Últimos días de la víctima

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Últimos días de la víctima" la novela de José P. Feinmann La novela Homónima de J.P. Feinmann - Paula Solimano La primer novela de J. P. Feinmann sigue siendo objeto de análisis y una crítica al poder. Publicada es una crítica en 1979, hacia el poder. "Últimos días de la víctima" fue escrita en 1978 pero publicada en 1979 por Jose Pablo Feinmann, en tres oportunidades se llevó al cine con elencos destacables. Argumento El argumento consiste en el deterioro del personaje principal, Mendizábal -un profesional del crimen, metódico, implacable- quien recibe una orden: debe cometer un asesinato. La víctima se llama Rodolfo Külpe, tiene entre treinta y treinta cinco años, vive en el barrio de Belgrano y debe ser eliminado. Eso es todo. Al menos, todo cuanto se le informa a Mendizábal. Esa misma noche, oculto entre las sombras, éste espera a Külpe durante varias horas, hasta que finalmente lo ve llegar. Pero no lo mata. A partir de ese momento en que no cumple su trabajo comienza a desarrollarse una obsesión por su víctima. Pararelismo con Borges Se puede realizar un paralelismo de análisis entre esta novela y el cuento "La Muerte y la Brújula" de Jorge Luis Borges . En primer instancia, los personajes tienen una relación de personificación, debido a sus similitudes en la composición del personaje y la manera de proceder, más allá de que son parapoliciales. En ambos se podría utilizar el dicho “todos los caminos conducen a Roma”, debido a que se teje un laberinto alrededor de ambos hombres que pasan de ser Asesinos para ser los asesinados. Asimismo, estos personajes se anticipan a su destino y cuando descubren cuál es ya no pueden eludirlo. "La Muerte y la Brújula" En "La muerte y la brújula", Borges, juega con pares de opuestos (simetría) que se interrelacionan para conformar una totalidad que es representación del mundo tal como es pensado y percibido

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Últimos días de la víctima" la novela de José P. Feinmann

La novela Homónima de J.P. Feinmann - Paula SolimanoLa primer novela de J. P. Feinmann sigue siendo objeto de análisis y una crítica al poder. Publicada es una crítica en 1979, hacia el poder.

"Últimos días de la víctima" fue escrita en 1978 pero publicada en 1979 por Jose Pablo Feinmann, en tres oportunidades se llevó al cine con elencos destacables.

Argumento

El argumento consiste en el deterioro del personaje principal, Mendizábal -un profesional del crimen, metódico, implacable- quien recibe una orden: debe cometer un asesinato. La víctima se llama Rodolfo Külpe, tiene entre treinta y treinta cinco años, vive en el barrio de Belgrano y debe ser eliminado. Eso es todo. Al menos, todo cuanto se le informa a Mendizábal. Esa misma noche, oculto entre las sombras, éste espera a Külpe durante varias horas, hasta que finalmente lo ve llegar. Pero no lo mata. A partir de ese momento en que no cumple su trabajo comienza a desarrollarse una obsesión por su víctima.

Pararelismo con Borges

Se puede realizar un paralelismo de análisis entre esta novela y el cuento "La Muerte y la Brújula" de Jorge Luis Borges.

En primer instancia, los personajes tienen una relación de personificación, debido a sus similitudes en la composición del personaje y la manera de proceder, más allá de que son parapoliciales. En ambos se podría utilizar el dicho “todos los caminos conducen a Roma”, debido a que se teje un laberinto alrededor de ambos hombres que pasan de ser Asesinos para ser los asesinados.

Asimismo, estos personajes se anticipan a su destino y cuando descubren cuál es ya no pueden eludirlo.

"La Muerte y la Brújula"

En "La muerte y la brújula", Borges, juega con pares de opuestos (simetría) que se interrelacionan para conformar una totalidad que es representación del mundo tal como es pensado y percibido por el mismo Borges. Estos términos opuestos se interceptan e interactúan construyendo un laberinto (mental y real), representación tanto del tiempo, el día 3; como del espacio, los cuatro puntos cardinales y haciendo hincapié en el sur, dentro del cual el propio hombre intenta su búsqueda.

Simetrías con "Últimos días..."

En el caso de Feinmann observamos que esa simetría sucede en los diferentes indicios de los sucesos que se desencarnarán entre Kulpe y Mendizábal. Esa simetría en la que comienzan a convivir las cotidianeidades de estos hombres que terminarán por encontrarse cara a cara para terminar diciéndose y actuando como él otro lo pensó. Lo concreto y lo pensado forman una dicotomía que se resuelve en el final del cuento para dejarnos más suposiciones y dudas que presición y lógica.

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Se puede advertir esta simetría en la novela de Feinmann que nos impacta al final con toda su ironía.

Parodia

La utilización de la parodia tiene una necesidad al contexto social y cultural que se vivía en la Argentina.

Feinmann comentó en una entrevista a Página/12, diario que estaba republicando sus obras, que escribió esa novela para no pegarse un tiro, estaba muy deprimido por la situación política del país. “La novela no era nada inocente para esos tiempos, pero los militares no se dieron cuenta, por eso estoy aquí.”

Al comienzo, "Últimos días…" no iba a ser una novela policial negra pero Feinmann lo vio necesario para explicar lo que estaba pensando. La elección del género y el recurso de la parodia sirven para hacer una “denuncia” o expresar lo que en ese contexto social, cultural y político se vivía en Argentina.

Transtextualidad

"Últimos días de la víctima" es una suerte de testimonio contra el poder, y a su vez le responde matando en su nombre; por consecuencia, podemos concluir comentando que la narrativa de esta historia nos cuenta en detalle ciertos aspectos oscuros que existían en un determinado momento negro de nuestra historia argentina, el cómo pudo haber existido tanto terror de Estado dentro de una guerra que se la declaraba “legal” en perseguir a todos aquellos que estuvieran en desacuerdo de participar a favor de un orden moral establecido.

Lo que no podía expresar directamente y lo llevó a usar un recurso como parodia de lo que se vivía. Los ambientes oscuros, lúgubres y depresivos son un factor prescindible para explayar el ánimo y como recurso del escenario dramático.

Relación con el poder

Feinmman describió a su novela homónima: “Es un testimonio contra el poder, un parapolicial que mata al servicio del poder”.Esta afirmación se refleja en la violencia de los diálogos entre los personajes relacionados al “poder”.Lo importante para el autor no es la resolución del misterio, sino reflejar el destino simétrico y predeterminado del protagonista derrotado, por la edad quizás, por las amenazas del poder, ese personaje que busca la verdad, saber quién es Külpe y por qué quieren matarlo. Y en esa búsqueda encontrará su destino.Leer más en Suite101: "Últimos días de la víctima" la novela de José P. Feinmann http://www.suite101.net/content/ultimos-dias-de-la-victima-la-novela-de-jose-p-feinmann-a30332#ixzz1DOf7z8sP

Peronismo IJosé Pablo Feinmann

El peronismo atraviesa la historia argentina desde la mitad del siglo XX y todavía nadie puede definirlo de manera unívoca. José Pablo Feinmann militó en el peronismo de izquierda de la

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Facultad de Filosofía y Letras en los años 60 y siguió acompañando ese movimiento hasta que, muerto Perón, este viró hacia la derecha represiva de la Triple A. Desde entonces, ha sido testigo privilegiado de los diferentes momentos y las diversas caras de este fenómeno único, tan idolatrado por unos como demonizado por otros. ¿Qué es el peronismo? Pareciera que no tiene definición posible o certera porque siempre muestra una arista más y vuelve a escurrirse. En esta obra ambiciosa, desmesurada –el primer tomo va de 1943 al primer regreso de Perón, en 1972–, consigue por fin mostrar en toda su complejidad y dramatismo los grandes momentos que cambiarían la historia argentina. Feinmann es el único que podía escribirlo con tanta lucidez y legitimidad.Peronismo es un libro apasionado y estremecedor. También escalofriante e hipercrítico. Sin rehuir la polémica o la controversia, echa luz sobre una historia tan oscura como vital, tan fascinante como trágica: hace pie en la feroz proscripción del peronismo y finalmente desenmascara a Perón por su participación en hechos aberrantes. Pero no sólo es crítico con Perón. Todas las máscaras caen. La Argentina queda a flor de piel, sin excusas. También cae la máscara del autor, quien insiste en afirmar una verdad de la microfísica: el experimentador forma parte del sistema experimental. Vibrante y desgarrada, es la máxima obra de José Pablo Feinmann hasta el presente. Acaso, el tiempo lo dirá, debamos dedicarle un lugar en nuestras bibliotecas en el que –también hasta hoy– sólo a un libro habíamos reservado.

“Un fresco de la cultura política argentina contemporánea, una historia de vida, una biografía intelectual-filosófica, un folletín trágico, un conjunto de diálogos teatrales... el ensayo, el diálogo, la meditación, todos géneros clásicos, están ahí. Verdadera pintura de época, con partes propias del tratadista y un dolor interno muy intenso.”Horacio González.

REPORTAJE A JOSE PABLO FEINMANN

“El peronismo no tiene ideología”

Polémico, irónico, lúcido y sin pelos en la lengua, el filósofo y escritor analiza al peronismo y a este gobierno. Por qué, en un principio, fue seducido por el proyecto kirchnerista. Qué les critica ahora. La crisis del campo. Populismo, capitalismo y utopía. Por qué irrita el estilo de Cristina. El papel del periodismo. El escenario “golpista” que trata de imponer el discurso oficial. Los errores del Gobierno y los métodos de la oposición. Una charla imprescindible.

Por Jorge Fontevecchia

—¿Qué es el fascismo?

—Primero sería interesante no diferenciar excesivamente el fascismo del nacionalsocialismo, pero diría que el fascismo, como el nacionalsocialismo, como el stalinismo, como la Revolución cubana, tienden a una intervención del Estado en la economía, con lo cual empiezo concediendo mucho. También el liberalismo interviene en la economía, pero, esos movimientos se fundamentan en el Estado, y en el fascismo el Estado se encarna en una persona a la que se le rinde culto y organiza la sociedad de acuerdo a la visión que de ella tiene. Eso sí es fascismo porque prohíbe a los otros dar su versión de la sociedad. En el caso de la izquierda o del marxismo, tal como se explicitó en la Unión Soviética, también ocurre algo muy similar, hay un partido de vanguardia que tiene la doctrina marxista transformada en dogma y una figura ejemplar, Stalin.

—En esa polémica con Filmus Ud. escribió que “‘los negros’ son el ‘problema’ que aqueja a los porteños”. ¿Los porteños de clase media son racistas?

—Así es. Son racistas, son homofóbicos. Hay una enorme cantidad de porteños... Vi en un programa de televisión a un tipo que manejaba un Renault 12 y, como tantos argentinos, dijo

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“hay que matarlos a todos”. La frase “hay que matarlos a todos” es típica de la clase media de derecha. Se soluciona con matarlos a todos, echarlos a todos, hacerlos desaparecer a todos…

—¿Lo que la dictadura interpretó literalmente?

—Claro, literalmente. Pero lo que se pedía con los militares era “queremos vivir tranquilos”.

—Matarlos simbólicamente.

—Matarlos simbólicamente.

—¿Sacarlos de la capital?

—Sí. Con el golpe militar lo que pedían era tranquilidad, basta de muertos. Ahí la gente sabía que mataban también las bandas de derecha y las bandas de izquierda, porque en ese momento había bandas realmente.

—¿Al pedir que sacaran tanto a las bandas de izquierda como las de la derecha la cuestión no era la ideología sino la seguridad?

—Que sacaran a los aparatos armados. Y para eso visualizaban al Ejército como el único que podía poner orden. Cuando hay un enfrentamiento tan feroz y se le pide al Ejército que ponga orden, se está pidiendo que mate.

—Nuevamente, ¿mate en sentido simbólico o literal?

—Los militares tenían esto decidido por su cuenta. Desde septiembre del ’75 tenían armados campos de concentración, la ESMA ya se estaba preparando. El golpe de 1976, sobre todo, quiso terminar con la Argentina peronista. Con esto quiero decir la Argentina intervencionista, populista, que concede demasiado. El peronismo fue el problema insoluble de la Argentina desde el 55, nadie lo pudo solucionar, ni siquiera Perón derechizándose excesivamente pudo. Entonces, vinieron estos militares y dijeron “acá no hay medias tintas, hay que liquidar a una generación entera y meter tanto terror en la sociedad como para que no vuelva”. Y volvió el peronismo, pero muy amigable de la derecha, con muy buenos modales, y malos a la vez, porque lo hacía Menem, que, como decía Manuel Cané del bruto enriquecido, entraba a los salones tropezando con los muebles.

—El peronismo siempre despreció a la clase media. En los países desarrollados, la clase media es la mayoría del país. Si el peronismo lograse el desarrollo, la equidad y la mejor distribución que proclama desembocaría en una sociedad con pocos pobres y mucha clase media, ¿no debería preocuparse por representar también a la clase media porque, de tener éxito, se quedaría sin votantes?

—Es lo que está pasando ahora. La clase media ahora está muy bien y es antiperonista. No se había visto en mucho tiempo un antiperonismo tan virulento como en estos días. Así que a su diagnóstico yo lo firmo, me parece brillante. La clase media, enriquecida por el peronismo se vuelve antiperonista porque se siente oligarca, entonces, cómo no ser antiperonista.

—Personas con altos recursos hay en todos los países, incluso en los países más pobres y a veces hasta en mayor proporción. Personas con menos recursos también hay en todos los países, incluso en los más ricos, donde también aplican asistencialismo. Lo que hace a un país desarrollado es que la mayoría de las personas sean de clase media.

—Lo que tiene que hacer un líder populista es tratar bien a la clase media, no puede perderla. Lo grave que le está pasando a este gobierno es que a la clase que más ha hecho subir en nivel económico y social la está perdiendo porque esa clase encuentra en el peronismo algo que nunca le agradó: el mal gusto. Esa clase además, en la medida en que trepa, empieza a comprar mejores vinos, a vestirse mejor, a desarrollar el gusto, va a los mejores espectáculos, empieza a viajar, cada vez se siente más alejada. Piqueteros, cacerolas, la lucha es una sola, chau, ya nos olvidamos de eso. Cada vez se siente más alejada de las clases bajas y más cerca de las altas, y un tipo de clase media que tiene cierto nivel económico quiere ser un tipo de clase alta, o por lo

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menos ir a los lugares de la gente de clase alta. Con lo cual al gobierno que le ha posibilitado eso comienza a verlo como un gobierno de corruptos, de ordinarios, de ladrones, de gente de mal gusto, de peronachos que favorecen a los gronchos.

—¿Precisa el peronismo un líder que lo reconcilie con la clase media?

—Es el gran desafío de todo gobernante en la Argentina. Si yo me pongo a gobernar, supongamos que soy su vicepresidente, y le damos a la clase media un nivel… Bueno, pero nosotros somos blanquitos…

—Usted dejó de ser peronista y yo no lo fui nunca, así que no servimos. Mi temor es que el peronismo crea que le conviene mantener una “adecuada” combinación de pobres con clase media, siempre con mayoría de pobres, para que de esa tensión extraiga su justificación y garantía de continuidad.

—No siempre es tan mecánico, ningún proceso puede ser descrito así. Quizá a partir de cierto momento, a Cristina empiezan a quererla un poco más. Cuáles serían las condiciones para que Cristina fuera más aceptada por las mujeres, que, en primer término, son tremendamente machistas en la Argentina, y después por los hombres, que se sienten agredidos por ella porque se trata de una mujer inteligente, algo que el hombre no acepta y que la mujer tampoco. Una mujer inteligente es de por sí agresiva. Las mujeres no nacieron para ser inteligentes, eso es lo que piensan. Cristina habla bien y, como dice Beatriz Sarlo, coloca muy bien los verbos. En la radio, muy pocos locutores colocan bien los verbos. La inteligencia siempre agrede y Cristina, no sé si es muy culta, pero es muy inteligente. Si le quitara algo de vehemencia a su discurso, quizá le está faltando un toque de feminidad, pese a que le reprochan las extensiones, las carteras... un toque de ternura, de dulzura.

—El machismo es un signo antiguo, el conservadurismo también lo es, por lo que el chileno difícilmente podría ser menos machista que el argentino. Si en otros países hay presidentas mujeres que son inteligentes, y no agreden, no debe ser la inteligencia el elemento que produce esta irritación, como usted marca.

—Por eso le digo que Cristina debe sumar a su capacidad de colocar bien los verbos un toque de suavidad, de delicadeza, de feminidad. Se la nota crispada, agresiva, y eso puede ser que irrite. Ahora, haciendo un balance, y que no me llamen cristinista por esto, a mí me deslumbra que por primera vez un presidente de la República hable sin papeles, piense mientras habla y va elaborando su discurso, no le tiene miedo a hablar en público sin tener nada preparado. No hay presidente que haya hecho eso.

—¿A quienes canonizaban la alta literatura Ud. les reconoce talento?

—Aclaro algo. La historia tiene encuentros con objetos de la cultura que los dinamita y los potencia enormemente. Durante los 80 se impuso, en la academia argentina y en la norteamericana, el deconstructivismo, el giro lingüístico, la filosofía posestructuralista, y es en ese entorno donde Ricardo Piglia deja caer su novela Respiración artificial, que fue el encuentro de una novela con el auge de una teoría. Yo la había leído y me había gustado muchísimo. Ahora, cuando se produce el fenómeno que desborda de canonización, empecé a preguntarme si era para tanto, y lamentaba tener que preguntarme eso porque me daba cuenta de que lo hacía por lo desaforado que ocurría afuera. Sigo diciendo que esa novela me gusta, pero, ¿es el Ulises?

—En 1975 los países desarrollados concentraron el 66% del producto bruto mundial, en el 2005 pasaron a concentrar el 49% y las proyecciones indican que en 2050 concentrarán el 22%. No porque los países desarrollados vayan a ser más pobres sino porque los países emergentes pasaron de participar en 1975 del 34% del producto bruto mundial al 51% en 2005 y se estima que representarán el 78% de la economía mundial en el 2050. Sólo los países del llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China) del 13% del producto bruto mundial que representaban en 1975 pasaron al 27% en 2005, y alcanzarán el 44% en

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2050. Inglaterra, Francia e Italia ya están dejarando de ser parte de las seis mayores economías del mundo, desplazados por China, India y Brasil.

—O sea que estamos llegando a un mundo donde ya no habría países centrales, porque no habría periféricos. Los periféricos se transformarían en centrales, con lo cual la noción de centralidad desaparecería. Tendríamos un socialismo universal, o una comunidad universal de países igualitarios entre sí. Eso es una utopía, perdóneme…

—¿Es o no es peronismo con derechos humanos?

—Sí, sí. El problema es que Kirchner ha anunciado que va a juzgar a todos, y si juzga a todos no sabemos dónde se va a detener. El peronismo tiene un gran temor, por eso salió esa pintada: “No jodan con Perón”. Porque si se empiezan a analizar los crímenes de la Triple A, habrá que joder con Perón, pinten o no los matones. Por el lado del peronismo, van a llegar a Perón. Y por el otro lado, no sé dónde van a llegar. Van a llegar, digamos, al sector civil. A Martínez de Hoz… Ahí tenemos tensión por los dos lados. Una cosa peligrosa que no se sabe dónde se va a detener, y así como va a caer Perón del lado peronista van a caer otros del otro lado, y va a haber una sangría que el ejército no va a permitir, y muchos medios tampoco, y muchos hombres políticos tampoco. Por eso hoy hay una enorme resistencia.Y me interesa mucho que el peronismo de los derechos humanos se meta con Perón. Yo estoy a favor de la investigación de la Triple A. Y si hay que llegar a Perón, que se llegue. Es más: aunque no lleguen a Perón, Perón tuvo una enorme responsabilidad en la Tripe A. Voy a citar una vez más una nota genial de Barcelona: “Perón era un hombre muy distraído. A su lado, armaban una organización, un escuadrón de la muerte, pero él era muy distraído y no se daba cuenta”. Lo toma todo así, irónicamente. Cuando Perón da un discurso y dice: “Hay gente que me propone armar escuadrones de la muerte”, en la JP, porque yo estaba en la JP de superficie, y nos aterrorizamos. Porque pensábamos que si alguien le propone escuadrones de la muerte, es que al tipo lo tiene al lado. Y sabíamos que era López Rega. Perón no podía desconocer lo que estaba armando López Rega. Y Perón no podía desconocer el currículum de Villar. Villar fue un tipo formado por los paracaidistas franceses y perfeccionado en la Escuela de las Américas en tortura. Y lo pone como jefe de la Policía Federal.

—¿Kirchner lo hará?

—Yo no puedo decirlo. Creo que si empieza la investigación de la Triple A van a llegar a Perón. Kirchner no lo va a poder frenar. Y se va a armar un batifondo en el peronismo, porque tocarlo a Perón va a ser… va a caer un ídolo.

—¿No es utópico? Porque el apoyo del kirchnerismo es el peronismo, es Moyano…

—Sí, pero si piensan que van a poder frenarlo… Usted sabe cómo son los jueces. Hay jueces que con tal de lucirse lo van a juzgar a Jesucristo. El juez que libre una causa contra Perón como responsable intelectual de las acciones de la Triple A se transforma en un Garzón argentino.

—Usted elogió la frase de Cristina Kirchner “piquetes de la abundancia”. Escribió que se trataba de “algo impecable, de una enorme justeza”. ¿No le parece que se le fue la mano?

—No, si usted ve a la gente que salió a cacerolear, es la gente de la abundancia.

—No dijo cacerolazo, ella dijo piquete de la abundancia.

—Creo que sí, es piquete de gente con dinero, que tiene camiones para ponerlos en las rutas. ¿Usted vio los asados con costillares que se hacen en la banquina? Son bastante impresionantes.

—Usted escribe mucho y sobre temas muy variados, ¿esa incontenible pulsión por escribir no lo lleva a cometer errores, a ser superficial o a generarse conflictos permanentes e innecesarios para un intelectual?

—No, es el sentido de mi vida, ni más ni menos, es lo que me permite tolerar todo lo demás. Tolero al mundo porque escribo.

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LITERATURA

La ficción, antes y después de 1976

Los libros, se sabe, no siguen los mismos períodos que la política: empiezan a ser escritos mucho antes de que se los conozca y su publicación establece una cronología dudosa. Sarlo recorre aquí los textos y autores que señalaban, ya antes de 1976, la emergencia de algo nuevo, una exploración estética y política inédita hasta entonces. La eficacia de la dictadura —afirma Sarlo— no ha sido tanto la de silenciar por completo a esos autores, sino la de cortarles la posibilidad de circular y ser leídos.

BEATRIZ SARLO. CRITICA Y ENSAYISTA.

Los años anteriores al golpe de estado no fueron, para la literatura, solamente una antesala del porvenir, donde cada uno esperaba lo inminente y ocupaba el tiempo preparándose para un hecho que iba a ser tan terrible como duradero. Después de treinta años llegó el momento de evitar estos anacronismos. No es sencillo: el anacronismo es un rasgo de la mirada sobre el pasado, ya que una historia sin anacronismo es utópica; pero es engañosa la hegemonía de una memoria que cree recordar y, en verdad, recuerda poco.

La literatura no está soldada a las mismas periodizaciones que la política. Los libros comienzan a ser escritos mucho antes de que se los conozca y su publicación establece una cronología dudosa; los libros vienen de más atrás y siguen escribiéndose secretamente porque, respecto de la realidad, no tienen el deber del periodismo o de la crónica.

La literatura no se inclina con una disciplinada simultaneidad frente a los acontecimientos de la radicalización política, el terrorismo de estado comenzado por la Triple A, el golpe y la inmensidad de la represión.

Sin duda, los acontecimientos presionan sobre la literatura; el verbo "presionar" describe bien la relación de aceptación y rechazo, de persistencia de lo anterior y emergencia de lo nuevo que caracteriza las relaciones entre el arte y la historia que le es contemporánea. Excepto en el caso de libros filibusteros, que salen a la captura del presente con espíritu de aventura o de lucro, o de autores impermeables a los ritmos de lo actual que borran cualquier huella del presente. Es

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ilusorio periodizar la literatura como si se tratara de mensajes típicos de los medios donde todo deriva de las consignas del momento y los cambios no responden a necesidades estéticas sino a una gestión industrial de lo simbólico.

Rodolfo Walsh

En 1974 o 1975, no era posible prever la magnitud del impacto de la "Carta Abierta a la Junta Militar" de Rodolfo Walsh, de marzo de 1977, en primer lugar porque la prensa —entre otros, el diario La Opinión leído por la izquierda intelectual y política—, cuando aludía al futuro golpe lo presentaba como una intervención que vendría a ordenar la violencia de esos tiempos y no como una irrupción asesina radicalmente nueva.

La carta de Walsh ("quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos") no se anunciaba y su escritura fue un acto de imaginación estratégica y no sólo de coraje desesperado. Su difusión masiva tuvo lugar varios años después, cuando dejó de circular como un samizdat para convertirse en una de las piezas de la consagración póstuma de su autor, consagración que no replica el lugar que tenía en los años setenta sino que lo magnifica de modo inesperado en aquel entonces, sobre la base de cambios políticos, pero también sobre la base de cambios en los gustos literarios, cuando el non fiction deja de ser un género del periodismo para convertirse en un género de la literatura.

Sin duda, Ricardo Piglia ya era fanático de Walsh en los setenta, pero el lugar de Walsh (que hacía varios años que no publicaba un libro completamente nuevo) no era el que hoy ocupa. Y comienzo por Walsh ya que, visto después de treinta años, parece el escritor emblemático de la radicalización política que precedió al golpe de estado. Walsh había publicado Quien mató a Rosendo en el periódico de la CGT de los Argentinos en 1968; ya habían pasado algunos años y su actividad se había convertido en fundamentalmente política.

La recolocación de Walsh después de 1984 tiene tanto que ver con la ideología (la reivindicación y el homenaje a los militantes asesinados) como con el giro que en la universidad tienen los estudios de literatura argentina. Evitar el anacronismo, en este caso, es pensar en un campo literario donde todavía Walsh no era para todo el mundo el modelo inigualable del revolucionario y del escritor que atravesaba todos los géneros. Y no lo era, en primer lugar, porque Walsh fue peronista y eso lo enfrentó con muchos de la izquierda revolucionaria.

Culturas literarias

Una lista corta de lo que circuló en Buenos Aires (sería demasiado optimista decir en la Argentina) poco antes de que se desatara la represión, permite pensar por dónde andaba la literatura en esos años. Yo el Supremo, publicado en 1974, fue el hecho editorial y crítico del año. Se leyó esa novela de Roa Bastos con el aparato conceptual que la crítica literaria ya había difundido y se la consideró la "verdadera" novela de dictador, colocándola en un escalón distinto (más elaborado estéticamente) que la clásica de Gabriel García Márquez. Era la demostración de que una literatura muy sofisticada podía hacerse con el tema del poder y del discurso del poder.

Un año antes, un prólogo de Ricardo Piglia presentaba El frasquito de Luis Gusmán como la revolución dentro de la literatura (esa revolución a la francesa, originada en la revista Tel quel, que cruzaba versión simbólica de la teoría marxista del valor y psicoanálisis). En la misma ruta de exploración vanguardista, expuesta por la revista Literal de la que formaba parte, Gusmán publicó Brillos en 1975 y Cuerpo velado en 1979. Ese camino había sido recorrido (si no inventado) por Osvaldo Lamborghini, el escritor que continuó siendo leído en secreto durante toda la década del setenta y se convirtió en "partido estético" en los ochenta.

Hacia el final de la dictadura aparecen los primeros libros de Fogwill: poemas y los cuentos de

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Mis muertos punk (1980), y de César Aira, que en 1975 había publicado un Moreira curiosamente contemporáneo a Kincón de Miguel Briante, que también se conoció ese año; por su parte, Ema la cautiva es de 1981. Desde ese mismo comienzo de los ochenta, tanto Aira como Fogwill son un polo provocador de una discusión literaria. Las fechas y los libros se mencionan para señalar que eso sucedió después del golpe de estado pero antes de la transición democrática.

Volviendo a los años anteriores al golpe. En 1975, se publicó Mascaró de Haroldo Conti, que desapareció pocos meses después y cuya figura hoy es más borrosa que la de Walsh. Mascaró fue la apuesta latinoamericanizante de Conti, que su obra anterior no anunciaba. En ella, se puede leer el movimiento de un escritor bajo la presión de una época. La radicalización parecía corresponder con el intento de Conti de inscribir su última novela en el espacio del realismo mágico considerado en ese momento como la estética del escritor que de manera emblemática apoyaba la revolución cubana, García Márquez. Ese tipo de ficción exuberante no le venía bien ni a la escritura ni a la sensibilidad de Conti; sin embargo, la opción muestra el modo en que los sucesos políticos operan sobre un escritor, torciendo incluso un programa estético de varias décadas. Pero si Conti activó la presión de lo ideológico sobre la literatura, otros casos señalan en direcciones opuestas,

Para poner otro ejemplo, en los años setenta Andrés Rivera era un escritor casi secreto. Cuando José Luis Mangieri publicó Otra lectura de la historia en 1982, ese libro fue leído por los muy pocos que recordaban su literatura militante de los años sesenta. No sólo por las condiciones de dictadura, sino porque Rivera no había encontrado ni la manera que repite hasta hoy, ni el público que la aprobó junto con la crítica a fines de los ochenta.

Hay escritores como Héctor Tizón que salen de la dictadura hacia una consagración relativamente tardía, como si el exilio o una preparación silenciosa hubieran marcado los años que van entre Sota de bastos, caballo de espadas de 1975 y La casa y el viento de 1984. Hay autores que transforman su literatura: Osvaldo Soriano dejó la Argentina con Triste, solitario y final, su novela graciosamente nostálgica, para encontrar en el exilio la forma policial populista de la Argentina. Como se ve, podrían multiplicarse las persistencias, los pasajes y las transformaciones. Los ejemplos muestran que las cronologías y los panoramas sostenidos por una sucesión lineal de libros aparecidos son muy pobres para captar lo que efectivamente estaba sucediendo.

En ese sentido, mucho más significativo del clima de los años anteriores al golpe es la revista Crisis, cuya circulación alcanzó varias decenas de miles de ejemplares. Para un público radicalizado tanto en la versión peronista como en las versiones cubano-vietnamita-tercermundistas, en ambos casos con un fuerte ingrediente de populismo, Crisis representaba la literatura, las ideas y el arte (comenzando por su diagramación). En un período en que los medios audiovisuales todavía no eran todo, la influencia de Crisis era más profunda de lo que puede influir hoy una revista cultural relativamente masiva.

Circulación: adentro y afuera

Esto sucedía en 1975 y se cortó abruptamente durante la dictadura, lo cual prueba que a los gobiernos autoritarios les resulta mucho más sencillo detener por completo la difusión de una ideología y una estética que impedir que los escritores sigan escribiendo sus ficciones, incluso en las peores condiciones y soportando riesgos. Y, por eso mismo, cuando termina una dictadura no es obligatoria la emergencia de nuevas grandes obras, sino más bien la difusión de aquellas cuya circulación abierta había sido peligrosa o prohibida: Puig, ausente de la Argentina en los setenta, avanza en los ochenta hacia un reconocimiento definitivo.

En cambio, la eficacia de una dictadura está en cortar la posibilidad de comunicación de esas zonas de la divulgación estética representada por las revistas que se vuelven semiclandestinas o

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completamente secretas.

Durante la dictadura, el campo intelectual y literario quedó partido en dos: en la Argentina y en el exilio. El trabajo por hacer sobre lo que se escribió en un lugar y otro podría responder a la pregunta de si se escribe de manera diferente en condiciones de dictadura que en condiciones de libertad intelectual. La obra de Saer no muestra ese quiebre: en 1980, apareció en México Nadie nada nunca, el mayor trabajo cifrado sobre los asesinatos realizados por los militares. Nada exterior impedía que Saer, radicado en Francia, narrara de un modo directo esos hechos. Si eligió una cifra fue por dos razones: por un lado, la esperanza de que ese libro pudiera circular en la Argentina; por el otro, la lógica interna, estética, de su literatura. Si en 1987, Glosa es menos enigmático, no es, sin embargo, una representación realista de la violencia de los años setenta.

Juan Carlos Martini escribió una obra fuertemente alegórica en España, donde podía optar por otras formas, menos herméticas, de representación; se trata de La vida entera, publicada en 1980. Las razones de la represión y las de la literatura no se cruzan siempre en el mismo punto. Piglia publicó Nombre falso en 1975. Están allí sus mejores relatos y el libro se volvió casi invisible, salvo para un grupo de lectores, durante los primeros años de la dictadura, hasta que, en 1980, Respiración artificial puso a Piglia en la primera línea: fue el libro esperado, la cifra de la violencia argentina, según se dijo de inmediato. La novela era cifrada en su representación de la desaparición y la censura porque iba a circular en la Argentina gobernada por los militares; pero enseguida se vio que lo era porque ese fue el camino que Piglia iba a seguir también en condiciones de democracia.

Separarse de la representación realista fue no sólo una forma de escribir durante el gobierno militar, sino una decisión independizada de los avatares de la política. En cambio, la lengua costumbrista directa de Flores robadas en los jardines de Quilmes, publicada en la Argentina en 1980, hizo que la novela de Asís repercutiera como la novela otra, diferente del manifiesto crítico y nueva interpretación de lo nacional escrito por Piglia. Todo sucedía en los últimos años de la dictadura y hubo debate abierto en las revistas culturales del underground.

Lo que persiste

¿La política o la represión dejan entonces pocos rastros? Sería estúpido afirmar esto. Urondo, Walsh, Conti, fueron asesinados, David e Ismael Viñas, León Rozichner, Noé Jitrik (es decir los escritores que comenzaron en Contorno) fueron al exilio. Escritores como Juan Gelman y Pedro Orgambide, de la dirección política del peronismo revolucionario, escaparon de la muerte. Cortázar y César Fernández Moreno denunciaban en París y eso repercutía en Occidente. Sobrevivir en la Argentina fue una aventura peligrosa para muchos.

Sin embargo, lo que comenzaba a suceder en el inicio de los setenta no se interrumpió: la crítica al realismo de la representación, la difusión de nuevas teorías sobre la literatura, la llegada de Benjamin y los formalistas rusos, el uso estético y vanguardista de Lacan o de la teoría marxista continuaron pese a la dificultad de conseguir los textos en condiciones de persecución y clausura. De manera paradójica pero explicable, la gloria póstuma de Borges, su reinado, se estableció y se generalizó bajo los militares y, sin sobresaltos, se consolidó durante la transición democrática. Lo que se discutió en arte y literatura a la salida de la dictadura responde a un campo de problemas que no se inscribe en una nueva conversación, sino que se dibujó a fines de los setenta, cuando no antes.

En cuanto a la difusión de libros en Argentina, un caso ejemplar no debería olvidarse: el Centro Editor de América Latina, dirigido por Boris Spivacow, siguió publicando libros y fascículos para quioscos. Miles de ellos fueron incinerados por la policía que, con lanzallamas (como lo muestran algunas fotos), debió combatir durante horas la resistencia al fuego de las montañas compactas y húmedas de papel impreso.

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Peronismo José Pablo FeinmannFilosofía política de una obstinación argentinaSuplemento especial dePáginaI1231 Operación MasacreWALSH, EL NARRADORDE LOS HECHOS La violencia del 9 de junio de 1956debe entenderse –entre otras cosas,pero en un plano central– comouna consecuencia del desplazamientode Lonardi por Aramburu.Cuando los subordinados que carganarmas saben que en la cúspide la que ganó es elala dura, los gatillos se vuelven fáciles.Lonardi, que proponía el diálogo con elperonismo, no hubiera abierto el paraguaspolítico que pudiera dar cobertura a losasesinatos de junio, Aramburu sí. Una políticade diálogo erradica la violencia, porque no laalimenta el odio ni la venganza. Fueron estasdos características las que ganaron al perderLonardi. Rojas fue el que se encargó de trazarla línea Mayo-Caseros. Colocaba al peronismoen la “barbarie”. Aramburu hizo lo que hizosiempre el liberalismo con los bárbaros:atacarlos sin piedad. Si es necesario, comotantas veces lo fue, liquidarlos. Este es elencuadre político-conceptual de los episodiosdel 9 de junio: mano dura, peronismo=barbarie,

la línea Mayo-Caseros encarna lo máspuro y noble de la patria, no hay diálogoposible con los herederos de la línea históricade los déspotas de la primera y la segundatiranía. Y algo más, definitivo: castigoejemplar, escarmiento.Lo tenemos a Walsh preparado para narrar lahistoria del 9 de junio. “Ésa es la historia queescribo en caliente y de un tirón, para que no meganen de mano” (Walsh, Ob. cit., p. 20). Hacemuchos años, en los comienzos del ‘84, en elretorno de la democracia, hablaba con dosescritores, dos colegas del arte de la soledad, yveíamos el endiosamiento que se venía alrededorde Walsh. Uno de ellos dijo algo cierto: que nohabía que perder de vista que era un tipo alegre,jodón, que le gustaba el ajedrez, trazar mapas,imaginar la búsqueda de El Dorado y que conOperación Masacre pensaba ganarse el PremioPulitzer. Lo cual era cierto. También en “Esamujer” el protagonista lo tienta al Coronel conlos beneficios de publicar la historia que sólo élsabe y guarda como una tumba.El periodista dice:“–Hay que escribirlo, publicarlo.–Sí, algún día.Parece cansado, remoto.–¡Ahora! –me exaspero–. ¿No le preocupa la

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historia? ¡Yo escribo la historia y usted quedabien para siempre, Coronel!La lengua se le pega al paladar, a los dientes.–Cuando llegue el momento... usted será elprimero...–No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life.Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera”.(Rodolfo Walsh, “Esa mujer”, en Perón vuelve,Compilación de Jorge Lafforgue, Norma, 2000,Buenos Aires, P. 135.)Es cierto que lo del Pulitzer lo decía un pocoen broma, un poco en serio, pero lo decía. Noera “Walsh” aún, estaba saliendo de la policialde enigma hacia el género negro. Buscando enesa historia se buscaba él mismo. Se estabahaciendo. Hay frases como latigazos: “Muchospensamientos duros el hombre se lleva a latumba, y en la tumba de Nicolás Carranza yaestá reseca la tierra” (Operación Masacre, Ibid.,p. 29). Le gusta anticipar algunos hechos, comosi no quisiera perderse al lector, advertirle:“Guarda, lo mejor está por venir”. Por ejemplo:“El barrio en que van a ocurrir tantas cosasimprevistas” (Ibid., p. 36). O también: “La casadonde han entrado Carranza y Garibotti, dondese desarrollará el primer acto del drama y a laque volverá por último un fantasmal testigo”(Ibid., p. 37). Es el recurso de decirle al lector

algo de lo que va a pasar, sin contárselo, parameterle la intriga, tironearlo para que siga. Unrecurso clásico sería: “Se despidieron en laesquina de Superí y Monroe. No volverían averse”. ¿Por qué? ¿Alguno de los dos va a morir?¿Lo van a matar o simplemente se va de viaje?Además, si no vuelven a verse, ¿cómo se resuelveel lío en que están metidos? Y el lector da vueltala página y sigue adelante.“¿DÓNDE ESTÁ TANCO?”Esa noche, la del 9, trasmiten una pelea:Lausse contra el chileno Loayza. Lausse viene delucirse en Estados Unidos. Pero bajo “elrégimen depuesto”. La Libertadora igual lo tratabien. Pese a que Luis Elías Sojit hubiera dichoesas frases inolvidables, entre cómicas, patéticasy hasta trágicas cuando transmitía esas peleas:“¡Lausse sangra de la nariz! ¡Es sangreperonista!”. No, con Lausse todo bien. El paísboxístico espera, además, que se enfrente conRafael Merentino, lo que sería la pelea del año.Un grupo de amigos –la noche es muy fría– sereúne para escuchar la pelea Lausse-Loayza. Estaes la historia que cuenta Walsh. En lainvestigación lo acompaña Enriqueta Muñiz, aquien le dedica el libro. También dice: “Dondeescribo ‘yo’ debe leerse ‘nosotros’”. Es la historiade un grupo de tipos que escucha una pelea la

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noche del levantamiento de Valle: Carranza,Livraga (el sobreviviente que Walsh contactapara que le cuente los hechos), Garibotti, Díaz,Lizaso, Gavino, Torres, Brión y Rodríguez.Entra la cana y se los lleva por participar en larevolución. El que entra a los gritos y como unafiera desenfrenada es el jefe de Policía de laProvincia de Buenos Aires, teniente coronel (R)Desiderio A. Fernández Suárez, el másdespiadado del relato, el mejor hombre deAramburu, el más perverso, el asesino pordelegación y por convicción. Entra gritando:“¡Dónde está Tanco!” Tanco era, con Valle, lacabeza de la Revolución. No lo iban aencontrar ahí. Ahí encuentran a esospobres tipos que querían escuchar la peleade Lausse, que andaba tan bien, mirávos, que hasta a los yanquis les habíadado piñas fieras, ¿cuándo peleará conMerentino? Para ellos, nunca. Nuncapelearon, de todos modos, pero, sabereso, no habría consolado a ninguno.Caen, en la casa de Florida, también aescuchar la pelea otros dos: Troxler yBenavídez. De Troxler nos vamos aocupar extensamente.Anota Walsh, lo anota en cursivaspara que quede bien claro, para que

nadie pierda el dato: “A las 24 horas del9 de junio de 1956, pues, no rige la leymarcial en ningún punto del territorio dela nación. Pero ya ha sido aplicada. Y seaplicará luego a hombres capturados antesde su imperio, y sin que exista –comoexistió, en Avellaneda– la excusa dehaberlos sorprendido con las armas en lamano” (Ibid., p. 69). ¿Qué sucedió enAvellaneda? Fue desbaratado el intento derebelión de los hombres de Valle. “Larepresión es fulminante. Dieciocho civiles ydos militares son sometidos a juicio sumario enla Unidad Regional de Lanús. Seis de ellos seránfusilados: Yrigoyen, el capitán Costales, DanteLugo, Osvaldo Albedro y los hermanosClemente y Norberto Ros. Dirige esteprocedimiento el subjefe de Policía de laprovincia, capitán de corbeta aviador navalSalvador Ambroggio. Los tiros de gracia correnpor cuenta del inspector mayor Daniel Juárez.Con fines intimidatorios, el gobierno anuncióesa madrugada que los fusilados eran dieciocho”(Walsh, Ibid., p. 68). Todo esto, antes de serpromulgada la ley marcial. Se trata deasesinatos. Es a la 0.32 cuando por Radio delEstado se da lectura a un comunicado de la

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Secretaría de Prensa de la Presidencia de laNación. El artículo primero declara la leymarcial en todo el territorio de la nacional.Cuando Troxler, junto a Benavídez, llega a lacasa de Florida, donde lo arrestan, Walsh hacede él una minuciosa descripción. Apelando a suefectivo recurso anticipatorio digamos quenuestro interés en Troxler es, por supuesto,existencial, casi entrañable, pero tambiénteórico: Nadie expresa como Julio Troxler, con sutragedia personal, la tragedia del movimientonacional peronista. Que es también, por supuesto,una tragedia argentina.LOS FUSILAMIENTOSSe abre la puerta de la casa de Florida yTroxler se encuentra con un sargento y dosIIvigilantes que lo apuntan con sus armas. Apenasse inmuta. Conoce al sargento.“–¿Qué hubo? –pregunta Troxler.–No sé. Tengo que llevarlos.–¿Cómo me vas a llevar? ¿No te acordás demí?–Sí, señor. Pero tengo que llevarlo. Es unaorden que tengo” (Walsh, Ibid., pp. 71/72).Así describe Walsh a Troxler: “Es un hombrealto, atlético, que en todas las alternativas de esanoche revelará una extraordinaria serenidad.“Veintinueve años tiene Troxler. Doshermanos suyos están en el Ejército, uno de ellos

con el grado de mayor. El mismo siente quizácierta vocación militar, mal encauzada porquedonde al fin ingresa como oficial es en la policíabonaerense. Rígido, severo, no transige sinembargo con los ‘métodos’ –con las brutalidades–que le toca presenciar y se retira en plenoperonismo. A partir de entonces vuelca sudisciplina y capacidad de trabajo en estudiostécnicos. Lee cuanto libro o revista encuentrasobre las especialidades que le interesan –motores,electricidad, refrigeración–. Justamente es untaller de equipos de refrigeración el que instala enMunro y con el que empieza a prosperar.“Troxler es peronista, pero habla poco depolítica. Cuantos lo trataron lo describen comoun hombre sumamente parco, reflexivo, enemigode las discusiones. Una cosa es indudable: conocea la policía y sabe tratar con ella” (Walsh, Ibid., p.71). Observen otro rasgo del estilo de Walsh.Escribe: “Veintinueve años tiene Troxler”.Nunca: “Troxler tiene veintinueveaños”. El primer modo de armar laoración la torna más dura. Másnovela negra. El otro es demasiadocorrecto, como escolar. Troxler era,sí, un tipo alto, de pocas palabras,de pocas expresiones, y de pocasuerte, aun cuando pareció haberlatenido toda de su parte la nochede José León Suárez.Al grupo que escuchaba la pelea

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que Lausse le ganó al chilenoLoayza lo meten un colectivo y lollevan a la Unidad Regional SanMartín. Es la 0.45. El jefe de launidad es el inspector mayorRodolfo Rodríguez Moreno. Loshacen sentar en unos bancos. Son las 3y todavía están ahí. Hace mucho frío:0 grado. A las 2.53, el contraalmiranteRojas habla por la cadena nacional. Leeel comunicado Nº 2. Lo lee él. ¿Qué hayen esta elección? ¿Por qué lo lee él? Quiereque sepan que él es un duro, un tipo que sehace cargo de sus actos, que son los castigosque aplica. Duro, con una arrogancia feroz,dice: “La Revolución Libertadora cumpliráinexorablemente sus fines”.Al rato, Fernández Suárez le da una ordendecisiva, final, a un subordinado:–¡A esos detenidos de San Martín, que los llevena un descampado y los fusilen!El camión policial con los prisioneros llega auna callecita pavimentada que conduce a unClub Alemán. “De un lado la calle tiene unahilera de eucaliptus, que se recortan altos ytristes contra el cielo estrellado. Del otro, a laizquierda, se extiende un amplio baldío, undepósito de escorias, el siniestro basural de JoséLeón Suárez, cortado de zanjas anegadas eninvierno, pestilente de mosquitos y bichosinsepultos en verano, corroído de latas y

chatarra” (Walsh, Ibid., p. 90). Ya presienten loque se viene. Ahí, caminando por ese baldío,¿qué otro destino sino el peor, el de morir,puede aguardarles? Si intentan detenerse oaminorar la marcha es porque tienen los pieshelados y se les hace difícil caminar, los canasles encajan en los riñones, en la espalda loscaños de los fusiles. Llegó el momento.“–¿Qué nos van a hacer? –pregunta uno.–¡Camine para adelante! –le responden.–¡Nosotros somos inocentes! –gritan varios.–No tengan miedo –les contestan–. NO LESVAMOS A HACER NADA. ¡NO LESVAMOS A HACER!“Los vigilantes los arrean hacia el basuralcomo a un rebaño aterrorizado. La camioneta sedetiene alumbrándolos con los faros. RodríguezMoreno baja, pistola en mano.“A partir de ese instante el relato se fragmenta”.(Nota: Walsh revela en esta frase que había leído–como todos nosotros– atentamente a Borges.Que, en su cuento “El muerto” de El Aleph,escribe: “Aquí la historia se complica y seahonda”, Jorge Luis Borges, Obras Completas,Tomo I, Emecé, Buenos Aires, p. 548.) La frasecompleta de Walsh es más impresionante, va másallá de la mera técnica narrativa: “A partir de eseinstante el relato se fragmenta, estalla en doce o

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trece nódulos de pánico”. (Walsh, Ibid. p. 91.También es notable que tenga un aire impecablede relato posmoderno.)“Carlitos, azorado, sólo atina a musitar:–Pero, cómo... ¿Así nos matan?(...)–¡Alto! –ordena una voz.Algunos se paran. Oros avanzan todavía unospasos. Los vigilantes, en cambio, empiezan aretroceder, tomando distancia, y llevan la manoal cerrojo de los máuseres.(...)–¡De frente y codo con codo! –gritaRodríguez Moreno” (Walsh, Ibid., p. 92).Luego habrá de vociferar:–¡Tírenles!“Sobre los cuerpos tendidos en el basural, a laluz de los faroles donde hierve el humo acre de lapólvora, flotan algunos gemidos. Un nuevocrepitar de balazos parece concluir con ellos. Perode pronto Livraga, que sigue inmóvil einadvertido en el lugar en que cayó, escucha lavoz desgarradora de su amigo Rodríguez que dice:–¡Mátenme! ¡No me dejen así! ¡Mátenme!“Y ahora sí, tienen piedad de él, y lo ultiman”(Walsh, p. 94).Y ahí termina la masacre de José León Suárez.CÓMO SE SALVA TROXLER¿Qué ha sido de Julio Troxler. “Julio Troxlerse ha escondido en una zanja próxima. Esperaque pase el tiroteo. Ve alejarse los vehículospoliciales. Entonces hace algo increíble. ¡Vuelve!

Vuelve arrastrándose sigilosamente y llamandoen voz baja a Benavídez, que escapara con él delcarro de asalto. Ignora si se ha salvado.“Llega junto a los cadáveres y los va dandovuelta uno a uno –Carranza, Garibotti,Rodríguez–, mirándoles la cara en busca de suamigo. Con dolor reconoce a Lizaso. Tienecuatro tiros en el pecho y uno en la mejilla.Pero no encuentra a Benavídez” (Walsh, Ibid.,p. 100. Benavídez se salvó. Tomándolo comopunto de partida, como base del relato también,la directora Cecilia Miljiker hará su documentalLos fusiladitos, narrado por Malena Solda, delque ya hablaremos.)Troxler se va. Se mete en una cola decolectivos cuando teme ser reconocido. Pero nolo ven ni sube al colectivo. Empieza a caminar.(Ya lo harán caminar otra vez. Pero todavíafalta.) “Está exhausto y aterido. Desde la nocheanterior no prueba bocado. Camina once horasseguidas por el Gran Buenos Aires, convertidoen desierto sin agua ni albergue para él, elsobreviviente de la masacre.“Son las seis de la tarde cuando llega a unrefugio seguro” (Walsh, Ibid., p. 102).Así se salvó Julio Troxler, peronista, de losfusiles de la Libertadora. Otros fusiles, en unfuturo que era imposible prever ni soñar ni

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alucinar, lo esperaban.Escribe Walsh: “Dieciséis huérfanos dejó lamasacre: seis de Carranza, seis de Gariboitti,tres de Rodríguez, uno de Brión. Esas criaturasen su mayor parte prometidas a la pobreza y elresentimiento, sabrán algún día –saben ya–que la Argentina libertadora y democrática dejunio de 1956 no tuvo que envidiar al infiernonazi” (Walsh, Ibid., p. 126). ¿Qué habríandicho Victoria, Borges y Bioy y Manucho ytantos, tantos otros si hubieran sabido que unirlandés implacable le decía nazi a la revoluciónde la libertad, de la democracia, de lacultura, de la restauración de la Civilización,de la derrota de la Barbarie, del fin del régimendel tirano depuesto, del segundo tirano?¿Que podrá decir el decano de nuestroshistoriadores que escribió su frase memorable,IIIinmortal: “El año 1956 transcurrió así conun rumbo político impreciso”? ¿En serio,Halperín Donghi, le parecen “imprecisos” losacontecimientos que acabamos de narrar?En cuanto al jefe de Policía de la Provincia deBuenos Aires, Fernández Suárez, la situaciónpuede tornarse delicada: “Ha detenido a unadocena de hombres antes de entrar en vigor laley marcial. Los ha hecho fusilar sin juicio. Y

ahora resulta que siete de esos hombres estánvivos” (Walsh Ibid., p. 131).En el Epílogo dice Walsh: “Tres edicionesde este libro, alrededor de cuarenta artículospublicados, un proyecto presentado alCongreso e innumerables alternativasmenores han servido durante doce años paraplantear esa pregunta (la de los fusilamientos,JPF) a cinco gobiernos sucesivos. Larespuesta siempre fue el silencio. La clase queesos gobiernos representa se solidariza conaquel asesinato, lo acepta como hechura suyay no lo castiga simplemente porque no estádispuesta a castigarse a sí misma” (Walsh,Ibid., p. 174). Y luego: “El 12 de junio seentrega el general Valle, a cambio de que cesela matanza. Lo fusilan esa misma noche.“Suman 27 ejecuciones en menos de 72 horasen seis lugares diferentes” (Walsh, Ibid., p. 75).El texto que continúa es Aramburu y el juiciohistórico. Por razones de narración de los hechosnos volcaremos sobre él más adelante.Podríamos hacerlo ahora, dada la íntimaconexión que tienen. De todos modos, cuandonarremos los sucesos que culminaron en Timotenecesariamente retornaremos a reflexionar sobrela tragedia de José León Suárez, así de

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entrelazados están estos acontecimientos.“EL PRESIDENTE DUERME”Ahora es la mañana del 10 de junio de1956. Y una muchedumbre “se aglomerafrente a la Casa de Gobierno. En la plazaprohibida, oficialmente prohibida, como queexiste una disposición vetando las reunionespúblicas en ese lugar; allí donde nuestra claseobrera ya no puede vivar, saltar y cantar, unamultitud gorilizada, exultante de odio va aalentar al gobierno en la macabra tarea queestá ejecutando. Gritan desaforados estribilloscomo este: ¡Dale Rojas! ¡Dale leña!... ¡Aramburu,dale duro! ¡A la horca! ¡Ley marcial!“Gran parte de ese público, un año antesprecisamente en junio de 1955, se habíasumado a la santa procesión de Corpus Christi,caminando compungido, detrás de la Cruz,nada más que para darle a la procesión unsentido político y probar si con la Cruz lemovían el piso a quien entonces no se lo habíanpodido mover por la espada” (Salvador Ferla,Ibid., p. 101).La mujer de Valle va a Campo de Mayo.Junto a ella, van sus cinco hijos, que quedaránhuérfanos si su padre es fusilado. Le dijeron queAramburu es el único que puede apiadarse de sumarido y salvarle la vida. ¿Para qué fusilar a

Valle? ¿Fusiló Perón a Menéndez? ¿Fusiló elferoz tirano depuesto a alguno de todos loshombres que le hicIeron la Revolución de 1951?Pero la decisión de la Libertadora es la manodura, el escarmiento, que no se vuelva a repetirun acto así, cueste la sangre que cueste. Lamujer de Valle, desesperada, llega a Campo deMayo. Su marido ha sido su amigo.Compartieron reuniones de familia. No puedecreer que no haya piedad. No puede creer que lacrueldad llegue a tal extremo. Pero recibe unarespuesta histórica. Pide, imperiosamente, hablarcon Aramburu y le responden: El presidenteduerme y ha dado orden de no ser molestado. Demodo que la mujer de Valle se va de Campo deMayo con esta respuesta: El presidente duerme.“José Gobello (escribe Ferla) eternizó eseinstante en su verso El presidente duerme” (Ferla,Ibid., p. 115).Sí, claro que sí. José Gobello, granlunfardista, que fue, nada menos quepresidente de la Academia del Lunfardo,escribió este bonito poema que inmortaliza esarespuesta de Aramburu. No lo podemos dejarpasar. Gobello expresa la complejidad patética,a veces carnavalesca, que es el peronismo. Supoema a Valle es sincero y no está del todomal. Pero lo malo lo hizo después. Si bien un

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peronista puede hacer casi cualquier cosa sinque nos sorprenda. Por ejemplo: que le escribaun poema al sacrificado general Valle y añosdespués sea un matazurdos desde la revistanazi del diputado Rodolfo Arce comprometidacon las acciones de la Triple A en lamodalidad del entusiasmo incontenible.Aquí va el poema:El presidente duerme...Por José GobelloLa noche yace muda como un ajusticiado,Más allá del silencio nuevos silencios crecen,Cien pupilas recelan las sombras de la sombra,Velan las bayonetas y el presidente duerme.Muchachos ateridos desbrozan la malezaPara que sea más duro el lecho de la muerte...En sábanas de hilo, con piyama de sedaEl presidente duerme.La luna se ha escondido de frío o devergüenza,/Ya sobre los gatillos los dedos se estremecen,Una esperanza absurda se aferra a los teléfonos,Y el presidente duerme.El llanto se desata frente a las altas botas.–Calle mujer, no sea que el llanto lo despierte.–Sólo vengo a pedirle la vida de mi esposo.–El presidente duermeReflectores desgarran el seno de la noche,El terraplén se apresta a sostener la muerte,El pueblo se desvela de angustia y deimpotencia/

Y el presidente duerme.De cara hacia la noche sin límites del campo,Las manos a la espalda, se yerguen losvalientes,/Los laureles se asombran en las selvas lejanasY el presidente duerme.Tras de las bocas mudas laten hondosclamores.../–¡Cumplan con su deber y que ninguno tiemblede frío ni de miedo!En una alcoba tibiaEl presidente duerme.–¡Viva la patria! Y luego los dedos temblorosos,Un sargento que llora, soldados queobedecen,/Veinticuatro balazos horadando el silencio...Y el presidente duerme.Acres rosas de sangre florecen en los pechos,El rocío mitigó las heridas aleves,Seis hombres caen de bruces sobre la tierrahelada/Y el presidente duerme.¡Silencio! ¡Que ninguno levante una protesta!¡Que cese todo llanto! ¡Que nadie se lamente!Un silencio compacto se adueñó de la noche.Y el presidente duerme.¡Oh, callan, callan todos! Callan loscamaradas.../Callan los estadistas, los prelados, los jueces...El Pueblo ensangrentado se tragó las palabrasY el presidente duerme.El Pueblo yace mudo como un ajusticiado,Pero, bajo el silencio, nuevos rencores crecen.Hay ojos desvelados que acechan en lasombra/Y el presidente duerme.

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(Nota: El poema de Gobello figura en ellibro de Ferla con la lista de los 27 fusiladosdel 9 de junio de 1956.)En la revista El Abasto, de agosto de 2005,Nº 68, le preguntan al vate nazifascista,defensor, sin embargo, de Valle y surevolución contra los de la Libertadora, porqué adhiere tan fervorosamente a Jorge RafaelVidela. Gobello responde: “Yo antes de serperonista y argentino soy católico. A mí laIglesia no me la toquen. Ni Perón, niKirchner, ni nadie. No sé si está bien o mal,pero soy así. Yo soy antizurdo y antifidelistaporque creo que eso es una gran farsa.“Te explico simplemente por qué dejé de serperonista. Cuando salió el proceso militar,¿vos vivías en el ‘76, te acordás de la guerrilla ylos asesinatos? Ahora la gente tiende aolvidarse...”En otro reportaje dice: “Los milicosvinieron a poner orden y se les fue la mano.Pero en toda guerra se cometieronatrocidades. Mirá, en Vietnam: tambiéntiraban gente desde los aviones”.Este hombre estuvo en el peronismo, se

entusiasmó con Evita, con Perón, le escribióun poema a Valle, un poema que era unriesgo, y estuvo en la revista de Rodolfo Arcecorriendo zurdos con agravios que despertabanla furia de las bandas. Caramba. Qué arduo estodo esto. Gobello, usted que fue presidentede la Academia del Lunfardo, ¿cómo no lepuso a su poemita El presidente apoliya? ¿Nohay una incongruencia ahí?En cuanto a Aramburu, lo indignante (enmedio de todo lo inaceptable que tiene estahistoria macabra) fue no recibir a la mujer deValle. Porque un presidente que ordenaresponderle a la mujer de un hombre que estápor ser fusilado, a una mujer que le ruega por lavida de su marido, por una vida que depende deuna decisión suya: “El presidente duerme”, es unmal tipo, alguien que desdeña la vida humana,que no tiene piedad, al menos que no la tuvo enese momento y, si no la tuvo ahí, con un viejocompañero de estudios, casi con un amigo, sehace sospechoso de no haberla tenido nunca.Colaboración especial:Virginia Feinmann - Germán Ferrari