Volpi Franco, Hermenéutica y filosofía práctica

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    15 SEL 2005HERMENUTICA Y FILOSOFA PRACTICA

    Franco VOLPIUniversidad de Padua *

    RESUMEN. La hermenuticafilosficaha contribuido notablem ente a la llamad a rehabilitacin de la filosofa prcticay al renacimiento del inters hacia el pensamiento aristotlico tico y poltico . Al examinar las races de la teora de laexperiencia hermenutica delineada en Verdad y mtodo, seponen de manifiesto los lmites y el reducido contexto en elque G adam er reivindica la tpica aristotlica. El propsito detodo ello es explicar las ideas programticas del neoaristote-lismo y criticar el redescubrim iento de la filosofa prctica.

    1 . L a a c c i n c o m o e x p e r i e n c i a e x t r a - m e t d i c a Ya es a lgo co m n m en te ad m it id o que la he rm en ut ic a f ilosfica representauno de los desar ro l los ms impor tan tes de l pensamiento del s ig lo XX. Desde los

    inicios de los aos sesenta en adelante, el la se ha af irmado como una referenciai m p r e s c i n d i b l e p a r a e l p e n s a m i e n t o c o n t i n e n t a l , r e p r e s e n t a d o u n a a l t e rn a t i v acualif icada a la f i losofa anal t ica y el modo ms vlido para compensar algunas expresiones un ilaterales de cientif icism o q ue afectan a la f ilosofa pr ctica.

    A qu no es posib le t razar n i s iqu iera un cua dro sum ar io d e la recepcin d e lahermenutica en la cultura f i losfica de los l t imos decenios. Su vastedad requer i r a un con tex to mucho ms ampl io pa ra se r i lu s t r ada adecuadamen te . Bas ta r aqu recordar la tes is sosten ida por Gianni Vat t imo, segn la cual la hermenut ica representar a una especie de koin f ilosf ica de la cu l tura co nte m po rn ea ,como lo fueron e l marx ismo de los aos c incuenta y sesenta , o e l es t ruc tura l i s-mo en los aos setenta. En tal koin estmiL unificado el espritu historicista delpen sam ien t o eu rop eo , qu e se enc uen t r a hoy con f ron tad o a l a t r ad ic in ep i s t e molgica y anal t ica de matr iz anglo-amer icana . Se t ra ta , s in ms, de una h ipr -

    * Traduccin del original italiano por Teresa Oate.

    NDOXA: Series Filosficas. n. 20, 2005, pp. 265-294. UNED. Madrid

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    bole, que ha de entenderse cum grano sals. Y sin embargo ella trae a la luz unfondo de verdad, siendo u n ndice significativo de la fortuna de la que h a gozado la hermenutica no slo en el mbito estrictamente filosfico, sino tambinen otras disciplinas, por ejemplo en las discusiones metodolgicas relativas a lasciencias histrico-sociales, como la jurisprudencia, la teologa, la esttica, la crtica literaria, la lingstica, el psicoanlisis. En ese sen tido , desde los aos sesenta en adelante, la hermenutica ha tenido un papel de primer orden en el pensamiento contemporneo.

    La obra de la que ha partido tal influencia ha sido Verdad y mtodo (1960)de Hans-Georg Gadamer, que expone as reza el subttulo las Lineas fundamentales de una hermenutica filosfica . C om o es sabido, la obra se propo neanalizar las experiencias extra-metdicas de la verdad, o sea, los mb itos en losque la reflexin metodolgica, ms an si viene caracterizada por la exigencia derigor proveniente de las ciencias exactas o bien promovida por ellas, impide yobstruye la correspo ndien te experiencia de verdad. Las tres partes en las que searticula Verdad y mtodo estn dedicadas a tratar el problema de la verdad en tresmbitos paradigmticos para la experiencia extra-metdica de la verdad, o sea,la experiencia esttica, la de las ciencias histricas y la del lenguaje considerado ensu fincin simb lico-ontolgica de ape rtura de sentido. Med iante el examen deestas tres experiencias, y del m od o en el que ellas han sido com prend idas, Ga damer ha elaborado una hermenutica filosfica propia, y la ha llamado as, retom and o el trm ino con el que tradicionalmen te se designaba la tcnica de la com prensin de textos, ya qu e su hermen utica consiste sustancialmente en una teoradel comprender. Pero la ha llamado filosfica porque, apropindose la orien-

    ' El sub ttulo , om itido en la edicin italiana, deba hacer las veces originariam ente de ttulo ,pero, a sugerencia del editor, se escogi sin emb argo el ttulo con el que se afirm la obra: Wahr-heit und Methode. Grundzge einerphilosophischen Hermeneutk,Tuhing3,MohT, 1960, 1965^1972 ' , con revisiones posteriores y ampliaciones en las Gesammelte Werke (Tubinga, Mohr, 1985ss.), vols. I y II, 19 86 (cito por esta ltima edicin, usando la sigla W M , seguida del nm ero roma no I y II para indicar el volumen, y de los nmeros arbicos para indicar las pginas). La traduccin italiana de Gianni VATTIMO (Verit e m todo, M iln, Fabbri, 19 72, nueva edicin: Miln,Bo mp iani, 1983) est sacada de la segunda edicin alemana , y est aqu citada c on la sigla V M I,seguida de la indicacin de las pginas en nm eros arbigos. El volumen de suplem entos h a sidotraducido, con modificaciones y una diferente distribucin de artculos, por R. DoTTORl, Verite mtodo 2, Miln, B omp iani, 1995 (= VM II). Para un balance global de la hermenu tica gada-me riana y para u na orien tacin bibliogrfica cfr. L. E. HAHN (ed.), The Phiosophy ofHans-GeordGadamer, The Library of Living Philosophers, XXIV, Chicago-La Salle, 111., Open Cour t , 1997.

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    tacin ontolgica impresa por Heidegger a la teora de la comprensin, se haopuesto a la concepcin tradicional de la hermenutica como tcnica de la interpretacin de textos, auxiliar de las disciplinas teolgicas, jurdicas y filolgicas,y ha entendido la comprensin como la estructura universal de nuestro modode estar en el mundo y en la historia.

    La pregunta que aqu nos planteamos es: la praxis, especialmente en su forma por excelencia, esto es, la accin poltica, y por tanto la poltica, est entrelas experiencias extra-metdicas de la verdad? En tal caso, qu contribucin hahecho la hermenutica para emanciparla del malentendido metodolgico que hacondicionado gran parte de la ciencia poltica moderna?Mltiples han sido las respuestas a esta cuestin, y ellas divergen segn lasdiferentes declinaciones que se han hecho del paradigma hermenutico. En general, la asociacin de la hermenutica y la poltica evoca algunos debates. Por ejemplo, la controversia sobre el tema hermenutica y crtica de la ideologa, desarrollada a caballo entre los aos sesenta y setenta entre Gadamer y la ltimageneracin de la Escuela de Francfort (Ka rl-Otto Apel, Jrgen Ha berm as), en laque la teorizacin hermenutica del papel positivo del prejuicio, de la autoridad

    y de la tradicin fie confrontada con el programa neoilustrado de una crtica dela ideologa y de una emancipacin racional de los idola de la poltica . O bienlas discusiones metodolgicas en torno a la tarea descriptiva o crtica de las ciencias sociales^ y en torno a la autocomprensin actual de estas disciplinas, porejemplo, de la teora del derecho ca m po limtrofe a la filosofa poltica conautores como Franz Wieacker, Fritz Rittner, Joachim Hruschka, Joseph Esser, ascomo Karl Larenz y otros .^ Cfr. W . AA., Hermeneutik undIdeologiektik, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1971; trad.i t . de G. Tren, con una introduccin de G. Ripanti , Ermen eutica e critica dell'ideolo^a, Brescia,Queriniana, 1979.' Cfr. sobre tod o J. HABERMAS, Zur Logik der Sozialwissenschafien, Tubinga, Mohr, 1967 (nmero monogrfico de la Philosophische Rundschau), edicin ampliada: Francfort del Meno, Suhrkamp,1970. Vase tambin la importante crtica desarrollada ms recientemente por D. BOHLER, Rekons-

    truktive Pragmatik. V on der Bewufitseinsphilosophie zur KommunikationsrefUxion: Neubegrndungderpraktischen Wissenschafien, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1985."* Cfr. G . SACARA, Ermene utica e giurisprudenza. Ifondamen ti filosofice nella teoria di H.-G.Gadamer, Miln, GuFr, 1984; Id., Ermeneutica e giurisprude?iza. Sagio sulla metodologa di]. EsserMiln, GiuFre, 1984; Id., L'arte dell'interpretazione. Saggi suU'ermeneutica giuridica contempornea, Padiva, Cedam, 1990; Id., Questioni di interpretazione, Padua, Cedam, 1996.

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    Adem s de esto, po r lo que respecta a la posibilidad d e un a interaccin entrela herm enutica y la filosofa prctica, se pueden sealar otros dos rdenes de problemas en los que la hermenutica ha ejercido una influencia determinante:

    1. el redescubrimiento de la a ctualidad de la ilosofaprctica;2. la teorizacin de la importancia metodolgica de la historia de los concep

    tos {Begriffigeschichte), la historia de las ciencias {Wissenschaftsgeschich-te) y la historia social {Sozialgeschichte).

    Rem itiendo para este segundo tem a a los trabajos de Giuseppe D us o^ melimitar a algunas observaciones acerca del redescubrimiento de la funcin paradigmtica de la filosofa prctica, tratando de ilustrar su lugar en el contexto dela teora gadameriana de la experiencia hermenutica, el desarrollo que ha tenido y algunas aporas con las que se ha enco ntrado .

    2 . La centra l idad de l a f i l oso f a prc t i ca en e l g i ro onto lg i cod e l a h e r m e n u t i c aComo es bien conocido, el punto sobresaliente que caracteriza la perspecti

    va de Gadamer es la crtica a la comprensin tradicional de la hermenutica comoars interpretandi, o sea, como tcnica auxiliar para la exgesis de textos clsicos,teolgicos, y, po r co nsiguien te, la reivindicacin de la necesidad d e profindizarel giro ontolgico qu e hab ra aparecido en la historia de la herm en utica, po rcuan to que la com prensin ya no ftie entendida co mo un simple conjunto dereglas y tcnicas exegticas, sino como componente esencial de la constitucinhistrico-ontolgica de la vida humana. Tal giro, anticipado en las reflexionesdel cond e Paul Yorck von W artenb urg, fixe llevado a cabo p or el joven He ideg -ger con su programa de una hermenutica de la facticidad que, en efecto, hasido para Gadamer el punto de referencia esencial para el desarrollo de su propia hermenutica filosfica.

    Desde los ltimos aos de su enseanza universitaria en Friburgo (1919-1923),y despus en Marburgo (1923-1928), Heidegger haba desarrollado una agudasensibilidad para el problema de la vida humana, que l pretenda acoger en su

    1997, n. 3.En part icular a G. Duso, Stora concernale como ilosofapoltica, Filosofa politica, XI,

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    facticidad e historicidad. Sacando a la luz los lmites de Dilthey {Conferencias deKassel, 1925) y la importan cia d e las reflexiones del con de von W arten burg {Sery tiempo, 77), Heidegger haba introducido el trmino hermenutica paradesignar el tipo de anlisis adecuado para representar cognoscitivamente los contenidos de la vida misma sin traicionar su dinmica originaria . En abierta contraposicin a la determinacin teortica de la subjetividad elaborada por Husserl,Y a travs de una original apropiacin de algunos con ceptos del libro VI de la tica nicomaquea, entre eWos potesis, theora y praxis entendidas como comportamientos fundamentales de la vida hum ana, H e id e^ e r h aba llegado a descubrirel carcter fundam ental de la determinac in de la praxis para la comp rensin dela existencia hu m an a en sus caracteres genuinos y en su constitucin ontolgicafindamental. Paralelamente, a travs de la lectura de san Pablo, san Agustn, delprim er Lutero y de la filosofa de la existencia de K ierkegaard, haba descubiertola novedad intro ducida por el cristianismo respecto a la filosofa griega, especialmente en la comprensin de la existencia humana y de su temporalidad kairo-lgica y no cronomtrica o naturalista.

    Explotando enteramente estas lecturas, Heidegger se haba convencido de unamanera cada vez ms segura de que las categoras de la tradicin metafsica eraninadecuadas para acoger la vida h um an a en el nivel originario de su presentarse,esto es, en sus caracteres de facticidad y de historicidad, y haba re con duc ido estainadecuacin al hecho de que ellas privilegian los modos de la theora, esto es, dela constatacin veritativa y descriptiva de tipo objetivante, mientras que el movimien to prop io de la vida hum ana, la knesis to biou, es ms bien la accin. Xa praxis. Adems, el privilegio asignado a la theora dependera de u n tcito presupuestometafisico en razn del cual, desde Platn y Aristteles en adelante, el ser ya noestara dejado abierto en la extensin originaria y plena del tiempo, sino ie(con)duci-do a la dimensin de la presencia: la metafsica considera ente en sentido propiosobre todo a lo que est presente y que lo est de manera estable, y la theora es elcomportamiento privilegiado correspondiente a tal comprensin metafsica delser com o presencia. Pero el existir h um an o, siendo un tener-que-ser {Zu-sein)y un poder ser {Seinkonnen), se actualiza en una dimensin em inentem enteprctica y es por esencia proyectado y expuesto hacia el futuro. En cuanto tal, no

    Vanse, por ejemplo, los cursos de los primero s aos de enseanza en Friburgo , ya publicados en la Gesamtausgabe, en particular el del semestre de verano de 1923: Ontologa (Hermenutica de la facticidad), ed. K. Broker Oltm ann s, Francfort del M eno, Klostermann, 1988.

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    se deja captar y fijar sobre la base de categoras reificantes y constatativas, comoalgo que estuviera simplem ente presente ah delante.

    En este contexto especulativo, en el que se entrelazan la apropiacin feno-menolgica de la filosofa prctica aristotlica y la elaboracin filosfica de laexperiencia pro tocris tiana de la facticidad, Heideg ger llega a desarrollar su hermenutica de la facticidad, en la cual el comprender {Verstehen) ^junto conlas determinaciones complementarias e igualmente originarias del sentirse situado {Befindlichkeit) y del habla {Red) es elevado a la dignidad ontolgica deuna determinacin fimdamental del ser-ah. Ese es el momento estructural queindica la dimensin de espontaneidad y proyectualidad del ser-ah, articuladopor Heidegger en los tres momentos constitutivos de la estructura anticipativa(Yorstruktur) del comprender: el haber previo (Vorhabe), que prefigura el horizonte en el que es captada la totalidad de lo comprendido, la manera previa dever (Vorscht), que gua la captacin de lo com pren dido , y la manera de enten der previa (Vorgrffi, que anticipa las modalidades cognoscitivas segn las cuales la comprensin misma se lleva a cabo. Un carcter esencial del comprenderas descrito es la circularidad entre el acto de com prende r y lo que se asume enel com prender, entre el sentido posible que viene anticipado y la com prensinpuesta en acto que lo confirma. Tal circularidad no tiene el carcter negativo delcirculus vitiosus, no constituye una imperfeccin o un vicio lgico, sino que escaptada por el contrario como la dimensin ineliminable en la cual todo ser-ahest ya siempre colocado en cuanto que es finitud, o sea, en cuanto que es unser-en-el-mundo: l acepta lo que se encuentra siendo y lo que la transmisinhistrica le asigna, pero al mism o tiemp o lo transforma en algo propio segn lasmo dalidades de su libre interpretarse y proyectarse.

    Sin aden trarse m s all en el anlisis que Heidegg er desarrolla, se pu ede afirmar que con la hermen utica de la facticidad, en la que el com prend er est enten dido como elemento constitutivo del ser-ah mismo, l introduce un giro radical respecto a la tradicin de la herm enu tica p recede nte, en pa rticular respectoa Schleiermacher y a Dilthey: respecto a Schleiermacher, porque ste refera elcomprender y el relativo crculo hermenutico a la particularidad del procesocognoscitivo de la interpretacin; respecto a Dilthey, porque en l la comprensin (Verstehen) tena la ftxncin de fijndamento metodolgico en la construccin de la objetividad de las ciencias del espritu, en contraposicin a la explicacin {Erklaren) en cuanto modalidad cognoscitiva de las ciencias naturales.

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    Al mismo tiempo, Heidegger modifica la tarea findamental de la hermenu tica. sta no de be ya pro por cion ar la teorizacin m etodolg ica d e las reglasy de las tcnicas para la comprensin posiblemente objetiva de los textos, nidebe delimitar la historia textos, documentos, monumentos u otros posiblesobjetos histricos como campo en el que ejercitar el conocer cientfico.Tarea de la hermenutica, como Heidegger la entiende, es ms bien la individuacin de las determinaciones constitutivas de la existencia en su originarie-dad, o sea, en su facticidad, finitud e historia. Fundamental entre tales determinaciones es justamen te el comprender, en cuya estructura histrico-temporalse hallan las con diciones ontolgicas de la posibilidad de la historia y de la historiografa. Como Heidegger declara, el anlisis de la historicidad del ser-ahtiende a mostrar que este ente no es "temporal" porque "est en la historia",sino al contrario, existe y puede existir histricamente slo porque es temporal sobre el ftindamento de su ser {Sery tiempo, 72). Est claro, por tanto,en qu sentido la herm enu tica, de ser un a tcnica de interpretacin de textos,de ser una metodologa de las ciencias del espritu y del conocer histrico encuanto tal, asume con Heidegger un espesor exquisitamente ontolgico y filosfico.3 , L a t e o r a d e l a e x p e r i e n c i a h e r m e n u t i c a

    H aciend o propia la perspectiva heideggeriana, y enten diend o por tan to,tambin l, la tarea de la hermenutica en sentido ontolgico, Gadamer tratasobre tod o de opon erse al m alentendido objetivista del que h abra c ontin uado siendo vctima la autoco m pren sin me todolgica de las ciencias histricasdesarrollada por el historicismo. Este ltimo, en efecto, habra transferido laexigencia de un saber objetivo, riguroso y metdicamente controlable, nacidaen el seno de la idea moderna de ciencia, tam bin al m bito de las ciencias dela historia y del espritu. A diferencia de lo ocurrido en la primera modernidaden pensadores como Spinoza o Hobbes, que haban perseguido la idea de unaaplicacin directa de la idea de ciencia en el cam po de la accin h um ana , y porcon siguien te a la tica y a la poltica more geomtrico demonstratae, en el historicismo tal aplicacin ya no tend ra lugar por va directa, sino indirec tam ente,a travs de una diferenciacin metodolgica. Para realizar y garantizar del modoms eficaz un ideal de saber con perfil alto incluso en el mbito de un saberm udab le c om o es el de las acciones hum anas es indispensable segn la intuicin de Dilthey y del historicismo diferenciar dos tipos diversos de cientifi-

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    cidad, a fin de tener en cuenta las peculiaridades de los diversos objetos considerados, o de los diversos procedimientos gnoseolgicos y epistemolgicos respectivamente seguidos.

    Contra el malentendido objetivista, Gadamer sostiene que la hermenutica [... I no es tanto una metodologa de las ciencias del espritu, sino el intento de alcanzar un entendimiento sobre lo que son en verdad las ciencias delespritu, ms all de su metodolgico saber de s, y sobre lo que las une a latotalidad de nuestra experiencia en el mundo . Si los anlisis de Verdad ymtodo versan respectivamente sobre la peculiar experiencia de verdad de laesttica, sobre la forma de conocimiento l levada a cabo por las ciencias delespri tu y sobre la experiencia del lenguaje entendido como apertura de unatotalidad de sentido y de un mundo, esto sucede no con el f in de establecerlos cri terios de una pretendida objetividad cientfica idealmente realizableincluso en estos mb itos extra-m etdicos de la verdad, sino para sacar a la luzla estructura universal del comprender como modo de ser en la historia porpar te del hombre.

    De ah que Gadamer defina la propia hermenutica como una hermenuti-ca filosfica, asignndole como tarea especfica no la comprensin neutral de loque ha sido conservado en expresiones de la vida duraderamente fijadas, ni lamera interp retacin de textos, sino la recuperacin d e la conexin esencial en trela experiencia del arte, de la historia y del lenguaje y su con tenid o de verdad. Enefecto, comprender la experiencia esttica sobre la base de cnones estticos, ointerpretar la historia tratando de reducir a cero la distancia histrica y la diferencia de perspectiva entre el intrprete y el hech o, el evento o el docu m ento histrico que se tenga que interpretar, significa para Gadamer activar tambin enel mbito de la esttica y de las ciencias del espritu aquella consideracin anal-tico-objetiva que, extrapolando el propio objeto de su conexin con el mundo de la vida, obstruye la posibilidad de captar el arte, la historia y la lengua enrelacin con los con tenidos de verdad que viven y se man ifiestan en ellos. De a hviene su crtica del historicismo como principal responsable de este malentendido objetivista que, pretendiendo findar y garantizar la cientificidad del conocimiento histrico, teoriza la necesidad de abstraerse, en la interpretacin de la

    W M I , 3 ; VM I, 20.

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    historia, de toda verdad, para com prend er en una reconstruccin neutral lo queha ocurrido .En las teorizaciones romnticas de la herm enu tica, qu e entiend en la com

    prensin como la reproduccin fiel de lo que ha sido producido histricamente, y en la hermenutica historicista, que asigna a la teora de la comprensinla tarea de ft indar la objetividad del conocimiento histrico, Gadamer ve elcumplimiento y la radicalizacin de la ruptura ilustrada del enlace entre historia y verdad. Y establece paradjicamente una continuidad entre Ilustracin,rom anticism o e historicismo: El hecho de qu e la escuela histrica se uniese alrom anticismo confirma que la recuperacin rom ntica de lo originario se apo ya a su vez sobre el terreno de la Ilustracin. La ciencia histrica del siglo XXes su firuto ms excelso y se presenta justamente como el cumplimiento de laIlustracin, com o el ltim o p aso en la va de la liberacin del esp ritu de la prisin dogmtica, como el paso a la conciencia objetiva del mundo histrico, quese coloca, con igual derecho, junto al conocimiento de la naturaleza llevado acabo por la ciencia moderna . La argumentacin es en sntesis sta: si para lamentalidad i lustrada todo dato transmitido que se presenta a la razn comoincomprensible pu ede ser comprend ido nicamente reconducindolo a su propio ho rizonte histrico, esto es, rehaciendo el pu nto de vista del pasado, y precisamente mediante el acto emptico de la ftisin, en el cual el error ya no aparece {tout comprendre, c'est toutpardonner), entonces la conciencia histrica quese afirma con el romanticismo, y por la cual todo es comprendido en referencia al pro pio contex to h istrico, representa el cum plim iento y la realizacin dela Ilustracin y la definitiva escisin de historia y verdad . La dico tom a entrerazn y mito, que est a la base del tema ilustrado de una progresiva superacin del mito por medio del Ugos es retomada y mantenida, en un vuelco casiespectacular, en la mentalidad historicista que se afirma con el romanticismo.Para este lt im o, la fe ilustrada en la perfectibilidad de la razn se tran sform acam bin dos e en la fe en la perfeccin de la conc iencia "mtica", y se refleja en

    * No es este el lugar de subrayar ms que esta interpretacin del historicismo resulta redu cti-va, y no tiene suficientemente en consideracin las reflexiones sobre la vida del ltimo Dilthey,como, por lo dems, el mismo Gadamer ha admitido en el ensayo Das Problem Diltheys. Zwis-chen Romantik und Positivismus, en Gesammelte Werke, op. cit, vol. IV, pp. 406-24.' W M I, 280; VM I, 323 .'" Cfr. WM I, 276-81 ; VM I, 319-25.

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    la idea de una condicin originaria paradisaca previa al pecado original delpensamiento .

    En contraposicin a las anttesis ilustradas entre razn y mito, razn y prejuicio, razn y autoridad, razn y tradicin, y contra la mentalidad historicistaque c ontin a con ellas sin saberlo, la hermen utica gadameriana est convencidade que el lagos y la racionalidad, que distinguen al hombre en su autodetermi-narse libre y espontn eo, n o se dan nun ca en estado p uro , sino que siempre estnradicados en una facticidad pre-existente y en un contexto histrico caracterizado por la originaria copresencia del elemento mtico, de la pasividad del prejuicio, de la autoridad y de la tradicin: no hay lagos sin mito, y del mismo modono se constituye el sujeto sin horizonte, no nace actividad sin pasividad, no haytexto sin un contexto relativo. En este sentido, la teora hermenutica de la comprensin se hace cargo del problema de la finitud y de la facticidad de la existencia hu m an a cada en un m und o, en un a tradicin y en la historia, conven cida como est de que la idea de una razn absoluta no es una posibilidad parala humanidad histrica; y de que ms bien la razn existe para nosotros slocomo razn real e histrica, y esto significa simplemente que no es duea de ellamisma, sino que queda siempre subordinada a las situaciones dadas sobre las queacta'^. En suma, la teora gadameriana de la comprensin quiere rendir cuenta de la conexin esencial de la razn con las sedimentaciones histrico-fcticasqu e la caracterizan cada vez. La experiencia del lenguaje, al que la razn est indisolublemente ligada, no pudindose jams librarse de las escorias de una lenguaparticular si no es para revestirse con las de otra, exhibe con evidencia palmariala fiasin de actividad y pasividad que caracterizan al ser humano.

    Una imagen ms precisa del programa filosfico gadameriano se puede extraer de los pun tos desarrollados en la parte central de Verdad y mtodo y presentados co m o los resultados principales de la teora de la experiencia h erm enu tica.

    3.1. La funcin positiva del prejuicioAtrayendo la atencin sobre la circularidad de la compren sin, Ga dam er asig

    na una fijncin positiva al prejuicio, declarndolo un elemento constitutivo de" W M I , 2 7 8 ; V M I , 3 2 1 ." W M I , 280-81; VM I, 324.

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    la com pren sin. N o se trata obviam ente del prejuicio n egativo, el que en la hermenutica tradicional era definido como praejttdicium praecipitantiae. Reivindicando una atencin diferenciada para el fenmeno del prejuicio, Gadamer quiere hacer evidente el hecho, apa rentem ente paradjico, de qu e el prejuicio, queen un principio aparece como algo inconveniente pero inevitable en la comprens in, es en realidad la condicin mism a qu e la hace posible: la comp rensinpuede nacer, en efecto, slo en un contexto de sentido preconstituido, de carcter pretemtico y prospectivo, que constituye el horizonte imprescindible paraella. Desacreditado po r la Ilustracin en n om bre de la razn, el prejuicio ha sidopues rehabilitado en su funcin de elemento constitutivo de toda com prensinen cuanto comprensin finita, condicionada. Es un componente indispensablepara la formacin de la pre-comprensin {Vorverstehen), el conjunto de las condiciones indispensables para que se d la comprensin. As, puesto que Gadame r sostiene qu e la autorreflexin del individu o n o representa sino u n deslizamiento en el crculo cerrado del fluir de la historia, y que la subjetividad hu m an aes, en ese sentido, un espejo deformante, de ello concluye que los prejuiciosdel individuo son constitutivos de su realidad histrica mucho ms que sus jui-

    13Cl OS .

    3.2. La rehabilitacin del principio de la autoridad y de la tradicinEn correspondencia con ello, l procede a una revalorizacin del principiode la autorida d, y en particular de aquella autorid ad especial representada p or latradicin, a la que haba desacreditado el modo de pensar ilustrado. Los contenidos transmitidos po r la autoridad y po r la tradicin no slo no im piden el desarrollo de la razn, sino que son de ese modo componentes esenciales del horizonte histrico dentro del cual la razn humana se afirma.En tal sentido, el reconocim iento de la autoridad no implica qu e lo que ella

    transm ite sea impu esto por la fiaerza, y por con siguiente d e ma nera arbitraria,com o sugiere la crtica ilustrada, sino q ue presu pon e m s bien qu e lo que es transm itido , po r el hech o de ser acep tado , deb e ser plausible y sensato. As las cosas,la verdadera autoridad no tiene necesidad de imponerse de manera arbitraria,sino que se afirma de por s, en virtud de la propia evidencia intrnseca.

    W M I , 2 8 0 - 8 1 ; V M I , 3 2 5 .

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    Lo mism o se puede afirmar de aquella forma particular de autoridad representada po r la tradicin. El mo do en el cual ella acta m uestra qu e lo que determina la accin humana no es slo lo que la razn reconoce como vlido, sinotam bin lo que est sancionado por los usos y las costumb res. Sobre esto se basa,por ejemplo, el buen fincionamiento de un proceso como la educacin, cuyofin es la formacin del individuo m ediante la recta transm isin de los contenidos de un a cultura. Estos ltimo s, una vez que el proceso educativo est con cluido, no son eliminados, superados o sustituidos por el libre ejercicio de larazn, sino que son asumidos, o sea, aceptados y conservados en su validez, yent ran a formar parte de ese ejercicio mis m o. Gad am er se opo ne, pues, a la contraposicin abstracta de razn y tradicin, introducida y teorizada por la ilustracin. Esta ltima consideraba, en efecto, la tradicin co mo una e ntidad objetiva, que se da al igual que la naturaleza, y que se contrapone a la libreautod eterm inaci n de la razn: al conservado r la tradicin se le aparece como loque n o tiene necesidad de justificacin racional, y al revolucionario, com o lo que,estando privado de ella, no tiene ninguna legitimidad racional y es, por tanto,abolido. Gadamer auspicia, por el contrario, una complementariedad entre razny tradicin, entend iendo esta ltima n o com o un dato, sino como el fruto de unacto libre de aceptacin: las tradiciones no se afirman en virtud del simple hechode acaecer en un tiem po del pasado, sino porque ha n sido aceptadas, transm itidas y cultivadas, o sea, reconocidas a travs de actos racionales reiterativos.

    3.3. La revalorizacin de la distancia temporalTodo esto implica una consecuencia esencial para el modo de concebir la

    relacin con el pasado que tiene lugar en las ciencias del espritu. Implica, enefecto, la incin positiva de la distancia temporal, considerada por la hermenutica no c om o u n obstculo a superar m ediante la fisin con el pasado, sinocom o la apertur a de u n espacio sin el cual no es posible la formacin de la com prensin histrica. Si el hom bre est constitutivamen te insertado en una h istoria y en una tradicin, incluso la investigacin cientfica que l practica no salefuera de la historia ni de la tradicin en la que est, ni siquiera cu an do inge nuam ent e pre tende asumir la actitud m etodolgica del saber libre de prejuicios,universamente vlido. Por tanto, la comprensin cientfica que se actualiza enlas ciencias histricas entra en el mismo movimiento histrico que ellas investigan y en el que se insertan . Por este motiv o las ciencias histricas difieren pro -ftindamente de las ciencias naturales, que p ued en ser definidas e n relacin a un

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    hipottico conocimiento perfecto de la naturaleza. La comprensin de las ciencias del espritu no puede ser definida de esta manera teleolgica, o sea, en relacin a aquella que debera ser la aprehensin ideal de su objeto. No existe, enefecto, u n objeto en s de las ciencias del espritu, por qu e est inmerso e imp licado en el mo vimiento histrico del que forma parte: M ientras que la hermenutica romntica haba buscado en la igualdad de la naturaleza humana un sustrato ahistrico para su teora de la comprensin [. ..] , la autocrtica de la concienciahistrica co ndu ce al final a reconocer un carcter de m ovilidad histrica no sloen el suceder, sino tambin en la misma comprensin. La comprensin no es enten-dida tanto como una accin de la subjetividad, cuanto como el insertarse en lo vivode un proceso de transmisin histrica, en el cual se sintetizan continuamente pasado y presente'''.

    Por eso la relacin de la investigacin histrica con la propia tradicin, o conotras, no debe estar guiada por una actitud de tipo objetivante, inspirada por laexigencia de una separacin y de la emancipacin de la perspectiva. Debe msbien reconocer la perspectividad c om o u n horizonte con stitutivo, y los conten idos que a su vez se nos presenten, como algo que puede ser libremente aceptado o rechazado. En consecuencia, la comprensin histrica no debe aspirar a lareproduccin ideal completa de una produccin originaria, y quizs ni siquieraa la reconstruccin de la individualidad histrica y de su pensamiento, esto es,de la mens au ctoris, sino que debe tener co m o m ira la cosa mism a en su concreto darse, que es siempre histrico.En esta perspectiva, la distancia histrica no representa ya un abismo que hade ser colmado a fin de fisionarse con el espritu de una poca, sino la condicin imprescindible, positiva, que pr oduc e la distancia histrico-temporal sloen la cual nace la posibilidad de diversos escorzos de la cosa misma. Esta diversidad im plica ya sea la emergencia de perspectivas y prejuicios nuevos en virtud

    de los cuales es quizs posible entender a un autor, segn la clebre sentencia deBCant, mejor de lo que l mismo se ha comprendido, ya sea la desaparicin deprejuicios particulares que imp edan la comp rensin autntica o conducan incluso al malentendido. En la consideracin de las perspectivas producidas por la distancia histrica, el acto de comprender no aparece ya como repetitivo, sino quese revela com o intrnsecam ente produ ctivo.' " WM I, 2 9 5 ; VM I, 340.

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    3.4. La historia de la incidencia y la fusin de horizontesUn a com prensin que sea consciente de la propia historicidad no persigue,

    pues, el milagro de una objetividad histrica ideal, sino que su verdadera obje-tividad est en la conexin unita ria e ntre la realidad de la historia y la realidadde la com pren sin. La conciencia herm enu tica de la presencia activa de la his-toria en la com pren sin es el princ ipio q ue G ada m er llama historia de los efec-tos o historia de la incidencia {Wirkungsgeschichte). Esto prete nde radicalizarla tradicional exigencia segn la cual el significado de u na obra no aparece slopor su con tenid o especulativo intrnseco, sino tam bin por su fortuna. Y afirma,por tanto, que slo en la perspectiva de la historia de la incidencia es posible cap-tar plenamente el significado de una obra.

    Para la autoco mprensin de la investigacin historiogrfica, tal radicalizacinimplica que el principio no est simplem ente enten dido en el sentido de que,junto al estudio de la obra, deba ser ms o menos desarrollado tambin el de sufortuna. Comporta ms bien que la comprensin, en la plena conciencia de lapropia historicidad, est siempre puesta en acto dentro de aquella particularestruc tura q ue es la historia de la incidencia. Esto significa que el objeto hist ri-co n o es ya accesible en u na especie de inmed iatez, sino q ue es siempre la histo-ria de la incidencia la que d eterm ina lo qu e, en el esfuerzo d e comp render , ap a-rece o no como problema y como posible objeto de investigacin. Por tanto, laconciencia de la inevitable presencia de tal estructura, esto es, la conciencia de lahistoria de la incidencia {wirkungsgeschichtliches Bewupsein) o conciencia de ladeterm inacin histrica, es un m om ento decisivo en el proceso de la com pren-sin. Esta conciencia significa la conciencia del carcter de estar situado que tie-ne la operacin herm enutica de la comp rensin . Y tal carcter de situadoimplica siempre una limitacin de la capacidad cognoscitiva en relacin a undeterm inado pu nto de vista y al horizonte respectivo. Lo que sucede cuando enun proceso interpretativo nos esforzamos po r com prend er no slo lo que u n tex-to d ice, sino tam bin el pu nto de vista desde el cual lo dice, no es tan to un a id en-tificacin emptica que nos transfiere desde nuestro horizonte al del otro, sinouna especie de elevacin a una universalidad superior que sobrepasa la particu-laridad ya sea del propio horizo nte, ya sea del horiz onte del otro . El proceso decom pren der se caracteriza por una especie de fusin de los horizontes particula-res {Horizontverschmelzun^, cuyo resultado es un ensancham iento del horizon -te y, por t an to , una elevacin de la perspectiva.

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    3.5. El problem a de la aplicacin y el valor paradigm tico del saberprctico aristotlico

    En la tradicin ms antigua de la herm enutica, el problem a de la aplicacintena una colocacin precisa dentro de la doctrina de las tres habilidades especiales necesarias para la empresa hermenutica, la subtilitas intelligendi, la subti-litas explicandi y la subtilitas applicandi. Esta ltima era justamente la capacidadde aplicar al caso o a la situacin del momento un principio general definido porla Escritura o p or la Ley. M s tarde, en la hermen utica posrom ntica, se perdila sensibilidad para tal pro blem a.

    La razn principal que em puja a Gadame r a reafirmar la centralidad del problema d e la aplicacin es que la com prensi n de la realidad histrica se conectacon la situacin hermenutica del intrprete, esto es, con su presente, y esto valeno slo para las hermen uticas normativas, com o la teolgica o la jurdica, enla cual la interpretaci n del texto (ya sea la Escritura o la Ley) tiene qu e ver constitutivamente con el problema de su aplicacin al caso particular, sino tambinpara la herm enu tica histrica de las ciencias del espritu en la cual el problem ade la aplicacin est aparen tem ente fiera del juego.

    G adam er se op on e a la tesis sostenida por Betti en el m bito d e su distincin entre la interpretacin simplemente cognoscitiva, la reproductiva y la normativa segn la cual slo en esta ltima ten dra im portan cia el problem a dela aplicacin'^. Aceptar esta idea significa para Gadamer malentender el carcter

    " Em ilio Betti haba expuesto su propia concepcin, volviendo al espritu de la herm enu tica rom ntica e historicista, en su Teora genrale Helia interpretazione, Miln, GiufFr, 1955. En elsiguiente ensayo, Die Hermeneutik ais allgemeine Methodik der Geisteswissenschaften, Tubinga, Mohr,1962 (trad. it. L'ermeneutica come metdica genrale delle scienze dello spiritu, ed. G. Mura, Roma,Cit t N ueva , 1987), retom ando de ma nera sucinta las tesis de la obra m ayor, haca hincapi en lapreocupac in metodolgica de salvaguardar el carcter objetivo de la interpretacin contra el peligro del subjetivismo y del relativismo que amenazaba en la herm enutica filosfica gadameria-na. C on este fin, llam la atencin sobre la diferencia en tre el significaio concluido de un determin ado texto histrico y la significatividad que l puede desarrollar en relacin a u na situacinhistrica particular en la que es interpretado , as com o entre la interpretacin verdadera y propia(Auslegung) y la dacin de sentido (Sinngebung). En general, Betti distingue tres momentos constitutivos del acto de interpretar, el filolgico, el crtico y el tcnico-m orfolgico, as com o tres tiposde interpretacin: la cognoscitiva, que se dirige a la plena comprensin de un escrito (histrico, literario o filosfico), la reproductiva (como la interpretacin artstica, musical, teatral, etc.) y la

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    fundam entalme nte unitario de la com prensin , y no reconocer que el problem ade la aplicacin se presenta en toda hermenutica. Incluso en la hermenuticade las ciencias del espritu se lleva a cabo un a accin de aplicacin , en el sentidode que incluso aqu la hermenutica est, por as decirlo, al servicio de que el texto se haga valer, en el contex to p resente, a travs de la distancia tem por al q ue losepara de su intrpre te. Si se preg unta qu significa aqu ap licacin y c m o estpresente en la comprensin ejercida en las ciencias del espritu precisa Gada-me r , se pod r ad mitir al meno s que hay una cierta clase de datos de la tradicin en cuya confirontacin nuestra actitud es la de la aplicacin, como la actitu d del jurista al confirontarse con la ley y la del telogo en su confirontarse conel krygma. Al igual que en estos casos el juez busca encontrar lo justo y el predicador anunciar la salvacin, y en ambos casos slo en la proclamacin y en elanu ncio el sentido de la noticia est com pleto , as tam bin frente a un texto filosfico o potico se reconocer que tales textos exigen al que los lee y los comprende un com portamien to prop io activo, y queft-entea ellos no se tiene la libertad de tener una actitud de distancia histrica. Se deber admitir que lacomprensin implica siempre aqu la aplicacin del sentido comprendido' 6

    Ahora bien, para caracterizar aquel tipo particular de saber que presupone laaplicacin de lo que se sabe, G adam er introdu ce una digresin sobre la actualidad hermenutica de Aristteles'^ y sostiene que el saber definido en la ticanicomquea po r Aristteles como phrnesis representa una especie de m ode lo d elos problemas que se hallan en la tarea hermenutica'^. Proporciona un paradigm a orientativo para evitar el ma lentendid o objetivista p ropio de la herm enutica rom ntica e historicista, la cual habra transferido inde bida m ente a lasciencias del espritu el ideal m od ern o de ciencia com o saber objetivo y universal,metdicamente obtenible y controlable. Si de hecho la hermenutica filosfica

    normativa (de tipo jurdico, moral o teolgico). Betti formula adems cuatro cnones hcrmenu-ticos fundamentales: el canon de la autonoma hermenutica del objeto, el canon de la totalidado de la coherencia, el canon de la actualidad del entender y el canon de la adecuacin del entender, o sea, de la correspondencia o consonancia he rmen utica. Cfr. la rplica de Gad am er en W MII , 392-95, y sus observaciones contenidas en el ensayo E. Betti und das idealistische Erbe, Qua-demifiorentiniperlastoriadelpensieronuridico moderno, VII, 19 78, pp. 5-11.

    ' ' W M I, 338; VM I, 386.Crr. WM 1, 317-29; VM I, 363-76. Se trata de un captulo que contiene una interpretacin del concepto aristotlico t phrnesis" W M I, 329; VM I, 376.

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    se pone la tarea de caracterizar la comprensin como un saber intrnsecamentedeterm inado por la situacin h istrica concreta, pero no en el sentido de que enl se ponga sim plem ente en relacin un universal dado con la particularidad dela situacin mediante una aplicacin tcnica aposteriori, entonces la configuracin aristotlica del saber prctico-moral de Xz phrnesis, ya sea en su distincinrespecto del saber terico de la epistme, o bien respecto al tcnico-prc tico d e latchne, tiene en perspectiva un a solucin ejemplar para los problemas con los quedebe enfrentarse la herm enu tica.

    En la distincin respecto al saber epistmico introducida en razn de ladiversidad del fin perseguido respectivamente, que en la epistme es el cono cimien to contem plativo de lo verdadero y en la phrnesis el buen resultado en laaccin queda inmediatamente claro para Gadamer un carcter esencial y paradigm tico del saber de \z phrnesis: ste no pu ede ser un conocer de tipo objetivo cuya tarea sea registrar de manera neutral lo que se halla enfirente, sino unsaber qu e, versando sobre algo que h a d e hacerse, est siempre env uelto e inte resado en lo que conoce. Ahora bien, incluso la reflexin filosfica sobre estesaber, es decir, la ciencia prctica, deber tener un carcter conforme con ello.No podr ni deber conseguir, por ejemplo, una precisin {akrbeid) parecida ala de las ciencias tericas, sin que por esto su no exactitud constituya un defecto o u n inconven iente. Al con trario, dicha no exactitud es perfectamente adecuada a la naturaleza cambiante de las cosas con las que tiene que habrselas, asaber, las acciones humanas. stas, en efecto, no suceden segn una absolutanecesidad, n i tam po co en un a total falta de leyes, sino segn aque lla regularidadque A ristteles define com o la regularidad d e lo que sucede ms a m enudo {hosepl tb poly). De igual modo, la probabilidad {probabilitas) de las ciencias p rcticas no interfiere en su carcter epistmico, porq ue no es aproxim acin a lo verdadero {verosimilitud), sino verdad de lo cambiante. Para Gadamer, el saberprctico aristotlico puede ofrecer un modelo sobre el que orientarse en la definicin del conocer puesto en acto por las ciencias del espritu {Geisteswissens-chafteri), las cuales com o l ha hecho notar en cua nto ciencias que tienenque ver con la accin y el com portam iento h um an o, fueron duran te un tiempollamad as ciencias morales .

    " El trmin o de Geisteswissenschafien, como entre tanto se ha vuelto a saber, fue usado por J.Schiel para verter del ingls moral sciences en su traduccin alemana del System ofLogig, Ratioci-native and Induaive (1843) de John Stuart Mili; no en la primera edicin parcial (Braunschweig

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    Un valor particular reviste adems la distincin entre el saber prctico-m oralde la sabidura {phrnesis) y el saber prctico-tcnico del arte {tchn). Se trata,sin em bargo , de un a distinc in difcil de trazar. Tan to la tcnica com o la sabidura se presen tan com o formas del saber prctico aplicables a las situaciones particulares del actuar humano y capaces de orientarlo a la consecucin y al xito.N o es el caso que la sabidura de la vida sea concebida co m o por ejemplo enla tradicin de la moralstica, d e la cual el arte de la prudencia de Baltasar G rad a n es el produ cto ms emblemtico com o u na especie de habilidad tcnica,ni que se haya pensado q ue el ho m bre forje la propia vida teniend o presente unmodelo de vida ideal aplicable a s mismo, de manera anloga a como un artesano forja el material segn un etdos de la obra que quiere realizar. Para Gada-mer, el gran m rito de Aristteles y el valor ejemplar de su filosofa prctica co nsisten sobre todo en la distincin entre el saber prctico-moral y el saberprctico-tcn ico. Para subrayarlo, Ga dam er evoca en su valor ejemplar tres ind icaciones aristotlicas tiles para d iferenciar la sabidu ra m oral de la tcnica:

    a) ante to do el hec ho de qu e el saber prctico-tcnico pu ede ser olvidad o,mientras que el prctico-moral no;

    b) adem s, la diversa relacin en tre me dios y fines qu e subsiste en la tcnica y en la sabidura moral, ya que la tcnica persigue siempre un fin particular, mien tras que la sabidura se relaciona con el xito de la vida en suconjunto;

    c) por ltimo , el hech o de qu e el saber moral es un saber que involucra siempre el ser qu e sabe, es un saber qu e concierne a s m ism o, u n hauti eid-nai, mientras que el tcnico no.

    Adems se pone de relieve la diferencia entre los dos tipos de saber en relacin con el problema de la aplicacin y con la respectiva conexin entre univer-

    1849), en la que el ttulo del libro VI reza as: Von der L ogik der Geisteswissenschaften oder mora -lischen Wissenschaften. Cfr. K. C. Khnke, Entstehung undAufitieg des Neukantianismus. Diedeutsche Univenitatsphilosophie zwischen Idealismus un d Positivismus, Francfort del Meno, Suhr-kamp, 1986, pp. 137, 468-69. Digamos aqu adems que en la digresin sobre Aristteles de Verdad y mtodo no aparece siempre clara la distincin entre el saber de \ phrnesis y la ciencia prc tica (epistmepraktik), que sin embargo Gadamer tematiza en otra parte. Esta ambigedad hacontribuido probablem ente a que en el debate sobre la rehabilitacin de la filosofa prctica se insinuase u n fatal ma lente ndido , esto es, que se tendiese a atribuir a la ciencia p rctica los caracteresque, por el contrario, son propios del saber de \2i phrnesis.

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    sal y particular. La peculiaridad del saber moral reside en el hec ho de qu e n o esun universal del que se pueda dispon er an tes de la aplicacin, com o en el casode la tcnica. La im agen del deber ser sobre el cual el ho m bre se orienta en suaccin es algo profundamente diferente del etdos del que dispone el artesano enla realizacin de la obra: m ientras qu e la prim era es simp lem ente u n esquem a n odeterminable sino en la situacin concreta, el universal del que dispone el artesano est perfectamente determinado antes de su aplicacin, y precisamente porel fin para el que deber servir la obra que se va a realizar.

    U n ejemp lo extrado del m bito jurdico ilustra con claridad tal diferencia.Se po dra ob jetar que incluso lo justo , o bien el universal jurd ico, est determ inado previamente por la ley de manera rigurosa, y que la tarea del juez consistesimplemente en aplicar al caso particular lo justo definido en trminos universales por la ley, as como el artesano aplica la forma universal al material especfico. Y sin em barg o, m irn do lo b ien, el paralelismo se revela engaoso . En efecto , m ientras qu e en el caso de la tcnica la aplicacin d el universal al m aterialparticular comporta siempre restricciones e imperfecciones, y por tanto la imposibilidad de que la forma universal encuentre una realizacin perfecta, el caso dela aplicacin de la justicia es m uy d istinto. Es verdad adv ierte G ada m erqu e incluso el juez deber, en el caso conc reto, prescindir d e la exactitud de laley. Pero cuan do lo hace, eso no sucede porque no se pued a hacer de otra m ane ra, sino porque en caso contrario no sera justo. Cuando l prescinde as de laley, no quita por tanto nada a la justicia, sino que as da con lo que es ms justo^". nicamente en la actuacin histricamente concreta del universal se tienela plena realizacin de lo justo, y p or eso Aristteles define la equida d {epiekeid)como un correctivo {epanrthomd) de la ley {tica nicomqueaV, 14).

    C om o se pued e ver, la digresin sobre la determ inaci n aristotlica del saberprctico, en la que Gadamer reivindica la actualidad, no es fin para s misma,sino que est en funcin de la definicin de la experiencia herm enu tica. E n ellanos encontramos efectivamente con un problema anlogo en el sentido de quela comprensin comporta siempre la aplicacin del sentido comprendido. Y espor el intento de evitar una determinacin objetivista de tal saber hermenuti-co por lo que Gadamer apela al paradigma del saber prctico aristotlico.

    W M I , 323; VM I , 369-70.

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    3.6. La estructura dialgica de la conciencia hermenu ticaSobre la base de tal modelo, Gadamer recaba una ulterior precisin acerca

    de la naturaleza de la experiencia hermenutica, ilustrando mejor la estructuraunitaria de la conciencia hermen utica en la que la com prensin engloba ya siempre la aplicacin del sentido comprendido. Una primera indicacin al respectoya haba sido dada con la teorizacin del principio de la historia de la incidencia y con el anlisis del fenmeno de la fusin de horizontes en la conciencia dela determinacin histr ica de toda comprensin. Queda, s in embargo, comprender si la conciencia de la determinacin histrica, qu e est ella misma incluida en la historia de la incidencia, tiene la posibilidad, en cu anto conciencia, deelevarse por en cima de aquello de lo que ella es conciencia. Justam ente en c uan to conciencia, p or la fuerza de la potencia reflexiva de la que disp one, ella debera resolver toda inme diatez que se le resista y que preten da limitarla, luego ta m bin lo que aqu es llamado incidencia.En virtud de este problem a, se imp on e la confrontacin con H egel y con suconcepcin del saber absoluto. Presuponiendo una distancia entre la historia yel presen te, y a la vez una fmitud radical de la conciencia histrica, la teora gada-meriana de la experiencia hermenutica se contrapone a la idea hegeliana de una

    mediacin sin residuos entre historia y presente, y por consiguiente a la resolucin total de historia y verdad . La herm enu tica es experiencia justamente enel sentido de q ue ella no es ni el autodespliegue del espritu n i la asimilacin dialctica por pa rte del espritu de lo que es distin to de s. Ella es ms bien la apertura finita qu e m arca el ser del hom bre en su historicidad, y en virtu d de la cualste es capaz, estando constitutivamente situado en un horizonte, de encontrarlo nuevo, reconocerlo en su repeticin y asimilarlo, ensanchando de ese modoel pro pio horiz on te inicial. La experiencia herm enu tica, siendo el esencial reco-

    ^' Adem s de hacerlo en k parte central de Verdad y mtodo, Gadam er se ha confrontado conHegel y la dialctica en otros muchos artculos ahora recogidos en Gesammelte Werke, vol. 3 (enitaliano: La diaUttica di Hegel, Turn, Marietti, 1973; Hegel e l'ermeneutica, trad. it. V. Verra, ap les, Bibliopolis, 1980). Sobre la problemtica de la relacin entre historia y verdad en referencia aHegel son imp ortante s las consideraciones crticas desarrolladas p or W. Pannenberg en su reseade Verdad y mtodo publicada con el ttulo de Hermeneutik und Universalgeschichte, en Zeitsch-riftfiir Theologie undKirche, LX, 19 63, pp. 90-121 (reeditada en Id., Grundfragen systematischerTheolope, Go tinga, Vandenhoeck & Ruprecht, 1967, pp. 91-1 22). Para la rplica de Gadam er cfr.W M II, 246 -47. Vase adems P. De Vitiis, Ermene utica e supere assoluto, Lecce, Milella, 1984.

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    nocimiento del carcter infranqueable de la finitud, se reconocer constitutivamente ligada y abierta en una relacin viva a la tradicin, al lenguaje, a laaccin.Esta apertura finita d e la experiencia herm enutica no se resuelve en la dim ensin simp lemente narrativa y episdica de la historicidad, sino qu e posee su estruc-

    tura lgica. sta es definida so bre la base del modelo dialgico de la. pregunta y dela respuesta. Al inicio explica Gadamer est la pregunta que el texto nospone, el ser directamente interpelados por la palabra de la tradicin, de maneraque la comprensin de tal palabra implica ya siempre la tarea de la automedia-cin historiogrfica del presente con la tradic in. [...] El dato histrico t rans mitido que se dirige a nosotros ya sea en un texto, una obra, una huellaplantea l m ismo una p regunta, y de ese mo do pon e nuestro espritu en la situacin de la apertura. Para responder a tal preg unta q ue nos es planteada, nosotrosmismos, a quienes se dirige la pregunta, debemos comenzar por nuestra parte apreguntar. Buscamos reconstruir la pregunta de la que el texto sera la respuesta. Pero no podremos lograrlo sin trascender con nuestro preguntar el horizonte histrico que es delineado de esa man era. La reconstruccin de la pregunta d ela cual el texto debera ser la respuesta est a su vez siempre en el interior de unpreguntar por medio del cual nosotros buscamos la respuesta a la pregunta quela tradicin po ne. La pregunta, en cu anto reconstruida, n o pued e ya estar dentro de su horizonte originario. El horizonte histrico descrito en la reconstruccin no es un verdadero h orizonte que circunscriba. Ms bien est l mismo asu vez incluido en el horizonte que nos abraza a nosotros que preguntam os y qu esomos interpelados por la palabra de la tradicin .

    La com prensin tiene as la estructura de un dilogo que se articula en preguntas y respuestas, y cuya peculiaridad est en el hecho de qu e, en realidad, noes el texto com pren dido el que nos habla, sino que som os ms bien nosotros losque le hacemos hablar. Es tambin verdad, sin em bargo, que este acto nuestrono es jams una iniciativa arbitraria, sino que siem pre est ligado y condicio nado por la respuesta que esperamos del texto mismo.

    Al determin ar as la estructura lgica de la apertura herm enutica de la compren sin , G ada m er saca a la luz su rasgo peculiar: sta es esencialm ente finitudW M I, 379-80; VM I, 432-33 .

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    y condicionalidad, y justamente por eso es dilogo y no dialctica. Se estructura,en efecto, com o relacin originaria de pre gun ta y respuesta en el sentido de qu ese desarrolla en el discurso histrico concreto, y no en el intento de desarrollarde una vez para siempre la totalidad de las determinaciones ideales del saber. Almismo tiempo, la estructura hermenutica de la comprensin es productiva porque com prend er la problema ticidad de un texto o de un dato histrico, esto es,la pregunta qu e l nos dirige, no es nun ca simplem ente u na reprod uccin, sinoque implica constitutivamente el preguntar: si comprender un cierto pensam iento significa com prend erlo com o respuesta a una pregunta , entonces esnecesario saber poner la pregu nta de la que el texto con stituye la respuesta.

    3.7. El lenguaje com o horizonte universalLa teorizacin de la estructura dialgica de la comp rensin est estrictam ente

    conectada con la tesis que co nstituye la piedra angular de la teora gadam erianade la experiencia hermenutica: el carcter irrebasable del lenguaje como mdiumy horizonte universal de la comprensin. La lingisticidad caracteriza tanto alobjeto como al acto hermenutico; ni siquiera podra ser de otra manera desdeel momento que el lenguaje es la dimensin constitutiva de la finitud y de la historicidad de la existencia hum an a. Afirmar el carcter imp rescindible del lenguaje n o significa n atura lm ente negar la existencia de un a dim ensi n preverbal,sino que significa nicamente que el sentido de las cosas se manifiesta plenamente slo en el movimiento de las palabras. En el lenguaje, la finitud abre ycons tituye el m undo de las cosas y de sus significados. En u n pasaje clave de Ver-dad y mtodo, Gadam er precisa: Nos resulta claro que este actuar de la cosa m isma, este "expresarse en el lenguaje" el sentido, indica una estructura ontolgicauniversal, esto es, la estructura findamental de todo lo que, en general, puedeser objeto del comprender. El ser que puede ser comprendido es lenguaje. El fenmeno hermenutico refleja, por as decir, la propia universalidad sobre la estructura ontolgica de lo com pren dido , calificndola en sentido universal com o len-guaje y calificando la propia relacin con el ente como interpretacin. Y otroms: El modo de ser especulativo del lenguaje revela as su significado ontol-gico universal. Lo que se expresa en el lenguaje es ciertamente algo distinto quela palabra misma. Pero la palabra es palabra slo en virtud de lo que en ella se

    W M I , 3 8 1 ; V M I , 4 3 3 .

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    expresa. Existe en su propio ser sensible slo para resolverse en lo que es dicho.A su vez, tambin lo que se expresa en ella no es algo que est dado ya antes demanera alingstica, sino que nicamente en la palabra recibe su determinacinpropia. Y retom and o el asun to del qu e haba parti do en su anlisis de las experiencias extra-metdicas de la verdad y en su crtica de la hermen utica ente ndida como tcnica de la interpretacin, puede concluir: Toda relacin del hombre con el m un do es, de mane ra absoluta y fundam ental, lenguaje y com prensin.La hermen utica, com o hem os visto, es en este sentido un aspecto universal de lafibsofla, y no slo la base metodolgica de las llamadas ciencias del espritu^ .4 . E l f e n m e n o d e l n e o a r i s t o t e l i s m o e n s u s t e s i s p r o g r a m t i c a s

    En el contexto general de la teora de la experiencia hermenutica, aqu ilustrada en sus rasgos principales, aparecen claram ente los lmites en los cuales G ada-me r ha llam ado la atencin sobre el saber prctico aristotlico. Verdad y mtodole asigna slo una funcin de m odelo sin, por lo dems, preocuparse dem asiadode esclarecer la ambigedad de la expresin saber prctico {praktisches Wissen),que com o tal puede referirse tan to a {phrnesis como a la epistme praktik. Gada-mer, en suma, propone el saber prctico aristotlico simplemente como motivopara resolver el problema hermenutico de la aplicacin, esto es, para configurar un tipo de saber capaz de producir un fin desde los inicios, y no solamenteen virtud de una aplicacin sucesiva, una sntesis entre universal y particular. Setrata del saber que Gadamer siguiendo la interpretacin de Aristteles trazada por el joven Heidegger considera como el propio de la comprensin {Vers-tehen) entendida como la estructura de la vida humana en su constitutivo seren el mu nd o y en la historia. La recuperacin gadam eriana de Aristteles es, portanto, slo indirecta, parcial y p rogram tica.

    Esto no ha impedido, sin embargo, que dicha recuperacin fuese extrapolada desde su contexto especfico, el del problem a h erm enu tico de la aplicacin,y fuese considerada como una verdadera y propia rehabilitacin de la phrnesis.Ha sido as como en concomitancia con un inters difixso por la filosofa poltica clsica, promovido a diverso ttulo por pensadores como Leo Strauss, Han-nah Arendt, Wilhelm Hennis y Joachim Ritter la hermenutica gadameriana

    W M I, 478-79; VM I, 542-43.

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    ha contribuido decisivamente a la renovacin de la atencin sobre la filosofaprctica aristotlica, conocindose esto como Rehabilitierung derpraktischen Phi-bsophie. No resulta exagerado afirmar que ella ha ftincionado como un punto dereferencia para gran parte de las renovaciones y de las referencias a la tica y a lapoltica de Aristteles qu e han tenid o lugar no slo en filosofa, sino tam bin enotros campos disciplinares, y que han sido etiquetados, en el horizonte de taldebate, como neoaristotelismo.

    El inters de Gadamer por la filosofa prctica aristotlica no ha sido, sinem barg o, ocasional y rapsdico. Esto tiene races ms profundas de lo que p arece a prim era vista. Hoy, despus d e la publicac in de los cursos universitariosdel joven H eidegger, tenem os la posibilidad de verificar en q u m edid a el redes-cubrimiento gadam eriano de la . phrnesis al igual que la renovacin de la ideade praxis por parte de H. Arendt depende de la interpretacin de Aristtelespropuesta por Heidegger en sus primeros cursos universitarios de Friburgo yM arb urg o. Y se mues tra cada vez ms claro qu e estos cursos representan la lejana prehistoria de la rehabilitacin de la filosofa prctica q ue tuvo lugar enlos aos sesenta y setenta. Hoy sabemos adems que las ideas contenidas en elanteriormente mencionado captulo de Verdad y mtodo estaban ya elaboradaspor el joven Gadamer en el texto t i tulado Praktisches Wissen escrito en1930, bajo la reciente impresin de la enseanza heideggeriana, pero publicado slo en 1985 en la edicin de las obras com pletas^ ' , en el cual se com pend ia y se desarrolla la interpretacin de la tica nicomquea expuesta por Heidegger en sus lecciones.

    No sorprende, pues, que en sus escritos sucesivos Gadamer haya atribuidouna importancia cada vez mayor a la filosofa prctica aristotlica, haciendo deella un motivo de fondo de la propia reflexin. Esto ha ocurrido en particular enlos ensayos Hermeneutik ais praktische Philosophie (1972)^^, Die Idee des Gutenzwischen Plato undA ristteles (1978), Vom Ideal der praktischen Philosophie(1980), en los cuales ha insistido de diferentes maneras sobre la necesidad deretom ar la filosofa prctica, sin por eso cam biar la disposicin de fond o bajo la

    Gesammelte Werke, op . cit., vol. V, pp . 23 0-4 8.Erm eneutica e filosofa practica es tamb in el ttulo del cuar to ap ndice del vol. II de la

    edicin italiana de Verdad y mtodo, que reagrupa ulteriores ensayos sobre este asunto (VM II,209-88) .

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    cual se ha vuelto a Aristteles, a saber, la de una libre interpretacin y transfor-ma cin d e la doctrina aristotlica en relacin con problem as y expectativas con-temporneas.Teniendo presente en qu medida la rehabilitacin gadam eriana de \zphr-nesis depende de la interpretacin heideggeriana de Aristteles, se comprendemejor por qu la fortuna neoaristotelizante de Verdad y mtodo se haya p odi-do unir al men os en Alemania con la influencia de la obra de otra a lumn ade Heidegger, Han na h Aren dt, que en otros mucho s aspectos de su pensam ien-to est en las antpodas respecto a Gadamer^'^. En Vita activa ese es el ttulode la traduccin alemana de The Human Condition (195 8), aparecido en 1960 ,o sea, en el mismo ao que Verdad y mtodo H . Arendt ha presentado una reha

    bilitacin de la praxis. Preocupada por la crisis de lo Poltico en el m un do mo der-no del trabajo y de la tcnica, H. Arendt ha llamado la atencin sobre la deter-m inacin aristotlica de la praxis y sobre su utilidad respecto a los fines de u nagenuina comprensin del fenmeno de lo Poltico en su distincin de la polti-ca, o sea, para un anlisis de las varias formas de la pluralidad humana y una cr-tica de las instituciones po lticas que le correspo nde n. Incluso este prog ram a filo-sfico depende, en sus motivaciones de fondo, de la enseanza del joven H eide ^e r,tende nte e nteram ente a mostrar que el carcter originario de la vida hum ana esla praxis entendida en el sentido aristotlico de accin y distinta de la pro-duccin y de la teora. Fue Heideg ger el que m ostr cm o el privilegio o tor-gado p or la tradicin metafsica a la teora y el corresp ond iente prim ado de lapresencia haba convertido a la praxis humana en un objeto ah presente, en unacosa entre las cosas, que h aba q ue observar y describir. Anlo gam ente a la crti-ca heideggeriana de la metafsica, Arendt se dirige a deconstruir el teoricismodel pensam iento poltico tradicional, que encerrara el carcter abierto de la accin

    ^ Las diferencias filosficas entre los dos qu edan adems a centuadas por el hech o de q ue seignoran recprocamente. En su evocacin de los aos de He id e^ er en Marburg o, Gadam er nun -ca nombr a H. Arendt. En cuanto a esta ltima, basta leer con atencin su correspondencia conJaspers, especialmente en la edicin alemana integral, para comprender qu opinin tena de Gada-me r (sucesor, en 1949, de Jaspers en la ctedra de filosofa en H eidelberg ): Briefwechsel 1929-1969,ed. L. Kohlery H. Saner, Munich, Piper, 1985.^* H. ARENDT, The Human Condition, Chicago, The University of Chicago Press, 1958; ver-sin alemana revisada: Vita activa oder von tdtigen Leben, Stuttgart, Kohlhammer, 1960.; trad. it.de S. Finzi, hecha desde la edicin am ericana. Vita activa, Miln, Bompiani, 1964.

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    en esquemas y categoras heterogneas a ella. Su conviccin es qu e el pensam ientopoltico occidental, dependiendo de una metafsica de la presencia y del acto,ocu lta los caracteres de posibilidad de la accin poltica y acaba por re(con)ducir-la al mero producir. Tal tendencia se vendra potenciada al final del mim do mo derno: aqu toda actividad humana se reduce a trabajo, aqu lo Poltico es ya slomera poltica, esto es, tcnica para la conservacin y la adm inistracin del poder.El eclipse de los caracteres autnticos y originarios de lo Poltico es, para Arendt,la raz ms profinda de la m ode rna desertizacin del m un do y de la hu ida d e laaccin poltica hacia el aislamiento hedonista e individualista.

    Para oponerse a esta tendencia, Arendt revaloriza los caracteres de la accinpoltica desacreditados por la tradicin: su pluralidad e imp redicibilidad, su irre-petibilidad e irreversibilidad, su originalidad en el dob le sentido de noved ad einicialidad, en una palabra: su libertad. Es una accin sin objetivos, porqueslo conoce la finalidad desinteresada: la gloria (que nos es conocida por elmundo homrico), la libertad (testimoniada por Atenas en el perodo clsico),la justicia y tambin la igualdad, entendidas como conviccin de la originariadignidad de todos los que tienen un rostro humano. Heidegger haba redescubierto la praxis, pero la haba encerrado en el horizonte de un rgido solipsismode la decisin: Are ndt retom a esta intuicin, pero la deriva en u na exaltacin delcarcter intersubjetivo, plural, pblico, esto es, poltico de la accin.

    Otro motivo neoaristotlico en sintona con Verdad y mtodo se encuentraen el libro de W ilhelm He nnis Politik undpraktischePhilosophie^^. Reflexionando como filsofo de la poltica sobre la crisis de identidad de la propia disciplina, Hennis seala su causa en la orientacin metodolgica predominante en laciencia poltica moderna, o sea, en su adhesin al ideal del mtodo analtico-posi-tivista, y prop one com o respuesta u na rehabilitacin del mtodo tpico-dialctico.Tal m tod o, teorizado por primera vez por Aristteles y que se ha m ante nidovivo a travs de la tradicin de la retrica, perdi su importancia en la edad moderna, hasta casi desaparecer com o consecuencia del triunfo del m tod o analtico-cientfico, con algunas importantes excepciones, como Vico y Burke. Apoyndose en Aristteles y en la tradicin retrica, H en nis pro po ne volver a considerar

    W . HENNIS, Politik und praktischePhilosophie. Eine Studie zur Rekonstruktion eUr politischenWissmschaft, Neuwied-Berln, Lu chterhand, 1963; segunda edicin ampliada: Politik und prak-tische Philosophie. Schriften zur politischen Theorie, Stuttgart, Klett-Cotta, 1977.

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    la dialctica tpica como el mtodo adecuado a aquella ciencia de tipo prcticoque es la poltica.Un inters neoaristotlico anlogo y complementario ha sido sostenido porJoachim Ritter en sus artculos recogidos en Metaphysik und Politik^^, que hicieron escuela (Gnther Bien, Hermann Liibbe, Reinhart Maurer, Robert Spae-m an n) . En ellos se reconoce, detrs del anlisis histrico-concep tual, u na pro puesta tico-poltica bien precisa, o sea, una rehabilitacin del thos. Operandoun m atrim on io entre la idea aristotlica del saber prctico y la concepcin hege-liana de la Sittlichkeit esto es, de la eticidad concreta contrapuesta a la universalidad abstracta de la Moralitdt Ritter ha subrayado el necesario compenetrarse de la razn prctica con el contexto concreto de su actuacin, y en lavaloracin d e la accin co ntra los intelectualismos ticos y los utopism os polticos contem porn eos ha privilegiado el criterio del buen resultado de una forma de vida, es decir, de u n thos concreto, respecto a la observancia de los principios universales abstractos.En Gadamer, pero tambin en otros autores que han tomado parte en eldeba te sobre el neoaristotelismo, el inters herm enu tico po r Aristteles ha estado profundamente condicionado por las exigencias metodolgicas y epistmi-

    cas contemporneas desde las que naca, y slo raras veces ha sido acompaadopor el estudio directo de la filosofa prctica aristotlica en su relacin con el sistema del saber y en su diversidad respecto a la concepcin moderna de la ciencia. Ha habido as incursiones rapsdicas en el Corpus aristotelicum dirigidas aobten er de ah motivos e intuiciones para utilizarlas en el deba te actual con funcin programtica, retornando adems a menudo, ms que a Aristteles mism o, a la pres unta tradicin de la filosofa prctica y del aristotelism o po lti-'" J. RITTER, Metaphysik undPolitik. Studien zu Aristteles un d Hegel, Francfort del Meno,Suhrkamp, 1969; trad. it. Metafsica epoltica. Studi su Aristotele e Hegel, ed. G. Cunico, CsaleMonferrato, Marierri, 1983. Cfr. tambin Id., Die Aufgabe der Geistestvissenschaften in der moder-

    nen Gesellschaft, Schriften zur Forderung der Westfalischen Wilheims-Universitat zu Mnster, cuaderno n. 51 , M nster, 1963, ahora en Id., Subjektivitdt. Sechs Aufiatze, Francfort del Meno, Suhrkamp, 1974, pp. 104-40; trad. i t . / / comp ito delle scienze dello spirito nella societ moderna, enSoggetivita, ed. T. Griffero, G enova, M arietti, 1997 , pp . 71- 10 3. Cfr. tamb in M . RiEDEL, Metaphysik und Metapolitik. Studien zu Aristteles und zur politischen Sprache der neuzeitlichen Philosophie,Francfort del M eno, S uhrkam p, 1975; trad. it. de F. Longato, Metafsica e metapolitica. Studi suAristotele e sul linguaggio poltico dellaflosofa moderna, Bolonia, II Mulino, 1990.

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    co, del cual quedan huellas en el rea cultural alemana que llegan hasta Chris-tian Wolf.

    Retomando la idea e. philosophia practica, el neoaristotelismo alemn ha evocado algunas intuiciones de procedencia aristotlica y ha reivindicado su funcinde alternativa crtica respecto a las opciones de la ciencia poltica moderna, introducindolas con un cierto xito en el debate filosfico contemporneo. Recordemos aqu al menos las tres findamentales:

    1. Ha sido afirmada ante todo la oportunidad de garantizar la autonomade XdL praxis respecto de la theoria, contra la subordinacin de la accin auna consideracin categorial de tipo terico. Las com prensiones mo dernas de la tica y de la poltica se veran afectadas, precisamente en su interpretacin de la accin, por tal reduccin.

    2. Adems, se ha buscado sealar los elementos especficos que distinguen entres hipraxis de la. potesis, la accin de la producc in, y respectivamente el saberprctico-moral (phrnesis) del saber prctico-tcnico {tchne). Recuperandouna doctrina aristotlica olvidada, se ha introducido de esa manera una diferencia de perspectiva respecto de la consideracin moderna de la accin tica y poltica, buscando ofrecer un instrumento adecuado para eliminar unaserie de unilateralidades, contam inaciones y m alos entendido s categoriales.3 . Co ntra la idea moderna de un a racionalidad m eramen te descriptiva y neutra, los neoaristotlicos han afirmado la exigencia de volver a comprender los caracteres prop ios del saber con ectado con la accin, buscn dolossobre todo en el modelo del saber de Xa phrnesis o saber prudencial, estoes, en aquel saber orientativo capaz de guiar con xito la accin humanahacia la realizacin del fin.

    5 . A p o r a s d e l r e d e s c u b r i m i e n t o h e r m e n u t i c o d e l a f i losof ap r c t i c a El inters con el que han sido acogidas las ideas programticas del neoaris

    totelismo no puede sin embargo hacer olvidar las numerosas crticas a las queestas ideas dan lugar. En primer trmino, se ha advertido que tales intuiciones,en el acto mismo con el que han sido repropuestas, han sido tambin arrancadas del contexto epistmico originario en el que fiincionaban, y justamente talseparacin ha convertido en problemticas las diversas recuperaciones de \A phrnesis, de XA praxis, del thos o del mtodo tpico-dialctico.

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    En cuanto a la evocacin de XA phrnesis en respuesta a la crisis de la ideamoderna de la razn y a su incapacidad de orientar hacia valores o finesltimos, se pu ed e observar q ue la sabidura prc tica es en Aristteles u n saberrelativo a los medios y no al fin de la accin, una accin que aquella, por elcontrario, ha de presuponer. Ahora bien, lo que falta al mundo moderno noson los me dios, qu e, al con trario, la ciencia po ne a nuestra disposicin en un am edida siempre mayor, sino la finalidad com partida, y en consecuencia ya poresta razn una recuperacin de la. phrn esis aparece im prob able a gran escala ypor tanto ineficaz. En Aristteles, la phrnesis puede garantizar el equil ibrioentre la eficacia de los medios y la cualidad moral de los fines, y por tanto elxito de la accin, siempre q ue sea pensada en el contex to trazado po r la ciencia poltica: sta prev y sugiere las formas de la buen a c ons titucin de ntro dela cual se garantiza la buena, paidea, y po r consigu iente la recta formacin delhombre y del ciudadano. En la hermenutica gadameriana, por el contrario,la rehabilitacin de la phrnesis corre el peligro de fracasar en su objetivo, porqu e carece del cua dro d e referencia global. En ausencia de tal cuadro , la . phr-nesis est expuesta al riesgo de transformarse en una mera habilidad calculadora de lo til y de lo ventajoso en el imprevisible devenir de las situaciones,y por consiguiente la virtud de un moderado relativismo cultural de carcterconservador.

    Anlogamente, con respecto a la rehabilitacin de la praxis llevada a cabo porAren dt se puede objetar qu e Aristteles no piensa tan to que la praxis poltica seael fin en el que el hom bre encuen tra la propia satisfaccin y la propia realizacin.Es ms, niega explcitamente que la felicidad consista en el ideal de vida prctico-p oltico, al estar ste expu esto a la variacin d e la fortuna y del azar. Arist teles se dirige ms bien a la creacin, a travs de la ciencia poltica, de las condiciones que hagan posible la realizacin de esa forma suprema de praxis que espara l la theora, la vida contemplativa.En c uanto a la rehabilitacin del thos propuesta por Ritter, justamente la aspiracin al ideal de la vida contemplativa seala que la filosofa prctica aristotlica no es, en modo alguno, una celebracin y una consagracin del thos vigenteen la polis, o sea, de u na vida d edicada a la praxis poltica, sino qu e aspira por elcontrario a la realizacin d e un a forma de vida, la teortico-contem plativa, con siderada como un privilegio de pocos iniciados y como tendencialmente contrapuesta al ideal poltico de los griegos.

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    Finalm ente, acerca de la rehabilitacin del mtodo tpico-dialctico, tambinen este caso se pod ra fcilmente mo strar qu e esto no es tan to u n elem ento epis-tmico del aristotelismo par a el cual la dialctica n o es una ciencia {epistme),sino una capacidad {dynamis) cuanto ms bien un legado de la tradicin retrico-humanstica.

    A pesar d e estas y de otras crticas que se pu ede n presentar, se le reconoce aldescub rimien to herm enu tico de la filosofa prctica y al neoaristotelismo alemn un doble mrito: el de haber llamado la atencin sobre una comprensinde la accin y de su correspondiente saber alternativa a la comprensin moderna, y que al men os ha sacado a la luz las prdidas que h a com porta do la m odernida d. Se ha despe rtado de esa manera un a conciencia crtica en la confro ntacin de los paradigmas tico-polticos modernos, creando los presupuestos paraen ten der de m ane ra ms profinda cules ha n sido las races histrico-filosficasy las condiciones epistmicas que en la edad moderna, con la identificacin descientia y theoria, han determinado la disminucin de la posibilidad de una tica y de una poltica entendida como ciencia prctica.