Un caso de subversión social: el proceso de Elena …...un cirujano que le enseña un nuevo oficio....

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Un caso de subversión social: el proceso de Elena de Céspedes (1587-1589) por Marie-Catherine BARBAZZA (Universidad de Perpignan) A pesar del entusiasmo actual por los estudios so- bre las mentalidades, los escritos relativos a la mujer parecen todavía poco numerosos en el dominio hispánico, si pensamos en la multitud de obras que tratan del tema en el mundo anglosajón, en Francia y en Italia (1). En tal ámbi- (1) Obras de referencia para el dominio hispánico : P.W. Bomli, La fem- me dans l'Espagne du Siècle d'Or, La Haye, Martinus Nijhoff, 1950; C. Bravo Villasante, La mujer vestida de hombre en el teatro español (siglos XVI-XVII), Madrid, Revista de Occidente, 1955; C. Martín Gaite, Usos amorosos del dieciocho en España, Madrid, Siglo Veintiuno de Espa- ña, 1972; H. Sánchez Ortega, Tipos históricos y arquetipos literarios, en Actas de la primera jornada sobre la mujer, Madrid, Universidad Au- tónoma, 1982, pp. 107-126; H.W. Sullivan, Tirso de Molina, dramaturgo andrógino, en Actas del Quinto Congreso Internacional de Hispanistas, Burdeos, 1977, pp. 811-818; La mujer en el teatro y la novela del si- glo XVII, Actas del segundo coloquio del G.E.S.T.E. (Toulouse, 16-17 nov. 1978), Toulouse, France-Ibérie Recherche, 1979. Véase también H. Sánchez Ortega, Un sondeo en la historia de la sexualidad sobre fuentes inquisitoriales, en La Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizon- tes, dirigido por J. Pérez, Madrid, 1980.

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Un caso de subversión social:

el proceso de Elena de Céspedes

(1587-1589)

por Marie-Catherine BARBAZZA(Universidad de Perpignan)

A pesar del entusiasmo actual por los estudios so-bre las mentalidades, los escr i tos relat ivos a la mujerparecen todavía poco numerosos en el dominio hispánico, s ipensamos en la multitud de obras que tratan del tema en elmundo anglosajón, en Francia y en I t a l i a (1) . En ta l ámbi-

(1) Obras de referencia para el dominio hispánico : P.W. Bomli, La fem-me dans l'Espagne du Siècle d'Or, La Haye, Martinus Nijhoff, 1950; C.Bravo Villasante, La mujer vestida de hombre en el teatro español(siglos XVI-XVII), Madrid, Revista de Occidente, 1955; C. Martín Gaite,Usos amorosos del dieciocho en España, Madrid, Siglo Veintiuno de Espa-ña, 1972; H. Sánchez Ortega, Tipos históricos y arquetipos literarios,en Actas de la primera jornada sobre la mujer, Madrid, Universidad Au-tónoma, 1982, pp. 107-126; H.W. Sullivan, Tirso de Molina, dramaturgoandrógino, en Actas del Quinto Congreso Internacional de Hispanistas,Burdeos, 1977, pp. 811-818; La mujer en el teatro y la novela del si-glo XVII, Actas del segundo coloquio del G.E.S.T.E. (Toulouse, 16-17nov. 1978), Toulouse, France-Ibérie Recherche, 1979. Véase también H.Sánchez Ortega, Un sondeo en la historia de la sexualidad sobre fuentesinquisitoriales, en La Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizon-tes, dirigido por J . Pérez, Madrid, 1980.

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to nos interesa un caso particular : el de Elena o Elenode Céspedes, procesada por la Inquisición de Toledo, acu-sada de hermafrodismo, de hechicería, y condenada. Aunqueconscientes de los límites de nuestro estudio, y a pesarde nuestro interés por los estudios seriales, nos pareceimportante dedicarnos al estudio de este caso individualporque nos hace descubrir una vida, un itinerario que nospermiten subrayar ciertos aspectos precisos. Nos parecióinteresante tratar de analizar cierta realidad sociopsico-lógica . A través de las investigaciones jurídicas y delas confesiones de la acusada y de los testigos, se revelaun mundo muchas veces misterioso, difícil de definir, mun-do del campo, de los pueblos, de las villas, mundo plebeyosobre todo, mundo regido por la ideología dominante, enel que la libertad y la individualidad no pueden aceptarse.Reina la delación, el temor a la Inquisición y a la repre-sión que ejerce. En este ambiente cada uno vigila al otroy puede delatarlo. En este proceso, la represión está re-presentada primero por una justicia civil y luego por unajusticia inquisitorial, ambas defensoras de un dogma y deuna moral. Pero van a ejercer su poder según criterios dis-tintos, y reaccionara'n de modo diferente frente a la ambi-güedad de Elena de Céspedes que se presenta como hermafro-dita, planteando así el problema de una fisiología fantás-tica y de las reacciones que puede provocar en las mentesde la época. Para nuestro estudio, nos basaremos sobre to-do en el análisis del proceso de Elena de Céspedes (2).

La historia de Elena de Céspedes puede interesarporque, en la realidad de fines del siglo XVI en España,ilustra la imagen —encontrada a menudo en la literaturay en el teatro— de la mujer que no vacila en vestirse dehombre para llevar una vida llena de aventuras. Elena deCéspedes ilustra y supera esta imagen literaria o teatral.Este proceso permite recordar la historia de una voluntadimpregnada de independencia y afirmación social, cosa alparecer imposible y prohibida en la España del Siglo deOro para la hija de una esclava y para una mujer. Estimula-da por tal voluntad, Elena de Céspedes parece burlarse delas reglas sociales, religiosas, morales y hasta de la le-galidad. Siempre se mantiene al margen de lo lícito : apro-

(2) Proceso de Elena de Céspedes, A.H.N., Inq., leg. 23»*, no21 (1587).

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vechando la incertidumbre y las creencias a menudo míticasque rigen el contexto médico, se presenta como hermafrodi-ta, y desafía a los tribunales civiles y à la Inquisicidn,representantes del orden y de la moral.

Su voluntad se manifiesta en el relato que de suvida tiene que hacer ante el Tribunal del Santo Oficio.Para nosotros, lectores del siglo veinte, este relato lar-go y circunstanciado queda a menudo muy incompleto, porquenos presenta una serie de hechos objetivos que no revelanclaramente las motivaciones personales profundas. La acu-sada tiene que defenderse y grande es el temor a la Inqui-sición. A pesar de todo, los hechos evocados nos permitenadivinar cómo y en qué ambiente se afirmo' esta fuerte per-sonalidad.

Las fechas del proceso (1587-1589), las indicacio-nes cronológicas dadas por dos alusiones a la guerra contralos moriscos en las Alpujarras (que tuvo lugar por los añosde 1568-1571), su edad precisada por ella misma (alrededorde los cuarenta años) permiten situar su fecha de nacimien-to entre los años 1545 y 1549, en Alharaa, Andalucía. Desdesu nacimiento, está al margen de la sociedad establecidaya que es hija de una esclava. Aunque quede libre más tarde,al morir sus amos, empieza siguiendo su destino de hija deesclava. Entre los ocho y diez años, sirve a una hija de suamo en Vélez Málaga. Luego volverá a Alhama para servir ala esposa de su amo. Cuando muera ésta aprenderá a tejeren casa de su madre, antes de casarse tradicionalmente alos quince o dieciséis años con un albafiil. Con él no vivi-rá más de tres meses, porque la abandonará. Elena no preci-sa los verdaderos motivos de este abandono; sólo afirma queno se llevaban bien. Luego conoce la maternidad, y vive so-la con su hijo hasta la muerte de su madre. Se queda enton-ces verdaderamente sola, y su vida va a cambiar. Al pare-cer, el abandono total, la soledad no van a constituir unadesgracia sino más bien un factor de estímulo para esta mu-jer animada por una voluntad extraordinaria. Sin padres, sinmarido, sin familia, sin los apoyos ni las trabas socialesque en aquella época podían impedir su realización como in-dividuo, Elena puede ir en busca de su propia identidad.Aparentemente elige ser un individuo completo, un sujeto.Abandona a su hijo, el lugar donde nació", donde paso* suniñez, para empezar una vida difícil, peligrosa, en el am-biente lleno de disturbios políticos y económicos de laépoca. Con los años, se alejará de Andalucía para llegar a

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la Corte. Se encuentra sola pues, y vive como una mujerque debe mantenerse con su trabajo. Aprende varios oficiosen Granada. El relato de su vida indica estos oficios,el de "calcetera", el de "tejedora", de "sastre", perosin insistir en las circunstancias precisas. Sólo dejaentrever las dificultades que encontró por motivos econó-micos . No puede ejercer su oficio inicial de tejedora por-que no le permite ganarse la vida. Y por eso ejerce luegoel de sastre; pero no puede quedarse más de un año en Gra-nada. ¿Motivos económicos ?¿ Estorbos causados por su so-ledad ? No lo sabemos. Sólo nos enteramos de que luego seva a Sanlúcar de Barrameda, luego a Jerez de la Frontera.Su vida allí no parece más estable ya que, después de unariña con un rufián a quien hiere con un puñal, la encar-celan. Parece estar en un ambiente de gente de mal vivir,del hampa, un ambiente clandestino que a lo mejor es elúnico en que aceptan su soledad, pero donde no tiene ningu-na protección. Por lo cual, al salir de la cárcel, decideabandonar el vestido femenino para vestirse de hombre,violando así la ley. Pero es la única manera de vivir sola.Como tiene que mantenerse no se deja desalentar por tareasmasculinas : es "mozo de labranza", "pastor",en Arcos dela Frontera. Cuando se cree protegida por el traje, porotro motivo la encarcelan de nuevo. Podemos suponer que porsu aspecto —no olvidemos que su madre esclava era "more-na"— y por su vida errante la sospechan de ser "monfí",nombre que se daba a bandoleros moriscos (3). En aquellaépoca, en España, era grande el temor al peligro moro enel Mediterráneo. A los moriscos se les tenía por aliadospotenciales del enemigo nacional, y ciertas correrías delos corsarios berberiscos penetraron hasta Orgiba, en elreino de Granada. En la cárcel, la obligan a vestirse demujer, y al salir, sirve en casa de un clérigo. Pero a losseis meses abandona de nuevo el vestido de mujer cuandodetermina alistarse como soldado, al estallar la revueltade los moriscos en Granada y en las Alpujarras. Lo habráhecho para tener el sobresueldo y resolver así sus proble-mas económicos. En efecto, al volver de la guerra puedeasentarse en Arcos de la Frontera y examinarse de sastre.

(3) J. Lynch, España bajo loe Austvxaa, t. I, Barcelona, EdicionesPenínsula, 1972, p. 281 : "Los 'monfíes', bandoleros moriscos que va-gaban por la Sierra Nevada en grupos y sembraban el terror por todala zona...".

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Es de notar aquí c i e r t a f a c i l i d a d que l e es o torgada , yaque las mujeres no podían asentarse :

. . . bolvió lt>ta^ a A/ICOÍ con la dicha compañía ypon dtehaczHAZ alte la compañía comzncó ¿ita a hace*,oficio dz iOAtiz púbticamzntz en áviko dz hombiz yÍZ examinó dz &06tn.z en Jetez de. la fKontxAa aunque,zn zl título put>¿zn.on ¿aitna pon. conozeA. que zKatita miazn.. (4)

Podemos ver en esta mujer el deseo de afirmarsesocialmente y de vivir l ib re de necesidad. Y t iene la suer-te de l ibrarse de los gremios que en las ciudades encuadra-ban a los artesanos dentro de un marco ins t i tuc ional seve-ro, que teóricamente no admitía a los descendientes de es-clavos ni a las mujeres sino para labores ínfimas o cuandoeran las viudas de los maestros. Se puede pensar que porlos mismos motivos económicos no vacila en a l i s t a r s e otravez. Esta segunda campaña dura tres años, al cabo de loscuales vuelve a Arcos donde va a asentarse de nuevo comos a s t r e . Pero no se acaba su vida de aventuras. ¿ Trabajaen realidad en la clandestinidad ?¿ Tiene que competir conotros artesanos en aquellos tiempos turbados económicamen-te por una guerra t e r r i b l e contra los moriscos de la regióngranadina ? Ó No logra esconder su feminidad a pesar de sutra je de hombre ? Notamos que, por lo general , Elena de Cés-pedes nunca se asienta definitivamente en un lugar. De Ar-cos se va a Marchena donde trabaja un poco más de dos años;luego está en Velez Málaga un poco más de un año, en Alhamaun año, en Archidona, en Osuna, cerca de un año, y llegaluego a là Corte.

Madrid representa una nueva etapa. Allí conoce aun cirujano que le enseña un nuevo of ic io . Abandona enton-ces su oficio de sas t re por el de cirujano, más lucrativo :

/ como ¿6ta vio quz aquzl ofáido Iz zna dz piovt-cho, dzxó dzl todo zl ojOio oficio dz aaituz, y comzn-có a hu&aA. zl dz çiruijXa, y ututo zn zl no&pikal dz laCoite. ailitizndo y platicando zn ¿I como -£ie¿ añoi alcabo dz loé qualzi &uz ¿¿ta al EicusUal a CUMIA a Obtz-gón que eJia un cúado dz Su Magz&tad. Comzncó a cu/ian.

(t) A.H.N., Inq., leg. 23t, n° 24.

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pábtLcamzntz y andaba lita pon^ aquzttoi tuganzi dz taiznnanía cunando mai dz doi añoi. V atLC ta acmanonponquz cañaba iin ¿zn zxmJunada, y &z vino a ta. Co>Uzadonde. &z zxaminó y ¿acó do& titutoi pana podzn ¿an-gnan y pangan y pana çunujia. Y zn ta Contz uttibolita cunando micho tizmpo haita quz ta ttzvahon aCuenca adonde, cunó nuzvz me¿e¿, y dz attí i<¿ vino a¿a Guuanda. y alti kiço aiiznto y zitubo en ¿u oficiodz zuMija.no como 6zy¿ añoi yzñdo y \)in¿zndo zn Zitztizmpo a ¿a Cottz nuchai ueze¿. V pon. tina puadwmbns.quz tubo^ zn ¿a Gua/ida ÍZ {ae. con una compañía que. pat>ópon attc cunando a toi iotdadoi quz hiban hznidoi...y tizgd con zttoi haita Pinto, y dz attí ¿z vino aVaJtdzmono, adonde, zitabo como doi> año¿, y aZganai VZCZÍhaita a CA.zntpocu.ztoi quz ta ttzvaban a cunan. V cayzn-do acodo zn£znma, ¿ue guúpzd dzt dicho FnancÁACo dztCano, iutgno dz lita, y tz nzgatanon atti micho a ù>tay ¿e adicionó a Uanta dzt Cano, hija dzt dicho Fnanc¿i-co dzt Cano, y ztta dz &ita, y ta pidió lita pon. migzna ¿aó padnzi,, y zttoi dijznon quz ii zitaua dz P-COÍ ,que ztto iznAÍa. (5)

En esta confesión se destacan los esfuerzos de Ele-na de Céspedes para imponerse en este mundo de la Corte apesar de las dificultades y las rivalidades que serán muyfuertes. Y tendrá que dejar Madrid para ejercer su oficioen los alrededores, sin conseguir establecerse realmenteen alguna parte, hasta su llegada a Ciempozuelos. Allíreina un ambiente dominado por el misterio, la superstición,y Elena de Céspedes es percibida como un ser extraño, dota-do de calidades extraordinarias. Y como en estos lugaresno existe ninguna intimidad, esta visión se propala, y elgobernador de Ocaña se entera de ella y la consigna.

... at tizmpo z quando tnataua dz caiauz con tadicha UanJja dzt Cano zitando zn caia dz ta iwiodichaquz zt> zn ta vWüi dz Ciznpozuztoi ¿u madnz dz ta dichaMan¿a dzt Cano iatió dz un apo&znto y bio zn et patiodz iu ca&a iatta/i micha cantidad dz gnanoi nzgKoi comonzguULXju, z mayonu dz quz ta gzntz dz ta dicha caia ÍZ

• admVió z que. ta dicha UaKÍa dzt Cano dijo uto e¿ quzpon. ¿ueAza yo me tzngo dz yn con Hztzno dz Ciàpzdzi y

(5) Ibíd.

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deMa.paM.qAjo e. de. attí a doi dieu, la. hatùxAon desnudazn un pajan. dz ta dicha, COA a ¿o quai ¿upo e. 4e ¿odixo eJL dotoK Joan FeAnánd&z CaJio médico de. Afumjuízque. ¿o avía oydo a la. auge*, de. ChamM.o ¿obizutante.de. A/ianjue.z que. u naXunal de. ùinnpozaetoi. ( 6 )

Y en este ambiente particular es donde Elena deCéspedes decide tener un hogar, casándose como lo haríaun hombre deseoso de tomar estado. Los estorbos no desa-parecen ,ya que tendrá que multiplicar los trámites paraprobar que puede casarse, pero no se arredra frente a losobstáculos. Cuando va a Madrid a pedir licencia de matri-monio, el vicario se niega a dársela por verla "sin bar-bas" y "lampiña". El número de casamientos clandestinosy el delito de bigamia hacía a los sacerdotes de la épocamuy prudentes. La naturaleza ambigua de Elena de Céspedesno extraña sólo al sacerdote; cuando logra ella obtenerla licencia y publicar las amonestaciones en Ciempozuelos,es la "voz pública" la que denuncia su doble naturalezade "varón y hembra", provocando el impedimento. Con estedetalle, aparece otra vez la importancia del rumor públicoen este mundo en el que no existe la libertad individual.Luego, Elena de Céspedes tiene que sufrir el examen de losmédicos y de otros testigos. Todos —-diez personas en to-tal— declaran que es hombre.¿ Engaña Elena a los médicos ?¿ Paga a un hombre para que sea examinado en su lugar ?¿ Logra ella hacerse pasar por hombre, con ar t i f ic ios , enun lugar oscuro,^ya que precisa que en la posada donde laexaminaron, de día, necesitaron un candil ? ¿ Compra lascomplicidades sobornando a los médicos ? ¿ Hace intervenirrelaciones ? El proceso no nos permite contestar. Numero-sos son los escritos de la época como El guia y av¿&o de. {o-laóteAOi que. viznzn a la Coitz de Liñán y Verdugo, que denuncianla corrupción y malas costumbres de la Corte. Sólo confesa-rá Elena una de las estratagemas utilizadas : lavativas yfumigaciones para tratar de esconder su sexo femenino :

V en z&tz tixMpo, &&ta hico CXJVUOÍ, labatoiloi conbino y ba¿auit/La¿ y alcool y OVIOÍ muchoi MUKAIOÍ yt,ahumAiot>, pana MÍA Í¿ podkía. CSJUXK ¿u pKopla ntvtxUia.de. mignA, ya que. no iz pudiuz aviugaA. del todo a lo

(6) Ibíd.

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m&noi qui ¿e apiitaii de manejia qui pudlui dUu>-unulaK-ii; y con toi michoi Kimdloi que uta ¿i hizo t,i ¿ta>uiQó de iuexti que quedó tan ut/ncha qui no ti po-dían mXei co-60 ninguna. ( 7 )

Social y culturalmente, Elena de Céspedes quebran-ta la ley usurpando las prerrogativas masculinas, y debeser castigada. Vive en una sociedad dominada por un siste-ma represivo muy fuerte que no permite que se acepte sulibertad. Finalmente la denuncian, y aparece primero anteel tribunal laico y luego ante el Santo Oficio, ambos de-fensores de la moral.

Es interesante tratar de estudiar los cargos deacusación de la justicia laica, cargos que subrayan queElena de Céspedes ha usurpado las prerrogativas masculi-nas . La acusación formulada por Andrés de Liñán, alguacil,ante don Martín Jufre de Loaysa, gobernador cíe la provinciade Castilla en el d is t r i to de Ocaña donde viven Elena y sucompañera, es ésta :

. . . dixo que. dinunclaba i dznuncló de. Etino de. Céó-pedu tetante, in uta vitla poique et iuiodlcko {.lindonuge/i anda en abito di onbii poi Uta viZta contjia tai,pn.zmatlc.out> y liyu du toi R&ynoi y i o coton, di andan,in áalto di onbii uta caiado con Ma/ua. dit Cano iu mi-g&n. iln ¿in. onbie.. (8)

La primera acusación importante es la de usurpacióndel vestido masculino. En aquella época muchas pragmáticassolían establecer normas estrictas para el vestido femeni-no y masculino. Nadie podía vestirse libremente. Y a pesardel aviso recibido cuando es encarcelada por primera vezen Arcos de la Frontera, Elena de Céspedes reincide violan-do la ley por segunda vez. Se conoce un caso parecido alque estudiamos, en España, a principios del siglo XVII. Esel de Catalina Erauso, joven noble, llamada la "Monja Alfé-rez" porque huyó del convento y, vestida de hombre, pasó a

(7) Ibíd.(8) Ibíd.

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America del Sur, y guerreo en el Perü y en Chile. Fue elPapa quien le dio la absolución y licencia para andar enhábito varonil (9). Elena de Céspedes no pertenece a lanobleza y no dispone de los mismos medios para defenderse.

La segunda acusación —haberse casado con una mu-jer— denuncia un delito más grave aún en aquella época,en que el matrimonio representaba una unión sagrada con unfin único : la procreación. Tradicionales son los interro-gatorios del tribunal, que tenía como papel esencial elde vigilar y proteger una moral conyugal, y que debía ca-lificar los delitos y castigarlos. Aparece pues en estecaso en su papel represivo. La vida personal y sexual deElena de Céspedes y de María del Cano ya no les pertene-ce; el tribunal se apodera de ella, desvelándola totalmen-te. Y al derecho de pesquisa moral se añade el derecho depesquisa física de los médicos, de los cirujanos y de lasmatronas. Dos médicos, un cirujano, y tres matronas exami-nan a Elena de Céspedes y declaran que es mujer. Cuatromatronas examinan a María del Cano para comprobar si "estáconocida de varón", y su declaración es afirmativa. Estasnuevas comprobaciones permiten establecer una prueba defalso testimonio por parte de los primeros médicos que exa-minaron a Elena antes de su casamiento. Una confrontacióncon la acusada confirma el error de éstos. Todos rechazanlas acusaciones de soborno de testigos y, para defenderse,adoptarán una explicación común. Hablan todos de "inven-ción del diablo" con la que les engafíd la acusada, y latachan de hechicera.

En una nueva acusación se definen entonces los di-ferentes delitos de Elena de Céspedes, y a los precedentesse añade el cabo de acusación siguiente :

...y patio. [COAOM&J con he.du.coi e ynawtacionuzngañó a loi médLcoà qui tí vi&Aon en Mad>Ud pana. Quedzcuvuiiín qu& hwa. konbKí eximo lo dzclatMAon. (10)

En esta nueva acusación, el último argumento repre-sivo será el más grave. Es éste :

(9) M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras es-pañolas, t. 2, Madrid, BAB, 269, pp. 388-392.

(10) A.H.N., Inq., leg. 234, n° 2t

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y açA.znd.0 butta del ¿anto iacsuminto det ma-fiúnonyo pue¿ iizndo tal muge/i ¿e coio con la dichaMvUa dzt Cano con la quai a tratado e tznydo quintacon un yifiumento titeo y tuo con lo quai comztlóet dztiXo e nefando de. ¿odomya. ( il)

Ya lo hemos dicho, sólo era lícita la sexualidadmatrimonial destinada únicamente a la procreación. Poreso, los jueces, defensores de una moralidad estricta,no podían sino condenar y reprimir toda sexualidad ilíci-ta. Pero, complacidos en su papel, no vacilaban en hacerinterrogatorios parecidos al "voyerismo" . En el caso pre-sente, los interrogatorios subrayan las dificultades delos jueces para calificar el delito sexual. Es de notarque nunca aparece la palabra amor. Lo que les interesano debe ser una forma de amor, un sentimiento que tienenque reprimir porque no conforme a los esquemas admitidos.No tratan de determinar los motivos del delito, buscandouna causa fisiológica, psicológica, patológica. Para ellos,el delincuente no tiene personalidad propia. Sólo se con-tentan con determinar las circunstancias del delito y suforma de manifestación. En este caso, el delito se mani-fiesta en un acto. Elena de Céspedes parece adoptar uncomportamiento masculino total : social, cultural, sexual.Si nos acordamos de la importancia de la pasividad de lamujer en el acto sexual y conyugal, comprendemos cuántose aleja Elena de la legalidad : es mujer, no respeta laley natural, profana el acto conyugal dedicado a la solaprocreación cometiéndolo con otra mujer y adoptando en elacto sexual un papel activo. María del Cano sólo puedehablar de su compañera como si fuera hombre, y sus deposi-ciones se volverán en contra de Elena que es mujer, y encontra de sí misma ya que la acusarán de complicidad. Esimportante subrayar como todas las preguntas de los jue-ces inducen a la acusada a precisar un comportamiento :

... que diaa z dzclaAX. ...de. quí nodo y manetaiz an conocido y tznydo cópula y junta cannât conapeAçzbimiznto. ( 12 )

A lo cual contestará María del Cano de la ma-nera siguiente :

(11) Ibíd.

(12) Ibíd.

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... ta. a conocido como tal honbiz mando con ellacomo honbte con nugvi.

... ta cópula y ¡unta cxuinal han tenydo nichaibezu echándote ¿oble uta con^uante. y otxa¿ vezeide. todo en ¿a cama y aunque te. metía poK ¿u nattuiauta con^uante nunca blo to que. heno, mm que pa/ie-çla coia tiia y tlua. (13)

Provocadas por estas declaraciones seguirán otraspreguntas cada vez más orientadas, destinadas a demostrarque hubo penetración, comportamiento exclusivamente mas-culino. Los jueces tratan de probar y afirmar que Elena deCéspedes utilizó un instrumento que simulaba el miembromasculino.

Preguntado il u vendad que. px.oilgule.ndo en eldicho delito y añadiéndolo ¿Injlendo teneA natuna da.onbKe. y con myenbio poitizo y oKtL^iciot ijmctondo alnatwial de. onbKi y ¿inji&ndo ieAlo tubo açuo y cópulaa ta dicha UanXa. del Cano y la coinxmpio con el dichomyznbio poitlzo MJL^liJL

VKZQuntado con qui myenbAo y de qué meXal o mate.-Kia. «AO. lo con que. conocía a ta dicha Ua/úa del Canoy le hacia entende*. ÍÍK el natwutl de onbie. ( 14)

La penetración permitirla establecer que Elena deCéspedes es culpable del delito muy grave de sodomía. Coneste término aparece definido el acto en este proceso yen los textos legales de la época. Y cuando hay penetración,la sodomía femenina es para los legistas y teólogos tangrave como la sodomía masculina, y merece là pena capital(15).

Pero la justicia laica no podrá terminar el proceso.

(13) Ibíd.(14) Ibíd.(15) "El año de 1560 en primero de junio repondió el consejo que nose conociese de unas causas de mugeres que sin ynstrumentos teníanmollicies una con otra" (Consulta enviada por el tribunal de Zarago-za. 20-3-1560. B.N. Madrid, Ms. 8t8, fol. 77 r°); véase también A.H.N.,Inq. lib° 1257 (Sod.), fol. 26-27; contiene muchas referencias legales.

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ya que la Inquisición va a apoderarse del caso. El SantoOficio decide encargarse de esta causa, pero con una orien-tación diferente. El texto de las acusaciones permitesubrayar que la formulación ya no es exactamente la misma.No insiste en los mismos aspectos del delito. La acusacióndel fiscal del Santo Oficio contra Elena de Céspedes esla siguiente :

cAiminalmíntz a Elena de C&ipedu... pon. ht-n,zji, appóitata dz nuz&tna danta. ¿z católica y Izyevangélica, o al mznoi pon. nuy t>o¿pzchot>a de. t>znlo,exconulgada, pZUjuna mxQeJi, que. s iente mal de los sa-cramentos y en especial del matrimonio y en oprobio ymenosprecio del,como znéaycadona, znbuitidzna, con yn-bencionzi y znbzlzcoi a hzcho y comoXido lo ¿¿guíente....

Yten, ynitigada de¿ dzmonio, añadiendo dzlicto adzlicto, no iabie.ndo con czntidumbn.z ¿zn. muerto ÍU m-nÁdo, en eZ dicho abito de. honfrie., diciendo ¿eAlo, tna-tó y pA.ocu/10 caiaA&e. con una donçzlla, y con {¡alia rela-ción y piobanza. hizo abeJúguación que. fteta honbnx. y nomiQzn., y pana lo pKobaK, dejnáí, que. e¿ de. pKuumin. que.bobonnó loi tutigoi médicoó, zuAajanoi y moUAonai que.en iu ¿aban. pn.uenX.6 y la bieAon, con cautoZoia mali-cia, no consintió que. la minoien pon. deX/iái, poique,no ¿a v¿e¿en ¿u naiuAa dz XKXQZK, y pon. ÍUA enbu&ie4y e,nbaymiento& junan.on 6Vi honbn.z y teneA lo* q l ito¿ nzcuanÁxa, pana porfet&e coton, y engendnan....

Vte.n con la dicha ¿alia apatizncia y ynionmacióncon nonbn.e. y abito dz hombn.z en oprobio dzl mvOUno-nio 6Z ca&ó y bzló yn ¿aciz zclz&iz con la dicha don-czlla quz abía tenido tmoiu... ( 16)

Desarrollando el fiscal los diferentes cabos deacusación, pone de relieve ciertos puntos. Recuerda el de-l i to de usurpación del vestido masculino, pero subraya pri-mero la violación del sacramento del matrimonio. Parece quepara la Inquisición el delito más grave no es el de sodomía.Insiste ante todo en lo que va en contra de la ortodoxia,acusando a Elena de Céspedes de violación de los sacramen-tos y también de herejía y hechicería. La acusada sabe de-fenderse, rechazando la acusación de practicas de hechice-

A.H.N., Inq., leg. 234, n°

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ría con el fin de engañar a los médicos, y escogiendo susargumentos en cuanto al valor del matrimonio cristiano.Presentándose como hombre, afirma lo siguiente : su vidainestable sólo le permitía tener relaciones pasajeras eilícitas. El respeto por la religión y la moral la movióa buscarse una esposa para fundar un matrimonio estable.

Vixo quz tita ÍZ vio con mLzmbn.o de. hombiz y quzpodía tznz*. aczio a mugzA. como hombie. y como andanacon nuchaA quÁAo ¿atüi dz pzcado, COÍOAAZ y no tznzKquz haczn. mai que. con iu muge*, y pon. zita ÍZ cató,quz no pznió quz en ello hznaba, antzi pznió quz ZÍ-taua zn ÍZAVÍCÍO dz Vioi. ( 17)

En España, después del Concilio de Trento, se de-fine claramente el matrimonio como un sacramento, y sólola Iglesia tiene el derecho de fijar sus reglas. Su papelpuede resumirse así :

... ganantizan. ta aplicación dz loi pnÁncipioiquz ptantza la Xglziia, aizgwmn. un deAto con&iol dzla iocizdad y dz lea amitiai, haezn. dzl maXimonloalgo nellgioio. (18)

Y no hay que olvidar que esta lucha por el respetodel matrimonio cristiano, contra la bigamia, los matrimo-nios clandestinos y otros delitos se inscribe en un contex-to más general de lucha contra la heterodoxia, contra todolo que se opone a la doctrina católica, con un deseo de pro-paganda evidente. En los casos de bigamia, ya perseguidospor la justicia laica, intervenía la Inquisición sobre todotodo cuando había "dudas sobre el sacramento o sospechassobre la fe", y tales dudas aparecen en las acusacionesformuladas contra Elena de Céspedes. En este punto preciso,el juicio del Santo Oficio difiere del juicio del tribunalcivil, ya que parece mantenerse en el plano de los princi-pios. Es decir que no le interesa el acto sexual. Lo que

(17) Ibíd.

(18) J.P. Dedieu, El modelo sexual : la defensa del matrimonio cristia-no, en Inquisición española : Poder político y control social, diri-gido por B. Bennassar, Barcelona, Crítica, 1981, pp. 270-283.

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trata de perseguir y reprimir es, más que el mismo acto,ia creencia de que el matrimonio de dos mujeres no es peca-do mortal. Este enfoque aparece en la formulación de cier-tas preguntas dirigidas a Elena de Céspedes :

Pie.gu.nta.do poique. iizndo uta mugzi pfU.ncA.pa.lm2.nti.y avúindo pa/Udo óe COÓO con otia. mugeA como ella,4¿ tiznz «Ata poi licito COÍOMZ doi mgzizi o pizmaque. pue.de.n caàauz doi mgzizi ...

Pizguntado deJL ánimo e yntznción con quz ÍZ ccuáiizndo mugeA y -ti z¿ poi te.net entendido y cizydo quepodía lA.citame.ntz cojotóe una. mugen, con otia. o que. noay ia.ciamznto de maXMÁjnonio, puzt, en opiobio z yniiióndel 6Z cadó 6ie.ndo nugeA. con otia vzíándoiz yn {¡aclzZC¿ZÍÁ.Z poi tizntin. mal e haczi bulla dzl dicho iacia-mznto. (19)

Elena de Céspedes contestará de este modo :

V-ÍKO quz 6Z ca¿ó poi zntzndzi quz neAa hombiz y nonugzi y quz podía. ¿¿ciXamzntz iizndo nombiz caóai&z conmugeA quz bi&n ÍCUIZ quz doi nugeAZi no puzdzn caicunzy ani-C no lo hizo poi yii&ión ni buAta. dzl iaciamzntoantu lo hizo poi zitcu en &eAvicio de. VÍ06. (20)

Su afirmación, hábil en su estrategia de defensa, leva a perjudicar porque, contestando as í , se condena recono-ciendo que es consciente de su culpa. Por eso la pena deci-dida por el Santo Oficio será una de las más severas.

Frente a la represión de dos tribunales movidos pormetas diferentes, Elena de Céspedes no deja nunca de defen-derse, y siempre se esfuerza por adaptar sus defensas a lasacusaciones. Pero la principal defensa presentada es su her-mafrodismo .

A lo largo del proceso intenta Elena servirse de sunaturaleza ambigua. Su seudohermafrodismo plantea el pro-

(19) A.H.N., Inq., leg. 23t, nO 24.

(20) Ibíd.

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blema de una fisiología fantástica. ¿ Qué visión realtiene Elena de Céspedes de sí misma?¿ Qué visión tienen deella los jueces, y la gente en general ? ¿ Aceptan o noesta ambigüedad ?

Detrás de la persona voluntaria, movida por el de-seo profundo de éxito social, capaz de llevar a cabo cier-tos proyectos precisos, capaz de defenderse ante los tribu-nales, tal como la descubrimos en el proceso, sabemos quedebe existir otra persona, un ser sensible con una vidapersonal, afectiva, sexual. Pero es muy difícil, si no im-posible, tratar de penetrar en este dominio sexual y psi-cológico, intentar definir si se percibe realmente Elenade Céspedes como hermafrodita. Sus elecciones, su deseode libertad, sólo posibles en la época para un hombre, laobligan a buscarse una compañera y a casarse "legalmente".¿ Se puede hablar de homosexualidad, de elección sexualdeterminada ? Es evidente que frente a la omnipotencia mas-culina se afirmaba en la época un universo femenino quese definía por un discurso, un conjunto de actitudes y prác-ticas propias. Pero esta homosexualidad, que se transparen-ta en algunos textos poéticos muy escasos, permanecía social-mente invisible, quizás porque el mundo de las mujeres es-taba cerrado (21). De todos modos, la consigna del silenciono podía sino reinar, en una época en la cual era imperati-va la decencia y en la cual sólo se admitía la sexualidadmatrimonial. Ante el tribunal, ni Elena de Céspedes ni sucompañera María del Cano se atreverían a confesar un homo-erotismo, pecado "abominable" castigado por las penas másgraves. Pueden parecer contradictorias las declaracionesde María del Cano. En su actitud defensiva es imposibledeterminar la parte de inexperiencia que realmente pudo ha-cerla tomar a Elena por un hombre y la parte de complicidadcon su compañera. De todos modos, no puede más que jugarla última carta posible para ella, la de la inocencia. Ycuando acepta afirmar algunas dudas en cuanto al sexo desu compañera, lo hace por la coerción, el miedo al tormento.Por otra parte, el empeño de Elena en afirmarse como hombrepuede dejar suponer que tal voluntad pudo al fin traducir-se como identificación patológica. El proceso no nos permite

(21) P. Alzieu, Y. Lissorgues, R. Jananes, Floresta de poesías eróticasdel Siglo de Oro, Toulouse, France-Ibérie Recherche, 1975.

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saberlo, ya que el fin de los jueces e inquisidores no escomprender o explicar los desvíos, sino reprimirlos. Yentonces,-en una situación tan delictuosa, no le quedaa Elena sino la única solución de jugar con la ambigüedadde su condición frente a la institución matrimonial.

Para imponer a la sociedad un matrimonio imposiblelegalmente, Elena aprovecha los conocimientos médicos desu época, muy inseguros y a menudo muy cercanos a los mi-tos. Con ingeniosidad trata de servirse de las creenciasque circulaban entonces sobre el r" ermaf rodismo. Bien sesabe que, en este dominio, el marco conceptual de la Anti-güedad dejó señales importantes en las épocas posterioreshasta un período tardío. Plinio el Antiguo cita el naci-miento de seudohermafroditas, y da ejemplos de mujeres quese transformaron en hombres. Aristóteles, Ovidio, Platón,Plutarco aluden al problema (22). No nos extrañemos enton-ces al encontrar en el proceso una defensa de Elena deCéspedes escrita por ella misma —detalle importante quesubraya sus capacidades—, en la cual cita autoridades co-mo Plinio o Cicerón. Y el inventario de sus bienes nos in-forma de que poseía obras, en romance y en la t ín , de Vesa-lio, Galeno, Aristóteles, Cicerón. Escribe en su defensa :

. . . como en eó-te mundo nuchai VZCZÍ ÍZ an v¿t,£opeAóonai quz ion and/ióg¿noi, quz pon. O-ÜÍO nombiz ÍZ¿¿aman hznmain.od¿tai, quz tiznzn znViamoi ÍZXOÍ , yotanb-Lén z i-ido uno dz ¿itoi. / ai tizmpo quz me pn.z-tzndZ caian, Ájnca¿zcía z pn.zua¿zicía mái en z¿ ÍZXOmaiCJuLLno, e naXunatmzntz zna honbiz, z tznya -todo ¿onzcziaAÁ.o dz honbiz paAa podztmz caia/i, y dz ¿o quzzha., hi.cz ¿nian.maci.on z piobanca ocu¿an. dz médLcoi zzlnujanoi, pzAytoi en z¿ aKtz, toi qua¿zi me vyzn.onz tznùJAon z tZití-iLcaAon con ¿uAamznto quz zta ta¿honbiz, y me podía caiafi. con mugzA, y con ¿a dichapiouanza, hzcha jwdi.c¿a¿mzntz, me caiz pon. honbn.z zcon ¿¿czncía dz juzz compeXzntz...

(22) Aris tote , Traité de la génération des animaux, t r ad . de B. deSaint-Hilaire , Paris , 1887; Ovide, Métamorphoses, l ibros IV y XII, enOeuvres complètes, t rad . L. Puget, T.Guiard, Chevrian et Fouquier, Pa-r i s , 1869; Platon, Le Banquet, Oeuvres complètes, t . I , Paris, 1959;Pline l 'Ancien, Histoire naturelle, Par is , 1829; Plutarque, Lycurgue,XV, Paris; obras ci tadas en G. Busquet et C. Beaune, Les hermaphrodi-tes, 1978.

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. . . i/o noAwiJlm.ivt.1 <L t,iÁa honbns. y mugan., yaunque, u&o iza aoóa ptodÀQÎoia y IAO/UL, qui pocat,ueze-6 i t v e , pVio no ion confia natuA.aZe.za loi heAma.-¿dù como yo lo e. i-ido... (23)

También l o s m o r a l i s t a s de l o s s i g l o s XVI y XVIIadmitían la existencia de los hermafroditas. En un tratadode moral, Juan de la Cerda, que analiza todos los estadosde mujeres desde un punto de vista doctrinal y cristianomuy serio, toca este tema delicado y le da fundamento,apoyándose en autores antiguos y en otras autoridades.Afirma, hablando de casos de hermafrodismo :

Lo que. ta natuAolaza. pudo hazoA en un tiempo,tasti.ii/i Lo podJií hazeJi en ofio. Y i¿ u veAdad ¿o que.ie. hutía ucrúXo pon. tarUoi y tan. QKwnáu autoKU, nonoi cauiOAa admiAaaión n¿ JuiVULdidULdad. quando oyeAz-moi dtzOi caioi iem.jantte a pexionai £ÍÁedlgna&. (24)

Nutriéndose de lo que sabía de los Antiguos, la me-dicina de la época hacía existir el hermafrodismo fuera detodo fundamento fisiológico, concepción que fortalecíanla creencia y los prejuicios. La misma legislación estu-dió también esta anomalía y legisló sobre el mito con se-riedad. El derecho canónico planteaba el problema del ma-trimonio para los hermafroditas. El famoso canonista T.Sánchez propone una resolución del caso. Después de unexamen, médicos y comadres determinarán el sexo que preva-lece en el hermafrodíta, declarado jurídicamente mujer uhombre según sus conclusiones. Podrá entonces casarse conuna persona del otro sexo. Pero el hermafrodita asumiráun compromiso jurídico : se le prohibe toda utilizacióndel otro sexo, porque eso constituiría para la Iglesiaun pecado mortal, el crimen de sodomía (25). A pesar de

(23) A.H.N., I n q . , l e g . 234, n° 24.

(24) J. de la Cerda, Libro intitulado vida política de todos los es-tados de mugeres en el quai se dan muy provechosos y christianos docu-mentos y avisos para criarse y conservarse deuidamente las mugeres ensus estados, 1559, B.N. Madrid. Véase el Quinto tratado, capítulo 16,De como algunas mugeres se han convertido en hombres.

(25) T. Sánchez, Aphorismi Thomae Sánchez de matrimonio, Andomari, 1629,

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una legislación que. quiere mostrarse tolerante, en reali-dad la aceptación no existe y es falaz la inserción so-c ial . Si los canonistas ya no consideran al hermafroditacomo un monstruo y no lo condenan a muerte como en laEdad Media, no lo aceptan sin embargo, y con el pretextode la moral, culpabilizan una sexualidad ya equivoca. .

En este contexto represivo, podemos notar que Ele-na de Céspedes se muestra muy consciente de su posicióndelictiva, del peligro que corre con su compañera. Poreso le aconseja acogerse a sagrado en la iglesia del pue-blo, cuando sabe que la mayoría de sus argumentos defensi-vos ya no la protegen contra la represión. Bien sabe ellaque ni la justicia laica ni el Santo Oficio pueden admi-tir esta ambigüedad, y sabe también que van a intentarlotodo para probar su falsedad. Pero parece determinada enjugarse el todo por el todo, en agotar todos los argumen-tos posibles para defender e imponer esta ambigüedad. Po-demos tratar de analizar cómo su afirmación desafiantede ser ambiguo provoca una investigación severa y unalucha despiadada en la que debe dar cada vez más pruebasy pruebas cada vez más comprometedoras.

Como ya lo hemos dicho, desde los primeros interro-gatorios afirma Elena de Céspedes que es hermafrodita,subrayando que su naturaleza ambigua fue muy precoz :

... at tiempo di áu nacimiento, ¿alió gaviadodi natwia e ¿exo, de. manena que. no ¿e le hechaba de-ben, el texo que. tenía. mcu> de. un pequeño agujeta pon.donde onJjnaba. (26)

e g n en qui KnAputacÁjón ti tenían ¿u¿ pa-dmu, deuda, y veacnoi dzitz contenante, il le teníanpon. onbne. o pon. ungen.. Vlxo que ti tingan pon. neuVuoy pon. onbn.e que. no ena to uno ny lo ot/io. (26 b i s )

art. "Bermaphroditus", pp. 339-3m, citado en P. Darmon, Le tribunalde l'impuissance. Virilité et défaillances conjugales dans l'AncienneFrance, Paris, Seuil, 1975, p . 55.

(26) A.H.N., Inq., l eg . 23<t, n° 2<».

(26 bis) Ibid.

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Luego precisa las transformaciones sufridas en sucuerpo y en su comportamiento. Y gracias a su conocimien-to de la medicina sabe precisar cómo se hizo su evolu-ción hasta ser predominante en ella el sexo masculino :

. . . quando iita pasiiá como tizne dicho, con la£u&n.ça dzl panto, ÍZ le. lompió un pzltzjo que, tenia,¿obie. zl caño de ¿a oiina, y £e batió una cabeza comomidió dedo pulga*., quz ami ¿o ¿eñaló, quz pa.fi.zciazn AU hzchwia. cabzça de miembro dz hombiz, zl quoiquando &&ta tenía duto y alteración natukal, Iz ia-lia como dicho tizne., y quando no z&taua. con altzna-ción i e írmxt>ti$ÁA. y izcog-ía. a la panXz y t>zno dondetetaua antzi quz ¿z Iz lompluz zl dicho pzllzjo. Vquando uta. titubo zn SanlúcaA dz BanAamzda, como tin-ne dicho, haciendo una vez una. obla, dz oficio de 604-tjiz, como zntonzzi hmaba, zn cata dz un mzucadeA. dzliznzoi quz ¿e ¿¿ama Hernando dz Tolzdo, quzdandoa 4o£a¿ con ¿a mugzn., quz 6Z tlamaua Ana de Albánchzz,quz etia. moca y hznmo&a, a &&ta Iz vino gana, dz \JZ6OA-¿a, y iin dzcÁZlz coia. alguna la. vezo, y z&pantándo6Zdz Zito zlZa., uta Iz dixo medio ¿¿6 ¿lacada po>i lave/igú'enza quz éita tenia dz dzçWLa quz tznia do6iZjOi, y la dicha Ana dz klbánohzz llzuó a uta a lacama, y aunque e¿¿aua aXXehada y tznia aquztta. cave-za àallda como í^ene dicho y t>z hzchó encama de e¿6a,no la pudo hacen, nada moa quz aquella dzmoitnacióny... ¿6-ta *e luz a un licenciado Tapia, zuiuLjano dzaqu&lla cuidad, zl quoi vio a Cita zn ¿zcAzto, y ladixo quz hzna hejvm^Kodito, y con una tiznta quz me-tió, día a ídta. ana nafaaj'ada mái avu.faa de¿ peÁtzjoquz aula zmpzcado a n.ompz>u>z, y dada ta naba jada¿alió un mLzmbn.0 dz hombKz... [y] ÍAta quedó con ab-titud dz pode* tzneJi quen-ta con ttugeA, y baluiA a. la.dicha Ana dz Albánchzz, y con ella tubo muchai vzcziquznta y actoi como hombKz... (27)

En su rechazo de lo ambiguo, los tribunales inten-tan poner trampas a la acusada. La primera alude a la apa-riencia física de Elena de Céspedes. Los jueces se dancuenta, al examinarla, de la presencia de señales que t i e -ne en la punta de las orejas "donde las mugeres acostumbran

(27) Ibíd.

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t r a e r z a r c i l l o s " . Elena encuentra en seguida una respues-t a médica :

Coco quz... te. han horadado y quemado tai oiexaápana ta víita de toi OXOÍ de. que. ie. en e/unó y que. duot>on tai ienatu que. tizne, y que. no a moho que. ¿e taihónadanoh y que niZQo. abzn. tkaydo zatcittoi... (28)

Para averiguar las declaraciones de Elena de Cés-pedes, ios jueces pueden recurrir al derecho de visi ta .Por eso deciden el examen físico de la acusada,por médicosy matronas. Valiéndose, siempre de sus conocimientos, Ele-na intentará explicar la ausencia de sexo masculino hablan-do de cáncer.. De manera convincente sabrá presentar la en-fermedad evocando las circunstancias precisas, la evolu-ción del mal. Y el proceso permite subrayar su presenciade ánimo. Al ver destruidos sus argumentos, la víspera dela visita de los nuevos médicos crea en el seno de la cár-cel una verdadera escenografía. Primero, alborota a susvecinos con gritos de dolor, declarando que se le ha caí-do el miembro. Y logra sugerir la pérdida con otra estra-tagema implicando siempre a prisioneros que puedan servirde testigos. Aparecen en el proceso los dichos testimonios.En uno de ellos, se puede leer que declara Elena de Céspe-des que "todo se lo [ha] dado en unos trapos y estopas aPedro Abad" (29). Y este último declara :

Et día antu que. bûuen toó médico* a ta dichaElena de. Cíipedu, ta iuiodicha ynbiá a Maman a ate.testigo, y te. dixo que. ¿ue¿e a ta. fuupueAta de. tacancel, y qui entetando a ta. mano ¿zqiUeAda deXtiái dzta pueJita, zntna. tabacuna, hatüvua unoi t/iapoi zn-buettoi en una& tAtopcu, e unat, tajada* de. catne, y t>zto tAuxMi poiquí to abXa mejnziteA; y ute. ti&tigo¿ue al dicho COAAOI, y con un patiJULo ucanbó e ¿acóet dccho envottoiU-o, e no b¿o que. tub¿e¿¿ taxadai decanne, y e&topaA, y ht toi tmxo, y ¿z toi dexó juntoa ta cabecera, y eJt testigo 4C iatió... ( 30)

Elena de Céspedes no logra granjearse la complici-

Ibid.(29) Ibíd.(30) Ibid.

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dad de los otros prisioneros que vienen a ser testigosde cargo. Sin embargo, no pierde el ánimo. Pero cada vezque presenta un testigo de descargo, el Santo Oficio, des-pués del careo, logra hacer de él un testigo de cargo,y Elena acaba encontrándose sin defensa valedera. Enton-ces, entre los testigos, unos van a hacer declaracionesdeterminantes que permitirán al Santo Oficio afirmar queElena de Céspedes usurpa su identidad. Uno revela que unacriada que tuvo la acusada pudo probar que tenía su mens-truación :

Leu camcbai çiuz ¿e qiUXava la dicha Elena dzC&ipedzi no quznÁn quz ¿e las ¿avene, la moca, poique.tzrúan micha {tangue.. (31)

Este detalle lo corroboran las declaraciones deMaría del Cano y de la propia Elena de Céspedes. Estemismo testigo da otra precisión desfavorable para la acu-sada : conocía a una morisca que tenía fama de embustera.Otro testigo muy comprometedor será Isabel Ortiz, mujerviuda, a quien conoció Elena en la Corte, y que ya inter-vino una primera vez en Ocaña al parecer las amonestacio-nes , diciendo que le había dado su palabra de matrimonioElena de Céspedes. Sus declaraciones son determinantes :

Wizguntado ii quando zl dicho Elzno dz Cúpzdutznya ¿a dicha cópala y ayuntamiento con Zita tziti-go ¿i izntca zn eJL buo buyo notifiai quz ¿z «.chanala 6Ájm¿zntz que. ¿uzlzn loi dzmai honbizi, zckax. Dixoquz no ¿intió coia nynguna dz lo quz ¿z lz pizguntany tznya güito nynguno zn zllo. (32)

Además todos los médicos seguirán defendiéndose yafirmando que han sido objeto de un embuste, como ya lohemos apuntado.

A pesar de la defensa escrita de su hermafrodismohecha por su mano y redactada de manera muy convincente,Elena de Céspedes va a perder esta lucha de afirmación deuna individualidad propia al margen de la naturaleza y

(31) Ibíd.

(32) Ibíd.

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de las normas. Y el castigo decidido por el Santo Oficioserá uno de los más severos :

. . . mndamoi quz zn pzna dz ¿u& dztictoi panaquz a zULa. 6za cMtigo y a O&IOÍ zxzmplo pana no comz-tun. izmzjantzi zmbubtzt, y zngdño* ¿aZga al pn.zb&ntzauto de. ¿a ¿ee en £onma dz pzrUXzntz con coloca y ¿.n-iigniai quz man¿i¿zitzn &u dztícXo donde ÍZ ¿z Iza ZiaiWtzncÁa y abjuna dz ¿zv¿, y otno día ¿e ¿z dzn c¿znaçatz& pon, un, cáliz* pública!, du ta ciudad y otxot,ciznto pon. loi dz la viLla dz dznpozazloi en la ¿on.-m acoiXumbnada dondz también ¿e ¿e tonnz a Izzn. utaizntznoÁa zn la ¿glz&¿a paM.och¿al dz la dicha v¿tlaun día dz domingo o £¿zita, y utí n,zdbxÁa pon. dizzañoi zn zl hospital quz pon. noi Iz 6zná izñalado panaquz ilnua iin iuzldo zn lat, zníznmznXai dzl, lo qualtodo haga y cumpla ÍO pzna quz ¿zná caAtlgada contodo Kigon. y pon zata nuzitna izntzncia dz^-in¿tiua

-t lo ptiominclamoi y mandamoi zn utoi ZACAÁXOÍ, .. .(33)

Lo que aparece claramente en esta sentencia y enlas recomendaciones hechas para su aplicación, es la preo-cupación de la Inquisición por presentar un castigo públi-co y ejemplar que alcance el mayor número posible de per-sonas .

Pero, en este caso preciso, su tentativa de ejem-plaridad y propaganda va a fracasar. En efecto, va a ocu-rr i r todo lo contrario, y la publicidad será favorable aElena de Céspedes, cuya naturaleza ambigua provoca la cu-riosidad del vulgo. Va a considerarla como un verdaderofenómeno, y su popularidad atraerá a masas, que irán aToledo a verla en el hospital en que está encerrada,paraque las cure. Los mitos, las creencias, las supersticionesno quedan vencidos ni superados. Y el temor a la fuerzarepresiva de la Inquisición desaparece ante lo extraordi-nario.

En 1589, un año después de la reclusión de Elenade Céspedes, el mayordomo del hospital tendrá que escri-bir al tribunal del Santo Oficio para quejarse de esta po-pularidad y de los disturbios que origina :

(33) Ibíd.

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Vupuéi qui la ¿u&odicha atuvo in (I anda eldicha hoip-Ual duuoagado y ¿ut> minl&&io& qui enil iinben de. ma&ena. qui a, glande il utonbo y em-banaça qui a cauiado ¿a intkada de. la dicha. Elenade Cî&pidte poi la nacha ginti qui acude a vitlay a cwuvui con ella... (34)

Y los jueces se verán obligados a dar la ordende traslado de Elena de Céspedes a otro s i t io más aparta-do :

En la audiincÁa. di la tandi de. la qdi Toledo ...il Inqui&idoA.... dixo qui di utan. Ladicha ELzna di C£&pede¿ en ata ciudad a ¿iguin mu-choi ynconvimizntu poique abiindo cobiado nombre, de.qui ta ¿uiodicha a çLnujano y qui cuna di nichae,in^tnmodadu e¿ tanta la ginti qui acude a ella quino la díxa cumpLüi con qui&tud ¿u. wcluiión y pataobvia/i uto dixo qui mandaua i mandó qui la dichaElina di Cíipida cumpla, lo qui nata di cunpti*. dibu. nzcluAión en il Hospital di la. Vuenti en el qualUté y Huida amando a. to¿ pob/iu del dicho...i 35)

El análisis de este proceso nos permitió penetraren un mundo regido por un Estado totalitario cuyos repre-sentantes tratan de imponer una ideología, persiguiendoy reprimiendo a cualquier disidencia. Vemos a estos re-presentantes, y particularmente a la Inquisición, confron-tados con un caso de disidencia precisa encarnado en unamujer que rechaza todas las normas y las prohibiciones,y que trata de imponerse a través de su naturaleza ambigua.Evoluciona esta persona en un mundo que parece sometersetotalmente a las reglas y al orden establecido, ya que lagente no acepta su diferencia y la denuncia a los tribuna-les. V frente al aparato represivo omnipotente, Elena deCéspedes no puede defenderse ni imponerse. Pero pareceque el conformismo no triunfa totalmente. Si frente a losindividuos es eficaz y domina la Inquisición, frente a

(3t) Ibíd.

(35) Ibíd.

Page 24: Un caso de subversión social: el proceso de Elena …...un cirujano que le enseña un nuevo oficio. Abandona enton-ces su oficio de sastre por el de cirujano, más lucrativo : / como

40 Marie-Catherine BARBAZZA Criticón, 26, 1984

masas a t ra ídas a pesar de todo por lo i r rac ional y lofantást ico, pierde su poder de intimidación y parte delcontrol soc ia l , y fracasa en su función ejemplar.