San Juan Bautista ech a t ierra 40a 50escla-vos en la costas de Ensenada, en las proximidades de la estancia deMartln Barragn. 14 Anos ms tarde el gObernador Andrs de Roblesestablecer la all l una guardia armada. 15 El mismo orden, en 1678,que se Inspeccionasen las costas de los r los LuJn y las Conchas, ylas del Plata hasta el Paran, revisando ranchos, chacras y estanciasde lazona, pues se tenia noticias de que all l se efectuaban desembar-cos de rnercanclas traldas de navlos extranjeros. En realidad, habla unIr y venir .constante entre estos ltimos anclados en la otra ori lla delr lo -especialmente en las Islas San Gabrlel - y aquel los parajes pr-ximos a la ciudad. EsInteresante notar que el Informante -un caboque condujo un plquete- descrlbla Infinidad de lugares situados avarios k ilmetros de la costa del rlo de la Plata a los que se accedlaen canoa y donde terminaban distintas propiedades rurales. Con suembarcacin remont los rlos LuJny de las Conchas. Alcanz la for-macin de ste por laconfluencia de los arroyos de laChoza y del Du-razno -donde se encontraba una estancia del oblspo- y remontotras corrientes aun ms pequeas, 16Posibil idades de refugio y aprovisionamiento para navlos de hasta500 a 600 toneladas en la margen Izquierda del rlo de la Plata y en laorilla opuesta, Infinidad de entradas y escondljos para embarca-ciones pequeas -adems depuertos depeor cal idad para las mayo-res-, permltlan la articulacin de ambas costas. A mediados delsiglo XVII ya era un hecho histrico apoyado en cierta geograf la. Des-pus detodo, cuando en 1680los portugueses fundaron la Colonia delSacramento, frente a las Islas San Gabrlel, trataron de monopolizar lafuncin que stas venlan desempenando desde hacIa varias dcadas.En Amsterdam, las islas eran bien conocidas por algunos comer-clantes.17Buenos Arres fue fundada al borde de la pampa ondulada, fragmentode la llanura pampeana. Dicha regin se asoma al eje Paran-Plataentre los rlos Cercaran y Riachuelo y se extiende tierra adentro hastala denominada pampa deprl ' llda, surcada por el Salado del Sur. Sedi-f~rencla de sta por sus suaves ondulaciones que determinan la direc-cin de los r los que la atraviesan, asl como la mejor cal idad de los de-sages en comparacin con la inundable pampa deprimida. Por lo me-nos hasta mediados del sig lo XIX los via jeros que se dir ig lan a Chi le oal Alto Peratravesaron la pampa ondulada en las mismas condicionesen que lo hicieron Accaret te y Alonso Cari de la Bandera (Concolor-corvo) en 1658 y 1772, respectivamente. 18 Estas condiciones hacan

    7 A.G.I., Charc ls 279, doc. cit.a A.G.I., Escr lban la de Cmara 876-89 A.G.I., Escr banla' de Cmara' 87~.B10Paul Housaler, op. cit., Inedites ... pg. 248, as como el caso del capi tn~Iguel Quaresma en 1664, A.G.I., Escribanla de Cmara 876 BA.G.I., Gobierno, Charcas 279 Cart d 1Gb d ,: 15XI 16'7712 Carta de Antonio bl ' a e o erna or, .. .nocido las estancias' 0 y Chspede Buenos Aires, al rey, informando que ha reco-acras de las c t id d todnecesarias para el sustento dioS as y, const eran o que as sonmolicin de las mismas (para~u~~~~:acln, est lm~ no ser conveniente la dejeras, (SiC),aade que los excesos pOdr:a IntrodUCCinde mercaderlas extran-te del lugar, al dueo que dellnqulere ~7>.evltarsedesterrando perpetuamen326. . XII, 1682, D.R.C.C.R., t pgs. 32513A.G.I., Escribanla deCmara, 876-A Legajo nO1nO 1. 'de pleitos de Buenos Aires,

    14 A.G.I., Escrlbanla deCmara 87&A Legajo nO1de pleitos de Buenos AiresnO 2, pieza 1ra. ,~: A.G.I., Gobierno, Charcas 28, carta del Gobernador 1-XII-1677.A.G.I., Escrlbanla de Cmara, 883-A, Auto del Gobernador 31.VIII1678, fols,~~ y 198, legajo 6 de comisin de Buenos Aires nO 1.18G.A.A.-N.A. lIas 1136,22-1-1660,fol. 61, Testimonio del cap. Wlllen Koets.Vase V. Martln de Moussy, Descr/pt/on geogr,ph/que et stst/Sque de /sConfederat/on Arpent/ne, Parls, t.1 y 111860;t.I II , 1864,t 11,pgs. 541a553: J.P.Duvlols, Introduccin y notas, Relat lon des voyages du Sr. D'Accarette dansla Rlv lere de a'P la tte et de la par terre au Prou,e t des observatlons que'U y a

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    I l ima fuera su primer a liado o adversario. Como se sabe, steque e I~regin prxima a Buenos Aires, templado y con l luvias abun-es, en ue alcanzan un promedio de casi 1000 mm anuales, repartl~ante~b ~rgo del ano pero con Intensidad variable. Esta diferencia sea~:: ta a medida que se avanza hacia e l oeste, hasta verificarse unaverdadera estacin seca, en Invierno, en la franja oriental de Crdoba,donde decrece tambin su monto anual.Las 140150 leguas -segn Accarette y Concolorcorvo- que habla que recorrer para unir Buenos Aires con Crdoba eran la primeraarte de la ruta hacia Per de acuerdo con el camino seguido por~IChOSviajeros, pues no tocaron Santa Fe; Saliendo de Buenos A res,en direccin noroeste, se vadeaban el rlo Lujn y el Arrecifes, evltan-do el arroyo Las Conchas. SIlas crecidas no permltlan vadear I?s rlos,se los atravsaba a nado, usando flotadores (pelotas) construidos encuero para pasajeros Y mercanclas. Obviamente, tropas de ga~ado ycarretas deblan esperar. Hacia mediados del siglo XVII las proxlmlda-des del Arrecifes eran el lt imo paraje habitado, tras el cual habla queemprender una travesla de aproximadamente 45 leguas hasta llegar ala IInea Rlo Tercero-Carcara. HI .. . durante treinta leguas, desdeBuenos Aires hasta el rl Lujn, e Incluso el de Arrecifes, vi pequeasfincas o Chacras cultivadas por espanoles, pero ms all de Arrecife,hasta e l r lo Salad ll lo no hay ninguna ... 20Ciento veinte anos ms tarde, en las Intersecciones del camino conlos rlos Lujn y Arrecifes habla pueblos y el rea habitada se habla ex-tendido. Sin embargo, la mencionada travesla segula siendo el tramoms dif Ic il del camino a Crdoba. ...Las veinticuatro leguas que haydesde este sitio a la Esquina de la Guardia, o paraje nombrado delCarcaran ... no tiene ms habitantes que una multitud de avestruces.Entadaesta travesla no hay agua en t iempo de seca, pero en elde l lu-v ias se hacen unos pozos y lagunillas, a donde bajan a beber los ga-nados cimarrones, y acontece algunas veces que se llevan las ea-ballerlas de los pasajeros ... . 21 .Se alcanzaba el Carcaran en algn punto de una I Inea de aproxi-madamente 60 km de largo que-loa desde Cruz Alta -nombrada porConcolorcorvo- hasta la confluencia del Saladll lo. AIII el Carcarancambiaba su nombre por e l de rlo Tercero. A este l timo se lo borde-aba durante unas 12 o .15 leguas, tras las cuales se separaban los ca-minos; por un lado, la ruta que conducla a Chile; por e l ot ro , e lv iajerose alejaba del rto Tercero, acentuando la direccin norte en busca defalttes, en TIIas X, Bulletln de la Facult de lettres de Strasbourg, nq 8,Estrasburgo 1970; Concolorcorvo, El Lazari llo de ciegos caminantes deBuenos Aires a Llma, Buenos Aires 194619M. de .Moussy, l?P.cit.,pg. 549; c;,ncol~rcorvo, op.cit., pgs. 49 5253 Y56:J.P; DUVIOls,op.ctt., pg. 597; R. Carcano,.op.cit., pgs. 277-282; Pedro de An-gehs, ColeCCinde obras y documentos relativos a la historia antigua y mo-derna del RI~~? la Plata, Buenos Aires, 1836/37, t. 6 Prloqo al Diario del viajeal rlo BermejO ,pgs. VII.20 J.P. ~u~ioIS, op.cit. pg. 597 de aquf en ms, todas las tradcciones deltexto onglnal de Accarette son nuestras.21Concolorcorvo, op.cit. pg. 51.26

    los rlos Segundo y Primero y, ms al l, Crdoba. A partir del en-cuentro con el Carcara el trayecto se hacia ms amable y la provi-sin de agua y alimentos no ofreca ninguna dificultad. A 'mediadosdel s iglo XVII ... Sobre el borde de este rlo se encuentran pequeasfincas, separadas por espacios de unas tres a cuatro leguas, que soncomo casas de campo habi tadas por espaoles, portugueses y nati-vos del pas, quienes all l t ienen a voluntad todas las cosas necesariaspara la vida y quienes son muy humanos y caritativos con 105 pasan-tes; su principal riqueza son 105 caballos, con 105 cuales trafican conla gente del Per... 22Al avanzar bordeando el rlo Tercero se comienza a recorrer la pam-pa elevada que termina unindose suavemente a las laderas orienta-les de las sierras pampeanas ..Entre los bordes oriental y occidentalde las mismas 'se extiende, de nor te a sur, una IInea de val les agra-dables y fciles de atravesar. Dicho sistema contiene una pequea re-gin de clima templado de sierra que precede a la franja de transicinhacia las zonas ridas. Al pie d e la falda oriental se encuentra lac iudad de Crdoba. En la ciudad misma, a 400 m de altura, e l prome-dio de lluvia anual es de aproximadamente 650 mm, con un marcadoperIodo seco entre mediados de Junio y fines de agosto; latemperatu-ra media es de ~4,5 en enero y 10,50 en julio. .La existencia de mano de obra Indlgena y de trabajos de Irrigacinanteriores a la conquista , junto con condiciones ambientales tavo-rabies, posibil itaron el surgimiento, en los alrededores de Crdoba,de una agricultura y una ganaderla ms dlverslflcada que la deBuenos Aires. A ello se aadan ciertas artesanlas, sobre todo tejidos.Los valles cercanos eran particularmente aptos para la crla d.emulas,junto a lade cabras y ovejas. Hacia el sur y sudeste se extendla lacrlade ganado vacuno o se vaqueaba el cimarrn. Por otra parte, ademsde trlgo-y malz, se cultivaba cebada, vid, rboles frutales, hortalizas ylegumbres. En fin, tambin se menciona la produccin artesanal dedulces, un poco de vino, mie l, embut idos y materias tlntreas.23 Encuanto a los tejidos, stos se produclan en el seno de unidades do-msticas, pero tambin existieron centros especial izados, los obra-jes. Asl, Instalados en un ambiente adecuado, la comunidad de espa-noles organiz una economla regional cuyos excedentes de trigo, mu-las, ganado vacuno en pie y tejidos, alimentaron un comercio regular,pero de cambiante Intensidad, durante todo el siglo XVII (vase cap.2)24 51n lugar a dudas, la ciudad de Crdoba y su rea de dominioeran la regin ms Importante de las provincias del Tucumn y del r lode la Plata. En la ciudad misma, segn Accarette, habla alrededor de22J.P. Duviols, op.cu. pg. 598. .23EmHio Coni, AWicultura, ganaderla e Industrias hasta el Virreinato enntstone d.ela Necton Argentina, t. IV, Buenos Aires, 1939-42 id. El Gaucho,B.uenosAires, Sudamericana, 1945 pgs. 28 a 34; Ricardo Levene, Investiga-ciones a~erca.de la historie econmica del Virreinato, t. 1 1 Buenos Aires, LaPlata, Universidad NaCional de la Plata, 1962 pgs. 155.156. .24 Vase Carlos Sempat Assadourlan, Potosi y el crecimiento econmico deCrdoba en los siglos XVI y XVII en Homenaje al Doctor Garzn Maceda,Crdoba, Universidad Nacional de 'Crdoba, 1973.

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    400 sas tantas como en Buenos Aires. 25 En cambio, otras fuentes,n ~~Icuiar dos testimonios de 1671 y 1680 respectivamente, conflr-~a~an su Importancia relat iva. El segundo de los cuales -un Informedel procurador general de la cornpara de Jess- afirmaba que secontaban 1000 vecinos y 700 haciendas. 26. ..Desde alll hasta Santiago del Estero, prximo nucleo de ponractonen la ruta hacia Charcas, habrla unas 115 leguas. Al salir de Crdobael camino costeaba el pie de las sierras durante unos 20 km antes depenetrar en ellas; a l a d erecha quedaba el suave cordn que seextien-de en direccin noreste. Cuando se dejaba la sierra para avanzar ha-cia la planicie se aslstla a un nuevo cambio de paisaje: se entraba alborde ms seco del Chaco ... . Todo este territorio, hasta el cachl,que es donde concluye la jurisdiccin de Crdoba, es de monte muyespeso haciendo a dilatados trechos unas ensenadas donde estnlas haciendas de algunos colonos dispersos ... . 27 Planicie de perfec-ta horlzontalldad salinas -las Salinas Grandes- y rlos que desbor-dan su cauce for~ando baados, terminan de caracterizar la regin,probablemente la ms dificil de atravesar. Durante dicho trayecto Ac-carette slo encontr habitaciones aisladas -probablemente antesde cruzar el Saladll lo- Instaladas al borde de arroyos de agua po-table. En cambio, Concolorccrvc sealaba una travesia desierta deapenas 30 leguas. 28 .Ya antes hemos dicho que las lluvias decrecen en direccin este-oeste. Ahora bien, es Importante recordar quede los 537mm de preci-pi tacin media anual que caen sobre Santiago del Estero, el 90 porciento lo hace entre noviembre y febrero. Lo que determina el rgimende los r los que son impracticables en verano al igual que los de lassierras subandlnas. En sentido inverso, la vegetacin se va haciendoms espesa en direccin noreste. De tal modo que los ros Dulce-Saladl llo y la I Inea del Juramento-Salado -cuya margen Izquierdamarca el comienzo del Gran Chaco en los mapas de Martln de Mouss-y- delimitaban un territorio que podramos definir como Chacoti l . SIbien la expresin resulta un poco forzada, no es menos ciertoque era esta la regin atravesada por la ruta que unla Santiago conSanta Fe, sobre la cual volveremos ms abajo, y encuyo extremo nor-te se Intent fundar una serie de ciudades que tuvieron diversasuerte (Barco, Talavera, Esteco, Santiago del Estero, etc.). .Al lt imo de aquellos poblamlentos, el viajero francs le atribuy300 casas constituidas, pero en las otras fuentes citadas se ponla derel ieve su d~cadencla. El gobernador Angel de Peredo hacia un cat-logo de las dif icultades que padecla Santiago del Estero, como con-secuencia de la pobreza y de las Inundaciones. El padre Altamlrano

    25 J.P. Duvlols, op.clt . pAg. 598.26 Carta del Gobernador de Tucumn 14In fo rme de l padr e D lego A ltaml rano P +1671. en D.A.C.C.E., t.r., pg. 284,Jess de las Provincias del Rlo d rOCurador genera l de la compara deD.R.C:C.R., r.t, pg. 320. e la Plata , con fecha aprox. 1680,27 Concolorcorvo, op.clt . pg. 60.28 J.P. Duvlols, op.clt., pg. 599; ConCOlorcorvo. oP.clt . pg. 68.28w ~~~ ~_L

    estimaba en 100 el nmero de sus vecinos en 1680.29 El cultivo el al-godn y la crla de ganado lanar alimentaron la industria textil de la zo-na, que tambin producla excedentes exportables. Junto a los culti-vos indlgenas no faltaba la difusin de cereales, rboles frutales yhortalizas europeas, comn a todo el Tucumn. 30 Por otra parte, tantoen los alrededores de Santiago, como en los de San Miguel de Tucu-rnn habla bosques de maderas duras, de gran cal idad -cedros yquebrachos-, aptas para la construccin y la fabricacin de carre- -tasoAccarette se dirigi directamente desde Santiago hacia Salta, dis-tante unas 120 leguas. Entre ambas se encontraba Esteco, rancherlode 20 vecinos y moradores -al decir del gobernador Peredo- quede-saparecerla en 1692.31 En cambio, la ruta normal de las carretas seencaminaba a San Miguel de Tucumn, distante unas 40 leguas. 32Accediendo a dicho centro desde Santiago, se entra luego, a travs delas sierras subandinas, al sistema de valles y quebradas que dan pa-so a los altiplanos. 'El terri torio formado por la Puna y el Altiplano boliviano se va en-sanchando conforme se avanza hacia el norte, estrechando la IIneade cordones serranos orientales que lo f lanquean. Estos l timos seextienden en direccin NNE-SSO, en IIneas paralelas. Los rlos que losatraviesan, en busca del Atlntico, tienen su cabecera en el bordeoriental de la Puna y forman profundas quebradas que permiten la cir-culacin. Amplios valles yacen en el mbito de los cordones, cuya 11-nea oriental apenas alcanza los 2000m dealti tud y vadejando abertu-ras o puertas. A travs de el las los rlos ganan las l lanuras, t ras haberrecorrido quebradas y valles, comunicando asllas llanuras orientalescon la Puna. Hay, por ejemplo, una sinuosa pero continua IInea que seinicia con la Puerta de Tucumn (rlo Sall), pasa a la cuenca de Metn(rlo Pasaje),va a la cuenca de Campo Santo y sigue al valle de Lerma,a~oeste, que era la principal entrada hacia las compactas alt iplani-cies del distr ito de Charcas. Cuando los vientos del este alcanzan re-lieves montaosos, la intensidad de las precipitaciones aumenta res-pecto de laque descargan al oeste de la planicie chaquea, Estas l lu-vias caen principalmente sobre las laderas orientales. De tal modoque los valles encierran una variedad de ambientes que Incluyen unafranja selvtica. Asl, esta ruta de acceso a la actual Bolivia goza has-1~ Jujuy, de un clima tropical serrano con un marcado perodo de l lu-vias en primavera-verano, que van de los 1400 mm anuales sobre lafald~ oriental del Aconqulja, a 660 mm y 890 mm en Sal ta y Jujuy res-pectivamente.

    Tres asentamlentos espanoles exist lan en los frti les valles del no-:roeste. San Miguel deTucurnan contaba; segn las fuentes menciona-29 J.~; Duviols,O;),Clt . pg. 599; Carta del gobernador .; doc. oit., pgs. 281-~2, Inf?rme d.el. Padre ... doc. c it., pg. 319.E. cont, op.cit.; R. Levenne, op. cit. pg. 156.31 Carta del gobernador. doc. cit., pg. 282; Manuel Lizondo Bor da, E/ Tu-cumn de los s iglos XVII y XVIII en H.N.A., t.II, Buenos Aires, s/f., pg. 551.32 P. de Angelis, op.oit. pg. VII.

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    das con 150 vecinos espanoles, una parroquia y dos conventos; y susvecinos se elevarlan a unos 200. Como de costumbre, Accarette ~ablade 400 casas construidas pero, al igual que en los casos anteriores ..o queda claro a qu tipo de construcciones se referla. Jujuy, con 100~eclnos, contaba con una parroquia de Indios ms que las anterlor~stal vez con un mximo de 300 casas. De Tucumn a Salta habrla~nas 84 leguas, Yde la segunda_a Jujuy alrededor de 18.33 Eneste tra-mo se pract icaban los dl flcl les cruces de los rlos Pasaje y Perico. Alleer la carta del gobernador Peredo, se t iene la impresin de que losncleos deSalta y Jujuy estaban ms consolidados y controlaban me-jor las regiones a ellas sometidas que San Miguel del Tucumn. 34 Es-tos valles produclan excedentes exportables de trigo, harina, ganadoen pie, vinos, carne salada y ~ebo hacia el Alto Per. 35 Adems, a par-ti r de la segunda mitad del s iglo XVII, en los valles de Salta tuvieronlugar las conocidas ferias de mulas, sobre las cuales hablaremosluego.Algo ms de 120 leguas separaban Jujuy de PotosI. Poco despusde la primera se entraba en la quebrada de Humahuaca, que terminaen el pueblo del mismo nombre y abre el camino hacia las al tiplan i-c ies bordeadas de sierras. En las Inmediac iones de Humahuaca lacrla de vlcuna permitla la explotacin de su lana, que en algunas oca-oslones llegaba a Buenos Aires. 36Hasta Mojo el camino, cuya altura supera a menudo los 3500 m, erabastante dif icil y desolado, con pocos recursos para el aprovisiona-miento; entre esta lt ima y Toropalca estaba ms poblado. Tramos decuesta, trayectos a travs de al tiplanicies y cruce de cauces a vado,se sucedlan antes de llegar a PotosI. 37Volviendo hacia atrs.Ia ciudad de Santa Fe, por donde pasaba elcomercio proveniente del Paraguay, estaba unida a Crdoba y a San-tiago d~1Estero. Unas 70 leguas de camino que no ofreclan mayoresdif icultades la separaban de la primera. Encambio, para llegar a San-tiago era necesario recorrer alrededor de 150 leguas bordeando por lnorte (hacia el r lo Salado), o por el sur, la laguna y los baados de MarChlqulta-Porongos, hasta empalmar con la ruta Crdoba-Santlago. Suprincipal dif icultad era la falta de agua potable debida a la salobrldadde las misma.s.38 Aunque larga y difcil, la ruta de los Porongos erausada -segun Concolorcorvo- para conducir tropas de mulas deBuenos Aires a Santiago sin pasar por Crdoba. 3933 J.P. Duviols, op.ctt., pgs. 600/601, Informe del Padre ...''. doc. cit., pg. 319;M. de Moussy, op_ cit., t.II, pg. 548.34 Carta ~el Gober' ador ... , doc. ctt., pgs. 282 y 284.35 J.P. DUVIOls, op.cn., pg. 601' ECo' . 601 E C 't 121; C.S. Assadourian, Sobre 'u~ ni, op.cit. p g. .,. oru, oo..CI ., P g.cin y circulacin de mercanclas e~lemento de la econ

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    nSan Luis el camino se dlrlgla hacia el rlo Tunuyn, al que borde-v~~edurante un tramo largo antes de tomar la dlre?cln noroeste para~anar Mendoza. De este modo se recorrlan aproximadamente 265 le-guas sobre terreno llano. ..En su extremo sur los bloques de las sierras pampeanas se levan-tan entre extensas planicies. A partir de aqul, y hasta ~endoza, ~Ialsaje se torna rido y abundan largas traveslas de~lertas y Sin~gua. Enesta latitud el flanco oriental de los Andes tambl~ secarac-teriza por su aridez, adems de la frec~ente acumulacin d.e es-combros que entorpece aun ms el t rnsi to de los pasos cordlt lera-nos. Los principales escollos a vencer.entonces eran las grandes altu-ras que alcanzaba el camino y la necesidad de remontar las.fuertes pen-dientes. Estas se haclan ms escabrosas en el borde occidental de lacordillera. En la actual provincia argentina de S an Juan se encuentran112 pasos, que alcanzan entre 3200 Y 5800 m; en la de Mendoza hayunos 64 que trepan hasta 2400 a 5100 metros. .La regin de Cuyo, que inclul~ Mendoza San Juan y San LUIS,perte-necia a la jurisdiccin del Reino de Chl e. Tem~ranamente s~ de-sarroll el cultivo de la vid, cuya produccin de VinOSy aguardientellegaba al mercado de Buenos Aires con desigual suerte, durante elsiglo XVII. 46 .En general, si se querla l legar directamente a Santiago de Chile sefranqueaba la Cordi llera por el valle de Uspallata, y el Paso de lasCuevas adonde se ent raba haciendo un desvlo hacia el norte. 47 Encambio desde San Juan y por el paso de Los Patos, se llegaba a Val-paraIso: a 128 leguas. Aunque ms largo, este trayecto permi tla laconduccin de ganado, pues era menos rido y escarpado queel ante-rlor.46 Elviaje desde Buenos Aires hasta Mendoza llevaba dos meses,mient ras que el cruce hasta Santiago unos ocho dlas. 49Finalmente queremos mencionar dos ciudades que, no obstante es-tar fuera de las rutas principales, tuvieron algunos contactos comer-ciales con Buenos Aires: se trata de Catamarca y, sobre todo, LaRioja. Esta ltima, con una centena de vecinos espaoles en 1671 yuna abundante mano de obra indlgena, producla vino, pasas y aceite.Encuanto a Catamarca, el nmero de sus vecinos, segn testimonios,rondaba los 150 y posela las mismas facil idades en mano deobra; all lse cultivaba algodn, t rigo y tambin la vid. 50Hasta aqul hemos visto cmo diferentes ciudades podlan estable-cer comunicaciones entre si, las que durante el siglo XVII fueron regu-46 E. Coni, op. cit., p~g. 128; C.S. Assadourian, Sobre un elemento __ op.cit.,pgs: 146 y 148, Jos~ Anlbal Verdaguer, La Regin de Cuyo hasta lacreacindel Virreynato del Rlo de la Plata, en H.NA, Buenos Aires, 1939,1.111, cap. IX.47 M. de Moussy, op.cn., 1.1,pg. 19848 Id., t.l, pgs. 202-203. .49 Jos A. Verdaguer, op.cn.50Informe del Padre__ . doc. cit., pgs. 319-320' Carta del Gobernador __doc. cit., pgs. 284-285, vase tambin' . 'I to.. op.cit. pg. 148' E c C.S. Assadoutian, Sobre une emen -- -' ' . onl, OP.Clt . R L 1 . . . .,t g 155 quien hace referen . ..,. evene, nvasttqacron. __,Op.CI ,p. , era a la Importancia del tejido de algodnen Catamarca.32

    lares. Por vla terrestre las carretas l legaban hasta Tucumn y Mendo-za, siendo reemplazadas luego por mulas. Tambin era posible condu-:cir ganado hasta PotosI. Por v l fluvial se llegaba a Santa Fe, Corrien-tes y Asuncin del Paraguay. Ahora bien, es Imposible Imaginar unaevaluacin del esfuerzo Invertido por la sociedad para mantener dichacirculacin, que seguramente absorbla una parte nada desdenable dela fuerza detrabajo. Si a pesar de ello perslstl en condiciones simila-res durante ms de dos siglos quiz se deba a que, para la llte blan-ca que de una u otra manera explotaba aquella fuerza de trabajo, elcosto de oportunidad de utl llzarla enel transporte era bien prximo acero.Huelga insistir sobre los obstculos de las rutas: las l luvias no fal-taban durante todo el ano a la salida de Buenos Aires y unchaparrnconvertla la tierra en barro; desde el rlo Cuarto hasta San Luis y deSan Luis a Mendoza, la provisin de agua y alimento para animalesplanteaba serios problemas; lo mismo ocurrla entre Humahuaca yMojo, y, para el agua, entre Santa Fe y Santiago del Estero; tambinsecorri el r iesgo de suf rir ataques de Indios. Pero por encima del ca-tlogo de dificultades, lo importante es que las rutas vivieron hasta elsiglo XIX, ensamblando un vasto espacio econmico. Istmosterrestres que a un precio muy elevado -usamos dos Imgenes deHalperin Donghl- mantenlan vinculadas, entre si y con el Alto Per,diminutas unidades. .Estas unidades eran economlas regionales surgidas de la combina-cin de los recursos locales encont rados por los espanoles, con loselementos de la economla europea difundidos por la conquista. FOr-maban reas sin continuidad ent re si en cuyos cent ros se encont ra-ban agrupamlentos urbanos, que en realidad no pasaban deser polvo-rientos pueblos con algunos miles de habitantes, los mayores, y ape-nas algunas centenas, los menores. Segn ya senalamos, parte de loque ellas produclan se comercial izaba: mulas, ganado vacuno, teji-dos y tr igo de Crdoba; tejidos de Santiago del Estero; ganado, trigo,cecinas, sebo y vino de los valles de Salta; aceite, pasas, y tam-bin vino de La Rloja; te jidos de algodn de Catamarca; carretas deSan Miguel de Tucumn, etc. A estos productos ya nombrados, debe-mos agregar los que provenlan del Paraguay; yerba mate, tej idos dealgodn, azcar, cera y en un pr imer momento vinos. La lis ta de artl-culos no es exhaustiva. Por lo dems, algunos de ellos apenas alcan-zaban mercados locales. Pero, gracias a dichos excedentes, seestructur y funcion la ruta Potosi-Buenos Aires, como veremos enel capitulo siguiente.Medio de tr n porte c rret mul

    A~arentement~ la circulacin'de carretas habr la comenzado a finesdel SigloXVI1.51Sin ~mbargo, la nica de,scripcin con que de ellas con-tamos data dedos Siglos ms tarde. Seguramente las diferencias erande detalle. Set rataba de una caja hecha de madera o una estructura51 R. CAreano,op.cit., pgs. 74 a 81.

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    del mismo material cubierta por unentretej ido y apoyada sobre unejefijo. Altos arcos de madera flexible, que permiUan cubrirla con cueros,unfan los flancos, siempre segn la misma descripcin de Concolor-corvo. Estaban construidas exclusivamente de madera -quebracho,lapacho, lance las deTucumn- y cuero, s in n inguna piezade meta l.Las carretas ms amplias, que cubran la ruta a Mendoza, cargabanhasta 178 arrobas, en cambio, slo 150 las que seempleaban enel Tu-cumn. Agrupadas en convoyes podtan recorrer un mximo de 7 le-guas diarias que se reducfan a un promedio de 5 cuando habfa crucesfrecuentes de rtos. Aparentemente, un solo pen era capaz de condu-cirlas. Lgicamente el convoy estaba bajo las rdenes de un capataz;e inclufa animales de recambio y alguna tropi lla decaballos. 52 Haciael segundo cuarto del siglo XIX, la vida ti l de una carreta se calcula-ba en dos aos, o sea, dos viajes redondos. 53 Esto da una idea de laimportancia de la industria carretera y del costo de aquel los viajes.Poco sabemos acerca de los fletadores. Concolorcorvo distinguedos tipos: propietarios rurales que usaban sus propias carretas paraenviar sus productos a Buenos Aires, f letando el espacio que lesquedaba sin ocupar, en particular durante el retorno; pequeos fleta-dores, cuya debilidad econmica repercuUa sobre la calidad del serv-CiO.54 No obstante ser descripc iones de lo ms genera les, no pode-mos dejar de preguntarnos hasta dnde es posible proyectaras a lossiglos anteriores, como suele hacerse recopiando siempre la fuentecitada. Los e jemplos que tenemos como respuesta no son del todosat is factor ios: en e l act ivo de compatas comerciales formadas enCrdoba a fines del siglo XVI habfa cierto nmero de carretas aporta-das por asociados encomenderos o dueos de mercedes de tierras.Ms tarde -a fines de la primera mitad del siglo XVII- un ricocontrabandista de Buenos Aires; Juan de Vergara, haca constar ensu testamento la existencia de carretas, maderas para construir lasesclavos carpinteros, esclavos carreteros y bueyes carreteros, entr~los bienes de una de sus numerosas propiedades rurales. 55 Para lasegunda mitad de la misma centuria, las cifras de Eduardo Saguier re-velarf.an la ex is tencia, en Buenos Aires, de un grupo de grandes co-merclantes-fletadores que controlaban ms del 50 por ciento del trfi-co de vehlculos salidos de la ciudad (vase cp. VII, nota 30). Pro-bablemente .el~aso de Vergara sea un ejemplo de estos ltimos, que asu vez coexlstlrfan con pequeos y medianos comerciantes-fletado-res.le,:~ ~~~~s;;~~i'Oapartir de Jujuy ~~cia Pery de Mendoza hacia Chi-articulo de Estel ~etransporte uti lizable eran las mulas. Gracias a unde mulas en dire~ .~edo conocemos ciertas modal idades del trficoCI n al Alto Per que constituyen un aspecto de la52 Concolorcorvo, op cit pgs 74. ... . a 8153 P. de Angells, op.ctt, pgs. VII-VIII .54 Concolorcorvo, op.ctt. pgs. 79-7855 Testamento de Don Juan de Ver aseor de vidas y hacienda en el Bue~O~aAa1-X-1650, en Ral Molina, Vergarademia Nacional de Historie, vals. XXIV_X~~s del S.XVII, en Boletin de laAca-95. 115. ' Buenos Aires, 1950-51, pgs. 93,34

    vida de la ruta Potosf-Buenos Aires. 56 Producidas en diferentes re-giones, su conduccin exigfa puntos de invernada donde engordabany, en algunos casos, eran castradas y atusadas. En los val les deCr-doba y Salta exist an d ichos campos. A part ir de mediados del s igloXVII comenzaron a cobrar particular importancia los segundos -cu-yos dueos solfan ser encomenderos-, hasta adquirir las caracterls-ticas de una feria donde acudan mercaderes del Alto Per. Enesta re-gin los tratos tenfan las siguientes caracterfsticas: el dueo, repre-sentado o personalmente, entregaba la tropa durante un ao al inver-nadar, a l que se le pagaba en pla ta, ropa de la t ier ra y/o ropa de Cas-t il la , por guardar las mulas durante uno o dos aos, Algunos inverna-dores eran tambin fletadores, pero muchos se dedicaban exclusiva-mente a la conduccin de recuas; y ambos pertenecfan a los gruposdominantes. A estos fletadores se confiaban las tropas para condu-cir las a destino preciso, adonde se les pagaba del mismo modo queal invernador. Para hacerla contaban con personal subalterno, forma-do por un grupo de peones, indios y mestizos, al mando de un mayor-domo o capataz. Engeneral, el fletro no viajaba. Noserfa de extraarque la conduccin de ganado vacuno se hiciese en similares condi -ciones.B u e n o s Aires: h o m b r e s p ro d u c to s

    Lazona de asentamiento que tenfa por ncleo la ciudad de BuenosAires era una franja de unos pocos kilmetros de ancho, que seexten-dla, desde el Riachuelo hacia el sur, hasta unos 100 km, y hacia el nor-te hasta las prox imidades del Del ta de l Paran. Esto no indica msque los Ifmites mximos entre los cuales se encontraban los estable-cimientos rurales ms lejanos de la poblacin sometida a lajurisdic-cin del Cabildo. Aunque aparentemente la parte ms poblada era lafranja norte, resulta imposible precisar la distribucin de la poblacinasl dispersa, y es probable que la mayor fa de los prop ie tar ios de losestab lecimientos mencionados tuv ieran su res idencia en BuenosAires. Segn los clculos de Besio Moreno, el nmero de habitantesde la zona urbana -es decir, un rea de rad io var iab le cuyo centroeran el Fuer te y el Cabildo- habr fa pasado de algo menos de 3.000 en1650, a unos 7.000 en 1700, a los que se agregaban alrededor de 1000soldados. 57 Quiz sea una estimacin mfnima. _Una serie de testimonios, padrones parciales y evaluaciones con-temp?rne~s permiten establecer comparaciones con los resultadosd~1citado Investigador que confi rman el orden de magni tud de susCifras, asl como nuestra presuncin de que las mismas expresan un

    56 Estela Toledo, ':EI Comerc io de mulas en Salta: 1657-1699 , en Anuar io deInvestigaciones Histricas. nm. 6, Rosario 1962-63; pgs. 173 a 181, ApndiceDocumental, Contratos de invernada de a 1 1 os 1671-1681 contratos de f leta-~ie~tos a 1 1 os .1678-1684, ,692, pgs. 181a 190. ' .

    N lcol~ Besio M~reno, Buenos Ai res, pue rto del Rlo de la Plata, capital dela Arge~tlna. Estudio cri tico de su poblacin Buenos Aires, Talleres Tuduri,1939, pags. 424-425. '

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    l' Entre 1660 Y 1662 el Cabildo levant una Informacin en lam nI:~os tes tigos estimaban en ms de 3.500 el nmero de.espai'\o-~us~entre hombres, mujeres Ynios, presente~ en toda la regin -esdecir campana Yciudad-, s in contar a los miembros del clero regu-lar s S En el documento los informantes se quejaban de los efecto~qU~ poda tener entre la gente de servicio (indios y neg~os) u epi-demia declarada en 1652 y 1653 a la ~ue yas~ habla r~fend? elgober-nador Baygorri en una carta. 59Tambin, segun .elf.unclonano, aqullahabrla afectado principalmente a negros e notos, de los cualeshabrlan muerto unos 1500 o sea, dos tercios del tota l. Seguramenteexager, pues junto a las informaciones de ?arcter general inclu laen su carta pedidos para traf icar esclavos. Sin emba~go, tomar~mosestos datos para intentar evaluar el tota l de la poblacin en laciudady campana de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVII. Si lascifras de Baygorri fueran ciertas corresponderlan a 2.200/2.500 negrose indios en 1651 a los que habrla que agregar 2.300/2.500 blancos pa-ra toda el rea. 60O sea, un total de 4.500-5.000 almas en la ciudad yla campana en 1.650. Aunque ms alto que lo generalmente admit ido,el resultado es veroslmil.Encuanto a las est imaciones de Accarette, el viajero afirmaba quehabla alrededor de 400 casas y que ... no se cuentan ms de cuatro-cientas famil ias en el burgo que representan alrededor de quinientosa seiscientos hombres portando armas, adems de sus esclavos queson por lo menos tres veces tanto .... 61Podrla corresponder a unos3.200/3.800 habitantes dentro del rea urbana en 1658 lo cual no estfuera del orden de magnitudes posibles -3.359 calcul Besio More-no- y nocontradice a las expresadas ms arr iba. Massiac, que estuvoen Buenos Aires en 1661 y 1662 confirm en su informe este panoramaal afirmar que pedan contarse 450 casas, 600 hombres en cond -ciones de combatir, 400 indios domsticos, 300 mestizos y 300esclavos. Para la ciudad y lacampana seala untotal de 6.360 almas,sin indicar su fuente, a pesar de la aparente precisin de la cif ra. 62En cambio, para el ano 1664 el padrn de vecinos regis tra 211nombres correspondientes, segn seafi rma, a unos 900 habitantes. 6358 Informacin hecha porel Cabildo de Buenos Ayres: C.C.B.A., t.lIl, 'pgs. 1a56, estimaciones de poblacin, pgs. 29, 32,40.'59 A.G.I., ChlJrcas29, Carta del Gobernador, 6.111-1653.60 La cifra de 2.30012.500blancos la hemos obtenido aplicando, como tasa dedescrecimiento sobre los 3.500blancos estimados por el Cabildo en 1662, latasa de crecimiento calculada por Besio Moreno para el total de almasdent.rodel radio urbano durante el mismo perodo. Elclculo es sumamentefrgil, entre otras cosas, porque la tasa de Besio Moreno es un promedio decrecimientos diferenciales (indios, negros, mestizos, blancos) y nosotros lousamos sobre un grupo homogneo. Pero dada la pequeezde las cifras, creoemos queel ejercicio esvalido; vase Besio Moreno, op. cit., pgs. 117,384 a388y 423.61 J.P. Duviols, op. cit., pgs. 593y 595. Laversin del texto de Accarelte de lapresente ed.icin, tomada del manuscrito original presenta diferencias res.pecto de ediciones anteriores. '62 P. Roussier, op.cit., pg. 239.63 R.E.B.A.,1860,t.l, pgs. 46a 59.

    Conforme a este clculo, la relacin media vecino/total de personascomprendidas era de 4 25 de stas por cada uno de los prim?ros (laest imacin tradicional para Espana es de 5 individuos por vecino). Esdecir que la l ista de 211 nombres contendrla a los varones adultos so~-teros y a los jefes de fami lia, a los que habrla que agregar esposa, hi-jos y algn pariente agregado. En consecuencia, podrla creerse queaquel grupo de 900 individuos representaba por lo me.nosel tot~1 deblancos instalados en Buenos Aires, lo cual desmenrte las aflrm~-ciones de Accarette y Massiac, que estimaban entre 400 y 450 el nu-mero de hogares para 1658-1662 asl como la existencia de los 3.5~blancos que, segn el Cabildo, poblaban la ciudad y la campana. stnembargo es un error razonar deesta forma. Enprimer lugar, siendo ve-cinos, esto es, ciudadanos de pleno derecho, los includos en la men-cionada lista nominal deblan,en teorla, poseer casa poblada y terre-nos urbanos, lo que no ocurr la con todos los blancos. Por otra parteesta precis in nada permite deducir sobre el nmero de blan?~s pro-pietarios, cabezas o node famil ia, que nogozaban de la c~ndlcln devecinos sobre todo si tenemos en cuenta el importante numero de re-sidente~ permanentes de origen portugus. Adems, si examinamosde cerca lo manifestado sobre si mismos por los declarantes, sus as-cendientes inmediatos y sus esposas en el padrn, en poco ms de lamitad de los casos aparece mencionado algn oficio pblico, t itu loy/o grado militar. Vale decir, pertenecan a los rangos socia les mselevados. Por otra parte, en el ext remo opuesto, para mediados delsiglo XVII ya no se puede ignorar la existenci~ de numeroso~ blanco~pobres, o de gente instalada en la cam~ana sl.ncasa en la.cluda~. FI-nalmente cabria incluso preguntarse SIesa lista no ref leJarla ciertaocupacin del espacio alrededor del Fuerte y del Cabildo, cierta reali-dad ms urbana (de alguna manera hay que l Iamarla) en relacincon otras aglomeraciones prximas. 64Una primera confirmacin de lo dicho sobre eldestasale entre lacon-dicin de blanco propietario y la de vecino la proporciona la siguienteinformacin. Por un lado, parece que en 1674 participaron 351 fami-lias en la provisin, organizada por 'el Cabildo, de cueros a los Na-vos de Registro presentes para aquella fecha, a las que habra quesumar un nmero desconocido de vecinos que reclamaron por habersido excluidos a pesar de su condicin. 65Sin embargo, en un informede 1677 el gobernador estimaba en 250 el nmero de vecinos (ci fraque recuerda a los 211 ya indicados). Del contexto del documento sur-ge la impresin de que el funcionario, al mencionar a esos 250 vecinos,se estaba ref iriendo a los beneficiarios de ciertas act ividades econ-micas y mercant iles, pues el objeto del mismo era descr ib ir e l benfi-co impacto que las l icencias de Navlos de Registro tuvieron sobre laciudad. Entodo caso, a esos vecinos; que construlan casas, el gober-64 Vase el interesante' ar ticulo de Lyman L. Johnson, y Susan Socolow Poblacin y Espacio en el BuenosAiresdel siglo XVIII en Des8rrollo Econ-

    mico, vo1.20,nm. 79, Buenos Aires. octubre-diciembre 1980.pg. 330.65 Memorial del procurador de la ciudad de Buenos Aires, e.e.B.A . t.ltl,pgs. 346a 357.

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    nadar los diferenciaba claramente de los blancos pobres y de los sol-dados que, por su parte, levantaban ranchos. 66En cuanto a la presencia de portugueses, otro padrn, levantado en1643encumplimiento de una Real Cdula con vistas a un eventual de-sarme confiscacin y expulsin, da idea de su importancia. En l seregist;an 108 varones adultos nacidos en Portugal, ms 25 mujerescasadas. La suma total de las personas que integraban sus fami liasera de 370, cifra que inclufa 50 mujeres espa'lolas casadas conaqullos. 67 Dadas las circunstancias por las que se efectu este rele-vamiento, no sera de extraar que una parte de los portugueses resi-dentes en Buenos Aires hubiera buscado y logrado sustraerse al mis-mo. Ahora bien, jams fueron los portugueses expropiados ni expul-sados de Buenos Aires. No obstante, slo 25figuran como vecinos enel registro de 1664, lo cual revela la insuf iciencia de dicho documentopara cualquier general izacin sobre la demograffa, pues las condi-c iones devecino y de blanco -propietar io o pobre, espaol o extran-jero-, agrupan cateqortas de individuos no siempre coincidentes ..Queda claro entonces que, tanto el padrn de 1664,como los veci-nos del gObernador Robles, nos colocan ante un problema de estratifi-cacin social en el interior del grupo tnicamente dominante, cuya di-lucidacin escapa a nuestros propsitos.68 Pero estas considera-ciones nos permiten retener como ms o menos vlidas las men-cionadas cifras del Cabildo, de Accarette y de Massiac, tanto mscuanto que provienen de observadores independientes y no contradi-cen los clculos de Besio Moreno, efectuados sobre la base deotro t i-po de fuentes.Para terminar de exponer evaluaciones demogrficas globaleshechas durante la segunda mitad del siglo XVII por los contemporne-os citaremos nuevamente el informe del padre Altamirano, que afirma-ba, en 1680, que Buenos Aires ...era ciudad. de ms de 500 vecinosespaoles, a que se aaden 900 soldados ... Asimismo indicaba quela misma era la tercera ciudad en importancia dentro del mbito delas gobernaciones del Tucumn, el Paraguay y el Rfo de la Plata, des-pus de Asuncin y Crdoba. 69 Poco ms tarde, hacia 1682, un escri-

    66 A.G.I., Gobierno, Charcas 279, Informe del Gobernador, 15XI-1677. Sobrela aparicin de blancos pobres en la campal\a, vase E. Coni, El gaucho,op.cit., pgs. 45 a 62.67 Manuel Ricardo Trelles, Registro y desarme de Portugueses, en Revistadel Archivo General de Buenos Aires, t. 111,Buenos Aires, 1871, pgs. 142 a 195;R. Lafuente Machain, Los portugueses en Buenos Aires (S.XVII), Madrid, 1931pg. 86.68 Vase Eduardo Saguier, Gestacin de una sociedad de clases enel seno deuna estructura compuesta por una economla de entreport, una sociedad este-mental, y una poblacin muttirectst. El caso de Buenos Aires bajo el dominioespeot, Buenos Aires, Insti tu to Emilio Ravignani, Facultad de Fi losofla yLetras de la Universidad de Buenos Aires, 1985, mimeo, con cuyas hiptesis,conclusi.ones y titulo no estamos de acuerdo, pero contiene una importanteOrientacin documental.69 D.R.C., t.I, Informe ... , doc.cit., 1680, pg. 320.38 39

    bano citado por Torre Revello calculaba la poblacin de laciudad y sucampaa en 8.000 habitantes ,blancos, 500 esclavos ntJgros Y 112 fa-milias indfgenas en la reduccin de los Quilmes, a lo que agregaba850 soldados del fuerte. 70Respecto de estos lt imos, algunos datos relativamente precisosnos han permit ido segui r su evolucin: 300 plazas en 1669, 500 en1674,750 en 1677,900 plazas ms 50ofic ia les en 1685; su nmero seestabil iza entre 900 y 1000 durante la l tima dcada del sig lo XVII. 71Esta informacin coincide con la que hemos obtenido sobre el trans-porte de tropas hecho por los Navfos de Registro: 1660, 100 inf~ntes;1669,125 infantes; 1674,330 infantes; 1681, 300 infantes; 1699, Sin da-tos sobre su nmero. 72 Esdiffci l evaluar el grado de integracin realde la t ropa profesional con la poblacin f ija, pero todo hace pensarque nada la obstacul izaba y que la gran mayorfa no retornaba. Enf in,agreguemos que, a las tradicionales quejas sobre la elevada deser-cin, se sumaban las denuncias sobre la partic ipacin de soldados yoficiales en diversas actividades comerciales.Por el contrario, muy frgiles son las estimaciones que poseemossobre la poblacin indfgena. Entre 1672y 1677un padrn registra alre-dedor de 400 indios tributarios (de tasa o encomendados ) siendodif fcil saber a qu total corresponde. Esto debido a que con frecuen-cia su condicin se pareefams a la de unyanacona, o una suerte deservidor- trabajador suelto, que a la de un t ributario con ncleo fami-liar e integrado a una comunidad indfgena que nunca existi enBuenos Aires. Adems el significado de trminos, como indio de ta-sa, encomendados,.yanaconas, era muy incierto en el Rfo de laPlata, razn por lacual deben usarse con prudencia. Entodo caso, dela cifra antes mencionada slo puede suponerse un total de 2.000 al-mas. Se trataba de aborfgenes provenientes de otras regiones, comoel caso de los deportados desde los valles Calchaqufes. 73 De estosltimos, el pueblo o reduccin de Santa Cruz de los Quilmes era laagrupacin ms importante y contaba con no ms de 500 almas (120indios tributarios) en 1674.74Ms dif fcil an es conocer el t ipo de rela-ciones que se entablaron con las tr ibus nmadas del sur, menciona-das generalmente con el nombre de Pampas. Aparentemente solfanl Iegr hasta la zona urbana y t rabajar en establecimientos blancos,pero -aunque no faltaron intentos- nunca se cons igu agruparlosen reducciones permanentes. 75 Lo que podemos asegurar es que nos70 Jos Torre Revello, La sociedad colonial, Buenos Aires, 1970, pg. 170.71 A.G.I., Gobiernos, Charcas 279, doc. cit., 15XI-1677; Carta del Gobernador,14-3-1680; Carta del Gobernador, 23-XI-1686; A.G.I, Indiferente General 2836,Carta de los oficiales Reales, 22V-1685; A.G.I., Indiferente General 2797;Informe del Gobernador, 14-XI-1699; C.C.B.A., t.1I1, pg. 473.72 Vase capitulo 111,cuadro 2.73 ~.E.B.A.,. 1866: t:l , pgs. 125 a 132; Jos Torre Revello, op.cit., pgs. 57 a 60,Emilio Ravlgnanl, 'La poblacto-, i ndlgena de las Regiones del Ro de la Plata YTucumn en la segunda mi tad del siglo XVII; en XXVo Congreso InternacIonalde Atnettcenistes La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1932, t. 11,pgs.287 a 305.74 A.G.I., Contadurla 1877, Certif icacin de los oficiales Reales, 20-IX-1674.75 J. Torre Revello, op.ctt. pgs. 60-61.

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    encontramos en presencia de una poblacin indlgena poco numero-sa si lacomparamos con otras regiones del Paraguayo del Tucumn,y, ~on toda probabilidad, fuertemente aculturada.Esentonces evidente que el aporte externo tuvo ungran peso en elcrecimiento y reproduccin de la sociedad portea durante todo elsig lo XVII , tanto en lo que concierne a las l ites y a los blancos en ge-neral, como a los distintos grupos tnica y socialmente subordina-dos. Encuanto a los primeros, nuevamente el Padrn de 1664informaque de los 211 vecinos, 104 hablan nacido en Buenos Aires, 42en Es-pana, 25en Portugal, 2 en Irlanda, 1en Amberes y 1en Viena. Ademshabla 36 naturales de di ferentes ciudades del Tucumn y del Para., guay, asl como de Sant iago de Chi le, Potosi, L ima y Qui to, lo que es-tarla revelando, bien una atraccin que Buenos Aires podr la haberejercido sobre regiones menos prsperas, o -ms probablemente enesta poca- la regular idad de los vlnculos comercia les con dichasregiones. En escalones ms bajos se encont raban los soldados queconstantemente l legaban a estas costas, junto a los que podemosmencionar, como dato curioso, el transporte, en 1699, de famil ias deagricultores efectuado por los Navlos de Registro desde las Islas Ca-narias y cuyo nmero desconocemos.Es bien conocido desde hace t iempo el mencionado fenmeno dela activa presencia en Buenos Aires de personas legalmente extranje-ras, esto es. provenientes de cualquier parte que no fuera Casti lla eHispanoamrica, se tratara o no de dominios espaoles, Accaret tesealaba que franceses, holandeses y genoveses residlan en BuenosAires hacindose pasar por espaoles, y en el capitulo IV veremoshasta qu punto es importante esa informacin. 76 Por otra parte esinteresante volver sobre el caso de los portugueses. Declamos que en1643habla por lo menos 108 varones adultos y 25 mujeres casadas.Las familias de los mismos sumaban -repetimos- 370 personas,entre las cuales deblan contarse 50espaolas casadas. O sea que ca-si la mitad del tota l de varones y dos tercios de los varones casadoscontrajeron matrimonio en Buenos Aires y fuera de su colectividad, loque pone de manif iesto una rpida y 'fcil astrnuactn de este grupode inmigrantes. Para fechas ms recientes disponemos de una listade 250 portugueses elaborada por Lafuente Machain, sobre labase dedocumentos de todo el siglo XVII , pero es imposible ut il izar la paraotras conclusiones, pues, en la mayorla de los casos, no disponemosde la fecha de nacimiento y/o l legada a Buenos Aires, como tampocola de los documentos por l uti lizados. A principios del siglo XVIII , en1705,otro r~levami~nto sumamente defectuoso, hecho por el Gober-n~~or tambl~ con fines vagamente militares, cpnsigna apenas 25fa-mlll~s cuyos lefes eran portugueses. 77 Cualquiera sea el valor de es-t~s ult imas cif ras, en .general los relatos de la poca y los ejemplosalsladc;>sque Iremos viendo confirman la idea de una rpida y fcil in-tegracin. de los portugueses, incluso en los segmentos ms elevadosde la sociedad.76 J.P. Duviols, op.cit., pg. 596.77 R. Lafuente Machain, op.cit. P,gs. 113-174;A.G.I., Gobierno, Charcas 211,Cartas y autos del Gobernador, 29-VIII, 1705.4

    Respecto de la gente de servic io, sequrarnente a los indlqenasdeportados se sumaban los trados desde las misiones para trabajospblicos, la mayor parte de los cuales, muy probablemente, acaba~anpor permanecer. 78 Adems, el trfico de esclavos por Buenos Airesse desarroll a lo largo de todo el siglo XVII y, si ben la rnayorla deellos segura rumbo hacia el interior y el Alto Per, Buenos Aires guar-daba un nmero nada desdenable.A fin deconclui r y dar le ms claridad a nuestro relato, hemos agru-pado la pr incipal informacin general en el siguiente cuadro. En lagrupamos las estimaciones contemporneas, las muestras hechas apartir de aqullos y los clculos de Besio Moreno, que van en la prime-ra columna de la izquierda.Cuadro 1. Estimaciones contemporneas y clculo de Besio Moreno

    Fecha Cdad.Besio Otros Ciudad y Otros datos So/dados. tAoreno Campaa1650 2.800 5.000 1652-53: epidemia;total almas total almas 1.500 muertos entreindios y esclavos. 2/,del totalr1658 3.360 3.800 400 familias; 500/600total almas total almas hombres portanarmas 1.500/2.000esclavos (ciudad)1662 3.700 4.000 6.360 450 casas, 600total almas total almas total almas hombres combaten,3.500 300 indios, 300total blancos mestizos, 300 negros1664 3.900 211 vecinostotal almas1669 4.200 300total almas --1674 4.600 500total almas1677 4.800 250 vecinos 400 indios de tasa 750total almas (= a total de 2.000)1680 5.100 900total almas 500 vecinos1682 5.300 ~.OO O 500esclavos negros; 850total almas otal blancos 112 famil ias enreduccin. Quilmes1685 5.550 900total almas1700 7.000 1.000total almas

    Nota: los cmput os de Besto Moreno no incluyen al p er so nal militar. Sus cifras est.n r edondeadas.

    78 J. Torre Revello, op.cit., pg. 50, C.D.H.S.A., t.II, pg. 505.41

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    Un rpido examen del mismo nos muestra que las diferentes esti-maciones dan resultados bastantes homogneos confirmando, comodeclamos arr iba, los datos que Besio Moreno consigna para el reaurbana, al menos en su orden de magnitud. Segn este investigador,los aos comprendidos entre 1650 y 1700 corresponderlan a-un pe-r iodo de crecimiento desacelerado respecto del anter ior , de pobla-miento in ic ia l y ms lento que el constatado durante la segunda mi-tad del siglo XVIII. Lento crecimiento y paulatina consolidacin de laplanta urbana -cuya periferia, por lo dems, era bastante ditrcil del i-mi tar- que culminarla en el pequeo ncleo de 12.000 almas de 1744(siempre sin contar a los del Fuerte). 79 Para la poca que nosotros es-tudiamos seguramente haya que sumar algunas centenas a suscifras. Entodo caso, si a estas l timas les agregamos los soldadosacantonados, tendremos una aglomeracin de por lo menos 5.500 al-mas en 1675 y de 8.000 en 1700 a la que, a falta de un sustantivo msapropiado y por la importancia de sus funciones administrat ivas, lla-maremos ciudad. Ensu cspide se encontraba una lite algo mestizay bastante cosmopolita, obviamente los protagonistas de las activida-des comerciales que estudiaremos. Por debajo, una heterognea ba-se: blancos pobres, mestizos, esclavos, indios ... Tambin es o~vioque de su explotacin como fuerza de trabajo, bajo formas tan diver-sas como su abigarrada composicin, nacieron los excedentes conlos que la regin particip de +a ruta Potosi-Buenos Aires.En cuanto a las caracterlsticas y origen de dichos excedentes esbien conocido que el ganado espaol encontr condiciones particu-larmente favorables ~ su desarrollo en la regin litoral dminada porSanta Fe y .Buenos Aires. A tal punto que lleg a constitui r la base desu econorrua. 80 El ganado vacuno no slo se criaba en estancias si-no que existlanadems manadas cimarronas, contra las cuales s~or-ganizaban cacerlas o recogidas para formar tropas - las l lamadasvaquer las del siglo XVII- y cuya importancia en la produccin decue.r0s parece haber sido mayor que la del ganado domstico, hastael SI~lo XVIII. ~ero las estancias produclan tambin muias, al menos apartir de medlado~ de la tercera o cuarta dcada del seiscientos. 81Enc~anto al resto, ? ~ea la agricultura, cierta tradicin bibliogrfi-ca s~stlene que esta ult ima era en Buenos Aires poco importante enrelacin con la ganader la, apenas una actividad suburbana, de-sarroll~da dentro de un radio mximo de 7 leguas. 82 Analizar en de-ta l e ~Icho problema est fuera de nuestro propsito, pero para losoblet lvos del presente trabajo cuenta destacar lo siguiente: en primerlugar, muy poc

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    . .. . Delineacin de la Boca del Ro de la Plata Uruguay y Ro Negro

    /I f . .. . . - . .. {-'tl . . - .. l. 1 r . - _.~- - -. ~~ ......~,.;._-j 7. ~I _ . a; - :-- - -- .. ~ il{:J-. : , : : t r > ~ : 2 : ~ , < ( ~ . y . ~ : . ~ ~~I ~-:~~ .: __,.~:-, J ~'~~,r',~;f,. ',-........ . v ~ _ 1 '- - _ .... tej ('.r'~Io.~>i.}/:(O. ~.::::::::;:::..~ -__ ; - r \ (.p . .~~_~._. - I~'-::=__~::- ~- .~--=-.~:~{~- - -.~;~'.;7.~.~,,~~f-. = ~ : . : 7

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    Fuente: A.G./., Mapas y planos, Buenos Aires 30, 1683.

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