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Varia juancrudsta JOSÉ CARLOS GÓMEZ-MENOR (Toledo) En esta misma Revista, el P. José Vicente Rodríguez publicaba no hace mucho unas interesantísimas páginas sobre temas relaciona- dos con san Juan de la Cruz l. Aquellas notas han sido estímulo para animarme a redactar esta serie de breves capitulillos con parejo en- cabezamiento y parecida intención; aunque no acertaré tanto como el docto especialista en la obra y biografía del Doctor Místico. No obstante, me decido a publicar estas notas en lo que valgan, puesto que puedo incluume entre los «muchos que, atraídos por su figura, para bien o para mal, intentan dilucidarla». En todo caso, pretendo seguir el sabio consejo de Hugo de San Víctor (muerto en el lejano año 1141): «Omnia disce: videbis postea nihil esse superfluum» 2. 1. EL PADRE ERA NOBLE No hay manera de eludu' la conocida relación de Francisco de Yepes sobre su santo hermano fray Juan de la Cruz, porque no existe ninguna otra más próxima a los hechos que nana ni que ofrezca mayores garantías de veracidad. 1 JosÉ VICENTE RODRíGUEZ, «Lectura varia sanjuanista», Revista de Espiritua- lidad, 52 (1993), 285-323. 2 Didascalion, VI, 3. PL 176, 801 A. Apréndelo todo; después verás que nada resulta supe/lluo. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (54) (1995), 585-614

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Varia juancrudsta

JOSÉ CARLOS GÓMEZ-MENOR

(Toledo)

En esta misma Revista, el P. José Vicente Rodríguez publicaba no hace mucho unas interesantísimas páginas sobre temas relaciona­dos con san Juan de la Cruz l. Aquellas notas han sido estímulo para animarme a redactar esta serie de breves capitulillos con parejo en­cabezamiento y parecida intención; aunque no acertaré tanto como el docto especialista en la obra y biografía del Doctor Místico. No obstante, me decido a publicar estas notas en lo que valgan, puesto que puedo incluume entre los «muchos que, atraídos por su figura, para bien o para mal, intentan dilucidarla». En todo caso, pretendo seguir el sabio consejo de Hugo de San Víctor (muerto en el lejano año 1141): «Omnia disce: videbis postea nihil esse superfluum» 2.

1. EL PADRE ERA NOBLE

No hay manera de eludu' la conocida relación de Francisco de Yepes sobre su santo hermano fray Juan de la Cruz, porque no existe ninguna otra más próxima a los hechos que nana ni que ofrezca mayores garantías de veracidad.

1 JosÉ VICENTE RODRíGUEZ, «Lectura varia sanjuanista», Revista de Espiritua­lidad, 52 (1993), 285-323.

2 Didascalion, VI, 3. PL 176, 801 A. Apréndelo todo; después verás que nada resulta supe/lluo.

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Se trata de una relación muy breve y concisa. Comienza así: «Jhs. Los padres del padre fr. Joan de la Cmz fueron naturales de Toledo. El padre era noble; llamábase Gonzalo de Yepes. Su madre se llama­ba Catalina Alvarez. Fuimos tres hermanos: el menor fue el padre fr. Joan. Vinieron sus padres a vivir a Ontiveros, donde se casó con la dicha Catalina Alvarez pobremente. Nació el dicho padre en Ontive­ros, donde murió su padre» 3.

El padre era l1ohle, Llamábase Gonzalo de Yepes, El único ad­jetivo que da Francisco a su padre es éste: noble, No es posible dudar de tan clara y rotunda afirmación. Pero ¿qué quiere expresar Francis­co de Yepes calificando a su padre de noble?

La nobleza era entonces una realidad social presente en todas partes, que influye en todos los estamentos e instituciones, y centra los anhelos íntimos, las apetencias y los ideales de vida de todos los castellanos. La nobleza no era en aquel tiempo un concepto vano, vacío, sino plenísimo de significación.

Veamos un testimonio de la época. Pocos años después de morir Gonzalo de Yepes apareció en Burgos y Alcalá de Henares, y tam­bién en Amberes, en 1554, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, genial inicio de la novela europea, espejo fiel de la vida de mendigos, clérigos e hidalgos de la Castilla de la época. La tercera parte de la novelita nos muestra con genialidad sin par la vida, la ocupación -la hacienda- de un pobre escudero, la categoría inferior de la nobleza de aquel tiempo.

La hidalguía, tan unida al concepto de la honra, es el mayor bien terreno que hay que preservar aun en medio de la mayor pobreza. El escudero del Lazarillo le dice al pequeño protagonista: «Eres mocha­cho ... y no sientes las cosas de la honra, en que el día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien» 4. Y comenta R. Menéndez Pidal sobre los hidalgos: «Como dependían directamente del rey, sus personas, cosas y heredades estaban exentas de jurisdicción señorial;

3 BNM ms, 12.738, 611-618, Puede verse en Francisco de Yepes. Escritos espirituales, edic. y notas de Pablo María GatTido, Madrid, Editorial de Espiri­tualidad, 1990, pp. 63 Y ss.

4 Lazarillo de Tormes, edic. de Francisco Rico, Madrid, Cátedra, 3." edic" 1988, p. 99.

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de ahí el orgullo del pobre amo de Lázaro» 5. Por eso se muestra altanero incluso ante los caballeros del lugar de residencia, sin ex­ceptuar al mismo conde 6. F. Rico, excelente comentador del Lazari­llo, anota: «Em 1558, un hidalgo de Monleón (Salamanca) que no poseía sino unos pocos olivos y una viña proclamaba que su profe­sión era servir a Dios y al Rey» 7.

Es decir, la nobleza es compatible con la pobreza. Porque dentro del estamento de los nobles se da toda una escala de situaciones económicas que comportan, naturalmente, variantes circunstanciales en la manera de vivir la hidalguía.

Francisco de Yepes, cuando califica a su padre como «noble» quiere expresar, por lo pronto, que su pndre gozn dc los privilegios propios de la hidalguía. No pertenece a la condición de aquellos a los que el rey llama, en los documentos emanados de la cancille­ría real o de la contaduría mayor de Hacienda, «mis buenos hom­bres pecheros». Gonzalo no pecha, como no pechará después su hijo Francisco.

Hay otra connotación natural en el adjetivo usado por Francisco de Yepes, y dicho en el lenguaje de hoyes éste: mi padre 110 fue un cualquiera. Era pobre, sí, pero tenía su homa, no era un buen hombre pechero; pasar por pechero era algo que ni Gonzalo ni sus hijos podían ni debían moralmente aceptar 8.

5 Antología de prosistas españoles, Madrid, 1899. 6 «Pues te hago saber que yo soy, como vees, un escudero, mas vótote a Dios

si al Conde topo en la calle y no me quita muy bien quitado del todo el bonete, que otra vez que venga me sepa yo entrar en una casa, fingiendo en ella algún negocio, o atravesar otra calle, si la hay, antes que llegue a mí, por no quitárselo. Que un hidalgo no debe a otro que a Dios y al rey nada, ni es justo, siendo hombre de bien, se descuide un punto de tener en mucho su persona». Lazarillo, ibidem.

7 D. E. VASSBERG, Tierra y sociedad en Castilla, Barcelona, 1986, p. 146. Apud ed. cil. del Lazarillo, ibidem nota 125.

8 La persona de linaje hidalgo estaba al servicio directo del rey; tenía el privilegio de no pechar; estaba exento de pagar los tributos ordinarios para sostener las guerras, pero obligado a participar en ellas. La condición de hidalgo era irrenunciable y sus derechos y obligaciones no prescribían jamás, al menos jurídicamente.

Puede verse el interesante capítulo «Hidalguía e hidalguismo en la historia de España», incluido en LUIS SÁNcHEz AGESTA, España al encuentro de Europa, Madrid, BAC, 1971.

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No exageremos su estado social concediéndole el título de don, que entonces era propio de las personas más distinguidas, como eran los caballeros; ni le quitemos la condición de hidalgo o escudero, que indudablemente gozó. La condición de noble era un concepto claro e inequívoco, que Francisco usa con llaneza y naturalidad en una relación que respira toda ella sencillez y verdad.

n. SOBRE EL AÑO DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN DE LA CRUZ

Escribió en esta misma Revista el P. José Vicente Rodríguez, refiriéndose al santo: «Parece que no cabe más ignorancia de cier­tas fechas en la breve biografía de este hombre. No sabemos ni el mes ni el día de su nacimiento, ni el mes ni el día de su toma de hábito y profesión religiosa en el Carmelo, ni el día ni el mes de su ordenación sacerdotal, ni otras cuantas fechas que nos gustaría co­nocer» 9.

Parecía que el año del nacimiento se fijaba con certeza en 1542, por el peso de antiguos y modernos biógrafos. Bruno de Jesús Ma­ría inicia su obra con la descripción de su llegada a Fontiveros, «donde el sábado 24 de junio de 1542 nació San Juan de la Cruz» 10.

Pero en nota añade: Según Alonso [de la Madre de Dios] (U., c.1) nació «fin del año mill y quinientos quarenta y dos». Crisógono de Jesús Sacramentado acepta como segura la fecha de 1542, sin duda por parecerle respetable la tradición mayoritaria de los historiadores de su Orden 11 •

Jean Baruzi, pocos años antes, había sido mucho más crítico: «La cronología de los hechos es muy incierta para el conjunto del período de la infancia. Sabemos que Juan de Yepes nace en Fontiveros, pero no podemos precisar ni el mes ni el día». Y en nota apostilla: «Ni

9 JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ, loe. cit. supra, p. 286. 10 BRUNO DE JESUS MARIE, S. Jean de la Croix, París, Plon, 1929. Traduc.

castellana: San Juan de la Cruz, Madrid, FAX, 1943, p. 10. II CRISÓGONO DE J. S., Vida de San Juan de la Cruz, Madrid, BAC, 12 edic.,

1991, p. 16. Afirma en nota el P. Crisógono: «Seguro también el año de su nacimiento

(1542), aunque no por documento oficial primitivo, sino por deducción de la edad que tenía cuando murió (Ms. 12738 fol. 1379»>.

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siquiera el año (1542) puede establecerse a partir de un documento. No contamos, efectivamente, con el acta de bautismo de Juan de Yepes, porque la Iglesia de Fontiveros y los registros palToquiales quedaron destmidos por un incendio el 27 de julio de 1546» 12.

La reciente edición de la Vida y virtudes del venerable varón Francisco de Yepes (Valladolid 1617) de fray Joseph de Velasco, ha venido a complicar mucho más tan oscuro tema. Velasco inicia su corta biografía del padre fray Juan de la Cmz con un admirable elogio, que abarca toda la vida del santo, y prosigue: «Nació en Ontiveros el año de 1540, donde se crió y pasó su niñez» 13.

Páginas antes, José de Velasco había fijado el nacimiento del hermano mayor, Fnmcisco, en 1530, fecha que tiene presente para datar la estancia en Arévalo (<<Sería entonces el siervo de Dios de diez y ocho años, poco más o menos»), y la llegada a Medina del Campo (tendría veinte y dos años, poco más o menos, cuando salió de Aré­valo, que fue el año de 1551»). José de Velasco hubo de conocer estas

12 JEAN BARUZI, San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística, traducción castellana, Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, 1991, p. 106.

La fecha del incendio de la parroquia de Fontiveros (que debió de empezar por la sacristía y afectar también a la capilla mayor) la da el cura propio Pedro Martín de Salinas en el último folio del libro 1.0 de Bautismos: «Qemose la yglesia año de mill e quiOs y q[uarenta] i seis años dia de la visitacion de nra señora fiesta patrona del pueblo. Entre las demas y este año fue Sant Jhoan Baptista Corpus Christi todo en un dia.-Po Min. de Salinas.

La fecha exacta fue el 2 de julio de 1546. Por lo tanto, Bamzi ha sufrido un error puesto que pone 27 de julio, error que pasó a la obra de Bmno de Jesus Marie. Crisógono equivoca el año, pues escribe en nota: «el incendio acaeció en 1544 y no en 1546 como dice Bamzi, ya que el nuevo libro de bautizados comienza en 1545».

La explicación de todo esto es otra anotación del mismo cura lic. Pedro Martín de Salinas en el libro 2. 0 de Bautizados, que copia BALBINO VELASCO en De Fontiveros a Salamanca pasando por Medina del Campo, Madrid, 1991, p. 29, nota 23.

Esta anotación del cura párroco sobre el incendio de 1546 está deficiente­mente copiada en la obra de A. CASASECA CASASECA, Rodrigo Gil de Hontañón, Salamanca, 1988, p. 157, aunque la fecha dada es la buena.

13 FRAY JosÉ DE VELASCO, Vida, virtudes y muerte del venerable varón Fran­cisco de Yepes, edición de Ana Díaz Medina, Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo, 1992. Edición hecha sobre la primera edición, Valladolid, 1616, señalando las correcciones de la segunda, Valladolid, 1617. La cita se toma del libro n, capítulo 1, página de la edición de Ana Díaz Medina 157.

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fechas en sus conversaciones con el mismo Francisco de Yepes, su hijo de confesión durante los tres últimos años de su vida 14.

Sabemos también que en aquella época, de no exhibir una copia de la partida de bautismo, los olvidos e imprecisiones sobre el año del propio nacimiento eran muy frecuentes. Por eso los escribanos públicos, al consignar la edad de los testigos en cualquier informa­ción o testimonio, después de indicar la edad del testigo, no omiten nunca la coletilla «poco más o menos».

Indudablemente, Francisco sabía, o creía saber, con más o menos exactitud, que había nacido en 1530, y su hermano Juan en 1540. Pero ¿estaba Francisco en lo cierto? ¿Hay alguna manera de confir­mar estas fechas?

Una referencia que ayudaría a ello seda conocer el año exacto de la muerte de Gonzalo de Yepes, pero Velasco sólo consigna la cir­cunstancia de una larga enfermedad: «probole nuestro Señor al padre con un mal que le duró dos años» 15. Por este lado no queda indicio alguno de la edad del nacimiento del hijo menor. Tampoco fija Velas­co el año del viaje de Catalina Alvarez y sus hijos a tielTas de Toledo, para pedir la protección de los tíos de los niños, el sacerdote que vive en TOlTijos y el médico de Gálvez. Acerca de este viaje escribe Velas­co que fue poco después del comienzo de unos años estériles: «y como se le llegó a esto [la extrema necesidad por lo mucho que se había gastado en la enfermedad de Gonzalo] el venir de los años estériles, y que no se hallaba pan por ningún dinero ni qué comer ... » 16.

Este es un dato impreciso, pero al menos una referencia concreta y aproximada, que puede complementarse con otro dato que da Ve­lasco: cuando Catalina Alvarez «halló buen acogimiento en él, y el tiempo que allí estuvo la regaló y consoló lo que pudo», el mismo médico acogió a Francisco en su casa y en ella «estuvo Francisco con el tío un año ... tendría diez o once años cuando entró en casa del tío» 17. Luego cuando regresó a Fontiveros, Francisco hubo de tener once o doce años, según Velasco.

14 Murió Francisco en Medina del Campo, día de San Andrés de 1607. Ve-lasco fue su confesor desde 1604.

15 O. cit., p. 74. 16 O. cit., p. 74. 17 O. cit., p. 76.

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La referencia es clara. En el supuesto de ser verdadera la fecha de nacimiento de Francisco en 1530, el viaje a Gálvez hubo de ser en 1540 ó 1541. y como Juan había nacido ya, habría que poner su nacimiento, lo más tarde, en 1540. Que es la fecha dada por Velasco.

Naturalmente, en este caso, los «años estériles» no son los de 1543-1544 -los más graves en esta década de los años cuaren­ta-, sino anteriores, que los hubo. Explica todo ello Antonio Do­mínguez Ortiz: «Estas acometidas de las enfermedades contagiosas seguían ordinariamene a temporadas de malas cosechas, porque el alimento insuficiente disminuía las defensas orgánicas; por ello ata­caban con preferencia a las clases bajas, aunque, una vez generaliza­do el contagio, tampoco se librasen las altas. QUiZ8 por eso hay una cierta periodicidad que podemos suponer ligada a ciclos climatológi­cos cortos. Casi en cada decenio había uno o dos de pésimas cose­chas, seguidos de epidemias. [ ... ] la modorra de 1539-40, precedida de la pésima cosecha de 1538, se dejó sentir sobre todo en Castilla la Vieja, donde hubo lugares que perdieron hasta la mitad de su vecindario» 18.

Hubo, pues, años estériles en 1538-1539, seguidos de la mortífera epidemia de modolTa de 1540: este pudo ser el año de la muerte de Gonzalo de Yepes. Pero también la cosecha de 1542 fue escasa, debida a la sequía, y mucho más grave la esterilidad de 1543-44, precisamente por lo contrario, por las continuas lluvias. Fray Pruden­cia de Sandoval resume así: «el año 1543 fue en extremo lluvioso, que no hubo semana que no lloviese desde septiembre deste año hasta el mes de agosto del año siguiente 1544; salieron los ríos de madre, los caminos no se podían andar por los crecientes de los alToyos; no se veía claro; particularmente perdiéronse muchos panes. y las aguas eran más recias a los tres de menguante y tres de crecien­te de cada luna» 19.

Inquiriendo más apoyaturas, cabe tener en cuenta una realidad psicológica: un niño de diez años vive con interés la aparición de un

18 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Aus­trias, Madrid, Alfaguara-Alianza Editorial, 7." edic., 1980, p. 71.

19 PRUDENCIO DE SANDOVAL, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, libro 26, capítulo 1. Apud EFRÉN-STEGGINK, Tiempo y vida de San Juan de la Cruz, Madrid, BAC, 1992, p. 34.

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hermanito en su hogar. A Francisco se le pudo quedar bien grabado en su memoria que le llevaba diez años a Juan. Entonces, si fuera cierto que Francisco nació en 1530, la fecha del nacimiento de Juan podría ponerse, casi con total seguridad, en 1540. Pero ¿cómo saber que es cierta la fecha del nacimiento de Francisco dada por Velasco?

¿A qué conclusión nos conduce el anterior análisis? A nada se­guro: que Juan de Yepes nació o en 1540, según un autor (Velasco) o en 1542, según los más. Si quisiéramos ser objetivos, podemos calcular su nacimiento hacia 1541. En primer lugar, porque pudo ser así; y además porque así el posible enor tiene que ser muy pequeño: unos pocos meses de más o de menos.

La gravedad de Jos años estériles en los primeros de la década de los años cuarenta queda muy bien reflejada en un documento hasta ahora inédito, un pleito y una sentencia en que intervino el bachiller Francisco de Madrid y Yepes 20.

20 Arch. Hist. Prov. de Toledo (= AHP To) seco de Protocolos, libro 1455. Contiene primeramente una carta de poder de Rodrigo de Torrijos a su hijo Cristóbal de Santa María para concertar un arbitraje judicial. La copio a conti­nuación: «Sepan quantos esta carta de poder vieren como yo Rodrigo de Torri­jas, vecino de la villa de Torrijas, otorgo e conozco que doy e otorgo todo mi poder conplido, libre e llenero, bastante e sufi<;iente, con libre e general admi­nistra<;ion, segun que lo he e tengo e segun que mejor e mas complidamente lo puedo e devo dar e otorgar e de derecho mejor puede e deve valer, a vos Xpoval de Santa Maria mi hijo vezino desta dicha villa de Torrijas, que estays presente, espe<;ialmente para que por quanto entre mi y la señora doña Luysa de Avalas, mujer de Alonso de Guzman, ya defunto, vezina de la <;iudad de Toledo se ha tratado e ay pleyto pendiente en la Real Audiencia de Valladolid sobre ra<;on que yo arrendé de la señora doña Luysa el heredamiento de olivas e viñas e bodega, tinajas e [¿casas? ¿cargas?] de a<;eituna segun que la carta de arrendamiento que sobre lo suso dicho pasó se contiene, por vertud de la qual por parte de la señora doña Luysa yo fuy executado por las pagas del dicho arrendamiento e me opuse diciendo e alegando que ovo esterilidad y no soy obligado a pagar los años que fueren estériles y no se coxieren flUtos, segun que mas largo se contiene en el pleyto que sobre lo susodicho se trata y sobre esto y sobre las pagas de los años venideros y todo el dicho arrendamiento tenemos y tratamos pleito y está tratado e con<;ertado de lo conprometer por mi parte en manos del señor bachiller Fran<;isco de MadIid, vezino desta villa de TOl1'ijos e por parte de la dicha señora doña Luysa en la persona que por su parte se nonbrare. Por tanto otorgo e conozco que doy el dicho mi poder conplido bastante, llenero y sufi<;iente segun que yo le he e tengo e mejor puede valer de derecho a vos el dicho Xpoval de Santamaría mi hijo para que por mi e en mi nonbre, e como yo mismo ha<;erlo podría presente seyendo, podays conprometer los dichos pleitos e todo lo suso­dicho en manos del dicho bachiller Francisco de Madrid e de la persona que por

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El caso fue éste: una linajuda señora llamada doña Luisa de A valos, viuda del señor Alonso Ramírez de Guzmán, vecina de Toledo, que vivía en la villa de Mora, era dueña de unos grandes olivares en término de Tonijos, a 27 kilómetros de Toledo. En 1542 anendó sus olivas a cierto tonijeño, Rodrigo de Torrijos, recibiendo un adelanto por los frutos de los años 1542-43 de doscientos duca­dos. La cosecha del año 42 fue mala, pero la del otoño del 43, catastrófica; la aceituna se perdió por completo. Llegado noviembre del 43, Rodrigo de Torrijos anunció a la dueña, doña Luisa, la pér­dida total de los frutos y la necesidad que tenía de resarcirse del dinero entregado por adelantado, pronogando su contrato dos años más. Doña Luisa le pnso pleito, que llegó hasta b real chancillería de Valladolid. No conocemos el fallo de esta real audiencia; pero los litigantes resolvieron quitarse de pleitos y acogerse a un arbitraje. Rodrigo eligió como «amigable componedor» al clérigo bachiller Francisco de Madrid, vecino de Torrijos, sobrino del «reverendo señor bachiller Diego de Yepes, cura de Domingo Pérez», que hizo de testigo. Doña Luisa escogió el suyo, un buen letrado de Toledo. El fallo o laudo arbitral se leyó en Toledo el 9 de febrero de 1544 ante apoderados y testigos, y dispusieron así:

«Fallamos, atenta la esterilidad que a abido los años pasados de quinientos e quarenta e dos e tres años, <;;erca del fruto de las olivas y heredamientos que el dicho Rodrigo de Torrijos a tenido arrenda­das de la dicha señora doña Luisa, y generalmente en las otras olivas de la dicha villa, la qual es notoria, que debemos de mandar e man­damos que, para la recompensa e satisfa<;:ion del daño que el dicho Rodrigo de Torrijos a re<;;ebido en aver pagado dozientos ducados y

parte de la dicha señora doña Luisa fuere nonbrado con poder e facultad que le deys e yo os doy [sigue explicando el alcance jurídico del poder y facultad que les confiere]. En firmeza de lo qua! otorgue, en esta ra<,:on, esta carta de poder en la manera que dicha es, ante el escrivano publico e testigos ynfrascriptos en el registro de la qua! firmé mi nonbre. Que fue hecha y otorgada en la villa de Torrijas, a diez di as del mes de noviembre, año de! nas<,:imiento de nuestro Salvador Jesu-Xpto. de mil! e quinientos y quarenta y tres años. Testigos que fueron presentes a lo que dicho es: el Reberendo Señor bachiller Diego de Yepes, cura de Domingo Pérez, e el Señor bachiller Francisco de Madrid e Fernando de TOlTijos, ve<,:inos de la villa de Torrijo.= RO. de Torrijos.-» Sigue la suscripción de Pedro Díaz, escribano de S.M. y escribano público en Torrijas.

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r:;iertas adahalas por el arrendamiento de los dichos dos años pasa­dos de quarenta e dos e quarenta e tres, que an sido esteriles, el dicho Rodrigo de Tonijos goze de los frutos de dicho heredamiento e olivas e viñas e casa e vasijas contenido en el dicho anendamiento este pre­sente año de quinientos e quarenta e quatro años y el año venidero de mill e quinientos e quarenta e vinco años ... » pagando a la señora doña Luisa, cada año, tan solo cincuenta ducados 21.

Si el futuro san Juan de la Cruz hubiese nacido en 1542, preci­samente había que poner la visita a Tonijos y Gálvez de Catalina Alvarez y sus dos criaturas Francisco y Juan, con gran probabilidad, en el verano-otoño de 1544 22

21 La sentencia va firmada por el doctor Martín Alonso y el bachiller Madrid, jueces y árbitros únicos, siendo testigos Francisco Núñez de TOlTijos y Pedro Ruiz, vecinos de Toledo, y Juan Benito, vecino de Villaseca de la Sagra.

Por distintas fuentes históricas nos consta que en tiempo de Gonzalo de Yepes, reinando Carlos V, Castilla sufrió telTibles sequías seguidas de lluvias tOlTenciales y persistentes, catastróficas para los campos y las cosechas. Datos de las rogativas públicas, anotados en las actas capitulares del cabildo catedra­licio de Toledo y en los apuntamientos del racionero Arcayos, secretario del mismo cabildo, nos certifican de graves sequías en los años 1521, 1526, 1529 Y 1530. Gravísima resultó ser la sequía de 1540 y, poco más tarde, un largo período de sequía desde al menos el mes de marzo de 1542 hasta la primavera de 1543, que fue 10 que convirtió en estériles los años 1542-43. Puede consul­tarse R. GONZÁLVEZ, El clima toledano en los siglos XVI y XVII, BRAR, Madrid, 1977, t. 174, pp. 305-332.

22 Puede ser que estén en lo cierto Efrén-Steggink (Tiempo y vida de San Juan de la Cruz, p. 58) cuando suponen que «debido a las recias y pertinaces lluvias, que empezaron en septiembre de aquel año 1543 y duraron sin parar hasta agosto de 1544 todo este tiempo se estuvo allí [en Gálvez] Catalina Alva­rez, gozando de una acogida que podía haber imaginado como un regalo de Dios, que no desampara a los que confían en El. El regreso pudo ser la segunda mitad de agosto de 1544».

Las noticias que nos transmite el P. Velasco sobre el viaje a tielTas de Toledo son de gran valor, pero cronológicamente vagas; sobre ellas, nada se puede seriamente conjeturar acerca de la edad del benjamín de la familia.

Es claro que Velasco supone que hicieron el viaje, con su madre, los tres: Francisco, Luis y Juan. José María JavielTe (Juan de la Cruz. Un caso límite, p. 88) imagina que Juan no haría el viaje, por ser tan pequeño, quedando al cuidado de algunas buenas mujeres de Fontiveros. Y téngase en cuenta que en esta época la lactancia se prolongaba nOlTllalmente más de un año, y a veces hasta año y medio.

De haber nacido Juan de Yepes en 1540 tendría tres años (más o menos) en la primavera de 1543, que es una fecha probable y adecuada para hacer el viaje a TOD'ijos y Gálvez. Pienso que Catalina Alvarez no esperaría a encontrarse en

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nI. Los PADRES DEL SANTO, TEJEDORES DE BURATOS

Es bien sabido que el burato era un tejido de seda o de lana fina, una especie de velo transparente, muy usado en las tocas de mujer. El nombre castellano, «burato», parece provenir del italiano «bu­ratto»; pero creo que este nombre debe tener, en último término, un origen oriental 23 •

En la Vida del padre Crisógono leemos sobre Fontiveros: «Au­téntica villa castellana -casas de bano y piedra, calles inegulares, pero llanas; amplia iglesia panoquial, convento de monjas y ermi­tas- vive casi exclusivamente del campo, sin apenas otra industria que algunas humildes tejedurías de buratos» 24. En una de estas teje­durías trabajaron Gonzalo y Catalina, los padres del santo.

Es lógico que hoy ignoremos mucho sobre estos artesanos y las telas que realizaban; hace siglos que tal artesanía ha desaparecido. Cualquier aclaración sea bienvenida. Por ejemplo, sobre el uso de la tela de burato. Se usaba no sólo como velo en las tocas, que daban cierto encanto y misterio al rostro de las mujeres, sino a manera de manto, con la misma finalidad, y también en cortinajes de camas con dosel. Así, ya iniciado el siglo XVII, entre los bienes inventariados tras la muerte de Diego de Montejano, vecino de Toledo, se anota: «un cielo y cinco cortinas de burato» 25.

Era parte de una cama con dosel, buena, que llevaba además un «colchón de plumas». El citado dosel estaba cubierto por aniba con

la absoluta indigencia para realizar el viaje, y que lo haría con un asnillo y en caravana con gentes de confianza del mismo Fontiveros, al menos hasta A vila. Dudo mucho que Catalina dejara confiado su hijo J.uan a una buena vecina, pues no querría separarse de él en un viaje que podría prolongarse algunos meses, pero no muy largo. El trayecto Fontiveros-Tonijos, aún con el desvío del puerto de Anebatacapas, no pasaría de ciento ochenta kilómetros, que podía hacerse sin prisas en seis días. El último día no sería tan duro como los tres anteriores -por las abruptas serranías que separan las tierras de Avila y Escalona-, pues 10 harían por tienas llanas o descendentes a los valles del Alberche y del Tajo.

23 Me parece indudable que un tejido fino de seda, como era el burato, tenía una procedencia china o persa. No debió ser conocido en la Península ibérica hasta el siglo VIII, traído con los árabes.

24 CRISÓGONO DE J.S., Vida de San Juan de la Cruz, Madrid, 1991, p. 14. 25 AHP To pro!. 2575, fol. 1781. Parece que en el inventario se explicita cada

cosa según la materia de que esté hecha, y por tanto el «cielo» que cubría la cama por arriba será igualmente de burato.

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un «cielo» de burato; a los pies pendía otra cortina de los mismo, y las otras cuatro, dos a cada lado, cerraban así la cama, sirviendo de mosquitero 26.

Pocos años después, en 1615, en otro inventario de ajuar y ropa de una tal Isabel Hernández, se valora un manto de seda en doce ducados de oro 27. Las tocas mujeriles costaban por el mismo tiempo entre cinco y seis reales cada una 28. De estos datos deduzco que los tejidos de burato, que son de seda con refuerzos de lana fina, son artículos de lujo. Los tejidos de burato son caros.

Todos los hiladores de seda estaban bien retribuidos. El problema de los burateros, como el de los demás tejedores, no era el bajo precio de sus productos (o la remuneración por su trabajo), sino su dependencia de los mercaderes, quienes entregaban las materias pri­mas, de por sí muy costosas, a los maestros tejedores, pero sólo cuando la demanda se daba y estaba garantizada su venta por parte de estos mismos financieros de los telares artesanos. Es decir, los problemas económicos se derivan tanto de la falta de autonomía laboral como de cualquier crisis por falta de demanda, originada por otras depresiones de la actividad mercantil 29.

No se puede, por tanto, generalizar sobre los tejedores; unos superaban mejor que otros tales crisis. Hiladores, tintoreros y tejedo­res de seda formaban en todas partes un gremio importante. Hay maestros del arte de la seda que son dueños de sus casas, compran esclavas, tienen ahorros 30. Catalina de la Paz, viuda de Domingo

'6 Los cortinajes de burato eran muy adecuados para este uso. 27 El burato no servía, evidentemente, para hacerse un traje, pues no era otra

cosa que un velo casi transparente; pero sí para hacerse un manto, que podía ser de burato (prot. 2575, fol. 1532).

28 Todos los artículos de ajuar de casa se fabricaban en las grandes villas y ciudades por personas especializadas. Por eso hay tejedores de buratos, distintos del tejedor de tafetán o de terciopelo. Había igualmente especialistas en hacer cortinas. Por este tiempo que he señalado, 1610-1615, se nombra en Toledo un tal Juan de Ruedas «maestro del arte del cortinaje» (prot. 2575, fol. 1141).

29 Las fluctuaciones del poder adquisitivo de los particulares era grande en la época, por causas varias: años estériles, desastres de la flota de Indias, epide­mias, etc. La inmensa mayoría de las telas eran artículos de lujo (excepción del <<lienzo casero» y del llamado «paño frailuno») y tenían alto precio y excelente calidad, y por lo mismo se usaban durante años, hasta el límite.

30 En 1509, Diego López, hilador de seda, tenía varios criados (prot. 1269, fol. 976). En 1528, Gonzalo de Carmena, tejedor de seda, suegro del platero

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Alvarez, hilador de seda de Toledo, al hacer testamento deja manda­das trescientas misas 31. En este gremio, la mayoría de los maestros saben leer y escribir 32.

Aplicando estos datos al caso de Catalina Alvarez, su marido y su hijo Francisco, podemos decir que su trabajo seda remunerador cuando tuvieran trabajo. Lo malo era que no siempre lo tendrían, y, aún deseándolo, muchos días no tendrían posibilidad de trabajar 33.

IV. RELACIONES ENTRE LOS YEPES y UNA RAMA DEL LINAJE MALDONADO

Ya adelantado el siglo XVI, pero en vida aún de san Juan de la Cruz (o poco tiempo después), su hermano Francisco de Yepes se carteaba con una doña María Maldonado, según cuenta el padre fray José de Velasco, O. Carm.: «Otra señora principal de Madrid, que se llama doña María Maldonado, le escribía y le daba cuenta de sus

Alonso Díaz, compra ciertos bienes (prot. 1366, fol. 209). El tejedor de tercio­pelo Pedro Suárez dejó a su muerte tres casas en el barrio de las Covachuelas, en 1590 (prot. 2176, fol. 411). En 1525 Juan Sánchez, tintorero de seda, debía al mercader Francisco de Ajofrín 7.500 maravedíes «por razón de una esclava de color negra, de hedad de veynte e cins;o años poco más o menos, que se llama María, que me vendistes» (prot. 1321, fol. 263).

31 A celebrar en el monasterio mercedario de Santa Catalina (prot. 2575, fol. 763).

32 Así lo testimonian estos datos, todos referentes a vecinos de Toledo: en 1505, el toquero Juan de Salcedo firma en la carta de dote de su esposa María Tofiño, hija de un hilador de seda. Por el mismo año, Pedro de Nájara, Juan de Belmonte y Martú} Núñez, los tres hiladores de seda, saben también escribir. Asimismo en 1508, sabe escribir Gonzalo Pérez; Pedro de Vargas, tejedor de seda, no sabe (prot. 1223).

En 1540 Juan Gallego, tejedor de terciopelo, firma con buena letra en escri­tura de poder para entrar en posesión de la herencia de un tío suyo clérigo, bach. Francisco Gallego, fallecido en Alcalá de Henares; también saben firmar los tejedores de terciopelo Diego Hernández, Juan de Palacios y Pedro de Palacios, el mismo año (prot. 1440, ff. 357, 580).

En 1546, saben leer y escribir Juan de Figueroa, hilador de seda; Juan de Tolosa, bonetero; Diego de Madrid, gorrero; Lucas Ramírez, sastre; Diego Egas, tejedor de terciopelo. Por escrituras del mismo año consta que no sabían flimar: Juan de Madrid, sastre; Alonso Sánchez, sastre (Prots. 1455 y 1689).

33 Como trabajaban a destajo, cuando tenían encargos laboraban doce o ca­torce horas seguidas al día. Así se explican los frecuentes viajes de Francisco de Yepes, señal de encontrarse en paro.

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negocios espirituales y temporales, para que los encomendase a Dios, y a ella también, teniendo mucha fe en sus oraciones. Viose en un tiempo apretada con muchos trabajos y tribulaciones, porque sobre materia de hacienda que se debía al Rey, prendieron a su marido y la tomaron y embargaron toda su hacienda, y por mucho tiempo se vio muy afligida y con muchas necesidades. Escribíala el siervo de Dios [Francisco de Yepes] consolándola en estas tribulaciones, y con palabras y santos consejos la animaba a sufrir y padecer con pacien­cia este suceso, dándole esperanzas de buen fin y contento en sus cosas. Si la consolaba con sus cartas, también la ayudaba con sus oraciones, hasta que fue Dios servido que a él oyó el Señor y a ella socorrió en su necesidad, porque a su marido sacaron de la cárcel y

a ella volvieron su hacienda. Con su comunicación experimentó ella cómo, para su alma, fue de gran consuelo y ayuda, y, para sus cosas, de mucho favor» 34.

Omite piadosamente el padre José de Velasco el nombre del marido, que pasó una temporada en la cárcel, pero dice bastante. No dice que fueran parientes Francisco y doña María Maldonado, pero cabe sospecharlo por tan intensa correspondencia y confianza entre ambos 35.

Recordé esta frase del padre Velasco cuando recientemente, in­quieriendo y deseando conocer más datos sobre el toledano Luis de la Fuente de Yepes, que se declaró familiar de fray Juan de la Cruz cuando se inició el proceso de beatificación y ayudó por ello con largueza a la comunidad del convento carmelitano de Segovia, hallé un documento por el cual consta que doña Beatriz de la Fuente, nieta del mercader Rodrigo de Yepes y hermana del sedero Alonso Her­nández de Yepes, casó con Hemando Abarca Maldonado hacia 1574, del que tuvo un hijo, que llegó a edad adulta, Juan Francisco Mal­donado 36. Considero muy probable que aquella doña María Maldo-

34 Vida ... del venerable varón Francisco de Yepes, edic. de Ana Díaz Medina, Valladolid, 1992, p. 302.

35 En la edición de 1617 añade Velasco aquí (1. ID, c. 14) un largo párrafo nuevo, señalado al margen con la nota: «Tuvo parientes nobles y virtuosos». Se refiere a personas de Madrid con los apellidos Praad y Otáñez.

36 Se trata de un nombramiento de curador de este mismo Francisco Abarca Maldonado: Toledo, 14 de enero de 1593; AHP To protocolo 2219, fol. 223.

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VARIA LECTURA JUANCRUCISTA 599

nado tenga lazos de sangre con la citada familia de los Abarca­Maldonado 37.

En 1598 vive en Toledo doña Ana Maldonado, en relación con la familia Del Salto, radicada en Valladolid 38.

Francisco Abarca Maldonado (en otros documentos llamado Juan Francisco), vecino de Toledo, hijo legítimo de Hernando Abarca Maldonado «e de doña Beatriz de la Fuente, su mujer, difuntos», de edad de 23 años, se presenta ante el alcalde ordinario de Toledo Andrés Angel «e dixo que Hernando de Santa Cruz su aguelo difunto era su curador de su persona e bienes, y por estar, como está, yndefenso, sin curador que rixa e administre ... sus bienes e hayienda tiene neyesidad de ser proveydo de un curadof», para lo que propone lo sea Alonso Hernández de Yepes, vecino de esta ciudad. Acepta el alcalde y le nombra curador. Hernández de Yepes presenta por fiador a Gerónimo de la Fuente. Fueron testigos: Domingo Guerrero y Luis de la Fuente.

Tres días antes, ante Angel de Andrada, alcalde ordinario de Toledo, se había nombrado curador de doña Isabel de la Fuente, vecina de Toledo, hija de los señores Hernando de Santa CJUz difunto y de Luisa eJe la Fuente su mujer, «de heeJad eJe veinte años», a su madre, la señora Luisa de la Fuente, «que está presente, y que es persona ábil e sufiyiente para ello». Testigo sque fueron presentes: Francisco Abarca Maldonado, Miguel López y Diego Coronel, que firman con sus nombres junto con el dicho alcalde, y también Alonso Hernández de Yepes, fiador de la nueva curadora; «e a ruego de las demás otorgantes, que eJixeron no saber escrebir lo firmó un testigo, a los quales doy fe que conozco.­Andrés Angel.-Alonso Hernández de Yepes.-Francisco Abarca Maldona­dO».-Alonso Hemández de Yepes tiene una bonita caligrafía.

37 Los Abarca Maldonado eran linaje muy conocido en Salamanca, donde una rama era dueña de un hermoso palacio pétreo, del tiempo de los Reyes Católicos, probablemente emparentada con la del Dr. Maldonado de Talavera, consejero de los mismos Reyes. De la villa salmantina de Ledesma salió fray Alonso Maldonado de Buendía, franciscano, misionero en el Perú, consejero en Roma del papa Pío V, reformador de su orden en España, fallecido en 1596. Recuérdense también al escritor ascético P. Pedro Maldonado, OSA, sevillano (1576-1614) y al jesuita P. Pedro de Maldonado (1533-1583), gran teólogo e insigne escriturista, muerto en Roma.

En Salamanca moraban otros Maldonados en las décadas 1550-70: eJon Rodrigo Maldonado, caballero de la orden de Malta; don Pedro de Avila Mal­donado, hijo de don Pedro de Avila y doña Guiomnar Maldonado; Pedro Mal­donado de la Cueva. También era salmantino el licenciado Alvaro Maldonado, oidor de Granada por los años 1564-66, y el licenciado Baltasar Romero Mal­donado. Y otros de familia más humilde: Santos Maldonado; Isabel, casada con Cristóbal Navarro; Francisco Maldonado Brochero ...

38 AHP To prot. 2135, fol. 1118. Distinta, por tanto, de una Ana Maldonado, dueña de una casa en la Alcaná, el barrio más comercial de Toledo, en tomo a las célebres Cuatro Calles, eJonde estaba la Judería Vieja medieval. La casa la tenía alquilada a Juste de Aguilera; junto a ella tenía otra casa su hermana María López MaldonaeJo. Ana testó el 9-XIl-1570; estaba casada con el boticario Fran-

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Entre los 11.254 vecinos de Toledo que figuran con sus propios nombres en el Censo de 1561 39

, hay 25 apellidos Yepes y 23 de apellido Maldonado. Este número indica que eran familias implanta­das en Toledo desde varias generaciones atrás 40.

¡Cuánto daría por saber la naturaleza del padre fr. Hernández Maldonado, prior de San Andrés de Salamanca en los años de estu­diante de fray Juan de Santo Matía, y prior del Carmen, en Toledo, durante los meses de dura cárcel de fr. Juan de la Cruz! Conocer los orígenes del P. Maldonado tal vez nos deparase alguna sorpresa 41.

cisco Gómez y era madre de seis hijos, tres de los cuales (Agustín, Isabel y Micaela) llevaron el apellido Malelonaelo.

Se elice que el apellido es ele origen gallego. Lo cierto es que en el siglo XIII

una rama alcanzó una posición social elistinguida, y en el siglo XIV Aner Pérez Maldonado fue caballero de la orden de Alcántara (según algunos, gran maestre de la Orden entre 1320-1337).

39 LINDA MARZ Y JULIO PORRES MARTÍN-CLETO, Toledo y los toledanos en 1561, Toledo, IPIET, 1974. Contiene íntegro el censo nominal de vecinos de Toledo ele 156l.

De los 23 Maldonados, hay cinco que vienen anotados con solo el apellido, entre ellos, «La Maldonada, viuda» que vive en la parroquia se San Ginés, muy céntrica; otra «Ana Maldonado, viuda» vive en la plaza de Valdecaleros; «Ca­talina Maldonada, viuda», cuya vivienda estaba cerca ele la anterior. María Maldonada y Pedro M. viven en la misma casa, en la parroquia de San Lorenzo. En la de San Nicolás, de casas muy confortables, de familias muchas de ellas de mercaderes adinerados, viven Remando Maldonado (junto a las viviendas de Beatriz de la Fuente y Martín de Dueñas), Juan Maldonado (que vive pared por medio de un Salvago, toledano de origen genovés) y Pedro Malelonado (que vive junto a Juan de Madrid y no lejos de un Juan de Yepes). En el banio de Santo Tomé (antigua Judería) moran otros dos, uno de ellos Diego de Maldonado. En San Isidro, circunscripción del barrio llamado del Arrabal, otro Diego Maldona­do, y Francisco, en el corral de Vallesteros. Juan e Isabel Maldonado, en la de Santa Leocadia. De los 15 varones de este apellido, ninguno tiene indicación de su oficio.

40 Según un libro de cuentas conservado en el Archivo de Obra y Fábrica de la Catedral de Toledo, en 1495 vivía en una casa propiedad del Cabildo Catedral un Diego Maldonado escrivano, en la céntIica colación parroquial de San Juan Bautista. En 1464 fue Jurado del Ayuntamiento ele la ciudad un Fernando Mal­donado.

De 1566 es el testamento de Luisa Maldonado, mujer de Francisco de Za­mora.

41 En caso de ser de naturaleza toledana, tal vez conociese muy bien el origen familiar ele fray Juan de la Cruz.

Que algunos Yepes y Maldonados se conocían, lo sugiere una escritura de 9-11-1534, en que Melchor Maldonaelo hace de testigo; es una escritura de deuda entre dos mercaderes, Juan de Obregón y Alonso de Yepes: aquél debe a éste

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VARIA LECTURA JUANCRUCISTA

V. GLOSAS A LO DIVINO CANTADAS POR FRANCISO DE YEPES

y ACASO COMPUESTAS POR SU HERMANO JUAN

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Sabido es que Francisco era muy aficionado a cantar versillos y canciones -la poesía tradicional estaba entonces muy viva-, algu­nos compuestos o adaptados por él mismo, pero sin duda los más aprendidos de oídas. Fray José de Velasco nos ha transmitido muchas composiciones de este género, que cantaba Francisco en momentos apropiados, acompañado, sin duda, con una vihuela o guitarra 42. Tam­bién así se hacía en muchos conventos de monjas carmelitas ..

Pondera el mismo Velasco, en cierto capítulo de su obra (Del

mucho amor que tenía a nuestro Señor) los efectos amorosos del sier­vo de Dios. Y escribe así: «Ya no quiso su Magestad que fuesse mártyr de sangre, no le negó que fuesse mártyr de amor, que es un largo y penoso martyrio y que dura más. 1 .. ./ Sobre estas cosas se quexaua a nuestro Señor, y para entretener la vida y passar las penas, le cantaua

«cinco ducados e medio de oro e de justo peso» por razón de cierta mercadería. AHP To pral. 1286, fol. 106.

El citado Hernando Maldonado, que figura en el Censo de 1561, debe de ser el mismo Hemando Maldonado que siete años antes ganó un pleito que mantenía juntamente con otros vecinos de Toledo al marqués de Montemayor, que no quería reconocer los derechos que tenían a ocupar una casa en la parro­quia de San Nicolás, que el marqués había heredado de su hermano don Man­rique de Silva, y habían sido los antiguos palacios de don Pedro de Silva, obispo de Badajoz. La sentencia, que ignoro por qué causa fue llevada a la real chan­cillería de Granada, y no a Valladolid, fallada por los oidores licenciados Castro y Ortiz, dice así en su párrafo principal: «Fallamos, atentos los auctos y méritos deste proceso, que los dichos Diego Hurtado y Sancho de Mancada y Luis Alvarez y Alonso Sánchez y Luis Hemández de Talauera y Benito Pérez y Pero López de Toledo y Gonzalo del Castillo y Hemando Maldonado provaron sus oposic,:iones y lo que provar les convino; y damos y pronunc,:iamos su yntinc,:ion por bien provada. Por ende que devemos de reuocar y reuocamos el mandamien­to de hexecuc,:ion en este pleyto dado contra las personas y bienes de los dichos Diego Hurtado 1 .. ./ y por esta nuestra sentenc,:ia difinytiua juzgando ansy lo pronunc,:iamos y mandamos». Esta sentencia está dada en Granada en 25 de junioi de 1554. AHP To lib. 547, ff. 335-336.

42 No debo extenderme aquí sobre los caracteres generales de la poesía po­pular tradicional, muy estudiada por especialistas. Sobre las cOlTientes poéticas del siglo XVI véase JosÉ MANuEL BLECUA, Sobre la poesía de la Edad de Oro, Madrid, Gredas, 1970, pp. 11-24. Hablando de la lírica tradicional escribe J. M. Blecua: «Que Santa Teresa y San Juan de la Cruz amaban esta poesía tradicional lo sabemos por muchísimos testimonios».

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algunas coplillas y cantarcillos en que daua, por ellos, muestra de su amor. Los versos de vno dellos, con su glossa, dezían assí:

Si no te dueles, mi Dios, de mí que muero por ti: ¿ Quién se dolerá de mí?

Tu grande amor, dulce amado, me hace ser dezidor de las ansias y dolor de que estoy atOlmentado. Y, si no soy remediado breuemente yo por ti: ¿ Quién se dolerá de mí?

No mires a mi maldad, sino tu gran perfección. Y mira bien la passión que me causa tu veldad. Ten ya de mí piedad, pues sabes muero por ti: ¿ Quién se dolerá de mí?» 43.

Es una glosa sencilla, pero muy bien compuesta. Sin duda, la canción tradicional que le sirve de matriz está vuelta a lo divino. Plimitivamente se referiría, en su primer verso, no a mi Dios, sino a una mujer amada por el juglar. En lugar de mi Dios podría ir «seño­ra», «beldad» o «mi amor» 44.

La composición de estas glosas, no exentas de cierta artificiosi­dad, presenta dificultades insuperables para una persona iletrada, sin

43 JOSÉ DE VELASCO, Vida ... , edic. de Ana Díaz Medina, Valladolid, 1992, p. 315. No deja de apuntar Velasco, muy aceltadamente, uno de los motivos más claros de aquella afición popular a estas canciones y letrillas: «para entretener la vida y pasar las penas».

44 En estos versillos o cantares, el primer verso era libre; los otros dos rima­ban entre sí. El mismo Francisco cantaba otro cantarcillo que inserta Velasco a continuación y es muy bello: Ando enamorado / del que nunca vi / y él también de mí, que tiene las mismas características del anterior. ¡Qué helmosa glosa hubiera podido hacer de estos mínimos versillos fray Juan de la Cruz! (OIiginal­mente, el primer verso era: «Ando enamorada».)

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VARIA LECTURA JUANCRUCISTA 603

formación gramatical, como era Francisco. Quiero poner de relieve que la dificultad ya apuntada hace imposible, psicológicamente, que hayan sido compuestas por Francisco de Yepes (algo que tampoco afirma fray José de Velasco). Es una glosa breve, pero muy bien hecha.

¿De quién pudo aprender Francisco estos cantarcillo s que sabía de memoria y cantaba con frecuencia a nuestro Señor? Por lo pronto, podemos decir que se los pudo dar su hermano Juan, estudiante en Medina del Campo, contando dieciocho o veinte años. La posibilidad de la autoría de un Juan de Yepes joven es indudable, y su contenido o significado no es, en modo alguno, indigno del mismo, en los años de estudiante del Colegio de la Compañía 45.

VI. FONTIVEROS y SU CLERECÍA EN TIEMPO DE SAN JUAN DE LA CRUZ

El P. Balbino Velasco, O. Carm., ha escrito un libro breve pero muy estimable sobre las tierras que pisó el santo en sus años de niñez y juventud: De Fontiveros a Salamanca pasando por Medina del Campo 46. Dedica la primera parte a Fontiveros, uno de cuyos apar­tados lo titula Rápida excursión histórica. Se pregunta el autor ¿cómo era Fontiveros en la antigüedad? Y responde: «Son escasísimos los datos que podemos ofrecer, pero tal vez puedan ir completándose en el futuro si se superan difíciles escarpes en la investigación; en vano acudiríais a bibliografía impresa, sencillamente porque no existe. Es una desgracia que aqueja a la mayoría de los pueblos de Castilla; acaso porque fueron más abundantes en hazañas que en historiadores, recordando la afortunada frase del P. Mariana» 47.

Más noticias ofrece B. Velasco en el tercer capitulillo, Fontiveros en el siglo XVI, en tiempos de Juan de Yepes, donde aporta noticias no conocidas, que iluminan con nueva luz aquel tiempo conflictivo, siendo las más valiosas las que se refieren al hambre en Fontiveros

45 Es de suponer que los profesores del Colegio de la Compañía, en Medina del Campo, favorecerían la redacción de estas glosas a poesías amorosas tradi­cionales, vueltas «a lo divino».

46 Madrid, Editodal de Espiritualidad, 1991. 47 O. cit., p. 15.

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y a las visitas pastorales del obispo de Salpe don Gaspar Flores en mayo de 1543 y del licenciado Juan García de Villagar tres años después 48.

En 1969 visité Fontiveros y su palToquia, y repasé su archivo palToquial, tomando notas de un fondo que debe ser estudiado con todo detenimiento, el de las últimas voluntades e institución de ca­pellanías y obras pías. Contiene noticias que ayudan a conocer a aquella sociedad rural, ya desde la segunda mitad del siglo xv, sobre todo del grupo hegemónico de las familias nobles y ricas. Este es momento oportuno de darlas a conocer, al menos muy sucintamente.

Tal vez el testamento más antiguo sea el de una mujer, María González, llamada en el pueblo corrientemente la Pezuñada. Testó el 5 de octubre de 1468 ante el escribano público Juan González de Fontiveros. La testadora fundó en la iglesia palToquial una capella­nía, dotándola con algunos bienes, entre ellos su casa, ubicada en la calle de Cardillejo. Alude al Ordinario local, el obispo don Martín de Vilches (m. 13 de novimebre 1469). Al parecer, era viuda de Toribio González de la Cruz, y murió sin hijos. Era helmana de Andrés González Collado, quien tuvo un hijo clérigo, Alonso Gon­zález.

Hay documentación de esta capellanía del año 1520, en que son citados otros miembros de la familia, que debe incluirse entre las más notables de la villa: el clérigo Pedro González, otro Toribio Gonzá­lez; y tal vez fuera también deudo Benito González el Negro, vecino de Hontiveros. Era una familia levítica: otro sobrino de la fundadora es el clérigo Alonso González, hennano de Diego García, y éste es padre de Catalina Arias, casado con Martín de Mirueña el viejo 49.

Otra fundación piadosa se debe a Inés González, y es erigida en 1471. Inés estaba casada con Diego de Hontiveros, hijo de Bartolomé Sánchez.

48 O. cit., p. 23. Creemos que hay un error en el apellido del obispo de Salpe, que era Flores y no Torres, aunque tal vez esté escrito así en el Libro de Fábrica de la Iglesia, 1536-1575, de donde lo toma el padre B. Velasco. También leo, en vez de Panio, Pamo, apellido de una familia distinguida de Fontiveros.

49 Tales escrituras estaban reunidas en 1969 en dos legajos, en el archivo panoquial de Fontiveros, donde los vi. Hoy el archivo fontivereño se conserva en el Arch. Diocesano de A vila.

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Interesante es el testimonio público que redacta y suscribe el escribano real Ruberto Sánchez de Hontiveros en esta villa, en 7 de enero de 1524, legalizando el testamento del bachiller Prado, vecino de Fontiveros. En una de sus cláusulas manda que un tributo que tiene sobre una viña al sitio que dicen El Portezuelo quede para sostener e instituir una fiesta a la Santa Cruz de mayo. La propiedad de esta viña (o de otra) la lega a su hija María Velázquez, que estaba casada con Juste González de Hontiveros. Sospecho que estas familias son Jos ascendientes de doña María Velázquez de Mirueña, que en 1627 testifica haber conocido a la madre de san Juan de la Cruz 50.

Menos interés tiene una escritura ele censo perpetuo (Hontiveros, 18 de septiembre de 1563), que nos da a conocer el nombre de un sedero, Alonso Martín.

De la época en que Juan de Yepes, niño recién nacido, vive en Fontiveros es un poder de la mujer de Toribio de Castro (8 de octu­bre 1543).

Otro testamento que se conserva es el del clérigo fontivereño BaItasar de Palacios, del año 1581.

Interesantísimo para el conocimiento de la historia local de Fon­tiveros es el testamento de doña Isabel de VilIegas, viuda de Diego de Aniaga, «secretario que fue del Rey Nuestro Señor don Felipe y de la Serenísima Princesa de Portugal doña Juana». Es vecina de la villa 51. Por su testamento, otorgado el 16 de julio de 1593, instituye generosamente varias capellanías, donde no olvida poner como re­quisito de los capellanes la «limpieza de sangre»: «los quales Cape­llanes an de ser Sagerdotes de missa, Christianos viejos, no descen­dientes de Moros ni de Judíos, ni de los peniten9iados por el Santo Oficio de la Ynquisi9ion, e que sean sufi9ientes en latinidad y Gra­matica». Doña Isabel de Villegas nombró por patrón al Rey Nuestro

50 Véase el muy interesante testimonio de doña María Velázquez de Mirueña en la Información acerca del Baptismo de nuestro benerable padre fr. Juan de la Cruz (Fontiveros, julio de 1627), en JosÉ VICENTE RODRíGUEZ, «Lectura varia sanjuanista», Revista de Espiritualidad, 52 (1993), 286-87.

51 BALBINO VELASCO, o. cit., p. 31, escribe: «En 1576 se constmyó la capilla de San Juan Bautista, por iniciativa y a encargo del secretario de Felipe n, Diego de AlTiaga, y su mujer, Isabel de Villegas, de la cámara de la emperatriz. La inscripción que todavía se conserva en dicha capilla así lo acredita».

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Señor, y por testamentarios a fray Domingo de Salinas, Juan Gómez Flores, cura propio de Hontiveros, y a Domingo de Morales.

Otros documentos de estos dos legajos permiten conocer nom­bres de vecinos de Fontiveros de aquel siglo, la mayoría pertenecien­tes al grupo de las familias nobles y ricas de la villa: Pedro Gutiérrez de Zúñiga y su esposa María Gutiérrez; Juan Berdugo de Vivero; Juan de Horozco de Mercado, de abolengo fontivereño, casado con Catalina Becerro, vecina de Migaleles (19 de marzo de 1588); Pedro Pamo de A vila, que testó el 17 de mayo de 1601...

Entre los libros que vi en el archivo parroquial en 1969 está el Libro de la Cofradía de las Animas, con noticias de 1568-1639 (se­gún el titulillo del lomo), pero realmente iniciado en 1566. Se citan en él a Gaspar Gómez Rengifo, Pedro González de Espinosa, Geró­nimo Alemán de Bivero, Cristóbal de Bivero de Hontiveros, y otros vecinos de la villa. Por este libro consta que el clérigo Pedro Pamo murió el 20 de julio de 1584 52

Como dice B. Velasco, «para el servicio de la Iglesia había nu­merosos sacerdotes. En 1549 se enumeran seis beneficios: uno cura­do y cinco simples; lo que supone seis sacerdotes, uno por cada beneficio. 1 .. ./ Conocemos los nombres de varios de los beneficiados y de los capellanes. Cristóbal Muñoz era teniente de cura en 1537. En 1540 (26 de enero) uno de los capellanes se llamaba Pedro Zorita. El 26 de novimebre de 1542, Bartolomé de Madrigal, Luis Pérez de Hontiveros y Juan Flores eran beneficiados. El 18 de septiembre de 1545, Bartolomé de Madrigal y Luis Pérez de Hontiveros aparecen como beneficiados, y Francisco Pérez, teniente de cura» 53.

52 Este Pedro Pamo clérigo es persona distinta de Pedro Pamo de A vila, mencionado más aniba, aunque de la misma familia, como lo era Juan Pamo de Avila, nacido hacia 1537, que testificó en el expediente de limpieza de sangre del maestro Ginés de Soto Serrano, para tomar posesión de su canongía de Toledo en 1589, a que me referí en mi trabajo «Vías de carne y tiempo. Nuevas noticias del entorno familiar y social de San Juan de la Crnz», en Monte Ca/'­mela, 100 (Burgos, 1992), 393.

53 B. VELASCO, o. cit., p. 33. En este tiempo el cuidado pastoral directo de una parroquia se confiaba, de hecho, al teniente de cura, cargo que se renovaba cada pocos años, y era elegido por el cura propio entre los clérigos beneficiados de la iglesia parroquial. Así, me consta que en 1554 era cura teniente un licenciado Pamo, y en 1558 el bachiller Muñoz, que aún vivía treinta años después.

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Uno de estos clérigos, con toda probabilidad, ofició en el bautis­mo de Juan de Yepes Alvarez.

VII. ¿OTROS PARIENTES DE SAN JUAN DE LA CRUZ?

Es de agradecer al P. José Vicente Rodríguez la publicación, en su Lectura varia sm~juanista 54, de unos datos sobre presuntos parien­tes de san Juan de la Cruz. Así se abre una vía para un mejor cono­cimiento de la familia y linaje del Doctor Místico; y otros podrán contribuir a esclarecer -aunque sean unos pocos pasos más- este difícil y oscuro camino hacia una mejor información.

«Se trata de un fraile y de una monja del Carmen descalzo, herma­nos de sangre; él se llamaba Alonso de Mesa Ortiz de Madrid, hijo de Juan y de Catalina. En la Orden en la que profesó el 23 de marzo de 1587 en Pastrana, tomó el nombre de Anastasia de la Madre de Dios. Era natural de Toledo, lo mismo que su hermana, monja descalza en la misma ciudad de Toledo. Profesó con el nombre de Clara de Je­sús ... » Cuenta muchas y curiosas noticias de ella el P. José Vicente. y continúa: «Su hermano Anastasio pasó a México y vivió muchos años en el convento de Atlixco, donde murió hacia 1620, acaso en 1624. La noticia del parentesco con Juan de la Cruz la consigna Agus­tín de la Madre de Dios en su Tesoro escondido en el Cm"melo Mexi­cano. Se trata de una obra escrita por un abulense, Agustín, redactada entre 1646 y 1663. El autor había llegado a México en 1631, pocos años después de la muerte de Anastasia. La noticia de interés dice así: «Era pariente cercano, según la carne, de nuestro venerable padre fray Juan de la Cruz; pero según la virtud fue mayor el parentesco, pues siendo hermanos en la profesión fueron en el obrar muy parecidos». y a continuación hace los más grandes elogios de sus virtudes: pa­ciencia insuperable, amor al sufrimiento, pobreza, espíritu de oración, humildad, apacibilidad, solicitud pastoraL»

Todo cuanto allí dice el P. José Vicente, con su gracia y castizo estilo, es muy interesante.

54 JosÉ VICENTE RODRÍGUEZ, «Lectura varia sanjuanista», en Revista de Espi­ritualidad, 52 (1993), 293.

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Yo he intentado aclarar algo sobre este parentesco, pero con poco éxito. Creo que algún parentesco hubo de haber entre ellos, y que les viene probablemente por la madre de los carmelitas, Catalina Ortiz de Madlid 55. Hubo, desde luego, estrechos lazos de sangre entre los Yepes y otras personas de apellido Madrid. Los Ortiz y de Madrid eran familias dilatadísimas en tierras toledanas desde comienzos del siglo xv. Linajes tan prolíficos que favorecían la patente realidad de la endogamia familiar, aunque no fuese muy próximo el parentesco entre los esposos 56. Estas investigaciones de familia no son nada fáciles. Exigen tiempo y paciencia, conocimiento de los usos notaria­les de la época, pelicia paleográfica y una buena dosis de suerte. Los posibles documentos reveladores pueden existir, o haberse perdido en muchos avatares. Pero se dan, a veces, fortuitos y favorables azares, debidos a los usos de aquel siglo, pues no había prácticamen­te ningún asunto importante que no dejase algún rastro en el proto­colo de los escribanos públicos, los más asistidos notarios de la época. En el período que nos ocupa, la familia era una institución sólida, muy fuerte, que con su cohesión y ayuda protegía a los miembros del propio linaje, sobre todo si éste era de carácter privilegiado por su poder político, social o económico. Debemos recordar, por ello, que

55 Según los datos seguros sobre la familia del bachiller Diego de Yepes, cura de Domingo Pérez, natural y vecino de Torrijos y tío de san Juan de la Cmz, resulta que una hermana del bachiller se llamó Aldonza Alvarez y estuvo casada con Alonso de Madrid; éstos fueron padres del bachiller Francisco de Madrid y de Ana de Madrid.

En Toledo, en 1515, el mercader Juan Ortiz otorgaba su poder a Rodrigo y Juan de Yepes, mercaderes toledanos, para que cobraran por él cierta cantidad que le debía un vecino de Granada (AHP To prot. 1229, f. 158).

En 1557 el jurado Baltasar de Yepes apadrinaba en el bautismo a Gaspar, hijo de Nicolás Ortiz e Inés Ortiz. Puede verse esta partida en mi artículo «El apellido Yepes y su difusión en el antiguo reino de Toledo», en Toletum, 30 (1994), 238.

En 1527 Cristóbal de Yepes, vecino de Toledo, alcabalero, se firmaba tam­bién Xpoval Ortyz (prot. 1244, f. 212).

56 En el Censo de Toledo de 1561 aparecen ciento veinticuah·o vecinos de apellido Ortiz; doce de ellos se llaman Juan Ortiz y dieciséis María Ortiz. Eran conocidísimos linajes judeoconversos, que siendo judíos llevaron los apellidos Cota, Garval y Sorge.

Muestra de la endogamia familiar es el matrimonio antes citado de Nicolás e Inés Ortiz. Otro Gaspar Ortiz, que fue clérigo presbítero, era hijo de Alonso Ortiz y María Ortiz. Su testamento se conserva en el AHP To prot. 2080, f. 398).

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«De ordinario, la familia española era una pequeña república unida por el cariño y el respeto mutuo» 57.

El tronco familiar de los Mesa es antiguo y frondoso, con ramas ricas e hidalgas. En Toledo hubo un jurado de la ciudad, Juan Bau­tista de Mesa, que ejerció su juraduría entre 1548-1552, y ocho re­gidores de su Ayuntamiento, a lo largo de dos siglos, entre los años 1576-1777. Cuatro de ellos proceden de la rama de los Mesa y Covarmbias, por enlace de un regidor Alonso de Mesa con la familia del arquitecto real Alonso de Covanubias, el padre de don Diego de Covanubias y Leyva, obispo de Ciudad Rodrigo, jurista eminente, que murió desempeñando el puesto de presidente del Supremo Con­sejo de Castilla 58.

Pero a nosotros nos interesa la rama de los dos hermanos carme­litas. He podido conocer que el padre Anastasio de la Madre de Dios y su hermana la monja descalza Cristina de la Cruz, tenían otros dos hermanos: el licenciado Luis de Mesa, presbítero, cura de la pano­quia de Barcience 59, y doña María de Mesa, mujer piadosísima y de

57 ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTIZ, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Al/strias, Alfaguara-Alianza Edit., Madrid, 1980, p. 195.

58 Cfr. FRANCISCO JOSÉ ARANDA PÉREZ, Poder municipal y Cabildo de Jurados en Toledo en la Edad Moderna, Toledo, 1992.

59 He hallado el testamento de este clérigo toledano, en que nombra albacea a su hermana doña María de Mesa. De este y otros muchos documentos se desprende la evidencia del parentesco entre los linajes Hernández, de la Cmz, Yepes, San Pedro, de Madrid y Ortiz, todos ellos de mercaderes toledanos. En 1573 (3 de octubre) hizo testamento la religiosa-beata Ana de la CIUZ, soltera (o viuda sin hijos), hermana de Marcos y Juan Femández y de Catalina de San Pedro, casada con Francisco Ortiz. Este matrimonio tuvo cinco hijos que llega­ron a la edad adulta y se llaman: Juan Bautista, Pedro y Diego Ortiz, Ana de San Pedro y Catalina Ortiz, esta última casada con Hemando de la Higuera (AHP To prot. 2136, fol. 1333).

Por la misma época viven Gabriel de San Pedro y su mujer Juana Bautista, padres de nueve hijos: Mayor de la Cruz, Juana Bautista, Gabriel de San Pedro, María, Catalina, Juan, Ana, Luisa y Angela (prot. 2136, fol. 573). También es coetáneo de éstos el mercader Antonio Ortiz, uno de los vecinos más ricos de Toledo, y su hermana doña Ana Oliiz. Naturalmente, otros Ortiz eran menos adinerados e incluso pobres.

En el Censo de 1561 figuran más de un centenar de vecinos de Toledo con el apellido de Madrid. En 1529 fallece el mercader Martín Alonso de Madrid, casado con Catalina Alvarez, hija de García de Toledo; deja cuatro hijos: Fran­cisco de Madrid, María Ortiz, Francisca Bautista y un hijo póstumo, que se llamaría Diego.

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grandes cualidades, dos veces viuda, que muere sin hijos en 1640 6°, legando su amplia casa para residencia de beatas y mujeres solas. Curiosamente, con este fin se conservó su fundación hasta el siglo pasado, y aunque la casa era ya de propiedad particular y privada,

He visto también el testamento de Inés de San Pedro, viuda de Francisco de Madrid, de 1544 (prot. 1448, fol. 859). Era hermana del Jurado Diego de San Pedro. Dejó cuatro hijos: el racionero Alonso Ortiz, Cristóbal Ortiz, Juan de San Pedro y el licenciado Diego de San Pedro.

De esta maraña familiar se desprende una realidad patente: el peso social de estas familias en el Toledo de la época.

60 El testamento de doña María de Mesa es del año 1639, pocos meses antes de su muerte, ocurrida en el mes de octubre del año siguiente, en 22 folios de papel sellado de muy difícil lectura por la mala calidad de la tinta (prot. 2601, ff. 623-644). A su testamento, fechado en 26 de abril de 1639, se le añadieron cuatro memoriales redactados por el licenciado Juan de Riaño, sacerdote al que designa patrón de sus memorias piadosas. Las firma doña María de Mesa, el último con fecha de 12 de octubre de 1640, con pulso tan malo que apenas puede firmar. Los memmiales ocupan otros seis folios.

En uno de estos memmiales deja ordenado lo siguiente: « ... es mi voluntad que la manda que hago a Matia de Cuenca mi criada de un real para cada día de los que la dha. bibiere, en mi último testamento, sea con cargo de que acuda a lo que mi hermana xpina de la cruz la mandare tocante a sus necesidades, todo el tiempo que la dha. mi hermana bibiere en esta "iudad de Toledo.-»

En la última cláusula de este memorial o codicilo ordena: « ... iten es mi voluntad que una hechura de un niño Jesús pequeño que yo pag/u/é a las madres delcal"as del lugar de cuerva con todos los vestidos que tubiere se les entre g/u/ e a las dhas. madres de cuerva para que sus reueren"ias le reueren"ien».

En su testamento principal, después de un solemne exhordio, escribe: «Sepan quantos esta carta de testamento y ultima voluntad vieren como io

Doña maria de mesa Relixiosa veata de la ter"era horden de mo. Padre san Fran"isco, hixa lexitima de los señores Joan de Mesa y catalina mtiz mis Padres que Dios aya/nj, viuda muger que fui de gas pat· Ordoñez de San Pedro mi primero marido, y de segundo matrimonio de Beltran de San Pedro difuntos vezinos que fueron e yo soi desta ziudad de Toledo, estando enferma del cuerpo pero en mi entendimiento natural j .. ./ y confesando lo que tiene cree y confiesa la santa madre Y glesia catolica ITomana, devaxo de cuia fe y ovedien"ia protesto vivir e morir como fiel cristiana, y deseando poner mi alma en can'era de sa­lua"ion, otorgo que, a serui"io de dios mo. Señor, hago y hordeno mi testamento y dispongo mi ultima voluntad en la forma siguiente:»

y siguen sesenta y dos cláusulas y declaraciones y una revocación final. El testamento fue abierto ante don Marcelo Godínez, alcalde mayor de Toledo, y los testigos Sebastián López de la Cruz Ahedo, Simón Femández (oficial de la escribanía) y Juan Velázquez.

Sólo añadiré que en su testamento manda se digan quinientas misas: cien, pat'a que las celebren los que puedan rezarlas a la mayor brevedad; y las 400 restantes, en la paIToquia de Santa Leocadia, por sacerdotes seculares; en el

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sigma siendo residencia fija y estable de señoras hasta hace pocos años, con el nombre de Casa del Maestro.

En el censo de Toledo de 1561 hay quince vecinos apellidados de Mesa, entre ellos un médico, el licenciado Baltasar de Mesa, y tres Juan de Mesa: uno de éstos tiene que ser el padre de los dos carme­litas. El cual, probablemente, sea hijo de Luis de Mesa vecino de Toledo, que en 1545 era mayordomo de la Santa Hermandad Vieja. Todos deben ser deudos de Alonso de Mesa (ya difunto en 1589), gobernador del Real Sitio de Aranjuez, y padre de doña Ana de Mesa 61

Próxima a Aranjuez se encuentra la villa de Yepes. Y entre los documentos protocolarios de est~ viII}) se COllserv~ 1m}) Carta de pago y cuenta de María de Mesa (31.3.1586). Por ella consta que los tuto­res y curadores de los hijos de Alonso García de Castillo, los señores Juan Alvarez del Aguila y Agustín del Castillo, se juntaron con Ana de Mesa, vecina de Yepes, para hacer la cuenta de lo que se le debía de las mandas que por sus testamentos le hicieron el dicho Alonso García Castillo e Isabel Matía, su mujer, en la partición de los bienes

monasterio de descalzos carmelitas, extramuros; en San Juan de los Reyes, fran­ciscanos; y en el convento de San Agustín, cien en cada iglesia indicada. Y deja mucha renta para hacer las fiestas de la Santísima Virgen en su palToquia, el sermón de las Siete Palabras cada Viernes Santo, con predicación muy escogida, y 25 reales cada año para el Viernes Santo en las Descalzas Carmelitas de esta ciudad, para lo que recibió dinero del señor Joan Fernández de Madrid, natural de Toledo, residente en las Indias.

En este mismo protocolo del escribano Miguel Díaz de Segovia, de 1640, al folio 247, hay una escritura de letra muy pequeña, escrita con mano temblona y prácticamente ilegible, en que intervienen tres personas: el jurado Diego Fer­nández Marin, Luis de la Fuente de Yepes, y doña Brianda de Mendoza, monja prafesa en el monasterio de la Concepción, «de la orden del seráfico Padre San Francisco» .

También en este protocolo hay una escritura de fecha 1.9-1640, en que intervienen Lucas de Peralta, que firma, y Luis de la Fuente de Yepes «hermano de Nicolás de Yepes». Se refiere a los cien reales de la renta de dos años, en que tenía que ver el Doctor Alcacer, cura que fue de la iglesia de Santiago de la villa de Caracena; la paga a cargo del dicho Luis de la Fuente de Yepes, que parece ser el pagador de las rentas reales en Toledo (pral. 2601, foI. 508).

61 Prat. 2117, f. 2070. La mayordoITÚa de Luis de Mesa, hacia 1545, consta por el pral. 1421, foI. 290. En 1534 este mismo Luis de Mesa (u otro homóni­mo), igualmente vecino de Toledo, hace de testigo en escritura del reverendo señor Francisco de Madrid, canónigo de Baza (pral. 1286, foI. 261).

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que ambos dejaron; estos bienes que correspondieron a la dicha Ana o María de Mesa ascendieron a la cantidad de 110.182 maravedíes 62

Los dos hermanos carmelitas, Anastasio de la Madre de Dios y Cristina de la Cruz, manifiestan ese aire de familia sanjuanista en sus virtudes, en su amor a la Cruz, tal vez también en su sentido práctico a la hora de sacar rendimiento a los bienes que Dios nos da aquí abajo. Como su hermana María de Mesa, tal como lo muestra su última voluntad. Y también el clérigo licenciado Luis de Mesa, amigo de la pluma, autor de la biografía de una religiosa-beata toledana 63.

Anastasio marchó a las Indias, a México, a Nueva España, como una especie de suplencia de su santo deudo fray Juan de la Cruz. Los otros tres hermanos aparecen juntos en esta escritura (buscando unas aparecen otras) que nos muestra el esfuerzo de una comunidad por consolidar la fundación del conventito de Cuerva:

«Sepan quantos esta carta de poder vieren como nos la priora monjas y convento del monesterio de nuestra Señora de la Encar­nas.;ion de descalzas Carmelitas desta villa de Cuerva estando juntas a la Red del locutorio del dicho monesterio llamadas para lo que de yuso dirá por son de canpana tañyda que yo el Escrivano doy fee que oy, y las que nos juntamos somos:

Mariana de Jesús priora, Ysabel de Jesús María sopriora, Xpi.na de la Cruz, Francisca de la Madre de Dios,

62 AHP To prol. 10701, reg. 5.° del año 1586, fol. 5. Fueron herederos de este matrimonio yepesino, además de sus hijos menores,

Catalina Alvarez, mujer de Alonso de Robles de la Parra, y la mencionada Ana de Mesa. Alonso García del Castillo se había casado dos veces; de un primer matrimonio fueron hijos el doctor Pedro García del Castillo y su hermana doña Catalina Alvarez del Castillo, fundadora del convento de San José y San llde­fonso, de carmelitas descalzas, del mismo Yepes.

Al doctor Pedro García del Castillo se le hizo en 1587 (o poco antes) la merced de cien ducados de pensión anual sobre los frutos del arzobispado de Santiago, que cobraba por semestres. Había nacido el doctor hacia 1560. Falleció en Yepes en 1629. Ayudó al P. General fray Juan del Espíritu Santo a fijar la genealogía de fray Juan de la Cruz, en 1628.

63 Es una Vida de la venerable Mariana de Jesús, terciaria franciscana natural de Escalona, que vivió y murió en Toledo a principios del siglo XVII. Apareció como obra póstuma, en 1661, a costa de don Alonso Fernández de Madrid, caballero de Santiago y regidor de Toledo.

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VARIA LECTURA JUANCRUCISTA

Mariana de San Angel, Ysabel de Jesús, Eugenia de la Encarnac,:ion, Luisa del Nacimiento, Ynés de Jesús,

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todas monjas profesas conventuales del dicho monesterio por nos y en nombre de las demás monjas de él, por quien prestamos calH;:ion de Rato en devida fonna y ansí como convento y en boz y en nombre dél, abiendo como auemos tenydo para hefetuar esto tres solenes tratados, por los quales hallamos ser utilidad del dho. nuestro mones­terío, los quales tratados son los escritos antes desto, y usando la lic,:enc,:ia que para lo que de yuso dirá tenemos del padre fray Alonso de Jesús [María] probinc,:ial de la dicha horden, su fecha en el con­vento de Daymiel a diez y seis de Jullio deste año: otorgamos y conoc,:emos que damos nuestro poder quan bastante de derecho se requiere al señor Andrés Vázquez yo. de la c,:ibdad de Toledo es­pec,:ialmente para que en nuestro nonbre y como nos mysmas, repre­sentando nuestras personas y en virtud de la dicha lic,:enc,:ia, pueda vender e inponer e ynponga en fabor del lic,:enc,:iado Luis de Mesa clerigo presbítero y de doña María de Mesa su hermana vos. de la c,:ibdad de Toledo y de cada vno dellos, o de quien él quisiere, mill Reales castellanos de tributo en cada un año por veynte mill Reales castellanos de principal, cuya ynpusic,:ion haga sobre los trec,:ientos ducados de juro en cada un año al quitar a razon de a veinte myIl maravedís el millar que tenemos situados en las alcavalas de la villa de Talavera por privilegio de Su Magestat en cabeza de este mones­terio, su fecha en Madrid a diez de henero del año de myll y seysc,:ien­tos y catorze, y sobre una huerta poblada de mucha cantidad de arboles y c,:ercada y con dos pozos y una casa dentro della, que tenemos en el término de la dicha villa de Cu~rva / .. ./» 64.

Este documento se hizo en Cuerva a 5 de agosto de 1615.

64 AHP To prot. 2575, ff. 1281-1282. Debió de ser aceptado por ellicenciado Luis de Mesa, porque con fecha 2

de septiembre de 1615 este mismo sacerdote daba poder a un tal Bartolomé Sánchez Moreno para que pueda en su nombre cobrar los maravedíes que le sean debidos por tributos y otras causas, de aquí adelante (prot. 2575, fol. 1331).

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El escribano corveño dice que oyó físicamente tocar la campanita que convocaba a la comunidad. A nosotros aún nos parece percibir sus vibraciones, mezcladas con el susuno de las voces medidas de las monjas, en el interior de nuestro espíritu.