Testimonio Catéter 13 Diciembre

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o hay duda de que el hombre -o en este caso, la mujer- propone y Dios dispone. La semana pasada recibí la cuarta y última quimio- terapia del primer ciclo de tres meses, pero esta vez el catéter port me jugó una mala pasada. Para los no ini- ciados: el catéter es un ‘puerto’ a través del cual me administran los medicamentos y tiene una pequeña pieza que se puede ver y tocar porque queda fuera del cuerpo. Un disco como una moneda se esconde bajo mi piel y un tubito de plástico se encuentra dentro de una vena, fuera de mi vista pero dentro de mi organismo. La piel alrededor del dispositivo estaba más inflamada y enrojecida que de costumbre. A la enfermera asignada a mi habitación no le gustó ni el color ni la apariencia de la piel. Pidió contactarse con mi oncólogo, por- que no le parecía prudente utilizar -al menos por esa vez- el reservorio. Ella sugería entrar por la vena de mi antebrazo para transportar los agentes químicos que están aniquilando a las células cancerosas. Eso fue finalmente lo que hicieron. Ojos de enfermera experi- mentada no se equivocan. llamó la atención de mi médico, que supe que no debía soportarlo y más bien sonar la alarma. Asumo que alguna toxina ingresó subrepticiamente a mi cuerpo, porque no se siguieron los protocolos que los profesionales de enfermería deben de cumplir para el mantenimiento y cuidado responsable del equipo. Es un hecho que los riesgos se pueden minimizar, si es que los pacientes tuviéramos acceso a la infor- mación relevante y oportuna. Pienso, por ejemplo, en una cartilla que destaque los cuidados generales que las enfermeras, pacientes y cuidadores deben observar en procedimientos sensibles como este que describo. Una suerte de capacitación en educación sanitaria. Este episodio me ha servido para reflexionar sobre la facilidad con que noso- tros las personas renunciamos a que se respeten nuestros derechos de paciente, a recibir una atención de calidad de salud. Sin querer queriendo, al elegir un tratamiento y cumplirlo, hipotecamos NUESTRO cuerpo. LUCIANO LOZANO/GETTY IMAGES Íntimo compañero ESTÁS EN TU LEGÍTIMO DERECHO DE SABER TODO LO QUE ALOJAS EN TU CUERPO. NO TE SIENTAS INTIMIDADA: INFÓRMATE Y PREGUNTA Por Bomba de Cobalto [email protected] Es probable que la inflamación sea la respuesta de mi sistema inmunológico a invasores extraños, tales como virus y bac- terias y por eso mi médico me ha recetado antibióticos para que la infección o riesgo de infección ceda. Sin duda, superaré el episodio, pero en el mientras tanto estoy debilitando mi flora intestinal. En estos momentos estoy en observación hasta que se determine si el dispositivo se puede seguir utilizando o si nuevamente tendrán que pincharme la mano. A mí también me parecía feo el aspecto de mi catéter, pero no fue hasta que una enfermera atenta PRIMERA PERSONA Esta es la octava entrega de una serie de textos en primera persona que documentan la experiencia de una mujer frente a un desafío. •Antes de colocarte el catéter, tu enfermera debe cumplir estas normas sanitarias: ponerse mandilón, gorra y máscara, lavarse bien las manos y colocarse guantes estériles. •Ten presente que la forma correcta de fijar el dispositivo es con el dedo pulgar e índice. •Si notas enrojecimiento en la zona, picazón, fiebre o dolor avisa inmediatamente a tu médico. algo más Fuente: Alfredo Aguilar, médico oncólogo de Oncosalud Auna EL COMERCIO 6

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o hay duda de que el hombre -o en este caso, la mujer- propone y Dios dispone. La semana pasada recibí la cuarta y última quimio-terapia del primer ciclo

de tres meses, pero esta vez el catéter port me jugó una mala pasada. Para los no ini-ciados: el catéter es un ‘puerto’ a través del cual me administran los medicamentos y tiene una pequeña pieza que se puede ver y tocar porque queda fuera del cuerpo. Un disco como una moneda se esconde bajo mi piel y un tubito de plástico se encuentra dentro de una vena, fuera de mi vista pero dentro de mi organismo. La piel alrededor del dispositivo estaba más inflamada y enrojecida que de costumbre.

A la enfermera asignada a mi habitación no le gustó ni el color ni la apariencia de la piel. Pidió contactarse con mi oncólogo, por-que no le parecía prudente utilizar -al menos por esa vez- el reservorio. Ella sugería entrar por la vena de mi antebrazo para transportar los agentes químicos que están aniquilando a las células cancerosas. Eso fue finalmente lo que hicieron. Ojos de enfermera experi-mentada no se equivocan.

llamó la atención de mi médico, que supe que no debía soportarlo y más bien sonar la alarma.

Asumo que alguna toxina ingresó subrepticiamente a mi cuerpo, porque no se siguieron los protocolos que los profesionales de enfermería deben de cumplir para el mantenimiento y cuidado responsable del equipo. Es un hecho que los riesgos se pueden minimizar, si es que los pacientes tuviéramos acceso a la infor-mación relevante y oportuna. Pienso, por ejemplo, en una cartilla que destaque los cuidados generales que las enfermeras, pacientes y cuidadores deben observar en procedimientos sensibles como este que describo. Una suerte de capacitación en educación sanitaria.

Este episodio me ha servido para reflexionar sobre la facilidad con que noso-tros las personas renunciamos a que se respeten nuestros derechos de paciente, a recibir una atención de calidad de salud. Sin querer queriendo, al elegir un tratamiento y cumplirlo, hipotecamos NUESTRO cuerpo.

LUciANO LOzANO/gETTy imAgES

Íntimo compañeroEstás En tu lEgítimo dErEcho dE sabEr todo lo quE alojas En tu cuErpo.

no tE siEntas intimidada: infórmatE y prEgunta

Por Bomba de [email protected]

Es probable que la inflamación sea la respuesta de mi sistema inmunológico a invasores extraños, tales como virus y bac-terias y por eso mi médico me ha recetado antibióticos para que la infección o riesgo de infección ceda. Sin duda, superaré el episodio, pero en el mientras tanto estoy debilitando mi flora intestinal. En estos momentos estoy en observación hasta que se determine si el dispositivo se puede seguir utilizando o si nuevamente tendrán que pincharme la mano. A mí también me parecía feo el aspecto de mi catéter, pero no fue hasta que una enfermera atenta

PRIMERA PERSONA

Esta es la octava entrega de una serie de textos en primera persona que documentan la

experiencia de una mujer frente a un desafío.

•Antesdecolocarteelcatéter,tuenfermeradebecumplirestasnormassanitarias:ponersemandilón,gorraymáscara,lavarsebienlasmanosycolocarseguantesestériles.•Tenpresentequelaformacorrectadefijareldispositivoesconeldedopulgareíndice.•Sinotasenrojecimientoenlazona,picazón,fiebreodoloravisainmediatamenteatumédico.

algo más

Fuente: Alfredo Aguilar, médico oncólogo de Oncosalud Auna

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