UNIVERSIDAD DE MEXtCO MISCELANEA AMOROSALa bicicleta presta a la juventud.aire decidido. Es el...

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UNIVERSIDAD DE MEXtCO 17 Por Carlos VAL DES "el cine: Antesala de la fecundidad" -- Fhotograph,. Las colas -Photo-Magazin "enfermos de ciudad" infinito al través de miles de puertas. Te indicaré sin reproches, más silencioso y diligente que una mujer, si el nudo de tu corbata 'está en su sitio. Cuando se apro- xime el crepúsculo, daré la voz de alarma para que el amor no deshonre tus canas. Los grandes jos.de salón, co.mo l.os dinosaurios, estan destmados a extmgUlr- se en el planeta. Si al menos fueran como sus hermanos menores, los espejos de bolso: pequeños, acomodaticios, adu- ladores, coquetos, chismosos. Esos espe- jitos que son la buena estrella de las mu- jeres, pero no, Los grandes espejos son de naturaleza más digna; están consa- grados a reflejar los pomposos sucesos de la historia. Son dignos y fríos, como un cuadro que representa el mar antes del nacimiento de Venus. ¿ Por qué la multitud adquirió el há- bito de formar colas? Lo ignoro; pero miro con veneración a esos milpiés hu- manos, ya que me revelan de un golpe la poesía gregaria de la ciudad. AMOROSA ,Cada vez se construyen casas más chicas: las paredes se estrechaú y los techos descienden. El hombre, apto para inclinar la espalda en besamanos, se con- forma; pero hay seres más nobles, inca- paces de humilIarse. No les queda otro remedio que tomar la puerta. ¡Adaptarse o morir! Ya que está de moda la filantr'opía, ¿ por qué no se funda un o asilo para los enormes espejos desahuciados que no en- cuentran dónde ampararse? He visto a los espejos pidiendo asilo de puerta en puerta. En muchas partes la vanidad les franquea el paso; pero ellos no entran, sino que permanecen en el umbral con ojos melancólicos de es- pejo roto. Su moral inflexible les prohibe inclinarse. Nada más triste que un espejo sin hogar. Parece decir al peatón: -Llévame a tu casa. Soy el talismán de la ilusión y los sueños. Convertiré tu modesto hogar en palacio. Cuando abras una puerta, te franquearé el acceso al Espejos desdichados Los lecheros prefieren la bicicleta por- que tiene un aire de radiografía bovina. Una bicicleta se parece a otra, como dos gotas de leche; todas son pacientes, y sus cuernos inofensivos. La bicicleta es frugal, ascética e in- compartible. No se concibe a un don Juan galanteando en bicicleta. El amante se cubriría de ridículo, si cometiera un rapto en bicicleta. Ningún juez, por ve- nal que fuera, castigaría con indulgencia a quien se propasara en complicidad de una bicicleta. La bicicleta de dos asientos es tan monstruosa como un hombre con dos ca- bezas. Representa una dualidad irrecon- ciliable. Sólo los promotores ete'mos de riñas las compran. MISCELANEA Las bicicletas Medias de seda Psicología del transporte: el egoísta prefiere el automóvil; el pedante, la mo- tocicleta; el ambicioso, el aeroplano; el soñador, el ferrocarril; el el pa- racaídas; el prudente, sus pies ... ¿ y la bicicleta? La bicicleta es un mal nece- sano. Impersonal, esbelta y ágil, piernas de colibrí: la bicicleta. Con sus dos ruedas al aire, impúdica y despatarrada, mod.el.o anatómico de pintor surrealista. La biCI- cleta va por la calle: humillada cuesta a'rriba; en los declives, señora. La bicicleta presta a la juventud. aire decidido. Es el tónico de las pantOrrIllas. Las señoritas de los pantalones prueban el metal de su adolescencia en el agua re- gia de la bicicleta; La edad ingrata, se redondea con la mirada de los transeun- tes La bicicleta es la maestra de baile corrige las posiciones con férreo bastón de mando: las alumnas deben aprender un ritmo secreto de palmeras. La bicicleta es la sombra del pobre. Ayuda a conseguir el pan. Es econó- mica: se alimenta con sudor. La bicicleta de la panadería es una ba- bilonia dorada que incita al pillaje. Cla- ma por su destrucción: una sóla piedra en medio del camino bastaría para la ca- tástrofe. L A TARDE, completamente caída de es- paldas, enseña el nacimiento color de rosa de sus medias. Ha bebido una peligrosa mezcla de leche y pétalos: el licor de las horas íntimas. El Yo ella ante el crepúsculo guardan un silencio rencoroso. Son una pareja que se refugia en el cine, en el café, en el hotel; Y dondequiera la luz mancha sus cuerpos con cuadrícula de jaula. Co- nocen de memoria todos los rincones os- curas; pero ignoran la salida del labe- rinto más modesto. Se extravían en cual- quier escalera de caracol. ' El Y ella, enfermos de ciudad, han recurrido inútilmente al jardín Y a los simbolos freudianos. Ya nada puede re- diniirlos. Son la ¡jareja eterna: pagan puntualmente los plazos de una televisión adquirida a crédito. Todo se les perdona con tal que per- manezcan estériles. Y entre un hijo y las' medias de seda eligen 10 más fácil. El problema de ella es chas las rayas de las medias; el de el pagarlas. Ella se enorgullece en demos- trar que el camino más cort? entre dos puntos es la raya de medias; aunque el imperio de las medias no se prolongue más allá de unos minutos. Ella preferiría que él en vez de las piernas bien abrigadas, fuera el 111- trépido volatinero que se burla de manzanas de N ewton. Pero cada 9 u . I ;n nace con un destino; él cumple su mls.lOn fatal: zafarle los hilos de las medl<:,' Como los bordes de un mueble, suena ser la zancadilla con sabor a sangre y tierra.

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UNIVERSIDAD DE MEXtCO 17

Por Carlos VALDES

"el cine: Antesala de la fecundidad"--Fhotograph,.

Las colas

-Photo-Magazin"enfermos de ciudad"

infinito al través de miles de puertas. Teindicaré sin reproches, más silencioso ydiligente que una mujer, si el nudo de tucorbata 'está en su sitio. Cuando se apro­xime el crepúsculo, daré la voz de alarmapara que el amor no deshonre tus canas.

Los grandes ~spejos.de salón, co.mo l.osdinosaurios, estan destmados a extmgUlr­se en el planeta. Si al menos fuerancomo sus hermanos menores, los espejosde bolso: pequeños, acomodaticios, adu­ladores, coquetos, chismosos. Esos espe­jitos que son la buena estrella de las mu­jeres, pero no, Los grandes espejos sonde naturaleza más digna; están consa­grados a reflejar los pomposos sucesosde la historia. Son dignos y fríos, comoun cuadro que representa el mar antesdel nacimiento de Venus.

¿ Por qué la multitud adquirió el há­bito de formar colas? Lo ignoro; peromiro con veneración a esos milpiés hu­manos, ya que me revelan de un golpela poesía gregaria de la ciudad.

AMOROSA

,Cada vez se construyen casas máschicas: las paredes se estrechaú y lostechos descienden. El hombre, apto parainclinar la espalda en besamanos, se con­forma; pero hay seres más nobles, inca­paces de humi lIarse. No les queda otroremedio que tomar la puerta. ¡Adaptarseo morir!

Ya que está de moda la filantr'opía,¿ por qué no se funda un o asilo para losenormes espejos desahuciados que no en­cuentran dónde ampararse?

He visto a los espejos pidiendo asilode puerta en puerta. En muchas partesla vanidad les franquea el paso; peroellos no entran, sino que permanecen enel umbral con ojos melancólicos de es­pejo roto. Su moral inflexible les prohibeinclinarse.

Nada más triste que un espejo sinhogar. Parece decir al peatón:

-Llévame a tu casa. Soy el talismánde la ilusión y los sueños. Convertiré tumodesto hogar en palacio. Cuando abrasuna puerta, te franquearé el acceso al

Espejos desdichados

Los lecheros prefieren la bicicleta por­que tiene un aire de radiografía bovina.Una bicicleta se parece a otra, como dosgotas de leche; todas son pacientes, y suscuernos inofensivos.

La bicicleta es frugal, ascética e in­compartible. N o se concibe a un donJuan galanteando en bicicleta. El amantese cubriría de ridículo, si cometiera unrapto en bicicleta. Ningún juez, por ve­nal que fuera, castigaría con indulgenciaa quien se propasara en complicidad deuna bicicleta.

La bicicleta de dos asientos es tanmonstruosa como un hombre con dos ca­bezas. Representa una dualidad irrecon­ciliable. Sólo los promotores ete'mos deriñas las compran.

MISCELANEA

Las bicicletas

Medias de seda

Psicología del transporte: el egoístaprefiere el automóvil; el pedante, la mo­tocicleta; el ambicioso, el aeroplano; elsoñador, el ferrocarril; el ~udaz, el pa­racaídas; el prudente, sus pies ... ¿ y labicicleta? La bicicleta es un mal nece­sano.

Impersonal, esbelta y ágil, piernas decolibrí: la bicicleta. Con sus dos ruedasal aire, impúdica y despatarrada, mod.el.oanatómico de pintor surrealista. La biCI­cleta va por la calle: humillada cuestaa'rriba; en los declives, señora.

La bicicleta presta a la juventud. airedecidido. Es el tónico de las pantOrrIllas.Las señoritas de los pantalones pruebanel metal de su adolescencia en el agua re­gia de la bicicleta; La edad ingrata, seredondea con la mirada de los transeun­tes La bicicleta es la maestra de bailequ~ corrige las posiciones con férreobastón de mando: las alumnas debenaprender un ritmo secreto de palmeras.

La bicicleta es la sombra del pobre.Ayuda a conseguir el pan. Es econó­mica: se alimenta con sudor.

La bicicleta de la panadería es una ba­bilonia dorada que incita al pillaje. Cla­ma por su destrucción: una sóla piedraen medio del camino bastaría para la ca­tástrofe.

L A TARDE, completamente caída de es­paldas, enseña el nacimiento colorde rosa de sus medias. Ha bebido

una peligrosa mezcla de leche y pétalos:el licor de las horas íntimas.

El Yo ella ante el crepúsculo guardanun silencio rencoroso. Son una parejaque se refugia en el cine, en el café, enel hotel; Y dondequiera la luz manchasus cuerpos con cuadrícula de jaula. Co­nocen de memoria todos los rincones os­curas; pero ignoran la salida del labe­rinto más modesto. Se extravían en cual-quier escalera de caracol. '

El Y ella, enfermos de ciudad, hanrecurrido inútilmente al jardín Y a lossimbolos freudianos. Ya nada puede re­diniirlos. Son la ¡jareja eterna: paganpuntualmente los plazos de una televisiónadquirida a crédito.

Todo se les perdona con tal que per­manezcan estériles. Y entre un hijo ylas' medias de seda eligen 10 más fácil.El problema de ella es m~ntener der~­

chas las rayas de las medias; el de elpagarlas. Ella se enorgullece en demos­trar que el camino más cort? entre dospuntos es la raya de ~us medias; aunqueel imperio de las medias no se prolonguemás allá de unos minutos.

Ella preferiría que él en vez de ado~ar

las piernas bien abrigadas, fuera el 111­

trépido volatinero que se burla de ~as

manzanas de N ewton. Pero cada 9u.I ;nnace con un destino; él cumple su mls.lOnfatal: zafarle los hilos de las medl<:,'Como los bordes de un mueble, suenaser la zancadilla con sabor a sangre ytierra.

"el pudor S0111'oja sus pálidas mejillas"

is

Observo a ias coias desde lejos. sia'lguien se acerca, está perdido. La colaes poderosa: su imán atrae fatalmente.Nunca se sabe a dónde conduce. Peroentre más grande, más fascina. La fuerzade atracción de una cola está en razóndirecta a su longitud. .

El hombre de la ciudad es muy pro­penso a formar colas. Basta que algúndistraído se pare un minuto en la esquinapara que despierte convertido en cabezade una cola gigantesca. Y no hay otroremedio que esperar. ¿ Quién se atreve­ría ir a casa con una multitud siguién­dolo?

La cola es la expreSlOn más pura dela democracia: el turno riguroso. .LasCámaras deberían legislar sobre ella.' Yaha sucedido que algún comerciante' sinescrúpulos especule con el espíritl1 decuerpo de las masas. El comerciante co­loca frente a su establecimiento una' filade estafermos pagados. El público caecomo moscas en la miel. <

Algunos galanes prostituyen el noblefin social de' las colas. Para ellos tam­bién debería haber un castigo. Usa;; lascolas como balcón provinciano de lá ga­lantería. Ellos saben que el lado flaco delas mujeres es la impaciencia. ¿Acasohay espectáculo más lamentable que unamujer esperando el ómnibus en lá es­quina del tiempo?

Extranjel'os1

El amor de los turistas es muy extr:l-ño: son parejas demasiado jóvenes 'b de­masiado caducas. Más que enamoradosparecen estetas d,e la amist~~: camáradasen la tarea comun de apnslOnar los re­cuerdos en la kodak Invariablelj1e~teocultan la mirada tras de unos anteoJososcuros; pero el pudor sonroja su~s pá­lidas mejillas. ¿ Cómo no av~r~on~arse,

si expresan su cariño en un IdJOma tancacofónico?

Los extranjeros con sus camisas flo­ridas inauguran la prima:re,ra. ~l~ciendenel verano de charlas 1I1111tehglbles, ycuando el calor los sofoca, se ab~nicancon las reverencias de los mozoS delhotel. Despiden el otoño con gen~rosas

propinas. Y el. invierno lamenta su ~usen­

cia en los deSIertos corredores del ,hotel.Los amorosos turistas con funden la

playa con el jardín; pero, a veces pagansu equivocación con una d~cha salobre.En cambio, casi siempre olVIdan procrearhijos. Pero recordemos a su favor. queson demasiado j ó ven e s o demasIadoviejos.

Los turistas aUlan la naturaleza, Sóloes lamentable -sin que ellos tengan laculpa-- su contribución a la estadí.stic:lde incendios forestales. El frotamIento-involuntario- de sus cuerpos bien nu­tridos produce las chispas que ,consumenbosques enteros. La prueba mas patentede que aman la naturaleza, son los ta­tuajes amorosoS que graban en ~a cortezade los árboles, como recuerdo Imperece­dero de unas vacaciones.

Linterna mágica

Vamos al cine a buscar novia o a per­derla. Todo es posible en el país irrealde las películas. El hallazgo de un guanteimpar -o un zapato extraviado emocionamás que descubrir un nuevo continente.

Los pañuelos femeninos son islas queorientan con su perfume en la oscuridad.

Hay en el cine un espléndido inter­cambio de realidad y fantasía. A veceslos espectadores saltan dentro de la pan­talla o una estrella desciende a la luneta.El cine es un puerto donde cualquierapuede embarcarse en una aventura sen­timental: parece muy fácil eludir la ba­rrera de la timidez y la reserva.

Cine de barrio: antesala de la fecun­didad. El cine, un poco más allá de latierra, un poco más acá de los sueños,empolla las ilusiones de los pobres de es­píritu. El cine incuba pelotas de pin-pon,y agilidad a la Douglas Fairbanks Jr.Los adolescentes abandonan la sala con­tagiados de una decidida expresión deaudacia.

Sábado a sábado, en el cine enco~tra­mas a la misma mujer de los besos anó­nimos y de las caricias gratuitas. Ycuando aparece ,la empolvada luna de

, utilería, perdemos el amor en la fatigade los adioses. i Placer perfecto de lasorpresa renovada en las penumbras!

El cine es maestro de los tímidos y delos aburridos, la panacea de los bobos vde los apocados. El cinematógrafo es lavisión de los que tienen ojos y no ven.Es la vida misma de los "no-existentes".

El campeón de los encantos femeninoses e). cine. Rescató a la mujer de la me­diocre intimidad y la elevó al más altoescaparate del mundo: la admiraciónmasculina. El cine es la tierra de los

UNIVERSIDAD bE MEXtCO

frutos gigantes: seno inagotable de ti­bieza y redondez.

Neurastenia

Los neurasténicos están a la altura desu reputación amorosa, por esto tienenese perpetuo aire de adolescentes que enel crecimiento dejan atrás las ropas.Aman con terquedad, como las veladoras;aman, como los barcos, contra viento vmarea; aman más allá del sexo, como la'spiedras preciosas. No les importa jurarpor la luna que su amor es eterno; aun­que la luna sea una éleslucida bandejade mozo de café.

Los neurasténicos son cazadores pro­fesionales de fantasmas amorosos. Inten­tan p'escar en los bordes de las tazasbesos extraviados, como si los besos fue­ran peces rojos de un mar muerto. Noreparan en sacrificios para engrosar sucolección de sonrisas enigmáticas: em­plean horas imposibles en espiar a la Gio­canda. Saben dístinguir la infinita gamade matices que enge~dran las sombras.Un segundo antes o después es decisivo.La ocasión es la llave de una puerta quese abre al abismo.

Los neurasténicos son pararrayos detormentas amorosas. Siempre llegan pun­tualmente a la cita de la bofetada que deotra manera se, desperdiciaría sin reme­dio. Sólo es cuestión de coincidir en tiem­po y espacio. i Es tan fácil acertarle una

-Photog~aph>'

UNIVERSIDAD DE MEXICO19

Por Miguel SERRANO

dos últimas generaciones. que tuvieronque dar el paso del aislamiento frente almundo internacional. No es desprecio sar­cástico el de la nueva generación, sinoolvido de la experiencia en un paso difí­cil. La nueva generación, que trabaja ajornadas forzadas para abrirse paso enun ambiente arduo. no admite fácilmentela decla ración de que un pueblo es unpueblo feliz cuando obedece, v contentocuando sirve. En la misma página dondese publica esa definición. se daba la no­ticia de la huelga de esposas. Un hechocurioso. que puede darnos idea de unanueva dirección y de un modo erróneode l1evarla adelante. Los componentesde la Asociación de Espo as de una aldearural se reúnen para pedir a sus maridosuna pag-a de 2,000 yenes como aguinaldo.y lo exigen con la huelga. Un hecho sen­cil1amente curioso, pero ellle quiere indi­carnos un despertar del débil. y que acusatambién el estado servil de la esposa enla casa iaponesa. Si 'la esposa auiereasumir el mando de la casa, tendrá queacudir a otros medios que no sean preci­samente la huelga.

Cuando .últimamente se propuso en laDieta la revisión rle lit actual Cons­titución japonesa, hubo dos bloques quese levantaron en protesta: los pstur!i;l.l1'tes, que presentían la vuelta del milita­rismo; las mujeres, que temían se lessuprimiera la igualdad de derechos auese les concedió al terminar la guerra. Nin­guna de las dos partes quería volveratrás. Para muchos japoneses el Japónde antes de la guerra está tan lejos comoel Tapón de revistas misionales' para elniño de DOl11und.

El que Japón se constituya o no encabeza del mundo asiático, es algo quedeberá decidir, y no muy lejanamen­te, la nueva gene·ración. L~ superioridadque se encuentra en Tapón con relacióna los demás países asiáticos va habla muyen favor de una dirección japonesa, porlo menos en lo cultural. La hora escasade vuelo entre Seúl v Tokio, cruza unabismo. Los dos pueblos vecinos fuerondesgarrados por la guerra. Pero Japón yano enseña escombros al visitante. V sípresenta un tren de vida moderno. í~c1icede una personalidad muy superior.

El número extraordinariamente grandede estudiantes asiáticos en Japón, hablade la influencia japonesa en Asia, India.Indonesia. Irán. Pakistán, Vietnam, Cam­bodia, Ceilán, Tailandia, Burma, Malayay Filipinas se han vuelto hacia Tokio.buscando en los amplios edificios de susuniversidades la nueva orientación en quese mueve el Continente asiático.

Un profeta humorista de otro perió­dico, con motivo de! final de año, deli­neaba los hechos del primero de enerodel año 1960. En medio de su humor pro·ponía una linea histórica para el futuroele! Japón: "La cultura europea, que haelominado al mundo por muchos siglos,ha llegado a su ocaso. El mundo saludacon entusiasmo la aurora de la culturaasiática".

Si esta profecía se cumpliera, la juven­tud japonesa tendría -según ella creeelesde ahora- un papel importante quedesempeñar. Lástima, sólo que en estascosas el materialismo moderno esté ce­rrando las puertas a los valores espiri­tuales y trascendentes.

generacIón

JAPON

nueva

"1/.1'1 papel illlportante que dese 111 pelia-r"

y otra VéZ al premio gordo de la malasuerte!

El neurasténico con la pip':l del ensueñoen los labios asoma a todos Jos crepúscu­los .. Ahor.~ el teléfono no suena ni poreql11VOCaclün. Antes de la espera todoslos números telefónicos de la ciudad seconfabulaban para equivocarse en el mis­mo aparato. Las cal1es prosaicas olvidanevocar el, fa.ntasma de una mujer. Losfa.roles pubhcos recuerdan el incumpli­miento de las promesas más solemnes: sonlas erguidas lápidas de la constancia mas­culina ..

El insomnio de los neurasténicos abun­da en incitantes taconeos femeninos: sonlas mujeres que perdieron el último tran­vía de la noche. La noche es la gota deun filtro monótono y tedioso.

En los tópicos históricos con que sueledesignarse el carácter de un pueblo, hayque introducir de cuando en cuando re­formas. El tiempo y los acontecimientostraen desga stes que imponen llll reajustecuando entle la definición y el ejemplose establece una ruptura. Hasta hace me­nos de sesenta años en Japón no se cono­cían las palabras "libertad" y "derecho".Debido a la supresión de los derechos per­sonales y de b libertad, el pueblo japonéshabía perdido la noción de ellos, y llegóa familiarizarsl.: con su ausencia. Tortavía1,oy día hay quien no entiende estas dospalabras que quedaron escritas por Mc­Arthur en la actual Constitución japonesa.Sin embargo, querer definir al pueblo ja­ponés le hoy sin estas dos palahras se~íain,'xacto.

Japón no ha perdido la confianza en símismo. La generación nueva tiende a le­vantarse sobre sus propios valores, de~­

preciando un poco la tradición. Su en­cogerse de hombros se dirige principal­mente a esa tradición sustentada por las

una

DEL

de

"asoma a todos los c'repúsctdos"

Encrucijada

CARTA

E N LAS A e T u A L E s circunstancias-aseguraba un periódico japonéshace poco tiempo-, el pueblo ja­

ponés no vería mal que América, la UniónSoviética o China tomaran las riendas delmundo asiático. Más aún, quedaría im­pasible ante un nuevo héroe africano quese levantara para dirigir el mundo y elmovimiento asiáticos. Japón -decia elmismo periódico- está preparado paraaceptar a cualquier nuevo rertor de los'destinos de Asia, sin que importe sn co­lor o credo. Japón está preparado parainclinarse a la manera tradicional ante elprimer líder de Asia.

¿ Hasta dónde llega la verdad de estasafirmaciones que se hacían públicamenteen representación de un pueblo? La his­toria de un país puede aducir pruebas enpro y en contra de cualquier afirmación.Todo depende del punto de vista de la in­terpretación que pretendamos. Japón nodesea las riendas de Asia, se ha dicho, yel primer hecho histórico que se aduce esel desastre de la segunda guerra mundial,e~ne hizo que Japón perdiera la confianzaen sí mismo. Si algnna "ez Japón tuvo la'l.mbición de ser la cabeza asiática, todo'St' fue con el humo y los escombros de laúltima guerra mundial. Y .Tapón está con- .tento con el nueyo rumbo de los aconteci~

mientas.Una afirmación de esta clase. cuando

la generación antigua se halla todavía baioel peso .de esos escombros, mientras lanueva generación se levanta sin ningúnrecuerdo del sonido de los cañones, es unpoco prematura. Convendría aguardar untiempo para que esa distancia abismal qnesepara a padres e hijos se acortara unpoco.

La historia de casi todos los paises asiá­ticos nos habla de fronteras ce,radas alexterior. Su civilización se ha incubadocon su propio calor. La ruptura de esasmurallas de granito ha tenido g,ue venircon una situación internacional que nahecho imposible el seg-uir viviendo en el'aislamiento de la propia cultura. Japón esuno de los primeros en lanzarse afuera, ylo hace con ímpetus bélicos.