Un Ladrón Honrado

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Un ladrón honrado (Fiodor Dostoievski)

 

I

 Una mañana, justo enel momento en queme disponía a salir decasa para dirigirmea mi trabajo,

 Agrafena, que es a unmismo tiempo micocinera, milavandera y mi amade llaves, entró enmi habitación y, con gran sorpresa por mi parte, comenzó a hablar animadamenteconmigo. Agrafena era una buena mujer que se distinguía por su sencillez y escasalocuacidad, pues aparte de las preguntas cotidianas de rigor sobre lo que desearíapara comer o alguna que otra cosa por el estilo, apenas me había hablado unapalabra de ms en seis años. !n lo que se refiere a mí, por lo menos yo nunca lehabía oído emitir nada que se pareciera a una opinión personal. "#eñor, desearía hablarle de una cosa "me dijo en un principio, pronunciandomuy aprisa sus palabras. "$% qu& es, Agrafena' "(ue debería alquilar el cuarto pequeño. "$(u& cuarto' "$)ul va a ser' !l que est junto a la cocina, $Acaso hay otro' "$% por qu& habría de alquilarlo' "$*or qu&' *ues porque la gente acostumbra alquilar los cuartos sobrantes delas viviendas. $+o le parece causa suficiente' "$% qui&n crees que querr alquilar ese cuartucho' "Un inquilino. $(ui&n va a ser' "*ero si en ese rincón apenas se puede armar una cama, Agrafena... !sdemasiado pequeño. $(ui&n querr vivir en un sitio así' "$% qu& falta hace que viva ahí nadie' astar con que pueda dormir, $no' %para eso est la ventana... "$(u& ventana' "$(u& ventana ha de ser' Usted lo sabe tan bien como yo. -e refiero a laventana del vestíbulo. Allí puede sentarse a coser o hacer lo que quiera, tambi&npuede colocar una silla, porque &l tiene una silla y una mesa, todo lo que necesita,de forma que usted no tendr que poner absolutamente nada. "$% qui&n es &l' *orque, o mucho me equivoco, o me ests hablando de unapersona concreta, $no es así, Agrafena'

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 "#í, señor... #e trata de una buena persona un hombre de toda confianza. %ome encargar& de hacerle la comida, y por el cuarto y la manutención le cobrar&tres rublos de plata al mes, $qu& le parece' /espu&s de algunas preguntas ms, acab& por deducir que cierto individuo dealguna edad había pedido a Agrafena que le admitiera como hu&sped. % en este

sentido, lo que a la buena mujer se le metía en la cabeza, no había ms remedioque aceptarlo, porque tarde o temprano acababa sali&ndose con la suya. %o losabía por e0periencia propia. )uando le llevaba la contraria, su tctica era no dejar a uno en paz hasta que conseguía sus propósitos. *or lo dems, cuando algo nosalía a su gusto, se quedaba profundamente pensativa y acababa por caer en unaterrible melancolía. 1ales estados de nimo solían durarle dos o tres semanas por lo menos, y en todo ese espacio de tiempo no sólo le salían las comidas insípidas,sino que adems dejaba de limpiar la casa y de lavar la ropa. !n resumen, yosabía perfectamente que, cuando Agrafena deseaba algo, había queconced&rselo, porque en caso contrario su disgusto acarreaba una bien conocidasecuela de sinsabores y molestias para mí. 2acía tiempo que había llegado yo a tales conclusiones, descubriendo al mismotiempo que Agrafena era incapaz de tomar resolución alguna, o de concebir elmenor pensamiento original o nuevo sobre una situación ya dada. /e igualmanera, cuando su d&bil inteligencia adoptaba alguna idea, o cualquier cosa quese le pareciese, entonces bastaba contradecirla para que se aniquilaramoralmente por cierto tiempo. !n la ocasión a que me refiero, como se daba elcaso de que era un momento en el que por nada del mundo habría querido yo ver alterada mi tranquilidad, me apresur& a acceder a sus deseos de alquilar el cuartocontiguo a la cocina a aquel 3buen hombre4 que ella conocía. "ueno, supongo que ese amigo suyo dispondr de la debida documentación "dije en señal preventiva. "5/esde luego6 "respondió Agrafena, casi indignada". Adems, se sabe qui&nes. #u identidad puede ser avalada en todo momento. %a he dicho al señor que setrata de un hombre serio y de mucha e0periencia..., aparte de que me haprometido formalmente pagarme esos tres rublos. "!st bien "le indiqu&", puedes decir a ese hombre que venga... *ero antesdebes prometerme una cosa. "!l señor dir. "/ebes prometerme que, al introducir a ese hombre en mi casa, no se originarning7n problema de tipo dom&stico. "/escuide el señor... y muchas gracias por su consentimiento.

 Al día siguiente se presentó el inquilino en mi habitación, lo cual debería habermemolestado, pero no ocurrió así, sino todo lo contrario, ya que hasta me alegr& enmi fuero interno. A tal respecto, dir& que vivo solo, casi como un recluso, puesapenas tengo amigos y no salgo de casa. !s cierto que ya me habíaacostumbrado a mi soledad, pero ni yo mismo hubiera podido predecir en qu& sehabría convertido aquella situación, junto a una persona como Agrafena, a lo largode diez, quince o veinte años. !n verdad que aquella perspectiva no resultaba

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muy atrayente, y por ello pens& que, dadas las circunstancias, un pacíficocompañero de vivienda podía representar algo así como un don del cielo. Agrafena no había mentido. -i inquilino era una persona de aspecto formal. *or sus documentos podía saberse que había cumplido debidamente el serviciomilitar, pero tambi&n se notaba tal circunstancia en algunos de los gestos y

maneras que le habían quedado. !ra, evidentemente, un honrado ciudadano y lasociedad no tenía nada que reprocharle en materia de antecedentes penales. #ellamaba Astafi 8vanovich y en seguida congeniamos. )omo virtud esencial tenía lade saber contar an&cdotas de una forma magistral, habilidad que podía lucir profusamente, puesto que tenía en la memoria un buen archivo de lancesreferentes a su vida en los cuarteles. !n resumen, pronto descubrí que, en elaburrimiento cada vez mayor de mi e0istencia, un hombre como aqu&l podía ser un verdadero tesoro. Una de sus historias estaba destinada a dejar en mí una impresión duradera, ypor ello quiero reproducirla aquí, e0plicando al mismo tiempo las circunstancias esque Astafi 8vanovich hubo de referírmela. )ierto día estaba solo en casa, pues tanto Astafi como Agrafena habían salido,cuando de repente oí desde mi habitación que alguien entraba en el vestíbulo. *or diversos detalles, pude deducir que era una persona e0traña, y no me equivocaba,ya que, cuando salí para ver de qui&n se trataba, me encontr& con undesconocido. #e trataba de un hombre de corta estatura que, a pesar deencontrarnos ya en pleno otoño, no llevaba abrigo. "$(u& desea' "le pregunt&. "/esearía ver al empleado Ale9sandrov. )reo que vive aquí, $no es cierto' "+o, señor. #e equivoca, porque aquí no vive nadie de ese nombre... Adiós. "5)ómo6 5*ero si el portero me ha dicho que vivía aquí6 +o lo entiendo... "murmuró el desconocido, retrocediendo hacia la puerta. "*ues ya lo ve usted, amigo. Al otro día, poco despu&s de la hora, de comer, y en el preciso instante en que

 Astafi 8vanovich me probaba una chaqueta que me estaba haciendo, oímos queentraba de nuevo alguien en el vestíbulo. :ui yo mismo quien entreabrí la puerta...y entonces comprob& que se trataba del visitante de la víspera, que ante mispropias narices cogía mi abrigo de piel de la percha y se escapaba con &l. Agrafena y Astafi, que me habían seguido, se quedaron estupefactos por lasorpresa. +o obstante, Astafi 8vanovich reaccionó en seguida y salió corriendo, enun intento de atrapar al ladrón. *ero a los pocos minutos volvió a aparecer congesto desolado y las manos vacías. !l astuto ratero había desaparecido como sise lo hubiera tragado la tierra. "-enos mal que no se ha llevado la capa "me creí en la obligación deargumentar, dada la e0presión apesadumbrada de mi abnegado inquilino". #i sehubiera llevado tambi&n la capa ese granuja, me habría dejado sin poder salir a lacalle. #in embargo, Astafi 8vanovich estaba tan conmovido, que pareció no oír mispalabras. Admirado por aquella emoción, no tard& en olvidarme de la p&rdida quesuponía la sustracción del abrigo. -i hu&sped no acertaba a e0plicarse cómopodía haber ocurrido una cosa así. Aun despu&s de que se hubiera puesto denuevo a su trabajo, dejaba de vez en cuando su labor para hacer renovadas

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consideraciones sobre el episodio. #e admiraba una y otra vez de la audacia delladrón y de que le hubiese resultado imposible darle alcance. Al cabo de un rato, y cuando me hubo hecho la prueba, se puso a trabajar enotras cosas, pero no tardó en volver a levantarse. !ntonces vi que se dirigía a laescalera y se acercaba a la garita del portero, para referir a &ste lo ocurrido y

hacerle los cargos oportunos por no haber impedido "dejando pasar impunemente al ladrón" que sucediera una cosa semejante en el inmueble./espu&s subió y reproch& a Agrafena algo que no pude entender, tras lo cualreanudó su trabajo, si bien siguió refle0ionando sobre la audacia del desaprensivoladrón y sobre la propia impotencia para darle alcance. *or la tarde, y para distraer mi aburrimiento, se me ocurrió ofrecer una taza de t&a Astafi 8vanovich, pues sabía que volvería a hablarme nuevamente del dichosoepisodio, cosa que no dejaba de divertirme, bien por su ingenua insistencia, o por la honda emoción que ponía en sus lamentos. "5uena nos la ha jugado ese individuo, Astafi 8vanovich6 "e0clam&. "5%a puede usted decirlo, señor6 5!s como para volverse loco6 8ncluso yo, que nopuedo afirmar que haya sido perjudicado, me siento invadido por el coraje de laimpotencia. 5)ielo santo6 5A fe mía que no hay en este mundo ser ms ruin que unladrón6 5)untas veces no ocurrir que esos pícaros despojan de su miseria aquien se ha pasado toda la vida trabajando para reunir unos pequeños ahorros...6ueno, creo que lo mejor ser no pensar ms en ello, al menos por lo que a mí serefiere. % usted, señor, $acaso no lamenta la p&rdida de su abrigo' "#í, por supuesto. ;tra cosa sería que lo hubiese perdido en cualquier accidente, pero que se lo haya llevado tan descaradamente un vulgar ratero esalgo que me irrita y me saca de quicio. ")reo que tiene usted razón< al fin y al cabo a nadie le gusta tener queresignarse y admitir un robo de esa clase. *or otra parte, a mi juicio, un ladrón noes un hombre como los dems... #in embargo, en cierta ocasión, yo conocí a unladrón que era honrado... "5)ómo6 $Un ladrón honrado' +o comprendo... $% usted cree, Astafi 8vanovich,que puede haber un ladrón que sea honrado' "!s cierto, señor. !n realidad, resulta inconcebible que un ladrón pueda ser honrado. =o que yo quería decir es que aquel individuo al que me refiero era unhombre honrado..., aunque hubiese robado. *uede creerme, señor, aquel hombreinspiraba una profunda compasión, sin que uno supiera muy bien a qu& eradebida. "!0plíqueme eso, Astafi 8vanovich. "#e trata de una historia que sucedió hace dos años apro0imadamente.

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 !n aquella &poca "comenzó a contar Astafi 8vanovich" yo llevaba, si mal norecuerdo, casi un año sin trabajo. !n un figón conocí a un individuo que iba a laderiva. #e trataba de un borrachín, un holgazn, que ya no sentía el menor estímulo por la vida, como no fuera el de emborracharse todas las noches. !n otrotiempo había tenido un buen empleo, pero acabaron despidi&ndole por su malacabeza. =e daba todo igual, y no puede nadie figurarse cómo iba vestido. !ra

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digno de ver... A veces, ni siquiera llevaba una mala camisa debajo de sumugrienta capa. 1odo el dinero que caía en sus manos acababa sobre losmostradores de las tabernas. #in embargo, no era pendenciero, y tampoco teníalos defectos que son habituales en tal clase de gentes. *or el contrario, era unhombre esencialmente pacífico, amable e incluso bonachón. +o pedía nunca nada

a nadie y se avergonzaba de cualquier cosa, pero resultaban ms que evidentessus continuas ansias de beber, y los que le conocíamos le dbamos dinero paraello, aunque &l no formulase ninguna petición. !l caso es que aquel individuo, desde el momento en que le conocí, ya no queríasepararse de mí. -e seguía a todas partes y me buscaba por cualquier lado. A míno me molestaba, pero a veces me coartaba la idea de llevar a un perrillo detrsde mis talones, porque esto era lo que realmente parecía aquel hombre. 5(u&individuo tan apocado, /ios mío6 +o tenía espíritu ni para matar a una mosca.1odo empezó, en realidad, el día en que me pidió que 3le permitiera pasar lanoche en mi casa4. )omo en el fondo estaba claro que era una persona incapazde ninguna maldad, y adems tenía sus documentos en regla, no tuve ning7ninconveniente en acceder a su petición. Al día siguiente me volvió a pedir el mismofavor. *ero al tercero... se me presentó en pleno día, se sentó a mi lado, cerca dele ventana, y esperó en silencio que llegara la noche. )omo es lógico, empec& a temer que no me lo pudiera quitar ya nunca deencima, pues para una persona de modestos recursos económicos siempre esuna pesada carga tener que dar de comer, beber y dormir a un segundo individuo.*or lo que supe despu&s, aquel hombre había estado colgado del cuello de unempleado antes de conocerme a mí. #e emborrachaban los dos juntos, hasta queel empleado murió en la miseria. !l individuo en cuestión se llamaba %emelia 8lich y yo no hacía otra cosa quecavilar para encontrar la manera de quitrmelo de encima. *or una parte,conseguir apartarlo de mí era un deseo obsesivo, pero por otra parte me resultabacasi imposible echarlo de mí lado en cuanto le miraba a la cara y le veía tandesvalido. !ra la viva imagen de la ruina y del abatimiento, por lo que no podíainspirar sino compasión. #e sentaba junto a mí, en silencio, y lo ms que hacía eramirarme a los ojos de la misma forma que los animales dom&sticos. 5A veces measombraba yo mismo al comprobar hasta qu& punto puede aniquilar a un hombrela bebida6 "!n un principio, me dije 35ah, se trata simplemente de mandarle que semarche el día que verdaderamente me canse6 =e dir& que aquí no hace nada yque debe irse, porque ya no puedo darle ni siquiera un hueso para roer.4 +oobstante, aun cuando estaba decidido a actuar así, siempre me quedaba unaduda< la de cómo reaccionaría &l. -e imaginaba que se quedaría mirndomedurante largo rato, mientras seguía sentado, sin comprender aparentemente niuna sola palabra, hasta que, llegado un momento, se levantara para coger suhatillo y marcharse... A7n me parece estar viendo aquel pedazo de tela a cuadrosrojos, con fondo blanco, que /ios sabe lo que podía contener, lleno de agujeros, yque &l no abandonaba jams. -e figuraba, en definitiva, que se levantarla condignidad, se pondría su capa cuidadosamente, para tapar los agujeros de debajo,pues tal era su sensibilidad, y se dirigiría hacia la puerta, con lgrimas en losojos... Al llegar a este punto, la escena me resultaba intolerable, a pesar de que se

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desarrollaba simplemente en mi imaginación. -e decía que jams dejaría "opodría permitir" que el pobre %emelia se hundiera del todo... 2abía muchaspartes de mi fuero interno, y en especial mi corazón, que se rebelaban ante talposibilidad. #in embargo, y al mismo tiempo, tambi&n pensaba 3*ero, si contin7osiendo tolerante, $qu& ser de mí' #i me empeño en ayudarle, pronto tendr& que

pedir yo mismo limosna... /ebo encontrar una solución.4 !staban así las cosas, cuando mi patrón, Ale9sandr :ilimonovich >hoy ya difunto...y al que deseo que /ios tenga en su gloria?, me dijo un buen día 3Astafi, has desaber que estoy muy contento contigo. )uando volvamos de la finca que tengo enel campo, y a la que voy con mi familia, te prometo acordarme de ti.4 %o habíatrabajado en su casa como mayordomo y ayuda de cmara... !ra un buen amo,pero, desgraciadamente, murió aquel mismo año. +o obstante, en aquellaocasión, como &l se marchó de la ciudad, yo tambi&n tuve que coger mis cosas eirme a vivir a casa de una buena mujer, a la que le alquil& un rinconcito, que era el7nico espacio de que disponía. /icha patrona había servido no s& dónde comonodriza, y le pasaban una pensión, lo cual le permitía vivir sola. -i nueva situación me hizo creer que perdería de vista a %emelia 8lich, pero meequivocaba, porque un día, al volver a casa por la tarde, despu&s de visitar a unamigo, me encontr& con el pobre borrachín sentado encima de mi ba7l, y con suhatillo, que había dejado a un lado de sus pies. !staba tan tranquilo leyendo laiblia, que había conseguido de mi patrona. *or lo dems, cuando entr&, le pudesorprender con el libro al rev&s, lo cual ponía en evidencia que no estaba leyendo. @ecuerdo que, ante aquella sorpresa, no se me ocurrió otra cosa que preguntarle "$=levas encima tus documentos, %emelia' % a continuación me puse a calcular las mil contrariedades que el dichosovagabundo iba a proporcionarme. *ensaba en el problema, y cada vez me parecíams improbable la solución. 3*ara empezar "me dije", tendr que cenar aquí...% luego le tendr& que dar todos los días de comer y de cenar, pero no deberhacerse ilusiones por las mañanas, comer un trozo de pan con dos cebollas, ydespu&s otro pedazo de pan con ms cebollas. Alg7n día podr& darle un poco desopa, pero sin ninguna seguridad. =o peor ser la bebida... 51endr que dejarla64 +o obstante, a continuación pasó algo por mi cabeza. *ens& en la posibilidad deque %emelia se fuese de mi lado, y hube de reconocer que, con &l, desapareceríala alegría de mi vida. *odr parecer absurdo, pero la cuestión era &sta y no otra.$(u& podía hacer yo' #in pretender que aquello fuese ninguna solución, depronto me propuse ser el padre y el protector de aquel individuo. $*or qu&' $Acausa de qu& me correspondía a mí adoptar aquella responsabilidad' Aunque mehubieran matado, no habría sabido responder de una forma coherente. 3=e librar&del vicio "me dije" y har& que vaya perdiendo la afición que siente por la bebida.#i quiere seguir a mi lado, tendr que acostumbrarse a trabajar, entre otras cosasporque, de lo contrario, no tendremos ni para beber agua.4 !n aquella &poca yo tenía la firme convicción de que todo hombre debe servir para algo, de que debe tener un oficio u otro. A partir de entonces, comenc& aobservar a %emelia en silencio. % un día le dije abiertamente

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 "%emelia, amigo mío, $no crees que deberías cuidar un poquito ms de ti' $+oves que vas hecho un harapo' )uando te miras a un espejo, $no te avergenzasde ti mismo' !l me escuchó en silencio, con la cabeza baja, sin moverse del sitio donde seencontraba. #ólo al cabo de unos minutos fue capaz de decirme

 "$(u& dice usted, señor' 2abía llegado hasta tal e0tremo su alcoholismo, que era incapaz de pronunciar niuna sola palabra correctamente. #e le decía una cosa y contestaba a otra. Aveces, me escuchaba durante largo rato, pero de pronto lanzaba un profundosuspiro, pareciendo que, en realidad, no me había oído. "$*or qu& suspiras, %emelia' "le pregunt& en una de aquellas ocasiones. "*or nada, Astafi 8vanovich "me respondió". +o tiene por qu& preocuparse, selo aseguro. $#abe una cosa, Astafi 8vanovich' 2oy se han pegado dos viejas enplena calle. =a una le había tirado a la otra, inadvertidamente, una cesta de setas. "$% qu& tiene eso de particular' "!ntonces la otra vieja derribó a la primera, a la vez que tiraba su cesta, llena decerezas, que pisoteó a lo largo de toda la calle. "$% qu& ms ocurrió, %emelia 8lich' "+ada ms, señor. %o sólo vi eso. "$#abes lo que te digo, %emelia' "+o, señor. "*ues creo que tienes trastornado el juicio. "$*or qu&, señor' "*orque sí... "=e contar& otra cosa... A un caballero se le habían perdido unos cuantos billetesde anco en la calle. Un individuo los vio y dijo 3%o los he encontrado.4 *ero otro,que tambi&n había visto la escena, replicó 35%o los he visto antes que t764 %comenzaron a discutir, hasta que llegó un guardia, que se incautó del dinero y selo devolvió al señor que lo había perdido, amenazando a los otros con llevarles ala comisaría. "ueno, $y qu& ms' $(u& es lo que encuentras de interesante en todo eso,%emelia' "5Ah nada6 A mí no me parece interesante. #i me sorprendió la escena, esporque la gente se reía. "5Ay, %emelia6 5Ahora resulta que has vendido tu alma por una simple monedade cobre6 $#abes lo que te digo' "+o lo s&, Astafi 8vanovich... "(ue tienes que buscarte alg7n trabajo. 1e lo he dicho ya cien veces, pero t7 nopareces entenderlo. 57scate una ocupación, aunque sólo sea en consideración amí6 "$% cómo voy a buscar esa ocupación, Astafi 8vanovich, si no s& cul es la quedebo aceptar' =o cierto es que nadie quiere admitirme, nadie quiere darmetrabajo. "$% puede saberse por qu& dejaste el trabajo de la oficina' 5Anda, dímelo,borrachín6 "A Blasia el camarero le han llamado hoy a la comisaría "me respondió. "$% por qu&'

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 "!so es lo que no s&, Astafi 8vanovich, pero, seg7n parece, se trata de algopasado... 1odo aquello me hizo pensar 3+o cabe duda de que no hay remedio. !stamosperdidos los dos. % /ios acabar castigndonos por nuestros pecados.4 #inembargo, $qu& podía hacer con un hombre así' 5!n el fondo era un individuo muy

inteligente6 #abía muy bien lo que decía. *or lo dems, cuando una conversaciónle resultaba aburrida, o se barruntaba que yo le iba a decir algo que no leconvenía, entonces cogía la capa, y sin decir absolutamente nada, se marchaba...*asaba el día dando vueltas por las calles, para volver por la nochecompletamente beodo... $(ui&n le daba el dinero para beber' !sto era algo queyo, en mi inocencia, ignoraba por completo. "!l día menos pensado dejar de regir tu cabeza correctamente< ya lo vers... "le decía yo". $+o crees que ya has bebido bastante en esta vida' 1e adviertoque de ahora en adelante, si vuelves borracho por las noches, dormirs en laescalera, porque... 5no te abrir& la puerta6 /espu&s de que hube proferido aquella amenaza, %emelia estuvo a7n dos díasen casa, pero al tercero desapareció. =e esper& y le esper&, pero no aparecía.!ntonces comenc& a sentir una profunda lstima por &l. 3$Adonde habr ido aparar'4, me decía. Anocheció, pasaron horas y ms horas, y no llegaba... -e fui adormir, y a la mañana siguiente, $qu& es lo que veo al salir a la escalera' 5*ues albueno de %emelia6 Al parecer, había pasado allí la noche. 1enía la cabeza en unpeldaño y estaba tendido cuan largo era, completamente entumecido de frío. "$(u& haces aquí, %emelia' "le pregunt&". $+o te das cuenta de que esto eslo 7ltimo' "!s lo que me dijo usted, Astafi 8vanovich, $no lo recuerda' -e dijo que, si veníabebido, debería dormir en la escalera. *or eso no me atreví a llamar a la puerta...y me ech& a dormir aquí. "5Ah, %emelia6 5#i quisieras hacer otra cosa que limpiar la casa con tus andrajos6"le dije, sintiendo al mismo tiempo rabia y compasión. "$% qu& podría hacer, Astafi 8vanovich' "5#i fueras capaz de aprender el oficio de sastre6 "le dije al final". Al menosasí, podrías remendarte t7 mismo los andrajos que llevas... 5Anda, entra en casa,calamidad de los demonios6 5ien6 $% qu& se dir que hizo el borrachín a continuación' *ues cogió una agujay se puso a enhebrarla... %o le había hablado con cierta vehemencia, pero &lestaba dispuesto a corregirse, seg7n parecía. =e contempl& detenidamente y pudeapreciar que tenía los ojos inflamados y que le temblaban las manos. +o atinaba ameter el hilo por la aguja, pero &l insistía. =o humedecía con la lengua una y otravez... hasta que por 7ltimo desistió de su empeño y se me quedó mirando. "!st bien, %emelia. $(uieres hacerme un favor' /ios sea contigo y te perdonetodos tus pecados6 *uedes quedarte en casa, si quieres, pero no vuelvas ahacerme una cosa así... -e refiero a tu decisión de pasar la noche en la escalera,$comprendes' "$% qu& voy a hacer, Astafi 8vanovich' /emasiado s& que siempre estoyborracho y que no sirvo para nada. 1an sólo usted, que es mi bienhechor, seinteresa por mí, así es que...

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 % de pronto comenzaron a temblarle los labios, medio helados. *or sus plidasmejillas rodaron unas lgrimas. !n cuanto la primera de aquellas cuatro lgrimashubo llegado a su mal cuidada barba, brotó s7bitamente de sus ojos todo unraudal de llanto... 5)reí que se me iba a partir el corazón6 35Baya, qu& sensible tehas vuelto de pronto6 "hube de decirme". 5+unca lo hubiera sospechado64

 /ecidí, por lo tanto, dejar que %emelia 8lich hiciera lo que le viniese en gana, auna sabiendas de que llegaría a convertirse en una aut&ntica piltrafa.

 #in embargo "prosiguió Astafi 8vanovich", la historia estaba destinada acontinuar, aunque lo que sigue sea tan hueco e insignificante, que quiz nomerezca el tiempo que haya de emplearse en hacer su correspondientereferencia. !s muy posible que no se pudiera encontrar quien diera dos copecspor todo ello< sin embargo, yo habría dado mucho dinero, de haberlo tenido, paraque no sucediera nada de lo ocurrido. =a cuestión es que yo tenía unos magníficos pantalones de montar, a rayasazules, que me había encargado hacer un propietario, el cual opinaba que se loshabía confeccionado demasiado estrechos, siendo &sta la causa de que me loshubiese dejado allí. 3!st bien "me dije", no hay por qu& preocuparse< se tratade una prenda de calidad, y en el rastro siempre podr& sacar de ella por lo menoscinco rublos. !n caso contrario, confeccionar& con su tela unos pantalonesnormales, y siempre es posible que me quede a7n para hacerme un elegantechaleco. A fin de cuentas, a un hombre modesto como yo, todo le cae bien.4 A todo esto, %emelia atravesaba un negro período, pues llevaba ya varios días sinbeber, posiblemente porque no encontraba quien le invitara. +o podía llevarse alos labios ni una mala gota de vod9a. #u actitud era la misma que podría adoptar un apaleado que se llevara las manos a su dolorida cabeza, inspirando la naturallstima. *or mi parte pensaba que, a juzgar por aquello, era muy posible que%emelia se reformase de su vicio a fuerza de no tener dinero. !staban las cosas así, cuando llegaron las fiestas mayores. Un día fui a la misade noche, pero cuando volví a casa, $con qu& me encontr&' *ues con que elbueno de %emelia estaba borracho, sentado en el alf&izar de la ventana ycolumpindose sobre el vacío. 35%a estamos otra vez64, fue lo primero que pens&.#in saber por qu&, fui hacia el ba7l, y... $qu& vi' 5(ue los pantalones de montar arayas habían desaparecido6 =o revolví todo, buscando la prenda, pero fue in7til.=as primeras sospechas fueron para la patrona, a la que acus& despiadada einjustamente, pues ni siquiera se me ocurrió pensar en %emelia como en elpresunto ladrón, ya que había pasado las 7ltimas horas completamente borrachofuera de casa. "5*or /ios, señor 8vanovich6 "me dijo la pobre mujer". $(u& cree que iba ahacer yo con &sos calzones' $Acaso pon&rmelos' Adems, debo comunicarleque a mí tambi&n me ha desaparecido una chaqueta, así es que... "!ntonces, $qui&n estuvo aquí' "le pregunt&. "$Aquí' 5+adie6 5Absolutamente nadie6 %o no me he movido de casa en todo eldía. (uien ha estado aquí ha sido %emelia 8lich, que luego salió y volvió a entrar...$+o le ha visto en la ventana' $*or qu& no le pregunta a &l'

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 "%emelia "le pregunt&", $has visto por casualidad los pantalones a rayas queyo había hecho para aquel caballero' %a sabes a cules me refiero, a los calzonesde montar, que se habían quedado algo estrechos. "$% cómo iba a verlos yo, Astafi 8vanovich' "me contestó". =e aseguro que,que yo no he cogido esa prenda para nada en absoluto.

 -e puse de nuevo a buscar, pero... todo fue in7til. %emelia, mientras tanto, seguíaen la ventana. %o me sent& en el ba7l y me qued& mirndole de reojo, hasta que,de pronto, una idea me asaltó el cerebro. :ue como si me ardiera el corazón en elpecho. =a sangre amenazó con subírseme a la cabeza. "%o no he cogido esos pantalones "dijo %emelia apresuradamente, mientrasfijaba su mirada en mí". !s posible que usted pueda imaginarse las cosas msperegrinas, pero le juro que yo no he cogido nada. "$/ónde estn, pues, esos pantalones, %emelia' "$% cómo iba a saberlo yo, si ni siquiera los he visto' "replicó el borrachín, conla mayor naturalidad del mundo. "!n tal caso, %emelia, $quieres que crea que esos pantalones se han marchadopor sí solos del ba7l' "(uiz haya sido así, Astafi 8vanovich... =o 7nico que puedo asegurarle es queyo no s& absolutamente nada de este asunto, $comprende' -e levant& y me acerqu& hasta donde se encontraba &l. !ncendí la luz y me pusea trabajar al lado de la ventana, tal como era mi costumbre. =e estaba volviendo elchaleco a uno de los inquilinos de la casa, que vivía en el piso de arriba. #inembargo, seguía intranquilo. !n cierto modo, creo que, si se me hubiera quemadotoda la ropa en la estufa, no lo habría sentido tanto. A %emelia no le pasó desapercibida, por supuesto, la indignación que a mí merecomía. =a verdad es que, cuando un hombre comete algo malo, es capaz depredecir cualquier clase de desgracia, del mismo modo que los pjaros barruntanlas tormentas. "A propósito, Astafi 8vanovich "comenzó a decirme %emelia 8lich, con voztemblorosa", $no se ha enterado de que hoy se casa Antip *ro9orich, el mariscal,con la viuda del cochero que murió hace muy poco' =e respondí con una mirada cargada de intención que &l entendió de maravilla.$% qu& ocurrió entonces' /e pronto, %emelia se levantó, se dirigió a la cama ycomenzó a revolver las ropas. %o preferí no moverme y observar. !ntretanto, &lsiguió buscando y buscando, sin dejar de murmurar "5Aquí no hay nada6 5Absolutamente nada6 5!s in7til buscar6 $/ónde estarnesos endemoniados pantalones' !s incomprensible, porque la tierra no se los hapodido tragar... %o continuaba a la e0pectativa de lo que pudiera ocurrir, porque aquello meparecía un tanto e0traño... $#e trataba de una comedia' $; era que %emelia teníarealmente la cabeza trastornada' /e repente, sucedió algo que no esperaba... %emelia, en su b7squeda, se metiódebajo de la cama. $(u& iría a hacer allí' Ante aquella nueva e0centricidad, nopude contenerme "$(u& haces, %emelia 8lich' $(u& haces debajo de la cama' $1e has vueltotonto' "!stoy mirando, por si se hubieran caído aquí esos malditos pantalones...

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 "*ero... $qu& dice, señor mío' "le contest&, sin darme cuenta de que habíadejado de tutearle, llevado por mi indignación". $Acaso cree usted que es dignoel arrastrarse por los suelos para buscar unos pantalones' "5Ah, señor6 !so es lo de menos... =a cuestión es que esos calzones tienen queestar en alg7n lado..., y que alguien los tiene que encontrar.

 "52um...6 !sc7chame bien, %emelia 8lich... "$(u&' "$+o ser que me has robado, como si fueras un simple ladronzuelo, en señalde gratitud por haber compartido mi pan contigo' !ntonces &l me dijo algo, pero todos sus esfuerzos estaban encaminados aenternecerme. /e nuevo se arrastró de rodillas por el suelo. "+o, Astafi 8vanovich "dijo, despu&s de un rato". #e equivoca si piensa eso demí. *ero &l siguió debajo de la cama, hasta que por 7ltimo, pasados unos minutos,volvió a incorporarse, -e fij& en su rostro y vi que estaba ms blanco que unpañuelo. %emelia 8lich se levantó, se fue hacia la ventana, se sentó, mientras yo trabajaba,y allí permaneció en aquella actitud por lo menos durante diez minutos, despu&sde los cuales se incorporó y se dirigió hacia mí. !n su rostro pude sorprender el temor que se tiene cuando se es culpable dealgo. "#e equivoca, Astafi 8vanovich "dijo". +o crea que me he tomado la libertad desustraerle esos pantalones... Al pronunciar aquellas palabras, not& que le temblaba el cuerpo, así como la voz.*ara conferir ms fuerza a sus palabras, se tocaba el pecho con un dedo, deforma que yo mismo llegu& a sentir una especie de angustia. "!st bien, %emelia 8lich "le dije", como quieras. #i es como dices, tendrsque perdonarme por ser injusto contigo al sospechar de ti. /ejemos ya en pazesos pantalones... 5(ue est&n donde sea6 Al fin y al cabo, no nos son necesariospara vivir. Cracias a /ios, tengo salud y buenas manos para trabajar. +o por ellome voy a desesperar, ni tampoco voy a ponerme a pedir limosna, $no te parece' %emelia 8lich continuó todavía un rato de pie. Al parecer oía lo que le estaba diciendo, pero como si no lo asimilaramentalmente. Al final, sin embargo, pareció calmarse..., y volvió a sentarse en elsuelo, replegado sobre sí mismo. !n aquella postura permaneció, sin moverse, mientras yo trabajaba. )uando memarch& a dormir &l a7n estaba allí. % a la mañana siguiente..., todavía seguía en elmismo lugar, arrebujado en su capa, tal como lo había dejado la noche anterior.#in duda se había sentido humillado y por eso no había querido acostarse en lacama. /ebo decir que para entonces, en cierto modo, yo había perdido el respeto a%emelia 8lich. 1ampoco sentía ya por &l la misma inclinación afectuosa que antes,pudi&ndose decir que le odiaba. !ra como si un hijo mío me hubiese robado,dndome un horrible disgusto y haci&ndome perder mi confianza en &l. *or lo dems, %emelia entró en una etapa crítica de su vicio. *asó ms de dossemanas seguidas bebiendo. !staba tan borracho que parecía haberse vueltoloco. #e iba de casa por la mañana y no regresaba hasta la noche. 5#i al menos

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en aquellas dos semanas le hubiese oído yo una sola palabra6 *ero nada... !racomo si sólo le interesara suicidarse bebiendo. Al final, cuando al parecer se quedó sin dinero, cesaron sus salidas y volvió asentarse conmigo junto a la ventana. Un día, de pronto, comenzó a llorar. $(u&podía ocurrirle' =e mir& y me di cuenta de que lloraba a raudales. #us ojos

parecían dos manantiales. #iempre me ha dado una gran pena ver a un hombre llorar, y ms si se trata deun hombre como %emelia, quien estoy seguro de que lloraba compungido ante elenorme peso de su pobreza y de su dolor. "$(u& te sucede, %emelia' "le pregunt&. *or primera vez desde hacía muchos días había vuelto a dirigirle la palabra, yentonces &l pareció estremecerse. "*or favor, %emelia. $*or qu& te empeñas en permanecer sentado ahí, como sifueras un b7ho' "!s que..., es que quisiera buscar trabajo, Astafi 8vanovich. "$% en qu& clase de trabajo has pensado' "!n ninguno. )reo que cualquiera podría servirme. *odría colocarme dondeantes... %a estuve hablando con :iodor 8vanovich y le supliqu& que me readmitiera.*ienso que no es correcto que yo sea una carga para usted. !n cuanto encuentretrabajo, prometo devolverle todo lo que le debo, e incluso pienso recompensarlepor las inolvidables atenciones que ha tenido conmigo. "5asta, %emelia6 =o pasado ya pasó, $comprendes' 5(ue bucee en &l laurraca6 5+o por eso se va a acabar la vida para nosotros6 "+o estoy de acuerdo, Astafi 8vanovich, porque s& lo que est pensando... %o nole quit& aquellos pantalones. "!st bien, te creo, %emelia. $(ui&n dice lo contrario' "+o es eso, Astafi 8vanovich, porque la cuestión estriba en que, a mi juicio, nodebo seguir aquí. "$% por qu&' $1e ha ofendido alguien' /ime, $qui&n te echa de esta casa' Almenos, yo no tengo tal intención... "%a lo s&... *ero eso no quita para que yo comprenda que no est bien que sigaviviendo en su casa. !n resumidas cuentas, creo que es mucho mejor que mevaya de aquí... "$% adonde irs' *or favor, hombre, ten un poco de juicio... *i&nsalo bien,$dónde vas a ir' "*or favor, Astafi 8vanovich, no haga nada por retenerme... "dijo %emelia, yvolvió a llorar". -e voy ahora mismo, de manera que no haga nada pararetenerme... 5*rom&tamelo6 5*rometa que no me lo impedir6 "$*or qu&, %emelia' $*or qu&' "+o lo s&, Astafi 8vanovich... /e cualquier forma, usted tampoco es el mismo deantes. "$)ómo que no' *ero... $qu& ests diciendo' 17 no eres el mismo... =o queocurre simplemente es que se te ha metido en la cabeza acabar contigo, te hasconvertido en tu peor enemigo, $no te das cuenta' "+o es eso, Astafi 8vanovich. Ahora, por ejemplo, usted se preocupa de cerrar elba7l. %o veo todas esas cosas y me da mucha pena. *or eso lloro. =o mejor que

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puedo hacer, y crea que lo he pensado bien, es marcharme y pedirle perdón por haberle sido tan... tan molesto. 5% se marchó6 5%a lo creo que se marchó6 %o no quería creerlo, pero a la mañanasiguiente hube de convencerme de que lo había hecho de verdad. =e esper&durante todo el día, pensando que regresaría por la noche, pero me equivocaba.

+o regresó en todo aquel día, ni al siguiente, ni tampoco al tercero... )omenc& ainquietarme y perdí las ganas de comer tanto como las de dormir. +o hacía msque darle vueltas a mi cabeza. )on su decisión, el bueno de %emelia 8lich habíaconseguido intranquilizarme y desordenar todo mi sistema de vida. Al cuarto día me llegu& hasta la taberna que %emelia solía frecuentar. *regunt& atodos por &l, pero nadie sabía dónde podía estar. 52abía desaparecido6 32abrperdido el juicio y lo ms probable es que est& tirado por alg7n rincón4, me dije. )uando regres& a casa, estaba ms muerto que vivo. Al día siguiente salí denuevo a buscarlo, al mismo tiempo que me reprochaba a mí mismo lairresponsabilidad de haber dejado hacer su santa voluntad a un hombre en lascondiciones de %enielia. *or fin, al quinto día, que era festivo, cuando apenashabía amanecido, oí que llamaban a la puerta. #alí a abrir..., y me encontr& con%emelia. 5Allí estaba6 5% qu& aspecto traía, /ios mío6 1enía el rostrocompletamente amoratado, los cabellos horriblemente sucios, y todo en &levidenciaba que aquellos días había dormido en el arroyo, adems de que estabams delgado que una cerilla. %emelia 8lich se quitó la capa y se sentó frente a mí, en el ba7l. #e me quedómirando fijamente. Aunque seguía teniendo mis prevenciones contra &l, cuando seve a un ser humano en semejante estado, es casi imposible no sentir un poco decompasión. -e acerqu& a &l y le pas& la mano por la espalda, con la intención deconsolarlo. "%emelia "le dije", al&grate..., puesto que te encuentras de nuevo en casa.

 Ayer estuve buscndote y hoy me proponía hacer lo mismo por todas las tabernaslos figones de la ciudad. /ime, $has comido' "#í... "+o te creo... Anda, ven a la mesa. $#abes' *uedo darte una sopa de coles yalgo de carne que quedó de anoche. 1ambi&n hay cebollas y pan... Anda, ven ycome algo, para que recuperes fuerzas. =e di todo aquello que le había prometido, y por el apetito con que lo devoró, pudededucir que llevaba tres días por lo menos sin probar bocado... 52abía que ver elhambre que tenía el pobre %emelia6 "5+o sabes cómo me alegro de volverte a ver, amigo mío6... Ahora te traer& unabotella de aguardiente, y así podrs olvidar tus penas. +os haremos a la idea deque entre nosotros no ha pasado nada, $te parece bien' 1e prometo que no teguardar& ninguna clase de resentimiento, %emelia... =e dej& solo para ir a buscar el aguardiente, que puse sobre la mesa, frente a &l./espu&s me sent& a su lado, y dije "$(u& te parece si brindamos por la fiesta de hoy' 5A tu salud, %emelia6 @ecuerdo que &l tendió con avidez su mano, y ya iba a coger el vaso, cuando le vivacilar. $(u& significaba aquello' Al final, sin embargo, asió el vaso y se lo llevó ala boca. =e temblaba tanto la mano, que se le vertía el licor... % de pronto, paracolmo de mi sorpresa, vi que dejaba el vaso en su sitio, sin probarlo siquiera.

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 "$(u& te ocurre, %emelia' "+ada, Astafi 8vanovich. !s que yo... "5)ómo6 $%a no bebes' "+o, Astafi 8vanovich. -e he hecho el propósito de no beber nunca ms... "$(u& quiere decir eso, %emelia' $2as dejado para siempre la bebida o se trata

simplemente de una actitud circunstancial' %emelia no respondió. #e había quedado en silencio, y al cabo de un rato apoyóla cabeza en sus dos manos. "$+o ser que ests enfermo, %emelia' "Así es, Astafi 8vanovich. -e siento mal, realmente mal... +o s& qu& me ocurre. -e apresur& a llevarlo a la cama. % allí comprob& que le ardía la frente. =a fiebrehacía que le temblara todo el cuerpo. /urante todo el día estuve a su lado, en lacabecera del lecho. *or la noche se agravó su estado y le di una sopa de mantecay cebolla. "1ómate esta sopa y vers como te alivia "le dije. "+o... #er mejor que hoy no tome nada "me respondió con la cabezatemblorosa. =a patrona se había preocupado tambi&n por &l. =e preparó t&, pero todo erain7til. !l enfermo no se aliviaba ni reaccionaba con nada. A la mañana del segundodía fui en busca de un m&dico bastante conocido, cuyo nombre era Dostopravov.%o le conocía con anterioridad a aquel día cuando estaba con los señores deosomiaguin, lo habían llamado en cierta ocasión para que me viese, puesto queno me encontraba bien. !l m&dico, en cuanto vio a %emelia, dijo< "=o cierto es que no hay nada que hacer... +o merecía la pena que me llamaran./e todos modos, siempre se le pueden dar unos polvos. )reí que el doctor no hablaba seriamente. !n esta situación, llegamos al quintodía... A7n recuerdo a %emelia. !staba en la cama, frente a mí, mientras yopermanecía junto a la ventana con mi trabajo. =a patrona se afanaba por encender la estufa. +inguno de los tres hablbamos. %o tenía el corazón destrozado, comosi quien estaba agonizando fuese mi hijo preferido. A la mañana siguiente not& que %emelia hacía esfuerzos por decirme algo, peropor lo que fuese o no se atrevía o le resultaba imposible. !n sus ojos se podíaobservar una profunda tristeza. A7n recuerdo, como si fuese ahora, que al mirarte yo, &l retiró la vista hacia otraparte, como si sintiera una especie de vergenza. "5Astafi 8vanovich6 "e0clamó de pronto. "$(u& quieres' "!staba pensando una cosa... #i vendi&ramos mi capa en el rastro, $cuntopodríamos sacar de ella' "$)unto nos darían por tu capa' +o lo s&. 1al vez tres rublos... Aunque le dije aquello, yo sabía que se me habrían reído si hubiera ido a vender un pingajo así al rastro. -i intención era tranquilizarlo, antes que cualquier otracosa, pues conocía la e0tremada sensibilidad de %emelia. "!s lo que yo creo tambi&n "me respondió, despu&s de unos segundos". Al finy al cabo, el paño es bueno, y tres rublos no es mucho dinero...

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 1ras decir esto, el enfermo permaneció un buen rato en silencio, hasta que volvióa e0clamar "5Astafi 8vanovich6 "$(u&' "$(uiere hacerme un favor'

 "/ime lo que sea, %emelia. "1al vez sea demasiada molestia... "$/emasiada molestia' $*or qu&' !n todo caso, dime de qu& se trata. "/esearía que vendiese usted mi capa cuando yo me muera... (ue no meentierren con ella. "$*or qu&' "/espu&s de muerto, la capa no me servir ya de nada, y en cambio, comousted mismo ha reconocido, es una prenda de la que se puede sacar alg7nprovecho..., aunque &ste se limite a tres rublos. Aquellas palabras me impresionaron de tal manera que no acert& a decir nada. =o7nico que me parecía estar claro era que la muerte había comenzado a llamar enel corazón de %emelia 8lich. Acto seguido, se hizo de nuevo el silencio entre nosotros. %o miraba de soslayo a%emelia, mientras que &l, a su vez, no dejaba de mirarme. #in embargo, en cuantonuestras miradas se cruzaban, &l apartaba la suya. "$(uieres un poco de agua' "le pregunt& de pronto. "#í, d&mela... =e di de beber y pude comprobar que sorbía el agua converdadera ansia. "-uchas gracias, Astafi 8vanovich... "me dijo". #e lo agradezco de verdad. "/ime, %emelia, $quieres alguna otra cosa' "+o... "$/e verdad no necesitas nada' "+o, Astafi 8vanovich. =o 7nico que me gustaría... =o que desearía... "$(u&, %emelia' "!so... "$(u& es' "=o que le he dicho antes... "$A qu& te refieres' "!s que..., es que... 5Aquellos pantalones6 $#e acuerda, Astafi 8vanovich' *uesbien, fui yo quien se los robó, a pesar de que le dije que no... 2e de confesar que aquello que para &l era una revelación, a mí no me causabaninguna sorpresa. 3!stoy seguro de que /ios lo perdonar4, me dije, mirando a%emelia 8lich. +o obstante, las palabras del moribundo hicieron que se me cortara el aliento. Ungran peso se instaló encima de mi corazón y las lgrimas comenzaron a correr araudales por mis mejillas. +o podía evitarlo. +o quería llorar, por no impresionar a%emelia, pero me resultaba imposible dominar la emoción. Al final, decidí que lomejor sería apartarme del lecho. % así lo hice. *ero de pronto requirió mi atenciónel enfermo, pues me llamó "5Astafi 8vanovich6 "$(u&' "le contest&, al mismo tiempo que me volvía hacia la cama.

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 %emelia quería decirme algo. !sto resultaba ms que evidente por el empeño queponía en incorporarse. #e hubiera dicho que estaba empleando las fuerzas que enrealidad nunca tuvo. *or 7ltimo consiguió incorporarse ligeramente, tras lo cual comenzó a mover loslabios. !staba claro quería decirme algo. *ero $qu& podía ser'

 "$(uieres decirme algo, %emelia' !l moribundo hizo un gesto de asentimiento y siguió moviendo los labios. /erepente su rostro enrojeció en grado sumo, y me miró fijamente... =uego comenzóa palidecer, echó hacia atrs la cabeza, lanzó un profundo suspiro, y acontinuación entregó su alma a /ios...