Vivir el Camino (meditación budista)

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Resumen del libro Vivir El Camino, de Lama Yeshe Losal

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RESUMEN VIVIR EL CAMINO Un método práctico de meditación budista para la vida cotidiana Lama Yeshe Losal ________________________________________ Traducción de Ester Ferré Añaños Título original: "Living Dharma" Publicado por Dzalendara Publishing 2001 © 2006 Integralia la casa natural www.edicionesi.com El budismo es la cosa más actual que jamás os hayáis cruzado en vuestro camino, porque nuestra mente es constantemente nueva, y Buda no habla sobre otra cosa sino sobre nuestro estado mental. El budismo nos enseña que todo, cualquier cosa que experimentemos, buena o mala, feliz o triste, todo sucede a través de los estados de la mente. Habla, por tanto, sobre nuestra propia mente, ¿y dónde vamos a encontrar algo más actual que esto? Esta comprensión, este reconocimiento de nuestra naturaleza búdica, es de crucial importancia para todos nosotros. El hecho de darnos cuenta de esto implica liberamos completamente, y para lograrlo necesitamos centrarnos en lo que realmente nos libera, en vez de correr tras espejismos que jamás nos traerán una felicidad completa y duradera. Creo que la gente va aceptando las enseñanzas budistas conforme se va dando cuenta de que la vida materialista actual no tiene sentido. Con esto no quiero destacar el budismo sobre las demás tradiciones; el budismo es muy abierto y enseña a respetar al resto de credos. Quizás habrá personas con otras creencias que piensen que el budismo no tiene nada que ver con ellos, nada que ofrecerles; sin embargo el budismo podría ser esa pieza clave que han estado buscando durante toda la vida. Es importante que seamos conscientes de que todos los aspectos de nuestra vida son manifestaciones de la mente, y cada experiencia es una cuestión de actitud mental. Felicidad o sufrimiento, todo proviene de la mente. Conociendo esta realidad, ¿cómo es posible que hipotequemos nuestra sabiduría en beneficio de la avaricia y el deseo? De manera similar a cuando se cultiva un campo, si plantamos buenas semillas obtendremos una buena cosecha, pero si plantamos malas hierbas eso será lo que obtendremos, malas hierbas. Solamente nos quedaría la opción de recoger todas las malas semillas del campo una a una. Del mismo modo, solamente podemos quitar las malas hierbas de nuestra mente haciendo meditación y enfrentándonos a nuestras emociones negativas, sin darle ninguna importancia al dolor que ese proceso pueda producir en nosotros.

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Muchas personas se hallan envueltas en un mundo de absoluto dolor y sufrimiento. Se identifican totalmente con el sufrimiento. Temen la introspección porque sienten que pone en sus manos demasiada información indeseable, demasiada infelicidad a la que no quieren enfrentarse. Si alguien quiere realmente beneficiarse de las enseñanzas budistas, la meditación es el método correcto para alcanzar este fin. Para descubrir nuestro potencial de llegar a ser budas, lo único que necesitamos es concedernos un poco de tiempo y de espacio para sentarnos y relajarnos, física y mentalmente. La gente suele decir que no tiene tiempo para practicar debido al trabajo, la familia y todas las cosas que hay que hacer, lo cual realmente muestra poca sabiduría. Seguro que en el fondo de vuestra mente sabéis que practicar es la única cosa que puede ayudaros a estabilizar la mente y daros una dirección, un propósito en vuestra vida. Ser capaz de cambiarse a uno mismo es una gran fortuna; de hecho, es justamente eso lo que hay que hacer antes de intentar cambiar el mundo entero. Si somos incapaces de cambiar, será inútil hablar de hacerlo con los demás. Nuestra influencia no afectará a nadie. Pero si lo conseguimos, no necesitaremos predicar nada, todo el mundo lo notará. Todo el mundo verá que ahora afrontamos nuestra vida mejor que otras personas y, en definitiva, que hemos logrado el control sobre nuestras acciones y nuestra habla. Ese es el momento en que la gente se siente naturalmente influenciada e intenta cambiar sus propios modos de actuar. Aprender a meditar no es fácil, porque hoy en día estamos demasiado infelices y enfadados. En el preciso instante en que nos sentamos e intentamos meditar, nuestras emociones y neurosis toman el mando. […] De todos modos, sabemos que cuando estamos calmados, en paz y estables, somos personas mucho más amables y bondadosas. Cualquiera de nosotros podría ser esa persona maravillosa si simplemente tuviera la sabiduría para desarrollar esa paz interior. Allá donde voy intento ayudar a los principiantes a aprender la forma correcta de comenzar a meditar, y mostrar a los que creen que están muy avanzados y ya lo saben todo sobre la meditación que se puede mejorar todavía. Según el linaje de la práctica, si uno es capaz de practicar el budismo de todo corazón, correctamente, la meditación será su comida, la meditación será su compañera, la meditación será su riqueza, la meditación colmará todos los aspectos de sus necesidades y deseos. Cuando no necesitamos nada somos mentalmente ricos. Según mi experiencia, es bueno tomarse en serio la idea de que la meditación puede colmar todas nuestras necesidades, aunque tal vez al principio cueste adoptar ese punto de vista. Un monje no tiene nada, y por lo tanto está más cerca que nadie de ser un ser humano satisfecho. ¿Qué es lo que necesita?, simplemente algo de comida para mantenerse y un techo sobre su cabeza. Es feliz allá adonde va. Puede irse a cualquier parte del mundo. Está en paz consigo mismo todo el tiempo. Y eso gracias a la mente que concede todos los deseos: que todo lo colma. Ha encontrado todas las cosas que necesita, no tiene por qué buscar nada allá afuera, lo ha encontrado en su propia mente. Esa es la razón por la que es libre.

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Para empezar, las personas en Occidente tienen un estilo de vida muy complicado. Sus trabajos y sus mentes les mantienen muy ocupados. Por consiguiente creen que sólo las enseñanzas muy complicadas les beneficiarán. Sin embargo, yo diría que su mente ya es suficientemente complicada como para que el dharma añada más complicación. Para aportar verdaderos beneficios, el dharma debería ser sencillo y fácil de comprender. Quizás algunos de vosotros os podáis sentir decepcionados cuando, después de veinte años de práctica, hayáis obtenido alguna realización y comprensión de que no era necesario utilizar tantas cosas diferentes. Leísteis cientos de libros, fuisteis a cientos de enseñanzas y llenasteis vuestros armarios con todo aquello que considerasteis una enseñanza entre las distintas escuelas. Podríais pensar que perdisteis mucho tiempo con todas esas complicaciones en vez de haber aceptado la sencillez del ser real de las cosas. Uno de los grandes textos de la tradición mahamudra dice que deberíamos vernos a nosotros mismos como pacientes: la meditación sería la medicina y el lama el doctor. No quiero decir con esto que estéis enfermos, pero sí que necesitáis tomar vuestra dosis diaria de medicina, vuestra meditación, o de lo contrario solamente estaréis mirando hacia fuera al mundo externo sin haber sido capaces de enfrentaros con vuestro propio caos interno. Los libros sobre budismo siempre mencionan el 'no apego', 'no aferramiento', 'dejar ir', 'no juzgar'. Mucha gente cree que este 'no apego' está relacionado con los objetos, las posesiones y las relaciones. Les parece que estas nociones son maravillosas y creen que pueden alcanzar no estar apegados a los objetos y a las personas, que van a ser capaces de despachar algo o a alguien que ya no les sirve, o a quien ya no quieren. Pero de hecho, dejar ir está relacionado con nuestras emociones, con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra propia identidad. En la meditación no tratamos con objetos, estamos tratando con pensamientos y emociones, estamos tratando con nuestra mente, estamos trabajando con nosotros mismos. Tu mente siempre ha reaccionado según sus propios intereses, protegiéndose contra cualquier amenaza externa. Pero la meditación no se mueve según estos patrones. Podremos decir que ahora tenemos ojos mundanos y de alguna manera deberíamos abrir nuestros ojos espirituales, pero la única manera con la que podemos conseguir esto es a través de la purificación, a través de la meditación y a través de la práctica. La mente es como el espacio, ilimitada. Cuando no hay nubes, cuando está completamente despejado, el espacio es como el estado 'normal' de nuestra mente. De pronto, las nubes surgen de la nada: se trata de nuestros problemas emocionales y nuestro caos mental, que cuando surgen nos impiden ver el espacio, ¡solamente vemos nubes! De cualquier modo, el espacio no se va a ninguna parte, siempre está ahí. Lo que ocurre es que nuestra mente entra en la oscuridad y para nosotros las nubes se han convertido en la única realidad. En cierto modo, este es un buen ejemplo. No estoy diciendo que siempre sea así, pero sí que hay ciertas similitudes. Del mismo modo en que las nubes provienen de ninguna parte y desaparecen hacia ninguna parte, de modo parecido, nuestras emociones y todo el caos por el que pasamos, surgen de ninguna parte y desaparecen en la nada. […] Nadie está libre de atravesar estados emocionales difíciles y tener problemas de vez en

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cuando; los practicantes deben aprender a tratar con todo ello. No hay ninguna necesidad de dramatizar, la vida no se acaba ahí, se trata simplemente de obstáculos temporales. Será de gran ayuda recordar que la naturaleza búdica es inmutable. Es pura, transparente y libre de contaminación, nada puede afectarla. Aunque debido a las tendencias habituales esté temporalmente velada, gracias a la purificación, la práctica y la meditación podemos eliminar sus velos. La única manera en que podemos acercarnos a la naturaleza de la mente es por la experiencia directa, y esto sólo se consigue meditando. Hoy en día, mucha gente piensa que la meditación es inútil, porque sienten que no están haciendo nada cuando podrían estar ayudando a otros. Esto es lo que cree mucha gente honesta que quieren ayudar a los demás de una forma genuina, pero en ocasiones carecen de estabilidad interna y sabiduría. No tienen ni idea de la importancia de ayudarse a sí mismos antes de ayudar a los demás. De hecho, en la mayoría de las ocasiones contribuyen al caos existente en el mundo. Cuando una persona que no sabe nadar salta al agua para rescatar a otra que se está ahogando, al final mueren las dos ahogadas. El único propósito de la meditación y la práctica no es otro que desarrollar la fortaleza para tener estabilidad, salud, confianza y sabiduría. Si poseemos paz interior y sabiduría, estaremos bien pertrechados para ayudar realmente a los demás de manera incondicional. Al comienzo debemos sentarnos en la posición que nos sea más confortable. Sentirnos físicamente a gusto nos ayudará a relajarnos mentalmente y eso es exactamente lo que debemos hacer: sentarnos bien relajados, física y mentalmente. Nuestro cuerpo está aquí y nuestra mente también está aquí. Si ambos están desconectados, ¿qué finalidad tiene sentarnos cuando nuestra mente está vagando de acá para allá? El propósito definitivo de sentarnos es traer de vuelta nuestra mente. […] La idea es no complicar la práctica. Estamos simplemente sentados aquí, tranquilos, calmados, en paz, y nuestra mente no tiene ningún motivo de queja, porque no le estamos pidiendo nada. A los principiantes les puede parecer que al meditar su mente está increíblemente ocupada. Incluso pueden llegar a pensar que la meditación empeora todavía más la situación y cuestionarse si realmente meditar es apropiado para ellos. Lo que sucede es que descubren por primera vez toda la actividad que hay, y que de hecho siempre ha habido, en su cabeza. La manera tradicional de describir esta situación es comparar la mente de un principiante con una cascada. Y cuando empezamos a sentarnos, obtenemos un pequeño atisbo de ello. No es la meditación lo que produce ese caos, sino que nos da la oportunidad de darnos cuenta del caos que reina de forma habitual en nuestra mente. Así es como somos y no debemos atemorizarnos por estas experiencias. La actitud del principiante debe ser la apertura mental, sin expectativas. Debemos sentarnos en un lugar tranquilo sin distracciones y darnos el tiempo para meditar, permitiendo a nuestra mente y nuestro cuerpo que se relajen y encuentren la calma. Nuestro cuerpo permanece sentado y la mente permanece en el cuerpo; de esta manera, cuando nuestra mente salte hacia otro lugar, haremos que vuelva amablemente. No importa cuántas veces tengamos que repetirlo, aunque sea cada segundo durante media hora de meditación, siempre valdrá la pena.

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Si surge un pensamiento o una emoción durante la meditación, lo primero que hay que hacer es no seguirlo, no alimentarlo, pero tampoco negarlo. Aunque ese pensamiento estorbe nuestra meditación mil veces, debemos ser pacientes, tolerantes y nunca sentirnos contrariados. Cuando hayamos aprendido a dejarlo tal cual es, la fuerte ola de energía irá gradualmente aquietándose. Pero si, por el contrario, consideramos que somos lo suficientemente fuertes para suprimir el pensamiento o la emoción, solamente le estaremos dando mayor fuerza y nunca seremos capaces de eliminarlo, porque de hecho no hay nada que suprimir. Pasemos a considerar los dos obstáculos más importantes de la meditación. El primero es la agitación. Cuando intentáis meditar, hay tanta energía que vuestra mente se vuelve caótica y no podéis sentaros de forma apropiada y meditar. Vuestra mente está absolutamente ocupada con una infinidad de asuntos. Si os sucede esto, en vez de irritaros debéis relajaros física y mentalmente. El segundo obstáculo surge cuando te sientes tranquilo y sereno pero a la vez adormecido. Según el budismo, el sueño es un estado ignorante de la mente, porque mientras dormimos no se produce ningún resultado positivo, sino que más bien se obstaculiza la meditación. Una mente que piensa demasiado es como el agua agitada, donde todo el lodo y la suciedad han sido removidos del fondo hacia la superficie. Si dejamos que el agua se calme y esté quieta, el barro se hundirá hacia el fondo y el agua volverá a estar de nuevo limpia y clara. Si el agua está clara, podremos ver a través de ella y beberla. Una mente tranquila es como el agua pura y clara, todos los pensamientos perturbadores se han aquietado. Seremos capaces de conseguirlo todo sin que haya que pensar demasiado. Si meditáis con regularidad, desarrollaréis comprensión; y así sabréis qué es correcto, y qué incorrecto, dónde está lo bueno. Incluso cuando alguien os haga enfadar, antes de contestarle a gritos tendréis la oportunidad de pensar: "¿Por qué permito que las palabras de esa persona o sus acciones me alteren? ¿Es correcto pensar que debo contraatacar? ¿No se resolvería todo si simplemente lo dejara pasar?". La meditación es la única manera de satisfacer nuestras necesidades, porque, cualquier cosa que hagamos en esta vida, cualquier decisión importante o sencilla que tomemos, debe ser examinada cuidadosamente. Necesitamos darnos cuenta de qué es posible y qué no lo es, y también qué es y qué no es necesario. Una vez tengamos esto claro, tomar una decisión será mucho más fácil. La mente del principiante se compara a menudo con una cascada de pensamientos que se precipitan con la misma rapidez que el agua, y no debemos preocuparnos ni frustrarnos por ello. A través de la práctica regular se irá asentando y se convertirá en un río tranquilo calmado, para finalmente llegar a ser como un océano sin olas, profundo y pacifico. Bajo ningún concepto debemos castigarnos o enfadarnos con nosotros mismos en nombre de la meditación. Debemos tratar a nuestra mente de la misma manera que una madre tolerante y cariñosa trata a su hijo travieso. El niño tiene tanta energía que salta de un lado para otro y lo enreda todo intentando salir corriendo de la habitación por cualquier medio. La madre ni se enfada, ni se molesta, ni siquiera le riñe. Le deja jugar

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dentro de los confines de la habitación, de manera que poco a poco la energía del niño travieso se va agotando, hasta que el final llega a calmarse. De la misma forma, debemos permitir a nuestra mente ir hacia donde quiera, sin dejar de observarla constantemente y hacerla regresar todas las veces que sea necesario. Sin juicios ni impaciencia, sin desaliento ni enfado, de lo contrario nuestra meditación se volverá tensa, difícil y dolorosa. Así le damos espacio a nuestra mente y dejamos que agote su propia energía. Algunas veces la gente desea recibir la máxima información posible, y es por eso que los lamas suelen proporcionarla; sin embargo, creo que en algunos casos puede crear obstáculos. Si la gente preguntara menos, yo les daría menos información, y eso contribuiría seguramente a que su meditación fuera más sencilla. Eso sería lo mejor. Según el mahamudra, el gran maestro indio Tilopa lo dijo muy claro: "No hables, no pienses, no medites". ¡Así de simple! De modo que la mejor forma es comenzar sin complicaciones, simplemente sentaros y relajaros física y mentalmente, sin involucraros en el pasado o el futuro, sin ni siquiera contar respiraciones. ¡Nada, no hagáis nada! Normalmente aplicamos métodos amables de acercamiento a nuestra mente, precisamente para evitar las reacciones fuertes en contra. Si nos convertimos en 'meditadores habituales' y aprendemos a estar relajados, entonces no necesitaremos aplicar ningún método, porque en una verdadera sesión de meditación no hay nada que hacer, excepto ser conscientes de todo. Este es el momento de realizar una investigación apropiada gracias a la meditación. Espero que con un poco de suerte lleguéis a la conclusión de que no hay nada de lo que preocuparos, porque no hay nada que encontrar. Y así descubriréis que vosotros sois los únicos responsables de la creación de estas emociones que realmente no existen, y que sois vosotros mismos los que las transformáis en realidades sólidas. De alguna manera somos capaces de construir una imagen sólida a partir de una emoción, y esto nos perturba todo el tiempo. Se lleva nuestra paz y destruye todo lo que hacemos. […] Cuando verdaderamente os deis cuenta de que no hay nada que pueda perturbaros, en ese momento os sentiréis aliviados. De alguna manera os reconfortará saber que habéis estado esclavizados por sentimientos que no tienen existencia real. Realizar este ejercicio una y otra vez es desmantelar la imaginería que habéis construido durante toda vuestra vida. A través de la meditación, podéis eliminar ese sentimiento de que hay algo que os está perturbando todo el tiempo. Tenéis que implicaros de todo corazón y comprometeros en esa búsqueda de manera que realmente encontréis la respuesta por vosotros mismos. No importa el método de observación ni cuánto tiempo necesitéis, finalmente, no encontraréis nada. Por eso sería un gran error que permitierais que los 'venenos' permanezcan en vuestra vida, ¿no os parece? Y si no vais a encontrar nada, entonces ¿a qué tenerle miedo? De todos modos las cosas no cambian de un día para otro. En ocasiones este proceso puede tardar unos diez o veinte años, o quizá más. Como budistas creemos que puede

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que hayamos estado creando estos hábitos durante vidas enteras. Quienes no crean en la existencia de vidas previas tienen que aceptar el hecho de que llevan veinte, treinta o cuarenta años asimilando hábitos provenientes de su cultura, su tradición y su 'linaje familiar' que no pueden ser abandonados de un día para otro. Por eso no debemos ser impacientes, y sí ser conscientes de que es una tarea difícil que no hay que abandonar a mitad camino. Meditación significa 'simple aceptación'. ¿Cómo podemos hablar de ser ecuánimes y desapegados si estamos continuamente juzgando, esperando que la meditación nos aporte ciertas sensaciones y rechazando cualquier otra experiencia que se presente? Si adoptamos esta actitud, seremos como boxeadores en el ring dando puñetazos al aire, sin nadie a quien golpear. Para un meditador, toda la actividad mental no es otra cosa que nubes en el cielo que vienen de ninguna parte y desaparecen en la nada. Creemos en la realidad de nuestros sentimientos y eso nos causa mucha infelicidad, una infelicidad totalmente innecesaria. Los sentimientos pueden comenzar siendo algo pequeño, pero día a día los vamos nutriendo y crecen. Cuando meditéis y penséis que están sucediendo cosas, simplemente investigad qué hay ahí; en vez de salir corriendo, enfrentaros a ello y decid: "Vale, quiero que nos conozcamos mejor". Si lo abordáis de esta manera, os daréis cuenta de que en realidad nada de todo eso está sucediendo.