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Organiza En colaboración con Medellín lectura viva: un programa bifronte Dos proyectos se encuentran en el programa Medellín lectura viva: el SBPM y el Plan de Lectura, este último con raíces y apoyos en las bibliotecas del sistema y en las instancias interinstitucionales del sector cultural de la ciudad. El SBPM es una conjunción de esfuerzos bibliotecológicos, administrativos, logísticos, informáticos y técnicos expresados en una red en construcción para propender por la calidad de vida del ciudadano. El Plan de Lectura es una sonda que busca talentos, abre caminos al desarrollo individual, conecta la ciudad a circuitos internacionales y contrae compromisos orientados al fortalecimiento del sector cultural, de desarrollo del libro y del sector bibliotecario de la ciudad. Ambos proyectos se van construyendo simultáneamente, con entera interdependencia y reciprocidad. En delante van cinco consideraciones que se han decantado en las experiencias de construcción del programa Medellín Lectura Viva, que no agotan el espacio de reflexión bibliotecaria ni el campo conceptual que las sustentan. 1. La comprensión del momento histórico de la proxemia de los ciudadanos. 2. La comprensión de la importancia de recuperar la ciudad para la ciudadanía. 3. La importancia de lo político en la construcción de la biblioteca. 4. La política pública. 5. La construcción de equipos de trabajo orientados por la calidad del servicio y en función de la ciudadanía cultural democrática. 1. La comprensión del momento histórico de la proxemia de los ciudadanos. Qué tanto nos acercamos. Se tiene por proxemia, en una definición simple, el estudio de las relaciones de las personas en un contexto y un espacio determinados, sus proximidades, reciprocidades o repelencias. Es este un fenómeno cultural, que cobra fuerza en la psiquis de las personas dependiendo de la educación que reciban, o hayan recibido, o de la aprehensión empírica por las vivencias del día a día, que las compele a asociarse espontáneamente o segregarse voluntariamente, bien por el buen trato de las maneras, de la aceptación de los códigos predeterminados o bien por coerción o la represión o el desconocimiento de la normatividad tácita que lo señala como diferente.

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Organiza En colaboración con

Medellín lectura viva: un programa bifronte

Dos proyectos se encuentran en el programa Medellín lectura viva: el SBPM y el

Plan de Lectura, este último con raíces y apoyos en las bibliotecas del sistema y

en las instancias interinstitucionales del sector cultural de la ciudad. El SBPM es

una conjunción de esfuerzos bibliotecológicos, administrativos, logísticos,

informáticos y técnicos expresados en una red en construcción para propender

por la calidad de vida del ciudadano. El Plan de Lectura es una sonda que busca

talentos, abre caminos al desarrollo individual, conecta la ciudad a circuitos

internacionales y contrae compromisos orientados al fortalecimiento del sector

cultural, de desarrollo del libro y del sector bibliotecario de la ciudad. Ambos

proyectos se van construyendo simultáneamente, con entera interdependencia y

reciprocidad.

En delante van cinco consideraciones que se han decantado en las experiencias

de construcción del programa Medellín Lectura Viva, que no agotan el espacio de

reflexión bibliotecaria ni el campo conceptual que las sustentan.

1. La comprensión del momento histórico de la proxemia de los ciudadanos.

2. La comprensión de la importancia de recuperar la ciudad para la

ciudadanía.

3. La importancia de lo político en la construcción de la biblioteca.

4. La política pública.

5. La construcción de equipos de trabajo orientados por la calidad del servicio

y en función de la ciudadanía cultural democrática.

1. La comprensión del momento histórico de la proxemia de los

ciudadanos. Qué tanto nos acercamos.

Se tiene por proxemia, en una definición simple, el estudio de las

relaciones de las personas en un contexto y un espacio determinados, sus

proximidades, reciprocidades o repelencias. Es este un fenómeno cultural,

que cobra fuerza en la psiquis de las personas dependiendo de la

educación que reciban, o hayan recibido, o de la aprehensión empírica por

las vivencias del día a día, que las compele a asociarse espontáneamente

o segregarse voluntariamente, bien por el buen trato de las maneras, de la

aceptación de los códigos predeterminados o bien por coerción o la

represión o el desconocimiento de la normatividad tácita que lo señala

como diferente.

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Medellín, otrora ciudad industrial de Colombia, pasó, casi sin vida colonial

significativa, a caracterizar un incipiente desarrollo capitalista producto de un

acelerado procesos de acumulación primitiva de capital por la explotación de las

minas de oro en regiones de su departamento, y el cultivo de café y amparado por

una élite previsora que importó tecnología y Know How hasta llegar a convertir la

ciudad en pionera de la industria textil en América Latina. Puede decirse que la

presencia del artesano y la del proletario acompañaron siempre el crecimiento de

la ciudad y ésta siempre tuvo para ellos un espacio destinado, desde luego ajeno

al que siempre han ocupado las elites, educadas, en esa época, en Europa

Medellín creció segregada y su espacio físico, escaso y apetecido por su clima y la

calidad de sus servicios públicos, albergó los barrios planificados del sur occidente

de la ciudad para las clases altas y medias y los barrios del norte, populosos y

atrabiliarios, receptores de la gran migración campesina, vieron crecer la

indolencia, la desesperanza y el crimen. Por décadas se mantuvo un equilibrio

inestable en la armonía social, con el concurso de la labor pastoral eclesial, de los

patrones de convivencia establecidos o de la represión abierta. Esto no obstó

para que la ciudad viera nacer uno de los más temibles carteles de la droga y la

sumiera en un nefasto período de violencia del cual aún sufrimos sus

consecuencias.

Segregación y violencia, en resumen, ha sido la explosiva mezcla contra la que ha

chocado cualquier proyecto cultural con destino a las grandes mayorías. La

cultura estuvo por mucho tiempo comprendida como aquella que se expresa en

las bellas artes o en el espectáculo culto y refinado y la educación, la pública, fue

precaria y con índices muy inferiores a los reportados por la del sector privado,

casi siempre en manos de iglesias o de entidades extranjeras.

Con el proceso de expansión de las bibliotecas públicas por toda la topografía de

la ciudad, los bibliotecarios comprobamos las inmensas dificultades de relación

de las personas en los barrios, porque susbsisten recelos de los tiempos de

migración a la ciudad, porque aún sufren la inadaptación a la norma cívica,

porque sienten que los miran como extraños, porque sufren las dificultades del

tránsito por determinados sitios y temen violar la frontera invisible que impone la

delincuencia, porque aún entre iguales de condición impera esa sutil forma de

discriminar por la calidad de la indumentaria, por el tono de la piel o por el número

de apellidos en el documento de identidad. Comprobamos cómo el común de la

gente tiene una prevención con el edificio público porque lo identifican con el

Estado y este tuvo una presencia precaria, represiva o demagógica en sus

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lugares de origen o en sus barrios de residencia actual, porque sienten que esos

sitios sólo lo frecuentan personas de otra condición que no es la suya.

Comprobamos la sorpresa de un adulto al ingresar por primera vez a la biblioteca

y constatar que el recinto no solo recibía estudiantes, su sorpresa al percibir la

calidez del bibliotecario, su disposición para asistirlo y orientarlo, la naturalidad de

los concurrentes usuarios acostumbrados a hacer suyo el lugar, a tener una

actitud desprevenida con el otro y generar un ambiente de cordialidad y simpatía.

Los bibliotecarios no tienen oficina. La biblioteca toda es una oficina colectiva con

presencia de usuarios-

En conseguir este ambiente generoso con el usuario va el compromiso y el

esfuerzo del bibliotecario que hace consciente su trabajo, que lo asocia con la

estrategia del cambio perentorio para la convivencia y la paz. En Colombia, esta

palabra es quizás la de mayor eco en las conciencias de sus ciudadanos desde

hace más de medio siglo de guerra interna.

Al comprobar que la guerra y un inconcluso, distorsionado, tal vez carente

proyecto de nación impactó de tal forma el carácter y el proceder de los

colombianos, nos impone a quienes tenemos responsabilidades de contacto con

la gente, como los bibliotecarios, agregar a nuestra misión el deber de reeducar

al usuario como ciudadano con derechos, contribuir a recuperar para la ciudad la

vida cívica, gregaria, colaborativa, sana y productiva. En suma, un nueva

proxemia.

Para ello son las bibliotecas, no como receptáculos de públicos pasivos sino como

punta de lanza en la profundidad de los barrios y comunas de nuestras ciudades,

que prorrumpe con programas, con promoción de lectura, con tertulias, con

itinerario cultural, con la creatividad, el texto, el verso y el abrazo para romper el

desencuentro, la distancia y el desdén.

2. La comprensión de la importancia de recuperar la ciudad para la

ciudadanía.

En 1789 la Revolución Francesa impuso ante el mundo un nuevo sello: ciudadano.

Con ello invistió al sujeto residente de un burgo, de una ciudad, en un

coprotagonista de su vida en común, con derecho a decidir sobre su destino y

disfrutar de sus espacios públicos.

En la calle todos somos iguales, pero una de las formas de violar esta norma es

vedar el espacio público, restringirlo al esparcimiento, al tránsito, a la educación

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ciudadana. La biblioteca pública es espacio público por antonomasia y su disfrute

no ha sido pleno a los ciudadanos de nuestras ciudades por motivos diversos,

algunos de los cuales se insinuaron antes, pero el principal de todos es que ese

espacio público aún no se ha abierto a los ciudadanos, y es a estos a quienes les

asiste el derecho a reclamarlo para sus localidades, sus barrios, un espacio

ofrecido por el Estado para los fines convencionales de la biblioteca pública, pero

también para reafirmar la soberanía de los ciudadano sobre su ciudad. Un

espacio que sea la expresión la vida cultural, cívica y democrática de sus

ciudadanos y reasigne en sus conciencias, un alto valor simbólico a su existencia.

Abrir biblioteca pública en los barrios populares de una ciudad es un reto y es

también una estrategia de re -significar su toponimia, convertir sus espacios en

centralidades de convergencia ciudadana, recrear los circuitos culturales y

sociales generando nuevos hábitos de convivencia y relación entre la personas.

Ante el caos urbanístico que produjo y produce en nuestras ciudades la migración

campesina y el desplazamiento forzado, cuya rehabilitación bajo parámetros de

ingeniería y arquitectura civil demanda décadas e ingentes recursos, está la

alternativa de intervención puntual en sectores deprimidos incorporándoles obra

pública de carácter cultural o mixta, que proponga un esfuerzo comunitario por la

rehabilitación gradual del lugar, que impacte el sentimiento de sus moradores por

su barrio en el sentido de verlo referenciado en el circuito social y cultural de la

ciudad, y genere en ellos pertenencia e inclusión; que despierte la imaginación

colectiva por el cuidado, el embellecimiento, que allegue el concurso

interinstitucional de la ciudad con fines de fortalecimiento de unos objetivos

centrados en la participación ciudadana .

El bibliotecario comprende estas dinámicas y estará atento a defender estas

propuestas en lo futuros planes de gobierno de la ciudad. En un plano misional, el

bibliotecario asocia a la sistematización de la nueva experiencia, las vividas por

sus usuarios, iniciando un proceso de recuperación de memoria , instándolos a

valorar sus trasiegos y vivencias como parte de un legado que es patrimonial, que

es construcción comunitaria y que merece la atención debida para ubicarla como

activo de la biblioteca.

Estos son los caminos para habitar la ciudad de una manera diferente, recuperarla

para la vida en común, haciendo que el morador revalore la mirada a su vecino y

encuentre en él un socio para la convivencia. Releer la ciudad con la óptica de la

cultura ciudadana.

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En este contexto, se impone la pedagogía de la integración contra la

discriminación, de la cooperación y la solidaridad contra la segregación y la

invisibilidad y la participación voluntaria en proyectos culturales y educativos.

La Alcaldía de Medellín tiene como una de sus grandes apuestas la superación de las inequidades expresadas en el territorio como eje que inspire las acciones de cada uno de los programas y proyectos del Plan de Desarrollo 2012-2015, con un enfoque de sistemas urbanos, región de ciudades y redes de ciudades, que afiancen un ordenamiento territorial tanto urbano como rural. Por lo que impulsa el trabajo coordinado y cooperativo y los acuerdos necesarios con las organizaciones públicas y privadas que permitan recorrer el camino hacia la organización y construcción social del territorio. Es así como con fines de reequilibrio social y territorial, fue planificada en el 2004 la construcción en Medellín de nueve Parques Biblioteca en comunas desfavorecidas de diferentes zonas con bajos índices de desarrollo humano, con escenarios rurales y/o sin dinamización cultural de ningún tipo, escogidas en función de la cercanía a los sistemas de transporte público para prestar mayor cobertura a la ciudadanía, la localización cercana a sistemas ambientales de alta calidad y la posibilidad de favorecer el fortalecimiento de las centralidades barriales y zonales, los cuales fueron dotados de contenidos y de actividades comunitarias y culturales como aporte al fortalecimiento a la convivencia y el sentimiento de identidad. Hoy en día, el Sistema de Bibliotecas con sus 31 Unidades de Información tiene cobertura en 17 de las 21 comunas que conforman la ciudad de Medellín, sin embargo, la creación de muchas de estas anteceden lo que hoy conocemos como Sistema, de hecho mientras en cinco décadas (del 50 al 90) se crearon de forma aislada 18 y tan solo en dos décadas (2000-2010) se crearon 12, incluyendo los 9 parques biblioteca que sin duda dieron un giro bastante significativo al propósito de la municipalidad en términos de lo que el servicio bibliotecario representaba.

3 La importancia de lo político en la construcción de la biblioteca.

De la manera más simple, lo político hace referencia al ámbito de lo público. La

biblioteca pública compromete una visión de compromiso social y del servicio que

la aleja de todo esquema de exclusión. Tanto, que los maestros del socialismo la

ponían como ejemplo de lo que podría ser sus propuestas de organización social:

un ámbito de libertad, sin tarifas ni coerción, de enriquecimiento colectivo, de paz

y convivencia, de arte y de ciencia. La utopía, desde luego.

Pero la biblioteca pública, en lugar de representar una idea a conseguir, es ya una

realidad que recoge el pasado, organiza la información presente y con esto

genera una visión de futuro. La biblioteca pública es la dimensión del devenir que

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nos pertenece a todos. Sus fondos van recogiendo, paulatinamente, las

conquistas parciales, que reunidas finalmente en un todo será el compendio de la

lucha por la felicidad del hombre. Todo el flujo de información concerniente a los

derechos humanos, de los pueblos y las naciones, de la naturaleza, de las

maneras de relacionarnos unos con otros, es decir, de ocupar un territorio, de

gobernarnos, de representar nuestros anhelos y angustias, todo puede

disponerse en la biblioteca pública como una garantía contra el olvido y la

perpetuación de la barbarie.

Fernando Báez, es un bibliotecólogo, poeta, ensayista y novelista venezolano,

reconocido por sus trabajos sobre la destrucción de libros y recientemente por su

investigación sobre los destrozos que la invasión de Irak de 2003 ha causado en

las obras artísticas de ese país, dice, a propósito de las bibliotecas:

“Mi padre tenía razón cuando decía que las bibliotecas son emboscadas contra la

impunidad, contra el dogmatismo, contra la manipulación, contra la

desinformación, y ha de ser por eso que han incomodado y siguen estorbando

tanto a los poderosos, que las destruyen o las arruinan o, lo que es aún peor, las

vuelven inaccesibles. Los represores y fascistas temen a las bibliotecas porque

son trincheras de la memoria, y la memoria es la base de la lucha por la equidad y

la democracia. Las elites sienten pánico ante las alternativas que suponen las

bibliotecas como centros de formación popular... escucho que los técnicos insisten

en la digitalización de los textos y pretenden convertir a las bibliotecas en

administradores atentos de bases de datos y yo pido humildemente que se

socialicen los textos y se dignifique la profesión del bibliotecario. Se invierten

grandes cantidades en computadoras y edificios, pero se descuida a esos grandes

y humildes hombres y mujeres que semana a semana rescatan el valor de la

memoria... Yo me salvé de ser un delincuente o un indigente porque mi pueblo

tenía una pequeña biblioteca pública y desarrollé mi imaginación e identidad y

estoy seguro que miles de latinoamericanos han vivido o están viviendo

situaciones parecidas. Creo, en resumidas cuentas, que hay que preservar los

libros y las bibliotecas, pero sólo porque son el eje de la sed de memoria y el

hambre de identidad que une a los pueblos“.

En línea con lo que dice Báez, la censura de los textos y de la expresión artística

aparece de tanto en tanto:

Leímos en Semana.com del 21 de julio pasado, un artículo tomado de

bbcmundo.com titulado “Los libros infantiles a los que la junta militar argentina

tenía miedo”: “Libros que muerden”, se llama una muestra itinerante que se

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exhibió en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de La Plata. La curadora

de la muestra, profesora, investigadora y docente de la Universidad Nacional de la

Plata, Gabriela Preslevi citó para el artículo algunos títulos:

El principito, (una de las obras más vendidas después de la biblia y del Capital de

Marx, en los 70s), que de acuerdo con la escritora Ernestina Gravino, en su libro

“El príncipe censurado”, el libro se censuró, ”porque es una obra que relata las

aventuras de un niño, en busca de amigos, de la compañía de otras personas, lo

cual iba en contra los mecanismos específicos de control social utilizados por el

gobierno militar”, entre otras razones.

Otros títulos citados son:

Cuentos para chicos traviesos (Jacques Prévert, 1973).

Cinco dedos (Colectivo Libros para Niños de Berlín, 1975).

Érase una vez…el hombre (Serie televisiva e historieta, 1979)

Por último, el artículo termina denunciando la censura de varias canciones

infantiles de la conocida folclorista argentina María Elena Walsh como el Twist del

mono liso (1962), La Cigarra y Gilito de Barrio Norte.

Con la interdependencia de los pueblos y sus economías, los problemas de los

hombres se palpan en cada rincón del planeta y se patentizan en nuestros lares

como si aparecieran por primera vez en nuestras comunidades: cómo negar que

en ellas, por ejemplo, aún se maltrata a niños, ancianos y desvalidos?, que hay

diáspora y migración por falta de oportunidades en la patria, que aún nos

escandalizan las manifestaciones y las luchas por sus derechos de las

comunidades lgtbi, de las minorías nacionales, raciales, religiosas. Que las

problemáticas de la juventud mundial también son los problemas de nuestra

juventud que cada vez se hace más difícil invisibilizar.

Lo público también compete con estas realidades y la biblioteca es un escenario

para encararlas mediante la información planificada que pueda brindar a los

usuarios interesados, a los grupos de estudio e investigación, información que

puede ventilarse en los grupos de discusión y tertulia, como ocurre con los libros

de literatura juvenil que abordan la problemática particular de los jóvenes.

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A instancia de la Administración Municipal, el Sistema de Bibliotecas Públicas de

Medellín ha acompañado exitosas campañas contra la anorexia y la bulimia

juvenil, contra el diseño de modas propio de modelos de estilizados cuerpos, muy

ajenos a la figura de la mujer latinoamericana, el fashionismo; las bibliotecas

públicas han estado a lado de la campaña que busca el no apoyo con dineros

públicos a los reinados de belleza y en su lugar ha promovido el talento de la

mujer en procesos de postulación popular y democrática. La mujer ha estado en

el centro estratégico de poder, en la guerra, en el marketing y en la esfera

doméstica. Su cuerpo lo han convertido en un campo de dominio militar, en un

escenario para promover el consumo o en objeto de violencia intrafamiliar. Pero

las cosas van cambiando y es menester ayudar en la toma de consciencia para

superar estas conductas que van en dirección contraria al rol cada vez más

protagónico que van tomando en la sociedad. En nuestras bibliotecas por

ejemplo, 7 de cada 10 funcionarios son mujeres. Evento como el encuentro anual

de saberes, en el que la mujer campesina de las zonas rurales de la ciudad

comparten, su saber, su sentir y su esperanza , o los clubes de lectura de

mujeres, son pequeños pero significativos pasos en la consolidación de una

política pública hacia la mujer que lidera la Secretaría de la Mujer.

Los afrocolombianos, una población en creciente desarrollo en la ciudad y en

creciente demanda de dignidad y buen trato están contemplados en los programas

de la Secretaría de Inclusión y el SBPM espera contar en un futuro próximo con su

centro de documentación como parte del sistema de información.

Con estos pocos ejemplos ponemos de presente la inevitable incursión de la

actividad del bibliotecario y las bibliotecas en campos antes reservados a

especialistas o que no se sospechaba fueran a hacer parte, por fuerza de las

circunstancias, del quehacer bibliotecario.

La Administración Municipal reconoce la pluralidad de adscripciones identitarias de la población de la ciudad: etarias, biológicas, sociales, culturales, políticas, por situaciones, condiciones o búsquedas sociales compartidas, las cuales les confieren necesidades específicas, que deben ser focalizadas en lineamientos que a través de programas y proyectos busquen el desarrollo de grupos poblacionales como: Mujeres, Niñez y adolescencia, Juventud, Personas mayores, Población LGBTI, Población campesina, Población en situación de calle, Población en situación carcelaria, Población víctima de desplazamiento, Población afrocolombiana habitante en Medellín, Población indígena y Población en situación de discapacidad.

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En general con respecto a los grupos etarios, ha sido predominante la atención del Sistema de Bibliotecas al público adulto, seguido por el infantil y luego por el juvenil, aunque en los últimos años se ha dado una tendencia según la cual prevalecen los jóvenes por encima de los adultos siguiendo estable el público infantil. Lo cual varía por supuesto según el servicio o programa y la unidad de información, en un análisis más específico. El proyecto Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, acoge el enfoque poblacional de la municipalidad, definiendo y fortaleciendo iniciativas y actividades de acuerdo a la oferta propia de una biblioteca pública, y es así como de las poblaciones definidas desde el Plan de Desarrollo desde sus iniciativas ha hecho mayor énfasis en las siguientes:

Niñez y adolescencia: pasitos lectores, hora del cuento, juego literario, abuelos cuentan cuento, talleres creativos, acceso a tic, fomento de la cultura digital,

Juventud: Clubes de lectura, arte urbano, cine, fomento de la cultura digital

Personas mayores: Alfabetización digital, abuelos cuenta cuentos, tertulias literarias, memoria y saberes locales,

Población en situación de discapacidad: Es el público de este tipo con mayor atención desde las bibliotecas de Sistema de Bibliotecas a través del programa Otras formas de leer, para distintos tipos de discapacidad y con estrategias de fomento a la lectura y cultura digital.

Población campesina: Desde las unidades de información que tienen presencia en cuatro de los cinco corregimientos hay una oferta para este tipo de población, especialmente de extensión bibliográfica y conocimiento del territorio rural

Población en situación carcelaria: Con programas de extensión a espacios de reclusión con estrategias de fomento de lectura y escritura. Un ejemplo concreto de trabajo está fundamentado en el programa Arte para la Libertad, o Pasitos Lectores con los hijos de las reclusas.

4 La política pública.

Al llegar a este punto, y en virtud de las consideraciones anteriores que son

como la racionalización muy general de un largo proceso de eventos

moleculares por lo cultural en Medellín, bien vale unas palabras en relación

con la política pública de lectura y bibliotecas conseguidas al presente.

En la última década del presente siglo, Medellín se transformó y tuvo como

centro de su transformación la cultura.

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Y habría que devolverse un poco más atrás, para entender que muchos de los

logros de la cultura hoy en Medellín, son fruto de largos años de trabajo y

persistencia del sector, convocando a reuniones y foros y coloquios, hasta lograr

poner en el escenario público la cultura no como una cenicienta que necesita

limosnas, sino como una industria que requiere el concurso del sector público,

pues la industria cultural desarrolla una labor eminentemente educativa, de

formación en las bellas artes, de pedagogía de la filosofía y de la ciencia, al tiempo

que genera empleo, paga impuestos y dignifica la labor de nuestros artistas que

son a la vez historiadores y testigos del tiempo que les tocó.

Por eso en Medellín procuramos que no se nos olvide que aún en los peores

momentos de nuestra historia reciente, entre finales de los ochenta y comienzos

de los noventa, los trabajadores de la cultura jamás bajaron la guardia, y así,

todavía en medio de los bombazos, se celebró el primer Festival Internacional de

Poesía que hoy es patrimonio cultural de todos los colombianos; en medio del

miedo y el terror, nació la asociación de entidades culturales, Asencultura, para

tener una voz unificada ante los distintos consejos gremiales y el Estado; cuando

pocas personas osaban atravesar las fronteras de los bandos en conflicto, fueron

los bibliotecarios populares los únicos capaces de romperlas y fueron ellos los que

mantuvieron en alto la promoción de la lectura y la escritura en los barrios

populares. Muchos grupos de teatro jamás cancelaron sus funciones y los

conciertos se realizaban con temeraria puntualidad y la gente asistía de manera

masiva, con una dignidad que fue capaz de sobreponerse a tantas pérdidas y

tantos dolores.

También en esas épocas de caos, se formuló el primer plan decenal de desarrollo

cultural de la ciudad.

En fin, sería muy largo enumerar todas y cada una de las personas y las entidades

y las acciones que se realizaron en Medellín, y que hicieron posible que desde

2010, la promoción de la lectura y la escritura sea política pública de la ciudad, hoy

inscrita en el programa Medellín, lectura viva.

Pero es importante aclarar que es política pública, no porque aparezca en un

acuerdo del concejo o porque haya sido expedido el respectivo decreto

reglamentario. Es política pública, porque todas las acciones que desarrollamos en

el tema de la promoción de la lectura y la escritura, lo hacemos de la mano de más

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de treinta entidades que integran el comité interinstitucional que es el órgano

consultivo y rector de dichas políticas, y donde tienen asiento las universidades,

los medios de comunicaciones, el sistema de bibliotecas, las fundaciones sociales

de grandes empresas, el consejo de cultura y el de literatura, además de

prestigiosas ONGs que combinan con gran acierto el estudio académico con el

ejercicio práctico de la promoción de las habilidades de lectoescritura.

Por eso es tan importante concebir, desarrollar y evaluar las políticas sociales no

como una guía acabada sino como un proceso vivo, dinámico, que necesita estar

permanentemente retroalimentándose, generando indicadores y obviamente

evaluándose, reformulándose, adecuándose, adaptándose a medida que el mismo

proceso se consolida y avanza.

Porque si algo hemos aprendido en la Secretaría de Cultura Ciudadana de

Medellín en estos años, es que la mejor manera de vigorizar y afianzar una política

pública de lectura y escritura, es aprender a escuchar, a dar la palabra, a estar

muy atentos a lo que piensan los académicos y los centros universitarios, y los

estudiosos, pero también los bibliotecarios y promotores que están haciendo el

trabajo en los barrios, a los escritores, a los libreros populares; y escuchar a las

comunidades, a los líderes barriales, a los jóvenes, a los educadores.

Al día de hoy en Medellín unos dirán que hemos hecho mucho y otros que falta

mucho por hacer. Digamos que ambas partes tienen razón.

En el caso de la Subsecretaría de Lectura, Bibliotecas y Patrimonio, nosotros

somos plenamente conscientes de tener una gran experiencia para compartir.

Pero tenemos claro que es una experiencia ciudadana de trabajo y concertación,

de diálogo permanente. Y ahí sin duda es donde se encuentra la nuez del asunto.

De hecho, en la reformulación de nuestro plan de lectura, estamos pensando

agregar a la necesidad de promover la lectura y la escritura, promover también la

conversación como la fórmula más inteligente y segura de llegar a algún acuerdo,

a alguna conclusión que satisfaga a las partes. Leer, escribir, conversar, ese

podría ser un lema.

5 La construcción de equipos de trabajo orientados a la calidad del

servicio y en función de la ciudadanía cultural democrática.

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En el Plan Nacional de Cultura 2001 2010, (http://odai.org/wp-

content/uploads/2013/06/enlace530.pdf) se clarifican los términos de este

subtitulo. Al respecto dice: “La democracia cultural requiere el reconocimiento de

la pluralidad de identidades asociadas a las dinámicas sociales y de sus agendas

políticas. Mediante estrategias de apoyo e intervención que fortalezcan este tipo

de experiencias y prácticas se debe dar creciente eficiencia a la noción de

pluralidad, diálogo, multiculturalidad e interculturalidad. Pero en esta noción de

democracia cultural hay más. No es suficiente que se busque dar visibilidad y

reconocimiento al sujeto colectivo – aquel captado en las categorías genéricas de

indígena, afrocolombiano, mujer, joven, campesino, obrero, etc. – Este

reconocimiento es sin duda un logro de ampliación de lo público y, donde se haya

logrado, debe ser consolidado y profundizado. La capacidad de reconocimiento

de los proyectos colectivos diversos, su puesta en escena, su puesta en diálogo,

es el principio para los procesos de negociación y trámite político.” (P. 29).

Y en el documento de trabajo “Lineamientos políticos culturales para la

formulación del Plan de Desarrollo Cultural Medellín 2009 - 2020” se definió cada

término de esta expresión:

“La ciudadanía democrática cultural es el espacio que integra la nueva concepción

de la Democracia y de la Política. Estos conceptos se entienden así:

Ciudadanía: como el ejercicio de los deberes y los derechos basado en el

reconocimiento del potencial que existe en cada sujeto para la construcción de lo

público, como escenario de nuestra vida en común.

Democracia: como la presencia y la participación de los individuos, las

comunidades y los pueblos en la toma de decisiones en condiciones de equidad y

pluralismo en los escenarios de poder.

Lo cultural: como el espacio de la vida social en el cual cada sujeto es portador y

productor de cultura desde la diversidad y particularidad de su experiencia

individual y colectiva y desde la vitalidad de sus necesidades y proyectos de

futuro” (P. 22).

No obstante esta descripción muy general del concepto de ciudadanía cultural

democrática, puede decirse que la aprehensión decidida de este concepto

constituye uno de los factores determinantes del perfil del servidor del SBPM. Si

se concibe el carácter del ciudadano a formar y los atributos de la ciudadanía a

construir, es fácil inferir el tipo de ciudad que se espera. Con esta comprensión

como base se facilita la formulación estratégica de propósitos. El Plan estratégico

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del Sistema de Bibliotecas tiene como propuesta de valor “conectando territorios,

para contribuir al desarrollo de la ciudadanía”, esto es, cada acción particular de

las unidades de información del Sistema, se entiende como una contribución al

propósito global de construir ciudadanía, en términos de participación, equidad y

reconocimiento.

Debemos reconocer que por sencilla que parezca la comprensión de estos

conceptos, no ha sido fácil lograr su aceptación por muchos profesionales que se

acercaron al sistema, puesto que estos conceptos tienen consecuencias sobre lo

organizativo y sobre el modelo de jerarquía que chocan contra modelos ortodoxos

y omnímodos que se imparten, unas veces desde la academia, otras de

experiencias vividas en otras circunstancias. En el SBPM se cree en el consenso,

en el acuerdo para la toma de decisiones, más cuando se trata de asuntos de

cultura que de suyo comportan lo diverso. La estructura organizativa en cada

unidad de información del Sistema es relativamente plana, procurando la

contribución de la iniciativa individual de sus servidores en el marco de los

objetivos institucionales, su crecimiento profesional y su cooperación en el

mantenimiento de del buen clima laboral y la prevención del riesgo.

La calidad del servicio es algo consustancial al desempeño individual y colectivo.

Mantener el estatus de servicio certificado es un reto personal y de servicio. La

atención a las auditorías periódica de la entidad certificadora obliga al estudio

permanente, a la cualificación de procedimientos y a mantener una muy aceptable

imagen institucional y de servicio. El error de una persona se cobra a todo el

sistema, de ahí que el error, que a veces es inevitable o fortuito, se hace

recurrente cuando el servidor desatiende los conceptos del Plan estratégico de

bibliotecas o desconoce los conceptos que subyacen en la estrategia de

ciudadanía cultural democrática, pero sobre todo cuando soslaya las lecciones

aprendidas en la transformación de la ciudad y del SBPM, lecciones que

compartimos con el EDU, Empresa de Desarrollo Urbano: estas lecciones son:

1. Recuperar la confianza en lo público.

2. Planificar para no improvisar, ciudades con memoria RAM: sin memoria no

hay planeación.

3. La ciudad la hace la gente.

4. No realizamos proyectos, realizamos transformaciones.

5. Cultura y formación: ciudadanos que conocen y construyen su ciudad.

6. Arquitectura pública de calidad: lo público tiene valor y se vuelve referente.

7. Movilidades que transforman: ciudad que se conecta.

8. Gestión articuladora: público + privado + academia = sinergias

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Organiza En colaboración con

9. Construir sobre lo construido: la idea es sumar.

10. No es el trabajo de una persona, es un equipo multidisciplinar. Es Co

creación

11. El barrio y la calle: nuestras principales sedes para el diseño, para el

trabajo social y cultural

12. Aprendimos a escuchar a nuestros usuarios: los ciudadanos.

Hasta aquí estas cinco consideraciones, y estas doce lecciones que aún

reflexionamos y practicamos en nuestro medio para acercarnos a una más

completa comprensión del papel de la biblioteca pública en la construcción de

ciudades y de ciudadanía.

Agradecemos la oportunidad que nos dieron la Agencia de Cooperación Española,

Programa de capacitación para el desarrollo en el sector cultural y el Ministerio de

Cultura de Perú de poder presentarles una experiencia que aún camina. Y a

ustedes agradecemos la atención y la paciencia que nos han tenido.