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I Jornadas sobre Gestión Urbana y Estrategias de Recuperación del Espacio Público

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i-making: HETEROTOPÍASI Jornadas sobre Gestión Urbana y Estrategias de Recuperación del Espacio Público

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I Jornadas sobre Gestión Urbana y Estrategias de Recuperación del Espacio Público15-16 de septiembre de 2011, Universidad Francisco de Vitoria, Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Organización:

[AAOO*] ARQUITECTURAS OCASIONALESGrupo Estable de Investigación sobre Procesos Arquitectónicos y Estrategias Urbanas

Daniel Huertas Nadal (investigador principal) Daniel Esguevillas CuestaMaría Antonia Fernández NietoMarta García CarboneroGema Magán CantosJosé Luis Parada RodríguezGemma Peribáñez AyalaEduardo Zamarro Flores

Edición: Marta García CarboneroMaquetación: Eloy NoriegaPortada: Fotografía de Victoria Peñafi elImpresión: Tórculo Artes Gráfi cas S.A.

Esta publicación es parte del Proyecto de Investigación i-making: HETEROTOPÍAS, fi nanciado mediante ayudas competitivas de la Universidad Francisco de Vitoria y del Ministerio de Ciencia e Innovación.

© de los textos e imágenes, sus autores. Madrid 2012UNIVERSIDAD FRANCISCO DE VITORIACtra. Pozuelo-Majadahonda Km. 1.800 ~ 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)ISBN: 978-84-15423-05-8

Impreso en España Printed in Spain

UNIVERSIDAD, INVESTIGACIÓN Y SOCIEDAD 7Clemente López González

ARQUITECTURAS OCASIONALES: HETEROTOPÍAS 11 Daniel h Nadal

DEFENDIENDO ESTRATEGIAS CIUDADES INCLUSIVAS. Nuevas propuestas de integración urbana 17Daniel h Nadal

¿PARA QUÉ? Planifi cación participativa viva 35Tomás Rodríguez-Villasante

HETEROTOPOLOGÍAS. Refl exiones sobre el espacio postindustrial 51Daniel Esguevillas

BANCO GUERRILLA, Apropiación ciudadana del espacio público 65Diego Peris / Todo por la Praxis

ITINERARIOS DE LA MEMORIA. Intervenciones locales y vínculos territoriales 75Marta García Carbonero

MEMORIA Y ENERGÍA. El territorio como proyecto cultural 85Iñaki Ábalos

REVISANDO LUGARES LA CIUDAD REUTILIZADA. Repensar el espacio público de la periferia 101María Antonia Fernández Nieto EN BUSCA DEL VACÍO PERDIDO. El espacio público en la vivienda colectiva 117Concepción Fisac NOSITE-MYSITE. Intervenciones artísticas en no-lugares 125Eduardo Zamarro TOCAR LA CIUDAD. Actividad artística y dinamización urbana 139Paula Santiago LEGÁZPOLIS. Mapeo cultural de un fragmento urbano 155Tamara Arroyo

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PRESENTACIÓNUniversidad, investigación y sociedad

Vivimos tiempos de crisis. Ningún ámbito de la sociedad del conocimiento parece librarse. Precisamente por ello es motivo de esperanza la publicación de textos que, como el presente, abren nuevas perspectivas para la refl exión y exploran nuevas alternativas de futuro. No es fortuito que en el origen de los contenidos de este libro se encuentre una iniciativa genuinamente universitaria.

La experiencia universitaria adquiere su sentido más amplio y profundo cuando lo que ocurre dentro de sus paredes es difundido al exterior, a toda la sociedad, generando así dinámicas de cambio. Es, en efecto, la interacción universidad-sociedad lo que a fi n de cuentas da sentido al trabajo de los académicos. Y ello sólo es posible cuando hay una verdadera y recíproca complementación entre docencia e investigación.

Un buen ejemplo de lo comentado es la iniciativa de un grupo de investigación de nuestra universidad, el Grupo de Investigación Arquitecturas Ocasionales, fruto de la cual fue la celebración en la Universidad Francisco de Vitoria de un evento que reunió a especialistas en torno a un tema que afecta a toda la sociedad: gestión urbana y estrategias de recuperación del espacio público.

Ahora tenemos la oportunidad de dar a conocer a un público más amplio los resultados de ese encuentro. La experiencia vivida en aquellos días se preserva así de caer en el olvido. Al compartir con los lectores las páginas de este volumen damos nuevo realce a la investigación y la hacemos semilla de nuevas hipótesis y planteamientos. Desde la dirección de la Universidad Francisco y de Vitoria

Clemente López GonzálezVicerrector de Profesorado e InvestigaciónUniversidad Francisco de Vitoria

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8 HETEROTOPÍAS PRESENTACIÓN 9

creemos que iniciativas como la presente, surgida desde los estudios de Arquitectura, deben ser especialmente bienvenidas. No sólo nos proporcionan una buena muestra de la irrenunciable disposición a escuchar y atender las necesidades de la sociedad que debe estar siempre presente en la universidad sino que también saben traducir esta disposición en nuevas propuestas investigadoras capaces de cristalizar en soluciones concretas para los problemas de hoy.

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ARQUITECTURAS OCASIONALESi-making: Heterotopías

“La revolución social, será urbana, o no será.” 1

Henri LefebvreThe Urban Revolution

La Era Urbana es una certeza, un punto de partida: Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas. El crecimiento de población y los movimientos migrantes, indican que en 2050 este porcentaje podría alcanzar el 75%. Así todo, los retos del derecho a la vivienda, la movilidad, el espacio público, la participación cívica, el desarrollo económico o la política ambiental se están convirtiendo rápidamente en preocupaciones universales.

El proyecto i-making Heteretopías nace de estas preocupaciones compartidas, planteando nuevos mecanismos de visualización y localización del paisaje urbano contemporáneo, proponiendo modelos alternativos de programación y gestión del espacio público. i-making Heterotopías propone una recuperación del sentimiento de identidad del hombre en la ciudad del siglo XXI, partiendo de criterios sociológicos, políticos, económicos y antropológicos; investigando nuevos sistemas de observación, diseño y propuesta que faciliten estos procesos de recuperación de la experiencia urbana.

Las refl exiones y debates surgidos desde esta inquietud durante las I Jornadas sobre Gestión Urbana de la Universidad Francisco y Vitoria, han aportado una visión nueva y reveladora sobre la necesidad de defi nir nuevas

Daniel Huertas Nadal, Investigador Principal de i-making: Heterotopías

Henri Lefebvre: The Urban Revolution. University of Minnesota Press, Minneapolis 2003, 5

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12 HETEROTOPÍAS INTRODUCCIÓN 13

estrategias de gestión del espacio público. Así, defi niendo Heterotopía como aquel espacio real, materializado no por sus condiciones de diseño, sino por el empleo activo que de estos lugares hace la población, las Jornadas se han centrado en integrar aproximaciones desde diferentes ámbitos del conocimiento sobre la capacidad de la arquitectura para generar nuevos medios de transformación de la ciudad.

Al debatir “Estrategias Urbanas”, las exposiciones de Francesc Muñoz, Diego Perís, Tomás Rodríguez-Villasante, Juan Benavides, Andrés Walliser, Carmen Blasco, Luis Felipe Teixidor y Tamara Arroyo han trazado un recorrido que ha abordado la re-estructuración del paisaje y la defi nición de áreas de identidad, diseñando estrategias colectivas, movimientos participativos, o sistemas de mapeado y cartografía urbana.

“Revisando Lugares”, bajo otra perspectiva, ha superpuesto las propuestas de Juan López-Aranguren, Ábalos+Sentkiewicz, Concha Fisac, Carlos Ferrán, Paula Santiago, Santiago Cirugeda, Óscar Perelli del Amo y Jose María Ezquiaga, debatiendo la confi guración del espacio público en situaciones de periferia y en espacios turísticos, la noción contemporánea de paisaje y memoria, y la capacidad de regeneración del arte público.

Estas mesas de debate han elaborado un panorama vasto y complejo, aportando enfoques, sistemas y áreas de inclusión reveladoras; confi rmando la importancia y relevancia de defi nir un proceso efi caz de visibilización, análisis y gestión del espacio público. En general, las propuestas de intervención y defi nición de la ciudad, en la última década, han desarrollado nuevas herramientas de interpretación y actuación al producirse, de manera abrumadora, desde ámbitos no relacionados con los procesos de diseño urbanístico o arquitectónico. La sociedad está esperando a que los arquitectos defi namos nuestra posición y participemos de manera activa en estos procesos de cambio, porque la ciudad se considera, sin ambages, el elemento de debate fundamental para el siglo XXI.

Resulta muy signifi cativo recordar que la idea del Derecho a la Ciudad que expuso David Harvey es “mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho de cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad”2. La calidad de la vida urbana, en cierto modo, se ha convertido en una mercancía, como la ciudad misma, en un mundo en el que el consumo, el turismo, las industrias culturales y las basadas en el conocimiento se han convertido en aspectos esenciales de la economía política urbana. Vivimos cada vez más en áreas urbanas divididas y proclives al confl icto, y creemos que unas jornadas como las que se han desarrollado pueden ofrecer claves sobre las posibilidades de trabajar con modelos integrales, que dirijan sus pasos hacia la defi nición de un modelo de ciudad inclusiva.

2 David Harvey: “The Right to the City” New Left Review 53, septiembre-octubre 2008

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defendiendo ESTRATEGIAS

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CIUDADES INCLUSIVASNuevas propuestas de integración urbana

Abordar proyectos estratégicos para desarrollar ciudades inclusivas signifi ca imaginar, documentar y gestionar de manera creativa el nuevo espacio público de la ciudad contemporánea. Una de las situaciones más críticas es la que protagonizan los espacios de exclusión de la ciudad contemporánea, habitualmente defi nidos como cuartos mundos: aquellos espacios comunes donde se producen condiciones de desprotección o riesgo social en áreas pertenecientes al primer mundo. Estos cuartos mundos son el terreno inicial de trabajo del proyecto, por tratarse de ámbitos permanentemente desplazados en los análisis de cualquier plan de actuación. Estos lugares contienen todas las posibilidades y todos los confl ictos que plantea la idea tan traída de la Aldea Global, haciendo necesario un proceso efi caz de visibilización, análisis y gestión.

Noticias recientes: la Era UrbanaLa urbanización contemporánea sigue siendo una fuerza impulsora del cambio demográfi co global, a pesar de que se está produciendo a un ritmo diferente en distintas partes del mundo: Los procesos de suburbanización y la expansión urbana están desarrollando modelos de baja densidad urbana. Esta expansión urbana, en los entornos de pobreza, agrava la brecha urbana que existe entre la ciudad formal e informal, lo que genera una división preocupante del espacio físico y social de la ciudad global.

En 2010, la población que habita en las ciudades del mundo, alrededor de tres mil millones de personas, constituye la mayor parte de la población mundial. Es un hecho, por tanto, que atravesamos una época esencialmente urbana. Por eso el siglo XXI se considera,

Daniel h Nadal

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en la mayoría de los foros sobre Ciudad, la “era de las ciudades”, donde un porcentaje creciente de la población mundial vivirá en metrópolis. Este proceso de urbanización está ocurriendo a un ritmo vertiginoso y con una escala, diversidad, complejidad y nivel de conectividad que desafía los paradigmas tradicionales y hace que muchas herramientas convencionales y gran parte de las prácticas profesionales parezcan obsoletas.

El mundo se está volviendo inexorablemente urbano. Para el año 2030 todas las regiones en desarrollo, como

Asia y África, tendrán mayor número de personas viviendo en áreas urbanas que viviendo en ámbitos rurales. Así todo, en los próximos veinte años, el Homo sapiens, “el hombre sabio”, se convertirá en Urbanus Homo sapiens en prácticamente todas las regiones del planeta. A mediados del siglo XX, tres de cada diez personas vivían en ciudades. Hoy en día, la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y se estima, para mediados de este siglo, que todas las regiones serán predominantemente urbanas. Según las previsiones actuales, casi la totalidad del crecimiento de la población del mundo en los próximos treinta años se concentrará en áreas metropolitanas.

Sabemos, además, que en los últimos diez años, la proporción de la población urbana que vive en chabolas dentro del mundo desarrollado ha disminuido del 39% en el año 2000 a un ratio estimado del 32% en 2010. Y sin embargo, la división entre la denominada ciudad formal y la ciudad informal permanece, ya que en términos absolutos el número de habitantes de barrios marginales ha crecido considerablemente y seguirá aumentando en el futuro cercano. UN-HABITAT estima que a través de la re-estructuración o la prevención de los asentamientos informales, los países en desarrollo pudieron sacar de condiciones de vivienda degradada aproximadamente 22 millones de personas entre los años 2000 y 2010. A pesar de estos esfuerzos, la población mundial de chabolas se espera que alcance 889 millones de personas en 20201.

No obstante, aunque las ciudades muestran una notable capacidad para innovar y experimentar, y a pesar de la energía y capacidad de cambio de sus procesos, la promesa de las ciudades se ve socavada sistemáticamente. La calidad de la vida urbana se ha convertido en una mercancía, como la ciudad misma, en un mundo en el que el consumo, el turismo, y las industrias culturales y del conocimiento se han convertido en aspectos esenciales de la economía política urbana. Dentro de este futuro, vivimos cada vez más en áreas urbanas divididas y proclives al confl icto.2

Tuca Vieira: Sao Paolo. Los procesos de suburbanización y expansión urbana contemporáneos agravan la brecha que existe entre ciudad formal e informal.

1 UN-HABITAT United Nations Human Settlements Programme: State of the World’s Cities 2010/2011: Bridging The Urban Divide. Earthscan, Londres 20112 Juan Calatrava y José Antonio González Alcantud: La Ciudad: Paraíso y Confl icto. Abada, Madrid 2007

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La ciudad es algo más, debe ser mucho más, que esos setecientos millones de personas sin hogar que denuncia el Informe Global sobre Asentamientos Urbanos de la ONU; mucho más que la especulación urbanística, el caos edifi catorio, la neurosis o la violencia. La ciudad, en palabras del sociólogo urbano Robert Parker, debe ser: “el intento más exitoso del ser humano de rehacer el mundo en el que vive de acuerdo con el deseo más íntimo de su corazón. Pero si la ciudad es el mundo que el ser humano ha creado, es también el mundo en el que a partir de ahora está condenado a vivir. Así pues, indirectamente y sin un sentido nítido de la naturaleza de su tarea, al hacer ciudad, el ser humano se rehace a sí mismo”3. En este contexto encuentra sentido el derecho a la ciudad reclamado por David Harvey4. El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanización.

Hay una fuerte conexión entre los retos de la era urbana y nuestro conjunto actual de soluciones urbanas. Hay una desconexión entre las políticas destinadas a promover el crecimiento económico, las políticas destinadas a promover la sostenibilidad ambiental y las políticas destinadas a reducir la pobreza. Hay una desconexión entre la complejidad de los desafíos y las respuestas que dominan la política urbana. Hay una desconexión entre la geografía artifi cial de gobierno, y la huella real de la economía y el medio ambiente.

Establecer vínculos y conexiones entre las políticas debe ser la norma y no la excepción, reforzada por los incentivos y las nuevas estructuras y sistemas. Tenemos que centrarnos en la co-producción en todas las disciplinas y profesiones. Es necesario transformar los procesos verticales impulsados por las burocracias del siglo pasado, para fi jar dinámicas de intervención horizontales, integradoras y multidisciplinares.

Nuevas geografías: la ciudad informalDespués de haber estudiado los usos del territorio de la zona suburbana entre San Diego y Tijuana, el estudio Teddy Cruz, asociado con la ONG Casa Familiar tuvo como objetivo crear con el Proyecto San Ysidro un sistema complejo de vivienda, con un espacio compartido que permite reconocer y explotar el desarrollo de actividades múltiples, denso, y con frecuencia ilegal habitual en esta zona. En un enfoque radicalmente pragmático e integrador, Cruz ha tratado de comprender la estructura del barrio y crear proyectos que refuerzan la comunidad.

¿Qué signifi ca ‘lo informal’, la idea de ‘informal’? A pesar de la familiaridad con que se habla de ‘lo informal’, y por extensión de la Ciudad Informal, lo ‘informal’ ha sido defi nido de muchas maneras. Se trata de aquello que queda al margen de lo ofi cial o legal o planifi cado, pero aún siendo muchas veces ilegal no puede ser sinónimo de criminalidad. Los asentamientos ilegales extendidos por todo el mundo son llamados asentamientos informales porque no son parte de los planes ofi ciales. Robert

Estudio Teddy Cruz: San Ysidro, San Diego/Tijuana (2006). Proyectos integradores que refuerzan las actividades de la comunidad.

3 Robert Parker: On Social Control and Collective Behavior. University of Chicago Press, Chicago 19674 David Harvey: “The Right to the City”. New Left Review 53, septiembre-octubre 2008, 23-40

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Neuwirth recientemente, en su libro Shadow Cities: a Billion Squatters, a New Urban World5, describe al ocupante ilegal como un nuevo inmigrante de la ciudad, que construye una vivienda con sus propias manos en un terreno que no le pertenece. Hablamos de cerca de mil millones de personas que viven en asentamientos irregulares, que vinieron a la ciudad en busca de trabajo, que necesitaban un lugar para vivir y, al no ser capaces de asumir un alquiler en el mercado privado, construyeron ellos mismos en terrenos sobre los que no ejercían titularidad alguna.6

Estos asentamientos informales crean una enorme economía oculta: un complejo sistema no ofi cial de dinámicas entre propietarios ocupantes e inquilinos ilegales, entre comerciantes ilegales y consumidores de ocupantes ilegales, entre constructores ilegales y trabajadores precarios, entre inversores y empresarios ilegales. Los constructores de viviendas informales son los mayores constructores de vivienda en el mundo y de algún modo están participando en la formalización de las ciudades del futuro. La defi nición convencional de aquello ‘informal’ —no ofi cial, ilegal o no planifi cado— no permite el desarrollo de actividades laborales en sus lugares de origen y tampoco permite encontrar hogar en las áreas en que buscan empleo. Sin lugar a dudas, el crecimiento de las ciudades del futuro depende de los aciertos sobre la capacidad de planifi car y gestionar procesos no planifi cados.

En las metrópolis latinoamericanas, por ejemplo, la denominada ciudad informal, constituida sobre asentamientos informales que se desarrollan al margen de la planifi cación urbanística, conforma una parte considerable del suelo urbano. Junto a la ciudad formal, se origina un territorio complejo, donde lo formal y lo informal se superponen en una composición urbana difícil de programar y en la que las intervenciones son especialmente complejas. He ahí otra geografía, a menudo invisible a los ojos de muchos ciudadanos,

bien sean villas miseria, barrios de invasión, favelas, o asentamientos temporales. Desde Buenos Aires, Bogotá o Río a Los Angeles, Shanghai, Mumbai o Kibali.

A este respecto, Marcello Balbo apunta que “en el mundo en vías de desarrollo en particular, la ciudad se está dividiendo en diferentes partes separadas, con la evidente formación de innumerables “micro estados”. Barrios ricos dotados de todo tipo de servicios, tales como escuelas exclusivas, campos de golf y de tenis, y servicios privados de policía que patrullan el área de modo permanente, se entrelazan con asentamientos ilegales en los que puede disponerse de agua únicamente en fuentes públicas, no existe alcantarillado, la electricidad es pirateada por unos pocos privilegiados, las calles se convierten en barrizales cuando llueve, y donde compartir casa es la norma. Cada fragmento parece vivir y funcionar de modo autónomo, aferrándose tenazmente a lo que ha sido capaz de conseguir en la lucha diaria por la supervivencia.”7

Se trata de geografías sobre la centralidad y la marginalidad. Los centros urbanos de las ciudades y centros de negocios reciben grandes inversiones en bienes raíces y telecomunicaciones, como Shanghai, un ejemplo extremo. Mientras al mismo tiempo, se priva de recursos a las áreas urbanas y metropolitanas de bajos ingresos, en ocasiones de forma controlada, como algunas zonas de Brooklyn en Nueva York, y otras veces de forma dramática, como los asentamientos en Balibago, Los Ángeles, o los barrios de chabolas de Ciudad de México.

Lo informal asume una serie de nuevos signifi cados en este contexto, ofreciendo una gama cada vez mayor de prácticas económicas, artísticas, y profesionales en estas ciudades. Mientras que la informalidad puede ser una forma de injusticia y de impotencia, también puede permitir que se desarrollen nuevas economías de supervivencia y nuevos modelos creativos. En todas las ciudades de la Era Global, desde México a Berlín, la economía informal no sólo está en expansión, sino que también se está diversifi cando.

7 Marcelo Balbo: “Urban Planning and the Fragmented City of Developing Countries”. Third World Planning Review, enero-febrero 1993, vol XV, 32

5 Robert Neuwirth: Shadow Cities: A Billion Squatters, a New Urban World. Routledge, Nueva York 20056 Martí Perán: Post-it City: Ciudades Ocasionales. Centro de Cultura Contemporánea, Barcelona: 2008

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Frente a la ciudad formal, la ciudad informal invade, ocupa, habita, construye, presiona y, solo al fi nal, trata de legalizar. La ciudad formal primero legaliza y luego construye. Los procesos y asentamientos informales no son un problema: son la solución para que mil millones de personas puedan vivir.

Más vale orientar el proceso que ignorarlo. Joan MacDonald, directora del SELAVIP, comentaba recientemente en Madrid: “Lo que necesitamos son arquitectos que les enseñen a otros a ser arquitectos. No he encontrado profesional mejor para mirar más allá del caso y ligar situaciones entre sí”8. La ciudad formal tiene mucho que aprender de la ciudad informal donde, por ejemplo, los niños todavía juegan en la calle. “No está claro que los pobres quieran bloque y Centro Comercial”.9

El movimiento vibrante de la ciudad informal (asentamiento, expansión, densifi cación) sigue los trazados de la ciudad formal y la dualidad formal-informal da lugar a una ciudad mutante, con matices entre ambas realidades, donde los límites, como áreas de frontera, se encuentran cada vez más diluidos. La obviedad formal-informal se deshace al conformar un cuadro complejo y confl ictivo, que además de generar inefi ciencia urbana, entraña grandes desequilibrios ambientales y sociales.

Observar de una manera más integral, abierta e innovadora las relaciones morfológicas, espaciales, funcionales y sociales de la metrópoli, como plantea la nueva geografía crítica impulsada por Raquel Tardin, nos dotaría de unas nuevas claves de lectura y comprensión de la ciudad informal en este complejo combinado informal-formal.

Esta nueva perspectiva es extremadamente útil a la hora de plantear intervenciones innovadoras que respeten las singularidades territoriales y que mantengan un fuerte compromiso social. Intervenciones que deben insertarse en una red de relaciones metropolitanas plurales basadas en el diálogo y el ejercicio de la ciudadanía en un sentido amplio.10

Dinámicas de inclusión social: áreas de identidadLas condiciones de vivienda son terribles. Falta agua y energía eléctrica. Las casas son de madera y barro y sin baños. Existen más de cuatrocientas mil personas viviendo en el gueto de Kibera. Para el desarrollo del proyecto, en 2009, Jr explicó que su modo de trabajo surgió cuando una mujer de una favela le comentó: “tenemos hambre, hambre de cultura: necesitamos cultura, necesitamos arte”. El proyecto de JR, desarrollado en la favela más grande y confl ictiva de Africa, se centró en cubrir las cubiertas de ciertas viviendas para evitar goteras y generar al mismo tiempo lugares desde los que pudieran reconocerse. Se aunó un proyecto denuncia a partir de un proyecto identitario.

Por defi nición, el arquitecto es un agente de cambio, un elemento transformador de la sociedad y de su entorno.

JR: Proyecto Kibera. Kenya, 2009. En una de las favelas más confl ictivas de África, la denuncia se alía con un proyecto identitario

8 Joan MacDonald: “Arquitectura e Integracón ciudadana”, conferncia impartida el 15 Marzo 2011 en la VII Bienal de Arquitectura y Urbanismo, Sala de la Arquería de Nuevos Ministerios, Madrid9 Citado en Anatxu Zabalbeascoa: “¿Y los arquitectos qué opinan?” Del tirador a la ciudad. El País 15 de marzo de 2011. http://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/2011/03/y-los-arquitectos-que-hacen.htm (acceso 1.01.2011)10 Herbert Wright: Instant Cities. Black Dog, Londres 2008

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La arquitectura, en este sentido, no puede ser pasiva. Frente a este complejo desarrollo de los movimientos urbanos, lo más signifi cativo que los arquitectos han hecho es intentar posicionarse. Buscar los elementos de verifi cación, aportar respuestas. Rem Koolhaas habla de la importancia de este esfuerzo, pasando por los términos que se han ido desgranando poco a poco, como ‘cityness’, ‘gentrifi cación’, ‘civilidad’, términos trabajados por Saskia Sassen o Richard Sennett 11. Sin embargo, el verdadero problema con el que se encuentra la arquitectura es un problema de ‘identidad’, de ‘autenticidad’.12

Las ideas de responsabilidad social y cultural están volviendo a la vanguardia de la arquitectura contemporánea. Ahora podemos encontrar grandes bibliotecas en barrios deprimidos, sistemas de transporte como tranvías o teleféricos en zonas marginadas, o museos en asentamientos informales. A través de intervenciones que reconocen y legitiman las potencialidades de la informalidad urbana, los arquitectos han comenzado a adoptar la “ciudad informal” como un nuevo paradigma. Junto a la atracción cada vez mayor de esta idea, los análisis sobre las principales cuestiones y preguntas, así como los resultados a corto y largo plazo de estas intervenciones, son críticos.

Al abordar desde la identidad la necesidad de las actuaciones, tenemos que entender que la ciudad informal no está desconectada de la ciudad formal. Todo lo contrario: la informalidad no es un producto sino un proceso, siempre trabajando de forma activa por el cambio y redefi nición de las relaciones con lo formal. Al mirar hacia la ciudad informal o su sociedad como un producto, o como una mera cuestión de forma y distribución, las intervenciones corren el riesgo de ignorar los factores críticos relacionados con estos procesos. La importancia de vincular el diseño con el análisis sociológico y las decisiones políticas resulta, en este sentido, capital. Uno de los mayores obstáculos para muchas de las prácticas y los proyectos relacionados con la informalidad es una falta de integración con las políticas

de las agencias de gobierno. Otro es obviar la necesidad de identidad de la población.

En el entorno de la ciudad informal, donde las opciones son limitadas y la informalidad es a veces la única opción de supervivencia o de resistencia, las intervenciones y los enfoques centrados en el diseño signifi can oportunidades para la población local para obtener el reconocimiento y para reclamar sus derechos a la ciudad. Ahora bien, tenemos que entender y evaluar el impacto y valor de uso de las estrategias e intervenciones para evitar caer en la trampa de la adopción de una imagen de bondad social en lugar de abordar lo social y las realidades económicas de la vida cotidiana.13

Al revisar estas cuestiones, Jane Jacobs aborda en 1961 la importancia de proponer un modelo de ciudad inclusiva. Concretamente, en el último capítulo de su libro Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, señala: “Sobre el problema de entender las ciudades, creo que las líneas más importantes de pensamiento son las siguientes: 1. Pensar acerca de los procesos; 2. Trabajar de modo inductivo, razonando desde lo particular a lo general, antes que a la inversa; 3. Buscar pistas “no cuantifi cables” que involucren pequeñas muestras, las cuales revelan la manera en que están operando escalas mayores y “promedios” más representativos.”14 Esto es, propone un trabajo que permite descubrir, a partir de áreas de identidad, cómo desarrollar programas más complejos de planifi cación.

¿Qué valor tiene todo esto para los arquitectos? En general, los arquitectos que están optando por trabajar con y no contra, la arquitectura informal, están siendo los primeros en considerar los deseos y la elección de los ciudadanos marginados sobre el diseño de sus entornos. Las mejoras en infraestructuras y proyectos de arte público (como el trabajo de Urban-Think Tank o JR) han contribuido a aliviar el estigma o incluso la ceguera total hacia estas zonas urbanas y sus habitantes. Sin embargo, en esta

13 Francesc Muñoz: Urbanalización: Paisajes comunes, lugares globales. Gustavo Gili, Barcelona 2010 14 Jane Jacobs: Muerte y Vida de las Grandes Ciudades. Capitán Swing Libros, Madrid 2011

11 Saskia Sassen: The Global City: New York, London, Tokio. Princeton University Press, Nueva Jersey 199112 Rem Koolhaas, Stefano Boeri y Sanford Kwinter: Mutations. Actar, Barcelona 2002

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aceptación de la informalidad es muy fácil olvidarse de que vivir de manera informal, implica vivir peligrosamente. La informalidad no representa una solución o un fi n, sino un nuevo conjunto de condiciones y desafíos.

Podemos celebrar la resistencia y la fuerza de estas comunidades y apoyar las inversiones que los residentes han hecho en la construcción de su medio ambiente muchas veces en contra de todos los pronósticos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es mucho lo que una persona puede hacer. Los residentes de las áreas informales suelen invertir en el interior de sus casas, dejando el exterior sin terminar, lo que supone un indicador sobre el alcance limitado y los recursos de los residentes en la formalización de sus comunidades. La construcción es lenta, difícil y costosa para los residentes. Más allá de su propia casa o tal vez una pequeña empresa, los residentes tienen poca capacidad para dar forma a sus espacios públicos, o para proporcionar servicios muy necesarios como el cuidado de transporte, la educación y la salud. La informalidad presenta un dilema, ya que sugiere soluciones creativas y novedosas, pero al mismo tiempo supone una pérdida de seguridad y protección. Es demasiado fácil caer en el error de olvidar que la informalidad es una sustitución de las condiciones de vida y de trabajo seguro y próspero. Como Ricky Burdett elocuentemente nos ha recordado, unir lo físico a lo humano y lo social es un medio para lograr objetivos más amplios de la ciudad.15 En esencia, determina si crecemos económicamente, de forma sostenible e inclusiva.

Sobre acupuntura urbana: propuestas estratégicasAlrededor del sesenta por ciento de la población de Caracas vive en asentamientos informales en las colinas que rodean la ciudad, pero debido a su situación ilegal estas áreas no han sido relacionadas formalmente con el transporte público. Los arquitectos Alfredo Brillembourg y Hubert Klumpner, propusieron construir un sistema público de teleférico, Metrocable, que conecta dos barrios. Algunos elementos del proyecto altamente politizado han

sido alterados, pero el proyecto sigue contribuyendo a potenciar el acceso a la cultura y los cambios graduales en la estructura social de Caracas.

En la exposición comisariada por el MOMA bajo el título ‘Small Scale, Big Change: New Architectures of Social Engagement’16 se presentaron once proyectos de

Urban Think Tank: Metrocable, Caracas, 2006. Un teleférico conecta dos barrios para potenciar el acceso a la cultura y el cambio social.

15 Ricky Burdett y Dejan Sudjic (eds.): The Endless City: The Urban Age Project by the London School of Economics. Phaidon Press, Londres 200716 Andres Lapik: “Small Scale, Big Change. New Architectures of Social Engagement”. Exposición celebrada en el MOMA, Nueva York, del 3 de octubre de 2010 hasta el 3 de enero de 2011.

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construcción en los cinco continentes que ofrecen una arquitectura innovadora e inclusiva para las comunidades marginadas. Desde Alejandro Aravena hasta Diébédo Keré, desde Jorge Mario Jáuregui hasta Michael Maltzán. Los arquitectos responden a las necesidades funcionales de sus proyectos, pero también se ocupan de provocar un efecto positivo general sobre las comunidades en que trabajan. Se sitúan, de este modo, como colaboradores en la transformación social, económica y política de los lugares donde se plantea el proyecto. Además de los nuevos modos de diseño participativo, los proyectos expuestos incorporan soluciones pioneras para lugares específi cos, ensayando prácticas de arquitectura ecológica y socialmente sostenible. Poblaciones y colectivos que rara vez han disfrutado con anterioridad de la atención de los arquitectos, participan del desarrollo e innovación que incorporan proyectos dignos de la más amplia atención. La renovación del compromiso de estos arquitectos, y de muchos de sus colegas, hacia una arquitectura socialmente responsable supone un cambio radical en el modo de entender la ciudad y la arquitectura. En general hablamos de “acupuntura”, de proyectos limitados en sus intervenciones, pero con un alcance extraordinario en la repercusión de las propuestas. El éxito de estos proyectos radica en la posibilidad de proporcionar a las comunidades no sólo unos espacios físicos, sino también oportunidades de auto-determinación y un mayor sentido de identidad. Estas propuestas son catalizadoras del cambio. Sus metodologías de integración podrían servir de modelo para el desarrollo de la profesión en esta Era de las Ciudades.17

En el contexto contemporáneo, donde la normativa derivada de las fi guras de planeamiento adquiere cada vez más rigor, es imprescindible pensar en mecanismos más propositivos y de menor escala para regular la forma en la ciudad. El concepto de “acupuntura urbana” implica que estrategias urbanas bastante menores desencadenan procesos que tienen un efecto a una escala mucho mayor que la del ámbito intervenido. La idea de proyectos

como Favela-Bairro, basados en la conectividad del espacio público, es potente en este sentido: pequeñas acciones irrelevantes en apariencia detonan procesos insospechados, complejos e interesantes, mucho más satisfactorios que los que resultarían de grandes planes urbanos. En el proceso de producir nuevas narrativas para reconstruir la ciudad, sectores habitualmente excluidos no sólo se incorporan a la ciudad formal, sino que sus habitantes pasan a ser participantes activos de la ciudad. Pensar en la ciudad informal bajo este punto de vista, signifi ca recuperar el discurso de la forma abierta.

Dentro de estos planteamientos, la recuperación de ciudades como Medellín o Bogotá en Colombia ilustra la capacidad social del urbanismo, propuesto como una herramienta para mitigar graves problemas de desigualdad y segregación, y para conectar, integrar y coordinar la ciudad a través de un instrumento de inclusión social y físico. La arquitectura estratégica y el urbanismo han sido las principales herramientas para trabajar con la comunidad e implementar un proceso para la recuperación de los barrios críticos de la ciudad.

En Bogotá, a través del estudio detallado del programa, la ciudad trató de construir nuevas redes de instalaciones públicas para vecindarios de bajos ingresos ubicadas estratégicamente en todo el territorio. Desde una perspectiva social, el objetivo fue identifi car los procesos y dinámicas que emergen de la comunidad y de los diferentes actores que trabajan para fomentar la participación y apropiación local, antes, durante y después de las intervenciones.

En Medellín hubo una mayor concentración en determinados territorios, con una arquitectura singular, subrayando el valor del “protagonismo” en las piezas y sus conexiones. Este enfoque difi ere de la idea previa de Bogotá, donde la atención se centró más en los sistemas o redes transversales, incluidos los sistemas de transporte, como el TransMilenio, corredores peatonales y carriles para bicicletas, siempre

17 Saskia Sassen: “When Cities Become Strategic”. Architectural Design 3, mayo-junio 2011, 124-128

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haciendo hincapié en la calidad de los edifi cios públicos nuevos y los espacios públicos que actúan como iconos en la reinvención de la imagen de la ciudad. A pesar de sus diferentes enfoques, el resultado fi nal fue similar en ambas ciudades. En los últimos quince años, ambas se han acogido a una espectacular democratización al permitir un fuerte nivel de integración social. En ambos casos, la provisión de infraestructura de calidad y servicios urbanos en los barrios más pobres y violentos ha proporcionado a los residentes un sentido de igualdad y una sensación de pertenencia a su propia ciudad.

Así, los problemas asociados con la planifi cación urbana de gran escala han creado un nuevo interés en el proyecto de pequeña escala. Las últimas intervenciones urbanas en América Latina, África y algunas zonas de Asia, han favorecido el enfoque de “acupuntura urbana”. Esta aproximación sugiere una alternativa a la “cirugía urbana”. En lugar de ver el cuerpo urbano compuesto por partes u órganos, la idea de acupuntura urbana lo trata como un sistema continuo nervioso que sólo debe ser manipulado a nivel local con el fi n de “liberar la energía” que tiene efectos globales.

Oportunidades urbanas Rocinha es una de las favelas más peligrosas y violentas de Brasil. Fotografi ando la favela, André Cyriano propone visibilizar el confl icto social de estos lugares, tradicionalmente abandonados en procesos de programación política y urbana. Expone la necesidad de incluir a toda esta gente en los criterios de decisión y gestión de la ciudad, preguntando qué podemos aportar como outsiders en estas situaciones de marginación urbana.

En un mundo globalizado, el “planeta de ciudades futuras”18 choca frontalmente con el “planeta de ciudades miseria”. El derecho a la ciudad, al menos bajo los condicionantes actuales, se encuentra demasiado restringido, en la mayoría de los casos, a una reducida élite política y económica que encuentra condiciones cada vez más favorables para dar

forma a las ciudades de acuerdo a intereses propios. A lo largo del siglo XXI debería crecer una oposición sólida y coherente a estas pautas de comportamiento, capaz de ofrecer una política estable y garantista. La dinámica general de esta Era Urbana debería ser la dinámica de la inclusión. Se necesita empeño y constancia para cerrar esta brecha urbana entre la Ciudad Formal y la Ciudad Informal. Una ciudad que salve la distancia entre ciudad futura y ciudad miseria no es una fi cción. Se basa en una evaluación realista del potencial de los procesos urbanos para aprovechar las oportunidades futuras y satisfacer las aspiraciones de toda una comunidad. De este modo, integrar a los desplazados en la vida urbana signifi ca: mejorar la calidad de vida, invertir en formación de capital humano, promover las oportunidades económicas, abrir vías de participación política, y desarrollar la inclusión cultural.

Estos apuntes deberían ser, en realidad, una llamada a nuestra generación para construir un mundo diferente de oportunidades urbanas y posibilidades abiertas: Esta Era Urbana requiere que actuemos con visión, imaginación y confi anza.

Daniel H Nadal es doctor arquitecto y profesor de Proyectos en la Universidad Francisco de Vitoria. Director del grupo de investigación ‘“Arquitecturas Ocasionales”, sus textos exploran la dimensión social de la arquitectura y el derecho a la ciudad.

André Cypriano: Favela Rocinha, Río de Janeiro. Una llamada a la inclusión en la defensa del Derecho a la Ciudad.

18 Mike Davis: Planeta de Ciudades Miseria. Madrid: Foca/Akal. 2008

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¿PARA QUÉ?Planifi cación participativa viva

Investigación y metodologías: para qué y para quién En la formación universitaria y en las propias investigaciones no se suelen considerar estas preguntas de forma explícita y auto-critica. Y sin embargo nos parece a algunos que son fundamentales para encuadrar cualquier investigación o cualquier proceso social. El que haya una pretensión de “objetividad” al margen de los actores involucrados en los procesos sociales considerados ¿es posible? El que haya una pretensión de descripción e interpretación al margen de las intencionalidades de las recomendaciones para la acción ¿es posible? En las universidades muchas veces se plantean las investigaciones como si no infl uyese el promotor (económico, administrativo, etc.) de la misma, o como si no infl uyesen los prejuicios de los propios técnicos en los diseños y en las interpretaciones, y como si con cualquier población diese lo mismo aplicar las metodologías, pues se da por supuesto (en la mayoría de los casos) que las poblaciones no tienen capacidad o sus propias estrategias para dar o no informaciones básicas. Pero para un análisis más fi no de nuestras propias investigaciones conviene hacerse estas preguntas.

Tanto en investigaciones de tipo cuantitativo, como en las de tipo cualitativo, hay unos poderes de decisión que no se discuten. Suelen estar implícitos, y se da por hecho que las cosas deben ser así, sin apenas darnos cuenta de las infl uencias y sesgos que están causando, precisamente por no hacerlos explícitos. No hay ninguna posibilidad de una investigación neutral, desapasionada, e incluso esto nos parece anti-científi co. En todo tipo de ciencias existe la pasión por el conocimiento, y las hipótesis más o menos arriesgadas, etc. son necesarias. Lo que hace

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científi cas sus apuestas es la justifi cación metodológica para su comprobación, y las deducciones, inducciones, y transducciones que se producen y de las que hay que ser conscientes. Lo peor que nos puede pasar es no ser conscientes de los peligros que encierra no hacerse estas preguntas previas.

Quien se hace las preguntas epistemológicas básicas, ¿para quién?, ¿para qué es todo este proceso?, puede ser consciente de donde se mete, y puede prever las formas de contrarrestar los efectos potencialmente perjudiciales. Para alcanzar un grado mayor de objetivización colocará entonces controles y métodos que le acerquen a una realidad lo más operativa posible. Por eso vemos muy necesarias las metodologías participativas, porque parten de tener en cuenta a los diferentes actores sociales que tienen intereses en los procesos de investigación o de intervención. Porque antes de plantearse técnicas de tipo cualitativo o cuantitativo, se planean los problemas previos: ¿quién manda aquí? ¿cómo se pueden contrarrestar los efectos negativos de los intereses en juego? No es solo una cuestión de ética o de ideología, es una cuestión metodológica básica la que planteamos.

Siempre hay un promotor, un cliente, un empresario, una universidad, una ONG, etc. que es quien marca unos tiempos y unos recursos en los que se encuadra un proceso. Por ejemplo, una tesis tiene también un para quién y un para qué, aún cuando parezca que es un producto que el/la directora/a de tesis y la persona que la realiza la pueden hacer con cierta autonomía. Es para obtener un grado en la academia, pero no solo. Hay unos tiempos que se pueden vincular a una plaza futura de profesor, hay un tema que puede interesar o no a la comunidad de profesores que la juzgarán, hay unos objetivos de prestigio de las personas que intervienen, hay una potencial utilidad del diagnóstico y de posibles propuestas que contenga, y las personas estudiadas pueden sentirse usadas o no, pero sobre todo lo que se juega es el prestigio académico.Por eso una tesis es muy distinta de un informe para un

ayuntamiento, o de un trabajo para impulsar una empresa (y depende de que tipo de emprendimiento se trate), y muy distinto de una estrategia de un movimiento social, por ejemplo. No es tanto que “quién paga manda”, pues aunque hay algo de verdad en esto, siempre hay un margen de maniobra, y estos procesos no son tan mecánicos, como que el jefe, el profesor, o el dirigente político, vayan a decidir lo que se pone en el informe. Pero cuando menos si que se ve afectado el tiempo de dedicación, que es una cuestión esencial. ¿De qué vive el investigador mientras dura la investigación, y cómo la marca de forma más o menos consciente durante todo el proceso? Estos son condicionantes que se deberían poner a debate y que se han de tener en cuenta, pues no es lo mismo hacer un informe rápido, porque hay alguna urgencia que atender; que disponer de fi nanciación para hacer una investigación de varios años

En el tema de los promotores de una investigación siempre hay una contradicción que resolver entre quien “representa” y quien “sabe”. Un político electo para un cargo, por ejemplo, nos puede representar y manejar un presupuesto económico para dar becas o para encargar un proyecto, pero no tiene por qué saber del tema. Incluso un catedrático puede tener interés en un tema concreto, pero quien acaba por profundizar en él es quien puede dedicarle meses y años a conocerlo a fondo. El saber es lo que hay que construir en los procesos, y el equilibrio entre quién manda por su jerarquía y quién sabe por el tiempo y dedicación, no es fácil de establecer. La llamada “comunidad científi ca” no es un todo objetivo, sino una suerte de tendencias en disputa, por lo que quien promueve una investigación puede estar apoyando una u otras tendencias de “poder” y de “saber”.

Tampoco los/las profesionales, técnicos o experta/os, somos neutrales en nuestros enfoques. Hay varias razones para entender que, sin querer, podemos estar manejando sesgos en nuestras investigaciones. Por un lado se trata de que nos han enseñado en las Universidades a aparentar un conocimiento objetivo sacado de los libros

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de texto que han servido para nuestros exámenes. Y hemos aprendido que somos más que las otras personas que no pasaron esos exámenes. Pero la mayoría de nuestro saber suele ser de los libros, que no está mal, pero es claramente insufi ciente, sobre todo por falta de experiencias prácticas. Y entonces, para afi rmar nuestra profesionalidad, solemos usar esos términos científi cos y buscar distinguirnos con afi rmaciones rotundas, aunque no estén muy contrastadas con el caso concreto. No nos han preparado para aprender del saber local de la gente, ni tampoco una cierta humildad científi ca, para poder construir conocimientos más concretos y verdaderos.

Además, sobre todo en ciencias sociales, la materia prima con la que trabajamos son las propias personas y sus relaciones. Es decir, que obligatoriamente debemos partir de lo que dicen y hacen las personas en sus redes cotidianas, y este es un campo muy difícil de objetivar. Primero porque nosotros también somos personas y establecemos unas relaciones en la comunicación, con lo que los procesos de investigación nunca se pueden separar del resto de las relaciones. Es como mirarnos desde dentro, pues nunca podemos salirnos fuera de las redes sociales, de la sociedad. Esta implicación añade una difi cultad a las pretensiones científi cas de nuestro conocimiento. Nuestra ciencia tiene que partir de la relatividad de nuestro conocimiento, pero precisa del rigor para orientar el conocimiento de las comunidades y de los grupos implicados.

Por eso los profesionales podemos saber una serie de preguntas, que hacernos, y ver que hay otras preguntas interesantes que surgen de los dolores de las personas. Pero las respuestas hemos de construirlas con las personas afectadas, implicadas, desde “sus verdades”, no desde las nuestras. Esto parece una contradicción, pero no lo es si vemos que se trata de un proceso de cierta duración. En el proceso de construcción de la acción y del conocimiento podemos intervenir todos, desde las diferentes posiciones, pero el papel del profesional

debe ser sobre todo tener rigor en la metodología. Las preguntas no pueden ser solo las que están en los libros, las respuestas (que deben ser concretas en cada caso) mucho menos, deben estar abiertas a lo que pida cada situación. Pero para poder llegar a las más acertadas lo que tiene que tener rigor son los pasos a dar, y en esto sí debemos ayudar, pidiendo a las personas que respeten la construcción colectiva y operativa para poder dar resultados satisfactorios a la comunidad.

La gente no tiene la razón sin más, y tampoco la gente es una ignorante sin más. Estas afi rmaciones nos deslegitiman más a los profesionales que a la propia gente. Para empezar, hay muchos tipos de gente, y no es lo mismo un dirigente organizado, que un grupo de amigos comentando en un bar, o un grupo de señoras comentando en un parque. Los dirigentes, a veces, tratan de dar razones que copian de los políticos o de los técnicos, con lo cual se suelen quedar a medio camino de las aportaciones que de verdad podrían hacer a un proceso. Ni suelen ser tan representativos como quienes recibieron miles de votos, ni pueden dedicarle tanto tiempo y conocimiento como los que están pagados para ello. Sin embargo, en su papel los consideramos imprescindibles, pues por su dedicación voluntaria saben mostrar los dolores y síntomas de los que partir.

Y esto es muy importante, pues un error de enfoque al principio condiciona toda la investigación. Para el médico es imprescindible que el paciente diga dónde cree que está el dolor que motiva la visita, y que muestre disposición a cambiar la situación. Para las ciencias sociales hay que detectar donde están los confl ictos y saber quiénes son los que están dispuestos a propiciar un cambio. Todos usamos dobles lenguajes cuando empezamos un proceso, damos una opinión pero aún no decimos todo lo que llevamos dentro. Incluso porque no sabemos formularlo, o porque lo nombramos de una forma que creemos que todos entienden como nosotros (pero que, en realidad, cada cual le da una interpretación

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bien distinta). Algunos dirigentes y algunos voluntarios pueden hacer de interlocutores iniciales, pueden abrir caminos al proceso.

Pero lo más importante es poder llegar a los lenguajes y posturas de los sectores de la población no organizados (que suelen ser cerca del 90%). La confusión en lo que suelen decir según las situaciones creadas suele llevar a engaño a los profesionales y a los políticos, y aun a algunos dirigentes. No bastan técnicas simples, como recoger los primeros datos u opiniones, si queremos un conocimiento complejo que permita que la transformación de la situación sea real. Para llegar a las posturas y estrategias de estos sectores hace falta un proceso bien diseñado y una cierta experiencia en saber escuchar más allá de lo primero que se dice. La gente enuncia verdades más triviales o de más peso en función de lo que interpreta de nuestras preguntas. Y también se preguntan el ¿para qué y para quién? de lo que estamos haciendo.

Planifi caciones participativas: para quién y con quiénDesde estas metodologías y experiencias, y las que hemos ido construyendo en estos años de manera práctica, cuando algunos nos implicamos en un proceso social es porque queremos ir más allá de las verdades triviales, queremos llegar a diagnósticos colectivos y propuestas capaces de transformar las situaciones heredadas. Si a veces un profesional suele partir de un estudio cuantitativo con datos, por la facilidad de los números, y luego lo intenta profundizar con un estudio cualitativo, suele dejar los aspectos participativos para el fi nal, si es que le queda tiempo y ganas. Nosotros lo hacemos al revés: primero planteamos la parte participativa, porque nos da el contexto de las verdaderas preguntas ¿para qué? y ¿para quién?, y desde ahí enfocamos toda la metodología y las técnicas necesarias del proceso. Solemos continuar con profundizaciones cualitativas y talleres, para abrirnos a razones más profundas que la gente tiene, aunque no se atreva o sepa decirlas. Y luego, si es necesario cuantifi car esas posiciones, ya se pueden aplicar las encuestas,

buscar datos, saber porcentajes, etc. No nos basta una descripción o interpretación solo con algunos datos que siempre juzga el profesional. Hacemos “devoluciones creativas” dentro del proceso para que la propia gente implicada sea quien establezca las distinciones, sepa separar las opiniones dominantes (las de la mayoría), de otras emergentes (que pueden ser de minorías, pero puedan abrir caminos a nuevas mayorías). Esto es muy distinto de que los profesionales se erijan en jueces para la interpretación de los datos o de los relatos.

Por experiencia ya sabemos que la gente encuentra sus propias razones, y suelen ser mucho más profundas que las de quienes les miran solamente desde fuera. Y además, siendo protagonistas de sus propios diagnósticos, aunque los profesionales hayan preparado la metodología, la gente entonces orienta de forma más operativa la construcción del conocimiento.

Estas formas de construcción colectiva del conocimiento llevan a la acción. A la gente no le interesa tanto una tesis doctoral como resolver sus dolores, aunque no tienen por qué ser incompatibles ambas cosas. Cuando la gente participa desde las preguntas iniciales, dando sus opiniones, cruzadas y contrapuestas con otras, y luego también en las devoluciones y análisis de conjunto, y construye una perspectiva de acción, entonces la gente toma posiciones de muy distinta manera que en una encuesta, o incluso que en la entrevista abierta. Si lo que está en juego es sacar algo productivo, lo operativo de la investigación-acción construye verdades más efi cientes. Aparecen posibles “conjuntos de acción”, alianzas que se encaminan hacia las “buenas practicas” que desea la gente.

Al fi nal redundan también en un mayor prestigio del profesional que ha esta al servicio del proceso. Puesto que no es solo benefi cio para la comunidad, es también benefi cio para el conocimiento y para los profesionales. La Planifi cación debe estar abierta al desborde de los bloqueos en que se hallan los procesos que están estancados, que

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son reiterativos. La situación de la estructura económica o de una administración inmovilista puede estar frenando las potencialidades de una comunidad. Pero también pueden ser causa de bloqueo elementos del poder simbólico, o la desorganización local, o las malas relaciones que puedan existir entre los dirigentes por rivalidades, etc.

No se trata solo de hacer un plan-programa de actividades temáticas separadas, sino de hacer estrategias que desborden los bloqueos y que permitan poner en marcha un sistema de actuación integral, de sujetos y contenidos. Un plan-proceso y no un plan fi nalista, que se abre y se cierra, adaptándose a cada una de las situaciones participativas, es decir, según los desbordes que se van consiguiendo.

No nos basta con denunciar el papel de algunas clases sociales o del patriarcado en las confrontaciones, sino que en estos confl ictos se trata de plantear las mediaciones o las alianzas que se hacen necesarias para transcender (tal como lo plantea J.Galtung por ejemplo) más allá de simplifi caciones, o dialécticas binarias o dicotómicas. Con esta metodología son posibles los análisis de mayor complejidad y profundidad, a partir de los juegos de varias posiciones de los actores, de sus contradicciones internas, y de sus aspiraciones en distintos campos, de tal manera que pasemos de las contradicciones más simplistas a las contradicciones más complejas en el seno de cada comunidad concreta. Estas complejidades ya se conocen, de hecho, en cada situación concreta y muestran sus actores si se saben hacer los talleres y las técnicas correspondientes. Muchas veces, poder detectar las contradicciones complejas depende más de saber preguntar y escuchar que de grandes análisis intelectuales, y de saber generar alguna confi anza básica entre grupos que puedan tener algún interés común.

Para ir a lo concreto de la propuesta, se muestra un socio-grama a modo de ejemplo, que sirve para analizar con cuatro variables básicas las relaciones de varios poderes

en una comunidad concreta. Es como una radiografía que ayuda mucho a hacer un buen diagnóstico. Mejor aún cuando se puede hacer con los propios miembros implicados de la comunidad como informantes cualifi cados y luego se puede verifi car con las diversas técnicas participativas que existen para saturar esta muestra reticular. En este tipo de sociograma se pueden relacionar entre sí cuatro variables: el poder de decisión de clase, las posturas ideológicas, el poder simbólico y organizativo, y los vínculos construidos entre estos poderes. Porque estos vínculos de miedos o confi anzas van cambiando más rápido que las otras variables. Los distintos tipos de poderes y posturas se ven así refl ejados en la compleja trama de las raíces patriarcales en que nos hemos educado.Se muestra en el eje vertical -1- el poder de clase social de los actores en confl icto; en el eje horizontal -2- las posturas ideológicas sobre el problema detectado; -3- con las fi guras

Sociograma con conjuntos de acción elaborado por los propios implicados.

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de triángulos, cuadrados y círculos el poder simbólico y de organización para la comunidad; y sobre todo -4- en los trazos o “grafos” el tipo de vínculos existentes entre unos actores y otros. Para entender este sociograma o radiografía del confl icto (que fue construido con los propios campesinos a partir de sus propias informaciones) es bueno fi jarse en las alianzas que se van formando en los procesos por sumatorio de varias de las variables. Es lo que llamamos “conjuntos de acción” (en este caso se ven dos muy marcados: uno de tipo “gestionista” a la izquierda y otro de tipo “populista” al otro lado, y también algunos actores no encuadrados en ellos). Precisamente estos otros actores son los que tienen un papel determinante para cambiar las relaciones establecidas.

Por ejemplo el sociograma precedente se realizó con una población de Perú en varias ocasiones dentro de un proceso de confl ictos permanentes de los cultivadores de coca con las autoridades (que pretenden la erradicación de un cultivo milenario). Aunque hay poderes que permanecen con sus condiciones bastante constantes, hay otros que no, y sobre todo los vínculos y relaciones entre actores cambian con relativa rapidez. Y es en este tipo de vínculos débiles en donde mejor se puede actuar en los procesos concretos.

Ya Granovetter planteaba la “fuerza de las relaciones débiles”, y sobre este principio es sobre el que planteamos nuestras estrategias con los “conjuntos de acción”. Lo tipos de “conjuntos de acción” nos sirven para poder diseñar estrategias viables y de cambio en cada situación concreta, por eso este tipo de metodologías participativas resulta tan útil para la resolución de confl ictos.

En un proceso social, como en un seguimiento médico, hay que hacer varias de estas observaciones (como radiografías) según la evolución que se va dando. Hay situaciones en que la estrategia de estos “conjuntos de acción” puede desbordar las estructuras patriarcales heredadas, aparece la creatividad social, y la gente empujar transformaciones sociales a distintas escalas.

Cómo articular propuestas para un mundo alternativoDurante muchos años se ha venido repitiendo el “partenariado” entre el Estado, el Mercado y el Tercer sector, o incluso el “desarrollo sostenible” (inconcreciones para quedar bien, sin precisar de qué se trata). Sobre los sujetos y sus estrategias ya acabamos de plantear dispositivos operativos que nos acerquen a los conjuntos de acción y a las estrategias desde los grupos motores para que las democracias participativas puedan seguir avanzando. Pero necesitamos también que los objetivos del proceso participado sepan aclararse en las contradicciones con las que se tiene que luchar, y cuales son, en cambio, los puntos fuertes en los que se puede ir apoyando una transición transformadora. Los procesos ya no pueden ser únicamente de tipo local en un mundo tan globalizado, pues aunque el actuar sea local el peso de lo global siempre se hace sentir, y además aquellos avances locales (para consolidarse) se han de coordinar a escalas superiores para no verse aislados.

Por eso planteamos un esquema con una serie de triángulos que grafi can las tensiones en las que hoy nos toca jugar en la mundialización neoliberal que hemos heredado. La

Esquema del Tercer Sector hacia un Tercer Sistema

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explotación del trabajo por los poseedores de los medios de producción no es nueva en la historia, como tampoco lo es la corrupción y el clientelismo por parte de los poderes de cada momento. Lo que aparece más nuevo es un tipo de combinación de Mercado y Estado a escala mundial, que no solo condiciona y genera las crisis en que vivimos, sino que no permite actuar con otras propuestas sino las que este mismo sistema controla. La intervención de los estados (tanto en Estados Unidos como en China, etc.) ha sido para reforzar el mismo modelo actual sin apenas variaciones.

Hay muchas declaraciones sobre fracasos del neoliberalismo y las crisis que suscita, pero seguimos en el mismo esquema mundial de Estado+Mercado que no se toma en serio ni el calentamiento global y el despilfarro de las energías fósiles; ni la lucha contra la desigualdad entre la pobreza y la riqueza; ni la democratización de las decisiones mundiales; ni el desarme y fi n de las guerras; ni promover culturas interculturales para otros mundos posibles.

No cabe idealizar tampoco a las redes sociales. En un alto porcentaje estas están en las culturas del clientelismo y la corrupción, cuando se dejan cooptar por mecanismos del Estado, y en general aún pocas entran en sistemas de democracias participativas que sean verdaderas alternativas de transparencia y de iniciativas de base. En ese camino se van clarifi cando espacios de creatividad del Tercer Sector, pero con muchos vicios que se han heredado de los sistemas autoritarios o representativos elitistas. Además las redes sociales están sujetas a la explotación, e incluso en un clima donde aspiran a reproducir esas formas de explotación para competir con las otras iniciativas del mercado tal como nos lo encontramos hoy en día. Por eso el triángulo de Mercado-Estado-Redes sociales no debe ser tan idealista, y pensar sus alternativas sin tener en cuenta que está dentro de triángulo mayor: el de la explotación, la corrupción y el neoliberalismo. Las propuestas solidarias se pueden intentar, pero para sobrevivir hay que ser saber por donde vienen las contradicciones que atacan por sistema

cualquier iniciativa de “otro mundo posible”.Por otro lado cabe ir precisando los puntos fuertes, o elementos de la creatividad que ya se están poniendo en marcha en el mundo, que resultan emergentes en este inicio de siglo. El hexágono, que fi gura inscrito en el triángulo invertido e inestable, lo hemos ido dibujando a partir de un debate en el 1º Foro Social Mundial de Porto Alegre, en talleres en que estaban Marcos Arruda y Humberto Ortiz. Además de ser esquemas que ayudan para caminar hacia la sustentabilidad y la solidaridad, pueden ser indicadores para hacer más concretos esos conceptos abstractos.

Deberíamos poder precisar en que grado de realización está cada uno de estos seis puntos en cada situación concreta, y cómo se está caminando hacia ellos. Si no es con estas medidas es muy difícil que podamos hablar con rigor de planifi cación, sustentabilidad, solidaridad, etc. Pero si podemos precisar en que grado algunos de estos índices se van ejecutando y acoplando entre si, y se dispone de una articulación de estos avances, entonces podemos decir que estamos en un buen camino para la transición hacia otro mundo posible y alternativo.

Estos índices quieren indicarnos que no se pueden construir alternativas para otros mundos posibles sin unas fi nanzas éticas o sin un comercio justo que sean creíbles. Hay distintos grados de comportamientos éticos en las fi nanzas, pero sobre todo existen ya experiencias consolidadas de bancos campesinos o populares, o de cooperación más solidaria, aunque sean pequeñas, que marcan la tensión hacia dónde se puede caminar. Las administraciones locales y regionales en este caso podrían apoyar decisivamente estas iniciativas y consolidar economías de un cierto tamaño que puedan sobrevivir incluso en el mercado actual. El UNASUR a escala de Suramérica, es un proyecto que podría signifi car un paso de gigante si supiera tomar esta dirección, tanto hacia unas bancas más éticas como hacia un comercio más justo. En las redes de comercio justo también aparecen

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etiquetas en los diferentes productos que consideran las condiciones en las que se ha hecho cada producto. Está la vigilancia hacia las condiciones de salud, trabajo, medioambiente, etc. que van a favor de una mayor calidad, y hay sectores del consumo que estamos dispuestos a pagar esas calidades. También existen otras redes de comercialización de tipo directo, sin intermediarios, desde cooperativas campesinas a cooperativas urbanas, etc.

Entre el Estado y las Redes sociales caben variadas iniciativas de participación. Por un lado desde las tecnologías, donde las universidades y las administraciones podrían ir por delante, fomentando la investigación aplicada, en contacto con los usuarios y, de esa forma, hacer las tecnologías más apropiadas a cada situación y más apropiables por cada colectivo o comunidad considerada. La productividad de proyecto local no es cosa tanto de trabajar mucho más, sino de saber rescatar, poner en valor, elementos de tipo local que puedan ser atractivos y saludables. Y los servicios de transporte, de salud, de educación, son básicos para fomentar una población implicada en la creatividad y en la confi anza en sus capacidades. Hacer planes participativos para la sustentabilidad de los territorios son iniciativas concretas, y evaluables, que pueden ir marcando el ritmo de las transiciones en servicios y tecnologías de acuerdo con las necesidades concretas de cada situación. Los sistemas de democracias participativas particularmente en estos casos son muy efi cientes, y muestran ejemplos muy creativos desde la base. En el tercer lado del triángulo inestable del Tercer Sector, de la creatividad solidaria, hay que plantear las cuestiones del consumo y del trabajo. No se trata de reproducir los modelos actuales de explotación competitiva o de consumo despilfarrador, porque en esos casos estaríamos reproduciendo las bases del neoliberalismo a pequeña escala. Se está en el mercado y esto no se puede negar, pero no hay porqué jugar con las leyes que nos trata de imponer su lógica de explotación. El mercado de trabajo puede ser también de tipo cooperativo, la economía social puede

ser un elemento para la implicación de los trabajadores para ser más efi cientes y menos abúlicos, por ejemplo. El consumo de tipo responsable, por ejemplo el de productos cercanos, puede ser un elemento de fomento de las redes de economía local y de calidad. Las mayores empresas de un municipio de cierto tamaño suelen ser el propio Ayuntamiento y la Universidad, y si fomentan redes de pequeños comercios e industrias pueden autorregular un sector de importancia para sus propios trabajos y sus propios consumos. No se trata de autarquías sino de sistemas que se denominan auto-centrados, porque estas redes son los motores de un desarrollo de tipo alternativo y alter-mundialista.

La creatividad solidaria tiene que empezar, según estos criterios, por poner en proceso de autocrítica los componentes patriarcales que nos anidan. no basta la buena voluntad sino dispositivos de escucha y de replanteamiento de los primeros síntomas, para ver con quién y para qué se pueden construir las democracias y las solidaridades. Son muy importantes los dispositivos y talleres que plantean el comienzo de un proceso, más allá del voluntarismo que se supone a quienes lo inician.

Hacer un mapeo o sociograma con conjuntos de acción ayuda mucho para aclarar las estrategias contrapuestas en presencia y cuales pueden ser las propias. El que un grupo motor se ponga al servicio del proceso puede ser un elemento clave para desbloquear aquellas rivalidades que suelen arruinar a muchas iniciativas. Con estas metodologías que proponemos se pueden ir construyendo una red de intereses que apunten a lo democrático-participativo, y que puedan fomentar la creatividad solidaria. Y así poder ir desbordando miedos y desconfi anzas, estructuras de poder y simbólicas, que impiden que los pueblos elijan sus futuros más libremente.

Tomás Rodríguez-Villasante es doctor en Ciencias Políticas y Sociología, y profesor emérito en la Universidad Complutense de Madrid, donde dirige desde 1995 el Magíster “Investigación participativa para el desarrollo local”.

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HETEROTOPOLOGÍASRefl exiones sobre el espacio postindustrial

En su conferencia dirigida a los arquitectos, titulada “Des espaces autres”1, Michel Foucault describe el espacio contemporáneo como una interrelación de emplazamientos. La geometría de la posición permite establecer una continuidad entre los puntos, independiente de su magnitud, a partir de la que observar la dimensión espacial de la ciudad postindustrial. En la lógica de la comunicación, todos los elementos se convierten en objetos mientras la arquitectura se transforma en un sistema cultural de signos donde el espacio público pierde su valor propio, ocultando las estructuras productivas y sociales subyacentes. Esta ordenación, discontinua pero relativamente coherente, conduce a la indefi nición programática y a la desterritorialización resultado de la ecuación especulativa que defi ne el valor del suelo. Como las mesetas de Gilles Deleuze2, las regiones urbanas contemporáneas constituyen lugares de acumulación de referencias y concentración de intensidades, interconectadas por un sistema jerárquico de ciudades. Cada una de ellas aporta una visión fragmentaria que permite comprender la polis de la sociedad de la información, donde los procesos se aceleran irremediablemente en nombre del cambio y del progreso.

En un contexto de crisis económica y reestructuración constante de la ideología y de los modos y formas urbanos, este trabajo de investigación pretende clarifi car las operaciones espaciales que se producen en el paso de la ciudad industrial moderna a la región de servicios posmoderna. No se trata sólo de una reorganización de los medios de producción, sino de una más amplia reformulación social basada en el conocimiento

Daniel Esguevillas

1 Michel Foucault: “Des espaces autres”. Conferencia pronunciada en el Cercle d’études architecturales de París el 14 de marzo de 1967. Transcripción en Architecture Mouvement Continuité 5, octubre 1984, 46-492 Gilles Deleuze y Félix Guatari: Mille plateaux. Éditions de Minuit, París 1980

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tecnológico y la libre circulación del capital, que intensifi ca los procesos popularmente conocidos como globalización y su infl uencia y percepción por la población. La era de la economía informal y de la acumulación fl exible no consigue, sin embargo, eliminar la pobreza que se acumula en los límites metropolitanos de un mundo progresivamente urbano.

Fuerzas centrípetas y centrífugas coinciden en los desarrollos urbanos contemporáneos, que han superado el clásico antagonismo entre campo y ciudad para conformar regiones híbridas donde centro y periferia se combinan en una geometría variable que introduce factores de complejidad y diversidad difíciles de controlar, como la simultaneidad de procesos locales y universales. En unas circunstancias en las que Los Ángeles, California, posee un inquietante carácter premonitorio, es necesario construir nuevos lugares de encuentro que respondan a la heterogeneidad cultural del hiperespacio, en contraste con las homogéneas condiciones metropolitanas universales. La reciente traslación de imágenes alternativas y virtuales a los movimientos sociales puede suponer un punto de partida para la búsqueda de una justicia espacial que reduzca las desigualdades y favorezca la cohesión de la sociedad urbana.

El célebre matemático suizo Leonhard Euler recurre por primera vez a la topología para resolver el famoso problema de la movilidad en la antigua Königsberg. Como en muchos otros temas urbanos, las magnitudes geométricas pueden descartarse a la hora de analizar la morfología de las ciudades. Esta operación permite establecer analogías entre las distintas regiones urbanas contemporáneas, cuya homogeneidad de clase contrasta con su heterogénea naturaleza. El paisaje reestructurado de la metrópolis postindustrial presenta numerosos procesos simultáneos y asimétricos de globalización cosmopolita y especialización local, de descentralización empresarial y recentralización suburbana, de desindustrialización «fordista» y reindustrialización

tecnológica, o de polarización social y aislamiento geográfi co. La aglomeración regional de Los Ángeles representa e ilustra todos estos aspectos por su carácter anticipatorio de las principales dinámicas urbanas del siglo XX: el establecimiento del turismo de masas en los años veinte, la consolidación del negocio del espectáculo en la depresión, la fuerte industrialización belicista, la constante suburbanización de la posguerra, las violentas crisis urbanas de los 1960, la reestructuración económica posterior, las tensiones de la deslocalización empresarial de los 1980, la reindustrialización tecnológica periférica de fi nales de siglo y el surgimiento del hiperespacio virtual. El conocimiento de la ciudad posmoderna posibilita una mejor comprensión del desarrollo, el funcionamiento y las perspectivas urbanas de la Comunidad de Madrid, la mayor región metropolitana española. El modelo económicoEn su reconocido tratado sobre las desigualdades urbanas, Social Justice and the City 3, el geógrafo británico David Harvey vincula la extendida doctrina social del “derecho a la ciudad” con el funcionamiento del sistema económico capitalista. El libro busca una explicación a la paradoja de que “una sociedad cada vez más rica con grandes avances tecnológicos esté generando incómodos problemas estructurales y crecientes tensiones en el proceso de urbanización”.4 David Harvey considera que la progresiva penetración de la economía de mercado convierte todos los aspectos de la vida en bienes de consumo sujetos al carácter autorregulador del capitalismo. Entre ellos, el suelo constituye un objeto singular por varios motivos: su escasez, su posición fi ja, su fl exibilidad de uso y la dependencia que de él tiene toda la población para su subsistencia física. Estos rasgos inciden en su alto precio y lo transforman en el elemento especulativo en torno al que gira el mercado inmobiliario, donde confl uyen actores de muy diversos intereses: los ocupantes, que lo necesitan para vivir; los propietarios, que lo utilizan para su disfrute o comercio; los promotores, cuyo negocio se basa en su intercambio; las entidades

3 David Harvey: Social Justice and the City. Blackwell, Oxford 1988. 4 David Harvey: op. cit., 54-55

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fi nancieras, que captan y distribuyen recursos en la lógica de su funcionamiento; y las instituciones públicas, que intervienen interesadamente para corregir desequilibrios o motivar determinadas actuaciones.

Frente a sistemas económicos anteriores, el capitalismo industrial se distingue por incrementar constantemente su capacidad de producción como medio para lograr su correcto funcionamiento y garantizar su continuidad histórica. Este hecho está profundamente ligado al objetivo de generar mayores plusvalías, que implica acciones como el mantenimiento de la escasez, la creación de necesidades y el fomento del consumo. La renta permite la traslación de la economía de mercado al suelo, tanto en su aspecto diferencial (dependiente de la situación del terreno) como en su aspecto de monopolio (independiente del valor del suelo). El poder adquisitivo condiciona el acceso de los consumidores a los bienes inmobiliarios: mientras que aquéllos con mayor riqueza disponen de una gran variedad de elección, los que cuentan con menos recursos se ven confi nados a un mercado reducido de condiciones casi monopolísticas. En consecuencia, los más desfavorecidos se enfrentan normalmente a rentas

desproporcionadamente elevadas en zonas marginales de la ciudad, que además suelen estar sometidas a grandes presiones especulativas encaminadas a lograr un cambio de uso que acreciente los benefi cios del terreno.

La sociedad de la información introduce nuevas tecnologías que potencian la polarización social, ya que las personas con inferiores medios educativos o económicos se adaptan peor a los cambios producidos en el capitalismo postindustrial, que demanda mayor fl exibilidad, conocimiento, aptitud y movilidad. Los niveles de desigualdad urbana se agrandan debido, por una parte, al aumento de riqueza de los profesionales vinculados a procesos con alto valor añadido y, por otra, a la reducción de ingresos de la clase media al sustituirse sus estables contratos industriales por empleos temporales en el sector servicios. Asimismo, la tasa de pobreza relativa crece al endurecerse la competencia por los trabajos precarios con el incremento de la inmigración y dispararse el número de personas que dependen de los subsidios sociales. En este contexto, el derecho a la vivienda se convierte en un problema para la estresada clase media, dominada por la incertidumbre social y laboral.

Archigram: Instant City, Los Ángeles 1969. Arquitecturas ocasionales dotan de centralidad temporal a los límites suburbanos de la red viaria.

Archigram: Instant City, Los Ángeles 1969. La sociedad de la información se materializa en espacios inspirados en los festivales de música pop.

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El capitalismo industrial presenta ciclos de expansión acelerada, seguidos de crisis que provocan reestructuraciones que, a su vez, provocan nuevas crisis y reestructuraciones. De acuerdo a las ondas largas establecidas por el economista ruso Nikolai Kondratieff, estos ciclos cubren aproximadamente unos cincuenta años. Actualmente nos encontramos en una reestructuración de la era de la comunicación, caracterizada por una profunda crisis fi nanciera y social que coincide con un debilitamiento de las potencias económicas clásicas en benefi cio de las grandes economías emergentes. Es necesario aprovechar este momento de redefi nición política para abordar la reducción de la pobreza como una de las prioridades de un milenio de fuerte crecimiento demográfi co e intensa urbanización. A este respecto, Harvey considera que para interpretar correctamente el urbanismo y la ciudad es preciso aunar los conceptos de plusvalía, integración económica y organización espacial.5 De hecho, sostiene que “los programas que buscan alterar la distribución [económica en las ciudades] sin alterar la economía de mercado capitalista dentro de la que se generan los ingresos y la riqueza están condenados al fracaso”,6 una hipótesis no desmentida por las estadísticas.

La estructura urbanaEl gran poder de la industrialización genera signifi cativos centros urbanos a partir de pequeñas localidades rurales como Manchester, Inglaterra, en detrimento de los grandes puertos comerciales europeos. A diferencia de las antiguas ciudades políticas, que concentran en torno a las instituciones comunes del centro histórico la arquitectura simbólica que refl eja su importancia y su prestigio, o de las posteriores urbes comerciales, que consolidan la dicotomía entre campo y ciudad; los nuevos centros industriales adoptan un urbanismo integrador que discretamente potencia la dimensión espacial de la diferenciación social tradicional. Durante una estancia en Manchester para trabajar en la empresa textil de su padre, el pensador alemán Friedrich Engels redacta La situación

de la clase obrera en Inglaterra (1844), donde describe minuciosamente el espacio urbano industrial desde la óptica de la crítica política:

“Los barrios de la gente trabajadora están […] separados de las secciones de la ciudad reservadas a las clase media […] Manchester tiene, en su corazón, un distrito comercial bastante extendido […] Casi todo el distrito es abandonado por sus habitantes, y se vuelve solitario y desértico de noche […] [A su alrededor] hay barrios de gente trabajadora […] extendiéndose como un cinturón […] Fuera, más allá del cinturón, vive la alta y media burguesía, la media burguesía en calles trazadas de forma regular ubicadas en las inmediaciones de los barrios obreros […] la alta burguesía en villas y jardines más remotos […] en el aire libre y puro del campo, en casas magnífi cas y confortables, con autobuses que van a la ciudad cada cuarto de hora o cada media hora […] Los miembros de esta adinerada aristocracia pueden tomar el camino más corto a través de todos los distritos obreros […] [recorriendo viales] alineados, a ambos lados, con una serie casi perfecta de tiendas […] sufi cientes para ocultar de los ojos de los ricos […] la miseria y la suciedad que forman el complemento de su riqueza.”7

Casi cien años después, el sociólogo americano Ernest Burgess, uno de los principales investigadores de la Escuela de sociología de Chicago, elabora un modelo de crecimiento urbano en zonas concéntricas (1924) que sirve de base para una interpretación ecológica de la ciudad industrial, desarrollada junto a Robert Park y Roderick McKenzie. En torno al Central Business District (CBD o Distrito Central de Negocios) se organizan secuencialmente una zona híbrida de transición, barrios obreros, suburbios residenciales y un anillo periférico. Durante la posguerra, la Escuela de geógrafos urbanos de Chicago continúa esta investigación, incorporando las deformaciones producidas por las vías de comunicación y otros accidentes sectoriales, así como por la aparición de nuevos núcleos industriales en la periferia.

5 David Harvey: op. cit., 245-2466 Íbidem, 110

7 Citado en Edward Soja: Postmetrópolis. Trafi cantes de sueños, Madrid 2008, 132

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Este frío análisis diagramático, repleto de tablas y estadísticas, es confrontado en 1942 por el urbanista americano Mel Scott, que publica un tratado sobre el desarrollo urbano de la región de Los Ángeles con el evocador título Cities Are for People.8 Su original portada muestra de manera ingenua, pero intencionada, el corazón de una serie de personas situadas sobre la planta de unos suburbios atravesados por una autopista. A pesar de ejemplifi car la ciudad dispersa planifi cada en Chicago, el debate académico no se traslada al sur de California hasta el verano de 1965, cuando en Los Ángeles estalla la primera revuelta social que denuncia las desigualdades de la ciudad industrial en la posguerra. Anticipo de la degradación de los centros urbanos americanos y su abandono por las clases medias, el momento coincide con el inicio de la reestructuración económica que genera el nuevo espacio postindustrial.

En contra de la opinión mayoritaria de que los procesos económicos dan lugar al urbanismo, el fi lósofo francés

Henri Lefebvre publica en 1970 La révolution urbaine.9 donde sostiene que la creciente urbanización mundial convierte al urbanismo en una fuerza modeladora de la economía. En este sentido, es posible interpretar la reindustrialización periférica posmoderna como un resultado parcial de la aversión al centro de la población americana, temerosa de su marginalidad. El continuo desplazamiento exterior del borde metropolitano sustenta el crecimiento económico ligado a los nuevos desarrollos urbanos, donde inicialmente sólo se concentra vivienda para después incorporar equipamientos y, por último, empleos en los sectores punteros de la economía del capitalismo avanzado. En paralelo, aumenta el valor del suelo de las áreas centrales con el retorno de los jóvenes profesionales urbanos y su transformación en un distrito híbrido de comercio, ofi cinas y distinguidas viviendas: un proceso defi nido en la terminología anglosajona como gentrifi cation y materializado en el sur de Manhattan. Sin embargo, estas operaciones de renovación urbana no eliminan las bolsas de pobreza, sino que las trasladan

Archigram: Instant City, Los Ángeles 1969. Las tendencias comerciales reemplazan la vida real con imágenes que activan un no-lugar.

Archigram: Instant City, Los Ángeles 1969. Nuevos usos temporales acercan los servicios metropolitanos a las zonas suburbanas.

8 Mel Scott: Cities Are for People. The Los Angeles Region Plans for Living. The Pacifi c Southwest Academy, Los Ángeles 1942

9 Henri Lefebvre: La révolution urbaine. Gallimard, París 1970

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a la dinámica frontera metropolitana, donde las fuerzas motrices del crecimiento urbano presionan para lograr la reconversión del suelo.

La interacción entre la economía y los desarrollos urbanos genera los procesos de crecimiento y densifi cación metropolitanos. Harvey afi rma que las ciudades representan la concentración geográfi ca del excedente social de la integración económica.10 Para conseguir reducir las desigualdades urbanas, es preciso realizar cambios en las políticas económicas que las sustentan, como la localización geográfi ca del empleo y la vivienda, el valor de las propiedades, y el precio de consumo de los recursos.11

El paisaje simulado En la ponencia “The City and Spatial Justice”, presentada en 2008 a un congreso de Justicia Espacial por el urbanista americano Edward Soja, se defi ne este concepto como el equitativo reparto espacial de los recursos valorados socialmente y las oportunidades para usarlos.12 Soja considera que la discriminación geográfi ca genera injusticias espaciales y redistribuye los recursos públicos a favor de los privilegiados en vez de los necesitados. Con independencia de la edifi cabilidad, el valor de las propiedades residenciales depende fundamentalmente de su posición física, que determina tanto su accesibilidad como su proximidad a recursos positivos o negativos. Entre los primeros se hallan las infraestructuras, que reducen los costes de desplazamiento al trabajo, las zonas verdes, que mejoran la calidad de vida, y los empleos; entre los segundos, las industrias y otras actividades contaminantes, que afectan al bienestar y perjudican la salud. Harvey denuncia que existe una “tendencia natural” a prestar mejores servicios en los barrios acomodados y esto supone una redistribución implícita de los recursos, que afecta incluso al sector privado.13 El movimiento a favor de la justicia espacial aboga por redirigir las inversiones públicas hacia proyectos que benefi cien a los colectivos desfavorecidos y compensen las crecientes desigualdades sociales.

El reestructurado espacio urbano del capitalismo avanzado recupera el valor simbólico de la centralidad política con planes de regeneración urbana que promueven cambios de uso encaminados a introducir la globalidad cosmopolita representada por arquitecturas y empresas internacionales. Se genera así un nuevo paisaje posmoderno que actualiza el mito de la acrópolis cultural clásica mediante tecnológicas torres y deslumbrantes equipamientos. El urbanista californiano Mike Davis afi rma que estos emplazamientos ocultan la heterogeneidad local por medio de suntuosos espacios pseudo-públicos, dotados de numerosas señales invisibles que impiden el paso de la «infraclase» urbana, y señala que “los críticos arquitectónicos no son normalmente conscientes de que el entorno construido contribuye a la segregación”.14 Edifi cios de ofi cinas con reticulares fachadas de vidrio, lujosos hoteles de negocios, auditorios y centros de convenciones, museos y colecciones de arte, apartamentos de diseño, sucursales de las principales cadenas comerciales mundiales… Una larga lista de contenedores defi ne los contornos del espacio público en el núcleo urbano, pero, a pesar de su cuidada disposición y su escogido mobiliario, el concepto de lugar de encuentro y esparcimiento ciudadano se reduce progresivamente hasta convertirse en un simulacro de la realidad. La transformación del espacio público en un escenario del espectáculo comercial e institucional de la ciudad global conduce a la homogenización de los residentes locales y el cuestionamiento de su identidad. Estos procesos de desterritorialización contrastan con el arraigo presente en las poblaciones marginales, confi nadas a lugares contradictorios y deshumanizados en la frontera del primer anillo de la ciudad-región postindustrial.

Frente a la dicotomía espacial imperante en la realidad, el hiperespacio virtual propone nuevas geografías donde los cosmopolitas urbanos pueden hallar puntos de encuentro entre las heterogéneas posiciones sociales y económicas de la era de la información. La disolución de los límites

10 David Harvey: op. cit., 21611 Íbidem 8612 Edward Soja: “The City and Spatial Justice”, Justice spatiale 1, septiembre 2009. En: http://www.jssj.org (acceso 10.12.2011)13 David Harvey: op. cit., 89

14 Mike Davis: City of Quartz. Verso, Nueva York 2006, 226

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Daniel Esguevillas es doctor arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid y profesor de Proyectos en la Universidad Francisco de Vitoria, donde dirige la línea teórica del grupo de investigación ‘Arquitecturas Ocasionales’.

Archigram: Instant City, Los Ángeles 1969. Hologramas futuristas deleitan a las masas sin cuestionar las estructuras económicas o políticas.

urbanos que caracteriza la región contemporánea favorece la aparición de espacios híbridos que conjuguen las necesidades reales con los fl ujos electrónicos y promuevan nuevas imágenes alternativas que corrijan las desigualdades urbanas del modelo económico.

El carácter efímero Las sugerentes imágenes de Archigram, un grupo de arquitectos británicos de los años sesenta, infl uidos por el crítico inglés Reyner Banham, refl ejan la arquitectura pop de la era atómica desde la óptica inocente de la tecnología consumible y la vida metropolitana. En su proyecto Instant City (1969-1970) exploran la cualifi cación del espacio público periférico a través de estructuras efímeras que trasladan las condiciones urbanas del centro ciudad. Las imágenes de Ron Herron proponen la reconversión temporal de un nudo de autopistas de Los Ángeles en un punto de centralidad suburbana donde la simulación de la cultura del consumo aporta felicidad instantánea a los ciudadanos15. A pesar de ignorar las

estructuras económicas y urbanísticas subyacentes, las entusiastas ideas de Archigram invitan a abordar la problemática del espacio postindustrial con el optimismo necesario para impulsar la justicia espacial, e indican que la arquitectura ocasional puede ser una herramienta efi caz para extender la sociedad de la comunicación y actualizar la conceptualización del espacio público.

15 Peter Cook (ed.): Archigram. Princeton Architectural Press, Nueva York 1999.

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1 Guy Debordt: “Tesis sobre la revolución cultural”, Internationale Situationniste, 12 Giovanni La Varra: Post it city. http: / /subsol.c3.hu/subsol_2/contributors0/lavarratext.html (acceso 25.01.2012)3 Richard Sennett: Vida urbana e identidad personal. Los usos del orden. Península, Barcelona, 2001

BANCO GUERRILLAApropiación ciudadana del espacio público

«No hay libertad en el empleo del tiempo sin la posesión de los instrumentos modernos de construcción de la vida cotidiana. El uso de tales instrumentos marcará el salto de un arte revolucionario utópico a un arte revolucionario experimental»

Guy Debord1

«Un dispositivo de funcionamiento de la ciudad contemporánea que concierne a las dinámicas de la vida colectiva fuera de los canales convencionales»

Giovanni La Varra2

«Una colección de situaciones sociales que debiliten el deseo de una existencia controlada»

Richard Sennett3

Una reductiva y nostálgica premisaEran unos gritos los que ponían al corriente a los niños, de las generaciones anteriores a la masifi cación de los teléfonos móviles, de la llegada de la hora de cena. Esos coros de almuédanos acompañaban los niños a casa, pero sólo al hogar simbólico. Era la llamada de la reverie descrita por Gaston de Bachelard, mientras la “casa” en su sentido profundo era un dominio práctico mucho más vasto, extendido a la calle y defi nido por una geografía empírica y emocional.

Era una ciudad en la que se entrelazaba un articulado tejido de hilos entre habitaciones y espacios públicos, un territorio de híbridos entre lo privado y lo colectivo, de degradados en el concepto de propiedad, de responsabilidad, de familia y de comunidad.

Diego Peris / Todo por la Praxis

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Una simplifi cada y apocalíptica crónicaLuego llegó la fragmentación y la disolución del espacio físico, la sociedad se hizo líquida, la esfera social del individuo se atrofi ó, la comunidad se destrozó y quedaron en pie las torres de viviendas, enlazadas vía cable con el resto del mundo, y las calles, inevitable e incómoda necesidad. Llegaron el imperativo del consumo y la propaganda de la inseguridad constante. Se impuso un modelo cultural basado en unos principios sencillos: la ciudad es un ambiente hostil y en ningún lugar se está a salvo como en un centro comercial.

La metrópolis ha evolucionado hacia un exceso de especialización de los espacios de vida de los ciudadanos. Ha generado entornos protegidos por reglas estrictas que evitan el desarrollo de cualquier confl icto en el marco de una pacifi cación impuesta y limitante para las libertades individuales y la autodeterminación de las comunidades.

La “planifi cación total” de las actividades y los usos se ha convertido en el principio dominante en la ciudad: la socialización tiene lugar en bares, el deporte en polideportivos, el ocio dominguero en parques. Un modelo de anestesia de las pulsiones sociales urbanas, en auge en el momento histórico en el que arquitectos, sociólogos y antropólogos encuentran un común interés en el ambiente urbano como escenario de confl icto, en la mezcla de usos, en los contrastes culturales y en la baja defi nición funcional del espacio.

Escatología del espacio públicoEl ataque de los poderes políticos hacia el espacio público se ha desarrollado en múltiples frentes. Un primer frente ha tenido que ver con lo simbólico. Con la construcción de la ciudad global y sus estrategias de imagen ejecutadas por las grandes fi rmas de la arquitectura.

En la ciudad generada por un poder central según sistemas de reglas globales, los signos arquitectónicos que componen el texto urbano constituyen una imposición.

Los ciudadanos son receptores pasivos de unos mensajes de propaganda, se mueven dentro de contextos ajenos respecto a sus sistemas culturales, desarrollan un sentido de falta de pertenencia, de alienación y de impotencia respecto a su hábitat.

El mito de la bigness, del sistema macro-arquitectónico centralizador en el que todos los factores se convierten en un problema de diseño, y se solucionan con el gesto del genio creativo ha generado, en las global cities, espacios vacíos y estériles. El segundo frente para la erosión del espacio público y de su función ha sido de tipo legal. La proliferación de normas y prohibiciones que determinan totalmente los límites del uso de las calles, reduciéndolo a sus mínimos términos, las convierte en un territorio contemplativo y de tránsito.

Actualmente, en las calles de la mayoría de las ciudades se prohíbe el consumo de alcohol, la preparación de comida y la pernoctación. Se limitan las emisiones sonoras, los juegos de los niños y en algunos contextos hasta se imponen un cierto vestuario y se defi ne el límite máximo de ciudadanos que se pueden reunir.

La jornada tipo de un ciudadano que rechace, o no pueda conducir una vida resuelta entre casa, espacios de producción y consumo, se compone de un constante cruce de las fronteras entre la vida normal y esta ilegalidad arbitrariamente establecida. Finalmente, el confl icto entre poder y espacio público ha encontrado su clímax en el aspecto arquitectónico.

A través de la intervención física se ha cumplido el proceso de expoliación de las funciones sociales del espacio público, y de transformación en lo que Bauman defi ne como espacio émico. Citando a Steven Flusty, Bauman afi rma que la ciudad contemporánea usa medios arquitectónicos que son versiones técnicamente actualizadas de las murallas y las torres medievales, necesarias para defender unos ciudadanos

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de otros a los que se atribuye el estatus de enemigos. El “espacio erizado”, defendido por elementos que impiden sentarse y que no puede ocuparse cómodamente, o el “espacio nervioso”, que no se puede usar sin ser observados por organismos de control, han sido las principales tipologías formales aplicadas a plazas y calles. Barreras al uso legitimadas por un principio que Flusty defi ne “building paranoia”, una política de administración del miedo basada en la idea que la ciudad se tiene que proteger de quien la habita.

Mediadores urbanosEn el espacio público, el mobiliario urbano se encuentra cada vez más ausente. Estos elementos rompen las dinámicas de los espacios de consumo, por lo que tienden a desaparecer. Los bancos entorpecen el tránsito hacia el consumo, pueden llegar a ser el lugar de pernoctación de las personas sin hogar, y pueden distraer, ya que habilitan un espacio para la reunión y la concentración en determinados lugares. La tendencia a evitar la instalación de este tipo de mobiliario urbano se incrementa, por lo que se están reduciendo las zonas de nuestras ciudades en las que es posible sentarse en un banco público. Un ejemplo: En 2008, en Valparaíso (Chile) en la vigilia de una importante manifestación, todo el mobiliario del centro de la ciudad fue desinstalado para que no fuese usado como arma o para formar barricadas. En nuestras ciudades también los bancos pueden servir hoy de trincheras para reivindicar un uso más arbitrario del espacio público por parte de los ciudadanos, frente al uso de un espacio totalmente planifi cado e impuesto por las administraciones municipales.

El espacio público: territorio ocupadoLos espacios públicos se encuentran en una condición parecida a un estado de ocupación por parte del poder político y económico. En consecuencia, la esfera de relaciones sociales está profundamente reducida y cada vez es menor la fuerza de la colectividad como agente social activo para controlar el poder, para la reivindicación y la gestión de los bienes comunes.

La colectividad está atrapada en el papel de electorado y las asociaciones de vecinos, en el mejor de los casos, son agentes pasivos. Profesionales, movimientos sociales y activistas encuentran enormes barreras para poner en marcha procesos de transformación de la ciudad, plagada de mallas que coaccionan la libertad de acción al impedir el acceso a espacios donde desarrollar sus propuestas y reivindicaciones.

Sólo los ciudadanos que, como afi rma Rebecca Solnit, están familiarizados con la ciudad que habitan como territorio práctico, además de simbólico, pueden ser capaces de ejercer un verdadero control social. Cuando se limita el derecho de reunión quitando los bancos de una plaza, cuando se fomenta el uso del coche o se aprueba una ley como la denominada “antibotellón”, en realidad, se está actuando contra los lugares de encuentro, se está dispersando a los ciudadanos y restringiendo sus posibilidades de actuar en colectividad.

Micropolíticas de lo cotidianoA pesar de encontrarnos con un escenario de ciudades excesivamente reglado, coercitivo y dirigido exclusivamente a la producción y al consumo, encontramos, desde una mirada optimista, algunos elementos que nos permiten subvertir y sabotear estos códigos impuestos. Existen manifestaciones espontáneas, mediante la apropiación del espacio público, que responden a este estrangulamiento, a estas subjetividades impuestas por el urbanismo planifi cado. El potencial político de estas prácticas antagónicas, que hacen frente a la hegemonía de pensamiento, reside en que apuestan por el disentimiento como herramienta clave para la recuperación de las subjetividades perdidas.

El proyecto Banco GuerrillaSe trata de generar una plataforma física/virtual para la investigación/experimentación e intervención sobre los mecanismos de apropiación del espacio público por parte del ciudadano fuera de los canales convencionales

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del urbanismo planifi cado. Para ello se propone la investigación de prototipos de mobiliario urbano, u otros instrumentos/artefactos, que planteen la ocupación temporal del espacio público como catalizadores de prácticas autónomas y autogestionadas.

Pretende fomentar la apropiación y el uso del espacio público por parte de los ciudadanos y dar un paso hacia un urbanismo de guerrilla, en el que cada ciudadano sea agente activo y autónomo en la transformación urbana así como estimular la participación directa en los procesos de generación y gestión de la ciudad.

Focos de GuerrillaLa demanda de espacios de participación por parte de las comunidades metropolitanas es hoy más fuerte que nunca. En las brechas entre una ciudadanía excluida y una ciudad impuesta, sin embargo, se abre un espacio el que las distintas prácticas de microurbanismo pueden acercar, a partir de la pequeña escala, la estructura urbana a las necesidades de quien la usa o habita. La planifi cación participativa tradicional vive una fase de crisis, a raíz del abuso que el poder público ha hecho de ella como forma para legitimar forzosamente decisiones autoritarias.

Por otro lado, se están desarrollando espontáneamente modelos de participación directa más virtuosos, que pueden constituir un paso no sólo de superación de la democracia representativa, sino también de la democracia participativa, hacia una idea de implicación más directa de los ciudadanos.

La idea de una responsabilidad colectiva que no se limite a la toma de decisiones, y que abarque también los procesos de construcción y gestión de los dominios comunes es una receta que se apoya en la cultura tradicional de muchos lugares, y que en esta fase puede apoyarse a nuevas técnicas y tecnologías teniendo un papel fundamental en las transformaciones urbanas futuras.

Es algo común en otros proyectos anteriores de Todo por la Práxis trabajar mediante prácticas colaborativas, como en “Street Games II”, proyecto desarrollado en la ciudad de Quito, en colaboración con la comunidad de Santa Rita donde se desarrollaron unas gradas para un campo de equavoley. También proyectos como “Esta es una plaza”, en Madrid, o el Campo de la Cebada, donde se han desarrollado equipamientos autogestionados en colaboración con los vecinos. Y por último, destacar los proyectos del “Parque Alaska” (Bogotá, Colombia) y “Parque la Barranca” (Monterrey, México), donde se han implicado varios colectivos trabajando de manera colaborativa, recuperando los parques existentes, generando identidad propia y empoderando a la comunidad.

Todo por la Praxis: Banco Guerrilla, 2011. Instrumento catalizador para un urbanismo de guerrilla. Altavoz.

Todo por la Praxis: Banco Guerrilla, 2011. Instrumento catalizador para un urbanismo de guerrilla.

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El proyecto Banco Guerrilla también se nutre de de esta metodología y se articula a través de prácticas colaborativas con comunidades o asociaciones detectadas en las que hemos denominado focos de guerrilla, que son actividades o usos del espacio público no reglado o todavía no asimilado por el sistema de la ciudad. Estas prácticas se encuentran en la actualidad sin instrumentos en términos de equipamiento urbano que puedan inspirar un uso creativo de los recursos y sugerir modelos de apropiación, desarrollando un laboratorio donde activar prácticas colaborativas y de código abierto de experimentación sobre materiales,

técnicas de autoconstrucción y nuevos usos del espacio. Para ello se propone la investigación de prototipos de mobiliario urbano u otros instrumentos/artefactos que planteen la ocupación temporal del espacio público como catalizadores de prácticas autónomas y autogestionadas. Una serie de intervenciones en el espacio urbano a través de acciones puntuales, acciones transformadoras sobre lo existente e instalación de mobiliario urbano efímero.

Diego Peris es arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid y miembro del colectivo Todo por la Praxis, laboratorio multidisciplinar que desarrolla herramientas para la intervención sobre el espacio público.

Todo por la Praxis: Banco Guerrilla, 2011. Instrumento catalizador para un urbanismo de guerrilla. Cocina.

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1 Michel Foucault: ‘Des espaces autres’, conferencia pronunciada en el Centre d’Études Architecturales el 14 de marzo de 1967. Versión española en Astrágalo 7, septiembre de 19972 Paul Virilio: “Whoever controls the territory possesses it. Possession of territory is not primarily about laws and contracts, but fi rst and foremost a matter of movement and circulation.” The Kosovo War Took Place In Orbital Space, http://www.ctheory.net/articles.aspx?id=132 (acceso 11.10.2011)

ITINERARIOS DE LA MEMORIAIntervenciones locales y vínculos territoriales

“La época actual quizá sea sobre todo la época del espacio. Estamos en la época de lo simultáneo, estamos en la época de la yuxtaposición, en la época de lo próximo y lo lejano, de lo uno al lado de lo otro, de lo disperso. Estamos en un momento en que el mundo se experimenta, creo, menos como una gran vida que se desarrolla a través del tiempo que como una red que une puntos y se entreteje.”(...) “Estamos en una época en que el espacio se nos da bajo la forma de relaciones de ubicación.”

‘Heterotopías’ Michel Foucault1

El territorio también se narra a partir de sus caminos. Como testigo y registro de las actividades que sobre él acontecen, el paisaje tiene en los itinerarios que lo surcan hilos argumentales simultáneos que ofrecen lecturas alternativas de la información y el potencial evocativo y productivo que atesora. Como señala Paul Virilio: “Quien controla el territorio, lo posee. La posesión del territorio no tiene que ver con leyes y contratos, sino que es, ante todo, una cuestión de movimiento y circulación.”2

Con frecuencia, el desplazamiento hacia un lugar supera la experiencia del lugar mismo. Romerías, peregrinaciones, cortejos fúnebres encuentran su sentido en el acto colectivo de recorrer un itinerario y proyectar ritos y recuerdos sobre un paisaje y no tanto en el encuentro mismo con la capilla o la tumba. La contemplación del Partenón —e incluso de su imagen votiva— no debió de ser nada comparado con la experiencia del trayecto ritualizado desde las afueras de Atenas hasta lo alto de la Acrópolis. Los itinerarios ritualizados intensifi can la comprensión, la aprehensión y la apropiación emocional de los lugares.

Marta García Carbonero

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En la metrópoli contemporánea, la pérdida del ritual, la urbanización imparable del territorio y los imperativos del tráfi co rodado han tergiversado e incluso borrado buena parte de los trayectos en los que se sustentaba la memoria colectiva, siendo habitual encontrar situaciones de extrema degradación por todo el territorio peninsular.

A la altura del km 214 de la autopista A4, esta autovía cercena el camino que une el cementerio de Santa Cruz de Mudela con la localidad, y con él, el paseo en el que el cortejo fúnebre acompaña a cada difunto hasta su tumba. El cementerio deviene así en una doble heterotopía, en otra ciudad aún más distante del mundo de los vivos a la que se niega ese vínculo necesario del tránsito ritual; un gesto cuya necesidad se hace aún más cuestionable cuando se contempla el quiebro que hace en este punto del mapa el trazado de la vía radial.

Una situación parecida se da en la autopista de la Coruña a su paso por el municipio madrileño de Las Rozas. La carretera se desdobla allí en dos ramales que fl anquean el camposanto por ambos lados desde un plano ligeramente elevado. Además de una heterotopía, el cementerio es aquí una heterocronía, un ámbito excluido de la ciudad —con la que apenas mantiene un vínculo residual por un paso subterráneo— donde el tiempo detenido de la memoria queda aislado entre el tiempo preciptado y veloz del tráfi co rodado.

De una forma menos gráfi ca, el paseo que desde el centro de Madrid un día unió la capital con su nueva Necrópolis del Este (el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena), ha quedado diluido por la creación de la M-30 y el inexorable crecimiento de la ciudad. Sin embargo, en la reelaboración del proyecto ganador del concurso de 1877, de Arbós y Urioste, realizada a principios del siglo XX por García Nava, el itinerario de aproximación a esa otra ciudad fue detallado con precisión, incluyendo un viaducto destinado a salvar la brecha topográfi ca del arroyo del Abroñigal, por donde hoy discurre la vía de circunvalación madrileña.

El itinerario del cortejo fúnebre desde la ciudad hasta el cementerio constituía una invitación a venerar y recordar a los difuntos y establecía un vínculo entre los vivos y los muertos, entre el pasado, el presente y el futuro.

Análogamente, Carme Pinós relata cómo Peter Smithson3 —en un seminario que ambos dirigieron en Mallorca a principios de los años 1990— trató de llamar la atención sobre el trazado de una nueva autovía que amenazaba con cortar una serie de paseos no señalizados que los habitantes de un pueblo habían perpetuado por la costumbre y que constituían un elemento importante de sus relaciones sociales: allí era donde muchos habían realizado excursiones en su infancia, se habían conocido o habían iniciado sus noviazgos. El trazado racional de la nueva autopista amenazaba con privar al pueblo de una parte importante de los escenarios de su imaginario emocional y su memoria colectiva.

3 Peter Smithson: Peter Smithson, Conversaciones con estudiantes. Gustavo Gili, Barcelona 2004

Vista aérea de la autocvía A4 a su paso entre Santa Cruz de Mudela y su cementerio

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Ante estos ejemplos parece acuciante la necesidad de identifi car, redefi nir y hacer aprehensibles los antiguos y nuevos itinerarios de la memoria que contribuyan a dar sentido a las ciudades y sus espacios urbanos deteriorados o aún no consolidados.

Contemplando la escala local en sus implicaciones territoriales, se puede constatar cómo cualquier actuación puntual es ante todo un nodo de una red tejida por conjuntos de caminos que evidencian relaciones territoriales, narran fragmentos de historia y ponen en evidencia los distintos sistemas organizativos que la sociedad ha ido teniendo a lo largo del tiempo junto con las prioridades económicas, sociales, políticas, espirituales, etc. de cada momento. Reconocer las huellas que estos grandes sistemas han ido dejando en un ámbito concreto puede propiciar actuaciones de interés en intervenciones de recuperación paisajística y urbana en las diversas escalas de actuación territorial.

Uno de los primeros sistemas en relacionar las distintas geografías del territorio peninsular entre sí y de éstas con el ámbito europeo fueron los caminos de peregrinación hacia Santiago de Compostela4 que desde el siglo IX llevaban a los devotos caminantes hasta la tumba del apóstol descubierta en 813.

Durante los siglos siguientes, una serie de rutas empezaron a surcar la penínsuila, estableciendo nuevas vías de relación entre los rincones más remotos de su geografía. El Camino Francés que recogía a los peregrinos centroeuropeos vertebraba un red focalizada formada por el camino de Portugal —desde el Algarve—la vía de la Plata —desde Sevilla—, el camino de Levante —desde Valencia—, la ruta de la Lana —desde Cuenca— o el Camino del Norte, que recorría la costa Cantábrica. Las localidades inicialmente aisladas que puntuaban estas rutas se abrieron así a un mundo que trastocó sus costumbres y amplió sus horizontes, dibujando nuevos

4 Jean Passini: El camino de Santiago, Itinerario y núcleos de población. Ministerio de Obras Públicas y Transportes, Madrid 1993, 9-11

Trazado de los caminos de la Mesta en la Penínula Ibérica

Mapa de los caminos de Santiago en la Península Ibérica

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límites a su espacio existencial. Al pertenecer a la red de caminos que se dirigían a Santiago, cada pueblo se integraba además en una red de orden superior como era la formada por los cuatro lugares de peregrinación que, en el mundo cristiano, permitían redimir las penas más graves: las tumbas de los apóstoles en Roma, el cuerpo de Santo Tomás en Canterbury o las reliquias de los Reyes Magos conservadas en Colonia.

Con los caminos de pergrinación surgió una tupida y perdurable red de hospedaje, aparecieron las primeras guías de viaje —como el código Calixtino— y los primitivos souvenirs—como la concha de la vieira que probaba que ‘se había estado allí’—. También hubo de adoptarse una nueva liturgia —el llamado rito romano— para que los peregrinos extranjeros pudieran seguir la misa, estrechando así los lazos de España con otros centros del cristianismo europeo. El espacio público a lo largo del Camino dejó de ser un ámbito estático, fi nito y restringido a la comunidad de oriundos de cada localidad, para convertirse en un espacio dinámico y abierto reconfi gurado constantemente por el tránsito y las nuevas costumbres impuestas por las masas de visitantes foráneos.

La geometría en abanico de los caminos de peregrinación que desde Santiago de Compostela cruzan la península se superpuso a la traza vagamente paralela que en dirección norte-sur araña el paisaje castellano, dando testimonio de la trashumancia de los pastores de la Mesta5 a lo largo de la tierra de nadie que mediaba entre el territorio reconquistado por los cristianos y el ocupado por los musulmanes,

La franja de territorio que separaba las dos creencias enfrentadas durante la Reconquista tenía aproximadamente 100 km de anchura prácticamente sin poblar y estaba sometida a enfrentamientos bélicos que impedían el cultivo. Por tanto, cuando las campañas militares cesaban en otoño e invierno por el mal tiempo, ese territorio era aprovechado por los pastores para practicar

la trashumancia, Cuando en verano se reanudaban los enfrentamientos, los rebaños de ovejas churras —destinadas a la producción de carne— y de merinas —productoras de lana— abandonaban las llanuras y se trasladaban a las montañas del norte que continuaban teniendo hierba duante el verano.

A medida que la Reconquista fue avanzando, estas tierras se fueron repoblando y labrando, dando lugar a confl ictos entre ganaderos y agricultores que veían cómo el tránsito de rebaños ponía en peligro sus cosechas. Los reyes castellanos se vieron obligados a regular el uso del territorio mediante leyes que segregaran las áreas de cultivo de las de tránsito y pastoreo de ganado (cañadas, cuerdas, cordeles, etc.) para facilitar la trashumancia y el paso entre unos pastos y otros, generalmente situados en zonas de difícil labranza.

Frente a este tránsito ganadero, que perduró protegido ofi cialmente hasta la abolición de la Mesta en 1836, el incipiente transporte motorizado de pasajeros, ya en el siglo XX, dio lugar a un nuevo sistema de itinerarios que organizaría la península de forma centralizada. Inspirado por las autostrade que Mussolini construyó en el norte de Italia, el Circuito Nacional de Firmes Especiales surgió a partir del Real Decreto Ley de 1926, como una primera red de carreteras para vehículos de tres o más ruedas neumáticas que unía Madrid con las principales ciudades de la periferia peninsular6.

La utilización de nuevos fi rmes, la supresión de los pasos a nivel y la mejora de travesías, curvas y rasantes tenía por objeto mejorar las comunicaciones y fomentar un incipiente turismo que entonces amplió su radio de acción hasta enclaves de interés histórico o cultural ahora accesibles gracias a la mayor velocidad de los desplazamientos y a la red de albergues o refugios que permitían a los conductores hacer noche y repostar. El patrón centrípeto del nuevo sistema de carreteras dejó grabado en la tierra el anhelo madrileño de acceder al mar.

6 Salvador Guerrero: ‘Carreteras, turismo y arquitectura moderna: los albergues de automovilistas del Patronato Nacional de Turismo (1928-1936)’ en Arquitectura moderna y turismo: 1925-1965, Actas del IV Congreso de la Fundación Docomomo Ibérico. Valencia 2003, 697 Miguel Ángel Criado: ‘La batalla de Madrid’ en Javier Cervera (ed.): La batalla de Madrid, Noviembre 1936. El Mundo Unidad Editorial, Madrid 2005, 40

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Sobre el recién estrenado paisaje de estas infraestructuras modernas, la Guerra Civil Española vino a dejar una nueva impronta en el territorio peninsular, que ponía de relieve no sólo el valor estratégico de ciertos elementos del paisaje (riscos, mesetas, desfi laderos, pasos, etc,) sino también una manera de vivir el espacio, dictada por la táctica militar y la coyuntura bélica.

La estrategia centrípeta de la ofensiva sobre Madrid diseñada por el general Mola durante la contienda, puede aún leerse en los restos de casamatas y trincheras que quedan dispersas en la periferia de la capital y en esos lugares que acogieron los distintos frentes de batalla7. La guerra se puede reconocer hoy en los entornos del Tajuña y el Jarama, en las proximidades de Brunete o en la Ciudad Universitaria de la propia capital y puede constituir un punto de partida para proyectos que liguen el paisaje con la memoria y la productividad para reactivar y dotar de identidad a áreas de la periferia metropolitana

Marta García Carbonero es doctor arquitecto y coordinadora del área de Composición en la Universidad Francisco de Vitoria. Su producción investigadora se centra en la arquitectura y el paisaje contemporáneos.

8 Robert Smithson: Collected Writings. University of California Press, Berkeley 1993

que cabría incluir en lo que Robert Smithson defi nió como paisajes entrópicos8.

Si como Michel Foucault afi rma, el espacio se nos da bajo la forma de relaciones de emplazamientos, las lecturas superpuestas que ofrecen los grandes sistemas de itinerarios en España permiten interpretar las ciudades y sus espacios públicos desde sus relaciones con otros emplazamientos, potenciando el signifi cado de las intervenciones de índole local mediante su vínculo con las grandes redes que permiten experimentar y explotar el paisaje, entrelazando su condición actual con elementos históricos, religiosos, económicos, turísticos, políticos, bélicos, etc.

Mapa del frente de la Ciudad Universitaria de Madrid durante la Guerra Civil

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MEMORIA Y ENERGÍAEl territorio como proyecto cultural

El aire ha sido tratado en arquitectura y en su historiografía como un elemento cuya existencia se reconocía pero del que solo podía hablarse metafórica, poética o fenomenológicamente (lo que viene a suponer lo mismo cuando somos arquitectos los que hablamos). El mismo Le Corbusier renunció a publicar (excepto un breve artículo) el texto que anunció reiteradamente titulado signifi cativamente L´espace indecible. El espacio es en el arco moderno el gran tema (espacio, tiempo, arquitectura, Giedion) pero se mantiene en el territorio de lo subjetivo e inaprensible, algo así como el “duende” del cantaor gitano.

La ciencia mientras tanto ha ido deconstruyendo a lo largo del XIX y el XX ese vacío, esa nada, “res extensa” cartesiana, desde distintas disciplinas que han poblado de actividad microscópica y macroscópica lo que antes se defi nía por su desocupación. La revisión llevada a cabo por la termodinámica desde el siglo XIX ha resultado decisiva a la hora de revisar la concepción arquitectónica y paisajística de este elemento que ha pasado así a constituir un verdadero material constructivo. A ello ha contribuido también recientemente la disponibilidad de medios digitales paramétricos que permiten no solo descifrar su naturaleza cambiante en el tiempo sino también diseñar las formas en las que construir ambientes artifi ciales abriendo nuevos territorios a la escala del edifi cio, el espacio público y el paisaje. El aire en movimiento demanda ahora ser estudiado en sus diferentes manifestaciones, conocer sus distintas descripciones, convertirse en objeto de un minucioso análisis para, tras experimentar sus potencias, nombrarlas y proceder a construir lo que venimos denominando una nueva idea de belleza termodinámica

Iñaki Ábalos

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que, sin renunciar a la tradición tectónica, la completa y da nuevas e insospechadas direcciones al trabajo de arquitecto.

Los trabajos que presento aquí tienen el valor para mí de haber sido anticipaciones con las que hemos ido construyendo este discurso en nuestra ofi cina; desde la imagen de Velázquez de un campo de batalla, puro humo que se lo lleva el viento (¡qué imagen más grandiosa y sutil!), y que inspiró, junto a las fotografías de Bleda y Rosa, todo el proceso de trabajo de Campos de Batalla, hasta las imágenes de nubes y vientos alisios que defi nen el clima canario y con él su vegetación, su relación con el agua, con la tierra, con el sol y el cosmos, que desencadenaron el proyecto de los Cuatro Observatorios de la Energía.

Estas anticipaciones ayudaron a formular una primera aproximación a una idea de belleza termodinámica que desde entonces ha ido ganando en precisión técnica pero no olvidando en ningún caso cuánto debe esta noción a la pura observación de la realidad, a la búsqueda de la emoción del instante y a la interrelación entre nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea, esa forma en la que nos relacionamos con el mundo físico a través de somatismos que conforman nuestro pacto, nuestro diálogo secreto con el medio. Estos elementos parecen servir por sí solos a una forma de actuar, de proyectar y proyectarse en la realidad.

Campos de batallaTodavía hoy no lo vemos claro pero las áreas devastadas de nuestro tiempo, aquellas que hace años Robert Smithson denominaba entrópicas —minas abandonadas, desiertos, vertederos, parajes perdidos, etc.— ya no son las mismas, al menos en el territorio nacional.

Sorprendentemente, cuando comenzábamos todos a trabajar sobre esos lugares y encontrar en ellos no sólo una cierta condición urbana sino también épica

o dramática, monumental en defi nitiva, caíamos en la cuenta de que nuestros paisajes más entrópicos son, hoy, paradójicamente, aquellos que todavía tienen una apariencia más pastoril e inocente, esos paisajes agrícolas, de secano o de regadío, que contemplamos distraídos o emocionados, o distraídamente emocionados, atravesándolos desde autopistas o desde trenes de alta velocidad. Aún están ahí, pero sabemos que les queda muy poco tiempo, y nos parece imposible pensar que esos paisajes cultivados, fruto del esfuerzo continuo y sistemático del hombre por corregir las carencias del medio físico y dar lugar a esas extraordinarias dehesas o campos de cereales, olivos, etc., simplemente vayan a quedar, han quedado ya, desactivados. Y su profunda artifi cialidad quedará en poquísimos años revelada,

D. Velázquez: “La rendición de Breda” (1634-1635). Fragmento que muestra el campo de batalla.

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cuando el abandono degenere en la pérdida irreversible y a escalas espectaculares de esos patrimonios paisajísticos. Entropía nacional, destrucción irracional de un patrimonio sin alternativas de futuro, dejadez precisamente cuando una cierta sensibilidad medioambiental madura ya en la sociedad española y en los discursos de algunos de sus conductores. El interior, el interior desactivado productivamente, las poblaciones condenadas al ostracismo o la supervivencia subvencionada como consecuencia de nuevas estrategias geopolíticas y económicas, europeas, que difícilmente puedan ser replanteadas. Y a la vez el interior como paisaje de la memoria, referencia cultural tan valiosa como el Museo del Prado, lleno de potencias multidireccionales por explorar.

Por accidente, la serie Campos de Batalla, de Bleda y Rosa, unos dípticos fotográfi cos en los que estos jóvenes fotógrafos valencianos de proyección internacional muestran sus investigaciones sobre la memoria revisitando los lugares de las batallas clásicas, aquellas que están en nuestra memoria a través de los libros de historia estudiados en el colegio y que rebotan en nosotros nada más reconocer una fecha (1212) o un nombre (Las Navas de Tolosa), estas imágenes de Bleda y Rosa vuelven a nosotros y se mezclan con las refl exiones precedentes sobre la entropía nacional. Paisajes de la Memoria, Campos de Batalla: ¿no se produjeron la mayoría de ellas en estas tierras ahora sin proyecto, la lucha por los pasos de las sierras y los ríos, los valles fértiles?. Castilla, La Mancha, Extremadura, Aragón, Pirineos, Asturias... No sólo, obviamente, pero cabe pensar que hay un proyecto posible, que los Campos de Batalla pueden rescatarse de la memoria ciega y transformarse en paisajes visitables, paisajes visibles y de la memoria, Campos ligados al tiempo y a la cultura, pero también a un conocimiento de esa otra cultura, la del paisaje culturizado = cultivado, la de los lugares estratégicos de la topografía natural y artifi cial de nuestro interior. Ligados a áreas naturales, parques, humedales, ríos, cordilleras, cañadas reales, poblaciones deprimidas, autopistas, polígonos industriales, repoblaciones forestales o barbechos, la idea

de pensar los Campos de Batalla como una Red dotada de entidad se aparece como algo más que un proyecto posible; se aparece como el tipo de proyecto que es necesario imaginar y construir para dar verosimilitud al futuro del paisaje español, no un gran proyecto redentor, desde luego, sino una idea que merece la pena explorarse en sintonía con otras, componiendo una constelación, que suma y suma. La restitución de las Cañadas Reales, el Camino de Santiago, La Red de Campos de Batalla, los Parques Naturales y Nacionales, el Canal de Castilla, la red de Paradores Nacionales, el toro de Osborne o las Reservas de la Bioesfera de la Unesco; ninguna es una acción defi nitiva pero su suma no es, en absoluto, inocua.

Sobre todo, adentrándose en la idea de ligar paisaje, memoria y productividad, esencial a la fantasía inicial de una Red de Campos de Batalla, lo primero que se descubre es la verdadera necesidad de un proyecto paisajístico y sistemático, la necesidad de aplicar imaginación y conocimientos técnicos que se desdoblan entre los tradicionales del arquitecto y los del ecólogo y el urbanista. La necesidad, también, de dotarnos de instrumentos intelectuales para trabajar con nociones actualizadas de lo que sea naturaleza o memoria. Y referencias multidisciplinares, como el cine o las artes plásticas, donde los Campos de Batalla han recibido históricamente un tratamiento privilegiado. Formamos por tanto un equipo compacto con asesores exteriores y un grupo de alumnos dirigidos hacia un proyecto unitario y profesional.

Formamos un Laboratorio que estudia y desarrolla las técnicas y los conocimientos necesarios para poner en relación paisaje, memoria y producción en la convicción de que el ámbito académico, y en concreto las Escuelas de Arquitectura, demandan una actualización de sus contenidos pedagógicos y una aproximación metodológica al contexto en el que se desarrollan y del que obtienen su sentido. Este es el proyecto, el sentido del mismo y el contexto hacia el que se dirige y en el que se origina.

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Un campo de batalla es una gran descarga de energía instantánea (un despliegue de fl uidos y energía) que cataliza todas las proyecciones en el tiempo sobre un lugar. Actúa en términos culturales como la explosión de un volcán lo hace en términos biológicos, polarizando irreversiblemente el espacio y el tiempo.

Al igual que un volcán singular puede ser un monumento natural o dar lugar a un Parque Nacional (en España al menos Las Cañadas del Teide, Timanfaya, La Caldera de Taburiente tienen ese origen), batallas importantes pueden dar lugar a monumentos que son simultáneamente naturales y artifi ciales, no sólo por lo que implican de proyección de la memoria y de la cultura sobre el territorio sino también porque, carentes de huellas visibles del pasado, es necesario escenifi car para ellas un espacio de rememoración que sea capaz de transmitir y evocar esa descarga energética instantánea en términos paisajísticos.

Pero no se trata de dar forma a un paisajismo romántico restaurando una situación idílica primigenea u otro de cartón piedra con la silueta del Cid cabalgando por los campos de Burgos. Si tenemos que tomar una referencia acudimos sin duda a la vieja y afortunada cita de Adolf Loos en la que se describe la emoción de un paisano al enfrentarse al monumento primero, el túmulo, la piedra levantada y apuntando hacia el cielo, el primer signo de la voluntad del hombre por trascender su tiempo y su lugar. La emoción descrita por Loos es concisa y afi rmativa: “he aquí la Arquitectura”, esto es arquitectura. Cien años después afi rmamos: esto es el paisaje, o mejor, este es el acto que funde el paisaje y la arquitectura en un mínimo gesto, en una disciplina que no puede ya más escindirse como lo hizo hace un siglo.

No está todo hecho con la invención de un lugar memorable, de un espacio sublime que catalice las energías depositadas por el tiempo y la memoria en un determinado punto de la geografía. Al acercarnos a su memoria, ese

lugar también nos hablará y nos dirá “no soy fruto del azar o no soy sólo fruto del azar, fui cuidadosamente elegido por los hados y ahora que me habéis despertado quiero desplegar mi seducción, invitar a entender la historia entendiéndome a mí en tanto que lugar dotado de valores estratégicos, fui elegido por la historia porque ningún otro lugar podría ser recipiente de semejante descarga pues toda esa energía estaba latente en mí y fue mi magnética atracción la que la catalizó”. Seguramente entenderemos que no podemos plantear una acción monumental capaz de evocar esa descarga si no hemos recibido las leyes o pautas de esa acción, de este mensaje que el lugar, por sordos que seamos, nos transmite. Dicho de otra forma, sólo de este paisaje habitado por fantasmas que nos hablan de él y de su memoria podemos adquirir los conocimientos que nos permitan hacer visible, actual, lo que de sublime había en él, oculto y velado. Sus propios fantasmas desvelados son, pues, el material y la fi gura de tal paisaje sublime, aquello que puede hacer germinar en el campo una especie botánica sólo reconocida por los humanos, la memoria, la especie que transforma un territorio en un paisaje extremo y singular, el Campo de Batalla que buscamos.

Quedaría todo embebido en las nieblas de la incertidumbre si parásemos aquí, dando por contestada la pregunta inicial con una propuesta que ya hace doscientos años Uvedale Price contestó, afi rmando que no está al alcance del ser humano la belleza sublime que la naturaleza ocasionalmente nos ofrece. Una tormenta eléctrica o el volcán desplegando en la noche sus lenguas de lava, pueden ser percibidos por el hombre como bellos pero difícilmente ejecutables (habría que repensar mucho y en muchas direcciones la vigencia relativa de la convicción de Uvedale Price). A salvar esta distancia entre la creatividad de la naturaleza y la humana vino la noción de “lo pintoresco”, que introdujo también el movimiento, el paralaje, la sorpresa, la variedad y el intrincamiento como términos susceptibles de elaboración —anticipando así un siglo la enorme capacidad que el cine abrió de manipular

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artísticamente tales técnicas— Por ello, podemos volver al punto inicial ahora y repensar el Campo de Batalla como una experiencia múltiple y subjetiva y no como una acción puntual estática, nosotros mismos entrando por primera vez en un Campo de Batalla y reconocer nuestras expectativas, transformar el proyecto no en una acción o intervención puntual y memorable sino en una experiencia construida que se vive en movimiento y que es necesariamente subjetiva, personal. Proyectaremos proyectándonos en el futuro junto a construcciones, campos y caminos.

Seguramente querremos aún desde el coche tener un primer destello de lo que luego experimentaremos, asegurarnos de que no se trata de una más de esas ridículas intervenciones didácticas e infantilizantes a las que nos someten hoy en día las autoridades competentes al menor despiste en cualquier sitio del mundo y a cualquier hora. Un destello de lo sublime invitándonos a entender y entrar en el juego. Después, encontrar un lugar de referencia donde abandonar nuestras propias referencias y entrar en el juego, una clara invitación a elegir distintos órdenes o posiciones permutables de reconocimiento y de experiencia del Campo de Batalla: La posición del soldado, viviendo la batalla sin comprenderla, inmerso en una realidad quizás recreada virtualmente (es también la posición del niño); la posición del soldado fantasma, atravesando y viviendo invisible la batalla en tanto que paisaje, moviéndonos dentro pero sin tocarnos con la memoria; sin otros excitantes de lo virtual que la propia fantasía fantasmal, la experiencia doble del paseante, atravesando distintos paisajes que se transmutan en paisajes interiores, meditaciones que se suceden acopladas a las de la mirada; la posición del general, de quien conoce y organiza tanto el territorio como las voluntades humanas, el otro catalizador de la energía, reproduciendo su posición, dominante y abarcadora, estática, haciendo nuestros sus conocimientos; la posición del historiador, ubicua en el espacio-tiempo, buscando comprensiones estructurales de los eventos, el antes

y el después, causas y efectos, concatenando datos, quizás confundida o solapada con la posición del ecólogo, queriendo conocer y reconocer el lugar y sus vínculos con el pasado y con el presente desde un ángulo fl orístico y/o faunístico.

Podríamos enumerar más posiciones pero quizás añadiría confusión. Sólo sabemos que estas cinco posiciones, soldado, fantasma, general, historiador, ecólogo, nos dan formas alternativas de movernos, reclaman programas distintos que podrían completarse con los que reclama la fi gura más vaga pero más frecuente, la del turista vulgar, individual, en grupo o en familia, ese personaje que está en todas partes y que siempre quiere lo mismo. O podríamos negar su programa, construir un contraprograma que permita a los visitantes sentirse diferentes precisamente o solamente porque aquel programa está milagrosamente vedado, como ya sólo lo está en la alta montaña o en el interior de los océanos, subrayando así el carácter sublime de la descarga instantánea de energía fi jada en el tiempo.

Cada posición implica un movimiento, una relación con el medio natural, unas necesidades de logística e intendencia, unas referencias espaciales y unas infraestructuras que dan lugar a un programa y un dimensionado.de la actuación (espacio-temporal), pero también a una forma de desplegar los recursos naturales, artifi ciales y virtuales con los que contamos para operar en el paisaje, para transformar el lugar en Campo de Batalla. Si atendiéramos a la estética pintoresca, quizás los primeros pasos de esa experiencia pudiesen construirse organizando ese territorio preexistente mediante el trazado de los itinerarios, la identifi cación de las unidades espaciales, la ubicación de los accesos y piezas principales y mediante la designación de las áreas cuyos componentes pastoriles, pintorescos o sublimes son más acusados. Una radiografía.que nos mostrase el esqueleto paisajístico de un Campo de Batalla, la construcción de la experiencia, y nos permitiese visualizar las acciones, escala y momentos

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en los que se estructura el proyecto para poder elegir los métodos y técnicas proyectadas mejor adaptadas, en mayor sintonía, con los fi nes del proyecto; la construcción en suma del “proyecto del proyecto”.

Pero si atendemos aún más intensamente a la lógica paisajista, entenderemos que la “construcción de una experiencia” no se logra atendiendo a varias formas de interpretación y movimiento en la realidad, sino que estas posiciones descritas son sólo elementos, “personajes”, dotados de mayor o menor protagonismo, con los que componer una secuencia o muchas secuencias; una suma de secuencias que es en defi nitiva el rodaje de un fi lm, la construcción de un paisaje de la memoria, de un guión de guerra en el que los fantasmas se nos confunden con los largos 10 minutos de la secuencia inicial de Salvad al Soldado Ryan y su sublime tensión, para después identifi car la posición del enemigo, el lugar a tomar y ordenar el ritmo de comprensión, saliendo de la posición del soldado a la del general y del resto de los personajes, componiendo un proceso completo de apropiación y entendimiento progresivamente más complejo de la realidad mediante un atravesamiento de los obstáculos, móviles e inmóviles, que, según Calparsoro, componen la dinámica cinematográfi ca de la batalla. Nuestra experiencia de visitantes pasa a ser un proceso de identifi cación con aquellas miradas, pocas y bien defi nidas, que hemos elegido para reconstruir la experiencia. Quizás el fantasma y su vagabundear no sea más que el director y guionista de esa película. El cine nos da así una forma de construir la experiencia “Campo de Batalla” que nos permite defi nir nuestro trabajo como la construcción de un guión atravesado por lo sublime, lo pintoresco y lo pastoril.

No podríamos sin embargo quedarnos paralizados como dios el séptimo día contemplando la armonía de nuestra construcción, no solo porque no es tal armonía el objeto del proyecto sino porque nada de todo esto tendría sentido si no viniese acoplado este programa desde el

primer momento con el factor decisivo, que da sentido a toda la operación, la transformación de nuestro trabajo en una operación integrada en un plan más amplio de regeneración paisajística y económica del interior del territorio nacional. Dicho de forma más precisa, si estos planteamientos no incorporasen una refl exión económica y ecológica, si la creación de Campos de Batalla no respondiese, si se quiere tímidamente, a un proyecto de futuro para el patrimonio paisajístico nacional. Hacer productiva la memoria, hacer productivo el paisaje y hacerlo sin desvirtuar ni la memoria ni el paisaje sino primándolos como los factores protagonistas y motores de ese regeneración, dándoles un nuevo resplandor. Este es el fi ltro que separará el grano de la paja. Un fi ltro que nos obliga a pensar si tal factor productivo es contingente o abstracto, atiende al ecosistema artifi cial donde se ubica el Campo de Batalla o atiende a un factor interno general, es parte de la Red, de la defi nición de uno y de todos los Campos de Batalla.

Cuatro Observatorios de la Energía En el año 2012 el nuevo aeropuerto de la isla de La Palma permitirá pasar de 1 a 4 millones de visitantes anuales; en cinco años está previsto duplicar las plazas hoteleras (de 12.000 a 25.000); el turismo de un día -cruceros- seguirá aumentando a un ritmo de un 20% anual y la base económica de la isla -la agricultura- seguirá debilitándose al depender casi exclusivamente de las subvenciones europeas. ¿Cómo usar positivamente el turismo? ¿Podría el turismo convertirse en un elemento que intensifi cara la reserva de la biosfera que es la isla de La Palma, un elemento productivo para la cultura y la economía de los habitantes y positivo para el incremento de la biodiversidad? El objeto del proyecto es promover un turismo que garantice la protección de los valores naturales a largo plazo y anule el turismo del “todo incluido” promocionado por los grandes operadores turísticos, incluido aquel que utiliza la literatura sostenible y el xerogolf como salvapantallas político.El proyecto busca defi nir un conjunto mínimo de

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intervenciones con un efecto estructurador máximo, partiendo de una idea motriz: La Palma es el lugar de Europa en el que más intensa es la experiencia de los cuatro elementos aristotélicos constituyentes de la vida (de la energía): el aire, el agua, el fuego y la tierra. Esta idea se traduce en la propuesta de un Observatorio en cada orientación solar de la isla, cada uno de ellos dedicado a transformar en una experiencia memorable uno de los elementos naturales citados y preservar el medio físico a su alrededor. Reducir la actuación a cuatro puntos estratégicos permite controlar los movimientos del turista y reducir su impacto en el territorio de la isla, facilitando a la vez una experiencia singular del paisaje.Los Observatorios no pretenden imitar a la naturaleza

ni mimetizarse con ella: son claramente un objeto de intermediación, superpuesto a los elementos naturales y artifi ciales; la geometría circular común a los cuatro -inspirada en los patrones utilizados por los guanches isleños- pretende dar una impronta característica a la intervención abriéndola a diferentes interpretaciones.En el paisaje contemporáneo nada puede surgir exclusivamente del lado de los humanos. La orientación política que a la naturaleza, a los no humanos, asignamos hoy no solo participa de la tradición pintoresca del “genius loci” sino que le ha dado un giro drástico, estableciendo implícitamente un programa nuevo. El espacio público no es solo el lugar donde los humanos se realizan colectivamente, la polis griega; es, sobre todo, el lugar

Ábalos + Sentkiewicz: “Cuatro observatorios de la energía”, Isla de La Palma (2006).

Ábalos + Sentkiewicz: “Cuatro observatorios de la energía”, Isla de La Palma (2006).

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y paisaje en la construcción de nuevos espacios públicos entendidos como un verdadero conglomerado o amalgama; una “arquitectura para los que buscan el conocimiento”, según la conocida expresión nietzschiana, que permita superar la noción convencional de museo o palacio, y hacer cierta la voluntad expresada por Nietzsche: “queremos traducirnos a nosotros mismos en piedras y en plantas, queremos pasearnos por nosotros mismos cuando circulemos por esas galerías y esos jardines”.

Esta tipología, la de un observatorio mutuo entre naturaleza y cultura, implica búsquedas que mantienen una hilazón histórica consistente desde los gabinetes de las maravillas del siglo XVII hasta las arquitecturas alpinas de Bruno Taut y las Outlook Towers de Paul Geddes, pasando por distintos palacios de las Artes (como el de Círculo de Bellas Artes de Madrid, de Antonio Palacios, o las propuestas visionarias de Archigram y Cedric Price) hasta el “parlamento de las cosas” latourniano. Expresado en términos enunciativos: está aún por desarrollar una nueva concepción de lo público basada en la construcción de observatorios y foros para la interrelación entre humanos y no humanos.en el que establecen un nuevo foro, un encuentro entre

los no humanos y los humanos, el lugar en el que nos reconocemos unos a otros, nos mezclamos y aceptamos, un foro cósmico cuyas dimensiones están aún por explorar.

Desde este punto de vista la arquitectura se abre hacia formas completamente nuevas de concebir sus relaciones con el medio natural. La defi nición de nuevas tipologías, de unos Observatorios desde los que y con los que ampliar nuestra visión y poner en relación medio físico y cultura se transforma en un objetivo prioritario, cuyo desarrollo solo de forma embrionaria ha sido anticipado por modalidades tipológicas de intensifi cación y revelación que suponen explícitas referencias para la arquitectura contemporánea. A través de estos Observatorios desde los que acceder a una comunicación entre humanos y no humanos puede también entenderse la implicación mutua de arquitectura

Iñaki Ábalos es catedrático de Proyectos en la Universidad Politécnica de Madrid y socio fundador del estudio Abalos+Sentkiewicz Arquitectos. Desde 2001 dirige el Laboratorio de Técnicas y Paisajes Contemporáneos.

Ábalos + Sentkiewicz: “Cuatro observatorios de la energía”, Isla de La Palma (2006).

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revisando LUGARES

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LA CIUDAD REUTILIZADARepensar el espacio público de la periferia

El gran crecimiento económico de las últimas décadas ha planteado la ciudad como un negocio para unos y como un producto de usar y tirar para otros. Los espacios urbanos y el territorio con sus recursos naturales se han entendido como un bien mercantil exclusivamente. En Europa se pierde cada año una superfi cie de suelo superior a la de la ciudad de Berlín debido a la expansión urbana y a la infraestructura de transportes. Esta tendencia insostenible pone en peligro la disponibilidad de suelos fértiles y de aguas subterráneas para las generaciones futuras1.

Los gobiernos municipales y nacionales han cedido al régimen inmobiliario como fórmula de riqueza y bienestar. La inversión pública se ha centrado en las grandes redes de comunicaciones2, tanto a nivel nacional como metropolitano. Esto ha posibilitando un crecimiento acelerado y disperso de la ciudad, que ha convertido la vivienda particular en un producto especulativo.

La arquitectura siempre ha pervivido a varias generaciones, la vivienda se transformaba para habitarse según un modelo de vida, pero con la aceleración de las últimas décadas esto se ha modifi cado. La pérdida de identifi cación con el lugar, la era digital y el ocio relacionado con el consumo posibilita una población desarraigada a la que importa menos el entorno donde vive.

El actual momento de crisis presenta una oportunidad de realizar una observación atenta, tanto en el ámbito científi co como en el profesional, de lo construido hasta ahora en nuestras ciudades y barrios. Es necesario el análisis de propuestas distintas en tiempo, espacio y

María Antonia Fernández NIeto

1 h t t p : / / w w w . a g r o n o t i c i a s .e s / i n d e x . p h p ? o p t i o n = c o m _content&view=article&id=4068:el-sellado-del-suelo-en-la-ue-pone-en-pel igro- la-d isponib i l idad-de-suelo-fertil&catid=2:general (acceso 10.1.2012)2 En las últimas décadas, el Estado español se convirtió en el primero de Europa en kilómetros de autovía y de vías férreas para el tren de alta velocidad.

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planteamientos y que sin embargo conviven en el presente para sus habitantes. Ya no tanto para hacer nueva ciudad en otro lugar, sino para reutilizar e reinventar la existente.

En este contexto, no parece equivocado volver la mirada a las actuaciones residenciales que se llevaron a cabo en los años 1960 donde, por la escala de las unidades vecinales, el espacio público y el tejido residencial edifi cado se entendían como un continuo. Se intentaba conjugar en una escala intermedia la relación entre el individuo y la ciudad. En esta década se produce una refl exión muy profunda alternativa a las propuestas de ordenación en bloque abierto o manzana cerrada, aportando realizaciones híbridas que intentan aglutinar lo mejor de cada opción y, sobre todo, dotar de uso y contenido a los espacios intermedios comunitarios.

Estos espacios intermedios, fundamentales para el entendimiento de las obras, han sido especialmente vulnerables a los reajustes que han sufrido estas unidades vecinales, donde el criterio de actuación ha sido casi exclusivamente la introducción de aparcamientos. El espacio comunitario “de todos” —pensado como una prolongación de las estancias de la vivienda social— se ha convertido en un lugar “de nadie”, sin cualidad y sin calidad.

Dos ejemplos en el distrito madrileño de CarabanchelAl terminar la Guerra Civil española, se empieza a plantear un ordenamiento urbano para el crecimiento de Madrid. El Plan General de 1946 se basa en la creación de núcleos satélites alrededor de la ciudad y próximos a pueblos existentes que les puedan aportar sus infraestructuras y dotaciones. Estos núcleos satélite, que el plan denomina poblados, deberían tener una clara discontinuidad con el centro y entre ellos. Se separarían por espacios libres que seguirían formando parte del paisaje natural y agrícola de la periferia. En el Plan se preveía un asentamiento de 1.800.000 habitantes dentro de la capital y el crecimiento de los poblados se pronosticaba hasta a alcanzar los 4.000.000 de habitantes.3

La idea de anillo verde de separación entre los nuevos suburbios y la ciudad, defi nida en el Plan, no se llega a respetar casi desde el origen. De hecho muchas de las actuaciones de la Comisaría Urbana de Madrid, los Poblados de Absorción y los Dirigidos, ocupan estos espacios.4

Dentro de estos núcleos satélites dos pueblos, Carabanchel de Arriba y de Abajo, posteriormente llamados Carabanchel Alto y Bajo, son unos de los escogidos para un desarrollo próximo aunque con cierta independencia de la capital. En 1948 se anexionaron al municipio de Madrid.5 Estos pueblos tenían un carácter rural. De ellos salían la mayoría de los garbanzos que nutrían los cocidos madrileños. Por su proximidad a Madrid y sus condiciones climáticas, en este municipio se construyeron villas y palacios donde las clases altas de Madrid pasaban temporadas de descanso. En 1920 se realizó por iniciativa de los periodistas la Colonia de la Prensa, una urbanización con carácter de Cuidad Jardín, que promovía una vida más natural para sus ocupantes. Otra característica de Carabanchel es la localización de colegios religiosos, asilos, hospitales y otra serie de fundaciones de carácter benéfi co que han ocupado grandes parcelas del distrito y que, al ir densifi cándose la trama urbana, han ocasionado facturas y límites en los barrios.6

Las actuaciones residenciales de los años 1950 y 1960 en la periferia de Madrid, incluyendo los Carabancheles, se caracterizaban por la creación de un lugar en terrenos no urbanizados. El sentido de apropiación y defensa de un espacio frente al territorio agrícola prima en sus posiciones. En estos años las infraestructuras tenían que ser resueltas por la promotora de la colonia. La vivienda se construía en antiguos terrenos agrícolas.

Por otro lado, aunque se habían pasado los peores momentos de la posguerra en España, la situación no permitía ir más allá de las soluciones más económicas. Esto proporciona una serie de características propias

3 Fernando Terán: Planeamiento urbano en la España contemporánea (1900-1980). Alianza Universidad, Madrid 19824 La comisaría urbana de Madrid, dirigida por Julián Laguna, acomete estos barrios para eliminar núcleos de chabolas.5 El municipio de Carabanchel fue anexionado al de Madrid por Decreto de 9 de Enero de 1948.6 Los barrios que componen el distrito de Carabanchel son: Comillas, Opañel, San Isidro, Vista Alegre, Puerta Bonita, Abrantes, Buenavista y el reciente PAU que forma parte del último.

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a estas primeras actuaciones. Se sitúan cerca de vías rodadas existentes, en lugares donde han llegado las infraestructuras urbanas. Apenas se realizan desmontes del terreno, adaptándose rigurosamente a la topografía del lugar. La pavimentación se realiza de forma “blanda” en la mayor parte de la urbanización, dedicando gran parte del terreno a la plantación de jardines.

Las colonias se entendían como parte de la ciudad. Si bien se intentaban crear espacios interiores de vegetación dentro de la parcela, éstos nunca cierran el paso de personas ajenas a los edifi cios. Aunque se intentaba proteger la vida comunitaria de sus habitantes, no se segregaba del resto de la ciudad. Al contrario, la comunicación con el resto del barrio se consideraba como algo valioso.

Otro elemento sustancial y totalmente distinto de los presupuestos de vivienda actuales era la ausencia de preponderancia del vehículo particular. Los coches ya eran parte de la ciudad, pero no todas las familias poseían uno. Esta característica se incorpora en su forma de entender el espacio comunitario, donde el coche convive en superfi cie con los peatones aunque serán éstos los que tengan la preferencia.

A principios del siglo XXI se realiza el Programa de Actuación Urbanística (PAU) de Carabanchel con una superfi cie de 350 hectáreas, incorporándose al barrio existente de Buenavista, que extiende el territorio construido hasta la M-40 y Leganés.7 El crecimiento de Madrid en todos sus PAUs apuesta por la colmatación del territorio, con una continuidad entre todos los pueblos contiguos a la capital y edifi cando hasta los anillos de circunvalación M-40, M-45 y M-50.

En las actuaciones de los nuevos planes urbanísticos, las potentes infraestructuras ya creadas, sobre todo un viario sobredimensionado, y la extensión de las actuaciones hacen que el tejido residencial se atomice en parcelas

autónomas. Estas parcelas se utilizan como un bien mercantil, se compran con las infraestructuras realizadas y se venden a sus propietarios fi nales. Todas las parcelas de promoción privada se cierran perimetralmente con esos vallados presentes en todos los PAUs que ya son parte del paisaje urbano de estos barrios. Esto origina que la entrada a las parcelas se realice desde un solo punto, generando calles donde no vuelcan portales, donde no suele haber comercio; calles por las que no se pasea. Sólo en el caso de algunas parcelas de protección ofi cial el tejido residencial es permeable y abierto a los demás vecinos.

Colonia Loyola (1960-1965)En la colonia Loyola, el espacio comunitario se plantea con un par de anillos concéntricos formados por la agregación de los bloques de viviendas. El espacio entre los dos anillos se utiliza para el acceso a la viviendas y el tránsito dentro de la colonia. El anillo interior de bloques deja un gran espacio central y particular de la colonia donde se proyecta un gran jardín y un pabellón que aloja una guardería infantil. Este centro verde y peatonal crea un corazón tranquilo para los vecinos.

Entre los dos anillos formados por la edifi cación residencial se plantea una circulación híbrida donde se mezcla la circulación rodada y la peatonal de la colonia. Sin embargo, se prima esta última con una serie de actuaciones muy estudiadas. La pavimentación se realiza con canto rodado y adoquín, se insertan unos recintos de celosía cerámica en los espacios comunitarios que sirven para el tendido de ropa. Con la utilización de jardineras-banco se obliga al coche a hacer quiebros, se utilizan bolardos para delimitar el uso del coche a una anchura determinada y la mayor parte de los recorridos se producen en una sola dirección. Todas estas soluciones aceptan el coche como un elemento necesario para los habitantes, pero potencian que el espacio de la colonia se dedique al peatón. Si en este espacio intermedio se admiten ambas circulaciones el interior se entiende como exclusivamente peatonal.

7 En este desarrollo urbano está previsto que residan más de 34.000 habitantes.

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A él no sólo se accede desde las separaciones entre bloques sino también a través de huecos practicados en las plantas bajas y que hacen permeables los bloques. Aparece una dialéctica entre espacio dinámico en el anillo de circulación y espacio estático en el jardín interior al que se accede radialmente.

Es en el anillo de tránsito donde se colocan las entidades más importantes de dotaciones: los locales comerciales y el colegio. Sin embargo se hace una excepción con el pequeño edifi cio de la guardería que se coloca en el lugar más protegido de la parcela.

Colonia Juan XXIII (1962-1966)En la colonia Juan XXIII, además del cuidado meticuloso de las circulaciones, se establece un parámetro mayor de complejidad, diferenciando distintas escalas dentro de la ordenación general y creando distintos conjuntos edifi catorios a base de la agregación diferenciada de cinco tipos de células habitacionales. Se crean áreas de recreo vinculadas a los distintos conjuntos edifi catorios y exclusivas de los vecinos que los habitan, a modo de patios de manzana, y además se proyecta un área comunitaria para toda la unidad vecinal donde se integra la zona comercial que se agrupa en un eje de circulación interna construido con soportales.

Al igual que en la colonia de Loyola se entiende la circulación de vehículos como algo necesario, pero con los mismos elementos de diseño se prima la circulación del peatón. Hay varios ejes de penetración rodada, pero la circulación perpendicular a ellos que los une se hace híbrida con la circulación peatonal y se cuida que las velocidades del coche se acerquen a la del peatón.

Estructura urbana y espacio públicoLa tipología óptima para el edifi cio residencial, su densidad y la forma de crear espacio público dentro del tejido urbano es uno de los debates de la modernidad en el que ni siquiera en su época más radical se logra llegar a un acuerdo. La densidad óptima para la nueva ciudad es uno de los puntos a estudiar después del análisis de la célula mínima en el Existenzminimun. Ernst May defi ende la vivienda de baja altura por infl uencia de su estancia en Inglaterra8 y el conocimiento de la ciudad jardín. Walter Gropius defi ende dentro de los CIAM la casa laminar en altura y Le Corbusier plantea los bloques continuos á redents en proyectos de urbanismo. La mezcla de tipos edifi catorios y densidades dentro de una misma ordenación se propugna desde las actuaciones nórdicas, muy infl uenciadas por su paisaje. En todas las propuestas la introducción de la naturaleza en las áreas residenciales como una necesidad de salubridad las distancia de la

Ferrán, Mangada, Romany y Sáenz de Oíza: Colonia Loyola, Madrid 1960-1965. Conjunto de 762 viviendas.

8 En 1910, Ernst May trabaja en el estudio de Raymond Unwin. Howard y Unwin postulan la extensión urbana en forma de ciudades satélite —parcialmente autosufi cientes—, rodeadas de un cinturón verde y conectadas a la ciudad por un sistema de transporte rápido.

Ferrán, Mangada y Romany: Colonia Juan XXIII, Madrid 1960-1965. Conjunto de 502 viviendas.

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visión tradicional de la ciudad como oposición al campo.Desde esta diversidad de planteamientos aparecen ejemplos tan dispares como el Hof vienés, entendido como un super bloque de viviendas autosufi cientes con gran densidad e insertado en la trama de la ciudad existente, los Siedlungen de baja densidad que colonizan el territorio exterior periférico, la Unidad de Habitación como edifi cio-barrio elevado del plano de suelo que pertenece al espacio natural o los barrios holandeses propuestos por J.J.P Oud con vivienda de poca altura.

Sin embargo la segunda generación de la modernidad se preocupó aún más de la estructura urbana y de los espacios públicos que generaba. En la resolución del CIAM IX, Aix-en-Provence, de 1953, se manifi esta: “Pertenecer es una necesidad básica emocional y sus asociaciones son del orden más simple: de pertenecer —identidad— proviene el sentido enriquecedor de vecindad. La calle corta y angosta del barrio mísero triunfa allí donde una distribución espaciosa fracasa.”9

Estas preocupaciones de los años 1950 y 1960 aportan ejemplos a su vez tan dispares como el proyecto del Golden Lane de Alison y Peter Smithson con sus calles aéreas como evolución del corredor oscuro de la Unidad de Habitación de Le Corbusier o la ciudad Toulouse le Mirail, de Candilis-Josic-Woods (1961), donde el diseño del espacio público y la diferenciación de espacios para las circulaciones de coche-peatón son parámetros fundamentales del proyecto. A fi nales del siglo XX, se vuelve la mirada a los ensanches del XIX y sus manzanas cerradas como fórmula para construir ciudades vivas. Sin embargo estos planteamientos aplicados en los nuevos barrios tienen diferencias sustanciales respecto a los anteriores que hacen cuestionar su validez. Los portales de la manzana del XIX son numerosos y vuelcan a la vía pública, la planta baja casi en su totalidad

se utiliza como zona de comercio u ofi cina lo que hace que las calles tengan una importante actividad a distintas horas del día. Las aceras y las calles tienen menor dimensión en relación con el volumen edifi cado, lo que ayuda a tener mayor densidad de personas en las aceras y, por otra parte, que las vías de tráfi co no supongan una fractura para la circulación del peatón.

En cambio, en las manzanas o parcelas de las actuaciones de fi nales del siglo XX y principios de XXI, el acceso a las viviendas se reduce a algún punto de la vía pública, la actividad comercial apenas se introduce en el tejido residencial, las aceras son extremadamente anchas para el poco fl ujo de personas que tienen y las vías de tráfi co se amplían, perdiendo en sentido espacial de la calle y generando fracturas en el barrio.

La introducción de aparcamientos en sótanos hace que la edifi cación se independice de las inclinaciones de la

Candilis, Josic, Woods: Planos de circulaciones de Toulouse le Mirail (Francia), 1961.

9 Kenneth Frampton: Historia de la arquitectura moderna. Gusttavo Gili, Barcelona 1998, 275

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calle, buscando el plano horizontal como solución natural y, por tanto, creando desniveles entre la calle pública y el espacio interior de la parcela. Esto vuelve a potenciar que el acceso a los portales se haga desde el interior de la parcela y, en la mayoría de los casos, desde un sólo punto controlable, por lo que existe un perímetro infranqueable de gran dimensión donde no ocurre nada.

Sin embargo, lo más característico y diferenciador del momento actual es la dicotomía producida entre la labor del arquitecto construyendo edifi cios y la labor del urbanista proyectando planes de crecimiento urbano. La construcción del tejido residencial se ha ido atomizando y cada edifi cio se diseña por un arquitecto diferente que piensa hacia dentro de su parcela. Sin embargo, las propuestas de crecimiento urbano son cada vez de mayor escala. En esta dicotomía hay una escala intermedia que se pierde, que no es de nadie y que por tanto no se diseña.

Cabría preguntarse si los nuevos PAUs producidos en Madrid pueden defi nirse como barrios, cuando triplican en superfi cie a los tradicionales, cuando desaparece la calle principal de comercio sustituida por un gran centro comercial y cuando los edifi cios, en vez de ser neutros y formar un tejido uniforme, se entienden como entidades independientes.

En los casos de los años 1960 estudiados se aborda esta escala intermedia. Proyectan la ordenación, el diseño del plano del suelo, los espacios comunitarios que sobrepasan la escala de bloque de manzana y llegan hasta la célula habitacional. Esto permite una integración de los habitantes que la ocupan, un paisaje comunitario propio, una pertenencia no sólo al bloque de vecinos sino a una comunidad de mayor escala.

En la memoria de la Ciudad Horizonte10, redactada por los autores de las colonias estudiadas se hace referencia a la importancia del trabajo con distintas escalas: “En el escalonamiento ascendente que constituye la estructura

de una ciudad, cada escalón está caracterizado por unos elementos formales y una función específi ca que no se da en el escalón anterior. Un escalón superior no es la suma de los anteriores, sino un nuevo tipo de forma social y práctica. En este criterio la escala adecuada a cada escalón es muy importante.” 11

Además, por su escala de actuación permite diseñar parte de los servicios dotacionales y el comercio, introduciendo otros usos al de residencia y mejorando así la vitalidad de la ciudad. Esta característica es una de las cuatro defi nidas por Jane Jacobs como condiciones indispensables para generar diversidad en los barrios de una ciudad cuando escribe: “El barrio debe alojar más de una función primaria y preferiblemente más de dos. Con ello se garantiza la presencia de gente en las calles a horas diferentes y por motivos distintos, pero haciendo usos de las mismas instalaciones”.12

En la colonia Loyola, construida entre terrenos agrícolas, la ordenación dialoga más con el paisaje que con la propia ciudad, recordándonos las ordenaciones propuestas por JØrn Utzon de viviendas unifamiliares en estas mismas fechas y que diluían la construcción y el terreno natural. En la actualidad existe una gran preocupación por el sellado del terreno que producen los pavimentos impermeables. Estos ponen en peligro los suelos fértiles, las aguas subterráneas y alteran las escorrentías naturales del territorio. Las colonias realizadas en los 1960 tenían en cuenta este parámetro por otros motivos diferentes, entre ellos el económico, pero lo cierto es que se impone volver a los pavimentos blandos y permeables y asumir como responsabilidad el aportar suelo con vegetación que reestablezca el equilibrio biológico del terreno y aporte oxigeno a la atmósfera dentro de las ciudades. El cambio del uso mayoritario del coche dentro de estas actuaciones ha desvirtuado el plano del suelo que tan sensiblemente se realizó en su inicio por la asunción sin crítica de la máxima “cuantos más coches aparcados

10 Ciudad Horizonte. Anteproyecto de Urbanización de una ciudad Satélite de Madrid. Francisco Javier Sáenz de Oiza, José Luis Romany Aranda, Carlos Ferrán Alfaro, Eduardo Mangada Samaín

11 Rosario Alberdi y Javier Sáenz Guerra: Francisco Javier Sáenz de Oíza. Pronaos, Madrid 1996, 72-7712 Jane Jacobs: Muerte y vida de las grandes ciudades. Capitán Swing, Madrid 2011, 185

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mejor”, lo que ha convertido la mayoría de los espacios comunitarios en playas de aparcamiento sin otro uso. La pavimentación en estas colonias también ha cambiado para posibilitar la accesibilidad de ambulancias a los portales de vecinos. Otra causa de empeoramiento de la calidad de los espacios comunitarios está en el envejecimiento de la población y la inseguridad para utilizar estos espacios. Sin embargo estos espacios de gran dimensión y árboles de porte suponen una gran oportunidad de repensar el espacio comunitario.

En la colonia Loyola por una cuestión económica se realizaron los tendederos de las viviendas en planta baja. Los vecinos no aceptaron esta forma de vivir, pero en cambio en la actualidad sí que se acepta el tener un espacio de almacenaje o incluso tener un pequeño jardín propio en un lugar distinto de la propia vivienda. Estos dos usos cabrían dentro de un diseño adecuado, al igual que los espacios de aparcamiento que no sellan el territorio, que conviven con la vegetación y que se pueden usar de forma alternativa cuando no hay coches.

Nociones de ecobarrio en los ejemplos de los 1960Aunque los términos ecobarrio o ecociudad están en proceso y en confl icto, puesto que no hay una defi nición consensuada, sí podemos hablar de unos principios fundamentales que los rigen en tres aspectos fundamentales: sostenibilidad, estructura urbana y sostenibilidad social.13

Antes de introducirnos en aquellas nociones de ecobarrio que cumplen estos barrios estudiados de los años 1960 habría que advertir que aquellas intervenciones dentro de la ciudad de gran envergadura y denominadas “eco”, cómo sucede en algunos PAUs, no deberían nunca introducirse en esta denominación puesto que, aunque tengan algún mecanismo ecológico, su forma extensiva de urbanización, su nula participación ciudadana y su escala son absolutamente contrarios a los principios de sostenibilidad.

Por otro lado, nada resulta más sostenible que aquellos proyectos basados en la recuperación y rehabilitación de barrios existentes. Estos barrios cuentan con la ventaja de redes sociales consolidadas que permiten más fácilmente acciones comunitarias.

Un desarrollo sostenible sería aquel que mantiene la calidad general de vida, asegura el acceso continuado a los recursos naturales y evita la persistencia de daños ambientales. En esta clave la sostenibilidad urbana pasa por priorizar la consolidación del territorio ocupado frente a la extensión de la urbe en terrenos naturales.

También se necesitaría que los barrios fueran todo lo autosufi cientes que pudieran respecto a sus necesidades energéticas, produciendo ellos mismos energía, siendo lo más efi cientes posible en su utilización y reduciendo su consumo con sistemas pasivos. También se debería tender a una autogestión del ciclo del agua y un tratamiento de los residuos que reduzca su cantidad y fomente su reutilización o reciclaje.

13 Nerea Morán Alonso: “Ecobarrios. Glosario de sostenibilidad”. http:/ /www.surcosurbanos.es/ECOBARRIOS_Nerea%20Moran.pdf (acceso 10.01.2012)

Jørn Utzon: Viviendas Kingo, Elsinore, Dinamarca, 1956.

Ferrán, Mangada, Romany y Sáenz de Oíza: Colonia Loyola, Madrid 1960-1965. Espacios libres en 1965.

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María Antonia Fernández Nieto es doctor arquitecto y profesora de Proyectos en la Universidad Francisco de Vitoria. Compagina su actividad proyectual con una labor investigadora centrada en la vivienda colectiva y el espacio público.

Aunque en la época en la que fueron construidos la generación de energía era inviable, los dos casos estudiados sí utilizan sistemas pasivos de ahorro de energía, con estrategias como la ventilación cruzada, el sombreado de edifi cios con vegetación próxima, el uso de la cámara de aire bajo la cubierta, la compacidad en el factor de forma o el no sellado del terreno.

Otro factor fundamental para la sostenibilidad es el modelo de movilidad basado en la accesibilidad peatonal, ciclista y de transportes públicos. Desde esta perspectiva, estos barrios son idóneos para una población sensibilizada con estos modos de movilidad. Se diseñaron para el uso del peatón fundamentalmente, su situación dentro de la ciudad es privilegiada respecto a la cercanía y variedad de transporte público y en estos momentos se encuentran próximos a la red de carril bici realizada en Madrid. En este sentido, habría que realizar un esfuerzo para rediseñar o volver a recuperar la traza del espacio comunitario inicial, puesto que gran parte de este espacio se ha convertido en zonas asfaltadas de aparcamiento sin otro uso añadido.

Dentro de la estructura urbana, los ecobarrios defi enden la ciudad compacta y con mezcla de usos. Estos ejemplos parten de una estrategia de densidad edifi catoria, mezcla de usos dentro de la parcela e introducción de áreas verdes comunitarias que son las bases del desarrollo urbano sostenible.

Por último, la sostenibilidad social supone el aumento de la calidad de vida de los habitantes del barrio, así como que el entorno resulte óptimo para vivir. Este último aspecto requiere el paso del tiempo para que se desarrollen vínculos sociales. El gran problema de los barrios de los años 1960 no es su obsolescencia, fácilmente subsanable, sino que se conviertan en guetos de personas con menos recursos. En este aspecto, el reto está en valorar la diversidad de las personas que lo habitan, entendiendo que la complejidad del tejido humano es positiva y que ancianos o inmigrantes pueden aportar riqueza al barrio. Todas las actividades

desarrolladas para fomentar el conocimiento de vecinos y la creación de vínculos entre ellos generarán confi anza para la utilización de los espacios comunitarios.

Otro reto fundamental de estos barrios supone que la comunidad de vecinos valore y asuma como suyos los espacios comunes del barrio y que los ocupen con espontaneidad. El sentido de pertenencia potencia por un lado el uso y por otro la responsabilidad sobre los mismos. Ser capaces de autogestionar estos espacios puede generar lazos entre los habitantes del mismo, actividades como huertos urbanos, celebraciones dentro de locales comunitarios, transformación de locales comunitarios en trasteros comunitarios donde dejar bicicletas o carritos de niños, talleres promovidos por los vecinos…potenciarán un espacio público comunitario en el que vivir entendido como una prolongación de la propia casa.

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EN BUSCA DEL VACÍO PERDIDOEl espacio público en la vivienda colectiva

Aristóteles dice en su tratado Política que la Polis, la ciudad, es una urdimbre comunicativa. Nosotros entendemos que la casa es una pequeña ciudad, y que la ciudad debe ser una gran casa. Lo público es lo claramente entendible por todos, lo permanente; lo privado es lo variable.

La puerta marca el antes y el después, el dentro y el fuera, el interior y el exterior, lo público y lo privado, en una palabra, la Aquitectura. Buscar el espacio perdido en los lugares más insólitos, más insospechados es el camino. Un sinfín de nomenclaturas defi nen los espacios públicos aunque en la ciudad postmoderna, éstos hayan perdido signifi cado o hayan quedado en el camino. La escala urbana viene dada por la calidad de los espacios intermedios: entre lo público y lo privado; entre lo abierto y lo cerrado; entre el interior y el exterior.

Espacios de transición: alpende, atrio, azotea, barbacana, calleja, campanil, cancela, carpa, celosía, cenador, cercado, cobertizo, columbario, columpio, compás, corrala, corredor, cortile, deambulatorio, dosel, emparrado, entoldado, escalera, estoa, foro, galería, garita, graderío, jardín, linterna, logia, marquesina, matacán, mirador, oratorio, pabellón, palco, pasarela, patio, pensil, pérgola, piscina, porche, portico, propíleo, secadero, sequero, sobrecielo, sofi to, solana, solario, soportal, temenos, terraza, toldo, torreón, tribuna, triforio, umbráculo, veranda, zaguán…

Como arquitectos queremos llevar la funcionalidad al límite como sistema de rotura del funcionalismo pragmático y utilitarista y explorar los infi nitos recursos del hábitat. No sólo el uso o el rigor de la necesidad, no la mera utilidad, sino

Concepción Fisac

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un uso moral; una función humana fundamental, a la que lamentablemente se renuncia con demasiada frecuencia, debe ser nuestra elección a la hora de hacer proyectos.

Transgredir, en la medida de lo necesario, para avanzar; ejercer un juicio crítico sobre las convenciones; invertir, en ocasiones, lo establecido; y dejar que el espacio se gane un lugar propio y el hecho quede sancionado por el tiempo. Hacer arquitectura desde la estricta, que no restrictiva función, desde la complejidad y la riqueza de las actividades de la vida contemporánea: espacios de representación, espacios íntimos, espacios de reunión, espacios de lectura, espacios de meditación, espacios lúdicos, espacios de necesidad, espacios espirituales, de contemplación, de recogimiento.

No hay límites preestablecidos. Todo es materia de proyecto: función, contexto (histórico, cultural, geográfi co, urbano), cliente (público-privado; colectivo-individual), estructura, construcción, presupuesto… Nos referimos con frecuencia en el estudio a la impresionante imagen de La Ley del Silencio, de Elia Kazan, en la que Marlon Brando y Eva Marie Saint se reúnen en la azotea, entre los palomares, en presencia de otros chicos del bloque: El único reducto propio que les queda. Les pertenece porque no pertenece a nadie. Una calle sórdida, próxima a los muelles de Nueva York, con un ambiente atenazado por el miedo, convierte a la azotea en el único lugar donde se vive en libertad y se erige como espacio público.

Es preciso recordar con Apollinaire que cuando el hombre piensa en aumentar su velocidad no construye una pierna grande sino una rueda. Por ello, no nos interesa la tecnología formal que ignora la arquitectura, el alarde tecnológico, el hiperconfort, la banalidad electrónica del edifi cio inteligente. La contrafl echa en las vigas no solo corrige la depresión óptica de toda línea horizontal, no solo produce sensación de resistencia porque no parece fl ectar, sino que realmente hace la viga más resistente, la convierte en arco.

Entendemos la construcción como la ciencia que constituye la Arquitectura; es su lenguaje propio, como las palabras lo son del verso; de ahí, su disciplina, la moralidad de la forma, el respeto al material, la ausencia de formalismo fútil.

Mies dijo que no había problemas de forma sino de construcción. Si no sois también ingenieros (no ingeniosos) no podréis ser arquitectos verdaderos, dice Loos. No fue la máquina, dicen los historiadores del Movimiento Moderno, sino la verdad de la máquina la que creó el paradigma moderno del siglo XX.

Remodelación del barrio Tiburtino III. RomaLa propuesta de intervención propone la transformación del barrio romano Tiburtino III, de un sistema cerrado a un sistema abierto y contemporáneo, donde naturaleza y construcción, espacio público y residencial interaccionen y se infl uyan recíprocamente, dando origen a una nueva

Espegel & Fisac: Remodelación del barrio Tiburtino III, Roma, 2011. Nuevo sistema de espacio público.

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realidad urbana. La intervención se estructura en dos acciones principales esbozadas en el bando del concurso, como son la recuperación del espacio público, favoreciendo la permeabilidad y la conexión y construyendo nuevas dotaciones, y la mejora bioclimática de los edifi cios. Esta operación será fi nanicada mediante la construcción de 120 nuevas viviendas en las plantas bajas y en los áticos de los bloques existentes.

Acciones sobre el espacio públicoLa propuesta para la mejora del espacio público se centra en la conexión y comunicación de los magnífi cos espacios verdes internos de las tres manzanas con las calles colindantes y los propios edifi cios residenciales. Una nueva conexión que regula y coordina los cuatro

elementos del sistema, rutas verdes, vehículos y áreas de estacionamiento, caminos peatonales y los servicios públicos, para incorporar la imagen del espacio público de forma clara, explícita y coherente.

Se propone así la creación de un sistema verde lineal a lo largo del frente oeste; la apertura del espacio público, interior y exterior del barrio, mediante conexiones transversales; la introducción estratégica de nuevos servicios a escala de barrio; la reestructuración de la cota cero para estimular el uso y la relación con el espacio público y la reordenación del tráfi co rodado para suprimir la barrera que obstaculiza el uso del espacio público.

Acciones sobre la calidad de lo construidoEn cuanto a las acciones que inciden en la calidad de lo construido, el proyecto incluye nuevas viviendas cuyo tipo de implantación y tipología refl ejan un modo de vida contemporáneo.

La intervención sobre las fachadas de los edifi cios existentes consigue una mejora energética del consumo, la utilización sostenible de los recursos y una reconfi guración de la imagen del barrio.

La estrategia de intervención integral para la mejora de los edifi cios existentes se ha visto impulsada también por los aspectos tecnológicos, así como por el deseo de proporcionar a los edifi cios del distrito de envoltorios contemporáneos, sin perder la memoria del pasado.

La nueva piel de los edifi cios se compone de paneles modulares de madera y cemento, en las galerías y huecos, se emplea con un sistema de hojas móviles que permiten controlar el soleamiento y la ventilación.

Las nuevas viviendas previstas en las plantas bajas y los áticos de los edifi cios proponen integrar los tipos de composición e interpretar el tema de la vivienda social contemporánea. La tecnología de todas las viviendas

Espegel & Fisac: Remodelación del barrio Tiburtino III, Roma, 2011. Maqueta general de la propuesta.

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122 HETEROTOPÍAS EN BUSCA DEL VACÍO PERDIDO 123

nuevas supone un avance energético en el ahorro de transporte de material, y funcional en la medida que propone una construcción seca, con una estructura modular de paneles de madera contrachapada, que será una intervención más leve para los actuales residentes.

Cada módulo tiene una estructura independiente, consistente en paneles precortados, que incluyen las aperturas en puertas y ventanas. El cerramiento, también de tipo modular, consiste en un tablero estructural de madera contrachapada, con aislamiento de lana mineral y una cámara de aire limitada por el acabado exterior compuesto de paneles modulares fi bra de vidrio y resina termo-endurecible con función estructural y ventilación bioclimática.

Buscamos el entusiasmo y la pasión del amateur, perseverancia y constancia. Entendemos que con el trabajo responsable y la tenaz dedicación constituyen las únicas herramientas imprescindibles para hacer

arquitectura. Como dijera Santa Teresa de Jesús:“Una grande y determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera me muera en el camino, siquiera se hunda el mundo”.

Espegel & Fisac: Remodelación del barrio Tiburtino III, Roma, 2011. Vivienda tipo Impluvium.

Concepción Fisac es arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid y, desde 2002, trabaja asociada a Carmen Espegel, con quien ha ganado, entre otros, el concurso de remodelación del barrio Tiburtino III en Roma.

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1 Jose Manuel Narredo: “Ciudades y crisis de civilización”, en Documentación Social. Revista de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada 119 abril-junio 2000, 24

NOSITE-MYSITEIntervenciones artísticas en no-lugares

“Si un lugar puede defi nirse como un lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede defi nirse ni como espacio de identidad, ni como relacional, ni como histórico, defi nirá un no lugar”

Marc Augé

Nosite-mysite propone refl exionar sobre el concepto de no lugar acuñado por Marc Auge y las intervenciones artísticas vinculadas al movimiento urban-street art, que pueden generar hitos que favorezcan la habitabilidad de espacios degradados u olvidados, tan característicos de las ciudades contemporáneas, mediante propuestas artísticas enfocadas a la generación de identidad colectiva en espacios urbanos califi cables como no lugares.

“Cada vez más el mundo se hace urbano. Los incrementos de las tasas de urbanización en los últimos cincuenta años son elocuentes: la población mundial que vive en ciudades de más de 100.000 habitantes pasó del 16% en 1950 al 50% en el año 2000. La mitad de la humanidad se concentra en las urbes, como consecuencia de un fenómeno de urbanización masiva cuya dinámica se acelera aún más en los países pobres, que hoy doblan en población a los países ricos (en 1975, los habitantes de las ciudades se distribuían a medias entre el mundo rico y el tercer mundo). La tasa de de urbanización de los países pobres creció del 7,8% en 1950 a más del 40% con el cambio de siglo”1

Actualmente, el 50% de la población mundial vive en ciudades y se ha determinado que para el 2050 el porcentaje llegue al 75%.

Eduardo Zamarro

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126 HETEROTOPÍAS NOSITE-MYSITE 127

“En términos generales, ampliando la concepción urbanística y planifi cadora moderna esbozada en el siglo XIX, a partir de la II Guerra Mundial, la conformación de las ciudades contemporáneas (ya sea en su modelo de “ciudad histórica”, ya sea en su versión difusa o de “mancha de aceite” —urban sprawl—”) se produce bajo los impulsos de un modelo único o universal de ordenación del territorio. Un modelo urbanístico que recibe su energía del sistema económico hegemónico: el capitalismo, la economía de mercado, cuya primera y única fi nalidad es el benefi cio. Las ciudades y los tejidos territoriales son expresión del orden económico y social neoliberal, que entiende el desarrollo en términos de producción, distribución y consumo masivos, y convierte el suelo en un recurso especulativo-productivo de primer orden.”2

Estos factores provocan la deslocalización de los urbanitas que acuden a la nueva ciudad en busca de trabajo. Éstos no se identifi can con el nuevo espacio urbano, ya que la razón fundamental de habitar en una ciudad u otra no es más que la posibilidad de trabajar y los nuevos espacios habitables se rigen fundamentalmente por cuestiones pragmáticas condicionadas por los nuevos modelos urbanísticos que responden al modelo capitalista del nuevo orden económico y social.

“Su modelo higienista ha provocado la segregación de la ciudad, ha modifi cado radicalmente la estructura urbana (incluida la degradación de calles y plazas), haciéndola desjerarquizada e impersonal y ha fabricado inhóspitos espacios abiertos entre las construcciones arquitectónicas que, por lo general, rechazan el ejercicio de los valores cívicos y las funciones sociales”3

Sumado a la no identifi cación con el espacio público urbano, el nuevo habitante de la ciudad se encuentra con espacios perdidos, olvidados, recorridos imposibles que no ayudan a la generación de identidad, modelos de crecimiento urbano repetidos y funcionales, económicos y prácticos, pero poco humanos y muy pragmáticos.

En estos espacios las intervenciones artísticas pueden generar hitos, pero sus actuaciones no deberían seguir el modelo tecnicista. Las intervenciones efímeras o permanentes pueden generar identidad si los habitantes del lugar las sienten como suyas y no extrapolables a otras ubicaciones.

Hacer partícipes a los vecinos del lugar es un factor clave. Lejos de la idea del monumento, la participación de los residentes de forma directa o indirecta en la obra se antoja un elemento más para la plástica y fundamental para luchar contra los no lugares.4 Las obras en las que intervienen los vecinos o en las que ellos interactúan pueden trasformar no lugares en espacios apropiados por los vecinos, generando identidad de lugar y respeto por el espacio público.

El no lugarEl antropólogo Marc Augé en su conocida obra, Los no lugares Espacios del anonimato. Una antropología de la Sobremodernidad presenta el término no lugar, tan acogido por sociólogos y arquitectos y entendido en general como ese espacio anodino, de tránsito propio de nuestra sociedad. Estos no lugares serán presentados como espacios sin identidad que son recorridos por el hombre contemporáneo sin prestarles ninguna atención ni provocar pregnancia alguna.

Estos espacios están, según Marc Augé potenciados por el ritmo de vida contemporáneo que en muchas ocasiones busca la efectividad por encima de cualquier otro factor, convirtiendo el viaje, el tránsito, solo en una cuestión temporal que hay que reducir al máximo, ya que se entiende como un tiempo no productivo y el tiempo, como el espacio, se han convertido por desgracia en un valor especulativo más de nuestra sociedad capitalista.

“Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios

2 Ibidem, 19-203 Ibidem, 27

4 El no lugar es un término ampliamente aceptado y manejado en los ámbitos de la Sociología, la Arquitectura y las Bellas Artes, pero no deja de ser un término etimológicamente ambiguo ya que se auto niega a sí mismo ya que un lugar no puede ser no lugar a la vez, estos términos son comunes como realidad virtual en el discurso contemporáneo.Ya nada puede ser real y virtual a la vez, en el desarrollo de esta investigación acotaremos el término acuñado por Marc Augé en su obra Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, recabando en su defi nición y las refl exiones realizadas por Maxi Korstanje, de la Universidad Católica Argentina en su artículo “El viaje: una crítica al concepto de “no lugares”” publicado en la revista Athenea Digital 10, 211-238.

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de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o también los campos de tránsito prolongados donde se estacionan los refugiados del planeta.” 5

El hombre contemporáneo por lo general busca reducir este tiempo de tránsito, muchas veces diario, recorrido durante años para ir a estudiar o trabajar, espacios muchos que son diseñados en búsqueda de la higiene, la efectividad y la economía, espacios modulables y trasladables a otros lugares, pensemos en las estaciones de metro, en los aeropuertos, en las autopistas.

Estos espacios buscan la efectividad, convirtiendo el desplazamiento en un tiempo a reducir y un espacio de especulación publicitaria, provocando que el usuario no se despiste, no contemple el espacio y no lo haga suyo, cual un espacio franquiciado fuere. Aunque como dice Maxi korstanje “El viaje, una crítica al concepto de “no lugares” ” es imposible que los espacios sean anónimos para todo el mundo, todos hemos tenido experiencias sobre cambios acaecidos en esos lugares del anonimato, nos han cambiado algo y lo hemos percibido, con añoranza o asociado a un recuerdo o experiencia, en el fondo aunque

nos lo pongan difícil, algo en nosotros quiere ser parte de ese espacio, lo quiere identifi car como suyo, se quiere apropiar de él.

Pero estos espacios pueden ofrecer algo más al usuario de estos servicios desde una plástica artística. Evidentemente, nadie va a un aeropuerto, una estación de autobuses o circula por una autopista buscando una obra de arte, pero estos espacios, estos no lugares, son espacios intervenibles desde la óptica del artista muralista, solo hay que adaptarse al momento, obras no memorizables, obras que se entiendan en un instante pueden ser hitos, que conviertan el tránsito en algo no olvidable, que den la bienvenida o que sorprendan la mirada.

Maxi Korstanje refl exiona sobre cuatro testimonios de argentinos que emigraron, sobre un espacio tan anodino y defi nible como no lugar por Auge como el aeropuerto internacional de Buenos Aires “Los cuatro testimonios apuntan hacia un mismo lugar. Excepto el de Abigail, los tres restantes emigraron por voluntad propia. Se asentaron en Europa, construyeron su residencia y establecieron un lugar antropológico al que llamaron su hogar. Sin embargo, ni la modernidad ni la distancia, les pudo hacer olvidad su sentido de pertenencia y de hecho ninguno de los tres duda regresar si tuviera opción. Asimismo, para ellos el aeropuerto que los vio partir, tiene un signifi cado emotivo muy alto y encierra parte de su historia. ”6

Queda claro que un acontecimiento especial o un suceso, puede quedar asociado en la memoria a un lugar específi co, pero también permanece que para la mayoría de las personas, estos espacios se aproximan a la idea de Augé, del no lugar como “un espacio que no puede defi nirse ni como espacio de identidad, ni como relacional ni como histórico”7

Dentro de la trama urbana, que es el territorio en el que centraremos nuestro trabajo, es fácil localizar en las ciudades actuales y sobre todo en las que han crecido por efecto de aluviones migratorios, espacios diseñados

5 Marc Augé: Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antrolopogía de la sobremodernidad, Gedisa, Barcelona 2000, 41.

6 Maxi Koorstanje: “El viaje: una crítica al concepto de “no lugares”, en Athenea Digital 10, otoño 2006, 220.7 Marc Augé: opus cit, 40.

J. Vaquero Turcios: ‘Cauce de energía’, Autopista “Y” asturiana, Serín, Gijón (1976)

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solo bajo premisas tecnicistas, buscando la funcionalidad y la economía sobre la convivencia y la habitabilidad del espacio público.

Como dice Auge “los orígenes del grupo son a menudo diversos, pero es la identidad del lugar la que lo funda, lo reúne y lo une”8 difícilmente un aeropuerto, una autopista o un barrio de una ciudad dormitorio pueda generar identidad colectiva, en los espacios de tránsito, tal vez no sea muy importante, pero esa deshumanización del espacio empobrece la calidad de vida de los habitantes de muchos núcleos urbanos.

Poca gente se identifi ca con estos barrios y mucho menos estará orgullosa de pertenecer a estos lugares, por lo tanto pueden ser considerados como espacios sin identidad, sin relacionalidad y no históricos, cumpliendo con la defi nición antes descrita de no lugar, impidiendo la formación del grupo tan importante antropológicamente para las relaciones humanas.

“Uno de los reproches que se le hace con frecuencia a las ciudades nuevas, surgidas de proyectos de urbanización a la vez tecnicistas y voluntaristas, es el de no ofrecer el equivalente de esos lugares animados producidos por una historia más antigua y más lenta, donde los itinerarios individuales se cruzan y se mezclan, donde se intercambian palabras y se olvida por un instante la soledad: el atrio de la iglesia, la puerta del ayuntamiento, el mostrador del café, la puerta de la panadería. El ritmo un poco perezoso y la atmósfera de charlatanería del domingo por la mañana siguen siendo una realidad contemporánea de la Francia provinciana.”9

Es evidente que las nuevas ciudades no pueden importar la historia, pero sí se puede favorecer la relacionalidad y la identidad con la creación de hitos específi cos no importados de otros lugares, de poco sirve un monumento que los habitantes no sienten suyo y menos en espacios tan tecnicistas.

Se propone como una solución factible la creación de intervenciones artísticas, a ser posible participativas, efímeras o permanentes en las que se vean refl ejados los habitantes del lugar, por sus costumbres o su presencia, de la signifi cación de espacios singulares, buscando que los habitantes renombren estos espacios y los conviertan en suyos y no en modelos externos como podemos apreciar en muchas intervenciones permanentes que se realizan en las infi nidades de rotondas, espacios no habitables que pueblan las ciudades modernas.

“La organización del espacio y la constitución de lugares son, en el interior de un mismo grupo social, una de las apuestas y de las modalidades de las prácticas colectivas e individuales. Las colectividades (o aquellos que las dirigen), como los individuos que se incorporan a ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y la relación y, para hacerlo, simbolizar los constituyentes de la identidad compartida (de tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad singular (del individuo o del grupo de individuos en tanto no son semejantes a ningún otro). El tratamiento del espacio es uno de los medios de esta empresa y no es de extrañar que el etnólogo sienta la tentación de efectuar en sentido inverso el recorrido del espacio a lo social, como si este hubiera producido a aquel de una vez y para siempre.”10

La importancia de encontrar el lugar antropológico se ve fundamental, por lo tanto, para la creación del grupo, en el fondo para la humanización del espacio, el problema de los no lugares se manifi esta pues según esta tesis en un problema grave que favorece la individualización, la no comunicación en tanto no se establecen lazos con el espacio público, la falta de respeto por las zonas comunitarias, empobreciendo en gran medida las relaciones humanas.

El artículo, “La crisis de la ciudad moderna”, de Fernando Gómez Aguilera, se refi ere a la ciudad contemporánea generada bajo el modelo funcionalista de la siguiente

8 Ibidem, 519 Ibidem 72 10 Ibidem 57

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manera “el modelo de ciudad que así se produce da lugar a continuos urbanos de crecimiento ilimitado, constituidos por ámbitos comerciales y residenciales, enclaves de intersticios, equipamientos e infraestructuras, en los que las áreas naturales y los espacios públicos se sacrifi can o degradan. La ciudad continua contemporánea se reconoce en la complejidad del fenómeno urbano. Diversas variables confl uyen en la crisis actual de la urbe: concentración de pobreza, segregación, huella ecológica, funcionalización económica, pérdida de calidad de vida, degradación de los centros históricos, indiferencia hacia la naturaleza, problemas de gobernabilidad, regresión y deterioro de los espacios públicos, voracidad de consumos energéticos, producción de residuos a gran escala, barreras urbanísticas, degeneración arquitectónica, áreas residuales, carencia de espacios públicos... Las ciudades se han deshumanizado, han perdido su condición inicial

de lugar de encuentro, de intercambio y convivencia para polarizarse al servicio del mercado, de la actividad económica y fi nanciera. Y, consecuentemente, se han deteriorado los modos de vida y la calidad humana”11

Como podemos apreciar, este panorama se muestra poco favorable a la convivencia y como bien dice resta calidad de vida, es en este punto, donde interesa localizar no lugares y transformarlos en espacios para la connivencia, espacios más humanos. El arte en este sentido puede jugar un papel fundamental y utilizarse como herramienta que trabaje en armonía o asintonía con el espacio urbano o arquitectónico, para hacer emerger estos espacios del anonimato y convertirlos es hitos para una nueva colonización.

Entramos pues dentro del territorio de lo que se denomina el arte público, pero con una misión muy específi ca, la localización y trasformación de los no lugares de las ciudades contemporáneas en espacios para la convivencia y la generación de identidad colectiva, utilizando herramientas muy sencillas y realizando actuaciones ex-profeso en búsqueda de la humanización del espacio y lejos de la común denominación de monumento que busca la permanencia de forma solemne de un momento o personaje histórico.

No obstante, no debemos olvidar que en algunos casos estas localizaciones ya han sido colonizadas por propuestas gráfi cas más o menos acertadas, nos referimos en ente caso a manifestaciones de graffi tis, y piezas de urban o street art, tan en boga actualmente. Estos movimientos en general buscan fi nes diferentes.

Han sido estos no lugares de la urbe en muchas ocasiones intervenidos por el denominado movimiento grafi ttero. Sin duda, la marginalidad de estos espacios y lo recóndito de muchos de ellos han favorecido la aparición inicial de estas manifestaciones que distan mucho de la idea inicial de generar espacios para la convivencia o la identifi cación

11 Fernando Gómez Aguilera: “Arte, ciudadanía y espacio público”, en on the w@terfront, 5, marzo de 2004, 36. http://www.raco.cat/index.php/Waterfront/a r t i c le / v iew/214757 /285049 (acceso 23.03.2012)

Mentalgassi: “Metal Head Series”, Getxo (España) 2010

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fuera del ámbito de la persona o grupo que lo genera.Pero de estos lugares y estas prácticas han surgido una nueva manera de colonización del espacio, desde una visión en muchos casos más culta y con unos menajes más sutiles y no tan directos y encriptados como los del fenómeno grafi ttero.

El graffi ti se caracteriza por ser inscripciones gráfi cas de carácter anónimo que se reparten por el entorno urbano, podemos encontrar antecedentes en la época griega y anteriores en restos arqueológicos de antiguas ciudades.

La aparición de término graffi ti tal como lo entendemos hoy en día tiene su origen a fi nales de los años 70 en los Estados Unidos de América, estas manifestaciones espontáneas que muchas veces ocupan los no lugares de las urbes modernas no tienen en cuenta la arquitectura del lugar a intervenir y en muchas ocasiones no hacen más que degradar aún más estos espacios, convirtiéndolos es espacios más excluyentes.

Bien es cierto que algunos grafi teros saltaron de los círculos underground para colonizar espacios de la alta cultura como las galerías de arte, pero estas manifestaciones desvinculadas de su origen se transmutan convirtiéndose en una parte más del mercado del arte.

En muchas ocasiones ocupa espacios degradados, su clandestinidad inherente a estas prácticas, en estos casos poco se tiene en cuenta la dignifi cación del espacio y menos la vinculación de la propuesta con el espacio urbano o arquitectónico, funcionando a modo de huellas que certifi can la presencia de una persona o un colectivo en un lugar determinado, son una especie de colonización del espacio pero desde propuestas personales que lejos de generar identidad y ayudar a la formación antropológica de grupo muchas veces fomentan la degradación del paisaje urbano y generan espacios de exclusión.

En otro camino, el Urban Art o el Street Art, recurren también a estos espacios, algunos autores intentan buscar diferencias entre ambos términos denominando al Street Art como el que fundamentalmente busca localizaciones determinadas donde el artista plasma su idea, de forma clandestina o con todas las de la ley, buscan establecer un diálogo con el espectador a través de la relación entre la obra y el espacio intervenido, es frecuente encontrar discursos sutiles y en algunos casos ciertamente intelectualizados.

Sus soportes son muy diversos y no solo se circunscriben a la propuesta en sí, sino que medios como el vídeo y la fotografía son soportes de sus obras. Los medios más utilizados, sin embargo, provienen de la gráfi ca tradicional y es frecuente que contengan un mensaje semántico de crítica social.

El Urban Art, por contra, suele buscar espacios de tránsito y el mensaje muchas veces encriptado es más directo y generalista. Se busca el impacto de forma directa más que la transmisión de un mensaje más profundo y no tienen

AnónimoAnónimo

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tanta relación con el espacio a intervenir y por lo tanto son extrapolables y muchas veces se repiten en diferentes localizaciones. Esta diferenciación entre ambos términos es tan difusa y controvertida que genera más confusión que luz sobre la cuestión.

Las propuestas de Street o urban art, han conseguido penetrar en la alta cultura igual que pasó en su día con algunas propuestas grafi teras, la exposición organizada en la Tate Modern de Londres así lo atestiguan, al igual que con el fenómeno del grafi tti, las obras desprovistas de su ubicación y generadas en soportes trasportables cobran una nueva dimensión y entran de lleno en el mercado del arte, galerías y ferias.

Las propuestas que nosotros planteamos, tienen como base fundamental la habitabilidad y dignifi cación del espacio buscando corregir abusos en el espacio público que no favorecen la convivencia entre los vecinos, la generación de identidad colectiva y las relaciones humanas.Por tanto, manifestaciones plásticas fundamentalmente

pictóricas pueden trasformar los espacios degradados y sin identidad, en puntos de referencia siempre que partan de un estudio del lugar y del público hacia el cual va dirigido. Al margen del contenido de las propuestas, se puede afi rmar que las prácticas de street o urban art pueden enriquecer los espacios del anonimato de las urbes modernas, favoreciendo de esta manera la convivencia y la creación de grupo, factores sociales muy degradados en la convivencia de las ciudades modernas.

Pero no tenemos que olvidar que todas estas manifestaciones surgen en gran medida de la relación de la plástica bidimensional en el espacio urbanístico y arquitectónico perteneciente al campo de la pintura mural. ¿Estamos inmersos en un nuevo resurgir del muralismo?¿han sido los no lugares espacios de inspiración?

Por la cantidad y calidad de propuestas que se realizan en estos entornos podemos pensar que sí, y que los no lugares, han permitido en gran medida la germinación de estas manifestaciones, del graffi ti al urban o street art.

En esta imagen del artista Sam3 podemos ver sobre un mismo soporte el grafi tti y el urban o Street art. Los grafi tti ocupan el espacio sin tener en cuenta la lectura arquitectónica del lugar, sus mensajes se circunscriben solo a marcar la presencia de una persona o un colectivo y van colonizando el espacio por superposición o adicción sin tener en cuenta lo que ocurre alrededor. Por otro lado, las manifestaciones de urban o Street art, sí contemplan estos factores y enriquecen en gran medida espacios urbanos como el mostrado. Propuestas asintóticas con los elementos arquitectónicos pueden generar hitos y dar un valor añadido a los espacios anónimos de las ciudades modernas.

Sam3: “City Walls”, Oporto (Portugal), 2011. Intervención en una medianera.

Eduardo Zamarro es doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid e imparte clases de dibujo y Análisis de Formas en los estudios de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad Francisco de Vitoria.

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1 Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim: Generación global, Paidós, Barcelona 2008 132 Ulrich Beck: op. cit., 10-11

TOCAR LA CIUDADActividad artística y dinamización urbana

Actualmente y en numerosas ocasiones nos enfrentamos a una serie de divergencias con respecto a nuestro espacio urbano. La experiencia fenomenológica del sujeto individual ya no coincide con el lugar donde se produce y, al mismo tiempo, las coordenadas de las que disponemos ya no son accesibles para la sensación inmediata de lo vivido. De este modo, el valor de la experiencia se diluye, con todo lo que ello supone, lo que provoca una extraña disociación.

Cabría preguntarse si carecemos de un equipamiento perceptivo para afrontar las nuevas realidades espaciales urbanas en las que nos vemos inmersos. La pregunta no sería retórica, ya que hay autores que confi rman este hecho al defender que también nuestro lenguaje se encuentra desbordado por la situación. Ulrich Beck es uno de estos autores, ya que considera que la sociedad global se sustenta en la “discrepancia entre lenguaje y realidad.”1

Esta discrepancia, que incluso califi ca de fracaso, resulta peligrosa, ya que anula cualquier posibilidad de discernimiento y, por ello, cualquier posibilidad de análisis y de crítica: “Vivimos, pensamos y actuamos con unos conceptos anticuados que, no obstante, siguen gobernando nuestro pensamiento y nuestra acción.”2 Sin embargo, aunque nadie sepa a ciencia cierta qué ha sucedido, la situación no puede, tal y como también afi rma Beck, llevarnos al silencio. Ésta no sería, a su juicio, una postura sensata ni recomendable. Posición que supone apostar por una recuperación reactualizada de nuestros conceptos y palabras.

Paula Santiago Martín de Madrid

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140 HETEROTOPÍAS TOCAR LA CIUDAD 141

Con respecto al arte contemporáneo cabe decir que sufre un momento de importantes transformaciones derivadas de las nuevas confi guraciones espaciales, fenómeno que repercute directamente en nuestra manera de relacionarnos con nuestro entorno. Un entorno que en numerosas ocasiones se nos muestra contradictorio, puesto que se confi gura desde la homogeneización y desde la simultánea yuxtaposición de elementos dispares e inconexos que en su propia disparidad quedan unifi cados. Dice Nelson Brisac “Las nuevas grandes escalas constituyen abstracciones que escapan a la experiencia cotidiana y la capacidad cognitiva de los individuos, trascienden los principios del planeamiento urbano y la arquitectura y ponen en jaque el repertorio estético de las prácticas artísticas, y el modo en que el arte se relaciona con el espacio y el tiempo.”

Por otro lado, durante las últimas décadas la práctica artística se ha visto transformada en pluralidad de intervenciones donde adquirirá una determinante importancia el fenómeno urbano. La mirada artística más reciente no analiza el espacio de la ciudad desde una perspectiva historicista o arquitectónica –es decir como repertorio formal y/o estilístico-. La ciudad y el entorno urbano, cobran protagonismo como espacio construido desde un género, como ámbito de confl icto y como núcleo de contrastes políticos y sociales. Frente a la utilización de la ciudad como decorado o como referente argumental plástico, la urbe se ha transformado en sujeto protagonista o, en agente productor de signifi cados. La ciudad, lógicamente, no sólo representa, puesto que responde a una cartografía derivada de clases sociales contrapuestas, economías especuladoras, intereses sociales bien diferenciados… La misma, por tanto, genera sentidos, establece pautas, y edifi ca comportamientos.

En un texto publicado en 1929, el sociólogo Robert Ezra Park (1864-1944)4 defendía que la ciudad es el hábitat natural del hombre civilizado y por tanto “La ciudad y el entorno urbano representan para el hombre la tentativa

más coherente y en general la más satisfactoria de recrear el mundo en que vive de acuerdo a su propio deseo.”5 A juicio del citado sociólogo, este hecho permite poner el acento sobre una cuestión: al crear e intervenir en la ciudad, el hombre se hace a sí mismo. De este modo, la urbe puede ser concebida como un gran laboratorio social en el que la inmensa y compleja estructura que posee actúa como expresión de la naturaleza humana. Es decir, como refl ejo de aquello que en cada momento defi ne a las colectividades y a los individuos.

El reconocimiento de este refl ejo presenta en la actualidad perfi les un tanto confusos, puesto que el fenómeno globalizador implica la existencia de un espacio homogeneizador. Numerosas ciudades han sufrido en los últimos años un importante cambio en su fi sonomía, ayudando a generar la imagen de ciudades alejadas de lo que hasta ahora eran las mismas.

En este sentido, en numerosos proyectos, hemos considerado de interés retomar la mirada de lo accesible. La mirada suscitada por la proximidad de una cotidianidad ausente en numerosas ocasiones en la iconografía resultante de la nueva confi guración de ciudad global. Las nuevas tramas urbanas defi nidas por su carencia de memoria, por el abandono de las necesidades individuales y por el predominio de una arquitectura de grandes proyectos, puede desviar nuestra atención de aquellos lugares de la ciudad donde ésta tan sólo se rige por el desarrollo cotidiano de los acontecimientos. Lugares donde prolifera lo plural y donde conviven diversas formas de entender el mundo.

Cuando nuestro entorno se transforma en un lugar genérico (Rem Koolhaas), donde sus elementos pueden ser hallados en cualquier otro lugar —como si de aeropuertos u hoteles se tratara—, nuestra identidad como individuos se diluye, nuestras vivencias se transforman en actos de una cadena de montaje y la urbe pasa a transformarse en una maquinaria cuyas dimensiones sobrepasan al individuo.

3 Nelson Brissac: “Real/Virtual: Redefi niciones ante las nuevas confi guraciones espaciales y sociales” en Simón Marchán Fiz (ed.): Real/Virtual en la estética y la teoría de las artes, Paidós, Barcelona 2006, 105-1064 Hacemos referencia aquí a este autor no sólo por su gran relevancia intelectual dentro de la sociología americana, sino también por haber sido pionero de numerosos estudios urbanos e iniciador de los análisis de ecología urbana.

5 Robert Ezra Park: La ciudad y otros ensayos de ecología urbana, Serbal, Barcelona 1999, 116.

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Cuestionar el modelo supone retomar el tiempo y retomar la mirada. Mirar supone huir de un discurso espectacularizado (según las premisas de Guy Debord), de ahí que cualquier detalle, cualquier aproximación a un tiempo que no es el actual, pero que no por ello deja de ser el tiempo en el que vivimos, cobra un renovado sentido. A través del mismo cualquier ciudad es una realidad plural que manifi esta su singularidad si parte de la diversidad que la confi gura. De la misma forma, cada barrio y cada calle generan también su diversidad al superponer escenarios, lugares y cosas, lo que hace que sean el resultado de una confl uencia.

En este contexto, el acto de caminar, es decir, el acto que supone la apropiación de la ciudad a través del contacto vivencial otorgado por el paseo, se convierte en el instrumento indispensable de un acercamiento que nos va a llevar más allá de la proyección panorámica de la imagen contemporánea de ciudad. Caminar, escribía recientemente Francesco Careri, artista, arquitecto (y miembro del Laboratorio Stalker y del Osservatorio

Nomade de Roma), “es un instrumento estético con el que explorar y transformar la ciudad actual. El acto de caminar, como ya fue planteado por el Movimiento Situacionista, nos permite ponernos en situación de poder volver a mirar. “Caminando sin rumbo fi jo emergen del territorio nuevas preguntas y nuevas respuestas a cuestiones irresueltas de la ciudad actual.”6

El Centro de Investigación Arte y Entorno (CIAE-UPV)En enero de 2005 diversos grupos de investigación de la Facultad de Bellas Artes de Valencia, cuyas líneas de trabajo confl uían en el estudio expandido del fenómeno urbano, se constituyeron como núcleo del Centro de Investigación Arte y Entorno (CIAE). En las investigaciones y trabajos realizados se han llevado a cabo actuaciones públicas, relacionadas bien sea con cuestiones teóricas, bien sea con intervenciones estrictamente prácticas, actuaciones todas ellas que han abordado en su conjunto problemáticas de carácter artístico, urbanístico, ecológico y sociológico. Al respecto, consideramos que

6 Francesco Careri: Walkscapes. El arte de andar como práctica estética, Gustavo Gili, Barcelona 2006, 199

Proyecto I+D “La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto”

Proyecto I+D “La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto”

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resulta destacable el marco público en el que se ha venido incidiendo. Un marco que abarca espacios como hospitales, colegios, establecimientos penitenciarios, zonas deprimidas y espacios especialmente degradados por sus particulares condiciones socio-económicas.

La experiencia acumulada durante estos años nos ha permitido ir estableciendo un conjunto de objetivos básicos de actuación que, lejos de cerrar nuestro ámbito de investigación, lo que han pretendido es clarifi car de manera general y no restrictiva una serie de líneas básicas de intervención que consideramos de interés. Estos objetivos se pueden resumir en:

Realizar investigaciones teóricas y/o prácticas • destinadas a la interacción entre las diferentes prácticas artísticas y al estudio de cómo éstas mantienen una relación específi ca con el entorno.Emprender intervenciones interdisciplinares que • contemplen las particularidades del medio en el que se integran y el paisaje que generan.Fomentar el análisis del ecosistema urbano tomándolo • como elemento catalizador y dinamizador de debates y refl exiones (artísticas, urbanísticas, antropológicas, estéticas…) sobre el hábitat y las condiciones en las que éste se confi gura.

Partiendo de esos objetivos, hemos articulado diferentes modelos y metodologías de trabajo en el desarrollo de las investigaciones realizadas. Estos modelos nos han permitido desarrollar un conjunto de líneas de investigación que han abarcado los siguientes ejes estructurales:

Dirección, coordinación y ejecución de proyectos I+D • fi nanciados a través de convocatorias públicas. Divulgación científi ca a través de la organización de • congresos, seminarios y jornadas de debate sobre estética y sostenibilidad del entorno, arte público, desarrollo urbano, etc.Intervenciones artísticas en espacios, instituciones •

y/o centros públicos, así como el asesoramiento y elaboración de informes de idoneidad estético-ambiental.Realización de festivales de arte urbano y de proyectos • expositivos de carácter nacional e internacional, aglutinados en torno a las nociones de ciudad, paisaje y territorio.Generación de una línea editorial derivada de las • investigaciones realizadas.

Valencia distrito abierto Siguiendo las premisas señaladas en la introducción del presente texto, el proyecto titulado “La intervención artística como instrumento de análisis urbano: Valencia distrito abierto”7 tomó como punto de partida el estudio individualizado de los 19 distritos que confi guran la ciudad de Valencia. En el marco de la investigación, nuestro análisis recogió desde una perspectiva estético-artística y social la realidad urbana valenciana. El proyecto se sustentó en un trabajo de campo destinado a la recopilación de datos iconográfi cos y visuales que sirvieron como referente de la refl exión teórica8. Se buscó, por ello, potenciar la refl exión sobre el entorno, partiendo del diálogo entre aportaciones teóricas e imágenes. Los objetivos prioritarios de los que partía nuestro proyecto estaban destinados básicamente a:

Analizar desde un planteamiento interdisciplinar el • fenómeno urbano en general y el de Valencia en particular.Impulsar la imagen como un renovado canal de • investigación y análisis para la elaboración de conclusiones en relación con el espacio urbano. Desarrollar de forma teórico-práctica ideas, conceptos • y procesos que contribuyan a favorecer el diálogo entre arte y urbe.Promover el estudio simbólico de la ciudad. • Refl exionar desde diferentes aproximaciones • estéticas sobre la pluralidad de una misma realidad urbana que a su vez se muestra diversa.

7 El Proyecto I+D ‘La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto’, cuyo investigador principal es el profesor Joaquín Aldás, ha sido fi nanciado con ayudas públicas de la Generalitat Valenciana. Los resultados obtenidos en el estudio de diferentes distritos han quedado recogidos en dos libros realizados conjuntamente por Joaquín Aldás y Paula Santiago: Márgenes y centros. La ciudad contrapuesta, Contrastes Culturales, Valencia, 2007 y Tabula rasa. Nuevos siglos, nuevos ensanches, Contrastes Culturales, Valencia 2008.8 Las imágenes que acompañan al presente texto corresponden a diferentes barrios de la ciudad de Valencia (autora: Paula Santiago).

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Por otro lado, en nuestro trabajo nos hemos apoyado en la recuperación de una determinada manera de entender los lugares (retomando para ello las aportaciones de Gaston Bachelard), en la pretensión de llevar a cabo una aproximación a las cosas desde una perspectiva no mediatizada por sus simulacros (según apunta Jean Baudrillard), en el valor de una determinada forma de apreciarlas y percibirlas (para lo que nuestras referencias parten de las aportaciones de Maurice Merleau-Ponty) y en el interés por la recuperación multisensorial del espacio (según las premisas de Juhani Pallasmaa). Y ello porque entendemos que la sobredimensión de nuestro entorno (siguiendo al antropólogo Marc Augé) hace cada vez más difusa –y necesaria- esta aproximación. A continuación señalamos algunas de las conclusiones parciales derivadas de nuestro proyecto.

A medida que nos distanciamos de la ciudad histórica se da un notable predominio de lo visual (de lo panorámico) en relación con nuestra experiencia espacial. En los barrios que se alejan del centro, que pertenecen al

pasado y que genera lugares y micro-entornos, resulta más complejo poder mirar, pese a la visualidad de sus arquitecturas, poder tocar y percibir multisensorialmente. Mientras que ciertos distritos ofrecen imágenes de un tiempo en el que el espacio del hábitat aún era accesible y coherente con las dimensiones aprendidas, otros, que actúan como ejemplo del discurrir histórico del siglo XX, nos introducen paulatinamente en un modelo de ciudad excesivamente visual, donde la aproximación a lo mínimo cada vez resulta más compleja.

Si bien no puede afi rmarse que todas las calles de los diferentes distritos de la ciudad de Valencia responden a un mismo modelo, sí podemos sugerir que existe en éstas la tendencia hacia una estructura de ciudad panorámica determinada por la visibilidad. Este predominio visual ha llevado a algunos autores como Paul Virilio a hablar de una ciudad sobrexpuesta. Es decir, una ciudad hecha a partir de arquitecturas de materiales altamente procesados y con acabados pulidos, brillantes y refl ectantes, donde el objetivo se centra en lograr una máxima luminosidad estética.

Proyecto I+D “La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto”

Proyecto I+D “La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto”

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Aquí cabe recordar que Pallasmaa incide sobre la importancia que tiene el sentido del tacto en nuestra experiencia perceptiva del espacio y en nuestra comprensión del mundo. En su opinión, la ciudad contemporánea continúa privilegiando la vista. Frente al valor de lo óptico nuestro autor apuesta por el carácter de lo háptico, es decir, el valor de una apreciación del mundo surgida de una percepción global y simultánea que no va únicamente a depender de lo visual. Si se reduce lo espacial a una simple visualidad, el mundo y nuestra experiencia del mismo quedan empobrecidos. Nuestra relación con la arquitectura, por tanto, tiene que ir más allá, puesto que su cometido no es otro que “crear metáforas”, unas metáforas, no hay que olvidarlo, que van dirigidas a una mediación y una “reconciliación entre nosotros y el mundo.”9 De este modo, el espacio se concibe no como resultado de lo espectacular, sino como invitación a experimentar. De igual manera, la arquitectura no debe ser un producto-imagen, sino algo que ayude a profundizar en el mundo de lo existencial.

Se podría pensar que a medida que la ciudad de Valencia se desarrolla, se generan nuevos núcleos urbanos en los que la concentración humana y la actividad socio-económica dan lugar a estructuras homogéneas. Sin embargo, este hecho no siempre sucede. En la mayoría de los distritos estudiados la homogeneidad no existe: la realidad dominante es la del contraste y la diferencia. Así, divisiones económicas patentes en la actividad comercial, en los modelos de hábitat, en la distribución de espacios verdes y en la propia confi guración demográfi ca determinan una realidad contrapuesta en el interior de un mismo distrito.

La multiculturalidad real no se da de manera uniforme en los distritos analizados. Existe una concentración evidentemente relacionada con aspectos de carácter económico. Por otro lado, algunos de los barrios estudiados responden a una especifi cad de funciones que contribuyen, dada su compartimentalizada estructura

(administrativa, deportiva, universitaria, hospitalaria, militar, residencial…) a la propia ruptura con la idea de barrio. Aspecto que pone de relieve la propia crisis que el concepto de barrio vive en la actualidad. Por tanto, los límites cartográfi cos de los distritos e, incluso, de algunos barrios- no responden a la realidad social. De este modo, calles y avenidas (zonas de circulación viaria), edifi cios ofi ciales y comerciales, elementos urbanos (jardines, zonas deportivas), obstáculos naturales (antiguo cauce del río), etc., actúan como potentes barreras psicológicas. Éstas pueden ayudar a suscitar un diálogo de oposiciones o, por el contrario, actuar como núcleos de enfrentamiento.

Al mismo tiempo, el diseño urbano parece estar destinado a la circulación de automóviles frente al uso ciudadano, haciendo que la red de comunicaciones de la ciudad se convierta en un atasco de usuarios. Esta proliferación de redes de interconexión transforma, según apunta Joel Garreau, la ciudad en una ciudad corredor, es decir en una ciudad que se supedita al recorrido errático del automóvil privado, renunciando por completo a cuestionar la primacía de la metrópolis sobre el territorio. En consecuencia, el ámbito de lo público o de la participación ciudadana tiende a desaparecer en benefi cio de espacios públicos, entre los que predominan los defi nidos por Marc Augé como no lugares. Es decir, nos encontramos ante espacios de tránsito10 dedicados, en la mayoría de los casos a la circulación de automóviles, a la “proliferación de la parafernalia de la conexión”11. Por otro lado, se ha observado que la peatonalización urbana favorece notablemente la actividad comercial, las relaciones sociales, el intercambio y, en defi nitiva, la reactivación y dinámica de la calle y, en consecuencia, la participación ciudadana.

En las confi guraciones urbanas más recientes de la ciudad se observa una evidente proliferación de un modelo de ciudad genérica que parte habitualmente de la tabula rasa, que se opone a la identidad. Recordemos que la ciudad basada en la identidad responde al modelo de la ciudad

9 Juhani Pallasmaa: Los ojos de la piel, Gustavo Gili, Barcelona 2006, 71-72

10 Marc Augé: Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Gedisa, Barcelona 2004, 41. Recordemos que estos espacios destruyen lo que el mismo autor califi ca como lugares antropológicos, es decir, lugares que generan identidad, historia y relaciones y que surgen de una “relación con el territorio, con sus semejantes y con los otros” (p. 61).11 Rem Koolhaas: La ciudad genérica, Gustavo Gili, Barcelona 2006, 29.

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histórica y que, por ello, requiere constantes atenciones. La ciudad genérica, por el contrario, no reclama cuidados, puesto que “no necesita mantenimiento.” Esta carencia de historia hace que el espacio urbano se regule en función de su utilidad y de su capacidad para provocar el olvido, de ahí que cualquier autenticidad en relación con éste sea considerada como innecesaria. Ahora bien, el rechazo a la historia y a la identidad provoca una curiosa situación ya que cuando estos espacios son utilizados, habitualmente son vaciados y transformados en reclamo turístico como se da en el caso de la ubicación de espacios hoteleros en edifi cios de carácter histórico.

Asimismo las arquitecturas destinadas al hábitat y que corresponden a distritos en los que se ha intervenido urbanísticamente en los últimos años, se da un predominio de estructuras modulares y repetitivas. Aquí la calle o la plaza no son el elemento central. Lo vertical se impone frente a lo horizontal y en dicha verticalidad 12no se potencia la interacción, sino el ya mencionado aislamiento.

En la misma dirección, la proliferación de los denominados espacio basura en las zonas de reciente construcción niega la propia idea de espacio, ya que puede ser entendido como su contrafi gura. Este tipo de espacio no genera un lugar diverso ni múltiple. Aparentemente parece que lo haga, ya que “su contenido es dinámico,” sin embargo el mismo “está estancado, reciclado o multiplicado como en una clonación.”13 Su dinamismo es engañoso y más que densidad produce abigarramiento y su nomadismo no refl eja libertad, sino descoordinación. 14 Son espacios que no se basan en la identidad o en la memoria. Actúa, por tanto, como un espacio básicamente de consumo en el que se es incapaz de conseguir la identifi cación que los espacios antropológicos provocan.

Por otro lado, se observa la proliferación de edifi caciones exentas, cerradas y vigiladas que forman parte de grandes proyectos y que a su vez favorecen la no participación pública. Paralelamente cabe señalar que estos grandes proyectos han generado extensos y numerosos espacios

12 “Resulta extraño que quienes tienen menos dinero habiten el artículo más caro (la tierra), y los que pagan habiten lo que es gratis (el aire).” Rem Koolhaas: op. cit., 2513 Rem Koolhaas: Espacio basura, Gustavo Gili, Barcelona 2007, 16

14 El concepto de ciudad nómada intenta trasladar a la forma urbana el fenómeno de la movilidad creciente que domina a la sociedad contemporánea. Muchos ciudadanos se trasladan de un lugar a otro sin residir de manera estable en ninguno de ellos: son los nómadas urbanos. Éstos se encuentran dotados de una amplia parafernalia tecnológica (teléfonos móviles, ordenadores portátiles, agendas electrónicas…) que les permite estar en permanente movimiento. La ciudad nómada se corresponde con un determinado tipo de arquitectura cuya clave es la fl exibilidad y lo genérico. El predominio en la misma de materiales intercambiables o desechables se relaciona con la creación de espacios basura y con la consiguiente anulación de la memoria colectiva.

Proyecto I+D “La intervención artística como instrumento de análisis urbano. Valencia distrito abierto”

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a la expectativa en diferentes distritos de la ciudad. Al respecto cabe recordar que Ignasi de Solà-Morales desde presupuestos derivados de su condición de arquitecto y fi lósofo se ha interesado por estos espacios a los que denomina terrain vague. A través del terrain vague15, Solà-Morales indaga sobre la forma que adquiere la ausencia en la metrópoli contemporánea. Esta ausencia es abordada por medio del valor que éste otorga tanto a áreas abandonadas por la propia evolución económica (fábricas, puertos…), como a espacios y edifi cios obsoletos e improductivos o, incluso, a zonas indefi nidas, residuales y sin límites determinados (pensemos, por ejemplo, en los vertederos).

Ante el interés (aunque éste se manifi este en momentos muy determinados) que desde el ámbito institucional se tiene por recuperar dichos e spacios, este autor apela al valor que éstos poseen en su actual estado de abandono e improductividad. Un estado que, desde esta perspectiva, se revela como un ámbito de resistencia ante el poder económico y político. El terrain vague se transforma, por tanto, en la plasmación espacial de la extrañeza, es decir, en la constatación territorial de la indeterminación. Ante la homogeneidad de lo genérico, la existencia de estos espacios provoca la apertura de un resquicio de libertad.

El término utilizado por Solá-Morales, así como las expectativas, que genera en tanto que posibilidad espacial no genérica, lo podemos vincular a la noción de tercer paisaje. Una noción que introduce Gilles Clément y de la que hemos extraído esa idea de espacio indeciso a la que acabamos de hacer referencia: “Si dejamos de mirar el paisaje como si fuese el objeto de una industria podremos descubrir de repente —¿se trata de un olvido del cartógrafo, de una negligencia del político?— una gran cantidad de espacios indecisos, desprovistos de función, a los que resulta difícil darles un nombre. Este conjunto no pertenece ni al dominio de la sombra ni al de la luz.”16

A través del tercer paisaje, Clément descubre la posibilidad de un territorio que actúa como “refugio para

la diversidad,” hecho que favorece la existencia de un espacio situado, en cierto modo, al margen del poder económico, político, etc. Un espacio que es considerado como “explotación imposible o irracional” y que genera un dominio “desestructurado, incómodo, impracticable.” Con otras palabras, un “espacio de rechazo, de desechos, de margen” y “de inseguridad”17 que, en cualquier momento y en función de intereses políticos o económicos, puede verse modifi cado.

La reconsideración de lo improductivo como productivo a un nivel económico y mercantil resulta sustancial para estos dos autores. El terrain vague y el tercer paisaje nos remiten a la posibilidad de un entorno que no necesariamente está destinado a convertirse de manera irreversible en ciudad genérica y espacio basura. Un entorno que todavía tiene el poder de transformarse en tanto que posee “capacidad para reinventarse constantemente.”1815 Este término forma parte de

una propuesta de análisis urbano de carácter alternativo. A través de la misma se busca un particular acercamiento a la metrópolis contemporánea, dado que ésta escapa a la lógica de los sistemas de análisis del urbanismo tradicional. Basándose en un conjunto de categorías derivadas de Gilles Deleuze y de su concepción “de planos de conocimiento establecidos por determinados puntos aleatorios,” Solà-Morales utiliza nociones como las de mutaciones, fl ujos, terrain vague y otras. El objetivo es generar una aproximación al urbanismo, partiendo de los presupuestos de una ciencia nómada. Para una contextualización de las posiciones de este autor puede consultarse Saskia Sassen: “Arqueologías del espacio urbano”, en el prólogo a Ignasi de Solà-Morales: Territorios, Gustavo Gili, Barcelona 2002, 7-1916 Gilles Clément: Manifi esto del Tercer paisaje, Gustavo Gili, Barcelona 2007, 917 Gilles Clément: op. cit., 5518 Gilles Clément: op. cit., 63.

Paula Santiago es doctora en Bellas Artes. Profesora del Departamento de Pintura en la fadultad de Bellas Artes de Valencia, es miembro del Centro de Investigación Arte y Entorno de la Universitat Politècnica de València,

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LEGÁZPOLISMapeo cultural de un fragmento urbano

Mundo Legazpi es una herramienta de mapeo que incorpora proyectos de diferentes creadores para descubrir modos de mirar, entender y habitar un fragmento de la ciudad. Legázpolis es el primer proyecto invitado a Mundo Legazpi, desarrollado por la artista Tamara Arroyo. Este proyecto redibuja la cartografía del barrio madrileño de Legazpi con nuevos mapas que toman como base de sus representaciones paisajes culturales y aspectos de la vida urbana que transforman la geografía del territorio y diluyen las fronteras para evocar otros lugares y tiempos.

Mapa MudoEl proyecto se dividió en diferentes capas. La primera de ellas parte de la idea del mapa mudo escolar, como metáfora del papel en blanco que hay que rellenar, en este caso, que hay que recorrer. También utilizo el mapa mudo como idea de continente o isla, ya que la zona de la ciudad que he escogido para trabajar, por la silueta del área que abarca, pareciera un continente rodeado por un mar, en este caso, por el río Manzanares. Recupero además la memoria asociada al territorio, sobre una época del pasado en la cual Madrid miraba hacia el río, hasta que su curso se canalizó y sus orillas quedaron rodeadas por la M-30.

Dentro de esta capa había varios niveles relacionados con mi idea de mapa mudo:

Observaciones para una expedición: Recorridos con el escritor Morten Paul por las vías muertas del tren de la estación de Delicias, la primera estación construida en la capital que unía Madrid con Badajoz y que dejó de tener actividad en 1969.

Tamara Arroyo

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Primera confi rmación del caso: 7 zapatos sin pareja (Nike, Adidas, botas, slippers, chancletas..); 1 rebeca en la rama más baja del árbol; 2 botellas vacías de cava (bruto natural)

Noticia adicional: desde lejos vimos el grupo de cabezas, las cuales acaso salieron de un hueco del suelo. Son estudiantes de arqueología, quienes buscan pruebas prehistóricas en los terrenos abandonados de Renfe. Ya no espero encontrar a Indiana Jones entre ellos, cuando aparece su sombrero marrón de cuero polvoriento detrás de un Fiat Punto rojo (probablemente estaba haciendo su negocio ahi) y grita, photos are not allowed!!!!!!!.

Instrucción para construir un poema: pon la oreja en los raíles detrás de las torres de agua, antes de que terminen veinte metros más allá, empiezan otra vez y rompen completamente, se hunden, se escurren, se puede decir, en la hierba... escribe lo que escuchas. No olvides dejarte tomar una foto desde atrás, cuando tienes el atardecer rojo enfrente, caminando entre los carriles.

Segunda confi rmación del caso: un taller mecánico improvisado debajo del paseo peatonal; el circuito al lado de la excavación; Dos tesis

Kant nunca estuvo en América1.

Tercera confi rmación del caso: en las imágenes por satélite de Google Earth se puede ver exactamente los caminos trillados, arcos y diagonales marrones fi nos a través de la hierba.

En la visita de nuevo (repetida): estamos casi en Africa, dicen, después de mi observación poco original, que la superfi cie fl uorescente se ha convertido en una cuenca amarilla en pocas semanas, y es verdad: ellos extienden sus brazos mientras lejos puedo ver entre las dos torres de agua desiguales el cuello de una jirafa negra.

No es una guía telefónica, ni una historia

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. Mapa de presentación del proyecto en la página web de Mundo Legazpi.

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. La primera capa del proyecto es el Mapa Mudo.

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MappersUno de los ejercicios colaborativos que realicé durante el proceso de trabajo en el proyecto Legázpolis, fue invitar a un grupo de niños a trabajar sobre el concepto del mapa mudo, posiblemente una de las primeras representaciones sobre una idea cartográfi ca a la que nos enfrentamos en la niñez. La propuesta exacta que les hice fue dibujar el trayecto habitual que siguen para ir desde su casa al colegio o al Matadero. La noción del mapa mudo en la mente de los niños metaforizaba la libertad de una situación en la cual se eliminaban o no existían las fronteras, ni todas las categorías y taxonomías migratorias en que devienen estas líneas limítrofes.

En busca del tesoroFue un ejercicio a través del cual colaboré con dos grupos de niños que debían encontrar intervenciones realizadas en su barrio, concretamente en la zona conocida como la Colonia Pico del Pañuelo, un área triangular ocupada por edifi cios de viviendas amarillos que datan de 1927 .

Su autor es el arquitecto Fernando de Escondrillas y sus límites están marcados por el paseo de las Delicias, el paseo de la Chopera y la calle Guillermo de Osma. La idea era que los niños fi jaran su atención en diferentes elementos del barrio. Una vez localizados tales elementos debían marcar el sitio y dibujar, a modo de leyenda, la intervención encontrada.

GuiridayEn el barrio de Legazpi, el Matadero es un punto de referencia, un lugar reconocido por los viandantes tanto por su arquitectura como por ocupar un rol central dentro del imaginario colectivo asociado a esta zona sur de Madrid, que proviene de la importancia que tenía en la vida económica del barrio desde mediados del siglo XX, cuando funcionaba como matadero municipal. De este modo se propone caminar por Legazpi y tomar el Matadero como punto de referencia desde el cual crear un trayecto hacia otras zonas del barrio o de la ciudad. Preguntar a vecinos, viandantes, gente de paso por un recorrido para llegar al

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. Los elementos localizados se marcan en el Mapa del Tesoro.

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. Los niños debían encontrar pequeñas intervenciones en el barrio.

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Matadero, detona no sólo la imaginación cartográfi ca, sino los recuerdos asociados al lugar, los paseos habituales a través de las calles de Legazpi, las memorias sobre sus bares, tiendas, puntos de encuentro...

A la derivaNuevamente salí a hacer recorridos por el barrio de Legazpi. Sin rumbo ni destino fi jo, me dejé llevar por la espontaneidad. Subí por la calle Jaime el Conquistador hasta la glorieta de Santa María de la Cabeza, una vez allí, empecé a andar por la calle Ferrocarril, populosa, de anchas aceras. Al mismo tiempo iba recordando algunas fotos antiguas que había encontrado en internet, imágenes de mediados del pasado siglo. De pronto, me encuentro repitiendo la pose de alguien captado por aquellas fotografías, en el mismo punto de la calle Ferrocarril, todavía reconocible por algunas huellas de las fachadas de los edifi cios. Repito mi simulacro turístico, pidiendo un gráfi co que me ayude a encontrar el camino de vuelta al Matadero...

Mapa PolíticoPeluquería Katty Bares y peluquerías son dos tipos de negocios que proliferan en Legazpi. En ambos casos, el sello latino es común. Subiendo por la calle Cáceres está Katty, una peluquería caribeña. Desde la angosta puerta que da acceso al local se escucha la música proveniente de la radio, de una emisora dominicana. Creo que se oye alguna canción de Juan Luis Guerra. A ritmo de bachata, tarareando un estribillo, las tres chicas que ejercen el ofi cio de peluqueras mueven tijeras y cepillos, secadores de pelo. En las butacas, las clientes conversan entre ellas; por la manera de llamarse unas a otras, parece que tienen algún grado de parentesco. De pronto, un alarido de sorpresa tras un anuncio en la radio, hace que las clientes que esperan su turno en las sillas junto a la pared comiencen a cantar a coro una canción. Aquí, el diseño de los salones de estética y ambiente minimal, las luces frías de los neones blancos, ha sido sustituido por el calor familiar de la complicidad cultural, por la algarabía de las calles de Santo Domingo, San Juan o La Habana...

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. El Mapa Político dibuja la cartografía mulinacional del barrio.

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. El paseo Guiriday resulta de preguntar a la gente cómo llegar al Matadero.

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PragaÁlbum de viaje: Legazpi parece tener su especial manera de entender y (des)ordenar el mundo. Las estructuras establecidas de la política o la economía se transforman en el viaje a través del espejo que implica adentrarse por sus calles. La geografía, tal y como la hemos entendido —o se nos ha impuesto— deja de existir. Entonces Praga es una ciudad al lado de Osaka, un territorio expandido y orgánico donde los límites y las fronteras, físicos o imaginarios, son borrados. Atravesar Legazpi es jugar a deconstruir categorías continentales, taxonomías que han codifi cado el espacio entre el dentro y el fuera, el norte o el sur, el este o el oeste, Occidente u Oriente. Legazpi dibuja un mapa que ha cambiado de color...

Osaka¿Dónde está Osaka? ¿Recuerdas nuestro viaje a Osaka? De repente, en medio de Legazpi, me he trasladado a otra ciudad. ¿Cómo habrá surgido el nombre de este garaje? ¿Habrán estado sus propietarios en Osaka? Qué curiosa resulta esa acción de nombrar lugares a través de los nombres de otros lugares. Estos detalles son los que te llevan a mirar y entender un barrio de un modo diferente, fi jándote en las pequeñas cosas que le dan un sentido distinto.

DólarEconomía biopolítica en Legazpi: un ensayo costumbrista sobre las estructuras económicas y la economía emergente en el Legazpi del siglo XXI.

Bar típico latinoCaminar por las calles del Pico del Pañuelo es casi una forma de viajar fuera de Madrid sin necesidad de volar o navegar más allá de sus fronteras. Bares, peluquerías, tiendas, talleres de coches permiten hacer un itinerario latino a través de sus nombres, escaparates, carteles y neones.

Bar LatinoDistrito de Arganzuela/ Demografía—Origen por nacionalidades de la población extranjera: Los habitantes de procedencia ecuatoriana alcanzan el 39,7% del total de la población inmigrante que vive en el distrito; Otras comunidades que superan los mil miembros son Colombia, República Dominicana, China, Marruecos y Perú, según datos de enero de 2005 de la Dirección General de Estadística, Área de Gobierno de Hacienda y Administración Pública del Ayuntamiento de Madrid. Ecuador 9842 habitantes / Colombia 1861 habitantes / República Dominicana 1266 habitantes / China 1398 habitantes / Perú 1018 habitantes / Marruecos 901 habitantes / Rumanía 1146 habitantes / Argentina 644 habitantes / Bolivia 809 habitantes / Italia 468 habitantes / Cuba 424 habitantes / Filipinas 326 habitantes / Venezuela 352 habitantes / Brasil 371 habitantes / Otros países 3909 habitantes

Bar Caribe Sur

Un son para niños antillanos

Por el Mar de las AntillasAnda un barco de papel:anda y anda el barcobarco,sin timonel.

De La Habana a Portobelo, de Jamaica a Trinidad, anda y anda el barco barco sin capitán.

Una negra va en la popa, va en la proa un español: Anda y anda el barcobarco, con ellos dos.

Pasan islas, islas, islas, muchas islas, siempremás;

anda y anda el barco barco, sin descansar.

Un cañón de chocolate contra el barco disparó, y un cañón de azúcar, azúcar,le contestó.

¡Ay, mi barco marinero, con su casco de papel! ¡Ay, mi barco negro yblanco sin timonel!

Allá va la negra negra, junto junto al español; anda y anda el arco barco con ellos dos.

Nicolás Guillén

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Luz TropicalCaminando por el paseo de la Chopera, en la acera enfrente de Matadero, entre la plaza del General Maroto y la plaza de Legazpi, hay un bar regentado por dominicanas que se llama Luz Tropical. Un punto de encuentro a la salida o entrada de Matadero. Desde la acera se escuchan bachatas y merengues y, ya dentro, el olor de los tamales de Nelly. El cartel sobre la puerta, justo en el límite del Pico del Pañuelo, parece ser una advertencia sobre la entrada a un mundo de sonidos, olores y colores cálidos, que te transportan a República Dominicana y metamorfosean el área en un ínsula caribeña, con su particular cronotopos.

Estrella del Pacífi coLegazpi deviene un barrio con muchas curiosidades. Los nombres de los bares aquí juegan con la imaginación, parece que desean convocar el espíritu ancestral del viajero, esos tiempos nómadas en los que el movimiento permanente concebía la geografía como la representación de un viaje. Sentada tomando una cerveza en la Estrella del Pacífi co no podía evitar pensar en el nombre del bar, en la grandilocuencia de un nombre que parece de navío, de barco, de aventura marítima...

T. Arroyo: Legázpolis, 2009. “Strip Delicias” emplea carteles comerciales fuera de contexto.

Tamara Arroyo es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Su obra imbrica la experiecia personal, la memoria y el azar en intervenciones ideadas para un lugar concreto.