Turgalium City Nº1 Enero 2014

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Incluye: Talesias Ep 1, El Futuro que Nunca Fue, Especial desde Chile: Iglesia Santa María de Loreto... y mucho, mucho más!

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Índice

Editorial- pg. 3

Ilustración:El Gato Negro- pg. 9

La Talk vox- pg. 14

Wankayuk tinkuq yaqu- pg. 16

Iglesia Santa Maríade Loreto- 21

¿Me tirarían tomates?- pg. 29

Talesias Ep. 1- pg. 42

Ricardo III llega al Perú- pg. 15

El Futuro que nunca fue- pg. 18

La portada- pg. 28

Héroes: Un Cliché,Choloman pt. 1- pg. 30

CADÁVERES EXQUISITOS:PRIMERA EDICIÓN- pg. 4

Drácula, de Bram Stoker:un vistazoal corazón del miedo- pg.10

De Brueghel a Kirkman:la necrocraciade los muertos- pg. 24Thomas Chatterton,el adolescente suicida- pg. 26

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Editorial

bre los ojos, acostúmbrate a la luz y mira bien a tu Aalrededor. Deja que los topos se entierren más aun, deja que las covachas subterráneas se atesten de miedo

y chillidos. Vamos, mantén abiertos los ojos. Álzate sobre tus dos pies, firme y digno.

Muy bien. Ahora, responde: ¿dónde estás? ¿Qué son estas calles, estas fachadas, la gente, los vehículos, el cielo, el mar, el río, los cerros en la lejanía?

Es evidente.

Vives en el Valle de las Dos Ciudades, en el punto de confluencia –fiera, conflictiva, acrisolante confluencia– de por lo menos dos torrentes civilizatorios. Por un lado, los Señores Lunares de estirpe oceánica que, tras gloriosas odiseas meridionales, avasallaron el desierto, descifraron los ciclos de verdor y desolación regidos por dioses tentaculares y carniceros, alzaron imbatibles plazas fuertes, cubrieron sus fornidos cuerpos con placas de oro y plata al marchar a la guerra y durante siglos desafiaron el poder que amanecía más allá de las montañas. Por otro lado, los Señores del Hierro y el Fuego que, llegados desde otra historia, desde otros mitos e ilíadas, erigieron la cuadriculada urbe de las casonas blasonadas, de los orgullos irrompibles como las tizonas que los celaban, de las tenebrosas noches y las logias ocultas, de los pasillos iniciáticos y la memoria del bronce.

Estos dos oleajes se han estrellado aquí, han saltado en millones de esquirlas líquidas aquí, y aquí estás y esto eres tú: excelente aleación mitopoyética, altísima mixtura histórica, heredero legítimo del aliento fundacional de dos estirpes excepcionales.

Y porque la linfa nutricia del futuro es el mito, la leyenda, el sueño en pos de los dioses, es que decidimos recuperar el nombre originario: Turgalium.

Turgalium, la celtomochica. Turgalium, el espacio imaginado, soñado, profetizado, buscado, que traza y edifica tu ámbito, tus calles, tu gobierno. Porque la realidad es mucho más que la mirada sumisa y acomplejada, que los muros desconchados, que la miseria mercantil y anómica encarnada por todos esos

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Pedro Diez Canseco, José Guibert, Luis José Cassaró, Pablo Antonio de los Ríos. Pedro Diez Canseco, Pablo Cárdenas, Luis Daniel Cárdenas.Consejo Editorial:

José Guibert, Paulo César Cárdenas.Fotografía: Lalo Cassaró, Adriana Alvarado, Sergio Jesús Yaipén.Dibujo:

Rafael Mardojai Cárdenas, MardojaiWD (www.mardojai.net).Web y Media: Turgalium City Media.Publicidad y Marketing:

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enero 2014 - N° 1 -. Portada: el cosmoentomólogo, por lalo cassaró.

Turgalium City es una revista producida y editada por Mardojai Entertainment.

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La responsabilidad de estas corre por cuentade sus autores.

tristes individuos que han renunciado a la expansión de la voluntad y la belleza en sus mentes y almas.

Turgalium y no Trujillo. Turgalium y no esa vergonzante capital de la nada. Turgalium y no esos recitales que convierten a la poesía en velorios ridículos o en injertos chamanescos. Turgalium y ya no más la eterna queja, el interminable lloriqueo de los revejidos que no saben empuñar ni siquiera la maza o la espada onírica. Turgalium, y ya no más la estéril celebración de lo que se pretende pasar por acción cultural.

Turgalium: la ciudad que acoge y configura los sueños megalíticos, metropolitanos, carlomágnicos, aia-paécicos, cimmerianos, cthulhienses, valdelomáricos, césarovallejistas, nostálgicos pero sobre todo imperiales –sí, leíste bien: ¡imperiales!– de cualquier niño que aún no ha visto doblegada su vocación demiúrgica. Porque todo niño, toda criatura que desde muy temprano aprende a amar el dulce señorío del mito y la imaginación, es un creador de nobles concreciones, de futuro.

Y ese futuro preñado de hazañas legendarias y renombre comienza aquí, con esta iniciativa sin precedentes, en estas páginas.

Turgalium, la heroica, y �Turgalium�, su crónica

Los [email protected]/TurgaliumCity

Henry Miller.

"Si los hombres dejan de creer que un día se convertirán en dioses, entonces sin duda no pasarán de ser gusanos.”

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nauguramos esta columna dedicada al cine fantástico en su Isagrada trinidad de fantasía, terror y ciencia ficción _ y los egregios mestizajes que ahí puedan darse_ , recordando

siempre que es en este fascinante género donde muchas de las más sobrecogedoras reflexiones sobre lo que nos hace humanos e inhumanos (o lo que es lo mismo: divinos y diabólicos) toman lugar. Iniciamos pues, con una magna lista de…

CADÁVERES EXQUISITOS: PRIMERA PARTE.

1) White Zombie (1932, Victor Halperin).- Basado en La Isla Mágica, de W.B. Seabrook, pionero en lo concerniente a literatura de muertos vivientes, La Legión de los Hombres Sin Alma, como se le conoce en España, sirvió como carta de presentación en el ecran al horror de la no muerte gestada en los rituales vudú. El culto pagano de los esclavos haitianos dio lugar a este sugestivo drama donde las pasiones inherentes en todo triángulo amoroso, desencadenan fuerzas sobrenaturales obsesionadas con un afecto que perdure más allá de la tumba. La belleza de los parajes de Las Antillas supone el contrapunto idóneo con el atávico horror expuesto en el relato, y el limitado registro interpretativo del mítico Bela Lugosi, le otorga una vez más, las herramientas histriónicas necesarias para su caracterización del bokor o hechicero vudú, de rasgos impasibles y movimientos casi invisibles: apenas una figura mefistofélica cuyos ojos parecen contemplar siempre el luminoso abismo reservado a quienes han extraviado sus almas.

La Fortaleza de Zaroff: El Cubil del Cine Fantástico. Por Zaroff Everdeen.

Diez películas de zombis que deberías ver para que no seas embaucado por eremitas…y OREMitas (1)

2) The Walking Dead (1936, Michael Curtiz). - No, no es la primera versión (fílmica) de la célebre teleserie (basada a su vez en un magnífico comic). El director de clásicos como Casablanca y Robin Hood se marcó esta fábula terrorífica de ecos fantacientíficos, donde se narra la gesta de un hombre condenado injustamente por asesinato, para quien el atroz hormigueo de los 10 000 voltios que sólo una silla eléctrica puede causar, apenas sirve de anticipo a las indescriptibles sensaciones que experimentará al ser resucitado por un grupo de personas que creen en su inocencia, merced a un procedimiento de última generación. La venganza está servida. Y Boris Karloff, una vez más, da cátedra en el refinado arte de otorgarle verosimilitud, sensibilidad y épica a un personaje absolutamente imposible.

CADÁVERES EXQUISITOS: PRIMERA EDICIÓN

3) Yo Caminé con un Zombi (1943, Jacques Tourneur).- Torneaur, cineasta cuyo gusto podría emparentarse con el de Poe y Dunsany, era capaz de convertir en alhajas libretos o ideas paridas por una caterva de escritorzuelos amamantados con la lectura indiscriminada de series Z. Yo Caminé con un Zombi, en manos de otro director, hubiera sido un soporífero film sensacionalista de ínfulas antropológicas. Pero Torneaur, alquimista y demiurgo, traza a partir de este improbable título una elegía amorosa sujeta a los vaivenes de potencias suprahumanas. El Caribe será ahora un apacible descenso al reino de los muertos, en esta epopeya cuyas reminiscencias órficas apenas conforman la periferia de una de las más hermosas películas que haiga dado el cine. El agorero canto del crepúsculo, la visión de aquel mar, quizá liberador, tal vez estigio, y las inocentes miradas de los zombis conjurados para la epifanía, fortalecen la melancolía de quienes han hecho del amor algo más poderoso que la muerte…

4) La Plaga de los Zombis (1966, John Gilling).- Un encopetado calavera victoriano se hastía de parafilias y despotismos del montón, sustituyendo sus antiguos vicios por el arcano mundo del vudú. ¿Para qué lamentar la muerte de tus esclavos favoritos _ esos a quienes no volverás a jorobar más _

Fotograma de White Zombie.

Fotograma de The Walking Dead.

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si puedes revivirlos, y encima, encomendarles barbaridades que han desgraciar a tus vecinos y rivales? Aunque, claro está, siempre existe el riesgo de ser molestado por los Conrad

y Kirowan de turno (2). Único aporte al subgénero de la legendaria productora inglesa de cine fantaterrorífico Hammer, La Plaga de los Zombis no es ninguna obra maestra pero sí un sólido film (¡en technicolor!!) donde, según dicta la tradición británica, subyace una mordaz crítica a las clases zoociales privilegiadas.

5) La Noche de los Muertos Vivientes (1968, George Romero).- ¿Cuál es la causa de que los muertos abandonen sus tumbas y avancen lenta e inexorablemente hacia la instauración de una suerte de necrocracia previa ingesta y contagio de los seres humanos? ¿Es una maldición? ¿Una plaga bíblica? ¿Un virus desencadenado por un accidente científico? ¿Qué? Poco importa. Lo vital ahora es sobrevivir.Los pequeños y exóticos lugares son dejados atrás y las grandes urbes acogen ahora el terror de la no muerte. Largas avenidas, vecindarios y suburbios se ven infestados de cadáveres ambulantes, a manera de heraldos de la sinrazón y el miedo, variables fundamentales de estos tiempos, enérgicamente decretados como de progreso. La magia negra no cuenta, las explicaciones científicas dadas por las altas instancias gubernamentales suenan erráticas en el mejor de los casos…¿Qué sucede? ¿Hacia dónde vamos? ¿Habrá un amanecer para esta aciaga noche?Inspirándose en la epopeya vampírica post-apocalíptica Soy Leyenda, del gran escritor estadounidense Richard Matheson,

el visionario director George Romero sintetizó las angustias que los cambios zoociopolíticos suscitados por la Guerra Fría produjeron en las nuevas generaciones, amén de cambiar para siempre el enfoque de las películas de zombis. Las brechas generacionales y la pérdida de fe en las instituciones, no son más que el punto de part ida para un implacable cuestionamiento de nuestra naturaleza. Filmada en blanco y negro y con un presupuesto ínfimo, La Noche de los Muertos Vivientes sigue y continuará siendo _ a 46 años de su estreno _ uno de los momentos cumbre del arte de todos los tiempos.

6) El Amanecer de los Muertos (1978, George Romero).- Romero saca el máximo provecho posible al mucho más holgado presupuesto que el afamado director italiano de fantaterror, Dario Argento, suministró para esta secuela, y convierte a su festival de horrores, una vez más, en una magnífica disección de las taras contemporáneas y universales.Es El Triunfo de la Muerte, como imaginara el viejo Brueghel. Las legiones de ultratumba se han enseñoreado del mundo, y su último santuario es ahora un abandonado centro comercial, en cuyas estancias los últimos vástagos de la civilización buscan cobijo, edificando una suerte de fortaleza, una insignificante guerrilla que se opone al apocalipsis.Allí, en aquella catedral del consumismo, muertos y vivos _ alguna vez eslabones de la gran cadena capitalista que cimentó y posiblemente exterminó a la humanidad _ llevarán a cabo el enfrentamiento final.La suerte está echada.

7) Zombi (1979, Lucio Fulci).- Fulci, cineasta italiano todoterreno capaz de ofrecer obras fascinantes, así como también…bodrios tan o más sugestivos que sus cintas

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respetadas, canalizó en los giallos (3) y en el fantaterror su particular visión de la condición humana; esto es, un inmenso erial donde nuestra especie sería sacrificada previas

vejaciones de proporciones bíblicas. Y no obstante, hay espacio para la ternura. Believe It or Not!Don Lucio aprovechó el éxito que el revisionismo proponido por Romero había originado en el subgénero de zombis y perpetró un exploitation film (4) que intentó venderse como parte de la saga iniciada por el director americano. Recuperando brevemente los ambientes insulares afines a sortilegios resurreccionistas, Fulci le confirió a su epopeya toda la truculencia escatológica (sacro gore, para entendernos) que los muertos vivos habían ganado a partir de 1968. Incoherente en muchos aspectos y ofreciendo la desconcertante sensación de estar siendo partícipe de un experimento conductista similar al padecido por el entrañable Alex DeLarge, Zombi, de Lucio Fulci, se revela como una de esas aberraciones imprescindibles en toda filmoteca que se precie.

8) El Día de los Muertos (1985, George Romero).- Tercera parte de la fundacional saga romeriana, y otra brutal sátira hacia las instituciones modernas. Esta vez, la paranoia militarista ha llevado a los escasos sobrevivientes a los lóbregos pasadizos de las bases subterráneas. Mientras las hordas de muertos vivientes preparan el asalto definitivo, algún científico al servicio de las agonizantes fuerzas armadas, pretende condicionar a los zombis, a fin de emplearlos como soldados indestructibles.Una vez más, la maestría de Romero nos expone la sinrazón de nuestra especie, incluso de cara al horror. El cineasta jamás nos ha hablado del enfrentamiento entre seres humanos y cadáveres. Sino del conflicto entre nosotros mismos.Las carroñas son sólo ecos de nuestra podredumbre.El gore de este film, más salvaje e inmisericorde que sus antecesores, ilustra perfectamente el desespero de los últimos instantes de la civilización, tal y cual la conocemos, y su insólita conclusión, no hace sino reforzar la idea de una próxima Edad de Oro.O tal vez la extinción de la humanidad.¿Podrían significar lo mismo?

9) El Retorno de los Muertos Vivientes (1985, Dan O'Bannon).- El desaparecido O'Bannon le otorga a su interpretación del revisionismo romeriano todo el humor y mordacidad que estuvieron a punto de destrozar la magnificencia de Alien (1979, de Ridley Scott, cuya idea le pertenece al director de la cinta a comentar). No sólo los guiños a la trilogía de los muertos vivientes son explícitos, sino que el relato fluye como una extensión de la saga, otorgándole una

Fotograma de El Amanecer de los Muertos.

Fotograma de Yo Caminé con un Zombi.

Fotograma de La Noche de los Muertos Vivientes.

Fotograma de La Plaga de los Zombis.

Fotograma de Zombi.

Fotograma de El Día de los Muertos.

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Fotograma de Re-Animator.

explicación científica al horror, la cual, a pesar de no superar la alucinante atmósfera de holocausto inexplicable conseguida por Romero, logra imponerse como un argumento bastante digno y útil. Cementerios, morgues, una pandilla de jóvenes adictos a las emociones fuertes y un extraviado experimento gubernamental cuyos macabros resultados terminarán explotando (sensu stricto) en la cara de los protagonistas, son las principales bases de una película que conserva toda su (putrefacta) frescura.

10) Re-Animator (1985, Stuart Gordon).- El productor filipino Brian Yuzna se unió con el director Stuart Gordon y juntos, en colaboración con el guionista Dennis Paoli, sacudieron el género con su adaptación de la farsa frankensteiniana Herbert West: Reanimador, escrita por H.P. Lovecraft en 1922. La arrogancia prometeica de un joven estudiante de medicina _ tan exquisitamente descrita por Mary Shelley _ son aquí condimentadas con el frenesí hemoglobínico e intestinal tan común _ y necesario _ en toda película de zombis que se precie. Por otra parte, su salvaje libreto, ritmo trepidante, estupendas interpretaciones y el magnífico uso de unos decorados reducidísimos (defecto imperceptible gracias a una cámara tan opresiva como lúdica, así como a un formidable trabajo en lo correspondiente a la dirección artística), elevan lo que pudo ser una rutinaria serie B al estatus de culto que se merece.

(1) De ediciones OREM, pequeña editorial turgalense (trujillana) responsable de publicar la ¿nouvelle? Ven Ten Mi Muerte (así, sin coma), de Gonzalo Del Rosario, posiblemente el peor libro sobre zombis que se “haiga” hecho nunca.(2) Investigadores de lo paranormal creados por el escritor estadounidense Robert E. Howard, quien también concibió a célebres personajes como Conan El Bárbaro, Kull de Valusia o Solomon Kane.(3) Amarillo, en italiano. Así se denominó a una serie de novelas populares de temática policial caracterizadas por sus portadas doradas. A su vez, instauraron una forma de plantear el thriller policíaco, el cual fue recogido para el cine por autores como Mario Bava y Dario Argento, a través de elegantes misterios criminales, donde la espectacularidad de los asesinatos y el aura misteriosa, a veces sobrenatural, de dichos acontecimientos, solían opacar a la investigación en sí.(4) Cine de explotación: cinta de bajo presupuesto que busca copiar las cualidades de un film exitoso y de mayor envergadura, tratando de conseguir una resonancia comercial similar.los asesinatos y el aura misteriosa, a veces sobrenatural, de dichos acontecimientos, solían opacar a la investigación en sí.

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Ilustración. Por Kitsch.

El Gato Negro. E. A. PoeIlustración libre inspirada en una de las más grandes obras de Poe.

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odo el mundo sabe qué es un vampiro. O cree saberlo. TLas propuestas cinematográficas, a lo largo de ya casi un siglo, han servido para construir un icono popular de

mil caras, proteico pero al mismo tiempo banal, cuando no grotesco y a todas luces inverosímil. Para el gran público, el vampiro es la amalgama incoherente de varios de estos experimentos audiovisuales, antes que el personaje que hacia 1897 el escritor irlandés Bram (Abraham) Stoker perfilara en su novela Drácula.

Cruzas en transbordador el Canal de La Mancha y ya bien instalado en tu vagón de ferrocarril –triunfo de la ciencia positivista, suprema realización del credo de la tuerca, el pistón y el cálculo matemático– atraviesas el continente europeo en dirección a levante. Ciudades, paisajes y gentes

Hojas del Yggdrasil: Ilustres desconocidos. Por Pedro Diez Canseco.

experimentan un cambio sutil pero continuo a medida que te acercas a tu destino de corredor de bienes raíces: el País de Más Allá del Bosque, la Transilvania de los mapas, la salvaje región donde turcos y cristianos se batieron siglos atrás. Criados supersticiosos, campesinos empavorecidos, amuletos fantásticos e incluso una pesadilla (¿fue una pesadilla?) con tormentas de nieve, mausoleos abandonados y lobos van haciéndote notar que te aproximas a regiones cada vez más ajenas al sentido y al orden natural que los civilizados europeos del oeste creen haber establecido de una vez por todas. En los tiempos mitológicos, cualquier griego de corazón valeroso podía llegar hasta las puertas mismas del infierno con sólo caminar o navegar lo suficiente: la mera geografía separaba el mundo humano de la morada de los muertos; mas ahora tú, todo un hijo del siglo del progreso, te

Drácula, de Bram Stoker:un vistazo al corazón del miedo

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sientes extrañamente próximo a los límites físicos del universo domesticado cuyos artículos de fe son las ciencias naturales y el laboratorio. Cuando el carruaje te deja esa noche en medio

del Collado de Borgo y allí abordas otro, dispuesto sólo para ti, halado por caballos negros, conducido por un cochero embozado, las continuas impresiones empiezan a derribar las torres de tu racionalidad. Días más tarde, en el castillo donde ocupas unas cuantas habitaciones muy acogedoras, del todo distintas a los decrépitos corredores y salones del resto del edificio, celebras extrañas conversaciones con tu anciano anfitrión, interesado en comprar una gran casa en Londres. Su palidez y sus inflexiones te inquietan; de día se ausenta, por las noches te acompaña en la cena, si bien nunca prueba bocado ni bebe vino. Tu aislamiento, las creencias locales, el silencio absoluto del castillo durante las horas de sol, la ausencia visible de servidumbre, el descubrimiento de que todas las puertas que podrían conducir a la salida están cerradas con llave, esos vívidos sueños (¿sueños?) en que te visitan demonios con aspecto de mujer…, todo ello va moliendo tus seguridades, tu voluntad, tu confianza en la Providencia. ¿A qué lugar maldito de Dios has llegado a parar, donde los hijos del infierno comparten la existencia con los hombres? Porque, finalmente, has adquirido la absurda, la horrible, la evidente convicción de que tú eres el único ser viviente en el castillo…

Quien sin más referente se interne en las páginas de esta obra maestra de la Literatura (sí, con mayúscula) descubrirá, tal vez con deliciosa angustia, que el más famoso no-muerto carece de los nítidos contornos que le confieren la imaginación popular y los productos comerciales más que dudosos de última hora. Pues el Drácula de Stoker no es la prolongación demoniaca del cruel voivoda transilvano del siglo XV (aunque se insinúe cierta relación), ni el aristócrata envarado que compuso Béla Lugosi, ni el animalesco pero poco astuto homónimo magníficamente caracterizado por Christopher Lee, ni mucho menos el guerrero y amante príncipe maldecido por el Cielo con que Francis Ford Coppola sembró la semilla de los patéticos jovenzuelos de dientes largos que últimamente plagan el cine. Antes bien, el vampiro de la novela es el monstruo por antonomasia, el único personaje importante que, en una novela epistolar, fabricada a partir de la concatenación de diarios íntimos, cartas, memorandos, telegramas y recortes periodísticos, carece casi por completo de psicología, de interioridad. Es, más bien, lo que hay cuando aquello que no tiene posibilidad ni permiso divino para ser, es. Por blasfemo que suene. Porque el vampiro es la blasfemia encarnada.

En lo alto de los acantilados de Whitby, en la costa oriental de Inglaterra, se alza una abadía en ruinas. Junto a sus muros, un cementerio desde el cual se domina el puerto. Dos señoritas de buena sociedad conversan con un viejo bonachón, un poco chiflado, de lenguaje picaresco pero inofensivo. Hablan sobre el tiempo, el pueblo, las tumbas. Lápidas mentirosas, con inscripciones piadosas, que ocultan pleitos caseros y peleas familiares o que nada tienen que ver con los cadáveres que se pudren bajo tierra ni con los responsos. Poco a poco el viejo señor Swales parece embriagarse con una consciencia superior a sus facultades, casi pierde los modales, casi adquiere la autoridad del clarividente: no sabemos lo que ocurre una vez traspasada la frontera de la vida, los muertos no son lo que creemos, el cementerio es el símbolo de cierta corrosión en los fundamentos de la naturaleza; algo hay en el aire, en esas nubes de tormenta en el horizonte, en la neblina que se aproxima al puerto. Se siente en los huesos, algo que no está bien, algo que nos amenaza a todos… Más tarde, cuando el temporal se descarga sobre Whitby y algunas personas creen avistar una goleta lejana que lucha contra el oleaje, una

niebla rota en jirones llega desde el mar, se acerca a las casas y las gentes como si todos los ahogados hubieran vuelto para abrazar a sus hermanos vivos con las manos heladas de la muerte…

Si descontamos algunos pasajes del diario de Jonathan Harker al comienzo de la novela, Drácula es el gran ausente de la acción. No está, no se lo ve ni se lo oye, pero su no estar deviene en un vacío asfixiante. Drácula es una amenaza constante e invisible, una sospecha, un riesgo, una serie de advertencias que pueden ser leídas en la alteración de los elementos naturales y en criaturas como caballos, perros, ratas y lobos. Hasta que su forma humana (mera apariencia) se desgaja de las sombras y vemos sus ojos como dos ascuas rojizas, y entonces ya es demasiado tarde…

El no muerto está en la ciudad en que vives, donde pretende expandir el círculo de su imperio de dolor y perdición. Por tu propia voluntad formas parte del puñado de hombres que, guiados por un anciano científico, conocedor de la abominación, revisan una serie de antiguas propiedades para inutilizar los escondrijos del monstruo. Como sabes, el cometido implica riesgos terribles. Drácula tiene la fuerza de veinte hombres en cada mano. Puede adelgazarse hasta pasar por los resquicios del marco de una puerta cerrada. Es capaz de transformarse en niebla, en finas partículas suspendidas en un rayo de Luna. Sus pasos no dejan huellas en el polvo o la nieve. Tiene mando sobre los elementos y sobre las alimañas y bestias inferiores. Su mordedura condena el alma y mata el cuerpo, pero el cuerpo no se quedará quieto: se reanimará por las noches y saldrá en busca de la sangre y la vida de quienes tenga más cerca, empezando por sus seres queridos. Y así los no muertos, demonios con la apariencia de los seres humanos que una vez fueron, ampliarán sus dominios en este mundo medio privado de luz. Tú y tus amigos, provistos de lámparas de mano, picos, palas, preciosos fragmentos de hostia consagrada, algún arma de fuego (inútil contra el monstruo, pero nunca se sabe), se acercan a un imponente edificio arruinado. Los perros se niegan a entrar. Dentro, reina la pestilencia característica del vampiro. Ahí están las cajas con tierra del castillo transilvano. Unos trozos de la Sagrada Forma, unas oraciones, y el no muerto es expulsado para siempre de allí. Todo va bien. Echas una mirada hacia el oscuro pasadizo que se extiende más allá de una puerta abovedada. Allí la negrura es absoluta. Pero entonces ves –o crees ver– cómo se abren a la altura de un hombre dos ojos rojos como el fuego, y ves dibujarse los rasgos del Enemigo. Te sobresaltas, violentamente alzas tu linterna e iluminas el pasillo. Nada. Nada más que las paredes y la suciedad. Había sido tan real… Los nervios te han jugado una pasada… Respiras hondo para tranquilizarte. No había nadie allí. Y entonces uno de tus compañeros te pregunta: “¿Tú también lo viste?”

Uno de los incuestionables aciertos del autor es haber diluido, con sabia dosificación, los límites entre el sueño y la vigilia, entre lo sobrenatural y el dato positivo, entre la vida y la muerte. En una época tan o más materialista que la nuestra –y Stoker escribió para un público embebido en el industrialismo y la confianza en el progreso científico–, esta historia va desmontando una por una nuestras defensas contra lo absurdo y lo terrorífico. Aterrorizante porque es absurdo, y sin embargo irrumpe en nuestra vida ordenada y categorizada. La razón quiebra y el antiguo miedo que bulle en los genes y en la experiencia paleolítica se encarna en un cuerpo humano desfigurado hasta la obscenidad. Porque el miedo retuerce también los símbolos aceptados y los ensucia. De pronto, el

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mundo apacible y tranquilo edificado por el número y la máquina se revela como una isla perdida en un océano ilimitado, sumido en sombras, que los ilusos isleños –niños

que juegan a ser sabios– han aprendido a olvidar. El vampiro de Stoker, en suma, es la criatura cuya existencia es una brutal impugnación del cosmos, el lugar ordenado y armónico que heredamos de los griegos y que podría ser tan solamente una creencia consoladora.

No obstante, si prolongamos la imagen del párrafo anterior, sobre esa isla y ese océano hay un cielo… La razón entra en crisis en contacto con el vampiro, pero por encima de ella se ciernen las verdades religiosas que la narración de Stoker jamás pone en duda; casi como si dijera: el vampiro existe, sí, pero existe porque hay un Dios, y porque hay un Dios el vampiro puede ser destruido. Enrique Castaños lo expone con toda claridad en un magnífico artículo:

«Van Helsing [el anciano cazavampiros] no es un hombre supersticioso; al revés, trata de dar respuestas racionales a fenómenos irracionales, incomprensibles, ilógicos. Pero como es un creyente auténtico en Dios y en la Verdad revelada, su esencial formación de hombre de ciencia no le impide explorar otros caminos para combatir el Mal. Porque no debemos olvidar que Van Helsing es plenamente consciente de lo que en el fondo se está dirimiendo. En ese combate, él sabe que la ciencia sola no puede vencer; de ahí que recurra al auxilio de lo sobrenatural. Lo hace sin aspavientos, sin retórica, sin grandiosas exhortaciones, sino de una manera sencilla, sobria, recurriendo a lo que puede resultar plenamente eficaz, y dejando traslucir de paso que la ciencia y la fe pueden convivir y coexistir sin conflicto, siempre que se respeten mutuamente y que cada una sepa cuál es su ámbito de influencia. Sólo en determinadas situaciones, y esta es una de ellas, la ciencia y la fe deben prestarse un apoyo mutuo a fin de vencer un fenómeno de extraordinario poder: el Mal. En Abraham van Helsing conviven juntos el platonismo, el agustinismo, el tomismo de raíz aristotélica y el espíritu científico, esto es, el de la ciencia empírica de la época clásica del siglo XVII.»

Casi ciento veinte años después de su aparición, Drácula ha conocido multitud de análisis e interpretaciones, desde las más ingeniosas y estimulantes hasta las más grotescas y tendenciosas, desde la que sigue el hilo de las leyendas y tradiciones en un plano puramente literario hasta la que hace del vampiro la metáfora del invasor oriental de la Inglaterra victoriana (rumanos, gitanos, judíos). Por falta de espacio no las repasaremos aquí, pero sí nos gustaría poner en guardia al lector –especialmente a quien no conozca la novela– sobre un par de lecturas erróneas y por desgracia demasiado influyentes: aquella que pretende reducir la obra cumbre de Stoker a un irónico manifiesto sexual, y la que presenta a Drácula como un devoto amante que acepta convertirse en un emisario del demonio… ¡por amor! En cuanto a lo primero, una revisión atenta del texto nos mostrará que son los mismos personajes de la novela, especialmente el doctor Abraham van Helsing, quienes se burlan de la hipócrita moral victoriana, aunque por otro lado defiendan los genuinos valores cristianos. Ninguna víctima femenina se entrega a Drácula con placer; el ser humano, varón o mujer, se hace honor a sí mismo cuando mantiene hasta el final la jerarquía de las pasiones e ideales; los no muertos serán combatidos sin cuartel, pero las almas así liberadas merecerán toda nuestra compasión, y nosotros mismos hallaremos consuelo y renovada fuerza en la efímera expresión de paz ultraterrena que se apodera de los rostros antes de su violenta descomposición. Y en cuanto a lo segundo, el vampiro enamorado que apareció en la caprichosa y ya

mencionada adaptación cinematográfica que realizara Francis Ford Coppola en 1992, pues sencillamente nada tiene que ver con el personaje de Stoker, que alberga únicamente odio y placer demoníaco (es a esto último a lo que llama amor en un pasaje hábilmente adulterado para encajar con la historia de la princesa perdida y vuelta a encontrar). El monstruo roba niños recién nacidos en los pueblos más próximos a su castillo para alimentar a las tres muertas en vida que por las noches flotan sobre las almenas como extrañas volutas de niebla y cuya risa, semejante al tintinear del vidrio, seduce y enloquece a los hombres. Una noche, una mujer, una de las madres despojadas, llega hasta la morada del vampiro y lo inculpa entre sollozos desgarradores. Drácula, de pie en lo alto del torreón, invoca a los lobos, que rodean a la desdichada y la devoran viva.

Página tras página, has sido sucesivamente Jonathan Harker, Mina Murray-Harker, Lucy Westenra, el doctor Seward, el profesor Van Helsing, el capitán de la “Deméter”… Ahora vuelves a ser tú mientras te das un respiro y apartas la mirada del libro que sostienes en las manos. ¿Un respiro? No, no en realidad. Estás vigilando la oscuridad que se ha instalado en el extremo de tu habitación y tras tu ventana. Es la noche que no ves, que no quieres ver. Te ha sobrecogido la sensación de que corres peligro. El peligro de perder tu alma. Solamente es una novela, piensas, una ficción. Pero las tinieblas ciertamente están allí.

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a primera vez que escuché una Talk Box fue en la Ltransmisión de un concierto de Aerosmith en 1997. Fue durante el intro de “Sweet emotion“, cuando sentí una

especie de “voz robótica” que se mezclaba con los instrumentos de la banda. En esa época la única versión que yo conocía era la del single (intro cortado). Le puse un poco más de atención a Joe Perry y noté que el sonido venía de una extraña manguera que tenía en la boca y con la que hacía ese efecto.Luego fui identificando su peculiar sonido algunas en canciones en las que laTalk Box tiene un rol más protagónico: “Livin' on a prayer” de Bon Jovi y “Show me the way” de Peter Frampton. Me afané tanto, que hace un par de años me compré una, ahora… sigamos conociendo este maravilloso efecto.

¿Qué es una Talk Box?

Entender la Talk Box es sencillo, de hecho, no hay mucha ciencia en ello y podemos comprobar su funcionamiento cuando nos ponemos el parlante del celular en la boca cuando está sonando una canción… espero no ser el único raro que hace eso, si deseas comprobarlo por ti mismo/a, es un buen inicio.Se trata de un pequeño parlante con una manguera sellada herméticamente, la cual debe ir en la boca del guitarrista. El sonido de la guitarra sale por la manguera y es ahí cuando se debe modular cada nota tocada con la forma de la boca y la lengua, como si estuviera hablando o cantando. El sonido de la guitarra reemplaza a nuestras cuerdas vocales al usar una Talk Box. En la mayoría de casos se activa con un pedal, que sirve para el bloqueo de la señal hacia el amplificador.

¿Cómo apareció?

El origen de la Talk Box data del año 1939, cuando a Alvino Rey (músico de Swing, conocido también como el padre del Pedal Steel) se le ocurrió emplear un micrófono de carbón para modular el sonido de la guitarra eléctrica con su garganta. En los conciertos, este micrófono era usado por la esposa de Alvino, quien se ocultaba detrás del telón para que los asistentes pudieran presenciar en vivo la novedad de este efecto.Luego se empezó a fabricar el Sonovox, un aparato que seguía el propósito de conectar el sonido de un instrumento musical con la voz de un intérprete, que en realidad se modulaba con la garganta. No fue hasta 1973, cuando Bob Hulzon (Holzum Music) desarrolló el mismo mecanismo (esta vez con una manguera delgada) para que Joe Walsh pudiera tocar “Rocky Mountain Way”. Años más tarde, fue patentada por Bob Heil, de la marca Heil Sound.Por cosas del destino, Peter Frampton recibió una Heil Talk Box por Navidad y le gustó tanto que no dejó de usarla en la grabación de su disco “Frampton Comes Alive!”.Tras el éxito del álbum, y su impecable performance con la Talk Box en temas como: “Do you feel like we do?” y “Show me the way”, Peter Frampton se convirtió en un referente indiscutible en el uso de la Talk Box. A pesar de que solo la empleó en una corta etapa de su carrera, eso no fue obstáculo para que pueda sacar su línea personalizada llamada “Framptone”.

Apetito por el Rock. Por Renato Chumbiauca Rebagliati.

La Talk Box: uno de los efectosmás emblemáticos en el Rock

Heil Sound vendió los derechos de producción de la Heil Talk Box a Dunlop Manufacturing en 1988, y es así que esta empresa sigue construyendo el Heil Talk Box bajo los mismos estándares de calidad y la exactitud con la que se empezó a fabricar.

Lista de canciones en las que se puede escuchar la Talk Box:Bon Jovi: “Livin' on a prayer”, “It's my life”, “We got it going on” y parte del intro de “Bad medicine”Joe Walsh: “Rocky mountain way”Peter Frampton: “Show me the way”, “Do You Feel Like We Do?”Aerosmith: “Sweet emotion”Motley Crüe: “Kickstart My Heart”Jeff Beck: “She's a woman”Alice in Chains: “Man in the box”Foo Fighters: “Generator”

La Talk Box.

Peter Frampton y su Talk Box.

¿quieres conocer más sobrerenato y su apetito por el rock?Visita: www.apetitoporelrock.pe

o escríbele a [email protected]

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n la política, salvo el poder, el resto es ilusión. Es la Eprimera afirmación que uno puede reconocer luego de ver la obra RICARDO III, escrita en el siglo XVI por el

dramaturgo inglés, William Shakespeare. Su montaje en el siglo XXI continúa dando un mensaje actual, siendo un referente universal sobre el Poder, la tiranía y la complicidad de la sociedad.

Desde octubre de 2013 está en escena la obra RICARDO III en el Teatro La Plaza (Miraflores, Lima). Es una historia montada en tres actos sobre un hombre, Ricardo - duque de Glaucester -, que hará todo lo que sea por instalarse en el poder: ser rey de Inglaterra. En su ascenso al poder acometerá crímenes, trampas, intrigas y seducirá a más de una; que, de la mano de "tontos útiles" como aliados, provocará el vacío del trono real como parte de su plan que costará la cabeza y la sangre de muchos.

Este clásico de la dramaturgia occidental es dirigido por Chela De Ferrari con un elenco de 19 actores, protagonizado por Miguel Iza (Ricardo III) con Rómulo Assereto (aliado de Ricardo III), Ricardo Velázquez (Rey Eduardo IV y hermano de Ricardo III), Sofía Rocha (Reina Isabel, esposa del Rey Eduardo), Paul Vega ( George, duque y hermano del Rey Eduardo y de Ricardo III), entre otros reconocidos actores de reparto, como Carlos Cano, Haydeé Cáceres, Pietro Sibille, etc.Busca no sólo aliados en otros personajes en escena sino también la anuencia de sus actos en los espectadores. En la

Teatro. Por Pablo Antonio de los Ríos.

primera parte, Ricardo narra los actos que trama para llegar al poder, como mandar a asesinar a su hermano George antes que su hermano el rey Enrique IV muera por su enfermedad. Luego de ello, sus víctimas serán los familiares de la Reina Isabel, pues el Príncipe aún menor será el sucesor que se interpone entre Ricardo y la corona.

En su condición de Lord Protector del Príncipe, su sobrino, sus "tontos útiles" buscarán en el pueblo inglés la legitimidad para coronarlo como Rey Ricardo III. Es cuando su personalidad cambia para ser afable y virtuoso para ganarse la voluntad del pueblo, el cual sucumbe ante el villano vestido de oveja. Metáfora de la relación que entablan los políticos con el pueblo en su camino hacia la obtención del poder. Una vez instalado Ricardo III en el poder por voluntad popular (y con los aplausos del público) , las prácticas perversas se recrudecen ante quienes se interpongan a su tiranía. El Príncipe heredero es asesinado, manda a decapitar adversarios y sus aliados temen por sus cuellos, huirán y se refugiarán en el bando enemigo. Finalmente se desata la guerra civil de las dos rosas. Las cuotas de desdichas de ambos bandos pone en vilo al pueblo. El público reconocerá que fueron cómplices de ese desenlace, de las ansias de poder de Ricardo III.

"Ricardo III" seguirá seduciendo a sus espectadores por tres semanas más desde el 9 hasta el 28 de enero de 2014 en Teatro La Plaza. Una obra en la que resuenan los caudillismos de Latinoamérica y nuestro pasado reciente, y nos advierte de nuestra posibilidad de impedirles su ascenso al poder.

Ricardo III llega al Perú“¡Qué mundo es este en el que vivimos! No dudo que acabe peor que con la peste,si mudos vemos manejos como éste" -Tercer Acto, W. Shakespeare.

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fotografía. Por paulo césar cárdenas macher.

Wankayuk tinkuq yaku; afluente de huancayo

008. 2 Santa Rosa de Ocopa. 5.5 km al NE de la ciudad de Concepción. 25 km al NO de Huancayo. 298 km al E de la ciudad de Lima. “Palm Beach” (E de Arajuno aprox.)

excediendo los 2000 km.

“Dícese, de paso, de grandes misiones partiendo hacia el vaho ignoto de las densas selvas... de ahí, Ocopa; al rayar el alba... o al desangrar el día.”

“... El Tinuq yaku simboliza el último encuentro del río de esta vida con el río de la otra vida”.

“El Desposorio nunca llegó”Allauchi, aytsa kaq mana alli ruranqantam waqar purikullan.“Pobrecita, anda llorando por el error cometido por el cuerpo.”

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“No mires arriba”Tsay patsa sh ar kur allquuta qayaa, allquu qa ill aqllata n aanim an waqyapan.“...Al instante me levanté y llamé a mi perro, y mi perro sólo ladró al vacío hacia el camino.”

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n 1967, el científico y polígrafo estadounidense Isaac EAsimov escribía en el prólogo a la antología de relatos de ciencia ficción Visiones peligrosas de Harlan

Ellison:

«Hace treinta años, cuando empecé a escribir ciencia ficción (yo era muy joven por aquel entonces), la colonización de la Luna era estrictamente un tema para las revistas pulp con llamativas portadas. Era literatura de no-me-digas-que-me-crea-todas-esas-tonterías. Sobre todo, ¡era literatura escapista!

A veces pienso en eso con una especie de incredulidad. La ciencia ficción era literatura escapista. Nosotros éramos escapistas. Nos alejábamos de los problemas prácticos tales como el béisbol infantil, los deberes en casa y las peleas con los compañeros, para entrar en el increíble mundo de la explosión demográfica, de las naves cohete, de la exploración lunar, de las bombas atómicas, de las radiaciones tóxicas y de la atmósfera polucionada.

¿No era algo grande? ¿No era admirable la forma en que nosotros, los jóvenes escapistas, recibíamos nuestra justa recompensa? Nos preocupábamos de todos los problemas grandes e insolubles de hoy en día unos veinte años antes de que lo hicieran todos los demás. ¿Cómo podía considerarse eso

El camino de Rama, Lo humano y lo sobrehumano. Por Sigmund Floyd.

escapismo?»

Entre 1937 y 1967 las cosas, en efecto, habían cambiado: en el momento de escribir el antedicho prólogo, Asimov recibía el agradecimiento (y la paga) del New York Times por un artículo serio sobre la colonización de la Luna. Un tema que tres décadas antes habría sido calificado de calenturiento pero que entonces cobraba realidad gracias a los esfuerzos de la NASA y la visión de algunos políticos.

Por desgracia, la tuerca de la historia ha dado un giro que nadie hubiera esperado en 1969, el año en que Neil Armstrong y Edwin Aldrin caminaron sobre la polvorienta superficie lunar. Hoy en día no solamente la exploración espacial ha perdido el prestigio y el impulso que otrora tuvo, sino que los resultados científicos y beneficios del emprendimiento astronáutico permanecen ocultos para la gente de la calle. ¡Y por si fuera poco, en el imaginario popular una proeza de calibre homérico y apolíneo como el desembarco en la Luna es apenas un montaje, un engaño, un psicosocial nixoniano!

El ciudadano promedio de nuestros día sufre –sin saberlo, naturalmente– una especie de esquizofrenia cultural: mira con recelo la rutina astronáutica cuando no abomina abiertamente de la civilización que produce cohetes espaciales, satélites de

El futuro que nunca fue«Uno de los tantos sueños perdidos de la era astronaútica que ya declina: el cilindro de O'Neill. La gigantesca estructura hueca gira sobre su eje para producir gravedad en las paredes interiores. Este modelo, concebido en los años 70 del siglo pasado, albergaría hasta a 10,000 personas. Los espejos, visibles a través de los enormes ventanales, orientan la luz solar para causar la alternancia del "día" y la "noche" en el espacio. Por desgracia, nuestros políticos se han mostrado casi todos incapaces de ver las ventajas de todo orden que implicaría esta expansión del espacio habitable humano.»

Vista interior de un cilindro de O'Neill. Rick Guidice, NASA Ames Research Center.

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comunicaciones, computadoras y conocimiento científico, pero al mismo tiempo disfruta de los certámenes deportivos transmitidos instantáneamente desde el otro lado del mundo (gracias a los satélites de comunicaciones), se cree a pies juntillas cualquier anuncio catastrofista sobre el efecto invernadero (cuyo estudio se inició con el descubrimiento de las condiciones atmosféricas de Venus) y derrama decenas de memes y enlaces de internet sobre las bondades de lo natural y las maldades del plástico y la electricidad (oligofrénico deporte posibilitado por la informática).

Abundan las páginas de internet que niegan la realidad de las misiones Apollo y aportan las pruebas del fiasco. Pruebas que no son tales y que cualquiera con nociones básicas de física y astronomía –y ganas de pensar un poco– puede echar por tierra. Lo que demuestra, en todo caso, la escasez alarmante de gente con dichos conocimientos y ganas. Pero ni siquiera hay que ir tan lejos; un simple razonamiento destruye toda pretensión de los negadores del arribo a la Luna. En aquellos tiempos, los soviéticos y estadounidenses libraban una carrera espacial. Era una cuestión de prestigio nacional, el socialismo contra el capitalismo. Si lo de la Luna hubiera sido un montaje, ¿por qué los soviéticos no protestaron apenas sospecharlo (y por lo visto, según los negadores de los descensos en la Luna, es facilísimo darse cuenta del engaño)?

La misma blandenguería mental abarca áreas cada vez más amplias del conocimiento, la información y el entretenimiento. Un solo ejemplo: la afirmación –atribuida falsamente a reconocidas universidades o investigadores médicos, porque la ciencia es mala y mentirosa excepto cuando apuntala estos delirios– de que el zumo de limón y el bicarbonato de sodio previenen y curan el cáncer. Ya nadie sabe (o nadie aprendió en

el colegio) que el zumo de limón es ácido y el bicarbonato es básico, y que por tanto se anulan mutuamente. Tampoco hay lugar para otro razonamiento simple y directo: si eso fuera verdad, si estas dos sustancias juntas constituyeran la panacea contra el cáncer, costarían muchísimo en estos momentos. La misma gente que se entusiasma con esta clase de tonterías –evidentemente concebidas por quienes saben jugar y medrar con la desesperación humana– repite alegremente consignas antisistema como que “el día en que el excremento valga algo, los pobres nacerán sin trasero”. ¿No se dan cuenta de que, por eso mismo, el zumo de limón y el bicarbonato no curan el cáncer?

Si el ciudadano de a pie de nuestros días alguna vez lee algo sobre un lugar llamado núcleo galáctico –la aglomeración central de la Vía Láctea, a treinta mil años luz (trescientos mil billones de kilómetros) de la Tierra, cuya masa y conformación se conocen a través de métodos indirectos de observación, radiotelescopía y modelos matemáticos muy avanzados; es decir, gracias a un conjunto de conocimientos, herramientas y modelos muy recientes–, digo, si alguna vez lee o escucha hablar sobre el núcleo galáctico, será en un texto o programa sobre las espurias profecías mayas. Y preferirá tragarse montones de datos falsos e incoherentes (lo peor, incongruentes entre sí) sobre la astrología, la farsa de la “medicina naturista”, los niños índigo y magenta y de cualquier otro color místico, lo lindo que es formar parte de una tribu amazónica conectada con la naturaleza (no importa si uno se muere a los cuarenta años, después de pasarse la infancia con el vientre inflado de parásitos y de ignorarlo casi todo sobre el universo físico y la cultura humana en general) y un largo e indecoroso etcétera.Como es lógico, todo esto se refleja en las ficciones literarias y

Un par de cilindros de O'Neill. Rick Guidice, NASA Ames Research Center.

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audiovisuales de moda. Libros y películas nos cuentan historias más bien sosas acerca de planetas llenos de tribales que adoran a la Pacha Mama y guerrean contra los humanos industrializados, contaminadores y malvados, todo eso junto, o sobre pesadillescos futuros más o menos cercanos en la estela de Blade Runner, pero con una intención insufriblemente moralista que no cabía en la novela de Philip K. Dick ni en la película de Ridley Scott.

Llega a tanto la estulticia hodierna que la mayoría de las personas ya ni siquiera saben bien qué es la ciencia ficción. Se la confunde con la fantasía, el terror, los pronósticos expertos, la astrología, la brujería, la especulación más insustancial, las “teorías del antiguo astronauta” (que vuelven a adquirir presencia en medios otrora serios como History y Discovery Channel), cualquier fumada sobre platillos volantes y, claro, esa emocionante saga medieval titulada Star Wars.

Asistimos, salvo nuevo aviso, al ocaso de la gran era astronáutica. ¿Y la ciencia ficción?

Bueno, la ciencia ficción no ha muerto, aunque algunos así lo crean; en cambio, han mutado tanto los escritores como las circunstancias. La buena ciencia ficción pretende hoy ser reconocida como literatura, sin más. Pero, a la vez, la sensación general es de un pesimismo seudoecologista muy a tono con la moda proirracionalista posmoderna y neoluddita. Las historias de ciencia ficción de nuestros días con más éxito versan sobre mundos exprimidos, inteligencias extraterrestres incomprensibles o puestas en el rol de mamás cósmicas, ensanchamiento brutal e ineludible de la brecha entre ricos y pobres, control huxleyano/orwelliano de la población, retorno a las comunidades cavernícolas sanas y sagradas para salvarnos del cambio climático.

¿Qué ha ocurrido, pues, desde 1967 hasta la fecha? ¿A qué se debe este encapsulamiento de las perspectivas?El astrofísico y divulgador científico Carl Sagan lo resumió muy bien hace más de 30 años: enceguecidos por el hedonismo, hemos asimilado los frutos de la ciencia, pero no su método. La seudociencia y el irracionalismo más descarado regresan por sus fueros, se aposentan en las aulas universitarias y en los congresos filosóficos; la ciencia no nos muestra el mundo, solamente una versión del mundo avalada por el poder; nada sabemos, es inútil saber algo, todos los saberes son relativos y ninguno es mejor que otro; la sensación inevitable es la de un desperdicio de esfuerzos y oportunidades que se pagará con el retroceso y la aniquilación. De nada vale señalar los éxitos de la higiene con base científica, los millones de vidas salvadas por la denostada medicina (la científica, la única), no sirve apuntar que el aumento de la eficiencia tecnológica destruye las previsiones catastrofistas sobre la falta de energía. Y mucho cuidado con mencionar la posibilidad de que el crecimiento pueda no tener límites.

La ciencia ficción nunca imprimió paradigmas a la sociedad en que surgió, como no lo ha hecho ninguna forma de arte popular ni elitista, pero sí amplificó los deseos, ansiedades y expectativas presentes. Lo mismo sucede hoy, pero el paradigma ha cambiado completamente. En su novela Fundación e Imperio (1952) Isaac Asimov describe un instrumento musical en apariencia inofensivo, que estimula mediante ondas electromagnéticas ciertas sinapsis cerebrales, combinando la percepción del sonido con estímulos inducidos directamente sobre la corteza cerebral. El resultado son composiciones más que auditivas, imágenes “musicales” que trascienden las formas sensoriales habituales. En manos hábiles, puede producir verdaderas obras de arte. Pero este instrumento, el visi-sonor, es también un arma temible. Porque si es manipulado por un individuo dotado de una telepatía emocional rudimentaria, puede manipular las emociones de la concurrencia e inducirle un derrotismo y un desespero irresistibles. Esa es justo la sensación que despierta el futuro en la mayoría de seres humanos hoy, ya sea porque viven en condiciones malas o terribles, o porque, a pesar de la relativa bonanza, no le encuentran sentido a la existencia y hacen suyo el lema atribuido a Luis XV: “Después de nosotros, el diluvio”.

Los antiguos sumerios describían el universo mundo como una estructura cerrada, la tierra forma la base y sobre ella se curva el firmamento, la sólida bóveda celeste contra la cual destacan las estrellas, los dioses, el gran río de los inmortales, esas luces sagradas e inalcanzables. Un universo hermético, como una ostra. Con los siglos y el ingenio heroico de unos cuantos hombres y mujeres fuimos descubriendo que había mucho más que eso. Destapamos la ostra, dinamitamos el firmamento y sospechamos abismos aterrorizantes, silenciosos, entre los mundos. Y los mundos eran sitios, lugares como planetas de gas, estrellas gigantescas, cuásares, galaxias incontables. Pero ahora pareciera que estamos colocando de nuevo la tapa en su lugar. Regresan los espíritus, las ofrendas, los rituales, la miopía. Ahí está otra vez el firmamento de bronce, sobre el que hemos pintado bonitas espirales y nebulosas de alta resolución que ya iremos borrando hasta quedarnos con la opacidad del metal empañado. ¿Tiene sentido preguntarnos, pues, si hay alguien a quien culpar por el futuro de pacotilla hacia el que parecemos dirigirnos? ¿Es inevitable, como la decadencia del Imperio Galáctico asimoviano? ¿O en algún lugar se ocultan nuestros quintacolumnistas, las manos sobre el teclado del visi-sonor?

Diseño conceptual de una base lunar de la NASA.

Interior de un cilindro de O'Neill. Donald Davis.

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a Iglesia Santa María de Loreto, ubicada en Achao, capital de la isla Quinchao, es la más antigua construida en madera de LChile. Mediante el tarugo, los indios nativos (chonos, huilliches y cuncos) prescindieron de uso de clavos. El estilo de la arquitectura religiosa de las siguientes iglesias construidas en el archipiélago, responde a la inspiración de los sacerdotes

provenientes de países europeos a mediados del siglo XVIII, quienes ordenaron la vida y el desarrollo urbano a partir de la ubicación estratégica de los nuevos templos, siempre cerca del mar. De estilo barroco, esta iglesia posee tres naves separadas de columnas de estilo dórico; y, la bóveda, de estilo arabesco.

La imagen que alberga la Iglesia de Santa María de Loreto se trata de la imagen de la virgen María, regalada por el Virrey del Perú, muchos años después identificada. Luego de la expulsión de los Jesuitas, la iglesia se terminó de construir con la labor de los franciscanos provenientes del colegio de Santa Rosa de Ocopa en el Perú. Esta nueva misión respetó el estilo inicial de las iglesias, o solo se dedicaron a reinterpretar en madera los estilos de las épocas correspondientes a la construcción de los demás templos.

Fotografía. Por José Guibert.

Iglesia Santa María de LoretoEspecial desde Chile.

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Provenientes del bosque chilote, las maderas que se utilizaron fueron el alerce, tablas de mañío y ciprés. Algunas iglesias del archipiélago, incluso la Iglesia San Francisco, en Castro, tuvieron que ser reconstruida por los consecutivos incendios de 1857 y 1902. Los franciscanos se encargaron de construir el último templo que hoy se aprecia en la Castro.

La iglesia fue recontruida por carpinteros chilotes, en 1912, es de estilo neogótico, distinta a la tradicional escuela chilota de arquitectura religiosa en madera.

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La iglesia recontruida por carpinteros chilotes, en 1912, es de estilo neogótico, distinta a la tradicional escuela chilota de arquitectura religiosa en madera.

Réplica del "Nazareno" que se encuentra en la Iglesia de Caguach.

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pueblan el mundo en tanto ejercen un rechazo brutal al tenue

reclamo de la humanidad. Los vemos empujar a los

sobrevivientes con sus escudos (gigantescas tapas de féretros)

hacia las fauces del apocalipsis mientras una serie de

ajusticiamientos, de muertos hacia vivos, toman lugar en sus

más variadas formas.

Es la apoteosis del horror. Una abominación más insana toda

vez que contemplamos sardónicas escenas en aquella

masacre cuyo origen es tan incierto como el destino de nuestra

especie. La única realidad, mayestática, absoluta, es que La

Muerte se ha apoderado de la tierra, como lo demuestra aquel

esquelético jinete armado con una guadaña, quien desde el

centro del caos dirige el exterminio.

¿Es la visión de un profeta en Patmos?

No exactamente. Es lo expuesto en El Triunfo de la Muerte,

obra maestra del pintor Pieter Brueghel, El Viejo. Un portento

terrorífico afín a los lúgubres mensajes que los artistas

flamencos mostraban en sus óleos.

Viñetas: La Capilla de la Historieta. Por el Dr. Slumberland.

en el pavor de lo inexplicable gestado a partir de lo cotidiano.

¿Cuál es la causa de que los muertos abandonen sus tumbas y

avancen lenta e inexorablemente hacia la instauración de una

suerte de necrocracia previa ingesta y contagio de los seres

humanos? ¿Es una maldición? ¿Una plaga bíblica? ¿Un virus

desencadenado por un accidente científico? ¿Qué?

Poco importa. Lo vital ahora es sobrevivir.

Al terminar de leer-ver los 14 primeros números del comic

The Walking Dead de Robert Kirkman y Tony Moore-Charlie

Adlard , los recuerdos a f lora ron y también los

cuestionamientos. Si los muertos de Brueghel están más

emparentados con los sádicos despojos de la serie de culto

Deadworld, los zombis de Image beben de las influencias de

Romero, hecho que no sólo se pone de manifiesto en la

estética bicromática que comparte con la fundacional La

Noche de los Muertos Vivientes, sino por sobre todo en el

DE BRUEGHEL A KIRKMAN:LA NECROCRACIA DE LOS MUERTOS Un ensayo sobre zombis.

ienvenidos, turgalenses de todo el orbe, Bbienvenidos a este espacio consagrado a la crítica

de nuestro amado noveno arte, el comic. Y

arrancamos ¡SHA! con la reseña de una de sus más

recientes y significativas obras (de esas que, a modo de

utopía, soñamos con que tenga un equivalente en nuestro

país, ains).

DE BRUEGHEL A KIRKMAN: LA NECROCRACIA

DE LOS MUERTOS

Un ensayo sobre zombis

Sobre un paisaje devastado por la furia de los elementos, las

legiones de la muerte avanzan imparables: hordas y hordas de

cadáveres engullen los escasos residuos de vida que aún

Resulta fascinante comprobar cómo el arte se retroalimenta.

O mejor dicho, cómo ante el disfrute de una obra excelsa

nuestra memoria nos abre mil y un senderos similares a lo que

acabamos de contemplar, leer o escuchar. Senderos que nos

remiten a instantes que nos subyugaron con igual intensidad y

claro está nos llenaron de preguntas y certezas. Desde que era

un niño, La Muerte según Brueghel me pareció la primera

descripción hecha por un artista occidental de aquellos

muertos vivientes que la sensibilidad de George A. Romero

describiría de manera tan perfecta en sus películas. Llamados

comúnmente zombis a partir del culto vudú que la comunidad

afroamericana de Haití diseminó en la cultura popular, el cine

de Romero obviaba dicha influencia, presente en la magistral

Yo Caminé con un Zombi de Jacques Tourneur y en la

producción Hammer La Plaga de los Zombis, y se adentraba

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tratamiento del guión. Kirkman y sus artistas le toman el

pulso a nuestra sociedad a través de sus personajes,

dilucidando capítulo tras capítulo si son el bastión en el cual

nuestra agonizante raza se reconocerá y redimirá o tan sólo

otros muertos que caminan, los cuales por alguna extraña

razón aún no se descomponen y hieden.

Si la guerra pone de manifiesto lo peor y mejor de lo que

puede ser capaz un hombre, una situación como la descrita en

esta epopeya magnifica dichas posibilidades hasta sus

últimas consecuencias. Rick, el protagonista principal, ha

pasado de ser un simple oficial inmerso en los engranajes

burocráticos tan comunes al sistema legal actual a convertirse

en La Ley; esto es, en el líder y posible fundador de un nuevo

modo de encarar la civilización. Nuestra especie ha retornado

a sus raíces tribales, las actividades habituales del hombre

primitivo regresan de manera apabullante: lucha por la

supervivencia, caza, protección, refugio; el individualismo

contemporáneo es desdeñado y la humanidad acoge

desesperada las costumbres gregarias que cimentaron su

historia. No obstante, en esta coyuntura nunca antes vista, los

sentimientos más ocultos y los secretos hirientes afloran

también, listos para limpiar conciencias o poner en jaque el

porvenir de los involucrados. Pocas escenas tan poderosas

como la riña entre Rick y su amigo Shane, disputa que

terminará con las revelaciones de éste último y su muerte a

manos del hijo de Grimes. O la alucinante parada en la casa de

aquel hombre en cuyo granero parte de su familia, convertida

en zombis, aún es conservada, a salvo, como muestra de un

amor que trascendió las barreras del horror…o la razón…

Es impresionante ver cómo ha evolucionado Image Comics

en estos 20 años. De ser considerada una editorial

independiente afecta a anabolizar los peores tics de Marvel,

ahora es el sello donde una de las grandes gestas de la

narrativa de esta época -gráfica o escrita- ha sido publicada.

En el apartado del dibujo, el trazo de Tony Moore, seguro y

esencial, rehúye las fastuosidades superfluas y el montaje

epiléptico de muchos comics. El inteligente uso de los

momentos gore, ajenos a las escatologías gratuitas, potencian

la crudeza de las atrocidades zombis mientras que la

afortunada ausencia de otros colores que no sean el blanco y

el negro terminan por consolidar aquel look de vieja crónica,

periodística o televisiva; donde la batalla, física y moral, por

restaurar las estructuras de la civilización (y esta vez con

materiales mejor elaborados) es narrada con la precisión de

un diseccionista.

Al concluir con estos primeros 14 números, leí recién la carta

de Robert Kirkman en el capítulo inicial. Fue grato

comprobar que sus planteamientos no sólo reafirmaban la

fidelidad hacia las mejores historias del subgénero, sino que

también se proponía expandir las posibilidades de tan

fascinante tema. En mi opinión y seguro estoy que en la de

muchos más, el autor ha cumplido su propósito con creces. Y

para los admiradores de esta obra, la aventura está lejos de

terminar.

Desde el Viejo Brueghel, pasando por Romero y hasta llegar a

Kirkman y compañía, este particular enfoque de la muerte se

ha convertido en el paradigma por excelencia al momento de

cavilar sobre un futuro aciago, preñado de catástrofes y

barbarie. No podría ser de otra forma, claro está; las más

desoladoras reflexiones sobre el tema nos llevan a hacer una

pausa y meditar en la esencia misma de aquellas cosas que la

velocidad de estos días parece empeñada en hacernos olvidar:

qué nos hace humanos y que nos aparta de dicha condición.

Es decir, pensar en nuestra vida…

¿Qué es?

¿Qué la determina como tal?

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ue un muchacho de diecisiete años se suicide suele ser Quna noticia que, aunque cada vez menos, conmociona, consterna y deja muchas dudas alrededor. La sociedad y

sus instituciones rutinarias y la religión y sus salmodias se unen en condenar la muerte causada por la mano propia: un sujeto menos para la maquinaria colectiva y un alma pecadora más para el abarrotado purgatorio. La tribulación es más grande, sin embargo, cuando se trata de la muerte de alguien a quien, se supone, le esperaba todo un futuro portentoso por delante (los muertos jóvenes, paradójicamente, se ganan de inmediato un sobresaliente porvenir). Sin embargo, el pasar de los días, la rutina, el sol que sigue brillando mandan al adolescente auto aniquilado a la verdadera muerte: el olvido (que es, además, la verdadera muerte para toda la humanidad).

Pero siempre hay excepciones; excepciones que, evidentemente, solo pueden provenir de seres excepcionales. Uno de ellos es –y aquí el presente indicativo del verbo es muy importante– Thomas Chatterton. Este personaje nació en Bristol, Inglaterra, el 20 de noviembre de 1752. Y podría decirse que ese día, en lo que concierne a Chatterton, Dios estuvo enfermo: nació en medio de una familia miserable, presidida por el fantasma de un padre muerto y las presencias fantasmales de una madre y una hermana que seguramente notaron prontamente que Thomas no era necesariamente un ser humano común. Pero si Dios estuvo enfermo el día en que Chatterton nació, el diablo debió estar muy sano, pues dos grandes dones (hermanados entre sí) le fueron dados: el de poeta y el de falsificador.

clamoreos; Columna literaria. Por bruno nassi.

En el inicio del poema Bendición, parte del poemario Les Fleurs du mal (1857), de Charles Baudelaire, la voz poética le hace decir lo siguiente a la madre que descubre que ha sido designada como progenitora de un poeta: “¡Ah! ¡No haber parido todo un nido de víboras / antes que amamantar esta irrisión!” La furia de la consternada madre –de la que Dios se apiada, según nos dice la voz poética– está justificada en este mundo: el poeta es un bicho raro, un espécimen que no encuentra lugar en la sociedad (por algo Platón los consideraba indeseables), la pieza que no encaja en el rompecabezas. Pero si además del don de la poesía, el ser nacido tiene la capacidad de mimetizar su escritura con textos distantes temporal y, por ende, estilísticamente a su tiempo, entonces la “bendición” que recae sobre él es el doble.

El hado, la casualidad, Dios, el diablo (o ambos) –podemos escoger según nuestra concepción de cómo se va armando la vida– hizo que a los once años cayeran en las manos de Thomas unos textos medievales del siglo XV que una iglesia había malbaratado. Thomas, que ya para entonces era un lector febril de toda clase de textos, asimiló el estilo de esos escritos y en poco tiempo su don de falsificador salió a flote. Ya entrado en la primera fase de la adolescencia, creó a Thomas Rowley, un supuesto monje medieval, a quien usó como heterónimo para crear falsos textos medievales que luego adujo haber descubierto. Su talento para esta falsificación fue tal, que eruditos de la época se tragaron el cuento (o el pergamino). Junto con Rowley, aparecieron (aunque secundarios) otros

Thomas Chatterton,el inmortal adolescente suicida

La muerte de Chatterton (1856) de Henry Wallis. Tate, Londres.

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personajes que le permitieron a Chatterton crear falsas biografías, genealogías, poemas, etc. Su genio se desplegó a través de esos alter egos, aunque también bajo su propio

nombre. Ya con diecisiete años, la genialidad del muchacho estaba en toda su efervescencia. Pero, como a veces les sucede a algunos poetas convulsivos, esta fiebre creativa estuvo acompañada de tendencias suicidas; tendencias que venían del alma, pero que también eran azuzadas por la realidad hostil de la que el muchacho no podía salir.

Sigmund Freud identificó a ciertos individuos que cuando alcanzan por fin algo (o a alguien) que han anhelado por mucho tiempo, paradójicamente, sabotean su propio éxito. El padre del psicoanálisis los llamó “los que fracasan al triunfar”. En abril de 1770, conmovidos por los devaneos suicidas de Thomas, sus amigos le financiaron un viaje a Londres. Allí empezó a trabajar escribiendo artículos para varios periódicos. A mitad de año, sin embargo, llegó su éxito: compuso una pieza musical llamada La venganza. Cobró, por primera vez en su vida, una cantidad de dinero importante para él. Con ella compró regalos para su madre y hermana, además del arsénico con el cual se suicidó el 24 de agosto, es decir, poco antes de cumplir dieciocho años.

¿Qué hubiera pasado si Thomas Chatterton, quien seguramente hoy sería diagnosticado con varios desórdenes psiquiátricos, no se hubiera suicidado? Seguramente habría alcanzado gran notoriedad en las letras prerrománticas y habría llegado hasta nuestros días como un canónico escritor inglés dieciochesco. Pero no sería la leyenda que inspiró a muchos artistas. Uno de ellos fue el poeta romántico John Keats (el famoso autor del poema A una urna griega, en cuyos últimos versos se dice “La belleza es verdad y la verdad belleza.” / Es todo lo que sabemos y debemos saber sobre la tierra). Otro inspirado por la convulsiva vida –y, sobre todo muerte, de Chatterton– fue el célebre compositor italiano Ruggero Leoncavallo, quien le dedicó una ópera. En el campo pictórico, el suicidio de Thomas permitió que Henry Wallis pintara La

muerte de Chatterton (1856), cuadro expuesto hoy en el Bringham Museum & Art Gallery de Londres. La lista de artistas inspirados por la apabullante personalidad de Chatterton, condensada en diecisiete años, es, por supuesto, más larga.

Thomas Chatterton, en el fondo, creo yo, era –a sabiendas o a tientas– un estoico, un senequista, es decir, seguía aquella máxima que en sus Cartas a Lucilio el filósofo romano Lucio Anneo Séneca comenta que no importa morir más temprano o más tarde; lo que importa, dice, es morir bien. Y eso significa, nada menos, que librarse del peligro de vivir mal. Chatterton debió conjeturar, dentro de su precoz genialidad, que mejor era dejarlo ahí nomás, que el éxito alcanzado lo redimía de las miserias pasadas y que su muerte prematura le ahorraba las futuras. Una muerte sincera para quien se hizo inmortal en gran medida por sus geniales falsificaciones.

El último poema de Chatterton:

DESPEDIDASAdiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos.Amantes de la riqueza, adoradores del engaño,rechazaron a puntapiés al niño que divulgóviejas acusaciones,y que por aprender pagó con una fama vacía.

Adiós, Gobernador, sigue tragando idiotascon tus eternas armas de corrupción.

Me voy donde soplan himnos celestiales,pero tú, cuando mueras, te hundirás en el infierno.

Hasta siempre, Madre: acaba, por fin, mi almaangustiada.No permitas que me equivoque.Ten misericordia, Cielo, cuando deje de vivir.Y perdonen este último acto de miseria.

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ith a Little Help From My Friends aparece como Wuna canción mas del álbum Stg. Pepper's Lonely Hearts Club Band pero no es una simple canción

más, NO. Escucharla es una experiencia fantástica, que te traslada a un lugar donde todo es tan colorido y lleno de alegría, ves a los cuatro beatles vestidos con ropas extravagantes, invitándonos a una fiesta llena de fantasía donde encontraremos personajes excepcionales, entre estos al controversial Billy Shears, un famoso incógnito dentro del universo Beat.

La canción fue especialmente compuesta para Ringo por John y Paul. El tiempo de la dupla se estaba acabando y sería seguramente una de las últimas veces que trabajarían una composición juntos. La canción es un relato de cómo ellos veían a Ringo. Y dan detalles que se ajustan mucho a la personalidad del buen batero, siendo feliz a pesar de las circunstancias, siempre optimista, amante de la paz y con una mala garganta para entonar canciones. Uno de los versos originales decía “qué harían si cantara desafinado, ¿me tirarían tomates?, palabras que Ringo se negó cantar, pensando que algún día los fanáticos se tomarían en serio la línea y empezarían a arrojar tomates como muestra de fervor. Razón por la cual, se cambio por la que conocemos hoy (“se pararían y me dejarían solo”). Uno de los detalles que da magia y caracteriza la canción es las voces de apoyo de sus compañeros. Todos apoyaron a Ringo en esta canción tan

Música. Por Luis Alonzo álvarez Linch.

íntima, salvo Lennon, que no participó mas que en detalles de percusión. La guitarra es toda de George.

Sgt. Pepper's Lonely Heats Club Band fue un disco muy lejano al concepto inicial que tendría, detalles de ello se quedan sólo en suposiciones. Aquel desfile de personajes sólo quedó en dos temas, esto favoreció a “With a Little Help From My Friends” para destacarse en la placa más allá de la magia de su simple melodía.

¿Me tirarían tomates?Lo que vieron cuando apagaron las luces.

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gresado de la Escuela Superior de Bellas Artes de ETrujillo mediante una tesis que proponía al comic como herramienta pedagógica, la fascinación por la historieta

que siempre manifestó Sergio no se vio menguada ante la ausencia de ella en los sílabos de su alma mater.

Paradójicamente.

En medio de bodegones y sesiones de dibujo anatómico, este artista de 27 años fue independizándose de los preceptos cada vez más academicistas de la Escuela. Convencido de que sólo a través del profundo conocimiento de la cinética del cuerpo humano, lograría vislumbrar la esencia de los grandes maestros de antaño, Sergio fue refinando su destreza para el comic. Abrazó el manga, y tomó como guías espirituales a los inmensos Katsuhiro Otomo y Akira Toriyama, de cuyas obras asimiló el ritmo cinematográfico de las secuencias y la caracterización de expresiones y diseño de personajes, cualidades imprescindibles para las vertiginosas historias que nos ofrecerá, donde la acción desenfrenada, la mística superheroica y generosas dosis de humor negro, se dan la mano en un coctel nitroglicerínico.

Miembro, a su vez, del grupo Tentempié Comics, dedicados a la publicación de fanzines de historietas, es con Choloman, primer episodio de la serie Héroes: Un Cliché (consagrada a las sátiras brutales de los superhéroes nacionales), donde el talento de Sergio Yaipén Ulloa se manifiesta por primera vez. Un talento que día a día va perfeccionándose.

Finalmente, su opinión de los escasos representantes del comic local _ los cuales han contribuido, involuntariamente, al entumeciendo de este arte en nuestro medio _ es sencilla y contundente, merced a la frase:

“Se consumen entre ellos…”

como Moisés, Sansón o David protagonizaban epopeyas steampunks, siendo al mismo tiempo contemporáneos de ilustres semitas como el capitán Alfred Dreyfus, Theodor Herzl o del mismísimo Friedrich Nietzsche, en la imaginación del autor, rabino disidente versado en el esoterismo hebraico, en cuya sinagoga clandestina, ubicada en Nazaret, adoctrina a sus acólitos, de entre los cuales saldrá El Superhombre.

Ahora, convertido en guionista de la planilla Turgalium, desarrolla cáusticas mitologías urbanas influenciadas por Rabelais y Jack Kirby.

icenciada en Ciencias de la Comunicación en la LUniversidad Antenor Orrego de Turgalium City y futura empresaria, concibió la premisa del Choloman _

luego desarrollada por Cohen _ a través de la asociación entre la cosmogonía de la Marvel Comics y la realidad de nuestras maltratadas agricultura y minería.

Introducción a: Héroes: Un Cliché.

Sergio Jesús Yaipén Ulloa

César Cohen Claudia Bazán Estrada

Guión: César Cohen. Dibujo: Sergio Jesús Yaipén.

ésar Cohen, antiguo Cc a t e q u i s t a estadounidense de

origen judío, descolló en los ámbitos seminaristas de mediados de los 90s con sus f a n z i n e s d e u c r o n í a s p e n t a t é u t i c a s , d o n d e personajes emblemáticos Héroes:

Un Clichéepisodio I

Cholomanprimera parte

Idea original deClaudia Bazán Estrada

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plicada estudiante del centro educativo Talentos, en Adonde combina sus deberes escolares con el ejercicio del trazo y el color que sobrecogen a sus compañeros y

maestros. Con sólo 14 años, esta joven dibujante muestra un sorprendente dominio del lenguaje del comic, una pericia rara vez vista en las publicaciones afines que han aparecido en Trujillo, la misma que la ha llevado a obtener, a su corta edad, algunos interesantes reconocimientos en el ámbito local referido a la divulgación del arte secuencial.

Y sólo está empezando.

Lectora contumaz, su descubrimiento de la historieta ha servido para complementar su pasión por los relatos donde la descripción de exóticas travesías llevadas a cabo por audaces aventureros, potencian su imaginación, siempre presta a plasmarse sobre el papel en forma de trepidantes viñetas, como las que veremos a continuación.

El deslumbramiento que ha significado el comic para ella, queda muy bien reflejado en su interés por emparentar a héroes distintos; realizar exquisitos pastiches como en su momento lo hicieran el gran Philip José Farmer o su ahora admirado Alan Moore.

Su frase:

“¿Y si el Little Nemo creció y se convirtió en el Sandman de Jack Kirby y Neil Gaiman?”

Marcos Ariasada se sabe de este hidalgo, excepto que alguna vez trabajó como cocinero en el legendario Nrestaurante de comida china El Gallo Rojo, del cual fue despedido por su gusto de alterar los textos de las cartas de menús, en donde solía describir espectaculares potajes de cariz

lovecraftiano, los mismos que atemorizaban a los clientes y atraían a otros comensales, interesados en grimorios y arcanos.

Ahora está consagrado a la línea de comics de Turgalium City, mientras espera concluir algún día su precuela del Antiguo Testamento.

Introducción a: Talesias.

Adriana Alvarado

TALESIASEpisodio I: Un Viaje

Guión: Marcos AriasDibujo: Adriana Alvarado

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