Trayectoria Bio-bibliografica de Fernando Fernan Gomez

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1 I. TRAYECTORIA BIO-BIBLIOGRÁFICA DE FERNANDO FERNÁN-GÓMEZ

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  • 1I. TRAYECTORIA BIO-BIBLIOGRFICA DE FERNANDOFERNN-GMEZ

  • 2?Recuerdo haber ledo no s dnde que no se debe escribir sobrela propia infancia, porque la infancia de todos los hombres es lamisma. Efectivamente, yo nac, como todo el mundo, en Lima.Pero no me registraron all, sino que, como a todos los hombres,me sacaron del Per casi de contrabando, porque la compaa enque actuaba mi madre continuaba su gira, y fui inscrito dasdespus en Buenos Aires. Mi abuela, como las abuelas de todoslos dems, tuvo que desplazarse -a sus sesenta aos de costureramadrilea- a la ciudad del Plata para hacerse cargo del evento, yaque mi madre se haba contratado en otra compaa trashumante,la de Antonia Plana y Emilio Daz, y no saba qu hacer conaquel regalo de la Providencia. Durante algunos meses, tambincomo todos los nios, tuve un ama negra.

    Fernando Fernn-Gmez, El tiempo amarillo.

  • 1 Naturalmente, el teatro de repertorio influy de manera directa y durante muchos aos en la prcticaescnica. El pragmatismo invadi los escenarios e incluso afect el trabajo actoral propiamente dicho, el cual,confiado a la capacidad nemotcnica del actor, haca de los apuntadores los nicos personajesverdaderamente insustituibles. Hay que tener en cuenta que las compaas de repertorio, tanto en las dilatadasgiras americanas, como en los dos o tres meses en las principales ciudades espaolas, cambiaban de obracada semana, o incluso llegaban a representar dos obras distintas el mismo da, en funcin de tarde y denoche, y los ensayos que precedan el estreno resultaban insuficientes, cuando no ridculos. F. Fernn-Gmezrememora esta situacin en su artculo Desde la concha del apuntador, publicado en El Pas Semanal el22 de octubre de 1989, donde comenta que los esfuerzos del actor por memorizar resultaban vanos y elcaparazn de la concha era el nico protagonista, gracias al cual se sustentaban todos, incluido el teatro derepertorio.

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    I. INTRODUCCIN

    Fernando Fernn-Gmez naci en Lima (Per) el veintiocho de agosto de 1921 y fue inscritoen el registro civil de Buenos Aires (Argentina) el diecisis de septiembre de ese mismo ao. Sumadre, Carolina Fernndez, actriz de la compaa teatral Guerrero-Daz de Mendoza, trabajaba porentonces en una larga gira por el ente americano, desde Mxico hasta Argentina, sumndose as alos frecuentes viajes que en aquella poca las compaas ms slidas de nuestro pas realizabanhabitualmente por Hispanoamrica.

    La bsqueda de la mxima rentabilidad obligaba a que dichas estancias en el extranjero sedilataran durante ms de un ao, pues la amplia composicin de las compaas teatrales elevaba elcoste de las giras y obligaba a representar los repertorios durante largas temporadas en cada ciudad.La denominada compaa de repertorio se impuso como la nica frmula capaz de asegurar lataquilla, planteando la dinmica teatral como una constante renovacin de la programacin, con unaoferta amplia y variada1.

    Por este motivo Carolina Gmez, doa Carola, tuvo que permanecer ms de nueve mesesal cuidado de su nieto en la capital bonaerense, esperando que su hija completara el viaje con lacompaa.

    Al cabo de este tiempo regresaran a Madrid, donde Fernando Fernn-Gmez pas suinfancia entre pensiones y casas de huspedes a merced siempre del trabajo de su

  • 2 F. Fernn-Gmez relata en sus memorias, El tiempo amarillo, esos aos de su primera infancia conun especial detenimiento, recrendose en una poca de paso en que la vida pareca transcurrir sin sujecin,eventual e insegura como el trabajo de su madre, pero que, al mismo tiempo, fue tambin una poca quedejara en l una honda huella, tanto por el hecho de vivir a expensas de las circunstancias, como por habercompartido la vida especialmente al lado de su abuela, doa Carola. En esos aos se sucedieron losalojamientos en lugares de mayor o menor categora, y a la Pensin Adame, que Fernn-Gmez sita en lamadrilea calle de Carretas, y donde tambin viva la singular Concha Catal, por entonces gran actriz delTeatro Lara, siguieron los pisitos compartidos, los favores de algunos amigos de la familia que, como elsastre Francisco vila, los acogera en su casa del Pasaje de la Alhambra, o las muchas veces que alquilaronpiso en la calle lvarez de Castro. Fernn-Gmez comenta que fueron cinco las casas en que vivi en esamisma calle del barrio de Chamber entre 1921 y 1936, calle a la que dedic un nostlgico artculo en suseccin Impresiones y depresiones de El Pas Semanal, el 19 de marzo de 1989, titulado Los rboles demi calle.Las memorias del autor, como material imprescindible para su estudio biogrfico, y, por lo tanto, dereferencia constante, se citarn en lo sucesivo atendiendo al volumen y el nmero de pginascorrespondientes segn la presente edicin: El tiempo amarillo. Memorias, 2 volmenes (1921-1943/1943-1987), Madrid, Debate, 1990.

    3 F. Fernn-Gmez recrea estos primeros recuerdos junto a su abuela en el Captulo III de la primeraparte de sus memorias, titulado precisamente Paseos (I, pg, 51 y ss).

    4 Fernando Collado, El teatro bajo las bombas, Madrid, Kaydeda, 1989, pg. 617.

    5 Vase Dru Dougherty y Mara Francisca Vilches de Frutos, La escena espaola entre 1918 y 1926,Madrid, Fundamentos, 1990, pg. 33.

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    madre2, mientras su abuela lo paseaba por el Madrid antiguo, el castizo, aqul que a ella tanto tegustaba frecuentar3.

    ?No guardo la impresin de haber sido un nio mimado -quizs porque lascircunstancias no lo permitan-, pero s un nio muy querido y atendido,tanto por mi madre como por mi abuela. (I, pg. 49)

    Fernando Fernn-Gmez vio actuar a su madre por primera vez en la primavera de 1925 enel Teatro del Centro, donde Carolina participaba en una misteriosa comedia, representando su papelen el interior de una enorme jaula (I, pg. 60). En esa misma temporada intervendra tambin en laobra Son mis amores reales, drama en verso de Joaqun Dicenta, hijo, galardonado con el PremioPiquer, de la Academia Espaola4 y que la compaa de Jos Ronicu llev a escena con gran xito.Un xito auspiciado quiz por el renacer del teatro potico en la dcada de los aos veinte, quehaba hecho triunfar en ese mismo ao ttulos como Cancionera, de los hermanos lvarez Quintero,o Don Luis Meja, escrita por Eduardo Marquina y A. Hernndez Cat5.

  • 5Desde el trece de septiembre de 1923 Espaa estaba viviendo bajo la dictadura militar delgeneral Miguel Primo de Rivera, quien, como Capitn General de Catalua, asumi laresponsabilidad gubernamental mediante un golpe de Estado. Pero el intento de institucionalizacindel rgimen en 1925, con la sustitucin del Directorio militar por un gobierno civil, dividi inclusoal ejrcito, cuyo apoyo al rey permiti la dimisin de Primo de Rivera en enero de 1930 y larestitucin del poder monrquico. El retomo inviable al sistema constitucional de 1876, unido aprofundos problemas sociales, polticos y econmicos que debilitaron la cohesin monrquica,condujeron a las elecciones municipales del doce de abril de 1931, las cuales permitiran salir dela situacin creada por el estado de excepcin impuesto por la Dictadura. Las elecciones otorgaronel triunfo a la coalicin republicano-socialista en Madrid y Barcelona. Alfonso XIII suspendi elejercicio del poder monrquico y abandon el pas ante el ultimtum del recin creado Comitrevolucionario.

    El catorce de abril de 1931 Fernando Fernn-Gmez pase junto a su abuela por las callesdel Madrid que festejaba la proclamacin de la II Repblica, acogida con un entusiasmodesbordante por el pueblo que, pendiente del balcn de la Gobernacin, abarrotaba la madrileaPuerta del Sol.

    Aquel 13 de septiembre de 1923 se inici una dictadura militar quetermin en mayo de 1930. Si a aquellos seis aos se suman loscuarenta, de julio del 36 a diciembre del 75, en que detent el poderFrancisco Franco, obtenemos la conclusin de que todos los espaolesque hemos nacido alrededor de 1920 nos diferenciamos del resto delos europeos no slo en que nos gusten las corridas de toros y algunasde nuestras mujeres lleven navajas en la liga y por nuestros caminosvagara hace siglos un tonto de pueblo al que llamaban el Quijote,sino porque hemos vivido, de nuestros sesenta aos, cuarenta y seisbajo la opresin de dictaduras militares y personales, sin las relativaslibertades que a los adultos se les consentan en los dems pases. (I,pg. 48)

  • 6 Esa falta de definicin poltica durante su primera juventud ser tambin caracterstica de uno delos personajes ms entraables de su obra, el Luisito de Las bicicletas son para el verano, a quien, comoveremos, podremos considerar casi como un desdoblamiento del propio autor.

    7 El tiempo..., I, Cambios de colegio, pg. 64 y ss.

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    Tal y como recuerda Fernn-Gmez, doa Carola luch siempre al lado de los liberales, delos que, segn ella crea, deseaban el progreso y bienestar de los pobres, contra los caverncolas,que no hacan ms que darse golpes de pecho y estaban incapacitados para la comprensin y lacaridad (I, pg. 100). Y sus ideas republicanas y particularmente anticlericales contrastaban con lamonarqua defendida siempre por su madre:

    Empec a enterarme tambin, desde poco antes de abril del 31hasta poco despus, no slo de que mi abuela era republicana, sinosocialista, y de que mi madre era monrquica. Cuando se proclam laRepblica, mi madre estaba contratada en la compaa de CasimiroOrtas y haca una tourne por provincias. Muy poco despusescribi a casa: Con esto de la Repblica, no viene ni un alma a losteatros. El hecho era cierto, y mi abuela hubo de reconocerlo cuandopoco despus hablaron de ello, pero mi madre, al resaltarlo,manifestaba sus ideas, opuestas a las de la abuela, y la poltica entrabaen nuestra casa iniciando la divisin de mi pensamiento. Empezabana nacer mis dudas polticas. (I, pg. 23)6

    Estas diferencias ideolgicas influiran tambin decisivamente en la eleccin de los centrosde enseanza los que acudira Fernando Fernn-Gmez. Parece ser que la misma facilidad que tuvosiempre su madre para cambiar de domicilio, la conservara en lo referente a los colegios. Estanciasbreves, y en ocasiones alternas, se sucederan entre San Estanislao de Kotska -colegio consideradode los ms grandes e importantes de Madrid-, la Institucin Libre de Enseanza, cuyosprocedimientos pedaggicos resultaron para su abuelaexcesivamente renovadores, y la AcademiaDomnguez, en la que se practicaba la enseanza seglar -y econmica- de la que era partidaria doaCarola. Finalmente, las aspiraciones sociales de Carolina Fernn-Gmez se inclinaran ms por losHermanos Maristas de la calle Fuencarral7.

    Los constantes cambios de domicilio que provocaba esta situacin se regularizaranalgo cuando su madre se contrat en la Compaa Loreto Prado-Enrique Chicote. Siendo una

  • 8 Anteriormente Enrique Chicote haba sido empresario en el Teatro Martn. Fue en 1896, es al frentede su propia compaa dramtica, cuando contrat a Loreto Prado para los finales de zarzuela, una actriz queposea ya un cierto renombre en Madrid a raz de sus actuaciones en el Teatro Romea. A partir de entoncesambos alcanzaran una gran popularidad, actuando en el Teatro Cmico, con algn intervalo, entre 1897 y1943. En su Biografa de Loreto Prado (Madrid, Instituto Editorial Reus, 1955), Enrique Chicote atribuyea la gran actriz un total de dos mil ttulos representados, entre comedias, dramas, melodramas, zarzuelas,dilogos, sainetes y repertorio, la mayora de ellos xitos clamorosos, con ms de seiscientas obras quepasaron de las cien representaciones.

    9 F. Collado, Op. cit., pg. 614.

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    de las ms populares de la poca, esta compaa actuaba permanentemente en Madrid, en el TeatroCmico, desde 1897, cuando su empresario y primer actor, Enrique Chicote, lo convirti en sedehabitual de sus actuaciones junto a la genial Loreto Prado8, cedindolo en ocasiones aarrendamientos que beneficiaban proyectos de otros directores o productores9. Este trabajopermitira a la familia Fernn-Gmez trasladarse al barrio de Chamber, a laya mencionada callelvarez de Castro.

    Por entonces Fernando Fernn-Gmez sola acudir al Teatro Cmico para llevar la cena asu madre y all, entre bastidores, observaba algunas escenas de las funciones, a las que siempreacuda acompaado por una de esas criadas con las que convivi habitualmente durante su infanciay adolescencia. Circunstancia que aparece reflejada en parte de su obra, demarcado carcterautobiogrfico, y de la cual el autor deduce el origen de una de las posibles caractersticas de lamisma:

    Esa especie de ramplonera que puede observarse en mucho de loque escribo y tambin en mi modo de dirigir las pelculas y las obrasde teatro, y que a m ha acabado por resultarme un defecto entraable,sincero, con el que me identifico y en el que me encuentro, creo yoque puede provenir de haber aprendido la vida en las charlas con lascriadas analfabetas -sobre todo con Mara, la aficionada a la poesa-y con mi abuela, que nunca lleg a saber ninguna de las cuatro reglas,y cuyas nicas pasiones eran, a la edad en que yo la conoc, la lecturay el amor por su nieto. (I, pg. 144)

    De nio, recuerda haber asistido a los espectculos de los Piccoli de Podrea,la zarzuela La Bejarana y la revista Las corsarias (I, pg. 132). Pero donde verdaderamente

  • 10 Csar Oliva, El teatro desde 1936, Madrid, Alhambra, 1989, pg. 71.

    11 En el estudio realizado por Josep Lluis Sirera sobre el Teatro Principal de Valencia se citan muchasde estas obras como estrenos realizados en el mencionado teatro. Concretamente, fue en la temporada1928-29 cuando Enrique Rambal puso en escena Miguel Strogoff y 20000 leguas de viaje submarino,completadas con otras piezas como El nabab. En la siguiente temporada, 1929-30, seran representadasVolga!, Volga! (Varela, Burgos y Baeslauni), El signo del zorro, Faviola (sic), El misterio de Versalles oLa Corte del Rey Sol, Las mil y una noches (Hernndez Casajuana-Rambal), Las tierras de oro (MartOrbera) y El misterio de la alcoba nupcial. Vase El Teatre Principal de Valncia, Valencia, InstituciAlfons el Magnnim, Instituci Valenciana dEstudis i Investigaci (Col.lecci Politcnica, 26), 1986, pg.250.

    12 Acerca de los espectculos teatrales de Enrique Rambal, Csar Oliva comenta que sus grandesdecorados de cartn piedra todava son recordados con temor por los viejos tramoyistas espaoles. Con unaperfeccin casi circense, les obligaba a apuntalar enormes muros que, en un momento dado, deban dejarun orificio por donde inundar la escena, con el consiguiente pavor de los espectadores, o incendiar Roma,o destruir un edificio a vista de pblico. Op. cit., pg, 27.

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    descubri la magia del teatro fue a los siete aos, cuando presenci las representaciones de laCompaa del Gran Espectculo de Enrique Rambal.

    Su madre haba conseguido por entonces gran popularidad en la compaa titular del TeatroCmico con obras como Charleston y Los Lagarteranos, sainetes de uno de los muchos epgonosde Carlos Amiches, Luis de Vargas, cuyo xito vena avalado por la dramaturgia tradicionalimperante, de corte decimonnico. Un teatro que, como sabemos, sin abandonar los escenariosespaoles durante la Repblica, ni siquiera durante la guerra, se sigui cultivando de manerapreferente en la inmediata posguerra. De ah que, por ejemplo, alguno de los ttulos del mentadoLuis de Vargas, tales como El seorito Pepe, Tina Quina o Los vestidos de la seora10, triunfaranasimismo en plenos aos cuarenta, cosechando, como tantos otros, el xito del teatro ocasional dela poca, el de la diversin intrascendente.

    Pero entonces, en los aos veinte, exista la posibilidad de adentrarse en otras aventurasteatrales. Tras abandonar la compaa de Loreto Prado-Enrique Chicote, y despus de pasar unatemporada con la compaa de Aurora Redondo-Valeriano Len, Carolina se contrat de primeraactriz con el actor y director valenciano Enrique Rambal. El recin inaugurado Teatro GranMetropolitano acogera un repertorio inslito para la poca: El signo del zorro, La corte del Rey Sol,El jorobado o El juramento de Lagardre, de Paul Feval, Volga!, Volga!, 20.000 leguas de viajesubmarino, La vuelta al mundo en 80 das, y Miguel Strogoff, de Julio Veme, El carnet del diabloo Las mil y una noches11. Se trataba, sobre todo, de adaptaciones de ttulos popularizados por elcine, en los que la accin era el pretexto fundamental del espectculo y el teatro se converta en puratramoya12.

  • 13 Luis Araquistin, La batalla teatral, Madrid, Compaa Iberoamericana de Publicaciones, 1930,pgs. 35-61. Apud D. Dougherty y F. Vilches, Op. cit., pg. 27.

    14 D. Dougherty y F. Vilches constatan la polmica entre la crtica teatral del momento, perosubrayan tambin la clara conexin existente entre dichas formas y el gusto popular, mencionando los teatrosNovedades, Latina y Martn como teatros que servan a un pblico falto de pretensiones intelectuales, y que,especializados en obras de tipo lrico, acusaban las cifras de actividad ms altas. Op. cit., pg. 27.

    15 D. Dougherty y F. Vilches contabilizan un promedio de 225 estrenos al ao. Ibidem, pg. 28.

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    Una oferta que responda, sin duda, al gusto de un pblico determinado -el pblicomayoritario-, y que haba surgido tambin por la propia evolucin de las artes escnicas.

    Pensemos que en estos aos, a pesar de la notable diversidad de la oferta teatral constatadapor Dru Dougherty y Mara Francisca Vilches de Frutos en su estudio sobre el teatro madrileoentre 1918 y 1926, predominaba fundamentalmente el gnero cmico, esa comicidad falta desentido crtico y de espaldas a las grandes transformaciones socioeconmicas planteadas por laprimera guerra mundial que rechazaba Luis Araquistin en La batalla teatral13, y que formaraparte de una amplia polmica ideolgica:

    Es ms, dicho fenmeno entraba en los debates en tomo a la crisisteatral cuya cuestin fundamental era la adecuacin de un teatro deformas acuadas a finales del siglo pasado a una sociedad cada dams consciente de habitar el siglo XX. De ah la frecuente polaridadde actitudes respecto a la realidad de una escena dedicada en granmedida a hacer rer al pblico del que dependa como negocio14.

    El teatro segua premiando al autor o al actor capaz de hacer rer o llorar a un pblicovido de novedades ingeniosas y divertidas. Y ello explicara no slo el alto ndice de estrenos15,sino ciertas lneas que gustaban especialmente al pblico y que dependan de la sorpresa o dela novedad, como eran las parodias, las obras inspiradas en sucesos del momento, los dramaspolicacos y los espectculos de sorprendentes efectos escnicos. En este mbito hay queinscribir las obras teatrales que respondan al nuevo gusto por el cine, y que dieronlugar a un nuevo subgnero, la pelcula hablada en el que la accin y la sorpresa

  • 16 Ibidem, pg, 30.

    17 J. L. Sirera, Op. cit., pg. 251.

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    dominaban el escenario bajo un ritmo vertiginoso, buscando la adecuacin a la sucesin desecuencias cinematogrficas16.

    En palabras de Josep Llus Sirera:

    Tot aquest teatre en general descansava en dos principis bsics: latcnica cinematogrfica que se basava en una sucessi rpida desituacions i escenes, i la purament espectacular, a base de gransdecorats (nombrosos i camviats amb rapidesa), i efectes especials,com projeccions, bandes mbils, etc... El text teatral esdevenia,llavors, gui dun espectacle a cavall entre el cinema i el teatre, en uninestable equilibri que estaria condemnat a desfer-se definitivament alllarg de la dcada dels quaranta 17.

    Es lgico que desde que en 1900 Fructuoso Gelabert realizara los primeros films en nuestropas, la influencia del cine se fuera acrecentando, y si en un primer momento la aparicin delcinematgrafo no result especialmente negativa para el teatro -el cine mudo haba nacido con unadiferencia que se crea fundamental y determinante en relacin con el gnero teatral, apegadoabsolutamente a la tradicin oral: la ausencia de la palabra-, pronto surgieron las interferencias ycon ellas las reacciones de intelectuales, crticos o aficionados a uno u otro medio queprotagonizaron un largo debate, en ocasiones proftico, que abarcara aspectos fundamentales deambos gneros.

    Mara Jos Conde Guerri, refirindose a la faceta de dialoguista de Enrique Jardiel Poncelacuando trabajaba para la Fox en 1934, ha comentado:

    . . . e s e l m o m e n to en que Ca t a l i n a B r c e n a ,Dolores del Ro, Ramn Navarro, Jos Luis Lpez Rubio,Eduardo Ugarte y Gregorio Martnez Sierra atraviesanlos estudios de la Metro, la Fox y la Paramount

  • 18 Mara Jos Conde Guerri, El teatro de Enrique Jardiel Poncela, Zaragoza, Caja de Ahorros deZaragoza, Aragn y Rioja, s. d., pg. 13.

    19 Mara Luisa Burguera, ed. de El baile. La vida en un hilo, Madrid, Ctedra, 1990, pg. 14.

    20 Jess Garca de Dueas fecha en 1929 el primer viaje de Edgar Neville a Estados Unidos,destinado al Consulado de Espaa en Los ngeles. Sera un ao despus, contratado ya por laMetro-Goldwyn Mayer, cuando regresara a Hollywood para trabajar como Director de Dilogos. Segn JuanB. Heinink, Neville consta solamente en dos fichas de pelculas de la Metro: El presidio (Ward Wing, 1930)y En cada puerto un amor (Marcel Silver, 193 l). Vase Nos vamos a Hollywood! (Abecedario de unafrustracin), Madrid, Nickel Odeon, 1993.

    21 Acerca de esa gran polmica cine versus teatro comenzada a mediados de los aos veinte,Gregorio, Torres Nebrera ha realizado un interesante anlisis recurriendo sobre todo a la prensa como fieltestimonio de las opiniones ms significativas de la poca. El artculo, titulado Teatro y cine en Jardiel: dosejemplos (en Jardiel Poncela. Teatro, vanguarda y humor, Barcelona, Anthropos, 1993), aporta una ampliabibliografa sobre el tema, centrndose en la dcada 1926-1936 e incluyendo tanto una recopilacin deartculos periodsticos de la poca como de estudios crticos propiamente dichos. En este estudio TorresNebrera constata una primera fase en la que la polmica se centr en la oposicin entre teatro y cineentendidos como gneros, cuando se planteaba la conveniencia de que el segundo se sirviera del primero yque las pelculas que se realizaran fueran, por tanto, obras teatrales adaptadas al nuevo medio. De este modoel teatro mantendra -y mantuvo, de hecho- cierto control sobre el nuevo espectculo.Las producciones cinematogrficas espaolas insistieron en esa frmula de adaptacin de textos literarios,y, sobre todo, teatrales, pensando que sera adems el modo idneo de adentrarse en un pblicoacostumbrado hasta entonces al teatro. Pero pronto aparecieron las crticas contrarias al procedimiento delteatro filmado, y como apunta Torres Nebrera El cine -en ello coincidan varios opinantes en lapolmica- haba de encontrar su propio objetivo que lo diferenciara del teatro, pues dispona de una libertadde expresin -en el espacio y en el uso de la luz- que no se poda lograr en un escenario ni remotamente enaquel entonces (pg. 233). Se pretenda que el cine no compitiese con el teatro, sino que encontrara unlenguaje propio, nuevo y diferente, que marcara para ambos caminos divergentes y seguros.

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    atrados por una bohemia que Lpez Rubio y Neville califican debrillante y divina.18

    El mismo Edgar Neville, ms tarde amigo personal de Fernando Fernn-Gmez, fue tambinun autor a caballo entre el teatro y el cine. A raz de su visita a Hollywood en1928 corno primersecretario de la embajada espaola en Washington19, lleg a formar parte incluso del crculo deamistades de Charles Chaplin, realizando una interesante labor cinematogrfica que reanudaradespus de la guerra20.

    As pues, autores y actores se vieron envueltos en ese nuevo arte que les ofrecainsospechadas posibilidades, cuando la mediocridad general del teatro de la poca producadesnimos y crticas constantes.

    Precisamente, la generacin de Carola Fernn-Gmez sera la dedicada casi exclusivamenteal teatro, dejando paso a los actores que compaginarn a partir de entonces su trabajo en losescenarios con los plats cinematogrficos21.

  • Pero las interacciones fueron continuas y aparecieron trminos como cinedrama, que acentuaba esemomento de transicin entre uno y otro gnero, o partidarios del denominado teatro cinematografiado, quepretendan una superacin de los lmites espacio-temporales propios del gnero teatral. Todo ello intentosvanos ante un medio que acusaba claramente la preferencia de cientos de espectadores populares por el nuevoarte, de forma que la polmica pronto deriv hacia cuestionamientos econmicos. El cine resultaba msasequible para el espectador y, como industria, comenzaba a disponer de unos medios de produccinimportantes comparados con las escasas posibilidades con que contaban los espectculos teatrales.Con la aparicin del cine sonoro el teatro espaol quiso seguir manteniendo su vigencia, y la primera cintacon sonido producida en nuestro pas en 1930, La cancin del da, escrita, significativamente, por MuozSeca y Prez Fernndez y con partitura del maestro Guerrero, trataba de la fotografa animada de unsainete madrileo al uso (pg. 236).

    22 Tal y como indica F. Fernn-Gmez, por entonces -como es habitual-, la desvalorizacin generaldel melodrama por parte de la alta crtica no se corresponda, sin embargo, con la gran aceptacin popularcon que contaba un gnero emparentado con las novelas de aventuras, sobre todo con los folletines francesesdel siglo XIX: el xito no excusaba la pobre literatura dramtica de este tipo de espectculos. En su opinin,ahora que la tendencia de nuestros ms afamados directores es rambalesca al no verse precisados aapoyarse deliberadamente en un pblico popular, de mal gusto, sino en un pblico culto y mayoritariamenteuniversitario, en vez de recurrir al melodrama se apoyan en literatura dramtica de reconocida calidad Yas, por su mediacin, el denostado Rambal y la poesa acaban dndose la mano. Un mago con malgusto, El Pas Semanal, Seccin Impresiones y depresiones, 19. VIII. 1990.

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    La aficin por ese tipo de obras de gran impacto escnico vino a concentrarse, pues, en losespectaculares melodramas montados por Enrique Rambal, en los que Fernn-Gmez recordabahaber descubierto la magia del teatro.

    El xito de Rambal vena precedido por un cambio paulatino en los gustos del pblico. Elpueblo, a quien iban dirigidos sus espectculos, se haba acostumbrado al ritmo trepidante de lasescenas, a los continuos saltos temporales y espaciales, de forma que las posibles novedadesteatrales, limitadas por muchas circunstancias pero, sobre todo, por el aspecto material, no podancompetir fcilmente con la imaginacin desbordante y la constante sorpresa que ofrecan las salasde cine, a menos que el autor se aventurase por ese mismo camino, ofreciendo al pblico aquelloque quera ver, esto es, aquello a lo que estaba acostumbrado. El resultado, ms all de cualquierconsideracin crtica, fue siempre interesante en un hombre que, como Enrique Rambal, habanacido con un gran sentido del espectculo.

    El propio Fernn-Gmez, que de nio tan atrado se senta por estas espectacularesaventuras, ms tarde le dedicara uno de sus artculos periodsticos, el titulado Un mago con malgusto, en el cual reflexiona acerca de la relativa validez de sus presupuestos escnicos, pero dondereconoce, en cualquier caso, su talento como gran director-mago y como genial tramoyistaincomprendido en su poca22.

  • 23 El teatro de magia, heredero directo del siglo anterior, conoci un primer perodo de decadenciaen los comienzos del nuevo siglo, nada ms difundirse el poder de atraccin del cinematgrafo. Como indicaJosep Llus Sirera en el mencionado estudio sobre el Teatro Principal de Valencia, el teatre de mgiapretenia mantenir viva la il.lusi en el teatre como a fbrica de somnis i de fantasia;lligat a les festes deNadal, aquest gnere entr en rpida agonia, vctima dels nous temps que no res lafavorien a causa delexpansi del cinema, del circ i de les variets (pg. 217). Este tipo de teatro sola llevarse a escena porcompaas modestas, de composicin predominantemente local y atraa un pblico peculiar, de una edad ounas adscripciones sociales determinadas, mientras los espectadores habituales lo miraban con desdn. Enla programacin del Teatro Principal de Valencia en 1901 y 1916, Sirera incluye tan slo dos montajes demagia: uno en febrero de 1902, cuando la compaa del valenciano Manolo Llorens repuso La almoneda deldiablo, una comedia de magia de Rafael M Liem; otro en las Navidades de 1912, una vez que EnriqueRambal ha creado una compaa ex professo, cuyo xito supuso su consagracin en Valencia y que le sirvipara confirmarse en su concepcin de un teatro necesariamente espectacular. Dichos montajes supondran,segn las estadsticas de Sirera, el 35% del total de la programacin durante aquellos quince aos. Sinembargo, el teatro de magia resurgir con nuevo esplendor en la dcada de los aos veinte, y su especialatencin por el lenguaje cinematogrfico, especialmente por pelculas policacas y de aventuras, casi parecedesvelar que pretenga enfrontar-se al nou gnere per vncer-ho amb les seues mateixes armes (pg. 250).A partir de la temporada 1923-24, y hasta 1930, Rambal pondra en es dieciocho obras en el Principal, y otrodirector asiduo de los dramas policacos, Amalio Alcoriza, comenzara la temporada 1925-26 con unrepertorio muy representativo: El canciller de hierro, Fantomas?, Un crimen de lesa majestad, El fantasmagris, ...Op. cit.

    24 Vase Joaqun lvarez Barrientos, Enrique Rambal (1889-1956), en E. Caldera (ed.), Teatrodi magia; Roma, Bulzoni, 1991, pgs. 91-114.

    25 Para lvarez Barrientos, muchos de estos trucos se los ensearan viejos tramoyistas que habantrabajado a su vez en el montaje de comedias de magia de los siglos anteriores o que haban conocido amaquinistas que colaboraron en esos montajes. Aunque tampoco hay que desdear el gusto por losorprendente y visual, caracterstico del Levante espaol, de donde Rambal era oriundo. Art. cit., pg. 93.

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    Acerca de la figura de Rambal, recordemos que haba conocido sus xitos iniciales ornoprimer actor, director y empresario de una compaa de magia23 que actuaba en elTeatro Principal de Valencia en 191024. Dedicado ms tarde a los melodramas y dramas policacosque le reportaran fama y dinero, aplicaba en ellos muchos de los trucos aprendidos en sus inicioscon las comedias de magia25, en las que, como hara ms tarde en los folletines, triunfaba siempreel bien sobre el mal, la justicia y la verdad sobre la mentira y la maldad humana, deforma que, como indica Joaqun lvarez Barrientos, el xito estaba asegurado, si consideramosque, adems del uso populista y maniqueo de estos binomios, la trama se

  • 26 Idem.

    27 Vase lvarez Barrientos, art. cit., pgs. 95-96; Csar Oliva, Op. cit., pg, 24.

    28 Acerca del sentido cinematogrfico de Enrique Rambal, lvarez Barrientos comenta que si bienel director valenciano ya haba utilizado este tipo de recursos antes de la guerra, despus los ir desarrollandohasta conseguir que los cuadros de sus montajes se sucedieran cada cuatro o cinco minutos, dando granvariedad y dinamismo a la representacin. En opinin de lvarez Barrientos, Rambal ofreca al pblicolo que Lope de Vega aconsejaba en su Arte nuevo de hacer comedias. Art. cit., pg. 96. Y en opinin deCsar Oliva, Enrique Rambal inventara el cinemascope teatral antes que los americanos. Op. cit., pg.101.

    29 lvarez Barrientos, Art. cit., pg, 91.

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    adoraba con efectos y trucos, y si tenemos presente que Rambal conoca muy bien esa forma deinterpretar con el pblico, dndole aquello que esperaba y manipulando sus sentimientos26.

    Pero el autntico xito le lleg con las adaptaciones de novelas con posibilidadesescenogrficas: La vuelta al mundo en ochenta das, Las dos hurfanas de Pars, La cabaa del toTom, La hechizada o los misterios de la Inquisicin27... Y si esta poca de xitos y reconocimientose vio algo oscurecida en los aos de la Guerra Civil, en los que Rambal sigui trabajando en elTeatro Principal de Valencia con su repertorio de grandes espectculos, una vez acabada lacontienda, y despus de un breve exilio en Mxico, sus montajes recobraran un nuevo atractivo aldesarrollar ms en ellos los recursos cinematogrficos, utilizando siempre las nuevas tcnicas enapoyo de un teatro que concibi en todo momento como gran espectculo28.

    Para lvarez Barrientos, Rambal haba descubierto as su propia forma de revitalizar losescenarios espaoles, abandonados tanto por el pblico que prefera las salas de cine como por losmismos hombres de teatro, materialmente limitados, que se vean obligados a representar piezas debajo coste y que eran incapaces de superar el gusto de un pblico acostumbrado por el cine a losrpidos cambios escnicos y geogrficos:

    Controlando todos los extremos del hecho teatral, Enrique Rambalpoda dar a sus espectculos ese cariz que se conoca comorambalisrno. Porque se le recuerda precisamente por los montajesgrandiosos, llenos de comparsas, msica, luces, lujo, brillo yespectculo...29

  • 30 lvarez Barrientos aporta algunas de las crticas favorables al tipo de espectculos que ofreca eldirector valenciano, o, al menos, las reseas que supieron reconocer en l a un gran artista, elogiando sucapacidad inventiva, creativa. Art. cit., pgs. 97 y 103.

    31 Alfredo Marquere, El teatro que yo he visto, cit. pg. 206. Apud Joaqun lvarez Barrientos, art.cit., pg. 106.

    32 Acerca de las obras mencionadas y refirindose, en especial, a las dos ltimas (Sin novedad en elfrente, de Erich Maria Remarque, y Cuatro de infantera, rodada por Georg Wilhelm Pabst en 1930),Fernn-Gmez realiza una reflexin a posteriori sobre la Guerra Civil, y, como en tantas otras ocasiones,confunde de nuevo la literatura con la vida: [stas] ya no eran para m novelas de aventuras. Todo aquello,aquel mundo imaginario, las aventuras, asesinatos, intrigas, persecuciones, misterios, secuestros,espionajes, iba a convertirse de repente en una tremenda, canallesca, sanguinaria realidad. Una reflexindesde el presente y conociendo, ciertamente, que la ficcin sera o~ en mucho por la vida. El tiempo..., I, pg.176.No olvidemos tampoco que El tanque nmero 13 y Sin novedad en el frente se citan en Las bicicletas sonpara el verano como algunas de las novelas preferidas de Luisito, su joven protagonista, a las que aadetambin las de Salgari y Sabatini, Los misterios de Pars y Los miserables, de Victor Hugo. Las bicicletasson para el verano, Madrid, Espasa-Calpe (Col. Austral), 199110 (1984), pgs. 47, 127-128.

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    Rambal supuso una revolucin para el teatro de la poca, y a pesar de que la mayora de loscrticos, salvo excepciones30, consideraron que su teatro estaba destinado a un tipo de pblicoingenuo, no llegando nunca a ser verdadero teatro la atraccin que ejercan sus espectculos eraabsoluta, como tambin lo era su modo de conectar con el espectador, el cual, subyugado por laemocin, converta en xito seguro todos sus montajes en ese trasmundo ilusorio y delicioso delas bellas mentiras, de las creaciones imaginarias que divierten y hacen soar31.

    Enrique Rambal pona en escena las novelas que tanto le gustaba leer a FernandoFernn-Gmez cuando era nio: las novelas policacas, novelas de aventuras, Edgar Wallace,Dumas, Willae Collins, Sabatini, Michel Zevaco, Paul Feval, Simenon,... Los tres mosqueteros,Sandokan, Tarzn de los monos, El coche nmero 13 (sic), La cabeza de un hombre, Sin novedaden el frente y Cuatro de infantera32. Los montajes espectaculares del director valencianoconciliaban as las que han sido siempre las grandes pasiones de su vida: el teatro, el cine y laliteratura.

    Para Fernando Fernn-Gmez su aficin a la lectura naci por influencia de suabuela, doa Carola, quien ense a leer a su nieto quiz con el mismo espritu con que su propia

  • 33 La historia de sus abuelos y bisabuelos es relatada sucintamente en algunas pginas de El tiempoamarillo (I, Cap. V, Precedentes). Parafraseando esos prrafos sabemos que Carola Gmez de la Fuente,abuela de Fernn-Gmez, y que sera conocida como doa Carola, era hija de Gmez, carpintero, y deFernanda Lpez de la Fuente, natural de Valdelaguna (Madrid), apodada La Rubia debido al color rojizode su pelo. Doa Carola, muy pronto hurfana de padre, trabaj desde los once aos, y de su propia madreaprendi a ser buena, honesta, fiel, madre heroica y perfecta cristiana (de ah su anticlericalismo, su odioa los curas y a todo lo que representaban, y a la cabeza de todos ellos, el Papa) (pg. 101). Se cas conun hombre autoritario, once aos mayor que ella, lvaro Fernndez-Eres y Pola, que conoci a doa Carolasiendo tipgrafo y amigo de Pablo Iglesias y, por lo tanto, siendo socialista. F. Fernn-Gmez recuerda queel hecho de que su abuelo suprimiera el Eres del primer apellido y se quedara en Fernndez, lo mismo quesu abuela suprimi de su segundo apellido De la Fuente y se qued en Gmez Lpez, obedeca a una prcticaacostumbrada entre los socialistas y anarquistas de los primeros tiempos. Pero don lvaro, a quienFernn-Gmez define como un hombre inteligente, incipiente actor, inventor e incluso escritor (escribi enimprimi el Manual del perfecto cajista y dos funciones de teatro: Juanito o las hadas del bosque y Las dosrosas), result intratable y desatento. Cuando a su hija Carolina, por entonces una bella mecangrafa, elrepresentante de la compaa teatral Guerrero-Daz de Mendoza le propuso su dedicacin al teatro en unade las compaas espaolas de mayor prestigio, la oposicin de don lvaro contrast con la buenadisposicin de doa Carola a que su hija fuera artista y, por lo tanto, una mujer independiente (lasdificultades familiares que encontr Carolina para ser cmica nos hacen pensar inevitablemente en elpersonaje de Manolita, de Las bicicletas son para el verano). Todo ello acab en una separacin judicial delmatrimonio. Madre e hija se marcharon juntas de casa y compartieron buena parte de la vida hasta que doaCarola muri bien entrada la posguerra, en 1945.

    34 Fernn-Gmez a Juan Tbar, Fernando Fernn-Gmez, escritor (dilogo en tres actos), Madrid,Anjana Ediciones, 1984, pgs. 18-19.

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    madre, Fernanda Lpez de la Fuente, haba ayudado a su hija; es decir, con el convencimiento deque la educacin era un medio fundamental de superacin y de lucha contra las clases opresoras33.La doa Carola lectora de El Heraldo, era la misma que sola reunir a sus nietos y les haca llorarmientras lea La Nochebuena del poeta, de Pedro Antonio de Alarcn, o la que muchos aos mstarde leera a Azorn aunque opinara que haba demasiada prosa entre sus pginas (I, pg. 63).

    Nuestro autor recuerda tambin que a los ocho o nueve aos, cuando compaginaba la lecturadel aventurero Emilio Salgari con las novelas policacas de Edgar Wallace que tanto le gustabana su madre, intentaba imitar ambos estilos al escribir sus propias fbulas, sus novelas de nio,como Tesoro escondido o El martillo trgico34. Era adicto igualmente a los libritos de la coleccinEl Sheriff y a los folletines del siglo XIX, a Eugenio Su, Alejandro Dumas, Paul Feval, MichelZevaco y Las aventuras de Rocambole. Curiosamente, una de sus novelas preferidas fue y ha sidosiempre Los miserables, de Vctor Hugo.

    En varias ocasiones Fernn-Gmez ha comentado su aficin al escritor francs comoencarnacin del ideal potico, como prototipo de lo que l ha pretendido hacer siempre en sus

  • 35 Fernn-Gmez a Jess ngulo y Francisco Llins, Fernando Fernn-Gmez. El hombre que quisoser Jackie Cooper, San Sebastin, Patronato Municipal de Cultura, 1993, pg. 226.

    36 Vase C. Oliva, Op. cit., pg. 98.

    37 La pedrada es el ttulo del poema de Gabriel y Galn que Fernn-Gmez cita en sus memorias,pero en 1989, en el artculo Por decir versos, publicado el 4 de junio en El Pas Semanal, SeccinImpresiones y depresiones, el autor menciona El embargo como la composicin del escritor salmantinoque recit siendo nio en su colegio.

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    pelculas, y que ha consistido en evitar que el espectador se identifique plenamente con alguno delos personajes, y, por tanto, en mostrar una falta de halago que no es sino un reflejo de la propiavida, y, en su opinin, tambin de la mejor literatura35. Ideas stas que, como veremos, trascendernsu concepcin artstica, convirtindose en fundamento de su propia trayectoria vital.

    Para Fernando Fernn-Gmez leer fue desde el principio un estmulo importante deinspiracin y con el tiempo se convirti en una autntica actividad creadora, partcipe de su poticay de su vida, y, en consecuencia, de su trabajo como escritor y como actor.

    Sin embargo, a pesar de sus tempranas vocaciones -la lectura, el teatro, el cine-, su primerinters fue el de recitar versos, ser nio recitador en los colegios de San Jos o de Santa Teresa(I, pg. 145).

    Una ancdota de nio le sirve a Fernn-Gmez para recordar uno de aquellos poemas quehubo de recitar aos ms tarde, La pedrada, de Jos Mara Gabriel y Galn. Esta poesa deargumento y moraleja religiosa era muy conocida en la poca y, como muchas otras composicionesdel poeta salmantino, se prestaba especialmente a un tipo de recitado enftico. Dichagrandilocuencia era por entonces delirio de muchos recitadores, de esos ltimos grandes maestrosdel verso a quienes Csar Oliva responsabiliza de no haber transmitido sus enseanzas a lasgeneraciones posteriores, las cuales, por otra parte, tampoco hicieron nada por recibirlas. En losaos de que nos habla Csar Oliva, la dcada de los cuarenta, decir el verso era normal no slo enlas comedias de los clsicos espaoles, las comedias del siglo XVII, sino tambin en las de loscontemporneos, en las de Eduardo Marquina, Luis Fernndez Ardavn o Agustn de Fox. Por estemotivo, el mismo hbito de los actores haca que el problema no fuera tanto decir bien o mal elverso, sino saber si sa era la forma oportuna de expresin dramtica a mitad del siglo XX36.

    A este propsito, y a raz del mencionado poema de Gabriel y Galn37, Fernn-Gmezrelata, en un comentario no exento de irona, cmo le ense entonces su madre a decir el

  • 38 Fernn-Gmez comenta asimismo el hecho, conocido en la poca, de que Mara Guerreroaprovechaba los viajes en barco a Amrica para dar clases a diario a los jvenes de su compaa. El tiempo...,I, pg. 147.

    39 Fernn-Gmez, Cmo deben decirse los versos, El Pas Semanal, Seccin Impresiones yDepresiones, 30.IV.1989.

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    verso, cmo le aconsej seguir siempre un camino intermedio entre lo que ella haba aprendido dela exima Mara Guerrero, esto es, recitar de una manera enftica, con la voz muy aguda yentonada38, y el gran actor y director Manuel Gonzlez, que se esforz en ensearle a prescindirde todo nfasis, a hablar de una manera natural, como en la vida cotidiana, y con la voz ms graveque pudiera, voz de pecho (I, pg. 147). Un problema que ms tarde se convertir en tpico, y al queFernn-Gmez ha dedicado algunas pginas39, se resuelve con toda naturalidad, con la sencillez quesuelen encerrar los eternos dilemas, de respuestas contrarias y en ocasiones igualmente vlidas:

    Deba recitar con mucho sentimiento, comprendiendo lo que decay compartiendo la emocin del poeta, sin renglonear, pero procurandoque quedara bonito. (I, pg. 147)

    En 1936, cuando tena catorce aos, su madre le compr un abono para asistir a tres recitalesde Manuel Gonzlez Marn en el Teatro Espaol, y todava hoy Fernando Fernn-Gmez recuerdael gran entusiasmo del pblico que obligaba al recitador malagueo a repetir los poemas de Gabriely Galn, Rubn Daro, Garca Lorca, Rafael Alberti o Nicols Guin. Tambin durante la guerraasisti a alguno de los esplndidos montajes de Gonzlez Marn, en los que mantena hasta elextremo el procedimiento de decir el verso como si fuera prosa, y que eran acogidos con admiracinpor la crtica y los espectadores del Madrid cercado (I, pgs. 147-148).

    Ciertamente, los espectculos de Manuel Gonzlez disfrutaran de la programacin delTeatro Espaol de Madrid durante casi los tres aos de guerra, pues el mes de estancia quehaba conseguido en 1936 desde el grupo teatral Garca Lorca, fue prorrogado pordesignacin de la Junta de Defensa cuando a principios de 1937 dispuso de la titularidad de

  • 40 Vase C. Oliva, Op. cit., pg. 23.

    41 Ibidem, pg. 20.

    42 Vase D. Dougherty y F. Vilches, Op. cit., pg. 33.

    43 El Luisito de Las bicicletas son para el verano, como estamos viendo, un personaje especialmentevinculado a la biografa del autor, se mostrar igualmente problemtico en sus estudios -el suspenso en laasignatura de Fsica antes de iniciar el bachillerato-, al tiempo que compartir las mismas aficiones: la lecturay los versos.

    44 En El tiempo amarillo Fernn-Gmez recuerda que esa primera aparicin en los escenarios seprodujo cuando l tena doce aos (I, pg. 164): Sin embargo, en un artculo que Alonso de Santos le dedicen 1987 atendiendo casi exclusivamente a su labor como actor teatral, su intervencin en El padrnmunicipal, de Vital Aza, se fecha en 1930, a la edad de nueve aos. Un actor en busca del ser humano,Primer Acto, nm. 220 (1987), pgs. 7-9.

    45 En una nueva referencia autobiogrfica en Las bicicletas..., Luis confiesa tambin que los nicosfines de su adscripcin a la Juventud Catlica eran jugar al ftbol y al billar. Ed. cit., pg. 127.

    46 La existencia de obras slo para hombres tuvo una relevancia residual en aquella poca, pero eraun fenmeno surgido en la segunda mitad del siglo XVIII. Se trataba de obras representadas en particulares,que solan ser adaptaciones de las vistas en teatros pblicos y que contaban, adems, con unas edicionesespecificas.

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    cada uno de los teatros40. De forma que la obra que estara en cartel en el Teatro Espaol el 27 demarzo de 1939 sera El alcalde de Zalamea de Caldern de la Barca, por el actor que mantuvo lallama de los clsicos en ese local, Manuel Gonzlez41. Un trabajo nada desdeable, por otra parte,si pensamos que aunque el teatro clsico ira cobrando importancia a lo largo de los aos veinte ytreinta, en esa poca apenas exista para el pblico, quedando como reserva especial de ciertascompaas dramticas, entre las que destacaron la de Ricardo Calvo y la de MaraGuerrero-Fernando Daz de Mendoza42.

    Pero el recitado de versos nada tena que ver con el mal comienzo en sus estudios debachillerato43. El poco inters que demostr siempre por el estudio en general lo compaginaba conlos atractivos juegos callejeros, las funciones teatrales de aficionados o las emocionantesdiscusiones con sus amigos sobre poltica y mujeres (I, pg. 163).

    En 1933 realiz una de sus primeras actuaciones teatrales, cuando los alumnos mayores dela Academia Bilbao formaron un cuadro artstico y Fernn-Gmez particip con ellos interpretandoun papel de camarero en la obra de Vital Aza, El padrn municipal44.

    En 1935 se inscribi como aspirante en el Centro Mariano-Alfonsino de la Juventud deAccin Catlica, donde tomara parte tanto en los juegos deportivos como en las veladas teatrales45,en las que se representaban unas horribles comedias adaptadas slo para hombres (I, pg. 165)46.

  • 20

    Entre los ensayos, el estudio de los papeles, lo que intentabaescribir en casa, la lectura de tebeos y novelas, tena absolutamenteabandonados los estudios. En secreto, ya haba decidido ser actor. Loguardaba en secreto, porque vea claramente que mi madre preferaque me dedicase a cualquier otra profesin menos insegura y msprestigiosa: mdico, abogado, ... Mi abuela, en cambio, opinaba queaquello eran zarandajas, que mi madre no ganaba dinero suficientepara darme una carrera, sobre todo por la frecuencia de las paradas, enlas que haba que empear los mantones de Manila y las escasas ymodestas joyas, y que yo deba elegir un oficio limpio: cajista deimprenta, ebanista, ... (I, pg. 165)

    El oficio de actor de cine siempre le atrajo ms que el de teatro. Fernn-Gmez ha afirmadoen varias ocasiones que le despert su vocacin el nio actor Jackie Cooper, protagonista de Champ,de King Vidor, o de La isla del tesoro, dirigida por Victor Fleming en 1934 y basada en la novelade Robert Louis Stevenson; sin olvidar las prometedoras escenas de amor que Marlene Dietrichpareca vivir en la pantalla de manos del director viens Josef ven Stemberg, la Marlene de El ngelazul (1930), Fatalidad (1931) o El expreso de Shanghai (1932) (I, pg. 165).

    Sin embargo, esa predileccin por el cine lo conducira directamente a las tablas de unteatro.

    I. 1. LA GUERRA CIVIL

    Su primera experiencia teatral como profesional se produjo en Madrid bajo la presin de laGuerra Civil. Por una parte, la zona republicana obligaba a trabajar desde los diecisis aos y, porotra, el dinero que pudiera aportar a la economa familiar se estaba haciendo imprescindible. Bajoestas circunstancias, Carolina Fernn-Gmez se plante la posibilidad de

  • 47 Llegado el mes de septiembre de 1936, fue casi imposible contar con alguno de los gruposalternativos surgidos sobre todo durante la II Repblica como contestacin al teatro comercial imperante(Teatro-Escuela de Arte, de Rivas Cherif-, Anfistora; el Teatro del Pueblo de las Misiones Pedaggicas,dirigido por Alejandro Casona, o el Teatro-Guiol de Misiones, dirigido por Rafael Dieste; La Tarumba,teatro de tteres sucesor del Guiol Octubre y cuyo responsable era el pintor Miguel Prieto; Nosotros, grupode teatro revolucionario que dirigieron Csar e Irene Falcn; y los grupos de teatro universitario: La Barraca,de la Universidad madrilea, dirigido por Garca Lorca, o El Bho, integrado por estudiantes valencianosde la FUE y que dirigi Max Aub durante los primeros meses de guerra). Sin olvidar la muerte deValle-Incln el 5 de enero y el brutal asesinato de Garca Lorca, a esta situacin se sum el exilio de lacompaa de Margarita Yirgu desde inicios de ao, como tambin iba a estarlo Casona desde febrero de 1937con la compaa de Pepita Daz y Manuel Collado, as como el destino de Rivas Cherif a un puestodiplomtico en Ginebra. De ah que, como indica Manuel Aznar Soler, todo quedara reducido, por lo tanto,a los mencionados Rafael Alberti, Marta Teresa Len, Rafael Dieste y Max Aub. Mara Teresa Len y elteatro espaol durante la guerra civil, Anthropos, nm. 148 (Septiembre, 1993), pg. 27.

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    que su hijo trabajara como comparsa, aunque slo fuera provisionalmente. Pensaba que, cuandotodo acabase, y una vez superada la asignatura que le qued pendiente, la Qumica, su hijo iniciarala carrera de Derecho.

    Cul es la situacin que atraviesa en esos momentos la escena espaola?Con la Guerra Civil se potenciarn las iniciativas culturales por parte de los dos bandos

    implicados en la contienda, conscientes de la importancia de su labor propagandstica. En el mbitoteatral y dentro del bando republicano, la primera novedad es la relativa aparicin de un teatro decorte revolucionario que pretende un cambio radical en la escena espaola, sustituyendo la comediaintrascendente y el melodrama convencional por una nueva concepcin esttica e ideolgica deldrama.

    La proclamacin de la II Repblica no supuso un inmediato cambio cualitativo en la escenaespaola, sino que, al contrario, sta permaneci en buena medida estancada. El servilismomercantil imperante sigui manteniendo la mediocridad del teatro comercial, a pesar de que desde1931 se haban creado compaas teatrales dispuestas, ante todo, a difundir la cultura popular, yhaban surgido igualmente diversos teatros de ensayo. Sin embargo, el trabajo de estos escasosgrupos alternativos, una vez iniciada la guerra, no pudo desarrollar un papel relevante en elpanorama teatral del momento. De este modo, se cedi el protagonismo a unos pocos nombres deprestigio, reducidos, como indica Manuel Aznar Soler, a Rafael Alberti, Mara Teresa Len yRafael Dieste, la columna vertebral de la Nueva Escena espaola republicana (Max Aub pasarala mayor parte de esos tres aos de contienda entre Valencia, Pars y Barcelona)47.

  • 48 En el anlisis de la situacin catalana, Jordi Coca considera fundamental las fuertes tensionespolticas entre el Gobierno de la Generalitat y los sindicatos: la CNT, por un lado, como fuerza preeminenteen los primeros meses de la revolucin social, y, por otro, la UGT. El proceso de socializacin del mundodel espectculo se haba iniciado con la creacin de la mencionada Comisara de Espectculos por parte dela Generalitat. En agosto de 1936 sta aprobaba un nuevo rgimen de trabajo y explotacin de losespectculos, elaborado con la intervencin de la Comisara, pero basado ntegramente en presupuestoscenetistas. A las diferencias polticas, marcadas por el carcter casi absolutamente mayoritario de la CNT,se sumaron las contradicciones existentes entre teatro y sociedad, que si bien fueron auspiciadas en unprincipio por el mismo sindicato, pues en los primeros momentos no quisieron alterar el repertorio tradicionalde cada compaa este hecho terminara provocando tensiones importantes en el interior de la CNT. As, en1937 se observa una prdida progresiva del poder cenetista, que dejar de formar parte del gobierno e iniciarun acercamiento con la UGT, propiciando de este modo la recuperacin del protagonismo de la Generalitaten la poltica teatral catalana. En enero de 1938 la Comisin Interventora de los Espectculos Pblicos deCatalua se convierte finalmente en la nica gerencia legal de todos los espectculos pblicos catalanes conel apoyo de las dos centrales sindicales: [..] Volem anar a una depuraci artstica, tant pel que fa refernciaa la selecci de repertoris, com a la formaci de companyes o clencs teatrals. La Rambla, 31.VIII.1938.Apud Jordi Coca, Enric Galln y Anna Vzquez, La Generalitat Republicana y el teatre (1931-1939),Monografies de lInstitut del Teatre, nm. 11, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Diputaci Provincial deBarcelona, 1982, pgs. 22-25.

    49 C. Oliva, Op. cit., pgs. 9-10.

    50 El 26 de julio de 1936 el diario ABC anunciaba la incautacin del edificio que fue propiedad delex-marqus Fontalba (el Teatro Fontalba) y publicaba un comunicado de los dirigentes de la compaa,Grupo Teatro Popular, donde se propona el montaje de las Obras Catorce de Julio, de Roman Rolland,Las praderas verdes, de Mac Conelly, Los aristcratas, de Podogin, El profesor Malmock de Friedrich Wolf,Mi raza s, de Gukn y nuevas adaptaciones de Fuenteovejuna, de Lope de Vega y El Alcalde de Zalamea,de Caldern de la Barca. Vase Robert Marrast, El teatre durant la Guerra Civil Espanyola, Monografiesde lInstitut del Teatre, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Diputaci Provincial de Barcelona, 1978, pg.19.

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    La organizacin general de los teatros de las principales ciudades espaolas leales algobierno republicano pas a manos de las fuerzas sindicales, lar cuales instauraron en ellos mtodosde explotacin colectivista de diferentes tipos. Si en Barcelona la CNT defini desde un principioun sistema unificador que colectiviz inmediatamente el trabajo teatral, creando la Comisara deEspectculos de Catalua el 26 de julio de 193648, en Madrid sera sobre todo la UGT quien dictarasu parecer hasta bien entrado 1937.

    En opinin de Csar Oliva, el mayor nmero de elencos y actividad teatral de la capitaldificult en su momento un planteamiento de tipo unificador, aunque, eso s, fueran apareciendopoco a poco organizaciones escnicas de carcter paralelo49. De este modo, a las medidasadoptadas por los organismos corporativos para asegurar la continuidad de la industriadel espectculo, habra que sumar, entre otros, los esfuerzos del Grupo de Teatro Popular,compaa que haba sido fundada a comienzos de 1936 por algunos actores y autoresdecididos a promover obras polticas y revolucionarias, y que jug en esos meses un papel muyimportante en la renovacin del repertorio y en su adecuacin a las circunstancias50. Esfuerzos

  • 51 Vase R. Marrast, Op. cit., pg. 25.

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    en los que habra que incluir, desde finales de agosto de 1936, la labor de escritores y artistas de laAlianza de Intelectuales Antifascistas, cuyo Comit de Agitacin y Propaganda Interior tomarainteresantes iniciativas. El mismo, dirigido por Mara Teresa Len, organiz actividadesrelacionadas tanto con la edicin de peridicos o revistas, entre las que destac sobre todo El MonoAzul, considerada verdadero rgano de expresin de la Alianza madrilea, como con laorganizacin de mtines, la recitacin de versos, las charlas, los manifiestos, las representacionesteatrales, las exposiciones de dibujo y pintura y la propaganda poltica radiada y difundida por lascalles. Pensemos que en esos momentos, las tareas culturales ms apremiantes eran las de agitaciny propaganda antifascista, orientacin a la que el teatro se acoga con suma idoneidad.

    Por su parte, Altavoz del Frente tena ya organizada en octubre de 1936 su seccin teatral,que, dependiente del Quinto Regimiento, estaba formaba por tres grupos: dos Guerrillas delteatro, dirigidas por Fernando Porredn y Modesto Navajas, que representaban en las casernas, loshospitales, las guarderas e incluso el frente, y el Teatro de Guerra, que actuaba en Madrid bajola direccin del clebre actor y director Manuel Gonzlez51.

    Pero aparte de experiencias de teatro revolucionario ms o menos interesantes, laspropuestas de renovacin teatral resultaron, en general, ms tericas que prcticas. Las reposicionesde teatro burgus persistieron incluso durante la guerra, limitando el carcter de teatrorevolucionario a los nuevos sistemas de gestin de las salas que fueron relativamente coherentesdependiendo del equilibrio de las fuerzas polticas. En cualquier caso, arguye Robert Marrast, antelos intentos por acercar el pblico popular a un tipo de repertorio digno, el mantenimiento de losgneros burgueses se plante como la nica posibilidad que permita un empleo ms o menosseguro para todo el mundo. Y a pesar de que esta solucin era considerada como provisional porlos dirigentes polticos y sindicales, supuso el compromiso fundamental que contribuy a laconservacin obligada del repertorio apreciado por la sociedad de la cual rechazaban y combatanlos valores:

  • 52 Ibidem, pg. 223.

    53 Idem.

    54 M. Aznar Soler, art. cit., pg. 27.

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    La col.lectivitzaci dels espectacles va donar, paradoxalment, coma primer resultat que, en aquest perode en qu a tots els nivellssintentava una experincia revolucionria, fossin vigents les formesdel teatre burgus. Aquesta contradicci fonamental havia de frenarel pas dun teatre durgncia a una dramaturgia nova. Aquest pas noes va fer, per lesforc, dalguns escriptors, comediants y directors quelluitaven per un teatre digne, mereix el nostre homenatge52.

    A todo ello Robert Marrast aade el peculiar estado de gestacin en que se encontraba elnuevo orden teatral singularmente inestable durante la Guerra Civil e influido tambin por lasdivisiones polticas y, por lo tanto, con un carcter demasiado indefinido como para encontrar supropia expresin artstica53.

    En este sentido, Manuel Aznar Soler hace hincapi en ese panorama desolador que, frutode una historia secular, ahora se vea incapaz de situar la escena comercial espaola al nivel que lecorresponda y en un contexto tan peculiar como el de una guerra civil:

    Por desgracia, esta organizacin revolucionaria no se vioacompaada por una necesaria y coherente revolucin escnica, puesse evidenciaron entonces, en toda su esplendorosa miseria, losdefectos estructurales del teatro espaol: incompetencia escnica;escasa formacin cultural y conservadurismo esttico e ideolgico deactores y pblico; insensibilidad de los dramaturgos hacia el momentohistrico, e inslito mercantilismo de los nuevos gestores,tericamente revolucionarios, que al parecer seguan considerando lataquilla como suprema norma artstica54.

  • 55 Rafael Alberti y Mara Teresa Len haban fundado en 1933 la revista Octubre, rgano deexpresin de los Escritores y Artistas Revolucionarios, desde donde lanzaron la idea de crear grupos teatralesde agitacin que representasen en pueblos y fbricas, contribuyendo tambin a la formacin de un repertoriode teatro revolucionario espaol.

    56 La Junta de Espectculos funcionaba como ente establecido con categora de Ministerio ydependiente, por tanto, del Gobierno de la Repblica. A este respecto vase F. Collado, Op. cit., pg. 683;R. Marrast, Op. cit., pg. 31 y ss.

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    El teatro conservador esttica, e incluso polticamente, se sigui representando en losescenarios madrileos, pero los esfuerzos oficiales y extraoficiales por desarrollar una polticateatral de formacin, unos nuevos repertorios revolucionarios y unas compaas que representarancon la suficiente dignidad escnica se sucedieron en los tres aos de guerra. Y aunque es patentela baja calidad de buena parte de la produccin teatral concebida como arma de combate, esimportante mencionar iniciativas ms inspiradas, de indudable calidad y de resultados envidiables.Tal es el caso del grupo Nueva Escena, creado en septiembre de 1936 por la seccin teatral de laAlianza de Intelectuales Antifascistas e impulsado por Rafael Alberti y Mara Teresa Len, ambosdedicados desde comienzos de los aos treinta a activar la poltica cultural frente populista55, laborque intensificarn durante los tres aos de guerra.

    No obstante, la renovacin dramtica impulsada desde Nueva Escena no tuvo continuidad,y a inicios de 1937 la situacin teatral de la capital espaola segua siendo vergonzosa einconsecuente con sus propias circunstancias histricas. De este modo, la necesidad de una mayorefectividad y de un mayor control en la gestin financiera oblig a reorganizar el rgimen defuncionamiento de los espectculos de Madrid por la Junta Delegada de Defensa, la cual procedera requisar todos los teatros y cines de la capital, disponiendo de la titularidad de los mismos eincluso del tipo de gnero teatral al que deban dedicarse. Tras una larga transicin, en la cual lascompaas siguieron trabajando en sus locales habituales, se constituy finalmente la Junta deEspectculos56, encargada de coordinar la actividad teatral tanto en la programacin como en elfuncionamiento de las salas o en el reparto de los beneficios.

    A partir de entonces la situacin teatral comparti suerte con los sucesivos cambios degobierno.

  • 57 R. Marrast, Op. cit., pg. 46 y ss.

    58 M. Aznar Soler, art. cit., pg. 28.El Consejo Central del Teatro contaba, adems, con Max Aub como secretario, y con Jacinto Benavente,Margarita Xirgu, Enrique Dez Canedo, Cipriano Rivas Cherif, Rafael Alberti, Alejandro Casona, ManuelGonzlez, Francisco Martnez Allende, Enrique Casal Chap y Miguel Prieto como vocales.

    59 Acerca de1a trayectoria de Mara Teresa Len en el Teatro de Arte y Propaganda, vase el estudiode M. Aznar Soler, art. cit., pg. 28 y ss.

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    En agosto de 1937 se impulsaba la creacin del denominado Consejo Central del Teatro,rgano dependiente de la Direccin General de Bellas Artes que intentaba encauzar adecuadamentelas actividades teatrales, por un lado, y las sindicales, por otro, planteando el teatro, ms que comoactividad exclusivamente mercantil, como medio para educar al pueblo y para estar al serviciopropagandstico del Frente Popular57. Presidido por el pintor Josep Renau, director general de BellasArtes, eran vicepresidentes Antonio Machado, a ttulo honorfico, y Mara Teresa Len, a la queManuel Aznar considera la verdadera dirigente del Consejo58.

    Con la creacin del Consejo Central del Teatro el Ministerio de Instruccin Pblicapretendi atenuar las relaciones cada vez ms conflictivas entre la poltica teatral del Ministerio yla poltica sindical de los nuevos gestores del teatro comercial. Hecho especialmente relevante paraManuel Aznar en cuanto que posibilit la creacin del Teatro de Arte y Propaganda, compaadirigida por Mara Teresa Len en el Teatro de la Zarzuela y en la que, pretendiendo aunar loespecfico (Arte) con lo circunstancial por causa de la guerra (Propaganda), alcanz unas cotasde calidad esttica y dignidad poltica que le permiti ofrecer al pblico madrileo el mejor teatroque en aquellos aos de guerra pudo verse59. No obstante, todo se limit a la temporada1937-1938, pues la compaa interrumpira finalmente sus actividades debido tanto a razoneseconmicas como polticas.

    En diciembre de 1937 una orden del Ministerio de Instruccin Pblica confera rango legala las Guerrillas del Teatro, grupos que funcionaban ya como compaas itinerantes y quedesarrollaban su labor de agitacin en los frentes, en la retaguardia o en las fbricas, dedicndosea representar el teatro de urgencia en las ms adversas condiciones.

    Y en 1938 el gnero frvolo se impona absolutamente en los escenarios, contandoadems con un gran nmero de espectculos y de espectadores, que sufran por entonces el

  • 60 F. Collado, Op. cit., pg. 683.

    61 Vase P. Marrast, Op. cit., pg. 87 y ss.

    62 Robert Marrast cita, en este caso, el artculo de J. M. Gonzlez, Para poner el arte al alcance delpueblo. El congreso de la FEIED muestra su apoyo a la obra del Ministerio de Instruccin Pblica, FrenteRojo, 18.II.1938; Boletn de Orientacin Teatral, nm. 2 (1938). Apud R. Marrast, Op. cit., pg. 88.

    63 En una entrevista con Fernn-Gmez, Emilio Lahera recuerda que las siglas de la Escuela de laCNT eran SUIDEP (Sindicato nico de la Industria del Espectculo Pblico). Fernn-Gmez, de actor adirector, Liberacin, 7.XII. 1984.

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    asfixiante cerco de los nacionales. Ello oblig a las compaas a permanecer en sus respectivasciudades durante todo ese ao, incluso en el verano, el tiempo idneo para las giras.

    Fernando Collado, en su libro El teatro bajo las bombas, aporta la admirable cifra de 65locales de espectculos en Madrid, funcionando colectivamente durante 964 das de lucha yasedio60.

    Desde el mes de abril de 1938, con el nuevo gobierno de Juan Negrn, la CNT fueadquiriendo cada vez mayor importancia en Madrid en detrimento de la UGT. Pero la situacinmilitar, muy grave ya para los republicanos, facilitar un acercamiento y propiciar el acuerdo delas dos centrales sindicales en cuestiones fundamentales de la colectivizacin y el control del Estadoen la gestin de las empresas61.

    En febrero de 1938 el Congreso de la Federacin Espaola de la Industria de EspectculosPblicos (UGT), declar su apoyo al Ministerio de Instruccin Pblica y al Consejo Central delTeatro, sumndose as a la realizacin prctica de orientaciones artsticas cuyo objetivo prioritarioera agilizar y actualizar la enseanza de las artes teatrales, creando para ello nuevas escuelasdestinadas a formar directores, decoradores, actores y autores62.

    Haca unos meses que el Sindicato nico de Espectculos (CNT), haba abierto con estepropsito una Escuela de Capacitacin Profesional, 'instalada en los stanos del antiguo TeatroAlczar63. All se enseaba todas las disciplinas: danza y gimnasia rtmica, por MaraIbars, Carmelita Sevilla y Paquita Pagn; declamacin, por la actriz Carmen Seco; arte del vestido,por Manuel Comba; canto, por Jos Anglada; solfeo, por Benito G. de la Parra; historia del teatro yliteratura dramtica, por Valentn de Pedro. Este ltimo sera tambin director artsticode la Escuela, aparte de ejercer otras actividades en la prensa y el teatro de la poca quetuvieron especial relevancia, pues, adems de dirigir algunos espectculos, ejerci la

  • 64 F. Collado, Op. cit., pgs. 640-641.

    65 Antonio de Hoyos y Vinent y Diego San Jos pertenecieron a la denominada Generacin de ElCuento Semanal, respondiendo a ese furor finisecular por la novela corta que ira debilitndose con lallegada de la Repblica, como haban desaparecido tambin, a raz de la gran crisis editorial de 1932, laseditoriales, revistas y colecciones dedicadas a este tipo de publicaciones.En el artculo El caso de Hoyos y Vinent, compendio de una generacin(El escultor Julio Antonio. Ensayosde aproximacin, Tarragona, Edicin Conmemorativa del I Centenario de su nacimiento, Diputacin deTarragona, 1990), Jos Mara Fernndez Gutirrez define al escritor con el mismo ttulo con que Pablo Suero,un periodista argentino llegado a Espaa en los meses del Frente Popular, encabez su entrevista al autormadrileo: Antonio de Hoyos y Vinent, escritor, marqus y sindicalista. Si bien las razones de laadscripcin poltica de Hoyos y Vinent al anarquismo han sido discutidas por diferentes crticos (se hahablado tanto de su posible resentimiento social -sufri importantes dificultades econmicas, al gastar lafortuna que hered de su madre-, como de su esnobismo -opinin de Ramn Gmez de la Serna-, o su propiaconviccin personal), lo cierto es que sus ideas polticas, aunque fuesen para el mencionado Pablo Suero,una especie de travesura que l les juega a las almidonadas marquesas y acartonados duques de su clase,le harn ingresar en prisin una vez acabada la guerra; all coincidira precisamente con el madrileista DiegoSan Jos. Ambos haban formado parte del grupo bohemio pujante en el novecientos, en el que se incluiraasimismo la figura de Villaespesa, autor de un significativo libro de la poca, El alto de los bohemios.

    66 Acerca de la Sala Ariel, vase R. Marrast, Op. cit., pgs. 89 y 95; F. Collado, Op. cit., pgs. 690-691.

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    crtica teatral en los diarios confederales, convirtindose en uno de los ms agudos analistas de laproblemtica teatral del trienio 1936-39. Al frente de las Escuelas Profesionales de la CNT Valentnde Pedro llev a cabo una importante campaa artstica en la que dara a conocer muchachosaficionados que, como Fernando Fernn-Gmez, pasado el tiempo lograran notoriedad comoprofesionales: Mano Berriata, Milagros Prez de Len, Antonio Llopis, Pilar Gratal, AlfonsoMancheo o Paquito e Isidro Can64.

    El antiguo cabaret de la calle de Alcal se convirti as en la Sala Ariel, dividida en dosdiminutos teatros donde peridicamente funcionaban elencos infantiles y experimentales.

    Con el grupo de alumnos mayores se interpretaba preferentemente clsicos espaoles(Caldern, Lope de Vega, Ruiz de Alarcn, Fernando de Rojas), y se alternaba con estrenos deautores contemporneos (algunas obras de Francisco Villaespesa, Antonio de Hoyos y Vinent,Diego San Jos)65. Tambin se llevaron a escena obras de dramaturgos de renombre internacionalcomo Bernard Shaw, Tolstoi, Dimitri Merekkovski o Romain Rollan66.

    La Sala Ariel program gratuitamente toda clase de gneros y espectculosteatrales, lricos y de ballets, junto con recitales y conferencias de artistas y escritores famosos, que

  • 67 F. Collado, Op. cit., pg. 691.

    68 Ibidem, pgs. 124, 149, 312 y 363.

    69 Confrntese la opinin de Fernn-Gmez con la de F. Collado, quien menciona en todo momentoa Valentn de Pedro como el nico director de la Escuela Profesional de la CNT y a Mariano Madrid, actory ms tarde acreditado promotor artstico, como director de la Seccin del Teatro de Nios, labor queFernn-Gmez atribuye, por su parte, al famoso fotgrafo, actor y director de cuadros infantiles Luis Prezde Len, profesor de los alumnos menores de diecisis aos (1, pgs. 248-249). A este respecto, RobertMarrast, que fecha la creacin de la Escuela de Capacitacin Profesional dependiente del sindicato anarquistaa principios de 1938, cita, a partir de un reportaje publicado en el mes de julio, las palabras del que tambinconsidera su director artstico, Valentn de Pedro, y sus comentarios sobre el funcionamiento y los proyectosque pretendan desarrollar este tipo de escuelas (Julio Angulo, Una escuela de actores que aspira a lapurificacin y decencia del teatro, Blanco y Negro, nm. 7, Julio, 1938). Op. cit., pg. 38.

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    tuvieron muy buena acogida entre el pblico y la crtica madrilea. Dicha programacin se convirtien uno de los ms importantes logros artsticos y culturales conseguidos durante la guerra. ParaFernando Collado, el empeo de la Sala Ariel junto con el llevado a cabo por la Alianza deIntelectuales Antifascistas significaron la aportacin progresiva ms importante dentro del mundodel teatro independiente de los tres aos de guerra67.

    En este momento retomamos la figura y la vida de Fernando Fernn-Gmez, quien,precisamente, acudi a estudiar declamacin con Carmen Seco en la mencionada Escuela de la CNTaconsejado por su madre. Por entonces, Carola Fernn-Gmez trabajaba en el teatro Alczar juntocon Trsila Criado y Jess Tordesillas y obtena excelentes crticas en obras como Esta nochemando yo, sainete de ambiente gitano de Jos Mara Granada, estrenado el 19 de febrero de 1937;El Nio de Oro, del mismo autor, que se reestren el da 16 de abril; El caf de las mujeres malas,de Jos Ojeda, que tuvo muy favorable acogida por parte de crtica y pblico y que fue estrenadoel 24 de enero de 1938; o el estreno el da 27 de abril de ese mismo ao del sainete original deAlfredo Sendn Galiana y Enrique Bertrn, Qu ms da!, ya estrenado en Valencia con un xitoque rebas las cien representaciones68.

    Fernando Fernn-Gmez indica que las comedias representadas en la Sala Ariel erandirigidas en un principio por Mara Boixader y Luis Prez de Len, bajo cuya direccin protagonizsu primer papel, el marqus de Villena en La Leona de Castilla, drama histrico en verso escritopor Francisco Villaespesa en 1915. Pero, segn su opinin, la Escuela llegara a convenirse en unautntico centro de la enseanza del arte teatral cuando se incorpor a la direccin el citadoescritor sindicalista Valentn de Pedro. Entonces, una vez incautado todo el edificio, excepto elTeatro Alczar, comenzaron a impartirse las clases y se acondicion el lujoso cabaret que haba enlos stanos para transformarlo en un pequeo teatro69.

  • 70 Fernn-Gmez ha dedicado un elogioso artculo a Fernando Collado en el que realiza un breverecorrido desde sus comienzos como apuntador, despus como gerente de la compaa ms prestigiosa deEspaa (la que se llam de los cuatro ases: Concha Catal, Carmen Carbonell, Manuel Gonzlez y AntonioVico), y pocos aos ms tarde, durante los aos cincuenta, los sesenta, los setenta, este mismo hombre,desde su despacho de la castiza plaza de Tirso de Molina (en otros tiempos, plaza del Progreso), en Madrid,controlaba casi todas las compaas teatrales de Espaa, la programacin de los locales, elega oaconsejaba nombres de actores y actrices para completar los repartos, relacionaba autores con actores yempresarios, organizaba las giras, pona de acuerdo a los empresarios de teatro con los de compaa. Deforma que los actores de esos aos difciles y dolorosos de la guerra, eligieron de nuevo como representanteal hombre que, una vez derrotada la CNT, y despus de salir de la crcel, volva a organizar la marcha de losnegocios teatrales en Espaa durante mucho tiempo. Desde la concha del apuntador, El Pas Semanal,Seccin Impresiones y Depresiones, 22.X.1989.

    71 Csar Oliva realiza un escueto pero completo anlisis del funcionamiento y composicin de lascompaas teatrales de la poca cifrando en un mnimo de ocho actrices y nueve actores la plantilla mnimala cual, una vez cubierta, poda admitir un meritorio de cada sexo. stos deban pasa seis meses deentrenamiento en las compaas representando normalmente los papeles ms pequeos, antes de obtener elcarn profesional. Pero otro modo de acceder a la profesin era obteniendo la titulacin precisa en losconservatorios, tras lo cual deban hacer tambin dos meses de prcticas. Por lo tanto, entre el que habaestudiado y el meritorio slo mediaban cuatro meses de trabajo en los escenarios, hecho que condicion ensumo grado la elevada proporcin de actores sin demasiada formacin. Aparte, los lujos de actores quequeran dedicarse a la profesin podan acceder de manera inmediata al carn del sindicato. Op. cit., pg. 91.

    72 Ibidem, pg. 29.

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    En agosto de 1937 Fernando Fernn-Gmez firm su primer carn sindical en el Sindicatonico de Espectculos de la CNT, cuyo secretario de actores, Fernando Collado, llegara a ser unode los empresarios ms importantes del panorama teatral espaol del perodo franquista70.

    En esos momentos el funcionamiento de las compaas teatrales estaba condicionado tantopor su carcter de composicin cerrada, como por unos mtodos de interpretacin que seguanmanteniendo el viejo aprendizaje de los meritorios. Entre stos se incluan los aprendices de actoresque no procedan de conservatorio, pero que posean un ttulo elemental o superior71, y los actoresque nacan y se iban formando en los distintos escalones de las compaas, propiciando que dotesinnatas, individualismo genial y ausencia de escuelas fueran, segn Csar Oliva, las tres notasprincipales que caracterizaran el actor espaol-tipo que predominaba en la poca72.

  • 73 Bajo estas mismas circunstancias inicia Manolita en Las bicicletas... su incursin en el panoramateatral del momento. En un dilogo con su padre, comenta: ..Antes se empezaba de meritoria sin sueldo.Pero ahora, de comparsa con un duro, porque han prohibido trabajar gratis. Ahora es fcil colocarseporque, como es verano, muchas compaas estn fuera, y en Madrid casi no hay cmicos. Ed cit., pg.104.

    74 Vase R. Marrast, Op. cit., pg. 40.

    75 Ibidem, pgs. 70-71.

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    Pero el Madrid de la Guerra Civil que desarrollaba con tanta urgencia la nueva y globalconcepcin teatral suprimi el meritoriaje, acuciado tambin por las singulares circunstancias deque el frente se llevara buena parte de los actores jvenes, y por lo tanto favoreciera enormementela movilidad laboral73.

    El trabajo no escaseaba y Fernando Fernn-Gmez no tard en ser contratado de comparsaen el Teatro Pavn, especializado por entonces en melodramas de propaganda, de tema social opoltico, dirigidos por Horacio Socias (I, pg. 233)74.

    Su primera intervencin fue en Consejo de Guerra, de Segovia Ramos y Luis Mussot, que,compartiendo repertorio con otras dos obras breves de los mismos autores, A la orden de laRepblica y Mi puesto est en las trincheras, fue estrenada sin demasiado xito el 3 de mayo de1938. Al poco tiempo participara en Retaguardia, de lvaro de Orriols, estrenada el 13 de junioen el Teatro Alczar (I, pg. 236)75.

    Con el trabajo de actor profesional se introdujo sin prembulos en los escenarios y lascomedias de la poca.

    Ah, en la Escuela, yo me encontraba extraordinariamente bien,estudiando el oficio de actor, y con un gran ambiente decamaradera. Guardo ese recuerdo como una de las etapasverdaderamente felices de mi vida. Aquello no era slo un sitiode estudio, sino como un club en el que todos ramos jvenes.Ah estaba Manuel Alexandre, y tambin Rafael Alonso yRicardo Acero. Por eso, cuando hice lo de comparsa, me llegde golpe toda la sordidez del teatro, y fue horroroso. [... ] Y no

  • 76 Fernn-Gmez a Juan Tbar, Fernando Fernn-Gmez, escritor... cit., pg. 26.

    77 Esta negativa valoracin de Fernn-Gmez sobre el teatro de la poca se refleja en el tipo de obraque representa Manolita en Las bicicletas... Personaje que, a pesar del orgullo con que muestra su carnsindical, se ve obligado tambin a participar en comedias vanas, intrascendentes y, sobre todo, carentes detoda entidad dramtica.

    78 La crtica de Antonio Fenndez Lepina aparecida en el nmero 20 de Blanco y Negro en febrerode 1939, consider la pieza de Soya como una obra escrita en los aos siguientes al revuelo producido enlos medios teatrales europeos por la aparicin de Seis personajes en busca de autor [...]. Es una stira, sindejar de ser un remedo del gnero pirandeliano. Burla burlando, explota los mismos trucos, y no con lamejor gracia ni fortuna, ciertamente. Apud R. Marrast, Op. cit., pg.95.

    79 Yo quiero ser vedette! era un vodevil escrito por Enrique Povedano; Noche de amor en un mesn,por ngel Ramos, y La casa de los tos o el sostn de la Milagros, por A Moreno Lorite. Las tres, sinexcepcin, parecan reproducir perfectamente el mal gusto imperante en la poca, y, sin duda, tambin lastres seran merecedoras del calificativo con que Robert Marrast definira la comedia de ngel Ramos: obravulgar, inconsistente, mediocre. Op. cit., pg. 101.

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    me gust nada, yo segua pensando en lo de actor, pero de formaideal, en otro sitio...76

    No obstante, el trabajo de comparsa no dur demasiado. Al poco tiempo el sindicato lefacilitaba trabajo como actor en el Teatro Eslava, donde pasara a la compaa de vodeviles conLaura Pinillos y Jos Balaguer. Segn Fernn-Gmez esta experiencia no le servira ms que paraacercarlo de nuevo cada vez ms a la Escuela de actores, decepcionado por su trabajo en el Eslava,y debido tanto a la sordidez del teatro como a las estpidas comedias o a la indiferencia del pblico(I, pg. 245)77.

    Su cario por la Escuela se acrecent, y de ah que aprovechara el tiempo libre paraparticipar en alguno de los montaje (cita concretamente la obra del humorista dans Eric Soya,Cuando el diablo mete la pata, en versin de Valentn de Pedro estrenada en la Sala Ariel el 25 deenero de 193978), o, incluso, en algn que otro recital potico.

    Naturalmente, la decepcin del joven actor tena sus motivos, pues los recitales poticos detextos de Garca Lorca, Juan Ramn Jimnez, Antonio Machado, Rubn Daro, ... o las obras deRoman Rolland, Dimitri Merejkowski, Soya, ... no podan compararse con Yo quiero ser vedette!(primera ocasin en que Fernn-Gmez habl como profesional sobre un escenario), La casa de loslos o el sostn de la Milagros, Ay, mi nio!, o Noche de amor en un mesn, que se representabanen el Eslava (I, pgs. 250-251)79.

  • 80 Fernn-Gmez a Emilio Lahera, Fernn-Grnez, de actor a director, art. cit.

    81 Ser el actor Gabino Diego quien encarne la figura del meritorio en la pelcula escrita, dirigida einterpretada por Fernn-Gmez, El viaje a ninguna parte (1986). Se supone una eleccin no casual porque,aparte de algunas declaraciones de Fernn-Gmez en la que ha reiterado su admiracin por el joven actorGabino Diego, el parecido fsico con el propio autor en sus aos de adolescencia es evidente, ilustrando esafigura larguirucha y desgarbada que pisaba los escenarios en plenos aos treinta.

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    I. 2. LA PRIMERA POSGUERRA. LOS AOS CUARENTA.

    -Considera Fernn-Gmez la poca de losaos cuarenta como la noche del cine espaol?

    -A m me parece que fue peor la dcada delos cincuenta, una poca en la que quedaronmuy aislados los valores de Bardem y Berlangafrente a todo el resto del cine. Yo llegu al cineen mil novecientos cuarenta y tres y, parecementira, desde el treinta y nueve hasta entoncesva se haban colocado una serie de valores muyimportantes en el cine de la poca. Fue unanoche oscura para m personalmente, eso s,sobre todo en la cuestin econmica, que eragravsima entonces.80

    El 28 de marzo de 1939 Madrid abri sus puertas al ejrcito comandado por el GeneralFranco.

    Al da siguiente de firmar Franco el parte que pondra fin a la Guerra Civil se cerraron losteatros, se devolvieron a sus dueos y Fernando Fernn-Gmez, como tantos otros profesionalesde la poca, se convirti en un actor parado, pues los carns expedidos por la CNT quedaroninvalidados. Se autoriz de nuevo el trabajo gratuito de los meritorios en las compaas y el sueldomnimo de los actores se rebaj de dieciocho pesetas a diez, el sueldo que rega en 1936, antes dela insurreccin militar (I, pg. 307).

    Poco tiempo despus Fernn-Gmez reanudara su labor de meritorio durante quince dasen el Teatro Espaol, en la compaa de Ana Adamuz-Jos Romeu en la que tambin trabajaba sumadre81. Ms tarde lo eligieron para una sustitucin de pregonero en la obra de

  • Por otra parte, al hablar del meritorio, cmo no citar el magistral tratamiento del personaje en la pelculadirigida en 1954 por Antonio Bardeni, Cmicos. Film elogiado por el propio Fernando Mndez-Leite, quienlo consider un estudio sinceramente humano de la vida teatral, que resulta nuevo por estar visto yconcebido sin paliativos, aunque embellecido por el arte cinematogrfico.Historia del cine espaol, Madrid, Rialp, 1965, pg. 60.

    82 Como apunta Francisco Ruiz Ramn, el teatro de Eduardo Marquina se asoci a gloriosos nombresde la escena espaola, tales como los mencionados Mara Guerrero y Fernando Daz de Mendoza, comoCatalma Brcena, Lola Membrives, Josefina Daz Artigas -protagonista de Fruto bendito (1927)- y MargaritaXirga -la Deseada de La ermita, la fuente y el ro (1927), la Nadala de Fuente escondida (1931) y laFulgencia de Los Julianes (l932)-. Vase Historia del Teatro Espaol. Siglo XX, Madrid, Ctedra, 1992 (9.),pgs. 64-67.

    83 Vase C. Oliva, Op. cit., pg. 73.

    84 En opinin de ngel Berenguer, si el teatro potico se caracteriz por no utilizar la Historia enfuncin del presente, el hecho de que Muoz Seca desarrollara sus obras con este mismo planteamiento, perosometindola a una degradacin constante que produca un cierto efecto desmitificador, permita considerarLa venganza de don Mendo y las dems obras que contienen una parodia de la Historia en la produccin deMuoz Seca, como una enfermedad benigna y graciosa del teatro histrico-potico. Vase El teatrohasta 1936, en Historia de la Literatura Espaola Siglo XX, Madrid, Taurus, 1980, pg. 208.Fernn-Gmez realiz la adaptacin sin interesarle lo ms mnimo el texto de Muoz Seca (paradjicamenteresult una de sus pelculas de mayor xito); si finalmente decidi abordarlo -se trataba de un encargoprofesional-, lo hizo siguiendo el mismo juego con que su autor lo haba creado; es decir, parodiando labenigna parodia de un gnero, de un teatro que haba ido desapareciendo a causa de la creciente actitudcrtica hacia la ideologa que, de manera general, vena desarrollando en los escenarios.La pelcula que Fernn-Gmez realiz en 1961 se present, pues, como parodia de la representacin de unaparodia, en un intento del realizador por eludir tanto el teatro filmado -proyecto inicial de la productora-como la reconstruccin de poca ms o menos realista. Es lo que Carlos F. Heredero calificar deaproximacin heterodoxa, en el sentido de que Su propuesta, mucho ms compleja, pretende articularla stira pardica de una representacin teatral convencional de una obra que, en origen, es ya una parodia

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    de Eduardo Marquina En Flandes se ha puesto el sol (I, pg. 294 y ss.). Este drama histrico haba sidoestrenado clamorosamente en Montevideo por la compaa Guerrero-Daz de Mendoza en 1910,y su gran xito se prolongara en Madrid, en el Teatro de la Princesa, en diciembre de ese mismoao82. La obra formaba parte del teatro histrico en verso por el que su autor consigui granpopularidad, y que era tributario del drama espaol del Siglo de Oro, caracterizndose por una claraexaltacin de los temas nacionalistas castellanos que, como es de suponer, tuvieron unos aos detotal efervescencia en la vida teatral de la inmediata posguerra83.

    Eduardo Marquina fue, de hecho, uno de los iniciadores y a la vez representantes msilustres del denominado teatro potico, una de las tendencias ms cultivadas del momento a laque Fernn-Gmez dedic alguna de sus dotes interpretativas (recordemos que haba llegado arepresentar tambin a Francisco Villaespesa) y, aos ms tarde, una especial versin comorealizador a travs de la parodia con que Muoz Seca trataba el gnero en su Venganza de donMendo84.

  • de los modos teatrales del drama romntico del siglo XIX. Una apuesta que exige un alto grado deestilizacin y, sobre todo, que precisa poner en evidencia los resortes y los mecanismos de esarepresentacin. Los caminos del heterodoxo, en Fernando Fernn-Gmez. El hombre..., cit., pg., 34.

    85 Jess Rubio realiza un interesante y riguroso anlisis de todas las circunstancias que acompaaronal gnero tanto en sus creaciones literarias, como en sus autores o en su recepcin crtica. El teatro poticoen Espaa: del modernismo a las vanguardias, Murcia, Secretariado de Publicaciones y Servicio deActividades Culturales de la Universidad de Murcia (Cuadernos de teatro, 17), 1993, pg. 41.

    86 Tal y como apunta Jess Rubio, no se llegaron a crear unos medios de produccin alternativos y,por ello, parte de los textos ms sugestivos quedaron reducidos prcticamente a su difusin en libro. Uno delos casos ms significativos sera el de Valle-Incln, cuyas obras en prosa (El yermo de las almas, ElMarqus de Bradomn, Las comedias brbaras), pertenecan al teatro potico tanto como las escritas en verso(Cuento de abril, Voces de gesta, La marquesa Rosalinda.. ). Obras que quedaron marginadas dentro de laprogramacin general de los teatros porque sus planteamientos poco tenan que ver con las restricciones yexigencias que poco a poco se impusieron para el teatro potico representado. As, si Marquina se convirtien el dramaturgo oficial del Teatro Espaol con Las hijas del Cid (1908), Doa Mara la Brava (1909),En Flandes se ha puesto el sol (1910), El ltimo da (1911), La alcaidesa de Pastrana (1911), El reytrovador (1912), Cuando florezcan los rosales (1913), Por los pecados del rey (1913), La hiedra (1914), ...la ruptura de Valle-Incln con Mara Guerrero anulara sus posibilidades de estrenar, resultando fallida supresentacin de El embrujado al Espaol. Como indica Jess Rubio, mientras Valle mantuvo buenasrelaciones con ellos pudo estrenar Voces de gesta (1911) y La Marquesa Rosalinda (1912), pero, en general,las dificultades para llevar a escena sus obras marcaron su trayectoria desde el principio. No obstante, lospocos estrenos permtidos de la obra potica de Valle pronto se sumaran al abandono definitivo de estalnea de produccin, una vez el autor haya tomado conciencia de su verdadera funcin ideolgica. Enpalabras de Jess Rubio, la denuncia de las falsedades del teatro potico modernista acompaaron sudesarrollo desde el comienzo. Si bien la crtica antimodernista no cej en su descalificacin a travs dedistintas publicaciones peridicas, el rechazo ms llamativo y eficaz sera el de los propios modernistas aldistanciarse de su esttica y enfrentarse a quienes estaban sacando provecho de su banalizacin. ste serael caso de