Tinta tres ed 24 Vida...

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Medellín Colombia - Nº 24 Junio de 2014 - 24 páginas - Comuna 3 Manrique - www.tintatres.co - Distribución gratuita Editorial / P. 2 Crónica / P. 10 - 11 Perfil / P. 8 Perfil / P. 21 Opinión/ P. 22 Informe / P. 15 Cuento / P. 23 Ficción / P. 24 Reseña / P. 4 Relato / P. 5 Opinión / P. 4 Reseña / P. 7 Noticia / P. 6 Carlos Orlas Paola Alarcón Johana Santofimio Carlos Orlas Oscar Cárdenas Alexánder Zuleta Paola Alarcón VIDA TERRENAL LA PASIÓN MUSICAL DEL PIANISTA DE SAN JOSÉ COMIENDO ARRAYANES LA MUERTE DEL GALLO ROJO EN UN BUS MEMORIAS EN ESTADO DE GUERRA LA VIDA DE SANTIAGO OLIVEROS AVENDAÑO BARRIOS UNIDOS RESPIRA CONVIVENCIA EL CRIMEN DE ALBA PATRICIA EL POPULAR APACHURRAO LEONARDO MARÍN LA ESTIRPE INOCENTE CARACTERIZACIÓN DE VÍCTIMAS, UN PROYECTO INCONCLUSO LA VIDA SE TEJE EN PALABRAS “Vidas y muertes, lo único que se ve en esta comuna, pero al final lo que importa no es morir sino cómo se vivió”. Habitante de la Comuna 3 Manrique Reseña / P. 18 LA HOGUERA DE LAS ILUSIONES Eulalia Borja Paola Alarcón Lilit Lobos Oscar Cárdenas Alexánder Zuleta Francisco Monsalve Andrea Aldana

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Medellín Colombia - Nº 24 Junio de 2014 - 24 páginas - Comuna 3 Manrique - www.tintatres.co - Distribución gratuita

Editorial / P. 2

Crónica / P. 10 - 11

Perfil / P. 8

Perfil / P. 21

Opinión/ P. 22

Informe / P. 15

Cuento / P. 23

Ficción / P. 24

Reseña / P. 4

Relato / P. 5

Opinión / P. 4

Reseña / P. 7

Noticia / P. 6

Carlos Orlas

Paola Alarcón

Johana Santofimio

Carlos Orlas

Oscar Cárdenas

Alexánder Zuleta

Paola Alarcón

VIDA TERRENAL

LA PASIÓN MUSICAL DEL PIANISTA DE SAN JOSÉ

COMIENDO ARRAYANES

LA MUERTE DEL GALLO ROJO

EN UN BUS

MEMORIAS EN ESTADO DE GUERRA

LA VIDA DE SANTIAGO OLIVEROS AVENDAÑO

BARRIOS UNIDOS RESPIRA CONVIVENCIA

EL CRIMEN DE ALBA PATRICIA

EL POPULAR APACHURRAO LEONARDO MARÍN

LA ESTIRPE INOCENTE

CARACTERIZACIÓN DE VÍCTIMAS,UN PROYECTO INCONCLUSO

LA VIDA SE TEJE EN PALABRAS

“Vidas y muertes, lo único que se ve en esta comuna, pero al final lo que importa

no es morir sino cómo se vivió”.Habitante de la Comuna 3 Manrique

Reseña / P. 18

LA HOGUERA DE LAS ILUSIONES

Eulalia Borja

Paola Alarcón

Lilit Lobos

Oscar Cárdenas

Alexánder Zuleta

Francisco Monsalve

Andrea Aldana

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Coordinación editorial: Andrea Aldana. Redacción: Paola Alarcón, Óscar Cárdenas Avendaño, Alexander Zuleta. Colaboradores: YEulalia Borja, Lilit Lobos, Francisco Monsalve, Carlos Orlas, Johana Santofimio, José Miguel Vecino. Ilustración: Andrés Sánchez, José Oliveros. Asesoría Alcaldía de Medellín: Diana Ca-rolina Zapata, Secretaría de Comunicaciones. Coordinación proyecto Escuelas de Comunicación, Comuna 3 Manrique: Johana Arboleda Taborda, Manuel José Bermúdez Andrade, Universidad de Antioquia. Año 4 número 24, Junio de 2014. Distribución gratuita. 20.000 ejemplares. Impreso en: La Patria.

Tinta Tres es una publicación realizada por el Centro de Investigación y Extensión de Comunicaciones (CIEC), Universidad de Antioquia. www.tintatres.co

Se produce e imprime en el mes de abril de 2014 para efectos de cumplimiento de obligaciones contractuales.

Contacto: [email protected]/tintatreswww.issuu.com/tintatrestwitter: @tintatreswww.youtube.com/periodicotintatres

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Vida terrenal

El territorio es el cuerpo. Y la vida son las circunstancias, es decir, la efímera danza de la realidad: “yo no pinto el ser, pinto sola-

mente lo transitorio”, decía Montaigne. En esta edi-ción dedicada a la vida no me queda más que soltar destellos, fragmentos, nada sistemático, algo parcial, político y apasionado.

Presenciar lo íntimo en la imperecedera búsque-da de lo absurdo, lo propio, lo impropio, lo extraño, lo trivial, lo cotidiano, lo feo, lo auténtico: la bús-queda de uno mismo en el cuestionamiento, en la adversidad, en el sentir y el disentir.

Me gusta la idea de que somos transeúntes, pa-sajeros, transitorios, viajeros, extranjeros, efímeros como un periódico. Por eso es grata la vida terrenal, sin trascendentalismos, sin esencialismos, sin con-ceptos, realidad sin ficción, conocimientos sin aca-demia, arte sin vanidad, escritura sin retórica.

La vida está en una grieta, en un loco saltando de soledad, en una pelea de negros en pleno centro, en una mujer mal vestida pero llena de amor. Esta en todo la vida, pero hay un lugar que siempre que lo hábito me digo: “esto tiene vida”. Son las plazas de mercado, puerto de campesinos, comerciantes, ca-chivacheros, culebreros, putas, bohemios, trabajado-res, compradores, caminantes, mendigos y muchos sabores, colores y olores.

Trabajé en la plaza de mercado de Bello y en la de Pasto, Nariño, y comprobé que mi vida no pue-de ser de academia, de comodidad y confort, sino de descubrimiento permanente de uno solo con el mundo, con la nada, con lo nuevo, si es que hay algo nuevo en este rodar. El caso es que me enamoré de las plazas de mercado porque la gente de tanto estar rodeada de flores, plantas, verduras y frutas, termi-nan pareciéndose a todo eso, como el gusano que se vuelve del color del árbol que habita.

La vida está donde se avista también la muerte. Siempre muere algo en uno cuando la vida se afir-ma con toda su determinación. Morimos de terredad que somos. Y en esa terredad es donde sembramos la flor negra de la poesía, el canto pagano, el rito, lo erótico, el banquete de locos, la insurrección de los

Por Carlos Orlas Fotografía José Miguel Vecino

desterrados, la errancia y los amores posibles. Te-nemos la tierra como elemento que nos arraiga, nos hunde, y nos hace mirar para el cielo como el “no lugar” por excelencia. La tierra es nuestro lugar de posibilidades y por eso se ha dicho que la guerra es por tierra. Un pedazo donde yacer, y para otros un pedazote donde acumular.

Entonces resulta que estamos vivos, que la co-muna está viva, que “algo se está cocinando”, que siempre nos quieren desterrar, y cuando deste-rrados resistimos a la muerte, como Ana Fabricia Córdoba, nos asesinan. Y a la muerte oponemos el adorno, la huida, el olvido, el engaño y el consumo; respondemos a la muerte de manera cobarde y dis-frazada. Nos falta vida, arriesgue, renuncia. Decía Cortázar en uno de los tantos abismos que tiene Rayuela: “vale más la renuncia, porque la renuncia es la protesta misma y no su máscara”.

La resistencia al orden criminal del mundo don-de el imperativo es hacer fortuna y acumularla, ostentarla corromperse y destruir la naturaleza, la resistencia, digo, puede ser más vital, más divertida y alegre, más libertaria, Sin Héroes ni Mártires como llama una obra teatral de Bernardo Ángel, de la Bar-ca de los Locos.

Tal vez eso sea la vida, aprender a morir sin miedo, sin heroísmos, sintiendo las últimas pulsacio-nes, corroborando el vacío, el fin de viaje. Mientras eso suceda: crear, decir, vociferar, incomodar. Y ha-cer literatura y periodismo, que la palabra resuene desde adentro, sigo pensando en los Manifiestos de Bernardo Ángel, dice en uno de los últimos:

La palabra que es de adentro tiene resonancia,se escucha en todos los rincones,derrumbará los muros de la imposición.No dormir tranquilos con Literatura fatua

Quemar las bulas de estupendos cactus...Superar los miserables del decoroBarca de los Locos con el loto.

Donde haya que hablar hablar, donde haya que combatir combatir, cuando haya que pensar pensar, cuando amar amar, y así. Decía Baudelaire: “Ganga son los minutos, ¡oh alocado mortal¡ Y no hay que abandonarlos sin extraer su oro”. Pero no el oro suntuoso, sino el poético, la metáfora, lo divino: el Oro que lanzan a la laguna los Indígenas de Guata-vita en adoración al dios del agua.

La Vida Terrenal cabe en esta oración que vale la pena cantar, interiorizar, gritar y danzar:

Tierra mi cuerpo, Agua mi sangre, Aire mi alien-to, y Fuego mi espíritu.

Y también en este poema de Withman, en la (sub)Versión de León Felipe:

Dije que el alma no es superior al cuerpo, y dije que el cuerpo no es superior al alma, y nada, ni Dios siquiera, es más grande para uno que lo uno mismo es, y quien camina una cuadra sin amar al prójimo camina amortajado hacia su propio funeral, y yo o tú podemos comprar la flor y nata de la Tierra sin un céntimo, sin un céntimo en el bolsillo, y mirar con un sólo ojo o mostrar un grano en su vaina, desconcierta las enseñanzas de todos los tiempos, y no hay oficio ni empleo en el que un joven no pueda convertirse en héroe, y el objeto más delicado puede servir de eje al universo, y digo a cualquier hombre o mujer: que tu alma se alce tranquila y serena ante un millón de universos.

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Año 4 edición 24 / Junio de 2014 3

Por Johana SantofimioLa vida se teje en palabras

La Vida presente en la fuerza de las olas, en el canto de los pájaros, en la potencia de un rayo, en el susurrar de una palabra, en

las manos de unos cuantos que unen esfuerzo para construir calles, viviendas y ciudades que albergan esperanzas y resistencias frente cualquier dificul-tad.

La palabra se celebró como la vida en la recolec-ción voces que tejen de algunos vecinos del mundo que llegaron a la ciudad para contar sus luchas so-ciales, retos y aprendizajes en el caminar de lo co-munitario, se reunieron países como: Egipto, Brasil, Chile, Perú, Estados Unidos y Colombia representada por la Comuna 8, Villa Hermosa y la Comuna 3, Man-rique.

Se habló de los avances y retos que hoy tienen las comunidades frente a la edificación desmedida y cómo el disfrute de la vida en el espacio público, vivienda y seguridad en la ciudad se reduce por

la construcción de megaproyectos, que desalojan y ponen en riesgo la tranquilidad. La Casa de la Me-moria fue el lugar donde se alzó la voz para las denuncias, los ejemplos e intervenciones de los asis-tentes; el aire de estar vivos se tomó por algunas horas el recinto.

La Comuna 3 tuvo lugar allí con la exposición que hizo Fernando Zapata, integrante de la Funda-ción Sumapaz, titulada “Derecho a la Ciudad: Una mirada desde la Zona Nororiental”, del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Zona Nororiental, que desde hace algún tiempo viene trabajando en el territorio. Un viaje por las laderas donde se observa la construcción colectiva de los barrios de la zona y en especial los de la Comuna 3.

En la exposición se comentaron cifras como: En la Nororiental se encuentra el 40% de familias sin vivienda y ante esta dificultad solo se ha invertido

el 28% de los recursos para vivienda. Algunas cifras que describen la realidad que hoy viven algunos de los hogares en los barrios de nuestra ciudad y la re-sistencia social que hoy enfrentan algunos sectores frente a la amenaza latente de desalojo por proyec-tos municipales.

Fernando Zapata comenta que desde el obser-vatorio se entiende la vida no solamente como la ausencia de la muerte o la ausencia de tortura, la vida está implícita en la dignidad humana, en cada una de las condiciones de seguridad e integridad que puedan tener los habitantes de una ciudad. La vida se festeja en la ladera que hace juego con lo rural, en las empinadas calles que dibujan la sonrisa de un niño, en la caricia de un anciano. La vida está en aquellas luchas sociales entrelazadas en sueños y esperanzas.

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Año 4 edición 24 / Junio de 20144 Opinión

Memorias en estadode guerra

Por Oscar Cárdenas

¿Desde cuándo se habla de reconstrucción de la memoria en Colombia? El término reconstrucción de memoria histórica

es muy común en los países que han sufrido los avatares de las violencias. En Colombia se puso de moda después del 2002, paradójicamente, cuando se vivía un ambiente de guerra bastante pronunciada y tras llevar más de 50 años en conflicto.

Después del 2007 cuando se comienza hablar de la disminución de las fuerzas armadas irregulares en las zonas rurales, el Estado comenzó a fijar su mirada hacia los procesos de memoria. Bebió de las experiencias de otras naciones, para luego crear toda una estrategia basada en las leyes de víctimas y tierras.

El problema actual es que quienes deciden cómo hacer los procesos de reconstrucción de memoria en el país es únicamente el Estado, no las víctimas o el pueblo. Se desconoce entonces, la memoria de los pueblos, de quienes han sufrido las consecuencias de la guerra, se habla de una memoria en singular y no de memorias en plural.

La imagen de la realidad contrasta con las inten-ciones del gobierno de hacer un proceso de memo-ria de carácter nacional, pues el Estado, es un actor activo del conflicto interno. Por esto que resulta di-fícil pensar que sea el establecimiento el encargado de dirigir con sus instituciones el proceso de hacer memoria en el país.

Vivimos en un país fragmentado, los actores del conflicto abarcan casi todo el territorio nacional, unos con más presencia territorial que otros. Pero en fin, todos bajo una forma de accionar que man-tiene vivo el conflicto y la violencia de todo tipo. Tal escenario hace difícil que se genere un proceso real de reconstrucción de memoria histórica de manera colectiva.

Otro escoyo son acciones orientadas a la cons-trucción de una memoria histórica propia de las co-munidades, que no es tomada en cuenta por quienes la han institucionalizado. El Estado, las universida-des, los centros de memoria, y las mismas adminis-traciones locales y regionales son los que reciben la mayoría de los recursos públicos direccionados a esta causa.

El camino para la memoria

En Colombia pasa algo particular, nos estamos preguntando sobre cómo hacer memoria sin haber acabado el conflicto, sin las garantías necesarias para que las víctimas se empoderen de sus procesos, en el departamento, la ciudad, la comuna y el barrio.

Solo hasta ahora y bajo el ambiente coyuntural, que tiene que ver con las negociaciones de paz con las FARC-EP y los fallidos intentos de resocialización de los paramilitares, se busca hacer de la memoria un proyecto bandera de gobierno, que sirva de slo-gan para esconder hacia el exterior la verdadera realidad.

Pero en la ladera, en los barrios, en las comuni-dades la memoria tiene su base en el otro, el vecino, el familiar, el amigo de toda la vida, el que compartió —y comparte— la misma realidad del pueblo, la vere-da y ahora la ladera.

El que posee en su memoria una parte de la his-toria que le da existencia al otro, en éste territorio, se comienza a construir otra vida, otra historia, que depende de la historia anterior y se convierte en fuente de lucha y organización para un mejor fu-turo. Son muchos los ejemplos de reconstrucción de memoria en Colombia que han nacido por iniciati-vas de organizaciones de base.

Los protagonistas de la memoria deben ser las víctimas no las instituciones, ni la academia. Las víctimas pueden ser investigadores, periodistas, es-critores, artistas; pueden generar un aprendizaje mayor, sí y solo sí, se apoderan de su historia y po-nen a dialogar sus experiencias con los otros.

“En toda memoria humana hay implícitamente un anhelo,

el anhelo, de que ni el mal ni la muerte tengan la última palabra, el anhelo de que la injusticia del

presente y del pasado no sea nunca definitiva.

En toda memoria hay deseo, el deseo de un futuro más justo, un

futuro mejor.”

Max Horkheimer (Anhelo de justicia)

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Por Carlos OrlasEn un bus

Cada escrito sobre la comuna es una oda a lo simple, lo cotidiano, lo esplendoroso de la realidad que vista con atención es pulpita

ficción. En el bus subiendo a Manrique (evito esa ex-tensión de la tortura metro que son el metro plus y los alimentadores) sucede la vida, en realidad, como una película.

Para subirme tuve que pegar una corrida atlé-tica, pasaban ya las 9 y media pm, y al final me encaramé.

Trabajadores cansados, mujeres con sus hijos,

mujeres embriagadas con sus hijos cuidándolas, una putica que se desmayó llegando a San Blas, la ne-gra hermosa y colorida con su negro enamorado, otra mujer que se sube con su hija por la de atrás, cuatro manes trabados y silenciosos en la silla de atrás, otra mujer, esta con rostro andino, bella flor de estas montañas, la miro y me mira con ojos de flecha envenenada. Estos son los personajes que le dan vida a ese microcosmos que es el bus.

El viaje es de pié, que es como seguir caminando

sobre ruedas. Mientras el bus sube uno como que se eleva, piensa, recuerda, mira los rostros, escucha, de pronto ve la luna y así.

Esta vez el estremecimiento no vino de una fre-nada en seco, una atropellada o un artista del ham-bre que pone a vibrar el alma, sino de una mujer que se desmaya, la putica, y cae a mis pies. Inmedia-tamente la “normalidad” del viaje se transforma, to-dos nos ponemos en disposición, en estado de aler-ta, y al final una señora borracha la convence con sumo amor de que se pare, lo logra, y le cede su silla.

La mujer desmayada está muy débil, le pide a una niña que le abra una bolsa…en la bolsa hay

una botella de gatorade que la mujer quiere beber para hidratarse. La niña destapa la botella y le da de beber como si se tratara de salvarle la vida, con devoción. Después de hidratada la mujer se queda dormida. Pienso en una canción que dice: “es el amor que cura bien adentro, ahí hay una semilla que ha sido sembrada en ti, el amor es el agua que alimenta…”

Los marihuaneros no se inmutan. La situación se “normaliza”, las demás personas siguen su viaje, después de todo es verdad eso de que “la procesión va por dentro”. De todas maneras la vida tiene sor-presas, momentos donde la realidad se traduce o trasluce en imágenes poderosas, instantes de fulgor, de esplendor, paradojas, historias mínimas.

Aquí va otra. Llegando a Santo Domingo se sube otra gallada. Un personajillo, malevo, se quiere subir sin pagar. El conductor se opone, el pillo insiste y le dice: “es que no sos creyente o qué…”. Ese “no sos creyente” suena como a: “te puedo matar si no me subís, cree, en lo que sea, porque te podes morir… ¿no me crees?”. Todo el bus se tensiona con la ac-titud del pillo, que ya instalado en el bus comienza a consumir perico, y continúa intimidando al con-ductor con frases desafiantes. Insinúa que lo puede “dejar botando lo rojo por la boca”. Este personaje se gana el respeto de los pasajeros, es el rey porque de-muestra que no teme la muerte, ni matar ni morir.

Antes de llegar se sube más gente colgada, gra-tiniano, sin pagar. La actitud desafiante del pillo que se pavonea en la puerta de atrás subvierte y genera esa sensación de novedad que hace que el viaje salga de lo monótono. El conductor trata de cerrar la puerta y el muchacho rebelde la contiene, se alimenta la tensión. Se me viene a la mente esa frasecita trillada de algunos raperos en los buses: “si algo malo va a pasar, que no sea en este bus (bis)”

Falta poco para terminar el trayecto y el conduc-tor está resignado ante el caos, se ha dado cuenta que no manda en el bus, así sea el conductor. Lo público es conquistado por una inercia, un impulso natural de la gente por llegar a su casa, ahorrarse unos pasos, de paso saltar sobre lo legal (tortura metro), romper lo formal y hacer uso de lo colec-tivo en calidad de humanos y no de usuarios. La gente trasgrede lo absurdo de pagar un pasaje así sea para media cuadra y lo frío de viajar sin reírse, asombrarse, mirarse, paladear las situaciones.

Al final del viaje me queda la sensación de que todo es una película, y uno está dentro de ella y su-cede que el observador es observado y hace parte fundamental de la película.

En el poema Super-Ciencia de Luis Vidales que-da expresada la suprema ciencia de la observación: “Por medio de los microscopios / los microbios / observan a los sabios”. Todos estamos implicados, somos un aura, un sonido, un color, un cúmulo de sensaciones que se mueven en el espacio y danzan como en un caos, en la naturaleza, y creamos belle-za y terror, vivenciamos el crimen y el nacimiento, la guerra y el amor.

Y cada uno lleva dentro un mundo, una ban-da sonora, la sinfonía para antes de la muerte que tanto asecha. La película de todas maneras sigue rodando, en cambio constante, en tránsito hacia el morro y canta Jorge Drexler: “nunca hubo antes, no habrá después, tan solo durante.”

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Barrios Unidos respira ConvivenciaPor Alexánder Zuleta

En Barrios Unidos fue la más reciente explosión de colores de la convivencia. En la Carrera 36BB con calle 91A, en la esquina de la Junta de Acción Comu-nal (JAC), se celebró el evento Barrios Unidos por la Convivencia, evento recreativo y cultural, lleno de vida y color, facilitado por la Secretaría de Gobierno, para el disfrute de la comunidad.

Los niños se divirtieron en actividades recrea-tivas como las pinta caritas, el gusano inflable y el torneo de futbolito. Los adultos gozaron la jornada cultural con música en vivo y los comerciantes loca-les ofrecieron sus productos. La jornada fue posible por intermediación de Jenny Fernández, promotora Local de Gobierno de la Comuna 3, y la gestión del presidente de la JAC, Gustavo Adolfo Henao.

Esta vez el objetivo era claro, querían, explicó Jenny Fernández, articular las instituciones “para fortalecer y promover la gobernabilidad en el ba-rrio. Nos reunimos varias Secretarías y pensamos en qué podíamos hacer aquí para recuperar el es-pacio público”.

Dentro del diagnóstico del barrio, previo al even-to, la Secretaría de Gobierno observó problemáticas de los habitantes relacionadas con el manejo de ba-suras, de violencia intrafamiliar y el desempleo. Por ello, a la jornada se sumó la Secretaría de Cultura, Empresas Varias, La Gerencia Zonal, El Cedezo y la Secretaría de Mujeres. Estas dos últimas con una oferta definida.

El Cedezo y el Punto de Intermediación Laboral promovieron la oferta de empleo disponible. En va-

El pasado sábado 12 de abril uno de los barrios poco notados de la Comuna 3 vivió la fiesta de la convivencia

Noticia

rias horas los funcionarios inscribieron 30 hojas de vida para ser tenidas en cuenta en las vacantes.

Por otro lado, la secretaría de las mujeres patro-cinó la campaña Soy mujer, yo decido, que se trata de una estrategia que les enseñe a tomar decisiones autónomas. Para la profesional de Secretaría de las Mujeres, Isleny Giraldo, la iniciativa “quiere decir que las mujeres tomemos nuestras decisiones sobre nuestro cuerpo, sobre la regulación de la fertilidad, que cada una decida si quiere tener o no tener hi-jos”.

Manrique también mostró su alto potencial cul-tural. El evento sirvió de plataforma para que los grupos artísticos mostraran sus creaciones. En la tarde se presentaron el grupo de danzas de la ter-cera edad, el grupo de baile Las Pilositas y Pioneros, la compañía de tango Fantasía Argentina y el grupo de baile Fusión Latina.

Los microempresarios de la comuna igual tuvie-ron su espacio. Nueve unidades productivas ofre-cieron sus productos al público. Luz Marina Lodo-ño, empresaria de postres y mermeladas, declaró la jornada como un éxito “porque se integran las personas y nos conocen a nosotros los microem-presarios”.

Como una forma de mejorar la gobernabilidad, la administración, en cabeza de la Secretaría de Gobierno, viene promoviendo las actividades por la convivencia. Se trata de una estrategia que busca que los barrios se acerquen más a la oferta institu-cional y, por medio de actividades, se fortalezca la confianza comunitaria.

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Por Eulalia Borja

La vida de SantiagoOliveros Avendaño

Santiago Oliveros Avendaño, más conocido como B-boy Santi, es un joven de 24 años habitante del barrio La Cruz. Es un joven

reconocido de la comuna por su liderazgo cultural, su accionar artístico y político desde hace más de 6 años.

Santiago es una de las más de 2 mil 680 perso-nas que en la comuna tres Manrique tienen algún tipo de discapacidad. La suya está relacionada con una deficiencia en la columna que le impide tener fuerza suficiente para caminar con facilidad. Pero a pesar de esto es bailarín de break dance desde hace seis años

Ha dedicado su vida a hacer de su discapacidad física una motivación para luchar por sus sueños. De manera alegórica asegura que “mi discapacidad es física, no mental y eso no me impide hacer de mis sueños una realidad”, porque “bailar es mi pasión”.

Santiago es integrante de la red cultural “Unión entre comunas”, un grupo de jóvenes del movimien-to Hopper de la comuna 13, y que, de la mano de jóvenes de otras comunas, han adelantado una gran labor resistiendo a las fronteras invisibles que hay en los barrios, y a la represión hacía los jóvenes artistas que antes existen en Medellín. Además, dice con orgullo, que es coordinador de deportes de la Junta de Acción Comunal de su barrio hace más de 2 años, y asegura lleva más de seis años siendo vo-luntario de la Defensa Civil Colombiana.

Su situación, aunque resiliente, refleja la situa-ción de la mayoría de personas que en Manrique tienen algún tipo de discapacidad, según él “los dis-capacitados somos los más vulnerables de la comu-na y en la ciudad por el hecho de que siempre nos miran como personas que no tenemos manera de salir adelante y no como personas que solo tenemos una discapacidad y no se trata de eso, se trata de que miren lo que uno puede hacer como persona y no de lo que no podemos hacer por ser discapaci-tados”.

Estar en situación de discapacidad, y más en las laderas de Medellín, es una situación complicada para Santiago porque carece de silla de ruedas y el “barrio tiene muchas lomas y escalas”. Cuando tiene que bajar al centro, dice, “para bajar las escalas es como complicado”, pues su movilidad es limitada. Él opina que “el abandono en el que el Estado tiene la mayoría de barrios” hace que la infraestructura “no sea apta para personas con discapacidad”.

Los seis integrantes de la familia de este lí-der lo apoyan en todo lo que hace, pero te-men a que sea un líder político y cultural, pues muchos de sus amigos han sido asesinados por hacer del hip hop una lucha silenciosa contra la guerra. La familia, expresa, “me apoyan pero también sienten miedo por lo que han asesinado tantos compañeros, hace poco asesinaron a un amigo llamado Pi-rulo, con el crecí en el barrio, nos parchába-mos a tirar las rimas.

Según la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad es una limitación funcional, temporal o permanente que tiene una persona, consecuencia de una deficiencia, que

se manifiesta en su vida cotidiana.

Nosotros compartimos en la escuela, el colegio, con su hermano Chota y su madre con doña Ana, Ana Fabricia”.

La Alcaldía de Medellín en el acuerdo 86 del 2009, adoptó una política pública de discapacidad para el municipio. Pero no ha sido eficiente y deja mucho que desear. Por ello Santiago denuncia a diario la situación precaria de las personas con situación de discapacidad.

En la Comuna 3, en la actualidad, existen dos organizaciones que trabajan y promueven el tema de la discapacidad en Manrique. Éstas son Asocia-ción Cafod, que promueve su inclusión en el ámbito laboral y psico-social; y el grupo Una luz para ti, que enfoca su trabajo en el desarrollo de capacidades y actitudes positivas de personas en situación de discapacidad.

La administración municipal debe garantizar un goce efectivo de derechos DESCA (Derechos econó-micos, sociales, culturales y ambientales), tal como lo dejó claro la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la ONU, (Orga-nización de Naciones Unidas), y que Colombia sus-cribió el 13 de mayo del 2011. Al hacerlo, los Estados se comprometen a tomar medidas concretas para garantizar la igualdad de derechos y oportunidades a estos ciudadanos.

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Por Alexánder Zuleta

Huellas de un profeta

El padre Jaime León Restrepo López fue asesinado el 17 de enero de 1988, a las 3: 45 de la tarde, en el corregi-

miento de Providencia del municipio de San Roque mientras desarrollaba labores pasto-rales y se preparaba para asistir la misa del domingo. El asesinato fue perpetrado, a sus 44 años, por un sicario que se acercó y disparó tres veces contra él, huyendo en el acto en una moto.

El levantamiento del cuerpo del sacerdote fue a cargo de la inspección del corregimiento de San José del Nus. Un testigo que habló para la revista Solidaridad dijo que después de la necropsia fue llevado a Maceo a petición de la comunidad, y tarde de la noche celebraron la eucaristía. A la madrugada, en San José del Nus y Cristales la gente lo despidió con otras dos misas. La gente “prácticamente no se dur-mió. Después de Cristales nos vinimos hacia Medellín”.

Luego del traslado el entierro ocurrió en el cementerio Campos de Paz en compañía del cardenal Alfonso López Trujillo y más de un centenar de sacerdotes, amigos y comunidad. Compañeros de Jaime declararon a Solidari-dad que el “cardenal no quería que se hiciera ningún tipo de bulla” pues no gustaba del tra-bajo pastoral de Jaime.

Sus 16 años de sacerdocio los dedicó al tra-bajo como párroco de Cristales y San José del Nus; También al vicariato de Nuestra Señora de la Presentación y Nuestra señora de Montebello. Pero lo más importante de su carrera fue su legado en las bases de las comunidades rurales de San Rafael, Cristales, Maceo, Jardín y Medellín, donde promovió la educación y el mejoramiento de las condiciones de vida de los más pobres.

*

“Hoy o mañana, debo recibir la parroquia de San José del Nus. Siento alegría grande porque me gus-ta trabajar en los pueblos, con gente sencilla. ¿Por qué? ¿Qué espero? Habrá que pensar más despacio. De toda forma quiero ser, ante todo, presencia; y quiero proclamar Fe en la vida y en la gente.

Siento alegría de poder compartir esta nueva etapa con un reto de pastoral; no deja de serme sig-nificativo que de nuevo haya vuelto a estas tierras; y me parece que vuelvo, que no soy simplemente mandado.

Me da temor, sí, de que me puedan matar: Ante todo porque da miedo natural morirse; pero también porque no creo que sea justo y porque no creo que haga bien a nadie. En fin, es la situación histórica concreta la que me ha tocado, y no puedo descono-cerla ni evadirla.

Habrá que dedicar más tiempo al despacho, a los planteles educativos, a las veredas; tiempo de reu-niones y tiempo de estudio, ahora son muchos los elementos que la experiencia me aporta. Y yo quiero tener entusiasmo y ofrecérselo a Dios”. Diario de Jai-me. Noviembre 17 de 1987. Maceo – Antioquia.

*

Fue un hombre de estudio, consagrado a la for-mación de los demás y al trabajo agrario. En uno de sus apartes del diario personal relata su amor por el conocimiento sacrificado. “Estoy muy contento hoy, por otra parte, por los libros de Wittgenstein que me prestó Juan Guillermo Hoyos; la próxima semana, Dios mediante, los hago fotocopiar. Es impresionante

todo lo que hay por leer, por estudiar, por saber. Con muchas limitaciones llenar vacíos, es como una neurosis”. Octubre 31 de 1987.

Maestro digno, de principios claros, de fe inque-brantable, con carácter de cura rebelde. Con la po-breza por delante tomó decisiones radicales, desistió de ser profesor en la U de A en el año 87 porque sentía que debía trabajar lejos de la ciudad. A de-más, decía “si soy capaz de no ser del montón, esa posibilidad siempre estará nece-sariamente abierta. Por ahora me sentiría como chantajeando mi precaria situación económica… y la dignidad no se vende, ni se hipoteca…aunque el acreedor sea de oro”.

Los que lo conocieron hablan de él como un teólogo y filósofo quien aprendió no solo de los li-bros sino de los pobres. “Qué bue-no incluso poder trabajar algunos días con la gente, en sus traba-jos; los trabajos comunes podrían también ser motivo de educa-ción”, dejó claro hace 27 años. La humildad era profunda, estar con el pobre y gozar de pocos excesos era su propia ley. Se le recuerda siempre, en medio de la impuni-dad en la que quedó el caso, como el padre que llevaba un machete o un azadón en la mano.

*

La casa dejó de ser lo que era, un refugio de estudiantes, el tiempo en que asesinaron a Jai-me Restrepo. De allí en adelante el proyecto de dar educación a aprendices rurales y de albergar-los en su proceso de formación se vino abajo. Jaime había cons-

truido una casa en Manrique, una casa grande, de tres pisos y había dado educación a varias personas en distintas universidades.

En todo, para lo uno y lo otro hacía cuentas, hablaba de los gastos de los estudiantes, de las cosechas en las fincas y demás. Su testimonio decía de un presupuesto apretado pero no ca-rente. “Creo que tengo 150.000 en la caja, de ahí hay que sacar, por lo menos 20. 000 para la matrícula del último semestre de Victoria (pensando que Marina Restrepo y las mucha-chas me completen el resto). Pienso, además en unos 50.000 para ayudar en Jardín. Lo otro, o sea, 80.000 restantes, servirán para financiar la casa de San Blas [La Cima 1], así terminará el año casi en ceros.”

Dora Salazar fue una de las mujeres privi-legiadas que crecieron en los caminos que an-duvo el padre. Luego de su bachillerato pudo estudiar historia y geografía en la universidad Autónoma Latinoamericana, se convirtió en do-cente y dedicó su vida a la educación por varios municipios de Antioquia, tal como lo hizo Jaime.

En su casa guarda recuerdos: imágenes, viajes, alegrías y tragedias. Una foto enmarca-da de Jaime dando misa está postrada en uno de sus cuartos. Jaime, dice ella “fue su maes-tro” y le recuerda como el mártir quien dio la vida a su causa cristiana y la “formó como lo que hoy es”.

La casa, después del crimen, fue habitada por una familia desplazada del municipio de San Roque. Actualmente, dos viejos, llevan más de 25 años habitándola y acomodando en sus rincones la reproducción de la descendencia. La casa está ubi-cada en la calle 91 con Cra 31B, en el barrio La Cima Número 1.

Jaime Restrepo fue educador popular, padre y profesor de filosofía. Toda una vida dedicada al amor por la humanidad y los pobres. Consagrado a su mensaje cristiano y liberador de los pueblos. Promotor en los campos colombianos del llamado movimiento Teología de la Liberación que, hace tres décadas, tenía alta vigencia entre las sotanas de los sa-

cerdotes latinoamericanos y, especialmente, a los que pertenecían al Círculo del Nus.

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Por Oscar Cárdenas

Un adiós al amigo, hijo, hermanoque nos arrebataron

Eran casi las seis de la mañana y él llegaba a la Universidad de Antioquia para entrar a clases cuando lo ví. John estaba sentado en

un muro de la portería ubicada en la avenida Fe-rrocarril; esperaba a que las puertas se abrieran para poder ingresar.

Empezamos a hablar sobre cosas coti-dianas. Me preguntó que cómo me estaba yendo pues sabía que estaba finalizando el segundo semestre de mi carrera. Le respondí que bien y le devolví la pre-gunta, él me respondió que también tenía muchos trabajos por hacer y que incluso iba a prestar unos libros para estudiar esa no-che en la casa y que le to-caba trasnochar porque además de los traba-jos, tenía que prepa-rar un parcial para el día siguiente.

Aproveché y tam-bién le cuestioné por qué viva sólo y en una parte tan alejada de la comuna, en la par-te más solitaria de La Honda, y no con su madre en La Cruz y, con una expresión risueña en su rostro, esa que le caracteri-zaba, me respondió que era el único lugar donde se sentía bien, donde podía estudiar sin ninguna clase de distracción. En se momento abrieron las puertas e ingresamos a la universidad, me dio un apretón de manos y me dijo que pronto nos veríamos, ya fuera en el barrio o en la universidad. Le respondí que deseando lo mismo y agregué que esperaba que pronto habláramos con más detenimiento.

Él siguió su camino hacia el bloque 19 de la uni-versidad donde cursaba sexto semestre de ingenie-ría Civil. Yo seguí mi camino pero lo observé hasta que se perdió en la estructura del bloque; nunca me hubiera imaginado que ese sería el último instante en que iba verle con vida… sonriendo, estudiando. El momento marcó mi memoria, en forma de re-cuerdo, en forma de relato… lo único que se puede mantener cuando alguien significativo para noso-tros ya no está.

John Gil Durango, hijo, amigo hermano y estu-diante, a la edad de 25 años fue asesinado la noche del 11 de agosto del 2010 en el sector cuatro del ba-rrio La Honda. Alguien entró esa noche a su casa y de un tiro lo mató. En su casa, el lugar en el que se sentía tranquilo y que solo abandonaba cuando iba a la universidad o cuando pasaba a La Cruz, al sector Primavera a visitar a su madre y hermanos.

No hubo amenaza. Muchas son las versiones: que fue por control de territorios y control de plazas de vicio; que sospechaban que fuera miembro de un grupo armado insurgente, que esto, que aquello. Una sola es la realidad: John es un crimen, como muchos otros que se comenten en la ladera, que quedará

impune. Van a cumplirse cuatro años des-de su muerte que aún causa vivo do-

lor entre familiares y amigos. Duele que en la comuna sigan cayendo jóvenes inocentes, víctimas de una confrontación sin sentido, sin ninguna clase de considera-ción sobre la vida del otro.

John Gil, luchador y soñador incansable, desde siempre quizo

estudiar, prestó el servicio militar, pero su verdadera vocación esta-ba en la academia. Luego de pasar por varias universidades llegó a la Universidad de Antioquia, alter-naba sus estudios con el trabajo comunitario, perteneció a grupos juveniles e incluso dictó clases de lógica matemática en un pre-universitario que se daba en el barrio La Cruz para jóvenes que desearan ingresar a la universi-dad pública. Era un trotamundos, en su vida abundaba la amistad que ni la muerte logró ahuyentar. Aún le recordamos y preguntámos

¿por qué sucedió así?, ¿por qué caen los que pueden ayudar a que las comunidades me-joren sus espacios?, ¿por qué caen los luchadores?, ¿por qué caen los líderes? Estos cuestionamientos quedan en el aire porque no hay respuesta, lo único que podemos afirmar es que una vida que cayó in-justamente, como tantas de este país, una vida pasó a ser un cifra de homicidios con arma de fuego en la ciudad de la eterna primavera, una cifra que sólo aumenta día a día. ¿Dónde está el nombre? ¿Cómo se recupera el nombre de una persona que no es lo que el rumor del victimario sugiere? ¿Cómo recupe-rar su esencia de soñador? ¿Cómo hacerlo?

Mantener la memoria viva, el no olvidar lo que ocurrió, es la tarea que nos queda a los que toda-vía estamos y queremos permanecer más tiempo en este mundo. Permancer en esta realidad, en este país, para seguir luchando, rescatar las vidas, nom-bre, salvar la historia individual del que se fue, del que nos fue arrebatado. Para seguir trasformando desde las enseñanzas que nos dejan sus ideas.

No habrá silencio, seguiremos caminando amigo, hijo, hermano; desde el barrio, desde la academia, desde las ideas de trasformación, desde el muro en el cual recordaremos tu rostro, desde el amor y co-raje con el que asumías un reto, desde la esperan-za y libertad de pensamiento, desde la convicción siempre presente de cambiar lo que está mal, de que no sean más los soñadores como vos los que caigan. Todos guardamos en nuestra memoria una viven-cia, una sonrisa, un abrazo tuyo. Gracias, porque mientras estuviste con nosotros fueron muchas las vidas que iluminaste.

Hasta siempre compañero.

Semblanza

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El crimen de Alba Patricia

Por Alexánder Zuleta

Crónica

Alba Patricia Escudero fue asesinada el 4 de mayo del 2010, en el municipio de Vegachí. El crimen fue perpetrado por miembros de

las bandas criminales (Bacrim), quienes la siguieron mientras salía del Liceo Efe Gómez, donde cursaba grado once. Cerca de las 9 de la noche, la mujer de 29 años retornaba a la finca El Placer, vereda El Ga-llinero, en una moto Discover 135 y fue interceptada en el camino donde le dispararon por detrás.

Gladis Montoya es su madre y la anima el deseo de justicia. El crimen de su hija, hace cuatro años a manos del grupo armado, la llena de impotencia, al igual que la salida forzada de su finca y la pérdida de todos los bienes de la familia. Ella relata ese día como uno de los peores en su vida, cuenta Gladis que Alba la llamó y le dijo “que ya subía, que ya iba en la variante. Nosotros esperamos el tiempo en que ella iba a subir y no llegó, y yo dije ‘Caliche [el padre], la niña no llegó’, él la estaba esperando en el camino para subir con ella”.

En medio de la zozobra, Gladis Montoya y Carlos Escudero cogieron rumbo a Vegachí a ver qué había pasado, pues intuían un accidente. Al llegar al lugar donde había policías y un tumulto de curiosos, se enteraron por declaración de un agente de policía que a su hija la habían asesinado. ‘No señora, su hija de pronto sí es, pero no se accidentó, se la mataron’, recuerda ella las palabras del uniformado.

Al parecer fue Diego Bayer, alias “Cascarillo”, uno de los coautores del crimen. Dice Gladis que, luego del asesinato, “a ellos los vieron bajar en una moto DT, y el que iba manejando era ‘cascarillo’”. Este hombre ha sido uno de los integrantes de la Bacrim Urabá que opera en la subregión del Nordeste antio-queño, Vegachí, Segovia y Remedios.

Las causas del asesinato de Alba se atañen a su negativa de revelar el paradero de su hermano Ed-win Alberto Quiroz Rúa, quien se negó a ser reclu-tado forzadamente por el grupo armado. Desde allí, Alba fue vista como enemiga y provocadora de los asesinos.

¿Otro caso de impunidad?El Estado argumenta que no reconoce a la víctima porque el asesinato no ocurrió por causas políticas o

ideológicas a consideración de ley 418 del 97. Sin embargo, la actual ley 1448 del 2011, Ley de Víctimas, reconoce que en el país hay un conflicto armado y que cualquier colombiano que haya sufrido violación a

sus Derechos Humanos en ese marco, es víctima.

El inicio del finEsa semana, la comunidad y amigos lamenta-

ron el hecho, el entierro fue memorable. Decenas de personas acompañaron la despedida. “Desde lejos llena la calle, no podía pasar ni un carro, a la gente le dio muy duro”, dijo Carlos. “Ella tenía buen trato con la humanidad, en el colegio era participativa. La visitaban los curas, los profesores. Llegaban en moto a hacer de comer”, sumó Gladis.

Con el hecho empezó la tragedia que marcó la historia y la tradición de la familia en Vegachí. A partir de allí vino el desplazamiento forzado y el abandono de la tierra. Gladis Montoya y Carlos Es-cudero salieron de su finca al otro día, después del asesinato y entierro de Alba, en una moto y con lo poco que cabía en sus manos. Dejaron todo al cuida-do Omar Ruiz, amigo de la familia.

Casi a los 20 días de estar en la ciudad, Omar Ruiz, el cuidador de la finca, fue degollado en la misma casa por los hombres, quienes buscaban in-formación para localizar a Gladis y a su familia en Medellín. En el registro de Noticia Criminal de la Fis-calía dijo, Gladis, que la finca había sido dejada al cuidado de él, el 5 de mayo del 2010 y, “a los días de habernos venido, nos llamó el señor Omar y nos dijo

que unos tipos armados habían ido a la finca a pre-guntar por nosotros, que se metieron en la casa (…) nos contó para que no volviéramos por allá para que no nos mataran. Al parecer esos tipos pertenecen a las autodefensas”.

Después de todo, siguió la intimidación bajo men-sajes de muerte vía celular. Posterior a la llegada, Carlos Arturo Escudero Montoya, hijo de Gladis y Carlos, y quien vivía en Medellín, recibió un mensaje intimidante: “Si no te dolió la muerte de tu hermana, vamos a ver si te duele la muerte de la mamá de tu hija”.

Enfrentar la ciudadLlegaron a Manrique Oriental inicialmente; lue-

go a La Cruz, tres años. Hace un año viven en La Honda. Dejaron una finca de 16 hectáreas de tierra, que vendieron a bajo precio para sobrevivir. En la tierra dejaron cultivos de caña, pasto, café, plátano, yuca. También abandonaron 14 cabezas de ganado y 6 bestias; 40 gallinas y 10 gallinetos. “Esos ‘paracos’ se lo llevaron todo, todo se lo quedaron”, afirmó Car-los con impotencia.

La vida fue dura al principio, pues dos viejos en-frentaban un camino en el que sólo había cemento y brea. Recuerda Gladis esos tiempos donde con 30 mil pesos compró mecatos “para que el viejo se en-tretuviera vendiendo. Yo cogí un poquito de legum-bre y me fui a vender el patio de la casa de mi her-manita los primeros días”. Luego, con las ayudas del gobierno y la venta al grano de lo poco que quedaba de propiedad en la finca, se sostuvieron.

Al tiempo, en la obligada adaptación a la ciudad, se sumaron al hábitat el padre de Gladis, Marco Au-relio Montoya, de 83 años y su hijo Carlos Arturo Escudero Montoya, lo poco que quedaba de la unión matrimonial, pues el hijo de crianza, Edwin Quiróz, por infortunio, también murió a manos de los mis-mos violentos.

El mismo 5 de mayo en que murió Alba, sólo que dos años después, en el 2012, fue asesinado Edwin

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Alberto Quiroz Rúa, hijo de crianza de Gladis y Car-los en Vegachí, y quien había regresado al municipio luego de que le aseguraran que el ambiente estaba calmado. Su muerte, dice ella, ocurrió bajo la misma atmósfera de amenaza en la familia. Fue a manos de las Bacrim del Nordeste, en cabeza de Diego Bayer, quienes lo requerían por haberse negado al recluta-miento forzado dos años antes.

El procesoEl Fiscal Seccional de Yolombó, Fabio Medina Mo-

rales, certificó el homicidio del Alba Patricia y dijo, a versión de Gladis, que los presuntamente indiciados fueron “grupos ilegales de bandas emergentes que operan en el municipio de Vegachí”, Bacrim. A de-más que se desconocían “cuáles fueron las causas o motivos del fallecimiento”. La declaración tuvo lugar en Yolombó en 19 de mayo del 2010.

Por los culpables del asesinato de Alba, Edwin y Omar, no se adelanta ningún proceso. Los hechos, al darse en zonas de control territorial de las Bacrim, omiten culpables. Lo que se sabe es que una de las fichas involucradas en los crímenes para descifrar el rompecabezas está capturado.

El 11 de octubre del 2012, la prensa dio la noticia de un golpe a las Bacrim del Nordeste. En el barrio El Bosque, fue capturado por la Policía de Antioquia Diego Alejandro Bayer Cardona, alias “cascarillo”. Con cuatro órdenes de captura encima por los jue-ces de Medellín, Remedios y Yolombó, por los deli-tos de homicidio, extorción, desplazamiento forzado, tráfico de armas y estupefacientes, entre otros, se aprehendió a uno de los cabecillas de los Urabeños en esta región.

En busca del reconocimientoGladis Montoya exigió que su hija adquiriera el

estatus de víctima del conflicto armado interno por haber sido asesinada por antiguos integrantes de las AUC. Para ello elevó peticiones ante la Unidad de Víctimas buscando la inclusión de ella y su esposo como desplazados y de su hija como víctima directa. Lo primero fue posible, lo segundo fue negado.

La respuesta que dio la directora general de la Unidad de Atención y Reparación Integral, Paula Ga-viria, ante la petición del reconocimiento de Alba Patricia en el programa de reparación fue negativa. El argumento que dio la Unidad es que el asesinato estuvo aislado al contexto del conflicto armado in-terno y no se ampara en la ley 418 del 97.

En respuesta del 14 de febrero del 2013 se dijo que el hecho “victimizante no ocurrió en el marco del conflicto armado o por móviles ideológicos y políti-cos”, de acuerdo con el artículo 15 de dicha ley. Por ende no quedó incluida.

La respuesta alejó la vigencia paramilitar de las bandas criminales (Bacrim) y, por tanto, la naturale-za del conflicto armado interno. Igualmente aisló la valoración del caso a la actual disposición normati-va de las víctimas, ley 1448 de 2011, que dice que son víctimas quienes hayan sufrido un daño con ocasión del conflicto armado interno a partir del primero de enero del 85 sin importar razones político-ideológi-cas. Con esto, Gladis supone que el Estado colombia-no difícilmente reconoce las víctimas de las Bacrim, “quienes no son más que paramilitares disfrazados”, sostuvo.

Gladis Montoya, descepcionada del trato jurídico que ha dado el Estado busca ayuda y espera llevar el caso con otras instancias administrativas.

Mientras tanto guarda pruebas, en su casa tiene objetos personales de Alba que llevaba el día de su muerte. Del inventario hacen parte un bolso de tela y cuadernos de sociales, matemáticas, economía, fí-sica y artística, que cuentan parte del asesinato por los orificios de bala que tienen en sus hojas.

También con dolor guarda una bala protegida en una bolsita transparente que logró sacar del cráneo de su hija a principios de abril, cuando a poco se cumplirían 4 años de su pérdida. Retornó intempes-tivamente al municipio para sacar los restos morta-les de Alba. “Si quieren pruebas, aquí se las tengo”, dijo Gladis con fuerza y dejando caer sus lágrimas.

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Por Alexánder Zuleta

Los casadosTinta Tres hace honores a aquellas bodas memorables

en tiempos donde el amor era una conquista.

quiera me dio la oportunidad de hablar con ella per-sonalmente, entonces ya me aceptó como amigo”, dice Guillermo. Como amigos no duraron mucho ya que la intención de ambos era la de ser novios.

El noviazgo fue paciente, sin afanes “yo, cada quince días iba a visitarla; las visitas las hacía desde las tres de la tarde hasta las seis o siete de la noche”, expresa. La visita no pasaba de un diálogo en la sala de la casa y en presencia de los padres. Todo porque, en ese entonces, anuncia Guillermo, los padres eran muy recelosos con todos y “a mí no me dejaban, mejor dicho, ni tocarle un dedo, porque ya la perjudicaba”.

Después de casi tres meses en el idilio, Guillermo quería formalizar la relación, estaba animoso por con-solidar su amor. Le anunció a Victoria que no quería seguir perdiendo más el tiempo. “El caso fue que yo le dije que si se quería casar conmigo, no unirse ni hacer vida marital independiente, sino casarnos por la iglesia”. Esta fue su declaratoria: “yo me siento ser un hombre de hacha y machete, entonces mi propuesta es decirle que si se quiere casar conmigo. Yo le doy estas palabras como un sentimiento de amor, un sentimiento propio”.

Así fue. La mujer de sus ojos iba a estar desfilando en la iglesia. Su aporte para la fiesta y los vestidos fue de un millón 200 mil, “que en ese tiempo era mucha plata, y con eso compraron de todo lo que ellos necesitaron en su casa. Casi que nos faltaban por ahí ocho días para los tres meses. Me casé y empezamos nuestra vida como dos seres humanos, unidos”, relata Guillermo.

Tiempo después llegaron los hijos. Fueron cuatro, dos hombre dos mujeres sobre los que Guillermo siente orgullo. “El primer hijo fue un varón, bueno; y la se-gunda hija fue una mujer; de ahí volvió y nació otro varón, y luego otra mujer”. Para mí fue como una gran bendición de Dios”, concluye.

Hoy, después de más de dos décadas unidos serenan su amor en el balcón de su casa tomando café.

Guillermo Muñoz es gordo, bajito y colorado. En su tiempo tuvo una finca en Urrao de más de 60 hectáreas donde cultivaba café.

Ahora vive en el barrio Las Nieves con su esposa y sus hijos. Se casó cuando era joven y delgado. Cuen-ta que conoció a su esposa Victoria en las andanzas de hombre soltero. En esos tiempos remotos, recuer-da, “me fui distinguiendo con ella, muy a menudo. Otras veces de lejitos, como se dice, yo admiraba a la muchachita”.

La muchachita resultó ser una mujer morena y bella, de pelo corto. Pero ella, tímida, “un día cual-

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Imágenes de una vida de amor y costumbre

Dice Anton Chejov en su obra “El reto”, que el amor, con el tiempo, es cuestión de tolerancia y va-lentía. Como ya no es usual los casamientos por la iglesia ni las posteriores fiestas pomposas, exalta-mos a los valientes que sí lo hicieron y se acostum-braron a la vida de esposo. Estos son los matrimo-niosde antaño.

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Cultivar memoriaSemillas de Colores para

Por Paola Alarcón

Los jóvenes del barrio La Cruz y La Honda se unieron para rendir homenaje a Ana Fa-bricia Córdoba, sus hijos y las víctimas de la

violencia en la comuna. Los honores fueron acom-pañados por iniciativas culturales de la corporación Convivamos, la Legión del Afecto y la Mesa Interba-rrial de Desconectados.

María Eugenia Moreno Suaza, líder comunitaria, contó que pensaron un evento que integrara e im-pulsara los procesos de la comunidad por medio del rap y del baile. Fue en un encuentro donde los chi-cos raperos, del barrio La Cruz, empezaron a gene-rar una conversación. De allí salió la idea de crear un evento de integración de los barrios en torno al Foro Urbano Alternativo y en homenaje a las vícti-mas. La propuesta fue sembrar semillas en el lugar donde ocurrió el deslizamiento que se llevó a ocho personas, el 27 de mayo del 2007, y pintar un mural.

En el barrio grupos como los de hip hop, que vienen trabajando por construir nuevos procesos, animan a todos los jóvenes que quieren participar. Ellos tuvieron el interés de conformar un movi-miento cultural al que han llamado Comunidad Cul-tural de la Ladera; realizando, con un compromiso real, actividades en el barrio que puedan construir verdaderos ambientes comunitarios. Eso al verse excluidos de la ciudad y sus programas educativos.

En este evento, realizado el pasado 30 de marzo, La Legión del Afecto dejó su mensaje. Mostró que lo efectivo es lo afectivo trabajando en pro de la comu-nidad y su bienestar; creyendo también que las pro-puestas se deben componer desde las comunas y de quienes tienen la solución a sus propios problemas.

La Mesa Interbarrial de Desconectados, quienes vienen trabajando por el derecho a los servicios pú-blicos domiciliarios; otras colectividades de la ciu-dad y de diferentes partes del país, dejaron la meta a la comunidad de unir fuerzas y trabajar articulados por la exigibilidad de la justicia.

Pasada la mañana cálida se dispusieron a reali-zar un mural donde retrataron a Ana Fabricia Cór-doba y sus hijos en compañía de las montañas, los niños y un letrero que decía “no a la violencia en los barrios”. Y no solo con el caso de Ana Fabricia si no también en el de todos los de desaparición forza-da y de víctimas de las injusticias del país, que son vividas en la comuna. Se hizo luego un ágape con el fin de integrar a la comunidad en un momento de unción, para invitarlos a que salgan a la calle a generar procesos que reivindiquen y transformen.

Evento por la conmemoración de la muerte de Ana Fabricia y de las víctimas de la comuna.

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un proyecto inconclusoCaracterización de víctimas,

Por Oscar Cárdenas

Informe

Ya va a ser un año de entrega de la primera caracterización, “Ca-minos por recorrer”, dirigida a

la población víctima del conflicto. Ésta se llevó a cabo en la Comuna 3, Manrique en los barrios María-Cano Carambolas, San José de la Cima 1 y 2, y El raizal.

La caracterización tuvo el objeto de conocer la situación de las personas víctimas de conflicto del territorio. Fue planificada bajo la metodología cuantita-tiva y se desarrolló con una encuesta. El instrumento tenía varias áreas temáti-cas: origen y causas del desplazamiento, situación antes de ser desplazado, situa-ción de la vida actual, intensión de retor-no o reubicación, entre otras.

El total de encuestas aplicada fue de mil 382, y se utilizaron las bases de da-tos del SISBEN, Medellín Solidaria y otras organizaciones estatales y municipales. Se identificaron 250 núcleos familiares en San José la cima I y II; 353 en el Raizal y 573 en María Cano Carambolas.

Según dice el informe, “la caracteriza-ción fue realizada por la Asociación Comité de Participación de Población Desplazada, Ladera, Vida y Dignidad, Asolavidi, con re-cursos priorizados en el Presupuesto Par-ticipativo por la Mesa de Convivencia de la Comuna 3, Manrique”.

Aunque fue una iniciativa con amplia participación, el problema radicó en que la comunidad no obtuvo un verdadero infor-me, que fuera claro y que diera el análisis de lo que estaba pasando en los barrios.

En el 2014 se elaboró la segunda fase de caracterización de víctimas en la comu-na. Esta vez fueron los barrios La Cruz, La Honda y Brisas del jardín los barrios en-cuestados. La muestra fue de mil 200 fa-milias. Este estudio también fue realizado simultáneamente en las comunas 1, 2, 3 y 13 de la ciudad. La inversión total fue de 830 millones en las cinco comunas.

Para la Comuna 3 se priorizaron por P.P 300 millones por la comisión de Con-vivencia para proyectos relacionados con víctimas y población vulnerable. La plata se gastó en jornadas lúdico-pedagógicas, la caracterización, una escuela de formación sociopolítica, en acciones de reparación

simbólica y en proyectos de creación y fortale-cimiento de unidades productivas.

El pasado 17 de abril se celebró el evento de socialización de los proyectos en el colegio Pe-dro Luis Villa. Según la abogada y contratista, Luz Ángela Narváez, “quisimos conocer cuáles eran las condiciones de vida de la población desplazada de la comuna. Es un proceso que ha venido dándose por varias etapas, ya hici-mos una primera, ésta segunda en la que par-ticipamos (…) se hizo desde el 23 de enero al 13 de febrero de este año”.

El instrumento, según Narváez, “se elaboró por parte del equipo técnico de la Unidad Mu-nicipal de Atención a Víctimas y fue sometido a consideración de la Comisión de Convivencia quien priorizó el recurso”.

Lo que mostró la encuesta en contraste con la anterior, hace un año, es que son casi las mismas: dos páginas de información general sobre la familia, una página sobre característi-cas, dos páginas sobre derechos centrados en salud y educación, una página para restableci-miento e integración local, y dos páginas para participación.

El proceso reflejó varios inconvenientes de peso. Primero la comunidad, representada por Asolavidi, no participó adecuadamente de la planeación de la encuesta. Luego, el instru-mento no preguntó aspectos importantes como las pérdidas de tierra y enseres de las familias. Y también, parte de la información requerida se encontraba condensada en las bases de da-tos del Sisbén.

Hay incertidumbre por la socialización de los resultados y por lo que se hará con lo en-contrado. Según la abogada Luz Ángela Narváez “la caracterización se estregará al finalizar el mes, esta vez se hará un análisis completo, no descriptivo como el del año pasado, por eso la demora”. A su vez La Unidad de Víctimas es-pera hacer una socialización en cada comuna. Para el mes de mayo hará una presentación conjunta para las 5 zonas estudiadas.

La comunidad está atenta a los resultados y a la espera de que reflejen la realidad de la situación de vida de las familias. Igualmente desean que la información entregada sea cla-ra sirva para que el Estado intervenga en las necesidades.

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El pintorPor Carlos Orlas

Jesús Castrillón Valencia es pin-tor desde que

aprendió el arte en la cárcel. El arte de pintar, de leer, de sobrevivir en ese submundo que es la prisión, la casa de los muertos o el sepul-cro de los vivos, como los supo testimoniar Dostoievski. A Jesús lo conocí en la terminal del norte, él con rumbo a Caracolí, a paisajiar y a pintar, y yo a Yaru-mal, a recibir ese vien-to frío y ese calor de hogar, y el vino de los amantes.

Jesús se me apare-ció en la terminal como el ser más raro de ese pequeño puerto donde la gente llega, sale, es-pera, conversa, conspi-ra, come y en algunos casos duerme. Tenía unos bastidores y una pinta de Al capone que inmediatamente llamó mi atención. El caso es que entablamos amis-tad porque algo mági-co nos conectó: desde niño tengo imán para la amistad con gente que no es común y co-rriente. Se me ocurre también que el destino hace que los seres se encuentren y conversen como marineros en tierra que parten nuevamente de viaje a lo desconocido y quizá no se vuelvan a ver.

Jesús me contó mientras llegaba la hora de abordar el bus que solía viajar por los lugares más apartados de Antioquia, pintando paisajes y vendiéndolos, también murales en casas y fincas. Le gusta pintar caballos, cebúes, toros, vacas, fincas, tierras, lo que vio en su natal Puerto Nare, en el Magdalena Medio, de donde salió desplazado por los paramilitares. Tiene 67 años y no los aparenta. Tampoco aparenta ser pintor.

El viajero llena su alma de paisaje, desarraigo y más paisaje. Llega a comprender el lenguaje sutil de todas las cosas, de to-das las miradas, de la geografía íntima del lugar, hasta que lo muerto cobre vida y lo mudo se ponga a hablar. No llega a los territorios como un turista sino como un alma que se va a fun-dir con el lugar. Es la experiencia gozosa y profunda del viaje.

Jesús se atreve a meterse a los lugares donde supuestamen-te nadie entra. El arte es su pasaporte a lo desconocido que da el viajar. Opina que “cualesquier arte tiene que nacer, si a uno le nace, ahí está todo…” Jesús no estudió, solo le interesaba el cuaderno de dibujo. Hizo hasta segundo de primaria, y repitió el último año.

La cana me sirvió muchoJesús aprendió a leer, según cuenta, “en varios canasitos”.

En uno de esos entraron a un muchacho que sabía manejar el óleo y le dejó el conocimiento. “En la cárcel saque mucha universidad” dice, como agradecido por esa experiencia entre

rejas donde sobrevivía haciendo dibujos so-bre espejos. La policía lo encanaba cada rato, se enamoraron de él que aprendió a defen-derse con conocimien-tos básicos de derecho, la ley lo despreciaba como a “un montañero que no tenía ni un día de estudio”.

Tengo dentro de mí lo que es el coraje, la men-tira, las injusticias, lo que a mí me ha dolido en este país. Soy desplazado de la tierra y sé que el gobierno le da lo peor al pobre. En mis andanzas conocí mucha gente de la guerra, me salvó el arte. No soy Picasso, soy pin-tor de paisajes, sacados de la mera mente. Uno no es el que sabe, el que sabe son las brochas, la herramienta es la que sabe.

Nací para defenderme

el artista es un po-seso, un errante, un nadie, su soledad es oceánica, por eso crea. No sabe hacer nada más. Jesús se mueve en el absurdo, no es

lógico, gusta de las bicicletas y los caballos. Últimamente ha estado pitando chivas o escaleras como también las llaman, haciendo en su interior más de quince paisajes sin repetir paisaje. Este hombre es padre de familia y exiliado de su propio hogar: “me cayó el aguacero de la inseguridad, tuve que salirme. Esa salida fue definitiva”. Ante el exilio, tomo el pincel y la pintura como forma de rehacer un mundo.

Se defiende con la pintura como forma de recrear el mun-do, de revivir el paisaje de la infancia, cuando las imágenes se siembran en uno y lo acompañan para siempre. Es bueno para pintar animales y también árboles. Dice que le falta co-nocer Urabá y que quisiera seguir pintando, aprender más, jugar con las sombras, conocer más herramientas. Seguir vo-lando.

Este ex presidiario, expedicionario de las montañas y pueblos de Antioquia, vive en Manrique, tiene tiempo para el ocio, no trabaja como la demás gente para asegurarse y engordarse física y mentalmente, tiene algo de misterioso, atrae la juventud porque sus “aires” son rebeldes. Hace sus pesitos pintando avisos comerciales a la antigua, sobre todo en carnicerías, sin la facilidad que da el diseño gráfico que él mismo considera como desechable y estandarizado.

Después del encuentro en la terminal del norte, casi dos años atrás, nos volvemos a ver y me vuelve a cautivar con su energía de viajero, de pintor tímido, abierto a la vida como un niño, manos que pintan, sintiendo el paso de los años y haciendo de la libertad un asunto estético y también político.

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Por Francisco Monsalve

Murales que hablan

Alegrarte es la propuesta artística de varios artistas que se mueven por Latinoamérica y llevan alegría a través del arte a los barrios, principalmente entre los sectores marginados de las ciudades. AlegrARTE nació en Lima, Perú con la idea de que el arte debe es-tar en las calles, interviniendo en los muros y en la vida cotidiana como un vínculo entre las barriadas de nuestro continente.

En el año 2013 Alegrarte estuvo en Bello Oriente, invitados por el colecti-vo de hip hop Cultura y Libertad. En la foto el pequeño Jhovis Daniel Perea al frente del retrató que pintó en una de las paredes exteriores Trazo, artista ecuatoriano que participó de la toma cultural.

Anne Stickel y Warner Benitez son una pareja de mu-ralistas que han viajado construyendo y pintando obras de gran formato y colorido con diversas comunidades de América Latina, con murales como Soñando nuestra igle-sia, 2009 en Costa Rica, Como queremos nuestro barrio 2004, en Nicaragua, y La pachamanca que nos cuida en uno de los muros de un gallinero en Bello Oriente.

En el año 2011, Anne y Warner, junto con un grupo am-plío de la comunidad del barrio La Cruz, pintaron este mu-ral en homenaje a la labor campesina. Para conocer más de su travesía artística visita: http://www.muralcomunitario.com/

Irrumpen en lo público y en el imaginario: imágenes que aparecen en las fachadas de las casas, muros de con-tención y parques; mensajes que son mucho más que líneas y trazos, pues hablan, a su modo, del arte como

una herramienta al servicio de la construcción de la memoria de un pueblo en las ciudades.

Las paredes como respuesta: Algunos murales de Manrique tie-nen vida propia, así como sus auto-res: los murales son la manera por excelencia con que se expresa una comunidad, se populariza la crea-ción plástica, y se registran sus rei-vindicaciones y estéticas.

Este mural se encuentra ubicado debajo del puente del barrio La Salle, en la parte central del teatro al aire li-bre bajo el que cruza una quebrada. Es un homenaje a Silvio Salazar Martí-nez, fundador de la Corporación Con-vivamos en 1990, impulsor del proceso de articulación de las organizaciones comunitarias de la zona nororiental de Medellín, y una de las voces más crí-ticas ante la marginalidad e inequidad de los sectores populares de la ciudad.

Silvio trabajó desde muy joven en las comunidades eclesiales de base y era además dirigente del Movimiento Cívico Nacional, por lo que partici-pó en las mesa de la Constituyente de 1991. Fue asesinado El 11 de enero de 1996, aunque su muerte sigue impune. Anualmente el 17 de abril se conme-mora su natalicio con el día de los lide-razgos comunitarios.

Silvio Vive en comunidad

AlegrARTE

Convocados por la Mesa Interba-rrial de Desconectados, la comunidad del barrio La Cruz disfruto de una tar-de artística el pasado 5 de abril, como un homenaje a quien fuera una de las integrantes de la Mesa, y una de las líderes de la restitución de tierras. El mural es también una exigencia al es-tado para que se aplique la justicia por su muerte, al igual que la de su hijo Carlos Arturo Ospina, asesinado en fe-brero del presente año.

Ana Fabricia Córdoba, un homenaje

“Pintar mientras las gallinas miran”

El Mural Comunitario explora, identifica los anhelos, los sueños, las esperanzas propias de las comu-nidades, los visibiliza y los proyecta como referencia de identidad cultu-ral y política y espiritual en espacios públicos, invitando a un diálogo cul-tural.

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Año 4 edición 24 / Junio de 201418 »» Reseña

En el libro Ciudad Bolívar la hoguera de las ilusiones, el escritor, historiador, pintor y pe-riodista caleño Arturo Alape explora con los

habitantes de este barrio marginado del sur de Bogotá conceptos y vivencias como la memoria, la otra ciudad, la exclusión y la inclusión, las conexiones, recorridos, imaginarios y miedos urbanos.

Son varias las lecciones que entrega este libro a las comunidades asentadas en la periferia de Medellín, y de cualquier ciudad latinoamericana, por su calidad inves-tigativa y marcadamente social, ya mostrada por su au-tor en otros como El cadáver de los hombres invisibles (1979) y Julieta el sueño de las mariposas (1994). Las historias clínicas, la historia de la cultura, la construc-ción de la realidad y la literatura como escritura totali-zante, convergen en las historias orales de tipo anecdóti-co de sus personajes, en su mayoría víctimas del despojo y la desigualdad.

Una invitación, provocación a reconocer y defen-der el territorio que habitamos como punto de partida para la trasformación y el desarrollo de las comunida-des. ¿Cómo percibe la capital un habitante del barrio La Cruz? ¿Qué significa para él estar en esa parte de la ciudad en relación con toda la ciudad? ¿Cómo se rela-ciona ese mismo sujeto con Medellín? ¿Cuáles son los imaginarios que conducen a evitar o negar a La Cruz en el resto de la ciudad?

Preguntas muy similares son las que guían a Alape por Ciudad Bolívar y con ellas concluye que el creci-miento de las ciudades ha dado paso a otras ciudades que emergen del interior de las primeras y que parecen ser su negación; no existen de manera oficial como territorio, como comunidad. Pero en medio de esa negación, es la propia gente la que con sus sueños, simbologías, historias, experiencias, re-crea la ciudad y la integra a poéticas de la memoria muy propias.

Los sectores periféri-cos de Medellín al igual que los de las ciudades latinoa-mericanas se sienten en términos de abandono y miseria, las encuestas hablan de pobreza, violencia, sobrepobla-ción, etc. Por otra parte, sus habitantes exigen el derecho a habitar la ciudad, de establecer conexiones urbanas con el resto de la ciudad desde el encuentro con el otro, fuente social de donde surgen diversas identidades co-lectivas.

Abordar la ciudad implica mirar más allá de su cons-trucción física o estadística y enfocarse en las construc-ciones simbólicas originadas en el imaginario de sus habitantes, desde la construcción colectiva de conoci-miento y la visión del habitante de ese territorio como

creador de sentidos.Alape incita a pensar la ciudad no como un lugar

sino como un proceso de contacto de múltiples visio-nes marcadas por su desigual relación con lo público y el otro. La ciudad como un territorio de fragmentación en el que lo económico, la cohesión social, la cultura y la infraestructura conspiran contra la integración de la vida urbana. Una ciudad por un lado viva y animada, de variedad y encuentro, con lugares significativos, y la otra ciudad de espacios y funciones, aglomeración de casas y espacios, megaproyectos cuyo único espa-cio público parece ser el mercado.

El taller de la memoria En La hoguera de las ilusiones se reconstruye el

imaginario de los habitantes de Ciudad Bolívar como un primer paso para pensar la ciudad, desde sus testi-gos mismos “Una forma de reencuentro con las seña-les de su identidad, a partir de su propia experiencia”. Mostrar lo invisible de Bogotá desde las implicaciones que tiene la ciudad visible, los miedos, la fuerza públi-ca, el gobierno, etc.

Para ello recurre al taller de la memoria como for-ma de acercamiento a la comunidad y de intercambio con sus integrantes, quienes con su testimonio recrean primero el pasado de sus comunidades, dan cuenta de su presente y finalmente indican su porvenir.

“Después de casi tres meses de discutir y conocer a los muchachos citamos para la primera reunión y tuve la grata sorpresa, más de 20 jóvenes habían llegado. Estudiantes universitarios, lideres comunitarios, dos

pintores, tres maestros de escuela, dos madres comunitarias, el resto estudiantes de bachi-llerato y muchachos sin oficio alguno”.

Es el constructo

individual del mundo, nuestra propia cantaleta interna, la apropiación de la realidad, la que en últimas transforma el territorio a partir de los usos que le damos, de las interacciones y de las lecturas que elaboramos en nuestro tránsito co-tidiano, y que a su vez nos transforman, no somos los mismos tras voltear la esquina.

En un entorno tan variado, discontinuo y diferen-ciado como nuestros barrios, la coherencia de todas sus partes para un posible análisis es esa historia oral que cada persona, mediante el encuentro, puede entre-gar para establecer conexiones e identidades colectivas que creen conocimiento y movilización comunitaria.

Pie de foto: La dimensión simbólica de lo urbano pasa por la descripción del imaginario constituido por símbolos, la memoria, y las metáforas que representan la relación del habitante con su ciudad y determinan los usos del espacio.

La hogueraPor Francisco Monsalve

de las ilusiones

“porque eran testigos que no se habían perdido en la indefección, conviviendo con la tristeza en las manos para lavar sus culpas. Por el contrario,

defendían la intensidad de sus vidas como lo suyo, construido en los avatares de una situación

determinada.” (Alape, p. 29)

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Año 4 edición 24 / Junio de 2014 19

Por Alexánder Zuleta

Una noche cualquie-ra de sábado en Manrique, cuando

la carrera 45 estaba preñada de una atmósfera de rumba y de brote de licor por todo lado; justo más allá de las 10 de la noche caminaba Clau-dia María Restrepo. Anduvo entre bares y cantinas don-de retumbaba el reggaetón, la salsa y se opacaba el poco tango que quedaba. “Clama-ré”, como se le conoce, lle-vaba puesto unas botas de cuero negras como la noche, medias veladas con estrelli-tas que bajaban hasta el to-billo, un vestido negro y una chaqueta.

Ese día, como de cos-tumbre, la gente enseñada a verla, cantó dos canciones, una en español y otra en in-glés. Estaba sola en la discoteca Años 60, la que ha sido su refugio en lo que más le gusta, cantar. Allí se cultiva el karaoke y el recuerdo de toda una época que vivieron aquellos de la rumba en años remotos. En el local hay un proyector de video que pasa la canción y la letra de cantantes de baladas, rock y música popular especialmente.

El primer día que empezó a cantar en la discote-ca, hace más de 4 meses, entonó su canción favorita “No te hago falta” de Ana Gabriel. Contó que la gen-te la aplaudió y un “ah que rico” se dijo después de ver el elogio al timbre de voz similar a la cantante original. Luego le anunció a la administradora “¿hay algún problema en que yo venga a refugiarme aquí, a cantar, mientras me tomo los roncitos?”. Desde allí el local es su fuga.

El romanticismo con que ve la vida le ha dado para cantar baladas. Imita a Ana Gabriel, a Tormen-ta, a Yuri, a Mekano y Rocío Durcal. La alegría le sale por los poros y, más si es de noche y es sábado, porque hará lo que más le gusta. “Yo, mis canciones, mi voz, mis momentos se los regalo a todo al que los quiera escuchar, porque es que yo soy, música, yo soy romanticismo, entrega, a mí me fluye por las venas toda esa fuerza romántica para cantar”, dice animada.

A sus 49 años siente que todavía le queda gar-ganta para rato. Es una mujer realizada, canta sin interés económico por que lo tiene todo, “4 hijos, 3 nietos, una hija adoptiva, una nieta adoptiva y una perra”, expresa. Pero no todo, le falta algo, solo una cosa, anhela inmortalizar su vida; su táctica, “grabar

ClamaréAlterna la vida artística con el trabajo del hogar y como funcionaria públi-ca. Ella, dice, no es linda, no está joven, no tiene el mejor cuerpazo, “pero

canto y declamo poesía, ¿eso no es vida? Eso es vida”.

lógica y legal en la resolución de conflictos en el ITM. Siem-pre con alegría encima y con serenatas a los amigos de es-tudio, recibió la sugerencia de presentarse al concurso “Yo me llamo”, en la primera tem-porada. Hacia 2010 la vieron reluciente en el Palacio de Exposiciones imitando a Ana Gabriel. “Me puse unas botas plateadas, un chicle plateado, una blusa negra y una correa ancha plateada y todos los ac-cesorios plateados”.

El acto no prosperó porque Ana Gabriel no tiene lunares en la cara y ella sí, pero no estaba dispuesta a quitárse-los. De eso solo lo quedó un consuelo: “Hoy en día le doy gracias a Dios, no seré una cantante famosa, pero a todos lo que me escuchan les agra-

da, lo aplauden a uno, eso me sube el ego”. Además “no le canto al país, le canto a mi barrio. Para can-tarle al barrio no necesito quitarme los lunares”.

Ahora trabaja cuando desea en las casas de jus-ticia y recibe casos de conciliación. Demandas de alimentos, problemas de propiedad raíz, de violencia intrafamiliar, de arriendos y deudas son sus litigios comunes. Ella, sostiene que se siente muy bien por-que le gusta la carrera. “Es muy rico la parte social, humana, sicológica, tocar la sensibilidad de las per-sonas, ahondar en los hogares y ser un puente para solucionar un problema familiar”.

“Voy a la Octava, a la 10, a Suramericana, a La Floresta; si quiero puedo ir a Santo Domingo, a Villa del Socorro”. Es decir, va donde a ella le quede fá-cil, donde se sienta bien y donde pueda desplazarse económicamente. “En este momento la que más ac-cesible está, es la de acá, la de Villa Hermosa, o la del Parque Gaitán”, dice.

Después de todo intuye que Dios la tiene en la tierra “para una obra muy hermosa, a lo mejor será para alegrarle el corazón a mucha gente cantando y para darle la mano a quien pueda”. Por cada conci-liación que hace recibe alrededor de 7 mil pesos. El pago se hace en la sumatoria de todo el mes.

Hace más de seis meses no tiene conciliaciones porque espera el carnet del Ministerio de Justicia que la avale para trabajar formalmente. Por ahora está en la casa, estos días son de alegría porque una nueva integrante de la familia ha llegado, su nieta, que nació el sábado 12 de abril, y por eso no fue a la disco, entonces el ron y el canto lo hizo en el balcón de su casa.

un CD con la voz mía en diferentes pistas y dejárselo a mis hijos”.

Afirma ser una mujer “multi-polifacética” como lo nombra ella, porque hace o ha hecho “todo, de todo”. Se le mide a cantar en los eventos sociales del barrio, bingos bailables, en las discotecas. Ha sido supervisora de ventas, ha trabajado como chef, fue recitadora de poesía en Todelar. Es ama de casa ca-sada desde los 18 años, ahora soltera, y actualmente, es funcionaria pública.

Lo del canto nació cuando era niña, de once años. Le gustaba cantar al pie de una grabadora en el patio de la casa; poco le importaba el encerra-miento si su madre le abastecía la música. Los años 60 eran los tiempos de la balada romántica, “época de Yuri, Tormenta y Maricela”, recuerda.

Lo de funcionaria pública surgió de los revolco-nes de la vida. Tiempos aquellos de malas jugadas de le gente, tiempos en los que aprendió las dotes de bruja buena. “Yo aprendí como quitarme todo eso, cómo abrirme al empleo, cómo mantener las ener-gías en buen nivel. Aprendí a leer las cartas, el ciga-rrillo, el café, el chocolate”, dice con picardía.

Se volvió experta en hacer limpiezas y en sacar malas energías de casas y negocios. Incursionó en el campo paranormal con la promesa del no cobro y ofreció su ayuda públicamente en una emisora local. Fue allí cuando conoció a un funcionario de la Secretaría de Gobierno martirizado por su mal. Ella le arregló el problema y a cambio, tiempo después, recibió la invitación de hacer un diplomado en Con-ciliación.

180 horas duró ese viaje por la formación sico-

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con valor humanoUna escuela de fútbol

Por Paola Alarcón

»» Reportaje

El Club Deportivo Bello Oriente fue fundado el 27 de agosto de 2012. Su objetivo fue garan-tizar a los niños del barrio el derecho a la

recreación y el deporte. Empezaron con un balón y 50 niños que deseaban de jugar fútbol, para distraer sus problemas familiares o nutrir sus talentos en el deporte.

El equipo de trabajo, con el apoyo de la fundación Caminos, ha brindado a los niños la posibilidad de formarse con docentes pagados. La meta es capaci-tar a los 120 niños y proveerles implementos necesa-rios, como los uniformes, para la participación de los equipos en las jornadas. En total son 6 grupos con 20 niños del Club Deportivo Bello Oriente. Hay 3 niñas que también participan del Club.

En esta comunidad de jugadores no solo se en-seña a jugar fútbol, también se instruye en valores como el respeto por sí mismo y por los demás; la solidaridad y la puntualidad. Se anima para que los niños tengan un buen desempeño académico. Para ello se hace un seguimiento semestral de sus notas de escuela y se educa en el compromiso por la sana convivencia y las buenas relaciones familiares.

La docencia del Club Deportivo la integran perso-nas de la zona que enseñan a los niños cómo jugar fútbol. Entre ellos están Fredy Rivas, Hernán Espi-nosa, Diego Benítez y Diego Oliveros, egresados del colegio Bello Oriente, quienes se formaron en entre-namiento deportivo y educación física.

Enseñando un fútbol con valores y premiando los buenos actos, éstos docentes se dieron a la tarea de crear el espacio para los menores. Allí, a través del juego, la cooperación y la integración, los alejan de la delincuencia y la drogadicción.

Mensualmente se hace un reconocimiento a un niño por cada grupo. Un diploma y un obsequio se dan al deportista destacado por su puntualidad, sus buenas jugadas, su respeto, su responsabilidad y su

compromiso con el juego y con la sociedad. Dentro de su trayectoria, los equipos han logrado

participar en eventos como Goles por la Paz y la Esperanza realizado por Visión Mundial. En la com-petencia quedaron entre los cua-tro mejores equipos a nivel nacio-nal. Otro escenario fue el torneo Colombo-holandés, organizado por Cosdecol.

Pese al mal estado del escena-rio deportivo en el barrio, los ni-ños entrenan gracias al apoyo de diferentes organizaciones como Visión Mundial e Inder. El Club, además, está vinculado a las Justas Deportivas de la Comuna Tres, pa-trocinada por el Presupuesto Par-ticipativo. Tampoco dejan de lado las ayudas de empresas de trans-porte como Cootransmon.

Entre los equipos participantes se tienen las siguientes categorías: iniciación, sub diez, sub doce, sub quince y sub dieciocho. En cada una participan niños de edades desde los 8 a los 13 años y jóvenes desde los 16 a los 18 años.

El Club se proyecta como un espacio donde, además de fomen-tar los valores humanos y el fútbol, se genere empleo a los entrenado-res. Quiere crear una estructura, tanto administrativa como depor-tiva, para vincular a muchos niños más.

El Club sueña con que sus alumnos puedan participar en las grandes ligas de fútbol y microfút-

bol. Siempre, dando un ejemplo de lucha y compromiso por el deporte enfocado en los valores como persona.

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Leonardo MarínEl popular Apachurrao

Por Paola Alarcón

»» Perfil

La música surge con él en sus orígenes campesinos, en la

vereda El Higuerón de Co-corná, Antioquia, donde nace de manos de una par-tera. El Apachurrao, como lo conocen nacionalmente, empezó su carrera musical desde su niñez, aprendien-do de sus primos el arte de tocar la guitarra y el tiple, para lo cual necesitó mucha práctica y pasión.

Con el tiempo se fue dan-do a conocer en las Fiestas del Campesino de Cocorná, alegrando las fiestas con música popular. A los 20 años decide emprender un camino hacia Medellín, ciu-dad donde debía trabajar para sostenerse.

A esa edad solo tenía hasta quinto de primaria, donde aprendió a leer y escribir y podía defenderse como campesino en la ciudad. Mientras esperaba la hora de su triunfo en la música, debió trabajar como ayudante de construcción y mensajero en bicicleta de doble parrilla, llevando cajas de pintura y bultos a sus diferentes destinos. Fue con esto que pudo aho-rrar para dedicarse a la música que aun guardaba en su corazón y su alma.

Sus ahorros le dieron para la iniciación seria en la música. Con su voz, sus letras, su guitarra y su tiple, se abrió puerta a la vida artística. En el año 87, realizó su primer fonograma acompañado de Anto-nio López, con quien conformó un dúo que llamaron el Dúo Antonio y Leonardo.

En ese tiempo el dinero no alcanzaba y optó por vender su moto y reunir dinero con Antonio para sacar sus primeras 300 copias en acetato de sus dos canciones. Para muchos oyentes estos temas fueron creados sin tener mucho conocimiento, pero con la imaginación de cada uno lograron sacar “Luto en mi boda”, de su autoría y “Mujer de un bar” de An-tonio López.

“Luto en mi boda” fue una canción que salió de una historia real ocurrida en San Rafael; una pareja decidió casarse, pero existía un tercero enamorado de la novia que no soportó la situación y al salir de la iglesia, luego de ver finalizar la ceremonia, arre-bató la vida de la novia.

Qué día tan triste, hoy día de mi boda,esto que ha pasado, luto es para mí, con una bendición, nos despidió el cura y al pie de la iglesia, te vi ya morir, el mejor amigo, en quien más confiaba me llenó de luto a mi corazón después de matar mi mujer amada con quien ya formaba mi nido de amor.

Ésta canción es una interpretación basada en un hecho que conmueve y remueve sentimientos de muchos que han pasado por una situación similar. Fue y sigue siendo un gran éxito que suena en emi-soras regionales y municipales desde el año 1987.

Después de este éxito conformó otro dúo, se pu-sieron el seudónimo de Los Orientales. Se lanzaron con su canción “Murió mi amada”, escrita por Néstor Giraldo, “dicen que nadie es profeta en su tierra pero en el Oriente Antioqueños muchos campesinos parrandearon con este dúo”, cuenta.

Al preguntarle el porqué de la nostalgia de sus canciones dice que las ideas surgen de los senti-

Al momento de estar en el escenario siente todos sus logros y la satisfacción de ver que su parranda es escuchada, cantada

y bailada por su gente.

reconocido nacional e internacionalmente. Ha-bló con sus amigos para buscar un concejo de qué canción unificaría sus composiciones y lo lle-varían al éxito. Entre su repertorio fueron esco-gidas dos canciones, “El apachurrao” y “Los más culones” por ser las que contagiaban parranda.

Luego de elegir las sacó del horno en el 2004, la llevó a discos Fuentes, discos Victoria y otras puertas, que fueron cerradas. Pero su pasión y compromiso lo llevaron nuevamente a acudir a sus ahorros. Hizo sus carátulas, saco sus CD y logró que las emisoras lo

escucharan. Para él afortunadamente los jóvenes son muy polifacéticos en la música que escuchan y “El apachurrao” también llegó a ellos.

Pasaron quince días de estar sonando sus dos canciones en las emisoras, y empezaron las llama-das y halagos por sus composiciones discográficas. Sonaba en todas las estaciones y la gente lo pedía como pan caliente. Tanto así, que decidió asumir el seudónimo que aun lo acompaña, “El Apachurrao”.

Mostrame tu apachurrao que lo quiero conocer, para cuando yo me casepor ahí darle a mi mujer,dele por ahí, por ahí es mejor,dele por ahí, por ahí es mejor.

Desde allí vinieron otras canciones conocidas como “El profeta”, “El pájaro pichón”, “Muñeco de plastilina”, “El desempleado” y muchas otras cancio-nes que integraron este disco.

“El desempleado”, con otras trece canciones fue grabado con discos Fuentes. Este otro éxito habla de lo cotidiano de un desempleado local. Todos estos singulares temas son cómicamente interpretados y vividos por muchos colombianos.

Qué triste, que dura se ha puesto mi vida no tengo dinero ni pa’ la comida, con la situación que he estado viviendo lo he perdido todo estoy enloqueciendo,me fui de travesti a buscar empleo y me rechazaron por que soy muy feo, llevo varios años buscando trabajo, me mandan pa’ riba y de arriba pa’ abajo…

El corazoncito del Apachurrao ya está ocupado con una mujer que llenó su mundo de alegrías. Ella es Kelly Johana, su esposa desde hace 7 años. Llevan una relación feliz construida sobre muchos valores.

La aspiración del Apachurrao es cambiar el sen-tido de sus canciones, dejar de hacer letras inmo-rales, pues sus caminos se dirigen hacia Dios. No piensa hacer música cristiana, pero sí quitar la in-moralidad en sus temas interpretando parranda y despecho sano, que también remueve historias y sentimientos.

Leonardo Marín, quien reside en Bello oriente hace cuatro años, es un Apachurrao de dones par-ticulares aunque su talento no es bailar sino luchar. Su camino no ha sido fácil, pero con el mugre de la uñas se ha ganado el reconocimiento del pueblo y, como dice él, la música “siempre ha salido de su corazón para el público”.

mientos y situaciones de la vida. Dependiendo a la situación que se presente en cada persona refiere su cotidianidad. No sólo se habla del pueblo o la ciu-dad, sino de todo el país donde cada persona tiene su propio mundo en un mar de historias.

Después de estas canciones del género popular, llegan los años 90 a Medellín cargados de música parrandera. Se integra con Los Alegres Cordillera, trío popular, pero también parrandero.

Leonardo Marín entra a componer y acompañar-los por dos años, pues desde niño había admirado a este trío. Con ellos tuvo la oportunidad de componer trece canciones. Con ellos aprendió a interpretar la música parrandera, le dejaron, como él dice, el lega-do de la parranda.

En el año 2004 después de dejar Los Alegres Cordillera se propone grabar música parrandera y compone 25 temas. En ese año lo aceptan en Saico y Acimpro como cantautor pues ya contaba con 50 canciones existentes en su repertorio.

De estas canciones debía elegir una que sería la ficha clave para su carrera musical, “allí estaba el chance”, el disco ganador que lo llevaría a ser

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La estírpe inocente

Un trabajo, una vidaSubsistencia en imágenes

Por Lilit Lobos Ilustración Andrés Sánchez

Por Johana Santofimio

»» Reseña

»» Opinión

Esa noche fui a un bar de estripers de bajo precio del centro. Me acompañó un amigo que viene de visita a la ciudad. Nos senta-

mos en una mesa y al rato sale a hacer su striptease una joven que me llama mucho la atención: a dife-rencia de las anteriores prostitutas, esta mira a su público con ojos tiernos y sonríe, se le ve nerviosa. Un poco después me la encuentro en el baño, está negociando con un posible cliente, este no quiere subir su oferta de 50 mil pesos por él, más un amigo. Intervengo intentándola ayudar a obtener más de la negociación, pero lo hago con sumo cuidado, no vaya a pensar que le quiero robar el cliente.

Es una joven muy linda, sin cirugías y relativa-mente nueva en el negocio; alegre y respetuosa, una joven más de las miles que viven en la comuna. La felicito por el show y a pesar de que es la prime-ra vez que nos vemos, charlamos en el baño como

Silvia Martínez y su familia son unos habi-tantes más de esta ciudad “Innovadora”; se levanta a las dos de la madrugada y los fi-

nes de semana, sus hijos la acompañan a su trabajo ubicado en la Plaza Minorista José María Villa. Su historia está narrada en imágenes, en un microdo-cumental de siete minutos realizado por el Comuni-cador José Miguel Vecino, habitante de la Comuna 3. En él expone las vivencias de esta mujer desplazada por la violencia en el 2006 desde el municipio de Ituango, al norte de Antioquia, y en la actualidad recorre, vive y lucha esta selva de cemento.

El trabajo infantil es una violación latente contra la vida, produce daños psicológicos que se reflejan

si fuéramos dos íntimas amigas. Me habla de sus nervios durante el baile y hasta me defiende de un comentario ofensivo que me hace su futuro posible cliente.

Al rato me despido de ella. Ya en el taxi, puedo expresar mi indignación, estoy furiosa, le cuento el suceso a mi amigo, de como aquel tipo pretendía pagar tan paupérrimamente por los servicios de esta mujer. Hablo de esta chica y de su inocencia. -¡¿Inocencia?!-, exclaman a coro mi amigo y el taxis-ta, mientras sueltan la carcajada.

Furiosa respondí; −-Sí, inocencia. Una se puede acostar con mil tipos y seguir siendo inocente; la inocencia no es algo que guardemos entre las pier-nas y que los hombres nos puedan arrancar con sus penes cuando nos acostamos con ellos. La inocencia es un estado del alma que aquella joven aún no ha perdido.

en la existencia de los niños y niñas, y arraiga la pobreza por generaciones; aunque doña Silvia sus-tenta que el motivo por el cual se lleva sus hijos a trabajar, es porque no encuentra en su barrio un lugar tranquilo para dejarlos. Este argumento nos contextualiza la vulnerabilidad por la violencia que chicos y chicas viven a diario en los barrios, vulne-rabilidad que pone en peligro sus vidas.

El Micro-documental reflexiona el escenario al que se enfrentan algunos padres que son obligados a cambiar los juegos de sus hijos por jornadas labo-rales y sitios de trabajo como una alternativa para

que no caigan en las manos de los violentos. El vídeo concluye con una frase que sintetiza la

esperanza y el clamor de una madre, de muchas madres que sueñan que sus hijos e hijas tengan la oportunidad de gozar una vida distinta: “Yo a mis hijos les digo que estudien, yo los apoyo, por eso me mato trabajando para ellos, yo los quiero ver hechos unos profesionales, quiero verlos salir muy adelante”.

Este Micro-documental, puedes buscarlo en You-tube como:

Silvia Martínez, una familia en la Plaza Minorista.

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Comiendo arrayanesCuento

Por Paola Alarcón

»» Cultura

Eran la cuatro de la tarde y ahí estaba Rober-to sentado en su silla mecedora, frente a un mar de edificios que nublaban el paisaje. El

tráfico aumentaba en las calles, pasaban las horas, y el espantoso ruido de la ciudad no desaparecía, mi-raba a su alrededor y sólo veía una multitud de locos hacinados en aquel manicomio.

Aquel lugar lo acogió por incontables años, ya no recordaba cómo era más allá de su ventana. La con-vivencia no era fácil, era como vivir en un mundo abstracto donde nada es real, nadie piensa y todos vuelan. Su silencio lo había convertido en un hombre sabio para los de allí y al caer la tarde reunía a sus lo-cos colegas e inventaba historias para la distracción de los residentes que nadie visitaba.

Los días pasaban y una noche, después de una de sus historias, se le acercó una anciana a preguntarle de qué color era el mar, el volteó su cabeza hacia aquella loca sin cordura que ansiosamente pregunta-ba y rápidamente contestó: −Quizás es como caminar sobre hojas de guayacán cuando llega el otoño, como trepar un árbol hasta llegar a su copa y dejar que el viento golpee tus mejillas o… −, se detuvo un ins-tante y con misterio agregó −el color del mar puede variar según los arrayanes que te comas.

– ¿Arrayanes?, pregunto un inquieto que se acer-có. –Sí, ¿nunca has comido arrayanes?

−Sí, yo comía cuando era niño, pero mi madre decía que eso era comida para las serpientes, nunca le creí. Un día me quedé hasta tarde para ver si en las noches llegaban las serpientes a cenar, escondi-do tras un árbol aguardaba en silencio para que no me descubrieran. Así pasé tres días y no las vi llegar, ya me había comido todos los arrayanes del árbol;

al cuarto día me acerqué, alcé las ramas del árbol y sólo encontré una lombriz que devoraba la tierra que cubría el tallo. Decepcionado me fui para mi casa a decirle a mi madre que era una mentirosa, se lo dije tantas veces que creyeron que estaba loco y me tra-jeron aquí. Eso paso hace 20 años, y nunca volví a saber de mi familia.

Todos quedaron callados y la anciana, enloque-cida, preguntó: − ¿De qué color es el mar?, ¿alguien sabe? No conozco el mar, acaso… ¿de qué color son los arrayanes? ¿El mar se come? ¿El mar es mentiro-so? –Tranquilízate−, dijo Roberto, −el mar no tiene color sólo se disfraza de historias mientras inventas otras.

−Señor, han venido por usted−, dijo la enfermera.− ¿Por mí? ¿Acaso vinieron las serpientes por sus

arrayanes? Todos rieron mientras lo ayudaban a levantarse.

Llegó al despacho y su hermano lo esperaba ansio-samente.

−Qué haces−, preguntó a su hermano.−Vengo por ti, quiero que vivas conmigo.−Me parece bien, a la final quedan pocos días para

morir y quisiera ver el atardecer al lado del árbol de arrayanes, dime ¿aún existe?

−Claro, más alto que nunca, espera por ti.En el camino miraba las nubes, los carros y las

personas; para cada uno tenía un color diferente, se-gún lo que él imaginara. −Este auto es azul como las palmeras cuando trepas a su copa para ver el cielo−, dijo a su hermano mientras sus palabras se silencia-ban. Su hermano gritó de angustia, sus ojos se cerra-ron y sus palabras quedaron sucumbidas en el inmen-so dolor de la despedida.

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Año 4 edición 24 / Junio de 201424

La voz le tem-bló cuando me señaló

el sitio donde cayó muerto su amigo Alonso, justo a diez centímetros de don-de estaba él, que aún no se explica cómo las balas no lo toca-ron ese día. A pesar del susto y del ner-viosismo que reflejan unas manos que no encuentran acomodo en el cuerpo y una cabeza que voltea recurrente para ase-gurarse de que nadie escucha, Arturo regresó al sitio para mostrarme el lugar y contarme la historia. Desde que ocurrió el crimen, iba a cumplir doce años de no volver a la gallera, ubicada en una de las laderas de este valle montañoso, en el punto exacto en el que la ciudad empieza a ser rural y sus casas se vuelven ranchos de retablo con techos de plástico, cartón y zinc.

Estaban esperando el encuentro de un par de gallos bravos y renombrados, nadie tenía claro por cuál ir pero a las 2:50 de la tarde se cerrarían las apuestas para el enfrentamiento que daría inicio a las 3. Sólo quedaban 10 minutos de indecisión. La gallera es pequeña, un piso de arena de 5 metros de largo por 3 de ancho, cercado en reja espaciosa que deja ver hacia la calle, y con un círculo improvisado de ladrillos en el centro para el combate. El mono, miliciano del barrio, estaba sentado en el suelo, a tres personas de Arturo con quien conversaba y reía imaginando qué harían sus mujeres si una vez más perdían la plata en apuestas. Al mono lo querían en el barrio, el joven enseñaba a leer a los niños, prestaba ayuda en la construcción de ranchos y colaboraba en las cocinas de las madres comuni-tarias mientras les daba cátedra sobre los derechos femeninos; al ratón, acabado de llegar a la comuna, le tenían miedo. Y más ese día, cuando se le vio acercarse a la gallera junto a seis hombres armados.

Se encontraron en la arena, los dos gallos frente a frente, el gallo negro era grande, pero el rojo era valiente.

Arturo cuenta que el mono lo vio venir y no hizo ademan de pararse, ni siquiera cuando el ratón entró, vociferando quién era el ‘hijueputa’ mono. Ya eran las 3 de la tarde y en la gallera no había fiesta, nadie hablaba y todos evitaban mirar al mili-ciano. Según su recuerdo, que ahora es un poco vago, la gente, toda, estaba de pie, menos el mono, que tranquilo seguía toman-do cerveza en el suelo pero miraba de frente a los siete unifor-

La muerte del gallo rojoFicción

Por Andrea AldanaMúsica de Chicho Sánchez Ferlosio

mados, lo que cau-só la sospecha del ratón, comandante del Bloque Cacique Nutibara, hombre de más de 40 años designado a con-trolar la zona. Le preguntaron su nombre, pero el mono no contestó, sólo dijo que era él a quien busca-ban y sin perder la calma intentó pa-rarse, tal vez para entregarse, tal vez para enfrentarse,

porque nunca andaba desarmado.

Se miraron cara a cara y atacó el negro primero, el gallo rojo es valiente, pero el negro es traicionero.

Antes de que el mono se alcanzara a levantar, el plomo le cayó encima. Los paramilitares dispararon sin discrimi-nar y sólo se oían gritos, especialmente los de los vecinos que presenciaron desde sus casas la masacre. Ese sábado, 17 de mayo de 2003, murieron ocho personas: el miliciano, seis hombres más y Ana María, una niña de 13 años que había llegado buscando a su padre Alonso, el amigo de Arturo. El ratón escupió sobre los muertos y se fue luego de asegurar-se de que su objetivo había caído, gritando que iba a acabar con todos los ‘hijueputas’ guerrilleros del barrio y con todo aquel que les colaborara.

Gallo negro, gallo negro, gallo negro te lo advierto, no se rinde un gallo rojo mas que cuando ya está muerto.

Las laderas de la ciudad sufrieron el paramilitarismo uniformado hasta finales del 2005, cuando se dio el proceso de desmovilización. Cientos de personas fueron asesinadas, desaparecidas, y miles fueron desplazadas forzosamente de sus hogares, de sus comunas. Hoy viven lo mismo, pero los criminales ya no portan capuchas, ni indumentaria camu-flada, ni identificativos de las AUC; aunque en los barrios se sepa que siguen siendo los mismos, ahora con nombres llamativos que hacen referencia a regiones como el Urabá o a santos como el beato Pablo. En la gallera siguen peleando los animales pero Arturo ya no apuesta, ya no le gustan los gallos.

Cuando canta el gallo negro, es que ya se acaba el día, si cantara el gallo rojo, otro gallo cantaría.