Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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GIANNI RODARI u u e e  n  n  t  t  o  o  s  s  p  p  a  a  r  r  a  a  j  j u u  g  g  a  a  r  r  Título original: Tante Storie Per Giocare

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    GIANNIRODARI

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    Ttulo original: Tante Storie Per Giocare

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    Instrucciones para el uso ............................................................ ............................................................... .............. 3El tamborilero mgico..................................................... ................................................................ ........................ 4Pinocho el astuto ............................................................. ................................................................ ........................ 8Aquellos pobres fantasmas......................................................................................... ........................................... 11El perro que no saba ladrar ....................................................... ................................................................ ........... 14La casa en el desierto ....................................................... ............................................................... ...................... 18

    El flautista y los automviles ................................................................ ............................................................... . 22La vuelta a la ciudad ....................................................... ................................................................ ...................... 26Cuando en Miln llovieron sombreros............................. ............................................................... ...................... 29Alarma en el nacimiento ............................................................ ............................................................... ............ 32El doctor Terrbilis...... ............................................................... ............................................................... ............ 36Voces nocturnas ............................................................... ............................................................... ...................... 40Mago Gir........ ............................................................... ................................................................ ...................... 43La aventura de Rinaldo .............................................................. ............................................................... ............ 46El anillo del pastor ........................................................... ............................................................... ...................... 49Taxi para las estrellas............ ................................................................ .............................................................. .. 53La enfermedad de Tino .............................................................. ............................................................... ............ 57Aventura con el televisor ........................................................... ................................................................ ........... 61La gran zanahoria.................................................. ................................................................ ................................ 65

    Cien liras en el bolsillo............................................................... ................................................................ ........... 68El gato viajero....................................................... ............................................................... ................................. 71Los finales del autor................................................................... ............................................................... ............ 74

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    Cuentos para jugar

    Instrucciones para el uso

    Estas historias se publican con la amable autorizacin de la RAI (Radio-

    Televisin Italiana). De hecho, fueron escritas para un programa radiofnico que

    se titulaba precisamente Cuentos para jugar, que fue emitido en los aos 1969-70.Estos mismos cuentos aparecieron despus en el Corriere dei piccoli.Cada cuento tiene tres finales, a escoger.

    En las ltimas pginas el autor ha indicado cul es el final que l prefiere.El lector lee, mira, piensa y si no encuentra un final a su gusto puede

    inventarlo, escribirlo o dibujarlo por s mismo. Que os divirtis!

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    El tamborilero mgico

    Erase una vez un tamborilero que volva de la guerra. Era pobre, slo tena el tambor,pero a pesar de ello estaba contento porque volva a casa despus de tantos aos. Se le oatocar desde lejos: barabn, barabn, barabn...

    Andando y andando encontr a una viejecita.Buen soldadito, me das una moneda?Abuelita, si tuviese, te dara dos, incluso una docena. Pero no tengo.Ests seguro?He rebuscado en los bolsillos durante toda la maana y no he encontrado nada.Mira otra vez, mira bien.En los bolsillos? Mirar para darte gusto. Pero estoy seguro de que... Vaya! Qu es

    esto?

    Una moneda. Has visto cmo tenas?Te juro que no lo saba. Qu maravilla! Toma, te la doy de buena gana porque debesnecesitarla ms que yo.

    Gracias, soldadito dijo la viejecita, y yo te dar algo a cambio.En serio? Pero no quiero nada.S, quiero darte un pequeo encantamiento. Ser ste: siempre que tu tambor redoble

    todos tendrn que bailar.Gracias, abuelita. Es un encantamiento verdaderamente maravilloso.Espera, no he terminado: todos bailarn y no podrn pararse si tu no dejas de tocar.Magnfico! An no s lo que har con este encantamiento pero me parece qu me ser

    til.

    Te ser utilsimo.Adis, soldadito.Adis, abuelita.Y el soldadito reemprendi el camino para regresar a casa. Andando y andando... De

    repente salieron tres bandidos del bosque.La bolsa o la vida!Por amor de Dios! Adelante! Tomen la bolsa. Pero les advierto que est vaca!Manos arriba o eres hombre muerto!Obedezco, obedezco, seores bandidos.Dnde tienes el dinero?Lo que es por m, lo tendra hasta en el sombrero.

    Los bandidos miran en el sombrero: no hay nada.Por m lo tendra hasta en la oreja.Miran en la oreja: nada de nada.

    Os digo que lo tendra incluso en la punta de la nariz, si tuviera.Los bandidos miran, buscan, hurgan. Naturalmente no encuentran ni siquiera una moneda.

    Eres un desarrapado dice el jefe de los bandidos. Paciencia. Nos llevaremos eltambor para tocar un poco.

    Tomadlo suspira el soldadito; siento separarme de l porque me ha hechocompaa durante muchos aos. Pero si realmente lo queris...

    Lo queremos.Me dejaris tocar un poquito antes de llevroslo? As os enseo cmo se hace eh?Pues claro, toca un poco.Eso, eso dijo el tamborilero, yo toco y vosotros (barabn, barabn, barabn) y

    vosotros bailis!

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    Y haba que verlos bailar a esos tres tipejos. Parecan tres osos de feria.

    Al principio se divertan, rean y bromeaban.Animo, tamborilero! Dale al vals!Ahora la polka, tamborilero!

    Adelante con la mazurka!Al cabo de un rato empiezan a resoplar. Intentan pararse y no lo consiguen. Estncansados, sofocados, les da vueltas la cabeza, pero el encantamiento del tambor les obliga a

    bailar, bailar, bailar...Socorro!Bailad!Piedad!Bailad!Misericordia!Bailad, bailad!Basta, basta!

    Puedo quedarme el tambor?Qudatelo... No queremos saber nada de brujeras...Me dejaris en paz?Todo lo que quieras, basta con que dejes de tocar.Pero el tamborilero, prudentemente, slo par cuando los vio derrumbarse en el suelo sin

    fuerzas y sin aliento.Eso es, as no podris perseguirme!Y l, a escape. De vez en cuando, por precaucin, daba algn golpecillo al tambor. Y

    enseguida se ponan a bailar las liebres en sus madrigueras, las ardillas sobre las ramas, laslechuzas en los nidos, obligadas a despertarse en pleno da...

    Y siempre adelante, el buen tamborilero caminaba y corra, para llegar a su casa...

    PRIMER FINAL

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    Andando y andando el tamborilero empieza a pensar: Este hechizo har mi fortuna. Enel fondo he sido estpido con aquellos bandidos. Poda haber hecho que me entregaran sudinero. Casi casi, vuelvo a buscarlos...

    Y ya daba la vuelta para volver sobre sus pasos cuando vio aparecer una diligencia alfinal del sendero.

    He ah algo que me viene bien.

    Los caballos, al trotar, hacan tintinear los cascabeles. El cochero, en el pescante, silbabaalegremente una cancin. Junto a l iba sentado un polica armado.Salud, tamborilero, quieres subir?No, estoy bien aqu.Entonces aprtate del camino porque tenemos que pasar.Un momento. Echad primero un bailecito.Barabn, barabn... El tambor empieza a redoblar. Los caballos se ponen a bailar. El

    cochero se tira de un salto y se lanza a menear las piernas. Baila el polica, dejando caer elfusil. Bailan los pasajeros.

    Hay que aclarar que aquella diligencia transportaba el oro de un banco. Tres cajas repletasde oro. Seran unos trescientos kilos. El tamborilero, mientras segua tocando el tambor con

    una mano, con la otra hace caer las cajas en el sendero y las empuja tras un arbusto con lospies.

    Bailad! Bailad!Basta ya! No podemos ms!Entonces marchaos a toda velocidad, y sin mirar hacia atrs...La diligencia vuelve a ponerse en camino sin su preciosa carga. Y hete aqu al

    tamborilero millonario... Ahora puede construirse un chalet, vivir de las rentas, casarse con lahija de un comendador. Y cuando necesite dinero, no tiene que ir al banco: le basta su tambor.

    SEGUNDOFINAL

    Andando y andando, el tamborilero ve a un cazador a punto de disparar a un tordo.Barabn, barabn... el cazador deja caer la carabina y empieza a bailar. El tordo escapa.

    Desgraciado! Me las pagars!Mientras tanto, baila. Y si quieres hacerme caso, no vuelvas a disparar a los pajaritos.Andando y andando, ve a un campesino que golpea a su burro..

    Baila!Socorro!Baila! Solamente dejar de tocar si me juras que nunca volvers a pegar a tu burro.Lo juro!Andando y andando, el generoso soldadito echa mano de su tambor siempre que se trata

    de impedir un acto de prepotencia, una injusticia, un abuso. Y encuentra tantas arbitrariedadesque nunca consigue llegar a casa. Pero de todas formas est contento y piensa: Mi casa estardonde pueda hacer el bien con mi tambor.

    TERCER FINAL

    Andando y andando... Mientras anda, el tamborilero piensa: extrao encantamiento yextrao tambor. Me gustara mucho saber cmo funciona el encantamiento.

    Mira los palillos, los vuelve por todos lados: parecen dos palitos de madera normales.A lo mejor el secreto est dentro, bajo la piel del tambor!

    El soldadito hace un agujerito en la piel con el cuchillo.Echar un vistazo dice. Dentro no hay nada de nada.Paciencia, me conformar con el tambor como es.

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    Y reemprende su camino, batiendo alegremente los palillos. Pero ahora ya no bailan alson del tambor las liebres, las ardillas ni los pjaros en las ramas. Las lechuzas no sedespiertan.

    Barabn, barabn...El sonido parece el mismo, pero el hechizo ya no funciona.Vais a creerlo? El tamborilero est ms contento as.

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    Pinocho el astuto

    Haba una vez Pinocho. Pero no el del libro de Pinocho, otro. Tambin era de madera,pero no era lo mismo. No lo haba hecho Gepeto, se hizo l solo.

    Tambin l deca mentiras, como el famoso mueco, y cada vez que las deca se lealargaba la nariz a ojos vista, pero era otro Pinocho: tanto es as que cuando la nariz le creca,en vez de asustarse, llorar, pedir ayuda al Hada, etctera, tomaba un cuchillo, o sierra, y secortaba un buen trozo de nariz. Era de madera no? as que no poda sentir dolor.

    Y como deca muchas mentiras y an ms, en poco tiempo se encontr con la casa llenade pedazos de madera.

    Qu bien dijo, con toda esta madera vieja me hago muebles, me los hago y ahorroel gasto del carpintero.

    Hbil desde luego lo era. Trabajando se hizo la cama, la mesa, el armario, las sillas, los

    estantes para los libros, un banco. Cuando estaba haciendo un soporte para colocar encima latelevisin se qued sin madera.Ya s dijo, tengo que decir una mentira.Corri afuera y busc a su hombre, vena trotando por la acera, un hombrecillo del

    campo, de esos que siempre llegan con retraso a tomar el tren.Buenos das. Sabe que tiene usted mucha suerte?Yo? Por qu?Todava no se ha enterado?! Ha ganado cien millones a la lotera, lo ha dicho la radio

    hace cinco minutos.No es posible!Cmo que no es posible...! Perdone usted cmo se llama?

    Roberto Bislunghi.Lo ve? La radio ha dado su nombre, Roberto Bislunghi. Y en qu trabaja?Vendo embutidos, cuadernos y lmparas en San Giorgio de Arriba.Entonces no cabe duda: es usted el ganador. Cien millones. Le felicito efusivamente...Gracias, gracias...El seor Bislunghi no saba si crerselo o no crerselo, pero estaba emocionadsimo y

    tuvo que entrar a un bar a beber un vaso de agua. Slo despus de haber bebido se acord deque nunca haba comprado billetes de lotera, as que tena que tratarse de una equivocacin.Pero ya Pinocho haba vuelto a casa contento. La mentira le haba alargado la nariz en lamedida justa para hacer la ltima pata del soporte. Serr, clav, cepill y terminado! Unsoporte as, de comprarlo y pagarlo, habra costado sus buenas veinte mil liras. Un buen

    ahorro.Cuando termin de arreglar la casa, decidi dedicarse al comercio.

    Vender madera y me har rico.Y, en efecto, era tan rpido para decir mentiras que en poco tiempo era dueo de un gran

    almacn con cien obreros trabajando y doce contables haciendo las cuentas. Se compr cuatroautomviles y dos autovas. Los autovas no le servan para ir de paseo sino para transportarla madera. La enviaba incluso al extranjero, a Francia y a Burlandia.

    Y mentira va y mentira viene, la nariz no se cansaba de crecer. Pinocho cada vez se hacams rico. En su almacn ya trabajaban tres mil quinientos obreros y cuatrocientos veintecontables haciendo las cuentas.

    Pero a fuerza de decir mentiras se le agotaba la fantasa. Para encontrar una nueva tenaque irse por ah a escuchar las mentiras de los dems y copiarlas: las de los grandes y las delos chicos. Pero eran mentiras de poca monta y slo hacan crecer la nariz unos cuantoscentmetros de cada vez.

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    Entonces Pinocho se decidi a contratar a un sugeridor por un tanto al mes. Elsugeridor pasaba ocho horas al da en su oficina pensando mentiras y escribindolas enhojas que luego entregaba al jefe:

    Diga que usted ha construido la cpula de San Pedro.Diga que la ciudad de Forlimpopoli tiene ruedas y puede pasearse por el campo.Diga que ha ido al Polo Norte, ha hecho un agujero y ha salido en el Polo Sur.

    El sugeridor ganaba bastante dinero, pero por la noche, a fuerza de inventar mentiras, ledaba dolor de cabeza.Diga que el Monte Blanco es su to.Que los elefantes no duermen ni tumbados ni de pie, sino apoyados sobre la trompa.Que el ro Po est cansado de lanzarse al Adritico y quiere arrojarse al Ocano Indico.Pinocho, ahora que era rico y super rico, ya no se serraba solo la nariz: se lo hacan dos

    obreros especializados, con guantes blancos y con una sierra de oro. El patrn pagaba dosveces a estos obreros: una por el trabajo que hacan y otra para que no dijeran nada. De vez encuando, cuando la jornada haba sido especialmente fructfera, tambin los invitaba a un vasode agua mineral.

    PRIMER FINAL

    Pinocho cada da enriqueca ms. Pero no creis que era avaro. Por ejemplo, alsugeridor le haca algunos regalitos: una pastilla de menta, una barrita de regaliz, un sellodel Senegal...

    En el pueblo se sentan muy orgullosos de l. Queran hacerle alcalde a toda costa, peroPinocho no acept porque no le apeteca asumir una responsabilidad tan grande.

    Pero puede usted hacer mucho por el pueblo le decan.Lo har, lo har lo mismo. Regalar un hospicio a condicin de que lleve mi nombre.

    Regalar un banquito para los jardines pblicos, para que puedan sentarse los trabajadores

    viejos cuando estn cansados.Viva Pinocho! Viva Pinocho!Estaban tan contentos que decidieron hacerle un monumento. Y se lo hicieron, de

    mrmol, en la plaza mayor. Representaba a un Pinocho de tres metros de alto dando unamoneda a un huerfanito de noventa y cinco centmetros de altura. La banda tocaba. Inclusohubo fuegos artificiales. Fue una fiesta memorable.

    SEGUNDOFINAL

    Pinocho se enriqueca ms cada da, y cuanto ms se enriqueca ms avaro se haca. El

    sugeridor, que se cansaba inventando nuevas mentiras, haca algn tiempo que le peda unaumento de sueldo. Pero l siempre encontraba una excusa para negrselo:Usted en seguida habla de aumentos, claro. Pero ayer me ha inventado una mentira de

    cuarta; la nariz slo se me ha alargado doce milmetros. Y doce milmetros de madera no danni para un escarbadientes.

    Tengo familia deca el sugeridor, ha subido el precio de las papas.Pero ha bajado el precio de los bollos, por qu no compra bollos en vez de papas?La cosa termin en que el sugeridor empez a odiar a su patrn. Y con el odio naci en

    l un deseo de venganza.Vas a saber quin soy farfullaba entre dientes, mientras garabateaba de mala gana las

    cuartillas cotidianas.

    Y as fue como, casi sin darse cuenta, escribi en una de esas hojas: El autor de lasaventuras de Pinocho es Carlo Collodi.

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    La cuartilla termin entre las de las mentiras. Pinocho, que en su vida haba ledo un libro,pens que era una mentira ms y la registr en la cabeza para soltrsela al primero quellegara.

    As fue cmo por primera vez en su vida, y por pura ignorancia, dijo la verdad. Y nadams decirla, toda la lea producida por sus mentiras se convirti en polvo y serrn y todas susriquezas se volatizaron como si se las hubiera llevado el viento, y Pinocho se encontr pobre,

    en su vieja casa sin muebles, sin ni siquiera un pauelo para enjugarse las lgrimas.

    TERCER FINAL

    Pinocho se enriqueca ms cada da y sin duda se habra convertido en el hombre ms ricodel mundo si no hubiera sido porque cay por all un hombrecillo que se las saba todas; noslo eso, se las saba todas y saba que todas las riquezas de Pinocho se habran desvanecidocomo el humo el da en que se viera obligado a decir la verdad.

    Seor Pinocho, esto y lo otro: ponga cuidado en no decir nunca la ms mnima verdad,ni por equivocacin, si no se acab lo que se daba. Comprendido? Bien, bien. A propsito,

    es suyo aquel chalet?No dijo Pinocho de mala gana para evitar decir la verdad.Estupendo, entonces me lo quedo yo.Con ese sistema el hombrecillo se qued los automviles, los autovas, el televisor, la

    sierra de oro. Pinocho estaba cada vez ms rabioso pero antes se habra dejado cortar lalengua que decir la verdad.

    A propsito dijo por ltimo el hombrecillo es suya la nariz?Pinocho estall:

    Claro que es ma! Y usted no podr quitrmela! La nariz es ma y ay del que latoque!

    Eso es verdad sonri el hombrecito.

    Y en ese momento toda la madera de Pinocho se convirti en serrn, sus riquezas setransformaron en polvo, lleg un vendaval que se llev todo, incluso al hombrecillomisterioso, y Pinocho se qued solo y pobre, sin ni siquiera un caramelo para la tos quellevarse a la boca.

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    Aquellos pobres fantasmas

    En el planeta Bort vivan muchos fantasmas. Vivan? Digamos que iban tirando, quesalan adelante. Habitaban, como hacen los fantasmas en todas partes, en algunas grutas, enciertos castillos en ruinas, en una torre abandonada, en una buhardilla. Al dar la medianochesalan de sus refugios y se paseaban por el planeta Bort, para asustar a los bortianos.

    Pero los bortianos no se asustaban. Eran gente progresista y no crean en los fantasmas. Silos vean, les tomaban el pelo, hasta que los hacan huir avergonzados.

    Por ejemplo, un fantasma haca chirriar las cadenas, produciendo un sonido horriblementetriste. En seguida un bortiano le gritaba: Eh, fantasma, tus cadenas necesitan un poco deaceite.

    Supongamos que otro fantasma agitaba siniestramente su sbana blanca. Y un bortiano,incluso pequeo, le gritaba: A otro perro con ese hueso, fantasma, mete esa sbana en la

    lavadora. Necesita un lavado biolgico.Al terminar la noche los fantasmas se encontraban en sus refugios, cansados,mortificados, con el nimo ms decado que nunca. Y venan las quejas, los lamentos ygemidos.

    Es increble! Sabis lo que me ha dicho una seora que tomaba el fresco en unbalcn? Cuidado, que andas retrasado, me ha dicho, tu reloj atrasa. No tenis un fantasmarelojero que os haga las reparaciones?

    Y a m? Me han dejado una nota en la puerta sujeta con una chinche, que deca:Distinguido seor fantasma, cuando haya terminado su paseo cierre la puerta; la otra nochela dej abierta y la casa se llen de gatos vagabundos que se bebieron la leche de nuestrominino.

    Ya no se tiene respeto a los fantasmas.Se ha perdido la fe.Hay que hacer algo.Vamos a ver, qu?Alguno propuso hacer una marcha de protesta. Otro sugiri hacer sonar al mismo tiempo

    todas las campanas del planeta, con lo que por lo menos no habran dejado dormir tranquilos alos bortianos.

    Por ltimo tom la palabra el fantasma ms viejo y ms sabio.Seoras y seores dijo mientras se cosa un desgarrn en la vieja sbana, queridos

    amigos, no hay nada que hacer. Ya nunca podremos asustar a los bortianos. Se hanacostumbrado a nuestros ruidos, se saben todos nuestros trucos, no les impresionan nuestras

    procesiones. No, ya no hay nada que hacer... aqu.Qu quiere decir aqu?Quiero decir en este planeta. Hay que emigrar, marcharse...Claro, para a lo mejor acabar en un planeta habitado nicamente por moscas y

    mosquitos.No seor: conozco el planeta adecuado.El nombre! El nombre!Se llama planeta Tierra. Lo veis, all abajo, ese puntito de luz azul? Es aqul. S por

    una persona segura y digna de confianza que en la Tierra viven millones de nios que conslo or a los fantasmas esconden la cabeza debajo de las sbanas.

    Qu maravilla!Pero ser verdad?Me lo ha dicho dijo el viejo fantasma un dividuo que nunca dice mentiras.

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    A votar! A votar! gritaron de muchos lados.Qu es lo que hay que votar?Quien est de acuerdo en emigrar al planeta Tierra que agite un borde de su sbana.

    Esperad que os cuente... uno, dos, tres... cuarenta... cuarenta mil... cuarenta millones... Hayalguno en contra? Uno, dos... Entonces la inmensa mayora est de acuerdo: nos marchamos.

    Se van tambin los que no estn de acuerdo?Naturalmente: la minora debe seguir a la mayora.Cundo nos vamos?Maana, en cuanto oscurezca.Y la noche siguiente, antes de que asomase alguna luna (el planeta Bort tiene catorce; no

    se entiende cmo se las arreglan para girar a su alrededor sin chocarse), los fantasmasbortianos se pusieron en fila, agitaron sus sbanas como alas silenciosas... y helos aqu deviaje, en el espacio, como si fueran blancos misiles.

    No nos equivocaremos de camino eh?No hay cuidado: el viejo conoce los caminos del cielo como los agujeros de su

    sbana...

    PRIMER FINAL

    ...En unos minutos, viajando a la velocidad de la luz, los fantasmas llegaron a la Tierra, ala parte que estaba entonces en sombra, en la que apenas acababa de empezar la noche.

    Ahora romperemos filas dijo el viejo fantasma, cada uno se marcha por su lado yhace lo que le parezca. Antes del alba nos reuniremos en este mismo sitio y discutiremossobre la situacin. De acuerdo? Disolverse! Disolverse!

    Los fantasmas se dispersaron por las tinieblas en todas direcciones.Cuando volvieron a encontrarse no caban en la sbana de alegra.

    Chicos, qu maravilla!Vaya suerte!Qu fiesta!

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    Quin se iba a imaginar encontrar todava a tanta gente que cree en los fantasmas!Y no slo los nios. Tambin muchos mayores!Y tantas personas cultas!Yo he asustado a un doctor!Y yo he hecho que a un comendador se le volviera blanco el pelo!Por fin hemos encontrado el planeta que nos conviene. Voto que nos quedemos.

    Yo tambin!Yo tambin!Y esta vez, en la votacin, no hubo ni siquiera una sbana en contra.

    SEGUNDOFINAL

    ...En unos minutos, viajando a la velocidad de la luz, los fantasmas de Bort llegaron agran distancia de su planeta. Pero en las prisas por irse no se haban dado cuenta de que en lacabeza de la columna se haban colocado... justamente aquellos dos fantasmas que votaroncontra el viaje a la Tierra. Por si os interesa saberlo, eran dos oriundos. En otras palabras, eran

    dos fantasmas de Miln a los que haban hecho salir huyendo de la capital lombarda un grupode milaneses nicamente armados de tomates podridos. A escondidas haban ido a parar aBort, entremezclndose con los fantasmas bortianos. No queran ni or hablar de volver a laTierra. Pero ay de ellos! si hubieran confesado ser unos clandestinos. As que le dieronvueltas al asunto. Y dicho y hecho.

    Se colocaron en la cabeza de la columna, cuando todos crean que el que indicaba elcamino era el viejo y sabio fantasma, quien se haba quedado dormido volando con el grupo.Y en vez de dirigirse hacia la Tierra se encaminaron hacia el planeta Picchio, a trescientosmillones de miles de kilmetros y siete centmetros de la Tierra. Era un planeta habitadonicamente por un pueblo de ranas miedossimas. Los fantasmas de Bort se encontraron agusto, por lo menos durante unos cuantos siglos. Despus parece que las ranas de Picchio

    dejaron de asustarse de los fantasmas.

    TERCER FINAL

    ...En unos minutos, viajando a la velocidad de la luz, se encontraron en el territorio de laLuna y va se preparaban para pasar a la Tierra y poner manos a la obra, cuando vieron que

    por el espacio se acercaba otro cortejo de fantasmas.Hola! Quin va?Y quines sois vosotros?No vale, nosotros os lo hemos preguntado primero. Contestad.

    Somos fantasmas del planeta Tierra. Nos marchamos porque en la Tierra ya nadie letiene miedo a los fantasmas.Ya dnde vais?Vamos al planeta Bort, nos han dicho que all hay mucha guerra que dar.Pobrecillos! Pero os dais cuenta? Justamente nosotros nos largamos del planeta Bort

    porque all los fantasmas ya no tienen nada que hacer.Cspita! Con esto no contbamos. Qu hacemos?Unmonos y busquemos un mundo de miedosos. Habr quedado alguno, aunque slo

    sea uno, en el inmenso espacio...Bien, de acuerdo...Y eso es lo que hicieron. Unieron los dos squitos y se hundieron en los abismos,

    refunfuando de mal humor.

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    El perro que no saba ladrar

    Haba una vez un perro que no saba ladrar. No ladraba, no maullaba, no muga, norelinchaba, no saba decir nada. Era un perrillo muy solitario, porque haba cado en unaregin sin perros. Por l no se habra dado cuenta de que le faltaba algo. Los otros eran losque se lo hacan notar. Le decan:

    Pero t no ladras?No s... soy forastero...Vaya una contestacin. No sabes que los perros ladran?Para qu?Ladran porque son perros. Ladran a los vagabundos de paso, a los gatos despectivos, a

    la luna llena. Ladran cuando estn contentos, cuando estn nerviosos, cuando estn enfadados.Generalmente de da, pero tambin de noche.

    No digo que no, pero yo...Pero t qu? Tu eres un fenmeno, oye lo que te digo: un da de estos saldrs en elperidico.

    El perro no saba cmo contestar a estas crticas. No saba ladrar y no saba qu hacerpara aprender.

    Haz como yo le dijo una vez un gallito que senta pena por l. Y lanz dos o tressonoros kikirik.

    Me parece difcil dijo el perrito.Pero si es facilsimo! Escucha bien y fjate en mi pico.Vamos, mrame y procura imitarme.El gallito lanz otro kikirik.

    El perro intent hacer lo mismo, pero slo le sali de la boca un desmaado kek quehizo salir huyendo aterrorizadas a las gallinas.No te preocupes dijo el gallito, para ser la primera vez est muy bien. Ahora,

    vulvelo a intentar.El perrito volvi a intentarlo una vez, dos, tres. Lo intentaba todos los das. Practicaba a

    escondidas, desde por la maana hasta por la noche. A veces, para hacerlo con ms libertad,se iba al bosque. Una maana, precisamente cuando estaba en el bosque, consigui lanzar unkikirik tan autntico, tan bonito y tan fuerte que la zorra lo oy y se dijo: Por fin el gallo havenido a mi encuentro. Correr a darle las gracias por la visita... E inmediatamente se ech acorrer, pero no olvid llevarse el tenedor, el cuchillo y la servilleta porque para una zorra nohay comida ms apetitosa que un buen gallo. Es lgico que le sentara mal ver en vez de un

    gallo al perro que, tumbado sobre su cola, lanzaba uno detrs de otros aquellos kikirik.Ah dijo la zorra, conque esas tenemos, me has tendido una trampa.Una trampa?Desde luego. Me has hecho creer que haba un gallo perdido en el bosque y te has

    escondido para atraparme. Menos mal que te he visto a tiempo. Pero esto es una caza desleal.Normalmente los perros ladran para avisarme de que llegan los cazadores.

    Te aseguro que yo... Vers, no pensaba en absoluto en cazar. Vine para hacerejercicios.

    Ejercicios? De qu clase?Me ejercito para aprender a ladrar. Ya casi he aprendido, mira qu bien lo hago.Y de nuevo un sonorsimo kikirik.La zorra crea que iba a reventar de risa. Se revolcaba por el suelo, se apretaba la barriga,

    se morda los bigotes y la cola. Nuestro perrito se sinti tan mortificado que se march ensilencio, con el hocico bajo y lgrimas en los ojos.

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    Por all cerca haba un cuc. Vio pasar al perro y le dio pena.Qu te han hecho?Nada.Entonces por qu ests tan triste?Pues... lo que pasa... es que no consigo ladrar. Nadie me ensea.

    Si es slo por eso, yo te enseo. Escucha bien cmo hago y trata de hacerlo como yo:cuc... cuc... cuc... lo has comprendido?

    Me parece fcil.Facilsimo. Yo saba hacerlo hasta cuando era pequeo. Prueba: cuc... cuc...Cu...hizo el perro. Cu...Ensay aquel da, ensay al da siguiente. Al cabo de una semana ya le sala bastante

    bien. Estaba muy contento y pensaba: Por fin, por fin empiezo a ladrar de verdad. Ya nopodrn volver a tomarme el pelo.

    Justamente en aquellos das se levant la veda. Llegaron al bosque muchos cazadores,tambin de esos que disparan a todo lo que oyen y ven. Dispararan a un ruiseor, s que loharan. Pasa un cazador de esos, oye salir de un matorral cuc... cuc..., apunta el fusil y bangl bangl dispara dos tiros.

    Por suerte los perdigones no alcanzaron al perro. Slo le pasaron rozando las orejas,haciendoziip ziip, como en los chistes. El perro a todo correr. Pero estaba muy sorprendido:Ese cazador debe estar loco, disparar hasta a los perros que ladran...

    Mientras tanto el cazador buscaba al pjaro. Estaba convencido de que lo haba matado.Debe habrselo llevado ese perrucho, no s de dnde habr salido refunfuaba. Y

    para desahogar su rabia dispar contra un ratoncillo que haba sacado la cabeza fuera de sumadriguera, pero no le dio.

    El perro corra, corra...

    PRIMER FINAL

    El perro corra. Lleg a un prado en el que paca tranquilamente una vaquita.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Adonde corres?No s.Entonces prate. Aqu hay una hierba estupenda.No es la hierba lo que me puede curar...Ests enfermo?Ya lo creo. No s ladrar.

    Pero si es la cosa ms fcil del mundo! Escchame: muuu... muuu... muuuu... Nosuena bien?No est mal. Pero no estoy seguro de que sea lo adecuado. T eres una vaca...Claro que soy una vaca.Yo no, yo soy un perro.Claro que eres un perro. Y qu? No hay nada que impida que hables mi idioma.Qu idea! Qu idea!Cul?La que se me est ocurriendo en este momento. Aprender la forma de hablar de todos

    los animales y har que me contraten en un circo ecuestre. Tendr un exitazo, me har rico yme casar con la hija del rey. Del rey de los perros, se comprende.

    Bravo, qu buena idea. Entonces al trabajo. Escucha bien: muuu... muuu... muuu...Muuu...hizo el perro.Era un perro que no saba ladrar, pero tena un gran don para las lenguas.

    SEGUNDOFINAL

    El perro corra y corra. Se encontr a un campesino.Dnde vas tan deprisa?Ni siquiera yo lo s.Entonces ven a mi casa. Precisamente necesito un perro que me guarde el gallinero.

    Por m ira, pero se lo advierto: no s ladrar.Mejor. Los perros que ladran hacen huir a los ladrones. En cambio a ti no te oirn, seacercarn y podrs morderlos, as tendrn el castigo que se merecen.

    De acuerdo dijo el perro.Y as fue cmo el perro que no saba ladrar encontr un empleo, una cadena y una

    escudilla de sopa todos los das.

    TERCER FINAL

    El perro corra y corra. De repente se detuvo. Haba odo un sonido extrao. Haca guau

    guau. Guau guau.Esto me suena pens el perro, sin embargo no consigo acordarme de cul es laclase de animal que lo hace.

    Guau, guau.Ser la jirafa? No, debe ser el cocodrilo. El cocodrilo es un animal feroz. Tendr que

    acercarme con cautela.Deslizndose entre los arbustos el perrito se dirigi hacia la direccin de la que proceda

    aquel guau guau que, no saba por qu, haca que le latiera tan fuerte el corazn bajo el pelo.Guau, guau.Vaya, otro perro.Sabis, era el perro de aquel cazador que haba disparado poco antes cuando oy el cuc.

    Hola, perro.Hola, perro.Sabras explicarme lo que ests diciendo?

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Diciendo? Para tu conocimiento yo no digo, yo ladro.Ladras? Sabes ladrar?Naturalmente. No pretenders que barrite como un elefante o que ruja como un len.Entonces, me ensears?No sabes ladrar?No.

    Mira y escucha bien. Se hace as: guau, guau...Guau, guaudijo en seguida nuestro perrito. Y, conmovido y feliz, pensaba para susadentros: Al fin encontr el maestro adecuado.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    La casa en el desierto

    Haba una vez un seor muy rico. Ms rico que el ms rico de los millonarios americanos.Incluso ms rico que el To Rico. Superriqusimo. Tena depsitos enteros llenos de monedas,desde el suelo hasta el techo, del stano a la buhardilla. Monedas de oro, de plata, de nquel.Monedas de quinientas, de cien, de cincuenta. Liras italianas, francos suizos, esterlinasinglesas, dlares, rublos, zloty, dinares. Quintales y toneladas de monedas de todas clases y detodos los pases. De monedas de papel tena miles de bales llenos y sellados.

    Este seor se llamaba Puk.El seor Puk decidi hacerse una casa.

    Me la har en el desierto dijo, lejos de todo y de todos.En el desierto no hay piedra para hacer casas, ni ladrillos, argamasa, madera o mrmol...

    No hay nada, slo arena.

    Mejor dijo el seor Puk, me har la casa con mi dinero. Usar mis monedas en vezde la piedra, de los ladrillos, de la madera y del mrmol.Llam a un arquitecto e hizo que le diseara la casa.

    Quiero trescientas sesenta y cinco habitaciones dijo el seor Puk, una para cadada del ao. La casa debe tener doce pisos, uno por cada mes del ao. Y quiero cincuenta ydos escaleras, una por cada semana del ao. Hay que hacerlo todo con las monedascomprendido?

    Harn falta algunos clavos...Nada de eso. Si necesita clavos, tome mis monedas de oro, fndalas y haga clavos de

    oro.Harn falta tejas para el techo...

    Nada de tejas. Utilizar mis monedas de plata, obtendr una cobertura muy slida.El arquitecto hizo el diseo. Fueron necesarios tres mil quinientos autovas paratransportar todo el dinero necesario en medio del desierto.

    Se necesitaron cuatrocientas tiendas para alojar a los obreros.Y se empez. Se abrieron los cimientos y despus, en vez de echar el cemento armado,

    ros de monedas a carretadas, a camiones llenos. Luego las paredes, una moneda sobre otra,una moneda junto a otra. Una moneda, un poco de argamasa, otra moneda. El primer pisotodo de monedas italianas de plata de quinientas liras. El segundo piso, todo de dlares y decuartos de dlar.

    Despus las puertas. Estas tambin hechas con monedas pegadas entre s. Luego lasventanas. Nada de cristales: chelines austriacos y marcos alemanes bien encolados y, por

    dentro, forradas con billetes de banco turcos y suizos. El tejado, las tejas, la chimenea: todoshechos con monedas contantes y sonantes. Los muebles, las baeras, los grifos, las alfombras,los peldaos de las escaleras, el enrejado del stano, el retrete: monedas, monedas, monedas

    por todas partes, nicamente monedas.Todas las noches el seor Puk registraba a los albailes cuando dejaban el trabajo para

    asegurarse de que no se llevaban algn dinero en el bolsillo o dentro de un zapato. Les hacasacar la lengua porque tambin, si se quera, poda esconderse una rupia, una piastra o una

    peseta debajo de la lengua.Cuando se termin la construccin an quedaban montaas y montaas de monedas. El

    seor Puk hizo que las llevaran a los stanos, a las buhardillas, llen muchas habitaciones,dejando slo un pasaje estrecho entre uno y otro montn, para pasear y hacer cuentas.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Y luego se fueron todos, el arquitecto, el capataz, los obreros, los camioneros, y el seorPuk se qued solo en su inmensa casa en medio del desierto, en su gran palacio hecho dedinero, dinero bajo los pies, dinero sobre la cabeza, dinero a diestra y siniestra, delante ydetrs, y adonde fuera, a cualquier parte que mirara, no vea ms que dinero, dinero, dinero,aunque se pusiera con la cabeza para abajo no vea otra cosa. De las paredes colgaban

    centenares de cuadros valiossimos: en realidad no estaban pintados, era dinero colocado enmarcos, y hasta los marcos estaban hechos con monedas. Haba centenares de estatuas, hechascon monedas de bronce, de cobre, de hierro.

    En torno al seor Puk y a su casa estaba el desierto, que se extenda sin fin hacia loscuatro puntos cardinales. A veces llegaba el viento, del Norte o del Sur, y haca batir las

    puertas y las ventanas que producan un sonido extraordinario, un tintineo musical, en el queel seor Puk, que tena un odo finsimo, lograba diferenciar el sonido de las monedas de losdiferentes pases de la tierra: Este dinn lo hacen las coronas danesas, este denn los florinesholandeses... Y, esta es la voz del Brasil, de Zambia, de Guatemala...

    Cuando el seor Puk suba las escaleras reconoca las monedas que pisaba sin mirarlas,por el tipo de roce que producan sobre la suela de los zapatos (tena unos pies muy sensibles).

    Y mientras suba con los ojos cerrados murmuraba: Rumania, India, Indonesia, Islandia,Ghana, Japn, Sudfrica...Naturalmente dorma en una cama hecha con dinero: marengos de oro para la cabecera y

    para las sbanas, billetes de cien mil liras cosidos con hilo doble. Como era una personaextraordinariamente limpia, cambiaba de sbanas todos los das. Las sbanas usadas las volvaa guardar en la caja de caudales.

    Para dormirse lea los libros de su biblioteca. Los volmenes se componan de billetes debanco de los cinco continentes, cuidadosamente encuadernados. El seor Puk no se cansabanunca de hojear esos volmenes, pues era una persona muy instruida.

    Una noche, precisamente cuando hojeaba un volumen del Banco del Estado australiano...

    PRIMER FINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Una noche el seor Puk oye que golpean una puerta del palacio y no se equivoca, dice:Es la puerta hecha con esos antiguos tleros de Mara Teresa.

    Va a ver y no se ha equivocado. Son los bandidos.La bolsa o la vida.Por favor, seores, entren y observen: no tengo bolsas ni bolsillos.Los bandidos entran y no se toman ni siquiera la molestia de mirar a las paredes, las

    puertas, las ventanas, los muebles. Buscan la caja fuerte: est llena de sbanas y desde luegoellos no estn all para comprobar si son de hilo o de papel afiligranado. En toda la casa,desde el primer al duodcimo piso, no hay ni una bolsa ni un bolsillo. Hay extraos montonesde algo, en ciertas habitaciones, en los stanos, en las buhardillas, pero est oscuro, no se vede qu se trata. Adems, los ladrones son gente concreta: ellos quieren la cartera del seorPuk, y el seor Puk no tiene cartera.

    Los bandidos primero se enfadan y luego se echan a llorar: han atravesado todo eldesierto para efectuar ese robo y ahora tienen que volverlo a atravesar con las manos vacas.El seor Puk, para consolarles, les ofrece limonada fresca. Luego los bandidos desaparecen enla noche, derramando lgrimas en la arena. De cada lgrima nace una flor. A la maanasiguiente el seor Puk puede contemplar un bellsimo paisaje florido.

    SEGUNDOFINAL

    Una noche el seor Puk oye golpear a una puerta y no se equivoca: Es la que est hechacon esos antiguos tleros del Negus de Etiopa.

    Va a abrir. Son dos nios perdidos en el desierto. Tienen fro, tienen hambre, lloran.Una limosna.El seor Puk les da con la puerta en las narices. Pero ellos continan llamando. Al fin el

    seor Puk se apiada de ellos y les dice: Tomad esta puerta.Los nios la toman. Pesa, pero es toda de oro: se la llevan a casa, podrn comprarse caf

    con leche y galletitas.En otra ocasin llegan otros dos nios pobres y el seor Puk les regala otra puerta.Entonces se corre la voz de que el seor Puk se ha vuelto generoso y llegan pobres de todas

    partes del desierto y de las tierras habitadas y nadie se vuelve con las manos vacas: el seorPuk regala a uno una ventana, a otro una silla (hecha de moneditas de cincuenta cntimos),etctera. Al cabo de un ao ya ha regalado el techo y el ltimo piso.

    Pero los pobres continan llegando en largas filas desde todos los rincones de la tierra.No saba que fuesen tantos, piensa el seor Puk.Y, ao tras ao, los ayuda a destruir su palacio. Despus se va a vivir en una tienda, como

    un beduino o un campista, y se siente tan, pero tan ligero.

    TERCER FINAL

    Una noche el seor Puk, hojeando un volumen de billetes de banco, encuentra uno falso.Cmo habr llegado all? Y... y no habr ms? El seor Puk hojea rabiosamente todos losvolmenes de su biblioteca y encuentra una docena de billetes falsos.

    No habr tambin monedas falsas rodando por la casa? Tengo que mirar.Como ya se ha dicho, es una persona muy sensible. No lo deja dormir la idea de que en un

    rincn cualquiera del palacio, en una teja, en un taburete, pegada a una puerta o a un muro,haya una moneda falsa.

    Y as empieza a deshacer toda la casa, en busca de las monedas falsas. Empieza por el

    tejado y va hacia abajo, un piso tras otro, y cuando encuentra una moneda falsa se pone agritar: La reconozco, me la dio aquel bribn, el Tal de Cual...

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Conoce sus monedas una a una. Hay poqusimas falsas porque siempre se ha fijadomucho en el dinero, pero cualquiera puede tener un momento de distraccin.

    As que ha desmontado toda la casa;pedazo a pedazo. All est, en medio del desierto,sentado encima de un montn de ruinas de plata, oro y papel del Banco de Italia. Ya no tieneganas de reconstruir la casa desde el principio. Tampoco le apetece abandonar el montn. Sequeda all arriba, furioso. Y de estar siempre encima de su montn de monedas se va haciendo

    cada vez ms pequeo. Tambin l se convierte en una moneda. Se convierte en una monedafalsa. De forma que cuando la gente viene a apoderarse de todo aquel dinero, a l lo tiran enmedio del desierto.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    El flautista y los automviles

    Haba una vez un flautista mgico. Es una vieja historia, todos la conocen. Habla de unaciudad invadida por los ratones y de un jovenzuelo que, con su flauta encantada, llev a todoslos ratones a que se ahogaran en el ro. Como el alcalde no quiso pagarle, volvi a hacer sonarla flauta y se llev a todos los nios de la ciudad.

    Esta historia tambin trata de un flautista: a lo mejor es el mismo o a lo mejor no.Esta vez es una ciudad invadida por los automviles. Los haba en las calles, en las

    aceras, en las plazas, dentro de los portales. Los automviles estaban por todas partes:pequeos como cajitas, largos como buques, con remolque, con caravana. Haba automviles,tranvas, camiones, furgonetas. Haba tantos que les costaba trabajo moverse, se golpeaban,estropendose el guardabarros, rompindose el parachoques, arrancndose los motores Yllegaron a ser tantos que no les quedaba sitio para moverse y se quedaron quietos As que la

    gente tena que ir andando. Pero no resultaba fcil, con los coches que ocupaban todo el sitiodisponible. Haba que rodearlos, pasarlos por encima, pasarlos por debajo. Y desde por lamaana hasta por la noche se oa:

    Ay!Era un peatn que se haba golpeado contra un cap.

    Ay! Uy!Estos eran dos peatones que se haban topado arrastrndose bajo un camin. Como es

    lgico, la gente estaba completamente furiosa.Ya est bien!Hay que hacer algo!Por qu el alcalde no piensa en ello?

    El alcalde oa aquellas protestas y refunfuaba:Por pensar, pienso. Pienso en ello da y noche. Le he dado vueltas incluso todo el dade Navidad. Lo que pasa es que no se me ocurre nada. No s qu hacer, qu decir, ni de qurbol ahorcarme. Y mi cabeza no es ms dura que la de los dems. Mirad qu blandura.

    Un da se present en la Alcalda un extrao joven. Llevaba una chaqueta de piel decordero, abarcas en los pies, una gorra cnica con una enorme cinta. Bueno, que pareca ungaitero. Pero un gaitero sin gaita. Cuando pidi ser recibido por el alcalde, la guardia lecontest secamente:

    Djalo tranquilo, no tiene ganas de or serenatas.Pero no tengo la gaita.An peor. Si ni siquiera tienes una gaita por qu te va a recibir el alcalde?

    Dgale que s cmo liberar a la ciudad de los automviles.Cmo? Cmo? Oye, lrgate, que aqu no se tragan ciertas bromas.Anncieme al alcalde, le aseguro que no se arrepentir...Insisti tanto que el guardia tuvo que acompaarle ante el alcalde.

    Buenos das, seor alcalde.S, resulta fcil decir buenos das. Para m solamente ser un buen da aquel en el que......la ciudad quede libre de automviles? Yo s la manera.T? Y quin te ha enseado? Una cabra?No importa quin me lo ha enseado. No pierde nada por dejarme que lo intente. Y si

    me promete una cosa antes de maana ya no tendr ms quebraderos de cabeza.Vamos a ver, qu es lo que tengo que prometerte?Que a partir de maana los nios podrn jugar siempre en la plaza mayor, y que

    dispondrn de calesitas, hamacas, toboganes, pelotas y barriletes.En la plaza mayor?

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    En la plaza mayor.Y no quieres nada ms?Nada ms.Entonces, chcala. Prometido. Cundo empiezas?Inmediatamente, seor alcalde.Venga, no pierdas un minuto...

    El extrao joven no perdi ni siquiera un segundo. Se meti una mano en el bolsillo ysac una pequea flauta, tallada en una rama de morera. Y para colmo, all, en la oficina delalcalde, empez a tocar una extraa meloda. Y sali tocando de la alcalda, atraves la plaza,se dirigi al ro...

    Al cabo de un momento...Mirad! Qu hace aquel coche? Se ha puesto en marcha solo!Y aqul tambin!Eh! Si aqul es el mo! Quin me est robando el coche? Al ladrn! Al ladrn!Pero no ve que no hay ningn ladrn? Todos los automviles se han puesto en

    marcha...Toman velocidad... Corren...

    Dnde irn?Mi coche! Para, para! Quiero mi coche!Intenta meterle un poquito de sal en la cola...Los coches corran desde todos los puntos de la ciudad, con un inaudito estruendo de

    motores, tubos de escape, bocinazos, sirenas, claxon... Corran, corran solos.

    Pero si se prestaba atencin, se habra odo bajo el estruendo, an ms fuerte, msresistente que l, el silbido sutil de la flauta, su extraa, extraa meloda...

    PRIMER FINAL

    Los automviles corran hacia el ro.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    El flautista, sin dejar nunca de tocar, los esperaba en el puente. Cuando lleg el primercoche que por casualidad era precisamente el del alcalde cambi un poco la meloda,aadiendo una nota ms alta. Como si se tratara de una seal, el puente se derrumb y elautomvil se zambull en el ro y la corriente lo llev lejos. Y cay el segundo, y tambin eltercero, y todos los automviles, uno tras otro, de dos en dos, arracimados, se hundan con unltimo rugido del motor, un estertor de la bocina, y la corriente los arrastraba.

    Los nios, triunfantes, descendan con sus pelotas por las calles de las que habandesaparecido los automviles, las nias con las muecas en sus cochecitos desenterrabantriciclos y bicicletas, las amas de casa paseaban sonriendo.

    Pero la gente se echaba las manos a la cabeza, telefoneaba a los bomberos, protestaba alos guardias urbanos.

    Y dejan hacer a ese loco? Pero detnganlo, caramba, hagan callar a ese malditoflautista.

    Sumrjanlo a l en el ro, con su flauta...Tambin el alcalde se ha vuelto loco! Hacer destruir todos nuestros hermosos coches!Con lo que cuestan!Con lo cara que est la manteca!

    Abajo el alcalde! Dimisin!Abajo el flautista!Quiero que me devuelvan mi coche!Los ms audaces se echaron encima del flautista pero se detuvieron antes de poder

    tocarlo. En el aire, invisible, haba una especie de muro que lo protega y los audacesgolpeaban en vano contra aquel muro con manos y pies. El flautista esper a que el ltimocoche se hubiera sumergido en el ro, luego se zambull tambin l, alcanz la otra orilla anado, hizo una inclinacin, se dio la vuelta y desapareci en el bosque.

    SEGUNDOFINAL

    Los automviles corrieron hacia el ro y se lanzaron uno detrs de otro con un ltimogemido del claxon. El ltimo en zambullirse fue el coche del alcalde. Para entonces la plazamayor ya estaba repleta de nios jugando y sus gritos festivos ocultaban los lamentos de losciudadanos que haban visto cmo sus coches desaparecan a lo lejos, arrastrados por lacorriente.

    Por fin el flautista dej de tocar, alz los ojos y nicamente entonces vio a laamenazadora muchedumbre que marchaba hacia l, y al seor alcalde que caminaba al frentede la muchedumbre.

    Est contento, seor alcalde?Te voy a hacer saber lo que es estar contento! Te parece bien lo que has hecho? No

    sabes el trabajo y el dinero que cuesta un automvil? Bonita forma de liberar la ciudad...Pero yo... pero usted...Qu tienes t que decir? Ahora, si no quieres pasar el resto de tu vida en la crcel,

    agarras la flauta y haces salir a los automviles del ro. Y ten en cuenta que los quiero todos,desde el primero hasta el ltimo.

    Bravo! Bien! Viva el seor alcalde!El flautista obedeci. Obedeciendo al sonido de su instrumento mgico los automviles

    volvieron a la orilla, corrieron por las calles y las plazas para ocupar el lugar en el que seencontraban, echando a los nios, a las pelotas, a los triciclos, a las amas de casa. Todo volvia estar como antes. El flautista se alej lentamente, lleno de tristeza, y nunca ms se volvi asaber de l.

    TERCER FINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Los automviles corran, corran... Hacia el ro como los ratones de Hammelin? Qu va!Corran, corran... Y lleg un momento en el que no qued ni uno en la ciudad, ni siquiera unoen la plaza mayor, vaca la calle, libres los paseos, desiertas las plazuelas. Dnde habandesaparecido?

    Aguzad el odo y los oiris. Ahora corren bajo tierra. Ese extrao joven ha excavado consu flauta mgica calles subterrneas bajo las calles, y plazas bajo las plazas. Por all corren los

    coches. Se detienen para que suba su propietario y reemprenden la carrera. Ahora hay sitiopara todos. Bajo tierra para los automviles. Arriba para los ciudadanos que quieren pasearhablando del gobierno, de la Liga y de la luna, para los nios que quieren jugar, para lasmujeres que van a hacer la compra.

    Qu estpido gritaba el alcalde lleno de entusiasmo, que estpido he sido por nohabrseme ocurrido antes!

    Adems, al flautista le hicieron un monumento en aquella ciudad. No, dos. Uno en laplaza mayor y otro abajo, entre los coches que corren incansables por sus galeras.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    La vuelta a la ciudad

    Paolo era un chico muy activo. No poda estar sin hacer algo interesante o til. Nunca seaburra porque la fantasa estaba siempre dispuesta a sugerirle un juego, un trabajo, unaactividad. Tambin era tenaz: una vez tomada una decisin, no retroceda, no dejaba las cosasa la mitad. Un da que no tena colegio y estaba solo en casa, hizo deprisa los deberes yextendi sobre la mesa un gran plano de su ciudad contemplando largo rato la maraa decalles y plazas, de avenidas y callejas, ms apretadas en los barrios cntricos y ms abiertasdonde los arrabales perifricos se confundan con el campo.

    Casi sin darse cuenta Paolo se encontr con el comps entre las manos y dibuj sobreaquella desordenada madeja de lneas y espacios un crculo exacto. Qu extraa idea leestaba viniendo a la cabeza? Al fin y al cabo por qu no intentarlo? Ya est, haba tomadouna decisin: dar la vuelta a la ciudad. Pero la vuelta exacta. Las calles giran en zig zag,

    cambiando a cada momento caprichosamente, abandonando un punto cardinal para seguirotro. Incluso las grandes carreteras de circunvalacin estn trazadas en crculo, por as decirlo,no estn trazadas con comps. En cambio Paolo quera dar la vuelta a la ciudad caminandosiempre por la circunferencia trazada por su comps, sin desviarse ni un paso de ese anillo,ntido como una hermosa idea.

    Por casualidad el crculo pasaba justo por la calle en la que Paolo viva con su familia. Semeti el plano en un bolsillo, en el otro se guard un panecillo, por si acaso le entraba hambrey adelante...

    Ya est en la calle. Paolo decide ir hacia la izquierda. El crculo del comps sigue la callepor un buen trecho, despus la atraviesa, en un punto en el que no hay paso de peatones. PeroPaolo no desiste de su proyecto. El tambin, como el crculo, cruza la calle y se encuentra

    ante un portal. Desde all la calle contina recta. Pero el crculo sigue por su cuenta,abandonando la calle. Parece que pasa precisamente por ese grupo de casas y sale del otrolado, a una plazoleta. Paolo, tras echar una ojeada al plano, entra en el portal. No hay nadie.Adelante. Hay un patio. Se puede atravesar. Y ahora? Ahora hay escaleras, pero Paolo nosabe si subir: llegara al ltimo piso, no podra salir al tejado y luego saltar de un tejado aotro... Una marca de lpiz trepa rpido por los tejados, pero los pies, sin alas, es muy distinto.

    Por suerte en el rellano de la escalera hay un ventanuco. Un poco alto, a decir verdad, yno muy ancho. Paolo constata su plano: no cabe duda, para seguir el crculo hay que pasar porall. No queda otra solucin que trepar.

    Cuando se agacha para lanzarse arriba, lo toma de sorpresa una voz masculina a susespaldas que lo inmoviliza contra la pared, como a una araa asustada.

    Eh, chicuelo, dnde vas? Qu idea se te ha metido en la cabeza? Baja en seguida.Me dice a m?S. Pero, dime, no sers un ladronzuelo... No, no me parece que tengas pinta de eso.

    Entonces? Quiz ests haciendo gimnasia?La verdad, seor... slo quera pasar al otro patio.No tienes ms que salir, dar la vuelta a la casa y entrar en el siguiente portal.No, no puedo...Ya entiendo: has jugado una mala pasada y tienes miedo de que te atrapen.No, le aseguro que no he hecho nada malo...Paolo observa atentamente al seor que le ha detenido al pie del ventanuco. Despus de

    todo parece una persona amable. Tiene un bastn, pero no lo emplea para amenazar. Se apoyaen l sonriendo. Paolo decide fiarse de l y le confa su proyecto...

    La vuelta a la ciudad repite el seor siguiendo un crculo dibujado con uncomps? Eso es lo que quieres hacer?

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    S, seor.Hijo mo, pero eso no es posible. Qu vas a hacer si te encuentras ante una pared sin

    ventanas?La saltar.Y si es demasiado alta para saltarla?Har un hueco y pasar por debajo.

    Y cuando llegues a la orilla del ro? Mira, en tu plano el crculo pasa por el ro en suparte ms ancha y en esa parte no hay puentes.Pero s nadar.Ya veo, ya veo. No eres un tipo que se rinda fcilmente verdad?No.Se te ha metido en la cabeza un proyecto tan preciso como el crculo de un comps...

    Qu quieres que te diga? Intntalo!Entonces, me deja pasar por el ventanuco?Har algo ms, te ayudar. Te hago una escalerilla con las manos. Pon el pie aqu

    arriba, nimo... Pon atencin a caer de pie...Muchas gracias, seor! Y hasta la vista!

    Y Paolo sigue, todo derecho. Bueno, no exactamente derecho: tiene que andar en crculo,sin salirse un pice de la lnea que ha dibujado en su plano. Ahora se encuentra al pie de unmonumento ecuestre. Un caballo de bronce pisotea su pedestal de mrmol. Un hroe, del quePaolo ignora el nombre, sujeta las riendas con la mano izquierda mientras con la derechaseala a una lejana meta. Parece apuntar precisamente la continuacin del crculo de Paolo.Qu hacer? Pasar entre las patas del caballo? Trepar por la cabeza del hroe? Osencillamente rodear el monumento...

    PRIMER FINAL

    Mientras reflexiona en la forma de resolver el problema, Paolo tiene la sensacin de queel hroe, desde lo alto de su caballo, ha ladeado la cabeza. No mucho, slo lo suficiente paramirarle y guiarle un ojo.

    Empiezo a ver visiones murmura Paolo asustado. Pero el hroe de bronce insiste.Ahora, adems, baja la mano que apuntaba fieramente a la meta y hace un gesto de invitacin:

    Arriba dice, monta. En este caballo hay sitio para dos.Pero yo... vers...Venga, no me hagas perder la paciencia. Crees que yo no s cabalgar sobre un crculo

    perfecto, sin salirme por la tangente? Yo te llevar a hacer tu viaje geomtrico. Te lo merecesporque no has dejado que te desanimen los obstculos.

    Gracias, se lo agradezco de verdad, pero...

    Uff, qu pesado te pones. Y tambin eres soberbio. No te gusta que te ayuden eh?No es por eso...Entonces es slo para perder el tiempo parloteando. Sube y vmonos. Me gustas porque

    sabes dar algo bello y ponerlo en prctica sin pensar en las dificultades. Rpido, el caballo seest despertando... Has llegado aqu justamente en el nico da del ao en el que, no s porqu hechizo, nos est permitido hacer una galopada, como en los buenos viejos tiempos... Tedecides no?

    Paolo se decide. Se agarra a la mano del hroe. Ya est en la silla. Ya vuela... All est laciudad, a sus pies. Y all, dibujado sobre la ciudad, un crculo de oro, un perfecto caminoresplandeciente, tan preciso como el dibujado por el comps.

    SEGUNDOFINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

    28/76

    Mientras reflexiona sobre la forma de resolver su problema, Paolo deja vagar la mirada

    por la plaza en la que se encuentra su monumento. El crculo del comps la atraviesa y entradesenvueltamente en una gran iglesia, coronada por una inmensa cpula. El no necesita

    puertas. Pero cmo har Paolo para entrar en la iglesia por el punto justo, atravesando lapared que debe ser tan slida como la de una fortaleza? Para no desviarse de la circunferencia

    tiene que trepar por la cpula. Es un decir. Sin cuerdas ni clavos ni siquiera lo conseguira elmejor de los alpinistas, el ms hbil y osado de los escaladores. Hay que claudicar. Ha sidonicamente un hermoso sueo. Los caminos de la vida nunca son tan netos, precisos e idealescomo las figuras geomtricas.

    Paolo echa una ltima ojeada al hroe que seala, inmvil y severo, una meta lejana einalcanzable. Despus, con paso lento y desconsolado, vuelve a casa, siguiendo pasivamenteel zigzagueo caprichoso e irracional de las calles de todos los das.

    TERCER FINAL

    Mientras reflexiona al pie del monumento, Paolo siente que le toca una manita mspequea y clida que la suya.Quiero ir a casa.La vocecita insegura y temblorosa pertenece a un nio de unos tres aos. Mira a Paolo

    con una mezcla de confianza y temor, de esperanza y desnimo. Sus ojos tienen muchas ganasde llorar.

    Dnde vives?El nio seala a un punto vago del horizonte.

    Quiero ir con mi mam.Dnde est tu mam?All.

    Tambin este all seala a un punto impreciso. Lo nico que est claro es que el nio seha perdido en la ciudad y no sabe encontrar el camino a casa. Su mano ha aferradofirmemente la de Paolo y no suelta la presa.

    Mellevas con mi mam?Paolo querra decirle que no puede, que tiene algo ms importante que hacer, pero no se

    siente capaz de traicionar la confianza que le demuestra el pequeo. Paciencia respecto alcrculo, el comps y la vuelta a la ciudad: otra vez ser...

    Ven dice Paolo, vamos a buscar a tu mam.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Cuando en Miln llovieron sombreros

    Una maana, en Miln, el contable Bianchini iba al banco enviado por su empresa. Era unda precioso, no haba ni siquiera un hilillo de niebla, hasta se vea el cielo, y en el cielo,adems, el sol; algo increble en el mes de noviembre. El contable Bianchini estaba contento yal andar con paso ligero canturreaba para sus adentros: Pero qu da tan bonito, qu da tan

    bonito, qu da tan bonito, realmente bonito y bueno...Pero, de repente, se olvid de cantar, se olvid de andar y se qued all, con la boca

    abierta, mirando al aire, de tal forma que un transente se le ech encima y le cant lascuarenta:

    Eh, usted, es que se dedica a ir por ah contemplando las nubes? Es que no puedemirar por dnde anda?

    Pero si no ando, estoy quieto... Mire.

    Mirar qu? Yo no puedo andar perdiendo el tiempo. Mirar dnde? Eh?Oh!? LaMarimorena!Lo ve, qu le parece?Pero eso son... son sombreros...En efecto, del cielo azul caa una lluvia de sombreros. No un solo sombrero, que poda

    estar arrastrando el viento de un lado para otro. No slo dos sombreros que podan habersecado de un alfizar. Eran cien, mil, diez mil sombreros los que descendan del cieloondeando. Sombreros de hombre, sombreros de mujer, sombreros con pluma, sombreros conflores, gorras de jockey, gorras de visera, kolbaks1 de piel, boinas, chapelas, gorros deesquiar... Y despus del contable Bianchini y de aquel otro seor, se pararon a mirar al airemuchos otros seores y seoras, tambin el chico del panadero, y el guardia que diriga el

    trfico en el cruce de la va Manzoni y la va Montenapoleone, tambin el tranviario deltranva nmero dieciocho, y el del diecisis e incluso el del uno... Los tranviarios bajaban deltranva y miraban al aire y los pasajeros tambin descendan y todos decan algo:

    Qu maravilla!Parece imposible!Pero bueno, ser para anunciar medialunas.Qu tienen que ver las medialunas con los sombreros?Entonces ser para hacer propaganda del turrn.Y dale con el turrn. No piensa ms que en cosas que llevarse a la boca. Los sombreros

    no son comestibles.Entonces, son de verdad sombreros?

    No, mire, son timbres de bicicleta! Pero es que no ve usted tambin lo que son?Parecen sombreros. Pero, sern sombreros para ponerse en la cabeza?Perdone, dnde se coloca usted el sombrero, en la nariz?Por lo dems, las discusiones cesaron rpidamente. Los sombreros estaban tocando tierra,

    en la acera, en la calle, sobre los techos de los automviles, alguno entraba por las ventanillasdel tranva, otros volaban directamente a las tiendas. La gente los recoga, empezaba a

    probrselos.Este es demasiado ancho.Prubese ste, contable Bianchini.Pero se es de mujer.Pues se lo lleva a su mujer no?Se disfraza!

    1Gorra de pelo que llevaban los cazadores de la guardia consular de Napolen (N. del T.).

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Exacto! Yo no voy al banco con un sombrero de mujer...Dmelo a m, se le va bien a mi abuela...Pero tambin le va a la hermana de mi cuado.Este lo he tomado yo primero.No, primero yo.Haba gente que sala corriendo con tres, cuatro sombreros, uno para cada miembro de la

    familia. Tambin lleg una monja corriendo; peda gorras para los huerfanitos.Y cuantos ms recoga la gente, ms caan del cielo.Cubran el suelo pblico, llenaban los balcones. Sombreros, sombreritos, gorras, gorritos,

    bombines, chisteras, chapeos, sombrerazos de cow-boy, sombreros de teja, de pagoda, concinta, sin cinta...

    El contable Bianchini ya tena diecisiete entre los brazos y no se decida a seguir sucamino.

    No todos los das hay una lluvia de sombreros, hay que aprovecharlo, uno seaprovisiona para toda la vida, como a mi edad la cabeza ya no crece...

    Si acaso se har ms pequea.Cmo ms pequea? Qu pretende insinuar? Que perder la cabeza?

    Vamos, vamos, no se enfade, contable; llvese esa gorra militar...Y los sombreros llovan, llovan... Uno cay justo encima de la cabeza del guardia (que

    ya no diriga el trfico; total, los sombreros se iban donde queran): era una gorra de general ytodos dijeron que era una buena seal y pronto ascenderan al guardia.

    Y luego?

    PRIMER FINAL

    Unas horas despus, en el aeropuerto de Francfort, aterrizaba un gigantesco avin deAlitalia que haba dado la vuelta al mundo cargando toda clase de sombreros, destinados a ser

    expuestos al pblico en una Feria Internacional del Sombrero.El alcalde haba ido a recibir la preciosa carga. Una banda municipal enton el himnoOh, T, Sombrero Protector de las cabezas de Valor! con msica del profesor Juan SebastinLudovico Bchlein. Como es natural, el himno se interrumpi a la mitad cuando se descubrique los nicos sombreros transportados por el avin a Alemania eran los del comandante y losde los otros miembros de la tripulacin...

    Esto explica los motivos de la lluvia de sombreros acaecida en la capital lombarda, pero,lgicamente, la Feria Internacional tuvo que postergarse sin fecha establecida. El piloto quehaba dejado caer los sombreros sobre Miln por error, fue severamente amonestado ycondenado a volar sin gorra durante seis meses.

    SEGUNDOFINAL

    Aquel da llovieron sombreros. Al da siguiente llovieron paraguas.Al otro cajas de bombones. Y despus, sin interrupcin, llovieron frigorficos, lavadoras,

    tocadiscos, cubitos de caldo en paquetes de cien, corbatas, pasteles, pavos rellenos. Porltimo, llovieron rboles de Navidad cargados de toda clase de regalos. La ciudad estabaliteralmente inundada por todas aquellas riquezas. Las casas rebosaban. Y los comerciantes sesintieron fatal, pues haban esperado ansiosamente las semanas de las fiestas para hacer

    buenos negocios.

    TERCER FINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Llovieron sombreros hasta las cuatro de la tarde. A esa hora en la plaza de la catedralhaba una montaa ms alta que el monumento. La entrada al atrio estaba bloqueada por una

    pared de sombreros de paja. A las cuatro y un minuto se levant un gran viento. Lossombreros empezaron a rodar por las calles, cada vez a mayor velocidad, hasta que levantaronel vuelo, enredndose en los hilos de la red del tranva.

    Se van! Se van! gritaba la gente.

    Pero, por qu?A lo mejor ahora van a Roma.Ycmo lo sabe? Selo han dicho ellos?Pero qu a Roma, miren: vuelan hacia Como.Los sombreros se elevaron sobre los tejados, como una inmensa bandada de golondrinas,

    y se fueron volando; nadie sabe en dnde acabaron porque no cayeron ni en Como ni enBusto Arsizio. Los sombreros de Miln lanzaron un suspiro: aquel da no les llegaba la camisaal cuerpo.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Alarma en el nacimiento

    Una vez, cuando faltaba poco para Navidad, un nio hizo su Nacimiento. Prepar lasmontaas de cartn piedra, el cielo de papel de seda, el laguito de cristal, el portal con laestrella encima. Coloc las figuritas con fantasa, llevndolas una por una desde la caja en lasque las guard el ao anterior. Y tras haberlas colocado en sus sitios los pastores y lasovejas sobre el musgo, los Reyes Magos en la montaa, la vieja castaera junto al senderole parecieron pocas. Quedaban demasiados espacios vacos. Qu hacer? Era demasiado tarde

    para salir a comprar otras figuritas y, adems, tampoco tena tanto dinero...Mientras miraba alrededor, a ver si se le ocurra una idea, le salt a los ojos otra gran caja,

    aqulla en la que haba metido a descansar, de pensionistas, algunos juguetes viejos: porejemplo, un piel roja de plstico, ltimo superviviente de toda una tribu que marchaba alasalto de Fort Apache..., un pequeo aeroplano sin timn, con el aviador sentado en la

    carlinga..., una muequita un poco hippy con la guitarra en bandolera; haba llegado a casapor casualidad, dentro de la caja de detergente para la lavadora. Naturalmente nunca habajugado con ella, los varones no juegan con muecas. Pero, mirndola bien, eraverdaderamente mona.

    El nio la deposit en el sendero del Nacimiento, junto a la viejecita de las castaas.Tom tambin al piel roja, con el hacha de guerra en la mano, colocndolo al final del rebao,

    junto a la cola de la ltima oveja. Por ltimo, colg de un hilo el aeroplano y su piloto, en unrbol de plstico bastante alto que en otros tiempos fue un rbol de Navidad, de esos que secompran en los grandes almacenes, y les encontr tambin un sitio sobre la montaa, no muylejos de los Reyes Magos y sus camellos. Contempl satisfecho su trabajo, despus se fue a lacama y se durmi en seguida.

    Entonces se despertaron todas las figuritas del Nacimiento. El primero que abri los ojosfue uno de los pastores. Not en seguida que en el Beln haba algo nuevo y diferente. Unanovedad que no le haca demasiada gracia. En realidad no le haca ninguna gracia.

    Eh, pero quin es ese tipejo que sigue a mi rebao con un hacha en la mano? Quineres? Qu quieres? Mrchate en seguida si no quieres que te eche encima a los perros.

    Aughhizo el piel roja por toda respuesta.Cmo has dicho? Oye, habla claro, entiendes? O mejor, no digas nada y vete con tu

    hocico rojo a otra parte.Yo quedarme dijo el piel roja, augh!Y esa hacha? Para qu la quieres? Anda, dmelo. Es para acariciar a mis ovejas?Hacha ser para cortar lea. Noche fra, yo querer hacer fuego.

    En ese momento tambin se despert la castaera y vio a la chica con la guitarra enbandolera.

    Oye, muchacha, qu clase de gaita es la tuya?No es una gaita, es una guitarra.No estoy ciega, veo muy bien que es una guitarra. No sabes que slo estn permitidas

    las zambombas y las flautas?Pero mi guitarra tiene un sonido precioso. Escuche...Por caridad, para ya. Ests loca? Qu cosas! Ah, la juventud de ahora! Escucha,

    lrgate antes de que te tire a la cara mis castaas. Y te advierto que queman, ya casi estnasadas.

    Las castaas son ricas dijo la chica.Encima te haces la graciosa? Quieres quedarte con mis castaas? Entonces, adems

    de una desvergonzada, eres tambin una ladrona. Ahora vas a ver... Al ladrn! Quiero decir,a la ladrona!

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Pero no se oy el grito de la viejecilla. El aviador haba escogido precisamente esemomento para despertarse y poner en marcha el motor. Dio un par de vueltas sobre el

    Nacimiento, saludando a todos con la mano, y aterriz junto al piel roja. Los pastores lerodearon amenazadoramente:

    Qu pretendes? Asustar a las ovejas?Destruir el Beln con tus bombas?

    Pero si no llevo bombas respondi el aviador, este es un aparato de turismo.Queris dar una vuelta?Dtela t, la vuelta: mrchate bien lejos y no vuelvas a aparecer por aqu.S, s chill la viejecita, y que se marche tambin esta chica que quiere robarme las

    castaas...Abuelita dijo la chica, no diga mentiras. Si quiere vendrmelas, yo le pago sus

    castaas.Echadlas, a ella y a su maldita guitarra!Y t tambin, hocico rojo continu el pastor de antes, regresa a tus praderas: entre

    nosotros no queremos merodeadores.Ni merodeadores ni guitarras aadi la vieja.

    Guitarra ser instrumento muy hermoso dijo el piel roja.Lo habis odo? Estn de acuerdo!Abuelita dijo el aviador, pero por qu chilla de esa forma? Lo que debera hacer

    es decirle a la seorita que nos tocara algo. La msica tranquiliza.Acabemos de una vez dijo el jefe de los pastores, u os marchis los tres por las

    buenas o vais a or otra msica.Yo estar aqu. He dicho.Y yo tambin estar aqu dijo la muchacha, como mi amigo Toro Sentado. Y yo

    tambin he dicho.Pues y yo dijo el aviador, he venido de lejos, figrense si me quiero marchar.

    Vamos, chiquilla, adelante, a ver si tu guitarra calma a la compaa. ..La chica no se lo hizo repetir y empez a puntear las cuerdas...

    PRIMER FINAL

    Al primer acorde de la guitarra los pastores alzaron los bastones y silbaron a los perros.Fuera de aqu! Fuera en seguida!Atrapa, Fido! Muerde, Lupo!Vamos, muchachos: vamos a enviarlos a su pas.Mejor los mandamos a la...El piel roja, sin retroceder un paso, agit su hacha de guerra.

    Yo estar preparado dijo, Augh!Pero el aviador no pensaba igual.

    Vamos!, no merece la pena hacer una carnicera. Salta al aparato, muchacha. Ytambin t,

    Toro Sentado, ven aqu. El motor est en marcha. Estamos todos? Nos marchamos!El pequeo aparato despeg del Nacimiento con un zumbido y empez a revolotear por la

    habitacin.Dnde vamos? pregunt la chica, apretando la guitarra contra el pecho por miedo a

    que el viento del vuelo se la arrebatase.Conozco una caja magnfica donde se estaba muy tranquilo.Tambin yo la conozco.Yo tambin saber. Augh!Entonces, augh! A la caja! Ah abajo est, todava est abierta, menos mal. Nos

    divertiremos por nuestra cuenta, lejos de esos ignorantes.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Augh!dijo otra vez el piel roja. Pero no pareca satisfecho del todo.

    SEGUNDOFINAL

    Al primer acorde de la guitarra los pastores agitaron sus bastones amenazadoramente.Est bien, est bien suspir la chica. No os gusta la guitarra. Ya veis, la hago

    pedazos. Pero, por favor, llamad a los perros antes de que me desgarren los pantalones.Muy bien, as se hace! aprob la viejecita de las castaas. Ven, te dar unas

    castaas.Primero dijo la chica dme un poco de harina. Teiremos de blanco a Toro

    Sentado, as los pastores ya no se pondrn nerviosos al mirarle.Buena idea dijeron los pastores. Pero est hocico rojo de acuerdo?Aughdijo el piel roja. Y se dej teir de blanco tranquilamente.Y el aeroplano? preguntaron los pastores.Sabis lo que vamos a hacer? sugiri el aviador. Le prenderemos fuego y as nos

    calentamos.

    Tambin es una buena idea: adems la noche es fra.El fuego llev por fin la paz al viejo Beln. Y los pastores bailaron la tarantella al son desus flautas en torno al fuego.

    TERCER FINAL

    Al primer acorde de la guitarra los pastores hicieron ademn de lanzarse contra los tresrecin llegados pero una voz autoritaria y severa les detuvo:

    Paz! Paz!Quin ha hablado?Mirad, uno de los tres Reyes Magos ha abandonado la caravana y se acerca a nosotros.

    Majestad, qu honor!Mi nombre es Gaspar, no Majestad. Majestad no es un nombre.Hola, Gaspar dijo la chica de la guitarra.Buenas noches, hijita. He odo tu msica. Bueno, no se oa gran cosa con todo ese

    barullo. Aunque he odo mejor msica, la tuya no estaba mal.Gracias, Gaspar.Augh!hizo el piel roja.Salud tambin a ti, Toro Sentado, o guila Negra, o Nube Estruendosa, o como quiera

    que te llames. Y buenas noches a ti, piloto. Y a vosotros, pastores, y a ti, abuelita. Me hallegado el perfume de tus castaas.

    Esta chica quera llevrselas...Vamos, vamos, te lo habr parecido. No tiene aire de ladrona.Y este tipejo con el hacha? gritaron los pastores. Se nos presenta en el

    Nacimiento con ese hocico rojo.Habis probado preguntarle por qu ha llegado hasta aqu?No hace falta preguntrselo. Est clarsimo: quera hacer estragos...Yo escuchar mensaje dijo el piel roja. Paz a los hombres de buena voluntad. Yo

    ser hombre de buena voluntad.Habis odo? dijo entonces Gaspar. El mensaje es para todos: para los blancos y

    para los cobrizos, para los que van a pie y para los que van en aeroplano, para el que toca lazambomba y para el que toca la guitarra. Si odiis a los que son distintos de vosotros es que

    no habis entendido nada del mensaje.Un largo silencio sigui a estas palabras. Luego se oy a la viejecilla que murmuraba: Eh, muchachita, te gustan las castaas? Anda, toma, no te las vendo, te las regalo... Y usted,

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    piloto, quiere? Y usted, Toro Volador, perdone, no he entendido bien su nombre le gustanlas castaas?

    Aughdijo el piel roja.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    El doctor Terrbilis

    El doctor Terrbilis y su ayudante, Famulus, trabajaban secretamente desde haca tiempoen un invento espantoso. Terrbilis, como seguramente su mismo nombre indica, era uncientfico diablico, tan inteligente como malvado, que haba puesto su extraordinariainteligencia al servicio de proyectos verdaderamente terribles.

    Vers, querido Famulus: el supercrik atmico que estamos terminando ser la sorpresadel siglo.

    No cabe duda, seor doctor. Ya estoy viendo cmo se quedarn nuestros estimadoscompatriotas cuando usted, con el supercrik, arranque la Torre de Pisa y la transporte a lacima del Monte Blanco.

    La Torre de Pisa? rugi Terrbilis. El Monte Blanco? Pero, Famulus, quin teha metido en la cabeza semejantes bobadas?

    La verdad, seor doctor, cuando proyectamos...Proyectamos, seor Famulus respetabilsimo? Nosotros? T, personalmente, quhas proyectado? Qu has inventado t? El papel del chocolate? El paraguas sin mango?El agua caliente?

    Me retracto, doctor Terrbilis suspir Famulus ponindose humilde humilde,cuando usted, y slo usted, estaba proyectando el supercrik, me pareci or aludir a la Torrede Pisa y a la cumbre ms elevada de los Alpes...

    S, me acuerdo muy bien. Pero te lo deca por pura y simple precaucin, mi excelente einsigne Famulus. Conociendo tu costumbre de chismear a diestra y siniestra, con el chico del

    panadero, con el empleado del lechero, con el portero, con la cuada del primo del portero...No la conozco! Le juro, seor doctor, que no conozco en absoluto a la cuada del

    primo del portero y le prometo que nunca har nada por conocerla.De acuerdo, podemos eliminarla de nuestra conversacin. Quera explicarte, amable yatolondrado Famulus, que no me fiaba de ti y te cont el cuento de la Torre de Pisa paraocultarte mi verdadero proyecto que tena que permanecer secreto para todos.

    Hasta cundo, seor profesor?Hasta ayer, curiossimo Famulus. Pero hoy tienes derecho a conocerlo. Dentro de pocas

    horas estar listo el aparato. Partiremos esta misma noche.Partiremos, doctor Terrbilis?A bordo, claro, de nuestro supercrik atmico.Y en qu direccin, si me est permitido?Direccin al espacio, oh Famulus mo, tan rico en interrogantes.

    El espacio!Y ms concretamente, la Luna.La Luna!Veo que pasas de los signos interrogativos a los exclamativos. As pues, fuera

    dilaciones y he aqu mi plan. Arrancar la Luna con mi supercrik, la separar de su rbita y lacolocar en un punto del universo de mi eleccin.

    Colosal!Desde all arriba, estimado Famulus, trataremos con los terrestres.Excepcional!Queris recuperar vuestra Luna? Pues bien, pagadla a su peso en oro, comprdsela a

    su nuevo propietario, el doctor profesor Terrible Terrbilis.Extraordinario!

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Su peso en oro, me comprendes, Famulus? En oro.Superformidabilsimo!Y has captado la idea?Captada, profesor. La idea ms genial del siglo Veinte.Espero que tambin la ms malvada. He decidido pasar a la historia como el hombre

    ms diablico de todos los tiempos. Ahora, Famulus, manos a la obra...En pocas horas dieron los ltimos retoques. El supercrik atmico estaba preparado para

    entrar en actividad. Curioso aparato, en realidad se pareca al que utilizan los automovilistaspara levantar su coche cuando tienen que cambiar una rueda pinchada. Slo era un poco msgrande. Pero tena acoplada una cabina espacial en la que se haban dispuesto dos butacas.Sobre stas, en el momento elegido por el doctor Terrbilis para iniciar su diablica empresa,se acomodaron el inventor y su ayudante quien, a decir verdad, slo trabajosamente conseguaocultar un extrao temblor.

    Quieto, Famulus!Sss... sseoor... do-do-doctor...Y no balbucees!Nno-no se-seor do-do-doctor...Trgate esta pldora, te calmar al instante.Gracias, doctor Terrbilis, ya estoy tranquilsimo.Estupendo. Cuenta al revs, Famulus...Menos cinco... menos seis... menos siete...He dicho al revs, Famulus! Al revs!Ah, s, lo siento mucho.Menos cinco... menos cuatro... menos tres... menos uno...Adelante!

    PRIMER FINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Aquella noche no sali la Luna. Al principio la gente pens que la tapaba alguna nube.Pero el cielo estaba sereno, la noche estrellada. Y la Luna, por decirlo con una expresinmanida, solamente brillaba por su ausencia.

    Los astrnomos fueron los que la encontraron, tras minuciosa bsqueda, pequesima acausa de la distancia, en la zona de la constelacin de Escorpio.

    Mira dnde ha ido a colocarse! Cmo lo habr hecho?

    En ese momento se oy la voz del doctor Terrbilis en todos los aparatos de radio de laTierra.Atencin, atencin! Habla Terrbilis. Terrbilis llama a la Tierra. Como les ser fcil

    constatar, me he apoderado de la Luna. Si quieren recuperarla tendrn que pagar su peso enoro. Los astrnomos saben su peso hasta el ltimo gramo. Esperar una respuesta veinticuatrohoras. Si no aceptan mis condiciones har explotar la Luna y no volvern a verla. Hancomprendido bien? Nunca ms! Atencin, atencin. Habla Terrbilis...

    Y para estar seguro de que le haban comprendido, el diablico cientfico repiti sumensaje dos veces ms. Pues para aquel hombre ingeniossimo interferir simultneamente los

    programas radiofnicos de todo el globo terrqueo era como una broma.Para su desgracia, en la Tierra nadie se preocup gran cosa por la desaparicin de la

    Luna. En realidad los Estados Unidos, la Unin Sovitica, Italia, Francia, China, el Japn yotras muchas potencias comenzaron inmediatamente a enviar al espacio una gran cantidad delunas artificiales, cada una ms luminosa que la otra. Incluso haba demasiada luz y la gente

    protestaba porque no poda dormir.El doctor Terrbilis tuvo que quedarse con la vieja Luna y comerse las uas de rabia.

    SEGUNDOFINAL

    La desaparicin de la Luna levant espanto y preocupacin de un extremo a otro de laTierra.

    Cmo vamos a contemplar el claro de luna si ya no hay Luna? se decan lossoadores.Y yo que me iba a la cama con la luz de la Luna para ahorrar electricidad, no tendr

    ms remedio que encender la lmpara? se preguntaba un avaro.Que nos devuelvan nuestra Luna! clamaban los peridicos.Un ratero empez a ir por las casas diciendo que el comit le haba encargado recoger el

    oro necesario para comprar la Luna. Muchos ingenuos le entregaron anillos, pendientes,collares y cadenas. Cuando consigui reunir algunos decagramos de oro el ratero huy aVenezuela y nadie volvi a saber de l.

    Para suerte de la humanidad y de los amantes de la Luna, en aquel tiempo viva enOmegna, junto al lago de Orta, un cientfico tan inteligente como el doctor Terrbilis, pero no

    tan malvado, llamado Magneticus. Sin decir nada a nadie, fabric en pocas horas unsuperimn atmico con el que atrajo a la Luna a su antigua rbita, a la distancia exacta de laTierra. Terrbilis puso en funcionamiento todas las espantosas energas de su supercrik envano: contra el imn de Magneticus no haba nada que hacer. Despechado, Terrbilis emigral planeta Jpiter.

    La gente nunca supo quin ni cmo haba reconquistado la Luna, sin batallar ni gastar unalira. A Magneticus no le interesaba la gloria y guard su secreto. Adems, l estaba ocupadocon un invento importante: el de los botones que nunca se caen. Como es sabido, ha pasadodespus a la historia por este invento.

    TERCER FINAL

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Un silbido agudsimo sigui al adelante del doctor Terrbilis y los vecinos loconfundieron con el ruido de una sirena. Unos momentos despus el inventor y su ayudante seencontraban en las proximidades de la Luna y el supercrik, colocado en un pequeo crter, se

    puso en funcionamiento.Formidable, seor doctor se regocijaba Famulus, restregndose las manos,

    supermonstruoso.

    Silencio! grit nerviosamente Terrbilis.Silencio! repiti poco despus, a pesar de que Famulus no haba vuelto a abrir laboca.

    Cuando el doctor Terrbilis grit por tercera vez Silencio! hasta Famulus se dio cuentade que algo no marchaba. El gran supercrik daba salida a toda su diablica potenciaintilmente. La Luna no se apartaba ni un milmetro de su camino de siempre. Hay queaclarar que el doctor Terrbilis, docto e ingeniossimo en todos los campos, era ms bien flojoen el clculo de pesos y medidas del sistema mtrico decimal. Al calcular el peso de la Lunahaba confundido la equivalencia para reducir las toneladas en quintales. El supercrik estabafabricado para una luna diez veces ms pequea y ligera que la nuestra. El doctor Terrbilisrugi de rabia, volvi a subir a la navecilla espacial y se sumi en el espacio, dejando al pobre

    Famulus solo y abandonado en el borde del crter lunar, sin un vaso de agua, sin un caramelopara que se le pasara el susto.

  • 5/21/2018 Veinte Cuentos de Gianni Rodari Con Tres Finales

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    Voces nocturnas

    Si os acordis de la antigua fbula de la princesa que no consegua dormir porque habaun guisante debajo del ltimo colchn de la montaa de colchones sobre la que se habaacostado, os parecer ms comprensible la historia de este viejo seor. Un viejo seor muy

    bueno, ms bueno que cualquier otro seor viejo.Una noche, cuando ya est en la cama y va a apagar la luz, oye algo, oye una voz que

    llora...Qu raro dice, me parece or... Habr alguien en casa?El viejo seor se levanta, se pone una bata, recorre el pequeo apartamento en el que vive

    completamente solo, enciende las luces, mira por todas partes...No, no hay nadie. Ser donde los vecinos.El viejo seor vuelve a la cama, pero al cabo de un rato oye otra vez aquella voz, una voz

    que llora.Me parece dice que viene de la calle. Seguramente que ah abajo hay alguienllorando... Tendr que ir a ver.

    El viejo seor vuelve a levantarse, se tapa lo mejor posible, pues la noche es fra, y baja ala calle.

    Vaya, pareca que era aqu, pero no hay nadie. Ser en la calle de al lado.Guiado por la voz que llora el viejo seor sigue y sigue, de una calle a otra, de una a otra

    plaza, recorre toda la ciudad y junto a la ltima casa de la ltima calle encuentra a un viejecitoen un portal que se lamenta dbilmente.

    Qu hace aqu? Se siente mal?El viejecito est tumbado sobre unos cuantos andrajos. Al or que le llaman se asusta:

    Eh? Quin es?... Ya entiendo. El dueo de la casa... Me marcho en seguida.Y dnde va a ir?Dnde? No s dnde. No tengo casa, no tengo a nadie. Me haba resguardado aqu...

    Esta noche hace fro. Tendra que ver lo que es dormir sobre un banco, en los parques, tapadocon un par de peridicos. Es como para no volverse a despertar. Pero bueno, y a usted qu leimporta? Me voy, me voy...

    No, oiga, espere... No soy el dueo de la casa.Entonces, qu quiere? Un poco de sitio? Acomdese. Mantas no hay, pero sitio hay

    para los dos...Quera decir... En mi casa, si le parece, hace un poco ms de calor. Tengo un divn...Un divn? Al calor?

    Ea, venga, venga. Ysabe lo que haremos? Antes de dormir nos haremos una buenataza de leche...

    Van a casa juntos, el viejo seor y el viejecito sin casa. Al da siguiente el viejo seoracompaa al viejecito al hospital porque ha pescado una fea bronquitis de dormir en los

    parques y en los portales. Despus regresa, ya de noche. El viejo seor est a punto deacostarse, pero vuelve a sentir una voz que llora...

    Vaya, otra vez dice. Es intil que mire en casa, s muy bien que no hay nadie.Tambin es intil que intente dormir: seguro que no lo conseguir oyendo esas voces.Animo! vamos a ver qu pasa.

    Como la noche anterior, el viejo seor sale y camina, y camina, guiado por la voz quellora que, esta vez, parece venir de muy lejos. Anda y anda y atraviesa