REVISTA DE ESPIRITUALIDAD · 2018. 4. 10. · REVISTA DE ESPIRITUALIDAD PUBLICACION TRIMESTRAL...

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REVISTA DE ESPIRITUALIDAD PUBLICACION TRIMESTRAL DIRIGIDA POR CARMELITAS DESCALZOS AÑO UU - NUM. 14 ENERO-MARZO 1945 - TOMO 4. 0 LA MISTICA EN LA GRECO - ORTODOXIA (1) DR. HILjARIO GÓMEZ GARCÍA, Pbro. Escuela Mística de San Clemente de Alejandría.-ldem de Orígenes.-Fac- tores predominantes en una y en otra.----'EI monje y padre de los monjes egipcios, Macario el Grande, Nilo de Encira y Diadoco de Fotica.- San Juan el Escolástioo o Clímaco.-Mística científica. San Gregorio Nisseno, sistematizador cristiano de la Mística platónica.-EI Areopa- gita y su exaltado Neoplatonismo.--Síntesis, importancia y difusión de la Mística pseudodionisiaca.---Simeón, el nuevo teólogo.--Su Mística de la experiencia íntima y de las oracione§-himnos.-La Mística de la luz.- Las célebres "Confesiones", de este místico extraordinario.-Su perenne influjo en la piedad greco-ortodoxa de todos los tiempos.-EI sistemati- zador Nicolás Cabasilas y su ohra mística titulada Sobre la vida en Cristo.---1Gregorio Palamas y la teoría del quietismo greco-ortodoxo.- La oposición del monje calabrés Barlaam.--Renacimiento del hesyquia- tismo en el siglo XVIII.--Su inclinación hacia la Teología y Mística occidentaIes.-La edición del Florilegio patrístico.-La Crestomatía lla- mada Phylokalia, Drobotulubie en ruso.--Su decisiva influencia en la piedad rusa.-Consideraciones finales sobre la Mística oriental. Toda la Mística de la Iglesia ortodoxa está contenida en su incomparable liturgia. Para el pueblo oriental es ,ésta la gran escuela de Mística. Los fieles que asisten a los actos cultua1es (1) B I B L I O G R A F I A ARZENIEW: "Die Mystilc eler OstJcirclle". 1925. STOFFELS: "Die l11ystiscl1e Tl1eorie Malcarius des Aelteren". llonne, 1908. KOGH: "Pseudoelionysius Areop. in seinen Bezielmng'en ZIlI11 Neoplatonis- mus une] Mysterienwesen ", !I1ainz, 1900, GAS S :' "Die MystiJc des Nilmlas Kabazilas". Leipzig', ',1849.-"Ein russisches I'ilg'erbllcl1 ", editado por Reinl10ld v. VValter, Berl1n, 1925. CHARLES BIGa: "Tho Christian Platonists of Alexandria". Oxford, 1886. HEILER: "UrlürcllB und Ostlcircl1e". Munchen, 1931, II1IGNE: "Patrolog'ia Grreca".

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  • REVISTA DE

    ESPIRITUALIDAD PUBLICACION TRIMESTRAL DIRIGIDA POR CARMELITAS DESCALZOS

    AÑO UU - NUM. 14 ENERO-MARZO 1945 - TOMO 4.0

    LA MISTICA EN LA GRECO - ORTODOXIA (1)

    DR. HILjARIO GÓMEZ GARCÍA, Pbro.

    Escuela Mística de San Clemente de Alejandría.-ldem de Orígenes.-Fac-tores predominantes en una y en otra.----'EI monje y padre de los monjes egipcios, Macario el Grande, Nilo de Encira y Diadoco de Fotica.-San Juan el Escolástioo o Clímaco.-Mística científica. San Gregorio Nisseno, sistematizador cristiano de la Mística platónica.-EI Areopa-gita y su exaltado Neoplatonismo.--Síntesis, importancia y difusión de la Mística pseudodionisiaca.---Simeón, el nuevo teólogo.--Su Mística de la experiencia íntima y de las oracione§-himnos.-La Mística de la luz.-Las célebres "Confesiones", de este místico extraordinario.-Su perenne influjo en la piedad greco-ortodoxa de todos los tiempos.-EI sistemati-zador Nicolás Cabasilas y su ohra mística titulada Sobre la vida en Cristo.---1Gregorio Palamas y la teoría del quietismo greco-ortodoxo.-La oposición del monje calabrés Barlaam.--Renacimiento del hesyquia-tismo en el siglo XVIII.--Su inclinación hacia la Teología y Mística occidentaIes.-La edición del Florilegio patrístico.-La Crestomatía lla-mada Phylokalia, Drobotulubie en ruso.--Su decisiva influencia en la piedad rusa.-Consideraciones finales sobre la Mística oriental.

    Toda la Mística de la Iglesia ortodoxa está contenida en su incomparable liturgia. Para el pueblo oriental es ,ésta la gran escuela de Mística. Los fieles que asisten a los actos cultua1es

    (1) B I B L I O G R A F I A

    ARZENIEW: "Die Mystilc eler OstJcirclle". ~Hinchen, 1925. STOFFELS: "Die l11ystiscl1e Tl1eorie Malcarius des Aelteren". llonne, 1908. KOGH: "Pseudoelionysius Areop. in seinen Bezielmng'en ZIlI11 Neoplatonis-

    mus une] Mysterienwesen ", !I1ainz, 1900, GAS S :' "Die MystiJc des Nilmlas Kabazilas". Leipzig', ',1849.-"Ein russisches

    I'ilg'erbllcl1 ", editado por Reinl10ld v. VValter, Berl1n, 1925. CHARLES BIGa: "Tho Christian Platonists of Alexandria". Oxford, 1886. HEILER: "UrlürcllB und Ostlcircl1e". Munchen, 1931, II1IGNE: "Patrolog'ia Grreca".

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    de la greco-ortodoxia y que ;partic.ipan como espectadores vi-vosen su dramatismo litúrgico, como llevados de la mano por la simbólica y rica representación teológica, van ;caminando a través de un sendero triple hacia la Divinidad: empiezan por la purificación, pasan por el camino ,de la iluminadón y la cOn-te111.plarción y llegan, al fin, a la unión con la Divinidad. Los sacran1entos del Bautismo y de fa Eucaristía son los misterios que más impresiones místicas comunican a los fieles. Pero ade-más de esta escuela litúrgica, abierta siempre por Ja Iglesia a todos sus hijos y ac.cesible siempre a todo el m:undo, máxime si se tienen a .1a mano las "Catequesis mixtagógicas", de San Cirilo Jerosolimitano, existe desde muy antiguo otra Mística m)ás individual y estrictamente esotérica, que hizo su primera aparición en determinados ;varones piadosos, bien dotados e ins-truídos. para reproducirse luego en sus discípulos. Los prime-ros maestros en este orden de cosas son los dos grandes 'cate-quistars de AleJ~a1Vdría, Cle111,ente y Orígenes. El primero de ellos dice 10 ~iguiente acerca de la ,Mística: "Dios otorga la partici-pación en los divinos misterios a todos aquellos que pueden per-cibirlos. Pero 1110 ha revelado El, a las primleras de '~ambio, a muchos 10 que no es cosa de muohós. Lo ha hecho .con [los po-cos, c.on aquellos acerca de los cuales sabía El que ;tenían apti-tud para recibirlos." El conoci111,iento contemplativo, que este santo propone como objetivo de la tendencia cristiana hacia la perfección, no es para él otra cosa que la penetración en el mis-terio de la; unidad de ,nio's y del alm.'a. "El alma del justo-dice él utilizando una antigua expresión poética-es una imagen de Dios y es semej ante a Dios." El místico que va limpiando su alma de afectos terrenos, va también haciendo visible en ella la imagen del Creador. Es más: puede quedar ella convertida en Dios. Esta antiquísima Mística de la Deificación ~adquirió ca-rae.teres cristianos con San Cle111ente de Alejandría, porque este inolvidable Maestro supo unirla estrechamente con el Mister'o de la Encarnación: "El Verbo divino se hizo hombre para que tú te percatases también de ,que el hombre se ha hecho Dios." Encuadrada dentro del espíritu del antiguo helenismo, esta mís-tica clementina fle la deífioaáón muestra una mayor madllrez y una más cumplida precisión. Para que resalten más su atra-yente simpatía y su encantadora sencillez se la ve desprovista tanto ,ele las exageraciones ele un barroquismo extático eolOlO

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    de la uniformidad monótona de un extremado quietismo. Tan~ to es así que el mejor expositor del platonismo cristiano-ale-jandrino, Carlos Bigg, llegó ,hasta el extremo de negar cuali-dades místicas a la piedad clementina. "'Aunque pad,re de los místicos-dice él en "T;he Christian Platonists of Alexandria-, Clemente no ,es un místico. El no llegó a pisar el jardín má-gico que dejó abierto para tantos otros." La expresión, muy exagerada, desde luego, y como tal insO'stenible, puede tener una exégesis moderada y racional. Es esta: "El instrumento de que se valiera Clemente no fué la contemplación extática, sino la razón magistralmente dirigida." "Por 10 mismo-con-tinúa el erudito ,autor inglés-, si alguna vez se llega a ella, la gnosis (conocimiento) es inamisible dadO' su carácter perma-nente. N o pasa 10 que en el éxtasis, que es un fenómeno pa-sajero. El gnóstico no es un visionario ni un mago." ¡"La Mís-tica sosegada y sobria del gran Alejandrino tiene su paralelo europeo-occidental en la ,del maestro Eckhart" (heiler).

    Fundado en el conocimiento (gnosis) místico clementina y en las propias experiencias personales, Origenes expuso una am-plísima teoría de la ,Mística. Según él, para ascender al último peldaño en la escala graduada del niisticismo hay que comen-zar por la renuncia extática a las cosas de la tierra, se avanza luegO' un poco más, procurando con grandes esfuerzos, natu-ralmente, asfixiar a todos los ,afectos desordenados y se hace alto prolongado en la meditación sobre el Lagos. Desde aquí se da un paso más y el alma ,se sitúa en la región pura y serena re la coiltemplación de la propia divinidad. El alma ha que-dado deificada. Eh la Mística de Orígenes es elemento prepon-derante el vigoroso entusiasmo de la experiencia extátiC(!,o Pese a ello, este místico eminente ha sido el primer sistematizador (le los senderos místico-salvíficos y el introductor de una buena serie de motivos especiales de esta índole en la Mística cristia-na de Oriente y Occidente. El calificó y recomendó ademas, por vez ¡primera, como imüadór¡, plena dieZ ]JI aestro Jesús, la tendencia hacia la perfección cristiana cristalizada en la pobre-za, en la humildad, en la obediencia, en el amor fraterno y en la aceptación del dolor. Propiamente hablando, es Orígenes el verdadero padre de la mística nupcial individual aplicada al Cristianismo, mejor, a la Psicología teológic.a. El y nadie más ni m)ejor que él aplicó a la comunicación mística entre Dios y

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    el alma las variadas y múltiples alegorías del "Cantar de los Cantares". Antes que nadie dió él en una obrita instrucc.iones detalladas y sabias para la realización de la pelgaria mística. En el correspondiente escrito, titulado 11:2pisvxY¡s explicó a las mil mlaravillas la orac.ión mental y sutilizó, como él sabía hacer-lo, sobre la oración en general como impulso ascensional ha-cia la unión 1nística. Hizo hincapié sobre la exigencia de la plegaria permanente y calificó a la vida toda del cristiano de oración única JI grandiosa. Por último, fué Orígenes el pri .. mero que concibió la vida místicq como una síntesis armónica y unitaria de la vida contemplativa y de la .activa. El señaló a María y a Marta como encarnaciones de una y otra. Primer sistematizador de la ,Mística, es Orígenes, sin duda de ningún género, el guía indispensable y definitivo en las dos cristianda-·¿es de Oriente y Occidente (1).

    Síguele en importancia como místico de gran estilo el mon-je y padre de los monjes egipcios Macario (300-390). Es re-presentante de una mística individual, espiritualista, reposada y madura, que se ¡mantuvo alej ada por igual de todo elemento litúrgico y de todo factor metafórico visionario. Las enseñan-zas macarianas, profundamente espirituales, encaminadas a la obtención de plegarias, gradualmente escalonadas para que sir-van de medios apropiados y relativamente fác.iles para la deifi-cación del al111,a) están contenidas en sus famosas "Homilías es-pirituales". Es una obra que acusa el influjo moderado de la Stoa y del ,Neoplatonismo y el miás fuerte de la Teología ale-jandrina. Desde una pleg:a1'ia se1'bcílla en demanda de gracia y de ayuda, el alma deberá pasar a otra oración, a fa "verdade-ra, a la absoluta y tranquila oración", a la petición en espíritu yen verdad) a la sosegada e inarticulada oración mental. All1e-gar a la cumbre de unificac.ión mística con la Divinidad, y ante la irradiación centeIleante del foco lumínico esencial, desapare-cen las últimas ,tinieblas del alma. Al mirarse ésta en aquel ra-d'iante espejo, y al contemplar en él su propia figura etérea, cae eIla en arrobamiento, siendo arrebatada irresistiblemente hacia la plenitud de la esplendorosa magnificencia divina. Con la ayu-

    (1) Aclvirtamos, para evitar todo confusionismo, que en tocio este articulo el p.iltor usa el vocablo mistica en su más amplio senticlo, como sinónimo de vida espiritual.-Nota de la DÍI'ección.

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    da del espíritu de Cristo ha quedado ella convertida en espí-ritu: ... La grandeza de alma de este místico excepcional consis-te cabalmente en esto: en la gran preeminencia que frente a los extraordinarios fenómenos carismático-extáticos de la vida mística otorga él al pleno a01110r divino y a la cttmplidaunifica-ció11A del ol111al con pio's. Es muy parecida a ésta la Mística de Nilo de Ancim, que antes de hacerse ¡monje había sido emplea-do de la corte bizantina (t 430). Partiendo de una rica y pro-funda experiencia sobre ,comunicación con la Divinidad, for-muló el Sinafta-que tal non~bre recibió este arrepentido cor-tesano-las más claras nociones ,de la orac'ión mística, y las me-jor probadas orientaciones psicológicas a fin de que las almas piadosas pudieran llegar a la Oración espiritual. Este estado de perfección en el terreno de la comunicación con la Divini-dad se concentra, ¡dentro de la más absoluta impasibilidad, en Dios mismo, bien único y absoluto.

    Bastante mayor fué la difusión que lograra la Mística de Diádoco de fotica (siglo v), autor de la "Palabra ascética", obra muy leída y apreciada en su tiempo. Con una precisión y una claridad de concepto nada comunes expone este gran mís-tico la conjunción maravillosa del más profundo amor divino y de la más ,completa entrega en manos de Dios con la tem-planza espiritual m¡ás fundamentada y racional.

    La popularidad de htan el Escolástico, llamado también Clí-111,aCO (de xAlp.aE, escalera) por su famoso libro "Scala paradi-si" y el Sinaítico porque pasó cuarenta años como anacoreta en una cueva a los pies del monte Sinaí, fué incomparablemen-te mayor que la de todos los místicos precedentes. Para expli-car los ,grados de la ascensión en la vida mística se fijó este santo en los treinta pe1daños .de la escalera de J acob. La vida espiritual comienza, según él, en el renunciamiento al mundo y ,en la crucifixión de todos los afectos; va luego desarrollán-dose en las autohunlillaciones, en las plegarias y en el silencio, y adquiere finalmente su perfección máxima en la completa imi-pasibilidad y ,en el descanso. Una vez aquí, el hombre pi3Jdoso contempla el abismo de los misterios, experimenta la transfor-mación de Cristo resucitado y logra la felicidad del Paraíso, es decir, consigue ,el Cielo en la tierra. La "Escala del Paraí-so", de in:menso prestigio entre los monj es orientales, fué in-

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    cluso, para los legos, el guía indispensable, casi único, de Ja vida espiritual durante siglos.

    Vinieron a ¡engrosar el caudal de la Mística monacal indi-vidualista alej andrina y origenista otras dos ranias importan-tes de la Teología cristiana: la MísticaJ cultual y litúrgica, es-treohamente unida, como .acabamos de indicar, con los sacra-mentos, y la lYlística. científica, inmediatamente basa:da en la filosofía neoplatónica. El primer documento relativo a la pri-mera son las también nombradas "Catequesis mixtagógicas", de Sa(/1, Cirilo Jerosolil11'Ítano, redactadas hacia el año 347. EUas describen de llljodo adm.irable los actos iltúrgicos y las acciones sacras y suministran, además, una exégesis mística, sumamen-te sencilla de unos y de otras. El más grande representante de la segunda es San Gregario Niceno (332-394). Este gran Padre de .la Iglesia, empuj ado por el hechizo del ideal biológico del N eop1atonismo que hahía aprendido en las obras del Padre del Idealismo y en las paráfrasis de Plotino y de Filón, se declaró partidario ,entusiasta de la. contemplación inm.edia.ta de la Di-vinidad. Por 10 mismo vió en el parentesco del hom.bre con Dios la verdadera base para c.imentar la capacidad cognoscitiva del hombre respecto del Creador. Sólo el semejante puede contem-plar al semejante, decía él. El punto culminante de ese conocer elaborado por el íntimo marida jeentre el entendimiento y la Fe, e;;tá constituí do por dicha contemplación extática que, a modo de gracioso regalo, ha sido concedida a toda persona pia-dosa e intrínsecamente acrisolada que va avanzando en alas de un entusiasmo ardoroso hacia el trasunto divino que lleva en su alma. Es el premio otorgado "a aquella divina y sobria em-briaguez, en cuya virtud el místico ha salido de pí mismo". Pero también este místico conocer, en el que el alma recibe por anticipado la ~terna bienaventuranza, es tan limitado como el del espíritu puro en este mismo orden de cosas; es, en último término, "un reconocimiento adquirido a través del desconoci-miento" una (visión a través de la ceguera, una confesión de la incognoscibilidad de Dios. Lo que en el orden místico fué San ,Agustín para el mpndo occidental, eso fué en la Iglesia griega San Gregorio ,de N yssa: canal por donde pasó a la Teología ortodoxa 10 ,más profundo y 10 más admirable de la Mística platónica. También fué el guía del Aeropagita, del gran Mis-tagogo desconocido.

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    En la Mística de esta tan discutida 'figura en la literatura eclesiástica convergen y se funden todas las orientales: la ra-cional) de San Clemente de Alejandría; la práctica) de Oríge-nes; la sacramental, ,de San Cirilo Jerosolimitano, y la especu-lativa) de San Gregorio Nisseno. El Areopagita, probablemen-te Severo) Patriarca de Antioquía (5I2-538), es bastante más neoplatónico que el Nisseno. Había leído las últimas produccio-nes literarias del sistem,a, en especial las de Proclo y Yambico. Probablemente había también utilizado las "Enneadas)), de Plo-tino. Al igual que Filón, pretendió armonizar "la trascendencia de la Revelación Bíblica con la inmanencia de la unión mística en la Divinidad)) (Heiler). Valiéndose de vocablos altamente metafísicos, en buena parte sacados, directa o indirectamen-te, de la terminología neoplatónic.a, procura el definir la inmen-sidad y la sublimidad, la incon~prensibilidad y la inefabilidad de Dios. Para explicar en la medida posible la Naturaleza di-vina no es suficiente, dice él, la perífrasis teológica de las afir-· 11'taciones positivas) porque hay que acudir también a las nega-ciones y aun a las dobles negaciones. Por medio de éstas va-mos eliminando de nuestra noción acerca de Dios todo 10 que El na: es) para completarla luego acudiendo a la Trascendencia, Por esta segunda vía atribuímos a Dios de manera positiva y en grado infinitamente superior todas aquellas cualidades inmle-jorables que se observan en las cosas de acá abajo. El fuego, que suele comunicar a su vivir psicológico el individuo extáti-co-platónico, y el paternal respeto con que el cristiano piadoso trata todas las cuestiones teológicas, prestan calor y movimien-to a los conceptos de inefabilidad, incognoscibilidad, etc .. , es de-cir, a las frías y pausadas abstracciones de la Filosofía aplicada al estudio de la Divinidad y amor eterno para todos los creyen-tes. De est~ tan amorosa manera pasan a ser afirmaciones ro-tundas de reconocimiento pleno, abierto y decidido las negacio-nes tenebrosas de la ceguera mística, que .se convierte en con-templación luminosa. Y aquel espanto que origina la inefabili-dad se torna en sobrecogido embeleso ante ~a Bondad Divina, suma, infinita y absoluta, causa de la Creación y de los cuida-dos providentes. A la vez todos los conc.eptos encom~ásticos y todos los superaltivos aplicados a la Divinidad se funden en una sola atribución empapada en amor, porque Ella 10 :es. y por-que la Eisencia Divina esadem,ás hermosura, por eso es el Cos-

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    mas indestructible ,armonía y orden constante. Por esta misma razón viven en estrecha amistad los ángeles, los hombres, los animales, las plantas y los seres inanimados. En esta armonía cósmica encuadra también el Areopagita el orden sacramental con sus tres misterios (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) y la jerarquía eclesiástica (Episcopado, Sacerdocio y estados inferiores). El primero viene a ser algo así COmo un microcos-mos en un macrocosmos, y el segundo un trasunto terrenal de los moradores del Cielo, encuadrados también ,en órdenes y co-ros. Y si es verdad que las cosas han venido a la existencia y se mantienen en ~l1a merced ,a un act0 de ambr divino, ese mis-terioso poder extático que hace que los seres no se pertenezcan a sí m'ismos, sino que pasen a la propiedad 'del Amado, las va empujando nuevamente en un movimiento de retroceso hacia el Ser Unico) hacia la Divina Fuente de que salieron. Este Eros universal tiene también potencia-¿ como no ?-para coger el alma humana, sublimarla y en1¡pujarla hacia las alturas del éx-tasis. Una vez aquí, es decir, tan pronto como ha entrado en las regiones de la "luz inaccesible, en las que vive la Divini-dad", alcanza el1a la unificación con la Unidad Divina, es de-cir, ha l1egado a la deificación. Entre los medios intrínsecos más importantes para ,la sublimación que nos ocupa cuéntase la oración escalon,alda) que viene a ser como una ligera cadena amarrada en la bóveda celeste. Por el1a va subiendo, mejor, ;va siendo elevada el alma humana hasta verse colocada junto a la misma Divinidad. Al lado de éste hay asimismo otros medios, y éstos externos. Son los símbolos sensibles: los sacramentos. Mediante el10s es elevado el hombre de manera jerárquica a la contemplación de la Divinidad y a la unificación deificante. y porque las acciones y signos materiales del culto no son otra cosa, a juicio de los discípulos de Platón, que ,unas imágenes de las dosa,s espiritualés, ayudarán mucho, no cabe duda, para conseguir éstas. Con este ,apoyo y esta orientación el hombre logrará llegar-tampoco cabe negarlo-hasta la propia simili-tud con la Divinidad. El Areopagita supo hacer de toda la ri-quísima 'gama sacram(entaria, tal como evolucionara en la li-turgia greco-oriental del siglo v, una alta escuela de contem-plación y de éxtasis. El se dió maña singular para tender los grandes ¡puentes 'entre la sutil Mística plotina de la infinitud y los misterios eclesiásticos. Y llegó hasta soldar en una sen-

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    cilla unidad el concepto de la deificación, tan característico en la Ascética y Místic.a neoplatón~cas, con la idea similar cristia-na de la Encarnación. Con ello cristianizaba la Mística plató-nic e inyectaba una más intensa espiritualidad al culto cristia-no. La fusión de la Mística platón'ica con la Fe y el c.ulto cris-tianos-obra sin igual, más que atrevida temeraria-es mérito grandioso del Areopagita) no discípulo de los apóstoles, cual pregonaba la firma de los ;escritos respectivos, sino posiblemen-te prelado sirio-monofisita que vivió a fines del siglo v. Aun-que con recelo y contradicciones a los ,comienzos de su difusión, la Mística, defendida y expuesta con criterio neoplatónico por el gran Mistagogo del Areópago, acabó por imponerse de modo total en el Oriente. Perofué en la Europa occidental donde consiguió su más alto prestigio y una confianza ilimitada. El Oráculo Divino le llamaron la Escolástica y la Mística occi-dentales. Acaso por esto mismo fué luego tan combatida por el corifeo de la Reforma protestante. Para Lutero los escri-tos que llevan la firma de Dionisio el Areopagita no son más que una colección de fábuhs, de quimeras y de sofismas, y ei autor, quien quiera que haya sido, "uno de los más desca-rados falsificadores de la Historia Eclesiástica". Los protes-tantes modernos son más justos. Harnack, por ejemplo, defien-de al tan combatido autor, "que no es ,un copista ni un plagia-rio", y ensalza el sistema expuesto por él. Por 10 menos, una grandiosa novedad) por ,cuanto ha realizado la unidad del Cris-tianismo y de la Filosofía helénica en el mlás ,alto grado". "En una época en que estaba a puntO' de morir en la Iglesia orien-tal el contacto vivo con la Filosofía y la Mística helénicas, este desconocido ,aseguró para el ,dogma y el culto cristianos el va-liosísimo tesoro ideológico de la Mística griega. E¡ facilitó la entrada en la Iglesia al Príncipe de los místicos cristianos. "Plotino") al gran filósofo e%tático) a quien el propio San Agustín nada menos ca laica "entre las alm'as incomparables) en-trre los hombres casi divinos". La incorporación del N eoplato-nismo al sistema filosófico cristiano, hecha de modo casi im-perceptible por el pseudodionisio, no fué una falsificación, sino, en fin de cuentas, un enriquecimiento de la Teología y de 1,a Mística cristianas (Heiler). El influjo del sistema místico neo-platónico, tal como emerge de los escritos pseudodionisianos, fué inmenso en todo el Oriente. Aun así, la Mística dionisiana

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    no logró jamás el predominio en el campo del misticismo grie-go. Los monj es y anacoretas ortodoxos, puestos a elegir entre un sistema frío, por abstracto y ,metafísico, y un procedimiento más encendido y más inmediatamente contemplativo, se incli-naron por 10 último. El gran heraldo de esta tendencia mística fué Si111,eón, el nuevo teólogo (949-1022). Educado primera-mente en el Cenobio constantinopolitano de Studion y perfec-cionado más tarde en el cercano de JIIJ amas, donde fuera Igu-111{en por espacio de veinticinc.o años y donde desarrollara él sus elotes ascético-místicas, Simeón, el más grande teólogo de Orien-te después de San Gregorio de N azianzo, tiene una importan-cia capital en la Mística ortodoxa. Contra 10 que afirmaron y p'racticaron varones insignes de otras escuelas místicas, apega-das al mecanidsmo de la oración y del símbolo externos, este abad notable, ansioso de comunicar nueva savia al primitivo fervor cristiano, tomó como fuente verdadera de la piedad a la inmed:iata ,expe1'ienáa espiritual. Alcanza ésta su grado máxi-mo de eficacia en la conte111,plación extática, de la' m:agnt'ficencia divina. Mas este fenómeno mistico de felicidad indecible no se limita, ciertamente, a una pura contemplación espiritual, por-que tiene su c.orrespondiente forma sensible. Es la mirad,a ha-cia una luz maravillosa de extensión interminable y de infinitos resplandores, a virtud de la cual la faz y el cuerpo del hombre quedan enteramente iluminados, nliejor ,aun, bañados en los ful-gores correspondientes. En esta visión, esplendorosa siempre, 1 ecilbe el almla por parte de Cristo alguna revelación consiguien-te a su divina promesa: "A quien me ama yo también le ama-ré y me revelaré" (San Juan, XIV, 2I). Entonces es cuando experimenta el alma la m¡aravilla de la deificación, a la cual pueden llegar todos los cristianos, aun los no pertrechados con los potentes auxilios de una experiencia psicológica intensa. To-dos, todos están llamados a esta contemplación lumínica tran5-figurativa y deificante. Este fenómeno :del éxtasis luminoso, tan repentino como el relámpago y tan frecuente como éste en una prolongada tempestad, llevó a nuestro teólogo a un cono-cimiento profundo de las maravillosas gradas divinas. Quedan ellas sintetizadas en la gracia de las gracias) en la identifica-ción con el Cristo eterno, lograda merced a la energÍ,a transfi-gurante de su Divina Magnificencia. El que era hombre, según la 11,af1tralezClr-Y pecador e impuro además-, ha pasado p. ser

  • · LA MíSTfCA EN LA GRECO-ORTODOXIA

    Dios por la g,lt1lC1ia) "por esa gracia que yo anuncio", dice Si-meón, es decir, por la comlpenetración sensitiv,a e ideológica, c~.encial y espiritual con Aquel que ilumina y clarifica corporal y espiritualmente. g~ta gracia-ola sola gmtia.--es la que libera al cristiano de la servidumbre y de la carga del pecado, es la que otorga ,al hombre la libertad: el~ Dios. Por ella, y sólo por ella, es la vida una ,bendición. Nadie supo decirlo mejor que el Apóstol de las Gentes, concluye Simeón: "Por la gracia y no por las obras soy 10 que soy." Según se ve, Simeón el Teólogo huye sistemáticamente de los conceptos teológicos oscuros y de las expresiones filosóficas ampulosas. Se trat,a sencillamiente de una experiencia personal íntima-la de la infinita distancia en-tre el hombre pecador y el Dios miisericordioso-y de unos bro~ tes espontáneos del corazón. Porque ello es así no puede ha-ber otr,a manifestación externa de esta exaltación anímica que las oraciones-himnos. Son otras tantas plegarias, tan conteni-das como pasionales, del mismísimo corazón. Son gritos de la víscera amorosa, de las' que han surgido merced a los finos y profundos c.onocimiéntos místicos. Esto son las Confessiones. de Simeón: "Himnos al Amor divino. Oraciones y cánticos" a la vez. "Por su armonioso ritmo y por su extraordinaria so-noridad pertenecen ellas a las más hermosas producciones poé-ticas de ~a literatura universal, y por su cordial efusión y pro-fundo sentimentalismo a las más notables confesiones espontá-neas en la Historia 'de la Mística. Todas las más artificios,as estructuraciones psicológicas, todas las orientaciones ascéticas y todas las especulaciones teológic,as se esfuman aquí ante la potencia avasalladora del corazón agraciado por Dios. Aquí no hay más que un ansia, un! pensamiento, una ,alegría, una grati-tud, una. franqueza, un arrepentimiento, una confesión ante Dios, ua manifestación de un ansia fogosa, de un anhelo incon-tenible, de un;a tendencia hacia la luz, 'de una bienandante feli-cidad dentro de la luz ...

    Las maravillosas lumínicas, con toda su energía transfor-madora y deificante, han sido vertidas aquí tan a maravilla por el poeta en la cadencia armoniosa de unas palabras t,an llenas. de encanto que forzosamente ha de aparecer ante el estupefacto lector la luz in:cr~ada de la magnificencia divina, que Simeón él Tteólo'go contempló con las potencias del alma y con los ojos del cuerpo" (Heiler). Naturalmente, la Mística extática de la

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    luz adquiere mayor potencia lumínica en la celebración de los misterios eucarísticos: "A'l recibir su Cuerpo y su S¡angre In-maculados, que a manera de luz han tomado posesión de nues-tro ser, hemos contemplado nosotros su magnificencia, la glo-ria que corresponde al Unigénito del Padre", dice este místico encendido. Aquella Mística individu;a1, hecha a golpes de vehe-mentes latidos del corazón en la grata soledad de 'la celda mo-nacal) adquiere su contrapeso social-eclesiástico diríamos me-jor-ocn la Místiqa litúrgica del Altar Santo. Ambas se jun-tan en estrecho maridaje para dar un mismo fruto de bendi-ción: la piedad viva. del c.orazón, tendencia carach~rística del sistema místico de Súneón, rd Teólogo.

    En la Mística cristiana, en general, y en la ortqdoxa, en particular, tiene este piadoso varón una importancia extraordi-naria. Carlos Hall, autor de una valiosa monografí;a de Si-meón. le llama ," el más notable de los místicos que el Oriente alumbrara", y escribe adem'¡ás: "En la curva de los místicos griegos, que empiez¡a con Cleemnte y Orígenes, sigue luego por Gregario de Nyssa y Dionisia Areopagita y termina en los hesícastas (quietistas), ocupa Simeón el punto más alto. Su re-ligiosidad es acaso la más fuerte en toda la historia greco-orto-doxa del cristianismo person¡:tl." Por nuestra parte, creemos que el sincero teólogo protestante 110 ha exagerado. Kirchoff, autor de un epílogo titulado "Licht van licht" ("Luz de luz"), va aun más allá y escribe: "Simeón es el escogido del Eros di-vino en el Oriente griego, uno de los más grandes místicos del Cristianismo y de la Humanidad, y de hedho el modelo a que se ajustó el primero, el más charo y a la vez el más profundo de todos los teólogos: San Iuan el Evangelista."

    ¡Aunque el mundo greco-oriental no haya dado a este mís-tico extraordinario toda la importanda que en realidad le per-tenece, es innegable, sin embargo, la decisiva influencia que él ha ejercido y sigue ejerciendo todavía en la greco-ortodoxia. El solo hecho de que sus" Capítulos prácticos y teológicos" ha-yan sido incluí dos en la Crestomaltía de los padres ascétic.o-mís-ticos-~olección muy apreciada y leíd'a-, viene a demostr:ar de modo incontrovertible que Simeón, el nuevo teólogo, ha ve-nido nutriendo a la piedad greco-oriental, y principalmente a la rusa, hasta en el p'ropio siglo XIX.

    Astro de primera magnitud en lia Mística bizantina, es el

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    gran filósofo platonizante y excelso sistematizador de la Mís-tioa en el segundo milenio cristiano; Nicolas Cabasilas ( 1290 -13 1 7). Todo el sistema místico de este gran teólogo-el más grande acaso de ~a Teología bizantina-está contenido en una obra famosa: "Sobre la vida en Cristo." En ella presenta Ca-basilas toda su filosofía mística, que viene a ser una síntesis 'armónica de dos escuelas: la del sistema litúrgico-racional del pseudo Dionisia y la elel individual y ascético-contemplativo de los místicos Orígenes, Macario y Simeón. Así com:o el embrión, que vive a oscuras en el seno nlaterno, se va preparandO' para el desarrollo de su vida ulterior a plena luz, ~ambién el cristia-no, que vive en este mundo tenebroso, va disponiendo para la vida imperecedera que allá arriba tendrá lugar entre torrentes de luz. Lo hace por medio de "La Vida en Cristo", le"ma. de toda la ll/lístíca cabasü1~ana,. Ahora bien; esta vida, bastante más importante que la puramente material, recibe su existencia y obtiene su pleno desarrollo en una doble cooperación funcio-nal, mejor, en la conjunción en un solo sujeto de dos elen1entos biológicos: la gracia dí'v/na, venida al hombre por el qanal de los sacramentos, y la vohmtad h~mwna, Con la ayuda de aqué· lla puede lleg¡ar ésta a la unificación con Cristo y a la deifiC'a-c¡ión, meta final de toda la evolución ascético-mística. Los sa-el'amentos, valiéndose de signos simbólicos y de acciones sacras altamente representativas, f:acilitan al hombre el paso hacia las regiones del 11tás aUá; la voluntad generosa de Dios va elimi-nando los afectos y las pasiones que afean al alm¡a se eleva ésta sobre sí misn-r,a, en un arraque sublime de desprendimientos y renunciaciones y, despreciando todo cuanto viene del egoísmo mundanal y humano, se lanza a las alturas para, olvidada de sí mísma, no pensar ni querer otra cosa que al mismo Dios, Amor esencial y sempiterno. Obtenido ya este estado de amor tan per-fecto y tan limpio, la voluntad huma11la y la gracia divina si-guen obrando conjuntamente y de progreso en progreso, de vir-tud en virtud, de caridad en caridad, de heroísmo en heroísmo, pueden llegar a 10 más sublime que tiene el amor: a la entrega total, ple11la y absoluta en las manos de Dios, a la unificación con la Divinidad, a la deificación, Al lado de esta filosofía de la vida mística Nicolás Cabasilas acertó a desarrollar otra so-bre la Liturgia. Es ella el más grandioso comentario elaborado en Oriente acerca de la Santa Misa ortodoxa. La exégesis ac-

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    tual del Santo Sacrificio es exactamente la misma que con tan-la profundidad y simbolismo expusiera un día en sus EpO"l)vcla el c.élebre Cabasilas. Vistas las cosas en conjunto, se puede afirmar sin temor a equivocarse que la Mística de "La Vida en Cristo" contribuye mucho a la intensificación de la piedad en la greco-ortodoxia.

    Durante los siglos XI, XII Y XIII se había desarrolIado grandemente en los Cenobios de Constantinopla, en el de Si-naÍ y, sobr,e todo, en el alma 1náter del Monacato greco-orto-doxo, en el monte Aithos, l:a Mística simeoni,ana de la luz. Como de costumbre, se echó nl\ano de nuevas teorías para mejor ex-plicarlas. Gregoll'io el Sinaüa. (t 1346) Y Gregario Palamas (t 1359), ailltbos del monte Athos, se encargaron de ello. El primero expuso una teoría psicotécnica de la oración mental tranquila y silenciosa) cuyo papel no podía ser otro que el de preparar metódicamente al alma para la r~cepcjón de la luz di-vina. El segundo, que llegó a ser Arzobispo de Tesalónica, acu-dió a otra más eficaz y directamente operativa: a la luz divina increada y eterna. Según él, este elemento divino, que un día iluminara el monte Tabor, l11ianda tambi,én de manera asaz per-c.eptible sus rayos esplendorosos sobre las almas pías. Con eIlos produce en éstas un estado de t1'wtquilidaid ínti111:,a tan sosegada y ~an divinamente transformadora que a seguida traslada las almas a la región de 10 increado, donde quedan iluminadas, transfiguradas y deificadas. Los defensores de esta t1'anq1l1~Udad semibeatífioa recibieron el nombre griego de hesych1:astas. equi-valente al occidental de quietistas. El quietismo de Palamas tuvo en el monje calabrés Barlaam, influenciado por el E'sco-lasti.cism\o occidental, un enemigo formidable, porque poseí:ata-lento y erudición. El antiquietista Barlaam calificó de herética a eSe aplicación íntima de la luz incread',a y perceptieble, con naturaleza divina, al fin. La objeción era temible. Para desvir-tl1arJ¡a-cosa que no logró-, el Arzobispo Palamas se esforzó por distinguir entre la esencia inaccesible de Dios y las ener-gías increa.das que de El naéen y que se desparraman luego por las regiones de los sentidos, entre el Dios Trino y Uno ence-rrado en sí mismo y las ¡¡Divinidades!! (Sabiduríp., Fuerza, Ciencia, Vida, etc.), que son otras tantas irradiaciones, entre las que se cuenta pri~1cipa1111ente la luz esplendorosa del Tabor. lia controversia duró años, porque los muchos enemigos de Pa-

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    lamas, entre los cuales se distinguió grandemente Nicéforo Gré., !Joras, discípulo de Barlaam, insistían mucho en el punto flaco de la teoría., en la inseparabilidad entre la Nat~waleza y la Ac: tividad en Dios, y por tanto, en el reproche del dualismo y del politeísmo hesiquiastas. Nicolás e abasilas cayó del lado de és-tos. Un Concilio constantinopolitano de I 35 I declaró ortodoxa a la Teología quietista, mientras que los dogmáti,cos occidenta-les, con mej ores razones, se pronunciaron contra las aserciones de Palamas y sus partidarios. El hesyquiastismo deSlaparecía no tardando del campo de la controversia teológica sin haber aportado soluciones y sin haber ,dej acto trias de sí huellas sen-si,bles. Algo ha quedado de su paso por la Historia en la de la Iglesia, por cuanto los quietistas, como buenos greco-ortodo-xos, eran profundamente antiesco1ásticos, en tanto que los an-tipalamitas eran amigos de la unión con Roma y de los siste-mas filosófic.o-teológicos de Occidente. "La campaña a favor del hesiqasm¡o no fué otra cosa que una lucha por el conven-cimi,ento de que aun tel1ía con la misnra vitalidad que en los tiempos apostólicos el espíritu de Dios y también un batallar por el derecho; más aún: por la ineludible necesidad de una leligiosidad independiente en la Iglesia". Ehrhard bei Krumba-cher, "Geschichte del' byzantinischen literatur".

    Pero el quietismo oriental, que tenía grandes raíc,es en el monte Athos, conoció por esto mismo en el siglo XVIII un nuevo y notable incremento. Mucho contribuyó a ello el nota-ble canonista y teólogo Nicodemos de N axos, por otro nombre Hagioritis (I 748- I 8 I 9). Es autor de un Enquirídion notable, m¡uy ¡apreciado y leído aun en nuestros días. En él da instruc-CÍoones interesantes encaminadas a obtener ele modo progresivo y sisrl:,emático una vida mística robusta y una oración mental intensa y provechosa. Según Hagioritis conducen a la unifiqa-ción con la Divinidad transfigurante e iluminadora la sistemá-tica mortificación de los sentidos y, sobre todo, la asfixia de l;as imágenes de la fantasía, la concentración de las facultades to-das mediante la soledad, las tinieblas, la postura corporal tran-quila, la mirada humilde e inclinada hacia el pecho y la repeti-ción de una plegaria estereotipada y ¡acompañada siempre de miovimientos rítmicos respiratorios. Si se mira a la calidad, los efectos de aquella unificación c1eific.ante son dobles: de orden moral unos, como la observ¡ancia de la Ley Divina y la adqui-

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    sición de las virtudes, y de índole contemplativa otros, como el reconocimiento de la Creación y de la Redención en primer tér-mino, y la contemplación extática de los atributos, por último. Resalta entre todos estos, a tenor de las más fuertes tradicio-nes del hesiquinismo, ];a luz divina) con cuya contemplación se hacen tan~bién pacientemente visibles todas las dem,ás cualida-· des divinas. Todo 10 dicho hasta aquí es, en esencia, el propio sistema místico de la luz, tal como 10 'expusiera Simeón el Teó-logo. Pero Hagioritís cono da la Teología y la Mística occi-dentales-circunstancia que le valió no pocos reproches y mu-chos sinsabores-, y bajo el infiujo innegable de los "ejercicios ignacianos" compuso su "Gymnastica pneumática", de conte-nido similar a la obra inmort¡al del santo y genial místic.o de Loyala. También acredita el valor positivo y la honda piedad de Nicoelemius la recomendación-tan católica por cierto-que ele la Comunión dÍlaria hiciera él en un opúsculo notable titu-lado "Recepción frecuente de los misterios de Cristo". Pero no han terminado con esto los merec.imientos excelsos del canonis-ta de N w;os. Incansable en su amor a las tradiciones ascético-místicas de su raza y de sU Iglesia, Nicodemus trabajó mucho en la ,edici.ón de las obras hagiogl'áficas ele este tipo y en la ela-boración de un Florilegio de máximas ascético-místicas de los monjes antiguos más notables en sabidurí¡a y santidad. El, por su parte, redactó una obra de fama universal: "El amor de los santos penitentes a la hermosura espiritual", que tal es el título en casteUano del libro místico más leído en los dominios de la greco-ortodoxia. Es una verdadera orestonwtía griega, amasa-da con textos ele aquellas eminentes personalidades místicas que se llamiaron Antonio y Macario, Simeón el nuevo Teólogo y Gregario Palamas. Abarca once siglos' naela menos (4-14) y apareció por vez primera en Venecia (1792). La lengua utili-zada era el griego. Pretendía robustecer con ello su teoría he-syquiasta ele la Oración m.ental y ele la conteniplación de la luz divina. La influencia que sobre la vida ascético-mística ele la Iglesia griega, y especialmente de la rusa, ejerciera esta obra notable, fué durante todo el siglo XIX, y 10 sigue siendo aun, verdaderamente inmensa. La Dro'bot'ulubie-que tal es el título que lleva, tanto en la primitiva versión eslava como en la pos-terior acomodación que realizara el obispo ruso Teófanes ele Tambow-está en manos ele íl:odos y de cada uno de los mon-

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    jes rusos. Es más: también 10 está en l:as de toda persona pia-dosa del estado laico. Son altamente instructivas a este respecto las "Confesiones de l1n peregrino a su padre espiritual". Fue-

    . ron redactados por un aldeano ruso, por un 111/uschik descono-cido, 'que llevó durante muohos años unta vida penitentísima de peergrinaciones devotas. Según manifestaciones sinceras de aquel místico sencillo, debía él t.odos los impulsos para la vida de riguroso y angelical asoetismo a la lectur¡a de la santa Dro'-botulubie (véase "Ein russisches Pilgerbuch " , editado en Ber-lín por Reinhold v. Walter, 1925). "La Philokalia (nombre griego de la obra que nos ocupa) ha sido y continúa siendo hasta en nuestros mismos dí:as el único sostén clásico de la tra-dición mística en la Iglesia .oriental" (Arseniew). Además de la Philoc,alis son obras muy leídas entre las gentes ascético-místicas del mundo eslavo las siguientes: escritos del Abad Do-roteo y de Isaac el Siriaco) ambos del siglo VI; las Homilías de Si111JeÓn el nuevo Teólogo (siglo XI); la Lucha, invisible) de Nicodemus, del monte Athos (siglo XVIII), y las Obras de los obispos rusos, igualmente del siglo XVIII, Ticon de Zadonsk y Teofán de Nowgorod. "Pese a la gran uniformidad existen-te, la más rápida ojeada sobre la Mística greco-oriental mues-tra bien a las claras una poderosa riqueza y una gran profun-didad. Entre todas las flores que crecen en lia Iglesia ortodoxa es la Mística una de las más hermosas y más exquisitas. N a-ció ella, por 10 ,que al espacio se refiere, en la soledad de los daustros y en la oscuridad de Las celdas'; pero en 10 que toca al campo espiritual 'abonado, va creciendo en el gran jardín de la tradi,ción eclesiástica y de la vida sacramental. Pero la Mís-tica no fué un monopolio de unos pocos escogidos o de unos cuantos iniciados, sino que,en mayor o m)enor grado, fué tam-bién ella propiedad de todos los fieles ortodoxos. Bien que és-tos no llegasen a las :altas cumbres de la experiencia mística; toman en ella, sin embargo, una parte inc:l'irecta por medio del amor y de la veneración de los santos. En el "Tomus hagio riticus", de Gregario Palamas, se dice ya: "Los unos son mís-ticos por experienci:a propia, y los otros por la reverenda, por la fe y por el amor que ellos muestran hacia los primeros."

    "Si hemos de creer a la significativa expresión de Bulga-kow, la ortodoxia es esencialm;ente hablando amor y visión de la hermosura espiritual. i Con sobrada razón se llamó Philoka-

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    lia O Dobrotolubie~ en ruso (a11wr de todos modos), al libro clásico de la Mística oriental! Esa tendencia ¡amorosa hacia la belleza espiritual es ni más ni menos .que el propio anhelo de la santidad) objdivo inmediato al fin, de la Pedagogía greco-ortodoxa. Por lo mismo, es ella, cabalmente, algo consustancial con el Cristi,anismo primitivo, que ni conoció ni quiso c.onocer otra cosa. Por 11ljucho que haya tomado ella de la Filosofía de Platón, de Plotino y del antiguo culto de los Misterios, sin em-bargo no es la MÍ'stica de la Iglesia oriental un cuerpo extraño de índole pagana, sino un trozo esencial del Cristianismo pri-mi,tivo. Es ella, en verdad, la luz celestial que circundó y des-lumbró a los apóstoles en el monte Tabor, aquelLa misma luz que el Crucific.ado irradió sobre sus discípulos y sobre el mun-do entero" (Heiler).