Territorios de Diferencia

394

Transcript of Territorios de Diferencia

  • Territorios de diferencia:Lugar, movimientos, vida, redes

    Arturo Escobar

    Departamento de AntropologaUniversidad de Carolina del Norte, Chapel Hill

  • Territorios de diferencia:Lugar, movimientos, vida, redes

    Arturo Escobar

    Departamento de AntropologaUniversidad de Carolina del Norte, Chapel Hill

  • Envin Editores 2010. Del autorPrimera edicin en ingles: Duke University Press. 2008Titulo original: Territories of Difference. Place, Movements, Life, Redes.

    Primera edicin en espaolEnvin editoresoctubre de 2010Traduccin: Eduardo Restrepo

    Arte de la cubierta: Parte superior basada en un grabado producido por el programa Gente Entintada y Parlante, Tumaco, a comienzos de los noventa. Parte inferior, basada en una ilustracin tomada de Los sistemas productivos de la comunidad negra del ro Valle, Baha Solano, Choc, por Carlos Tapia, Roco Polanco, y Claudia Leal, 1997.

    Mapas:Claudia Leal y Santiago Muoz, Departamento de Historia, Universidad de Los Andes, Bogot

    Diseo y Digramacin:Enrique Ocampo C.

    Copy Left.Esta publicacin puede ser reproducida total o parcialmente, siempre y cuando se cite fuente y sea utilizada con fines acadmicos y no lucrativos. Las opiniones expresadas son responsabilidad de los autores.ISBN: 978-958-99438-3-0

    Impreso por Samava Impresiones, Popayn, Colombia.

  • ContenidoPrefacio 9Agradecimientos 13Introduccin: regiones y lugares en la era global 19Lugares y regiones en la era de la globalidad 21Una ecologa poltica de la diferencia 23Pensando desde la diferencia colonial 28Colombia como un teatro para la globalidad imperial 34Algunos contextos acadmicos 36

    Lugar 45Introduccin: el Pacfico como lugar, entonces y ahora 45I. Notas en la historia geolgica y biolgica del Pacfico

    biogeogrfico 50II. Poblamiento, hbitats y poblaciones del Pacfico colombiano 59III. Haciendo-lugar y las estrategias de la localizacin en los aos

    noventa: el Pacfico como territorio-regin de grupos tnicos 66El desplazamiento y los imperativos territoriales y culturales

    del desarrollo y la modernidad 75Conclusin: globalidad, colonialidad y la poltica de lugar 78

    Capital 89Introduccin: la llegada de la palma africana en el Pacfico 89I. La convencional, pero no tan convencional, forma del capital:

    palmicultoras y camaroneras en Tumaco 94II. Las contradicciones entre capital, naturaleza y economa 108III. Ms all del capital: camaroneras

    comunitarias como una prctica no capitalista 112IV. Repensando la produccin 118Conclusin 121

    Naturaleza 133Introduccin: historias de la naturaleza y el desafo de las

    epistemologas 133I. Los modelos locales de la naturaleza

    de los grupos negros del Pacfico 134II. Epistemologas de la naturaleza y colonialidad de la naturaleza 141III. Los sistemas tradicionales de produccin del Pacfico 152IV. El movimiento de biodiversidad

    y el posicionamiento de la tecno-naturaleza 158V. La autonoma: una perspectiva del movimiento social

    sobre la conservacin y la sustentabilidad 164Conclusin 171

  • Desarrollo 183Introduccin: la invencin del Pacfico como una entidad

    desarrollable 183I. Globalizacin, desarrollo y modernidad 189II. Una exterioridad al sistema mundial? El programa de

    investigacin de modernidad /colonialidad /descolonialidad 193III. Contra-labor en el Pacfico: La dinmica de las cooperativas

    y los proyectos de alfabetizacin 200IV La contra-labor y ms all. El proyecto de conservacin de la

    biodiversidad para el Pacfico colombiano 207Conclusin 217

    Identidad 231Introduccin 231I. La emergencia de la etnicidad negra en el Pacfico colombiano

    en los aos noventa 234II. El movimiento social de comunidades negras del Pacfico sur 245III. El activismo como hacedor de historia: lo personal y

    lo colectivo 258IV. Las mujeres, el gnero y la identidad tnica 264Conclusin 274

    Redes 285I. Ensamblando movimientos: el PCN y las redes trasnacionales

    auto-organizadas 289II. Redes y movimientos sociales 298III. Dominacin y subalternidad en las redes de movimientos

    sociales 304IV. El giro ontolgico en la teora social y las preguntas de la

    informacin, la complejidad y la modernidad 311Conclusin 321

    Conclusin 337Yurumangu 337La modernidad, la vida y las polticas de la teora 340Regiones y lugares en la edad de la globalidad 346

  • ndice de figuras

    Figura 1. Sistema que genera la prdida del territorio, segn los lderes comunitarios de los ros 73

    Figura 2. Integracin espacial de los territorios tradicionales de las comunidades negras del Pacfico 155

    Figura 3. Integracin espacial de los territorios colectivos de las comunidades negras de la regin del Pacfico 155

    Figura 4. Sistema tradicional de produccin de las comunidades negras del Pacfico 156

    Figura 5. Un sistema tradicional de produccin en el Choc 157Figura 6. Bases para un desarrollo cultural y ambientalmente sustentable 166

  • ndice de tablas

    Tabla 1. Una ecologa poltica de la diferencia: conflictos de distribucin econmica, ecolgica y cultural 32

    Tabla 2. El marco de la economa diversa 117Tabla 3. Distribucin ecolgica de los conflictos en el Pacfico sur, 1992-2002 168

    Tabla 4. Teoras del desarrollo segn sus paradigmas de origen 196Tabla 5. Anlisis y estrategias de la Red de Mujeres Negras para las mujeres negras y las comunidades negras del Pacfico 254

  • Prefacio

    Este libro ha sido trabajado por doce aos. Ha crecido y se ha estancado en este perodo a la par con las exigencias y las vicisitudes de la vida intelectual, personal y profesional. Empec el viaje que dio lugar a este libro en 1991-92, cuando por primera vez realic la propuesta, que me llev a Colombia en enero de 1993 por un ao de investigacin de campo, entonces simplemente titulada Respuestas afrocolombianas a la modernizacin y el desarrollo. Durante ese primer ao, tuve la oportunidad de reunir a un pequeo equipo de investigacin para trabajar en la regin del Pacfico sur, en ese momento todava habitualmente descrita como un bosque caliente y hmedo, pobre y olvidado atravesado por innumerables ros y poblado por grupos indgenas y negros: un Litoral recndito, como Sofonas Yacup, un autor local y poltico, lo haba planteado ya en la dcada del treinta. Para entonces, la regin estaba totalmente inmersa en una ambiciosa estrategia de desarrollo que haba comenzado a mediados de los aos ochenta. Armados con las herramientas que nos diera la crtica discursiva al desarrollo de esa dcada, me propuse investigar etnogrficamente el impacto cultural y ecol-gico de los diversos proyectos y las formas de resistencia que les presentaban los grupos negros de las comunidades ribereas. O eso crea yo, porque lo que descubr poco despus de mi llegada fue que la situacin era mucho ms compleja de lo que haba considerado desde la distancia.

    Y de hecho, no ha dejado de crecer en complejidad, planteando retos sin precedentes para el mtodo de investigacin, la poltica y la comprensin. En primer lugar, a los dos o tres meses de iniciado el proyecto se hizo evidente para nosotros que, adems del incipiente desarrollo y las empresas capitalistas (principalmente las plantaciones de palma africana y la cra industrial de camarones en el momento) patrocinadas por el estado, haban dos factores cruciales en la lucha por la representacin y el destino de la regin. El primero era la preocupacin por su biodiversidad, dado que la regin haba sido identificada como uno de los sitios ms importantes de la diversidad biol-gica (biodiversty hot-spots) en el mundo; nuestra llegada coincidi con el comienzo de una nueva estrategia de conservacin con financiacin interna-cional de alcance ambicioso. Como en otros sitios de este tipo, la conservacin de la biodiversidad se haba convertido en el grito de guerra del estado, Ongs, acadmicos y lderes locales por igual. Estrechamente relacionado con esto haba un movimiento social de comunidades negras todava pequeo, pero muy comprometido y articulado. Nuestras conversaciones iniciales con los activistas de este movimiento, aunque no de inmediato de confianza, fueron favorables. A mediados de junio de ese ao (1993), nuestro pequeo equipo de investigacin realiz el primer taller de todo un da con un grupo de estos

  • 10 Arturo Escobar

    activistas, ms un puado de intelectuales negros del Pacfico cercanos al movimiento. Nuestra intencin explcita era discutir formas concretas de articulacin de nuestro proyecto con los intereses y la agenda del movimiento. Desde esta reunin, el grupo de activistas un poco despus conocido como Proceso de Comunidades Negras (PCN) se convirti en nuestro interlocutor ms importante. El 3 de enero de 1994 concluimos nuestro primer ao de investigacin con una jornada intensa y productiva de todo un da con una decena de dirigentes del PCN en temas que van desde la etnia, el ambiente y la diferencia cultural hasta el gnero, las estrategias y la heterogeneidad del movimiento. El resultado de este primer ao de trabajo, ms cinco meses adicionales en 1994, fue un volumen colectivo titulado Pacfico, desarrollo o diversidad? Estado, capital y movimientos sociales en el Pacfico colombiano, publicado en Bogot en 1996 con aportes de acadmicos, intelectuales y activistas de la regin.

    Mi relacin con el PCN se mantiene estrecha hasta hoy. De hecho, este libro se debe tanto a los campos acadmicos como al conocimiento y la aguda sensi-bilidad poltica de este grupo. De esta manera, el libro puede ser visto como una etnografa de las prcticas, estrategias y visiones de este particular grupo de activistas, incluyendo su propia produccin de conocimiento. Aunque el libro est concebido en gran medida desde esta perspectiva, es ms que eso. Infundido con conceptualizaciones PCN, y alimentado por diferentes tenden-cias en los estudios crticos, el libro propone una manera de analizar algunos de los retos y cuestiones sociales, culturales y ecolgicas ms importantes de nuestro presente. Cmo se puede analizar y comprender el momento y los complejos procesos que envuelven regiones como el Pacfico hoy en da? Debo decir en este punto que la bsqueda de la biodiversidad, el movimiento social y el conocimiento de los activistas no fue el fin de la complejizacin de la investigacin. Mltiples capas de complejidad se sumaban tanto de fuentes sociales (el mundo real) como acadmicas. Situar lo social y lo acadmico en un dilogo productivo rara vez es una tarea fcil, al menos que uno se decida por un marco interpretativo relativamente simple. Pero aqu las fuentes de complicacin fueron mltiples. Por ejemplo, cmo ir ms atrs y ms all de la emergencia vigorosa de las identidades negras de la dcada del noventa para iluminar tanto los procesos histricos de subalternidad como las posi-bles formas de avanzar en la lucha por la diferencia? En segundo lugar, y en particular con la propagacin del conflicto armado en el Pacfico sur despus de 2000 y que sigui el desplazamiento masivo de las poblaciones locales de la regin, cmo los acontecimientos en el Pacfico reflejan y despliegan, de manera particular, procesos, fuerzas y condiciones que van ms all la regin? Para citar otro ejemplo, la transnacionalizacin los movimientos sociales de la regin a partir de 1995 plantea cuestiones que sin duda no podran tener cabida en el diseo de la investigacin original, y que exigen un enfoque ms complejo tanto para los movimientos como para la regin.

    Lo que result de este proceso fue una serie de marcos anidados que se articulan en el libro de diversas maneras y en distintos niveles no tanto como en las capas de la proverbial cebolla, aunque los marcos no se desa-rrollaron orgnicamente, sino a la manera de una formacin hipertextual.

  • 11Territorios de diferencia

    Estos incluyen marcos referidos a la ecologa poltica, los movimientos sociales, el desarrollo, la economa poltica, la modernidad/colonialidad, la ciencia y la tecnologa, la poltica cultural, el espacio y lugar, la identidad, las redes, la globalizacin y la complejidad. Esto significa que el libro es profundamente interdisciplinario o, como lo explicar en uno de los captulos, sigue la tendencia hacia la indisciplinariedad propuesta por el grupo latinoamericano de modernidad/colonialidad /descolonialidad. Uno podra argumentar que este multi-encuadre es el tipo de enfoque que la antropologa o los estudios culturales permiten desarrollar hoy en da; esto es verdad hasta cierto punto, pero con lmites claros ya que despus de todo la antropologa, especialmente en Estados Unidos, quiere seguir siendo una disciplina. Durante los ltimos diez aos, he escrito una serie de textos en gran medida tericos que constituan fragmentos del marco que se presenta aqu de una manera ms amplia e integrada. En 1999, empec a pensar este libro en trminos de seis conceptos claves: lugar, capital, naturaleza, desarrollo, identidad y redes. Esta representacin, que es la que presento en este libro, entreteje la investigacin etnogrfica y la teora en torno a cada concepto. En ese momento, mi decisin de estructurar el libro en torno a los seis conceptos me sugera que el libro podra ser visto como un tratado en ecologa poltica; hoy, me resulta difcil reducirlo a este campo o a cualquier otro.

    Otro aspecto del carcter del libro es que una gran parte de los marcos convocados aqu se han desarrollado colectivamente. Estos incluyen los marcos de la poltica de lugar (desarrollado con el grupo Mujer y poltica del lugar, WPP, proyecto que he coordinado con Wendy Harcourt, de la Sociedad para el Desarrollo Internacional en Roma, desde fines de los aos noventa); modernidad/colonialidad /descolonialidad, MCD, (desarrollado por el grupo latinoamericano de MCD); las economas diversas (propuesto inicialmente por JK Gibson-Graham y elaborado de manera particular en el proyecto de WPP y en el grupo culturas de la economa de Chapel Hill); antropologas mundo (del proyecto de la Red de Antropologas del Mundo, RAM-WAN); y un anlisis particular de los movimientos sociales (que debo al trabajo con un grupo difuso de investigacin sobre los movimientos sociales latinoamericanos, que hemos mantenido a travs de los aos con Sonia E. lvarez y Evelina Dagnino, y al vibrante e interdisciplinario Grupo de Trabajo de Movimientos Sociales, SMWG, en Chapel Hill desde 2003). Incluso mi enfoque de ecologa poltica tiene importantes dimensiones colectivas en trminos de grupos en Amrica Latina y Estados Unidos. Una cosa que estos proyectos tienen en comn es que toman la produccin de conocimiento en s misma como una problemtica; en cierto modo, todos ellos representan un movimiento social dentro de la academia por un tipo diferente de produccin de conocimiento. Mi propio procesamiento de estos marcos de referencia para este libro, de nuevo, le debe mucho a mi compromiso permanente con la colectividad llamada PCN. Este compromiso ha sido un aspecto importante de la interfaz entre la teora y la investigacin etnogrfica; he tratado de articular la produccin de conocimientos por parte del PCN con los que se derivan de forma ms explcita de los sitios acadmicos, aunque en el proceso las fronteras entre los mundos y conocimientos acadmicos y activistas son, por supuesto, borrosas.

  • 12 Arturo Escobar

    Estoy convencido de que esta dimensin colectiva del marco construida en las ciencias sociales vale la pena en trminos de fundamentacin terica, poder interpretativo, pertinencia social y sentido poltico del trabajo; es muy distante de la imagen particularmente acentuada en el nivel de la experiencia doctoral del acadmico aislado construyendo laboriosamente un marco a partir de literaturas que ha dominado por s mismo. El enfoque colectivo no puede seguir la regla de un libro cada tres aos, impuesto a sus practicantes por el ritmo enloquecedor de la academia neoliberal de los Estados Unidos, pero permite un montn de creatividad. La prctica de grupos de trabajo que rene a profesores y estudiantes de postgrado se ha vuelto ms comn en los ltimos aos (en Chapel Hill al menos) y es una manera de resaltar esta dimensin colectiva en la elaboracin del marco.

  • Agradecimientos

    Tener una dimensin de construccin colectiva explcita de un libro significa tambin que las influencias, y por lo tanto las deudas de gratitud intelectual y personal, se multiplican en formas que nunca se puede dar cuenta con completa satisfaccin. Me gustara destacar, sin embargo, las principales, y pedir la indulgencia de las muchas ms debera haber mencionado y no lo hice para facilitar esta tarea. Mi ms profundo agradecimiento va para el Proceso de Comunidades Negras, PCN; es literal-mente cierto que sin su apoyo y compromiso este libro habra sido radical-mente diferente, y ms pobre, ya que el aporte intelectual del pensamiento del PCN ha sido definitivo para el trabajo. Mi agradecimiento particular a Libia Grueso y Carlos Rosero, mis colaboradores principales PCN, con quienes he compartido muchas experiencias y conversaciones en ambientes activistas y acadmicos en Colombia y otros pases con los aos. Gracias tambin a otros miembros del PCN, la mayora de los cuales permanecen hoy en el PCN, entre ellos Hernn Corts, Leyla Arroyo, Vctor Guevara, Julia Cogollo, Alfonso Cassiani, Flix Banguero, Edelmira Medina, Adelmo Carabal, Yellen Aguilar, y Marino Crdoba y Charo Mina en Washington, D.C. Una serie de intelectuales negros de la regin fueron importantes fuentes de clarificacin, conocimiento e informacin en las primeras etapas, en particular el acadmico y activista de la comunicacin popular Jaime Rivas, el poeta de Guapi y experto en las tradiciones orales Alfredo Vann, la educadora de Timbiqu Mara Luca Hurtado, la activista cultural de Tumaco Dayra Quiones, la antroploga de Tumaco Ofir Hurtado y el lder Arismendi Aristizbal. Nuestro equipo de investigacin de 1993-1994 incluy a mi buen amigo lvaro Pedrosa, cuyo notable trabajo sobre la educacin y comunicacin popular en la Universidad del Valle, en Cali, fue esencial para entender las iniciativas tempranas del desarrollo en el Pacfico; Jess Alberto Grueso, antroplogo de Timbiqu (ubicado en uno de los ros legendarios de la minera del oro en el Pacfico desde la poca colonial); y Betty Ruth Lozano, sociloga de Cali, que comenz a pensar sobre perspectivas de gnero y etni-cidad desde comienzos de la dcada del noventa cuando todava era un tema silenciado. Tambin en Colombia, me complace dar las gracias al personal del proyecto de conservacin de la biodiversidad, Proyecto Biopacifico, en particular a Enrique Snchez y Juan Manuel Navarrete por compartir conmigo su crtica y fundamentada comprensin del proyecto; y a Margarita Flrez y Germn Vlez, de ILSA y Grupo Semillas en Bogot, cuya obra crtica sobre la biodiversidad y los derechos de propiedad intelectual proveyeron un muy necesario contrapunto a los iniciales planteamientos economicistas de los beneficios de la biodiversidad. Mi comprensin de perspectivas alternativas sobre la diversidad biolgica tambin se ha enriquecido por el intercambio

  • 14 Arturo Escobar

    con Timmi Tillman y Maruja Salas (Conocimiento Indgena y la Red Popular para la Creacin de Capacidad, Chiang Mai, Tailandia), Vctor Manuel Toledo, en Mxico, Mara Fernanda Espinosa de la UICN en Quito, Nelson lvarez y Henk Hobbelink (GRAIN, Barcelona), y Silvia Ribeiro del Grupo ETC en Mxico. Ms recientemente, me he beneficiado de mi participacin en el proyecto de discusin de las interfaces entre ciencia y poltica pblica en relacin con la gestin de la biodiversidad, en particular el taller sobre el tema en Leipzig en octubre de 2006, y agradezco a los organizadores y participantes.

    Entre los pacificlogos nadie ha contribuido de manera sustancial a este estudio como Eduardo Restrepo, mi buen amigo y colega antroplogo. La prolfica obra de Eduardo es la obra individual ms importante en el Pacfico en la actualidad; adems, su solidaridad no conoce lmites. Gran parte de lo que s sobre el Pacfico lo he aprendido de los antroplogos, eclogos, gegrafos, historiadores, comunicadores, etc. que introdujeron un campo de estudios del Pacfico que a mediados de la dcada del noventa tena una actividad floreciente. Slo puedo hablar aqu de los pocos estudiosos e inte-lectuales con los que he interactuado ms directamente (Juana Camacho, Manuela lvarez, Mauricio Pardo, Claudia Leal, Peter Wade, Kiran Asher, Michael Taussig, Jaime Arocha, Astrid Ulloa, Carlos Tapia, Alberto Gaona, Jess Alberto Valds, Sonia del Mar Gonzlez, Claudia Mosquera, Oscar Almario y Ulrich Oslender). Muchos otros en la antropologa colombiana, la ecologa y otras ciencias sociales y humanas, incluyendo algunos que trabajan en organizaciones no gubernamentales, tambin han sido importantes en este libro

    Las deudas ms all de Colombia tambin son inmensas, tan grandes como las redes que han producido los marcos que configuran el libro. Con los aos, he aprendido mucho sobre la ecologa de Enrique Leff, Dianne Rocheleau, Joan Martnez Alier, Eduardo Gudynas y James OConnor. Tambin quiero mencionar a aquellos con quienes he trabajado ms estrechamente en los proyectos colectivos mencionados anteriormente: Wendy Harcourt, JK Gibson-Graham y Smitu Kothari (Mujer y poltica del lugar); Walter Mignolo, Santiago Castro-Gmez, Edgardo Lander, Anbal Quijano y Catherine Walsh (modernidad/colonialidad/decolonialidad); Marisol de la Cadena, Eduardo Restrepo, Gustavo Lins Ribeiro y Susana Narotzky (RAM-WAN); y, para el campo de los movimientos sociales, Sonia E. lvarez, Evelina Dagnino y un nmero de estudiantes de doctorado con los que he trabajado estre-chamente sobre los movimientos sociales, incluyendo a Mary King y Chaia Heller (Universidad de Massachusetts, Amherst), Juliana Flrez (Universtat Autmoma de Barcelona) y, en Chapel Hill, Michal Osterweil, Maribel Casas-Corts, Elena Yehia, Juan Ricardo Aparicio, Dana Powell, Catalina Corts Severino, y Mario Blaser y Xochitl Leyva como postdoctorados en Chapel Hill; con su agudo sentido de la necesidad de combinar la vida intelectual y poltica, pertenecen a un destacado grupo de estudiantes e intelectuales que est transformando el campo de investigacin de los movimientos sociales. Tambin debo mencionar Jeff Juris y Harry Halpin, que proporcionaron informacin sobre el captulo de las redes, y a Joseph Jordan en Chapel Hill, por su sentido de la visin sobre el significado de las luchas e identidades

  • 15Territorios de diferencia

    afro-latinoamericanas. A mis ex colegas en antropologa en la Universidad de Massachusetts y con mis actuales colegas en la UNC mi agradecimiento por la creacin de un clima propicio para el trabajo acadmico. Gracias a Nastasha McCurley, Juan Ricardo Aparicio y Catalina Corts por su ayuda cuidadosa en las lecturas de prueba y preparacin del manuscrito para su entrega.

    A lo largo de los aos, he presentado fragmentos de los captulos que componen este libro en muchos lugares y pases. Doy las gracias a todos los que me invitaron a compartir con ellos los fragmentos de una obra en progreso; adems de aquellos en Colombia (que incluyen universidades y centros de investigacin en varias ciudades, tales como el Instituto Colom-biano de Antropologa e Historia, y ONGs como la Fundacin Habla/Scribe y el Fondo Mundial para la Naturaleza, ambos en Cali), me gustara poner de relieve los grupos en Helsinki, Barcelona, Quito y Mxico, Inglaterra y Brasil por las reiteradas invitaciones. El aporte intelectual y con frecuencia personal de muchos amigos y colegas ha sido muy importante en una serie de temas con los aos, y slo puedo mencionar algunos aqu (Cristina Rojas, Claudia Steiner, Anthony Bebbington, Agustn La, Jacqueline Urla, Brooke Thomas, Orin Starn, David Slater, George Ydice, Daniel Mato, Boaventura de Sousa Santos, Jess Martn Barbero, Shiv Visvanathan, Jordi Pigem, Pieter de Vries, Manuel de Landa, Brian Goodwin, Peter Waterman, Jai Sen, Jeremy Gould, Elina Voula, Andreu Viola, Subir Sinha, y Soren Hvalkof; gracias a Soren tambin por ayudar a obtener financiacin de los daneses para proyectos en el Pacfico propuestos por el PCN, y Denise Bebbington y Beto Borges en los Estados Unidos en el mismo sentido). No poda terminar sin una mencin muy especial a los amigos que nos apoyaron en repetidas ocasiones en las dificultades personales en los ltimos aos en Colombia y en Chapel Hill-Carrboro, pero la lista sera demasiado larga y ellos saben, estoy seguro, de nuestra profunda gratitud.

    Mi agradecimiento, por ltimo, a Valerie Millholland, experimentada editora de Duke University Press (casa editorial que publicara la versin original en ingls), con quien he estado trabajando durante ms de cinco aos en nuestra serie, Nueva ecologas para el siglo XXI, lo que ha sido una tarea y relacin de trabajo muy gratificante. Este libro est dedicado a la memoria de mi madre, Yadira, y mi hermano menor, Chepe, quienes abandonaron este mundo, con apenas un ao de diferencia uno del otro, en Cali, pero cuya presencia sigue estando conmigo; a mi compaera, Magda, con todo el amor del mundo y por su apoyo constante; y para los activistas negros, indgenas, y otros activistas ambientales y culturales de/en el Pacfico que, da a da y contra todo pronstico, continan su lucha por hacer del Pacfico un mundo socio-natural habitable y alegre: un Territorio de vida, alegra y libertad, en la conceptualizacin de los activistas del PCN.

  • Mapa 1. Regin Pacfica

  • Mapa 2. Pacfico sur

  • Introduccin: regiones y lugares en la era global

    Sea mentira o sea verdadse abra la tierra

    y se vuelva a cerrarque el que lo est oyendo

    lo vuelva a contar.1

    Este libro trata sobre diferentes aspectos sociales, culturales y de la vida biolgica actual, que se encuentran estrechamente interrelacionados. Es, ante todo, acerca de las expresiones o articulaciones de la diferencia basada-en-lugar y regional en contextos de globalizacin. Esto implica colocar en conversacin procesos basados-en-lugar y regionales con las dinmicas cambiantes del capital y la cultura en muchos niveles. Sin embargo, esta conversacin no es sobre la impronta dejada en una regin particular del mundo por un supuestamente imparable proceso de globalizacin, ni es exclusivamente de cmo esta regin responde ante este proceso. Al contrario, el libro es sobre la compleja experiencia, histrica y espacialmente enraizada, que es negociada y enactuada por cada lugar y regin del mundo, introdu-ciendo desafos tremendos tanto a la teora como a la poltica.

    La carnadura, la sangre y los pensamientos de la historia vienen de una regin particular en Amrica Latina, el Pacfico colombiano. Dos posiciones opuestas surgen de esta regin, que ejemplifican bien el rango de respuestas a la globalidad. La primera viene de una reunin realizada por cerca de cuarenta y cinco lderes y activistas representantes de los movimientos sociales indgenas y negros ms importantes de la regin, realizada del 18 al 22 de junio de 1995, en Puerto Tejada, un pueblo a una hora al sur de Cali, donde la poblacin mayoritaria es negra. Los objetivos de la reunin fueron examinar la situacin social y ambiental del Pacfico, discutir las relaciones intertnicas y proponer estrategias conjuntas de negociacin con el estado sobre distintos planes y polticas. Bajo la rbrica de Territorio, etnia, cultura e investigacin en el Pacfico colombiano, los activistas dejaron claro que lo que estaba en juego iba ms all de la situacin del momento, que pretenda involucrar la definicin de la vida misma, en particular la defensa de lo que llamaron, en la acalorada discusin del momento, las cosmovisiones de los grupos indgenas y negros. Fueron identificados cuatro principios de relaciones intertnicas y de relaciones con el estado: el hecho de que el Pacfico es un territorio ancestral de grupos tnicos; que estos grupos son culturalmente diversos y buscan el

  • 20 Arturo Escobar

    respeto a sus diferencias y de stas con la sociedad colombiana; que de esta posicin de mutuo respeto y de diferencia, asumen la coordinacin de la defensa de sus territorios; y permite que sus conocimientos tradicionales son fundamentales en su relacin con la naturaleza y su identidad y que deberan ser reconocidos como tales. Los anlisis y conclusiones derivados de all, se refieren a la defensa del territorio, la cultura y la identidad. La nocin de que el Pacfico es un territorio de asentamientos tnicos, formulada por vez primera en esta reunin, dio lugar un par de aos despus a una concepcin sofisticada del Pacfico como un territorio-regin de grupos tnicos, una nocin que ocupa un valioso lugar en este libro.2

    Por ese mismo momento, la oficina recin establecida de Gerencia de Proyectos para el Litoral Pacfico Vallecaucano realiz una reunin, de todo un da, en un lujoso hotel de la ciudad de Buenaventura. Esta ciudad de poblacin mayoritariamente negra, es el puerto ms importante del pas y se encuentra localizada aproximadamente a dos horas de Cali. En esta reunin se presentaron un abanico de proyectos econmicos y sociales de la sub-regin; los cuales llamaban a una dramtica expansin de la inver-sin con la ayuda del capital internacional y que incluan proyectos para el manejo de aguas residuales y abastecimiento de agua, educacin y salud, y una panoplia de proyectos industriales y de infraestructura en electricidad, servicios portuarios, carreteras, un aeropuerto local, turismo, servicios de pesca a gran escala, industria maderera, y as sucesivamente. El propsito era crear el clima de inversin perfecto con el fin de volver a Buenaventura incluyendo los mltiples ros y sus vastas reas rurales en un polo de desarrollo para la nacin. La reunin, con una asistencia de ms de doscientas personas entre representantes del gobierno y del sector privado, respondi a una naciente retrica sobre la era del Pacfico, en la cual, esta extensa y rica regin de bosque hmedo tropical era vista como la plataforma para una agresiva estrategia neo-liberal de la integracin del pas a las economas de la Cuenca del Pacfico.

    Tambin fue diciente el subtitulo de la reunin de los activistas: Conceptos de los pueblos indgenas y negros del Pacfico colombiano. La idea de que las poblaciones indgenas y negras pudieran tener conocimiento, y an conceptos, era nueva, aunque se estaba volviendo ms comn gracias a la discusin sobre conocimiento local en los debates alrededor de la conser-vacin de la diversidad biolgica, particularmente despus de la Cumbre de la Tierra (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo y Medio Ambiente) realizada en Ro de Janeiro en 1992. No sobra decir que nada de este conocimiento fue contemplado en la reunin de Buenaventura. Pero el hecho es que, como se mostrar en detalle en este libro, grupos como los de los activistas indgenas y negros del Pacfico Colombiano no slo producen su conocimiento propio sobre las situaciones que encaran, sino que tambin este conocimiento a menudo constituye marcos sofisticados que no se pueden seguir pasando por alto en cualquier discusin sobre globalizacin, ya sea desde las perspectivas econmicas, culturales o ecolgicas. Ms an, estos marcos son parte integral de las luchas articuladas por los grupos subordi-nados sobre los trminos de la globalidad.

  • 21Territorios de diferencia

    Lugares y regiones en la era de la globalidad

    El examen de los procesos basados-en-lugar y regionales desde perspectivas multi-niveles econmicos, ecolgicos y culturales ofrece nuevas oportuni-dades para la comprensin de las polticas de la diferencia y mismidad que acompaan enacciones de la globalidad. Con base en algunos argumentos, las polticas de la diferencia y la mismidad todava estn profundamente moldeadas por los mitos de la universalidad y de la superioridad cultural, que desde el surgimiento de la modernidad con la conquista de Amrica por Espaa en 1492 permiti a Occidente definir la identidad de los otros. Desde entonces, un ensamblaje de fuerzas culturales modernas de Occidente (incluyendo particulares visiones de la economa) no ha cesado de ejercer su influencia a menudo su continua dominacin en la mayora de las regiones del mundo. Estas fuerzas continan operando a travs de formas de interaccin en permanente cambio del pensamiento y la cultura europea, consideradas universalmente vlidas y que aparentemente mantienen en una subordinacin perpetua a los saberes y prcticas culturales de la mayora de los grupos no europeos de todo el mundo. As la globalidad eurocntrica tiene una contraparte obligatoria en el acto sistemtico de encubrimiento del otro, para usar la expresin del filsofo latinoamericano Enrique Dussel (1992), es decir, en una especie de colonialidad global. De una manera muy abstracta pero con sentido real, este libro versa sobre la dinmica de una globalidad imperial y su rgimen de colonialidad como uno de los rasgos ms sobresa-lientes del sistema mundo moderno/colonial a comienzos del siglo XXI. El libro tambin trata sobre la geopoltica del conocimiento: el conocimiento de quines cuenta y lo que ste tiene que ver con el lugar, la cultura y el poder.3

    Habitualmente descrita como una selva pobre y olvidada, caliente y hmeda, entrecruzada por innumerables ros y habitada por grupos indgenas y negros un litoral recndito como Sofonas Yacup, un poltico de origen local, lo haba ya planteado en la dcada de treinta, el Pacfico colombiano ha sido integrado a la economa mundial desde la colonia a travs de la explo-racin, la esclavitud, la minera del oro, y el sometimiento o eliminacin de los habitantes indgenas. Es as como hubo ciclos de auge y decadencia, que tuvieron lugar en los pasados dos siglos, atados a la extraccin de materia prima (oro, platino, madera finas, madera para construccin, caucho y ms recientemente biodiversidad), cada uno dejando una huella indeleble en la produccin social, econmica, ecolgica y cultural del lugar.

    Sin embargo slo a comienzo de la dcada de los aos ochenta, la regin fue sometida a una estrategia global y explcita de incorporacin en las esferas nacionales e internacionales a nombre del desarrollo. Como resultado, a prin-cipios de la dcada del noventa, la regin se convirti en el escenario de una intensa cultura poltica, que hizo confluir a expertos en desarrollo, activistas negros e indgenas, defensores de la conservacin y la biodiversidad, capita-listas, buscadores de fortuna, funcionarios del gobierno y acadmicos, dentro de un tenso espacio de dilogo, negociacin y confrontacin que, aunque por un breve instante pareca no tener una resolucin clara, los movimientos locales y sus aliados hacan un esfuerzo valiente y brillante por proveer una

  • 22 Arturo Escobar

    alternativa viable. Otros dos factores fueron cruciales para crear el contexto de este complejo encuentro: la decisin de abrir la economa nacional a los mercados del mundo despus de 1990, bajo los preceptos neo-liberales; y el cambio de la Constitucin Nacional en 1991, la cual, entre otras cosas, dio origen a una ley que concedi derechos culturales y territoriales a las comu-nidades negras (Ley 70 de 1993). No obstante, hacia finales de la dcada del noventa, el rgimen de la globalidad imperial se haba reafirmado con fuerza y la regin se vio sumergida en un lodazal de violencia, en una expansin capitalista despiadada y en un desplazamiento masivo, afectando as a las comunidades indgenas y negras y al ambiente, con una virulencia particular: una reafirmacin de la colonialidad del saber, del poder y de la naturaleza.

    Estas son las intenciones y el material del libro en su ms amplia pince-lada. Emergiendo desde esta materialidad histrica, este libro versa sobre las intersecciones increblemente complejas entre la naturaleza y la cultura, entre el espacio y el lugar, entre el paisaje y la accin humana, entre la cultura y la identidad, entre el conocimiento y el poder, entre la economa y la poltica, modernidad y globalizacin, y diferencia y mismidad asociadas con la globa-lidad imperial y colonialidad global en un rincn particular del mundo. El libro tambin trata sobre lo que ha sido llamado geografas desiguales de la pobreza y de la subsistencia, y cmo estn relacionadas con las economas polticas histricas y con los patrones culturalmente articulados por la inter-vencin del desarrollo (Bebbington 2004). Considero estas geografas mane-jadas mediante un diseo particular, en trminos de seis conceptos bsicos: lugar, capital, naturaleza, desarrollo, identidad y redes. Estos conceptos son tambin los ttulos de los captulos y las nociones que articulan mi argumento a lo largo del libro; as, mientras cada concepto, en un principio, es desarro-llado en su respectivo captulo, la mayora de los conceptos son abordados en varios captulos. Para dar un ejemplo: mientras lugar es el tema central del captulo 1, aparece significativamente en los captulos de capital y natura-leza. Otro ejemplo: biodiversidad es discutido en extenso en el captulo de naturaleza, pero tambin figura prominentemente en el captulo de desarrollo y tambin es tratado en los captulos de lugar, capital y redes; y as sucesivamente. Esto significa, que el libro tiene una interconexin o una propia lgica recursiva, en la cual un nmero de temas centrales son tratados de diferente forma en varios captulos. Esto tambin significa que mientras los captulos hasta cierto punto pueden ser ledos independientemente, solo leyendo el libro completo el lector puede desarrollar un sentido comprensivo del trabajo. Un detalle adicional: mientras cada captulo entreteje la teora y la investigacin etnogrfica, en la mayora de los casos la mayor parte de los debates tericos extensos son relegados a las notas al pie de pgina, con algunas excepciones.4

    Mencion anteriormente que el libro trata sobre varios temas. Algunos de stos son: un conjunto de condiciones geobiolgicas y culturales que convierten al Pacfico en un particular mundo socio-natural; las polticas estatales de desarrollo y pluriculturalidad crearon condiciones para el surgi-miento de movimientos sociales indgenas y negros, y los esfuerzos de estos movimientos para guiar a la regin en direcciones particulares; los intentos

  • 23Territorios de diferencia

    de capitalistas de apropiarse de la selva hmeda tropical para actividades extractivistas; las tentativas de desarrollistas para orientar a la regin hacia el camino correcto del progreso modernista; los intentos de bilogos y otros por defender esta increble riqueza de biodiversidad hot-spot de las ms predatorias actividades de capitalistas y desarrollistas; y, por supuesto, los esfuerzos de acadmicos, activistas e intelectuales por entender todo esto, dado que este complicado proceso los tom por sorpresa y no preparados en trminos de contar con estudios slidos y enfoques tericos y polticos adecuados. Abordando estas preguntas, este libro resalta el tremendo valor del conocimiento activista tanto para el entendimiento como para la accin. Trata tambin, por esta misma razn y por encima de todo, sobre la diferencia y sus polticas, y la diferencia que estas polticas puedan hacer en lugares como el Pacfico. De la misma manera, versa sobre lo que los tericos llaman modernidad: Es todava un proyecto viable en regiones tales como el Pacfico?, o por el contrario, dado los eventos sucedidos all, se sugiere que la modernidad, cualquiera sea su significado, tiene que ser dejada atrs de una vez por todas? Finalmente, el libro trata sobre etnografa y teora social y sus esfuerzos por responder ms efectivamente a las dinmicas del mundo de hoy: proveen estos nuevos enfoques de la teora social mejores explica-ciones al respecto, tal vez porque se basan no slo en epistemologas ms inclusivas, sino tambin en diversas ontologas? Si ste es el caso, estaramos enfrentndonos a una reorientacin significativa de la teora. Como veremos en el captulo de redes, algunos estn realizando este osado planteamiento.

    Es tiempo de dar cuenta de forma ms explcita del contenido y de la estructura del libro, aunque esto ser solo un esbozo en relacin con los captulos que siguen a continuacin.

    Una ecologa poltica de la diferencia

    Joan Martnez Alier (2002) define ecologa poltica como el estudio de los conflictos de distribucin ecolgica. Con esto quiere decir, conflictos en el acceso y en el control sobre los recursos naturales, particularmente como una fuente de subsistencia, as como los costos por la destruccin ambiental. En muchos lugares, los grupos locales se involucran en luchas contra de las fuerzas translocales de diversos tipos para defender su lugar. No es fcil conceptualizar esta defensa en todas sus dimensiones, y esto es una parte importante de la historia. En pocas palabras, en el libro se argumentar que la gente se moviliza en contra de los aspectos destructivos de la globalizacin desde la perspectiva de lo que ellos han sido y de lo que son en el presente: sujetos histricos de culturas, economas y ecologas particulares; productores particulares de conocimiento; individuos y colectividades comprometidos con el juego de vivir en paisajes y con los otros de manera especfica. Podramos decir que en regiones tales como el Pacfico, la gente se compromete con la defensa del lugar desde la perspectiva econmica, ecolgica y de la diferencia cultural que sus paisajes, culturas y economas encarnan en relacin con aquellos sectores ms dominantes de la sociedad. Lo que sigue se acerca a un resumen de los captulos que componen el libro. Esta constelacin de

  • 24 Arturo Escobar

    conceptos provee una base para un marco de ecologa poltica enfocado en la diferencia. Por supuesto, algunos conceptos importantes son dejados de lado (por ejemplo: estado, gnero, cultura, ciencia o conocimiento propio), aunque en cierta medida algunos de stos sern tratados en varios captulos.

    LugarPor qu empezar con el lugar? Por tres razones principales. La primera, y ms inmediata, porque las movilizaciones de las pasadas dos dcadas en el Pacfico han sido vistas localmente como luchas en torno a la cultura, el territorio y el lugar. Los movimientos de indgenas y negros ven en el prop-sito de sus luchas el control por su territorio; por eso, no es descabellado considerar estos movimientos como expresiones ecolgicas y culturales apegadas al lugar. De hecho, a mediados de la dcada del noventa, los acti-vistas indgenas y negros elaboraron conjuntamente una conceptualizacin del Pacfico como un territorio-regin de grupos tnicos, convirtindose en un principio de gravitacin de las estrategias polticas como tambin de las polticas de conservacin. En trminos generales, las luchas basadas-en-lugar, enlazaron el cuerpo, el ambiente, la cultura y la economa en toda su diversidad (Harcourt y Escobar 2007). Segundo, ms filosficamente, porque el lugar contina siendo una importante fuente de cultura e identidad; a pesar de la dominante des-localizacin de la vida social, hay una corporalizacin y un emplazamiento de la vida humana que no puede negarse. Esto ha sido ya reconocido por la gente, tales como los grupos indgenas y negros del Pacfico, quienes mantienen prcticas ms corporalizadas e imbuidas de la existencia social/ecolgica. Tercero, porque en las pasadas dos dcadas, la academia en muchos campos de estudio (geografa, antropologa, economa poltica, comunicaciones, etc.) ha tendido a restarle importancia al lugar y, por el contrario, ha resaltado el movimiento, el desplazamiento, el viaje, la dispora, la migracin, etc. As, existe una necesidad por una teora que neutralice este borramiento del lugar, la asimetra que surge por darle mayor importancia a lo global y la menor importancia al lugar. Para lograr este objetivo, haremos un repaso del carcter profundamente histrico y siempre cambiante de esta regin, buscando entender cmo es en este contexto bioregional que es la larga historia de la vida geobiolgica, el paisaje y los poblamientos humanos hoy cobran pleno sentido las luchas culturales, econmicas y ecolgicas.

    CapitalUna de las maneras ms comunes en las cuales los lugares han sido transfor-mados en los ltimos siglos en todo el mundo es, por supuesto, mediante el capitalismo. Ninguna explicacin de la formacin del lugar puede pasar por alto la produccin del lugar por el capital, y hay pocos ejemplos de esto tan vvidos como la transformacin de un complejo y auto-organizado ecosistema de selva hmeda tropical en el paisaje rgido del monocultivo, como contina pasando en algunas partes del Pacfico con la expansin de las plantaciones de palma de aceite africana o el reemplazo de los laberinticos y enraizados manglares por una sucesin montona de piscinas rectangulares para el cultivo industrial de camarones. La economa poltica marxista ha sido el

  • 25Territorios de diferencia

    cuerpo principal de la teora que nos ha esclarecido estos procesos, aunque el marxismo no ha sido muy bueno abordando la naturaleza. La articulacin del marxismo con la cultura y con la naturaleza en las dcadas recientes ha sido muy productiva; aplicando estos nuevos marcos a las cuestiones del lugar nos permitir ver, bajo una nueva luz, las acciones del capital en el Pacfico. De todas formas sta es la mitad de la imagen; la otra mitad, tenemos que observarla en la pltora de prcticas econmicas que los grupos locales han mantenido en un camino largo y difcil o han creado en tiempo reciente. Podran algunas de estas prcticas ser realmente vistas como no-capitalistas? Cmo podra uno decidir que no lo son? Como veremos, la tendencia convencional de la economa poltica ha sido incapaz de ver las economas no-capitalistas por lo que son. Adems de las prcticas econmicas orientadas hacia la auto-subsistencia, algunas cooperativas de cultivo de camarn creadas por grupos locales en el Pacfico sur, en la misma confrontacin con los cultivos industriales de camarones, pueden ser consideradas en trminos de economas no-capitalistas. Es esta reinterpretacin una ingenua presuncin para las mentes de los grupos sociales articulados a estas cooperativas o, an peor todava, es una ilusin del analista? O podra haber algo diferente en estas prcticas que los marcos capitalocntricos han mantenido invisible? Finalmente, podran los tericos y activistas considerar plausiblemente el proyecto de cultivar sujetos de la economa de la diferencia, particularmente sujetos que deseen economas no-capitalistas? Una respuesta positiva a esto ltimo podra cambiar las perspectivas acadmicas y activistas en un plano diferente, como veremos en este libro.

    NaturalezaMuchos ambientalistas argumentan que hoy en da existe una crisis ecolgica generalizada. Estamos destruyendo nuestro ambiente biofsico a una velo-cidad pasmosa y en una magnitud sin precedentes. La modernidad capitalista parecera que ha declarado la guerra a cada ecosistema del planeta, y pocos lugares ejemplifican la escala de esta destruccin como el Pacfico. Ecologistas con pensamiento filosfico argumentan que la crisis ecolgica es una crisis de los sistemas modernos de pensamiento. No slo la ciencia y la tecnologa moderna contribuyen con una desenfrenada destruccin, sino que tampoco parecieran proveer soluciones viables al problema. Por esta razn las preguntas epistemolgicas son fundamentales cuando se estn discutiendo las cuestiones sobre naturaleza, y as se les dar su merecida importancia en este captulo; en pocas palabras, hay una colonialidad de la naturaleza en la modernidad que necesita ser desvelada. Nuevamente, esto es slo la mitad de la imagen y, como en el caso de la economa, necesitamos buscar la otra mitad en las prcticas ecolgicas de la diferencia basadas-en-lugar que existen en el Pacfico. En los asentamientos rivereos, los grupos de negros han histricamente enactuado una gramtica del entorno un modelo local de naturaleza que exhibe una diferencia sobresaliente en relacin con las comprensiones modernas de la naturaleza. Esta gramtica, imbuida en rituales, lenguajes y formas de clasificacin de los seres naturales que los modernos podran mirar como extraa, constituye la base cultural-ecolgica de cmo ellos cultivan y utilizan los bosques. Estos sistemas tradicionales de produccin como han sido

  • 26 Arturo Escobar

    llamados por los activistas y expertos de la biodiversidad a mediados de la dcada del noventa han tenido una nocin de la sostenibilidad, una que sin embargo se ha vuelto impracticable en las ltimas dcadas debido a una variedad de presiones. Aqu descansa uno de los dilemas ms difciles para los defensores y activistas de la conservacin: presionados para racionalizar las prcticas ecolgicas y ambientales para asegurar la conservacin, son conscientes que haciendo esto tambin se estn alejando de las nociones y prcticas basadas-en-lugar que han existido desde hace mucho tiempo, las cuales aseguraron un nivel razonable de sostenibilidad hasta dcadas recientes. Es an posible defender la diferencia ecolgica para el Pacifico o estn los activistas y conservacionistas condenados para siempre a traer la naturaleza al contexto de la planeacin moderna para asegurar la conserva-cin?, y si as sucede, cmo puede hacerse esto sin reforzar la colonialidad (por ejemplo, la subalternizacin o eliminacin conjunta de las gramticas locales y del conocimiento del ambiente) tanto en el nivel ecolgico como en el cultural?

    DesarrolloJunto con el capitalismo, el desarrollo ha sido la fuerza transformadora ms importante en el Pacfico. A comienzos de la dcada de ochenta, el primer plan para el desarrollo comprehensivo e integral del Pacfico consider a la regin como una entidad desarrollable. Un tiempo atrs, en la dcada del setenta, no daban un peso para el desarrollo de esta regin insalubre y atrasada. A comienzos de la dcada de los noventa, hablar del desarrollo del Pacfico se convirti en algo de rigueur y, por supuesto, entidades como el Banco Mundial rpidamente saltaron al escenario. Sin embargo, no todo sali segn el libreto desarrollista. Aunque muchos de los desarrollos convencionales ciertamente tomaron lugar, en la mayora de los casos tuvieron consecuencias negativas para la gente local y los ecosistemas; muchos proyectos, especialmente aque-llos bajo los esquemas de desarrollo participativo, permitieron hasta cierto punto la apropiacin creativa, incluso la subversin por grupos locales en trminos de metas previstas. Este fue el caso, con un nmero de proyectos que llegaron a relacionarse con los movimientos sociales para los derechos del territorio y la cultura, que pasaron rpidamente por el Pacfico sur desde comienzos de los aos noventa, como el establecimiento de las cooperativas para la comercializacin del cacao y del coco; las asociaciones de mujeres para la comercializacin de mariscos; los proyectos de alfabetizacin junto con la innovacin artstica popular, que trajeron materiales de impresin y radio de baja tecnologa para los grupos locales, a travs de los cules fueron relacionados creativamente con conocimientos bsicos de historia e identidad; y el proyecto de conservacin de la biodiversidad para la regin, el cual fue transformado profundamente por activistas indgenas y negros. Basado en los debates del postdesarrollo y la colonialidad, este captulo sugiere que estos actos de contra-labor de los grupos locales, pueden razonablemente ser vistos como produciendo modernidades alternativas modernas pero configuraciones ecolgicas, econmicas y culturales diferentes que podran denominarse configuraciones des-coloniales de la naturaleza, la cultura y la economa.

  • 27Territorios de diferencia

    IdentidadEl cambio constitucional de 1991 cre condiciones para un intenso periodo de activismo poltico y cultural, por parte de los grupos locales de indgenas y negros. Hasta el punto en que los grupos de negros fueron involucrados, uno de los aspectos ms definitivos del perodo fue la indiscutible emergencia de la categora de comunidades negras como un hecho cultural y poltico central, de modo tal que colectividades como la red de organizaciones tnico-territoriales conocida como el Proceso de Comunidades Negras (PCN) adoptaron ellas mismas esta categora, el estado decret planes de desarrollo para las comu-nidades negras, etc. La categora tom fuerza local por lo menos al nivel de los movimientos, las organizaciones no gubernamentales, la iglesia catlica y tambin del aparato del desarrollo. La mayora de los analistas coinciden con el hecho de que ciertamente hubo una verdadera re-localizacin de las negritudes en estructuras de alteridad, como Peter Wade (1997:36) descriptivamente lo explica. Fueron estas identidades el producto del estado neo-liberal? (por ejemplo, la Ley 70 de derechos territoriales y culturales)? o fueron ms bien el resultado de la accin social decidida de los activistas de los movimientos?, o fue algo ms intermedio? Una adecuada respuesta a estas preguntas slo puede resultado de un cuidadoso ir y venir entre la teora y la etnografa. La teora contempornea (el postestructuralismo, la teora feminista y los esquemas psicolgicos y culturales en diferentes campos) ha dado una gran notoriedad a las preguntas de la identidad como una expresin de la poltica de la diferencia; los activistas inequvocamente describieron sus acciones en trminos del derecho a la diferencia cultural y a una identidad indgena y negra. En trminos generales, cules son las relaciones entre lo individual y lo colectivo, entre la cultura y la poltica, entre el estado y la accin del movimiento social, entre el conocimiento del activista y el del experto que dan cuenta de la construccin de identidades particulares en situaciones basadas-en-lugar pero an trans-locales? Ms todava, incluso si no hubieran existido antes de 1990 identidades tnicas o comunidades negras entre las poblaciones locales del Pacfico, ciertamente no tenan ningn problema en saber quines eran y cmo hablar sobre ellos mismos y los otros, que como en el caso de los blancos, lo hacan conforme con un distinto rgimen de representacin de la diferencia y la mismidad. Qu sucedi con estas identidades tradicionales una vez irrumpi en el escenario el rgimen post-1990? Como veremos, no hay respuestas sencillas a estas preguntas, y otra vez, pondremos de relieve el conocimiento sobre identidades producido por los movimientos sociales.

    RedesLa biodiversidad, los movimientos sociales, el capital, el conocimiento, etc. son un conjunto de ensamblajes de procesos descentralizados, dispersos y transnacionalizados que operan en muchos niveles y mediante mltiples sitios. Ninguna imagen actual captura en el presente este estado de las cosas ms adecuadamente que la de red. La relevancia del concepto de redes tiene que ver con los procesos culturales y tecnolgicos alimentados por las tecno-logas de informacin y la comunicacin digital (TICs). De seguro, hay mucha exageracin en lo que se dice sobre las redes desde muchos sectores (desde

  • 28 Arturo Escobar

    la fsica y las matemticas, hasta la ciencia de los sistemas, la sociologa, la antropologa, la geografa y los estudios culturales), pero tambin hay muchas ideas interesantes procedentes de los enfoques de redes. Para dar algunos pocos ejemplos: el concepto de biodiversidad, escasamente conocido a finales de la dcada del ochenta, a comienzos de la dcada del noventa se convirti en un ensamblaje transnacional trayendo consigo todo tipo de organizaciones, actores, conocimientos, especies en peligro de extincin y genes, entre otros. Un movimiento organizativo como el PCN, el cual empez como una fuerza regional, se fue embarcado entre 1995 y 1996 en una estrategia de trans-nacio-nalizacin. A finales de los aos noventa ya existan redes de movimientos afro-latinoamericanos y de mujeres activistas afro-latinoamericanas, donde escasamente haban existido contactos espordicos unos cuantos aos antes. Pero existen redes de toda clase y toda clase de redes. Es posible, por ejemplo, diferenciar entre redes dominantes y oposicionales?, o estn todas las redes tan inseparablemente atadas que incluso una separacin analtica entre ellas deviene intil? O es posible diferenciar entre las redes locales/regionales y las transnacionales? O diferenciar entre redes jerrquicas y centralizadas que han caracterizado la mayora de las organizaciones modernas de un lado, de las ms auto-organizadas, descentralizadas y no jerrquicas mallas (meshworks) que caracterizan muchos de los movimientos contemporneos del otro? O cmo podra uno reconciliar ser-en-lugar y ser-en-redes? Finalmente, cules son las implicaciones del pensamiento de redes para la teora social, inclu-yendo los conceptos de escala, espacio, ecosistemas y lo real en s mismo? Si es correcto lo que algunos tericos estn argumentando, el concepto de redes sera una expresin de una reinterpretacin ms sustancial de cmo la realidad social llega a ser; las nociones de actor-red, ensamblajes, ontologa plana, socialidad plana, apuntan a pensar sobre lo real en trminos relacionales y contingentes, antes que estructurales y determinados por leyes.

    Pensando desde la diferencia colonial

    Segn Walter Mignolo, la colonialidad es, de un lado, aquello que el proyecto de la modernidad necesita descartar y volcar en aras de implantarse a s misma como modernidad y por el otro lado el sitio de enunciacin donde la ceguera del proyecto moderno es revelada, y simultneamente, el sitio donde los nuevos proyectos empiezan a desple-garse. Colonialidad es [] la plataforma de la pluri-versatilidad, de diversos proyectos que vienen de la experiencia de las historias locales tocadas por la expansin occidental; as, la colonialidad no es un abstracto universal, sino el lugar donde la diversalidad como proyecto universal se hace pensable, donde las cuestiones de lenguajes y conocimiento se vuelven cruciales (citado en Escobar 2005a: 35-36).5

    As, la nocin de colonialidad seala dos procesos paralelos: la supresin sistemtica de los conocimientos y las culturas subordinadas (el encubri-miento del otro) por la modernidad dominante; y la necesaria emergencia, en el mismo choque, de conocimientos particulares moldeados por esta experiencia, que tiene por lo menos el potencial de convertirsen en los lugares de articulacin en proyectos alternativos y de permitir una pluralidad de

  • 29Territorios de diferencia

    configuraciones socio-naturales. La perspectiva de la modernidad/colonia-lidad/des-colonialidad (MCD), que ser discutida a lo largo del captulo de desarrollo, est interesada en alternativas que, provenientes de los bordes epistmicos del sistema mundo moderno/colonial, podra plantear un reto a las formas de modernidad euro-cntrica. Sucintamente planteado, esta perspectiva no est slo interesada en mundos y conocimientos alternativos sino tambin en mundos y conocimientos de otro modo.

    Para dar una entrada ms intuitiva a esta nocin: el hecho de que el Pacfico siempre ha estado conectado con una modernidad euro-andina nacional dominante que ha implicado la persistente supresin (a menudo exclusin violenta) de las culturas y conocimientos de los negros e indgenas. Sin embargo, esta situacin peculiar ha sido acompaada por una produccin continua, por parte de estos grupos, de diferentes conocimientos sobre la naturaleza, la economa, la persona y el mundo en general. Estos conoci-mientos son generados en los procesos incesantes de estar viviendo en los lmites epistmicos del sistema mundo moderno/colonial, como tambin sucede en muchas instancias del pensamiento fronterizo de los habitantes negros e indgenas. Hablando literalmente, los grupos negros e indgenas del Pacfico como seguramente muchos otros grupos en el mundo han vivido siempre en un conocimiento y una cultura pluriversa; pero han hecho esto como grupos dominados, lo cual hace toda la diferencia. Los activistas de los movimientos locales, como ser sugerido en este libro, emergen desde este lmite y producen conocimiento que va y viene a lo largo de la interfaz entre la modernidad/colonialidad, la universalidad/pluriversalidad. An ms, este borde constituye un cierto tipo de exterioridad (no de un ontolgico afuera) de la modernidad. Podramos decir que estos activistas conducen su lucha desde la diferencia colonial, en este caso, una diferencia colonial que tiene que ver con la negridad o la indigenidad, y con vivir en unos paisajes y ecosistemas particulares.6

    Hay un cierto nmero de nociones que permiten la construccin de un marco para pensar tericamente y etnogrficamente sobre/desde la diferencia colonial. El marco, abajo presentado, incorpora elementos de una variedad de propuestas, principalmente de la ecologa poltica, de la modernidad/colonialidad/des-colonialidad, de las polticas del lugar, y de las diversas economas, todas las cuales sern presentadas con cierto detalle en los siguientes captulos. Por ahora, nicamente sern necesarias las nociones elementales del esquema.

    He encontrado til pensar la diferencia colonial bajo tres rbricas inte-rrelacionadas: la diferencia econmica, ecolgica y cultural (Escobar [1999] 2006). Esto es as por varias razones. Primero, la transformacin de regiones como el Pacfico por la globalidad imperial es, de hecho, una transformacin o conquista triple; sta implica la transformacin de economas locales diversas, parcialmente orientadas a la auto-reproduccin y a la subsistencia, en una economa monetizada y orientada hacia el mercado; la transformacin de ecosistemas particulares en formas modernas de naturaleza; y la transforma-cin de las culturas locales basadas-en-lugar en culturas que cada vez ms se asemejan a la modernidad euro-andina. Similarmente, Enrique Dussel ha

  • 30 Arturo Escobar

    sugerido recientemente que el campo poltico es transversado por los tres dominios que he acabado de describir: el ecolgico, el econmico y el cultural. Para Dussel (2006: 55-61, 131-140), el fin primario de la poltica hoy es la perpetuacin de la vida en el planeta. Segundo, incluso si esta transformacin de regiones como el Pacfico no para, nunca es completa. Los acadmicos han pensado estos procesos en trminos de resistencia, hibridacin, acomodacin, etc. Estas han sido nociones tiles, pero tienden a obliterar el potencial de la diferencia de los mundos y los conocimientos de otro modo. Veamos ahora si es posible llegar a una formulacin alternativa.

    Ya hemos mencionado la definicin de ecologa poltica como el estudio de los conflictos de distribucin ecolgica, entendiendo estos conflictos sobre el acceso y control de los recursos naturales. Al proveer esta definicin, Martnez Allier (2002) estaba haciendo una extensin de la definicin de economa poltica como el estudio de los conflictos de distribucin econmica clase, distribucin de la riqueza, ingresos, activos, etc. al campo de la ecologa. En esta doble vertiente de la perspectiva de la ecologa poltica contina perdindose una dimensin importante del conflicto: lo cultural. En otras palabras, es necesario considerar los conflictos que surgen desde el poder relativo, o no poder, de acuerdo con varios conocimientos y prcticas cultu-rales. Para continuar con el ejemplo mencionado arriba: se crea un conflicto de distribucin cultural al privilegiar el modelo capitalista de naturaleza (por ejemplo, la plantacin) sobre el modelo local de ecosistema agroforestal diverso, no enfocado hacia un nico producto y a la acumulacin de capital. Estos conflictos tienen consecuencias ecolgicas y econmicas, de tal forma que los conflictos de distribucin econmicos, ecolgicos y culturales estn ntimamente entrelazados.

    Hay un valor agregado al incluir lo cultural, y es neutralizar la tendencia a adscribir una importancia determinante a lo econmico o a lo ecolgico, dependiendo del gusto del investigador. En otras palabras, las crisis econ-micas son crisis ecolgicas, son crisis culturales. Es importante no separar estos tres dominios, sino dejar que se compenetren entre ellos. Cuando se consideran conjuntamente, los dominios de la subjetividad y la cultura, la economa y la ecologa proveen las bases para el esclarecimiento terico sobre cmo reorientar las sociedades lejos de los terribles arreglos del presente, y hacia las prcticas y singularidades econmicas, ecolgicas y culturales que pueden constituir alternativas tangibles para los significados y realizaciones capitalistas, fomentando la construccin de nuevos territorios existenciales.7

    Dos puntos adicionales sobre la dimensin cultural. Primero, los conflictos de distribucin cultural surgen desde la diferencia en el poder efectivo asociado con particulares significados y prcticas culturales. Estos no emergen de la diferencia cultural per se, sino de la diferencia que esta diferencia hace en la definicin de la vida social. Las normas y prcticas que dan sentido a las cosas definen los trminos y los valores que regulan la vida social con respecto a la economa, la ecologa, la personalidad, el cuerpo, el conoci-miento, la propiedad, etc. El poder habita el significado, y los significados son un recurso fundamental del poder social; las luchas por el significado son as centrales para la estructuracin de lo social y del mundo fsico en

  • 31Territorios de diferencia

    s mismo. Esta concepcin transforma el estudio de la diferencia cultural de la preocupacin modernista con el multiculturalismo, hacia los efectos distributivos de la dominacin cultural (colonialidad) y las luchas en torno a esto; antes que movimientos de justicia cultural sta ltima enfatiza la interculturalidad. Defino interculturalidad como un proyecto que da lugar a un dilogo efectivo de culturas en contextos de poder (Escobar [1999] 2006). Del lado del movimiento, estos dilogos son usualmente enactuados desde la diferencia colonial. Esto es claramente lo que sucede con grupos como el PCN, como ya veremos en abundante detalle.

    Segundo, los conflictos culturales a menudo son la expresin de diferen-cias ontolgicas subyacentes, es decir, de maneras diferentes de entender el mundo y, en ltima instancia, de mundos diferentes. Estas diferencias son ms patentemente claras en el caso los pueblos indgenas y minoras tnicas. Aunque son cada vez ms reconocidos, por ejemplo en los programas de conservacin (e.g., el conocimiento indgena), estos pueblos y minoras son raramente incorporados en los diseos de los programas y proyectos para hacer lo que significaran transformaciones sustantivas en los marcos existentes y, finalmente, un cuestionamiento radical de los supuestos funda-cionales modernos, como la divisin entre naturaleza y cultura. El hecho de que las ontologas modernas dominantes se conecten asimtricamente a estas otras ontologas mediante los mismos proyectos significa que las ltimas son casi inevitablemente re-funcionalizadas al servicio de las primeras. Esto es por lo que puede decirse, con Blaser (2010), que la ecologa poltica implica una ontologa poltica en muchos casos. El marco de la ontologa poltica constituye as una ulterior elaboracin de la colonialidad en general y de la colonialidad de la naturaleza en particular.

    Parecido a la concepcin de las mujeres y polticas del lugar (Harcourt y Escobar 2007), el argumento anterior rene en un solo marco los discursos y las luchas alrededor de la cultura, los cuales son usualmente el foco de movi-mientos por la identidad como los tnicos y de gnero; el ambiente, el cual es el inters de los movimientos de justicia ambiental; y las diversas economas, usualmente preocupacin de los movimientos de justicia social y econ-mica.8 Este marco conceptual ayuda a analizar las interrelaciones creadas al interior de las luchas subalternas (las luchas de la gente negra en el caso del Pacfico) alrededor de la identidad, el ambiente y la economa, en todas sus diversidades. De esta manera, ayudamos a desmitificar aquellas teoras que ignoran las experiencias y conocimientos subalternos de la economa, el medio ambiente y la cultura locales, con el fin de reconstituir la poltica de lugar de los movimientos como la clave para nuestro entendimiento de la globalizacin. Como veremos en el ltimo captulo (redes), la mayora de las luchas subalternas pueden ser vistas hoy en trminos de estrategias basadas-en-lugar pero trans-nacionalizadas o, ms sucintamente, como formas de globalismo lugarizado (Osterweil 2005a). A un nivel terico-poltico, el enfoque en la diferencia puede ser tambin interpretado en trminos de la lgica de la articulacin descrita por Laclau y Mouffe (1985); al surgir de los antagonismos que necesariamente permean la vida social, la lgica de la diferencia es un medio para ensanchar el espacio poltico e incrementar

  • 32 Arturo Escobar

    su complejidad. La articulacin de las luchas por las diferencias, podra as inducir una profundizacin de la democracia, cuestionando los propios principios de la democracia liberal, si dicha articulacin es concebida desde la perspectiva de la diferencia colonial. La tabla siguiente resume el esquema (para mayores detalles, ver Escobar [1999] 2006).Unas palabras finales sobre por qu tanto nfasis en la diferencia y el conflicto. Primero, como dice el telogo de la liberacin brasilera, Leonardo Boff (2002: 26), la valoracin de la diferencia implica la aceptacin de complementarie-dades y convergencias construidas a partir de la diversidad de cosmovisiones y prcticas. Segundo, aunque se le da importancia al poder, el conflicto no debe ser visto como reducindolo todo al poder, o reducindolo todo al anlisis cuantitativo de las desigualdades. El nfasis en el conflicto y la diferencia no lleva a la exclusin o la segregacin de otros, como algunos podran temer. Para continuar con Boff, si nos referimos a la justicia cuando se habla del conflicto y de la interculturalidad, tambin hay que referirnos al perdn; por ejemplo, si esto conduce a las reparaciones, stas se hacen en el sentido del reconocimiento de la injusticia histrica en vez de la venganza. En el mejor de los casos, el lenguaje de los conflictos distributivos implica serias confrontaciones individuales y colectivas con la diferencia, pero sin temor; esto implica la construccin de puentes entre diferencias y tecnologas que las entrecrucen (Anzalda y Keatin 2002). Como lo plantean los bilogos Maturana y Varela, un conflicto puede resolverse slo si nos movemos hacia otro dominio donde tome lugar la coexistencia. La conciencia de este conocimiento constituye el imperativo social para una tica centrada en el ser humano [] Como seres humanos, tenemos slo el mundo que creamos con los otros ya sea que nos guste o no (1987: 246). De hecho, sta es la leccin ms profunda de la biologa para estos dos pensadores: sin amor, sin la aceptacin de los otros que viven al lado de nosotros, no hay proceso social, y por lo tanto, no hay humanidad (p. 246).

    Este nfasis del marco de trabajo tambin indica el deseo, ampliamente difundido, que existe por la paz en muchos lugares, como el caso de Colombia. Al orden de la globalidad imperial impuesto a travs de la violencia, la ecologa de la diferencia responde con un debate sobre la distribucin, entendido como la bsqueda de un sentido compartido de la paz y la justicia. Como valor, la paz con justicia no pertenece completamente al dominio de la racionalidad, sino al de la tica; esto requiere una actitud de transformacin, cuidado y preocupacin ante la diferencia y la injusticia. Paz y justicia deben ser vistas siempre como un proceso, algo que puede slo acercarse de forma asinttica aunque nunca realmente es alcanzado. A la declaracin de guerra contra la naturaleza y la humanidad por la globalizacin neoliberal, slo puede respondrsele con una declaracin de paz, en la cual la paz sea tanto el medio como el fin ltimo. Es en el sentido planetario de tica y espiritualidad como el encontrado en lo mejor de la ecologa y el pensamiento religioso pluralista y en la mejor tradicin humanista de la modernidad secular, donde uno podra encontrar elementos para una estrategia viable para la paz a partir del reconocimiento del conflicto. La paz entendida como un conjunto de procesos econmicos, culturales y ecolgicos que traen consigo una medida

  • 33Territorios de diferencia

    de justicia y de balance a los rdenes sociales y naturales es el significado ms profundo de una ecologa de la diferencia que se enfila hacia mundos y conocimientos de otro modo.9

    Como lo plante un activista del PCN, las diferencias son para enriquecer la accin y el pensamiento. Para estos activistas, la diferencia es una verdadera fuente de un pensamiento propio, de la diferenciacin en el pensamiento. Con frecuencia se encuentra entre los intelectuales de los movimientos la nocin de que la diferencia es el ncleo de la existencia, que lo que persiste es la diferencia por s misma, no una esencia o identidad inmodificable. La diferencia es lo que define al ser y lo construye, y ya que la diferencia est siempre en proceso de ser transformada, tambin lo es el ser. El opresor, el colonizador, el dominador intenta colonizar el tiempo y la energa del subal-terno para prevenir que la diferencia se convierta en una fuerza social activa. Hoy, en lugares como el Pacfico, esta ocupacin del tiempo y del espacio de la diferencia, es el resultado de actos brutales de represin y modelos imperiales de guerra, economa y desarrollo. Confrontados con esta situacin y con la ideologa de un pensamiento nico que se extiende a la mayora del mundo, los activistas intentan crear un camino para que la diferencia pueda tener un espacio donde existir y fortalecerse.10

    Tabla 1. Una ecologa poltica de la diferencia: conflictos de distribucin econmica, ecolgica y cultural

  • 34 Arturo Escobar

    El marco de la ecologa poltica de la diferencia (el marco integrado de economas, ambientes y culturas diversas), es ofrecido aqu como una contri-bucin a un esquema global para una poltica prctica que funciona a travs de leer los eventos mundiales en trminos de diferencia, en vez de slo en trminos de dominacin, y que construye conexiones entre diversos leguajes y prcticas de diferencia econmica, ecolgica y cultural (Gibson-Graham 2006: 30). Podra enfatizarse que este esquema no es ofrecido aqu como una aproximacin universal; por el contrario, es una teora de la diferencia que es histricamente especfica y contingente; esto es, una respuesta al momento presente que se construye a partir de desarrollos polticos e intelectuales en muchos lugares, particularmente en algunas partes de Amrica Latina. La propuesta es tambin, en parte, una respuesta a los argumentos teleol-gicos euro-cntricos sobre la supuesta universalidad de la modernidad y la globalizacin. Por encima de todo, es un intento para pensar con aquellos intelectuales-activistas que buscan ir ms all de los lmites de los modelos eurocntricos, a medida que confrontan los estragos de la globalizacin neo-liberal y que persiguen defender sus culturas y territorios; es, finalmente, sobre proyectos de des-colonialidad en el presente y para el presente.

    Colombia como un teatro para la globalidad imperial

    Podra parecer paradjico hablar sobre la paz cuando el mundo es cada vez ms nefasto y catico. Poco conocido es el hecho de que hay tres millones de personas desplazadas internamente en Colombia, de las cuales una gran cantidad son negros e indgenas. Tanta violencia, usualmente alimentada por el odio y el racismo, podra sin duda pensarse que necesita ser confrontada en sus propios trminos. De hecho, y para slo dar el bosquejo bsico sobre Colombia una de cinco o seis regiones en el mundo donde es ms intensa la lucha por la imposicin de los trminos de la globalidad imperial, digamos que en este pas las pequeas guerras crueles (Joxe 2002) de la globalidad imperial han sido disputadas por varias dcadas, donde cada ao se esparce ms lejos su fatdico abrazo sobre territorios y esferas de la vida social. Colombia representa patrones de exclusin histrica que tambin se encuentran en muchas partes de Latinoamrica, pero rara vez con esa profun-didad. Mientras la desigualdad ha empeorado en los ltimos veinte aos por los sucesivos regmenes neo-liberales, ha tenido una larga base histrica en la estructura de la tenencia de la tierra y el capital industrial. Hoy en da, 1.1% de los dueos de la tierra controlan ms de 55% de toda la tierra cultivable (y tanto como un tercio de sta, podra estar relacionada con el dinero del narcotrfico). Adems, ms de 60% de la poblacin colombiana vive con un ingreso por debajo de la lnea de pobreza (dos dlares estadounidenses al da). El conflicto armado que afecta al pas es bien conocido y rene un conjunto de distintos actores principalmente guerrillas izquierdistas, fuerzas armadas y grupos paramilitares de derecha dentro de un complejo conflicto militar, territorial y poltico, a menudo entrelazado y agravado por las adineradas mafias de la droga.11 Desde la perspectiva de la globalidad imperial, todos estos grupos armados pueden ser vistos como mquinas de guerra ms interesadas en su propia supervivencia, que en soluciones pacficas al conflicto. Masacres

  • 35Territorios de diferencia

    y abusos a los derechos humanos estn al orden del da, principalmente por paramilitares pero tambin por guerrilleros, y en la mayora de los casos la poblacin civil es involucrada en el conflicto como participantes renuentes o vctimas sacrificiales.

    Las dinmicas subnacionales de la globalidad imperial estn pattica-mente ilustradas por la experiencia de la regin del Pacfico. Esta rea, de selva hmeda tropical, ha sido el espacio de vida de ms o menos un milln de personas, 95% de ellos afrocolombianos, con alrededor de cincuenta mil indgenas pertenecientes a varios grupos tnicos. Desde finales de la dcada de los noventa, las guerrillas y los paramilitares han estado aumentando su presencia en la zona, con el propsito de conseguir el control de los territorios, que son tanto ricos en recursos naturales como el sitio ideal para proyectos de desarrollo de gran escala. En muchas comunidades ribereas, guerrillas y paramilitares han presionado a la gente para plantar coca o marcharse. El desplazamiento ha alcanzado niveles dramticos, con cientos de miles de personas desplazadas de esta regin. En algunas reas, el desplazamiento ha sido causado por paramilitares pagados por cultivadores ricos de palma africana, con el propsito de expandir sus posesiones e incrementar su produccin de aceite para los mercados mundiales. Esta estrategia se ha llevado a cabo en parte en nombre del desarrollo, con recursos proporcionados por el Plan Colombia.12 En muchas regiones del mundo similares al Pacfico, las minoras tnicas habitan territorios ricos en recursos naturales, que son ahora codiciados por capitales nacionales y transnacionales (Mander y Tauli-Corpuz 2006; Blaser, Feit y McRae 2004). De todas formas, ms all de esta observacin emprica, se encuentra el hecho de que la globalidad imperial, es tambin sobre la defensa del privilegio blanco en todo el mundo. Aqu, por privilegio blanco quiero decir, no tanto el blanco fenotpicamente, sino la defensa de un modo de vida euro-cntrico que ha privilegiado histricamente a la gente blanca (y, particularmente desde los aos cincuenta, aquellas lites y personas de clase media, alrededor del mundo, quienes funcionan dentro de esta misma perspectiva) a expensas de los no-europeos y la gente de color de todo el mundo. Esta es la colonialidad global en su mxima expresin.

    As, el caso de Colombia y su regin del Pacfico, refleja las tendencias cruciales de la globalidad imperial y de la colonialidad global. La primera tendencia, es la relacin entre la economa y la violencia armada, particular-mente el rol prominente de las guerras nacionales y sub-nacionales sobre el territorio, la gente y los recursos. Estas guerras contribuyen al esparcimiento del fascismo social, definido como una combinacin de la exclusin social y poltica, por la cual, cada vez ms, un largo segmento de la poblacin vive bajo condiciones materiales terribles, y con frecuencia bajo la amenaza del despla-zamiento e incluso de la muerte (Santos 2002, Escobar 2004). En Colombia, la respuesta del gobierno ha sido intensificar la represin militar, la vigilancia y la para-militarizacin, con una concepcin de seguridad democrtica, que refleja la estrategia global de Estados Unidos que, como se observ en el caso iraqu, equivale a democracia por la fuerza y sin el derecho a discrepar es decir, una estrategia de disuasin en contra de la gente comn.

  • 36 Arturo Escobar

    La segunda tendencia es que Colombia tambin muestra que a pesar de lo que podra verse como condiciones excelentes para una sociedad pac-fica y democrtica (por ejemplo, una muy rica dotacin natural, una gran cantidad de profesionales altamente capacitados de ambos sexos, y un grupo comprometido de activistas que continan su trabajo dedicado a pesar de las adversidades), lo que ha pasado es lo opuesto. Esto ha ocurrido en gran medida porque la guerra local es, parcialmente, un sustituto para los intereses globales (especialmente de Estados Unidos); por otra parte, porque existe una lite nacional voraz que se niega a considerar reformas sociales ms signifi-cativas; y tambin, porque la lgica de la guerra (incluyendo las mafias de la droga) ha desarrollado una dinmica enfocada en perpetuarse a s misma. Finalmente, y el argumento ms importante, es que el caso colombiano hace evidente el agotamiento de los modelos modernos. Sin duda, el desarrollo y la modernidad fueron procesos que siempre llevaron inherentes la creacin de desplazamiento. Pero lo que se ha hecho evidente, con los excesos de la globalidad imperial en lugares como el Pacfico (tambin podra pensarse en los casos de Sudn, el Medio Oriente, etc.), es la brecha entre las tendencias al desplazamiento producidos por la modernidad y los mecanismos para prevenirlos, una brecha que no slo est creciendo sino que se est volviendo insostenible, esto es, inmanejable bajo cualquier esquema moderno (Escobar 2005a).

    Esto nos devuelve a la pregunta con la cual empec esta seccin: tiene sentido hablar de paz en este contexto? Y si ste es el caso, cmo uno puede tener una expectativa razonable de que este nfasis no le haga el juego a los designios de los poderosos? Retomamos esta pregunta en la conclusin del libro, donde abordaremos la problemtica de la transicin, basada en la idea de que la capacidad de la modernidad para proveer soluciones a los problemas modernos es cada vez ms limitada, si es que an existe, haciendo factible la discusin sobre una transicin mas all de la modernidad. Nuestra pregunta intuitiva por ahora es: la globalizacin es la ltima etapa de la modernidad capitalista, o es el principio de algo nuevo? Abordaremos esta pregunta desde la perspectiva de una poltica de la paz, el lugar y la diferencia en la cual encuentra su raison dtre.

    Algunos contextos acadmicos

    En los captulos que siguen, el lector encontrar una abundancia de referen-cias a debates especializados. Slo quiero hacer aqu algunas observaciones generales sobre la literatura acadmica. Comenzar con la ecologa poltica: surgida en la dcada de los aos setenta, como resultado de la unin entre varios marcos de orientacin ecolgica y la economa poltica, la ecologa poltica ha sido un campo firmemente establecido desde la dcada de los aos ochenta. Hoy da, la ecologa poltica es un campo interdisciplinario que se surte de muchas disciplinas (geografa, antropologa, ecologa, economa ecolgica, historia ambiental, ecologa histrica, estudios de desarrollo, estudios de ciencia y tecnologa) y de diferentes cuerpos de teora (teora liberal, marxismo, postestructuralismo, teora feminista, fenomenologa,

  • 37Territorios de diferencia

    teora postcolonial, complejidad, y acercamientos de la ciencia natural como ecologa del paisaje y biologa de la conservacin). Lo ms importante es el rango de preguntas con las cuales trata: la relacin entre el medio ambiente, el desarrollo y los movimientos sociales; entre el capital, la naturaleza y la cultura; entre el gnero, la raza y la naturaleza; el espacio, el lugar y el paisaje; el conocimiento y la conservacin; la valoracin econmica y las externa-lidades; la poblacin, la tierra y el uso de los recursos; y as sucesivamente. Esta variedad de preguntas se refiere a problemas de mucha prominencia, lo cual le da relevancia a su estudio; esto incluye, entre otros, la destruccin de la biodiversidad, la deforestacin, el agotamiento de recursos, la insustenta-bilidad, el desarrollo, el racismo del medio ambiente, el control de recursos genticos y los derechos de propiedad intelectual, la biotecnologa, y los problemas globales como el cambio climtico, la polucin transfronteriza, la prdida de sumideros de carbn, etc.13

    Este trabajo tambin se sita dentro de dos reas recientes de investigacin antropolgica. La primera es la corriente que empez en la dcada de los aos ochenta, con el estudio de la modernidad y que contina todava, de una forma provechosa, con las propuestas metodolgicas y tericas enfocadas explcitamente en la etnografa de las prcticas de conocimiento experto. Este acercamiento, iniciado por acadmicos tales como Marilyn Strathern (1991,1992) y Paul Rabinow (2003), est experimentando un desarrollo particularmente sofisticado en el campo de la antropologa y los estudios de la ciencia y la tecnologa, incluyendo informticas y ciberespacio (por ejemplo, Hess 2001, Hakken 2003). El punto principal aqu es cmo hacer etnografa de situaciones, que son fundamentalmente moldeadas por la misma forma-cin del conocimiento del cual el conocimiento del etngrafo es tambin un producto. Esto ha conducido a nuevas ideas sobre la antropologa crtica (Marcus, ed. 1999), formas emergentes de vida (Fischer 2003), antropologa de la contemporaneidad (Rabinow 2003), estudios de redes y de distribucin (Riles 2000, Fortun 2003, Osterweil 2005b), y agendas reconstructivistas en estudios de ciencia (Woodhouse et al. 2002; esta ltima propuesta intenta agrupar las esferas de la produccin del conocimiento de acadmicos y no acadmicos). Este replanteamiento de una antropologa modernista crtica es importante para este estudio, ya que ste se centra en gran medida en las prcticas del conocimiento activista, el cual puede ser visto en buena medida como un proyecto de corte modernista. La segunda corriente en la cual est situado este libro es la de las antropologas del mundo, un proyecto tendiente a desesencializar y a pluralizar la investigacin antropolgica a partir de las prcticas antropolgicas no-hegemnicas. Como en el caso de mundos y conocimientos de otro modo, las antropologas del mundo intentan fomentar otras antropologas y antropologa de otro modo. Este libro puede ser ledo desde este punto de vista.14

    Con su reflexividad considerable, el estudio antropolgico de la moder-nidad empuja los lmites de la investigacin hacia una renovada crtica de la modernidad; sin embargo, sta no intenta cuestionar el proyecto de la modernidad, en el sentido que lo hacen Santos, Boff o Mignolo, ni tampoco hace un llamado para un cambio de paradigma ms all de la modernidad.

  • 38 Arturo Escobar

    Esta es la razn por la cual este libro tambin adopta un esquema que ha sido llamado en las humanidades geopoltica del conocimiento (Mignolo 2000) y en la geografa geopoltica crtica (Slater 2004). Aunque estas propuestas estn conectadas con la teora postcolonial y postestructuralista, estn basadas en ms que eso; en particular, traen a la escena las contribuciones que se originan por fuera de las corriente principales de la teora eurocntrica, con el fin de cuestionar las categoras de esta teora; as tambin, estas tendencias colaboran con el intento de re-imaginar las geografas mundiales de poder y conocimiento en conjunto con movimientos sociales y experiencias tales como el Foro Social Mundial. Adems, cuestionando los discursos occiden-tales, estas corrientes prestan atencin al potencial epistmico de las historias locales que se encuentran inmersas en la diferencia colonial o que surgen de sta, encontrando aqu las fuentes ms significativas para la accin poltica y para la construccin de mundos alternativos. Estas historias locales han permanecido invisibles en la teora eurocntrica, precisamente porque han sido producidas activamente como no existentes o como alternativas no crebles a lo existente por tanto convocndonos a lo que Santos (2004) llama sociologa de las ausencias. El punto es moverse hacia una sociologa de las emergencias, que permita la ampliacin del rango de conocimientos que podran ser considerados alternativas convincentes. Este libro est dedicado a esta sociologa de lo emergente, al poner en primer plano las contribuciones de un movimiento social en particular.

    Los estudios culturales son otro contexto acadmico importante para el presente trabajo. Ms que cualquier otro campo, y despus de un periodo de aparente pasividad, los estudios culturales de hoy mantienen una reflexin interna sobre su propia contextualidad. Como lo plantea Grossberg,

    los estudios culturales son un proyecto no slo para construir una historia poltica del presente, sino para hacerlo de una forma particular, en un sentido contextualista radical, para evitar reproducir los universalismos (y esencia-lismos), que con demasiada frecuencia caracterizan las prcticas dominantes de la produccin del conocimiento [] Los estudios culturales intentan abarcar la complejidad y la contingencia, y evitar las diversas caras y formas del reduccionismo (2006: 2).

    Adems, siendo contextuales y relacionales, los estudios culturales estn