Tercer Isaias

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CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAÍAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO ALBERTO GUERRERO PÉREZ Monografía para optar por el título de Magíster en Teología, en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. DIRECTOR P. PEDRO ORTIZ VALDIVIESO, S.J. DOCTOR EN CIENCIAS BÌBLICAS Bogotá, D.C. 2011

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Transcript of Tercer Isaias

  • CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS

    Y SU REPERCUSIN EN EL NUEVO TESTAMENTO

    ALBERTO GUERRERO PREZ

    Monografa para optar por el ttulo

    de Magster en Teologa, en la Facultad

    de Teologa de la Pontificia Universidad Javeriana.

    DIRECTOR

    P. PEDRO ORTIZ VALDIVIESO, S.J.

    DOCTOR EN CIENCIAS BBLICAS

    Bogot, D.C.

    2011

  • 1

    CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS

    Y SU REPERCUSIN EN EL NUEVO TESTAMENTO

    Tesis sometida el 09 de marzo 2011 al cuerpo docente de la Pontificia Universidad

    Javeriana en cumplimiento parcial de los requisitos para optar por el grado de Maestra en

    Teologa por C. Alberto Guerrero Prez.

    Jurado integrado por:

    ________________________

    P. Pedro Ortiz Valdivieso, SJ

    ________________________

    P. Ignacio Madera. SDS

  • 2

    Dios es soberano sobre toda la

    creacin. No honramos a Dios al

    despreciar la creacin, porque la

    creacin es el producto de la voluntad

    de Dios. Esto implica que ya no se

    puede hablar de distinciones entre el

    campo de lo humano y el campo de lo

    divino, sino que la nica pregunta que

    queda por hacer es si la esfera de la

    actividad humana se conforma a la

    voluntad de Dios, tal como ha sido

    revelada. La pregunta es si concuerda

    con lo que Dios ha querido desde un

    principio.

    (Theo Donner. Seminario Bblico de Colombia,

    Medelln. Tomado de: Soli Deo Gloria:

    Una teologa revolucionaria)

  • 3

    TABLA DE CONTENIDO

    INTRODUCCIN. .......8

    CAPITULO I

    MARCO HISTRICO DEL TERCER ISAAS...11

    1.1 Algunos aspectos literarios. .... .11

    1.1.1 Pecados del pueblo e indiferencia del Seor ... 12

    1.1.2 Examen de conciencia de los pecados del pueblo y sus dirigentes...12

    1.1.3 Confesin comunitaria del pecado....13

    1.1.4 Las misericordias de Yahveh .......14

    1.2 El autor..... 16

    1.3 Tiempo y situacin histrica... .16

    CAPITULO II

    HORIZONTES DEL TERCER ISAAS...20

    2.1 Una estructura. .20

    2.2 Sntesis de contenido. ...21

    2.2.1 El templo casa para los pueblos. Reunin de las naciones. (56:1-8; 66: 18 -24). 21

    2.2.2 El justo en paz; idlatras juzgados. Sin: Nacin entera. (56: 9 57: 13) ...............23

    2.2.3 El cielo Trono de Yahveh; l asume la defensa del Pobre. (57: 14-21; 66: 1- 6).....24

    2.2.4 Yahveh no responde la oracin de su Pueblo; castiga a los impos (58: 13; 65: 8 -

    16)..24

    2.2.5 Castigo del pueblo rebelde que ofrece culto desviado. (58: 4-12,14. 65: 1-7)......25

    2.2.6 Liturgia penitencial: Acusacin y confesin de pecado

    (59: 1-15; 63: 7 64: 17). ...25

    2.2.7 El brazo de Yahveh contra los enemigos. (59: 15b-20; 63: 1-6). ....26

    2.2.8 Afluencia de los pueblos a Sin. (60 y 62)...26

    2.2.9 Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos. (61)27

  • 4

    CAPITULO III

    CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS 29

    3.1 Algunas relaciones del Tritoisaas con el resto del antiguo testamento....29

    3.1.1 Extranjero, forastero .29

    3.1.2 Eunucos ....30

    3.1.3 Profanacin del sbado. 32

    3.1.4 Idolatra y cultos de pecado...36

    3.1.5 Abusar en las prcticas del ayuno.42

    3.1.6 La transformacin de Sin........................................................................................44

    3.1.7 Esperanza...46

    3.2 Culto y justicia: una introduccin.49

    3.2.1 Liturgia y culto en el A.T..49

    3.2.2 Lo sagrado y lo profano.49

    3.2.1.1 El espacio sagrado: EL TEMPLO. ...52

    3.2.1.2 El tiempo sagrado: EL SBADO.56

    3.2.1.3 Las fiestas. ....58

    3.2.1.4 Sacrificios y ritualidad.61

    3.2.1.5 La crtica de los profetas..62

    3.2.1.6 Memoria, actualizacin y profeca..64

    3.2.1.7 Los sacrificios, deformacin de la imagen de Dios.65

    3.2.1.8 La prctica del ayuno y el mal trato del prjimo 66

    3.2.1.9 Sacerdotes y profetas.. 67

    3.3 El Pensamiento del Tercer Isaas....67

    3.4. Culto, justicia y existencia humana...68

    3.4.1 Liturgia y culto en el N.T. 69

    3.4.2 Jess y el culto. ... .70

    3.4.3 Del templo de Jerusaln al cuerpo del Seor. .71

    3.4.4 Del sbado al domingo..73

    3.4.5 La Cena del Seor.... .75

    3.4.6 La tica y el culto: factores de integracin comunitaria. .77

  • 5

    3.4.7 Los nfasis tico-profticos. ... 78

    3.4.8 El culto como memoria histrico-proftica. .. 79

    3.4.9 El recuerdo subversivo. .. 79

    3.4.10 Memoria histrica, tica y culto. 82

    3.4.11 Vamos a destacar algunos aspectos del texto. 82

    CAPITULO IV

    EL TERCER ISAAS Y SUS REPERCUSIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO 84

    4.1 Algunos textos indirectos / alusiones. .. 85

    4.2 El centro del Tritoisaas y su relacin con la obra Lucana. ...93

    4.2.1 Los diversos contextos..........................................................................................94

    4.2.1.1 Contexto de Lucas: situacin poltica...........96

    4.2.1.2 Los pobres en la comunidad lucana..97

    4.2.1.3 Edicin lucana de los textos sobre pobreza.99

    4.2.1.3.1 Lucas y Marcos.99

    4.2.1.3.2 Lucas y Q. . 100

    4.2.1.3.3 El material propio de Lucas 101

    4.2.1.3.4 Ay de vosotros ricos!..104

    4.2.1.3.5 Sitz im Leben de la comunidad lucana....106

    4.2.3 Llegada de Jess a Nazaret..108

    4.2.4 Jess se marcha de Nazaret.....109

    4.2.5 Paralelo entre Isaas 61 y Lucas 4. .110

    4.3 Repercusiones y reflejos del Tritoisaas en el nuevo testamento. 123

    4.3.1 Bienaventuranzas de Lucas 6, reflejo del Tritoisaas. 123

    4.3.2 El texto de Tritoisaas 65:11-16. ....125

    4.3.3 Las cuatro bienaventuranzas del Tercer Isaas. .....131

    4.3.4 Lectura lucana de las bienaventuranzas del tritoisaas 65:13-14..136

    CONCLUSIONES..............................................................................................................139

    BIBLIOGRAFA GENERAL....142

  • 6

    BIBLIOGRAFA CAPITULO I......144

    BIBLIOGRAFA CAPITULO II........146

    BIBLIOGRAFA CAPITULO III.......147

    BIBLIOGRAFA CAPITULO IV.......151

  • 7

    AGRADECIMIENTOS

    En primer lugar, quiero agradecer al Dios de la vida, porque durante mi existencia no ha

    dejado de revelarse como Seor de la historia y de mi vida, amigo y compaero, cuidando

    mi camino, e iluminando mis pensamientos, sueos, ilusiones y esperanzas de ver una

    sociedad ms justa que siga los valores de Su Reino.

    Tambin a mi familia, a mis hijas Diana y Patricia; a mi hijo Rafael y a mi esposa Luz,

    quienes con su apoyo, estima, cario y afecto me estimulan en mi proyecto de vida.

    A m querida comunidad Iglesia Menonita de Ciudad Berna, Bogot, que ha permitido

    responder a la vocacin divina, y profesar la identidad de ser hijo del que Todo lo puede, a

    fin de desarrollar los dones que al Seor le ha placido otorgarme, para bendicin del

    Cuerpo Maravilloso de Jess aqu en la Tierra.

    A la Facultad de Teologa de la Pontificia Universidad Javeriana, a todos los profesores y

    compaeros de la maestra, quienes gracias a su familiaridad, gentileza y al abordaje de la

    enseanza teolgica, han facilitado un mayor grado de amor y pasin por la reflexin

    bblica, sistemtica y teolgica del proyecto salvfico de Dios, en medio de una lectura

    articulada con la realidad y por la construccin de una sociedad comprometida con el pacto

    del reino de Dios.

    Al grupo SOTER, que con cario amor y humildad me ha recibido como parte de sus

    investigadores; en especial al Padre Pedro Ortiz, a la doctora Mara Luca de Zitzman, a los

    compaeros Jos de Jess Prada, Valerio Meja, Astrid Oviedo y William Rodrguez,

    quienes con sus reflexiones han impulsado mi vida hacia el cumplimiento de la misin:

    extender el Reino de Dios en Colombia.

    Expreso de manera particular, mi gratitud, al P. Alberto Parra, director de posgrados por su

    disponibilidad para acompaar de manera pertinente m proceso de formacin acadmico-

    bblico-teolgico.

  • 8

    INTRODUCCIN

    Hacer un estudio del Tercer Isaas podra considerarse como una tarea fcil, sin embargo,

    resulta que no es as, en cuanto que, el Tritoisaas est inmerso en el amplio escenario tanto

    del Antiguo, como del Nuevo Testamento, como se ver en el presente escrito. Lo que se

    busca aqu consiste en generar algn tipo de reflexin en el seno de las comunidades

    cristianas, sobre todo menonita, en torno a la parte final de la Gran Obra Isaana, esto es, en

    cuanto a los captulos 56 al 66. Serian varias las referencias que podran citarse en torno al

    tratamiento, el abordaje y las reflexiones referentes al Tercer Isaas, sin embargo, para

    ampliar el debate, se puede consultar el trabajo de Otto Eissfeldt1 en su Introduccin al

    Antiguo Testamento.

    Desde la historiografa, la crtica textual y exegesis en el Antiguo Testamento, se busca

    descubrir el mensaje que el Tercer Isaas planteaba a sus contemporneos, a partir de la

    cultualidad y la Justicia de Dios, en una contexto en el que las tradiciones judaizantes se

    enfrentan a fin de conformar una hegemona de dominacin sobre los sectores de mayor

    vulnerabilidad, y cmo, la alternativa del Tritoisaas se convierte en una opcin que integra

    los grupos sociales en una comunidad de fieles a Yahv, con base en la articulacin de

    aquellas tradiciones de bendicin comunitaria, con una nueva visin de la cultualidad

    religiosa, en la que el centro sea la comunidad en la relacin Dios Hombre Dios.

    Lo semntico teolgico alrededor de las temticas centrales; lo histrico crtico, y

    lingstico sern los principales mtodos con los cuales ser abordado el presente trabajo

    investigativo. El camino fijado para este trabajo se enmarca en lo siguiente:

    1 Eissfeldt, Otto. Introduccin al Antiguo Testamento. Cristiandad, Madrid 2000. 562-570. G.K. Beale y

    otros. Comentary on the New Testament Use of the Old Testament.Grand Rapids, Michigan 2009. pp. 283-

    292, 295-299.

  • 9

    1. Marco histrico del Tercer Isaas2, en el que se recogen algunas seales con respecto a

    lo redaccional, como a las relacionadas con la situacin social, poltica y, es especial,

    religiosa del entorno comunitario del mismo, teniendo como referencia la oficialidad

    religiosa de Israel.

    2. En la segunda parte se afirmar un poco el asunto de los Horizontes del Tercer Isaas3,

    en relacin con su estructura que sirve de base para proponer una sntesis de contenido.

    3. En tercer lugar, se enfatiza lo relacionado con el Culto y la Justicia en el Tritoisaas4,

    en particular con las referencias al extranjero, el eunuco, la esperanza, la profanacin del

    sbado y los cultos de pecados, el abuso en el ayuno del Seor y diversos escenarios

    sagrados.

    4. En cuarto lugar, se enfatiza lo relacionado con el Tercer Isaas y sus Repercusiones en

    el Nuevo Testamento5, en el que se habla de las alusiones, por ejemplo, la relacin entre el

    Is 61: 1- 3 y Lucas 4: 18, 19 y las bienaventuranzas de Is 65 con Lucas 6, para destacar al

    final de este apartado, cmo la comunidad lucana reinterpreta sus prcticas de fe desde el

    Tercer Isaas.

    2 Los siguientes autores aportan sus reflexiones y conclusiones sobre este aspecto. Dominique, Janthial. El

    libro de Isaas. Verbo Divino 142, Navarra 2008. pp. 46-50. Estudios profundos sobre las 4 tradiciones del

    Pentatuco; Schreiner, J. (ed.) Palabra y Mensaje del Antiguo Testamento. Biblioteca Herder #128.

    Barcelona, Herder, 1972. pp. 203 225. 3 Son varios los exegetas que han investigado sobre este aspecto: Bonora, A. Espiritualidad del Antiguo

    Testamento. Sgueme, Salamanca 1994. pp. 270 280; Brueggemann, W. La imaginacin proftica Presencia Teolgica. Sal Terrae, Santander, 1986. pp. 190 200; Cavedo, R. Profetas. Historia y teologa del profetismo en el Antiguo Testamento. San Pablo, Madrid 1996. pp. 312 318. 4 A quien le dediqu ms tiempo investigando sobre este tema fue a los aportes de Rainer, Albertz. Historia

    de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999. pp. 477- 481. Los Profetas

    de Israel y su mensaje: antologa de textos Academia Christiana Cristiandad, Madrid, 1986. Pp. 280 290; Profetismo en Israel. El profeta. Los profetas. El mensaje. Verbo Divino, Estella (Navarra), 1992. pp. 400-

    420. 5 En relacin con este tpico, considero que son significativas las reflexiones de Von Rad, G. Estudios sobre

    el Antiguo Testamento. Sgueme, Salamanca 1976. pp. 445-471; Teologa del Antiguo Testamento. Teologa

    de las tradiciones profticas de Israel. Sgueme, Salamanca 1984. pp.480-495.

  • 10

    5. Por ltimo, se espera arribar a algunas conclusiones que animen, motiven, incentiven a

    las comunidades cristianas en general, y en particular, a las comunidades menonita de

    Colombia, en la bsqueda de reflexiones, anlisis y prcticas de justicia en sus dinmicas

    de relaciones sociales, en los contextos de la familia, la comunidad de fe y la sociedad local

    en que se desarrollen sus interacciones.

  • 11

    CAPITULO I

    MARCO HISTRICO DEL TERCER ISAAS.

    1.1. Algunos aspectos literarios6.

    De acuerdo con el pensamiento de diferentes autores7, entre los que se pueden mencionar a

    P. Volz, C. Westermann, P. D. Hanson, y E. J. Young, se debe reconocer que el folleto ms

    breve del rollo de Isaas, lo constituyen los captulos 56-66, considerado como la obra de

    uno o de varios discpulos de la escuela de Isaas. Su fondo es el del post exilio; lo ms

    probable el primero del periodo, durante la reconstruccin de Jerusaln, como se verifica

    en: 60:10-13; su estilo es modesto, repetitivo; bastara confrontar el cntico a Sin de Is

    2:1-5 con el poema tritoisaiano del captulo 60, un himno dilatado, lleno de detalles, de

    grandilocuencia, de repeticiones.

    De vez en cuando aparece algn destello de originalidad; por ejemplo, 58:10, en donde se

    afirma: brillar en las tinieblas tu luz, y tus sombras se harn un medioda, como en la

    descripcin de los impos de 57: 20 los malhechores son como el mar agitado, que no

    puede apaciguarse, cuyas aguas remueven fango y cieno, como en el retrato del Seor de

    58: 11 el Seor ser tu gua siempre, en los desiertos saciar tu hambre, a tus huesos

    infundir vigor, y t sers como un huerto regado, cual manantial de agua, de caudal

    inagotable; la repeticin potica del simbolismo nupcial de 62: 1-5:

    6 La lista siguiente hace importantes aportes para este apartado. Pixley, J. La Historia de Israel vista desde los

    pobres. Quito, Verbo Divino, 1990. 69-75; Alt, Noth y Rendtorff, R. El Antiguo Testamento: Una

    introduccin. Lima, Facultad de Teologa Pont. y Civil, 1994. Pp. 167 - 200; Salas, A. Un pueblo en marcha:

    Pentateuco y Libros Histricos. Madrid, Paulinas, 1993.pp. 324 - 340; Snchez Caro, J.M. (ed.), La Biblia en

    su entorno Biblia, #1. Verbo Divino, 1990. 7 Monloubuo, L. Profetismo y profetas. Fax, Madrid 1971. pp. 225 242; J. Gonzlez y otros. La Biblia en su

    entorno. Verbo Divino, Navarra 1992. pp. 235 240.

  • 12

    Por amor de Sin no he de callar, por amor de Jerusaln no he de estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvacin brille como antorcha. Vern las naciones tu justicia, todos los reyes tu gloria, y te llamarn con un nombre nuevo que la boca de Yahveh declarar. Sers corona de adorno en la mano de Yahveh, y tiara real en la palma de tu Dios. sino que a ti se te llamar Mi Complacencia, Porque Yahveh se complacer en ti,.8

    Esta obra contiene en s pginas diversas por su gnero literario, sobre todo de modelos

    conocidos en la literatura posterior al destierro. Tienen un relieve especial las liturgias y las

    splicas penitenciales. El captulo 59, por ejemplo, presenta un salmo penitencial, que,

    despus de una declaracin introductoria sobre los pecados de la comunidad, causa de la

    indiferencia del Seor (vs. 1-2), hace un examen de conciencia de los pecados del pueblo y

    de sus dirigentes (vs. 3-8), para llegar a la confesin comunitaria del pecado (vs. 9 -15).

    Vemoslo a manera de esquema:

    1.1.1 Pecados del pueblo e indiferencia del Seor (ves. 1,2)

    Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni es duro su odo para or, sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder su rostro de vosotros para no or.

    1.1.2 Examen de conciencia de los pecados del pueblo y sus dirigentes (vs. 3-8).

    Porque vuestras manos estn manchadas de sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra lengua habla perfidia. No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con lealtad. Se confan en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz iniquidad. Hacen que rompan su cascarn las vboras y tejen telas de araa; el que come de sus huevos muere, y si son aplastados sale una vbora.

    8 Las referencia Bblicas que sern citadas aqu, vienen de La Biblia de Jerusaln, 1985.

  • 13

    Sus hilos no sirven para vestido ni con sus tejidos se pueden cubrir. Sus obras son obras inicuas y acciones violentas hay en sus manos. Sus pies corren al mal y se apresuran a verter sangre inocente. Sus proyectos son proyectos inicuos, destruccin y quebranto en sus caminos. Camino de paz no conocen, y derecho no hay en sus pasos. Tuercen sus caminos para provecho propio, ninguno de los que por ellos pasan conoce la paz. 1.1.3 Confesin comunitaria del pecado9 (vs. 9 -15).

    Por eso se alej de nosotros el derecho y no nos alcanz la justicia. Esperbamos la luz, y hubo tinieblas, la claridad, y anduvimos en oscuridad. Palpamos la pared como los ciegos y como los que no tienen ojos vacilamos. Tropezamos al medioda como si fuera al anochecer, y habitamos entre los sanos como los muertos. Todos nosotros gruimos como osos y zureamos sin cesar como palomas. Esperamos el derecho y no hubo, la salvacin, y se alej de nosotros. Porque fueron muchas nuestras rebeldas delante de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros, pues nuestras rebeldas nos acompaan y conocemos nuestras culpas:

    rebelarse y renegar de Yahveh, apartarse de seguir a nuestro Dios, hablar de opresin y revueltas, concebir y musitar en el corazn palabras engaosas.

    Porque ha sido rechazado el juicio y la justicia queda lejos. Porque la verdad en la plaza ha tropezado y la rectitud no puede entrar. La verdad se echa en falta y el que se aparta del mal es despojado. Lo vio Yahveh y pareci mal a sus ojos que no hubiera derecho.

    Otro ejemplo es el salmo en 63: 7 - 64: 11, cuyo punto de partida son Las misericordias de

    Yahveh quiero recordar, las alabanzas de Yahveh, por todo lo que nos ha premiado

    Yahveh, derramados en la historia de la salvacin. Pero la respuesta del pueblo fue una

    trgica secuencia de rebeliones. Dios, entonces, se transform en enemigo de su pueblo;

    con su silencio a manera de tctica para conducir de nuevo a Israel a la conversin y hacer

    reaparecer as la esperanza y la salvacin. El texto, que sigue manteniendo vivo todava el

    recuerdo de la destruccin de Jerusaln (64: 9-10), es un testimonio de la oracin de los

    primeros hebreos que volvieron a Palestina y que intentaban la reconstruccin del templo y

    de la ciudad santa. La estructura sera:

    9 Gonzlez, A. Lohfink, N., von Rad, G. Profetas Verdaderos, Profetas Falsos. Sgueme, Salamanca, 1976.

    pp. 97-108. Heschel, A. Los Profetas. 3 vols. Paidos, Buenos Aires, 1973. pp. 80 - 98.

  • 14

    1.1.4 Las misericordias de Yahveh10 (63: 7 9).

    Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de Yahveh, por todo lo que nos ha premiado Yahveh, por la gran bondad para la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su misericordia, y por la abundancia de sus bondades. Dijo l: De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engaarn. Y fue l su Salvador en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ngel: l mismo en persona los liber. Por su amor y su compasin l los rescat: los levant y los llev todos los das desde siempre. Rebelda del pueblo contra Yahveh (63: 10 ss). Mas ellos se rebelaron y

    contristaron a su Espritu santo

    La enemistad de Yahveh con su pueblo (63: 10b ). y l se convirti en su

    enemigo, guerre contra ellos.

    Las misericordias de Yahveh son ratificadas por la historia (63: 11ss).

    Entonces se acord de los das antiguos, de Moiss su siervo. Dnde est el que los sac de la mar, el pastor de su rebao? Dnde el que puso en l su Espritu santo, el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de Moiss, el que hendi las aguas ante ellos para hacerse un nombre eterno, el que les hizo andar por los abismos como un caballo por el desierto, sin que tropezaran, cual ganado que desciende al valle? El Espritu de Yahveh los llev a descansar. As guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso. Observa desde los cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso. Dnde est tu celo y t fuerza, la conmocin de tus entraas? Es que tus entraas se han cerrado para m? Porque t eres nuestro Padre, que Abraham no nos conoce, ni Israel nos recuerda. T, Yahveh, eres nuestro Padre, tu nombre es El que nos rescata desde siempre

    Se debe observar que, a pesar del clima ms bien integrista, exclusivista y cerrado que muy

    pronto se establecer en Jerusaln, el Tritoisaas se manifiesta particularmente abierto,

    incluyente y amistoso.

    10

    Alonso Schkel, L. Antologa de Poesa Bblica Hebrea. Deleg. Catequesis de Zaragoza, Zaragoza, 1992.

    pp. 430; Beauchamp, P. Ley, Profetas, Sabios Madrid, Cristiandad, 1977. pp. 123 -130; Bonora, A.

    Espiritualidad del Antiguo Testamento. Salamanca, Sgueme 1994. pp. 200 230; contiene dos secciones por Festorazzi sobre la espiritualidad sapiencial (pp. 217-242).

  • 15

    En 56: 1 - 8 abre el acceso del templo incluso a dos categoras de personas que estaban

    rigurosamente excluidas de l: el extranjero y el eunuco; con tal de amar el nombre de

    Yahveh, y para ser sus siervos, son bienvenidos al templo, a la celebracin, al culto, al

    compaerismo con Dios y con la comunidad (6). Entonces Caminarn las naciones a tu

    luz, y los reyes al resplandor de tu alborada. (60: 3), mientras que con una declaracin que

    todava hoy deja perplejos a muchos, sobre su verdadero significado, en 66: 21 se afirma

    que tambin entre las naciones el Seor Y tambin de entre ellos tomar para sacerdotes y

    levitas dice Yahveh. Lo cierto es que el espritu del Tercer Isaas es muy sensible a los

    grandes horizontes de fe, de luz y de esperanza, como lo atestigua la proclamacin del

    captulo 61:1-3.

    El espritu del Seor Yahveh est sobre m, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado,

    a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberacin, y a los reclusos la libertad; a pregonar ao de gracia de Yahveh, da de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez de espritu abatido.

    Se les llamar robles de justicia, plantacin de Yahveh para manifestar su gloria.

    De manera que, se puede aseverar que la presencia de literatura sapiencial11

    , es la

    predominante en el Tercer Isaas, en tanto que salmos, confesiones, penitencias y otras son

    evidentes en el texto. Tambin se perciben algunos rasgos de concentricidad literaria y de

    estructuras quismica en el escrito.

    11 Bonora, A. (ed.) Espiritualidad del Antiguo Testamento. Salamanca, Sgueme, 1994. pp. 302 - 315; Schkel A, L y Artola, A.M. (eds.) La Palabra de Dios en la Historia de los Hombres. Comentario

    Temtico a la Constitucin Dei Verbum. Univ. Deusto / Mensajero, Bilbao, 1991. pp. 165-170.

  • 16

    1.2 El autor12

    .

    La mayor parte de los exgetas considera que el libro se debe a un grupo de discpulos de

    los das postexlicos. Se percibe en los poemas la impronta que refleja la fidelidad y lealtad

    al estilo y a la escuela del Deutero-Isaas, trasvasada y aplicada al contexto histrico de

    desesperanza que vive el pueblo judo tras el destierro. El Tercer Isaas (56-66) se debe

    considerar, como una unidad redaccional, independiente, en su origen, de Is II (40-55) y

    tambin de Is I (1-39), aunque las lneas literarias y teolgicas de coincidencia con uno y

    otro hacen pensar que, al menos algunos textos del Tercer Isaas, pudieron ser redactados

    bajo el prisma de los contenidos de las dos primeras partes del libro de Isaas.

    De cualquier modo, se puede concluir que, para comprender el texto, tiene mayor

    importancia la descripcin de la comunidad en la que se origina, en medio de conflictos,

    necesidades, amores y desamores, ilusiones y esperanzas, que la determinacin del autor.

    1. 3 Tiempo y situacin histrica. Problemtica social.13

    En pleno siglo V, por all cerca de los 500 aos a. C., en la poca de los persas, el contexto

    de los repatriados, en el momento de reconstruir su vida en Palestina, entre los pueblos

    vecinos hostiles, surge el Tercer Isaas. Parece que hay un altar pero an no est reedificado

    el Templo, ni los muros de la ciudad. En el texto, se dirigen las amonestaciones y consuelos

    a los que trabajan y lloran en Sin.

    12

    Ver a: Asurmendi, J.M. Isaas. Cuadernos Bblicos # 23. Verbo Divino 1978. pp. 145 - 150; Croatto, J.S.

    Isaas (Comentario Bblico Ecumnico). 3 vols. La Aurora, B.A.,/ Vozes, Pretrpolis / Metodista, Sao

    Bernardo do Campo. 2002. pp. 328 345. Marconcini, B. El libro de Isaas. Gua Espiritual del Antiguo Testamento. Herder, Barcelona / Ciudad Nueva, Madrid 1995. pp. 150 - 160. 13

    Ver investigaciones de Schreiner, Josef. Palabra y Mensaje del Antiguo Testamento; Herder, Barcelona,

    1972. pp. 224 227; Schkel, Alonso. L. y Sicre, Jos Lus. Profetas. Vol. I: Cristiandad, Madrid; 1979. pp. 541-542. Jaramillo, Rivas Pedro; La injusticia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas; Verbo

    Divino, Pamplona Espaa, 1992. pp. 320- 340. Abrego, Jos Manuel. Los libros profticos; Verbo Divino,

    Pamplona Espaa, 2003. pp. 216-220. Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del

    Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999. pp. 661-683.

  • 17

    Muchos exgetas14

    admiten que Is. III (56-66) pertenece exclusivamente al perodo del 539

    al 460 a. C. Babilonia ha desaparecido, el imperio persa es an potente y los pueblos

    deportados por los babilonios pueden tornar a sus lugares de origen. Pero, en este marco de

    acontecimientos internacionales, se ha dado una situacin diferente en la historia domstica

    de Jerusaln. El texto va a reflejar el conflicto que surgi a la vuelta del exilio entre el

    partido hierocrtico monrquico (sadoquita) y el partido levtico, teocrtico proftico, por el

    control del poder en Jerusaln.

    Aqu es importante recordar que cuando David traslada el arca desde Silo a Jerusaln e

    inaugura as el culto del Seor Yahveh, en la ciudad santa, establece el culto bajo la

    direccin de los sacerdotes Sadoc y Abiatar. Este ltimo, de origen levita, era miembro de

    una familia sacerdotal que haba protegido a David cuando era perseguido por Sal de

    acuerdo con 1 Sm 22: 22-23. Despus, Sadoc, que ya haba ungido rey a Salomn, es

    confirmado como sacerdote del templo que a partir de ese momento queda bajo el control

    del grupo sadoquita. Tambin la constitucin civil y eclesistica propiciada por Ez 40 48,

    vinculada al ambiente sacerdotal, declara que solamente sacerdotes sadoquitas pueden

    acercarse al altar (Ez 40: 46), mientras los levitas quedan excluidos por haber adorado a los

    dolos (Ez 44: l0-14). El predominio de los sadoquitas se consolida definitivamente con la

    consagracin del templo en el ao 515 a. C. y la instalacin de Zorobabel como gobernador

    y de Josu como sumo sacerdote.

    Hacia l ao 400 a.C., Crnicas (1 Cr 24) testimonia an el malestar de los levitas ante esta

    situacin. Detrs del conflicto poltico y sacerdotal, hay un conflicto humano y religioso

    que es el enfrentamiento de dos mentalidades: una ideolgica-conservadora y otra utpica-

    apocalptica.

    14

    Schkel Alonso, L y Artola, A.M. (eds.) La Palabra de Dios en la Historia de los Hombres. Comentario

    Temtico a la Constitucin Dei Verbum. Univ. Deusto / Mensajero, Bilbao, 1991. pp. 458 465. Cazelles H. Introduccin a la crtica del Antiguo Testamento. Herder, Barcelona 1981. pp. 492 496; Antoniazzi, A., Broshius, I. y Pulga, R. El ABC de la Biblia La Paz, Paulinas/Sec.Nac. de Catequesis, 1982; Caracas, Paulinas, 1987. pp. 348 360; Arenhoevel, D. As naci la Biblia. Paulinas, Madrid, 1980. pp. 212 230; Arens, E. La Biblia leda en Iglesia: reflexiones. Lima, CEP, 2003. pp. 98 121.

  • 18

    La mentalidad ideolgica es la de los grupos que estn en el poder, que defienden el

    mantenimiento de la situacin y evitan cualquier reforma. La mentalidad utpica rechaza

    radicalmente el orden establecido. No queda satisfecha con una reforma, ni siquiera

    profunda, sino que busca la destruccin del orden presente para reiniciar un orden nuevo.

    El Tercer Isaas refleja este conflicto entre las dos mentalidades: la ideolgica conservadora

    del grupo vinculado al partido sacerdotal sadoquita y la idea del grupo visionario, vinculado

    tal vez a la comunidad del Segundo Isaas y al grupo sacerdotal levtico.

    Tensiones grupales15

    . El primer grupo regresa del exilio con la fuerza poltica que le

    concede la autoridad persa, tambin con bienes obtenidos durante los aos del destierro y

    con el sentimiento de haberse purificado a travs de esa experiencia y ser, por tanto, la

    autntica comunidad del Seor. Desprecian a los residentes porque se han contaminado

    con los extranjeros ocupantes de Jerusaln y por el enriquecimiento ilegtimo con los bienes

    de los deportados.

    Por su parte, el grupo residente considera al primero contaminado en el destierro por el

    contacto con una cultura y religin extranjeras. De otro lado, los que regresan del destierro

    estn nicamente preocupados por restablecer el templo como su lugar de culto y fuente de

    su poder, en lugar de atender a las exigencias ticas de la ley y las antiguas tradiciones.

    Estos dos grupos, sus dificultades y sus tensiones caracterizan la situacin de Jerusaln en

    el tiempo del Tercer Isaas.

    En medio de ese contexto, de esas tensiones y conflictos, estn presentes los extranjeros,

    los eunucos, (56: 3) las mujeres, nios y nias (56: 5), ancianos y ancianas, campesinos y

    trabajadores (58: 3) que sufren las consecuencias ocasionadas por la lucha por el poder

    cultual entre los dos grupos poderosos. Los ms empobrecidos tambin son vctimas del

    conflicto (58: 7); de la misma manera los y las ms necesitadas (58:6); los desposedos de

    vivienda (56: 5); todos y todas carecan de esperanza (58: 8).

    15

    Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999.

    pp. 684-701. Fabris, R. (ed.) Problemas y Perspectivas de las Ciencias Bblicas Bibl. Est. Bibl. Salamanca,

    Sgueme 1983. pp. 502- 515.

  • 19

    Ante todo ese aterrador contexto de marginalidad, conflicto, violencia, violacin de las

    tradiciones, abandono de Yahveh, olvido de la Torah, conformacin de grupos partidistas y

    mucho ms, surge, emerge, brilla la luz de esperanza del Tercer Isaas con nuevas fuerzas,

    ilusiones, esperanzas, sueos y utopas, desafa, reta, anima al pueblo a buscar la

    solidaridad, el compromiso con otros y otras, con Yahveh, desde una justicia en la

    cotidianidad; en 56:1 se asegura: As dice Yahveh: Velad por la equidad y practicad la

    justicia, que mi salvacin est para llegar y mi justicia para manifestarse.

    La presencia de los justos que perecen, los hombres buenos que son arrebatados, y no hay

    quien lo considere (57:1), las vctimas que no tienen futuro, no es ajena en el Tritoisaas;

    por el contrario, sus mensajes de volver a Yahveh quien puede ofrecer verdadera esperanza

    (57: 15); los desafos al restablecimiento de un culto integrador e incluyente (56:3 7), en

    el que sea prioridad la relacin Dios Hombre Dios, no constituan meras palabras, era el

    reto, la prctica de la comunidad tritoisaana, eso se afirma en 59: 2 sino que vuestras faltas

    os separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder su rostro

    de vosotros para no or.

  • 20

    CAPITULO II

    HORIZONTES DEL TERCER ISAAS

    2.1 Una estructura16

    Son diversos los autores17

    que han dedicado tiempo y esfuerzo al anlisis del Tercer Isaas,

    a partir de la estructura que descubren en el texto. Para el presente trabajo se ha

    considerado como fundamento el planteamiento sugerido por Tabet, Miguel ngel y otros,

    en su Introduccin al Antiguo Testamento, por cuanto enfoca algunos de los aspectos que

    son esenciales para esta monografa. Por ello, se adopta referida estructura, en tanto se

    considera pertinente para este trabajo, en cuanto a su contenido temtico y configuracin.

    A. 56:1 8. El templo: casa para los pueblos B. 56: 9 57: 13. El justo en paz; idlatras juzgados. C. 57: 14 21: Morada de Yahveh en lo alto; Yahveh con los seres humanos D. 58: 13. Yahveh no responde la oracin de su Pueblo E. 58: 4 12,14. Culto sin hermandad. F. 59: 1 15. Liturgia penitencial Acusacin y confesin de pecado G. 59: 15b 20. El brazo de Yahveh contra los enemigos. H. 60. Afluencia de los pueblos a Sin. X. 61. Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos. H. 62. Afluencia de los pueblos a Sin. G. 63: 1 6. El brazo de Yahveh contra los enemigos. F. 63: 7 64: 17. Liturgia penitencial: confesin de pecado. E. 65: 1 7. Castigo del pueblo rebelde que ofrece culto desviado. D. 65: 8 16 Yahveh responder la oracin del pueblo; castiga a los impos. C. 66: 1 6 El cielo Trono de Yahveh; Yahveh asume la defensa del Pobre. B. Sin: Nacin entera; idlatras juzgados. A. 66: 18 24 Reunin de las naciones.

    16

    Tabet, Miguel ngel y otros. Introduccin al Antiguo Testamento. Pelcano, Madrid 2008. pp. 165-180. 17

    Schkel, L. Alonso; J.L. Sicre, Profetas, 2 vol., Cristiandad, Madrid 1980. pp. 345 346. S. Ausn, Los profetas y la Revelacin, en Dios en la Palabra y en la historia. XIII Simposio Internacional de Teologa,

    Eunsa, Pamplona 1993, pp. 503-518; Los profetas y la historia, en Resea Bblica 1994. pp. 31-41; E.

    Beauchamp, Los Profetas de Israel, Verbo Divino 1988. pp. 212 - 220; J. Blenkinsopp, Profetismo y profetas,

    en "Comentario Bblico Internacional", Verbo Divino, Estella 1999. pp. 867-871; S. Ausn, La tradicin de la

    Alianza en Oseas, en "Biblia, exgesis y cultura. J.M. Casciaro Estudios en honor del Profofeta. Pamplona

    1994. pp. 127-146; La tradicin del xodo en los profetas, en "Biblia y Hermenutica. VII Simposio

    Internacional de Teologa", Eunsa, Pamplona 1986. pp. 423-438.

  • 21

    2.2 Sntesis de contenido18

    .

    En este apartado, siguiendo dicha estructura, se proyecta una sntesis desde una perspectiva

    ms evanglica, en tanto que, se hacen aseveraciones de manera generales, sin entrar en

    detalles relacionados con la lingstica de los pasajes comentados ni con otros aspectos

    relacionados, como la crtica histrica, lo cual s ser realizado en otras secciones.

    La panormica ha cambiado, se respiran otros aires. Ha desaparecido el peso de la opresin

    babilnica. El profeta se dirige a su pueblo ya instalado en suelo de Israel, cuya teocracia

    emergente siente que debe purificar la infidelidad a Yahveh y los desajustes sociales. Se

    hizo muy difcil el conservar la pureza de pensamiento, imaginarios, conductas,

    costumbres, relaciones entre los repatriados, por las condiciones precarias del retorno. Alza

    su voz, con un tono de preocupacin, dolor, casi prosaico, contra la sombra incredulidad

    que parece extenderse. Afloraron los antiguos extravos y el oprobio de los dbiles por los

    dirigentes. A la vez, renacieron las prcticas idlatras con toda su vileza; siguen sometidos

    a cierta opresin de poderes extranjeros; y Jerusaln es una ciudad de abandono y ruina,

    vive bajo las incursiones enemigas y el despojo de cosechas y del trabajo. El Orculo de

    Yahveh: Vendr a Sin para rescatar, a aquellos de Jacob que se conviertan de su

    rebelda (59: 20), puede sintetizar el tratado. Slo una conversin sincera a Dios har

    resolver el panorama de castigo que planea sobre Israel.

    2.2. 1 El templo casa para los pueblos. Reunin de las naciones. (56:1-8; 66: 18 - 24).

    El Tercer Isaas comienza la seccin con una frase de exhortacin a practicar el bien y

    observar el derecho, las directrices jurdicas dictadas por la ley mosaica deben marcar la

    conducta cuyo fin es la justicia, emanada de las promesas hechas por Yahveh19

    :

    18

    Son varios los investigadores del presente apartado, entre quienes se pueden destacar a: De Tuya, M y

    Salguero, J. Introduccin a la Biblia 2 vols. BAC, Madrid, 1967. pp. 186 185; Croatto, S. Hermenutica Bblica. Lumen, Buenos Aires / Mxico, 2000. pp. 125 133; Culdaut, F., En el Origen de la Palabra Cristiana: Tradicin y Escrituras en el siglo II. Documentos en Torno a la Biblia, 22. Verbo Divino,

    Barcelona 1993. pp. 241 260.

  • 22

    Dichoso el mortal que tal haga, el hombre que persevere en ello (56: 2). La justicia exige

    acoger a los excluidos. A los eunucos y extranjeros proslitos, que, guardando el sbado y

    eligiendo lo que agrada a Yahveh, lo sirven y aman su nombre, les dar un nombre eterno

    mejor que a muchos hijos e hijas; sus actos de culto con espritu de fe y oracin en el

    templo sern gratos: Porque mi Casa ser llamada Casa de oracin para todos los

    pueblos. (56: 7).

    Adhirindose al pacto de Yahveh mediante la oracin y el arrepentimiento, se les redimir

    de su condicin social: Pues as dice Yahveh: Respecto a los eunucos que guardan mis

    sbados y eligen aquello que me agrada y se mantienen firmes en mi alianza, yo he de

    darles en mi Casa y en mis muros monumento y nombre mejor que hijos e hijas; nombre

    eterno les dar que no ser borrado. (56: 4-5), por la fuerza de la fe y por la renuncia a

    hacer el mal, tendrn la salvacin. El culto es universal para todos los pueblos20

    .

    As mismo, la redencin es universal, para todos: yo les traer a mi monte santo y les

    alegrar en mi Casa de oracin. Sus holocaustos y sacrificios sern gratos sobre mi altar

    (56: 7). El Tritoisaas abre su mente en amplitud universal. Todos los pueblos sern testigos

    de la gran manifestacin de Yahveh que dar una seal para que se renan los pueblos de

    todas las lenguas e islas lejanas (66:19). Este pasaje tiene acento escatolgico. La

    proclamacin es de claro sentido universalista, vendr todo el mundo a prosternarse ante

    m - dice Yahveh. (66: 23), toda la humanidad estar presente. El orculo y el libro

    terminan en tono lgubre, con la imagen de los cadveres de los rebeldes rodos por

    gusanos y quemados por un fuego sin fin, en el Seol. Los impos, que se rebelaron contra

    m (66: 24), son castigados por el pecado siempre horrendo: smil del juicio final. El Tercer

    Isaas afianzado en sus grandes predecesores intenta ofrecer a su pueblo su consolacin y la

    vuelta a Dios por la va de la conversin.

    19

    Gargamo, G. I. La Lectio Divina Escuela de la Palabra. Bogot, San Pablo, 1995. pp. 53 62; J. M. Abrego, Los libros profticos, Verbo Divino, Navarra 1993. pp. 124 128. 20

    J. M. Abrego, Los libros profticos, Verbo Divino, Navarra 1993. pp. 233 - 237.

  • 23

    2.2.2 El justo en paz; idlatras juzgados. Sin: Nacin entera. 21

    (56: 9 57: 13).

    Israel, rebao repatriado del exilio, anda en situacin catica por la insolencia y el

    abandono de sus pastores, los dirigentes son perros mudos indolentes, ambiciosos e

    interesados en su voracidad insaciable. El justo perece tragado por el mal. La idolatra no

    ha desaparecido. Siguen los cultos supersticiosos, hijos de la bruja, y los actos idoltricos,

    generacin de la adltera y de la prostituta (57: 3), que se conoce generalmente como

    adulterio, por ser obra de malvados que desprecian al justo, y producto de conductas

    pecaminosas de farsantes e infieles ante Yahveh, esposo de Israel, entre las que se incluye

    la prostitucin sagrada y hasta sacrificios humanos. Se trata de nios sacrificados al dios

    amonita, Moloc; era una divinidad subterrnea cuyas vctimas deban entrar en el interior

    de la tierra.

    Grita, dice con irona, que los salven los dolos; pero la ira divina se los llevar como el

    viento. La avaricia desmesurada y generalizada haca que Yahveh ocultara el rostro a su

    pueblo. Yahveh, en su bondad, quiere pensar que ms que malicia, es enfermedad y malos

    hbitos. Como a un enfermo lo sanar: pero yo voy a curarlo, a darle alivio (57:17-18). La

    restauracin es el efecto de la fidelidad del Seor, ha tenido que aplicar el castigo a su

    pueblo en su clera, pero ahora se apiada de l.

    Dios llama a Israel a juicio para obtener su vuelta al nico refugio seguro, le pide su

    conversin: a los dolos se los llevar el viento, mas quien confa en Yahveh heredar la

    tierra y poseer su santo monte (57: 13). Dios, ante el cado, se mueve a misericordia,

    quiere perdonar al contrito y humillado; no quiere estar siempre enojado (57: 16), el perdn

    est listo para el arrepentido. Dios salva al pobre, al necesitado, al humilde y al obediente,

    fiel y sincero. El que se convierte por la gracia busca la paz que viene nicamente de Dios.

    El malvado no halla nunca la paz, porque la busca en s mismo, en el poder y en el

    bienestar.

    21

    Schrmid, J. (ed.) El evangelio de Lucas. Biblioteca Herder #128. Barcelona, Herder 1972. pp. 153 177

  • 24

    2.2.3 El cielo Trono de Yahveh; l asume la defensa del Pobre22

    . (57: 14-21; 66: 1- 6.)

    El Tercer Isaas denuncia las iniquidades y los pecados de la casa de Jacob; un pueblo que,

    instalado en el formalismo externo, se cree justo y religioso por cumplir los ritos, como si

    con actos humanos pudiera comprar los dones divinos. El Seor indica las disposiciones

    ticas internas del autntico ayuno, la justicia y el amor al desvalido y al oprimido: el 57:

    21 sirve para mostrar que aun en Israel no habr bendicin para el que no se arrepienta; las

    promesas son nicamente para los verdaderos creyentes y no para los de la nacin que no se

    hayan arrepentido.

    Hay una constante en la tradicin juda desde los profetas que compara el amanecer de la

    era mesinica con el repentino nacimiento de un nio: antes de sentir los dolores ha dado a

    luz un varn. Cuando veis esto, vuestro corazn se alegrar; la mano de Yahveh se dar a

    conocer a sus siervos (66: 7-14). Tras el castigo unos cuantos perdurarn: No he de callar

    hasta haber trado a cuentas sus iniquidades y las de sus padres. Despus del castigo y

    destruccin de un pueblo corrompido por la iniquidad y el pecado, queda un resto, vstago

    de salud, que se mantiene fiel y firme en la fe y da origen a un nio, Redentor y Salvador

    que inaugura e implanta el Reino de Dios. (65: 6-7).

    2.2. 4 Yahveh no responde la oracin de su Pueblo; castiga a los impos23

    (58: 13; 65: 8-

    16).

    En estos captulos, el Tritoisaas se halla desconsolado y desatendido. Predice una colosal

    batalla entre el bien y el mal. Se expresa en tono apocalptico. El pueblo, en su obstinacin,

    no me pregunta, no me busca; desdea los favores de Yahveh, una nacin que iba por

    caminos malos tras sus propios caprichos.

    22

    Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino,

    Navarra 1997. pp. 88 91. 23

    Ver a Garca Cordero, M. Teologa de la Biblia, I B.A.C. Madrid, Catlica, 1970. pp. 272 - 281 y a Gnuse,

    R. Comunidad y propiedad en la tradicin bblica Buena Noticia, 16. Verbo Divino, 2003.pp. 12 -19.

  • 25

    Es la historia del Israel, siempre infiel, en pos de sus pensamientos, de sus inclinaciones

    materialistas. Ante la provocacin, ha de venir el castigo para los pecadores y los apstatas.

    Por las iniquidades actuales y las de las generaciones pasadas, la justicia divina se abre a la

    conversin. Dios quiere sincero arrepentimiento, sin forzarlo, en amor, pero libre para pedir

    perdn.

    2.2.5 Castigo del pueblo rebelde que ofrece culto desviado24

    . (58: 4-12,14. 65: 1-7).

    Es otro el ayuno que yo quiero. Desatar las cadenas de iniquidad, deshacer las coyundas del

    yugo, dejar libres a los oprimidos y quebrantar todos los yugos; repartir tu pan con el

    hambriento, albergar al pobre sin techo, vestir al que veas desnudo y no volver tu rostro

    ante tu hermano. Las prcticas piadosas del ayuno, la observancia del sbado y las ofrendas

    cultuales, impulsadas por los defensores del culto, estn impregnadas de injusticia y

    opresin, por disputas y crmenes y hasta por el incumplimiento de las leyes rituales.

    La justicia del pueblo en sus relaciones mutuas con humildad y amor al prjimo es

    imprescindible para alcanzar la esperanza y la salvacin: entonces surgir tu luz como la

    aurora y tu justicia marchar ante ti; la nacin de este modo, brillar en las tinieblas tu luz,

    y tus sombras se harn un medioda. La benignidad de Yahveh la pastorear, la levantar y

    la engrandecer. En el da mesinico, el Seor transformar el mundo con su santa

    presencia. Dios quiere justificar su conducta, no se haba ocultado, estaba a disposicin: He

    tendido sin cesar mis manos hacia un pueblo rebelde.

    2.2. 6 Liturgia penitencial: Acusacin y confesin de pecado.25

    (59: 1-15; 63: 7 64:

    17).

    Para el Tercer Isaas los pecados de Israel impiden la salvacin, se ha abierto un abismo

    casi insalvable entre Dios y su pueblo, vuestras manos estn manchadas de sangre.

    24 Ver los aportes de: Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. pp. 95 98. 25

    Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino,

    Navarra 1997. pp. 99 102.

  • 26

    La reiteracin del vocabulario: pecados, sangre, crmenes, mentira, perfidia, falsedad,

    perversidad, maldad, insiste en la culpabilidad. El alma de Israel est cubierta de crmenes.

    Los males sociales corrompen la sociedad: No conocen la senda de la paz, no hay justicia

    en su camino (59: 8).

    El profeta, con el pueblo, confiesa los pecados contra Dios: rebelarnos y ser infieles a

    Yahveh. Hablar perfidia y rebelin (59: 13) y contra el prjimo: se ha quebrantado el

    derecho y la justicia sigue al margen (59: 14). Pero la mano del Seor est tendida para la

    salvacin y su odo atento para escuchar las splicas. La intervencin divina es doble:

    liberacin y salvacin para quienes se convierten de su rebelda.

    2.2.7 El brazo de Yahveh contra los enemigos.26

    (59: 15b - 20; 63: 1 - 6).

    En la expresin, los convertidos de su pecado en Jacob (59: 20) late el smbolo del resto fiel

    de Israel que ser el germen sano que reiniciar el Nuevo Israel. Es un orculo

    independiente sobre la victoria de Yahveh. Quizs sea la pgina ms propia y

    teolgicamente elaborada del Tercer Isaas. En 63: 1-6 se habla del Conquistador que

    triunfa. Los enemigos son aplastados por el hroe, teido de su sangre; presenta una imagen

    dramtica del furor y la ira divina contra el pecado. Dios lucha solo contra el poder de las

    tinieblas y slo l lo doblega, mir en torno y no haba ayuda, me asombr de no encontrar

    apoyo; me salv mi brazo y mi furor me sostuvo.

    2.2.8 Afluencia de los pueblos a Sin. (60 y 62).

    Estos captulos presentan un himno27

    de gloria en honor de la nueva Jerusaln centro de

    todas las gentes.

    26

    Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. 103 105.

  • 27

    Sobre la Ciudad Santa profanada, como noble mujer sentada en tierra en medio de tinieblas

    va a caer una luz nueva, las naciones caminarn a tu luz y los reyes al resplandor de tu

    aurora (60: 3); es la iluminacin que ser aureola de gloria de Yahveh y admiracin de los

    pueblos; entre ellos retornarn los hijos dispersos para engrandecerla y reedificar su muros.

    Israel reconocer a Yahveh su Salvador y Redentor.

    La idealizacin de la ciudad transformada es de felicidad total. Desaparecen la violencia, el

    saqueo y la ruina; se impone la soberana de la paz y la justicia. La gloria de Dios ser el

    resplandor de luz eterna sin das de luto; la era mesinica trae la bondad y la satisfaccin

    por medio de la salvacin, sin lugar al llanto.

    Tu pueblo ser un pueblo de justos, para siempre poseers la tierra, renuevo de la

    plantacin de Yahveh, obra de mis manos, hecha para resplandecer (60: 21). La promesa

    mesinica est avalada por Dios: Yo, Yahveh, he hablado, a su tiempo lo cumplir de prisa

    (60: 22).

    2.2.9 Reconstruccin de Sin en medio de los pueblos28

    . (61).

    El Tercer Isaas vislumbra la luz mesinica (61: 1-11). Siente, percibe, entiende, desea el

    fin del pecado, la enfermedad y la muerte. El Heraldo de Dios implantar su justicia. Dirige

    su mensaje a los pobres, condicin que implica la pobreza fsica, opresin, humillacin,

    explotacin, victimizacin de hombres y mujeres por parte de los poderosos. Llega la

    liberacin de la injusticia, por las tensiones entre los retornados y los residentes en

    Jerusaln. El amor infinito va a habitar en la sociedad en su santidad inaccesible y estar

    junto a todos los necesitados y necesitadas. Nacer el reino eterno de paz. El amor instala la

    justicia en cumplimiento de la promesa divina.

    27

    Pixley, J. La Historia de Israel vista desde los pobres. Quito, Verbo Divino, 1990. pp. 69-75; Jaramillo

    Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra

    1997. pp. 106. 28

    Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. pp. 107.

  • 28

    Este texto apunta abundantes analogas con los cnticos del Siervo de Yahveh, aunque, al

    contraponer el ao de gracia con el da de la venganza divina (61: 2), queda desprovisto del

    carcter sumiso y humilde del Siervo que se sacrifica, redime y trae la salvacin.

    El Tritoisaas se siente ungido por Dios: El espritu del Seor Yahveh est en m, porque

    me ha ungido (61: 1-3), para realizar una misin especial que le encomienda: predicar la

    buena nueva a los pobres, a curar a los corazones oprimidos, a anunciar la libertad de los

    cautivos, la liberacin a los presos (vs. 1), los oprimidos por la injusticia y las desgracias

    sociales; y a consolar a todos los tristes (vs.2). Se acerca una nueva era para los afligidos de

    Sin (vs.3) que recibirn la diadema de la alegra y sern ungidos con el leo del gozo;

    tendrn profundas races de justicia y rectitud, pues, son la plantacin de Yahveh para su

    gloria (vs.3). Esta figura que compara a los justos con rboles tiene larga tradicin en la

    literatura proftica y sapiencial.

  • 29

    CAPITULO III

    CULTO Y JUSTICIA EN EL TERCER ISAAS.

    3.1 Algunas relaciones del Tritoisaas con el resto del Antiguo Testamento29

    .

    Para este apartado, slo se tomarn aquellos temas focales que podran contribuir al

    ejercicio acadmico - pastoral que se busca realizar en el presente trabajo; esto es, los

    factores que favorezcan ms el tema central: el culto y la justicia. Para ello, se acude a los

    factores histricos, lingsticos y a los nfasis profticos sobre lo mismo, sin dejar de lado

    las diferentes significaciones contextuales.

    3.1.1 Extranjero, forastero30

    . (Heb. Nekar: necesitado, marginado, empobrecido)

    Se podra aseverar que la fuente principal del Tercer Isaas es la tradicin sacerdotal, en

    tanto que asume la importancia del extranjero en su medio, como aparece en Lv. 19: 10,

    donde se registra la siguiente ordenanza: Tampoco hars rebusco de tu via, ni recogers

    de tu huerto los frutos cados; los dejars para el pobre y el forastero. Yo, Yahveh, vuestro

    Dios; eso mismo, pero con mayor intensidad se afirma en los versos 33 y 34, donde se

    registra:

    Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestis Al forastero que

    reside junto a vosotros, le miraris como a uno de vuestro pueblo y lo amars como a ti

    mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

    29

    Son varios los exgetas que han investigado este tpico, entre ellos los siguientes: J.L. Sicre. Profetismo en Israel. Verbo Divino. Navarra 1992. pp. 414- 423. Jaramillo Rivas, P. y otros. La justicia y la opresin en el

    lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino, Navarra 1997. pp 285 299. Carol A. Newsom y Sharon H. Ringe, ed. Louisville. Westminster John Knox; Blenkinsopp, Joseph (2003). Isaiah; Anchor Bible 19, 19A,

    19B. New York: Doubleday. Childs, Brevard S. (2001). Isaiah. OTL. Louisville: Westminster John Knox. En:

    http://www.fundotrasovejas.org.ar/Libros/La%20Biblia%20Hebrea%20Subversiva%20Isaias%203.pdf 30

    Quien ms dedic tiempo para investigar este tema fue el desaparecido Croatto, J.S. en sus libros: Isaas

    (Comentario Bblico Ecumnico). 3 vols. La Aurora, B.A.,/ VOZES, y Alianza y Experiencia Salvfica en la

    Biblia. Buenos Aires, Paulinas, l964.

  • 30

    De manera que el Tritoisaas se alimenta y nutre a su comunidad con una relectura del

    Levtico y avanza unas cuantas millas ms al desafiarla al amor pleno por los y las

    extranjeras con quienes convive y entre los cuales crece y se desarrollan en lo fsico,

    emocional, afectivo y espiritual, como seres creados por Elohm. Para la nueva comunidad

    del Tercer Isaas, el forastero, extranjero es parte integral de sus propias vidas, no es el

    nekar, el marginado, el desposedo, el empobrecido; es el hermano y la hermana que

    Yahveh coloc en su camino para crecer y desarrollarse como creacin perfecta de Dios en

    aquellos aspectos trascendentales de la vida: el amor, la tolerancia, la reconciliacin, el

    perdn. Las connotaciones polticas31

    de la presencia del extranjero, forastero, forastera en

    su medio, no es otra cosa que el reconocimiento de la misma presencia de Elohm en la

    comunidad; es el ao del jubileo, es el tiempo del perdn, es una nueva era, es una nueva

    realidad, en un nuevo despertar del amor a todos y todas; es el tiempo de la inclusin, de la

    integracin, de la hermandad sincera y sin reservas.

    A eso le apunta el Tercer Isaas, a ser una verdadera comunidad de Yahveh, del Dios que

    ama por encima de razas, naciones, lenguas y pecados. Desde el Tercer Isaas, el temor que

    en muchas ocasiones tuvieron los israelitas frente a los extranjeros debe ser vencido.

    Ahora extranjeros, forasteros, forasteras ya no son los que han venido a hurtar en el templo,

    no se van a llevar los utensilios de la casa de Dios, del templo; en este momento ellos y

    ellas son parte esencial del pueblo: son los sacerdotes, los servidores del pueblo desde el

    templo; no debe haber temor, sino amor, confianza, respeto y convivencia en paz, ese es

    parte de los retos que el Tritoisaas propone dentro de su comunidad.

    3.1.2 Eunucos32

    .

    De las tres veces que Isaas habla sobre los eunucos, dos son del Tritoisaas y ambas estn

    en el captulo 56.

    31

    Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento; Trotta, Madrid; 1999.

    pp. 576 - 588. 32

    Ver en: Rainer, Albertz. Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento; Trotta,

    Madrid 1999. pp. 588 599.

  • 31

    Estos personajes se han caracterizado por su servicio, sobre todo en servicios domsticos,

    ya sea de una casa o de un palacio. Son importantes las alusiones que se hace de ellos en el

    caso de Jos vendido a Potifar que era eunuco del Faran (39: 1ss).

    En Israel, segn datos histricos, la eunucidad era una prctica extraa, fornea, extica;

    ellos no la practicaban. Esto resulta significativo en tanto el Tercer Isaas integra a los

    eunucos al seno de la comunidad y sobre todo como servidores del templo, como

    sacerdotes, lo cual vena a ser revolucionario. De ello se desprenden varias conclusiones.

    Una que se considerara al templo como una gran casa en la cual hay eunucos que sirven;

    eso traera algunas contradicciones en tanto algunos y algunas solo esperaran ser servidos

    y servidas.

    Otra opcin sera pensar que los eunucos estaran al frente del sacerdocio, al estilo sumos

    sacerdotes, lo cual el texto no refleja. Lo ms probable es que el Tritoisaas est sugiriendo

    a la comunidad, que al interior del sacerdocio, los eunucos y los extranjeros tendran la

    misma importancia que la tribu de Lev, ello significara una profunda transformacin del

    culto en el Israel postexlico.

    Este texto se estara anticipando al pensamiento paulino que afirma la inexistencia de

    lmites para quienes estn en Cristo, pues en l ya no hay ni siervo ni libre, ni hombre ni

    mujer, ni blancos ni negros, ni griegos ni judos, ni sino que todos y todas son uno por la

    fe de Jesucristo.

    Lo trascendente del Tercer Isaas33

    en este aspecto es la integracin, la inclusin, la

    universalidad que hace de la comunidad de fe, en la cual no debe haber diferencias de

    ninguna clase, sino que todos y todas se aman y crecen como seres integrales plenos.

    33

    G.K. Beale y otros. Comentary on the New Testament Use of the Old Testament.Grand Rapids, Michigan

    2009. pp. 295-299.

  • 32

    Se asegurara entonces que en la comunidad tritoisaiana no era extrao ver a hermanos y

    hermanas egipcias, libaneses, romanas, griegas, babilnicas, persas, etopes, negros,

    blancos, indios y ms, mucho ms compartiendo la fe y el amor, el afecto y el cario, el

    dolor y las alegras, los encuentros y desencuentros, todos aquellos aspectos de la

    cotidianidad que hacen de los seres humanos nicos, irrepetibles en la creacin: su

    psiquicidad, su corporalidad, su emocionalidad, su intelectualidad y espiritualidad34

    .

    3.1.3 Profanacin del sbado35

    .

    El primero de los profetas en disentir, denunciar y confrontar la temtica del sbado es

    Oseas; en 2: 13 el autor afirma: Har cesar todo su regocijo, sus fiestas, sus novilunios,

    sus sbados, y todas sus solemnidades. Parece que eliminar las actividades sabatinas se

    haba convertido en uno de los peores castigos que Yahveh infligira a su pueblo; dejar al

    pueblo sin la celebracin sabatina era un instrumento de juicio y condenacin. Como en los

    sbados se revelaban algunos orculos de Yahveh (2 Ry. 4: 23ss), la restriccin para asistir

    a su celebracin se consideraba castigo, juicio.

    Tambin seran eliminadas las actividades holocusticas relacionadas con el perdn de los

    pecados. As las cosas, el postexlico Tritoiasas, busca un verdadero restablecimiento,

    restitucin, reforma de las actividades clticas, rituales, religiosas que haban desaparecido,

    en parte, durante los aos de cautividad. Para el profeta Jeremas, la profanacin de las

    festividades sabatinas constitua un problema de supervivencia. En 17: 21 afirma: As dice

    Yahveh: Guardaos, por vida vuestra, de llevar carga en da de sbado y meterla por las

    puertas de Jerusaln. El sbado eran ms costosos los impuestos por ingreso de alimentos,

    animales, lea, carbn, pieles, piedras preciosas, al interior de la ciudad.

    34

    Sshkel, Alonso. L. y Sicre Jos Lus. Profetas; Vol. I: Cristiandad, Madrid; 1980. pp. 356. Priitchard, J.B.

    La Sabidura del Antiguo Testamento (traduccin de textos selectos del Anet), Barcelona 1966. pp. 297. 35

    Ver los aportes de: Leclerc, Thomas L. Yahweh is Exalted in Justice: Solidarity and Conflict in Isaiah.

    Minneapolis: Augsburg Fortress; Marconcini, B. (1995). pp. 221. El Libro de Isaas. Barcelona: Herder;

    Motyer, J. A. (1993). pp. 309 y The Prophecy of Isaiah. Grand Rapids: Eerdmans, 1999. pp. 88.

  • 33

    De modo que venir el sbado a negociar en la ciudad de Jerusaln, se haba convertido en

    un profundo problema social; entonces, desde el pensamiento proftico se recuerda el

    inicio, origen del sbado y se motiva al pueblo para que ese da sea ms de conmemoracin,

    alabanza, alegra y solidaridad, que de trabajo fsico, con lo cual quienes se beneficiaban

    ms eran los ricos y poderosos.

    De esa forma Jeremas, asegura algo extrao: quien no trabaje en el da sbado tendr

    mejores recursos econmicos sobre quienes s laboren ese da. De manera que trabajar los

    sbados era el problema de supervivencia inmediata, mientras que dejar de trabajar los

    sbados sera una solucin a largo plazo; el argumento parece ser: si un pueblo no cuadra,

    ni ajusta sus asuntos econmicos en seis das de trabajo, ser imposible salir de cualquier

    crisis financiera con slo un da de labores, sobre todo en un da en el cual la competicin

    es mayor.

    Para Ezequiel36

    la situacin relacionada con el sbado era mltiple, en cuanto que celebrar

    el da sbado constitua ms que una celebracin ritual. Ezequiel en 20: 12, asevera que: Y

    les di adems mis sbados como seal entre ellos y yo, para que supieran que yo soy

    Yahveh, que los santifico. El sbado era como seal de recuerdo por todo lo que Yahveh

    haba hecho a su favor: liberacin de Egipto, alimentacin en el desierto, luz en la

    oscuridad, sombra en las resolanas, paz en momentos de guerra. El profeta est inconforme

    porque el pueblo ha profanado el sbado, y de esa manera se ha olvidado de Yahveh.

    Por eso su denuncia no es suave, sino con tonalidad fuerte y recriminante: Pero la casa de

    Israel se rebel contra m en el desierto; no se condujeron segn mis preceptos,

    rechazaron mis normas por las que vive el hombre, si las pone en prctica, y no hicieron

    ms que profanar mis sbados. Entonces pens en derramar mi furor sobre ellos en el

    desierto, para exterminarlos. (Ez. 20:13).

    36

    Noth Martin. Estudias sobre el Antiguo Testamento. Sigueme, Salamanca 1985. pp. 293 308.

  • 34

    Sin embargo, el mismo Ezequiel acepta que Yahveh no es slo juicio, sino que en su

    infinita misericordia recuerda su alianza, su pacto y por cuanto tuve consideracin a mi

    nombre, y proced de modo que no fuese profanado a los ojos de las naciones, a la vista de

    las cuales los haba sacado. (Ez. 20: 14). Aqu el profeta sugiere que profanar el sbado va

    ms all de fronteras clticas y trasciende las fronteras territoriales. Como el sbado era

    tambin una parte de solucin al problema social del trabajador maltratado, de los animales

    vctimas del trabajo excesivo (Ex. 23: 12), las naciones vecinas que se haban fijado la meta

    de acoger la propuesta de dar un descanso semanal a sus trabajadores, ahora lo estaban

    considerando como peligroso: esa era la peor de las profanaciones37

    .

    En esta direccin estaba tambin el pensamiento de la comunidad tritoisaana. El Tercer

    Isaas propone una dimensin amplia de la profanacin de las actividades sabatinas que van

    ms all de los pensamientos que se haban sugerido desde Ams. Para el Tritoisaas dicha

    profanacin tiene una connotacin interna, del corazn, del alma, de lo ms profundo de la

    vida del ser humano (56:2 - 7; 58:13; 66:23).

    De manera que cualquier profanacin del sbado es una profanacin que ya est en el

    corazn y la mente del blasfemo, del sacrlego, el Tercer Isaas busca que dentro de su

    comunidad haya corazones y vidas diferentes, santas, rectas para consigo mismas, como

    para con Yahveh y con sus prjimos. En 56: 2 se afirma: Dichoso el mortal que tal haga, el

    hombre (y la mujer) que persevere en ello, guardndose de profanar el sbado, guardando

    su mano de hacer nada malo.

    La frase que llama la atencin: guardando su mano de hacer nada malo, esto significa que

    hay una intencionalidad mental, interna, del corazn; es que la mano no se mueve por s

    misma, sino que es movilizada por la fuerza de la mente y el corazn; esa fue la

    preocupacin del Gnesis, cuando despus que el hombre pec, el ngel de Yahveh, separ

    el rbol para que no tomara de su fruto y viviera eternamente en pecado (Gn 3: 22).

    37

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad. Madrid 1980, pp. 341 345.

  • 35

    La mano, (yad), es utilizada por el Tritoisaas en catorce oportunidades; en unas ocho veces

    se refieren a la mano de Dios (59:1; 60:21; 62: 3, 8; 64: 8; 65: 2; 66: 2, 14) en las que se

    destaca la dependencia del pueblo ante la mano de Yahveh; dependencia porque los verbos

    empleados estn en la forma activa, es Dios el que hace las cosas, por ejemplo, en 60: 21 se

    enuncia: retoo de mis plantaciones, obra de mis manos; el pueblo del Seor es el

    resultado de las acciones del propio Yahveh38

    .

    En 62:3 la afirmacin es evidente, el pueblo est en manos del Seor y depende de l:

    Sers corona de adorno en la mano de Yahveh, y tiara real en la palma de tu Dios. En 64:

    7 el pueblo lo reconoce: Pues bien, Yahveh, t eres nuestro Padre. Nosotros la arcilla, y t

    nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.

    Incluso, Yahveh alza sus manos sobre el pueblo rebelde para perdonarlo, reconciliarlo,

    atraerlo hacia S; Dios lo asegura en 65:2: Alargu mis manos todo el da hacia un pueblo

    rebelde que sigue un camino equivocado en pos de sus pensamientos; de manera que no es

    extrao que el Tercer Isaas casi al final del texto declare: la mano de Yahveh se dar a

    conocer a sus siervos; en este sentido se plantea desde la comunidad tritoisaina, el

    ejemplo del propio Dios, que utiliza sus manos, para proteger, bendecir, cuidar, servir,

    defender a sus hijos e hijas; de esa manera debera actuar su pueblo.

    Los textos restantes en que aparece el trmino mano, aluden al empleo que de ella hacen los

    seres humanos; en unos se derrama sangre (59:3); otros muestran diversas acciones de

    iniquidad (59:6); tambin se presenta el que edifica, planta y hace muchas obras de

    solidaridad en beneficio de su comunidad (65:22) mis escogidos disfrutarn la obra de

    sus Manos.

    38

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad. Madrid 1980, pp. 346 350.

  • 36

    Es inferible, entonces, que en esta comunidad todava se presentaban comportamientos que

    eran dignos de restructuracin, arrepentimiento, confesin y abandono, en cuanto pecados

    contra Dios y los hermanos y hermanas, por ellos la sugerencia del Tritoisaas a la

    necesidad de guardar las manos de hacer lo malo, el reto de mirar hacia las obras de

    Yahveh y verlas como alternativa de ejemplo comunitario de perdn, solidaridad y

    reconciliacin que sirvieran de gua a los diferentes grupos que haba en la Palestina del

    momento.

    As que la frase: guardando su mano de hacer nada malo, que incorpora el Tritoisaas en

    relacin con la observancia del Sbado, no es una simple afirmacin coloquial, de moda, de

    sustento al resto de afirmaciones; es una declaracin bien pensada y seleccionada para el

    momento, esa afirmacin, guardando su mano de hacer nada malo, est llena de profundas

    connotaciones, significados, reflexiones.

    Guardar la mano de hacer el mal es guardar el corazn, la mente, las emociones, el espritu;

    es decidir servir al prjimo como Yahveh mismo lo hace. Guardar su mano de hacer el

    mal consiste en utilizar todas las capacidades squicas, emotivas, cognitivas, lingsticas,

    comunicativas, espirituales para que el mal est lejos, para alejarlo de los pensamientos y

    del corazn, sin importar lo que suceda; no puede haber cansancio para realizar las obras de

    amor y tolerancia (57:10), ello podra indicar que para realizar el bien siempre se deben

    tener la manos listas, dispuestas, preparadas, limpias.

    3.1.4 Idolatra y cultos de pecado39

    . (57: 5ss)

    Uno de los ms fuertes llamamientos al arrepentimiento, la confesin, el abandono del

    pecado por parte del profetismo en Israel es, indudablemente, la idolatra y los cultos de

    pecado.

    39

    Ver por ejemplo a: J. M. Abrego, Los libros profticos, Verbo Divino, Navarra 1993. pp. 47 50; A. Gelin, A. Monloubou, L, Chary, H. Cazelles (Ed.), Introduccin crtica al Antiguo Testamento, Los libros profticos

    posteriores, Herder, Barcelona 1983. pp. 431 450.

  • 37

    El Tercer Isaas, as como Isaas I y II tienen un profundo compromiso en esta direccin: el

    pueblo de Dios no debe ni puede adorar otro dios diferente a Yahveh, ni practicar otro tipo

    de culto que el establecido por el mismo Elohm, lo opuesto a esto constituye pecado del

    cual se merece arrepentimiento sincero y de verdad.

    La idolatra40

    , ms que un asunto de trminos, conceptos, palabras constituye

    comportamientos decisivos en la vida, la cultura y tradicin de los pueblos. En la religin

    israel esto no es extrao ni cosa de otros mundos. La historia de la religin del pueblo de

    Israel puede narrarse, en su mayor parte, en funcin de la tensin provocada por el conflicto

    entre un concepto espiritual de Dios y el culto, la marca distintiva de la fe genuina de Israel,

    y diversas presiones, tales como la idolatra, que trataban de rebajar y materializar la

    conciencia y las prcticas religiosas tribales primero y nacionales despus.

    En el AT falta un ascenso desde la idolatra a la adoracin pura de Dios, sino ms bien un

    pueblo con un culto puro y una teologa espiritual, luchando continuamente, por medio de

    lderes espirituales levantados por Dios, contra las seducciones religiosas que, a pesar de

    todo, a menudo atraan a la masa del pueblo. La idolatra es una degradacin de la norma, y

    no una etapa primitiva superada gradualmente y con dificultad. Si se considera la totalidad

    de los elementos probatorios que ofrece la religin de los patriarcas, se encuentra con una

    religin de altar y de oracin, no de dolos.

    Ciertos acontecimientos, podran aparecer como idolatra patriarcal. Por ejemplo, Raquel

    rob los dolos familiares de su padre (Gn. 31:19); lo que podra probar es que la esposa de

    Jacob junto con su familia no haba podido liberarse completamente de su ambiente

    religioso mesopotmico (Jos. 24:15). Si estos objetos, estos terafines tenan significacin

    legal adems de religiosa, el que los posea tena el derecho de sucesin sobre la propiedad

    familiar, lo que explica la ansiedad de Labn por recuperarlos, a pesar de no destacarse

    como hombre religioso y el cuidado con que excluye a Jacob de la Mesopotamia por medio

    de un tratado en trminos muy bien pensados, cuando no puede encontrarlos (Gn. 31: 45ss).

    40

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad. Madrid 1980, pp. 451 360.

  • 38

    Se sostiene que las piedras de Jacob (Gn. 28:18; 31:13, 45; 35: 14, 20) son las mismas

    piedras idoltricas con las que estaba familiarizado Canan. Para algunos exgetas41

    , la

    piedra de Bet-el est relacionada con procesos idoltricos de Jacob (Gn. 31:13), sin

    embargo, es ms fcil interpretar que pertenece a la categora de los monumentos

    conmemorativos (Gn. 35: 20; 24:27; 1 Sm. 7:12; 2 Sm. 18:18).

    Adems, la cita de Gn. 35: 4, a menudo empleada como indicacin de la idolatra patriarcal,

    en realidad se refiere a la reconocida incompatibilidad entre los dolos y el Dios de Bet-el,

    en tanto que Jacob debe desprenderse de los objetos inaceptables, antes de presentarse

    delante de Yahveh. El hecho de que Jacob los haya escondido no debe entenderse como

    que tuvo miedo de destruirlos debido a razones de reverencia supersticiosa42

    .

    El relato del becerro de oro en Ex. 32, revela hasta dnde llegaba el contraste entre la

    religin emanada del monte Sina y la forma de religin aceptable para el corazn de los

    infieles. Se puede observar que estas religiones son incompatibles. La religin del Sina es

    decididamente enemiga de los dolos.

    Moiss advirti al pueblo (Dt. 4:12) que la revelacin de Dios que se les otorg all no tena

    figuras, a fin de que no se corrompiera con ninguna clase de representaciones. Esta es la

    posicin mosaica esencial, como se puede ver en el Declogo (Ex. 20:4; Ex. 34:17). Se

    debe notar que la prohibicin hecha por Dt. 4:12 pertenece a la esfera de la religin, y no a

    la de la teologa.

    Es correcto hablar de una figura del Seor, y Dt. 4: 12 y Nm. 12:8 tienen el trmino figura

    en comn. Pero haberla llevado a la prctica religiosa habra significado para Israel

    corromper la verdad y la vida. Este es un notable testimonio del carcter no icnico del

    culto de Israel.

    41

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad. Madrid 1980, pp. 361 365. 42

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad, Madrid 1980. pp. 390 395.

  • 39

    El segundo mandamiento era nico en el mundo en aquellos das, y el hecho de que la

    arqueologa no haya podido encontrar una representacin de Yahveh, en pocas en las que

    los dolos abundaban en todas las dems religiones, indica el lugar fundamental que dicho

    mandamiento ocup en la religin de Israel desde los das de Moiss.

    El registro histrico de Jueces, Samuel, y Reyes narra la misma historia del abandono por la

    nacin de las formas espirituales propias de su religin. El libro de los Jueces, por lo menos

    a partir del cap. 17, se propone deliberadamente poner de manifiesto una poca de rebelda

    y desorden generales (17:6; 18:1; 19:1; 21:25). No se debera pretender ver en los

    acontecimientos del cap. 19 la norma de la moralidad israelita. Se trata, sencillamente, de la

    historia de una sociedad degradada; del mismo modo no nos asisten razones para ver en la

    historia de Micaa (Jue. 1718) una etapa fiel pero primitiva de la religin de Israel.

    El mismo comentario por parte del autor de Jueces hace ver, a su vez, la corrupcin

    religiosa (17:113), la inquietud social y el desorden (18:131), como tambin la

    declinacin moral (19:1ss) de la poca. Las principales formas de idolatra en las que cay

    Israel fueron el uso de imgenes grabadas y fundidas, las columnas, el culto a Asera, y los

    Terafines. La imagen de fundicin, se haca colando metal en un molde y dndole la

    forma con una herramienta (Ex. 32:4, 24).

    Hay alguna duda sobre si esta figura y los becerros que posteriormente fabric Jeroboam

    estaban destinados a representar a Yahveh, o si estaban concebidos como pedestales sobre

    los cuales se lo entronizaba. La analoga de los querubines (2 Sm. 6:2) podra sugerir esto

    ltimo, opinin que tambin recibe el apoyo de la arqueologa43

    .

    Sin embargo, los querubines no eran visibles y decididamente eran de otro mundo en lo

    que se refiere a su aspecto. No podan indicar ninguna asociacin inaceptable entre el Dios

    soberano y paralelos terrenales.

    43

    L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas. 1, Cristiandad. Madrid 1980, pp. 370 375; Mc Intosh J., The Archeologist Handbook, London, 1986. pp. 290 310.

  • 40

    Los toros, por el contrario, no estaban ocultos, por lo menos en cuanto a lo que sugiere la

    narracin, y no podan dejar de relacionar a Yahveh con la religin y la teologa de la

    fertilidad. Tanto los pilares como las imgenes de Asera estaban prohibidos en Israel (Dt.

    12:3; 16:2122). En los santuarios de Baal las imgenes de este dios (2 R. 10.27) y el poste

    de Asera estaban al lado del altar.

    Se consideraba al pilar como una representacin estilizada de la presencia del dios en el

    santuario. Era objeto de gran veneracin; a veces tena partes ahuecadas para recibir la

    sangre de los sacrificios, y a veces, como puede verse por su superficie pulida, sus devotos

    lo besaban. La imagen de Asera44

    era de madera, segn se demuestra por su forma usual de

    destruccin, que era por fuego (Dt. 12:3; 2 Ry. 23:6), y probablemente su origen fue una

    planta perenne sagrada, smbolo de la vida. Su relacin con los ritos cananeos de la

    fertilidad bastaban para hacerlos abominables ante Yahveh.

    Todo esto no era desconocido por el Tercer Isaas, por el contrario; parece que en su

    contexto postexlico el asunto idoltrico se increment por la influencia del mundo

    babilnico y prehelnico (60: 6). La prctica de sacrificios fuera de los lineamientos

    establecidos por la comunidad era uno de los retos ms importantes par el Tritoisaas; ello

    indica participacin en cultos de pecado, en tanto que, como pueblo se haban olvidado del

    verdadero liberador, lo que los condujo como comunidad, a unas expresiones idoltricas

    raras, que ameritaban profundas crticas por parte del Tercer Isaas (57: 4ss). La irona con

    que se exponen los pensamientos de este pasaje indica el arraigo del problema que

    enfrentaba el pueblo y el desafo para abandonar de una vez por todas las prcticas

    idoltricas y los cultos de pecado.

    44

    Blzquez, J.M.y otros, Historia de las religiones antiguas, Ctedra, Madrid 1993. pp.11-24. Briend, J.,

    Israel y Jud en los textos del Prximo Oriente Antiguo, Estella 1982. pp. 6 16; Albertz, R., Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid 1999. pp. 661 667; Asurmendi, J. y F. Garca Martnez, Historia e instituciones del pueblo bblico, La Biblia en su entorno,

    Estella 1992. pp. 325 330; Baron, S.W., Historia social y religiosa del pueblo judo, 8 vols., Paidn 1968. pp. 250 255.

  • 41

    Las humillaciones, las ofrendas, los sacrificios45

    y otras expresiones rituales con las que se

    presentaban en los cultos de pecado, eran de mayor calidad que cuando lo hacan delante de

    Yahveh, Elohm; eso es recriminado, reprendido y censurado por Tritoisaas de forma tal

    que la comunidad se siente comprometida al abandono de tales prcticas y el regreso, la

    confesin y la expresin de la fe verdadera (57: 1-14); precisamente en 57: 14 se argumenta

    la importancia de reparar los caminos; esa simbologa, la del camino, es desarrollada en el

    Tercer Isaas en diversos momentos.

    En 56: 11, se ve la individualidad que cada persona asume frente a su camino, sin importar

    hacia dnde va ni el camino de otros y otras; en 59: 7 y 8 se verifica cmo han olvidado el

    camino de Yahveh, por el propio46

    . En 62: 10 el reto es profundamente comunitario. Todos

    y todas requieren una apertura de caminos, caminos por los cuales puedan andar sin

    ninguna clase de tropiezo.

    Es que se deben abrir caminos de santidad para todo y por todo el pueblo; debe haber

    iniciativas de nuevos caminos, nuevos horizontes, nuevas esperanzas; por ello el texto

    asegura: Pasad, pasad por las puertas! Abrid camino al pueblo! Reparad, reparad el

    camino, y limpiadlo de piedras! Izad pendn hacia los pueblos!

    La frase final resulta importante: Izad pendn hacia los pueblos!, esto es, expandir las

    posibilidades del Shalom a las naciones, no se trata de abandonar la idolatra a nivel

    interno, sino que se requiere de una apertura muy amplia, ms all de las fronteras, donde

    los cultos de pecado tambin sean cuestionados y abandonados de forma definitiva.

    En 63: 8 y 9 se exponen razones fundamentales para eliminar todo tipo de culto de pecado,

    en cuanto que es el propio Yahveh, Elohm quien est a favor del pueblo; el texto afirma:

    45

    Albertz, R., Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid

    1999. pp. 668 672; Brown-Fitzmyer. Nuevo Comentario Bblico San Jernimo. Verbo Divino, 2004. pp. 431- 440. 46

    Albertz, R., Historia de la religin de Israel en tiempos del Antiguo Testamento, 2 vols., Trotta, Madrid

    1999. pp. 672 675.

  • 42

    Dijo l: De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engaarn. Y fue l su Salvador en

    todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ngel: l mismo en persona los liber. Por

    su amor y su compasin l los rescat: los levant y los llev todos los das desde siempre.

    El Seor es el mismo liberador, por ello es imprescindible abandonar los cultos de pecado y

    toda idolatra, para as entrar en el Shalom del Elohim amoroso y perdonador. La figura del

    rescate es significativa en este texto, en la medida en que cuando el pueblo ya era un

    esclavo irredimible, Yahveh mismo acta a su favor y lo compra al dueo por el precio que

    le pida, sin ninguna clase de reservas ni de regateo por la compra: Elohm entreg todo lo

    exigido por el anterior dueo de su pueblo y lo compr, lo liber para s.

    3.1.5 Abusar en las prcticas del ayuno47

    .

    ste constituye otro de los temas relacionados y comparativos entre el Tercer Isaas y el

    resto del Primer Testamento. Este ha sido un asunto que en la vida espiritual de Israel se

    haba tornado en prctica casi permanente por cuanto la consideraban esencial como seal

    de arrepentimiento, humillacin, dolor y confesin de pecado delante de Elohm.

    Sin embargo, era evidente que en muchas ocasiones el ayuno se utilizaba como medio que

    justificaba acciones de perversin, prevaricato, hurto y toda suerte de pecado. Parece que el

    Tercer Isaas ha sido testigo de los hechos actuales y conocedor de la historia del pueblo en

    relacin con este tema, y fija su atencin en la crisis que el ayuno tiene en su

    internalizacin por parte de la comunidad y sus repercusiones sociopolticas y econmicas,

    que, de paso, afectan todas las relaciones sociales y comunitarias.

    En este sentido, Tritoisaas se plantea el problema del ayuno como una de las ms

    profundas necesidades para resolver, en tanto que esta constitua una de las prcticas que

    requera ser transformada desde los mismos fundamentos.

    47

    Alonso Schkel, L., Los profeta, Cristiandad 1980. 355. Artola, A.M., De la revelacin a la inspiracin,

    Bilbao 1983.

  • 43

    La frase de 58: 3, Por qu ayunamos, si t no lo ves? Para qu nos humillamos, si t no

    lo sabes? - Es que el da en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a

    todos vuestros trabajadores, estara sugiriendo un conocimiento de dos experiencias

    vividas en tiempos de jueces y reyes, en la medida en que se estaran recordando esos

    eventos a manera de ejemplo, reflexin y redefinicin del ayuno en su ms importante

    esencia.

    El primero, es el caso de 1 de Ry 21, en el cual se narra la historia de Nabot, que es

    despojado de su via por parte del rey Ajab y su esposa Jezabel; ante el deseo, derecho y

    respeto familiar de Nabot para negarse a vender su via, su propiedad al rey Ajab, la

    esposa de ste se inventa un ayuno con el cual manipula a los lderes, elabora una trama

    completa y con ella despoja de su via, de su propiedad a Nabot y se la entrega al rey Ajab.

    El segundo, tiene que ver con lo citado en Jeremas 36, que narra la forma como otro rey,

    Yoyaquim, rompe el rollo que contiene un mensaje de arrepentimiento, confesin de

    pecados y correccin del comportamiento, el cual haba sido ledo por Baruc el da de

    ayuno, pero que fue rechazado por el propio rey48

    . El paralelo podra ser considerado aqu,

    en cuanto que los personajes tienen elementos comunes: ambos reyes; en los dos se

    presente la muerte; juntos tienen como escenario el ayuno.

    En esta direccin, Tritoisaas desafa a la comunidad en la toma de acciones que tiendan a

    la transformacin y perfeccin de las prcticas del ayuno, ms all del rito, de la

    ceremonialidad, de la legalidad, del cumplimiento por el cumplimiento; de modo que el

    ayuno que incl