Wim Wenders: el tiempo intemporal · vino, y de la profundidad de este ... enabsoluta soledad,...
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M s e ee.
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Daniel González Dueñas
Wim Wenders:el tiempo intemporal
Através de diversos deseos y abismos,.t'\.un interminable solitario, Travis (HarryDean Stanton). reaparece en un desiertonorteamericano luego decuatroaños de extravfo. Durante ese periodo, su hermanoWalter (Dean Stockwell) y la esposa de éste(Aurore Clement) han adoptado al hijo deTravis, Hunter (Hunter Carson) . Walter desvía a Travis de su camino en línea recta enel desierto, y lo obliga a un difícil reencuentro con Hunter; luego de un tiempo esteniñose desvía a su vezde una cotidianidadlineal y parte con su padre en un viaje cuyameta esencontrar a Jane (Nastassia Kinski),la madre de Hunter y exesposa de Travis,que antaño desapareciera buscándose a símisma. En Houston losexpedicionarios consiguen entreverla y la siguen de lejoshastasu lugar de trabajo, un taciturnopeep show,dislocado foro de las distancias, centro excéntrico donde se combina el voyeurismocon el diván psicoanalítico: el usuario conversa con su hostess a través de un cristaltransparente de un lado y reflectante delotro; aquél en un cubículo oscuro, ésta enuncuarto adjunto muy iluminadoy cuya disposición asume diversas escenografías aelección del cliente: playa, cafetería, alberca... Una vez elegido tal entornoy sin elmenor contacto físico, el usuario puede mirar a su contratada mientras que ella no vesino un espejo. Un micrófono y una bocinaconforman el únicopuente entre oficiante ytiniebla anónima.
Cada una de las imágenes de París, Texas(Wim Wenders, 1984) dibuja unamagníficametáfora del cine: tiene incluso formato cinematográfico la pantalla -espejo y ventana- que separa a Travis de Jane cuandoéste laentrevista enelpeep show sinrevelarsu identidad. Del lado de Travis, oscuridad;del de Jane, un set, una puesta en escenadonde laoficiantecumple un rito solitario: siúnicamente escucha a su interlocutor y paraella la frontera es un espejo, Jane actúapara sí misma, arrullada menos por esa vozinciertaque por su propia imagen deleitosa.Suprema figuración de las grandes presencias femeninas en la historia del cine, de lasdivas que no acceden a mostrarlos secretosde Isis más que al ardiente narcisismo del
espejo, símbolo de las diosas de un olimpoya desaparecido, Jane es Marlene Dietrichhipnotizada por una voz sin procedencia, ladeJosef van Sternberg; es Greta Garbo sabiamente inducida por George Cukor a unaautocontemplación enamorada; es AvaGardner, Marilyn Monroe, Vivien Leigh, Lizabeth Scott, 8ardot, Deneuve, Loren, mirándose en la superficie reflectante del lentedela cámara; es, también, uno de los pocos
rostrosque hacia el final del siglo xx son elolimpohabitado por unasola diosa: Nastassia Kinski.
En París, Texas Wim Wenders (1947) he
reda y refierearquetipos a través de la másabierta y veraz concepción del cine: el juegodeespejos. Nastassia Kinski, actriz, encarnaaJane-actriz. oficiante en unaisla a laderivaenun mar de penumbra; aunque (y esta esla labor de la voz situada tras la cámara)este aislamiento no puede aterrorizarla: enla isla hay un espejo. Jane es la obedientemanequí, la' dadora y, sobre todo, la escucha . Pero ¿atendería a la voz anónima siésta no le ofreciera nuevos ángulos en lacontemplación de sí misma? A la vez, WimWenders se sitúa del otro lado del espejo:desde su butaca inmersa en oscuridad, Travis es nadie porque es cualquiera . Es el espectador de un milagro vivo, de un misterioinaccesible; no obstante, Travis cumple -almenos en principio- el deseo ulteriorde todos : tras cada indicación a la oficiante, trascada consulta a la sibila, tras cada confesiónal eterno femenino, late algo más que elsimpledemandar unshow. En toda contemplación ritual sale a flote, tarde o temprano,un profundoreclamo: el de simplemente serescuchado por el numen. La penumbra deuna sala cinematográfica equivale al despojarse de las máscaras; esepeep show es lametáfora perfecta del cine, único territorioque se mueve con las alas del deseo.
La extraña locación que Wenders eligecon sobria nitidez se revierte en el espejo.Viene a cuento un fenómeno por todos presenciado y acaso compartido: el grito delpúblico que quiere advertir al héroe fílmicode la inminencia de un peligro inadvertidopor éste.' El peep show de esta película
1. En su célebre conversación con Francois Tru
ffaut. Alfred Hitchcock recuerda: " En el estreno
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¿dibuja a un espectador que habla con una" figura ficticia" y la dirige hasta arrebatarlade toda " anécdota" y obligarla a escuchar?Cuando Travisabandone elpeep show -trémulo, sin haberse identificado-, habrá deadvertir en las calles y entre los individuosanálogas pantallas interpuestas. Y la frontera que separa en esa primera entrevistaa Jane y Travis, ¿es " nueva" o prolonga aotra que antes los apartaba? En La rosa púrpurade El Cairo (1985). Woody Allen plantea a una mujer, Cecilia (Mia Farrow). queconsigue trasponer la barrera del deseo yhablar sin adminículos (micrófono, bocina)con su ca-respondiente : es su " figura ficticia" porqueposee la prerrogativa de hacerreal a quien la desea. El milagro alcanzadopor Cecilia no es menosdesbordante que elde Travis-Jane: aquélla cruza el abismo;estos últimos comienzan a verlo.
Hunter impulsa a Travis a un segundo encuentro con Jane: el niño es percutor deambos, aquello quelos ancla enla realidad yles hace la exigencia de ser reales. El hombre deja a su hijo en un hotel del centro deHouston y regresa al peep show . Esta vezla escenograffa en la isla es otra y habrá deenmarcar la secuencia culminante del filme(más de veinte minutos de duración): el relato de la lenta, intensísima lucha de Travispor rasgar la cortina sin violencia, trasponerel umbral de la forma más perdurable. Idéntica batalla emprende Wenders, que si bien-como su personaje- no derrumba la muralla, tampoco la deja intacta; el diálogotrasvasante de la pareja no está cumplido,la mirada no es el puente todavía: para hablar con Jane. para contarle la pausada historia que poco a poco hará que la mujer sedé cuenta de quíén está del otro lado delespejo, Travis se vuelve, le da la espalda,rehúsa mirarla.
En un alternado ir y venir por las instancias, Wenders no sólo nos envuelve en latiniebla anónima de Travis (duplicandola nuestra), en el vilo de un hombre sobreelabismo: también examina desde dentroel punto de vista de Jane, su paulatinatransformación depersonaje en persona, deficción en concreción, de diosa en mujer.Ella mira un espejo, se ve a sí misma en lairrealidad (o en la super-realidad) de lo divino, y de la profundidad de este reflejocomienza a salir una voz quegota a gota se
de Rear Window [La ventana indiscreta] , yo estabasentado aliado de lamujerde Joseph Corten y, enel momento en el que Grace Kelly registra la habitación delasesino y ésteapareceenel pasillo, ellaestaba tan inquieta que se volvió hacia su maridoy le dijo: '¡Haz algo, haz algo!' " (LeCinéma selon
Hitchcock, Éditions Robert Laffont, Paris, 1966.)
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va diferenciando de tantas otras voces sinrostro. Una voz que irá a despertarla asicomo ella, en su limbo escenográfico, hadespertado a Travis: en Jane desciende lamultiplicada individualidad hasta que la rnonologante acepta la verdadera presencia deun interlocutor; por su parte, el que es cualquiera -es decir, todos-, asciende a la individualidad diferenciada donde se convierteen uno. Las bambalinas se derrumban:Jane, triple actriz, se observaba antes en elespejo sin buscar el sentido de esa imagen;Travis contemplaba a través de las ventanas sin más necesidad que borrar lasúltimas trazas de una personalidad y unamemoria.
Wenders evidencia las entretelas: desdeel sitio de Travis todo luce ataviado confuncional decoración (alfombra, tapices,cortinajes, según la mirada desde la butacade un cine o unteatro); enel punto de vistade Jane (como quienseasoma desde bambalinas) se ve el " alma" de cartón, elreverso desnudado de artificios y ornamentos. El espejo que Jane mira es utileria, sumarco demadera no oculta clavos y descuidados forros; es la óptica inusual, la delactor que se esfuerza por crear la convención de que su entorno es real. El cineastatoca fondo al plasmar ese reverso insólito:¿acaso ello es lo que "rnirarlan" los personajes de una pelicula si cobraran concienciade modorepentino: unespejosuspenso. unreflejo fantasmal? No el set donde el actorse mueve durante el rodaje sino el limbocomo entidad autónoma: una dimensióncreada por el hombre, desconocida por elhombre. ¿Ese limbo puede recibir otro tituloqueel deconciencia? ¿Puede el cine serotracosa que metáfora de la conciencia delhombre, arte de dirigir los sueños, de convocar los arquetipos, de sondear lo imponderable?
Los juegos de espejos a queWenders seabre sonelocuentes: no setratademundosseparados (butaca-pantalla; penumbra anónima-isla embriagada de luz; un ser queobserva y otro que se deja mirar), sino dediversas instancias de un único orbe siempre inagotado. El teatroque reúne a Travis yJane es real, la odisea los lleva a un primerencuentro a través de los múltiples nivelesdel ensueño. Con su diálogo trasvasante,Travis da realidad a Jane-personaje, perotambién recibe idéntica concreción porqueél mismo es un personaje. Si le da la espalda es para refrenar su impulso de rasgarla cortina y demandar unabrazo que no podría consagrarse (ya que seria idéntico aaquel primer contacto de la pareja que nopudo salvarla de abismos y desiertos).No habrá consagración hasta que ambos
hayan traspuesto en ambos sentidos elumbral, hayan visitado el otro mundo, hayanresuelto sus respect ivos despertares.Antes de la total sincron/a, cada uno debeenfrentar, enabsoluta soledad, elenigmadesu origen. Previa a la mirada concreta [Travis da la espalda, Jane ve un espejo) quedala propia concreción: Travis da a Jane losdatos del paradero de Hunter; la mujeracude al encuentro con su hijo. Desde elexterior del hotel y a través de un ventanal-nueva pantalla que ahora incluye a Hunterenese espectáculo delque Travis se rehúsaa sersólo espectador-, el solitario presenciaun abrazo integrante del que ahora (peroúnicamente "por ahora") no puede participar sino como percutor y reflejo. Travisparte en su camioneta por un fria paisajecitadino que -al menos para los tres personajes y para quienes hemos seguido su odisea especular-ya no pertenece a talo cualcontexto históricosinoa una Historia hechapor hombres y para que los hombres recuperen la Memoria.
¿Es queal finalde Par/s, Texas el protagonista renuncia a una realización que no lecorresponde? ¿Concluye Wenders que " lapantalla es imposible de rasgar", que"la frontera entre los seres equivale a la deespectador y obra", que "el umbral noexiste y es apenas una ilusión de asomarse,un voyeurismo triste y desesperanzado"?Lejos de ello: es de notar el único hilo queel realizador deja suelto en el desenlace, eldel propio titulo del filme; Travis parte porque no ha resuelto aún el enigma de suorigen. Al serdesviadopor Walterdesu camino en el desierto, Travis por fin deja suobstinada mudez y dice "París", para mostrar a continuación la fotografia de unterreno árido y ruinoso que comprara porcorreo y a donde se dirigfa a pie por el desierto. De la misma forma en queTravis esinterceptado al principio del filme, así hadeposponer ahora el abrazo deJane y Hunter: antes deberá alcanzar el sentido ulteriorde un pedazo de terreno en el pueblo llamado París, en el estado de Texas, dondesus padres lo engendraron. París, Texas, esel último reto, el individuo en resolución desu soledad; necesariamente tal empresaqueda fuera de los términos de la pantalla.
El asombro en la cinta deWenders (comoen sus demás peliculas) proviene de unaabsoluta convicción: la luminosidad no únicamente "cabe comoposibilidad", no es laparte de un todo, no es una magnitud quepueda "no estar", "mirarse o eludirse".Cruzar el umbral no estáen entredicho; porello la secuencia culminante de Par/s, Texas(el paulatino diálogo trasmutante a travésdel encuadre) nos mantiene tan en vilo
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como al propio Travis en su butaca, artesano del balbuceo y luego poeta del silencio. Esta secuencia nos hace latir con dosseres que se enfrentan, en el instante delprimer milagro, desde ambos lados de unensueño cuyas mitades pugnan por tomarlasriendas y sincronizar sus respectivos reflejos. Más que una metáfora, Wendersconsigue atisbar el deseo profundo quenos lleva a lo metafórico, al centro delmandala donde el misterio se pronuncia asi mismo.
"En el decurso mitico de Las ciudades invisibles (1972), Italo Calvino convoca denuevacuenta a Marco Polo y a Kublai Khan; elaventurero veneciano describe al emperador mongol ciertas ciudades que ha recorridoen unviaje externo que no desconoceel viaje interior. Tras numerosas sesionesy relatos, hacia el final del libro el GranKhan varia su acostumbrada actitud de escucha (oír con avidez hasta elbrotedelcansancio) y una noche obliga a suexplorador aacumular lasnarraciones. Calvino escribe:
[El repertorio de Marco] podia decirseinagotable, pero ahora le tocaba a élrendirse. Era el alba cuando dijo:-Sire, ya te he hablado de todas lasciudades que conozco.-Falta una, de la cual no hablas nunca.Marco Polo bajó la mirada.-Venecia -dijo el Khan.Polo sonrió:-¿Y de qué otra cosa creias que tehablaba?
También Wim Wenders habla de una solaciudad para él primigenia, Berlin, sin aludirmás que a las muy diversas ciudades queobsesionan su obra. Desde suprimer cortometraje escolar, hay menos una necesidadnarrativa que descriptiva: las ciudades sonun todo mayor que la suma de sus historias (son más que la Historia). En 1974recuerda: "Incluso laprimera pelicula que dirigi en la escuela de cine tenia un saborde 'carencia' de historia. Se llamaba ShootAgain, según ese letrero que se ilumina enel tablero de las máquinas de pinball. Sólohay una toma, la de un hombre corriendo,repetidacuatro veces: deah! eltitulo. La cámara está enunautoen movimiento y unosólo ve las piernas del hombre; sabemosque va herido porque se le ve perder algode sangre, pero desconocemos qué huboantes y qué vendrá después. Tampoco hay
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'una historia' en mi siguiente corto escolar,Silver City. Pero mis películas nunca fueroncompletamente no-narrativas [...1DespuésrodéAlabama en35 milímetros, que esbastante narrativa, y enseguida un filme en 16milímetros de tres horas de duración llamado Summer in the City [En el transcursodel tiempo1por la canción de Hohn Sebastián- aunque filmamos eninvierno. Elmiedodel portero ante el penalty fue mi primertrabajo no underground : por vez primerahabía un guión, según la novela de PeterHandke" .2
La búsqueda de las ciudades (de la ciudad) continúa en los títulos y temas deWenders: The Scarlet Letter (1974), Aliciaen las ciudades (1975) y El amigo americano(1977). Si todos estos ámbitos toman porderecho propio el nombre de París, Texas,otro largometraje hablará por fin de la únicaciudad de laqueWenders no había hablado,y justamente de la única a quese había referido. Calvino hace decira Marco Polo: "Lasimágenes dela memoria, unavezfijadas porla palabra, se borran. Quizá tengo miedodeperder Venecia toda de una vez si hablode ella. O quizá, hablando de otras ciudades, la he perdido ya poco a poco" . En Lasalas deldeseo (1988) Wenders parece enunciar, a través de Damiel (Bruno Ganz). unángel que recorre las calles de Berlín: " Laspalabras de la memoria, una vez fijadas porla imagen, se borran". Por ello el guión deWenders y Handke -inspirado en los poemasangélicos de Rilke y en las transparencias deJacques Prévert- sevaaproximandomuyprudentemente a las palabras dela memoria, las recoge con la misma actitud conque Damiel y Cassiel (atto Sander). ángelescon visión en blanco y negro e invisiblespara los mortales, al acercarse a éstosescuchan sus monólogos internos. Deambulando entre un mar de voces, estos enviados son la memoria que viaja de recuerdo en recuerdo, el todo quevisita partea parte buscando algo.
Damiel y Cassiel detectan lo espiritual sinintervenir másqueen momentos terminalesy sólo como un acto de consuelo, dealiento . Invisibles, ven lo invisible; silenciosos, oyen lo quediceel silencio. Acompañaa las imágenes de Las alas deldeseo una vozcuyo monólogo reconoce a la infancia comoterritoriodonde lo espiritual no ha sidocontaminado y relegado por lo material.¿Quiénhabla? De algún modo, la cercanía del espectador a la cinta de Wenders le hace es-
2. Wim Wenders entrevistado por Tony Rains:"Forms of Addrsss" . en Sight and Sound , Vol.44 , Núm. 1, Londres, invierno 1974-75.
cuchar el monólogo interior de la pantalla;es el cine quien muestra su entretela, sulimbo: la conciencia humana. Este monólogo no busca fijarse en la imagen comorestos del naufragio individual sino comopalabras de la memoria colectiva. Así, la infancia y lo angélico se unifican sin ceder a lasdefiniciones usuales -y mediatizantes- deambos términos: el niño vive un tiempo intemporal donde se hace preguntas queluego el adulto suspende, harto de incertidumbre y convencido de la " inutilidad" decuestionar " ¿Por qué'yo soy yo y no tú?","¿Por qué estoy aquí y no allá?" . "¿El universo tiene fin o principio?" Cassiel y sobretodo Damiel buscan ese tiempo intemporaljustamente en las calles de Berlín, que es laHistoria.3
Unactor norteamericano(Peter Falk interpretándose a sí mismo e introduciendo eljuego de puentes y espejos) se encuentraenesa ciudad para intervenir enunapelículaambientada en la época del nazismo. Falkrecorre las calles y en un momento dadosiente la presencia de Damiel aunque nopuede verlo; le dice compañero, le da labienvenida al mundo de la carne. Y enefecto, casi sin darse cuenta Damiel se haidofascinando por la materia vivaa partir deuna figura-puente, la trapecista Marion (501veig Dommartin) que trabaja en el circoAlekan ataviada con dos alas hechas dealambre y plumas de ave. Pese a las admoniciones de Cassiel. otro diálogo trasmutante se inicia: mientras Marion accede a laposesión de su naturaleza angélica, Damielse involucra tanto con la vida que va encarnando hasta nacer al universo del color, delsabor, de la textura; ya no escucha los monólogos internos: comienza a tener uno.Vende entonces su armadura enuna tiendadeantigüedades y pregunta a untranseúnteel nombre de los colores que ahora atisba;recordando la "entrevista anónima" quetuviera con Falk (similara la de Jane y Travis:un ser invisible y otro vidente), lo busca enlaenorme bodega enruinas donde se lleva a
3. "Berlín representa también almundo porquees un 'lugar histórico de la verdad'. Ninguna otraciudad es a ese punto símbolo, a ese punto lugarde sobrevivencia. Berlín está tan dividida comonuestro mundo, como nuestro tiempo, como hombres y mujeres, como jóvenes y viejos,como ricos y pobres, como cada una de nuestrasexperiencias. Muchos dicen que Berlín está 'acabada'. Yo digo: 'Berlín es más real que todas lasotras ciudades. Es un sitio, más que una ciudad." :(Declaraciones de Wenders en la rev. Gradiva(1 989), rep. en Casa deltiempo, Vol. X, Num. 94,
México, abril 1990 .)
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cabo la filmación. Falk lo reconoce y denuevo le da la bienvenida: se identifica entoncescomo un ángel que también eligió lahumanidad y que disfruta cada una de laspartes de la vida, aun lo más moroso y trivial (afirma que las cosas no se estancansino únicamente la mirada cuando no sabecaer sobre ellas) . Lo insta a descubrir por símismo el secreto y el origen; Damiel va enpos de Marion, que ha dejado el circo. Seencuentran por fin en una discoteca: enunentorno de músicaagresiva y vivísimasereconocen sin palabras y sin necesidad delos artilugios usuales en las etéreas parejasquelos rodean. Ahora sin queDamiel puedaverlo, Cassiel lo sigue durante un trecho: elya hombre le tiende la mano en un gesto debienvenida, de invitación a la lujuriosa caída.
En un momento en que comienza a generarse la " nueva Europa" , en que el milenarismo intenta remover las conciencias paraluego dejarlas " mas tristes y más sabias" ,en que se ha diluido el poderoso aliento del" nuevo cinealemán" y cineastas comoHerzag o Schlondorff se enclaustran en la rabiahierática o en el lenguaje - siempre mediatizante- de la televisión, el retorno de Wenders a Berlfn tras una larga ausencia sabedefenderse con los exorcismos y hallazgosaprendidos en el exilio anterior. Con UrsulaK. Le Guin, Wenders sabe que " el verdadero viaje es el retorno" y habla de Berlfn(de la Historia) en el preciso momento enque esta ciudad se desvanecía bajo el pesode las " revisiones" . Para Wenders el infierno de Berlín es preferible al aséptico paraíso sin cuerpos y sin azar; es preferible,sin embargo, sólo después de la trasmutación mutua: Marion deja atrás sus lastres;Damiel, sus vacíos. Berlín es el centro peroquien lo convierte en tal es el individuo quelo elige para transfigurarse. Singular modode concebir la caída, término antes negativo: era terrible perder lo edénico y Wenders lo plantea como la máxima posibilidaddelosángeles. Todo "entra a cuadro" cuando se comprende queal inicio del filmeCassiel y Damiel eran tan humanos como losdemás, en el sentido occidental: seres sinsustancia, abstracciones diluidas en un marde subjetividad alterada -el falso edén quese añora para probarlo " irrecuperable" ydeshacerse de toda plenitud. A través delos puentes (Falk-Damiel-Marion), la metáfora no es la del ángel que desciende delcielo sino la del que logra brotar de la interioridad lacerada. Por ello Damiel y Cassielescuchan el monólogo interno de los individuos: aquéllos son la imagen interior. Desdeel otro extremo de la escala, también se daen Marion este muy especial concepto decaída, cuando se aligera de " callejones sin
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ESTUDIOS"
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filosofía /historia / letras
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salida", de " limitaciones" y de "fatalidades" impuestos al individuo para que en elmundo sólo descubra lo previsible.
Este proyecto largamente acariciado y temido se beneficia con la exacta aportaciónde Handke; cineasta y dramaturgo consiguen una estructura sin solidificaciones (laspalabras de la memoria, una vezfijadas porla imagen, despiertan) y un móvil sustentode la metáfora: la concreción de lo abstracto es el tema primordial de Las alas deldeseo , que como muy pocas películas en lahistoria del séptimo artehan conseguido unatisbo sobre lo invisible; más aún: un ir devuelta a lo visible revalorándolo y redefiniéndolo a partir de ese periplo que el espectador experimenta en lo invisible . Laspalabras de la memoria se concentran enuna frase que es imagen en sí misma:cuando el niño era niño... y Berlín mismotransfigura sus imágenes -y por tanto sumemoria petrificada- al ser definido porotra metáfora sustancial: es "la estacióndonde se detiene la estación". (V laespléndida música elegida por Wenders es elcomplemento de estas palabras-imágenesque,en efecto, se borran al fijarse peroconobjeto deredibujarse enlostérminos deldiálogo trasvasante: a los temas originales deJurgen Knieper se suman Nick Cave y TheBad Seeds, Laurie Anderson -y sus Angel
.Fragments-, Minimal Compact y Crime andthe City Solution.)
Las alas del deseo no es un filme "opt imista" -como se ha dicho-, del mismomodo en que París, Texas no es "pesimista". En ambos casos, Wenders hace uncuidadoso rodeo de los lugares comunesque definen a tales conceptos: enesta cintadeja los hilos apuntando a una posible trascendencia que sólo depende de los in~ivi
duos; en aquélla, advierte la misma posibilidad en unos personajes a los que de igualmanera deja solos ante el reto que significala construcción de la propia conciencia. Lasimágenes de la historia son para este cineasta la única arma capaz de evitar que laspalabras borren la Historia. La "nueva Europa" que en esta película tiene su primeranuncio concreto, cuenta asimismo en Lasalas del deseo con una advertencia tajante:el diálogo detrasmutaciones sóloesposiblesi se da en dos interlocutores previamentetransfigurados de forma individual. Conceptos como el "neoliberalismo", el "fin de lahistoria" y las modalidades "posthistóri
.cas" quesuceden a susvoceros "postmodernos", implican una novedad muy antigua: la fascinación por la calda en si, laamnesia como final negación, la historiacomo eliminación deunode los interlocutores merced al "dominio pleno" del otro
(detenminismo atroz "demostrado" por antecedentes que no son sino artificios retroactivos), Wenders se opone al concepto deuna Historia inmovilizada para ser catalogada: por más móvil que sea, por más quese acepte en ella una "evolúCi6n del pensamiento humano sobrelos principios primordiales" , el pasado se congela para callar lasvoces que tejidas en su transcurso podríanliberar el tiempo.4 Al recorrer la desolacióndel Berlln largamente soñado, Wenders sepregunta: ¿podrá la Historia (y la historia dela Historia (y la memoria suprahist6rica .(y.lahistoria de la ahist6rico))) escribirse pormano de quienes voluntariamente asumenla mayor de las amnesias?
París. Texas es una brillante metáfora delcine; Las alas deldeseo, de la conciencia humana que en el lenguaje cinematográfico
4. ElIntimoregistro olvidado p~r quienes intentan dominar las formas de asumir la historia y elactodehistoriar, seencuentra enuna delasVocesde Antonio Porchia:
El hombre lojuzga todo desde elminuto presente,sin comprender quesólo juzga unminuto:elminutopresente.
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busca su reflejo escatimado . El "pesimismo" es un rubro tramposo cuyo " fin"es crear una realidad insalvable y "fatalmente cerrada"; el "optimismo" es otro delos sobreentendidos por medio de los cuales Occidente impone lo que no puedeenunciarse, la predaci6n queparaprosperardebe modificar elpretéritoa cada paso paraseguirse llamando " escrita desde el principio del tiempo". Como todo sobreentendido occidental (según ha mostrado el propio Handke en Kaspar) , ambos extremostienden a apagar los brotes luminosos -a lavez que aprovechan sus hallazgos. Sinmiedo a ser equiparado con estas corrientes deopinión prefabricada, con las tendencias que no son sino vehlculo de la rapiñapara conservarse "en su tiempo", WimWenders ha creado una obra en la que eltiempo intemporal comienza del otro ladodel espejo, en el riesgoso viaje y en su lúcidoretorno, en la rehumanizaci6n de lo angélico y en la reangelizaci6n de lo humano,en la móvil imagen-palabra de una concienciasiempre inagotable. Pese a todo intentopor determinar y cuantificar las alas del deseoy mantenerlas quietas, el cineasta sabeque lo "imposible" no es sino el ñombreque se pronuncia minuto a minuto para ha-
.cer reales las fronteras y los exilios. O'"
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